LXXIII
La calma antes de la tormenta

—Sabía que este día llegaría, pero no pensé que sería tan pronto —dijo Erwin, mirando por la ventana cómo el titán acorazado se abría camino entre las calles de Shiganshina, y aquello me trajo una sensación conocida y, por lo mismo, desagradable—. Tenemos que prepararnos para la batalla. Primero, tenemos que evaluar la fuerza de nuestro contrincante.

—No creo que solamente vengan con los titanes cambiantes que poseen —dije, recordando que los dirigibles eran lo suficientemente espaciosos para acomodar a un batallón completo—. Los titanes por sí solos no pueden hacer todo el trabajo, porque saben que son débiles frente a soldados con equipos de maniobras.

—Mikasa tiene razón —añadió Levi, sobándose un poco la mano con tres dedos—. En la ciudad, nosotros tenemos la ventaja. Lo más probable es que quieran arrastrar el combate a zonas abiertas, donde no podamos emplear nuestros equipos. Tenemos que mantenerlos encerrados en la ciudad, y para eso, necesitamos que la Tropa de Guarnición haga su trabajo.

—Yo coordinaré con Pixis —dijo Erwin, girando sobre sus talones—. Necesitaremos la ayuda de la Policía Militar también. Si la capitana Ackerman está en lo cierto, nos encontraremos con soldados de infantería, y la Policía Militar está mejor preparada para lidiar con ellos. Emplearemos mensajeros para reunir fuerzas desde todas los distritos de los muros, y poder pelear en contra del ejército de Marley. Ahora, necesito que vengan conmigo. Tenemos que elaborar un plan de contraataque, y necesito a todo el contingente presente.

Sin pensarlo dos veces, acompañamos al comandante hacia la planta baja de las barracas, y Erwin ordenó a mensajeros que llevaran el recado a todos los rincones de la isla, incluyendo a los soldados presentes en la ciudad. También ordenó que alguien fuese por el comandante Pixis. Cuando se trataba de defender las ciudades en los muros, era la Tropa de Guarnición la que tenía aquella responsabilidad.

—Capitanes —dijo Erwin, dando la vuelta y dedicándonos una mirada grave—. Necesito tiempo para reunir a un mínimo de soldados, y no quiero que los titanes de Marley se lleven demasiadas vidas humanas. Distráiganles el tiempo que sea necesario.

Yo hice el saludo militar, pero Levi se limitó a asentir con la cabeza. Ya había dicho que él tenía una forma muy particular de mostrar respeto a su superior directo, pero no me iba a poner a cuestionar protocolo militar, o la falta de éste, en un momento como ese. En completo silencio, nos dirigimos al depósito de suministros, y tomamos lo que nos hiciera falta para cumplir con nuestro objetivo. Yo tomé unas cuantas lanzas relámpago, y un dispositivo para cargarlos en mis brazos, mientras que Levi solamente llevó hojas extra.

—¿No vas a llevar lanzas relámpago?

—No las necesito, y ya sabes que no me gusta mucho usarlas. No quiero sacrificar velocidad por poder de fuego. Además, me parece que tú ya tienes cubierto ese aspecto. —Levi terminó de equiparse, al tiempo que yo me equipaba un segundo set de lanzas en mi brazo desocupado—. Mira, si queremos trabajar en equipo, debemos ocuparnos en hacer lo que hacemos mejor. Tú tienes más experiencia con lanzas relámpago, yo tengo más experiencia con espadas.

Después de procesar un poco sus palabras, entendí que Levi tenía un punto. Siempre era más sabio jugar con las cartas que uno entendía mejor, y con las que había jugado más tiempo.

—Si es así cómo vamos a trabajar, entonces yo me ocuparé de asediar a los titanes con las lanzas relámpago —dije, y Levi asintió con la cabeza en señal de aprobación—. Mi objetivo será debilitar las defensas que puedan tener, para que tú puedas acabar el trabajo.

—Me parece una buena forma de trabajar —dijo Levi, mostrando una sonrisa pequeña—. Claro que es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Lo único que me preocupa es lo que harás cuando sea la hora de acabar con Eren. No digo que seas tú quien lo haga. Lo que estoy diciendo es que, llegado el momento, es posible que trates de detenerme.

