Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Aclaraciones: Esta es una traducción autorizada de la historia "The Sacrificed", escrita por SasuNarufan13. Pueden encontrar su perfil e historias originales en Ao3 y Fanfictionnet.

Advertencias: Ambiente medieval, hombres lobo, contenido +18, violencia, Mpreg, referencias a acoso sexual, parto, lactancia masculina…

Notas: Este fic es la segunda parte de una serie llamada "El lobo y su sacrificio". Cuenta con 9 capítulos, todos desde el punto de vista de Naruto.

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El Sacrificado

Naruto es consciente de no ser importante para la mayoría de los aldeanos, pero jamás pensó que en serio lo fueran a sacrificar a la Bestia.

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Parte 5

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—La mayoría solo me ignoraba, pretendían que no estaba ahí. Sin importar cuanto me esforzara, ellos solo… apartaban la mirada, como si yo no existiera.

Una nariz se frotó contra el hueco debajo de su oreja izquierda, pulgares acariciándole los huesos que sobresalían de sus caderas.

—Había – había un hombre, un maestro, quien… Se llamaba Mizuki y él – él me dijo que podía darme lecciones privadas, enseñarme cómo leer y escribir. —no pudo evitar tensarse, náuseas llenándole cuando la memoria resurgió de nuevo. Hacía tanto que no pensaba en eso que lo había empujado hacia la parte más profunda y recóndita de su mente, determinado, desesperado por no pensar más en ello.

— ¿Qué hizo? —Sasuke le preguntó en voz baja, acariciándole ahora los costados de arriba abajo, arriba abajo; sus manos como acero caliente dejando rastros de calor abrasador sobre la gruesa camisa que había decidido usar ese día.

Observando el fuego, Naruto tragó duro, sus manos retorciendo el borde de su camisa con violencia.

—Él… Yo tenía nueve años y todos los niños iban a la escuela, pero yo no podía, porque no tenía el dinero para hacerlo. No sabía leer ni escribir y – y esa fue solo otra razón para que la gente me ignorara, porque creían… Creían que era tonto o algo así, que no era capaz de aprender nada.

Cerró los ojos, sintiendo la bilis en la garganta mientras recordaba con demasiada claridad lo ocurrido aquel día a inicios de la primavera, Mizuki llegando a recogerlo y llevándolo a su casa en una de las partes más silenciosas de la villa. Recordaba lo callado que estaba el vecindario, ni el trino de las aves era audible, como si ni siquiera los animales quisieran atestiguar lo que Mizuki planeaba. La puerta cerrándose, cómo había resonado en el lugar, como uñas siendo arrastradas a un ataúd.

Su yo de nueve años había estado nervioso, intranquilo, ya sintiendo como si algo no estaba bien incluso cuando apenas había puesto un pie dentro de la casa, pero había estado, oh, tan desesperado por finalmente comenzar a pertenecer en la villa, pensando que si aprendía a leer y escribir las personas al fin lo aceptarían.

— ¿Naruto? ¿Qué fue lo que hizo?

Con los ojos aún cerrados, indispuesto a abrirlos, Naruto respondió vacilante.

—Yo… me había sentado en su regazo porque solo había una silla. Bueno, él dijo que solo había una silla, pero – vi las otras amontonadas en la cocina. Pero hice a como me pidió, porque… porque era el primer adulto en hablarme y que quería ayudarme, así que pensé – esto tiene que ser normal.

Cómo se había esforzado en decirse a sí mismo que la petición de Mizuki había sido normal, que no había nada de extraño en ello. Tal vez esas otras sillas estaban a punto de quebrarse y esa era la razón por la cual el mayor las había apartado, tal vez aprender funcionaría mejor estando más cerca… Su yo de nueve años estaba tan desesperado por pertenecer que había aceptado sentarse en el regazo de Mizuki, incluso cuando no se sintió cómodo en lo absoluto, incluso cuando hacerlo provocó que su estómago se le revolviera violentamente, como si fuera a vomitar.

—Comenzó a enseñarme el alfabeto, pero… sus manos estaban en mis muslos. —abrió los ojos, observando las llamas con una mirada ausente. —No las movió al principio, pero entonces… Comenzó – comenzó a acariciarme – ahí. Traté de apartarme, pero me sujetó de las muñecas y me dijo que me quedara quieto. Yo no sabía – no sabía qué hacer así que solo me quedé ahí, y entonces sus manos, ellas –

Su estómago se le revolvió con esos horribles toques fantasma, la manera en que esas grandes manos se habían deslizado cada vez más arriba de sus muslos, colándose entre ellos, demasiado calientes, demasiado pesadas, obligándolo a separar sus piernas. Y, mientras tanto, Mizuki seguía recitándole el alfabeto, pronunciando cada letra como si nada estuviera pasando, como si no hubiera estado tocándolo del modo equivocado.

Sacudió la cabeza violentamente y se aferró a las muñecas de Sasuke, el lobo inmediatamente pausando sus caricias.

—Yo… trató de ir más lejos, pero entonces alguien tocó la puerta y se detuvo.

Nunca olvidaría la expresión en el rostro de Kakashi cuando Naruto había aparecido por el pasillo, queriendo nada más que escapar de las garras de Mizuki. Kakashi se lo había llevado inmediatamente e intentó arrestar a Mizuki, pero era la palabra del maestro contra la de un indeseado huérfano y Danzo había escogido el lado de Mizuki. Nada resultó de ello, aunque no fue porque Kakashi no lo intentara, y Naruto pasó el resto de sus años en la villa evadiendo a Mizuki a toda costa.

—Uno de los hijos de los Hyuuga, Neji, me vio ahí y cada vez que me encontré con él después de eso se burlaba de mí, llamándome inútil, niñita débil, porque solo las niñas eras usadas por Mizuki y…—se cortó a sí mismo, sacudiendo la cabeza de nuevo.

