Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Aclaraciones: Esta es una traducción autorizada de la historia "The Sacrificed", escrita por SasuNarufan13. Pueden encontrar su perfil e historias originales en Ao3 y Fanfictionnet.
Advertencias: Ambiente medieval, hombres lobo, contenido +18, violencia, Mpreg, referencias a acoso sexual, parto, lactancia masculina…
Notas: Este fic es la segunda parte de una serie llamada "El lobo y su sacrificio". Cuenta con 9 capítulos, todos desde el punto de vista de Naruto.
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El Sacrificado
Naruto es consciente de no ser importante para la mayoría de los aldeanos, pero jamás pensó que en serio lo fueran a sacrificar a la Bestia.
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Parte 4
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Debió haberse dormido por un rato porque, cuando volvió a abrir los ojos, se sorprendió al encontrarse en un arroyo cercano a la cueva. Estaba sentado en el regazo de Sasuke, sus piernas en la fresca agua, y el lobo lo limpiaba con el agua, pasando sus manos por el pecho y la espalda de Naruto antes de deslizarlas por sus piernas.
—No era mi intención quedarme dormido. —fue lo primero que salió de su boca y parpadeó, sus mejillas calentándose cuando Sasuke rio por lo bajo.
—No me importa. Al menos no te quedaste dormido mientras lo hacíamos. —sonrió socarronamente. —Eso me hubiera hecho dudar de mis habilidades.
—No hay nada de malo con tus habilidades. —murmuró Naruto, ignorando la manera en que sus mejillas ardieron más con esa confesión.
Sus palabras le ganaron un beso en el cuello y un escalofrío lo recorrió, aunque no fue por el frío, porque la alta temperatura corporal de Sasuke aseguraba que no sintiera nada del fresco viento de septiembre.
— ¿Cómo te sientes? —Sasuke le preguntó luego de unos minutos de silencio hubieran pasado entre ellos. Había dejado de lavar a Naruto, su cálida mano ahora descansando sobre su muslo derecho.
El rubio se removió un poco, tensándose cuando el dolor en su espalda baja empeoró por un momento. No era nada terrible, ningún dolor debilitante, pero definitivamente estaba ahí como recordatorio de lo que habían hecho juntos.
—Me duele un poco, pero nada más. —admitió. Pensó en mentir sobre su inconformidad, pero Sasuke siempre sabía cuándo estaba mintiendo y estaba demasiado cómodo como para comenzar una discusión.
— ¿Nada demasiado malo? —el pelinegro lo miró atentamente, listo para detectar el menor indicio de una mentira.
—No, nada malo. —Naruto sonrió y se sintió lo suficientemente atrevido para inclinarse hacia adelante y capturar la boca de Sasuke en un beso. —Me siento bien. —admitió, enrollando sus dedos entre suaves mechones negros de cabello.
Más que bien, incluso. Sentía que estaba flotando, sus extremidades aún pesadas por el placer aunque ya debía de haber pasado al menos más de una hora desde que consumaron su amor.
Ese pensamiento hizo que un escalofrío lo atravesara y se apegará más a Sasuke, todo su cuerpo calentándose bajo la mirada de esos ardientes ojos.
— ¿Sí? Es bueno saberlo. —murmuró Sasuke, acariciando con la nariz el hueco bajo la oreja derecha de Naruto.
—Ya que lo dices, ¿por qué me lavaste? Pensé que tú…—se cortó a sí mismo, demasiado avergonzado para continuar.
— ¿Pensaste que yo qué? —Sasuke lo instó a continuar, apartándose un poco para verlo con curiosidad.
—Que te gustaría más si yo oliera como tú. —admitió el rubio, apenado.
Había estado leyendo sobre lobos antes de que Danzo decidiera literalmente arrojarlo frente a uno, y el libro decía que les gustaba marcar su territorio, ya fuera objetos, naturaleza o seres vivos, así que Naruto había más o menos esperado que Sasuke se comportara de manera similar, dado su lado animal.
—Alguien se ha informado bien. —Sasuke ronroneó, haciendo que más sangre se le acumulara a Naruto en las mejillas. Sus ojos brillaron en un tono rojo cuando tomó a Naruto por la nuca con su mano y su boca se acercó a la suya antes de murmurar: —Sí me gusta mucho que huelas a mí, es cierto. Algo de agua no te quitará mi olor ni me quitará el tuyo, lo prometo. Pensé que estarías algo más cómodo si no despertabas estando completamente pegajoso. —sonrió con suficiencia y capturó los labios de Naruto en un beso profundo antes de que el rubio pudiera pensar en alguna respuesta.
Aunque a Naruto no le importó demasiado.
Si Naruto había creído que se había vuelto adicto a los besos de Sasuke y a sus toques, no era nada comparado a ahora que sabía cómo se sentía tener a Sasuke dentro de él. Aún dolía un poco al inicio, cuando Sasuke se deslizaba en su interior por primera vez pero, cada vez que lo hacían, se volvía más y más fácil ignorar la leve molestia, especialmente cuando todos sus sentidos se encontraban positivamente hundiéndose en el placer.
Con Sasuke ya no obligado a contenerse, ahora lo tocaba con mucha más libertad, especialmente hablando de los toques no tan inocentes, y Naruto aprendió que había muchas cosas que uno podía hacer con una lengua y dedos. También aprendió que el cuerpo humano podía ser muy flexible si uno lo quería, pero esto siempre lo dejaba con las mejillas al rojo vivo y su estómago dando miles de volteretas, así que trataba de no pensar mucho en eso por temor a tener que andar por ahí con una cara roja permanente.
Era asombroso, en verdad, cuánto progreso habían hecho en los meses desde que Naruto había sido abandonado aquí. Había pasado de tener demasiado miedo como para siquiera abrir la boca cuando la Bestia estaba cerca, a ser increíblemente vocal, para el absoluto deleite de Sasuke. Algunas veces se daba cuenta de la cantidad de ruido que hacía cada vez que dormían juntos y trataría de acallar su voz aunque sea un poco, avergonzado por la manera en que se escuchaba el eco en la cueva.
