Star Trek no me pertenece. Es una creación original de Gene Roddenberry y la película de J.J. Abrams.

Momentos fragmentados venían a su memoria como el golpe de agua helada sobre su espalda descubierta.

— ¡Jim! ¡JIM!

Ni siquiera la voz de su redescubierto esposo podía devolverlo del trance que lo consumía con una fuerza nefasta.

¿Pero porque?
Me devolvió los motivos y al final los tomó de vuelta…
Necesito saberlo
¡Es su hijo! ¡Esto es una traición…!
¿Pero porque, papá?
Conmigo… te llevaré conmigo…
Papá se está yendo… pero…
…Hasta los confines del universo.
¿Porqué, papá?

O*O*O*O*O

— Papá se está yendo…

— Vámonos ya, Aleksei…

Jim estaba en un sitio distinto a la prisión de Khan. Su cuerpo parecía ser invisible para el resto, pero no dejaba de ser un espectador más de la realidad.

"¿Dónde estoy…?"

Entonces pudo reconocer al hombre frente a él, aquel sitio parecía un tribunal de la tierra y ese pequeño niño hacia resonar su voz dentro de la cabeza de Kirk. Era a él a quien estaba siguiendo.

— ¿Chekov? — El hombre que acompañaba a la pequeña criatura era nada menos que su navegante ruso, que apenas lucía ligeros cambios desde la última vez en que lo vio, una vez que partió a su encierro a manos de Khan.

Comprobó rápidamente que el hombre no podía verlo tampoco. Parecía abstraído en alguien más que se alejaba de ahí seguido de un pequeño tumulto.

— Papá se está yendo… — Repitió el niño, con lágrimas amenazando con surcar su rostro. — ¿Porqué, papá?

— Ahora ¡entiéndelo, Aleksei! — Kirk se sobresaltó al observar como su amigo sujetaba con firmeza los hombros del niño, que lo miraba con pánico y dolor. — Tu padre y yo viviremos separados, pero no significa que te queramos menos, ya hemos hablado de esto mucho tiempo.

Jim se detuvo a una distancia que no podría romper, sin saber qué hacía ahí, pero sabiendo que no debía dejar de observar. Aquel debía ser un tribunal familiar, el hombre que se iba era su piloto, no tenía duda, pero… ¿por qué terminó eso así?

— ¡Pero papá Hika…! —El niño insistió, soltándose del agarre del ruso para correr en dirección del otro hombre, pero este se desvaneció en el interior de una nave que lo llevó lejos de ahí.

El antiguo capitán de la Enterprise contempló todo con tristeza profunda. Sus amigos parecían haber formado una familia y justo entonces presenciaba el declive de la misma y aquel pequeño… ¿Christophe lució así de triste alguna vez?

— Papá… — Susurró el pequeño con su brazo extendido en el sitio donde el hombre a quien buscaba, desesperadamente, estuvo, para finalmente caer en la resignación que el llanto le ofrecía.

Chekov cayó de rodillas sobre la superficie, llorando como la criatura, pero maldiciéndose en el acto. Kirk deseo haber acompañado a su amigo en ese momento tan difícil y preguntar tantas cosas a Sulu. Entonces el ambiente cambió por completo su forma en una neblina densa que envolvió cada figura frente a él. Aunque gritó el nombre de su amigo, este ya no se encontraba ahí. Simplemente se fueron.

O_O_O_O

— ¡Compréndelo de una vez!, ¡nunca serás doctor!, ¿Por qué no aceptas el trabajo que te ofreció mi padre en primer lugar?

— ¡Esto es algo que tengo que hacer!, sabes que ya tengo casi la mitad de lo que la Academia pide para cubrir el resto de la colegiatura, solo estoy pidiéndote paciencia…

— ¡Paciencia!, ¡oh, la maldita paciencia!

La bella, pero ruidosa mujer andaba a pasos grandes dentro de aquel pequeño departamento. Jim se apartó una vez que cruzó los escasos metros que había entre un muro y el otro. En una mesita que se encontraba en el centro, su amigo Leonard McCoy cerraba los ojos fuertemente, un gesto que intentaba ocultaba cubriendo su rostro en algo que parecía una plegaria de manos cerradas. Jamás hablaron demasiado sobre su pasado, más por su terquedad por ocultarlo todo que por falta de curiosidad en el capitán. Fue tan humilde… ¿fue tan paciente?

— Pronto no tendremos de que preocuparnos, pero, te suplico… solo espera.