Seguía sin comprender por qué Neji había decidido molestarlo cada vez que cruzaban caminos, ya que era evidentemente obvio para Naruto que no molestaba a las niñas de la misma manera, incluso cuando Mizuki las acosaba.

— ¿Hubo otros además de ellos? —Sasuke le preguntó, volteando sus manos hacia arriba para entrelazarlas con las de Naruto.

El rubio titubeó, pero asintió. Cada una de las burlas, los empujones, los golpes grabados a fuego en su memoria.

—Cuéntame sobre ellos. Dame sus nombres. —susurró Sasuke, su voz como la seda, tan suave e hipnótica que Naruto se sintió ceder sin resistencia.

Así que le contó sobre los demás y le ofreció los nombres de cada una de las personas que alguna vez lo habían herido o acosado, que le había hecho sentir menos que la tierra debajo de sus botas. Le habló de todos ellos y, cuando finalmente se detuvo, acurrucado contra el pecho de Sasuke, cálido y querido, se sintió dichosamente vacío.


Al despertar, rápidamente se dio cuenta que estaba solo en el nido. Algo descolocado, ya que Sasuke no tenía la costumbre de dejarlo solo al despertar, especialmente no ahora que estaba esperando un hijo, se sentó, inspeccionando la cueva con confusión.

La fogata seguía encendida con la misma fuerza que cuando se había acostado para dormir, así que eso significaba que Sasuke le había echado más leña hace poco tiempo. Pero, ¿hace qué tan poco tiempo? ¿Y adónde había ido que no podía esperar a que Naruto se levantara?

No es como si Sasuke estuviera obligado a quedarse en la cueva hasta que Naruto despertara, pero había pasado tanto desde la última vez que despertó solo que no pudo evitar sentirse algo solo.

Se levantó, dejando que la sábana cayera, y fue justo cuando puso un pie afuera del nido que Sasuke apareció de repente, adentrándose en la cueva en su forma animal. Parecía satisfecho por alguna razón y, cuando se acercó lo suficiente, incluso la nariz humana de Naruto – mucho más débil que la lobuna de Sasuke – fue capaz de detectar el olor a metal.

Sangre.

— ¿Estás herido? —preguntó el rubio urgentemente, tratando de evitar el pánico que amenazaba con adueñarse de él. Sasuke no parecía estar lastimado, pero entonces, ¿por qué olía a sangre?

—Debería ir por otro chapuzón. —dijo Sasuke y sus palabras no tuvieron sentido para Naruto. Se transformó de vuelta a su forma humana, el ruido de huesos rompiéndose y reacomodándose resonando en la caverna por unos instantes. Luego, bajó la mirada hacia sí mismo, como si estuviera checando algo.

—Sasuke, ¿qué hiciste? —cuestionó Naruto, su confusión aumentando cuando la silueta desnuda de Sasuke no revelaba ningún tipo de lastimadura que pudiera explicar el olor a sangre.

—Enseñar una lección. —le respondió con simpleza y lo acercó a él, rodeándolo con sus brazos en un cálido abrazo.

—Una lección, ¿qué…? —Naruto inhaló bruscamente, apartándose para enfocar su vista en brillantes ojos negros. —Cuando dices una lección, ¿te refieres a…?

—Nadie tiene permitido lastimarte. —dijo y le rozó la frente con los labios. — ¿Has comido ya?

— ¿Quién? —el rubio tragó duro, sus manos aferrándose a los antebrazos de Sasuke mientras trataba de descubrir a quien había condenado al fatal destino de ser asesinado por el lobo.

—Aquel que creyó que tenía permiso de tocarte inapropiadamente. —le contestó el cambiaformas con sinceridad. —Me aseguré de que jamás pueda hacerlo de nuevo.

Mizuki. Estaba… ¿Había matado a Mizuki? ¿O todavía estaba vivo? Y si era así, ¿qué tan herido estaba?

Pero… ¿importaba realmente? Mizuki no había hecho nada más que herir niños todo el tiempo que vivió ahí, siempre protegido por Danzo, sin importar cuántos padres reclamaran. Había intentado lastimar a Naruto y probablemente lo hubiera conseguido con algunas de las niñas.

¿En verdad importaba lo que sea que Sasuke hubiera hecho con él? ¿Cuántas veces no había deseado que Mizuki fuera castigado? ¿Cuántas veces no había escuchado a otros adultos deseando fervientemente que Mizuki cayera muerto, que Danzo finalmente dejara de protegerlo?

Demasiadas para contar, la verdad.

Y ahora Sasuke había hecho justo eso: había castigado a Mizuki por sus manos errantes y sus promesas engañosas.

Aunque lo intentó, Naruto no pudo sentir lástima por ese hombre. Había tenido años para redimirse y nunca lo había hecho. Pero ahora su castigo finalmente había llegado en la forma de un vengativo cambiaformas.

Enterrando su rostro en el cuello de Sasuke, respirando en su familiar aroma debajo de ese débil toque metálico, murmuró: —Gracias.

Gracias por castigarlo. Gracias por creerme cuando tan pocos han querido hacerlo. Gracias por detener la pesadilla.

Fríos dedos se deslizaron debajo de su barbilla, forzándolo a alzar la vista y, cuando lo hizo, su mirada se topó con cálidos ojos negros antes de que su boca fuera capturada en un beso igual de gentil.

—No hay de qué. —fue todo lo que Sasuke dijo antes de guiarlo a la mesa, dispuesto a preparar el desayuno para ambos.

Naruto se quedó ahí, sentado y mirando a Sasuke calentar té y romper unos huevos sobre una piedra plana y amplia para cocinarlos, un agradable calor se instalándose en su vientre bajo. Entonces, sonrió.

Qué bien se sentía ser amado.


El invierno este año era uno de los más duros que Naruto jamás había experimentado, haciendo que se sintiera agradecido por todos los preparativos que habían hecho de antemano. Podía escuchar al viento aullar fieramente casi cada noche, la nieve apilándose en capas cada vez más altas cada que se aventuraba a salir para ir al baño, pero dentro de la cueva siempre estaba agradablemente cálido, gracias tanto a la fogata ardiendo y refulgiendo cada día, como al enorme lobo enrollado a su alrededor en el nido en cada ocasión que podía.

