Y aquí vuelvo (bastante prontito eh?) con un nuevo capítulo del fic.
Siento comunicaros fans de Zoro, que de nuevo vuelvo a cebarme con él en este capítulo (y os preguntaréis, ¿por qué siempre se ceba con su personaje favorito?...sinceramente, no lo sé)
Bueno aquí ya si que definitivamente estalla todo debido a la bocaza de cierto personaje que todos conocemos muy bien aunque bueno, ya lo veréis al leerlo, ne?
Muchísimas gracias por los reviews a todos iba a decir que animan a una a seguir pero como el fic ya está escrito no sería lo correcto, puede decirse que anima a una a hacer más fics, pero ya estoy de lleno en los éxamenes de septiembre y de hecho durante la semana que viene y del 14 al 23 de este mes no voy atener acceso a internet porque en el piso donde vivo cuando estoy en la universidad no tengo ordenador. Intentaré poner los capítulos que quedan entre esta semana y la siguiente.
Gracias por leerme y kissus a todos!
CAPÍTULO 9: BUSCANDO A NAMI DESESPERADAMENTE.
La chica empezó a caminar cada vez más rápido, creía que había conseguido confundir a Zoro y librarse de él, y cuando ya iba a cantar victoria se chocó con alguien que la impedía seguir avanzando
Dispuesta a gritarle cuatro improperios al que no la dejaba caminar, levantó la cabeza furiosa pero se quedó totalmente boquiabierta al ver al espadachín, el cual la sujetó por el hombro con firmeza y la detuvo.
-Espera, te puedes perder- Zoro se arrepintió en ese mismo instante de lo que acababa de decir, ¿él diciéndole a alguien que se podía perder?¿y más aún a Nami?.
-¿Perdona?-replicó ella sarcástica- es que creo que no he oído bien la gilipollez que acabas de decir.
-Olvídalo- contestó él avergonzado y soltándola definitivamente dejándola caminar.
La chica pasó a su lado empujándole sin ni siquiera mirarle y abrazando con fuerza a la niña. Zoro, tras recuperarse del golpe, se puso a su lado y empezó a caminar junto a ella, de vez en cuando la miraba de reojo, para descubrir que seguía enfadada, de hecho, parecía que lo estaba aún más.
El espadachín se empezaba a cansar de la situación, por qué tenía que aguantar él todo esto, y lo único que había hecho era tratar a la navegante como se lo merecía.. Bufó hastiado y se cruzó de brazos enfurruñado, como un niño pequeño. Nami le miró divertida, riéndose mentalmente del comportamiento infantil del chico y del hecho de saber que le estaba sacando de quicio.
Apresuradamente, Nami entró en una tienda de ropa para niños que vio por el rabillo del ojo, apenas dejando tiempo a Zoro para reaccionar, que entró en el local sonrojado y mirando al techo como si el tema no fuese con él.
-Buenos días- saludó la dependienta con una sonrisa de oreja a oreja- ¿queréis algo en especial?
-No gracias, sólo estamos mirado – contestó Nami intentando huir de la tanta de preguntas a la que seguramente le sometería la mujer.
-¿No sois un poco jóvenes para ser padres?- preguntó la dependienta curiosa y mirándolos de reojo.
Nami saltó furiosa y le soltó cuatro improperios a la dependienta, que se ocultó tras el mostrador, Zoro, por su parte, se aguantó las ganas de hacer lo mismo y salió de la tienda, sentándose en la puerta a la espera de que Nami acabase con las comprar en ese local…
Tras unos minutos, la chica hizo aparición con un par de bolsas cargadas en un brazo, y la niña cogido en el otro, resultando bastante dificultoso e incómodo para ella un hecho tan simple como abrir una puerta. El chico, le arrebató las bolsas sin mediar palabra ninguna con ella, y Nami le dedicó una mirada de reproche y siguió caminando, soberbia, en busca de otra tienda que le pudiese resultar útil.