Ella tenía fuego en el cabello, era rojo cobrizo y de un brillo que en otra situación habría captado la atención del capitán, pero sus ojos lo distrajeron de ese enlace. No eran bondadosos. No eran dulces. No eran amor.
Y todo eso le recordaba a un árbol frondoso y vivo, cuyo interior se encuentra invadido por una plaga.

— Tienes razón. Pronto no será mi problema.

Jim abrió los ojos con asombro cuando contempló una sonrisa en el rostro de su amigo, mientras aquella despreciable persona se sentaba a su lado y se dejaba abrazar por un conmovido esposo sonriente. Él confiaba en ella.

Realmente lo hacía.

Realmente confió.

O*O*O*O

— Por eso, ¡yo!... te pido… por favor, Aleksei, ¡acepta este chocolate!

Cuando escuchó el grito de una niña tras él, Jim se giró velozmente para encontrarse con la imagen del coronel que acompañó a su hijo dentro de la Enterprise y que no parecía ser mayor a los 10 años.

— ¿Sabías que el regalar chocolate por parte de las mujeres terrestres es una tradición de la cultura de mi padre de hace cientos de años?

— ¿Eh?

— Te lo agradezco, porque estoy seguro que justo ahora piensas que esto de alguna manera nos llevará a una cita o a mi pidiéndote que seas mi novia, pero, créeme, tu no quieres eso, no te intereso de esa forma…

— ¿Cómo podrías saberlo? — La niña, de apariencia hibrida entre terrícola y klingon, tenía ojos acuosos que amenazaban con el llanto.

— ¿Te casarás conmigo?

— ¿Eh? — La niña dio un paso hacia atrás mientras el niño, que ahora se parecía más a Chekov que antes, la acorralaba en aquella dirección.

— ¿Serás mi esposa?, ¿tendrás mis hijos?, ¿viajarás conmigo por el universo?, ¿te quedarás por toda la eternidad a mi lado?, ¿estarás siempre de acuerdo conmigo?

— No… yo, si, no… no lo sé… — El niño terminó de acorralar a la pequeña aun con esa mirada amable, pero segura y desarmadora. Ella cerró los ojos con fuerza y Jim dio un paso en su dirección para intentar consolarla, pero ni siquiera pudo tocarla.

— ¿Lo ves?... no tienes idea. Es muy sencillo decir "me gustas" y dar obsequios sin tener intención de sentirlo realmente.

— ¡Oye! — ¿Así hablaban los niños? Jim se giró enfadado con el pequeño cretino, cuando este concluyó.

— Lo siento, no era esto lo que pensaba… — Admitió la pequeña antes de ocultar su rostro con vergüenza y correr en dirección de un edificio ubicado a unos pasos de ahí. A Jim le pareció una escuela.

— Ya lo sé… — Terminó de decir en un susurro, para sí mismo. Desconocía la presencia de Jim en ese sitio. — Nadie dice lo que realmente siente.

— Espera, eso no es… — Quiso alcanzar al niño para sacarlo de ese error, cuando la escena desapareció en medio de la misma neblina que lo envolvió antes y entonces todo se tornó oscuridad.

Una luz tenue creo una silueta negra que lo abrazó ahí, justo donde cayó de rodillas. Luz de luna colándose a través de una ventana. Ya había estado en ese sitio, pero estaba… ¿solo?
Sin televisión, sin mesa o cama. Sin sillas. Sin cajas, sin armario. Sin ella.
Si, ese era el departamento de Bones. ¿Qué era ese sonido?, melodía inmemorial que transmitía el mismo sentimiento invariablemente en el correr de las eras del hombre.
El llanto.

— Leonard… — Jim estaba en el suelo y no necesitó moverse más que unos 100 grados para encontrarse con la imagen más triste que podría experimentar en aquel momento. — Amigo, yo no…

Lloraba y, sin saber cómo, James podía sentir todo o que él experimentaba. Todos y cada uno de sus malestares, el dolor, la desesperación, la incertidumbre… y la súplica. Oh, Dios, su amigo era un mar de suplicas. Para que ella volviera. Para que confiara en él. Para que viviera ese futuro a su lado. Para que cumpliera su palabra.

— La cumplió amigo… no es más su problema.

Kirk hizo lo que todo buen amigo sabe hacer en su momento y se sentó a su lado en completo silencio. Leonard McCoy aún no lo conocía y probablemente faltaba mucho tiempo para ello, pero él estaba ahí. En silencio, enmudecido por la rabia hacia una persona a la que ni siquiera conoció, pero que mintió y apuñaló a su hermano de otra madre, porque eso mismo era McCoy.
Y el rogaba porque esa mujer volviera, ¡sí!, pero en un futuro, uno brillante donde ambos habrían explorado el universo y cambiado su perspectiva. Uno donde había verdadero amor para él y las promesas se cumplían. Donde los juramentos los hacía un medio vulcano de ojos azul cielo.

