Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Aclaraciones: Esta es una traducción autorizada de la historia "The Sacrificed", escrita por SasuNarufan13. Pueden encontrar su perfil e historias originales en Ao3 y Fanfictionnet.
Advertencias: Ambiente medieval, hombres lobo, contenido +18, violencia, Mpreg, referencias a acoso sexual, parto, lactancia masculina…
Notas: Este fic es la segunda parte de una serie llamada "El lobo y su sacrificio". Cuenta con 9 capítulos, todos desde el punto de vista de Naruto.
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El Sacrificado
Naruto es consciente de no ser importante para la mayoría de los aldeanos, pero jamás pensó que en serio lo fueran a sacrificar a la Bestia.
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Parte 3
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El nido ya no era solo de Naruto. Ahora era suyo y de Sasuke.
La noche siguiente a la tarde durante la cual Naruto había aceptado convertirse en su compañero, el rubio observó a Sasuke dar vueltas por la cueva, colocando otro trozo de leña en el fuego para que las llamas no se extinguieran. Puede que ya fuera el apogeo del verano, pero el calor no llegaba tan profundo dentro de la cueva y Naruto al menos necesitaba una fogata encendida durante toda la noche para no sentir demasiado frío.
Mientras observaba a Sasuke, se le vino a la cabeza que durante todos esos meses que llevaba aquí, el lobo siempre dormía al otro lado de la cueva, dejándole el nido a Naruto. Darse cuenta de que Sasuke había estado durmiendo probablemente bastante incómodo todo este tiempo solo para que Naruto pudiera tener el nido lo hizo sentir mal. Tendría que remediarlo.
—Puedes dormir conmigo, ¿sabes? —dijo y se sonrojó cuando Sasuke se volteó a mirarlo con una ceja alzada. —Quiero decir, podemos compartir el nido. Es lo suficientemente grande, ¿no?
—Lo es. —estuvo de acuerdo Sasuke, acercándose en silencio. —Pero, ¿estás cómodo con la idea de compartir? No me importa dormir en otro sitio.
Naruto negó con la cabeza y se hizo para atrás, palmeando el espacio frente a él.
—No, eso no estaría bien. N-No me importa compartir.
Ojos negros se entrecerraron ligeramente, estudiándolo. Lo que fuera que estuviera buscando, debió encontrarlo, ya que asintió y se dejó caer de rodillas sobre el nido grácilmente.
— ¿Cómo quieres hacer esto?
Naruto lo miró desconcertado, sin haber pensado realmente tan lejos. Sus ojos recorrieron el nido, estudiando la mezcla de pieles y almohadas hechas a mano, llenas de todo tipo de suaves plumas. Con el paso de los meses, Sasuke había ido añadiendo más y más capas al nido, hasta el punto en que Naruto ya no podía sentir ni el más mínimo indicio del frío suelo de la cueva.
Una gran sábana reposaba a sus pies, aunque suponía que no iba a necesitarla durante un tiempo si Sasuke comenzaba a dormir junto a él. Hace semanas atrás había descubierto que, sin importar la temperatura de afuera, la temperatura del cuerpo de Sasuke tendía a estar más caliente que la de Naruto, así que con el fuego ardiendo felizmente en la improvisada fogata y Sasuke junto a él, no tendría que utilizar la sábana probablemente hasta que el invierno llegara.
—Erm, ¿tú junto a mí? —sugirió el rubio embarazosamente, rascándose la nuca. —Aunque no sé si pateo en la noche, así que… ¿lo siento de antemano?
—No pateas en la noche. —respondió Sasuke tranquilamente. —Apenas te mueves.
Una parte de Naruto pensó que debería darle algo de miedo, o al menos considerar extraño que Sasuke supiera eso, pero desde el inicio supo que Sasuke ocasionalmente se asomaba para saber cómo estaba durante la noche.
—Entonces… ¿supongo que eso es bueno? —Naruto parpadeó, inseguro de cómo proseguir ahora.
Un suave resoplido se le escapó al cambiaformas y Naruto chilló cuando fue empujado sobre su espalda de repente. Luego de dejar que Sasuke lo moviera (tiempo durante el cual Naruto tuvo la impresión de ser tratado como una especie de muñeca de trapo), terminó con la espalda pegada al abdomen de Sasuke y con brazos enrollados firmemente en su cintura, sin ser muy restrictivos.
Un escalofrío le recorrió la columna cuando un cálido aliento le acarició la nuca cuando Sasuke murmuró: —Listo, ahora ambos estamos cómodos.
Naruto quiso ofrecer algún tipo de rebate. Qué, no estaba seguro aún, pero con el calor del cuerpo de Sasuke envolviéndole como una especie de almohada térmica, sus párpados se volvieron pesados y, antes de darse cuenta, ya había caído en un profundo sueño.
Las siguientes semanas las pasaron llegando a conocerse mejor y dándose besos. Muchos, muchos besos.
Naruto nunca había considerado antes si besar a alguien le gustaría, y como fue considerado como una especie de oveja negra allá en la aldea, no había estado en posición de tener la oportunidad de besar a alguien.
Pero descubrió que sí le gustaba besar a Sasuke. Mucho. Había algo con respecto a su sabor, lo firmes pero suaves que sus labios se sentían contra los suyos, que hacía que Naruto quisiera más. Más besos, más caricias, más calor. A veces parecía como si nunca llegaría a sentirse satisfecho, como si nunca llegaría a sentir que había besado al otro hombre lo suficiente.
No era una mala sensación, para nada.
Era extraño a veces considerar cómo había pasado de ser un huérfano indeseado a alguien adorado por una de las personas más gentiles que jamás hubiera conocido. Algunas de las noches que dormía junto a Sasuke, observaba el techo irregular en la oscuridad, preguntándose si todo no era tan solo un largo sueño. Llegaba a pellizcarse a sí mismo y el agudo dolor le recordaría cada vez que no estaba soñando, que Sasuke en verdad lo quería.
Podía sentir el cálido brazo de Sasuke rodeándole como el acero o como cómodos grilletes y decirse a sí mismo que esto era real, que lo que Sasuke y él compartían no era un sueño, una fantasía o una mentira.
Sin embargo, conforme los días se convertían en semanas, Naruto comenzó a preocuparse por otra cosa, algo que se había mantenido en lo profundo de su mente incluso cuando su cabeza se nublaba por el deseo cada vez que Sasuke lo besaba.
