Los rebuznos de los burros se escuchaban por todo el parque, habían pasado tres horas desde que la isla abrió sus puertas, inundado por los recuerdos el cochero ni siquiera se había dado cuenta hasta que un reloj de cuco de madera dio la alarma a las tres en punto de la madrugada. El cochero alzó los ojos hacia la pared viendo como las figuritas que decoraban el reloj se movían durante las doce campanadas del reloj y volvió a apagarse nuevamente.
El villano miró de nuevo la fotografía de la que alguna vez fue una familia feliz, a su esposa, con una sonrisa que no volvió a ver en sus últimos días de vida y a su pequeña Emma, su hija, ella ya no volvería a su lado, si ella hubiera vivido hasta ese momento ahora tendría treinta años y sería una adulta independiente, qué habría sido de ella no podía pensarlo, daría todo el dinero que poseía si con ello volviese a tener a su hija a su lado, dejaría aquel sucio negocio y conseguiría un empleo respetable y legal, la protegería y esta vez estaría a su lado cuando lo necesitase, pero eso no podía ocurrir, la magia de ese mundo era poderosa, pero la única entidad que sabía que podía traer de vuelta a Emma no le ayudaría, el hada azul le dio la espalda hace años en el momento en que aceptó el trabajo en la Isla de los Juegos que le había ofrecido la bruja escarlata. Recordó por qué se había puesto a pensar en aquello, el porqué había sacado la foto polvorienta de aquel cajón en la mesa de su oficina, ese día era el aniversario de la muerte de su hija, habían pasado diez años, pero aún se sentía como el primer día.
Sacudió la cabeza en un gesto de negación volviendo a la realidad, era casi el momento y había trabajo que hacer, los burros no iban a transportarse ver por las ventanas de su oficina a una de esas oscuras criaturas que lo servían atrapando a uno de los niños transformado en borrico, pudo distinguir como la sombra lo agarraba de las patas traseras y comenzaba a arrastrarlo hacia el muelle para meterlo en uno de los corrales. Era hora de trabajar, otra noche más en la que se cobraría el precio por la vida de su hija, como había hecho moisés con el pueblo egipcio, los hijos pagando los pecados de sus padres, el precio que debían pagar esos jóvenes por ser crueles con quienes deberían ayudar. Se llevaron a su hija y ahora él se llevaría a los hijos de los demás. Agarró su látigo y se dispuso a salir de su oficina para empezar a revisar los cargamentos antes de enviarlos de nuevo al continente, ya había agarrado el picaporte cuando una voz tras él lo detuvo.
-Por fin nos vemos cara a cara, cochero.- dijo una voz de mujer.
El villano se dio la vuelta para encontrar frente a él a una mujer joven, rubia, su pelo llegaba hasta los hombros y era ondulado, una diadema decoraba su cabeza; piel blanca, labios rojos; ojos azules como el cielo, portaba un vestido azul celeste brillante y dos alas etéreas brotaban de su espalda como si fueran una ilusión de fantasía, su mano derecha sujetaba una varita con una estrella blanca en su extremo superior.
-¿qué haces aquí? Sabes que tu magia no sirve de nada en este lugar.-
-He venido a hablar contigo, debes dejar de hacer esto, no te conviene, ni a ti, ni a los chicos que traes a la isla.-
-Los chicos se buscan lo que les pasa por su propia cuenta, yo solo me encargo de dirigirlos.-
-También podrías dirigirlos por el buen camino si lo deseases.-
-Ya lo hago, les doy la oportunidad de negarse a subir, pero una vez dentro de mi carruaje son míos, tú ya les has perdido, a partir de ese momento son de mi propiedad.-
-No tiene porqué ser así y lo sabes. Mi deber es evitar...-
-Evitar que a las personas buenas les ocurran cosas malas, o evitar que se conviertan en malas personas por las desgracias que les ocurren... no eres muy buena en tu trabajo.-
-No tienes derecho a...-
-Si de verdad protegieras a las personas yo no estaría aquí ejerciendo este trabajo.-
-Hace mucho que tú ya no eres una persona buena y honrada.-
-¿Tampoco lo era mi hija?-
El hada Azul calló súbitamente y apartó la mirada antes de contestar.
-Yo no controlo a la gente, solo puedo aconsejarla de qué decisiones tomar.-
-Si lo único que tienes para ofrecerme son tus palabras lamento informarte de que has acudido aquí para nada.-
-Tal vez no deseés escucharme a mí, pero tal vez te interese escuchar a otra persona.-
El cochero escuchó entonces a alguien a sus espaldas, la voz de una persona que nunca pensó que volvería a escuchar.
-Papá...-
El villano se dio la vuelta para encontrar a su hija, no había cambiado desde el día en que murió, sus ojos castaños habían recuperado su brillo y su pelo rubio resplandecía con la iluminación de la oficina, llevaba puesto un vestido blanco puro con mangas largas y faldas que tapaba por completo la parte inferior de su figura.
-Emma...- el cochero vio como su difunta hija acudía a abrazarlo con lágrimas en los ojos.- ¿qué haces aquí?-
-Ella cree que es lo correcto.- dijo refiriéndose al Hada Azul.
-Te he echado tanto de menos.-
-Papá he venido a hablar contigo, debes detener esto, desde el día en que me fui ella me acogió en su estrella, llevo observándote desde entonces.-
-¿Y qué es lo que deseas?-
-Que detengas esto... deja el negocio, los burros, la isla... no merece la pena...-
-No puedo... no ahora... he llegado demasiado lejos.-
-Pero padre...-
-Emma, no vas a volver... eso no puede cambiarlo ningún tipo de magia. Ya es demasiado tarde... para todo.-
-¿has tomado tu decisión entonces?- dijo el Hada Azul mirando a los dos familiares.
-Si no vas a traerla de vuelta, no hay nada que negociar.-
Emma miró con tristeza a su padre.
-No cambiarás de opinión ¿verdad?- dijo Emma.
-Tu madre tenía razón... tenemos el mismo carácter.-
-Entonces convencerte es inútil...¿por qué?- sollozó Emma.- ¿Por qué lo haces?-
-Alguien tiene que pagar Emma... por todo lo que pasó.-
La difunta muchacha solo pudo sollozar, abrazando con fuerza por última vez a su padre, sabiendo que su padre había rechazado la última oportunidad para redimirse.
-Si esa es tu decisión final ninguna de las dos podemos hacer nada.- dijo el Hada Azul volviendo al lado de Emma.
Un resplandor las envolvió e iluminó la habitación, ambas desaparecieron y dejaron de nuevo al cochero solo en su despacho. Él sintió como se le hundía el corazón, habían pasado tantos años y el dolor aún no se había ido. Miró de nuevo el reloj de pared, era el momento, debía continuar su trabajo, los burros no iban a transportarse solos.
N/A Esta ha sido mi historia sobre la origen del cochero ¿qué os ha parecido? ¿Qué otro origen le daríais a este villano?
Me encantaría ver vuestras opiniones en los comentarios, hasta la próxima.
ATTE. BloddyDemon.
