In the last.

Ideas sobre esto, tengo muchas. Lamentablemente, es difícil exponerlas. De cualquier forma, capitulo 3.

Star Trek no me pertenece, Es una creación original de Gene Roddenberry y la película, de J.J. Abrams.

Jim se hartó de esperar dentro de su habitación y caminó en dirección del ascensor con velocidad. Chris lo dejó a solas para que descansara, no había rastros de Spock por ninguna parte (tampoco era que lo deseara ver) y a donde quiera que iba, imágenes extrañas invadían su cabeza. Todos lucían viejos, los lugares diferentes y cada rincón de aquella, que fuera su nave, parecía un recordatorio de lo lejos que estaba a ser un hogar.

No tenia nada.
20 años después y seguía detenido.

Entonces la curiosidad lo abordó y pidió al ascensor que lo llevara hasta el área médica. Tenía cientos de preguntas que hacerle a Bones. Quizá su viejo amigo habría descubierto algo nuevo en aquel químico que había en su sangre.
El ascensor se abrió y el extraño sonido del silencio inundó todo el lugar. Probablemente Bones estaba descansando o fuera del lugar. Respiró hondo y comenzó a jugar con una pequeña esfera repleta de líquido rojo. Miró los muros, habían cambiado su color, todo parecía tan distinto… cuando de pronto dejó de serlo.
Lentamente, las paredes, el pasillo entero y todo en él comenzó a cambiar… como si se transformara en algo que alguna vez fue… pero el sabía que no era cierto.
No era la Enterprise…
…era la Vengeance.

….

…..

Sus pasos se volvieron lentos, mientras unos destellos rojos alumbraban ligeramente en la oscuridad. No había sonido mayor al de la electricidad golpeando un cuerpo físico en algún lugar no demasiado lejano. ¿Podría haber regresado al Vengeance?, todo era demasiado real.
Entonces escuchó unos gritos provenientes del compartimiento que expedía esa luz rojiza.

– Khan… – En tan solo un instante, vestía de nuevo su uniforme de la flota, amarillo y cuello negro. Llevaba una pistola de laser en su mano derecha.
¿En realidad pasaron 20 años?, ¿Chris fue tan solo un sueño?

Los murmullos de alguien a tan solo un par de metros de él, lo hicieron girarse hacia atrás.

¿Sabes porque regresé por ti? – La lógica es inútil en la guerra – Porque soy mejor – ¿Cómo eliges no sentir? – Porque eres mi amigo – No vayas – Estaré bien – Ese sucio vulcano – En el núcleo – El ADN que sirve para… – Colocar un pilar…

Era la voz de Spock, la propia y… la de Khan.
Todo giró hacia un sentido, rápido, veloz, casi incomprensiblemente… solo giró una y otra vez y otra...
Y le fue imposible seguir en pie.

Había alguien más ahí… alguien que no era Khan.
Un joven de ojos azul y cabellera de un rubio oscuro.

– Padre.

– ¿Chris? – Quizá no fue un simple sueño. Sin embargo, el joven ahí frente suyo no era Chris… ni siquiera lucía remotamente vulcano. Lucía más como…

…..

…..

Su cuerpo volvió a la normalidad y un nudo en la garganta se fusionó con un terrible ardor sobre su pecho. Como si una enorme cantidad de agua hubiera entrado a través de su nariz.

– ¿Que rayos? – Y se apoyó contra un muro que no parecía nada extraordinario… hasta que se abrió, dejando así a la vista una imagen peor que cualquiera de sus visiones.

Aquel sitio era una oficina o algo parecido. Tenía una mesa de estudio con un par de sillas juntas. Sobre la silla izquierda se encontraba Bones, tenía el cabello revuelto, como si acabara de levantarse o algo así. De cualquier forma, vestía el uniforme, así que debió haber permanecido ahí durante todo su descanso. Junto a él, su recién descubierto hijo, Chris "Spock 2.0", mantenía los ojos cerrados por completo y los labios unidos a los de Bones.

