Orihime tenía problemas para dormir. Ese día había recibido una carta de sus padres y no sabía qué pensar. Ella no recordaba nada acerca de ellos. Sus rostros y sus voces eran menos que recuerdos borrosos.
Su hermano, Sora, había escapado de casa cuando ella tenía tres años. Él era la única figura paterna que había conocido en su vida y alguien a quien apreciaría por siempre. Sora le había dicho que sus padres eran unas personas horribles y ella no tenía motivos para creer que le mentían.
Sin embargo, su madre le había escrito y le decía que quería volver a verla.
Una parte de Orihime se negaba a hacerlo. Si bien era cierto que ellos no la abandonaron, Sora le había dicho que él había escapado de casa, también lo era que le hicieron mucho daño a su hermano y que no la habían buscado en años. Otra parte le decía que era una persona horrible por pensar de ese modo, que eran sus padres y que debía aceptarlo.
—Orihime —le dijo su esposo y ella no pudo evitar sobresaltarse. No había notado el momento en que Ichigo se había despertado —. ¿Estás bien, cariño?
—Sí, solo no tengo sueño —Orihime se reprochó por lo poco convincente que sonaba..
Ichigo deslizó uno de sus dedos sobre sus mejillas.
—Sabes que puedes decirme lo que quieras ¿cierto?
Orihime asintió. Ella confiaba en Ichigo ciegamente.
—Es solo que —Orihime calló, era difícil encontrar las palabras adecuadas. Ella le extendió la carta que había estado leyendo durante horas —. Léelo y lo entenderás.
Ichigo comenzó a leer la carta y su rostro palideció.
—¿Qué piensas hacer?
—No lo sé… Quisiera verlos, pero —Orihime calló —, ha pasado tanto tiempo.y no sé si pueda perdonarlos.
—No es tu obligación hacerlo, ellos nunca te han buscado.
Orihime sonrió. Saber que Ichigo no la juzgaba la hacía sentir mucho mejor.
—No quiero odiarlos, pero tampoco puedo quererlos. Debes pensar que soy un monstruo por verlos como si fueran unos desconocidos.
Ichigo besó su frente con ternura.
—Nunca pensaría algo así de ti. Es normal que te sientas de ese modo. Ellos no estuvieron para ti, te dieron la vida, pero solo son unos extraños para ti.
Orihime cerró los ojos y se apoyó sobre el regazo de su esposo. Las palabras de Ichigo la hacían sentir amada y comprendida.
—Hablaré con ellos —comentó aún con los ojos cerrados —. No sé si pueda perdonarlos, pero estaré feliz incluso si las cosas no salen bien. Creo que necesitamos cerrar ciclos.
