Disclaimer: estos personajes pertenecen a J.K Rowling(exceptuando a Sorathan y Kedra) blablabla... Lo que hay que hacer... xD
Aunque seguramente a nadie le haya dado tiempo de leer el prólogo, aquí está ya el primer cap. Lo tenía escrito y no he podido resistirme a subirlo xD.
Capítulo 1
-¿Do-dónde estoy?-por mucho que lo intentaba, la joven muchacha, de no más de 18 años de edad, no conseguía recordar quien o qué la había llevado hasta aquella cama en aquella habitación de paredes de color salmón. Sus castaños ojos, tocados por un brillo dorado que recordaba al fuego, recorrieron cada rincón, cada objeto y cada cuadro de la estancia. Nada, ni un solo recuerdo-.
-Me alegra saber que al fin has despertado-un extraño anciano entró en la habitación sonriendo ampliamente. Tanto su pelocomo su barba eran largos y canosos, vestía con una túnica púrpura y sobre su nariz aguileña llevaba unas gafas con cristales de media luna-.
-¿Dónde estoy?-repitió, aunque no era la única pregunta que rondaba por la cabeza-¿qué me ha pasado¿por qué estoy vestida con este camisón¡-añadió al comprobar que, efectivamente, un camisón blanco de lino sustituía a sus habituales ropas de viaje-.
-Demasiadas preguntas¿no crees?-dijo el anciano sonriendo aún más e irritando en cierto modo a la mujer-. Tranquila, contestaré a todas, pero antes me gustaría saber tu nombre.
-Sorathan, Sorathan Fields-dijo lo más rápido que pudo, ya que deseaba conocer cuanto antes lo que había sucedido-.
-Bien, Sorathan, contestaré entonces a tu primera pregunta: estás en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, y yo soy su director, Albus Dumbledore.
-¿Hogwarts?-repitió incorporándose bruscamente-. He oído hablar de este lugar. Pero... ¿cómo he llegado hasta aquí?.
-Veo que no recuerdas nada... Es ahora entonces cuando debo contestar a tu segunda pregunta: estabas siendo perseguida por un yummus, o cazador de magia. Persiguen a los magos y brujas y se alimentan de sus poderes con tan solo acercarse a sus víctimas, consiguiendo así alargar peligrosamente su vida. Sus dragones no son más que sus más oscuros pensamientos materializados. Tú llegaste volando sobre ese fantástico lobo blanco, que por cierto, tendrás que enseñarme más tarde. He oído hablar de ellos, pero son muy pocos los que quedan y nunca he visto uno. Sería fascinante poder estudiarlo de cerca-sus ojos se volvieron hacia la muchacha, quien le miraba con el ceño fruncido. Se había desviado ligeramente del tema-. Oh, lo siento. Bien, como te decía, llegaste volando con tu lobo blanco, pero cuando estuviste sobre Hogwarts el yummus ya te había robado la suficiente energía como para hacerte perder el conocimiento. Resbalaste y caíste contra el suelo del patio. Por suerte no estabas a demasiada altura cuando ocurrió, porque sino te habrías echo mucho más que eso-añadió señalando con el mentón la venda que cubría la frente de la muchacha-. Has estado inconsciente una semana entera.
-Bueno, eso explica porqué llevo este camisón-murmuró bajando la mirada hacia sus manos y sonriendo tristemente-. ¿Qué fue del... yummus?
-Yo mismo me encargué de él.
-¿Y dónde está Kedra?.
-Arañando la puerta y batallando con la enfermera Pomfrey para intentar entrar-dijo con una carcajada-.
-¿Podría verle?.
-A la señora Pomfrey no le hará mucha gracia, pero la verdad es que yo también deseo ver a ese pequeño héroe-tras guiñar el ojo en un gesto de complicidad, sacó de su manga una varita y apuntó hacia el pomo de la puerta-. ¡Alohomora!
En apenas un segundo, la puerta se abrió y por ella entró volando un pequeño lobezno que batía alegremente las alas. Tras él corría la señora Pomfrey, levantándose la túnica y resoplando cansadamente mientras unas gotas de sudor resbalaban por sus sonrosadas mejillas.