Shock
Impacto
Terror
¿Coraje?

– ¡Maldición, Bones! ¿y dices que eres mi amigo?, ¡eres un viejillo pervertido!, ¡tiene 19! ¡y tu!, ¿¡esto es lo que te enseñaron los vulcanos!?, ¡ahora si le diré a Spock!

– ¡Señor Jim! – El joven vulcano se alejó de inmediato, con el rostro teñido de verde. Bones, con el cabello aun hecho un desastre, lanzó una tablet en dirección de Jim y tomó al vulcano del brazo y lo arrastró en dirección del rubio.

– ¡LARGO LOS DOS DE MI OFICINA!, ¡HISTERICO IDIOTA Y TU, DUENDE!, ¡YA NI SIQUIERA SE PUEDE DORM…!

Y antes de seguir escuchando la cólera desatada del doctor, la puerta volvió a cerrarse y ambos Kirk quedaron afuera.
Jim miró con recelo hacia el lugar, pero considerando que sería imposible sin conocer las claves del capitán, decidió que ya era tiempo de hablar con Spock, por más incomodo que eso fuera.
Retomó su camino a gran velocidad, pero de inmediato el joven vulcano se interpuso en su camino.

– Señor Jim, le pido la oportunidad de exponer los motivos que lo condujeron hasta la contemplación de una situación que en primer lugar no debió suceder… no es necesario importunar al capitán…

– A tu padre, ajá… yo creo que si… si yo no puedo decir nada, él si… y ya veremos que le dice a Bones… ¿sabes algo? A tu edad, yo nunca anduve besuqueándome con chicos o chicas o ancianos… – La manera tan convincente de pronunciar tales palabras, casi hacen olvidar al joven vulcano lo que la señora Uhura alguna vez le platicó respecto a su padre humano.

– Me encuentro confundido, la señora Uhura me hizo saber de un comportamiento libertino y disoluto presente en su personalidad durante su juventud.

– ¡Hey! A los padres no se les juzga y puede que no sepa lo que disoluto significa, pero estoy seguro que no soy o fui un libertino… ¡y Uhura no sabe nada!, seguro te dijo eso porque le quité a Spock.

– ¿Mi padre y la señora Uhura mantuvieron una relación? – De pronto, muchas cosas tuvieron un sentido distinto para el joven vulcano.

– ¡Pe-pero ese no es el punto!, Bones no puede andar por ahí besuqueando a mi hijo o a quien sea…

– ¡No, yo…! Acepto la responsabilidad completa por mis actos, no existe motivo lógico para reprender al doctor McCoy ni castigarlo, fueron mis acciones por completo… fue mi… – De nuevo se le presentaban aquellos sentimientos tan molestos que lo confundían, lo volvían irracional, lo hacían volverse un idiota… lo hacían actuar antes de pensar.

Jim observó la verdadera preocupación en la mirada de su hijo y su corazón se apaciguó ligeramente. Aun así, tenia algunos asuntos pendientes con McCoy.

– Tú culpa… ¿eh?

– Por completo.

– Entonces… – Un plan, tenia un plan en el cual solo ese vulcano podría ayudarle. Spock sin dudas se opondría, así que… – Tendrás que asumir las consecuencias tu solo.

– Lo haré. – Colocó las manos tras su espalda con orgullo y alzó su mirada. Jim se preguntaba si había mas de él en su hijo que de Spock… o al contrario. Podía ser una gran porción de ambos.

– Bien… entonces tendrás que ayudarme, necesito hacer algo y tú me vas a ayudar. Debo ir a la Tierra.

– Señor, la ubicación de la Enterprise hace imposible un regreso antes de…

– Señor Christophe. – Jim sonrió a su hijo y puso su mano sobre el hombro del joven vulcano. Este miró el brillo en los ojos de su padre, que en sus propios ojos significaba "problemas". – Seguramente usted hallará la forma de hacerlo posible.

