Bueno y como me suele pasar cada vez que digo que subiré algo, mi conexión se peta ¬ ¬ (empiezo a creer que internet es un este con vida, me odia y conspira contra mí). Así que para evitar que esta noche me pase lo mismo voy a subir dos capítulos seguidos. Por esa misma razón las contestaciones a los anónimos y demás las hago en el siguiente capítulo, en este sólo voy a comentar un poco del fic que nos ocupa.

Bueno personalmente, este es uno de los capítulos que más me gusta como me han quedado. Como siempre habrá discusiones y demás (no puedo evitarlo, me encanta cuando discuten) pero también un pequeño momento "pasteloso"(sí, entre comillas) que ya iba siendo hora.

Espero que os guste! Kissu!

P.D: muchas gracias por los reviews del anterior capítulo!

CAPÍTULO 13: EL DÍA DE MAÑANA

Zoro entró en la cocina con Arashi aún en sus brazos profundamente dormida. Usopp y Chopper habían llegado hace escasos minutos, justo después que las chicas, y ya estaban rogando por comida al cocinero, que intentaba librarse de ellos a la vez que preparaba su postre especial para "sus" chicas.

-Déjame en paz Usopp, ¿no ves que estoy preparando un mousse de chocolate para Nami-san? –

-¿Eh?¿Mousse? ¡Yo también quiero! ¿y esto?...¡Qué bien pastelitos de fresas con nata!-

-LUFFY DEJA ESO, ES PARA ROBIN-CHAN-

-Pero yo quiero- se quejó el capitán colgándose del cuello de Sanji y gimiendo lastimosamente a la vez que se balanceaba.

-¡PARA LUFFY QUE ME HACES DAÑO IMBÉCIL!-

-Joooooooooooooooo Sanjiiiiiiiiiii-

-¡Vosotros tenéis natillas! Ahora siéntate de una vez y acaba de comer-

-Es que ya he acabado.¿dónde están las natillas?-

-¿QUE YA HAS QUÉ? ¡NO ME HAS DEJADO NADA!-

-A mí tampoco- todos miraron hacia la puerta, lugar del que provenía la voz del autor de estas palabras, y se encontraron con Zoro que tenía una expresión malhumorada en la cara miraba a su capitán con rencor en sus ojos.

-Lo siento Zoro, pensé que no ibas a comer- dijo Luffy tranquilamente para posteriormente soltar su característica risa.

-¿PERO TÚ QUE QUIERES QUE ME MUERA DE HAMBRE?- estalló el espadachín

-Jujuju esto es muy divertido-

-TÚ CÁLLATE ROBIN-

-TÚ A ROBIN-CHAN NO LA MANDAS CALLAR CABEZA DE MARIMO-

-Sanji-kuuuuuuuuun, tengo sed ¿podrías traerme un poco de agua?-

-Hai Nami-swaaaaaan-

-¿Ves Robin? Te dije que esta era la forma más fácil para que dejasen de discutir-

-Ya veo ya, jujuju-

Zoro bufó hastiado y se acercó a la mesa, sentándose en su sitio habitual junto a la navegante. El espadachín dejó a Arashi en brazos de la pelirroja y se recostó apoyándose en la pared con los brazos detrás de su cabeza.

-¿Ha comido bien?- preguntó Nami mirando a su camarada fijamente.

-Sí, no ha habido problemas. Salvo que antes de que le diese de comer se puso a llorar como una descosida- contestó el peliverde entreabriendo los ojos

-¿ A llorar?. Algo le haríais-

-Yo no, pero a éste imbécil no se le ocurrió mejor cosa que encerrarla en la bodega- dijo Sanji a la vez que le tendía ceremoniosamente un vaso repleto de agua fresca a la navegante.

-Tenías que decirlo ¿no?- se exaltó Zoro mirando con odio contenido al cocinero, que le devolvió una mirada de superioridad que lo sacó aun más de sus casillas.

-Sí, era necesario que Nami-san se enterase de lo bien que cuidas a la niña- ironizó el cocinero.

