Bueno, bueno,bueno.
Ya estamos en el capítulo 14, señoras y señores debo comunicarles que nos encontramos en el penúltimo capítulo del fic. Lo que quiere decir que en el siguiente capítulo se resolverá todo lo que se debe resolver y que evidentemente habrá más rollito pasteloso shôjo powa (…no me hagáis mucho caso que tengo las neuronas reblandecidas de tanto estudiar).
Bueno en este capítulo me centro mucho en Nami y Zoro, en lo que siente cada uno y en su relación(bueno en esto último no tanto) y aunque estén otra vez de morros es bastante más tranquilito, más que nada porque lo de que estén en este plan es una mera excusa para poder analizar lo que siente cada uno de ellos por separado (juer…ni que fuera psicóloga xDDD).
La pobre niña en este capítulo apenas tiene importancia la verdad, peor teniendo en cuenta que el último capítulo gira en torno a ella queda compensado (excusa barata número 1).
Sinceramente, como no se me ocurre nada más que decir y ayer me acosté a las y tantas y hoy me levanté prontísimo (he dormido dos horas) y si digo algo más van a ser tonterías, pues contesto a los anónimos que sino no acabo ni para mañana.
-Camila: Por qué me quieres mataar?xDDDDD, piénsalo, si acabas con mi vida, no podré subir el último capítulo MUAHAHAHAHAHA! Bueno ya queda poquito para el fin de la historia, muchas gracias por haberla leído y muchas gracias por el review. Besotes!
CAPÍTULO 14: CUÉNTAME
Zoro entreabrió los ojos y se estiró, había estado durmiendo toda la tarde. Se levantó con cuidado, dispuesto a ir hasta la cocina para ver si ya habían empezado a cenar pero en el instante mismo de empezar a subir por la escalerilla hasta la cubierta recordó el por qué de haberse quedado ahí todo el día y dio marcha atrás, tumbándose de nuevo en la hamaca de la que se había bajado segundos antes.
-Maldita sea- murmuró el espadachín para sí.
Se estaba muriendo de hambre, pero no tenía gana ninguna de enfrentarse a la mirada acusadora de la navegante. No sabría cómo reaccionar ante ella ni cómo reaccionaría ella ante él ¿Y cómo reaccionaría el cocinero si se enterase?
-ARGGGGGGGGGGGG- Zoro agitó la cabeza intentando librarse de sus pensamientos y miró lastimosamente al techo como si en él estuviese la respuesta a sus preguntas.
Aunque le costaba reconocerlo estaba aterrorizado…..un momento…¿él Zoro Roronoa tenía miedo de algo? Eso, ¡jamás!. Y menos aún tener miedo de una maldita mujer manipuladora y esclavista que seguramente estaba pavoneándose ante los demás. Un espadachín nunca se amedrentaría, y menos ante algo así.
Con el poco orgullo que le quedaba intacto se levantó y con decisión se dirigió a la cubierta, el cielo ya estaba oscurecido, hacía poco que había anochecido y el espadachín podía oír el jaleo proveniente de la cocina, estaba claro que sus compañeros ya estaban cenando.
Sin pensárselo dos veces abrió la puerta de la cocina de golpe y sin ni siquiera mirar al interior de la estancia para ver quiénes estaban presentes declaró:
-VENGO A CENAR Y ME DA IGUAL LO QUE ME DIGÁIS-
Todos los presentes miraron a Zoro estupefactos, el cual se quedó clavado en la puerta sin saber muy bien cómo seguir hasta que finalmente se acercó a la mesa y se sentó en su sitio habitual, seguido por 5 pares de ojos que estudiaban todos y cada uno de sus movimientos.
Sanji, en silencio, y todavía asombrado por el comportamiento del espadachín le sirvió la cena y se sentó a la espera de la única persona que aún no estaba en la cocina. Luffy y Usopp lo miraron extrañados durante unos segundos, Robin sonrió para sí y siguió a lo suyo y Chopper ocultó su rostro no queriendo revelar que sabía de qué iba el tema.
-¿Y Nami-san?- preguntó el cocinero mientras daba una calada a su cigarrillo.
-Está en su cuarto, me dijo que ahora venía- contestó Chopper sin atreverse a levantar la vista en dirección al peliverde.
Sanji miró a Zoro inquisitivamente, incluso desde donde estaba pudo ver como el espadachín se tensaba ante la mención de la navegante. El chico, dándose cuenta, dirigió una mirada de desprecio al rubio y siguió comiendo intentando disimular.