– Corríjame si me equivoco, señor Jim… pero, por la situación entre ambos y el doctor McCoy, mas el echo que no presentará una denuncia formal o informal al capitán y el que esa accione me beneficie, sería correcto afirmar que usted me está chantajeando. ¿Es eso correcto?

– Asume bien, teniente… lléveme a la Tierra o le diré a Spock…

O*O*O*O*O

– ¿Cómo la conseguiste?

En el asiento tras el del piloto, Jim observaba el interior de aquella nave diminuta. La tecnología de esta lo impresionaba. 20 años no pasaron en vano, probablemente tendría que tomar otro curso antes de volver a formar parte de cualquier tripulación interestelar.

– Pedí al capitán un receso breve para presentarme ante la Federación y esperar mi nueva asignación… o castigo, según sea el caso.

– ¡Le mentiste a Spock!, ¡vaya!, creía que los vulcanos no mentían… tenia que ser de mi sangre el primero en hacerlo, ¿cierto?

– Los vulcanos no mienten, eso es cierto… – Una vez que la nave despegó, Chris aguardó en silencio y, por primera ocasión, fue momento de Jim para no entender al otro.

– ¿Eres feliz, Chris?, digo… es evidente que tu vida es…

– Mi vida es tal como debería ser. Trabajo en la Federación, como mi padre esperaba y vivo bajo las costumbres vulcanas, procuro mantenerme dentro de lo que es considerado correcto moral o éticamente y no rompo las reglas… con frecuencia… – Admitió eso ultimo con una voz mas baja.

Jim parpadeó y ladeó la cabeza como un ciervo. Pensando en lo más lógico…

– ¿Eso es un NO? – Preguntó con ambos brazos sobre su pecho. Su hijo era testarudo, pero el lo era el doble.

– Es una respuesta inaceptable. – Finalmente admitió. – La felicidad es relativa… padre piensa que es un motivo de lógica…

– La felicidad no tiene nada de lógica o sentido o racionalidad… solo ES… y ya. Pero, al final del día, no es Spock quien puede decidir por ti lo que puede o no hacerte feliz, sin importar cuanto te importe.

– No quiero avergonzarlo… siempre seré el hijo de dos mundos para él. – Chris siguió mirando en dirección del maravilloso y profundo espacio. Aquella última frontera que no era más que una prisión para él. Había algo más, algo que no debería estar muy lejos… pero no sabía que era ni como encontrarlo… solo sabía que su búsqueda continuaría eternamente de no hacer algo. – Soy un vulcano… vivir de esa forma… esa es mi felicidad.

– Parece que alguien se lo ha estado repitiendo mucho… – Interrumpió Jim con una sonrisa que mas allá de la felicidad, traslucía un deje de tristeza. – Bueno, cuéntame cuando te lo creas.

Cerrando los ojos por unos instantes, Jim se acomodó para dormir las pocas horas que tardarían en llegar a la Tierra. Mientras tanto, Chris se quedó ahí, atrapado entre sus sentimientos, que lo impulsaban a creer que su padre humano le presentaba un alivio… y aquellos pensamientos vulcanos que le pedían escuchar a la razón.

– ¿Que piensa Bones respecto a esto? – Finalmente, el sueño no sería fácil de conciliar. Y era un placer hostigar a los vulcanos. – Sobre tu definición de felicidad.

– La opinión del doctor McCoy es irrelevante, pues su punto de vista se encuentra coaccionado por su impresión respecto a Padre y sus métodos de educación.

– Bueno, supongo que es cierto… a Bones no le agrada Spock demasiado… siempre lo llama "duende…

–…de sangre verde". – Completó Chris con algo que bien podría ser confundido con una sonrisa. – Estoy consiente de ello… como pudo haber notado, la misma denominación usa hacia mi persona. El señor McCoy tiene un carácter fuerte.

– ¿Y eso no te molesta?

– En lo absoluto. – Su voz se volvía inusualmente dulce cuando se refería a McCoy. Jim se confundía en ese aspecto… no quería parecer el padre de una quinceañera, pero no podía evitar sentir una molestia al saber que su hijo de 19 años estaba enamorado de alguien que ya tenia 50.