Tras quince minutos recorriendo el pueblo encontraron otra tienda con artículos para bebé en la que Nami entró como una exhalación, sin paneas dar tiempo a Zoro de seguirla, que a punto estuvo de irse por otro camino y perderse. Al entrar, otra dependienta de sonrisa falsa y fingida amabilidad les ofreció su ayuda, que Nami rechazó educadamente, hasta que se le ocurrió comentar que qué buena pareja hacían y la educación de Nami se fue al traste, ya que acabó llamando de todo menos bonita a la dependienta, que fue a llamar a una compañera con la excusa de ir a ver si tenían no se qué en el almacén. Zoro estudió a la navegante cuidadosamente, el rostro de la chica parecía haber perdido la característica mueca de mal humor que siempre lo acompañaba, y sonreía abiertamente a la vez que hablaba con la niña, que la respondía con risas y gorjeos. El espadachín reconoció para sí mismo, que vista así y si no la conociese, habría jurado que la pelirroja era una chica encantadora , pero al realidad era bien distinta. Apartó la vista de ella furiosos consigo mismo por pensar en estupideces, y disimuló echando una ojeada a su alrededor, aunque realmente no buscaba nada en especial, de hecho, no tenía la más mínima idea de qué cosas necesitaba un bebé.
Mirase a donde mirase sólo veía biberones, chupetes, comida para bebés, ropa para bebé, cunas, muñecos, sonajeros….. sin saber muy bien por qué se empezó a sentir agobiado con sólo imaginarse a él mismo como padre, y más aún al pensar en si realmente tendrían que quedarse la niña indefinidamente, que sería de él.¿Seguiría queriendo Nami que la ayudase con el cuidado de la pequeña? Él rogaba porque no fuese así, los niños no eran santo de su devoción, y menos aún si tenía que cuidarlos con Nami y Sanji, aún se preguntaba a sí mismo por qué había accedido a cuidar de la pequeña, pero ya no había solución, a no ser que el enfado de Nami fuese tal que no le dejase encargarse de la pequeña, y para su felicidad, por la reacción que tuvo ella cuando el espadachín la quiso coger, así era.
Al cabo de dos horas y seis tiendas más, Nami dio por finalizadas las compras necesarias para Arashi-chan, y decidió descansar e irse un rato a una tranquila plaza con árboles que habían visto un rato antes y en la que la niña podría jugar un poco con las cosas que la navegante le acababa de comprar. La pelirroja, sentó a la niña en un banco y sacó del gran bolso que había cogido antes y donde había empezado a guardar cosas de la pequeña, una pelota de tela, muy suave, ideal para una niña de la edad de Arashi. Nami, se sentó a su lado, vigilándola, y Zoro se dejó caer al lado de la pelirroja, posando todas las bolsas en el suelo y resoplando cansado. En 5 de las tiendas a las que habían ido les habían preguntado si eran pareja y si era su hija, lo que crispó de sobre manera a ambos e hizo que estuviesen aún de peor humor.
-Oi, Nami, voy a comprarme algo de licor, ¿quieres algo?-
-Ie- le espetó ella furiosa dejándole bien claro que por no querer, no quería ni que le dirigiese la palabra.
El espadachín se levantó, cansado y fue hasta la taberna que había a unos metros de ellos, Nami le siguió atentamente con la mirada hasta que la puerta del local se cerró tras él. Al cabo de un rato, el espadachín volvió a aparecer botella en mano, y se sentó otra vez junto a la navegante, ofreciéndole un trago.
Ésta lo rechazó y miró al chico despectivamente, el cual bufó enfadado y dio un gran trago a la botella, intentando ahogar sus penas en alcohol.
Nami lo observó, con una expresión irónica pintada en la cara y pensando en cuán patético podía llegar a ser su camarada.
-Qué triste- murmuró ella mirándolo con desprecio
-¿Qué?-
-Nada, nada-
-Mira, si tienes que decirme algo, por lo menos ten la decencia de decírmelo claramente- saltó él hastiado de la situación y no pudiendo aguantar más con su actitud "chico bueno y amable".