Pero Sasuke no se lo permitía. Cada vez que se daba cuenta de que Naruto estaba tratando de ser más silencioso, le gruñía y hacía algo como morder su cuello o embestir con aún más fuerza para distraer al rubio, amonestándolo por intentar acallar su voz.
Naruto aceptaría la reprimenda y dejaría de tratar hacer silencio, al menos hasta la siguiente vez que pensara que estaba siendo demasiado ruidoso y el juego reiniciaría desde cero. Aunque no le importaba mucho, porque Sasuke tenía formas muy interesantes para hacerlo dejar de acallar su voz.
— ¿Tienes ganas de salir por un rato? —le preguntó Sasuke, entrando a la cueva.
El lobo había salido durante un momento a investigar un sonido peculiar. Como no había parecido muy preocupado al respecto, Naruto tampoco se preocupó y se había quedado en el nido, dormitando luego de la ronda de hacer el amor que acababan de terminar.
Al oír la voz de su amante, abrió los ojos y estiró todo su cuerpo, haciendo una pequeña mueca ante el leve dolor en su espalda baja.
—Todavía es de día, ¿cierto? —preguntó, buscando su ropa con la mirada.
Había comenzado a usar cada vez menos su ropa si estaba dentro de la cueva porque, la mayoría de las veces, terminaba desnudo de todas formas, así que no tenía sentido vestirse cuando esas ropas terminarían en el piso en cuestión de horas. A Sasuke definitivamente le encantaba ese cambio en la rutina, dado por como sus ojos brillaban cada vez que Naruto se paseaba por ahí completamente desnudo. El chico rubio no se sentía tan confiado como el cambiaformas con respecto a estar desnudo, pero las más que aprobatorias reacciones de Sasuke lo ayudaban a sentirse mejor consigo mismo cuando se atrevía a andar sin ropa.
Aunque, considerando que ya estaban en septiembre y que su cuerpo no tenía calefacción incluida como el de Sasuke, necesitaría usar su ropa si quería ir afuera. Puede que todavía no estuviera congelante el clima, pero eso no significaba que estuviera lo suficientemente cálido como para andar sin ropa.
—Sí, pasado mediodía. —confirmó Sasuke, manteniendo su forma de lobo.
Esto llamó la atención de Naruto, ya que recientemente Sasuke lo había acompañado en su forma humana la mayoría de las veces que salían a pasear.
—Bien, de acuerdo, ¿a dónde vamos? —encontró su camisa y sus pantalones debajo de la raquítica mesa por alguna razón y se los puso, apretando las nalgas cuando sintió algo cálido y pegajoso comenzar a gotear.
Los ojos de Sasuke definitivamente estaban refulgiendo cuando se giró para mirarlo, pero sorprendentemente no reaccionó a lo que debía estar oliendo en esos momentos. Lo que fuera que quisiera mostrarle debía ser importante, entonces.
—Tienes visita. —le respondió.
Al cerebro de Naruto le tomó un momento analizar el comentario y sus ojos se abrieron como platos, sus manos paralizándose antes de poder terminar de ponerse su camisa.
— ¿Una visita? —repitió atontado. — ¿Baa-chan?
—Sal a ver por ti mismo. —Sasuke le contestó, apuntando hacia la salida con su cabeza. Si los lobos fueran capaces de sonreír, seguramente estaría haciéndolo ahora.
Emocionado, mariposas revolviéndole el estómago, se apresuró a recorrer el sistema de túneles, el lobo yendo detrás de él como una sombra. ¿Acaso Tsunade había decidido visitarlo por su cuenta? ¿Sasuke la habría escuchado merodear por el bosque y había decidido guiarla a la cueva? Eso explicaría por qué había desaparecido por un rato.
La vista de la leve luz del día iluminando el final del túnel lo hizo apresurarse en el último tramo y prácticamente salió corriendo de la cueva, sus ojos inspeccionando todo el alrededor con desesperación por encontrarla.
Inmediatamente se dio cuenta de que Tsunade no estaba ahí. En su lugar…
—En verdad eres tú. —dijo Kakashi aturdido, sus oscuros ojos abiertos con incredulidad. —Ella… Ella tenía razón. De verdad tenía razón. Estás aquí, estás vivo.
Naruto se quedó mirando a la única figura paterna que había conocido, observando su demacrada apariencia, el platinado cabello revuelto en todas las direcciones, el largo vendaje enrollado en su brazo derecho. Vestía todavía de uniforme, haciéndole preguntarse si el hombre apenas acababa de regresar de la misión a la cual había sido enviado y la vista de él, tan familiar incluso luego de meses sin haberla visto, provocó que lágrimas se acumularan detrás de sus ojos y su labio inferior le temblara.
—Kakas-.
Brazos lo envolvieron repentinamente, atrayéndolo en un apretado abrazo, y que quedó ahí en completo shock por un momento, ya que Kakashi nunca había sido del tipo afectuoso, prefiriendo dar palmaditas en la cabeza u hombros en lugar de abrazar a alguien.
Pero ahí estaba, abrazando a Naruto desesperadamente, como si temiera que todo esto fuera solo un sueño y necesitara reasegurarse de que no lo era.
—Estás bien, estás aquí. —Kakashi continuó repitiendo, meciéndolos a ambos de adelante hacia atrás, como si Naruto fuera un niño en lugar del joven adulto que en realidad era.
Aunque no le importaba. Le devolvió el abrazo con la misma fuerza, enterrando su rostro en su hombro, sin importarle si las lágrimas se le escapaban o no.
Claro que Tsunade le había prometido enviar a Kakashi al bosque en cuanto estuviera de regreso de su misión, pero una pequeña parte de Naruto, una parte que había comenzado a sembrar semillas de inseguridad en el segundo en que había comprendido lo peligroso que podía ser el trabajo de Kakashi, le hizo temer que nunca pudiera volver a tener la oportunidad de volver a ver al mayor de nuevo. Porque algo podría haber salido mal en la misión, o podría haberse tardado tanto que al momento de regresar Sasuke y él ya se hubieran marchado.