Justo cuando creía que lo estaba consiguiendo la pelirroja entró por la puerta de la cocina, y sus miradas se cruzaron. El peliverde pudo notar como sus mejillas se encendían y ocultó su rostro bajando la cabeza inmediatamente y fijando su vista en el suelo. La cara de la chica mostró todos los tonos de rojo del espectro de luz visible y tras tartamudear una patética excusa sobre que tenía que ir al baño un momento salió escopetada de la cocina dispuesta a encerrarse de camarote durante toda la noche si era necesario con tal de no volver a cruzarse con Zoro.
En la cocina se hizo un silencio sepulcral, ninguno de los presentes se había tragado la excusa de Nami, cada cual por sus razones; Zoro y Chopper por razones evidentes, Robin porque, bueno es Robin, lo sabe todo; Usopp porque al estar tan acostumbrado a mentir reconocía las falsedades a la legua y Luffy porque conocía demasiado bien a su navegante como para darse cuenta de que ese comportamiento no era el normal en ella.
Sanji, por su parte, era un experto en lo que mujeres se refería. Tan sólo con mirar los ojos u oír la voz de una chica, sabía si algo no iba bien, y al mirar la expresión de Nami al cruzar su mirada con la del espadachín no tuvo duda alguna de que algo había pasado entre ellos dos.
-Me voy a dormir- espetó Zoro levantándose de la mesa sin siquiera haber terminado su cena.
-¿Tan pronto? ¡Quédate un poco más y así podremos hacer otra fiesta!¡Sanji prepara más comida!-
-No, me voy a dormir- contestó el espadachín secamente sin dar oportunidad de réplica.
-Espera espadachín. Te recuerdo que ya hemos zarpado y la guardia de esta noche te toca a ti- dijo Robin mirando Zoro con un atisbo de burla en su mirada
-¿Otra vez tocan guardias? Pero si desde que vino Arashi-chan no habíamos hecho ninguna- se quejó Usopp apoyando la cabeza sobre la mesa.
- Eso fue porque Nami-san estaba demasiado cansada como para planificar las rutas nocturnas. Ahora ya puede porque la ayudaré con la niña.-
-¡Pues entonces dejadme ir a dormir hasta la hora de la guardia!- Zoro salió de la cocina malhumorado en dirección a su camarote.
-¿Y ahora qué le pasa a este?-
-Será el amor, algún día lo entenderás capitán-
-¿Qué algún día entenderé el qué Robin?-
-Déjalo Robin-chan, es demasiado imbécil. Voy a ver si Nami-san está bien, ahora vuelvo.- Sanji apagó su cigarrillo en un cenicero que había en la mesa y se levantó, saliendo de la cocina acto después, dejando tras de sí un incómodo silencio que Luffy rompió con uno de sus gritos.
Zoro volvió de nuevo al lugar donde llevaba todo el día, su hamaca. Tras el pequeño incidente se había dado cuenta de que aún era incapaz de soportar la presencia de Nami, ya no sólo eso, el simple hecho de que la nombrasen le ponía nervioso. Cada vez que pensaba en ella volvían a su cabeza todas y cada una de las imágenes de lo ocurrido por la tarde. No podía olvidar esa lágrima silenciosa que había visto en el rostro de la chica, y menos aún el cómo lo había rechazado, como no había permitido que la tocase, cómo huyó de él cuando la abrazó y menos aún podía borrar de su mente el tono suplicante y desesperado que había puesto la chica en su ruego "Suéltame…por favor".
Al recordar esas palabras el espadachín pudo notar cómo su respiración se detuvo un instante, esa frase todavía le clavaba en el corazón como un puñal traicionero. Aún no podía creer ni asimilar por completo lo ocurrido, lo único de lo que tenía certeza es que la estaba perdiendo….de nuevo. En menos de una semana se las había apañado para herirla profundamente hasta el punto de hacer que lágrimas brotasen de sus ojos. Y ella era una mujer dura y cruel, a la que muy poco le importaba algo que no fuese ella y el dinero y que odiaba sentirle débil e inútil, por eso nunca lloraba, de hecho sólo recordaba haberla visto llorar en su pueblo, incluso la había oído decir que no iba a llorar nunca más……pero él la hirió tanto como para conseguirlo.