O*O*O*O

El sol apagó las sombras y devoró la oscuridad en tan solo segundos. Cuando Kirk se giró para comprobar el estado de su amigo, este ya no se encontraba ahí. "Ahí" ya no se encontraba ahí. Ese no era el departamento desbalijado de McCoy, era un estudio de alguna mansión, finamente decorado con antiguos libros terrestres, papiros de otras civilizaciones espaciales y un área libre enorme justo en el centro de este, con un suelo de madera pulido que le recordaba a Kirk una área de combate que había en la academia y que simulaba un salón de entrenamiento terrestre del siglo XXI.
Justo ahí, una niña pequeña practicaba con lo que parecía una espada de un plástico similar a la madera, en medio de un juego que más parecía una práctica de combate cuerpo a cuerpo.
El muchacho que la acompañaba era, sin dudas, un Aleksei Sulovich de 15 años. Su imagen ya era idéntica a la de su padre y no tenía nada en común con Sulu más que el cabello oscuro azabache y eso solo en el color.

Jim caminó con cautela hasta descender donde ellos se encontraban… entonces vio a Sulu tras ambos, cuidando con la mirada a sus hijos dentro de la práctica. Su amigo no lucía muy viejo, pero sin dudas el tiempo no pasó en vano para él. ¿Hubo presión en su vida después de su divorcio?
Aquella niña se parecía más a él de lo que Aleksei se parecería jamás, posiblemente… pero el chico creció para ser coronel de la Federación, posiblemente ya era un ejemplo en ese tiempo.
Entonces recordó a su Chris… y a su James. Rostros perfectos no significaban corazones perfectos. Normalmente esa felicidad o calma ocultaban desesperación e incertidumbre. Ocultaban ansiedad.

— Casi. — Advirtió el chico, en tan solo un movimiento más desarmó a la pequeña y esta cayó de espalda contra el suelo. Se sorprendió, pero no hubo miedo en su mirada, solo sorpresa.

— Es suficiente por hoy. — Advirtió la persona sentada junto a Sulu, un hombre que parecía de su edad, alguien a quien Nyota le había presentado una de las dos ocasiones en que pisó la Federación después de escapar de Khan. El hombre ofreció su mano a la pequeña, pero esta se puso de pie por si sola y miró con algo que Jim no pudo descifrar hasta que el medio ruso contestó a esa pregunta muda.

— Haz mejorado demasiado, hermanita. Pronto tendré que ser yo quien te busque para cuidarme.

La niña dibujó una enorme sonrisa de oreja a oreja y fue solo entonces que dejó a su padre cargarla fuera de ese lugar. Se despidió con la mano de su otro padre y de su hermano, a quien parecía admirar mucho. Kirk sonrió al comprobar que a menos el cretino no era tal con quienes eran su familia.

— ¿Pensaste algo sobre la oferta de los Shewk?

Jim seguía de cerca los movimientos del ruso, mientras este ponía las espadas de nuevo en su sitio y buscaba sus botas para colocarlas en su sitio. Ni siquiera se giró para responder a su padre.

— Pensé sobre muchas cosas, últimamente no tengo tiempo para nada que no sea pensar, padre.

— No puedes seguir huyendo a tu compromiso, ¿es que no tomas nada en serio, Aleksei?

Entonces el muchacho se tornó hosco, con solo verlo Kirk supo que lo tocó muy fuertemente aquel dialogo. Su postura se volvió rígida y su rostro empalideció, pero su sonrisa pequeña y juguetona, herencia de Chekov, no abandonó sus facciones.

— ¿Soy yo el que no sabe del peso de una palabra y un compromiso?, interesante observación de un divorciado…

— ¡No te atrevas Aleksei! — Sulu se puso de pie de su escritorio, pero el muchacho ya había terminado con sus botas y caminaba en dirección de la salida. Jim intentó tocar su hombro, pero aun entonces el tacto era inútil. Sentía lo mismo que él, tal como le sucedió con Bones. Estaba tan indignado… comprometido con una desconocida para favorecer al hombre que se dio la vuelta y escapó con otra familia. ¿Qué hacía en esa casa?, pretendiendo que lo había superado, que estaba bien… que podían convivir. Lo amaba, era su padre… pero Pavel Chekov también lo era. Jim sentía esa enorme duda dentro del pecho del futuro coronel…

¿Cómo amas a alguien que daña a tus seres queridos?, ¿Cómo otorgas perdón a alguien que te obsequió olvido?, ¿Cómo continuas después de saber que existen los finales que no son felices?