Acababan de entrar al Año Nuevo, Naruto acostado en el nido con las sábanas a un lado observando a Sasuke frotar la nariz contra su estómago, pálidos dedos tocando y acariciando sin parar. Desde hace un par de días Naruto había notado que su estómago ya no podía seguir llamándose plano, sino que el indicio de un abultamiento comenzaba a mostrarse, palpable cada vez que descansaba su mano contra él.

La prueba de que su vientre al fin estaba creciendo, finalmente llenándose cada día, hizo que la idea de esperar un bebé se volviera concreta y ahora no podía evitar tocar su abdomen cada mañana, emocionado por sentir el leve abultamiento, por más pequeño que fuera todavía.

Pensar en el pequeño ser creciendo dentro de él le hizo cuestionarse sobre algo más, algo que aunque no fuera urgente en el momento, probaría ser muy importante en el futuro y necesitaba estar preparado.

—He estado pensando…—comenzó lentamente, acomodándose para quedar de costado cuando Sasuke lo miró y se sentó, manteniendo una mano rodeando su cadera.

— ¿Sobre? —una oscura ceja se alzó.

—Sé que la Mordida me cambió lo suficiente para llevar a tu bebé, pero…—se detuvo, mordiéndose el labio inferior mientras meditaba sobre cuál sería la mejor manera de expresar sus dudas sin que fuera muy vergonzoso.

Un dedo tirando de su abusado labio para liberarlo lo hizo alzar la mirada a Sasuke con sorpresa y el pelinegro le sonrió vagamente.

— ¿Pero qué?

—N-No creo que me haya cambiado tanto físicamente y me estaba preguntando… cómo le hará el bebé para salir. —terminó con vacilación, sintiendo su rostro arder por la vergüenza, pero sin saber cómo decirlo de otra manera.

Era una preocupación válida. Si terminaba necesitando que lo cortaran para sacar al bebé, ¡quería saberlo!

— ¿No te has tocado ahí del todo? —preguntó Sasuke con diversión, provocando que Naruto enrojeciera aún más.

—Por supuesto que no, ¿por qué lo haría? —chilló, sonrojándose todavía más cuando Sasuke sonrió perversamente.

—Es sencillo. —el lobo arrastró las palabras y su mano se deslizó entre las piernas de Naruto, haciendo que el rubio se sobresaltara por la sorpresa.

Sus mejillas parecían estar en llamas cuando la mano de Sasuke subió más y más, deslizándose debajo de su miembro, sus dedos descansando justo tras sus testículos. Dos dedos se presionaron contra la piel de ese lugar, la sensación extraña y casi resultándole invasiva, lo que no pudo entender, porque nunca antes se había sentido de ese modo con Sasuke.

—Todavía es algo pequeña, así que no la notarás fácilmente a menos que la busques activamente. —comentó Sasuke, casi meditabundo. —Cuando tu cuerpo aceptó la Mordida, no solo creó una matriz para albergar a nuestro cachorro, sino que también formó una apertura extra aquí. —sus dedos presionaron con más firmeza contra la mencionada apertura y Naruto no pudo evitar retorcerse cuando sintió un dedo aparentemente introducirse un poco en él.

—Se formará completamente cuando estés más avanzado en tu estado. —le explicó el pelinegro. —Y, cuando estés listo para dar a luz, ya estará completamente formada.

Bueno, al menos eso sonaba mejor que ser abierto con un cuchillo, a pesar de que fuera vergonzoso de escuchar. Pero aun así, era algo increíble que la Mordida consiguiera cambiar tanto su cuerpo.

Al sentir la mirada llena de diversión de Sasuke dirigida a él, frunció el ceño.

— ¿Qué? —inquirió a la defensiva. No le agradaba la sensación de que se estuvieran burlando de él.

—Me sorprende que nunca te toques. —le dijo, sus ojos centelleando maliciosamente.

Naruto hizo un puchero y apartó la mirada.

— ¿Por qué lo haría cuando tú lo haces? —murmuró, sus palabras casi inaudibles.

Casi, porque Sasuke definitivamente lo escuchó con su afinado oído, y la manera en que sus oscuros ojos comenzaron a brillar hizo que a Naruto lo recorriera un escalofrío.

— ¿Y te gusta cuando te toco? —el cambiaformas le preguntó para provocarlo, retrayendo su mano para recorrer el muslo de Naruto con ella.

—Claro que sí, ya lo sabes. —el rubio musitó, la confesión escapándosele antes de que pudiera pensarlo dos veces.

—No lo sé. —Sasuke dijo en voz baja y se agachó, quedando encima de él. Los mechones que enmarcaban su cara cayeron, creando una cortina alrededor de su rostro. —Tu cuerpo definitivamente reacciona de buen modo, pero también es agradable escuchar que lo confirmas.

—Como si no fuera ya lo suficientemente ruidoso. —rebatió, permitiendo ser girado sobre su espalda, sus piernas separándose para recibir a su compañero entre ellas.

Su respuesta hizo que Sasuke le mostrara una sonrisa llena de suficiencia y que la punta de sus dedos danzara sobre el muslo de Naruto, dejándole la piel de gallina.

—De nuevo, tu cuerpo me dice mucho, pero una confirmación verbal siempre es agradable. —murmuró y besó al rubio antes de que este pudiera decir algo más.

Ambos estaban desnudos. Las ropas de Naruto habían volado fuera del nido unas horas atrás cuando su aroma se había tornado irresistible, según el lobo, y el rubio no había considerado necesario volver a vestirse después. Eso terminó siendo una buena decisión, ahora con Sasuke introduciendo sus dedos dentro de él, guiado por el lubricante natural que su cuerpo había comenzado a producir luego de aceptar la Mordida.