¡Estaba enloqueciendo!, recién se enteraba que era padre… y ya parecía mamá gallina.

– Bueno, este… supongo que Spock y tu ya tuvieron la charla.

– ¿Puede ser mas especifico? – Jim se tiñó de rojo. Una parte de él suponía que era su responsabilidad hablar con Chris sobre eso e influenciar su decisión de querer a Bones… pero era incómodo a más no poder.

– Yo… eh… el, ya sabes, sobre los chicos y las chicas, aunque en tu caso sería mas bien sobre los chicos y los… otros chicos… – Quitando su mirada por nos segundos rápidos del frente, Chris alzó una ceja y observó intrigado a su padre. Ni remota idea de lo que intentaba decir.

– ¿Señor?, no está siendo más claro… en lo absoluto.

– ¡Vamos!, Chris… es sencillo… me refiero a… sé que como vulcano tus necesidades… son diferentes, pero eres mitad humano, así que una parte de ti… y creo que deberías saber… que las cosas no siempre son como uno desea… porque… cuando uno quiere que esto pase, no digo que esté mal… ¡y puede que no estés listo!, solo… no debes permitir que nadie te presione y…

– Señor Jim, ¿sería correcto asumir que su charla es una referencia humana a la conversación padre–hijo que se mantiene antes de la primera relación sexual?

Jim comenzó a atragantarse con su propia respiración. Efectivamente, su hijo era demasiado directo… aunque al final, era estúpido querer ocultar algo que intentaba exponer.

– Yo, ¡ah!, bueno, si… podríamos llamarlo de esa manera…

– Tomando, entonces, esa hipótesis… no, Padre no ha mantenido esa conversación conmigo. Es innecesaria.

– Si la hubiera tenido, quizás habrías considerado con mayor detenimiento antes de…

– ¿Enamorarme?, señor Jim… su petición de racionar la decisión de quien o que se puede amar, me parece contradictoria a su premisa de "el amor no tiene lógica", expuesta hace menos de 48 horas a bordo de la Enterprise. – De cierta forma, su relación padre-hijo con Chris no era distinta a la de un padre de una quinceañera. Obviamente este se mostraría reacio a escucharlo… eso, sumado a lo incomodo que eso era.

– Bueno, pues parecí un gran hipócrita, pero no considero correcto que…

–…no es un tema que le incumba, ni a usted, ni a Padre… yo se lo que hago…

– ¡Y se supone que ahora tu sabes de esto!, no deberías de…

– ¡No tengo que darle explicaciones a nadie!

– ¡Mas te vale que no te vea por ahí besuqueando…!

– ¡SEÑOR JIM!, ¡Considero inapropiado que…!

– ¡¿Me escuchaste?! ¡Nos guste o no, yo también SOY TU PADRE! Y si te digo que no puedes…

– ¡No quiero!

– ¡Pues NO TE ESTOY PREGUNTANDO!

Chris se giró y miró horriblemente al rubio. Esa mirada adolescente que expresa: "Se que tengo la razón, no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer, no eres mi jefe". Jim lo observó con severidad. A él tampoco le gustaba el papel de "Padre Malo", pero supuso que Spock estaba pasando por alto la herencia humana predominante en su hijo e ignoraba ciertas circunstancias que pudiera ser importante abordar. Y no se equivocó al creerlo.

Respiró profundo y se agarró el puente de la nariz. No podía ser mas incomodo.

– ¡Bien, has lo que quieras! – El vulcano siguió observando en dirección de su destino y frunció el ceño ligeramente. ¿Que sabía Jim?, ni siquiera lo conocía… acababa de llegar a su vida y ya se creía su jefe, creía que podía darle consejos y decirle que hacer… su padre Spock estuvo a su lado todos esos años y jamás se preocupó por abordar esos temas tan ilógicos… ¿Por qué se creía con el derecho de…? – No quiero que salgas lastimado, Chris… es solo que… pero, tienes razón, no me incumbe. No volveremos a mencionarlo.