Pero estaba aquí ahora, justo en frente de Naruto, algo herido, pero bien en general, y ese pensamiento hizo que aferrara sus brazos alrededor de Kakashi con todavía más fuerza. El mayor se quejó un poco, pero no lo soltó, exhalando con voz rota.
—Gracias. —dijo.
Las palabras destemplaron a Naruto durante unos segundos al no comprender por qué Kakashi le estaría agradeciendo, hasta que se dio cuenta de que no le estaba hablando a él, sino a Sasuke.
Sasuke, quien seguía en su inmensa forma de lobo, manteniéndose justo en las afueras de la cueva como un guardián demoniaco del infierno. Estaba sentado, probablemente para no agobiar a Kakashi con su gran tamaño y, ante sus palabras de agradecimiento, resopló, su cola agitándose de un lado a otro.
—No iba a mantenerte alejado de él. —su voz retumbó. —Prometí que podría verte cuando aparecieras.
—Aun así, gracias por cuidar de él. —dijo Kakashi en voz baja y tomó aire profundamente, apartándose un poco de Naruto para mirarlo. —Ahora cuéntame. ¿Qué has estado haciendo por aquí, hm? Además de potencialmente dejar sordo a este pobre lobo con tus parloteos.
Naruto sonrió, secándose los ojos con el dorso de su mano antes de prepararse para una larga charla, ansioso por contarle a Kakashi todo lo que había ocurrido en los meses en que no se habían visto, dejando los detalles más íntimos afuera, por supuesto.
Había algunas cosas de las que no quería que su pseudo padre se enterara, sin importar lo fácil que era hablar con él.
—Haces mucho por mí. —remarcó Naruto en voz baja, observando a Kakashi desaparecer entre los árboles.
Ya era algo tarde, el sol habiendo desaparecido detrás de las nubes hace varias horas, y la noche haciendo acto de presencia. Todo el bosque a su alrededor comenzó a volver a la vida con varios animales nocturnos, las pequeñas criaturas preparándose para apoderarse de la zona luego de que el resto de los animales se fueran a dormir.
Se escuchó el sonido de huesos quebrándose y moldeándose, transformándose de nuevo en características humanas, y Naruto se inclinó hacia atrás automáticamente cuando brazos se enrollaron alrededor de su cintura.
Sasuke acomodó su barbilla sobre su hombro y murmuró: —Por supuesto que lo hago, eres mi compañero.
Esas palabras hicieron que calidez se acumulara en el vientre bajo de Naruto, haciéndole sonreír, sus manos ahora descansando encima de las del cambiaformas.
—Sí, soy tu compañero. —confirmó, suspirando suavemente cuando unos labios depositaron un cálido beso en su cuello.
No tenía idea de cuándo volvería a ver a Kakashi otra vez. No podían estarse encontrando con regularidad por temor a que otra gente, personas a quien no les agradaba tanto Naruto, descubrieran hacia dónde se dirigía y revelaran su secreto.
Pero eso estaba bien. Había podido ver a Kakashi de nuevo, luego de tantos meses temiendo haberlo perdido para siempre, y eso sería suficiente para que aguantara hasta la próxima vez.
Octubre llegó al país anunciándose con toneladas de lluvia y viento. El aullido que este último provocaba durante la noche era tan fuerte que en ocasiones se asemejaba al llanto de lobo de Sasuke. Ambos comenzaron a recolectar más leña para prepararse para el próximo invierno, ya que Sasuke presentía que sería uno particularmente malo.
Podía olerlo en el aire, le había explicado a Naruto cuando este lo había volteado a ver completamente confundido y, pues, si Sasuke lo sentía, el rubio le creía. Así que salieron de la cueva cada día para recolectar leña y Sasuke cambió sus objetivos de caza de pequeños animales a otros más grandes, para así salar la carne para el invierno y preparar más mantas de pieles.
Más hojas de té en bolsas fueron robadas de las casas de desprevenidos aldeanos, junto con una diversa colección de ropa, incluyendo un par de pesadas botas.
Ante la mirada perpleja de Naruto, Sasuke le explicó: —Solo en caso de que necesites salir durante el invierno. Así podrás mantenerte caliente. —les echó un vistazo crítico a las viejas ropas de Naruto. —Esas que tienes no harán nada para protegerte del frío.
Lo que era cierto, concedió el rubio, examinando su delgada camiseta y sus estropeados pantalones. Había estado usándolos durante tanto tiempo ya por pura necesidad que la tela se había vuelto peligrosamente fina y definitivamente no haría nada para mantenerlo caliente durante el duro invierno.
Las botas eran un poquito muy grandes, pero le funcionarían. No creía que fuera a realizar largos viajes si el invierno resultaba ser tan malo como Sasuke decía que sería. Mientras revisaba la pila de ropa, decidiendo cuales eran más apropiadas y cuales no, el pensamiento de lo mucho que Sasuke estaba haciendo por él volvió a azotarlo.
Era un pensamiento que aparecía regularmente en su mente, porque incluso luego de dos meses dentro de su nueva relación, a veces todavía le costaba creer que Sasuke lo hubiera escogido a él de entre todos los que pudiera haber tenido.
Pero aquí estaba, en la cueva de ambos, escogiendo entre la ropa mientras Sasuke preparaba algo de té para los dos. Era todo tan doméstico y tranquilo que se detuvo de inspeccionar un suéter marrón y se obligó a tragar el nudo que se había formado en su garganta.
— ¿Estás bien? —Sasuke apareció rápidamente frente a él, sus negros ojos entrecerrados y penetrantes.
