X-Men no me pertenece.
Advertencia: Un poquito más de ideación suicida, sentimientos de culpa, remordimiento, ansiedad, incapacidad de manejar las emociones correctamente… creo.
Hank no terminaba de entender ahora cuál era el problema con el telépata y con Erik.
El día anterior después de dejarlos solos para que hablaran con la excusa de que iría a buscar algo de comer (no había sido totalmente una excusa realmente había buscado algo para que el telépata pudiera comer), al volver encontró a Erik asustado (definitivamente el jefe le gritaría si decía eso en voz alta) y al telépata nuevamente inconsciente.
Después de asegurarse de que el mutante del que aún no sabían su nombre estaba únicamente durmiendo con signos vitales estables, decidió irse a casa con Alex y Scott, dejando a Erik en su laboratorio vigilando (un poco preocupado por lo que pudiera pasar, porque, ¿qué pasaba si decidían a eso de las tres de la mañana que era un buen momento para discutir y terminaban arruinando todos sus experimentos e investigaciones y…?), después de inspirar profundo y convencerse a sí mismo que sin importar cuanto lo solicitara, Erik solo lo ignoraría y haría lo que se le viniera en gana.
Y ahora que había amanecido y que era momento de regresar (no sin antes hacer una parada para traer fruta), encontraba al telépata y a Erik discutiendo… otra vez.
—¡Podrías solo decirme tu nombre y ya! —Exigió el jefe, entre dientes y luchando fervientemente (eso Hank lo podía notar claramente) por no gritar y no provocar que su mutación se saliera de control.
—Sí, podría— Concedió el mutante de ojos azules. —Pero, ¿qué diferencia hace que sepas mi nombre?, ya has hecho lo que se te ha dado la gana conmigo, pues entonces puedes ponerme el nombre que te venga mejor— Erik apretó fuertemente los puños y finalmente terminó lanzando una de las pocas sillas de metal del lugar contra una de las paredes, provocando en el telépata un estremecimiento temeroso (justo como a Hank), para finalmente salir sin siquiera saludarlo hacia Dios sabía dónde.
Hank tenía varias teorías, tal vez hablar con Raven, ir a pelear con Logan, ayudar a construir otra vivienda, ayudar con los cultivos, tratar de resolver un nuevo problema originado ese mismo día que realmente no debería existir…
—Buenos días— Decidió saludar. —Te traje fruta— Dijo acercándose con lentitud, buscando él no exaltar al mutante que no quería decirles su nombre, dispuesto a salir del lugar y dejarlo solo si es que así se lo pedían.
El telépata lo observó con rostro en blanco, pero Hank podía asegurar que lo estaban analizando a detalle. Supuso que paso la prueba pues el otro estiró un brazo en su dirección, solicitando en silencio el plato con fruta que Hank cargaba.
Lo entregó acompañado de una sonrisa.
—Si estás de acuerdo, voy a revisar tus signos vitales— El hombre pasó de tener su total atención en el plato con fruta para mirarlo y asentir. Hank inició con su tarea.
—Hank— Llamó de repente el mutante de nombre desconocido, provocando en él la necesidad de mirarlo a los ojos. —Perdón por meterme en tu cabeza y quitarte tu voluntad— Y sin esperar una respuesta, después de eso el telépata tomo un pedazo de fruta y lo llevó a su boca, masticando con un poco de miedo y otro deje de satisfacción, como si la fruta fuera el más exquisito de los platillos existentes en el mundo.
Alex había pasado gran parte del rato antes de dormir diciéndole que tuviera cuidado con el telépata, porque mutación o no, piernas funcionales o no, podía ser peligroso, pero cómo se suponía que considerara a alguien peligroso cuando acaban de disculparse con él por hacer uso de su mutación simplemente para defenderse.
—No te preocupes por eso— Terminó por ofrecer, atrayendo la atención del hombre que masticaba lentamente. —Si yo hubiera despertado en medio de un lugar desconocido con un catéter en una de mis venas, habría reaccionado igual— Ofreció sonriente, seguro de lo que decía.