— ¿En qué piensas?
La pregunta lo hizo bajar su perpleja mirada al pelinegro. Deberían estar probablemente a mediados de agosto y habían intercambiado la cueva por un río cercano, buscando como refrescarse dentro del agua. Naruto estaba sentado en la orilla con el pecho descubierto y los pantalones enrollados justo arriba de las rodillas, sus piernas descansando en el agua. Sasuke se había acomodado entre sus piernas, decidiendo sumergirse en el río completamente.
—Luces como si estuvieras preocupado por algo. —añadió el lobo, su frente arrugada por su ceño fruncido.
La luz del sol se colaba entre las hojas de los árboles, resaltando el brillo azulado de sus cabellos. Los negros mechones se le pegaban al rostro, gracias a haberse sumergido en el agua, y Naruto estiró el brazo para hacérselos hacia atrás, permitiéndose descansar sus manos sobre fuertes y amplios hombros.
—Es solo que…—hizo una pausa, tratando de encontrar la manera de enunciar sus preocupaciones sin sonar como un niño estúpido.
Aunque cumpliría dieciocho el próximo año, a veces sentía como si Sasuke fuera mucho más maduro y más sabio que él, especialmente cuando el hombre se apartaba cada vez que sus besos se volvían demasiado intensos y tenía que calmarse antes de perder el control. El primer par de veces que sus besos habían dejado de ser suaves e inocentes para convertirse en profundos e intensos, Naruto se sintió confundido y herido cuando Sasuke se había apartado de él abruptamente, dejándolo sintiéndose despojado.
Le hizo sentir inseguro, preocupado de que fuera tan malo besando que Sasuke tuviera que irse. Pero, entonces, Sasuke le había confesado que necesitaba irse antes de perder el control.
— ¿Perder el control? ¿O sea que te preocupa que vayas a morderme? —preguntó Naruto, completamente confundido.
La risa de Sasuke sonó algo forzada, incluso cuando tomó las manos de Naruto entre las suyas y les dio un apretón.
—No. Bueno, sí de alguna manera. —concedió y se relamió los labios, distrayendo al rubio momentáneamente. —Sí quiero morderte, pero en el buen sentido. Quiero tocarte en todas partes. —su voz se volvió grave, más intensa, y las mejillas de Naruto se calentaron. —Y besarte en todas partes, pero también sé que no estás listo para eso aún.
— ¿Quién dice que no estoy listo? —Naruto rebatió, frunciendo el ceño. — ¡No sabes cómo me siento!
—Eso es cierto. —concedió Sasuke y, en un parpadeó tan veloz que Naruto ni siquiera lo vio venir, el otro hombre lo había empujado rápidamente, acomodándose entre sus piernas.
Sorpresa lo atravesó, los músculos de su estómago tensándose cuando dedos se colaron bajo la cintura de su pantalón y, antes de darse cuenta, había apartado la mano de Sasuke de un manotazo. El sonoro "smack" rebotó en las paredes de la cueva y se congeló, sintiendo su corazón ir a mil por hora mientras observaba a Sasuke fijamente, solo entonces cayendo en cuenta de lo que había hecho.
—Lo sie-.
—Es verdad que no sé cómo te sientes, pero puedo leer tu lenguaje corporal. Además, sigues olvidando que estoy en sintonía con tu aroma. —dijo Sasuke con voz calmada, sin lucir ofendido o molesto en lo más mínimo. Se sentó, todavía estando entre las piernas de Naruto, pero no lo tocó. —Puedo sentir cuando te sientes incómodo probablemente antes de que tú mismo puedas registrarlo. Por eso me voy. Porque aunque quiera más, tampoco quiero lastimarte y, cuando me voy, es porque estoy a punto de perder el control.
Lentamente se agachó, dándole tiempo a Naruto de ver hacia dónde se dirigía su mano, y sus dedos rozaron con suavidad la mejilla de Naruto.
—Nunca pienses que es porque no te deseo. —murmuró, sus ojos resplandeciendo gracias a las llamas de la fogata. —Es porque te deseo demasiado que me tengo que ir.
Naruto se había sentido avergonzado luego de aquella conversación, e incluso se sintió algo culpable de que Sasuke tuviera que contenerse a pesar de que el otro hombre le había asegurado que no le importaba esperar a que estuviera listo.
Aunque a veces parecía como si todo lo que Sasuke hacía era esperar por él. Esperar a que Naruto correspondiera sus sentimientos, esperar a que estuviera listo para hacer algo más que solo compartir un par de besos y leves caricias…
¿Cómo podría ser un buen compañero para Sasuke si todo lo que hacía era hacerlo esperar?
—Dime qué pasa. —demandó el pelinegro, sus ojos entrecerrándose peligrosamente. —Hueles como si fueras a entrar en pánico, ¿qué ocurre?
—Es que…—Naruto titubeó de nuevo, pero la mirada de advertencia que recibió lo hizo ceder. —Me preguntaba… ¿Estás planeando quedarte aquí para siempre o piensas regresar donde vive tu familia?
Sabía que Sasuke tenía a sus padres y un hermano mayor. De acuerdo con él, vivían juntos con varias otras ramas de la familia cerca de un lugar en las montañas, lejos de los humanos para poder transformarse a placer y vivir sin ser molestados por nadie.
Naruto no sabía qué tan lejos quedaban esas montañas, pero debía ser bastante lejos considerando que Kakashi nunca había mencionado haber visto las montañas a pesar de lo mucho que viajaba.
Sasuke ladeó la cabeza hacia la izquierda. —Eventualmente planeo llevarte conmigo y regresar, sí. Pero no aún.
— ¿Por qué no?
—Es un viaje muy largo. —le explicó, sus pulgares trazando círculos en las rodillas de Naruto. —Aunque nos fuéramos ahora, seguiríamos viajando cuando llegue el invierno y los terrenos que debemos cruzar no son seguros durante ese tiempo. Lo más pronto que podemos irnos es una vez que llegue la primavera. Eso haría que llegáramos a inicios de otoño.
—Oh. —consideró el rubio, tratando de imaginar qué tan largo debía ser el viaje si tuvieran que seguir viajando durante el invierno. Le costó bastante imaginarlo.