Cuando estuvo lo suficientemente preparado, los dedos del cambiaformas se retiraron de su interior, provocando un gemido involuntario de decepción de su parte. Su rostro enrojeció cuando Sasuke le sonrió con travesura y su jadeó fue tragado por un profundo beso cuando el lobo empujó dentro de él, estirando sus paredes aún más.

A veces se sentía como si, sin importar cuantas veces hicieran el amor, seguía sin ser fácil aceptar a Sasuke en su cuerpo de una sola vez, pero esto no era suficiente para desalentarlo. Al contrario, la sensación de ser estirado alrededor del miembro de su compañero ahora le encantaba, incluso cuando nunca lo admitiría en voz alta. Rodeó los hombros de Sasuke con sus brazos, utilizándolos como soporte para enrollar sus piernas alrededor de su cintura. Esto hizo que el pelinegro se hundiera todavía más en él, si es que eso era posible, haciéndolo gruñir con aprobación, encantándole la manera de ser llenado por completo por su compañero.

—Puedes moverte. —susurró, atrapando el lóbulo de Sasuke con los dientes. El lobo todavía esperaba por su permiso para moverse cada vez, a pesar de que solo hubieran pasado un par de horas desde la última vez que lo hicieron, como si temiera lastimar a Naruto.

Pero no podía, Naruto estaba seguro de ello. Confiaba en que Sasuke no lo lastimaría y, hasta el momento, su confianza había sido recompensada cada vez.

Sus dientes en la oreja de Sasuke hicieron que el lobo gruñera con suavidad, sus ojos centelleando en rojo, y que comenzara a moverse, retirándose lentamente, tan lento que Naruto no pudo evitar quejarse, y luego embistiendo contra él fluidamente, arrancándole un gemido ahogado al rubio.

El ritmo que Sasuke estableció era rápido y profundo, cada embate arremetiendo contra ese sitio especial dentro de Naruto, ese que lo hacía ver estrellas e impulsaba el placer por sus venas cada vez que lo rozaba.

—Mírate, tan hermoso. —murmuró el pelinegro roncamente, sus ojos destelleando entre negro y rojo, una mano sujetando a Naruto por la cadera mientras la otra había atrapado su mano y la sujetaba junto a su cabeza, manteniéndolo inmóvil en ese lugar.

Sus embestidas se volvieron más energéticas, fuertes; una señal que, Naruto había aprendido, significaba que estaba cerca de anudarlo. Buscando su boca, gimió cuando sintió que el nudo del lobo se formaba en su entrada antes de que Sasuke volviera a salir, el nudo aún no lo suficientemente grande para hacer que permanecieran unidos.

—Vamos, dámelo. —suplicó, sus dientes capturando el labio inferior de Sasuke, haciéndolo sangrar ligeramente.

Sasuke sonrió ladinamente, sus ojos entrecerrados mientras se apartaba un poco para preguntarle: — ¿Qué? ¿Qué quieres que te dé?

—Ya sabes qué. —Naruto lloriqueó, utilizando su mano libre para agarrar el trasero del pelinegro y presionarlo contra sí.

—No leo mentes. —el lobo le recordó, la risa audible en su voz y Naruto bufó, echando la cabeza hacia atrás con frustración.

— ¡Quiero tu nudo! —soltó, siseando cuando Sasuke le mordió el cuello con un gruñido, su cálido aliento chocando contra su acalorada piel.

—Ya que lo pides tan amablemente. —sonrió de lado, sus embestidas tornándose todavía más rudas, sus ojos ahora de un permanente color rojo sangre.

—Oh, oh, a-ah-ahí. —el rubio echó la cabeza para atrás, su espalda arqueándose cuando el nudo de Sasuke finalmente terminó de formarse, su entrada ardiendo ligeramente al Sasuke empujar y llenarlo completamente.

Eso fue todo lo que tomó para que el placer se volviera demasiado y gritó algo incomprensible cuando se corrió, salpicando entre sus estómagos, sus músculos internos estrechando el nudo del lobo.

Sasuke incluso aulló al correrse, llenando el canal de Naruto hasta el punto de sentir que se derramaba fuera de él, y su boca fue capturada en un beso contundente, sus dientes casi chocando.

Pronto el cansancio se apoderó de él, se sentía agotado por el placer y las réplicas del potente orgasmo que todavía experimentaba, y dejó que Sasuke los volteara para que el cambiaformas quedara sobre su espalda con Naruto recostado sobre él.

Se durmió antes de que el nudo llegara a reducirse a la mitad.


A pesar de lo que la mayoría de los aldeanos siempre pensaba, Naruto no era estúpido. Estaba consciente del hecho de que algunas noches Sasuke se escabullía fuera de la cueva, regresando unas dos horas después de haberse marchado cada vez.

Naruto nunca le preguntaba lo que había estado haciendo o dónde había ido, porque el aroma impregnado en él era más que obvio. No siempre llevaba la esencia, dependía de qué tan bien hubiera conseguido lavarse para hacerla desaparecer.

—No tienes que hacer esto por mí, ¿sabes? —le dijo en voz baja una noche cuando Sasuke se deslizó de regreso dentro del nido con él.

No había un obvio hedor a metal esta vez, pero el aroma del bosque estaba impregnado en él más que de costumbre, lo que era una evidente señal de lo que había estado haciendo en el corto periodo de tiempo en que se había ausentado.

—Se lo merecen por cómo te han tratado todos estos años. —Sasuke murmuró, dejándose caer a su espalda, enrollando un brazo alrededor de su vientre. —Es tiempo de que aprendan que no son superiores a ti.

Naruto permaneció en silencio, preguntándose lo que podrían estar pensando los aldeanos ahora que estaban siendo cazados uno a uno. ¿Habrían atado los cabos? ¿Asumieron que los ataques eran aleatorios? Si supieran que la Bestia estaba de regreso para eliminarlos, ¿sabrían por qué? ¿O pensarían que la Bestia había roto su promesa?

