X-Men no me pertenece

ADVERTENCIA: Mención de asesinato (adulto e infantil), depresión, ideación suicida, ausencia de nopor, ausencia de confesiones amorosas por parte de los protagonistas, uso de las palabras "Disforia corporal", exceso de la palabra "sonreír" y derivados.


Erik no quería estar vivo; no después de presenciar las muertes de Magda y de Nina, desde su posición privilegiada con el pecho contra la tierra, aun agonizando por el dolor que le provocaba el anti-mutágeno recorriendo sus venas.

La pregunta que muchos debían hacerse al escucharlo expresar su profundo deseo por la muerte era "¿por qué seguía viviendo entonces?"

Venganza.

Respuesta sencilla.

Su madre solía decirle que él era "un niño muy inteligente, capaz de lograr lo que se propusiera" y ya fuera que Erik lo aceptara como un cumplido hecho desde el amor o desde la verdad, al final sí que se quedó grabado en su mente, cumpliría con su venganza, (matar a Shaw y así dejar que la guerra acabara) o moriría tratando de cumplirla.

Y cuando lo lograra, Erik sabía lo que le esperaba, una sensación de vacío, paz, tal vez la culpa se disiparía un poco, ya no habría más motivos para satisfacer las necesidades básicas que contribuían a mantenerlo con vida, se abrazaría a esas sensaciones y simplemente se dejaría morir, lo cierto era que creyó que moriría en la batalla contra Shaw.

Pero después de que su venganza fuera ejecutada, no hubo paz, la culpa no desapareció, sí hubo vacío y el dolor de la perdida de sus amadas esposa e hija seguía siendo paralizante, agónico.

Estaba herido, pero no de muerte, moriría antes por deshidratación que, por heridas ocasionadas por la batalla, el que sí podía morir era Azazel y esa fuera la primera razón por la que Erik no se dejó caer en el campo de batalla junto al cuerpo de Shaw, como si de una marioneta sin dueño se tratara, porque en eso se había convertido.

Su dueño fue la venganza y ahora ya no estaba, pero no podía abandonar a Azazel.

La segunda razón que lo obligó a continuar moviéndose fue esos "Jefe, ¿Qué hacemos ahora?", "Jefe, ¿a dónde vamos?", "¿Jefe…?" Más y más personas que buscaban depender de él, más y más personas que lo trataban como a un líder de manada.

No podía abandonarlos.

Erik continuó moviéndose, comiendo por necesidad, durmiendo por necesidad, saciando su sed por necesidad, no porque sintiera sueño o hambre o sed o deseos de seguir con vida, sino porque otros necesitaban que él estuviera vivo.

Creía que algunos podían percibir el cómo él no estaba realmente viviendo, únicamente sobreviviendo, personas como Raven, Logan, Hank… Azazel lo habría notado si no hubiera estado tan ocupado luchando por su propia vida… tal vez Mariko.

Y entonces había terminado sin poder matar a Charles porque el omega fue inmediatamente reconocido por su instinto como su compañero destinado y su "vivir por y para los demás" comenzó a cambiar.

Tal vez alguien podría decir "cambiaste de vivir por los demás a vivir por tu compañero destinado", pero eso no era exactamente lo que sucedía, tal vez un poco, querer vivir en el mismo mundo en que lo hacía su compañero destinado, pero Charles había despertado en él el honesto deseo de vivir, el deseo de disfrutar de la cotidianeidad, el deseo de permitirse amar y desear ser amado de nuevo, el deseo de proteger, hacer feliz y ayudar a su hija a crecer, el deseo de ser feliz con su familia.

El deseo de vivir y sentirse bien con ello.

Después de tales reflexiones, Erik concluía que definitivamente le agradaba ir a terapia con Hank.

Se enfocó en alzar la silla de ruedas de Charles ligeramente, solo lo suficiente para permitirles continuar su paseo de media tarde "en busca de unicornios" (había informado Jean, luego del cuento que estaba seguro Charles se había inventado mientras lo contaba), como si las ruedas realmente estuvieran en contacto con el suelo, que insistía en no ser apto para la silla del omega.

Erik tenía que arreglar esta zona.