— Fuiste tú quien se atrevió.

— Tenemos que hablar… — Comenzó Sulu, después de un largo suspiro de cansancio.

Pero Jim supo que no duraría más, todo comenzaba a volverse neblina de nuevo.

— Teníamos… pero si mal no recuerdo, esa vez fuiste el primero en irte.

Sin escuchar los gritos que siguieron a eso, Aley siguió caminando en dirección de la salida. Jim caminó tras él. Decir aquello fue más duro de lo que quiso hacerle ver.

Al terminar las escaleras no estaba dentro de la mansión, sino en otro lugar. Y ese sitio sí que lo conocía.

— ¿Qué haces con esas cosas aquí, Spock?

— Se llaman "Cattleya Trianae" y fueron un obsequio de la teniente Uhura, como muestra de felicidad frente al compromiso entre el capitán y yo.

— Yo sé cómo lucen las orquídeas, Spock… — Se encontraban en el comedor de la ENTERPRISE, aquel era Bones y ese era su vulcano. Las flores de Uhura… ¡claro!, él ya estaba embarazado entonces. — ¿Vas a hablar con Nyota, Jim?, es un regalo muy considerado, si lo piensas bien tú le…

— Yo voy a… Voy… creo que voy a vomitar…

Si, ese era Christophé en su interior. Recordó que apenas comía bien por aquellos días y eso, sumado a a presión de la boda, estaban acabándolo. Peor seguía fingiendo para no preocupar a Spock, ni a su amigo.

— Vaya, iba en serio… es que a ti también te voló el apetito… su expresión fue exactamente la mía cuando me dijo lo que planeaban, ¿sabes?

— ¿Por qué un cambio de nuestro estado social alteró su salud física?

Jim pudo sentir la indignación en el interior de su amigo y esbozó una sonrisa enternecida. Quería volver. ¡Demandaba el tiempo que le arrebataron, de vuelta!, ¡fue tan injusto!
Por un momento se sentó en el sitio que antes ocupó y recargó su rostro entre sus manos, con los codos sobre la mesa y una expresión de ensueño. Si tan solo pudiera detener el tiempo y hacerlo correr hacia atrás, que no habría dicho, que no habría hecho. Que no habría vivido junto a esos dos.

— Olvídalo…

— ¿Era, acaso, un uso de la figura retórica que alude a la ironía? — Kirk soltó una carcajada sonora. Ese era su Spock.

— Si, Spock, si… era sarcasmo… ¡maldición!, ni siquiera imagino un hijo de ustedes dos, con o irritante que es Jim con tu… "tu". Espero que si van a hacerlo en serio, adopten… el universo no necesita más tipos como ustedes.

Entonces fue momento de Jim para parpadear con asombro. Sintió como Bones sabía que mentía en el interior. De pronto vio dentro de lo más profundo de su ser y este anhelaba la felicidad de Spock. La suya. Realmente deseaba que ellos fueran prueba de algo más grande que todas las promesas rotas y que el abandono. Los había visto sacrificarse antes a uno por el otro. Supo que se amaban incluso antes que ellos mismos, pero… si alguno lastimaba al otro, el permanecería en medio. Y en ese momento, sintió como Bones veía algo extraño en Spock… ¿miedo?, ni siquiera el doctor estaba seguro.

— Quizá adoptemos y tú puedas ser la niñera… — Había vuelto. Tomó asiento justo a su lado. Era tan extraño verse a sí mismo tan cerca. En especial, comparar extremos.

Él tan feliz Kirk de hacía 20 años. El capitán audaz, valiente, extrovertido, juguetón, divertido, directo, soñador… y él… ¿él?... tenía tanto miedo de olvidar y estar solo. O peor aún… de ser olvidado en compañía de quienes se suponía que esperaban por él.

Su rostro se cubrió de llanto entonces. Las bromas seguían en aquella mesa, los gruñidos, las sonrisas, la conversación, todo seguía.

— Basta… Déjenme ir… — Fue una súplica tan baja, apenas audible, pero sincera. Era la verdad absoluta. ¿Cómo se le ordena al maldito tiempo que vuelva? — Quiero volver a ellos… yo quiero… por favor… ya no puedo… me siento…

O*O*O*O

— ¡Solo!, ¿¡me escuchas!? ¡VAS A TERMINAR SOLO, ALEKSEI SULOVICH CHEKOVA!