Estando en la situación del telépata habría destruido todo a su paso, comenzando a buscar de inmediato a sus compañeros, al jefe, a Alex y a Scott.
Y el telépata le sonrió suavemente, no con ira desbordante o como si en realidad quisiera herirlo, simplemente como una sonrisa discreta y vulnerable.
Hank, complacido consigo mismo, continuó revisando el estado del telépata que se dejó hacer sin rechistar.
Hubiera querido preguntarle su nombre, pero después de presenciar la respuesta dada al jefe, consideró que tal vez y no era una buena idea.
—Hank—
—¿Sí? —
—¿Cuál es exactamente tu mutación? — Ciertamente no esperaba esa pregunta, pero tampoco era que no pudiera responder.
En el pasado, cuando era un joven que sufría de trastorno dismórfico corporal esa simple pregunta lo habría hecho cerrarse en sí mismo para luego correr a esconderse, mientras se repetía una y otra vez que él se arreglaría a sí mismo, que finalmente sería como los demás y ya nada lo preocuparía.
Las cosas se pusieron mal y después peor, para que finalmente pudiera estar en este momento de calma y felicidad, amando, siendo amado y amándose a sí mismo.
—Bu-bueno originalmente era solo atavismo— Explicó acomodando correctamente la velocidad de caída de la solución en el equipo de venoclisis. Casi pudo escuchar el regaño de Alex en su cabeza. —Ah, atavismo es…—
—Aparición de caracteres en un individuo más bien propios de antepasados— Hank estaba sorprendido ante la explicación simple y acertada dada por el mutante del que en serio quería conocer el nombre.
—Sí, eso es… ¡Sí!, Alex siempre me regaña porque dice que no sé hablar como alguien normal y que eso solo hace que confunda a la gente— Y ahí se dio cuenta de su error; no debió mencionar a Alex… no debió, pero si el telépata había estado en su cabeza tal vez ya sabía de su pareja, si no Hank acababa de asegurarse de que lo conociera.
Había sido descuidado y estúpido.
El telépata le sonrió en esa forma pequeña y vulnerable que le había mostrado recién y Hank no terminaba de entender (Alex o Logan probablemente dirían que estaba siendo manipulado), pero sentía que fuera lo que fuera que pasara después, él confiaría en el hombre desconocido frente a él, era una sensación parecida a la que sintió cuando conoció a Erik.
—Sé que Alex es tu pareja, lo vi en tu mente, pero no te preocupes yo no puedo lastimarlo, no tengo mi mutación, no me puedo mover libremente e incluso si esos impedimentos no existieran… sé que tal vez no me creas, pero aun así no lo lastimaría, ni a ti, ni a nadie— Hank le creía sin sentir en él una pizca de duda, pero supuso que lo mejor era no decirlo en voz alta, limitándose a asentir.
—¿Puedo hacerte una pregunta? — Dijo en su lugar.
—Claro, yo te hice una pregunta y contestaste, tú puedes ahora preguntarme a mí— Entre más hablaba con el mutante desconocido, más sentía que no podía ser que él hubiera estado de parte de Sebastian Shaw.
¡Manipulación! Pudo percibir como grito en su cabeza en una combinación de las voces de Logan, Alex y Raven.
—¿De verdad ustedes los telépatas pueden hacer todo lo que se dice que pueden? — El mutante sin nombre rio casi en silencio.
—Dime qué es lo que se dice y te diré si puedo hacerlo o no—
—Bueno el control mental es parte de sus habilidades, obviamente— Lo dijo de forma amena y sin ponerse a pensar en ser rencoroso, provocando una nueva y más ruidosa risa por parte de su contraparte.
—Obviamente—
—¿Qué tal algo así como poseer el cuerpo de otro? —
—Es posible— Aceptó el mutante. Hank estaba emocionado por la honestidad de las respuestas, siempre había querido hablar con un telépata.
—¿Proyección astral? — El telépata asintió. —¿Ocultar su presencia a la vista de todos? —
—Es posible, sí—
Y la sesión de preguntas de Hank continuó, sin sentirse juzgado o amenazado en ningún momento.
