Y aquí estoy de nuevo, esta vez no he tardado tanto ne?

Ya empiezan a ser más largos los capítulos este ya es de 8 páginas y el siguiente creo que de 9 hasta los últimos que sonde 13-13 páginas.

Es este capítulo Zoro se queda con la niña por la noche, chan-chan!la sabrá cuidar, se dormirá él antes que ella, la tirará por la borda porque se hartará?

Bueno aquí os lo dejo, espero que os guste y por favor REVIEWSSS que sino una se desanima, snif,snif

Kissu!

P.D: por fin he acabado el fic, así que seguramente ahora iré subiendo los capítulos más rápidamente.

CAPÍTULO 6: PADRES FORZOSOS

El día avanzaba despacio en el Going Merry. Hacía buen tiempo, y según decía Nami esto se debía a que ya habían entrado en la zona de la siguiente isla, una isla de primavera, a la cual llegarían la tarde del día siguiente.

Luffy y Usopp, como era habitual en ellos, hacían que pescaban en la parte trasera del barco, aprovechándose de vez en cuando para robar cosas de la nevera y comérselas allí, donde Sanji no podía verlos.

Robin, como era habitual en ella, descansaba en la cubierta, con un libro en sus manos y un batido que el cocinero había preparado para ella minutos antes.

De Chopper hacía rato que nadie sabía nada, se había recluido en el camarote de los chicos y no daba señales de vida.

Por su parte, Nami y Sanji, cuidaban de la niña y charlaban animosamente, demasiado en opinión del subconsciente de Zoro, el cual los observaba desde lejos a la vez que entrenaba. El espadachín se sentía muy crispado al ver la escenita de ambos, sin saber muy bien por qué, y la sensación que desde el día anterior le recorría el cuerpo haciéndole pensar que el cocinero y la navegante estaban más unidos de lo habitual lo irritaba aún más. No pudiéndolo aguantar más sin estallar, el joven peliverde optó por dejar sus pesas a un lado, secarse la frente con la toalla y dirigirse hacia sus dos camaradas.

-Oi, Nami y apéndice de Nami-dijo esto último mirando fijamente a Sanji y retándole claramente- podéis iros en plan pasteloso a otro sitio, estoy intentando entrenar y me estáis provocando un subidón de azúcar-

Antes de que Zoro y Sanji pudiesen empezar a soltar perlas lingüísticas, Nami le arreó un capón al espadachín produciéndole un enorme chichón en lo alto del cráneo y dejándole tirado en el suelo autolamentándose e insultando a la navegante por lo bajo.

Sanji, por su parte, lo miró suspicaz, sonrió para sí y empezó a maquinar una maquiavélica idea en su cabeza

-Luego quiero hablar contigo baka- añadió Sanji como punto y final a la discusión, cogiendo a Arashi y yéndose en la misma dirección que Nami, gritando el nombre de la chica y haciendo unos aspavientos realmente ridículos y humillantes.

El día siguió pasando son más incidentes hasta la hora de la cena, donde las ya típicas broncas entre Sanji y el resto de la tripulación exceptuando Nami y Robin, amenizaban cada comida. Aunque esa noche había un pequeño cambio, las broncas entre Zoro y el cocinero parecían más reales y más agresivas que las de otros días, de hecho el espadachín hubo un momento en el que estuvo a punto de desenfundar, pero por suerte Chopper fue capaz de detenerlo y tras provocar el llanto de Arashi con tanto jaleo los ánimos se calmaron y volvieron a lo ya habitual a esas horas, comer y evitar que Luffy les dejase sin existencias.

Una vez todos hubieron acabado, como era de costumbre, dejaron todos los platos sucios para el pobre Sanji, el cual se tuvo que quedar un rato más en la cocina, pero por lo menos aprovechó para fumarse un cigarrito, que no le venía nada mal. En la soledad de la cocina, la reacción de Zoro de esa misma tarde no dejaba de repetirse en su cabeza, y la mala idea que se empezó a formar en aquel entonces en su mente estaba cada vez más definida. No podía evitar de pensar, que en cierto modo, la extraña reacción que había tenido Zoro esta tarde se debían a los celos, aunque claro, ¿alguien como ese estúpido espadachín celoso? Desde luego no daba señal alguna de ser gay, pero tampoco de que le interesasen las mujeres. "Sería sólo un ataque de rabia de los que le dan cuando está mosqueado, que es el 99 del tiempo"pensó el cocinero a la vez que se rascaba la cabeza.

