Para Ichigo, Orihime era como un sol que llenaba su vida de luz, calidez y alegría. Él no la conoció en las mejores circunstancias, su hermano, Sora, estaba gravemente herido y su padre no pudo salvarla. Sin embargo no se hicieron amigos de inmediato, de hecho, apenas eran conocidos.
Ichigo admiraba a Orihime. Él sabía que ella había perdido a la única familia que tenía, pero siempre la veía sonreír. Ella era amable y dulce con todos, incluso con aquellos que eran malos con ella. Tatsuki la protegía, pero aún así le era inevitable preocuparse por ella.
Luego Rukia apareció en su vida.
Su amiga lo había introducido a un mundo diferente. Él se convirtió en shinigami y sus amigos descubrieron nuevos poderes. Pudo pelear lado a lado con Chad, Uryuu y Orihime, protegiendo a Karakura y a todos sus seres queridos. Él que no quería ser un héroe terminó descubriendo que el poder para protegerlos era lo que más necesitaba.
Rukia era importante para él, su mejor amiga, la que había cambiado su mundo, pero Orihime era la calidez en su vida. Él las amaba a las dos en diferente forma. Rukia era más que una amiga, pero menos que una amante, Orihime era su otra mitad, lo primero que quería ver cada mañana al despertar.
Amar a Orihime se sentía tan natural y aterrador a la vez. Quería estar a su lado, protegerla y verla sonreír, pero tenía tanto miedo de que ella lo rechazara. Ichigo, al que nunca le había importado lo que pensaran de él, se encontró deseando que Orihime lo viera como a su caballero en brillante armadura.
Estaba enamorado.
Para Ichigo fue una gran sorpresa el que Renji le diera consejos de amor. Hasta ese entonces había pensado que nadie sabía de sus sentimientos por Orihime. Escucharlo decir que debía darse prisa lo hizo preocuparse. Él había notado la forma en que muchos veían a Orihime, Chizuru no era nada discreta y temía que ella no pudiera corresponder sus sentimientos.
Gracias a Renji, Ichigo pudo confesarle sus sentimientos. Para él, tomar su mano era uno de los momentos de mayor alegría. La calidez de su mano, la belleza de su sonrisa y ternura de su mirada eran cosas que lo hacían sonreír.
Sin embargo, Ichigo no era bueno con las palabras. Normalmente dejaba que fueran las acciones las que hablaran en su lugar y en ese caso no fue la excepción. Un anillo y un "Te amo" fue todo lo que necesitó para que Orihime supiera que quería pasar el resto de sus días a su lado.