…
Era extraño pasar de su situación anterior de hacer miserable la vida de otras personas, robándoles su capacidad de tomar decisiones por su cuenta, su voluntad, obligándolos a creer que estaban de lado de Shaw, de preguntarse si de verdad tenía que estar vivo un día más, siendo uno de los mutantes más poderosos (o eso es lo que le habían dicho) pero sin poder ayudar a nadie.
Ahora estaba pasando los días descansando, comiendo, conversando con Hank y teniendo peleas de miradas (y una que otra vez con palabras) con Erik Lensherr.
El silencio en su cabeza debido a la ausencia de su mutación solo hacía más nítidas las voces del pasado, las voces que cuestionaban porque los estaba lastimando, los gritos de las conciencias que trataban de recuperar el control, la voz de Sebastian Shaw.
Y a veces esas voces eran tan claras que le impedían comer, a veces aparecían cuando el cansancio de su cuerpo lo obligaba a dormir, a veces aparecían a mitad de una conversación que le impedía continuar con el hilo de lo que sea con lo que Hank se había emocionado esta vez.
Y Charles quería callar a esas voces, quería que los recuerdos se fueran, quería que ya no doliera, pero cualquier forma de liberarse requería que su débil cuerpo se pudiera trasladar lejos de la camilla en la que se había mantenido los últimos días, además de que incluso si pudiera moverse no estaba solo ni un momento del día o de la noche.
Fue sorpresivo el primer día que su cuerpo ya no estaba tan cansado como para que su caótica mente no lo obligara a estar despierto con esta inminente sensación de que algo horrible estaba por pasar o él estaba por hacer, esta sensación de que todo estaba mal, de que nunca nada volvería a estar bien, caos que terminó siendo mitigado al ver a Erik Lensherr dormido en posición sentada junto a la camilla y claramente incómodo, aquello era claramente para mantenerlo vigilado, para proteger a su gente (y a pesar de todo, de cierta forma también ofreció una distracción para él y su escandalosa y solitaria mente, distrayéndose con el lento subir y bajar del pecho del otro ante su respiración profunda, el suave ronquido que se le escapaba cada cierto tiempo, grabando cada pequeño detalle del rostro contrario como la forma de sus cejas o el largo de las pestañas, las discretas manchas por el sol y las arrugas en los sitios que remarcaban que Erik tendía siempre a tener el ceño fruncido, ese día se había quedado dormido nuevamente recorriendo con su mirada la forma de los dedos de sus manos)
Un hombre joven rubio entro al laboratorio, provocando una sonrisa suave y dulce en Hank, el desconocido debía ser Alex.
—Oh, bien, gracias, am-Alex, voy a buscar a Erik, ya regreso— Explicó de manera un poco torpe y apresurada, tomando una de las manos de Alex brevemente dejando un ligero apretón.
No necesitaba su mutación para saber que los sentimientos de Hank por el rubio eran correspondidos.
Alex caminó hasta él, luciendo en control. Charles podía sentir que este chico lo lastimaría si lo consideraba necesario, pero podía percibir que no estaba planeando dañarlo
—Hola, Alex Summers, no tienes que decirme tu nombre, sé que no se lo has dicho a nadie, es igual— Le dijo, dedicándole una mueca que quiso pasar por sonrisa. —Estoy aquí porque Hank se preocupa por los sentimientos de las personas, incluso si esas personas no lo merecen— De cierta forma no se sentía tan atacado como debería. —Y creyó que tal vez preferirías que otro omega preguntara por tu ciclo de celo, en lugar de que él mismo lo hiciera, así que aquí estoy— Esta vez la mueca sí pareció más una sonrisa, aunque una un tanto sarcástica. —No te preocupes, sí tenemos supresores, tienen bastantes efectos secundarios— Dijo como si el mismo recuerdo fuera hasta doloroso. —Pero es lo que hay y estando en una isla tan pequeña tomar los supresores es en lo que podemos ayudar para que los alfas, ya sabes, no empiecen a pelearse entre ellos—
Charles se alegraba de que Alex y Hank se hubieran encontrado en medio de todo el caos reinando en el mundo.