—Sí, sí, lo estoy, es solo que… Te amo. —las palabras se le escaparon de la boca antes de que pudiera pensarlo dos veces, antes de poder refrenarlas, pero no quería hacerlo, porque eran ciertas. Por los dioses, con cada fibra de su ser amaba a este hermoso, gentil hombre frente a él, este hombre que milagrosamente lo amaba también. —Y quiero ser tu compañero.
Sasuke parpadeó, una incrédula sonrisa apareciendo en sus labios.
—Eres mi compañero, ¿o ya olvidaste lo que hicimos ayer? —lo provocó, poniéndose en cuclillas delante de él, quitando gentilmente el suéter del débil agarre de Naruto.
—No. —dijo el rubio urgentemente, sacudiendo la cabeza y sentándose sobre sus rodillas. Su corazón comenzó a acelerarse, pero sabía lo que quería, lo que tal vez había querido en el instante que Sasuke había sugerido la oferta. —Quiero la Mordida de Apareamiento. Quiero ser tu compañero.
Las palabras se mantuvieron suspendidas en el aire entre ellos, volviendo la atmósfera pesada por la tensión. Sasuke se paralizó como un depredador a punto de saltar sobre su desprevenida presa.
—Naruto, ¿siquiera sabes lo que estás pidiéndome? —su voz descendió a uno de los tonos más graves que Naruto había escuchado hasta ahora, provocando que su estómago diera miles de vueltas en respuesta.
—Lo sé. Quiero que me Muerdas. —dijo sin aliento, acercándose. Se detuvo cuando Sasuke alzó su mano.
—Naruto. Si lo hago, no seré capaz de contenerme, ¿comprendes?
—No necesito que te contengas. —Naruto le aseguró, sujetándole los brazos. —Nunca he necesitado que te contengas, no quiero que lo hagas.
Le dolía pensar que Sasuke aún creía que debía mantenerse bajo control. Naruto no quería eso en absoluto, no quería que su lobo se contuviera por ninguna razón.
—No, Naruto, no lo entiendes. —Sasuke negó con la cabeza. —Si te Muerdo, entrarás en un estado de celo. Tu cuerpo cambiará mientras aceptas la Mordida, y es muy probable que no recuerdes nada de lo que ocurra durante ese tiempo. Pero yo sí lo haré. Porque desde el momento en que tu cuerpo comience a cambiar, desde el segundo en que entres en celo, no querré nada más que llenarte de mis cachorros. No seré capaz de detenerme porque estarás llamándome incluso inconscientemente. —estaba casi jadeando para el momento en que terminó, sus palabras interrumpidas constantemente por gruñidos y rugidos, un intenso color rojo drenando el negro de sus ojos.
—Está bien, confío en ti. Quiero eso, lo prometo. —dijo Naruto, aferrándose a los brazos de Sasuke con fuerza. —Sé que cuidarás de mí.
—Eso no es-. Ya que la marca estará fresca, las posibilidades de que quedes en cinta son muy altas. —Sasuke le advirtió, sus ojos intensos y la punta de sus colmillos descendiendo lentamente. —Puedo intentar sacarla a tiempo, pero no me atrevo a prometerlo y, con lo prominente que será tu celo… Lo más probable es que termines embarazado cuando el cambio esté completo.
Por solo un par de segundos, Naruto dudó, antiguas inseguridades haciéndole preguntarse si sería un buen padre. Entonces, recordó que tenía a Sasuke a su lado ahora, y esto le hizo sentirse más fuerte. Sabía que podría hacer cualquier cosa con Sasuke como su compañero, y eso incluía criar a un niño.
Intentó imaginarse a sí mismo cargando al hijo de Sasuke, trató de imaginar cómo un bebé con las facciones de ambos luciría. Pensó que sería el bebé más perfecto que jamás llegara a existir, porque sería creado por su amor, y eso fue lo que decidió por él.
Sonriendo, se inclinó hacia adelante para besar a Sasuke.
—Creí que te había dicho que no necesitas contenerte más, ¿o ya lo has olvidado? —rio con suavidad, su respiración acelerándose cuando Sasuke se levantó abruptamente y lo recogió del piso con un movimiento grácil, marchando con él hacia el nido.
—Última oportunidad para cambiar de opinión. —le dijo el pelinegro con la mandíbula visiblemente tensa.
Naruto se limitó a cerrar los ojos y besarlo en respuesta.
Cuando Sasuke se irguió, sentándose sobre sus rodillas entre las piernas abiertas de Naruto, el rubio se sentía increíblemente extasiado, como si todos sus nervios hubieran sido estirados al punto de hacerlos vibrar, como las cuerdas de una guitarra. Ya estaba hecho un desastre, todo su cuerpo estremecido y su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras trataba de regular su respiración.
Aunque eso resultó ser en vano cuando dedos se enrollaron de modo casi casual alrededor de su miembro, apretando lo suficiente para evitar que el placer se desbordara. Sasuke ya lo había hecho ver estrellas una vez, pero estaba acercándose a una segunda con rapidez y probablemente incluso más después de esta, porque Naruto todavía no estaba Marcado y estaba sintiéndose demasiado vacío para su gusto, ya que Sasuke solo había utilizado su lengua y manos hasta el momento.
No es que no lo apreciara, pero lo apreciaría aún más si…
— ¿Estás listo? —la voz de Sasuke retumbó desde lo profundo de su pecho, sus ojos una extraña mezcla de negro y rojo mientras su autocontrol se acercaba al borde del colapso.
—Sí, estoy listo. —exhaló Naruto un momento después cuando comprendió a lo que Sasuke se refería.
—No habrá vuelta atrás después de esto. —dijo Sasuke en voz baja y su mano comenzó a acariciar el miembro de Naruto de arriba abajo otra vez, su pulgar presionándose contra la húmeda punta con cada toque, haciendo que el rubio lloriqueara débilmente.
—Lo sé, lo sé, lo quiero, ¡por favor! —jadeó, retorciéndose debajo del corpulento cuerpo del que pronto sería su Compañero.
—Eres demasiado perfecto. —gruñó Sasuke y se agachó de repente.