-¿Para qué? ni siquiera me escucharías- golpe bajo para el espadachín, que se quedó mirándola durante unos segundos hasta que encontró la respuesta oportuna
-Es que para oí las cuatro estupideces falsas que vas a decir sobre mí prefiero no oírlas, nunca me han gustado las mentiras-
- ¿Ah no, pues tú mismo vives en una haciéndote llamar espadachín-
-NO TE PASES, SABES QUE SOY UN BUEN ESPADACHÍN!-
-Sí, sí, eres un fantástico espadachín y vives en al ciudad de gominola en la calle de la piruleta-
-Por lo menos puedo defenderme yo sólo, no necesito a alguien que me esté protegiendo continuamente- golpe bajo esta vez para la navegante, en las últimas batallas ya le las había apañado sola, pero de un modo u otro Sanji y Zoro estaban siempre ahí protegiéndola, especialmente el espadachín, que le había salvado la vida más de una vez
Nami bufó y apretó los puños conteniéndose las ganas de darle un puñetazo al peliverde, que la miró con una expresión de victoria plasmada en la cara y una soberbia sonrisa que crispó aún más los nervios de la joven.
-¿Hace falta que te recuerde quién colaboró a acabar con Ener en Skypiea? Ah, perdona, me olvidaba de que estabas inconsciente de la paliza que te dieron y que no te enteraste de nada- Nami sonrió, arrogante, esperando a que Zoro le respondiese para lanzarse al ataque de nuevo.
-Sí, pero no sé si recuerdas que acabé así por salvarle el cuello a cierta arpía pelirroja-
-Yo no te pedí ayuda, fuiste tú por voluntad propia el que me dijo que no interfiriera-
-Pero te lo dije porque ESTORBAS- a la pelirroja, esto último le sentó como un tiro, odiaba ser una carga para alguien y el espadachín le acababa de dejar bien claro, que para él, lo era.
-¡PUES SI TANTO ESTORBO CASI HUBIESE SIDO MEJOR QUE ME HUBIESE QUEDADO EN MI PUEBLO EN VEZ DE VOLVER CON VOSOTROS CUANDO ME FUISTEIS A BUSCAR! ADEMÁS, SI TAN INÚTIL SOY POR QUÉ FUISTEIS HASTA ALLÍ POR MI- Nami, herida, luchaba por no derramar ni una sola lágrima. Se había prometido a sí misma no volver a llorar, y menos aún, delante de Zoro.
-PUES SI POR MI HUBIESE SIDO NO HABRÍAMOS IDO, PERO LUFFY SE EMPEÑÓ, AUQNUE YA SABES QUE ÉL RECOGE A CUALQUIER DAMA DESVALIDA EN APUROS QUE SE ENCUENTRE, ES TÍPICO DE ÉL.- Zoro estalló definitivamente, muchas de las cosas que estaba diciendo realmente no las sentía, pero estaba tan ofuscado que ni se dio cuenta hasta un buen rato después.
-ENTONCES HUBIERA SIDO MEJOR PARA TODOS QUE NO NOS HUBIÉSEMOS CONOCIDO. ME TENDRÍAS QUE HABER DEJADO EN LA PRIMERA ISLA QUE NOS VIMOS-
-PUES SÍ, HABRÍA SIDO MEJOR, OJALÁ NUNCA TE HUBIÉSEMOS CONOCIDO, SERÍAMOS TODOS MUCHO MÁS FELICES SIN UNA ARPÍA MANIPULADORA Y ESCLAVISTA COMO TÚ A NUESTRO ALREDEDOR-
Nami no pudo soportarlo más. Furiosa, cogió a la niña en sus brazos y le estampó un bofetón en la cara a Zoro, para acto seguido salir corriendo del lugar y desaparecer entre la multitud en una de las calles que salían de la plaza.
El espadachín se quedó por un momento paralizado en mitad de la plaza sin saber cómo reaccionar. Se llevó la mano a la mejilla que le había golpeado Nami, aún notaba la piel palpitante y caliente debido al porrazo.