-Cállate imbécil- musitó apretando los dientes el espadachín

Nami resopló cansada de la situación y salió de la cocina tras dedicarles una rencorosa mirada tanto al espadachín como al cocinero, quedándose el último totalmente alucinado y sin comprender muy bien qué es lo que había hecho.

-¿Y a esta qué le pasa ahora?-refunfuñó Zoro dejando su vista clavada en la puerta por la cual Nami acababa de irse.

-Pues que está molesta porque sois incapaces de hacer nada bien a no ser que ella esté constantemente encima de vosotros- dejó caer Robin para luego enfrascarse de nuevo en la lectura de su libro.

Sanji y Zoro se miraron entre ellos y resoplaron, sabían que en el fondo Robin tenía razón, siempre había sido así. El cocinero se quitó el delantal dejándolo sobre la mesa con cuidado y se dispuso a salir de la cocina cuando la voz del espadachín lo detuvo.

-¿Dónde vas?-

-A hablar con ella, ¿te importa?- y sin más Sanji salió de la cocina dando un portazo y dejando a todos con tres palmos de narices.

-Maldito cocinero baboso- murmuró Zoro entre dientes.

-¿Celoso, espadachín?-

-Cállate- amenazó él saliendo de la cocina acto seguido dado otro portazo.

-Por favor, los portazos, imaginároslos…Pobre Going Merry- se lamentó Usopp prácticamente con lágrimas en los ojos.

Mientras tanto, fuera:

-¿Nami-san?- el cocinero se acercó cuidadosamente a la chica que estaba enfrente de él dándole la espalda.

La navegante se giró levemente, lo suficiente como para ver al rubio por el rabillo del ojo y volvió a su posición inicial.

-¿Hai Sanji-kun?- su voz no parecía mostrar enfado alguno, es más, era raro oírla así de relajada, así que el cocinero se arriesgó y en un par de zancadas se puso a su lado, su brazo casi rozando con el de la joven., provocando que un escalofrío recorriese su masculina espalda.

-Lo siento-

-¿Eh?¿qué has hecho ya?- preguntó extrañada la navegante a la vez que lo miraba con curiosidad.

-Es que me dijo Robin-chan que estabas molesta conmigo-

-Contigo exactamente no, sino más bien con el inútil cabeza de marimo. Aunque si que me molesta un poco el que os estéis peleando todo el día por cualquier tontería y que debido a ello seáis incapaces de hacer nada bien- la navegante habló seriamente, sin parecer enfadada, pero con un tono que no daba derecho a réplica.

Sanji no dijo nada más, simplemente sacó un cigarillo y lo encendió, dando una gran calada para posteriormente hacer dibujitos con el humo que expulsaba.

Nami lo miró curiosa y el cocinero dándose cuenta se pavoneó ante ella y empezó a hacer figuras más complicadas, buscando con ello la admiración de la pelirroja.

-Por cierto Nami-san - dijo Sanji parando su actuación de repente- ¿dónde está Arashi?-

-La he llevado a la habitación, es la hora de su siesta.-

Sanji la sonrió y prosiguió con su número bajo la atenta mirada de Zoro, que los observaba oculto entre los mandarineros notando como un sentimiento de rabia que no sabía muy bien de dónde procedía inundaba su cuerpo. "Por qué siempre ese maldito cocinero tenía la atención de todos, y especialmente de ella. Aunque fuese para usarlo pero siempre mirase a donde mirase el cocinero y la navegante estaban juntos. Él estúpido pervertido cabeza de queso siempre hacía aparición en los peores momentos, haciendo desvanecerse en un momento la tranquilidad que reinaba a su alrededor cada vez que ella se sentaba a leer en su tumbona y él dormitaba a su lado"

-Maldito cocinero pervertido- musitó Zoro para sí sentándose en el suelo de golpe ocultándose entre unas ramas.