Naruto quiso decir algo, tal vez entre las líneas de Sasuke siendo el que era demasiado perfecto para este mundo, pero entonces la mano alrededor de su miembro se torció de un modo peculiar pero interesante, al mismo tiempo que afilados colmillos se enterraron en su cuello, justo un poco más arriba del sitio donde su cuello terminaba y comenzaba su hombro.
Un dolor abrasador lo golpeó en medio de las olas de exquisito placer, mezclándose con él de modo que no podía identificar cuál era cuál. Apenas fue consciente de gritar, su espalda arqueándose mientras se corría violentamente con Sasuke sujetándolo en su lugar con solo sus dientes y su mano. El cambiaformas estaba gruñendo casi salvajemente, su fuerte cuerpo vibrando encima del de Naruto, como si fuera él quien se había estado ahogando en placer justo en ese momento y no el rubio.
El pelinegro se apartó de pronto y toda su boca estaba manchada con la sangre de Naruto. Dicha visión debió haber asustado al rubio, o al menos haberlo llenado de disgusto, pero solo pudo quedarse observando al otro con asombro, mirándolo limpiarse la sangre de los labios y los dientes con la lengua, mientras la marca de mordida en su cuello palpitaba de calor.
Sasuke lo estudiaba atentamente, el foco de su mirada intercambiándose entre la ensangrentada marca en el cuello de Naruto y su rostro. Sus manos comenzaron a acariciar los costados del rubio para calmarlo, a veces bajando lo suficiente para deslizarse sobre sus aún temblorosos muslos.
Ojos azules parpadearon y Naruto abrió la boca, pero se detuvo, sus ojos desviándose al techo en lugar de al rostro de Sasuke. Al principio no entendió qué ocurría, simplemente se sentía algo extraño, pero luego se dio cuenta de que su vista empezaba a nublarse como si sus ojos estuvieran cansados. Pero él no estaba cansado.
Lejos de ello, en realidad. Incluso aunque Sasuke ya le hubiera sacado dos orgasmos, su cuerpo punzó con energía nuevamente y empezó a temblar por alguna razón, como si su cuerpo estuviera experimentando su propio mini terremoto. Había un calor desconocido acumulándose en su vientre bajo, no como el que sentía cuando el placer estaba por desbordar, pero tampoco tan diferente de él, y estiró los brazos, necesitando del toque de Sasuke para mantenerse aferrado a la tierra.
—Sa-Sasuke. —tartamudeó, comenzando a sentirse anormalmente caliente, como si en el lugar hiciera demasiado calor. Pero eso no podía ser, no con el viento aullando en el exterior, viajando a través de la improvisada hoguera para juguetear con las llamas en el centro.
—Ssssh, ssssh, estás bien. —Sasuke murmuró, acariciando su mejilla izquierda con la nariz, deslizando los brazos debajo de la espalda de Naruto para levantarlo. El rubio terminó sentado sobre el regazo del cambiaformas, con manos acariciándole la espalda. —Solo deja que pase, ¿de acuerdo? No te resistas, estás bien, lo prometo. Esta es solo la Mordida comenzando a cambiarte, nada de lo que debas temer. Estoy aquí, no me iré, lo prometo. Solo aférrate a mí, solo relájate, es todo lo que debes hacer.
A pesar de que cada músculo en su cuerpo quería tensarse, luchar contra lo que sea que le estaba haciendo sentir fuera de lugar, escuchó a Sasuke, porque Sasuke jamás le había mentido antes, así que si él decía que todo estaría bien, confiaría en él. Porque Sasuke cuidaría de él, como lo había estado haciendo desde que había sido abandonado en esta cueva.
—Eso es. —le dijo amorosamente el lobo, elogiándolo y acariciando la mejilla de Naruto con el pulgar. —Eso es, relájate, lo estás haciendo bien, amor. Todo lo que debes hacer es relajarte y dejar que cuide de ti, ¿de acuerdo? —lo arrulló, depositando a Naruto con cuidado en la parte más gruesa del nido, donde habían sido apiladas decenas de pieles.
Podía hacer eso, dejar que Sasuke cuidara de él. Sasuke era muy bueno en eso.
Por supuesto que es bueno en eso, una voz le susurró en lo más profundo de su mente. Es tu compañero, sabe cómo cuidar muy bien de ti.
Unos cálidos labios, teñidos con un leve sabor metálico, tocaron los suyos y entonces…
Se dejó ir.
Un infierno se estaba desatando dentro de él. Lo sabía porque se sentía arder por dentro y por fuera, como si su piel estuviera cubierta de llamas. Llamas que solo podían apaciguarse cuando Sasuke lo tocaba, cuando Sasuke lo besaba y lo lamía y lo mordía y solo cuando finalmente se introdujo en él, abriéndose paso dentro de su estrecha cavidad por primera vez, llenándolo hasta el límite, fue que Naruto finalmente pudo respirar de nuevo, sus pulmones expandiéndose con el tan deseado aire fresco.
—Eso es, estás tomándome tan bien. —Sasuke estaba alabándolo, pero las palabras le llegaron de un modo extraño, como si fueran amortiguadas por algo, como si Naruto estuviera bajo el agua. —Mira lo bien que estás recibiéndome. Eres tan hermoso, tan perfecto y todo mío. Mi hermoso, precioso compañero.
Palabras de elogio, de deseo, de amor, siguieron escapando de esos pecaminosos y enrojecidos labios, solo para ser silenciadas temporalmente cuando sus besos se tornaban demasiado profundos, casi llegando a sucios, dejando a Naruto jadeando por aire mientras que al mismo tiempo rogaba por más, porque Sasuke era lo único que lo mantenía sujeto a la tierra, su toque era la única cosa que evitaba que saliera flotando mientras el calor amenazaba con desbordarlo.
Y entonces Sasuke empujaría más duro dentro de él, pequeños pinchazos de garras enterrándose en sus caderas, y el calor volvería a retroceder, empujado debajo del incesante placer.
