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Memorias de la escritora:
Hola a todas, espero que estén muy bien. Primero que nada, muchas gracias por aventurarse a leer este Mini Fic (hasta el momento, jajaja) que surgió en medio de una crisis personal, pandemia, trabajo y obvio muchísimas películas románticas.
Está ambientada en la época actual no sigue el canon del Manga, las personalidades de Albert y Candy van a distar un poco o bastante de los personajes que siempre amamos. Espero le den una oportunidad a esta historia que traigo en la cabeza desde hace mucho mucho tiempo y hasta ahora que la logro poner en orden.
Van a ser pocos capítulos, sí me han leído antes saben que no soy de historias muy largas. Intentaré subir un capítulo cada dos semanas, pero si el muso llega más rápido y la vida lo permite escribiré seguido.
Saludos, nos leemos... xoxo.
Les quiere Alexa...
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PRÓLOGO
BAREFOOT
Pues sí, no puedo sacar de mi cabeza los recuerdos de aquellos días, las imágenes vienen a mi mente cómo pequeños polaroids juntos con los cálidos colores e intensos olores de ese pequeño instante de mi vida; su imagen viene sin pedir permiso y se queda acompañándome por horas. Una niña, talvez mujer, descalza con un pants y una sudadera holgada, notoriamente varias tallas más grandes que su pequeño cuerpo. La recuerdo ahí sentada, en los escalones del metro mirando al vacío, con un porte orgulloso y desafiante, escondiendo una gran fragilidad que pocos lo hubieran notado. Llevaba su cabello rizado y rubio recogido en un mal logrado moño, en sus mejillas brincaban diminutas pecas y por el frío que se avecinaba a finales de septiembre se notaban ligeramente sonrojadas.
La gente pasaba a su lado, casi sin notar su presencia, talvez en otro momento yo hubiera hecho lo mismo, no sé, probablemente nunca lo sepa. Algo me distrajo y simplemente la vi.
A partir de ese momento, no te puedo decir que mi vida cambió por completo, pero definitivamente no es la misma. Ella alzó la mirada y me sonrió.
Talvez mis recuerdos me engañen y todo fue producto de mi propia búsqueda y necesidad, no sé, pero algo me atrajo, probablemente esa mirada tan suya y penetrante, que no sabría cómo describirla, creo que usaría la palabra mágica. Sus enormes ojos verdes tenían a su alrededor unas pequeñas líneas rojizas que revelaban que había llorado. No pude, o talvez no quise seguir, y simplemente me quedé ahí parado.
Me miró, con una cálida sonrisa, que juro me hizo tropezar. Se rio de mi torpeza y por instinto me reí de vuelta; ¿Qué hacía una niña al anochecer, descalza y poco abrigada, y sobre todo sola? ¿Por qué se veía tan frágil y tan rota? ¿O será que estaba viendo mi reflejo? El sol llevaba un par de minutos ausente, poco a poco las luces de las calles empezaban a prenderse, pero para variar en el centro de la ciudad siempre fallan. No recuerdo bien la conversación, talvez ya me está pegando la edad, sólo tengo muy vívido el instante dónde me preguntó - ¿Puedo pasar la noche contigo? - Y cómo por arte de magia, la luz del candil sobre la bajada del metro se prendió.
- Perdón, escuché bien, ¿Me estás pidiendo pasar la noche conmigo? Perdona si te di una impresión equivocada, pero no me interesa ese tipo de servicios - Obviamente pensé que se estaba prostituyendo.
Se rio a carcajada abierta, bastante desconcertante y sincera he de admitir. - Podría sin problema acostarme contigo, pero sólo te estoy pidiendo un lugar dónde dormir -
¿Qué clase de pregunta es esa? Obvio me negué, que clase de adulto sería si dejo pasar la noche a una niña en mi departamento. Alguien ya la debe estar buscando, ¿no crees? Mi cabeza daba mil vueltas y sólo podía pensar en dos cosas, la primera fue ¿Por qué me detuve?, la segunda fue no podía dejarla ahí sola y desamparada.