Escuchar sobre lo largo del viaje le hizo preocuparse más aún del asunto que se había mantenido en su mente por varios días.
— ¿Crees que tus padres…? ¿Será que me aceptarán? ¿Y tu hermano? Dijiste que tenías un hermano mayor, ¿qué tal si no lo aprueba? Si el viaje es tan largo, ellos no saben que ya has encontrado a alguien, ¿cierto? ¿Qué tal si…?
—Respira. —le dijo Sasuke gentilmente, pero firme, y Naruto inhaló profundo para recuperar la respiración, sonrojándose instantáneamente.
Bajó la vista al agua, sus mejillas sintiéndose tan calientes como si hubiera puesto su rostro sobre el fuego.
—Perdón. —murmuró en voz baja.
—No tienes nada de qué preocuparte, ¿de acuerdo? —le dijo el lobo, comenzando a acariciar sus piernas de arriba abajo, apretando gentilmente sus pantorrillas de vez en cuando. —Mi familia va a aceptarte, no tengo duda de ello.
—Pero, ¿y si no? —protestó Naruto, alzando la cabeza. — ¿Y si me echan un vistazo y deciden que no soy lo suficientemente bueno para ti?
Una ceja oscura se alzó. —Van a echarte un vistazo y decidir que hice una buena elección. Lo único que les importa es que sea feliz.
—Pero, ¿y si no les agrado? —el rubio insistió, la preocupación haciendo que su estómago se le revolviera incómodamente. —No puedes estar seguro de que…
—Conozco a mis padres. —Sasuke lo interrumpió. —Conozco a mi hermano. Sé que van a aceptarte. No tienes nada de qué preocuparte, confía en mí. Cuando te conozcan, de lo único que tendrás que preocuparte es de que mi madre trate de ahogarte con abrazos. —las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba en una pequeña sonrisa, y Naruto sonrió involuntariamente.
Tal vez era algo tonto preocuparse de algo que no pasaría aún. Sasuke tenía razón: él conocía a su familia mejor que nadie y, si estaba seguro de que aceptarían a Naruto… No tenía sentido seguir preocupándose de ello por más tiempo. De todos modos, parecía que seguirían aquí por varios meses más como mínimo.
Pero, espera. Si el viaje era tan largo, ¿eso significaba que…?
— ¿Eso significa que no volveremos nunca aquí una vez que nos vayamos? —dicha realización golpeó a Naruto como una bofetada, sus ojos abriéndose como platos. ¡Si nunca regresaban, eso significaba que jamás volvería a ver a Tsunade y a Kakashi de nuevo!
No es como si los hubiera visto desde que lo habían botado frente a la cueva, pero el conocimiento de que no estaban tan lejos lo reconfortaba de todos modos. Todavía había oportunidad de poder encontrárselos cuando salía a caminar por el bosque, pero una vez que se fueran a las montañas…
No volvería a verlos de nuevo nunca.
—No, una vez que nos vayamos, no volveremos. —Sasuke le respondió, haciendo su cabeza hacia atrás ligeramente. Estudió a Naruto cuidadosamente, su mirada enfocada en su rostro. —Volver no solo tomaría mucho tiempo, sino que también podría ser peligroso para nosotros.
—Entiendo. —Naruto se sentía como un idiota. Por supuesto que no volverían. El viaje tomaría meses, era natural que no pudieran viajar cada año de ida y de regreso. —Entonces… Una vez que nos vayamos… Eso es todo.
—Eso es todo. —confirmó Sasuke. — ¿Esperabas algo más?
El rubio se encogió de hombros incómodamente y desvió la mirada. —No lo sé… Supongo que pensaba que tal vez algún día podría ver a Tsunade y Kakashi otra vez. Pero, entiendo por qué no es posible.
Pero dolía saber que no volvería a verlos de nuevo. Los chances de encontrárselos en el bosque eran pocos, podía admitirlo, y una vez que se fueran a las montañas…
Dio un respingo cuando dedos húmedos tocaron su rostro y giró la cabeza voluntariamente cuando Sasuke puso algo de presión bajo su toque.
Ojos negros lo observaban con suavidad antes de que Sasuke se levantara, apoyándose en el suelo, y capturara la boca de Naruto en un beso suave. Ignorando la irritación detrás de sus globos oculares por las lágrimas, Naruto se rindió ante el beso, permitiéndole al otro hombre profundizarlo gradualmente hasta que solo pudo pensar en Sasuke. Sus labios, su toque, su olor…
Un chillido de sorpresa se le escapó cuando el lobo lo jaló dentro del agua con él, el calor de sus palmas casi ardientes a través de los pantalones que Naruto aún llevaba puestos. El fugaz pensamiento de que probablemente debería protestar, señalar que no tenía otro cambio para mientras esperaba que este par se secara, pero era difícil enojarse cuando afilados dientes mordisqueaban su labio inferior y manos se deslizaban sobre él hasta descansar en su espalda baja.
Se sentían calientes contra su piel desnuda, incluso en la fresca agua, y un escalofrío lo recorrió al presionarse más contra Sasuke, aunque eso hizo poco para aliviar la sensación de demasiado. Demasiado caliente, demasiado intenso.
Gimió cuando Sasuke comenzó a mover sus caderas contra las suyas y el lobo gruñó, apartándose de la boca de Naruto para atacar su cuello en su lugar. Naruto echó la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavaron en hombros pálidos cuando labios comenzaron a succionar, dejando marcas detrás de su oreja. Todo mientras Sasuke seguía moviendo las caderas contra las suyas, seguía tocándolo, seguía besándolo, y todo lo que Naruto podía hacer era aferrarse a él y besarle de vuelta, mientras ola tras ola de placer azotaban dentro de él.
Destellos blancos estallaron bajo sus párpados, haciéndole jadear y convulsionarse levemente cuando el placer llegó hasta su límite, haciéndole sentir que su piel era demasiado estrecha, demasiado pequeña para contenerlo todo. La sangre corría audiblemente en sus oídos y apenas fue consciente de los sonoros gemidos que escapaban de sus labios mientras se aferraba a Sasuke, permitiéndose sentir esta gran ola de placer que nunca antes había experimentado.