Aún conmocionado por lo sucedido, se acabó la botella de licor y decidió ir a buscarla, si el cocinero o su capitán se enteraban de que la había dejado irse sin más, su vida correría peligro. Recogió todas las bolsas con las compras que Nami había hecho una por una, y se dispuso a ir al barco a dejarlas antes de empezar a buscar a la pelirroja, pero el problema era ¿Cómo llegar al barco?.
Zoro se puso de pie en el banco intentando visualizar el mar… evidentemente el barco estaba en el puerto, así que dónde se viese mar, allí estaría.
-Bien, hacia la derecha-se dijo el espadachín a sí mismo
Lo que nadie sabe, ni siquiera él mismo, es qué serie de procesos mentales tuvieron lugar en esos momento para que al final fuese a la izquierda y acabase en un bosque dejado de la mano de Dios.
-¡Mierda, mierda, mierda!¿Por qué me pierdo siempre?- el espadachín, irritado, le dio una patada a un árbol, que para colmo de males, tenía frutos, y cómo no, se cayeron golpeando directamente la cabeza del peliverde. Resignado, guardó algunos pocos aprovechando las bolsas para llevarlos al barco, nunca estaría de más tener algo más de comida a parte de la que hubiese conseguido Sanji.
Tras dar vueltas por la ciudad durante una hora, y encontrar los más escondidos y extraños lugares que pudiera imaginar, finalmente llegó al barco. Para su fortuna, aún no habían aparecido ni Luffy, ni Sanji, ni Chopper, y dado que Usopp estaba en la bodega y que Robin estaba inmersa en su libro, podía dejar las compras en el barco sin ser sometido al tercer grado que hubiese sufrido si Sanji estuviese por allí y le viese volver si su "Nami-swan".
Dejó todo en el camarote de la chica, pero justo cuando iba a salir creyéndose victorioso una conocida voz le detuvo.
-¿Dónde has dejado a la navegante, espadachín?- un escalofrío de pánico recorrió la espalda del chico, no sabía cómo escapar de esa situación. Tenía que inventarse una excusa lo suficientemente rápido y lo suficientemente verídica como para que Robin se la creyese.
-La perdí de vista un momento y me perdí, de hecho no sé cómo he llegado aquí- Zoro había dado justo en el clavo, sin duda alguna, lo que el espadachín decía podía haber ocurrido con facilidad, de hecho es más o menos lo que pasó, quitándole todo el tema de la fuerte discusión y demás, evidentemente. El peliverde, pensando que ya se había librado se dio la vuelta dispuesto a irse, cuando la suspicaz e interrogante voz de la arqueóloga lo detuvo de nuevo.
-¿Y esa marca de un bofetón que tienes en la cara?- Zoro se llevó la mano a la mejilla que Nami le había golpeado, se había olvidado por completo, pero al rozarla le volvió a doler.
-No es de tu incumbencia-
-Creo que sí lo es, dado que sino me equivoco me da la sensación de que has vuelto a discutir con ella y que la has enfadado tanto que tras darte un bofetón se ha marchado, pero corrígeme si me equivoco, espadachín- Zoro, no sabiendo qué contestar, y tampoco pudiendo negar lo que Robin decía, se cruzó de brazos y miró a la chica amenazadoramente.
-Más vale que no le digas nada a los demás-
-Tranquilo, no diré nada hasta que tú tengas la valentía de hacerlo. No creo que le siente muy bien al capitán, y mucho menos al cocinero-
-Por eso precisamente voy a ir a buscarla, si me dejas de una maldita vez-
-Está bien, está bien, no hace falta que te sulfures tanto, ve y espero que la traigas de vuelta, sino creo que esta noche va a ser bastante movidita-
El espadachín asintió, y sin mediar palabra alguna con la morena, bajó del barco y se internó en el pueblo, dispuesto a buscar a su compañera. Empezó a pensar en todo lo que le había dicho a la navegante, y empezaba a arrepentirse de ello. Realmente no la consideraba un estorbo, ni mucho menos, y si la protegía era porque se preocupaba por ella. Y vale, puede que al principio, cuando fueron a buscarla y a salvarla de las garras de Arlong, él mismo se sintiese obligado a hacerlo por su capitán, pero si luego había luchado era por su propia convicción y por sus ganas de sacar a Nami de allí. Pero a él siempre le pasaba lo mismo, siempre se dejaba llevar por su furia y acaba cagándola con quien no debía, e hiriendo sentimientos alegremente, sin pensar nunca en sus consecuencias. Si la navegante desaparecía ahora, sin más, por su culpa, no se lo perdonaría nunca. Aunque también había sido en parte culpa de ella, dignarse a decirle que no era un buen espadachín cuando sabía perfectamente que no era así….."Precisamente por eso me dice que no lo soy" pensó Zoro "para picarme". El peliverde se maldijo a sí mismo varias veces, por caer en el juego de Nami y encima mosquearse y por haberla hecho largarse, estaba convencido de que, aunque ella jamás lo reconocería, la había herido profundamente.
