Bueno quería haber subido este capítulo hace un par de días, pero entre los problemas del servidor y los de mi propia conexión no he tenido oportunidad hasta ahora.
Este capítulo está principalmente centrado en Zoro, no puedo evitarlo, lo adoro.(sí aunque me cebe con él).
Siento no haber contestado los reviews ya los contestaré todos en este capítulo pero como ya dije antes tuve problemas con la conexión.
Éste capítulo es una especie de preludio a lo que pasará en el capítulo 9, más que nada lo escribí en plan transición entre "todo estalla" del capítulo 7 y el "todo ha estallado definitivamente" del capítulo 9.
Espero que os guste, kissu!
CAPÍTULO 8: HABLE CON ELLA
Zoro dormitaba en la cubierta intentando descansar un poco. Habían pasado muchas cosas desde la última discusión que había tenido con la navegante. Quejumbroso, se acarició la mejilla derecha, dolorida y visiblemente hinchada, que le impedía apoyarse en una buena postura para echarse una siestecita.
"Maldito cocinero" murmuró Zoro para sí mismo deseando tener la oportunidad para patearle al rubio esa cara que tanto apreciaba.
-¿Qué tal Zoro?-
El susodicho localizó con el rabillo del ojo a Chopper, que le miraba preocupado y que llevaba el maletín con su instrumental a rastras, totalmente preparado para ejercer su labor como médico.
-Bien ¿Qué quieres? No necesito que me cur…AY QUÉ HACES!- Zoro se llevó la mano instintivamente a la zona de la cabeza en la que Chopper le había tocado, y para su sorpresa descubrió una herida, que aún sangraba y que no había notado antes por el dolor de la majilla, pero que ahora el empezaba a doler poco a poco
-Si te duele, tiene que ser curada- Chopper intentó mantenerse frío y adoptar una faceta dura, pero eso era algo que le costaba muchísimo y más aún con una persona como Zoro.
-Está bien está bien, haz tu trabajo- Zoro finalmente accedió y esperó a que el renito cumpliese con su deber.
-Por cierto Zoro-
-Hm?-
-¿Qué le hiciste a Sanji para que se enfadase tanto?-
-YO NADA, ES ÉL QUE ESTÁ LOCO- contestó Zoro visiblemente irritado.
-Pues por el cabreo que tiene Nami y la reacción que tuvo él me da que si ocurrió algo-
-Nami siempre está de mal humor, y a ese estúpido cocinero le caigo irremediablemente mal-
-Quizás deberías disculparte con Nami-
-No hay nada por lo que disculparse- dijo Zoro dando por terminada la conversación.
-Vaya, vaya espadachín, tan valiente para unas cosas y tan cobarde para otras-
Tanto el peliverde como el reno se giraron para encontrarse con Nico Robin, que acababa de hacer aparición y que miraba divertida la expresión de perplejidad que Zoro le dedicó.
-¿Qué quieres decir?- preguntó crispado el aludido.
-Que te da miedo reconocer tus propios errores, deberías disculparte con la navegante-
-Pero qué perra os ha entrado a todos con que me disculpe con ella. ¿qué coño hay que disculpar?-
-Si tú mismo no lo sabes yo no te lo puedo explicar-
-¿Y si no quiero?- Zoro se cruzó de brazos enfurruñado y mirando a Robin fijamente, escrutándola en busca de una respuesta.
- No pensé que pudieses llegar a ser tan infantil espadachín-
Zoro se dio cuenta de cuán infantil estaba siendo y se sonrojó avergonzado, mirando instantáneamente al suelo no queriendo que la arqueóloga lo viese así.
-Recapacita espadachín- y sin más la morena se fue, dejando tanto al médico como al peliverde totalmente estupefactos y en espera el uno del otro, de que el otro sacase algún tema de conversación para huir de ese incómodo silencio.
-Bueno, esto ya está- dijo Chopper a la vez que remataba el vendaje de la cabeza del chico.
-Hm- musitó Zoro como única respuesta.
-Deberías hacerle caso a Robin, recapacita y pídele perdón a Nami….bueno voy a ver qué tal está Sanji-kun-
Zoro observó atentamente como el reno desaparecía en dirección a la cocina, seguía sin entender por qué demonios tenía que humillarse disculpándose con esa arpía, si empezó ella, él no hizo nada. Se rascó la cabeza dolorida y empezó a repasar mentalmente los sucesos ocurridos intentando encontrar una solución al dilema que le había sobrevenido por culpa de la arqueóloga.
