WOLAS PEOPLE! Siento haber tardado tanto en actualizar pero sinceramente….se me olvidó ¬¬. Estoy con el estrés pre-exámenes de septiembre y no sé ni lo que hago ni lo que dejo de hacer.
Y en este capítulo la primera noche que Sanji se encarga de la niña, yay!
Bueno pues como estoy en mi Mundo y no sé que más contaros aquí so dejo con el capítulo.
Espero que os guste, gracias por leerme!kissu!
Esta vez prometo actualizar antes, sorry,sorry,sorry!
REVIEWS PELASEEEEEEEEEEEE!(es que sino me deprimo T-T)
CAPÍTULO 5: BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE
El barco se balanceaba con suavidad, movido por las pequeñas olas del mar, sumido en el más completo silencio.
Hacía cosa de dos horas que todos se habían ido a dormir, y, una vez que Luffy cae rendido de sueño, el nivel de ruido disminuye de forma considerable y dado que Nami, que era la segunda más ruidosa a bordo debido a sus gritos, estaba en su camarote estudiando unos mapas, la ausencia de sonido alguno llegaba a resultar incómoda para el cocinero, que acunaba a Arashi en sus brazos y que optó por hablar, más consigo mismo que con ella, para tener algo con los que distraerse.
-Vamos pequeña, duérmete.- cómo echaba de menos un cigarro en esos momentos, quizás demasiado, pero no había hecho más que empezar a cuidar de la niña y ya se estaba desquiciando por no poder ir a acostarse.
-Necesito nicotina…- sabiendo que si se le ocurría encender un cigarro estando la niña cerca, Nami se encargaría de matarlo, descuartizarlo y tirar sus restos desmigajados al mar para que se lo comieran los peces, Sanji optó por ir a la cocina y coger el bote de caramelos que tenía escondido. Eligió un caramelo de fresa, recontando por enésima vez los que había de naranja. Sabía que eran los favoritos de Nami y cada vez que desembarcaban en algún pueblo compraba unos cuantos con la esperanza de algún día reunir 100 y regalárselos a su querida navegante.
Cerró el bote con cuidado tras echarse un par de caramelos más al bolsillo, posteriormente lo escondió concienzudamente esperando que Luffy no lo encontrase y una vez estuvo seguro, volvió a la cubierta con la niña aún despierta en sus brazos.
Pese a no llorar, la pequeña seguía con los ojos abiertos de par en par y moviendo sus manitas en el aire como intentando alcanzar las estrellas que brillaban en el cielo, la de ese día era una noche especialmente despejada y con unas brillantes estrellas perfectamente visibles. Además una suave brisa cálida se movía en la cubierta haciendo de ésta una noche perfecta, sino fuese por el hecho de tener que hacer de niñera, evidentemente.
-Con lo bien que estaría cenando tranquilamente con Nami o Robin a la luz de las velas disfrutando de esta suave brisa- se dijo a sí mismo más con intención de autoanimarse que otra cosa
Dio otro par de vueltas por la cubierta y finalmente se apoyó en la barandilla, con la intención de descansar un poco, pero sin dejar de acunar a ala pequeña. Sujetándola con fuerza con su brazo derecho, utilizó su mano izquierda para pasársela por el pelo, peinándose un poco y a la vez intentando aclarar su cabeza, ya que estaba totalmente abotargado. La niña, por su parte, aunque menos juguetona que antes, seguía con la misma marcha y con pocas ganas de dormir, al contrario que Sanji, el cual ya rogaba en silencio que la pequeña se durmiese. Se llegó a preguntar a sí mismo más de diez veces cómo había conseguido Nami aguantar en este plan durante una semana. Desquiciado, miró el reloj de su muñeca, ya era la 1 de la mañana y se tenía que levantar a las 7 para hacer el desayuno de todos, sólo de pensarlo sentía el cansancio por todo su cuerpo y el sueño le invadía poco a poco y cada vez más. Llegó incluso a dar un par de cabezadas y tras darse cuenta de ello volvió de nuevo a la cocina en busca de una taza de café.