Dedicó un deseo por el bienestar de Alex en el futuro y en su pasado también (incluso si no servía de nada).
—No te preocupes, Alex, no necesito los supresores— Alex suspiró como si hubiera esperado esa clase de respuesta.
—Mira, tal vez no entendiste, no solo se trata de tu seguridad, se trata de la seguridad de todos los habitantes de la isla, seguramente sabes que un alfa hormonal es súper territorial y desafiante y…— Sí, él lo sabía.
—No, lo que quiero decir es que yo no tengo ciclos de celo, por eso no necesito los supresores— Ahí fue la primera vez que Alex se vio confundido.
—¿No eres un omega? —
¿Se le podía seguir llamando omega a alguien como él?
—Lo soy, pero me hicieron una histerectomía con ooforectomía bilateral— El rubio frunció el ceño.
—Ya veo porque a Hank le gusta platicar contigo— Charles sintió que acababa de sonreír, pero no estaba seguro, su cara se percibía como si fuera la de un desconocido, todos sus músculos los notaba tembloroso y ajenos. —No sé qué significa eso—
—Significa que no tengo útero u ovarios, tampoco glándulas de vinculación— Alex adquirió una ligera palidez. No había querido provocar esa reacción. —Por eso no tengo ciclos de…—
—¡Entendí! — Contestó el rubio de manera cortante. —Entendí— Dijo de forma más escueta, como si quisiera borrar la forma en que lo había dicho anteriormente.
Alex estaba claramente afectado por lo que acababa de decirle y no sabía cómo repararlo porque no tenía su mutación y no estaba seguro de en qué sentido lo dicho estaba afectando al mutante menor.
Por suerte para los dos, Hank regresó.
—Hola, ya terminé con lo que tenía que hacer, ¿ustedes cómo están por aquí? — Dijo Hank animado, acercándose a Alex, notando de inmediato lo descolocado que se encontraba su pareja. El beta le lanzó una mirada a Charles como si buscara respuesta en él, no como si lo estuviera culpando de algo.
Se sintió bien, pese a la situación en la que estaban.
—Alex, ¿estás bien? — El nombrado trató de recomponerse.
—Estoy bien— Respondió viendo a Hank con seriedad. —Él dice que no necesita los supresores porque no tiene útero, ni glándulas de vinculación, ni ovarios— Hank enredó una de sus manos en la muñeca de su pareja, para dedicarle una extensa mirada a Charles que no estaba seguro de como describirla.
—Ah, ok… ¿quieren comer algo? —
Estaba empezando a notar que cuando no sabía qué hacer o decir, Hank ofrecía comida.
…
—Erik, hay unas personas que quieren hablar contigo— Dijo Mariko de brazos cruzados, mientras él trataba de seguir siendo útil al ayudar a poner las estructuras metálicas de soporte de una casa nueva.
—¿Sobre qué? — Cuestionó tragándose un suspiro.
—Dicen que tienen hambre—
—¿Qué no comieron? —
—La misma ración en base a peso, talla y edad, justo como a todos se les dio. Pero están seguros de que se les dio menos, yo ya les expliqué, pero descubrieron que soy una no mutante y por eso han decidido que no van a escuchar nada de lo que les diga— Finalmente dejó de darle la espalda a Mariko, la cual al instante le dedicó una sonrisa entre cansada y molesta (aunque él sabía que no estaba dirigida a su persona).
Esta vez sí que se permitió suspirar, aunque terminó saliéndole más que nada como un bufido.
A veces una pequeña y retorcida vocecita al fondo de su cabeza le decía que extrañaba más los problemas que acarreaba la guerra y no los que acarreaba la post-guerra.
—Gracias por no decirle a Logan, diles que ahora voy— Mariko rio en esa forma elegante tan suya, elegancia que no se amedrentaba a pesar del lugar en el que estaban o por la ropa que vestía y que definitivamente había visto mejores días.
—¿Por qué estás tan seguro de que no le he dicho? —
—Porque si le hubieras dicho ya estaría aquí enfrente de mí gritando— Mariko rio un poco más con infinita calma.