FLASHBACK
Zoro se quedó mirando fijamente a la navegante mientras esta se iba dando un portazo y dejando al cocinero y a él mismo solos en la cubierta sin saber muy bien cómo reaccionar. Todavía no había llegado a asimilar bien todo lo que Nami le acababa de soltar y estaba confuso y a la vez irritado. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no vino venir la pierna que le propinó una violenta patada lanzándolo con fuerza contra el suelo.
-AAAAAAAAAHH- se quejó el chico, y no era para menos, se había dado un buen golpe en la espalda con la caída y ésta le dolía bastante.
Antes de que pudiese reaccionar, otro golpe le llovió del cielo atizándole en la nuca y casi estampando su cara contra la fría madera, sino hubiese sido por los reflejos de última hora que le permitieron protegerse con los brazos.
-¿PERO QUÉ COÑO HACES?- chilló finalmente el espadachín levantándose rápidamente esquivando otra patada.
Sanji no contestó, simplemente se limitó a intentar golpear a Zoro otra vez, pero éste le volvió a esquivar y sacó una de sus espadas. Sin miedo alguno a cortarse, Sanji continuó con su propósito y siguió atacando a Zoro, que se defendía con las espadas como podía, intentando comprender que era lo que le pasaba al mierda del cocinero.
-Nadie trata así a una dama delante de mí, y menos aún un imbécil como tú a una diosa como Nami-san-
-Pero mira que llegas a ser repelente y lameculos- antes de que pudiese continuar la frase, Zoro se vio golpeado de nuevo, esta vez en la cabeza. Mareado, se agarró a la barandilla luchando para que sus piernas no flaqueasen. Pudo sentir una gota de sangre resbalando por su nuca, y tras unos momentos en los que su vista se nubló, creyó ver como Chopper y Luffy sujetaban a Sanji y se lo llevaban a la cocina, alejándolo de allí.
Se incorporó y sacudió la cabeza, creyendo que así se le aclararía la mente, pero con ello lo único que consiguió fue marearse más y tener que optar por sentarse un rato hasta que el Mundo dejó de girar a su alrededor.
FIN FLASHBACK
Sanji, nervioso, jugueteaba con un cigarro entre sus manos mientras intentaba contenerse a sí mismo para no salir y patear de nuevo al espadachín. Tratar así a Nami-san, quién se creía ese musculitos descerebrado.
Finalmente, empezó a hacer un recuento de todo lo que tendría que comprar esa misma tarde en el pueblo, así ya lo tendría preparado al llegar y también era una buena excusa para distraerse y alejar su mente del maldito espadachín.
Cómo no, la nevera estaba prácticamente vacía, sino fuese porque habían encontrado una isla, podrían haber pasado bastante hambre, el cocinero habría tenido que tirar de la despensa oculta que tenía con cosas para Nami-san y Robin-chan para que los demás pudiesen comer algo, porque dada la habilidad que tenían sus camaradas para la pesca pocas probabilidades les quedaban de llevarse algo a la boca.
El cocinero cogió una libreta azul de uno de los cajones que había bajo la encimera de la cocina y se dispuso a hacer una pequeña lista con lo más fundamental. Esperaba poder quedarse en la isla un par de días para poder comprar todo lo que realmente necesitarían y no sólo lo mínimo imprescindible. Sacó un bolígrafo negro del bolsillo de su pantalón y se dispuso a hacer una lista cuando una, para él, dulce y bonita voz le sacó de su pequeño Mundo interior.
-¿Sanji-kun?-
El susodicho se giró a tiempo de ver a Nami, que le sonreía desde la puerta y que se deslizó dentro con suavidad, sin hacer apenas suido.
-¿Hai Nami-san?- dijo él acercándose a ella y guiándola caballerosamente para que tomase asiento.
-Tengo que hablar contigo- la chica se dejó caer en una de las sillas de la cocina y echó la cabeza hacia atrás fijando su vista en el techo.
-Dime preciosa-
-Me ha dicho Chopper que te has peleado con Zoro-
-Bueno, es bastante habitual-
-Sanji-kun, no estoy de broma, me ha dicho que os habéis pegado en serio, bueno, más bien, que tú le has pegado a él- Nami bajó la cabeza y se quedó mirando fijamente a Sanji, que estaba agachado frente a ella. El chico al sentir la acusadora mirada de la navegante sobre sí mismo giró la cabeza y dirigió su vista al suelo sin atreverse a contestar.