— ¿Quieres que pare? —le preguntó el pelinegro con curiosidad, su mano acariciando ociosamente su abdomen. No se escuchaba ofendido o molesto sobre el asunto, ni siquiera resignado. Era solo una simple pregunta y acataría lo que fuera que Naruto le dijera.

El rubio pensó que debería querer que Sasuke dejara de atacar a los aldeanos. No debería querer que siguiera continuando con sus ataques, que eran probablemente asesinatos. Ni siquiera tenía el derecho de querer eso. No tenía el derecho de decidir sobre el destino de otros como si fuera una especie de dios.

Debería decirle que parara… pero no lo hizo. Porque a una parte de él, una parte oscura, le gustaba que esos aldeanos finalmente estuvieran experimentando el dolor y el miedo del cual había sido víctima por años. Le gustaba que Sasuke lo amara lo suficiente para querer deshacerse de toda esa gente, a pesar de que nunca lo hubieran ofendido personalmente.

¿Qué decía eso sobre él?

—Que piensas como un lobo. —respondió Sasuke, su voz asemejándose a un gruñido mientras olfateaba la nuca de Naruto. —Lo que te hicieron… Merecen cada parte del dolor que yo inflija en ellos.

—Solo aquellos de los que te hablé. —dijo Naruto, sujetando la muñeca del pelinegro, preguntándose si esa especificación lo volvía aún peor o solo apenas un poco mejor.

—Solo ellos. —concordó el lobo, casi ronroneando. —Los demás están a salvo, pero aquellos que te hirieron… pagarán el precio, uno a uno.

Decía algo sobre él, pensó Naruto, el que escuchar eso consiguiera incluso que se quedara dormido más fácilmente.

Aunque no tenía ganas de descubrir qué era exactamente lo que decía sobre él.


Debía ser alrededor de finales de febrero cuando los últimos rastros de nieve finalmente se derritieron y los primeros retoños de la primavera comenzaron a hacerse presentes en la forma de pequeños botones florales que tentativamente empezaban a crecer.

Sasuke había considerado marcharse al inicio de la primavera, porque les tomaría varios meses llegar al lugar donde su familia vivía, pero al final, el embarazo de Naruto puso una pausa a esos planes ya que el lobo no estaba dispuesto a viajar con su compañero en cinta. Especialmente porque hacerlo significaría que Naruto probablemente terminara dando a luz antes de llegar con la familia de Sasuke, algo que el pelinegro no quería arriesgar.

— ¿Te molesta que no podamos irnos aún? —inquirió el rubio, algo nervioso, preguntándose si había sido un error pedir la Mordida tan pronto.

Si no lo hubiera hecho, entonces no estaría en cinta y podrían irse. Sasuke se habría reencontrado con su familia mucho antes que ahora que tenían que quedarse por al menos otro invierno.

¿Qué tanto tiempo habría pasado desde la última vez que vio a sus padres y hermano? ¿Se estaría arrepintiendo de haber Mordido a Naruto ahora?

Sasuke lo miró con curiosidad, estirado junto a él en el nido como si fuera un enorme gato en lugar del lobo que en realidad era.

— ¿Por qué me molestaría?

—Porque tendrás que esperar más tiempo para ver a tu familia de nuevo. —respondió Naruto, frotando su vientre con ansiedad. Ahora había crecido hasta volverse un abultamiento más notable y, desde hacía una semana atrás, podía sentir al bebé moverse dentro de él, sus pataditas tan ligeras como plumas, pero ya palpables.

La primera vez que sintió a su bebé moverse, había dejado caer su taza de té sobre la mesa por la sorpresa, alertando a Sasuke, quien estaba comenzando a dormirse solo unos minutos atrás. El cambiaformas había aparecido junto a él en un instante, su nariz presionada contra el vientre de Naruto mientras gruñía felizmente al darse cuenta de lo que había estado ocurriendo.

Alzó la mirada con un sobresalto al sentir como sus manos eran sostenidas, dedos entrelazándose con los suyos. Se mordió el labio inferior con preocupación cuando gentiles ojos negros se toparon con los suyos y Sasuke chasqueó la lengua suavemente.

—No sé por qué te preocupas tanto. —remarcó el lobo, atrayendo sus manos hacia sí para frotarse contra su dorso. —No es como si fueran a pasar años antes de que los veamos. Solo un invierno más y luego podremos comenzar nuestro viaje. Eso no es terriblemente largo. Quiero que tú y nuestro cachorro estén a salvo, eso significa quedarnos aquí hasta que el próximo invierno haya pasado.

—Pero tu familia… ¿No pensarán que es extraño que te aparezcas no solo conmigo, sino también con un bebé? Solo esperan a tu compañero, ¿cierto?

—En verdad tienes unas ideas muy raras sobre mi familia. —comentó Sasuke con un resoplido. —No prensarán que es extraño, solo estarán emocionados, confía en mí. En lugar de solo uno, tendrán dos miembros nuevos que adorar. Estarán extáticos de seguro.

—Si tú lo dices. —murmuró el rubio, todavía algo inseguro.

—Lo digo. —dijo Sasuke decisivamente y le dio un beso en los labios. —No tienes nada de qué preocuparte, ¿de acuerdo? Todo estará bien. De todos modos, preocuparte no te hace bien, especialmente no ahora. —su mano derecha descendió para cubrir su vientre, una sonrisa asomándose en sus labios al sentir a su bebé responder a su toque.

—No estoy preocupado. —musitó Naruto petulantemente, pero el resto de sus protestas fueron interrumpidas por un profundo beso y luego ya no tuvo más ganas de quejarse.


El viento silbaba en sus oídos, jugando con su cabello y su camisa mientras Sasuke corría a través de los árboles, saltando sobre los arbustos como si no fuera nada.