-Necesito un cigarro- se dijo para sí a la vez que se servía una taza de café. Había acabado el caramelo hacía un rato, y no le había servido para mucho la verdad.
Dio un gran sorbo a la bebida milagrosa y en unos momentos se sintió más despierto y con nuevas energías, preparado para afrontar otro rato en la soledad de la cubierta.
Cuando ya estaba a pinto de volver a caer rendido de sueño una conocida voz para él le sacó de sus ensoñaciones y le trajo de vuelta al Mundo real.
-¿Cómo vas?- la voz de Nami le animó, y más aún cuando vio a parecer a la joven enfundada en su pijama frente a él.
-Nami-san ¿qué haces despierta? No te preocupes por la niña, la cuidaré bien.- dijo Sanji con un deje de preocupación en su voz.
-Tranquilo, es que me quedé totalmente dormida sobre los mapas y me desperté para ir al baño, como vi que no estabas en la habitación supuse que seguirías aquí, y decidí echar un ojo para ver que tal te iba- contestó ella despreocupada
La navegante se apoyó en la barandilla junto al cocinero y le quitó a la niña, acunándola con delicadeza. El cocinero la miró embobado y se estiró, volviendo a recolocar todos y cada uno de los músculos de su cuerpo.
-¿Sanji-kun?- dijo la navegante con un inusual pero sincero tono dulce en su voz.
-¿Hai Nami-san?- le preguntó él curioso.
-Muchas gracias por todo, nunca te agradeceré lo suficiente todo lo que haces por mi-
Sanji atónito, y no esperándose para nada esa respuesta, enrojeció y se rascó la cabeza sin saber muy bien como reaccionar ante eso. Rara vez Nami se abría a los demás, rara vez daba las gracias a alguien, y cuando lo hacía, pocas veces parecían tan sinceras como aquellas palabras. La chica le sonrió, haciendo así que el cocinero se derrumbase por completo, no pudiéndose aguantar y abrazando a Nami con fuerza, y esta vez, no un abrazo vacío y superficial como los de otras veces, sino uno cargado de todo lo que sentía hacia ella, que por muy exagerado que pareciese, era tan real como Sanji decía
La joven sonrió en los brazos del joven, y sin poder soltar a la niña, apoyó la cabeza en el pecho de su amigo, en un intento de decirle que le correspondía en la muestra de afecto, y de que le gustaba compartir ese momento con él.
Finalmente Sanji la dejó ir, aún con las mejillas ligeramente enrojecidas por la situación, y con una de las sonrisas más honestas y radiantes que Nami nunca hubiese visto
-Bueno, me voy a la cama. Mañana no te levantes para hacer el desayuno, ya lo haré yo-
-No hace falta- dijo él a la vez que cogía a Arashi de nuevo.
-Sí, te lo debo- ella le sonrió de nuevo y caminó unos pasos, pero de repente se detuvo, se dio la vuelta y miró a Sanji con una sonrisa.
-Sanji-kun..-
-¿Hai?- dijo él levantando la vista para mirarla a los ojos.
-Buenas noches….y buena suerte- tras esto la chica desapareció por la puerta que daba a su camarote dejando al cocinero, que en esos momentos se sentía el hombre más feliz existente sobre la faz de la Tierra jamás habido y por haber.
Al poco tiempo de que Nami se fuese, la niña cayó rendida y el chico la llevó a la habitación que compartía con la navegante, acostando a la niña en el cómodo sofá. Salió a cubierta de nuevo, sumido en sus pensamientos y aún comiéndose el coco con lo sucedido minutos antes. Encendió su ansiado tesoro y le dio una gran calada, que casi le hizo toser, pero que le proporcionó un gran placer.
Su amiga la nicotina le hizo relajarse y sentirse en el paraíso, tanto, que llegó a mirar el cigarrillo con cierto miedo, pensando incluso que cuando Zoro le decía que parecía que el cigarro le fumaba a él y no viceversa, puede que tuviese razón.