-Mira, no te voy a decir que me no me guste lo que has hecho porque ya era hora de que alguien le patease el culo a ese gilipollas, pero no necesito ningún caballero que defienda mi honor ni nada de eso. Lo siento mucho Sr.Príncipe pero no soy ninguna damisela en apuros a la que salvar, y me ofende que sigas pensando que es así después de todo lo ocurrido en Arabasta y Skypiea. Además, los problemas que tengamos Zoro y yo, son eso, nuestros problemas, y ni a él ni a mi nos gusta que interfieran terceras personas, por muy buenas que sean las intenciones-
-Lo siento-contestó él con un tono profundamente triste en su voz. Nami se dio cuenta y decidió animarle, dado todo lo que la había ayudado últimamente.
-Y también venía a decirte otra cosa.. ¿Qué cenaremos hoy?-
El rostro de Sanji se iluminó como por arte de magia, y en unos segundos reaccionó, cogiendo las manos de Nami entre las suyas y besándolas delicadamente, visiblemente enrojecido y aguantándose las ganas para no lanzarse al cuello de su pelirroja ganándose así un bofetón.
-Pues lo que tú quieras, pídeme lo que sea y lo compraré todo lo necesario esta tarde para poder prepararte lo que desees.-
-Sorpréndeme- Nami se soltó con delicadeza de las manos de Sanji y se levantó, dejando al chico con tres palmos de narices- aunque me gustaría que el postre tuviese algo con mandarinas y chocolate.- al pasar junto al cocinero, la pelirroja le revolvió el pelo cariñosamente y salió de la cocina, sin mediar más palabra con él y dejándolo eufórico en mitad de la cocina. Nami iba a cenar con él, y además de verdad… "bueno cenar, y lo que surja", pensó el cocinero con una pícara sonrisa plasmada en la cara.
Nami salió a la cubierta con la intención de hacer los últimos preparativos para la llegada a la isla. Ahora podría hacer mejor y más exacto el cálculo de cuánto tardarían y de si deberían recoger las velas o no para facilitar la entrada en el puerto. Tras ir a su habitación a buscar el instrumental necesario para hacer los cálculos, se encontró con que el maldito espadachín cabeza de serrín estaba justo en el sitio en el que ella se debía poner, cómo no, siempre dando la lata. Mira que es grande la cubierta, pues él se tenía que poner justo ahí, pero Nami, ni corta ni perezosa se acercó a él con intención de echarle si hacía falta.
Zoro, entreabrió un ojo al notar la presencia de alguien en la cubierta. Al ver de quien se trataba se dedicó a estudiar todos y cada uno de los movimientos de la chica, sin reparo alguno y descaradamente. Ella, al llegar a su lado, le ignoró por completo y dejó su instrumental en el suelo, junto a él, en cierto modo, retándolo. Seguidamente se dedicó a hacer sus mediciones sin ni siquiera dignarse a mirarlo.
El peliverde, que llevaba un rato aburrido y tenía ganas de discutir con alguien, se aventuró a retar a la chica para ver si así se divertía un poco
-Estoy intentando descansar porque tu perrito faldero me ha dado un golpe en la cabeza, y no me estás dejando-
Nami ni le pegó, ni le gritó, ni se enfadó, ni le habló, ni le miró, ni siquiera movió un solo músculo de su cara, lo que contrarió bastante al espadachín, que se lanzó al ataque de nuevo.
-¿No me oyes? ESTORBAS, LÁRGATE- dijo él crispado intentando que, por lo menos, la chica respondiese, pero de nuevo el intento fue fallido, ya que ella apuntó un par de cosas en una libreta sin tan siguiera dirigirle una mirada matadora y siguió dibujando rutas posibles en el mapa.
Zoro, aún más crispado optó por utilizar su último recurso.
-Por cierto, el otro día te cogí 100.000 berris de tu tesoro personal, los necesitaba para comprarme algo- el espadachín se cubrió esperando que le empezasen a llover golpes por parte de la chica, pero al no sentirlos, apartó los brazos de su cabeza y la miró, y le sorprendió muchísimo que incluso después de eso, la chica siguiese inmutable y a lo suyo.
Irritado, Zoro se levantó, cogió Nami por los hombros violentamente y percatándose en el último momento de su fuerza, la sacudió suavemente esperando una respuesta
-¡CONTESTA!- le gritó él furioso.