Sus tripas rugieron, no había comido nada desde el desayuno, y sinceramente dudaba mucho que el cocinero se afanase en hacerle la comida a deshora. El espadachín cogió una de las mandarinas de una rama cercana y tras pelarla se comió los gajos uno por uno, disfrutando del dulce sabor de la fruta. Miró entre las hojas en la dirección en la que estaban el cocinero y la navegante, y allí seguían los dos, juntos. Zoro no se dio cuenta de que estaba apretando el puño con rabia hasta que uno de los gajos de la mandarina estalló llenando su mano de zumo. Molesto se lamió los dedos pringosos y se secó la mano en la tela del pantalón, ya lo lavaría luego.

Enfadado más consigo mismo por sentirse así que con el cocinero o con la propia Nami, el espadachín se recostó apoyando la cabeza en los brazos y maldiciéndose a sí mismo.

Tras cinco minutos de un exhaustivo examen a las nubes que pasaban sobre él Zoro volvió a observar a la parejita feliz…ahí seguían "¿Cuándo piensa largarse ese maldito cocinero?" pensó el espadachín para sí mismo reprimiendo sus ganas de ir hasta ellos y tirar al rubio por la borda. Se recostó de nuevo y al cabo de 5 minutos y como era de esperar, se quedó profundamente dormido.

Cuando volvió a abrir los ojos, lo primero que oyó fue a su estómago rugir. Se incorporó a duras penas y giró el cuello, recolocando sus músculos, si seguía durmiendo en cualquier sitio y con mala postura acabaría teniendo problemas de espalda, pero el sueño le podía. Volvió a echar una ojeada entre las ramas en la dirección en la que antes estaban Nami y el cocinero, pero ya no había rastro de ellos, a saber cuántas horas habría dormido.

Se desperezó entre bostezos y se dirigió a la cocina, necesitaba comer algo sino quería morir de inanición en unos minutos, bueno tanto como eso no, pero el hambre le ponía de mal humor. Entró en el lugar abriendo la puerta de golpe y se encontró con que Sanji estaba dentro, cómo no haciendo algo para "sus" chicas. El espadachín ni se dignó a saludar, simplemente cogió una manzana de uno de los barriles y sentó, mirando fijamente al rubio con un halo de desprecio en sus ojos.

-Si has venido a pedirme que te haga la comida puedes ir largándote. Esto es la merienda de Robin-chan y Nami-san-

-No necesito nada de alguien como tú imbécil-

-Hoy te noto especialmente irascible cabeza de marimo-

-Será porque tú estás cerca-

Sanji no contestó, simplemente le dio la espalda al espadachín y prosiguió con sus quehaceres. Zoro terminó la manzana y tras hacerlo se levantó dispuesto a irse, pero el cocinero le detuvo poniéndose frente a él con un vaso repleto de zumo.

-Toma-

-Ya te dije que no quiero nada de ti-

-No es para ti, es para Nami-san-

-¿Y por qué no se lo llevas tú?- Zoro estaba empezando a mosquearse, pero se reprimió se cruzó de brazos mirando inquisitivamente al cocinero.

-Pues porque con quien está molesta es contigo, no conmigo-

-Tú eres el cocinero del amor, vete a consolarla. Quizás así te recompense de alguna forma- bufó molesto el espadachín.

El cocinero miró a Zoro con una mueca entre la curiosidad y la exasperación y le dio el vaso. El espadachín lo cogió pero se quedó plantado en mitad de la cocina.

-Mira, mientras esté molesta por algo se va a encontrar mal, y no quiero que Nami-san se sienta mal así que ve y llévaselo-

-Está bien…¿Dónde está?-

-En su camarote, fue a dibujar mapas-

Zoro suspiró y salió de la cocina en dirección a la habitación de la chica. Entró sin llamar y la vio sentada frente a la mesa, con la pluma que utilizaba para dibujar entre los dientes y mirando la hoja que tenía enfrente con exasperación.

La chica sólo notó la presencia de alguien en la habitación cuando vio un vaso posarse en su mesa y oyó a alguien acercarse a la pequeña cama recién comprada en la que dormía Arashi.