-Maldito vicio- dijo enfadado consigo mismo a la vez que daba una nueva calada, más profunda aún si cabe que la anterior- Pero qué bien me ha venido-
Sin dudarlo dos veces fue a la cocina y dejó todo perfectamente preparado para que Nami a la mañana siguiente no tuviese que hacer el desayuno. De hecho, apenas quedaban unas 5 horas de sueño antes de que Luffy se levantase pidiendo comida, así que dejó preparado un delicioso y nutritivo almuerzo para Nami y Robin y lo guardó cuidadosamente en la nevera. Luego hizo unos huevos y unas tortitas para el resto de la tripulación y lo dejó todo sobre la mesa de la cocina.
Tras dejarle una nota en la cocina a su querida navegante con las correspondientes indicaciones de qué era para quién y dónde estaba el desayuno de ella y su compañera decidió ir a acostarse. Realmente necesitaba dormir, su rostro siempre radiante empezaba a mostrar unas pronunciadas ojeras y una piel un poco más pálida de lo normal. Se dirigió pesadamente al camarote de la pelirroja, arrastrando los pies y aflojándose la corbata en el trayecto.
Una vez en la estancia se quitó los zapatos y los dejó en la puerta. Se quitó la chaqueta, la corbata y la camisa y los dobló cuidadosamente posándolos luego en la silla en la que Nami se sentaba habitualmente cuando trabajaba en sus mapas.
Echó un ojo a su alrededor, y vio que Arashi dormía plácidamente en el sofá y la respiración profunda y rítmica de la navegante le indicó que ella también estaba sumida en un profundo sueño. El cocinero se acercó a ella y tras cubrirla con la sábana la besó delicadamente en la frente, probablemente esta era la única forma de hacerlo sin recibir un bofetón por parte de la chica.
Mirando embobado a su pelirroja se subió a su hamaca de un salto y se acomodó lo mejor que pudo, con la intención de tomarse un largo y bien merecido descanso.
Echó un último vistazo a su alrededor y se sorprendió del gran orden imperante en la habitación, salvo en la mesa de Nami, que se ocultaba bajo montañas de libros y mapas.
En comparación con el camarote femenino, la habitación de los chicos parecía una pocilga, restos de comida, pelusas gigantes, un montón de ropa sucia en una esquina. Él era el único que se ocupaba un poco de la limpieza y ya se había llegado a hartar de tener que hacer siempre el trabajo sucio
-Pobre Robin-chan- murmuró para sí, sólo de pensar que Robin pasó de este paraíso de pulcritud a ese antro de mierda se le ponían los pelos como escarpias. Pobrecilla, dormir en el camarote de los chicos, pero al fin y al cabo, ella decía que lo prefería así.
Apoyó la cabeza sobre el cojín que había cogido antes del sofá para hacer las veces de almohada, y se acomodó de nuevo dejando una de sus piernas colgando de la hamaca, para poder impulsarse y saltar en caso de necesidad.
En apenas unos segundos, el chico notó como sus párpados se iban cerrando poco a poco y cada vez le pesaban más hasta que finalmente acabó profundamente dormido.
Rozaban ya las 7 de la mañana cuando Nami abrió los ojos despertada por la tenue luz del sol que entraba por la diminuta ventana. Se desperezó y miró a su alrededor. Arashi seguía dormida plácidamente y a su izquierda Sanji estaba sumido en sus sueños con una sonrisa plasmada en el rostro.
La navegante vio la ropa del cocinero sobre su silla así que optó por hacer su cama y posar sobre ella la ropa de éste. Aprovechando que el joven dormía profundamente, Nami aprovechó para cambiarse y ataviarse con unos pantalones blancos y una camiseta roja de manga corta, con unas alas doradas dibujadas en su espalda y un escote adornado con unas cintas de raso negras cruzadas.
Se estiró de nuevo intentando despertarse un poco y salió al pasillo, donde casi tropieza con los zapatos de Sanji.
Dado que al pasar al lado de la puerta de los chicos oyó jaleo dentro decidió ponerse a hacer el desayuno, pero cuál fue su sorpresa al llegar a la cocina y encontrarse con una nota del cocinero que decía que el desayuno ya estaba hecho y que ella y Robin tenían su regalo especial en la nevera.