—Te verás tan increíble con tu vientre lleno de mi cachorro. —murmuró Sasuke, cubriendo con centenares de besos su rostro, su cuello, sus hombros, sonriendo con suficiencia cuando el más ligero toque de su lengua sobre la Marca de Mordida consiguió que Naruto gimoteara, sus uñas arañando con fuerza la espalda de Sasuke. —Serás increíble en esto, lo sé. Nuestro bebé será perfecto porque te tendrá a ti como su madre y crecerá amado y adorado. Así como yo te amaré y te adoraré por el resto de nuestras vidas, porque eres mi compañero, solo mío. ¿Te sientes bien, cariño? ¿Esto se siente bien?
Entonces cambió el ritmo, sus embestidas tornándose largas y profundas, su miembro presionándose casi despiadadamente contra ese lugar especial dentro de Naruto, enviándole chispas de demasiado placer por todo su sistema, su propia húmeda erección atrapada entre sus estómagos. No, no es demasiado placer aún.
La habilidad de formar palabras con sentido había abandonado a Naruto hacía un rato ya, así que solo pudo gemir en aprobación, su respiración atorándosele en la garganta cuando Sasuke subió sus piernas y las enroscó en su cintura, la nueva posición permitiéndole empujar más profundo dentro del rubio, algo que creyó imposible.
No estaba tan fuera de sí como para no sentir a Sasuke creciendo dentro de él despacio, los tirones a su entrada cada vez que salía y volvía a entrar una señal de que su nudo se estaba formando y pronto los encadenaría por un rato.
No podía esperar por ello. No podía esperar a que Sasuke lo anudara apropiadamente, que lo llenara con su semilla, que lo impregnara. Quería todo lo que Sasuke pudiera darle, deseaba mostrarle lo buen compañero que podía ser para su lobo. Sasuke podría hacer lo que quisiera y Naruto lo permitiría, porque era un buen compañero y quería que Sasuke lo supiera.
La suave risa del pelinegro en su cuello le provocó un escalofrío y apenas fue capaz de enfocarse en esos ojos rojos y brillantes cuando Sasuke alzó la cabeza para mirarlo.
—Por supuesto que sé que eres un buen compañero, eres muy bueno para mí. —le susurró, besándole la mandíbula. —Y sé que puedes tomar todo lo que te dé, porque eres absolutamente perfecto. Mi perfecto y hermoso compañero, listo para que te anude y te impregne. Eso es lo que quieres, ¿no es así? Que te anude tan bien que no haya forma de que no lleves a mi cachorro en tu vientre después de esto.
Su voz descendió hasta una mezcla entre un siseo y un gruñido, sus colmillos ahora completamente expuestos, sus ojos rojos ardiendo más brillantes que el sol de verano. Había garras en el lugar donde debería haber manos, envueltas firmemente alrededor de las caderas de Naruto, manteniéndolo inmóvil en el caso de que intentara escapar.
Pero él no quería escapar. Ni ahora, ni nunca.
Relamiéndose los labios, se concentró en Sasuke, en sus salvajes gruñidos y en la manera en que sus ojos resplandecían de forma antinatural, el rojo sangre habiendo abarcado todo el lugar que solía ocupar su normal color negro. Su boca se sentía seca, su lengua muy pesada en su boca, pero finalmente sus cuerdas vocales pudieron cooperar y jadeó: —Soy tuyo.
El rugido que se le escapó a Sasuke al oír sus palabras fue tan profano, tan posesivo, que reverberó profundo dentro de Naruto, conectándose con algo ahí y, al siguiente segundo, la última ola de placer lo azotó, y gritó, todo su cuerpo convulsionándose y temblando en los brazos de Sasuke. Su placer se extendió tanto una y otra vez hasta que el nudo de Sasuke finalmente se hinchó, presionándose justo contra ese lugar profundo dentro de él hasta que…
Todo se volvió negro.
Desorientado, perezoso y más adolorido de lo que se podrían imaginar.
Así fue cómo Naruto despertó, sin tener la más mínima idea de cuánto tiempo había pasado. Seguía estando en el nido, atrapado entre los brazos de Sasuke, su espalda presionada al pecho del lobo. Seguían conectados, descubrió el rubio cuando intentó moverse, y sintió sus mejillas enrojecer.
Su sonrojo aumentó, todo su rostro ardiendo, cuando Sasuke rio con suavidad detrás de él, una mano bajando hasta reposar sobre su muslo.
— ¿Ya estás de vuelta? —murmuró el pelinegro, besándole el hombro gentilmente.
—S-Sí, ¿cuánto…? ¿Cuánto tiempo…?
—Hm, probablemente algunos días. —le respondió pensativo. —En realidad no le presté atención al tiempo. Pero estamos en medio de la tarde ahora.
—Oh. —Naruto parpadeó sorprendido, sin haber esperado oír que habían pasado varios días. Con razón se sentía tan adolorido…
Espera…
Su mano subió repentinamente, tocando el elevado contorno de la Mordida de Apareamiento en su cuello y exhaló despacio.
— ¿Fun… Funcionó? —preguntó esperanzado.
— ¿La Marca? Sí, lo hizo. Eres oficialmente mi Compañero ahora. —la mano en su muslo se deslizó hacia arriba, ahora cubriendo su vientre. — ¿Tu celo? Sí. Sí, lo hizo.
Naruto bajó la mirada, sus ojos fijos en la mano que cubría su bajo vientre casi de modo protector, y se le cortó la respiración cuando su cerebro al fin comprendió sus palabras.
—Quieres decir que estoy…
— ¿En cinta? Sí, lo estás. —Sasuke se escuchaba increíblemente orgulloso e inmensamente complacido sobre ese hecho. —Noté que tu aroma cambió durante la noche. Aún es leve, pero estoy seguro: estás embarazado.
—Tendremos un bebé. —exhaló Naruto, maravillado, su propia mano bajando a su estómago, cubriendo la de Sasuke.