-¡Maldito sea yo y mi bocaza!- gruñó Zoro dándole una patada a una piedra para desahogarse.
Antes que nada, tenía que encontrar la plaza dónde se habían separado, y luego una vez en ella recordar por qué calle había huido la pelirroja y empezar a buscarla por allí.
Tras dar vueltas a la isla durante 1 hora, por fin consiguió encontrar la maldita plaza, tenía que poner remedio a su nula orientación de una maldita vez, pero no sabía cómo.
Se puso en mitad de la plaza y miró a su alrededor, intentando identificar la calle por la que Nami se había ido horas antes. En seguida la localizó, no tenía duda alguna, la calle que estaba entre una zapatería y una tienda de armas.
El chico comenzó a caminar mirando en todas direcciones, esperaba poder ver a la chica en cualquier momento pero nunca sucedió. Buscó y buscó durante horas, pero no la encontró, finalmente, cuando ya era noche cerrada, se dio por vencido y optó por volver al barco y enfrentarse a las críticas y miradas acusadoras de sus camaradas.
Cuando por fin hubo llegado al puerto, tragó saliva, cogió aire y se dispuso a subir al Going Merry, donde sus camaradas, nerviosos, deambulaban por la cubierta esperándole tanto a él, como a la navegante.
-¡Mirad es Zoro!¡Hola Zoro!- le saludó alegremente su capitán desde la cubierta antes de que al espadachín le diese tiempo a subirse a la embarcación.
-Nami-swaaaaaaaaaaaaaaaan, ya tengo compradas las cosas para la cena…¿Nami-san?- el cocinero miró confuso en todas direcciones y al no localizar a su querida pelirroja se acercó furioso al espadachín y le cogió por el cuello de la camiseta- ¿Dónde está Nami-san?-
-Veréis- Zoro se liberó de Sanji y se acercó al resto de la cubierta bajando la cabeza, arrepentido.- Tengo algo que contaros-
Todos se acercaron a él confusos, se sentaron en el suelo formando un círculo y esperaron expectantes lo que el espadachín tenía que decirles. El peliverde, se sentó entre Luffy y Chopper y se dispuso a relatar lo ocurrido.
-Nami se ha ido-
-¿Cómo qué se ha ido?- preguntó ansioso Luffy.
-Nami-san- murmuró Sanji preocupado.
-Pues como que se ha ido-
-No, a ver, Nami no se iría así como así ¿qué ha pasado?-
-Nada, sólo discutimos- Zoro intentó escurrir el bulto, pero por muy corto de entendederas que fuese su capitán conocía demasiado bien a la navegante como para saber de sobra que no se iría por algo así.
-No me lo creo, hay algo más- dijo Luffy cruzándose de brazos y mirando a Zoro fijamente.
-Cuéntaselo todo espadachín- las miradas se giraron hacia Robin, que miraba suspicazmente al peliverde jactándose de que con esas palabras, le obligaba a contar todo lo ocurrido con pelos y señales a sus camaradas.
-Está bien, bueno, fui de compras con ella, como ya sabéis- Zoro miró a sus compañeros, que asintieron y le animaron a que siguiese hablando- Bueno pues iba con ella tranquilamente, compramos muchas cosas y demás. Después de un par de horas nos fuimos a descansar a la plaza del pueblo. Y ahí discutimos, me dio un bofetón y se fue corriendo-
-¿Qué le dijiste?- preguntó Chopper tímidamente.
