La Venganza del Heredero y La Traición de la Marquesa
Valmont Riddle
Capítulo 5: El Pergamino de la Orden (… con Petunia)
No habían tardado mucho en llegar a Privet Drive desde Londres. Todo el trayecto, Vernon había mirado por el retrovisor cada minuto, verificando si nadie los seguía. Pero, como bien Harry Potter sabía, no tenía caso que la comitiva que lo recibió en King's Cross lo siguiera, pues tío Vernon estaba ya suficientemente asustado por el ojo mágico de Moody. Esperaba que en general, los Dursley no lo trataran mal, sería casi como el verano anterior, donde más bien ni se inmutaban con lo que hacía, excepto hablar de magia. Tía Petunia, en el asiento del copiloto, lanzaba miradas desesperadas por el espejo lateral a Harry. Lo miraba de muchas maneras: miedo, sorpresa, odio, rencor… incluso por un momento pareció que lo miraba con ternura. Dudley, a su lado izquierdo, estaba por completo pegado a la portezuela, casi sentado en ella. Miraba a Harry con horror, la boca la tenía abierta y ya había escurrido mucha saliva al asiento.
Llegaron finalmente a Privet Drive. En aquel barrio, nada parecía cambiar. El silencio que había, el aspecto tan civilizado… jamás en ese lugar se enteraría la gente que existía un terrible peligro. Nadie en Privet Drive sabría nunca que Voldemort había regresado.
Vernon apagó el motor. Harry estuvo a punto de salir del coche cuando su tío carraspeó sonoramente.
– Chico… tú… –
– Me llamo Harry. – le contestó secamente.
– … Harry... – dijo Vernon, después de, al parecer, mucho esfuerzo –Te iba a decir… –
Petunia interrumpió apresuradamente a su marido.
– Sobre que trataremos de ser algo más amables contigo. –
Tanto Harry como Dudley miraron atónitos a Vernon y Petunia.
– Y ni creas que es por lo que dijeron esos hombres de la estación. – continuó Vernon acaloradamente – Lo que pasa es que Petunia y yo y…, pues, hemos pensado y…, finalmente eres sobrino de Petunia y… –
– Ya entendí. – interrumpió Harry.
Acto seguido abrió la puerta y respiró el aire de Privet Drive. Hizo tremendos esfuerzos por no soltar una carcajada. Quiso imaginar cómo habría sido su vida en Privet Drive si Ojoloco hubiera visitado a los Dursley el día que Dumbledore lo dejó, siendo un bebé, en la puerta de los Dursley. Pero inmediatamente pensó que quizá no habría muerto Sirius y se sintió terriblemente mal. Esperó en el jardín a que los Dursley entraran a su casay, rápidamente, subió a su habitación. No le importaba que Vernon después le gritara que tenía que sacar sus cosas del carro;ahora estaba abrumado, la muerte de Sirius todavía era un detonador de emociones. Escuchó que subían por las escaleras, así que cerró la puerta antes de que uno de los Dursley lo viera en ese estado. Ya había empezado a llorar; la perspectiva de pasar al menos un par de semanas con los Dursley completamente aislado de su mundo, anudado a que Sirius había muerto por él, y que podía esperar la muerte de cualquier ser querido, que ya sólo le quedaban amigos… Fue a la ventana y contempló el cielo… ¿Dónde estaría Voldemort? Donde fuera, aún no había hecho algo de importancia, pues desde que se vieron en el Ministerio, Harry no lo había vuelto a sentir enojado o alegre…
Se llevó la mano a la frente. Todo era por esa cicatriz. Si no hubiera sido él…
…Nacido de los que lo han desafiado tres veces… vendrá al mundo al concluir el séptimo mes…
Aquella profecía… toda su vida atada a aquella profecía.
– ¿Harry¿Estás bien? –
Harry se sobresaltó. Creía que sus oídos lo habían engañado, pero los golpes en la puerta no mintieron. Aquella había sido tía Petunia.
– ¿No te pasa nada? – insistió del otro lado de la puerta.
– Nada. – contestó Harry después de pensarlo – Estoy bien. –
Tía Petunia guardó silencio un momento.
– Si necesitas cualquier cosa, como desahogarte o algo, no dudes en decírmelo. –
Se escucharon sus pasos alejarse y bajar las escaleras.
El corazón de Harry le palpitaba violentamente. Tía Petunia había sido muy clara con eso: desahogarse… ¿Era acaso posible que tía Petunia supiera algo sobre Sirius?