¿A dónde fue la Enterprise?, ¿Dónde estaban sus amigos?
Aquel sitio era el dormitorio del recién nombrado coronel. Este terminó de determinar una clave para no ser interrumpido por su ahora ex-mejor amigo y el resto de sus compañeros.

— Ese es el plan…

Jim estaba sentado sobre la cama de este, sin comprender demasiado, su corazón le dio un rápido repaso de los hechos. Tal como Aleksei debía sentir en ese momento, aquella decepción por perder una amistad a cambio de su integridad, porque no mentiría. No podía amar a ese chico. Ni a él ni a ninguna otra persona. ¿Qué ganaba perdiendo el tiempo de aquella forma?
Su amigo se enojó cuando contestó, con la honestidad que lo caracterizaba, a ese sentimiento que hasta un punto consideraba inferior.

Ya lo había hecho antes, solo que en aquella ocasión se hirió un poco más. Ese hombre realmente había sido su amigo por mucho tiempo. Años, en realidad, desde la academia. ¿Por qué lo arruinó todo?, ¿Por qué no dejó las cosas tal como estaban?, ¡habrían sido amigos por siempre!
Lo que no significaba algo los destruyó a los dos.

Entonces, por primera ocasión, Jim se preguntó que hacía en realidad ahí… eran esos recuerdos… ¿o…?

— ¿Por qué no lo intentas? — Pensó, pero con más intensidad que en cualquier otro recuerdo. Con tal fuerza dentro de su corazón, que casi podía sentir el sonido saliendo de su interior.

¿Con que propósito?

¡¿Qué carajo fue eso?! ¡Hubo una respuesta! Debía comprobarlo.

— Digo… si es tu amigo, quizá pueda haber química… o…

¿Por qué lastimaría a alguien con mis dudas?, ¿Por qué decir "por siempre", cuando no puedes asegurar siquiera un "ahora"?

— Nadie dijo que deban casarse… — Jim comprendió que no era Aleksei, sino su mente quien hablaba con él, pero eso no significaba que no se encontrara en el pasado. Quizá era parte de ambos… el pasado y sus pensamientos. La materia que Khan había inventado… quizá en eso consistía.

¿Y si termina así?, ¿y si yo sí quiero casarme?, ¿y si yo llego a imaginar un futuro juntos?, ¿Qué puedo hacer para que nunca se vaya?

— Confiar…

No puedo confiar… nadie es lo que aparenta. Por eso nadie dice lo que realmente piensa.

Entonces Jim se puso de pie por completo, tranquilo una vez que la neblina lo arrastró hacia otro recuerdo. Antes de desaparecer por completo, respondió al coronel.

— Claro que hay alguien.

O*O*O*O

— ¡Christophé!, Esto no es en lo absoluto lo que acordaste, diste tu palabra y debes honrarla.

— Y así lo hago, padre. Proteger a los míos y honrar mis tradiciones son dos cosas que puedo realizar dentro y fuera de la Academia Vulcana y lo que deseo en este momento es pertenecer a la Flota Estelar.

Fue el primer momento en que Jim quiso saltar sobre su hijo y abrazarlo. Decirle cuanto lo extrañó, ¡pero qué joven tan decidido se había vuelto!, debía tener… ¿14?, ¿15 años? Era idéntico a Spock, a su vulcano, a ese increíble ser que lo retuvo en su habitación por una semana para tenerlo a su merced, probándose celosamente el uno al otro y que depositó en el esa esperanza que lo mantuvo vivo en el infierno que significó la Vengeance para él.

— Vas a permanecer en Nuevo Vulcano, como se acordó…

— ¿Según quién, Spock?, George jamás estuvo de acuerdo con ello. — ¡Era Bones!

El capitán de la ENTERPRISE pasó sus ojos del doctor a su esposo y finalmente a su hijo y este… oh, este, no podía despedir más amor en una sola mirada. Su aspecto podría ser más vulcano que el de Spock o el mismísimo Sarek, pero sus ojos, ese obsequio que le dio sin saber que sería su único recuerdo para su padre vulcano, estos lo delataban por completo. Tan humanos, tan llenos de pasión. Tan llenos de esperanza, genuina esperanza.