No pudo evitar comenzar a reír cuando su bebé comenzó a patear como loco dentro de su vientre, emocionándose como las veces anteriores en que Sasuke salía a correr en su forma de lobo con Naruto sobre su espalda. Tanto como Naruto disfrutaba cabalgar sobre el lomo de Sasuke, también parecía gustarle igual a su bebé, ya que pateaba y empujaba como si quisiera imitar los movimientos de su padre.

Sasuke ralentizó su andar hasta detenerse cuando llegaron a una de las praderas en lo profundo del bosque y, mientras Naruto se bajaba con cuidado de su lomo sosteniendo su vientre con una mano, le preguntó suavemente: — ¿Qué te tiene tan feliz así de repente?

—El bebé. —Naruto sonrió, palmeando su estómago con gentileza. —Parece que disfruta cabalgarte tanto como yo.

El lobo descubrió sus dientes en una sonrisa maliciosa.

—Me pregunto a qué forma te refieres: ¿mi forma humana o la de lobo? —no había duda sobre la provocación en su voz y Naruto inhaló por la sorpresa, sus mejillas ardiendo cuando le dio a Sasuke una palmada en el hombro.

— ¡Sasuke! —chilló, avergonzado. — ¡No puedes decir cosas como esa!

— ¿Qué? Es la verdad. —rebatió el lobo inocentemente, presionando su hocico contra el estómago de Naruto.

Era un nuevo hábito que había adoptado, admitiendo que adoraba lo cerca que eso le permitía escuchar a su bebé moviéndose dentro de Naruto.

—No, no lo es y…

La única advertencia que tuvieron fue el sonido afilado como un silbido y entonces una flecha apareció de la nada, clavándose en el suelo justo delante de la pata izquierda de Sasuke, las plumas en ella de un blanco brillante. Ambos se congelaron por un momento hasta que otro ruido de silbido rompió el silencio y una segunda flecha aterrizó justo entre los pies de Naruto, la vibración de cuando golpeó la tierra todavía palpable por un segundo.

— ¡Ve detrás del árbol! —Sasuke le rugió, saliendo de su estupor instantáneamente y empujando a Naruto hacia un árbol, sin detenerse ni cuando el rubio se tropezó.

— ¡Espera!, ¿qué está pasando? —preguntó Naruto entrando en pánico y, con un último empujón, fue arrojado detrás de un grueso y viejo árbol, la corteza luciendo como si hubiera sido víctima de flechas en el pasado.

— ¡Quédate ahí! —fue todo lo que Sasuke le gruñó antes de alejarse de un salto, corriendo lejos del árbol para atraer la atención de quien fuera que les estaba disparando.

Tal vez su plan era guiar al atacante - o atacantes – lejos de Naruto, utilizándose a sí mismo como una distracción, pero el lobo no llegó muy lejos antes de una repentina andanada de flechas lo forzara a detenerse, girándose hacia atrás en el último segundo antes de que cualquiera pudiera darle.

De inmediato Naruto se dio cuenta de que estaban en grandes problemas. No era posible que una sola persona fuera capaz de lanzar todas esas flechas (y contaba al menos veinte, si no es que más) de una sola vez, lo que quería decir que estaban lidiando con múltiples atacantes, probablemente cazadores. Las flechas se veían muy sofisticadas como para pertenecer a granjeros o cazadores no profesionales.

¿Pero cuántos eran? ¿Cómo los habían encontrado? ¿Los habrían estado rastreando todo este tiempo? No, no podía ser, Sasuke se habría dado cuenta si una cuadrilla los hubiera seguido.

¿Sería solo un golpe de suerte para ellos?

Un aullido penetrante lo sacó abruptamente de sus pensamientos y observó horrorizado cómo una de las flechas le había dado al blanco, enterrándose en el hombro de Sasuke.

— ¡Sasuke! —gritó, listo para correr hacia él, pero Sasuke lo detuvo con un rugido, sus ojos de un fiero rojo, y toda las fuerzas le abandonaron abruptamente como si ese sonido se las hubiera robado.

Solo pudo quedarse ahí sentado, observando inútilmente y con terror cómo flecha tras flecha era disparada hacia su lobo, su Sasuke, la ráfaga de disparos sin detenerse, sin darle en ningún momento la más mínima apertura al cambiaformas de huir o atacar.

Todo lo que Sasuke podía hacer era tratar de evitar las flechas lo más posible, pero su velocidad iba disminuyendo con cada flecha que le daba a su objetivo. Ahora tenía tres incrustadas en el hombro, una en el muslo y ya se había arrancado varias otras. Estaba sangrando visiblemente y comenzaba a cojear, los atacantes concentrándose en la pierna de la cual salía una flecha.

¡Naruto tenía que hacer algo! Pero, ¿qué? Los ataques no se detenían y no había manera de que pudiera acercarse y sacar a Sasuke del peligro antes de que esas flechas le dieran a él también. ¡Pero no podía solo sentarse ahí y ver a su compañero morir!

Comenzó a buscar a su alrededor con desesperación, preguntándose en medio de su creciente pánico qué podía hacer para salvar a Sasuke, cuando lo vio.

Un hombre sentado en un árbol, su atención centrada en Sasuke en su totalidad mientras apuntaba su arco y disparaba una flecha. El uniforme que portaba era familiar incluso a pesar de que Naruto solo lo había visto una vez antes: el cazador pertenecía a un cuerpo de elite, uno que usualmente era contratado para rastrear peligrosos criminales y derribarlos. Kakashi había trabajado con ellos una vez y le había dicho a Naruto que prefería nunca tener que hacerlo de nuevo, ya que estos cazadores eran de un tipo particularmente cruel, incluso peor que la mayoría de los más endurecidos criminales. No se detenían con nada hasta encontrar a su presa y, la mayoría de las veces, su objetivo no vivía para contarlo.

Les pagaban generosamente, pero a nadie le gustaba verlos llegar. ¿Por qué estaban aquí?

Eso no importaba en ese instante. Tenía que encontrar una manera de interrumpir el ataque, darle a Sasuke la oportunidad de encontrar una apertura.