Por uno de los jardines de Privet Drive, corría un pequeño animal semejante a una ardilla, sigilosamente, como si se escondiera de alguien. Pasaba por el número 4 cuando un periódico casi le cae encima. Volteó, asustada, y miró al hombre subido en un extraño artefacto con ruedas que había arrojado el trozo de periódico. Se acercó a leer la primera plana, quedándose desconcertada de momento. Las fotos no se movían. Entonces la puerta de la casa se abrió y salió de ella un hombre adulto, corpulento, casi sin cuello y con un bigote chistosísimo. Se acercó al periódico y miró al animalito con cara de pocos amigos. Se agachó, ahuyentó al visitante con la mano y recogió su periódico del suelo. Casi entrando, miró hacia el fondo de la calle y recordó en una ocasión que vio a un gato leyendo aquel letrero que decía Privet Drive…
Se volteó abruptamente y buscó a la ardilla que había encontrado leyendo su periódico. Pero ya no estaba. Vernon Dursley entró apresurado a su casa y cerró con llave en la mañana de aquél sábado.
Harry apenas había salido de su cuarto. No había llegado ni una lechuza y se sentía solo y triste. Comía una vez que terminaban los Dursley, así que prácticamente no había visto a un ser humano en su estancia en Privet Drive. Se había levantado de una sienta aquel domingo cuando llegó una lechuza a su ventana. Al ver al animal, Harry sintió que su corazón latía nuevamente. Se acercó sonriente a la mensajera y desenrolló el pergamino que traía en la pata. Por un momento sintió una enorme desilusión, pues estaba vacío, sin nada escrito. Pero cuando miró nuevamente al pájaro, la mirada inquisitiva del animal lo hizo reaccionar. Tomó su varita que estaba junto a la foto de sus padres y, apuntándola en el pergamino, dijo con fuerza:
– Soy Harry James Potter y te ordeno que muestres tu información. –
Al instante, por todo el pergamino empezaron a aparecer palabras escritas, en todos los sentidos. Harry se maravilló, pues distinguió caligrafía de muchos: Dumbledore, Ron, Hermione, Hagrid, Lupin, el señor Wasley y Ginny. Cuando volvió a mirar a la ventana, la lechuza ya no estaba. Miró nuevamente el pergamino, intrigado, sin tener ni idea de cómo leer cada carta por separado. Nuevamente apuntó con la varita y dijo:
– Ron Weasley.–
Al instante, todas las demás caligrafías desaparecieron, quedando sólo una, la de Ron. Harry acercó el pergamino a su cara y empezó a leer.
Hola Harry:
¿Cómo ves estos pergaminos que Dumbledore nos dio? Son fabulosos, ya podemos comunicarnos todo sin temor a que nadie nos descubra… He pensado utilizarlos para ahora en Hogwarts, que Hermione nos recuerde cosas por aquí, así ya no estará molestando y no la leeremos si no queremos… no le va a hacer gracia.
Te preguntarás en dónde estoy. Regresando de Hogwarts fuimos a la Madriguera, pero al día siguiente mi papá nos trajo a Grimmauld Place, ya sabes, aquí nunca nos encontrarán.
No lo vas a creer, apenas llegamos al cuartel cuando apareció Hermes con una nota de Percy, en la cual nos puso que nos quería ver para pedirnos a todos personalmente una disculpa. Se supone que hoy van mamá, papá y Bill a verlo. Mamá salió casi llorando de alegría, Bill iba con cara extraña y papá salió del trabajo para allá.
Fred y George tienen su tienda en el Callejón Diagon. No la hemos podido visitar, tú sabes, cuestiones de seguridad, pero espero que pronto la veamos y que estés tú con nosotros.
Sobre eso no te sé decir nada, parece que la Orden considera que estás más seguro allá con los Dursley, por lo menos por un rato; ya después te traerán para acá, como cada verano lo han hecho.
Afectuosamente,
Ron.
Harry sonrió alegremente. Haber visto la escritura de su mejor amigo fue casi como haberlo vuelto a ver. En la orilla del pergamino aparecieron varios nombres escritos, eran los de todos los demás que habían escrito una carta para él.