De un momento a otro Jean se dejó caer de rodillas junto a un árbol comenzando a juguetear con algunas hojas, como si fuera el juego más increíble de la temporada de venta en todas las jugueterías, incluso si en la actualidad no había jugueterías.

—Sí Jean, tienes razón, este es el lugar perfecto para un picnic— Comentó Charles y aunque Erik no entendía del todo, decidió que reírse y poner las ruedas en contacto con el pasto sería una respuesta válida.

—¿Estamos de picnic? —

—¡Sí! — Exclamó Charles, al tiempo que Jean corría a abrazarse a las piernas de Erik.

—Pero no trajimos nada para comer— Respondió mientras correspondía el gesto de Jean, sonriéndole.

—Claro que trajimos— Dijo el telépata con excesiva seguridad en la voz, alzando una pequeña bolsa que Erik no había notado, permitiéndole notar el contenido.

—Manzanas— Nombró sin dejar de sonreír.

—Sí, ya sé que no es una comida completa, pero comida es comida— Contestó el omega, sin dejar su buen estado de ánimo. Erik amaba verlo tan feliz, una felicidad que no lucía fingida. —¿Cierto, Jean? — Su hija rompió el abrazo con él, para asentir una única vez y terminar distrayéndose con sombras de pájaros volando.

Actualmente, Jean rara vez tenía pesadillas, le gustaba creer que era porque poco a poco su pasado perdía peso dentro de su memoria, por el hecho de crear nuevas y más felices experiencias a su lado, al de Charles y al resto de los habitantes de la isla con los que se relacionaba.

—Si se ponen de acuerdo, no puedo discutir con ustedes, ¿verdad? — Charles reflejándole la diversión que experimentaba, negó con la cabeza de inmediato.

—No, no puedes— Erik, fingió aceptar su derrota, porque era fácil aceptar victorias disfrazadas de derrota.

—¿Quieres sentarte en el pasto? — Preguntó una vez que todo estaba decidido.

—Sí, por favor— Se acercó al instante a su compañero destinado, cargándolo para acomodarlo junto al árbol ante el que Jean se había hincado momentos antes, pensando en que Charles podría usarlo como soporte para su espalda.

Una vez se aseguró de que el telépata estuviera cómodo, se sentó junto a él y llamó a su hija.

—Jean— Dijo al tiempo que Charles sacaba dos manzanas de la bolsa sencilla, entregándole una que él ofreció a su pequeña pelirroja despeinada, la cual la aceptó, dando una enorme mordida al instante, para continuar explorando los alrededores de su lugar elegido para hacer picnic.

Seguro de que la situación estaba en control y de que Jean estaría a salvo (no había playa, lago o desniveles que pudieran volver peligrosa la exploración de Jean, estaba seguro de ello), regresó su mirada al frente, topándose con una manzana que le instaban a tomar, mientras el omega que lo apuraba ya se encontraba masticando un bocado de la propia.

Tomó la manzana, llevándola a su boca sin mayor contratiempo, sin dejar de sonreírle al hombre que amaba.

Su atención se vio nuevamente atraída hacia Jean, encontrándola dando saltos pequeños, aun con la manzana entre sus manos, persiguiendo a un conejo gris.

La niña los miró, apuntando al saltarín animal.

—Sí, es un conejo como el conejo blanco que sale con Alicia, pero este es gris— Explicó Charles.

—De verdad brincas como un conejo— Después de su halago que sabía que funcionaría con su hija, la vio asentir con mucha efusividad y continuar imitando al conejo que realmente no huía del todo de ellos, acostumbrado a la presencia de personas en la isla, suponía. —Pero no lo vayas a seguir al país de las maravillas, por favor— Escuchó la risa discreta de Charles, al tiempo que Jean se giraba a verlo con el ceño levemente fruncido mientras negaba con la cabeza, para regresar nuevamente su atención al conejo.

—Dijo que ella es una niña y no quiere ir a ningún lado sin nosotros— Sentía una explosión de emociones positivas y cálidas en su pecho ante la explicación de lo transmitido por su hija.

Poco a poco Jean fue acercándose más y más, con lentitud, no más saltos porque era una niña lista y claro que había notado que eso exaltaba al animal, finalmente dándose cuenta de que ofreciendo su manzana lograría un mayor éxito. Funcionó a la perfección, pues el conejo estuvo muy interesado en la manzana y Jean pudo mirarlos con orgullo mientras acariciaba el lomo del animal con movimientos un poco descoordinados acordes con su edad.