-¿Por qué soy tan miserable?- se dijo Zoro a sí mismo hundiendo la cara en el cojín que hacía las veces de almohada
Se arrepentía de haber salido del refugio del camarote, ahora se sentía aún peor que antes y encima, ni si quiera había terminado de cenar. En la fracción de segundo que su mirada se cruzó con la de Nami pudo atisbar la expresión de sus ojos, y no indicaba que estuviese feliz, más bien podía decirse que había visto desasosiego en ellos. Pero sin duda, lo que más le marcó del fortuito encuentro en la cocina fue el cómo ella apartó su vista de él rápidamente y cómo se inventó una estúpida excusa con tal de no estar en la misma habitación, dolía, dolía mucho, más que cualquier herida de guerra. Porque le dolía en el orgullo, en la confianza, hasta su misma existencia le parecía inútil ahora si ya no tenía nadie que quisiera ser protegida, si ya no tenía a alguien que le esperase al final de cada batalla, que le llevase por el camino correcto, que pese a las discusiones y los insultos le apoyase en cada momento para poder ver su sueño cumplido. Ahora venían a su mente todos los momentos que con ella había compartido, nunca podría olvidar cómo aún a riesgo de que la tacharan de traidora y la matasen ella se lanzó al agua y los salvó de morir ahogado frente a toda la tripulación de Arlong. También recordó lo preocupado que había estado cuando se puso enferma, o cuando en Arabasta se separó de ella, por suerte pudo vencer a su oponente y volver viva a él.
FLASHBACK
-¿Zoro?¿qué haces ahí tirado?- preguntó la navegante dejándose caer junto al espadachín.
-¿Tú qué crees? ¿No te dice nada el hecho de que me esté desangrando?- Zoro la miró con sorna, aún en esa situación tenía fuerzas suficientes para meterse con ella. Entonces se fijó en la expresión dolorida de su rostro y en que se sujetaba el tobillo, en el cual tenía una profunda herida aún sangrante y con bastante mala pinta. - ¿Estás bien?¿Qué te ha pasado?-
-¿Lo dices por esto?- dijo ella señalando la herida- Es el precio que debo pagar por haber tardado tanto en vencer a esa maldita Baroque –
-¿Pudiste con ella?-
-Pues claro, sirvo para algo más que para dibujar mapas y dominar hombres-
Zoro no la contestó, esa respuesta era demasiado evidente como para dar réplica alguna, además si de por sí ya no era un genio de la palabra, la pérdida de sangre y el cansancio de la lucha no le daban más elocuencia precisamente. A duras penas el espadachín se levantó y se puso de pie frente a ella, mirándola desde arriba inquisitivamente.
-¿Puedes andar?-
-No- contestó ella haciéndose la víctima, Zoro lo sabía, y no pudo evitar esbozar una medio sonrisa.
-Ven-
El espadachín se agachó frente a ella y le hizo un gesto para que se subiese a su espalda. Ella obedeció y se acercó a él, rodeando sus hombros y su cuello con sus delgados brazos, provocando que el cuerpo del peliverde diese un pequeño respingo ante el contacto. Él por su parte le levantó y sujetó las piernas de la chica que prácticamente rodeaban su cintura con sus brazos. Volvió a estremecerse de nuevo al sentir directamente la piel de la navegante, si el traje que llevaba ya era bastante ligerito de por sí, el hecho de que lo hubiese destrozado de esa forma en el combate había conseguido dejar aún más carne al descubierto.
Ella apoyó su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Zoro, cerrando los ojos un instante mientras él caminaba, ambos en un confortable silencio, alterado por el estruendo de la guerra que se desarrollaba a su alrededor. Pero por un momento para ellos dos el Mundo se detuvo, tanto para el uno como para el otro el haberse encontrado vivos de nuevo tras haberse separado era lo mejor que les podía pasar, ahora sólo faltaban los demás.
-¡Ve más rápido!.-
-¡No puedo!¿No ves que me estoy desangrando?-
- ¡Qué quejica eres!¡Un hombre no debería quejarse tanto, además casi no peso! Ay cómo me duele el pie, creo que me voy a desmayar-
-Está bien, está bien.-
FIN FLASHBACK
-¿Por qué recuerdo esto ahora?-
-Quizás porque crees que ya no volverá a pasar nada parecido. Si estás pensando lo que yo creo que estás pensando-
-¿Sanji? ¿¡QUÉ QUIERES?- espetó el molesto por la interrupción
-Quiero que me cuentes que te ha pasado con Nami-san. He ido a hablar con ella pero ha evadido todas mis preguntas y se ha encerrado en su camarote. Dime qué pasa-
-¿Y a mi qué me cuentas? Tendrá la regla o algo-
-Zoro, no intentes disimular que no te sale bien. Además, ¿te crees que no me fijé en vosotros cuando os encontrasteis en la cocina?- dijo el cocinero mirando a Zoro inquisitivamente.
