Disclaimer: No tengo tiempo para escribir uno, pero supongo que ya sabéis de qué va el asunto asi que... xDD

Hola, ya toy aquiii! Lo primero de todo... Perdón por el giga-hiper-mega-macro-retraso, pero he estado muy liada intentando aprobar algún examen de química(sin obtener resultado, todo hay que decirlo, xDD). Apenas he tenido tiempo para tocar la historia, y el tener tantos átomos, oxígenos y moléculas en mi mente me ha dejado en blanco(lo notaréis al leer el cap). Es más, creo que he perdido el hilo de mi propia historia(triste pero cierto), asi que a ver si se acaban pronto las clases y puedo dedicarme de lleno a esto!

Muchiiiiiiisimas gracias a nagini-verde, ShLuXy, Laia Bourne Black, Helena Snape, Anyeli Cetra, amsp14, Gaia-drea y a todos los que leen esta historia. Y una vez más: perdón por el retraso, la culpa la tiene mi profesora de química por ser tan pesada(saludos profa... apruebame!), xDD.


Capítulo 8

En un principio pensó que todo había sido una pesadilla y que el accidente en el bosque no había sido más que un producto de su imaginación, pero al tratar de abrir los ojos y sentir un profundo escozor junto a su ceja izquierda comprobó que todo había sido real(el vuelo con Kedra, la incursión en el bosque prohibido, el doloroso corte en la ceja, la fractura del tobillo, la persecución, el encuentro con Snape...). Pero el recuerdo más horrible y tenebroso que guardaba en su castigada mente eran unos ojos ambarinos que la habían mirado con ira y maldad por entre las malezas, mientras ella perdía la conciencia tras recibir el impacto del encantamiento de su profesor. ¿Quién era aquella criatura tan extraña?. Seguramente quien había escrito la nota, quien la había perseguido por todo el bosque y quien había atacado a Kedra. Y todo aquello le llevó a una única y clara conclusión: fuera quien fuese deseaba verla muerta.

Con un terrible esfuerzo, Sorathan consiguió abrir los ojos y descubrir que una vez más se encontraba tumbada en una cama de la enfermería(definitivamente, aquel lugar iba a convertirse en su hogar), y que de nuevo tenía colocado el molesto camisón blanco(tendría que hablar seriamente con la enfermera Pomfrey respecto al tema de la ropa). Lentamente, se quitó las sábanas de encima y se sentó en la cama, dispuesta a recuperar su túnica de Slytherin y a salir corriendo lo antes posible para encontrar un buen escondite en el que poder ocultarse de Dumbledore(era más que probable que tanto él como el resto del colegio estuviesen enterados del... accidente en el bosque).

Sin embargo, apenas hubo puesto su pie descalzo en el suelo(el otro estaba vendado) cuando alguien abrió bruscamente las cortinas que rodeaban su cama.

-¿Intentando escapar otra vez?-el rostro del recién llegado Severus Snape no sólo mostraba su habitual odio, sino también una gran satisfacción al comprobar que había destrozado los planes de huída de la muchacha-. Ahora entiendo porqué la señora Pomfrey me pidió que la vigilara.

Sorathan no contestó, ya que estaba segura de que cualquier tipo de conversación que tratase de mantener con él simplemente no llegaría a ninguna parte. En cambio se quedó dónde estaba, mirando a su profesor con un descomunal brillo de asco reflejado en sus ojos, lamentándose de que hubiese sido él quien la había salvado de "ese algo" que la había perseguido en el bosque. Definitivamente, su orgullo se estaba yendo a pique, y ver la cara de satisfacción de Snape solo conseguía que se sintiese más humillada a medida que iban pasando los segundos.

Permanecieron en aquel silencio incómodo durante varios segundos que fueron eternos, mirándose ambos con tanto rencor que si las miradas hubiesen matado sin duda los dos estarían muertos.

-¿Tan importante se cree como para hacerse el héroe conmigo?-reprochó la muchacha, torciendo sus labios en una mueca de repulsión-. No es necesario que se pase el día vigilando todo lo que hago. No soy una niña.

-¿De verdad?-preguntó, y en su voz pudo percibirse claramente un tono de burla-. ¿Acaso una mujer con sentido común habría echo lo que hizo usted anoche?.

-Sepa que anoche lo tenía todo bajo control-murmuró ofendida, aunque en el fondo sabía que lo que acababa de decir no era del todo cierto(por no decir que era una mentira enorme)-. Además, a usted no le importa en absoluto lo que yo haga o deje de hacer.