—Le agradas al conejito—

—Al menos la manzana le agrada— Susurró esperando que solo Charles lo escuchara, logrando su cometido de hacerlo reír. Recibió un "golpe" con el codo en son de regaño, pero lo cierto era que más bien había sido como un toquecillo suave.

Mientras veía como el conejo confiaba más y más en Jean al punto de acomodarse en el regazo de la menor permitiendo ser acariciado, listo para atacar a ese bicho si se le ocurría ponerse agresivo con su tesoro, no pudo evitar que su mente viajara a sus recuerdos de Nina, a la forma feliz en la que siempre estaba rodeada de todo animal silvestre que se pudiera.

La extrañaba tanto.

Miró a Charles, buscando enfocarse en el presente.

—Charles, las mentes de los animales…— El omega lo miró con una ceja alzada y sonrisa de medio lado. —¿Ustedes los telépatas pueden leerlas?, es decir…— ¿Había sido una pregunta estúpida?, claramente él no era Hank, no podía articular de forma elocuente, pero no había sido tan mal articulada o formulada, ¿o sí?

Charles le mostró una sonrisa completa.

—¿Zoopatía?, claro, sí— Erik soltó una carcajada floja.

—¿Así es como se le dice?, ¿Zoopatía? — Charles asintió.

—Todas las mutaciones registradas tienen un nombre, Erik—

—Claro, pero entonces es como… frases completas o… eso sería aterrador creo, descubrir que los animales… uh— Charles sonrió ante su falta de elocuencia.

—No, no son frases completas, la mente de los animales no te permite ver un pensamiento bien estructurado, pero puedes percibir emociones, deseos… como con un bebé—

—¿Acabas de comparar a los bebés con los animales?, ¡Charles Francis Xavier, qué escándalo! — Le había faltado dramatismo en la voz, pero haber formulado las frases como lo hizo ya había causado suficientes estragos en su seca persona.

La risa de Charles valió la pena, además de arrebatarle la vergüenza que había sentido.

—¿Qué somos los seres humanos, Magnus, si no animales racionales? — A veces Charles hablaba como si estuviera recitando poesía y a Erik le encantaba, incluso si había usado su segundo nombre.

—Mutantes— Afirmó, satisfecho con la nueva sonrisa que le provocó al omega.

—Es verdad—

—Entonces, crees que Jean entiende a los animales—

—No creo que lo haga ahora, pero puede llegar a hacerlo, eventualmente— Erik pensó que debería dejar pasar el pensamiento, eso no era algo de lo que debiera hablar, lo cierto era que sabía que muchos se incomodaban cuando hablaba de Magda o de Nina, porque nadie sabía realmente qué responder o decir, como si quisieran que no lo mencionara. No podía culparlos, porque podía ver que querían ayudarlo a sentirse bien (mejor), pero no sabían cómo y Erik tampoco sabía cómo hacer eso.

Pero Hank le dijo que no estaba mal querer hablar de ellas.

Y Charles nunca actuó como si le incomodara, ni siquiera cuando Erik le dijo que sabía que era su culpa lo de sus muertes.

—Esa era la mutación de Nina, zoopatía— Sabía que Charles lo estaba mirando, por lo que mantuvo su vista fija en Jean jugando con el conejo gris, porque le daba miedo ver incomodidad o tristeza en el rostro de Charles o la petición silenciosa de que se callara.

—¿En serio? — Escuchó, la pregunta había sido hecha de forma tan suave, llena de un toque de admiración, curiosidad y una sonrisa que él tenía que ver.

Al enfocar su atención en el omega, ahí estaba, nada más que interés honesto, una sonrisa apacible y ningún rastro de querer que guardara silencio.