La chica fue a ver de que se trataba su desayuno especial y se encontró con un fresco zumo de mandarinas, un trozo de tarta de manzana y unas fresas con nata. Vio que Robin tenía lo mismo así que cogió su parte y se sentó dispuesta a desayunar, era conveniente que lo hiciese antes de que se levantasen los demás, pues esta vez no estaba Sanji para proteger su preciada comida de los ataques fortuitos de Luffy.
Justo cuando le dio el último bocado a su tarta de manzana, el antes mencionado capitán apareció por la puerta tan ruidosamente como acostumbraba y llevándose la mano a la barriga.
-¿Qué hay de desayunar?...WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO TORTITAS!-antes de Nami pudiese articular palabra Luffy ya se había lanzado al plato de tortitas y se las comía de dos en dos ávidamente, no dejando ninguna para los demás en apenas unos segundos.
-LUFFY ESO ERA PARA TODOS ZAMPÓN- la navegante, furiosa, le atizó un capón en la cabeza al capitán y lo molió a patadas dejándolo tirado en una esquina de la cocina
-¿Y el desayuno?- preguntó inocentemente Zoro, el cual acababa de entrar en la cocina y no era capaz de percibir el ya acostumbrado olor de comida recién hecha, típico de todas las mañanas.
Ante una mirada asesina de Nami y tras ver a Luffy apaleado en una esquina ató cabos y se sentó junto a la navegante, no sin antes coger la botella de leche de la nevera y servirse en un plato un par de huevos de los que Sanji había dejado hechos.
-¿Qué tal has dormido?-preguntó indiferentemente Zoro para posteriormente dar una gran trago a la botella.
-Bien…y utiliza el vaso, cerdo- contestó ella arrebatándole la botella al chico y llenando un vaso con leche.
-Pero que borde eres-dijo él cogiendo el vaso malhumorado
-Mira tú quien fue a hablar, el colmo de la amabilidad.- añadió ella sarcástica.
- POR LO MENOS NO SOY UN AVARICIOSO EGOÍSTA QUE SÓLO PIENSA EN DINERO COMO TÚ-
- PREFIERO SER UNA CAZA-TESOROS ANTES QUE UN MUSCULITOS DESCEREBRADO ACEFÁLICO Y CON SOCIABILIDAD NULA-
Cuando ya iban a llegar a llegar a las manos, Robin apareció en la cocina deteniéndoles y evitando una masacre. Los miró con cara de poker y sonrió para sí, a la vez que musitaba un débil "son como críos". Una vez se hubieron calmado, la arqueóloga los soltó y se sentó al otro lado de la navegante y se rió por lo bajo ante la reacción de sus camaradas que se miraron entre ellos con odio, bufaron y se cruzaron de brazos girando la cabeza en direcciones opuestas.
-Robin, tu desayuno está en la nevera, nos lo dejó Sanji-kun hecho anoche- el semblante de la navegante había vuelto a su expresión habitual.
-Este chico es un encanto- dijo Robin catando la tarta.
-Sí, ya podía haber más como él en el Mundo-
- ¿Y aguantar a más figurines, en constante ebullición de hormonas y actuando como perrito faldero de todo aquello con una buena delantera? No gracias, con uno tenemos bastante- dijo irónico Zoro.
-¿Celoso, espadachín?- dejó caer Robin como si nada.
Nami, incrédula por lo que su amiga había hecho esperó la reacción de Zoro, la cual no tardó en aparecer.
El joven espadachín se levantó de golpe, haciendo caer la silla y golpeando la mesa con furia, apartó a Nami de un empujón y se dirigió a Robin mirándola con odio y con intención de desenfundar la espada.
La chica ni se inmutó y siguió en su sitio son moverse y dándole un largo sorbo a su delicioso zumo. La navegante, por su parte, que debido al empujón de Zoro se había caído y golpeado la cabeza contra la pared, se levantó aún más furiosa que Zoro y apareciendo como una sombra tras él le arreó un puñetazo en la cabeza dejándolo KO y tirándolo en la esquina junto a Luffy.