-Desde luego que no-afirmó Snape, entrecerrando sus ojos negros para clavarlos cruelmente en los castaños de ella-. Me resulta muy desagradable hacer de niñera de una insufrible mocosa que disfruta llamando la atención y metiendose en problemas-a medida que iba pronunciando(o más bien escupiendo)las palabras el tono de su voz aumentaba considerablemente-.

-¿Entonces porqué que lo hace!-gritó furiosa, poniéndose inconscientemente de puntillas para estar a la altura del hombre(por un momento dio la impresión de que estaba dispuesta a abalanzarse sobra él, impulsada por las más malas intenciones del mundo)-. ¡Es usted un insufrible amargado que disfruta metiendo las narices en los asuntos de los demás!.

Sorathan notó cómo las venas de su cuello se hinchaban dolorosamente debido a la incontenible ira que estaba guardando en su interior. Por un momento llegó considerar la idea de tomar su varita y comenzar a lanzar maldiciones a diestro y siniestro contra su profesor(sabía que si lo hacía sería inmediatamente expulsada de Hogwarts, pero aquello era algo que no la preocupaba en absoluto). Tan solo tenía que extender la mano hacia la mesilla, coger su varita y...

Snape debió adivinar las intenciones de la muchacha, ya que con un rápido movimiento sacó su propia varita del bolsillo de la túnica y la clavó con crueldad en el mentón de ella, apretando con tanta fuerza que la obligó a levantar la cabeza y a mirarle a los ojos.

-Sé que no se atrevería a hacerlo-siseó peligrosamente, aprisionándola entre su propio cuerpo y la cama-. Es usted demasiado frágil, demasiado... débil.

Con un gesto de triunfo dibujado en su rostro, el hombre devolvió tranquilamente la varita a su bolsillo. Después, dando media vuelta caminó hacia la salida de la enfermería con paso firme y desapareció por la puerta.

Sorathan simplemente se quedó allí, con los ojos en blanco y la mirada pérdida en algún punto de la pared que tenía ante ella. La zona en la que había estado apoyada la varita de su profesor le ardía dolorosamente, y por su mejilla resbalaba una única y solitaria lágrima que indicaba que finalmente la barrera de su orgullo se había venido abajo. Por fin había comprendido que todos sus años viajando, todos los poderes adquiridos y toda la experiencia acumulada no habían servido para nada: no había conseguido hacerle frente a aquello que la había atacado en el bosque y no había tenido tan siquiera el valor de dar media vuelta y luchar por salvar su vida o de hacer algo tan simple y sencillo como tomar una varita y apuntar con ella al hombre al que odiaba. Y puesto que aquel parecía ser el día de las conclusiones, se atrevió a sacar una más: era completamente débil, y las palabras de Snape habían servido para dejárselo claro(después de todo, y por primera vez, el hombre tenía toda la razón al opinar así de ella).

Sin embargo, no pudo evitar achacar todo su debilidad a Dumbledore. Desde que había llegado a Hogwarts él se había encargado de ocultarla, de alejarla de sus miedos y de evitar que se enfrentase a sus problemas, convirtiéndola en una persona pasiva y demasiado tranquila, enseñándola a mantenerse al margen y a dejar que otros se ocupasen de sus asuntos(además de que siempre tenía que tener a alguien detrás vigilando sus pasos). Durante unos dolorosos segundos Sorathan viajó con su mente hacia el pasado, y se vio a sí misma con tan solo cinco años, sentada en el frío y húmedo suelo de piedra de alguna posada de Inglaterra, acariciando a un pequeño y asustadizo lobezno mientras le prometía que nunca tendría miedo, que se haría lo suficientemente fuerte y poderosa como para luchar por un futuro mejor para ambos.

-No puedo fallar ahora...-murmuró con renovados ánimos-. Me haré fuerte, lucharé, y le demostraré a ese engreído de Snape quien es el débil.

Mientras recogía sus cosas de la mesilla y tomaba su túnica, decidió que había llegado la hora de utilizar cualquier medio para alcanzar el poder y para lograr sus fines. Decidió que había llegado la hora de comportarse como una auténtica Slytherin.