—Sí— Contestó en un susurro, para inspirar profundo y permitirse hablar de su amada primogénita. —Siempre estaba afuera jugando con "sus amigos", así los llamaba, vivíamos cerca de un bosque lo que era muy conveniente para ella— Lo dijo sin poder evitar hablar a través de una risa, la sonrisa de su interlocutor se hizo más grande. —Siempre había animales a su alrededor, pero los pájaras eran sus favoritos, eso es lo que me dijo, cuando pregunté— Quería seguir hablando, así que lo hizo. —Nunca llegaba a tiempo a cenar, "mis amigos no querían irse tan temprano a sus casas" es la forma en que se justificaba sin importar cuantas veces Magda o yo la regañáramos— Había cosas que ya había olvidado, sentía que la nitidez de los rostros de Nina y de Magda se había ido, pero había cosas que recordaba con una casi perturbadora claridad, la forma en que Nina había heredado de su esposa el arrugar la nariz cuando estaban molestas, la forma en que Magda siempre reacomodaba su cabello mientras comía, pese a que no estaba desarreglado, el cómo Nina protruía los labios cuando estaba muy concentrada, las arrugas que se le formaban a Magda en las comisuras de los labios cuando reía. —Pensé que Nina no iba a ser una mutante, porque Magda no lo era—

Notó a Charles prepararse para decir algo, luego de su corto silencio, pero al final la mirada del telépata se desvío a Jean, quien se acercaba a sentarse en el regazo de Erik, levemente agitada, claramente cansada de perseguir al conejo.

Erik no podía escuchar la mente de su hija, pero podía reconocer cuando la menor había transmitido algo que Charles se debatía en compartir.

—¿Qué dijo? — Xavier le sonrió de forma discreta.

—¿Quién es Nina? — Era verdad, nunca se la había mencionado a Jean, eso no estaba bien.

Sentía un nudo en la garganta y hormigueo en el estómago.

—Jean— Llamó, asegurándose de tener la atención de la menor que alzó la cabeza para mirarlo sin alejarse de su regazo. —Nina es mi hija— No, debía corregir eso. —Mi primera hija, tu hermana mayor— La pelirroja le dedicó una sonrisa que mostraba dientes.

—"¿Tengo una hermana mayor como Scott que tiene un hermano mayor?" —

—Sí, como Scott—

—"Y tú y Charles son sus papás"— Su compañero destinado no lució cómodo en lo más mínimo al trasmitir eso. —Cariño…— Dijo, como si estuviera a punto de explicarle a Jean, pero Erik quería ser quién le explicara, lo necesitaba. Hizo la petición con la mirada al omega, quien de inmediato entendió, manteniéndose en silencio.

—Nina tenía una-otra mamá, mi esposa, Magda— Jean frunció levemente el ceño, en son de concentración.

—"¿Dónde están ellas?" —

Las asesinaron, porque Shaw quería reclutar a Erik, porque Erik se rehusó.

"Hiciste todo lo que pudiste, no fue tu culpa".

Si no se hubieran conocido, Nina nunca hubiera existido y nunca habría sufrido tal muerte cruel, pero en un mundo que inevitablemente habría entrado en guerra en algún punto, ¿El destino de Magda habría sido el mismo o por el contrario habría sobrevivido para existir en este mundo agonizante post guerra?

Una de las manos de Charles se enredó con una de las suyas.

No le gustaba pensar en un mundo en que Nina nunca hubiera existido. Magda hizo su vida muy feliz, incluso si ya había vivido más tiempo sin ella que con ella, quería creer que hizo lo mismo por Magda, pero no podía asegurarlo.

Se aferró al agarre sintiendo como volvía a centrarse en el momento presente y no en sus recuerdos y reflexiones.

—Murieron— Jean lució como cualquier niño que no entiende del todo lo que implica la muerte.

No pudo evitar sentirse aliviado ante la inocencia de su hija, pese a haber vivido en un mundo en guerra, pese a haber pasado por torturas.

Le sonrió a su adorada pequeña.

—Nina era una mutante como nosotros y ella podía hablar con los animales— Los ojillos de Jean se inundaron de emoción. —Charles dice que con tu telepatía tú debes poder hacer eso también, en el futuro— Jean se movió hasta colocarse en el regazo de su papá omega, quien le sonrió mientras asentía.

—Es verdad, cuando tu telepatía madure más, deberías de ser capaz de comunicarte con los animales—

Se enfocó en ver a Charles y Jean conversar, recordando cuando veía a Magda y Nina conversar, desde una posición privilegiada, en silencio, sintiendo el amor y la felicidad inundar su corazón, aunque en el pasado no estaba ese pinchazo de dolor, de añoranza por la familia que ya había perdido y que no podría recuperar jamás.