-Maldito imbécil, ahora me saldrá un chichón- se quejó la navegante rascándose con suavidad la cabeza dolorida y sentándose de nuevo junto a la arqueóloga
-No te has levantado de muy buen humor-
-Como para estar de buen humor con estos palurdos dando la lata- contestó la navegante furibunda y poniendo los pies sobre la mesa.
A los pocos minutos Usopp y Chopper aparecieron por la cocina y estuvieron bastante tranquilitos dado el mal humor de Nami y el ver a sus dos heridos compañeros, que seguían como dos sacos de patatas en el suelo sin dar señales de vida.
Una vez hubo acabado su desayuno, Robin salió a la cubierta a proseguir con la lectura de la última novela que había caído en sus manos, y a la cual estaba totalmente enganchada.
Nami, sin saber muy bien qué hacer y bastante aburrida dado que el tiempo estaba tranquilo y que no había ninguna ruto en especial que preparar, decidió ir a echar un vistazo a la niña, por si se despertaba, sacarla de la habitación y así dejar dormir un rato más a Sanji.
Cuando entró en su camarote la luz que entraba por el ventanuco, alumbraba lo suficiente como para iluminar toda la estancia, de hecho, salvo que fuese de noche, Nami solía dibujar sus mapas sin encender ninguna lámpara y sirviéndose de la luz del Sol.
La niña aún dormía plácidamente en el sofá. Sanji, se revolvió en sueños y a punto estuvo de caerse de la hamaca, pero, por fortuna, su cuerpo reaccionó en el último momento, aún estando profundamente dormido, y evitó la seguramente dolorosa caída.
La navegante se sentó en su cama y cogió uno de los libros que había sobre la mesa, dispuesta a leer un ratito hasta que la niña se despertase. No falló, en cuanto había leído un par de páginas y estaba en lo más interesante, un suave sollozo proveniente de Arashi la sacó de su ensimismamiento e hizo que la cogiese escopetada saliendo de la habitación con ella en brazos.
En el pasillo, se cruzó con Zoro, que la miró con odio contenido y siguió su camino como si nada hasta que…
-Zoro no baka-
-REPITE ESO SI TE ATREVES-
-Zoro no baka-
-CALLATE-
-Zoro no baka-
El espadachín se iba a lanzar contra ella pero se detuvo al ver a una sonriente Arashi en brazos de la navegante. Furioso apretó los puños con fuerza y más aún cuando la chica sonrió malévolamente, le sacó la lengua y se fue en dirección a la cubierta riéndose estrepitosamente.
-Maldita mujer!- se dijo Zoro a sí mismo yendo directo hasta el camarote de la susodicha.-Tú, cocinero del amor, levanta de una puñetera vez!-
-¿Qué pasa?-preguntó un somnoliento Sanji que no sabía muy bien cómo había llegado a esta situación.
-Tu queridísima Nami-swan está incontrolable y lleva toda la mañana metiéndose con todo el mundo, dile que pare!-
-¿Por qué iba a hacerlo? Si se ha metido contigo, por algo sería cabeza de lechuga- contestó Sanji como si fuese lo más evidente del Mundo mientras bajaba de la hamaca y se estiraba.
-GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR CÁLLATE Y HAZ EL FAVOR DE CONTROLARLA!-
-Está bien está bien, si decirte que sí sirve para que te calles, vale, la controlaré- Sanji se puso su camisa y sus zapatos a la vez que hablaba y salió de la habitación aún con el sueño metido en el cuerpo.
-¡Ohayou Nami-san!- dijo el cocinero radiante posando su mano sobre la cabeza de la navegante.
-Ohayou Sanji-kun, ¿has podido descansar lo suficiente?- le respondió ella con una sonrisa
-Sí, hasta que el pelo-moco ha venido a despertarme-
-¿Te ha despertado Zoro? Va a ver, ¡ZO..- Sanji rápidamente cubrió la boca de Nami con su mano y la atrajo hacia sí aprovechando la ocasión.
