Playas Heladas
Aquello era una locura.
¿Cómo se le ocurría meterse en algo así?
Desde que tenía memoria, había querido ser más intrépida, pero su propia personalidad introvertida servía como catalizador de sus ideas más locas. ¿Por qué narices estaba frente a una de las calas más hermosas de Noruega solo vestida con una toalla y un traje de baño debajo en pleno Diciembre?
—Por favor, no os disperséis. Entraréis uno a uno y siempre seguiréis las instrucciones del instructor. Si sentís mareos, temblores extremos o sufrís de alguna enfermedad cardiovascular, por favor comentarlo antes de entrar —habló Kagura, su guía turístico.
El corazón se le atoró en el cuello ¿problemas? ¿Y si ella tenía problemas y no lo sabía? ¿y si era como aquellos accidentes que pasaban tan pocas veces que no eran ni documentados? Ella nunca iba a ganar la lotería, pero estaba segura de que podría ser ese uno de cada miliar de personas que sufría un ataque al corazón con treinta años.
No debería haber venido. Ella no era así.
Pero cuando Hōjō la abandonó una súbita energía se apoderó de ella. Su expareja decidió acabar con su relación por su carácter precavido al no querer seguirlo en su viaje hacia la India para redescubrirse a sí mismo con Buda.
Pero Buda no le daría de comer, había objetado ella, sin embargo, solo consiguió que la llamara materialista, clasista y aburrida.
Por eso se había enrolado en el primer viaje aventurero que había visto, un viaje a los fiordos noruegos en los que, entre sus actividades, estaba probar el isbadingtambién conocido como el baño de hielo. Aunque parecía que no era nada, había googleado con vehemencia hasta encontrar a las pocas personas que habían sufrido alguna afectación por entrar en el agua cerca de la congelación.
Recordarlo le provocó la falta del aire.
—Bare slapp av. Ikke vær redd —habló el vigoroso noruego con una sonrisa. El instructor parecía ser tan alto como un armario, con el cabello rubio como el sol y unos ojos verdes profundos. Parecía no hablar japonés, pero a Kagome poco le importó, aquella mirada podría derretir a cualquiera.
—Jeg ser på henne. —De su espalda, apareció un compañero que había conocido en el viaje, Taishō Inuyasha, procedente de Kyoto. Kagome se sorprendió, observando que el albino parecía igual de alto que aquel vigoroso vikingo —. Hun er kjæresten min —agregó.
—Oh! That's great. Then you watch her —agregó el joven con una sonrisa pícara y levantando ambas manos. Poco después, empezó a hablar con la guía de su grupo para empezar a introducir gente en el agua.
—¿Sabes hablar noruego? ¿Qué le has dicho?
—Nos dejará entrar a los dos juntos, así que no te preocupes —respondió algo sonrojado.
Kagome lo observó extrañada. Aquel hombre había sido un grano en el culo para ella durante todo el viaje. Siempre que podía se metía con ella, con su ropa, con su pelo, con su ausencia de maquillaje, provocando que más de una vez le tirara algo a la cabeza. La enervaba de tal manera que pensaba que simplemente, odiaba su presencia, pero aquel acto de bondad casi le parecía inverosímil venido de él.
—Os toca chicos —Kagura le guiñó un ojo al ver como Inuyasha le agarraba de la cintura—. Parece que Bjorn ha dejado que la pareja se bañe junta.
—¿Pareja? —preguntó enfadada a Inuyasha.
—Cosas de la traducción, supongo —respondió sin pensarlo mucho a la vez que la acercaba al agua. Él se encargó de quitarle la toalla y hacer lo mismo con la suya—. ¿Por qué has venido a este lugar si claramente se ve que no disfrutas esto?
—Quería demostrarme a mí misma que no era aburrida —contestó en un sorprendente alarde de sinceridad mientras sus pies se introducían en el agua helada—. Estoy harta de ver la vida pasar y que los demás me lo recriminen. Soy intrépida y el maldito de Hōjō se comerá sus palabras.
—Deduzco que ese imbécil es tu ex —agregó con una sonrisa mientras introducía las caderas de ella dentro del agua, sintiendo el siseo de ella en su oreja—. ¿Ha dicho que eres aburrida?
— Nunca se creerá que he hecho esto —agregó con resentimiento hundiéndose hacia los hombros—. ¿Hay que meter la cabeza? —preguntó haciendo señas al impotente Bjorn. Este asintió con una sonrisa divertida—. Es ahora o nunca.
—¡Kagura! Haznos una foto cuando salgamos —le pidió el albino a la instructora, la cual, agarraba el móvil en posición horizontal esperando el momento—. Luego nos la pasas —agregó con una sonrisa arrogante. Kagome sonrió y aceptó divertida.
Contaron hasta tres y con un grito emulando a cualquier guerrero espartano, ambos metieron su cabeza bajo el agua helada. Kagome sintió una súbita adrenalina subirle por la espina dorsal, una sensación única que no podía describir con palabras pero que le resultó más poderoso que cualquier divinidad que se le ocurriera.
Salió del agua entonando otro grito de guerra y con los brazos al aire, como si hubiera ganado la más feroz de las batallas. Inuyasha salió segundos después y sin muchos preámbulos, acercó su cabeza a la de ella y unió sus labios congelados.
Quedó impactada, pero no espero a que él retrocediera. Aunque era un beso extraño, lleno de gente a su alrededor, Kagome se sintió extrañamente cómoda, disfrutando de la sensación de adrenalina mezclada por la sensualidad del beso. Solo la luz del flash los devolvió a la realidad y provocó que se separan.
—Espero que me etiquetes y que ese tal Hōjō-bobo lo vea —comentó con una sonrisa arrogante besándole la frente. Después salió del agua ayudándole a salir a ella y tapándola con una toalla.
¿Qué cojones estaba pasando?
—Congrats. You are a perfect couple —dijo Bjorn con una sonrisa radiante. Luego se giró hacia Kagura y le dio unas instrucciones.
Por un momento, las palabras del nórdico eliminaron las nubes de su cerebro. ¡Había besado a un desconocido! Era cierto que su físico era atrayente y, además, siendo albino y de ojos ámbares, su figura destacaba mucho más que la de cualquier otro. ¡Pero por mucho que le atrajera como se le ocurría besarlo? ¿Y si tenía alguna enfermedad? Ella nunca había hecho algo como eso.
Levantó la vista y lo observó por un momento comprobando que Taishō la miraba con una mezcla de añoranza y dulzura que la dejó sin aliento. Ni siquiera Hōjō había sido tan expresivo durante los años que estuvieron juntos. A pesar del frío, sintió un calor extraño en sus mejillas que no evitaron que le devolviera la mirada con una sonrisa alegre. Él se acercó y colocó su mano en la cintura de ella, obligándola a caminar pegada a él.
Kagome no era aventurera, ni siquiera estaba cerca de ser una mujer de mundo, pero aquella mirada ambarina y el frío helado del diciembre noruego parecían dotarle de una valentía que nunca había experimentado, por lo que pensaba aprovecharla al máximo.
¿Quién es la aburrida ahora?
Bueno, aquí vuelvo con otro #escrito_activo_semanal. En este caso, había que hacer que los personajes pasaran por una playa, unas aguas termales o una alberca. Como he escrito mucho sobre aguas termales (y mucho lemon también xD) he decidido probar algo diferente. Me ha quedado algo largo para ser un drabble, pero el cuerpo me lo ha pedido.
Muchas gracias por seguir ahí.
¡Nos vemos!