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Sorathan se encontraba cobijada bajo la semi-penumbra de la biblioteca, con la cabeza apoyada en una de sus manos y con un ejemplar de Criaturas problemáticas y peligrosas de la antigüedad sobre la mesa. Desde lo sucedido en el bosque(tan solo tres días atrás)se había distanciado de todo el mundo, y cada vez que alguien trataba de sacarle algo de información acerca del "accidente" ella se limitaba a ignorar el comentario, aunque a veces era tal la irritación que sentía que no podía evitar soltar alguna que otra mirada asesina. Solía pasarse todo el día encerrada en la sala común, estudiando libros de encantamientos y memorizando diferentes hechizos, y tan ocupada estaba en ello que no había bajado ni una sola vez a comer(se alimentaba de los pedazos de comida que Kedra, ya recuperado de sus heridas gracias a Hagrid, le llevaba diariamente).

Únicamente levantó la vista de las páginas del libro cuando Hermione se acercó a ella con paso inseguro, sujetando entre sus manos una torre de libros que se tambaleaban peligrosamente hacia los lados.

-¿Has encontrado algo?-preguntó, sentándose junto a Sorathan y sumergiéndose en la lectura de un libro en el que podía leerse "Envenenamientos y petrificaciones sin cura y criaturas que lo provocan"-.

-Nada-gruñó la muchacha a modo de respuesta-.

Ambas habían pasado los últimos dos días encerradas en la biblioteca, buscando en los libros algo que les indicase qué criatura era la que estaba encerrada en la Cámara de los Secretos, abandonando su escondite para atacar a los alumnos de sangre sucia(el número de victimas había ascendido a cuatro). Desgraciadamente no habían evolucionado nada en la investigación, y estaban tan lejos de hacerlo que Sorathan simplemente pasaba las hojas de su libro distraídamente, ignorando los párrafos repletos de aburridas frases, con la mirada pérdida y observando las ilustraciones con un creciente desinterés.

Fue en uno de esos momentos en los que sus ojos vagaban desorientados por entre las ilustraciones cuando vio de pronto algo que le resultó terriblemente familiar: unos ojos ambarinos que la miraban desafiantes, escondidos entre las sombras de la túnica que ocultaba tanto el rostro como el cuerpo de la criatura.

Sorathan parpadeó un par de veces, y cuando su memoria por fin le confirmó que aquellos eran los ojos que había visto en el bosque prohibido tres días atrás, se dispuso a leer la información escrita justo al lado de la temible ilustración.

El Yummus, también conocido como "ladrón de magia", es una criatura muy poco común considerada altamente peligrosa por el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas. El primer Yummus del que se tienen noticias fue descubierto por una pequeña colonia de enanos del Norte de Gales en el año 1218, quienes fueron inmediatamente liquidados por perturbar a esta maligna criatura al entrar en su subterránea guarida mientras cavaban en busca de minerales. Tras numerosos debates en el Ministerio, y a pesar de que muchos magos afirmaban que esta criatura tenía el total derecho de ser clasificado como "ser" por su aparentemente aspecto humano, fue finalmente clasificado como "bestia" en el año 1220.

El yummus, fácilmente reconocible por la túnica negra que esconde su verdadera apariencia y por sus ojos ambarinos, habita en cuevas subterráneas que únicamente abandona para salir en busca de alimento. Su dieta consiste básicamente en la magia que absorbe con tan sólo acercarse a sus víctimas, aunque en ocasiones se les ha visto atacando a animales heridos o alimentándose de carroña. Sin embargo, nunca se les ha visto atacar dos veces a un mismo mago, y aunque todavía se desconocen los motivos parece ser evidente que podría resultar mortal para ellos ingerir demasiada cantidad de la misma magia.

A menudo van acompañados de sus dragones, bestias enormes y agresivas que no han sido clasificadas entre las restantes especies de dragones conocidos...

Una vez acabó de leer, Sorathan se puso en pie rápidamente, arrancó la hoja con la información del yummus a escondidas de Madame Pince(la bibliotecaria) y empezó a cojear hacia la salida de la biblioteca a gran velocidad, ignorando las miradas de todos los que murmuraban absortos por su comportamiento.

Corrió arrastrando su pie dolorido por todos los pasillos, subiendo escaleras y esquivando a los alumnos que se interponían en su desesperada carrera hacia el despacho de Dumbledore(un joven de Hufflepuff acabó estampado contra una pared cuando ella pasó por su lado). En su mano derecha apretaba con fuerza el trozo de papel que había arrancado del libro Criaturas peligrosas y problemáticas de la antigüedad, segura como estaba de que ahí estaba la clave para saber porqué estaba siendo constantemente atacada(y vigilada por los profesores), y con su mano izquierda iba apartando sin ningún tipo de ceremonia a todo aquel que trataba de preguntarle acerca del estado de su pie o del accidente en el bosque.