— Tu enviaste su solicitud… — Su esposo no parecía contento ni por asomo. Y por lo que sentía dentro de su pecho, Bones tampoco estaba en sus mejores días. ¿Qué era eso creciendo dentro de él?, sentía pena por su hijo… pero no era lástima… era… ¿remordimiento?
Quizá su amigo seguía pensando que pudo haber hecho más por él… y encontraba esta oportunidad de ayudarlo, reflejada en su hijo.

— Pero fueron sus calificaciones las que hablaron por él.

— ¿Con que derecho…? — La pelea continuó y llegó casi a una confrontación, pero Jim no pudo percibir, por mucho que se lo propusiera, lo que Bones ocultaba incluso de sí mismo. ¿Qué era?, ¿Qué era ese sentimiento?

Entonces se convocó a Spock, una orden de la Flota que no podía desatender por asuntos personales y aquello ya no estaba dentro de su poder. Su hijo lo observó marcharse mientras apretaba con fuerza la pantalla portátil mediante la cual recibió su anuncio… y había tanta pena en su mirar que aun si no compartía la cabeza con Bones, Jim sabía porque era eso.

— Está orgulloso de ti, George… solo se preocupa de más, ese duende de orejas puntiagudas…

— ¿Realmente fue usted, doctor?

— ¿Por qué lo dudas, eh? — Jim contempló aquel salón, debían estar en Nuevo Vulcano. Jamás imaginó a McCoy visitando ese sitio, pero según lo sentía en su corazón, debía hacerlo seguido. — "Sin dudas te llevaré conmigo a viajar por los confines del universo", ¿no fue así?

— Fueron exactamente sus palabras, doctor. — Jim permaneció mudo por completo a contemplando sus ojos, porque esos eran sus ojos, reflejando ternura y mucha, mucha devoción.

Una punzada sacó a Jim de sus pensamientos. Y eso no lo había sentido por sí solo.
Cuando George se giró para contemplar, por lo que sería una de sus últimas veces, aquel infierno opresor que tanto lo había humillado, Bones lo admiró en completo silencio.

"No eres tú, Jim… a él le falta voluntad. No es Spock tampoco… es demasiado puro y radiante. No, él es algo más. Es mejor."

—Por supuesto, Bones, él es algo más… El es Christophé George Kirk. Es mi hijo.

"Es perfecto aun si no lo sabe ahora… sé que encontrará la manera de seguir su propio destino"

— Y tú lo ayudarás si se pierde, ¿no, amigo mío?

Entonces Bones se sobresaltó y se llevó la mano al pecho con fuerza… ¿Qué era esa sensación tan cálida? Era como… si pudiera sentir algo más cerca de él. Como si pudiera sentir a su viejo amigo…

— ¿Doctor? — Chris interrumpió a su padre antes que volviera a comunicarse con la mente de McCoy.

La luz del atardecer vulcano daba un aspecto a Chris que difícilmente podría describirse. Abrazado en colores pasionales, rojo, dorado, café, un halo de luz plateada acariciando su silueta y un calor que descendía ligeramente para dejar que la noche se colara dentro del salón. Su piel lucía casi humana y sus orejas eran acariciadas suavemente por una pequeña brisa que interrumpió por la ventana, tan ligera que apenas se distinguía, pero tan obvia ante los ojos de ese hombre que parecían cortinas acariciando la extensión de su piel verdulea.

Era una ilusión. Una muy bella ilusión, pensó Bones.

— ¿Qué necesitas, duende?

Fue momento para Jim de fruncir el ceño en señal de reproche. Estar conectado en mente con Bones le permitía ver la forma tan magnifica en la que su PEQUEÑO NIÑO DE 15 AÑOS se dibujaba en la mente del doctor. Y aun así…

— A usted… — La voz de George se tornó ronca, firme, pero cálida y en extremo sensual. ¿Podía un niño hacer eso? ¿Cómo podía reaccionar a eso?

Jim se volvió para contemplar con reproche a su mejor amigo.

¡ES UN NIÑO, BONES!

— Entonces no dejes de esforzarte en la academia, duende… que aún no trabajas para la Federación, así que no te des demasiados ánimos tan pronto.

Y aunque pudo aparentar serenidad frente al vulcano que lo observaba marcharse, con un semblante por completo deprimido, por dentro era un mar de ansiedad.

¡Esto va a parar tan pronto su parte racional se active con la madurez!, ¡es el hijo de Spock, tu capitán!, ¡ES EL HIJO DE JIM!, ¡detente ya, maldito enfermo!