-Pregúntale a ella. Desde mi punto de vista no ha pasado nada- mintió el espadachín. Lo único que le faltaba ahora es que el cocinero se enterase del tema.
-Ya lo he hecho y no me quiere contestar. Y dado que no es mi estilo molestar a una señorita con ese tipo de cosas vengo a preguntarte a ti-
- Pues yo no tengo nada que decir-
-Te ha rechazado ¿verdad?- el rubio encendió un cigarrillo y dio una larga calada
con aires de grandeza y una sonrisa de satisfacción en el rostro.
-¿QUÉ HAS DICHO?- Zoro bajó de la hamaca de un salto y se enfrentó cara a cara con Sanji, retándole amenazante.
-Vaya, por tu reacción parece ser que he acertado- contestó él mordaz aún a riesgo d recibir una paliza por parte del espadachín.
Zoro agarró al rubio del cuello de la camisa y alzó el puño en el aire, pero tras pensárselo mejor se detuvo y soltó a su camarada, dejándose caer derrotado en el sofá. Sanji lo miró entre la estupefacción y la curiosidad sacudiéndose el traje y arreglándose el cuello de la camisa, luego se sentó en el sofá junto al peliverde y dio otra calada a su cigarro.
El espadachín se echó hacia delante y apoyó su cabeza en sus manos, no sabía que hacer, si contárselo o no al cocinero. Poco podía ocultar dado que el rubio ya sabía que algo pasaba y no sólo eso, sino que intuía que algo le había pasado con Nami, y no precisamente agradable. Suspiró cansado, no sabía cómo afrontar todo lo que se le venía encima y realmente necesitaba a alguien a quien contárselo todo y con quien desahogarse, pero precisamente su gran rival no era la persona más adecuada para ello. Sin atreverse a levantar la cabeza miró a su compañero de reojo, a tiempo de descubrirlo observándolo expectante esperando a que se decidiese a hablar.
-Sanji-
-…..¿qué?-
-No se lo digas a nadie o te descuartizaré-
- Vale, lo pillo, no hace falta que seas tan borde-
El silencio se hizo de nuevo entre ellos. Sanji suspiró exasperado y tras apagar lo poco del cigarrillo que le quedaba encendió uno nuevo intentando relajarse para no gritarle cuatro improperios al espadachín, si lo hacía se quedaría sin su oportunidad de saber lo que estaba pasando.
Zoro miró de nuevo al cocinero, no se atrevía a pronunciar las palabras que debía decir, y si a eso le añadimos el hecho de que no sabía por dónde empezar como resultado dio que se tiraron otros 5 minutos en completo silencio mirando a la nada.
-¿Vas a hablar o paso a la extorsión?- dijo con sorna el rubio hastiado por la situación
- No es tan fácil ¿sabes?- estalló el espadachín malhumorado.
-Tranquilo, era para romper el hielo-
-Verás…bueno. Empezaré por el principio. Bien, fui a llevarle a Nami lo que me diste para ella-
-El zumo-
-Sí, y no me interrumpas o me callo.-
-Vale, vale, tranquilo-
-Bueno pues eso. Se lo llevé y tal y aunque al principio parecía un poco molesta conmigo luego nos pusimos a hablar sin más pero dije una estupidez muy grande y se enfadó-
-¿Qué dijiste baka?-
-¡IMBÉCIL!¡y déjame acabar!...ejem! le dije que me parecía se estaba encariñando demasiado con Arashi y se enfadó muchísimo, ya sabes cómo es se enfada por cualquier tontería, ¡siempre está de mal humor!-
-No hables así de Nami-san, y tú mejor cállate que estás siempre malhumorado. Además, no creo que haya razón alguna por la cual no pueda encariñarse con ella-
-¡Pues yo sí! ¡esa niña no se va a quedar aquí por siempre!¡no va a estar siempre con nosotros!¡con ello sólo conseguirá sufrir!-
-Pero eso sería problema suyo ¿qué es lo que te molesta tanto?-
-¡QUE NO QUIERO VERLA SENTIRSE MAL!-
-¿Se lo has dicho?¿el que no quieres verla sufrir?-
-No- contestó el espadachín bajando la cabeza avergonzado
-Pues deberías hacerlo, seguro que así no se habría enfadado. Pero aún así eso no es la razón por la cual estáis tan tensos, porque discusiones así las tenéis todos los días-
-Es que después de decirle eso se enfadó muchísimo y me dijo que si de verdad creía eso entonces ella debía dejar de quererme porque nunca sabe si volveré vivo o no cada vez que me enfrento a alguien- Zoro se sorprendió a sí mismo cuando notó un nudo en su garganta, le costaba tragar y pudo sentir cómo su respiración se aceleraba.