-Saaaaaaaaaaaaaanji- la cansina voz de Luffy, que lo miraba fijamente, saco de su ensimismamiento al cocinero, el cual se levantó de golpe de la silla donde estaba sentado y se dispuso a oír a su capitán

-¿qué pasa ahora?-

-Tengo haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaambre, quiero carneeeeee-

-Pues te aguantas hasta mañana, y si tanta hambre tienes, empieza a a practicar el canibalismo, pero yo no te pienso dar más comid….PERO QUÉ HACES, NO ME MUERDAS-

-Jo, yo sólo practicaba el cabinlanismo-

-Se dice canibalismo- corrigió Sanji cansado.

-Eso,eso- y sin mediar palabra alguna, Luffy desapareció de la cocina tan raudo y veloz como entró y a los pocos segundos el cocinero pudo oír un grito de Usopp y a continuación una voz diciendo "yo sólo practico el cabinlamismo".

-Es tonto hasta decir basta- se dijo Sanji a sí mismo.

El cocinero se dispuso a fregar los platos cuando se le ocurrió una magnífica idea. El rubio salió de la cocina en busca de Nami-san, ya la encontró en cubierta, haciendo unas mediciones para poder estimar con más acierto cuanto tiempo tardarían en llegar a la isla.

-Nami-swaaaaaaaaan- la llamó con su empalagoso tono haciendo que esta girase la cabeza un poco mosqueada por verse interrumpida.

-¿Qué quieres ahora?- le espetó molesta.

-¿Podrías hacerme un favorcillo preciosa?- dijo él desplegando todos su encantos.

La chica lo miró de arriba abajo, dubitativa, y tras pensárselo durante unos minutos, accedió a, por lo menos, escucharle

-Dime-

-Verás, necesito que le digas a Zoro que me ayude a fregar los platos-

-¿por?-

-Es que tengo que hablar con él, por favor, Nami-san sirena de los mares-

-¿y por qué se lo tengo que decir yo?-

-Porque eres a la única a la que hace caso, a parte del capitán, pero Luffy no accedería-

-Está bien, pero luego me deberás una recompensa –

-Por supuesto guapísima- añadió él besando la mano de la chica en plan caballeresco- muchas gracias preciosa-

El cocinero desapareció por la puerta que llevaba a la cocina, dejando a Nami en la cubierta pensando en cómo convencer al espadachín para que se fuese a fregar platos, finalmente optó por su método habitual..

-ZOROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO-

-¿QUÉ QUIERES?-

-VETE A AYUDAR A SANJI A FREGAR-

-¿Y POR QUÉ IBA A HACERLO?-

-PORQUE SIEMPRE LE TOCA A ÉL-

-PUES AYÚDALE TÚ-

-ZORO, VETE A FREGAR PLATOS A LA DE YAAAAAAAAAAAAAAAAA- terminó Nami con un estruendoso chillido que consiguió que un escalofrío de pánico recorriese la espalda de Zoro.

El chico, bufando, muy molesto y llamando de todo por lo bajo a su navegante, se dirigió a la cocina sin ninguna gana, pero dado que tenía aún menos ganas de enfrentarse a la ira de Nami que de fregar platos, decidió ir a ayudar al rubio.

-Viniste, ya sabía yo que Nami-san te convencería. ¡ay qué lista es mi Nami-san!-

-¿¡Así que fuiste tú el que se lo dijo?.. me piro-

-Hey espera, se lo dije porque tengo que hablar contigo, no friegues sino quieres, pero quédate- el cocinero encendió de nuevo otro cigarrillo, el último que quedaba en su cajetilla, y ya no tenía más, empezó a rogar mentalmente por llegar pronto a la siguiente isla.

-¿Qué quieres?- preguntó Zoro entre curioso y mosqueado.

-Simplemente me preguntaba a mí mismo cómo te sientes hacia Nami-san-

-¿Cómo que cómo me siento hacia Nami?¿Que quieres decir con ello?- contestó Zoro sin saber realmente lo que le estaba preguntando el cocinero.

-Pues, que qué es lo que sientes por ella, que tipo de relación tienes con ella-

-¿Y eso a qué viene? Tranquilo, no voy a pegarla ni nada por el estilo aunque me lleve a matar con ella-

-Lo digo porque por la reacción que tuviste esta tarde cuando estaba con ella juraría que estabas celoso, y no creo que seas gay-

-¿celoso yo?¿Por qué iba a estarlo?- preguntó Zoro furioso y conteniéndose para no rebanarle el cuello al cocinero

-Quizás porque te gusta- dijo Sanji con sorna.