Cuando el placer al fin se agotó, se dejó caer hacia atrás, sintiéndose agotado de repente. Sus extremidades estaban demasiado pesadas y el cansancio comenzó a apoderarse de él al yacer contra la orilla del río, intentando recuperar la respiración. Ni siquiera se inmutó cuando Sasuke le quitó los pantalones, arrojándolos hacia algún punto de la orilla. Estos aterrizaron con un sonido húmedo. Probablemente les tomaría algunas horas secarse.
No le importaba. No podía importarle, no cuando Sasuke volvía a cobijarlo entre sus brazos y le susurraba al oído lo hermoso que era, lo buen compañero que era. Las mejillas del hombre estaban coloreadas de rosa y sus negros ojos relucían satisfechos mientras sus manos recorrían la espalda de Naruto de arriba abajo de modo reconfortante, rozando su trasero suavemente de vez en cuando.
Naruto se lo permitió y le rodeó el cuello con los brazos, dejando que el gentil sonido de los grillos cantando y el toque de Sasuke lo arrullaran antes de quedarse dormido.
—No vayas a dormir aún. —le dijo Sasuke unas noches más tarde.
Naruto lo miró perplejo, deteniéndose en frente del nido. Habían ido por una larga caminata a lo largo del bosque ese día y, si era honesto, estaba cansado y quería descansar. Especialmente porque sus pies le dolían, aunque suponía que eso era más o menos su culpa, considerando que había rechazado la oferta de Sasuke de cargarlo de regreso a la cueva.
— ¿Por qué no? —le preguntó con curiosidad, intercambiando su atención entre el nido y el lobo. —Es tarde. —le recordó sin necesidad.
No había un reloj en que pudiera basarse para saber la hora pero, considerando que afuera estaba completamente oscuro, pensó que era seguro asumir que ya era cerca de medianoche.
—Porque quiero llevarte a otro sitio todavía. —Sasuke le respondió y cambió a su forma de lobo.
— ¿Hay que caminar mucho? —preguntó Naruto dubitativamente, apoyando su peso de una pierna a otra. —Porque no creo que aguantaré otra caminata.
Esto hizo que Sasuke girara los ojos, lo que a decir verdad era una extraña vista en su forma de lobo.
—Ofrecí cargarte. —le recordó y Naruto agitó la mano para restarle importancia, sin ganas de comenzar esa discusión de nuevo. —Pero no, no tienes que caminar. Será más rápido si vas en mi lomo.
—Qué grosero. —se quejó el rubio, pero no lo decía en serio y solo necesitó que Sasuke sacudiera la cabeza para llamarlo para convencerse de subir a su lomo.
Mantuvo la cabeza gacha, sujetándose a gruesos mechones de pelaje firmemente mientras Sasuke trotaba a través del largo pasadizo. La temperatura había disminuido un poco en los últimos días, así que el alto calor corporal de Sasuke no le molestó mucho.
No había mucho que pudiera mirar una vez que salieron de la cueva. Afuera estaba casi tan oscuro como lo estaban los corredores de la cueva, y apenas podía distinguir las siluetas de los árboles y arbustos. La luna solo era una delgada línea curva, apenas suficiente para iluminarlo todo, así que Naruto se conformó con recostar su cabeza contra el lomo de Sasuke, escuchando el coro de los grillos cantando y los animales despertando a su alrededor.
Un búho ululó suavemente en algún lugar a la distancia y en algún momento un arbusto se agitó violentamente cuando el animal que fuera que estuviera debajo de él se asustara con la rápida velocidad de Sasuke. Sus grandes patas casi no impactaban el suelo del bosque y, si Naruto no lo supiera, creería que Sasuke era capaz de volar.
— ¿A dónde vamos en realidad? —rompió el silencio después de un rato, curiosidad aniquilando los resquicios de sueño.
Sasuke resopló con diversión. —Ya verás. Es una sorpresa.
Naruto miró sus alrededores y, aunque seguía sin poder apenas ver nada con detalle, no creía que estuvieran corriendo en dirección de aquel sitio donde habían observado bailar a las hadas antes.
— ¿Está lejos?
—No tanto si corro.
Dichas palabras no respondieron la pregunta de Naruto en lo absoluto, pero decidió aceptarlas. Claramente, Sasuke no iba a divulgar la sorpresa antes de haber llegado a donde sea que se estuvieran dirigiendo y, entonces, Naruto solo arrugó la nariz y se quedó callado.
Debió haberse quedado dormido de alguna manera porque, cuando parpadeó de nuevo, se encontró ya no rodeado de árboles ni arbustos, sino en frente de un edificio.
Un edificio muy familiar, uno que había visitado muchas veces antes que incluso podría llegar hasta allí dormido.
Su corazón se aceleró y casi se tropezó con sus propios pies en su intento de bajar del lomo de Sasuke. Su boca se había secado de repente y se quedó viendo la puerta con la boca abierta.
— ¿Esto es…?
—Querías una oportunidad para verlos. —murmuró Sasuke y, antes de que Naruto pudiera hacer algo, tal vez agradecerle o abrazarlo, no lo sabía, el lobo se acercó a la puerta y la arañó sonoramente.
Siguió arañando hasta que una luz se encendió en algún sitio arriba, el cálido amarillo escapando de la ventana y, entonces, una voz atravesó la madera, sonando molesta mientras gritaba: — ¡Sí, sí, ya voy! ¡Lo juro por los dioses, Akimichi, si has estado de glotón hasta el punto de enfermarte otra vez, haré que te arrepientas!
La puerta se abrió, mostrando a una furibunda Tsunade vestida en su bata para dormir. Su enojo desapareció rápidamente, estupefacción reemplazándolo en cuanto sus ojos se posaron en Naruto. Lágrimas se acumularon en sus ojos castaños y jadeó, su mano subiendo para cubrir su boca antes de que diera un paso hacia adelante.
—Naruto… Naruto, ¿en verdad eres tú? —preguntó con voz ahogada, las primeras lágrimas escapándosele de sus ojos.
Solo pudo asentir, el repentino nudo en su garganta evitándole poder hablar, pero no lo necesitaba. Antes de poder siquiera parpadear, ella había arrojado los brazos sobre él, abrazándolo desesperadamente fuerte y, en cualquier otro momento, se hubiera puesto a bromear, declarando que la mujer lo sofocaría con sus hinchado pechos, pero no ahora.