Miró a Sanji con ojos temerosos y se lo encontró totalmente paralizado, el cigarrillo se había caído de la comisura de los labios y le temblaba la barbilla. Si había oído bien y el espadachín no le mentía Nami-san, SU Nami-san le había dicho a Zoro que le quería y éste parecía no haberse dado ni cuenta. Aún no queriéndoselo creer miró al peliverde con una mueca de desesperación marcada en el rostro y tras respirar varias veces profundamente para calmarse instó al espadachín a que le siguiese contando lo ocurrido
-¿Y qué pasó?-
-Pues que se dio la vuelta para irse, pero antes de que pudiese hacerlo la abracé y entonces ella me rogó para que la soltase y se fue corriendo, sin decirme nada más.-
-Y si no me equivoco no os habéis vuelto a ver en todo el día hasta hace un momento en la cocina-
-¿Qué hago?- preguntó el espadachín con voz ahogada y mirando al cocinero con miedo, como un niño desvalido que no tuviese a dónde ir. Al fin y al cabo, era la primera vez en su vida que Zoro tenía este tipo de problemas
-Sinceramente, no lo sé y seguramente aunque lo supiese no te lo diría. Como comprenderás no estoy dispuesto a arrojar a Nami-san a tus brazos, ella es demasiado buena para alguien como tú.- dijo Sanji despectivamente sin ni siquiera dignarse a mirar al espadachín.- Después de todo lo que le has hecho, no permitiré que vuelvas a hacerle daño-
Y sin mediar más palabra el cocinero salió del camarote dejando a Zoro con un palmo de narices y aún más confuso que antes. Aunque por lo menos el haber hablado con el cocinero le había servido para quitarse un peso de encima y para librarse de esa presión que sentía desde lo ocurrido aquella tarde.
Nami se refugió en su camarote de nuevo. Llevaba toda la tarde en él con la excusa de dibujar mapas, y cuando decidió salir para respirar un poco de aire fresco y cenar tuvo la mala fortuna de encontrarse con Zoro.
Ya se había calmado desde la tarde pero aún así no se sentía a gusto, ni siquiera tras haber hablado con Chopper.
En este momento se avergonzaba de sí misma, sobretodo por haber dejado que su rostro se encendiera al encontrarse con él, y por haber huido de todo ruinmente inventándose una patética excusa que no se creería ni Luffy. Y para colmo de males Sanji sabía algo, ya lo notó en cuanto fue a la cocina, en los pocos segundos que permaneció en la estancia pudo notar su mirada fija sobre ella. Y por si no estaba lo suficientemente segura de que se había dado cuenta de que algo ocurría hace apenas un momento había hablado con él sobre ello.
FLASHBACK
-¡Nami-san!¡Espera por favor!- el cocinero aceleró el paso hasta alcanzar a la pelirroja, y la detuvo agarrándola del hombro, suavemente.
Ella intentó zafarse y lo consiguió sin esfuerzo, pero Sanji fue más rápido y la cogió de la muñeca impidiendo que siguiese caminando. La navegante forcejeó un par de veces pero viendo que no conseguía nada se rindió y dejó caer sus brazos pesadamente a ambos lados de su cuerpo. Pese a eso, Sanji siguió sin soltarla y la miró con preocupación, ella no se atrevió a levantar la vista del suelo y el cocinero la respetó, no queriéndola forzar más de lo que ya lo estaba haciendo.
-Nami-san- llamó el con voz dulce y consoladora- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Sí, sí, no es nada. No tengo mucha hambre, ya iré a cenar luego- contestó ella forzando una falsa sonrisa y rogando por poder irse de allí cuanto antes.
-Nami-san…por favor- Sanji la miró con carita de cordero degollado y levantó su barbilla suavemente con la mano para que le mirase directamente a los ojos.
-No es nada, de verdad. Es sólo que he recordado una cosa de un mapa y quiero dibujarla antes de que se me olvide-
Sanji respiró profundamente, realmente le estaba costando mantener la paciencia, pero él era un caballero y además era incapaz de enfadarse con Nami, por mucho que pudiese llegar a sacarle de sus casillas en algunas ocasiones, él siempre la apoyaría en lo que fuera.
-Nami-san..-rogó el cocinero –Sé que te ha pasado algo con Zoro.-
Nami se estremeció al oír las palabras de su amigo y bajó la vista avergonzada y ruborizada, provocando una media sonrisa en el cocinero, le parecía que estaba tan mona cuando tenía vergüenza.