-Arigato Sanji-kun –

-No soy Sanji –

La navegante se giró y vio que efectivamente no era el cocinero el que estaba en su habitación, sino la persona que menos esperaba ver en ese lugar y más aún por voluntad propia.

-¿Zoro?¿qué haces aquí?- la chica no pudo evitar sonar borde, por mucho que le sorprendiese la presencia del chico el hecho de estar enfadada con él prevalecía sobre ello.

-El cocinero me dio eso para que te lo trajese- Zoro se sentó en el suelo, junto a la mesa y se apoyó en la pared a la vez que todos y cada uno de sus movimientos eran observados atentamente por la pelirroja.

-¿Piensas quedarte?-

El chico no respondió, sólo asintió con la cabeza y cerró los ojos intentando huir de la mirada de la navegante, que lo estudiaba confusa, sin entender muy bien a qué se debía el súbito cambio del espadachín. La navegante dejó sus instrumentos de dibujo sobre la mesa y se estiró, intentando desentumecer los músculos, dejándose caer después en el respaldo de la silla. Dio un trago al zumo y su rostro se iluminó unos segundos, estaba realmente bueno. Apuró el vaso en unos pocos tragos y dejó el recipiente vacío de nuevo sobre la mesa, esperando a llevarlo a la cocina más tarde.

Arashi se revolvió en sueños, haciendo que la navegante se levantase de golpe para ver qué le pasaba. Nami arropó a la niña con cuidado y le apartó el pelo de la cara, acariciándola con cuidado en un gesto tan maternal que hizo que ella misma se diese cuenta y se detuviese al instante.

Zoro la observó en silencio sin atreverse a decir nada. Miles de pensamientos inundaban su cabeza pero ninguno era lo suficientemente claro como para expresarlo con palabras. La navegante, al sentirse observada miró hacia el espadachín, encontrándose con los ojos de éste, que apartó la vista inmediatamente no sin antes provocar un ligero rubor en las mejillas de la navegante.

-¿Qué miras?-espetó ella secamente una vez recuperada de su sorpresa inicial

-Nada-

-Sabes que soy capaz de sonsacártelo, así que no me hagas manipularte más de lo necesario y dímelo-

-Simplemente me preguntaba sino te estabas encariñando demasiado con ella-

-¿Demasiado?..no, si prefieres seguimos tus métodos y la encierro en la bodega y de vez en cuando le echo un poco de pan duro para que no muera de inanición- dijo ella sarcástica mirando al espadachín resentida.

-Sabía qué antes o después me ibas a salir con eso..mira lo siento-

-Con un "lo siento" no vale, si eso bastara ¿crees acaso que nos perseguiría la marina?-

-Ya lo sé- dijo él exasperado- pero tendrás que comprender que alguien como yo no tenga ni puñetera idea de cómo cuidar a una niña pequeña, no habérnosla dejado. Ya debías saber a lo que atenerte-

-Por una vez pensé que podría confiar en vosotros para otra cosa que no fuese repartir leña-

-Pues parece ser que es para lo único para lo que sirvo- dijo él dolido y mirando al suelo fijamente, sin atreverse a dirigir a la navegante sus ojos que mostraban lo profundamente ofendido que se sentía.

-No quería decir eso- replicó ella molesta.- Es sólo que, por una vez me gustaría que me demostraseis que puedo confiar en vosotros plenamente-

-Según tú, nos pides un imposible- Zoro estaba empezando a mosquearse, la situación se estaba poniendo demasiado tensa para su gusto, y no tenía ninguna gana de volver a tener otra discusión seria con la navegante.

La chica miró fijamente al espadachín y vio que estaba tenso. Sin mediar más palabra se acercó a él y se sentó en el suelo a su lado, consiguiendo así que una expresión de sorpresa apareciese el en rostro del chico.

-¿Y qué era eso que tenías que decirme sobre encariñarme demasiado con alguien?-

-¿Eh?- el espadachín se sintió un poco perdido, pero agradeció mentalmente a la navegante el haber cortado la discusión. – Decía que creo que te estás encariñando mucho con Arashi-

-¿Y eso supone un problema?¿es que acaso estás celoso de que ella reciba más atención que tú?- dijo ella mordazmente y le dirigió una mirada burlona al peliverde.