-¡PERO QUÉ DICES!-

-¿Entonces lo de esta tarde? Sino eran celos ¿qué era?-

-No era nada de NADA! SIMPLEMNETE CON VUESTROS ARRUMACOS NO ME DEJABAIS CONCENTRARME- chilló Zoro con la cara roja de ira y salió de la cocina dando un portazo al no verse capaz de poder seguir con la conversación sin recurrir a la violencia.

Sanji sonrió triunfante para sí mismo, cada vez estaba más convencido de que el fríos espadachín estaba perdiendo ese odio que tenía hacia las mujeres, y todo ello debido a Nami. Evidentemente, en el caso de que así fuese, el estúpido musculitos no tenía posibilidad ninguna con la joven y menos estando un gentleman como él de por medio.

-¿Sanji-kun?-

-Nami-san ¿qué haces aquí?-

-Es que he visto a Zoro salir de aquí enfadadísimo y me ha mirado MUY mal, me preguntaba si había pasado algo importante-

-No es nada Nami-san, sólo hemos tenido una de nuestras discusiones-

Mientras tanto, en al cubierta, Zoro se dedicaba a dar patadas al mástil, ante la aterrorizada mirada de Usopp que temía que destrozase el barco pero que no decía nada por miedo a morir en manos del espadachín.

-¡Mierda, mierda, mierda, mierda!- decía repetidamente le peliverde descargando toda su ira.-Como odio a ese maldito cocinerooooooooo!1- chilló furioso y aumentando la fuerza con la que propinaba los golpes al mástil.

-¿Problemas en el paraíso espadachín?- preguntó Robin al pasar junto a Zoro libro en mano.

-Nada que te incumba-

-Por cierto, creo que hoy te toca a ti la niña, está con Luffy, pero ya se va a acostar- dijo ella ignorándole completamente y alejándose de la misma forma que apareció yéndose en dirección a los camarotes.

Efectivamente, y tal como predijo Robin, a los pocos segundos apareció Luffy, que le dio la niña a Zoro y tras dar las buenas noches fue directo a acostarse.

Dado que tenía a Arashi agarrada a él y mirándolo con una enorme sonrisa, Zoro decidió tranquilizarse.

Poco a poco, los tripulante del barco fueron yéndose a dormir a sus respectivos camarotes, dejando a Zoro en la soledad y el silencio de la cubierta del barco.

La temperatura había descendido notablemente con respecto a la que había hecho por la tarde, pero no tanto como para tener frío, aún así, Zoro, en un ataque de instinto paternal fue hacia el camarote de Nami en busca de algo para ponerle a la niña. Al llegar se encontró para su desgracia que Nami no estaba, y que él no tenía ni idea de dónde encontrar algo para la pequeña.

Tras esperarla durante 5 minutos sin que apareciese y con una niña en brazos en inminente peligro de llanto, el espadachín decidió abrir el armario de la pelirroja y rebuscar algo que le pudiese servir. Después de buscar un poco por encima, y viendo que no había nada colgado que le fuese útil, Zoro optó por empezar a buscar en los cajones. Con tan mala suerte que el primero qué encontró fue el de la ropa interior, y con tan mala suerte que justo en ese instante empezó a sentir un instinto asesino a su espalda, sin duda alguna, procedente de Nami, que había entrado en al habitación justo en ese momento.

-SE PUEDE SABER QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO- dijo la lúgubre e irreconocible voz de Nami.

-Yo…yo..yoo no es lo que piensas, en serio Nami…..Nami no, la silla no..NOOOOO- Zoro se cubrió la cabeza con los brazos dispuesto a recibir el golpe de su vida, y esperó…esperó y esperó y nada.-Eh?-

Nami se había detenido y posó la silla en le suelo con suavidad, al ver a la pequeña sentada en la cama, y a Zoro ataviado con una camisa de manga corta encima de su camiseta de tirantes ató cabos y llegó a una acertada conclusión.

-Encontrarás algo para ella en el tercer cajón, aún guardo algo de ropa de cuando era pequeña-

Zoro asintió aliviado y abrió el cajón en cuestión, en efecto allí encontró un par de vestidos viejos y una fina chaqueta blanca ideal para una noche como esa. El chico la cogió y se la puso no sin esfuerzo a la niña, ante la divertida mirada de Nami, que luchaba consigo misma para no reírse despertando así la ira del espadachín y despertando también al resto de la tripulación. Una vez la niña estuvo correctamente vestida, Zoro la cogió en brazos y se dispuso a salir de la habitación. Nami pro su parte cerró el armario y siguió al espadachín, que la miró extrañado pero se contuvo para preguntarle hasta que llegaron a la cubierta.