Ahora todo lo que pudo hacer fue aferrarse con fuerza a ella, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad mientras comenzaba a llorar, las lágrimas de Tsunade mojándole el cuello.
—Estás aquí, en verdad estás aquí. Has vuelto a mí. —repitió y repitió, como si no fuera capaz de creerlo, como si temiera que todo fuera solo un sueño.
Se apartó bruscamente, aún sujetándolo, y sus brillantes ojos castaños lo recorrieron entero, categorizando cada cambio. Sus manos acunaron su rostro, pulgares acariciando sus pómulos, y sonrió maravillada.
—En verdad estás aquí. Estás aquí. —exhaló asombrada. — ¡Lo sabía! ¡Sabía que seguías con vida! Cuando escuché lo que esos hijos de puta habían hecho, quise ir y traerte de regreso, pero Kakashi me detuvo diciéndome que no sería seguro hacerlo. ¡Pero ahora estás aquí, en verdad estás aquí!
Cubriendo sus manos con las suyas, Naruto le sonrió débilmente. —Lo siento, baa-chan, pero… No puedo quedarme.
— ¡Claro que puedes! —negó ella instantáneamente. — ¡Puedes venir a vivir conmigo! O puedo empacar mis cosas y nos iremos de este miserable pueblo juntos. Estoy seguro de que habrá alguna otra aldea que nos dejará quedarnos. Puedo preguntar-.
—No, baa-chan, no puedo. Ahora tengo un nuevo lugar al que pertenezco. —la interrumpió con suavidad y miró a Sasuke, quien se camuflaba entre las sombras de la casa, permitiéndoles la mayor cantidad de privacidad posible.
Ella siguió su mirada, tomando una gran ingesta de aire que resonó en el silencio de la noche. Se paralizó, sus manos cayendo a sus costados, una sujetando la muñeca de Naruto mientras que la otra se detuvo junto a su cadera casi instintivamente antes de que se detuviera.
—Esa es la Bestia. —dijo, su voy extrañamente neutral.
Naruto se relamió los labios, repentinamente nervioso.
—S-Sí, lo es.
La mujer estudió a Sasuke, su mirada desviándose de su enorme cabeza a su frondosa cola, enrollada alrededor de su cuerpo mientras estaba sentado ahí. Sasuke la miró calmadamente, sin moverse ni emitir algún sonido.
— ¿Tú lo trajiste aquí? —le preguntó, aunque por la expresión de su rostro ya sabía la respuesta.
Sasuke inclinó la cabeza en silencio.
—Pero no planeas quedarte en el vecindario para siempre. —soltó irónicamente. Todavía sujetaba la muñeca de Naruto, pero su otra mano ahora descansaba a su costado.
—No, está… está planeando llevarme con él eventualmente. A conocer a su familia. —Naruto se tropezó con sus propias palabras, tratando de explicar sin revelar demasiado.
Sasuke no había mencionado nada sobre tener que callarse sobre algo, pero Naruto no quería hablar de más en caso de que hubiera más orejas escuchando.
—Ya. —dijo ella en voz baja, sorprendiendo a Naruto cuando soltó su muñeca y se acercó a Sasuke. Se detuvo a unos pies de distancia del lobo y colocó sus manos en sus caderas. —En serio espero que estés consciente de la clase de tesoro que tienes ahora.
— ¡Baa-chan! —protestó Naruto avergonzado, sus mejillas calentándose.
—Lo sé. —respondió Sasuke, impasible.
Si Tsunade se había desconcertado por su rasposa voz, no lo demostró.
—Más te vale cuidarlo bien, porque Bestia o no, voy a perseguirte. —advirtió con tono oscuro.
—Me quitaría mi propia vida antes de permitir que le ocurra daño alguno. —le prometió el lobo solemnemente.
La mujer asintió y tomó una gran bocanada de aire antes de volver a girarse para encarar a Naruto.
—No tengo idea de cuando estén planeando irse, pero cuando lo hagan… Por favor, vuelve a visitarme una última vez, ¿de acuerdo? —le pidió con suavidad, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano. —Quiero tener la oportunidad de despedirme.
—Lo haré, baa-chan. —le prometió y ella volvió a abrazarlo, su cuerpo temblando levemente contra el suyo.
Cuando comenzaron a escuchar que unas voces se acercaban, ambos se congelaron. Tsunade se apartó, sus ojos dirigiéndose a la calle preocupadamente.
Dejando un beso en su mejilla, le susurró: —Vete ya, antes de que te vean.
—Pero- Kakashi, ¿está…?
La doctora sacudió la cabeza, apretando los labios. —Kakashi se fue en una misión. No sé cuándo volverá. Puedo decirle que vaya al bosque cuando regrese.
—Eso estará bien. —Sasuke gruñó, levantándose. —Lo escucharé.
—Hora de irse. Cuídate mucho, mocoso. —le susurró y, después de darle otro beso, observó como el chico se subía de prisa al lomo de Sasuke.
Lo último que sus ojos alcanzaron a ver antes de desaparecer por una esquina, fue a Tsunade mirándolos antes de volver a entrar a casa.
—Gracias por dejarme verla. —murmuró Naruto tiempo más tarde cuando estaban acostados en el nido.
Delgados dedos de acariciaron la mejilla y un lado de su cuello.
—Por supuesto. Lamento que no se me ocurriera antes. —sonaba algo disgustado, molesto consigo mismo.
El rubio se encogió de hombros y se acurrucó más cerca de su compañero. —No importa. Me dejaste verla hoy, y te lo agradezco.
—Siento que no pudieras ver al otro hoy. —Sasuke dijo en voz baja, rozando la sien de Naruto con la nariz. El rubio se encogió de hombros.
—No es tu culpa. —susurró. —Kakashi se ausenta mucho por sus misiones. Estoy feliz de haber podido ver al menos a baa-chan otra vez.
Hubo silencio durante un momento antes de que Sasuke remarcara: —Puedes verla de nuevo, ¿sabes?
— ¿Qué? —Naruto parpadeó, apartándose un poco para poder ver al otro hombre, incluso aunque no pudiera ver mucho en la oscuridad, a pesar de la fogata flameando en la hoguera.
—Antes de que nos vayamos a las montañas puedes visitarla otra vez. —aclaró Sasuke, sus dedos deslizándose entre el cabello de Naruto. —Y podrás decirle adiós.