El vulcano se sintió extrañamente conmovido… pero desconcertado a la vez.
¿Eso significaba…?
¿Podría ser que su padre Jim era demasiado sobreprotector?... ojalá fuera eso… porque, de no serlo… entonces… ¿eso quería decir que su Padre Spock no lo amaba lo suficiente?

O*O*O*O*O*O

– ¡Me mintió!

– Y tú le mentiste a Spock… además, yo jamás te dije a donde iríamos

El ambiente de aquel bar era por demás, lo más cercano a una cantina. Hombres vestidos de colores oscuros, con parches y toda clase de marcas y cicatrices. Una clase de tablero magnético enorme que simulaba un juego extraño de dos siglos atrás, además de unas computadoras obsoletas para ese año, las bebidas yendo de arriba abajo, las chicas con poca ropa. Si, su padre lo llevó a un bar.

– No dijo que iríamos a un lugar que ofrece bebidas recreativas y entretenimiento ilógico… y su afirmación es equivoca. No le mentí a Padre, si planeo mantener un encuentro con la Federación… solo oculté el echo de que usted me acompañaría…

– ¡Entonces relájate!, no le mentiste ni yo a ti… quiero algo muy fuerte y, ¿tu que vas a querer, Chris? – Tomando un lugar frente a la barra, Jim llamó la atención del barman. Chris dio un último vistazo al sitio.

– Quiero que salgamos de aquí…

– Una soda, entonces… – El vulcano expreso con una simple mirada su inconformidad, pero terminó por colocarse tras su padre a una distancia considerable y con ambos brazos tras su espalda. Esperaría pacientemente a que terminara de beber y lo sacaría de ahí. Era lo mas lógico.

– Awwww, ¿tu amiguito no quiere divertirse? – Una chica de aspecto alienígena, con la piel de un azul rey profundo, pero con curvas marca "como le gustan a James T. Kirk", se sentó en el banquillo siguiente al rubio. – ¿Que hay de ti, guapo?, ¿te unes a nosotras?

Jim observó que tras la chica, otras 3 féminas observaban en su dirección y sonreían divertidas. Sintió que era su día de suerte.

– Claro… Soy Jim. – Chris enarcó una ceja. Su padre parecía a punto de comenzar lo que parecía el ritual humano de cortejo. Era extraño… sin saber porque, ese comportamiento le molestaba… y mucho. – El es mi… se llama Chris.

– Soy su hijo. – Pero contraria a cualquier reacción esperada, la chica se echó a reír, para aumentar el coraje del joven vulcano e incomodar a Jim. Obviamente, ante los ojos de la chica y de cualquiera, Jim apenas era unos años mayor a Chris, lo suficiente como para ser hermanos.

– Entonces seré tu mami… – Dijo en un tono seductor la alienígena, colocando su rostro contra la mejilla de Jim y besando lascivamente su oreja. – Tu llámame Shia.

Pero… todo cambió en tan solo un instante.
¿Por qué sentía que estaba haciendo algo malo?, él no tenia pareja y regresó de un coma de 20 años en medio del espacio… ¿Por qué no podía llevarse a esa chica a otro sitio (obviando el hecho de que su hijo estaba ahí presente)?...

¿Por qué de pronto… pensó en Spock?

Pensó que… estaba fallándole.

¡Solo tonterías!

– Señor Jim, creo que es el momento de irnos… – Ni siquiera lo dejaría beber un trago. ¡Claro que no quería ver a su padre cortejando a alguien ajeno a Spock!... algo dentro de él mantenía la esperanza de poder devolverle al vulcano mayor algo de la felicidad que jamás le vio reflejada.