-¿Cómo estás, amigo?-preguntó Sorathan mientras el lobezno pasaba su diminuta lengua por la mejilla de la muchacha-. Ya veo que bien-añadió con una sonrisa-.
Kedra, el lobo blanco, era nada más y nada menos que un Lupus alatus, o lobo volador. Era característico no solo por las alas que lucía a sus costados, sino por su capacidad de transformarse de un pequeño lobezno a un enorme lobo blanco adulto. Esta segunda forma solo solían tomarla para luchar, mientras que era la otra la que mantenían durante el resto del día.
-Fascinante criatura...-continuaba murmurando Dumbledore mientras observaba al pequeño lobo blanco, no más grande que un cachorro de un año, revolotear con sus diminutas alas por toda la estancia para desesperación de la señora Pomfrey-.
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Alumnos de todas las edades la miraban boquiabiertos y murmuraban a su paso por los largos pasillos de Hogwarts. Algunos se hacían a un lado y la miraban con respeto, mientras que otros se acercaban a ella y estrechaban su mano enérgicamente a la vez que soltaban todo tipo de preguntas, algunas para las que ella no tenía respuesta. ¿Quién era¿Quién la perseguía¿Cómo había echo el gran lobo para transformarse en un pequeño cachorro¿Dónde lo había conseguido?. Ante tanta pregunta, Sorathan solo podía encogerse de hombros y tratar de continuar con su camino. Por supuesto, Kedra era la otra gran atracción, y fue acariciado por decenas de manos en menos de un minuto, aunque otros, más temerosos, se alejaban de él temiendo que tomase de nuevo el aspecto del feroz lobo que habían visto huir del dragón una semana atrás. Lo que ninguno de aquellos alumnos sabía era que en los próximos días el lupus alatus sería el tema más tocado en todas sus clases, aunque especialmente en la de Cuidado de Criaturas Mágicas.
Tras preguntar a varios alumnos de los que tan solo obtuvo como respuesta varios monosílabos y gestos de admiración, Sorathan llegó por fin al Gran Comedor. Era una estancia verdaderamente grande, con cuatro largas mesas que supuso serían para los alumnos y otra más pequeña al fondo, seguramente dónde comían los profesores.
A aquellas horas de la mañana el comedor estaba prácticamente vacío, así que no necesitó buscar un asiento libre y tampoco contestar a las molestas preguntas que llevaban haciéndole desde que había puesto el primer pie fuera de la enfermería. Se sentó en el rincón más apartado de la segunda mesa seguida por Kedra, y en menos de cinco minutos un par de elfos domésticos ya habían puesto ante ella numerosos platos con todo tipo de manjares. Está de sobra decir que comió primer y segundo plato y repitió el postre dos veces, ya que estar una semana inconsciente pasaba factura.
Una vez hubo acabado y mientras Kedra lamía los restos del plato que anteriormente había contenido pastel de chocolate, Sorathan por fin levantó la mirada de la mesa y echó un vistazo a su alrededor. No habrían más de diez personas en todo el comedor, y de esas diez personas ocho miraban directamente hacia ella. En su misma mesa aunque un poco alejados, un muchacho pelirrojo de unos 12 años la miraba con la boca tan abierta que se le cayó sobre la mesa el trozo de tostada que había estado masticando. A su lado, una niña de pelo castaño le pegó un codazo en el estómago por el descuido de la tostada, mientras que otro niño de pelo negro y unos brillantes ojos verdes les miraba riendo.
Estaba a punto de levantarse de la mesa cuando de pronto una mujer bastante mayor, vestida con una larga túnica negra y un sombrero picudo, entró en el salón y se acercó a ella casi corriendo. Los tres muchachos de la mesa miraban con interés.
-¿Señorita Fields?-preguntó con una voz un tanto grave. Estaba tan tensa que sus gafas resbalaron por su larga y fina nariz y tuvo que colocárselas en su sitio con un delgado dedo-.
-S-sí, soy yo-tartamudeó Sorathan un tanto asustada-.
-Soy la profesora McGonagall, acompáñeme por favor.