- ¿Y tus padres, tu familia? Deben estar preocupados, no entiendo que hace una menor de edad a estas horas y en estas condiciones fuera de su hogar -
- Bueno, no tienes que entender mucho. No te preocupes, no soy menor de edad y pues, mmm, familia - Suspiró - Talvez a estas alturas ya no tenga. Sólo necesito un lugar para pasar la noche -
Hasta el día de hoy no logro entender cuál fue la motivación a darle alojo por esa noche. Todo y nada en ella decía peligro, aléjate Albert, sólo serán problemas. Tal vez era ese par de cervezas que tomé después del trabajo o que se hacía muy tarde y quedaban pocos minutos para la siguiente salida del metro, que sé yo. Simplemente acepté.
- Gracias, me llamo Candy -
- William, pero llámame Albert. - Su cara se volteó infantilmente y con duda. - Albert, es mi segundo nombre, además William sólo le queda a mi padre - Ahora que lo pienso, que necesidad de dar explicaciones a una completa desconocida.
El silencio se hizo presente, bajamos los escalones para esperar la salida del metro. Pagué su ticket, porque por lo poco que se veía no traía nada más que una vieja mochila con pocas pertenencias y cero zapatos. Íbamos uno junto al otro, con pocos centímetros de separación, pero un abismo de dudas e incertidumbre, veíamos las luces de las estaciones pasar a nuestro frente.
Nos bajamos y caminamos un par de cuadras hacia mi departamento, no era nada lujoso, al contrario, era pequeño y muy austero. Subimos las escaleras, en completo silencio sólo se escuchaba sus ligeros pasos sobre la madera del pasillo. Entré en pánico, ¿Qué acababa de hacer?, no sabía nada de ella más que su nombre sí es que era real.
- ¿Tienes ID? Si gustas hacer una llamada te presto mi móvil -
- Claro, aquí tienes, cómo ves tengo 19. Y, no gracias, no necesito llamar a nadie. ¿Quieres que prepare algo para cenar? Puedo compensar mi estancia con una buena cena y un buen acostón -
- No me interesa tener sexo con una chica, aunque mayor de edad, varios años menor que yo. Con la cena es suficiente, aunque no sé qué tanto haya en la alacena para preparar algo -
- No te preocupes, mi especialidad es sopa de nada - Se rio con tal fuerza que enserio creí en el manjar que pudiera preparar.
- Candy -
- ¿Sí? -
- ¿Lo has hecho antes? -
- ¿Qué cosa, la sopa? -
- Tener sexo con extraños para tener dónde alojarte -
- Estrictamente hablando, no, es parte de mi pasado o de mi presente, que sé. No te preocupes Albert, mañana ya no será tu problema -
Ahí quedó la conversación, cocinó tranquilamente, se paseaba cómo pez en el agua. Tomé un baño que me pareció surreal. Seguía preguntándome que carajos pensé e hice. Ella después, también tomó un baño y por sí fuera necesario explicar, no tenía mucha más ropa para usar. Tomé un pants y una camiseta antiguas que talvez pudieran quedarle. Salió con una toalla en la cabeza quejándose de que no tenía secador de pelo y que a la mañana siguiente su cabello estaría enredado como red de pescadores.
Me reí despreocupadamente de su ocurrencia, creo que para ese momento llevaba mucho tiempo sin reír de tal manera. Y cómo ráfaga, su melodiosa risa se combina con la mía y llenó de vida cada esquina de mi departamento, no pude evitar pensar en lo hermosa que se veía. Esta etapa de mi vida, simplemente no tiene ni pies ni cabeza, sólo ocurrió. Por ratos pienso que fue un trágico sueño de esos que no debieron empezar.
- Bueno, es hora de dormir. Pero honestamente, soy un pendejo, es una sola pieza el departamento así que dormiré en el sofá y tú en la cama, no puedo darte más privacidad que eso. Disculpa -
- Jajaja, ay Albert, no tienes que disculparte de absolutamente nada, yo soy un desastre y puedo dormir incluso en el suelo. Muchas gracias. -
- Ok - En ese momento no salió más palabras de mi boca.
- Es por mucho lo más agradable que he tenido en un par de meses -
Tomé un par de sábanas, una almohada y me acomodé en el sofá. Como pensarás, no sabía que decir o hacer, sólo esperaba que llegara el sueño y me haga cerrar los ojos. En la oscuridad del departamento sólo entraba unos pequeños haz de luces de la calle y el resplandor de una luna llena.
- Albert -
- ¿Sí? -
- Muchas gracias, mañana ya no seré un problema -
- Descansa Candy, mañana será otro día. -