No quería sentir ese dolor.

"Pretender que no duele, jefe, no quiere decir que no lo haga". Hank era un buen terapista.

Se permitió sentir el dolor y el amor y la felicidad, previamente perceptibles, pero un tanto atenuados (como colores opacos), se volvieron demasiado intensos de golpe.

—Erik— Lo llamó Charles suavemente, atrayéndolo a través de sus manos entrelazadas.

Se dejó ser dirigido, escondiendo el rostro contra uno de los hombros de Charles. Estaba llorando, lo sabía, pero no se sentía mal, ni falto de aire ni con demasiada presión en la garganta ni nervioso.

Se sentía bien.

Sintió a Jean abrazarse a él, por lo que se permitió apartarse un poco del hombro de su compañero destinado y sonreírle a su hija.

Un beso fue colocado en su sien izquierda.

Cerró los ojos sin dejar de sonreír.

—Tu tono muscular ha mejorado a una velocidad mayor de la que preví, opino que deberíamos usar una nueva dosis de suero milagroso en una semana, no creo que sea necesario esperar más de dos, tu salud ha mejorado al punto en que sé que no habrá ningún problema— Explicaba su amigo en medio de la sesión de rehabilitación.

—Ok, Hank, si tú lo dices, confío en tu criterio médico— McCoy frunció un poco el ceño, deteniendo el movimiento de sus manos.

—Pero… ¿estás de acuerdo? — Lo cuestionaron de forma sincera, dejándole en claro que, si se negara, sus deseos serían respetados. Sonrió.

—Sí, Hank, estoy de acuerdo— Su amigo asintió satisfecho con la respuesta, reanudando las acciones de sus manos.

Charles no estaba seguro, pero creía que siempre tendía a dejar que el beta fuera el que iniciara las conversaciones entre ellos, trataba de contestar con interés, lograr que sus conversaciones duraran no era tarea difícil, pero quizá su buen amigo percibiría aquello como poco interés de su parte.

Se decidió a ser él el que iniciara la conversación esta vez.

Lo pensó un momento, mientras paseaba con su mirada por el laboratorio, sin encontrar nada que pudiera servir, volvió a enfocarse en el hombre con lentes, notando (no por primera vez) el collar plateado colgando de su cuello.

Parecía que el dije se trataba de un relicario. Eso podía funcionar.

—¿Es un relicario? — Hank apartó la mirada de las piernas de Xavier a su rostro, para concentrarse en observar el collar, procediendo a retirarlo de su cuerpo con facilidad, pues la cadena era lo suficientemente grande como para permitir que el beta simplemente se la sacara a través de su cabeza, ofreciéndosela para que la viera mejor.

—Fue un regalo de Alex—

—¿Hay fotos adentro?, ¿puedo ver? — Un asentimiento de cabeza fue su respuesta universal, se aseguró de que su amigo no se estuviera forzando o de que en realidad estuviera ocultando incomodidad, simplemente no logró encontrar ni un rastro de reticencia en Hank, por lo que finalmente abrió el relicario, encontrando la foto de un bebé de menos de seis meses y la foto de un adolescente.

—Son Alex y Scott— Charles rio suavemente, al notar las facciones conocidas en los rostros de esos niños que le habían parecido unos extraños hasta hace segundos.

—Sí, Scott era un bebé adorable y Alex se ve tan tierno, tan joven— Después no pudo evitar el reír con su propio comentario. —Quiero decir, Scott aún es adorable y Alex aún es muy joven, tú también— Afirmó mirando a su amigo. —Ninguno de los dos tiene ni treinta años, ¿verdad? — Hank sonrió para negar con la cabeza. Volvió a centrar su mirada en las fotos.

—¿Cuan…cuántos años tienes tú, Charles? — Encaró a Hank, que se veía levemente nervioso por la pregunta que él mismo había formulado. Remarcó su sonrisa, tratando de calmar al beta.

—Treinta y tres— Los hombros de Hank se relajaron ante su respuesta.

—Tú también eres joven— Decidió que su respuesta sería guardar silencio mientras volvía a ver las fotos una última vez, cerraba el relicario y se lo ofrecía de nuevo a su dueño.