Ahora había un bebé creciendo en su interior, un bebé de verdad. Un pequeño ser que sería la mezcla perfecta de Sasuke y él… Apenas podía creérselo por lo estupefacto que se encontraba ante el descubrimiento.
—Tengo un obsequio para ti. —dijo entonces el lobo, sacándolo de su ensoñación, y Naruto giró la cabeza sorprendido.
— ¿Un obsequio?
—Hm, es tradición en mi familia darle a nuestros Compañeros un obsequio, algo significativo para agradecerles por enriquecer nuestras vidas con su presencia. —le dijo y pareció buscar algo en su lado del nido.
El rubio parpadeó cuando un collar apareció en su campo de visión. El cordón era negro, casi tan negro como la noche, y sujetaba una reluciente piedra de un verde pálido con un hoyo en el centro. En cada lado de la piedra colgaba un largo colmillo, y le tomó un momento darse cuenta de que eran dientes de oso.
—Sasuke…—pronunció, pasmado.
—Esta piedra es llamada una piedra de hada, ¿sabes por qué?
Naruto negó con la cabeza, sus ojos sin despegarse del bonito color verde pálido.
—Porque la piedra tiene un hueco por su propia cuenta, no fue hecho por alguien. Quiere decir que esta piedra es un espejo al mundo de las hadas. —le explicó Sasuke. —Si miras a través del hoyo, serás capaz de ver todo tipo de hadas sin que ellas puedan verte.
—Oh, wow. —Naruto exhaló aire, maravillado. Con cuidado, tocó la piedra con su dedo índice. — ¿Y los dientes?
—Solo un recordatorio a todos allá afuera que no deben lastimarte. —dijo el pelinegro calmadamente, pero había una corriente de peligro fluyendo bajo su voz. El tono peligroso desapareció al siguiente instante, siendo reemplazado por un tono suave. — ¿Me otorgarías el honor de utilizarlo?
— ¡Por supuesto! —soltó Naruto antes de pensarlo dos veces y prácticamente podía sentir la sonrisa de Sasuke mientras este le ayudaba a ponerse el collar.
Sujetando la piedra cuidadosamente, probando lo afilado de los colmillos con su pulgar, Naruto murmuró: —Gracias por darme esto.
Sasuke le volteó el rostro gentilmente para besarlo.
—Gracias a ti, por convertirte en mi Compañero.
Había algo especial, casi mágico, sobre el conocimiento de que un niño estaba creciendo dentro de él.
Incluso aunque estaba consciente de que no sería capaz de ver cambios, mucho menos sentir algo, hasta que pasaran al menos algunos meses, eso no impidió que se tocara su estómago cada día, maravillado sobre el pequeño milagro desarrollándose dentro de él.
Había pasado de ser un pobre y rechazado huérfano a alguien amado y deseado por uno de los más hermosos y generosos hombres que conocía, y ahora estarían formando su propia familia.
Pensar en el pequeño bebé dentro de él le hizo preguntarse algunas veces cómo sus padres hubieran reaccionado si hubieran sobrevivido hasta el día de hoy. ¿Habrían estado felices de saber que tendrían un nieto de esta forma tan poco convencional?
Ah, pero si todavía estuvieran vivos, lo más probable es que nunca hubiera conocido a Sasuke.
Ese pensamiento lo dejó sintiéndose algo fuera de lugar. Era extraño darse cuenta de que fue precisamente su estatus como huérfano no deseado lo que le había permitido conocer a Sasuke. Era algo en lo que no le gustaba pensar, decidió entonces, y pensó que seguir dándole vuelta a esos pensamientos no sería sano para el bebé tampoco. Había escuchado a las mujeres en la villa hablar, decir que las emociones negativas eran algo que debía evitarse si uno quería tener un bebé sano ya que, si uno se sentía demasiado negativo, eso podría tener un efecto en el bebé y este entonces enfermaría.
Naruto no quería que nada malo le pasara a su hijo no nato, así que tomó la determinación de no pensar sobre nada que pudiera hacerlo sentir infeliz.
Aun así, a veces le gustaría saber si sus padres hubieran estado tan felices como él lo estaba con su bebé. Le hizo desear que Danzo le hubiera dado al menos la oportunidad de empacar, para poder llevarse con él las viejas fotografías y sábanas que tenía, que era lo único que le quedaba de sus padres. No podía reemplazarlos, obviamente, pero frecuentemente lo hacían sentir más cercano a ellos, imaginando que la calidez y el peso de las mantas eran ellos abrazándolo.
— ¿En qué piensas? —Sasuke le preguntó y se sentó junto a él.
Estaba sentado frente al fuego, calentándose luego de haber salido para orinar. Ahora sí estaba definitivamente congelante, así que debían estar en algún punto de noviembre. También había comenzado a nevar y esto parecía prometer nevadas más intensas. Menos mal que se les había ocurrido abastecerse de las cosas más esenciales desde antes. Entre menos tuvieran que ir al exterior con este horrible clima, mejor.
— ¿Hm? —alzó la vista, relajándose cuando Sasuke lo atrajo hacia sí. —Es solo… Es algo tonto.
—No puede ser tan tonto si tienes esa cara. —el lobo lo reprendió, dándole unos toquecitos en la frente. —Vamos, dime qué pasa.
—Estaba pensando en las fotografías y las sábanas que tuve que dejar allá. —admitió en voz baja luego de una pausa. —Ellos obviamente no me dieron tiempo de empacar, pero desearía que lo hubieran hecho. Eso era todo lo que me quedaba de mis padres y… Sé que es tonto, pero quisiera tenerlas aún.
—No es tonto en lo absoluto. —Sasuke murmuró y lo envolvió en un cálido abrazo. —Nunca podrías ser tonto.
Naruto enterró su rostro en el cuello de Sasuke, tomando consuelo en su abrazo e ignorando el escozor de las lágrimas detrás de sus ojos.