Sorathan se levantó inmediatamente y caminó tras la mujer. Algo le decía que era de ese tipo de personas a las que no les gustaba esperar. Cuando pasó junto a los tres jóvenes, el pelirrojo dejó caer de nuevo algo de su boca, lo que provocó un nuevo codazo en el estómago por parte de su amiga. Sorathan rió disimuladamente mientras salía del comedor tras los pasos de la profesora.
Caminaron por largos pasillos y subieron numerosas escaleras, aunque Sorathan no fue capaz de memorizar el recorrido que estaban haciendo. A su lado volaba Kedra, aunque se cansó tan pronto de agitar sus ahora pequeñas alas que pronto se vio colgando del hombro de la muchacha.
Tras cruzarse con varios alumnos que trataban de interrogarla(fueron rápidamente espantados por la profesora McGonagall), llegaron finalmente ante una aparentemente simple puerta de madera oscura. La profesora entró la primera, y después invitó a la muchacha con un vago gesto de la mano. Sorathan entró tímidamente para encontrarse con que estaba en un pequeño aunque peculiar despacho, repleto de estanterías, libros, mapas y una pequeña y crepitante chimenea, frente a la cual había un sofá tan rojo como el fuego y un sillón de respaldo alto. Al fondo y junto a la ventana estaba el escritorio, donde la profesora acababa de sentarse. Con otro gesto de la mano, le indicó a la muchacha que tomase asiento, y ella obedeció inmediatamente.
-El profesor Dumbledore nos ha informado a todos de su situación-sin duda sabía ir directamente al grano-. Una historia fascinante. Nos dejó a todos impresionados con aquella persecución. Sinceramente, nunca había visto a nadie que montase tan bien sobre una criatura mágica.
-Gracias... profesora, pero todo el merito es de Kedra-dijo acariciando suavemente el mentón del animalillo, quien le respondió con una pequeño y alegre aullido-. Él impidió que me cayese desde un principio, aunque al final...
-El final fue horrible, sin duda, pero podría haber sido peor-sus ojos miraban por encima de sus gafas hacia la brecha que Sorathan tenía en la cabeza-. Tal vez ese golpe en la cabeza sea el motivo por el cual ha olvidado muchas cosas, pero con el pensadero podremos obtener sus recuerdos y averiguar mucho más de usted.
-Me temo que no serviría de nada. No hay ningún recuerdo en mi cabeza, no se de dónde vengo ni hacia donde iba antes del accidente. Hasta donde mi memoria alcanza... sé que llevo viajando muchos, muchísimos años buscando algo, y Kedra siempre ha estado a mi lado.
-Entiendo-murmuró, aunque por la expresión que tenía daba la impresión de que había esperado una respuesta así-. Entienda, señorita Fields, que no todo el mundo viaja de un lado para otro montado sobre una bestia así, y es por ello que tanto yo como el resto de los profesores queremos saber más acerca de usted. Además, nos gustaría mucho poder ayudarla a recordar.
-Creo que eso llevará mucho tiempo...
-Lo tengo muy presente, y es por ello que hemos decidido hacerle un hueco en Hogwarts. ¿Sabe algo de magia?.
-Claro...
-Bien, entonces esta noche se le hará la prueba del sombrero seleccionador y se elegirá una casa para usted. Vivirá aquí y aprenderá con los alumnos, pero no será examinada como ellos. Tan solo queremos proporcionarle un hogar y enseñanza mientras permanezca con nosotros.
-Claro... gracias-era incapaz de pronunciar algo más largo, ya que estaba completamente aturdida-.
-Aquí tiene los horarios-dijo extendiéndole unas cuantas hojas-. Estudiará junto a los de segundo curso, ya que creo que primero sería demasiado básico para usted. Si tiene cualquier problema ya sabe donde puede encontrarme. Buenos días.
Sorathan apenas fue capaz de pronunciar una despedida antes de salir del despacho. Estaba confusa desde que llegó a Hogwarts, y su conversación con la profesora McGonagall no había conseguido tranquilizarla mucho. ¿Por qué se interesaban tanto por ella?. Encogiéndose de hombros por enésima vez en el día, echó a andar por los pasillos seguida por Kedra. ¿Sería capaz de encontrar de nuevo el camino hacia el despacho de McGonagall en caso de tener alguna duda...?.
Hasta la próxima ;) Sorathan Fields