Él respondió mostrándole una mueca de desagrado y musitó un sarcástico "muy graciosa" a la vez que ponía los brazos tras cu cuello para apoyarse en ellos.

Hubo unos minutos de silencio entre ellos, pero no era un silencio incómodo, sino más bien una sensación de tranquilidad que produjo en ambos un ligero sopor.

-Lo que quiero decir- habló finalmente Zoro- es que parece que en tu mente ya la vieses como si fuese tu hija, como si te fueses a quedar con ella para siempre.- el espadachín se detuvo un momento y tras mirar la reacción de Nami se dispuso a proseguir. – Nami, eres pirata, no una niñera a tiempo completo. Tu sueño no se cumplirá si tienes que ir cargando todo el día con una criatura. Además está el hecho de que eso también nos entorpecería a los demás-

-¿Y qué quieres que haga?¿Qué la abandone en una barca igual que cuando nos la encontramos?- saltó ella furiosa luchando por retener su rabia antes las palabras del espadachín. – Está claro que tú serías capaz de hacerlo, total, careces de sentimientos- la navegante se levantó para irse, pero el espadachín la cogió de la muñeca y tiró de ella hacia abajo, haciendo que se sentase de nuevo.

-¡Nami escúchame! ¡Por una vez deja de pensar que todos los que hay a tu alrededor lo hacen todo mal e intenta entender lo que quiero decirte!- protestó Zoro aún sin soltarla.

La navegante se soltó de él tirando con fuerza y se cruzó de brazos, no queriendo mirar a Zoro a la cara y dirigiendo su vista al fondo de la habitación.

-Mira, lo que intento decirte…si me dejas, es que no puedes creer que vas estar con ella para toda la vida. Antes o después tendrás que dejarla si quieres proseguir con tu sueño. Ya sea porque encontremos a sus padres o a alguien que la cuide. Seguro que en cualquier pueblo por el que pasemos hay personas que estarían encantados de quedársela. Si la empiezas a querer tanto ¿Qué va a ser de ti el día de mañana, cuando ya no esté?-

- ¿Estás diciendo que no puedo querer a alguien por el simple hecho de que puede que el día de mañana ya no esté?- Nami se levantó de golpe, furiosa, luchando porque las lágrimas que estaban a punto de salir de sus ojos no lo hicieran.

-Eso te ahorrará dolor- dijo él enfadado, sin entender muy bien al razón por la cual se había puesto así la navegante. Al fin y al cabo si le estaba diciendo esto era por su propio bien.

Zoro se levantó también poniéndose frente a ella amenazante, y aguantando estoicamente la mirada indescriptible que la pelirroja tenía fija en él. Sin ruido alguno ni lamento por parte de la chica, una silenciosa lágrima empezó a rodar por su mejilla izquierda. El espadachín la miró sin saber cómo reaccionar, suspiró exasperado e intentó acercarse a ella, pero la chica lo empujó con ímpetu y con el puño cerrado con fuerza se secó la lágrima que había recorrido su rostro.

-Nami.¿qué te pasa?- preguntó el chico preocupado.

Se sintió nervioso, fuera de lugar. Las manos le estorbaban y luchaba contra sí mismo por reprimir sus instintos de salir corriendo de allí. Temeroso, se acercó a ella de nuevo, rogando porque no volviera a rechazarle, pero cuando aún estaba a un paso de ella, la navegante estalló.

-¡DÉJAME!¡NO TE ACERQUES MÁS!- Nami gritó furiosa, extendiendo sus brazos frente a ella, como intentando detener a Zoro en caso de que se le ocurriese dar un paso más – Según me estás diciendo, si siguiese tu forma de pensar, entonces….¡ENTONCES POR ESA MISMA REGLA DE TRES A TI TENDRÍA QUE ODIARTE POR ARRIESGAR TU VIDA CADA DÍA!- la chica se detuvo un momento, su respiración se hizo más profunda y dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo, derrotada- ¿Me estás diciendo que debo dejar de quererte por el simple hecho de que no sé si mañana seguirás vivo o habrás muerto en alguna batalla?