Se fue, solo porque no se conformaría con observarlo. Si permanecía ahí, cedería… pero él aún era un niño. Un niño por donde quiera que lo viera. Hacia 10 años él ya tenía un matrimonio arruinado en su haber, un mejor amigo muerto y media vida de desgracias a sus espaldas y ese pequeño recién había dejado de gatear.

¡Jim jamás te lo perdonaría!

— No, jamás te perdonaría que lo dañaras… solo si lo dañas Bones… pero amarlo…

Entonces supo que suprimía Bones.
Era remordimiento… pero no por él. Era remordimiento por Chris.
Porque quiso ser un padre para él. Porque quiso llenar el vacío que Jim había dejado y que definitivamente Spock no podía llenar. Quiso hacer tantas cosas, pero todo se desvió en ese horrible, sucio sentimiento. Deseaba abrazarlo fuertemente para protegerlo de todo daño. Deseaba besar ese rostro vulcano y esas condenadas orejas puntiagudas que desfilaban altivas frente a él. ¿Porqué con él?, después de todo, una traición era una traición, jamás cambiaba de nombre, ni había distintos tipos o clasificaciones, pero él jamás encontró estos rasgos atractivos en Spock, en cambio, sus orejas parecían molestas, presumidas, pretenciosas, siempre tan recto, siempre tan directo. Chris no era así, era más rebelde, pero no en la manera desmedida o bruta en la que Jim lo fue…

—¡¿Bruta?!

…Chris era diferente, se contenía mejor… solo si se veía empujado a ello respondía, el resto de él era pura paz. Era seguridad. Pero eso seguía estando mal.

— No es solo que sea un niño, puedo verlo, Bones…

Sin querer admitirlo, Kirk sabía que su amigo merecía la felicidad y su hijo, según lo gritó hacía ya no sabía cuánto, también lo amaba a él. Lo que lo detenía no era eso…

¡Claro!, ¿y luego qué? George es joven… ¿hasta cuándo sus metas incluirán a un anciano?

— Eso no es así…

¿Hasta cuándo dejaré de "ser su problema"?, ¡esta vez tengo más seguridad, pero lo amo más que a la primera persona que llegó tan lejos en mi vida!, ¿Qué dejará de mí una vez que se haya ido?

— Christophé jamás se atrevería…

No podría… no después de aprender… tropezar con la misma piedra dos veces… y esto no es solo una roca en el camino, esto es un acantilado… si caigo moriré, esta vez no podré… Ya solo hay pedazos, si él toma eso, se llevará incluso los huesos… no puedo. Es un niño… Es un niño… Es un niño…

— ¡Basta Bones, no puedes ser tan cobarde!

¡Este niño va a destruirme…! Yo no tenía motivos para continuar hasta que conocí a Jim… luego va y tiene este descarado medio vulcano con Spock y él… me devolvió los motivos y al final los tomó de vuelta… Esto está mucho muy mal… lo que siento…

El rubio intentó tocar a su amigo, pero la neblina amenazó con llevarlo lejos de ahí. Apenas intentó jalar su hombro cuando se encontró en un pasillo diferente.

— Bones… — Susurró hacia nadie, con pesar, cuando la voz que había estado escuchando desde hacía tiempo lo hizo girar.

— Necesito saber… — Nunca en su vida había coqueteado con alguien y de pronto aquel chico sacaba lo Chekov dentro de él. Su padre le contó alguna vez, bajo la influencia del alcohol, claro, que se había enamorado a primera vista de su padre, pero que necesitó mucho tiempo para llegar hasta él. Cuanto se rió de su inexperiencia en ese momento… y cuanto se reía de sí mismo. — ¿Cuál es tu nombre?

Todos mienten, nadie se salva de esa regla, torpe… solo escucha las palabras hermosas que deja salir de su boca y expúlsalo de tu sistema…

Por un momento Jim recobró su calma. Era extraño encontrar recuerdos felices después de océanos de pena. Parecía el resumen del motivo para el cual existimos.

— James… me llaman James… — Ahí estaba su James. Cuanto le había fallado.

No solo no pudo defenderlo de Khan, sino que intentó hacerle daño para salvar a su esposo.

— Perdóname, James… yo te amo, lo juro.

— Lo sé, padre. Y te perdono.

¡No podía estar más impresionado!, le estaba hablando y no era solo una conversación mental. Aquel recuerdo se detuvo y se dirigió a él.

— ¿Realmente eres…?

— Me gusta regresar a este momento, ¿sabe?... me hace recordar esa conversación que tuvimos usted y yo sobre la fuerza y sobre los monstruos… ¿no es ahora como luzco para usted, padre?, ¿no me considera un…?