—Es adorable, pero quise ahorrarnos a los dos una de sus escenas dramáticas—
—Hmm— Terminó por producir a falta de una respuesta mejor (Erik creía que esa era una respuesta más que perfecta).
—Oh, jefe, ahí estás— Escuchó esta vez de voz de Hank.
¿Ahora qué?
Primero Hank le traería un nuevo problema que no necesitaba en este momento y segundo odiaba que le dijeran "jefe" casi tanto como "héroe de la era moderna"
—No me digas jefe, Hank, ¿qué quieres? —
—Oh, perdón, Erik. Hola Mariko— La mujer de rasgos asiáticos se limitó a ofrecer un corto saludo de mano. —Solo quería hablar de que deberíamos ayudar al telépata a sentarse un rato al sol—
—¿Qué crees que es?, ¿reptil? — ¿El mutante aún de nombre desconocido de repente era un animal de sangre fría para necesitar tomar el sol?... ahora que lo pensaba, podía ser posible. —¿Tiene una segunda mutación? — McCoy se apresuró en negar con todo su cuerpo a la vez que lo hacía con palabras.
—Ah, no, no. No he visto datos que sugieran la presencia de una mutación secundaria y él tampoco lo ha mencionado, pero no sabemos cuánto tiempo estuvo encerrado, pero lo que sí puedo notar es que debido a su mala o tal vez nula alimentación claramente no contó con todos los requerimientos nutricionales necesarias para tener un cuerpo saludable y sumado a eso la falta de luz solar ha sido perjudicial para él, por un lado está la atrofia muscular por la mala alimentación y la falta de movilidad, pero por otro tenemos que claramente sus huesos no van a estar muy sanos, imagina, su aporte de calcio casi inexistente, su aporte de vitamina D y eso sin contar con el sol que es el que…— Erik pellizco el puente de su nariz, recordándose a sí mismo que debía ser paciente con Hank, porque toda la palabrería ofrecida no era para arruinar su humor (incluso si ya estaba arruinado, incluso si su humor no podía ser arruinado porque ese era su estado perpetuo natural).
—Hank— Dijo el nombre del hombre como si se tratara de la más terrible de las amenazas, Hank entendió.
—Lo que quiero decir es que sería saludable para él sentarse afuera por un rato, también le dije a Alex que sería una buena idea que sea él el que pregunté por su ciclo de celo, porque imaginó que no es algo que quiera que le pregunte un beta como yo o un alfa como tú, jef-Erik— Se corrigió a último minuto. —O, Mariko, tú también podrías decirle— Comentó Hank.
—Creo que Alex lo va a hacer bien— Contestó la mujer omega (género poco común en no mutantes). Erik entendía que no era porque Mariko no estuviera dispuesta a ayudar con lo que se requiriera, pero aquella acción crearía un Logan molesto con toda la isla (porque era un bastardo dramático) por "poner a su compañera vinculada innecesariamente en peligro", así que si había otra opción que le ahorraría problemas a todos, era mejor elegirla.
Erik decidió estar de acuerdo con Mariko y de paso estar de acuerdo con Hank.
—Bien, Hank, si crees que es lo mejor, hazlo—
—Gracias, pero también creo que si va a estar fuera lo mejor sería que usted esté con él, para que nadie se acerque a… ya sabe, porque después de todo él es un telepata y luego de lo que pasó con lo de él metiéndose en la mente de todos a la vez…—
A veces odiaba que Hank fuera tan listo.
—Eso es cierto— Aceptó Mariko.
Erik controló su molestia para que el metal cercano solo vibrara ligeramente, concentrándose en respirar.
—Bien, iré a arreglar un problema con unas personas que no están contentos con su ración de comida y después iré contigo y el telépata, ¿te parece bien, Hank? — Explicó entre dientes, ante lo que el joven, si bien un poco intimidado, terminó manteniendo la calma para asentir (después de todo él también era un soldado).
Y así dejó que Mariko lo dirigiera hacia las personas que le estaban causando más problemas de los que ya tenía.