Cuando se despertó la mañana siguiente, unas mantas dobladas y dolorosamente familiares junto con una colección de fotografías lo saludaron. No pudo más que quedarse mirándolas, sus dedos comenzando a temblar cuando rozaron la primera manta, el algodón frío y áspero pero, oh, tan bienvenido al toque de sus yemas.
—Tú… ¿Tú saliste y las trajiste para mí? —un nudo se instaló en su garganta y parpadeó para evitar que las lágrimas se le resbalaran, su siguiente exhalación temblorosa mientras acariciaba con los pulgares la esquina de una de las sábanas.
Sasuke acunó su cuello y, cuando Naruto alzó la mirada, un suave beso lo recibió.
—Necesitabas tenerlas, ¿no es así? —le dijo, acariciando su mejilla. —Así que salí y las conseguí para ti.
—Gracias. —Naruto le agradeció con voz ahogada, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del lobo en un apretado abrazo.
Tenía sus fotografías y sus sábanas de nuevo.
Si antes todavía le quedaba alguna duda de si Sasuke en verdad lo amaba, todas esas dudas se desvanecieron, destruidas con la presencia de los retratos y mantas que tanto había extrañado desde que se había visto obligado a dejar su choza.
Ahora las tenía de regreso y podría contarle a su bebé todo sobre sus abuelos y enseñarle cómo lucían.
Podía ver a su madre y a su padre otra vez.
Si el siguiente beso tuvo algo de sabor a sal y estuvo más húmedo de lo normal, ninguno de los dos remarcó en ello.
Un suave "hum" salió de sus labios mientras ojeaba las fotografías que Sasuke había recolectado para él. No había sido hasta una hora después de haber despertado para encontrarse con las sábanas y las fotos esperándole, que se dio cuenta de que Sasuke había tenido que entrar en la villa para conseguir estas cosas para él.
— ¡Pudo haber sido muy peligroso! —le dijo Naruto con la voz teñida por la preocupación. —No debiste haberlo hecho. ¿Qué tal si alguien te hubiera visto?
—Entonces más les valía ponerse a rezar para que me hubiera ido antes de alcanzarlos. —le respondió el pelinegro con sorna y luego lo atrajo por un beso. —No hay necesidad de preocuparse, nadie en ese lugar es una amenaza para mí. Y de todos modos no había nadie afuera a esa hora.
Lo que, para ser justos, era cierto. Si Kakashi no podía hacerle frente a Sasuke, lo que así era, el mismo hombre lo había admitido cuando estuvo ahí, entonces no había nadie lo suficientemente fuerte en la villa para derrotar a Sasuke, y mucho menos ser capaz de someterlo. Kakashi era una de las personas más fuertes que Naruto conocía, así que si él era incapaz de derrotar a Sasuke, entonces no había por qué preocuparse por nadie más.
Pero aun así, el pensar que Sasuke había arriesgado su vida solo para traerle algunas imágenes y viejas mantas… Le hacía darse cuenta de lo mucho que el cambiaformas en verdad lo quería.
Se entretuvo con un retrato que había dibujado de Tsunade, donde se mostraba su abuela sentada detrás de su escritorio con un rostro lleno de concentración. Ese dibujo lo había hecho en una ocasión en que había enfermado de gripe y ella lo había acogido en su casa, sin estar dispuesta a dejarlo solo en su choza. Naruto no se enfermaba tan seguido, así que sabía que en verdad la había asustado cuando colapsó de repente en su oficina aquella tarde, la fiebre consumiendo todas sus fuerzas.
La siguiente imagen era de Kakashi en uno de esos raros momentos en que lo había cachado tomando una siesta. Sonrió al ver el dibujo, recordando como Kakashi se había desperado sobresaltado justo cuando Naruto había trazado la última línea.
El hombre mayor había estado avergonzado por haber sido retratado mientras dormía y había perseguido a Naruto por la habitación en un vano intento por arrebatarle el dibujo, pero el chico rubio había sido más rápido y eventualmente Kakashi tuvo que rendirse, haciéndole prometer que no se la enseñaría a nadie.
Su sonrisa se amplió cuando Sasuke llegó a sentarse detrás de él, sus piernas rodeando a Naruto y sus brazos descansando casualmente alrededor de su cintura.
—He querido preguntar… ¿por qué no me has pedido ver más gente que esos dos? —inquirió Sasuke con curiosidad.
La pregunta, inocente como era, hizo que Naruto se tensara sin poder evitarlo y que despacio dejara de lado las imágenes entre sus manos, sus ojos fijos en el rostro dormido de Kakashi.
—Porque no hay nadie más que ver. —respondió con simpleza. —Nadie más quería estar cerca de mí.
— ¿Los demás te lastimaron? —su voz seguía calmada, pero con un filo peligroso audible en ella. —Naruto. —habló Sasuke en tono de advertencia cuando el rubio se mantuvo en silencio durante mucho tiempo.
Naruto suspiró pesadamente.
—A veces. —murmuró, frunciendo el ceño. —Muchas veces. —admitió en voz baja, sobándose la muñeca izquierda.
Si se concentraba lo suficiente, todavía podía sentir el escozor de los golpes hechos con una vara de madera dirigidos a su muñeca cuando uno de los dependientes de una tienda lo había acusado falsamente de robarse una manzana.
Esa había sido solo una de las muchas heridas que había experimentado mientras vivía en la villa porque, sin importar qué, la gente siempre encontraba una razón para lastimarlo.
Se quedó inmóvil cuando Sasuke acomodó su barbilla sobre su hombro y comenzó a acariciar su estómago.
— ¿Puedes contarme sobre ellos?
La mirada de Naruto se quedó enfocada en los retratos durante largo rato, recordando las burlas y los insultos, los moretones y el dolor.
Tomó aire profundamente y comenzó a hablar.
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N/T: Esta será la última actualización del mes, creo XD Tanto de mis historias propias como de las traducciones. Nos reencontraremos en diciembre :D
