¡Love, yes I Do!
By: HybridVirus

Disclaimer: Hetalia y sus personajes son pertenencia de sus respectivos dueños, solamente soy dueña de Rafaela y no hay ninguna ganancia con esto, más que darles amor a las relaciones de mi país con otros países; solo soy una fan que escribe para fans.

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Capítulo XVIII

Los orbes verdes se entrecierran al mismo tiempo que sus dedos se aferran al volante, aunque la silenciosa noche le resulta cálida y agradable. Tampoco puede negar el amargo contraste de la misma, con las emociones y pensamientos en su interior. A pesar de que se encuentra fuera del lugar que comparte con su esposa, hay algo que no deja de darle vueltas en la cabeza.

Aunque la noche ya ha avanzado bastante, y todas las casas alrededor tienen sus luces apagadas, demostrando que en verdad es tarde. El hecho de poder ver la luz de la sala de estar en su casa, le revuelve el estómago en una mezcla de ansiedad y nerviosismo. Si sus hermanos pudieran verlo, sin duda alguna reirían ante la forma en que se encuentra mirando de reojo la puerta.

Han sido días de completo silencio y descarada evasión, no ha pasado años memorizando las acciones y la actitud de Rafaela, como para no ser capaz de percatarse del desvergonzado intento de la americana… por ignorar su presencia. El ceño de Allister se frunce, porque no está seguro de si en verdad debe presionar a la mujer.

"Tienes que calmarte, Rafaela puede y usara cualquier duda en tu contra."

La situación de su indeseado compromiso, es algo que no debería de causar ningún malestar entre los dos. Pero es obvio que esto es algo, que su esposa no puede permitirse ignorar; los dientes del pelirrojo se aferran a su labio inferior, a la par que presiona la nuca contra el respaldo del asiento. Si fuera cualquier otra persona, podría decir que se trata de una emoción simple y básica, por la que todos los seres humanos pasan en algún momento…

Pero no está seguro de si quiere adentrarse en la oscuridad, creada por los años de convivencia que han compartido. Su relación es tanto complicada, como sencilla y al mismo tiempo, es algo impensable para muchos otros. ¿Por qué esta mujer, tiene que ser tan… celosa?

"Como si eso fuera posible…"

Una de sus manos se presiona contra su frente, asegurándose de masajear la piel en un intento, por deshacerse de ese desfachatado pensamiento. Sus sentimientos son algo que simplemente traerán problemas, si permite que formen parte de esta complicada ecuación. El aliento de Allister escapa de sus labios, en un cansado resoplido que contribuye a desacomodar las hebras que yacen sobre su rostro.

El viejo nunca le dijo que hacer… en caso de enamorarse. ¿Era eso, siquiera una parte del plan de su padre? ¿Cómo diablos podía ser precavido, y al mismo tiempo mantenerse bajo control… cuando es incapaz de ocultar sus estúpidos sentimientos? No cuando es cansado ignorar la manera, en que los gemelos lo miran como si fuera un completo imbécil, por siquiera pensar que los puede engañar.

El modo en que Alfred y Arthur lo observaron ese día, le hace saber que el par de rubios finalmente se ha dado cuenta de 'eso', que simplemente no quiere decir en voz alta. Probablemente lo que más le molesta es… la pena en los ojos de su madre. No es como si necesitara eso, al menos no de ella.

Los dientes del europeo se aprietan, al pensar en la tristeza en esos ojos y en las palabras de la mujer que lo trajo al mundo, quien prácticamente ha sentenciado su matrimonio a terminar del mismo modo que el de ella… Repleto de miseria, dolor, pena y una abrumadora traición.

–No.

La forma en que su voz resuena con finalidad, le hace abrir la puerta del auto a la par que toma su maletín, y su mano se detiene sobre la caja negra en el asiento del copiloto. ¿Qué es lo que está haciendo…? El joven traga en seco, intentando decidir si en verdad va a intentar arreglar esto, siguiendo parcialmente el consejo de su hermano.

"Oh vamos Allister, actúas como si no le gustaras. Creo que los únicos idiotas incapaces de ver la realidad, son ustedes mismos."

Las palabras de Seamus no dejan de revolotear en su cabeza, como si se trataran de ácido que carcome vorazmente todas las negaciones, que tiene para rehusarse a creer en semejante posibilidad. ¿Cómo diablos es que paso de tener un mutuo desagrado, hasta llegar al punto de estar dispuesto en hacer lo imposible, porque Rafaela se divorciara y así retomar el plan original?

No puede negar la puta realidad, es cierto que era lo más conveniente para todos. Ambas familias se mantenían unidas, y así nadie tendría que perder absolutamente nada. Pero apenas le había prometido el divorcio, ni siquiera había dudado en sacar ese condenado anillo, que jamás había tenido el valor para entregarle.

No es como si en verdad fuera necesario, no tenía que pedirle que se casara con el… porque era algo que ya estaba decidido. Quizás esa fuera la razón, por la que esta vez no había dudado siquiera en extenderlo. Porque esta vez… se había sentido como una decisión completamente suya.