Naruto sonrió, sintiéndose aliviado a pesar de que sabía que eventualmente no volvería a ver a Tsunade.
—Gracias.
Incluso si solo pudiera verla una vez más, eso sería suficiente.
Porque era más de lo que alguna vez creyó que podría obtener luego de haber llegado aquí.
A medida que pasaba el tiempo, la cueva comenzaba a parecerse más y más a un mini hogar. La piel de oso frente a la hoguera seguía en su lugar y el nido había aumentado de tamaño con las capas de pieles que se le fueron sumando.
Un día, luego de haber desaparecido por varias horas, Sasuke regresó con una tetera, dos tazas y una colección de hojas de té en una bolsa de algodón. El verlo divirtió a Naruto, la imagen mental de un lobo grande e intimidante robando una tetera y unas tazas lo hizo carcajearse por varios minutos.
Esto provocó que Sasuke gruñera y le mostrara sus dientes perezosamente antes de dejar que el chico acomodara las cosas encima de la mesa tallada a mano.
A pesar de todo lo que se rio, estaba muy feliz con las hojas de té. No tenía nada en contra del agua, pero ser capaz de preparar té y tomar algo más que solo agua hizo que pasara alegre por días.
Sabía que no permanecerían aquí indefinidamente, pero había algo en el hecho de convertir la cueva en algo más parecido a un verdadero hogar. Durante los primeros meses de su estadía aquí, deseó con todas sus fuerzas estar de regreso en su choza. A pesar de haber estado en mal estado, había sido su hogar por años y la había extrañado inmensamente.
Ahora todavía pensaba en su choza de vez en cuando, pero ya no tenía ese sentimiento urgente de añoranza que antes acompañaba esos pensamientos. Ahora, a lo mucho, sentía nostalgia. La choza había sido su primer hogar, pero la cueva se había convertido en el segundo en cuestión de meses.
Ese pensamiento tal vez debería asustarlo, lo rápido que comenzó a considerar este lugar como su hogar, pero no lo hacía. Porque la cueva tenía a Sasuke y Sasuke la había vuelto un hogar. Sasuke le hacía sentir que pertenecía aquí y, para alguien como Naruto, quien había sido marginado por años, solo aceptado por dos personas en toda la villa, ese sentimiento significaba todo para él.
Por años había soñado secretamente sobre el día en que al fin encontraría un lugar al que pertenecer, un lugar donde nadie se burlara de él, lo acosara o lo considerara inútil. ¿Quién diría que ese lugar terminaría siendo una cueva con un enorme lobo?
Definitivamente no él.
Había estado creciendo dentro de él desde hace algún tiempo, esta necesidad que no podía apaciguar.
Un calor se acumulaba en su bajo vientre cada vez que Sasuke lo besaba, ardía cuando manos bajaban a colarse entre sus muslos y se deslizaban hacia arriba antes de que el placer hiciera erupción.
Le hacía sentir irracionalmente decepcionado cuando Sasuke se apartaba de él, alejándose antes de que Naruto pudiera regresar el favor y hacerle ver las mismas estrellas que él mismo sentía.
Al principio no lo había comprendido. No entendía por qué se sentía tan decepcionado cada vez que el lobo se apartaba de él, jadeando y gruñendo pesadamente. No comprendía por qué la imagen de Sasuke apenas conteniéndose le hacía desear más cuando el otro hombre lo acababa de llevar a las cumbres del placer.
Pero entonces, durante una tarde a inicios de otoño, finalmente lo entendió.
El cielo se había nublado en algún punto de la mañana y, desde entonces, la tormenta apenas se había detenido. La fuerte lluvia les había obligado a permanecer en la cueva, con Sasuke solo saliendo una vez para cazar el almuerzo y la cena.
Naruto observó cómo Sasuke estiraba los músculos de pie frente a la fogata. Como era usual, estaba completamente desnudo y, luego de tantos meses viendo su cuerpo expuesto, seguía siendo un espectáculo para la vista y la boca de Naruto se secaba al tiempo que algo más se despertaba.
Sasuke se volteó a mirarlo, alzando una ceja.
— ¿En qué piensas? —le preguntó con humor, una ligera sonrisa dibujada en sus labios.
—En ti. —respondió Naruto con honestidad y atrevimiento.
Su atrevida respuesta tomó a Sasuke un poco por sorpresa antes de que le mostrara una sonrisa ladina.
—Oh, ¿en serio? —murmuró con ojos brillantes. — ¿Algo en específico?
Naruto salió del nido sin siquiera registrar el frío del suelo de la cueva contra sus pies mientras se acercaba al mayor, deteniéndose justo en frente de él.
—Estaba pensando en que no quiero que sigas conteniéndote. —murmuró y, en un atisbo de valentía, sintiéndose aún más atrevido que antes, tomó la mano de Sasuke y la llevó entre sus piernas, presionándola ahí. Un leve gemido se le escapó cuando dicha mano empujó más íntimamente contra él, una chispa de placer recorriéndole la columna.
Ojos negros brillaron en rojo y un gruñido bajo rebotó entre ambos.
— ¿Siquiera sabes lo que me estás pidiendo, Naruto? —Sasuke le preguntó, su voz ronca y profunda, su lado animal queriendo salir a la superficie, rogando ser liberada.
—Sí. —jadeó, todavía aprovechando ese pozo de valentía que encontró dentro de sí. —Te estoy pidiendo que me lo des todo, que dejes de contenerte. No quiero que sigas conteniéndote.
—Te daré una última oportunidad. —dijo el lobo, su voz rozando lo gutural, más profunda de lo que Naruto jamás la había oído antes. —Luego, no seré capaz de contenerme del todo. Última oportunidad de retractarte, Naruto.
Naruto no le contestó. En lugar de eso fijó su vista en sus oscuros ojos, un anillo escarlata rodeando las pupilas, y se quitó la camisa antes de hacer lo mismo con sus pantalones, pateándolos a un lado.
Ahora estaba tan desnudo como Sasuke y lo enfrentó, sacando la barbilla. — ¿Es esta respuesta sufic-¡hmpf!