La siguiente carta que leyó fue la de Hermione:
Harry:
Espero que todo esté bien por allá. Yo estoy con mis padres, aunque siendo sincera me asusta que en cualquier momento Voldemort (gracias por acostumbrarme a decir su nombre) nos ataque. Mis papás no están muy preocupados por ello, lo cual es mejor, así no creamos pánico colectivo entre los muggles. Leí en El Profeta que Fudge va a hablar con el Ministro muggle sobre la amenaza que es Voldemort, aunque no sé qué es lo que realmente le van a decir. Según Dumbledore, dentro de una semana me llevan a Grimmauld Place, pero no sé cuándo te van a llevar a ti. Dice que estás seguro allá con tus tíos, a unque yo tengo mis dudas. ¿Cómo te van a defender tus tíos? Dumbledore dice que por eso no hay problema, que siempre habrá alguien vigilándote. ¡Con tal de que no sea Mundungus!
Cuéntame en cuanto lleguen los resultados de los TIMOs.
Te escribiré pronto, y espero que también te vea pronto.
Un beso de
Hermione.
PD: Te suscribí a El Profeta, para que estés al tanto. Mañana empiezan a enviarte el periódico.
Harry sonrió. La letra de Hermione le hizo el mismo efecto que la de Ron. Y además agradeció que le recordara los TIMOs. Con su melancolía, no se había acordado de ellos. La siguiente que leyó fue la de Lupin.
Hola Harry:
Espero estés bien ya, que es lo que Sirius hubiera deseado más que nada en el mundo. Espero comprendas que no tengo tiempo de escribir mucho. Quédate en casa de tus tíos el tiempo que Dumbledore lo diga. Cuando sea hora de venir, vendrás con nosotros. Mientras, estarás ahí con tus tíos. Pronto nos veremos.
Mis mejores deseos.
Remus J. Lupin.
Un poco seco, pensó Harry. Seguía la carta de Hagrid.
Qué tal, Harry.
Estoy preocupado por ti. Le he dicho a Dumbledore que no te puede dejar viviendo con esos muggles con los que estás, pero él me dice que mejor así. Traté de insistir, pero ya sabes cómo se pone. Estoy muy alegre porque Olympe regresó a Londres, a seguir colaborando con la Orden. Grawp está hablando mejor. Me costó trabajo tranquilizarlo luego de una batalla que tuvo con los impertinentes centauros. Pero está mejor, y de esas mulas viejas ni rastro. Mañana mismo me lanzo a otra misión que Dumbledore me encomendó, regresaré, lo prometo.
Pásatela bien, Harry.
Hagrid.
"Puedo escucharlo hablar tan alborotado como siempre", murmuró Harry, alegremente. El siguiente nombre era el del señor Weasley.
Harry:
Espero que los muggles no te traten mal. Dumbledore y yo hemos hecho ya los preparativos y, cuando sea el momento necesario, vendrás con nosotros, pero mientras, debes estar con tus tíos. Molly y yo te enviaremos comida por si tus tíos se niegan a obedecer y Ojoloco dijo que, de ser así, les iría a dar un susto, aunque Lupin dice que no es lo mejor. Pero tú tranquilo, haremos lo posible porque todo te salga bien. Habrá guardias contigo, aunque tú no los notarás. Te deseo lo mejor, Harry.
Arthur Weasley.
Él y Lupin hablan por la Orden. Seguía Ginny, la cual sorprendió a Harry, pues era muy corta.
Harry:
Sólo te deseo que estés bien, que nada malo te suceda y ojalá y pronto nos veamos.
Ginny.
Harry quedó atónito. Sólo faltaba la carta de Dumbledore. Con un poco de temor,empezó a leer.
Harry:
Ante todo, espero que estés bien.
Creo que comprenderás que por el momento, lo mejor es que estés con tus tíos. Sabes muy bien que ahí Voldemort no te podrá tocar. He hablado ya personalmente con ellos y dijeron que estaban dispuestos a cuidarte el verano entero, pero yo creo que no hará falta tanto. En el momento adecuado, varios miembros de la Orden irán por ti. Hay muchas cosas que debemos hacer, y lo último que necesitamos es preocuparnos por ti, así que te pido que no hagas ninguna locura mientras estás allá con tus tíos. Recuerda que siempre habrá quien te cuide, y que la fuerza de tus padres y Sirius existirá siempre.
Si necesitas urgentemente algo, siempre habrá alguien de la Orden que esté pendiente de su pergamino, pero si necesitas cualquier otra cosa, como desahogarte o algo, lo mejor es que lo veas con tu tía Petunia.
Cuídate mucho, Harry.
Albus Dumbledore.
Harry se quedó de una pieza. Esas habían sido las mismas palabras con las que tía Petunia le había hablado desde el otro lado de la puerta. Miró nuevamente la puerta…
"Recuerda mi última, Petunia…"
¿Sería posible que Petunia Dursley supiera algo de la muerte de Sirius Black?
Continuará...