…
Erik quería esconderse en su casa, cerrar la puerta, acostarse en la cama, cubrirse completamente con las cobijas e ignorar a todos hasta el siguiente año o tal vez podía simplemente salir volando lejos de Genosha.
No, no podía hacer eso, era el líder de todos estos mutantes (y no mutante), era su responsabilidad, incluso si ya no la quería, incluso si se sentía demasiado cansado y ese maldito dolor de cabeza no quería irse.
Caminó con agresividad, logrando detener a cualquiera (que no fueran sus compañeros de confianza) que quisiera acercársele a hablarle de algún otro ridículo problema que consideraran relevante, pero que no lo (putas) era.
Entró al laboratorio sin preguntar nada, sin saludar a nadie y sin procesar cualquier cosa que Hank tuviera para decir, simplemente colocándose frente al telépata que seguía rehusándose a decirle su nombre, el telépata al que no había podido matar, el telépata al que estaba obligando a vivir, quitándole su mutación.
—Te llevaré afuera— Le dijo al mutante aún desconocido.
—Ok, de todas formas, el que yo diga que estoy de acuerdo o no, no hace ninguna diferencia, ¿no?, Erik Lensherr termina haciendo lo que le place— Cerró sus puños con fuerza.
—Bien, haré lo que me plazca— Y sin más pasó uno de sus brazos por la parte posterior de las rodillas del telépata y la otra por su espalda, alzándolo con rapidez, arrancándole una inspiración forzada al otro y provocando que unos brazos se enredaran en su cuello.
—Así de cerca podría golpearte o morderte— Le dijeron entre dientes.
—No lo harás, porque no voy a lastimarte— Contestó, para regresar sobre sus pasos, justo al salir del laboratorio, el telépata cerró los ojos con fuerza, como si no supiera que hacer con tanto sol, algo se removió en su pecho, algo doloroso. Continuo su recorrido dirigiéndose hasta la parte del campo que le había dicho Darwin que le correspondía cuidar hoy, lugar donde previamente había colocado una silla, acomodando al telépata tratando de no ser brusco, para luego colocar una cobija sobre sus piernas.
—Hank dijo que debemos mantener tus piernas calientes— El omega no lo honró con una respuesta mientras lucía como si todo el lugar fuera una letrina. —Voy a estar ayudando con los cultivos, estaré cerca, si necesitas algo…— El telépata lo interrumpió.
—Tranquilo no es como que pueda huir— Le dijo de forma seca y con una sonrisa agresiva.
Erik decidió que lo mejor era no responder, al alejarse ligeramente y fingir que no le estaba poniendo atención, pudo percibir que el telépata (gracias a que la silla era baja) comenzó a pasear una de sus manos por encima del pasto presente en los lugares no tratados para cultivar, incluso tomando un puño de tierra como si fuera la sensación más maravillosa de la existencia, pudiendo apreciar incluso una sonrisa sin sentimientos negativos ocultos detrás, notando como por un instante hasta cerro los ojos como si estuviera en completa paz.
—Hey, jefe— Saludó Alex con su hermano de 5 años en brazos aparentemente dormido y distrayéndolo de poder seguir presenciando al telépata.
—No me digas jefe—
—Sí, como sea, quería hablarte de…— Alex desvió la mirada de forma discreta en dirección al telépata. —Sabes que Hank me hizo hablar con él sobre su celo— Erik asintió. —Pues me dijo que no tiene ciclo de celo—
—Entonces no es un omega— Afirmó él, comenzando a preocuparse por lo que podría pasar con su mutación después de usar el anti-mutágeno.
—No, no es…— Alex hizo una pausa abrazando con un poco más de fuerza a Scott. —Dijo que no tiene útero, ni ovarios, ni glándulas de vinculación—
—¿Qué? — Exclamó al parecer de manera demasiado alta, provocando en Alex una expresión entre molesta y de advertencia, por suerte al parecer el telépata no los había escuchado demasiado ensimismado en las plantas y la tierra y el sol o simplemente no le importaba lo que sea de lo que estuvieran hablando (o tal vez sabía de lo que hablaban y seguía sin importarle).