– Yo… – Los tragos llegaron hasta ellos, pero la chica se tomó el de Jim y se relamió los labios, invitando con un gesto de la cabeza al rubio hacia el grupo que soltaba risas y gritos parecidos a los de un grupo de adolescentes en pleno concierto. – La verdad no creo que…

Antes de poder argumentar algo, la chica se abalanzó sobre su cuello y lo besó con fuerza y mucha, MUCHA pasión.
El vulcano reaccionó con la misma intensidad, pero bajo el sentimiento del coraje. Tan pronto como la chica clavó sus dientes sensualmente en la oreja del humano, Chris colocó su mano sobre su hombro y la empujó en la dirección contraria. La chica chilló de dolor y sus amigas corrieron a ayudarla. Entonces un sujeto con la piel de color roja llegó hasta ahí y tomó a Chris de la chaqueta.

– ¿Que carajo crees que le haces a Shia, crío?

Suéltame – Amenazó el vulcano con su peor mirada. El alienígena alzó su brazos amenazante, cuando de pronto, Jim le saltó encima. No supo porqué, si el era perfectamente capaz de manejar la situación por si solo.

Entonces la pelea dentro del bar se extendió. Cuando menos lo pensó, todos estaban lanzando sillas y vasos por todas partes. Las chicas gritaban o rasguñaban a otros… los hombres se daban golpes y Jim mantenía una pelea a puñetazos con el sujeto que antes lo tuviera sostenido.
El sujeto le dio un puñetazo cerca del ojo, Jim se tambaleó, pero al tomarse con una mesa contra su espalda, tomó una charola y lo golpeó con ella en al cabeza. Otro tipo de piel roja se le acercó por la espalda y lo sostuvo con los brazos inmovilizados tras su espalda. Mientras uno lo golpeaba en el vientre, el otro le hacia presión por la espalda. Chris colocó su mano sobre el hombro del sujeto que sostenía a Jim y de inmediato este cayó inconsciente, pero una botella salida de sabía donde lo golpeó directamente en la mejilla derecha, haciéndole un corte que de inmediato liberó una cantidad considerable de su sangre verde…

– ¡Christophe! – Jim olvidó al otro sujeto y corrió para intentar curar (ilógicamente, pues no poseía mas que una servilleta) a su hijo. – ¿Estás bien?

– Evidentemente no, por la profundidad de la herida y la san… – El sujeto de piel roja tomó a Jim por los hombros y lo alzó sobre el suelo, lanzándolo contra unas mesas. Pensando que su padre había sufrido un daño tremendo, Chris corrió en su dirección, pero grande fue su sorpresa al ver a Jim ponerse de pie casi al instante, correr en dirección del tipo y lanzársele encima. Con un par de puñetazos de su ira desencadenada, todo llegó a su fin, aunque la verdadera pelea aun estaba en pleno apogeo en el resto del bar.

– Salgamos… salgamos de aquí… – Se apoyó en el hombro del vulcano y comenzó a caminar tan rápido como pudo. Chris lo observó consternado, pero consideró imprudente pensar demasiado en el tema.

– Tenemos que buscar un servicio medico…

– Y al final de cuentas… ni siquiera pude tomar un trago. – Admitió desganado, pero con una sonrisa. Chris lo miró intranquilo. Seguía sin haber lógica en amar a un hombre tan ilógico. Su padre Spock… era ilógico también, finalmente. – Oye, ¿no tienen prohibido pelear sin provocación?

– "Prohibido" no es la palabra… pero supongo que es una buena forma de verlo… nos enseñan a controlar las emociones y a pensar maneras lógicas de solucionar los problemas… no violentamente, como los humanos acostumbran. – A tan solo unos cuantos metros fuera del bar, Chris dejó que Jim lo soltara del brazo y se sentó sobre la acera, esperando que ninguna nave aterrizara pronto, pues no podría ponerse de pie.

– ¿Pero?

– No hay nada después de eso. Me molesté. Eso es todo. – La verdad, no tenía respuesta lógica para lo que hizo. Solo supo que le molestó mucho ver a una chica coqueteándole a su padre. Sin darse cuenta, era un chico más… deseando que sus padres estuvieran juntos… y felices.