Por si fuera poca la mala suerte de Sorathan, cuando por fin consiguió dar con la contraseña que llevaba hasta el despacho de Dumbledore(tuvo que decir un montón de palabras y frases hasta que al fin, cansada de tanto probar, bufó "maldita contraseña" y la estatua se movió dejándola pasar) se encontró con que el director estaba reunido con el profesor Severus "metomentodo" Snape(al parecer hablaban de algo importante, o al menos eso pensó al ver sus rostros). Sin embargo, y a pesar de que se dispuso a dar media vuelta y a marcharse para no molestarles, Dumbledore le indicó con un gesto de la mano que tomase asiento en una silla de aspecto cómodo que se encontraba frente al escritorio. Sorathan, no muy convencida ante la idea de hablar con el director en presencia de Snape, se sentó en la silla con recelo y fijó toda su atención en Dumbledore(es más, se sentó ladeada para evitar fijarse en su profesor de pociones, quien en aquellos momentos se encontraba apoyado en una pared bastante cercana a ella).

-¿A que se debe tu visita?-preguntó el director, recostándose en el respaldo de su sillón y sacando con gesto distraído un caramelo de alguno de los muchos cajones de su escritorio-.

-He descubierto algo-comentó desdoblando la hoja con la información del yummus y mirando con irritación a Snape(su presencia le incomodaba demasiado)-. ¿Es necesario que él esté aquí?-preguntó finalmente, señalando al hombre y esbozando un gesto despectivo en su rostro-.

-Oh, sí-afirmó Dumbledore echándose hacia delante y examinando durante unos segundos a la muchacha-. Después de todo, es el encargado de tu vigilancia, así que todo lo que tenga que ver contigo le atañe a él también.

-He descubierto algo acerca del yummus-repitió, tratando de ignorar el comentario del director y las desdeñosas miradas que el profesor de pociones estaba clavando en ella-.

-Te escucho-dijo apoyando el mentón en sus manos y mirándola por encima de sus gafas de media luna con un gesto de creciente interés(al contrario del gesto de desesperación que se estaba dibujando en los finos labios de Snape)-.

-Mientras estaba en la biblioteca haciendo... haciendo los deberes, encontré en un libro esto-levantó la mano derecha, mostrando una hoja de papel amarillenta y arrugada-. Según la información de este libro, los yummus son escasos y nunca atacan dos veces a un mismo mago, por lo que hay algo que no me concuerda.

-¿Y bien?-Dumbledore parecía muy interesado en lo que Sorathan estaba diciendo-.

-Pues que a mi me han atacado en dos ocasiones-dijo tajantemente, esperando a que Dumbledore sacase las conclusiones por si mismo. Sin embargo, al ver que el director parecía muy relajado y poco dispuesto a decir nada, Sorathan resopló irritada y se dispuso a continuar con su teoría-. Si son tan escasos como el libro dice, es ridículo que los pocos que quedan se hayan puesto de acuerdo para venir a atacarme hasta Inglaterra, y puesto que nunca atacan dos veces al mismo mago es grotesco que uno en concreto haya decidido hacerlo únicamente para "saborear" mi magia. Todo esto es muy extraño...

Cuando Sorathan acabó de hablar el despacho del director se vio envuelto en un incómodo silencio. La muchacha miró a los dos hombres(en menor medida a Snape), esperando que alguno acabase de aclararle las dudas que tenía en mente, pero nadie parecía dispuesto a hablar. Snape tenía la mirada clavada en algún punto del suelo(un punto muy interesante al parecer, ya que no había apartado sus ojos de allí desde que Sorathan había empezado a hablar), y Dumbledore únicamente sonreía ampliamente, toda su atención puesta en la mano que buscaba a tientas algo(probablemente un caramelo) dentro de su escritorio.

-Muy sagaz-comentó el director una vez consiguió llevarse un caramelo a la boca-. Supongo que ya es hora de que lo sepas.

-Profesor, no creo que...-por primera vez Snape abrió la boca, clavando su negra mirada en el mago anciano-.

-Sería una tontería seguir ocultándoselo, Severus. Ya sabe que están detrás de ella.

-Pero no sé porqué-reprochó Sorathan, apretando los dientes con fuerza al ver cómo Snape se alejaba de la pared y se situaba junto al director-.