—Creo que es mejor que tú lo hagas, así te ahorras cualquier duda que tengas —dije, y, aunque también me sentía capaz de matar a Eren, Levi tenía más experiencia, y él no dudaría ni un segundo en acabar con él.

—Inteligente —repuso Levi, ajustándose el cilindro de gas a la espalda. Con eso, ambos estábamos listos para la pelea. Salimos del depósito de suministros y de las barracas en completo silencio, pero la ciudad no estaba en silencio en absoluto. Se podían escuchar los escombros caer sobre las calles de la ciudad y los edificios, y me imaginé que ya debía haber muchas bajas civiles. Mientras nos dirigíamos hacia la posición de Reiner, vimos a lo lejos que la Tropa de Guarnición ya se había puesto a trabajar, enviando soldados en equipos de maniobras convencionales hacia Reiner. No podían usar los cañones, pues eso implicaba disparar en una zona urbana, y aquello podría generar aún más bajas civiles.

Fue cuando escuchamos un segundo estampido. Y un tercero. Y luego un cuarto. Nos detuvimos en el techo de una casa de tres pisos, y pudimos comprobar que más titanes se habían sumado a Reiner. El titán carreta se había posicionado en el muro exterior, y vimos que uno de los dirigibles había lanzado un armatoste gigante, usando varios paracaídas. El aparato en cuestión era un cañón enorme. Seguramente iban a usar al titán carreta como unidad de artillería móvil. Quería impedir que el cañón se montara encima del titán carreta, pero estábamos muy lejos del muro exterior, y, en lugar de intervenir, dejé que los soldados de la Tropa de Guarnición se encargaran de ello.

Miré a mi izquierda, y vi dos titanes cambiantes: uno era el titán mandíbula, y el otro, para mi sorpresa, era el titán martillo de guerra. No me imaginaba a un integrante de la familia Tybur colaborando directamente con el ejército de Marley, pero allí estaba, seguramente para apoyar la invasión. En todo caso, si era, en efecto, una miembro de los Tybur, podría estar allí para hacer honor a la declaración de guerra de Willy Tybur. Sin embargo, cualquiera fuese la motivación, eso no cambiaba los hechos: el titán martillo de guerra estaba en Shiganshina, y era muy peligroso. Definitivamente, íbamos a necesitar de la intervención del comandante.

—Tenemos que decidir nuestras prioridades —dijo Levi, mirando primero al titán martillo de guerra, y después a Reiner—. Creo que un buen punto de referencia es evitar tantas muertes como sea posible. Creo que el enemigo con más potencial de hacer daño es el titán acorazado, por lo que nos ocuparemos de él primero. Si el titán martillo de guerra interviene en la pelea, nos iremos turnando para pelear con cada uno, de manera que ninguno de los dos se aleje mucho del otro.

—¿Y qué hay del titán mandíbula? —pregunté, y Levi, después de observar su entorno por un rato, respondió en el mismo tono que usaba en casi toda ocasión.

—Su capacidad de hacer daño es limitada. Pero creo que sería buena idea que tus soldados se encarguen de distraerle, al menos hasta que aparezca Eren. No creo que falte mucho tiempo para que haga su aparición. Si lo hace, no conviene acabar con él de inmediato. Puede que los titanes cambiantes de Marley enfoquen su atención en él, lo que nos va a beneficiar. Teniendo en cuenta todos estos factores, el plan más sensato sería distraer a los titanes acorazado y martillo de guerra hasta que Eren haga su aparición. Tus soldados se encargarán de hacer lo propio con el titán mandíbula hasta que nosotros hayamos cumplido con nuestros objetivos. A partir de ese punto, tú acabarás con el titán mandíbula, y yo me encargaré de que Eren no active el retumbar de la tierra. Dejaremos al titán carreta en manos de la Tropa de Guarnición.

A mí me parecía un buen plan de acción, pero aún había un asunto pendiente, la razón por la que había llegado a Shiganshina en primer lugar.