– ¡Ah! – Suspiró en un grito. Chris sostuvo la servilleta cerca de su rostro, haciendo presión para evitar que mas sangre brotara de su herida. – No se si te entiendo o no… pero muchas veces me recuerdas a mi, ¿sabes? – Jim se recostó sobre la acera y observó el cielo estrellado. En algún sitio de ese gran lugar llamado Espacio, se encontraban la Vengeance y la Enterprise. En ambas dejó sembrada una parte importante de si mismo… pero era más fácil aceptar a una que a la otra. Y extrañamente, la que podía aceptar no incluía al vulcano mayor. – ¿Alguna vez Spock te dijo…?

Chris miró a Jim en silencio, cuando el sonido de su celular terminó con ese ambiente.

– Es el doctor McCoy… a juzgar por la situación, seria factible creer que está enterado de su desaparición.

– Seguramente sabe que le robé dinero de la cartera…

– ¿¡Usted hizo…!?

– ¿De donde creíste que saqué para los tragos?, dame eso… – Robando el celular del chico… también… se lo acercó lo suficiente como para escuchar los gritos de Bones. – Habla Jim.

– ¡ERES UN CRETINO IDIOTA!, ¡Ahora mismo trae a George a bordo si no quieres que la cabeza me explote, pero antes te la explote a ti! – Jim se sostuvo el brazo derecho con dolor y una mueca de incomodidad. Sabía que no debía haber viajado en su estado… mucho menos haber ido a un bar, pero tenia que quitarse todo el estrés de encima… de pronto era padre, junto a Spock y de un hijo adolescente, después de 20 años de coma… si no era suficiente excusa como para embriagarse, no había ninguna razón lógica para hacerlo. – Conociendo su posición, ¿Cómo carajo se te ocurre…?

– Bones, tranquilízate, ¿de que estás hablando?, no es la gran cosa… estamos camino a la Federación…

– No le mienta al señor McCoy – Chris se acercó al oído del rubio, pero de inmediato fue apartado. Jim no estaba de humor para lidiar con los romances de su hijo y el doctor en ese momento.

– Técnicamente no es mentira… – Susurró tapando el celular, después retomó la conversación. – ¿Que decías, Bones?, ¿que problemas, de que hablas?

– La Federación le acaba de comunicar a Spock acerca de un reporte de seguridad, donde el teniente Christophe Kirk aparece en medio de una pelea en un bar en la Tierra a tan solo horas del reporte que hizo a la Federación de su fracaso.

– ¿¡QUÉ!? ¡Pero no han pasado ni 10 minutos…!

– ¡Eso no importa!, ¡lo llevaste a un bar con el uniforme de la Federación! – En algún lugar del espacio, Bones caminaba tan rápido como le permitiera alejarse del vulcano líder, que caminaba a tan solo un par de metros de él, con un semblante serio y severo. – ¿No sabes lo que sucedió en la Vengeance?, si su licencia estaba en peligro, después de esto está completamente descartado…

– ¿De que hablas? – Jim miró la preocupación en los ojos de su hijo.

– ¡Jim!, pueden expulsarlo… en el mejor de los casos…

– Ordénele volver a la Enterprise después de dirigirse al comando principal… – Spock comenzó a hablar cerca de Bones, molestándolo en el instante.

– ¡Basta, Spock!... es evidente que te mintieron, ahora, Jim…

Entonces la llamada se cortó.

– ¿El señor McCoy estaba enojado?, ¿que le dijo?, ¿le habló sobre mi?, ¿Cómo era su tono de voz?, ¿se molestó por lo de la billetera?, ¿cree que me encuentro involucrado en ese robo?

– ¡Basta, tranquilo!... no, no era sobre eso… andando, busquemos la nave.

– ¿A dónde nos dirigimos? – Chris caminó tras su padre, sin dejar de sostener su herida, cuando la mirada del otro lo detuvo.

– Hacia el cuartel general de la Federación… voy a recuperar la Enterprise.