Un resoplido escapa de nuevo de sus labios, para retomar su agarre sobre el maletín, al mismo tiempo que se encuentra indispuesto a admitir… lo aterrador que es saber, que se encuentra bajo el dominio de esa insolente mujer con la que se casó.

–Muy bien Allister, mírala a los ojos y arregla esta situación… no le des la oportunidad de tomar el control.

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Un bostezo escapa de los labios de la latina, mientras sus ojos continúan deslizándose sobre las palabras en el papel. Los reportes de Romano sobre la situación después de su ausencia, son un castigo de parte de su asistente. Lo sabe de sobra y, aun así… no puede evitar el leer todos y cada uno de ellos.

Sin duda alguna el italiano, era una criatura temible cuando en verdad quería serlo. Los dedos de Rafaela se restriegan contra los costados del puente de su nariz, para tallar la comisura de sus parpados. Necesita terminar lo más pronto posible, aún es temprano y debe aprovechar todo el tiempo que pueda, antes de que ese menso llegue a la casa.

Un gruñido escapa de su garganta al pensar en su esposo, es simplemente vergonzoso saber que existe la posibilidad de que se ha casado, solamente porque Natalia Braginski se acostó con Alfred. ¿Si no se hubiera dado cuenta de eso, ese tonto de Allister se habría dignado siquiera a tomarla en consideración?

"Como si eso fuera posible…"

Los dedos de Rafaela se aferran con fuerza a las hojas, intentando controlar las emociones en su interior. Nunca había sentido tantas ganas de golpear algo, como ese día en que su marido le había confesado su compromiso. Pero no es como si pudiera quejarse, era algo de esperarse cuando todo había sido arreglado desde el principio.

Era ridículo de su parte esperar fidelidad, en algo que ninguno de los dos había querido desde que eran niños. Incluso Alfie la había engañado, aunque no era como que le sorprendiera, en especial con lo coqueto que es el estadounidense. Es simplemente patético de su parte, estar ofendida porque Allister la haya cambiado por alguien más.

"Natalia no es tan bonita… ¿Verdad?"

Los orbes miel se entrecierran al recordar en su cabeza, cada mínimo detalle de la hermanita menor de Iván. Sí, es cierto que la bielorrusa es realmente encantadora a la vista, aunque tenía esa actitud que les erizaría la piel a muchos con su manera de hacer las cosas.

El aliento de la mexicana deja su pecho, en un hastiado resoplido porque es vergonzoso saber, que Natalia no solo le robo a su prometido original… si no que después también lo hizo con su primer esposo.

Con un rápido movimiento los dedos de Rafaela toman sus lentes de lectura, para después masajearse las sienes. El tema de lidiar con los Braginski, es algo que aún no ha llevado acabo. Ni siquiera sabe cómo es que tomara Iván, la noticia de que está casada con el ex-prometido, que ha decidido rechazar a su hermana.

El repentino tintineo de unas llaves girando en el picaporte, le eriza la piel al mismo tiempo que dirige la mirada hacia la entrada principal. Es temprano, realmente temprano, como para que Allister este volviendo a la casa.

–Vaya, es bueno verte. Empezaba a pensar que me había casado con un fantasma.

Los labios de Rafaela se curvan levemente en una sonrisa hueca, algo que sabe funciona a la perfección para complacer al mundo. No necesita ver la cara de este hombre ahora, al menos no hasta que termine de digerir el hecho de que por alguna razón, Natalia Braginski es mucho mejor partido que ella. Con un apresurado movimiento, las manos de la mexicana empiezan a tomar sus papeles.

La llegada de Allister es algo completamente inesperado, ha seguido el patrón de apagar las luces a las dos de la mañana y retirarse a su habitación entre la oscuridad, para escuchar al escoces llegar quince o veinte minutos después. Así que el cambio es realmente sorpresivo, porque apenas van a ser las doce de la noche. ¿Por qué diablos, Allister está rompiendo su costumbre de llegar tarde?

–Bienvenido a casa, ya es tarde y deberíamos retirarnos a dormir.

La piel de Rafaela se eriza al sentir la firme mano sobre su hombro, la misma que le evita continuar su camino hacia a la escalera. No hay agresión en la forma en que los pálidos dedos, afianzan el agarre sobre su piel. El estómago de la latina se arremolina en su interior, intentando explicarse que es lo que espera conseguir el heredero de los Kirkland, con su extraño actuar.

La mexicana traga en seco, porque no puede ignorar la forma en que el aroma del tabaco, se mezcla con los tenues rastros de la colonia del hombre. Dicha fragancia repleta de familiaridad, le da tanta calma… como igualmente un extraño malestar que le revuelve el estómago. ¿A qué cree que Allister, que está jugando?

–¿Cariño, no estas siendo un poco fría? No me has visto en días, podrías intentar parecer estar contenta.

La sensación de esos dedos presionándose ahora contra su barbilla, para que alce la mirada y se encuentre apresada por los orbes opalina, consigue que su ritmo cardiaco se acelere completamente fuera de control.

El aliento de Rafaela se ve atrapado en su pecho, porque no puede negar que desde que eran niños… siempre le han gustado esos ojos, que parecen ser capaces de distinguir todas y cada una de sus mentiras.