—¿Fue un regalo de cumpleaños? — Hank produjo un extraño sonido gutural, un claro no. —¿De aniversario? — Cuestionó esta vez mientras McCoy reacomodaba el collar en su sitio.

—No exactamente— Esta vez Hank sí parecía reticente a compartir la razón detrás de Alex regalándole aquel relicario.

—Perdón, estoy siendo muy entrometido, no tienes que decirme—

—No, no, es solo que me da…— Hank restregó las manos contra su rostro, pero, aunque se dejó el rostro rojo, sonrió en la forma que siempre hacía al hablar de Alex. —No soy un alfa, no puedo marcarlo, por eso Alex dijo que él me marcaría a mí— Tomó el relicario entre sus manos, con el mismo cariño y cuidado en que había presenciado besaba a Alex y cargaba a Scott. —Era una de esas joyas de familia, pasadas de generación en generación y la última dueña antes de Alex, fue su madre, por eso tiene fotos de Scott y de él— Hank hizo una corta pausa sin dejar de ver la joya. —"De mi hogar, solo tengo este relicario y a Scott, no puedo darte a Scott, por eso ahora esto es tuyo", es lo que me dijo— Pudo percibir los ojos de Hank humedecerse, notando lo importante que había sido aquel momento para McCoy, lo importante y especial que seguía siendo. Sus ojos se humedecieron también. —Sé que tal vez para algunas personas pueda ser algo raro, pero para mí…—

—No lo es— Afirmó. —No es raro— Hank sonrió encogiendo un poco los hombros.

McCoy suspiró como si se dijera a sí mismo que debía dejar atrás los recuerdos y regresar totalmente al presente, reacomodó el relicario por dentro de su ropa y reanudó los ejercicios de rehabilitación.

—¿Tú y Alex se conocieron antes de la guerra o durante esta? —

—Durante—

—Oh, ¿se llevaron bien desde el principio? — Hank rio.

—En realidad no— McCoy hizo una mueca de desagrado que provocó una risa espontanea en Charles. —No me agradaba mucho… bueno, no me agradaba para nada— Se tuvo que reír más fuerte.

—¿Eres como esas tramas de "enemigos a amantes"? —

—No éramos… no éramos realmente enemigos, eso más bien describe la relación de Azazel y Raven— Alzó las cejas con interés, porque era verdad, Azazel había estado del lado de Shaw, luego fue un espía y mientras todo eso pasaba se enamoró de Raven y juntos tuvieron un hijo.

Pero ahora estaba más interesado en escuchar lo que Hank tenía para contar sobre su relación con Alex.

—Solo no nos agradábamos, es que Alex actuaba como ese estereotipo de jugador de futbol americano de las películas estadounidenses— Rio un poco más ante el tono divertido de McCoy. —Siempre agresivo, con un apodo ofensivo para dar y yo…— El tono animado de Hank disminuyó, para hablar con un poco de seriedad. —Todo en ese momento estaba lleno de estrés y miedo, además mi mutación me hizo desarrollar disforia corporal y los comentarios de Alex siempre eran dirigidos hacia mi apariencia, me hacía sentir que era por un problema personal que tenía hacia mí, así que trataba de evitarlo, para mí, Alex representaba todo lo que yo no era, siempre se veía confiado, seguro de sus habilidades, es un mutante omega después de todo, así que puede que desde un principio no me agradara y convivir con él solo hizo que mi desagrado creciera, ya sabes, como…— Hank hizo una pausa profundamente pensativo. —Como en "Orgullo y prejuicio", cuando Elizabeth considera al señor Darcy una persona desagradable y luego llega alguien a decirle que en efecto él es un ser despreciable y ella lo cree de inmediato porque justifica su desagrado— Sonrió.

—Me gusta tu comparación— Hank sonrió en respuesta, para continuar con el tema establecido.

—Hice una imagen en mi cabeza de él sin conocerlo realmente, hasta que lo fui conociendo y entendiendo que la imagen en mi cabeza no era realmente él, que él estaba tan ansioso y asustado como yo, como todos, no sé si el amor a primera vista existe, creo que la atracción a primera vista sí, la sentí por Alex, es…— Hank adquirió un rojo intenso en las mejillas y orejas. —Es muy atractivo— Sonrió sintiendo ternura para con su amigo. —Pero no me enamoré de él hasta que comencé a hablar con él, a convivir con él, a entender todo lo bueno y lo malo en él, fue un proceso lento en el que pasó de desagradarme a agradarme como persona y finalmente a enamorarme— Hank soltó una risa relajada. —Y gracias al cielo él se enamoró de mí también—

Charles podía entender lo que Hank decía. Podía decir que había experimentado algo similar.