— ¡Jamás, James Kirk!, ¡TE…!

—¡…AMO!

De pronto ya no estaban a bordo de la Enterprise… sino…

— La vengeance… — Jim se giró para ver a su hijo, lo que él veía con semejante dolor reflejado en su cara.

Ese recuerdo era del preciso instante en que despedazó el pecho del coronel, después que este lo siguió hasta la guarida abandonada de Khan.
Jim intentó girar su rostro en otra dirección, pero la fuerza de James le fue transmitida, así que sostuvo la mirada con valor… aun cuando los aullidos de dolor llenaban el puente. Aun cuando el muchacho que antes fuera un niño corriendo tras su padre después del divorcio se revolcaba de dolor sobre el suelo, con un James descontrolado sacando todo de su interior.

— Él lo sabía… que no era yo en ese momento… o al menos eso dice Chris…

— ¡Chris!, ¡Mi James, tú y tu hermano están…!

— Estamos bien, padre. El doctor McCoy y Aley nos acompañan, ya confían más en lo que sienten, pero es todo gracias a usted…

— ¿A mí?

— Lo he traído hasta este punto para que comprendiera en que consiste la experimentación de Khan y cómo podemos acabar con esta cadena de amargura que parece no tener fin.

— Dijiste antes que el compuesto me vuelve materia, espacio y tiempo al mismo tiempo, soy como un control, pero Khan desea utilizarme en su favor. Para impedir que sea yo quien tome control de todo, él…

— Le creó un defecto… cuando convive con la raza vulcana y aún más, cuando escucha la palabra que él tanto odia, el control, es decir, su mente, se reinicia y borra todo lo que puede.

— Entonces esas eran memorias de la materia… — Jim comenzó a comprender todos esos viajes a través de sus recuerdos, los recuerdos de Aley y los de Bones… pero… ¡un momento!

— ¿Por qué Bones…?

— Hemos puesto en el doctor la materia — El rostro de Jim se tornó un mar de dolor y miedo. — El doctor falleció pocos minutos después que arribamos por él… mi hermano no habría podido superarlo…

— Ni yo tampoco… — Entonces e recuerdo paró y James comenzó a llorar sobre el cadáver del hombre que había asesinado. El Jim y James que observaban a la distancia se sintieron seguros para continuar. — ¿Qué podemos hacer?

— Usted ya puede controlar de manera ligera el entorno para crear comunicación con el pasado, pero es peligroso, padre… podría reescribir cosas y eso nos traería aún más problemas.

— Universos Alternos…

— Así es… pero es justo lo que necesitamos… por eso nos dirigimos a Nuevo Vulcano, a donde debe encontrar la manera de llegar, padre.

— ¿Qué pasa con Nuevo Vulcano?

Cuando Jim estuvo por alcanzar a su hijo menor, la neblina comenzó a sacarlo de ahí, muy a su pesar. Antes que James se desvaneciera del todo, alcanzó a dar su mensaje a su padre. Y este lo congeló aún más que todo lo que había visto hasta ese momento.

— Vamos a darle a Khan lo que estaba buscando y cree que merece. Padre, usted y mi otro padre serán una familia.

¿Qué puedo decir? No suelo justificarme en estos asuntos, pero esta ocasión hasta yo me sorprendo de mí proceder. Este capítulo debí subirlo en septiembre del 2015 y de pronto… es octubre del 2016 y ya ni sé si aún alguien leerá esto.
Terminé la carrera y de pronto me encontré con ese mundo de adultos de trabajo y deudas por pagar (que claro, vienen de la mano con muchos derechos y libertades, pero…)
Abandoné esta cuenta por completo y aun así, tal como Jim en este fic, me niego a ceder. Comencé este fic cuando Into Darkness aún estaba en cines y jamás pensé que lo arrastraría hasta Beyond. Lo que volvió especialmente triste el publicar este capítulo es que era el único en que introducía a Chekov y Anton Yelchin ya no está más… son tantas cosas.
Pero siempre leí sus reviews y ya que volví, solo me queda agradecer su paciencia (si queda alguien aun) y más, alimentar su interés si recién conocen el fic. Este nuevo capítulo AL FIN explica la maldita materia (¡felicidades, solo tomó 3 años!) y lo que Khan buscaba hacer con Jim.

—Zary1701
— saku0692-chan
— Guest
—Mara Leon
—alexpotter

Gracias por sus mensajes y por esperar… y pues… no morí xD

Y esto no se acaba hasta que este fic se vuelva un verdadero SPIRK como prometí hace años.

By: R15