-¿Tú no vas a dormir?-

-Sí, iré un poco más tarde, no tengo sueño-

-Ah-

El espadachín se sentó en el suelo, apoyando la espalda en la barandilla. Nami le imitó y se sentó junto a él, abrazándose a sí misma.

-Ne Zoro?- dijo ella con un inusual tono dulce en su voz.

-¿Nani?- preguntó curiosos y acunando la niña en sus brazos.

-¿Por qué discutiste hoy con Sanji-kun?-

-No te incumbe-

-Pues por la mirada de odio que me echaste al salir de la cocina yo creo que sí-

-Te puedo mirar así cuando quiera, siento decírtelo pero me caes realmente mal-

-Zoro-kun- dijo ella pasando a un todo de voz más irónico- sino no me lo dices tú, sabes que se lo sonsacaré a Sanji-kun, y creo que preferirás contármelo tú a que oiga su versión, ¿ne Zoro-kun?- amenazó ella mirándolo maliciosamente.

Tras pensárselo durante unos segundos Zoro decidió contárselo, el maldito cocinero era capaz de decirle a la chica que le había confesado su amor o algo así.

-Simplemente decía que estoy celoso de que pases mucho tiempo con él, cosa que, evidentemente, es una gran mentira- dijo él con toda la compostura que su vergüenza le permitía.

-¿Realmente lo es?-

-¿El qué?-

-Una gran mentira- preguntó Nami con cara de poker y mirando fijamente al espadachín

-Sí-

-¿Tan malo es acaso pasar tiempo conmigo? si te molesto me voy-

-No, no es eso- dijo él crispado y sin saber muy bien que contestar, aunque su relación con Nami no fuese perfecta, aún así, disfrutaba pasando tiempo con ella.

La chica no siguió insistiendo, miró a Zoro y le sonrió levemente, fijándose luego en las estrellas del cielo, que se veían tan bien como la noche anterior al estar el cielo despejado.

-Zoro-

-¿Qué?-

-Gracias-

Zoro la miró sorprendido, era realmente extraño en una persona como Nami que diese las gracias así sin más, pero al ver la mirada de sus ojos y al oír el tono con el que lo decía no cabía duda alguna de que iba en serio, lo que dejó al chico desconcertado y sin saber que decir. Nervioso por la situación, se puso en pie y empezó a caminar en círculos deseando que la niña se durmiese para así poder irse a la cama y no hablar más con ella., ni él estaba acostumbrado a hablar de este tipo de cosas ni muchos menos a oírlas de parte de la navegante

Tras estar durante 15 minutos en completo silencio, el espadachín se volvió a sentar junto a la navegante, a la cual el sueño empezaba a afectarla y ya había dado un par de cabezadas.

-Acuéstate- ordenó Zoro mirándola fijamente.

-No estoy cansada-

-ESTÁS QUE TE CAES, VETE A DORMIR Y DÉJAME A MI ESTO COJONES- contestó el furibundo.

-Vale vale, buenas noches Zoro- la chica se levantó a duras penas dando un gran bostezo y tras rascarle la cabeza a Zoro se dirigió tambaleante a su camarote dispuesta a dormir durante muchas horas dado que mañana no se tenía que preocupar ella del desayuno.

El espadachín se quedó pensativo en la cubierta, recapacitando sobre lo que Sanji le había dicho esa tarde, y pensando en si tenía algo de razón. La verdad es que por la tarde se había enfadado muchísimo, sin saber muy bien el por qué. Entre cavilación y cavilación y con ayuda del suave balanceo del barco y de la suave brisa, Zoro acabó quedándose totalmente dormido con Arashi aún despierta en sus brazos.

Cuando volvió a abrir los ojos se encontró un poco perdido y tuvo que mirar varias veces a su alrededor para recordar dónde estaba. Una vez se hubo ubicado, miró al pequeño bulto que reposaba entre sus brazos. Arashi dormía ya plácidamente en sus brazos. El espadachín movió el cuello para recolocarse los músculos resentidos de dormir en una mala postura y se dirigió al camarote de la navegante.

La respiración de la chica le indicó que ya estaba dormida, y por la forma en que se movía que estaba teniendo una pesadilla.