-Sólo dime si estás bien o no y me iré, sólo necesito saber si ese imbécil ha vuelto a hacerte daño-
-No Sanji-kun, no ha hecho nada malo es sólo que…nada asuntos nuestros. Pero no te ensañes con él ¿vale?-
Sanji la miró preocupado, pero no insistió más. Le revolvió el pelo cariñosamente y la acompañó a su camarote despidiéndose de ella en un instante para ir en búsqueda de su víctima… Roronoa Zoro.
FIN FLASHBACK
Nami se dejó caer en su cama pesadamente, sabía perfectamente que Sanji había ido a hablar con Zoro, más bien, a intentar sonsacarle lo que había pasado.
La navegante miró a Arashi desde su posición, la pequeña jugaba tranquilamente ajena a todo, sin pensar para nada en todo el revuelo que se estaba formando debido a ella. La pequeña, al sentirse observada giró al cabeza en dirección a la pelirroja, dedicándole una enorme sonrisa que sería capaz de enternecer incluso al hombre más insensible…"Incluso a alguien como Zoro" pensó Nami para sí arrepintiéndose en el mismo momento de hacerlo de haber recordado de nuevo al espadachín.
Ni ella misma sabía cómo describir lo que sentía en ese momento, de alguna forma se había sentido cómoda entre los brazos del espadachín, y eso la asustó. Tenía miedo de que hubiese ocurrido algo que no quería, estaba aterrorizada porque tras el abrazo de Zoro empezó a darse cuenta de algo. Y era algo que se había jurado así misma que no pasaría, se lo prometió cuando se embarcó con ellos pero estaba apunto de romper su promesa, de hecho, ya la había roto hacía tiempo pero se negaba a aceptarlo.
Nami se había jurado a sí misma que nunca se enamoraría de ninguno de los chicos del barco, pero sin saber muy bien por qué Zoro había conseguido con sus insultos y su mal humor lo que no había conseguido Sanji con sus piropos y su derroche de atención y amabilidad, el espadachín había hecho que Nami se enamorase de él.
Ni siquiera ella podía entenderlo, Zoro siempre se metía con ella, la menospreciaba, la insultaba, la despreciaba, pero aún así se sentía atraída por él. Por su carácter rudo y frío, pero a la vez impetuoso, porque siempre estaba ahí cuando necesitaba ser rescatada, por su más que evidente atractivo, por su voz... por todo y por nada.
-Mierda, mierda, mierda ¿por qué me he dejado engañar?- se reprochó ella ante la atónita mirada de Arashi, que no entendía lo que estaba pasando.
La pelirroja miró el reloj que tenía sobre la mesa, se estaba muriendo de hambre pero sabía que a esa hora todavía no se habían acostado sus compañeros y no tenía gana ninguna de enfrentarse a sus preguntas.
El sonido de alguien golpeando la puerta la sacó de sus ensoñaciones. Sin preguntar quién es subió las escaleras del camarote a tiempo de oír una conocida voz que la hizo respirar aliviada.
-Nami-san ¿puedo pasar?-
-Hai Sanji-kun-
El cocinero entró en la estancia, casi chocándose con Nami en las escaleras, con una sonrisa plasmada en el rostro y mirando curioso a su alrededor. Ambos bajaron juntos la escalera y una vez lo hubieron hecho Sanji se acercó a Arashi, la cogió y le estampó un sonoro beso en la mejilla.
-¿Te había dicho alguna vez que te quiero mucho Arashi-chan?- comentó el cocinero mirando a Nami de reojo esperando su reacción, pero no fue la que se esperaba.
La navegante se cruzó de brazos y suspiró cansada mirando a Sanji con un atisbo de reproche en los ojos y dirigiéndole una expresión dura, que hubiera conseguido que se le cayese el cigarrillo de la boca si estuviese fumando.
-Sanji-kun…has ido a hablar con Zoro,¿ne?.No necesito que hagas esto, resulta patético y muy artificial, además no necesito que vengas a "salvarme" siempre, y menos aún cuando no te lo pida.-
-Pero Nami-san- Sanji dejó a la niña en el suelo con suavidad y miró a Nami profundamente dolido, todo esto lo hacía por ella, para que no se sintiese mal.
-Lo siento, pero es que no puedo soportar más esta tensión. Necesito que me dejéis en paz, que me dejéis respirar libre por una vez. Siempre soy yo la que se tiene que hacer cargo de todo a bordo y cuando os pido un poco de tranquilidad en seguida estáis "Nami esto…Nami lo otro". Ahora mismo no sé ni lo que está pasando en mi cabeza así que por favor déjame tranquila- la navegante pronunció su discurso duramente, sin alzar la voz, pero tampoco sin mostrar matiz alguno de comprensión en sus severas palabras. Sanji, derrotado, se dispuso a salir de la habitación pero el tacto de algo sujetando su muñeca dócilmente lo detuvo.