Un par de labios hambrientos inmediatamente capturaron los suyos, devorándolo hasta el punto en que creyó que jamás podría volver a respirar. Jadeó cuando Sasuke rompió el beso abruptamente, y soltó una carcajada cuando el cambiaformas gruñó y lo levantó del suelo, dirigiéndose rápidamente hacia el nido.
—Te haré sentir tan bien. —le prometió, sus manos recorriendo el pecho de Naruto, rozando sus pezones, haciendo que el menor sofocara un gemido.
Por alguna razón, su pecho era ridículamente sensible, un hecho que Sasuke había descubierto hace tiempo y que nunca fallaba en deleitarlo cuando podía volver loco a Naruto solo tocando o succionando sus pezones.
—Me encargaré de ti, mi amor, y te sentirás increíble. —Sasuke jadeó, presionando una línea de besos desde la barbilla del rubio hasta su cuello. Concentrándose ahí, succionó dejando otro moretón antes de besar el hueco en el medio de su clavícula, bajando más para retorcer el pezón izquierdo de Naruto con su lengua.
La sensación de una lengua cálida y húmeda deslizándose alrededor de la pequeña protuberancia hizo que Naruto siseara y que sus manos buscaran el pecho y espalda de Sasuke, aferrándose y acariciándole en intervalos mientras arqueaba su propia espalda, empujando contra esa tortuosa boca.
Incluso con la lengua de Sasuke y sus dedos distrayéndolo hábilmente, aún quedaba algo de temor en el fondo de su mente, así que exhaló temblorosamente, apretando el brazo de Sasuke.
— ¿Va a…? ¿Dolerá? —detestó lo pequeña e insignificante que su voz sonaba en ese momento y se mordió el labio inferior.
Cuando Sasuke lo miró, sus ojos se suavizaron por solo una fracción de segundo antes de que se acercara para liberar el labio que el rubio tenía atrapado entre sus dientes.
—Tal vez un poco. —contestó honestamente. —Pero haré todo lo que pueda para que duela lo menos posible. Quiero que solo sientas placer.
—De acuerdo. —un escalofrío lo recorrió cuando Sasuke lo besó, mordisqueando gentilmente su labio inferior. —Confío en ti. —susurró cuando sus bocas se separaron con un sonido húmedo.
La bella sonrisa que Sasuke le dedicó lo hizo estremecerse de pies a cabeza.
—Es injusto lo bien que te ves. —protestó débilmente, rodeando la cadera del lobo con sus piernas.
—Deberías verte a ti. —murmuró el pelinegro y esta vez, cuando volvió a besarlo, fue tan profundo y sucio, lleno de prontas oscuras promesas de placer, que no pudo evitar gimotear, contoneando sus caderas urgentemente contra las de Sasuke.
Esto consiguió que otra corriente de placer le recorriera el cuerpo mientras sus miembros frotaban entre sí y, después de eso, no supo nada más allá del toque de Sasuke.
Sentía como si estuviera ahogándose.
Ahogándose en los profundos besos que Sasuke le otorgaba, en la lengua enredándose con la suya, en el sabor de Sasuke en su boca.
Hundiéndose más y más en esos firmes toques, provocadoras caricias y fugaces roces en lugares donde Naruto rogaba ser tocado más. Puede que incluso hubiera suplicado, no lo sabía. Lo que sí sabía era que sus reacciones provocaron que Sasuke sonriera socarronamente, que siguiera provocándolo, llevándolo hasta el límite mientras bailaba en esa fina línea de placer que se estaba volviendo demasiado.
Pero todavía no era demasiado. Aún no.
—Por favor, quiero más, necesito más, Sasuke, por favor. —jadeó, cada una de las inhibiciones que pudiera conservar aún arrojadas por la ventana al hundirse en el placer, cada célula de su cuerpo cantando con él.
Necesitaba más, quería más, y Sasuke era el único que podía dárselo, el único que podía apaciguar esta sed imperecedera, esta hambre por más.
—Te tengo. —le prometió Sasuke toscamente, sus ojos ahora tenían un brillo rojo permanente en ellos. Estaba encima del rubio, quien no dejaba de retorcerse, luciendo notablemente como el depredador que era, pero sin asustar a Naruto.
Lejos de ello. En lugar de tener miedo, el destello depredador en esos rojos ojos solo provocó que calor comenzara a correr por su venas mientras besaba el cuello de Sasuke, saboreando la sal de su sudor y su más pura esencia.
De pronto, Sasuke se sentó y Naruto gimió ante la pérdida. Aunque no tuvo tiempo de sentirse verdaderamente abandonado porque, antes de darse cuenta, estaba de cabeza, su cráneo contra el nido y sus piernas en el aire.
Giró su vista a Sasuke con los ojos abiertos, confusión apoderándose de él momentáneamente.
—Sasuke, ¿qué…? ¡OH, DIOS! —se tapó la boca con las manos y cerró los ojos con fuerza, vergüenza y excitación batallando entre sí cuando de la nada sintió la lengua de Sasuke en un lugar donde definitivamente no había esperado sentirla antes.
— ¿Q-Qué estás ha-hacien-? No- no pue-edes. —balbuceó, pero no pudo llegar a terminar su protesta, su mente nadando mientras intentada descubrir cómo reaccionar.
Una parte de él quería apartar a Sasuke, porque, santo cielo, ¡¿por qué alguien querría meter su lengua ahí?! Estiró su brazo izquierdo con la intención de empujar a Sasuke para alejarlo pero entonces la lengua llegó más profundo, empujando a través del anillo de músculo al mismo tiempo que un dedo se introducía, y Naruto gritó.
Ahora, en lugar de alejarlo, se encontró a sí mismo empujando contra su boca. Debería sentirse avergonzado sobre eso, pero no lo hacía. Todo lo que sus sentidos detectaban era el placer abrumador, cada músculo de su cuerpo tensándose mientras intentaba lidiar con las diferentes sensaciones que Sasuke sacaba de él.
Estaba balbuceando algo, tal vez entre las líneas de más, más, oh, Dios, Sasuke, ¡por favor!, pero no podía estar seguro, ya que la conexión entre su cerebro y su boca había hecho cortocircuito al Sasuke utilizar su lengua haciendo todo tipo de movimientos perversos mientras dos de sus dedos dilataban su entrada, las yemas rozando ocasionalmente un sitio muy sensible dentro de Naruto, algo que hacía que sus sentidos se dispararan, placer como nunca lo había sentido recorriéndolo entero y encendiendo algo dentro de él.