Atracción a primera vista, al primer toque de la mente de Erik, pero no lo amó, tanto como lo hacía ahora, hasta que no había convivido con él, conversado con él, hasta que no presenció todo lo bueno en Erik y lo malo también.

Lo verdad era que Lensherr nunca le había desagradado, solo se había sentido molesto y sin esperanza cuando creía que lo único que podía hacer para retribuir a los que sufrieron por su mutación era morir y Erik se había negado a ayudarlo, pero sí pasó de sentir resentimiento hacia él a sentir agrado, hasta el profundo amor actual.

No podía ser que el alfa sintiera atracción a primera vista hacia él, Charles había tenido un aspecto enfermizo la primera vez que se vieron, impactantemente aterrador, casi como un cadáver que seguía respirando contra toda lógica.

Y al saberse tan roto, seguía siendo difícil entender por qué alguien podría sentir siquiera interés en su yo actual.

Pero cuando el alfa lo miraba, cuando le hablaba, cuando se aferraba a sus abrazos, incluso con aquel beso que colocó en su frente, podía sentirse apreciado, se sentía importante porque eso es lo que Erik le había dicho.

"Eres importante para mí"

Mierda, se sentía amado.

Y le encantaba y su corazón enamorado se regocijaba, sin embargo, también lo aterraba, porque el alfa también era importante para él, porque lo amaba, pero…

—Aun ahora me sorprende que sigamos juntos, no porque no lo ame o porque no crea que me ama o porque no queramos estar juntos, pero estábamos en una guerra, estábamos en un mal momento mentalmente y recuerdo preguntarme si debía siquiera decirle mis sentimientos porque qué pasaba si nuestro amor no era uno bueno, sino uno incorrecto, porque da miedo cuando entiendes que amar es una oportunidad también para sentir dolor, para ser herido, para provocar dolor y herir—

Sí, daba mucho miedo.

—Pero me daba más miedo pensar en no decirlo y perderlo y pasar el resto de mi vida preguntándome qué habría pasado si se lo decía—

Cada vez se sentía más difícil el no decirlo, lo mucho que lo amaba.

—¿Aún no terminan?, ¿llegué temprano? — Se dejó escuchar de voz de Erik, mientras este caminaba a paso tranquilo, abriéndose camino a través del laboratorio.

Hank se giró a ver la hora.

—¡Vaya!, es verdad, nos distrajimos— Comentó Hank sonriéndole. Charles correspondió, dirigiendo un saludo a Erik agitando una mano con poca energía. El alfa imitó al instante dándole una sonrisa de medio lado.

—¿Regreso más tarde? —

—No es necesario, jefe, solo dale a Charles cinco minutos antes de ayudarlo a llegar a su silla de ruedas— Erik asintió sin rechistar, para acomodarse en una silla junto a la camilla que estaba ocupando.

Erik enfocó su mirada en él, por la luz, uno de los ojos del Lensherr se veía con tintes verdes y el otro con tintes azules.

—¿Bien? — Le cuestionaron en voz baja, con interés, con el verdadero deseo de escuchar una respuesta honesta.

Si le decía que lo amaba, ¿cuál sería la reacción de Erik?, ¿lo aceptaría y le diría que le correspondía?

—Bien— Contestó sonriendo igualmente en un susurro, seguro que, de intentar hacerlo en voz alta, esta saldría entrecortada.


Yo al principio de la historia: Tengo que hacer una exhaustiva investigación en base a la localización geográfica de Genosha para saber qué clase de vegetación debe de haber y en base a eso nombrar una flor y después hablar de su significado según el lenguaje de las flores.

Yo ahora: ¿Podrá haber conejos en Genosha?... me vale, soy la autora y si digo que hay conejos en Genosha pues los hay y punto.

Otra vez tarde con el capítulo, derrotada, vencida, pero todavía viva, ¡yei!

Muchas gracias por leer.