Buscó a su alrededor desesperadamente, siseando en victoria cuando encontró algo lo suficientemente apropiado. La roca era un poco más grande que su mano, volviéndola algo difícil de agarrar con firmeza, pero tuvo éxito y, con la roca bien sujetada, lentamente se puso en pie, tratando con todo de sí no atraer la atención del cazador.

Estos parecían pensar que la única amenaza era Sasuke, lo que en cierto modo supuso que era cierto. ¿Por qué considerar a un humano una amenaza cuando estabas atacando a una Bestia? Iba a aprovechar la ventaja que le daría ese error.

Halando su brazo hacia atrás, entrecerró los ojos, estimando la distancia entre él y el primer cazador. Con toda la fuerza que pudo, arrojó la roca directo hacia el hombre con un furioso grito.

La roca le golpeó directamente en la cabeza al cazador, provocando que cayera de la rama y se golpeara duramente contra el suelo. Naruto corrió hacia él, recogiendo la roca otra vez y arremetiendo contra la cabeza del cazador de nuevo cuando este pareció intentar moverse.

Una y otra y otra vez golpeó la cabeza del bastardo con la roca, queriendo lastimarlo tanto como él y sus compañeros habían herido a Sasuke. Hubo gritos a su alrededor, pero para él fueron como sonidos a la distancia, toda su atención enfocada en el hombre que yacía estropeado bajo él, sangre recogiéndose en un charco a su alrededor.

Una y otra y otra y otra vez…

— ¡SUÉLTAME! —gritó cuando fuertes brazos le rodearon el pecho, alejándolo del cazador.

Iban a matar a Sasuke, luego a su cachorro, iban a matarlos a los tres y no volvería a ver a Sasuke otra vez, no tendría la oportunidad de conocer a su cachorro, a su bebé, y…

— ¡Naruto, Naruto, soy yo, soy yo!

La voz de Sasuke fue como un balde de agua fría siendo derramado sobre él y se congeló antes de girarse, sus ojos abiertos como platos cuando estos detallaron su estado.

Estaba ahora en su forma humana, sin flechas clavadas en su cuerpo, pero seguía sangrando. Tenía varias heridas que no dejaban de derramar sangre, tiñendo su pálida piel de un rojo oxidado. Su oscuro cabello estaba enmarañado y pegado a su frente, y el color de sus ojos volvía a ser negro lentamente, lo rojizo en ellos siendo drenado de a poco.

Detrás de él, la pradera estaba decorada con los cuerpos de siete cazadores, todos en diferentes etapas de ser destrozados, sus arcos y flechas rotos y esparcidos a su alrededor.

Bajó la vista hacia sus manos, apretando la roca cubierta de sangre, tanto que goteaba hasta la tierra, siendo absorbida por esta como si fuera lluvia, y con aturdimiento se volteó para mirar al cazador que quedaba.

Pero, antes de poder girarse completamente, Sasuke lo abrazó con fuerza, sujetándolo contra su pecho; una mano acunando su cabeza, manteniendo su rostro presionado contra el cuello del pelinegro, y la otra cubriendo un lado de su vientre con el pulgar presionado contra su estómago.

La roca cayó al suelo con un sonido sordo y Naruto comenzó a temblar, aunque no comprendía por qué, porque no hacía tanto frío, no con lo firme que su cuerpo se mantenía presionado contra Sasuke, y aun así no podía dejar de temblar, no podía dejar de estremecerse y su pecho le comenzaba a doler con cada exhalación que daba.

— ¿Q-Qu-Qué-é h-hi-c-ce? —tartamudeó, el shock de la situación apoderándose de él, su visión comenzando a nublarse.

—Me salvaste. —dijo Sasuke con simpleza.

Había salvado a… Comenzó a reír histéricamente, sus manos aferradas a los hombros de Sasuke, todo su cuerpo sacudiéndose con su risa antes de que esta se convirtiera en gritos, que se tornaron en sollozos.

Durante todo ese tiempo, Sasuke se limitó a abrazarlo con fuerza, como un ancla sujetándolo en medio de la repentina tormenta en la que se encontraban.


Cuando finalmente lograron regresar a la cueva, Sasuke apoyándose en Naruto ya que sus heridas eran demasiado severas para sanar de inmediato, Kakashi y Tsunade los estaban esperando, sus rostros pálidos y contraídos por la preocupación.

Tsunade jadeó en cuando los vio y se apresuró a acercarse, deteniéndose solo cuando Sasuke le gruñó en advertencia.

—Los encontraron. —dijo Kakashi, estando tan pálido que podría hacerse pasar por un fantasma.

Naruto paró su andar, mirándolo fijamente.

— ¿Sabías sobre esto? —preguntó, sintiéndose enfermo ante la idea de haber sido traicionado por la única persona que creyó jamás lo lastimaría.

¿Acaso Kakashi lo había engañado todos estos años? ¿Había sido su gratitud hacia Sasuke nada más que una mentira?

—Me acabo de enterar. —le respondió el mayor, tranquilizando el creciente pánico del rubio. —Regresé de una misión cuando noté el sigilo de los cazadores en las monturas de sus caballos. Fui directo a hablar con Danzo y me dijo que el concejo había decidido en mi ausencia que la mejor manera de lidiar con la Bestia sería contratar a los cazadores. En cuanto me lo dijo, vine directo a advertirles.

—Yo lo seguí porque se miraba demasiado preocupado para mi gusto. —añadió Tsunade, aunque su atención estaba puesta enteramente en las heridas de Sasuke, sus labios apretándose al notar la cantidad de sangre cubriéndolos a ambos. Su mano se movió inmediatamente hacia su bolso. — ¿Me das permiso para curarte?

—Sanaré. —rezongó Sasuke, sus ojos tan entrecerrados que apenas se podía ver un resquicio de negro.