—¿Y Zeke? ¿Cómo entra él en tu plan?

A juzgar por el tiempo que transcurrió entre mi pregunta y su respuesta, Levi pareció no haber anticipado aquella coyuntura.

—La intención de Zeke es reunirse con Eren. Es muy probable que él intente ayudarle a librarse de sus oponentes. Nos conviene que haga su parte por el tiempo que sea necesario. Pero, ahora que lo mencionas, necesitaremos hacer unos ajustes al plan. Primero, vamos a necesitar que sean tus compañeros quienes acaben con el titán mandíbula. Sé que es una tarea difícil, pero tus soldados son competentes, y han sobrevivido hasta el momento. El grito de Zeke puede ser un problema serio, eso sí.

Por un momento, no supe si Levi estaba hablando en serio o no, pero después, me di cuenta que él había dicho esas últimas palabras con el ceño fruncido.

—¿El grito de Zeke?

—Es una técnica especial que transforma en titanes a cualquiera que haya ingerido su líquido espinal —explicó Levi, como si estuviera recordando algo especialmente vergonzoso—. ¿Recuerdas el barco mercante en el que llegaron Yelena y los demás desertores de Marley?

—Sí, lo recuerdo —dije, y, en ese momento, se me vino a la mente aquella ocasión en la que estábamos en el puesto de vigilancia, cuando divisamos los barcos mercantes. También recuerdo que encontramos vestimentas y un cargamento de vino.

—Cuando todo el mundo me creyó muerto, Hange me encontró y cuidó de mí hasta que pude moverme por mi cuenta —continuó Levi, y aún se podía percibir ese aire de estar recordando algo vergonzoso—. Fue en ese momento que me explicó lo que había ocurrido mientras custodiaba a Zeke en el bosque de árboles gigantes. Resulta que Hange analizó el contenido del vino, y descubrió que éste contenía suero titán. Hurgando más hondo en el asunto, ella descubrió que el suero titán era, en efecto, líquido espinal. Los soldados que me acompañaban en la custodia de Zeke bebieron vino de Marley, sin saber que estaban ingiriendo suero titán. Todo lo que tuvo que hacer Zeke para escapar, fue esperar a que mis compañeros bebieran el vino, y ejecutar su técnica. Todos, salvo yo, se convirtieron en titanes al instante.

Al escuchar el relato de Levi, se me vino a la mente aquella ocasión en la que los soldados que custodiaban la prisión donde Eren estuvo cautivo experimentaron una sensación extraña. Ellos la describieron como una sacudida en su momento. Podía ser una mera coincidencia, pero necesitaba sacarme la duda que estaba comenzando a brotar en mi cabeza.

—¿Hace cuánto tiempo ocurrió eso? —pregunté casualmente. Levi frunció el ceño levemente cuando acabé de hablar.

—Ayer en la tarde. ¿Por qué lo preguntas?

Cuando escuché la respuesta de Levi, fue como si todas las piezas faltantes del rompecabezas encajaran en sus respectivas posiciones. Si el incidente en el bosque de árboles gigantes ocurrió en la tarde, eso significaba que ocurrió más o menos a la misma hora que yo regresé de mi último turno de vigilancia. Eso significaba que el grito de Zeke y lo que experimentaron los soldados probablemente estuvieran relacionados. Aparte de todo eso, habíamos llevado a cabo algunas convivencias, y en todas ellas, nosotros habíamos bebido vino, el mismo vino que provenía de Marley…

No pude continuar con mi línea de pensamiento, porque me vi asaltada por una horrible revelación, tan horrible que casi hizo que mis piernas perdieran fuerza por completo. Los soldados en la prisión no habían sido las únicas personas que conocía que habían bebido de ese vino. Mi mente recordó aquella escena con Historia, la escena previa a nuestro último encuentro íntimo. Recuerdo que los cocineros del palacio real nos habían preparado una cena… y nos habían traído vino de Marley, el mismo que venía en los barcos mercantes de la segunda invasión, el mismo que venía con suero titán en su interior.

E Historia había bebido de ese vino.