La mirada de Allister se separa de sus ojos, al mismo tiempo que la sujeta de la muñeca, para hacerla que tome asiento en el suelo. Una de las cejas de Rafaela se arquea, al ver cómo es que Allister deja el maletín a un costado de la mesita de centro, que ahora se encuentra entre los dos.

La alargada caja de madera en sus manos, es colocada sobre la superficie consiguiendo una incrédula mirada de los orbes miel, al encontrarse con las piezas blancas que le traen tantos recuerdos.

–Supongo que no somos un matrimonio, si no pasamos tiempo juntos… ¿Correcto?

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Los labios de Rafaela sobresalen levemente en un puchero, al ver como las piezas del domino son acomodadas sobre la mesa. Este juego era lo único que tenían permitido hacer, cuando ambos habían peleado siendo unos chiquillos. No hay forma en la que Allister la esté empujando, a que pase tiempo con él de este modo.

Los dedos del más alto arremangan la tela que cubre sus muñecas, para después desanudar su corbata. Una sonrisa socarrona se apodera de sus facciones, al ver la incredulidad en el rostro de su esposa. No está obligada a hacerle caso, pero sabe que basta con hacer algunos cuantos comentarios, para conseguir toda la atención de Rafaela.

–No te preocupes, te dejare hacer trampa como cuando éramos niños.

La sonrisa en sus labios pasa a convertirse en algo más honesto, al poder apreciar el intenso tono escarlata, que se apodera de la bronceada piel. La forma en que los labios de Rafaela se abren y cierran, intentando preparar alguna clase de respuesta a su acusación, le traen agradables recuerdos del tiempo que pasaban juntos, intentando derrotarse con estas mismas piezas.

Un ofendido 'mfh' escapa de la garganta de su acompañante, al mismo tiempo que los dedos de la latina se extienden, para empezar a repartir las fichas adecuadas y dejar el resto entre ambos. Es apenas un instante, pero no necesita más para saber; que el fuego que arde detrás de esos ofendidos ojos… es una de las razones, por las que ha terminado atrapado en su agarre.

–Como si ocupara hacer trampa, para poder ganarte Allister.

Los dedos del escoces toman sus piezas, sin disimular siquiera la forma en que puede ver de reojo algunos inocentes cuadros blancos, ocultos en la parte trasera del estuche de madera. Algunas cosas simplemente no cambian, pero no es como si las trampas de la mujer le llevarían hacia la derrota.

Ya ha lidiado con esto antes, puede arreglárselas sin gran inconveniente. Después de todo, su victoria va más allá de un simple juego. Desde el momento en que ha conseguido que Rafaela participe, es más que una victoria asegurada para él. Solo es cuestión de llevar a cabo correctamente, todos y cada uno de los pasos de su plan.

Como es costumbre el primer movimiento lo hace su acompañante, algo que Allister sabe está calculado de sobra, porque esa es la única explicación que puede darle a la bonita sonrisa en los labios de la susodicha. Pero está bien, la dejara seguir creyendo que no tiene la menor idea de sus jugarretas.

–Oh ¿Enserio crees que me engañas cariño, te parezco alguien que cae en esos trucos tan absurdos?

Una carcajada amenaza con escapar de sus labios, al ver el gesto inocente y confundido que intenta venderle Rafaela. Si no fuera porque sabe quién se encuentra frente a él, podría quizás creer en semejante acto. Los dedos de Allister responden con su propia ficha, para después colocar uno de sus codos sobre la mesita y recostar la barbilla sobre su mano.

Su sonrisa se ensancha al escuchar el firme 'No tengo idea de que estas hablando.' Que proviene de la mujer, quien responde rápidamente colocando una segunda pieza contra la suya. Su lengua se desliza contra su labio inferior, intentando disimular la gracia que le causa la seguridad de su esposa.

Está completamente segura de que no hay forma en que pierda. Y es justamente eso lo que tiene que utilizar a su favor.

–¿Qué te parece una apuesta?

Continuara…

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Hybrid-Virus

Yo! Que tal lectores, yo de nuevo por aquí. Espero que estén pasando una excelente tarde y sí, tenemos una nueva actualización para esta historia. ¿No se nota el favoritismo, ne?

Por fin hemos dado un cierre al arco, en el que Alice se entera de todo el desmadre del matrimonio. Para ahora dar paso al momento, en que sabemos que Allister también quiere a Rafaela. ¡Y solo nos tomó dieciocho capítulos!

Ahora ya saben lo que eso significa, es momento de romancear a este par de tontos.

Sin más por el momento, dejen un review y nos vemos en la próxima actualización.

¿Dudas? ¿Comentarios? ¿Critica? ¿Etc.? ¡Ya saben qué hacer, envíen un review!

"Formemos parte de la línea de reviews, cuando leamos un fanfic con un personaje que nos gusta y no es muy común ver, de un fandom olvidado o de una historia que nos guste; dejemos un review, porque esa persona escribe para nosotros y que mejor forma de inspirarla y darle combustible para seguir"