—Eso ya lo sé. —dijo ella secamente. —Pero esas heridas se ven lo bastante feas por su cuenta, peor si se infectan. ¿En verdad quieres arriesgar que se llenen de infecciones?

Sasuke la asesinó con la mirada, apretando los labios, pero no parecía dispuesto a ceder.

—Sasuke, déjala ayudarte. —Naruto le susurró con urgencia. —Ella sabe lo que hace y ya perdiste mucha sangre.

Sasuke lo miró, sus oscuros ojos luciendo como dos pozos sin fondo, su piel tan blanca como el papel. Había estado perdiendo mucha sangre en el camino de regreso a la cueva y Naruto solo podía esperar que lloviera pronto para que el agua se llevara sus rastros.

—Bien. —dijo Sasuke lacónicamente, sobresaltando a los tres otros presentes. —Pero haces un solo movimiento en falso y te arrancaré la garganta con los dientes.

—Entendido. —respondió Tsunade, alzando una ceja. — ¿Qué tal si entramos antes de que termines de desangrarte frente a nosotros?


Tsunade y Kakashi se quedaron por varias horas, la doctora atendiendo todas las heridas de Sasuke. Primero lavó sus heridas, lo que casi le ganó un par de buenos zarpazos de parte de largas garras antes de que Naruto tomara las manos de Sasuke y las presionara firmemente contra su estómago. Su bebé daba volteretas agitadamente en su interior, claramente sintiendo que algo andaba fuera de lugar, y Naruto esperaba que los movimientos de su bebé pudieran calmar a Sasuke por el tiempo suficiente para que Tsunade continuara examinándolo.

Si alguno de ellos, Tsunade o Kakashi, notaron la manera tan peculiar en la que Sasuke sujetaba su vientre o incluso lo hinchado que su estómago se veía, fueron lo suficientemente inteligentes para no hacer mención al respecto.

— ¿Qué fue de los cazadores? —cuestionó Kakashi. Estaba de pie cerca de la entrada, aunque se había acercado un par de veces para darle nuevos vendajes a Tsunade cada vez que esta los necesitaba.

Sasuke enseñó los colmillos, pero no alzó la vista, aunque se retorció cuando la médico comenzó a limpiar las heridas más profundas en su espalda.

—Me deshice de todos ellos. —contestó entre dientes. — ¿Irás a contarle al bastardo ese?

Kakashi hizo una pausa, meditando antes de encogerse de hombros.

—No, deja que dé cuenta por sí solo que incluso cazadores de elite no son rival para ti.

—Aunque puede que sea mejor no repetir este encuentro. —remarcó la mujer, enrollando un vendaje en el brazo izquierdo de Sasuke. —Puede que seas fuerte, pero claramente te superaron en número.

—Deberías ver cómo lucen ahora. —dijo Sasuke con voz oscura, exhalando un aliento tembloroso cuando Tsunade empezó a coserle la herida más grande.

Ella chasqueó la lengua, concentrándose en atravesar su piel con la aguja.

—Estoy segura de que son todo un espectáculo para la vista. Ahora quédate quieto, no quiero lastimarte más de lo que ya estás.

El cambiaformas bufó, pero sorprendentemente obedeció, quedándose lo más quieto que pudo.

Kakashi y ella prometieron que estarían atentos en caso de que Danzo planeara algún otro ataque en cuanto se diera cuenta de que los cazadores habían fallado.

Sasuke se irguió en el nido en cuanto se fueron, luciendo inquieto. Casi todo su torso estaba envuelto en vendajes, al igual que su muslo. Tenía unos cortes menores en la frente y las manos, pero esos estaban sanando despacio por su cuenta, líneas de un rojo oscuro desvaneciéndose hasta volverse de un tono rosa.

Naruto se levantó y fue hacia la pequeña cuenca que había sido llenada con agua caliente anteriormente. Ya se había enfriado un poco, así que ya no estaba hirviendo y pudo sumergir un trapo dentro de ella, uno que Tsunade había olvidado. Cuando estuvo completamente mojado, lo retiró del cuenco y lo escurrió para quitar el exceso de agua.

Regresó al nido con el húmedo pedazo de tela y, con cuidado, comenzó a limpiar la sangre de la piel de Sasuke, observando la piel volverse rosa antes de que el color se desvaneciera otra vez, dejando nada más que pálida piel detrás.

Enjuagó el trapo cuatro veces antes de que todos los rastros de sangre hubieran desaparecido, siendo consciente de la pesada mirada puesta en él mientras lo hacía.

— ¿Crees que Danzo tratará algo más? —preguntó en voz baja, enjuagando la tela una vez más antes de dejarla en la orilla del cuenco. Tiraría el agua hasta el día siguiente, no creía tener las energías para atravesar de nuevo los túneles al exterior.

—No lo sé, claramente lo subestimé. —admitió el lobo, disgustado.

Mordiéndose el labio inferior, Naruto se acomodó despacio junto a él sobre sus rodillas, descansando las manos en su regazo.

— ¿Cuánto te tomará sanar completamente?

Sasuke ya había sido atacado antes una vez, por aquel oso, pero sus heridas no parecieron tan severas en aquel entonces.

Sasuke se echó un vistazo a sí mismo.

—Dame un día y estaré curado. —murmuró, estirando los brazos con cuidado. Luego, se acercó para tirar de Naruto y atraerlo hacia sí, enterrando la nariz en su cabello y respirando profundamente.

— ¿Qué vamos a hacer ahora?

La voz de Sasuke fue tan profunda al contestar que Naruto pudo sentirla retumbar hasta en sus propios huesos.

—Ya no podemos quedarnos aquí. Tenemos que irnos.

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N/T: A decir verdad hasta ya se me había olvidado que no había actualizado esto, así que dediqué esta semana a traducir este capítulo y no avancé en ninguna de mis historias XD

Ya solo quedan cuatro capítulos más, así que pasamos la mitad de la historia. Espero que les esté gustando y perdón por el retraso XD

Saluditos :3