—Escucha— Reinició Alex. —Si él mismo decidió quitarse su… lo entiendo, muchos omegas lo hicieron, estábamos en guerra y el celo no es compatible con la guerra y los supresores eran difíciles de conseguir, pero…— Alex estaba comenzando a lucir demasiado mortificado, casi tanto como cuando lo conoció, asustado por no poder controlar su mutación, asustado por su hermano, pero luchando sin rendirse. —Pero si alguien más lo obligó…— Y no terminó su frase porque probablemente no podía.
Y Erik entendía que lo hecho al telépata si alguien más lo había ordenado… eso era tortura.
También ahora entendía por qué no tenía aroma.
—¿Qué están haciendo ahí parados sin trabajar? — Cuestionó Raven caminando tomando una de las manos de Kurt y una de las manos de la niña.
La niña sonrió al verlo corriendo a abrazarlo, él como siempre se quedó en medio del reflejo de responder el abrazo y sin querer hacerlo porque abrazar a la niña desencadenaba una serie de recuerdos paralizantes; por lo que, como siempre, se limitó a dar unas cuantas palmadas a la cabeza pelirroja.
—Hola niña— A la pelirroja siempre parecía bastarle con eso, siempre sonreía feliz y continuaba con lo que sea que fuera a hacer.
La que nunca estaba conforme con sus respuestas era Raven.
—Hola Kurt, decidió saludar—
—Hola señor Erik— Dijo con sonrisa enorme de dientes pequeños.
—Vamos Scott, despierta, Kurt y la pequeña están aquí— Mientras Alex luchaba por despertar a Scott, Raven finalmente notó al telépata, caminando hacia él, mientras Kurt y la niña se distraían comenzando a jugar entre pasto y flores.
—Hey— Exclamó Raven y aunque aquello era una expresión usada comúnmente entre ellos como saludo, ahí Erik podía descifrarla como lo que realmente era, el inicio de una amenaza. El telépata la observó con mucha calma. —Quiero dejarte bien en claro que si vuelves a intentar algo como lo de antes en la que te metiste en la mente de todos los presentes en la isla o intentas algo más sin uso de tu telepatía y terminas lastimando a alguien, te mato, no es una promesa vacía— El ojiazul sonrió.
—Sé que no lo es, Raven— Aquella respuesta más que calmarla hizo enojar un poco más a Raven.
—Alex, ¿quién es él? — Cuestionó Scott ya despierto.
—Es el nuevo mutante del que Hank a estado hablando, ¿recuerdas? — Cuestionó Alex con la imparable paciencia que siempre le demostraba a su hermano menor.
—¿Por qué no tiene pelo? —Susurró el menor.
—¿Por qué no le preguntas? — Contestó Alex en el mismo tono susurrado.
—¿Puedo? — Cuestionó recibiendo un asentimiento de cabeza de parte de su hermano.
—Pero preséntate primero— Le ordenó Alex para ser colocado sobre sus propios pies, el niño de inmediato tomó la decisión de caminar hasta posicionarse frente al telépata.
—Hola, soy Scott, no tienes pelo— Dijo de una, sin pausas.
Alex y Raven rieron.
—Lo siento— Ofreció Alex y Scott claramente se notaba confundido, pues había hecho exactamente lo que le habían pedido.
El telépata negó con la cabeza.
—Mucho gusto Scott y tienes razón no tengo cabello—
—¿Puedo tocar? —
—Scott— Riñó Alex.
—Puedes— Ofreció el telépata de inmediato, inclinándose para que el niño pudiera alcanzar fácilmente su cabeza, una vez con su mano dominante sobre la superficie sin cabello, Scott comenzó a reír.
—Se siente chistoso— Kurt y la niña eligieron ese momento para acercarse.
—Hola, soy Kurt, ¿puedo tocar también? — Cuestionó el hijo de Raven.
—Ku…— Trató de detener Raven, pero el telépata la interrumpió.
—Mucho gusto Kurt y sí, sí puedes— El niño de inmediato imitó las acciones previamente realizadas por Scott, igualmente riendo escandalosamente.