-Si, a mi también me interesa- añadió Sanji mirando con odio al espadachín.
-Pues básicamente que es un estorbo, que no la necesitamos para nada y que hubiese sido mucho mejor para todos nosotros no haberla conocido nunca- el rostro de Zoro se ensombreció al terminar de decir estas palabras, lentamente se levantó con la intención de encerrarse un rato en el camarote masculino, no tenía ganas de aguantar a sus camaradas regañándole y sermoneándole.
-¿Que has hecho QUÉ?- Zoro se vio detenido por la voz de Sanji, el cual se acercó a él furioso y le propinó un puñetazo en la cara, el peliverde, aún viéndolo venir, se dejó golpear, sentía que , en cierto modo, se lo merecía.
En seguida, Chopper y Luffy se apresuraron en ir a sujetar al cocinero, si no lo hubiesen hecho, la cosa habría acabado bastante mal para ambas partes. El rubio se soltó de ellos y encendió un cigarrillo, dando después una gran calada para intentar tranquilizarse.
-Yo voy a buscarla- dijo Sanji a la vez que bajaba del barco
-Espera, voy contigo- dijo la tímida voz de Chopper, que bajó al puerto de un salto y se transformó para poder correr más rápido.
-Yo esperaré aquí por si vuelve- evidentemente Usopp no se iba a adentrar en una isla desconocida en mitad de la noche, y suponiendo que Robin se quedaría, el optó por hacer lo mismo.
-Yo también- dijo la arqueóloga.
-Voy a buscarla- comentó Zoro.
-No mejor quédate, bastante daño has hecho por hoy- el espadachín se sorprendió muchísimo al oír esa frase de boca de su capitán, el cual le miró despectivamente y bajó del barco para acompañar a Sanji y Chopper en la búsqueda de Nami..
El espadachín se quedó inmóvil en mitad de la cubierta, se esperaba que le gritasen, le sermoneasen, pero no esto, peor lo que más le había sorprendido fue la actitud de su capitán. Se esperaba un "no pasa nada, la encontraremos y la traeremos de vuelta", no un "ya has hecho mucho daño por hoy". Se dejó caer pesadamente en la cubierta, y se sentó apoyando su espalda en la barandilla, esperando a que alguno de sus camaradas volviese con alguna noticia sobre la chica.
En unos minutos y balanceado por el barco que se movía suavemente, Zoro se quedó totalmente dormido, despertándose horas después con la estruendosa voz de su capitán.
-Oi, Luffy, ¿la habéis encontrado?-
-No, Sanji se ha quedado buscándola, pero nosotros ya estábamos cansados y nos hemos venido.- Luffy hizo un gesto con la cabeza señalando a Chopper, que cayó sobre la cubierta quedándose totalmente dormido en apenas unos segundos.
-Bueno, nosotros nos vamos a dormir- añadió Luffy cogiendo al derrotado Chopper y yéndose en dirección a los camarotes.
-Yo me quedo a esperar a Sanji-
El capitán asintió al espadachín en un gesto de aprobación justo antes de desaparecer por la puerta. Robin se dignó a ir a darle las buenas noches al peliverde, pero Usopp ni eso, parecía ser que la única persona de la tripulación que no le reprochaba lo ocurrido era la arqueóloga, justo la persona en la que no confiaba.
El espadachín volvió a caer rendido en seguida, y sólo se despertó cuando los cálidos rayos del sol de la mañana acariciaron su rostro. Justo cuando abrió los ojos Sanji llegaba al barco, unas profundas ojeras marcaban su cara haciendo que la expresión de derrota, tristeza y preocupación que teñía su rostro fuese aún más tétrica.
Sin mediar palabra con el espadachín, se dejó caer en la cubierta totalmente abatido, y luchando por contener el llanto que anunciaban las lágrimas que asomaban a sus ojos.