En el instante justo de pronunciar estas últimas palabras la chica rompió en un desesperado llanto impropio de ella. El espadachín se quedó clavado en el sitio, como no pudiéndose creer las palabras que acababa de oír de la boca de la navegante. Confuso, tragó saliva, y tras unos segundo mirando al suelo, se atrevió a levantar la vista, y se encontró con los ojos plagados de lágrimas Nami.

Zoro se obligó a sí mismo a acercarse a ella. Dio un paso al frente con intención de hacerlo, pero entonces la navegante se dio la vuelta, dispuesta a irse del camarote dejando al espadachín solo, avergonzada por lo que acababa de decir. La chica estiró su pierna para ir a dar el primer paso para irse, pero dos fuertes brazos que la rodearon se lo impidieron.

El espadachín no pudo detenerse a sí mismo, en un impulso, al ver que la pelirroja se alejaba de él, extendió sus brazos y la abrazó por detrás, haciendo que la espalda de la chica se apoyase sobre su pecho y apretando la frágil figura de la navegante contra sí.

-Nami…yo…- murmuró el espadachín sin atreverse a alzar la voz.

-Suéltame- rogó la navegante mirando fijamente al suelo y con el rostro oculto tras su flequillo.

-Pero Nami- suplicó él apretándola aún con más fuerza.

-Suéltame….por favor- las últimas palabras que sonaron tan desesperadas en la boca de la pelirroja derrumbaron al espadachín, que la soltó lentamente, sintiendo cómo sus brazos en incluso sus piernas temblaban sin razón aparente.

Nami en cuanto se vio liberada se fue a toda prisa, subiendo a trompicones las escaleras que daban a la puerta y desapareciendo del lugar en una exhalación.

Zoro se quedó en mitad de la habitación, aún conmocionado. Se dejó caer de rodillas y hundió la cara entre sus manos como no pudiéndose creer lo que acababa de hacer .Se sentía mal, realmente mal, no podía evitar dejarse llevar por esa sensación de desasosiego que recorría su cuerpo, le había rechazado sin ninguna duda, había dejado bien claro que no quería que se acercase a ella, que no quería que la tocase siquiera. Tenía la necesidad de contárselo a alguien, de compartir su dolor, de que le consolasen, ahora más que nunca era cuando necesitaba un amigo pero ¿quién iba a entenderle?

Sanji se reiría en su cara para posteriormente vanagloriarse de que a él si le quería; Luffy…bueno es Luffy, en lo que a estos temas se refiere no serviría de mucha ayuda. Chopper sin duda se pondría de parte de la navegante, estaba bien claro que ambos se adoraban el uno al otro, todos los tripulantes del Going Merry podían verlo; Ussopp, bueno no sería una mala opción, sino fuese porque era la persona menos indicada para dar un consejo a alguien y finalmente Robin….definitivamente NO.

El espadachín se levantó del suelo lentamente y se acercó a la cama donde Arashi seguía durmiendo.

-Desde que llegaste no has hecho más que darme problemas ¿sabes?- murmuró él a la vez que acariciaba con suavidad la cabeza de la niña.

Zoro miró a su alrededor, todo lo que en esa habitación había le recordaba lo que acaba de ocurrir sintiéndose agobiado por ello así que optó por salir de allí, sin saber muy bien donde poder ocultarse el resto del día. No quería verla, ni tampoco a Sanji, ahora más que nunca sería incapaz de soportar esa sonrisa profident del rostro del cocinero. Finalmente fue a esconderse al camarote de los chicos, Nami nunca entraba allí y el cocinero rara vez lo largo del día, solía estar ocupado preparando aperitivos o rondando a las chicas con sus mil y un piropos.