-Bien, es indudable que alguien quiere tu magia-relató Dumbledore con tranquilidad, ignorando las miradas de disconformidad del profesor de pociones-. Cuando el yummus te atacó por primera vez mandé una lechuza al Ministerio, pidiendo información detallada de esta criatura. He de admitir que nunca antes había visto un yummus, pero sabía lo suficiente como para darme cuenta de que era demasiado raro que atacase a plena luz del día y delante de tanta gente-hizo una breve pausa que aprovechó para llevarse otro caramelo a la boca-. El día de Navidad llegaron por fin varias lechuzas del Ministerio, y una de ellas llevaba un registro reciente de los yummus que se han avistado en los últimos dos años.

-¿Y bien?-esta vez era Sorathan la que escuchaba con interés-.

-Sólo hay cinco en todo el mundo-dijo gravemente-. Dos en Australia, dos en el sur de África y uno en Inglaterra.

-Por lo que los dos ataques han sido del mismo yummus-dijo asintiendo lentamente, tratando de no parecer asustada-. Pero se supone que nunca atacan dos veces a un mismo mago...

-Nunca lo hacen porque va en contra de su naturaleza, así que es evidente que alguien le ha obligado a hacerlo, probablemente mediante la maldición Imperius. No me di cuenta de esto hasta después del ataque en el bosque.

-¿Quién querría matarme?.

-Tal vez "matar" no sea la palabra apropiada-corrigió el director-. Alguien pretende robar tu magia y utiliza al yummus como una especie de recipiente en el que poder almacenarla.

-¿Y porqué la mía?.

-No puedo decirte nada más-finalizó, poniéndose en pie y acercándose al hermoso Fénix que descansaba en una percha cercana-. Primero quiero asegurarme de lo que está pasando.

-¡Pero usted debe saberlo ya!-exclamó enfadada, levantándose tan bruscamente que el tobillo roto se tambaleó bajo su peso-. ¿Por qué sino me retuvo en Hogwarts?.

-Algún día lo sabrás-suspiró pesadamente, acariciando las doradas plumas del Fénix-. Sin embargo, ahora ya sabes que alguien que está por encima del yummus trata de hacerte daño, así que espero que tengas en cuenta mis advertencias-añadió con un tono de voz mezcla entre reproche y "amor paternal"-. De todas formas, me gustaría que te preparases más a fondo por si algún día lo necesitas, y sé que nadie mejor que el profesor Snape para entrenarte en el arte del duelo. ¿Estás de acuerdo, Severus?.

-No, pero supongo que de nada serviría negarme-gruñó Snape, girando su cabeza con un gesto de total desprecio y fijando su mirada en el alto ventanal que estaba justo detrás del escritorio-.

-¡No puede estar hablando enserio!-exclamó ella horrorizada, lanzándole una mirada de odio a su profesor de pociones. Era demasiado deprimente recibir dos malas noticias en un mismo día: alguien trataba de robar su magia mediante el yummus(echo que la llevaría a la muerte), y por si fuera poco tendría que pasar horas extras con Snape-.

-Muy enserio-afirmó, Dumbledore acercándose a su escritorio y rebuscando entre los cajones-. Desde que fuiste elegida para Slytherin le pedí que siguiera cada uno de tus movimientos, y hasta ahora no ha fallado. De echo, de no ser por su constante vigilancia podrías haber salido del bosque con algo más que esa torcedura de tobillo. Tuviste mucha suerte de que el yummus no se atreviese a atacar en su presencia.

-Profesor Dumbledore...-suplicó mirando al director, aunque sus ojos se volvieron rápidamente hacia Snape. ¿Por qué diablos, si tanto la odiaba, no se oponía también?-.

-He puesto toda mi confianza en el profesor Snape, y sé que no me decepcionará negándose por esa tonta disputa que tenéis entre vosotros-dijo Dumbledore con una sonrisa amable, respondiendo a los pensamientos de la muchacha-. ¿Quieres un caramelo?.


Wow... Snape dándole clases a Sorathan... ¿Creeis que puede salir algo bueno de esto? Yo no, xDD. ¿Y quien podría estar detrás del yummus...¿Quien está tan interesado en la magia de Sora, y porqué? Todo esto y mucho mas en el siguiente cap. Espero actualizar pronto, gracias por aguantarme durante un capitulo más.

Muchos besos.

Sorathan Fields.