Entonces Sasuke desapareció de la nada y Naruto sollozó, sintiéndose extrañamente despojado y vacío sin la lengua y los dedos de Sasuke.
—No te preocupes, cariño. —el pelinegro lo arrulló, bajando sus piernas de nuevo y enganchándolas alrededor de su cintura. —Te haré sentir tan bien. Solo relájate para mí, ¿de acuerdo?
Naruto asintió, sin registrar realmente lo que le estaba diciendo, solo sabiendo que necesitaba más, que necesitaba que Sasuke lo llenara, lo completara al fin.
Sasuke lo sujetó por la nuca para juntar sus labios, tragándose el jadeó de Naruto cuando empujó, abriéndose paso con algo mucho más grande que sus dedos o lengua habían sido. Naruto sintió que era estirado hasta sus límites, incluso con toda la preparación que Sasuke le había dado, y un pequeño gimoteo se le escapó de la garganta mientras se retorcía contra Sasuke, intentando averiguar si el leve ardor que sentía era del buen tipo o no.
Parecieron años antes de que Sasuke finalmente se quedara quiero, un gruñido bajo escapándose de sus labios hinchados por los besos.
—Lo estás haciendo muy bien. —alabó a Naruto, su mano libre acariciando el muslo del rubio. —Mira lo bien que estás tomándome. Te sientes tan bien adentro. —gruñó, sus dedos aferrándose a sudados mechones de rubio cabello.
Sus palabras de adoración hicieron que Naruto se sonrojara, sintiéndose tímido pero orgulloso, así que comenzó a mover sus caderas tentativamente, jadeando cuando esa acción solo pareció empujar a Sasuke aún más profundo dentro de él.
—Eso es. —Sasuke le susurró, repartiendo besos por todo su rostro, mordisqueando su barbilla. —Que buen compañero, tan bueno para mí, tomando todo lo que te doy. ¿Crees que puedas tomar más por mí? ¿Estás listo para que me mueva, cariño?
Naruto gimió, asintió, y buscó la boca de Sasuke cuando este ahora empezó a moverse de verdad, saliendo lentamente antes de volver a empujar, llenándolo completamente cada vez. Solo tomó un par de embestidas antes de que la cabeza de su pene rozara ese punto particular dentro de Naruto otra vez, haciéndolo gemir y morder el labio inferior de Sasuke.
Esto hizo que el hombre gruñera, las vibraciones ondeando a través de Naruto, y sus embates su volvieron más fuertes, profundos, obligando a Naruto a tomar todo lo que Sasuke le daba.
Pero Naruto no tuvo ningún problema en hacerlo. Abrió más sus piernas y echó la cabeza hacia un lado, descubriendo su cuello, a sabiendas de que verlo en esta posición tendía a enloquecer al lobo. No fue diferente esta vez. Sasuke rugió antes de agacharse para morder el cuello del rubio. Solo fue una leve sensación de afilados colmillos sobre su piel, sin la fuerza suficiente para romperla, pero sí para que un escalofrío lo recorriera y sus músculos se apretaran alrededor de la polla de Sasuke, haciéndolo gruñir en aprobación.
Incluso en medio del abrumante placer, Naruto todavía estaba lo suficientemente consciente para sentir que algo extraño ocurría. Era como si Sasuke estuviera creciendo, el hombre aparentemente necesitando poner más esfuerzo para salir tras sus embestidas, y esto hizo que Naruto se confundiera. Estaba seguro de que Sasuke había estado completamente erecto antes de llenarlo, entonces ¿cómo…?
— ¿Estás creciendo? —preguntó sin aliento, sus ojos enfocándose en Sasuke.
Ya no quedaba ni la más mínima pizca de negro en esos ojos, todo el color desaparecido tras un brillo rojo sangre.
—Sí. —siseó, sus colmillos alargándose, sus manos sujetando la cintura de Naruto con fuerza. —Es… Mi especie, tenemos un nudo. Para atar a nuestros compañeros a nosotros y poder llenarlos, impregnarlos con cachorros. —esas palabras hicieron que el corazón de Naruto galopara, pero Sasuke continuó. —Pero no ahora. No voy a impregnarte aún, porque todavía no tienes la Mordida, pero sí pronto. Solo pídemelo y saldré ahora. Si no…—un escalofrío lo recorrió, sus colmillos en completa exhibición. —Anudaré en ti y estaremos… Estaremos atados por un tiempo.
A pesar de que no pudiera tener bebés aún, a pesar de que esta era su primera vez y tal vez no debería ir tan lejos aún, Naruto quería todo lo que Sasuke pudiera darle. No quería que siguiera conteniéndose, lo quería todo de él.
—Quiero tu nudo, por favor. —le pidió, sus manos aferrándose a su espalda, uñas enterrándose en la pálida piel cuando el otro hombre rugió afirmativamente.
Si Naruto había creído que la polla de Sasuke lo había estirado antes, no era nada comparada con su nudo. Ya sin tener que contenerse, el nudo de Sasuke creció rápidamente hasta que se volvió más difícil salir.
Naruto solo tuvo un segundo para considerar si en realidad debió haber rechazado la propuesta antes de que algo grande y bulboso se forzara a través de su entrada, y gritó, dolor placer dolor placer explotando dentro de él. Todo su cuerpo se sacudió y su espalda se arqueó, sus pulmones intentando respirar mientras Sasuke punzaba dentro de él. Su esencia bañó los estómagos de ambos y lloriqueó, temiendo enloquecer con todo el placer sobrecargando sus sentidos.
—Estás tomando mi nudo tan bien, mírate. —Sasuke murmuraba, elogiándolo casi febrilmente mientras sus manos recorrían sus costados de arriba abajo, pasando sobre su vientre, su pecho, sus caderas…—Tan bueno, tan buen compañero, tomando mi nudo a la perfección. Eres perfecto, eres maravilloso, nunca te dejaré ir. Eres mío.
Puede que esas palabras de pura posesión debieran asustarlo, pero todo lo que Naruto podía pensar al envolver sus brazos alrededor de la espalda del lobo, permitiéndole girarlos a ambos para que descansara encima de él, fue:
Soy tuyo y tú eres mío.
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