El cocinero se giró a tiempo de ver a la navegante soltando su muñeca, y anheló el tacto de su suave piel contra sus castigadas manos de cocinero. Sanji se acercó a ella lentamente pero la voz de la chica lo inmovilizó.
-Sanji-kun…gracias por intentar animarme, pero no es lo que necesito- la fría mueca que la chica lucía un momento atrás se desvaneció, mostrando una expresión más dulce y triste, que sirvió para convencer por completo al cocinero de que la dejase a solas.
-Si me necesitas estaré en el camarote, buenas noches Nami-san- se despidió él acariciando con delicadeza la cabeza de la chica y saliendo posteriormente de la habitación.
Cuando la chica dejó oír los pasos de Sanji alejándose de su habitación se dejó caer pesadamente en la silla de su escritorio, realmente odiaba haber tratado así al cocinero pero no tenía otra alternativa si quería ordenar todo lo que ocurría en su interior y sacar las fuerzas suficiente como para ir a dejar las cosas claras con el espadachín. Pero ante todo, lo primero que debía hacer antes de hablar con nadie era, conseguir que Arashi se durmiese y tras ello, comer algo pues su estómago estaba rugiendo de tal forma que antes o después Sanji vendría a ver si estaba siendo atacada por algún extraño animal.
Nami cogió a la niña y la tumbó en al que ahora era su cama, por fortuna ya era bastante tarde y la niña estaba cansada así que no opuso resistencia alguna y se durmió incluso antes de que la navegante llegase al final del cuento que le estaba relatando.
-Bien, a esta hora ya se habrás acostado todos, voy a comer algo- se dijo la pelirroja a sí misma saliendo de su camarote. Seguía durmiendo allí sola con Arashi, puesto que mientras la niña siguiese a bordo Robin se negaba a dormir en la misma habitación que la pequeña.
Recorrió el camino hacia la cocina tranquila, no vio a nadie por la cubierta y una sonrisa se dibujó en su rostro, hasta ahora todo iba bien…hasta ahora.
La pelirroja abrió la puerta de la cocina, encontrándose frente a frente con la persona que menos deseaba ver en ese momento. Zoro Roronoa con un vaso en la mano y una manzana en la otra la miraba estupefacto desde la mesa, como no queriéndose creer que ella estaba a unos pocos metros de él. Tal fue su sorpresa que el vaso resbaló de su mano y cayó al suelo, rebotando contra la madera y rompiéndose estrepitosamente, derramando todo su contenido en el suelo.
Nami, por su parte, se quedó totalmente inmovilizada en la puerta, sin saber qué hacer, si salir, entrar, chillar, llorar, echar a correr, esconderse, insultarle o lanzarse a sus brazos. Tras unos segundos de vacilación que se hicieron eternos decidió entrar, haría como si nada hubiese pasado, nadie iba a hacer que la orgullosa navegante dejase de hacer lo que le viniese en gana, y ahora tenía ganas de estar en la cocina. Sin ni siquiera mirar al espadachín abrió la nevera, y como era de esperar se encontró con un regalito de parte de Sanji "Para mi princesa Nami-san un aperitivo. El Príncipe..PD: Luffy, como te lo comas te mataré con mis propias manos". Cogió el plato lleno de bolitas de pulpo y lo posó en la mesa, se sirvió un vaso de agua y se sentó en su lugar habitual ignorando al espadachín, que recogía los restos del vaso roto del suelo y miraba cohibido a la navegante sin atreverse a alzar la voz para hablar. Terminó de recoger los cristales rotos y dio un par de vueltas por la cocina sin saber qué hacer, ante la divertida mirada de Nami, que estaba haciendo esfuerzos por no partirse de risa.
Resultaba enternecedor ver al cazador de piratas Zoro Roronoa tan nervioso y totalmente sonrojado, con los brazos pegados al cuerpo como intentándose proteger de algo y la cabeza gacha con la mirada fija en el suelo. Si a todo esto le añadimos sus pasos vacilantes y el temor de sus ojos parecía una especie de niño desvalido en busca de alguien que le liberase de todo el miedo que sentía.
-Zoro….no te voy a comer, tranquilízate-
-¿A qué viene eso?- intentó ser borde, pero estaba tan nervioso que se le formó un nudo en la garganta y le salió un gallo que provocó una sonrisa en la pelirroja.