La chica, por su parte se apartó de él dándole un empujón y se alejó unos metros, tras dedicarle una mirada cargada de repulsión llamó a Chopper, Luffy, Usopp y Sanji a gritos. Una vez estuvieron en la cubierta Sanji le dedicó una mirada de odio contenido a Zoro y se acercó a Nami, revolviéndole el pelo como había hecho ella momentos antes y dedicándole una amplia sonrisa.
-¿Qué quieres Nami-swan?-
-Vamos a llegar a la isla en breves, pero la entrada al puerto está un poco complicada así que tendremos que recoger las velas y entrar remando. Vosotros encargaos de eso, yo iré al timón- dicho esto, la chica empezó su trayecto hasta la cocina cuando una grave voz la detuvo.
-Oi, Nami, ¿yo qué hago?-preguntó Zoro rascándose la cabeza confuso.
La aludida se dio la vuelta, lo miró de arriba a abajo, le dedicó una despectiva mirada, y siguió su camino como si oyese llover. El espadachín, irritado, se acercó a ella a zancadas y la detuvo sujetándola de la muñeca y tirando con fuerza de la chica.
-¿Qué te pasa?- preguntó Zoro mirando fijamente a los ojos de Nami
-¿Qué, ¿Cómo te sientes cuando te menosprecian?- la navegante soltó violentamente su muñeca de la mano de Zoro y se dirigió a la cocina sin dirigirle la vista ni a él, ni a Sanji que había visto la escena y se preparaba para partirle la cara de nuevo al espadachín si hacía falta.
Fue entonces cuando Zoro llegó a comprender en parte, el por qué todos le decían que debía disculparse con la navegante, la verdad es que a uno le hacía sentirse bastante mal que le menospreciasen así. Confuso, miró a su alrededor buscando una respuesta, y al no encontrarla optó por no disculparse de momento.
El peliverde siguió a la navegante, e ignorando el portazo que dio ésta al entrar en la cocina indicando claramente que no quería saber nada de él y que no necesitaba su ayuda, entró en la cocina y se puso a su lado tirando del timón a la vez que ella.
Nami, entre la frustración, la rabia, la ira y la confusión, no controló su fuerza y resbaló, no dándole tiempo a agarrarse a nada.
Maldiciéndose a sí misma por montar esta escenita ante Zoro, justo en un momento como ese, no se dio cuenta hasta pasado un tiempo que el esperado impacto contra el suelo nunca tuvo lugar.
Abrió los ojos confusa y se encontró con que el espadachín la sujetaba fuertemente de la cintura con un brazo, mientras que con el otro seguía guiando el timón.
-Ten cuidado- le dijo sin el característico tono sarcástico y de mofa que tendría su voz haciendo un comentario como ese.
Nami se incorporó rápidamente y ordenó salir a Zoro de la cocina, éste la ignoró en un principio, pero viendo cómo Nami apretaba los puños y cómo una marcada vena hacía aparición en su frente indicando que estaba apunto de estallar, el chico optó por hacerla caso e ir a ayudar a sus compañeros.
La chica sujetó el timón de nuevo, aún maldiciéndose por lo ocurrido, y por haber llegado a flaquear con el extraño comportamiento amable que había tenido el espadachín con ella segundos antes.
Los chicos se pusieron a remar bajo las instrucciones de Nami, que les dirigía a base de pitido de silbato.
-Zoro-
-Dime Luffy- contestó el aludido a la vez que remaba
-¿Por qué no le pides perdón a Nami? Es que veros tan enfadados es un rollo, porque también está enfadado Sanji y es muy aburrido-
-Quizás luego-
-Joo, nooooooooooo ahora-
-¡Que no Luffy, no seas pesado!-
-Como capitán tuyo que soy te lo ordeno, debes disculparte con Nami-
-No puedes obligarme a hacer eso-
-Soy tu capitán Zoro-
-Está, bien, está bien, luego me disculparé- contestó finalmente el espadachín más por hacer callar a su camarada que por otra cosa
-Bien, bien así esta noche podremos hacer una fiesta-
Zoro decidió no replicar a su capitán, pero él tenía más que claro que 1: era muy improbable que Nami le perdonase y 2: aunque así lo hiciese, Sanji no estaría dispuesto a tener ninguna fiesta con él presente.