-Déjalo, no malgastes tu valiosa energía en él-
-Por una vez te haré caso Sanji-kun….por cierto ¿qué quieres desayunar?-
-Nada, ya me preparo yo el desayuno-
-Vale.. voy a dejar a la niña con Luffy ahora vuelvo-
Mientras la navegante localizaba a su capitán y con la excusa de que jugase con la pequeña conseguía librarse de cuidarla durante un rato, Sanji encendió un cigarrillo, tenía que aprovechar estos momentos en la cubierta y sin la niña cerca para hacerlo.
-Vamos Sanji-kun-
El rubio guió a Nami a la cocina y una vez allí ella se sentó en una de las sillas mientras le observaba cocinar.
-¿Ne Sanji-kun?-
- ¿Hai?-
-¿Crees que yo sería buena madre?-
Sanji, ante esta pregunta, se quedó totalmente paralizado y apunto estuvo de caérsele la sartén que estaba utilizando..
-¿Acaso quieres un hijo mío Nami-swaaaaaan? Dijo él con su ya conocido y pasteloso tono en la voz.
-¡Baka! No es eso, es que ahora, viendo a Arashi y sin esperanzas de encontrar padres para ella, me preguntaba si podría ser tan buena madre como Bellemere lo fue para mí- Nami no pudo evitar decir esto con nostalgia y con cierta tristeza, lo que hizo que la actitud del cocinero cambiase de salidorro-pervertido a la preocupación.
-Claro que sí Nami-san, serás una madre estupenda-
-Si te digo la verdad, la relación que tiene Arashi conmigo me recuerda tanto a la que tenía yo con Bellemere, que hace que me sienta un poco triste….-
-Nami-san – dio Sanji dejando sus quehaceres y sujetando a la chica por los hombros para mirarla frente a frente- estoy aquí contigo, si te sientes mal, no dudes en acudir a mí-
La navegante bajó la vista avergonzada de encontrarse de nuevo en una situación parecida a la de la noche anterior, y sin pensar muy bien lo que hacía abrazó a Sanji, murmurando "gracias" en el oído del chico, lo que hizo que se le pusiese la piel de gallina y que un suave escalofrío recorriese su espalda.
-Oi. Siento interrumpir la escenita romántica, pero haced eso en otra parte por favor, he venido a beber agua y vais a conseguir que me sepa demasiado dulce- la voz provenía de Zoro, que sostenía un vaso en la mano y miraba la escena con cara de asco, haciendo enfurecer a Sanji, que le retó con la mirada y se acercó a él.
-Ya has dado la lata lo suficiente por hoy, descerebrado musculitos, desaparece!-
-Desaparece tú cocinero de pacotilla-
-PIÉRDETE-
-PÚDRETE-
Cómo, no, al igual que el 99´9 de las discusiones del barco, ésta acabó por un capón a cada uno por parte de la navegante, que salió de la cocina malhumorada y murmurando por lo bajo "si es que son como críos, siempre igual"..
-Arruinaste mi momento con Nami-san maldito capullo-
-No es culpa mía si os ponéis en plan pasteloso en la cocina-
-Para tu información, Nami, no se encontraba en su mejor estado de ánimo, sólo quería animarla-
-Sí, si, ya conozco de sobra tus métodos de animar a las mujeres-
Por una vez, Sanji en lugar de enfurecerse, encendió un cigarrillo y se sentó, sin mediar palabra alguna, mirando fijamente la puerta por la que la chica había salido instantes antes.
-Oi, por lo menos contéstame-
Sanji le miró con desprecio y sin decir absolutamente nada, dio una gran calada a su cigarrillo y volvió a fijar su vista en la puerta.
Zoro, al verse sin respuesta, acabó su vaso de agua, y tras dedicarle un bufido al cocinero se dirigió a la cubierta con la intención de entrenar un poco.
Sanji, por su parte, desayunó y se preparó para hacer la comida, entre que se había levantado tarde y que había perdido media mañana hablando con Nami, apenas faltabas hora y media para la hora de la comida, y todavía tenía que pensar que iba a poner y preparar los ingredientes, pero había una idea que le rondaba la cabeza y no le dejaba concentrarse, esa noche, no sería él el que dormiría con Nami, sino su, mayor rival, Zoro Roronoa.