-Sanji….. ¡Oi, Sanji! ¿Sabes algo de ella?-
El cocinero reaccionó al instante, pero no para contestarle al espadachín, sino para dirigirle una mirada cargada de odio y desaparecer en un momento de la cubierta encerrándose en la cocina.
Tras unos minutos comiéndose el coco a sí mismo y pensando en todo lo ocurrido, a Zoro se le pasó una idea por la cabeza que podría ser bastante cierta. Nami no se podía haber ido definitivamente porque estaban todas sus cosas en el barco, y ella nunca iría a ningún sitio sin su oro. En cierto modo contento frente a su descubrimiento, fue corriendo hacia la cocina para informar a Sanji y al resto de la tripulación, los cuales estaban desayunando.
-Oíd, Nami no se ha podido ir porque sus cosas siguen aquí, pensadlo, esa avariciosa no se iría a ningún sitio sin su oro-
Sanji le dirigió una mirada de reproche al peliverde por llamar avariciosa a Nami, pero debido a la emoción por la solución que el espadachín acababa de dar no pudo evitar sonreír abiertamente y dirigirse corriendo al camarote de su querida pelirroja para confirmarlo.
-No vayas cocinero, sus cosas no están. Debió venir a buscarlas ayer sin que nos diésemos cuenta-
-¿Cómo no nos íbamos a dar cuenta?- dijo desesperado Sanji.
-Fue una ladrona durante 8 años, sabe cómo colarse en cualquier lugar sin ser descubierta- dijo Robin como si fuese la cosa más evidente del Mundo.
-Mierda, mierda,¡MIERDA!- el rubio salió de la cocina dando un portazo y dejando a todos paralizados en mitad de la cocina, ninguno de ellos podía llegar a imaginarse lo mal que lo estaba pasando el cocinero.
Sanji corrió hacia el camarote de la pelirroja, tenía que verlo con sus propios ojos, no sabía por qué, pero no le valía el testimonio de la morena. Al abrir la puerta se encontró con lo que ya se esperaba, ni rastro de los mapas, ni se los libros ni del oro de la pelirroja. Rogando porque los hubiese guardado en otro sitió empezó a revolver toda la habitación, pero no hacía más que encontrarse cajones vacíos y armarios que antes estaban llenos de ropa y otros objetos, totalmente desocupados.
Sus piernas flaquearon y su cabeza se convirtió en un cúmulo de emociones apunto de estallar. Sin fuerzas, se sentó sobre la cama sujetando en su mano una de las pocas cosas que la chica había dejado en el barco, la brújula que indicaba el camino a Arabasta.
Antes de que él mismo pudiese notarlo, una gota cayó sobre su mano, sorprendido, se llevó una mano a la cara y descubrió que las lágrimas habían empezado a resbalar por sus mejillas inconscientemente. Totalmente hundido y derrotado, se dejo caer sobre la cama y lloró. Lloró todo lo que no había llorado en años, hacía mucho tiempo que no dejaba salir así sus sentimientos, de hecho la última vez que lo había hecho era cuando era un niño de apenas 10 años de edad. Y siguió llorando y culpándose a sí mismo por lo ocurrido, incluso le costaba respirar y le dolía el pecho, pero era incapaz de detener su lamento, el cual oyeron el resto de los habitantes del Going Merry .
Luffy salió a dar una vuelta en parte para continuar buscando a Nami y en parte para no oír a Sanji, pues no podía aguantar el sufrimiento de su camarada. Chopper no pudo evitar llorar también, abrazado a Robin, que lo intentaba consolar a base de dulces palabras y acariciándole la espalda cariñosamente.
Usopp intentó distraerse construyendo un nuevo aparato que acaba de inventar, pero su cabeza estaba demasiado concentrada en pensar dónde podría haber ido la chica como para poder centrase en cualquier actividad por simple que ésta fuese.
Zoro, no pudiendo aguantar más la situación debido a su sentimiento de culpabilidad decidió salir en busca de la chica, no comería, no dormiría e incluso no entrenaría, pero antes de esa noche, iba a llevar a Nami de vuelta al Going Merry.