—Sí se siente chistoso— Y finalmente el par de ojos azules demasiado claros se centraron en la niña.
—¿Tú no vas a preguntarme si puedes tocar mi cabeza? — La niña sonrió.
—Ella no habla— Explicó Kurt.
—Pero eso no importa aun así es nuestra mejor amiga, ¿verdad Kurt? —El hijo de Raven asintió rápidamente ante lo dicho por Scott.
El telépata lo miró a él como si quisiera preguntar por la veracidad de las palabras dichas por los niños, Erik negó con la cabeza centrándose un momento en la cicatriz horizontal en el cuello de la niña. No ella no hablaba.
La pequeña pelirroja le ofreció una de las flores que había recogido al telépata, quien la tomó con mucho cuidado, para luego inclinar su cabeza, permitiendo que la niña tocara su cabeza, para luego sonreír de forma más grande, escondiendo la sonrisa detrás de manitas hechas puños por estar sosteniendo diferentes flores de colores.
El ojiazul la miró específicamente a ella por unos instantes, con una sonrisa suave.
—¿Cuál es tu nombre? — Solicitó ante lo que la niña se limitó a regresarle la mirada. Después de unos segundos, el hombre volvió a hablar. —Jean—
—¿Eh? — Dijeron Alex y Scott a la vez.
—¿Cómo? — Cuestionó Raven.
—Su nombre es Jean—
—¡Erik, su telepatía…! — Exclamó Raven alarmada.
—No— Susurró Erik con seguridad.
—No, mi telepatía no ha regresado— Ofreció el ojiazul viéndolo a él ante su respuesta susurrada. —Fue la telepatía de Jean, la que me permitió saber—
—¿Entonces se llama Jean? — Cuestionó Scott con una sonrisa enorme, acercándose a tomar a la niña por una de sus muñecas, claramente notando sus manos ocupadas. —Hola Jean— Saludó haciendo a la niña sonreír, notablemente feliz de escuchar su nombre, Kurt también se acercó, tomando la mano libre de la pelirroja.
—Hola Jean— La pequeña encogió un poco los hombros como si no pudiera con la emoción que la embargaba.
—Pero nunca ha usado su telepatía con nosotros— Murmuró Raven. —¿La ha usado contigo y no nos has dicho? — Interrogó a Erik directamente.
—No— Contestó de inmediato, porque eso nunca había pasado.
—Aún es muy pequeña, su telepatía aún está muy dispersa, claro que no puede traspasar las barreras protectoras de sus mentes, pero yo también soy un telépata es más fácil para mí ser el receptor de sus primeros intentos de comunicarse telepáticamente con otra mente—
Raven miró al telépata sin estar convencida.
—O simplemente podrías estar inventando todo— Comentó de forma cortante.
Erik le dedicó una corta mirada al telépata y después miró a la niña, no, miró a…
—Jean— Llamó, provocando que la pelirroja lo volteara a ver de inmediato, para luego correr a abrazarlo. —Es su nombre— Aseguró él.
Por respuesta Raven tomó a Kurt en brazos y a él y a Jean los obligó a alejarse del telépata (y de Alex y Scott en el proceso también), alcanzando a apreciar la sonrisa un tanto incomoda que Alex le ofreció al ojiazul, casi como si se disculpara no como si le molestara quedarse a solas con el mutante nuevo.
—Erik, no puedes hablar en serio, no puedes confiar en ese mutante tan fácilmente, ya te he dicho que…— Erik no siguió escuchando el regaño de Raven, en su lugar comenzó a poner atención a la conversación entre Scott y el telépata.
—¿Y tú? — Cuestionó el niño.
—¿Yo? —
—Sí, tú, ¿Cómo te llamas? —
—Oh— El telépata rio ligeramente. —Me llamo Charles—
Ese era el pedazo de información que Erik necesitaba.
—Raven— Interrumpió Erik a su amiga. —Necesito hablar con Azazel— Raven frunció el ceño y miró en otra dirección, claramente esperando esa frase, desde hace tiempo.
Cuídense del coronavirus y de las escaleras también.
Muchas gracias por leer.