Nami salió de su habitación con una maraña de sentimientos inundando su cabeza. Aún no llegaba a comprender lo qué había pasado, lo único que veía claro es que debía alejarse de él antes de tener tiempo de hacer alguna otra gilipollez. Buscaba a alguien con quien consolarse, Sanji no le servía, no tenía ganas de contarle lo ocurrido a nadie, sólo necesitaba el cariño de alguien pero el cocinero acabaría sonsacándole lo ocurrido y además luego la tomaría con el espadachín, y ella no quería que eso pasase.

Ussopp y Luffy no podrían darle lo que necesitaba, y no digamos ya Robin. La chica corrió por el barco hasta dar con Chopper, el cual estaba en la cubierta de popa mezclando unas extrañas sustancias en un mortero. Sin pensárselo dos veces y sin dar al renito tiempo a reaccionar Nami lo cogió y lo abrazó con fuerza, provocando que el médico se sonrojara y la mirase estupefacto.

-Nami ¿qué pasa?¿estás enferma?- preguntó él preocupado dejándose abrazar por la navegante.

-No me pasa nada, sólo necesito un poco de cariño- tras oír estas palabras el reno se acurrucó aún más contra la navegante.

-¿En serio? Puedes contármelo, no saldrá nada de aquí-

-Lo sé Chopper, lo sé. En ti si puedo confiar-dijo ella reprimiendo las lágrimas que volvían a aflorar de sus ojos.

-Nami..-sollozó el renito al vez a su amiga en ese estado.

-Chopper ¿tú crees que no debemos querer a alguien por el simple hecho de saber que no va a estar siempre con nosotros?-

El médico la miró confuso, pero al ver la expresión desolada de la chica no pudo reprimir un lastimero llanto que la navegante apaciguó dándole un suave beso en la frente.

-Yo, yo creo que…..que si quieres a alguien da igual la situación. No es malo querer a alguien…aunque sepas que quizás no lo vuelvas a ver nunca más….- dijo el reno entre sollozos.

-No sabes lo que me alegra oír eso- no pudiendo reprimir más el llanto estalló en un torrente de lágrimas que bañaron su rostro.

Tras un par de minutos la chica se sentó en el suelo, ya más tranquila, y sentó a Chopper en su regazo el cual se encogió contra ella y se dispuso a hablar.

-Nami, no te preocupes por lo que te diga Zoro-

-¿Cómo lo has sabido?-

-Antes lo vi entrar a tu habitación-

-En realidad no ha hecho nada malo, sólo dijo algo que me afectó demasiado. Pero sé que lo hizo por mi bien, es sólo que me cuesta aceptarlo-

-Bueno, aquí me tienes a mí- dijo él con una sonrisa

Ella le respondió el gesto y lo abrazó suavemente contra ella de nuevo. El reno volvió a enrojecer, estaba acostumbrado a que la navegante lo tratase mucho mejor que al resto de la tripulación, pero esas muestras de afecto tan claras eran extrañas en ella.

-Chopper…..me gustaría que esto no saliese de aquí. Si Sanji se entera matará a Zoro, y si lo hacen Ussopp o Luffy acabaría enterándose igualmente –

-No te preocupes, soy una tumba- dijo Chopper haciendo el gesto de cerrarse la boca con cremallera y tirar la llave.

-Bueno- Nami se levantó y dejó a Chopper con cuidado en el suelo- voy a ver qué tal está Arashi, seguramente esté a punto de despertarse.

-Vale, si me necesitas, aquí estaré-

La navegante le sonrió y se dio la vuelta dispuesta a irse. Chopper la observó caminar durante unos segundos y se dispuso a seguir con lo estaba haciendo cuando Nami lo interrumpió.

-Chopper- el renito se giró al ver que la pelirroja lo llamaba de nuevo- Gracias…-

Y tras decir esto la chica finalmente desapareció en dirección a su habitación, dejando al médico con la palabra en la boca como tantas otras veces.

-De nada..- musitó ya inútilmente Chopper a la vez que oía alejarse los pasos de la navegante hasta que el sonido se perdió en el aire.