El incesante pitido del silbato de Nami, cesó de repente para dar paso al incesante y taladrador llanto de Arashi, que había estado durmiendo hasta ese momento, pero que al verse sola en la habitación empezó a reclamar un poco de atención. La navegante desapareció un instante y volvió con la pequeña en sus brazos, dispuesta a seguir con su ritual de "remad, remad" acompañado con la estrepitosa risa de la pequeña, que se desternillaba cada vez que oía el sonido del silbato. Robin, no pudiendo leer por culpa del jaleo, decidió unirse a la navegante y se puso a su lado, mirando divertida como trabajaban los chicos.
En un instante que Zoro miró hacia atrás pudo ver como cuchicheaban algo entre ellas, para posteriormente pasar a dedicarle una mirada acusadora que lo dejó totalmente perplejo."Hoy el Mundo está en contra mío" pensó el chico a la vez que se secaba el sudor de su frente y se comía los sesos intentando encontrarle una lógica a todo lo que pasaba a su alrededor.
Finalmente, tras unos 20 minutos remando, atracaron en el puerto. Los chicos dejaron sus puestos en los remos y se dispusieron a prepararse para irse a explorar el pueblo. Sanji, al pasar junto a Zoro, no pudo evitar dirigirle una mirada de desprecio y darle un empujón, pero cesó al sentir la mirada de Nami sobre él, alejándose rápidamente haciendo aspavientos y recordándole a la navegante cuán maravillosa era.
Zoro bufó ante la situación y se dispuso a ir a cambiarse de ropa. Rápidamente se cambió sus pantalones por unos vaqueros negros, se puso una camiseta blanca sin mangas y sobre ella una camisa también negra con un tribal en rojo dibujado en la espalda. Una vez preparado, salió a la cubierta a esperar a Nami, al fin y al cabo según ella misma, debía acompañarla par ayudarla con los bultos y además, puede que así consiguiese un buen momento para disculparse y seguir entonces las órdenes de su capitán.
Sanji ya se había ido acompañado de Chopper hacía unos minutos, y, cómo no, Luffy prácticamente había bajado del barco antes de que éste estuviese ya no anclado, sino atracado en el puerto. Usopp se acercó a él y le pidió que le comprase algunos materiales para apañar el barco, Zoro sólo asintió y quedó en pedirle a Nami el dinero correspondiente, ya que era ella la que administraba todo el dinero habido y por haber, el de comida y reparaciones del barco incluido.
Al cabo de unos minutos la susodicha hizo aparición, con la niña colgada de su cuello y cargando un enorme bolso.
-Usopp me ha dicho que le compremos cosas para arreglar el barco-
Nami le ignoró, pero aún así fue hacia la sala donde guardaban los tesoros "comunitarios" y cogió unas cuantas monedas para subsanar los gastos de las cosas que les pedía Usopp En seguida volvió a la cubierta y miró despectivamente a Zoro, que descansaba apoyado contra la pared y con los brazos cruzados.
-Navegante-
-¿Sí Robin?-
-¿Podrías traerme este libro?- dijo Nico enseñándole a la pelirroja un papel con un nombre escrito.
-Sí claro- Nami se guardó el papel con el nombre del libro en un bolsillo, y el dinero que le había dado la morena para que lo comprase en otro
Finalmente, cuando ya se disponía a bajar a tierra firme y cansada de tanta interrupción, apareció otro obstáculo que la impidió seguir su camino.
-Espera, voy contigo- Zoro dio un par de zancadas hasta alcanzarla y comenzó a caminar a su lado.
Ella, por su parte, lo ignoró de nuevo y bajó a tierra firme sin hacerle caso, como sino existiese. Zoro intentó llamar la atención de la chica aclarando su voz, pero sólo consiguió una mirada de reproche y un quejido por parte de la niña. El espadachín, sin saber muy bien que hacer alargó los brazos hasta la niña, enrojecido y miró a Nami fijamente.
-Si quieres la llevo yo, me da igual-
Como respuesta, la pelirroja tiró de la niña hacia sí con fuerza, alejándola de Zoro, el cual resopló y se pasó la mano por la cabeza intentando aclarar sus ideas. Nami , por su parte aceleró el paso obligando al peliverde a caminar más rápido, con el simple propósito de fastidiarle, "Te jodes" , pensó ella para sí adentrándose en la multitud intentando perder de vista al espadachín , que la seguía de cerca y la llamaba rogando por no perderla de vista, pues sería lo que faltaría a ese día para que fuese uno de los más fatídicos de su vida.