-A que estás tan nervioso que da la impresión que crees que te voy a atacar o algo así-
-¡YO NO ESTOY NERVIOSO!¡Y MUCHO MENOS POR ALGO QUE TENGA QUE VER CONTIGO!-
-¿Entonces por qué te tiembla la voz?-
Zoro miró al suelo avergonzado, la navegante tenía razón, él mismo podía notar cómo le temblaba la voz y no sabía muy bien por qué.
-Zoro- llamó ella suavemente, con un inusual y sosegado tono en su voz.
El chico alzó su mirada y la fijó en la navegante, la cual respiró profundamente y le miró también, forzándose a sí misma a mantener su vista clavada en el espadachín, no iba a dejarse amedrentar ni por él, ni por nadie.
-¿A qué vino lo de esta tarde?-
Ante la pregunta Zoro sintió que sus piernas flaqueaban y se vio obligado a acercarse a la mesa y sentarse para poder empezar a hablar.
-¿A qué te refieres exactamente?-
-A que me dijeses eso- al oír esto el peliverde respiró aliviado, estaba totalmente convencido de que le iba a preguntar sobre el abrazo, comparado con ello, hasta decirle que le había dicho eso porque se preocupaba por ella le resultaba fácil.
-Es sólo que- comenzó el vacilante- tras haber visto que eres mucho más sensible de lo que quieres aparentar- Zoro se detuvo para tragar saliva y suspiró intranquilo- me preocupa lo que te pueda ocurrir si Arashi termina por irse.
-Eso sería problema mío, no tuyo-
-Pero es que- continuó él sin apenas dejarla tiempo para terminar su frase- es que, ya te he visto sufrir una vez, y…-calló durante unos segundos y miró a la chica, que esperaba impaciente y daba golpecitos en la mesa con el dedo. El espadachín tragó saliva de nuevo y se dispuso a proseguir- ¡no quiero volverte a ver sufrir! cualquier otra persona me daría igual pero tú no.
Ya está, ya lo dijo. Sintió cómo se le quitaba un peso de encima pero a la vez, como una oleada de miedo invadía su cuerpo de nuevo ¿y si lo rechazaba otra vez?¿y si ignoraba sus palabras?. El chico escondió su cara entre sus manos y observó a la navegante por los huecos que había entre sus dedos, esperando su reacción. Ella, no llegando a asimilar por completo lo que el espadachín le había dicho, sintió su rostro enrojecer y cómo un nudo se formaba en su garganta.
-¿Y por qué me abrazaste?- se atrevió a preguntar finalmente.
- No quería que te alejases de mí otra vez- dijo automáticamente Zoro sin ser consciente de sus palabras hasta el momento en el que vio la reacción de la pelirroja.
La chica se levantó y se acercó a él lentamente. Zoro pudo sentir su respiración acelerarse y cómo algo en su interior se agitaba. Sus mejillas empezaron a arder y su barbilla temblaba, pocas veces en su vida, por no decir ninguna, había estado tan atemorizado como en ese momento. Alzó la vista y se encontró frente a frente con Nami, la cual tenía una expresión irreconocible en su más que sonrojado rostro. La chica levantó la mano hasta que estuvo a la altura de la cara de Zoro y…..
El barco chocó contra algo provocando que todo él se moviese bruscamente, llegando incluso a despertar a todos los que dormían en el camarote de los chicos.
Nami se separó poco a poco del espadachín y salió corriendo a cubierta, donde la mayoría de sus camaradas ya estaban, aún en pijama, chillando sin saber qué pasaba.
-¡Parece que hemos chocado con algo!- gritó la navegante.
-¡Hay una vía de agua en la bodega!- informó Usopp.
-¡Bien, Usopp baja a la bodega y arréglala!¡Luffy, Sanji-kun, recoged la vela mayor!
¡Zoro, el timón!-
-¡HAI!- respondieron todo al unísono.
Nami se quedó pensativa y observó a Zoro, el cual movía el timón bajo sus indicaciones
y parecía haber olvidado lo ocurrido segundos antes. Ella en cambio todavía podía sentir el calor del cuerpo del espadachín, que en cuanto el barco se movió la había sujetado contra sí mismo, impidiendo que ésta se cayese y abrazándola fuertemente por la cintura.
La navegante agitó la cabeza intentándolo olvidar y volvió a dar órdenes, como si nada hubiese ocurrido para intentar salir del la zona rocosa en la que se habían metido antes de que el barco encallase y se fuesen todos a pique.