Suavemente, el espadachín dejó a la niña en el sofá y se quedó unos segundos junto a la cama de Nami, intuyendo que de un momento despertaría, con intención de detenerla en el caso de que gritase para que no despertase de nuevo a Arashi.

Efectivamente, a los pocos segundos, Nami despertó sobresaltada, con lágrimas asomando a sus ojos y aunque no llegó a chillar, respiraba sofocadamente y su mirada suplicaba un poco de atención. Zoro se agachó un poco para mirarla a la cara y fue entonces cuando vio a la Nami más frágil que jamás hubiese imaginado, ni siquiera en la batalla con Arlong la había visto así. Pero al mirarla ahora vio en su cara todo lo que se guardaba siempre para ella. Él siempre la había tenido como una mujer de fuerte carácter y fuerte personalidad también, fría y con sentimientos sólo hacia el sucio dinero. Pero al verla en ese estado, toda la imagen que tenía de ella se derrumbó, y al verla con las lágrimas apunto de salir de sus ojos, con el rostro ensombrecido, pero aún así, sin llorar, no pudo evitar recordar a Kuina.

-Zo..Zoro- la chica se abalanzó sobre él, tirándose al suelo y abrazando las piernas del chico en busca de consuelo.

Zoro, si saber muy bien cómo reaccionar se liberó del abrazo de Nami y se sentó en el suelo para quedar a su nivel, mirándola ala cara fijamente y sujetándola por los hombros haciéndola volver en sí.

-Nami tranquila ¿qué pasó?-

-Bellmere….Arlong…-

Zoro la miró extrañado, sabía quien era Arlong pero no así Bellmere, ya que él se había dormido cuando Nojiko les contó la historia de la traumática infancia de Nami. Aún así, el espadachín dedujo que se trataba de una pesadilla relacionada con su pasado, y la comprendió perfectamente, él todavía tenia malos sueños en relación a la muerte de Kuina.

Justo en ese momento la chica rompió en un silencioso llanto, las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas y sus manos se agarraban del pantalón de su pijama. Zoro se puso nervioso, sin saber cómo reaccionar, era la primera vez en mucho tiempo que se veía en una situación así, y si había algo que odiase en el mundo casi tanto como perder una lucha, era el hecho de ver a una mujer llorar. Inconscientemente La rodeó con sus brazos, atrayéndola hacia sí mismo con cuidado. Ella apoyó su cabeza en el pecho del chico y descargó sobre él toda su reserva de lágrimas

-Tranquila Nami, tranquila- le dijo él frotando su espalda intentando confortarla abrazándola un poco más fuerte.

Tras unos minutos así, Nami se calmó definitivamente, y se separó de Zoro ruborizada y totalmente avergonzada por lo que el espadachín había visto. Le miró fijamente buscando una respuesta, pero el chico miró hacia la ventana, como si el mismo también se sintiese avergonzado por la situación.

-¿Quién es Bellmere?-

-Era mi madre…murió- dijo ella terminándose de secar las lágrimas que aún quedaban en su rostro.

-¿Arlong?-

-Sí………no era mi madre biológica, me encontró y me cuidó como si fuese su hija-

Zoro la miró y se fijó en que ella observaba a Arashi, y fue entonces cuando lo comprendió. La relación que ella había tenido con su "madre" era la misma que tenía ella ahora con Arashi. El espadachín se dio cuenta de lo mal que lo debía estar pasando la joven, y en cierto modo la admiró, por ser capaz de mostrar una sonrisa durante todo el día con tal de no preocupar a sus compañeros

Es espadachín se levantó del suelo y ofreció su mano a la chica para ayudarla a levantarse, la cual aceptó gustosa y se incorporó lentamente.

-Bueno, intentaré dormir otra vez. Hasta mañana Zoro- Nami se metió en la cama y se cubrió con la sábana rogando por poder volverse a dormir.

Zoro le dio las buenas noches y se tumbó en el sofá con Arashi, sino dormía literalmente pegado a ella y se despertaba a lo largo de la noche otra vez, no la oiría y tendría que levantarse Nami, no sirviendo así de nada la supuesta ayuda que le ofrecía con el cuidado de la niña. Cerró los ojos recordándose a sí mismo que un día de éstos tendría que preguntarle a Nami su pasado, el suceso ocurrido esa noche le había producido curiosidad y puede que conociendo su infancia se explicase alguno de los aspectos del carácter de Nami, como su tremenda avaricia y esa obsesión por conseguir tesoros. No sabía por qué, pero tenía esa intuición.

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