Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada. Los personajes extras como Melis así como la trama original de este fic sí son de mi pertenencia. Disfruten el fic. Digan NO AL PLAGIO. Protegido por SC e Inda.

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Milo y los Celos

La misión comienza: Turistas

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A la mañana siguiente…

Del templo de Aries salían cuatro caballeros en ropa de civil que eran despedidos por Aldebarán y Kiki.

Ninguno llevaba sus cajas de pandora, sino que ahora llevaban al cuello sus discretas cadenas.

Al llegar al aeropuerto abordaron el avión y a Mu le tocó compartir asiento con Afro y Aioria pero a Milo le tocó dos filas adelante en el pasillo de enfrente con una ancianita y una gordita griegas muy coquetas. Si bien no eran su tipo, se mostró encantador todo el camino.

- Este ya ni la edad respeta. –les dijo Afro a los otros dos.

El vuelo fue laaaargo y tranquilo. Al descender en Puerto Rico Afro quien había investigado el día anterior, sabía que Puerto Rico también tenía el inglés como idioma oficial así que prefirió hablar en esa lengua para evitar metidas de pata.

Pero para su buena suerte al considerarlo paisano con su pasaporte, él pasó la aduana muy de prisa, apenas con un "Bienvenido a casa" que contestó con una sonrisa y salió disparado de ahí. Mientras que a Milo, Aioria y Mu los entretuvieron un poco más.

Tuvieron que pasar la noche en un hostal ya que su ferri salía hasta el día siguiente. También ahí se enteraron que en Barbados difícilmente les aceptarían una tarjeta de crédito y que era mejor llevar efectivo, así que al día siguiente por la mañana fueron a un banco a hacer retiros de dinero, el máximo que su tarjeta les permitiera. Luego partieron hacía el muelle pasadas las dos de la tarde. Afro quien era de todos quien mejor hablaba inglés, se encargó de buscar taxi para que los llevara al atracadero. Nuevamente se valió del inglés para el abordaje y una vez instalados en sus respectivos asientos se extrañaron de ver que el ferri iba casi vacío.

- Supongo que su mala fama en internet… es la causa.

- No creo –rebatió Afrodita –el maestro Shion dijo que Barbados estaba siendo la tendencia, y ya saben cómo son los humanos, si hay peligro de muerte, justo ahí van. No me explico que esto venga tan vacío… y los únicos con facha de turistas aquí somos nosotros, la demás gente… no lo aseguro pero me pareciera que son pobladores del lugar, nadie más trae maletas…

- Oye… -dijo Aioria viendo a los demás pasajeros –es cierto.

- Bueno al menos tenemos espacio… -Milo se acercó a una ventana y se maravilló con el color del mar –¡Mira Afro es casi como tu cabello! Qué bonito… dan ganas de dar una nadadita.

- Supongo que podremos nadar un rato al llegar -dijo Afro acercándose a Milo junto con los demás para admirar la vista -ya que hoy no comenzamos la misión… El día de hoy es sólo para acomodaros y preparar los detalles, dar una vuelta por el área…

- Pues ir a nadar si nos hará parecer turistas –dijo Milo animado. Los demás sólo le sonrieron y el viaje continuó en calma.

Al llegar a Barbados los chicos se sorprendieron demasiado del estado del lugar. ¿Qué había pasado ahí?

No era una isla paradisiaca, no era un destino turístico, el lugar estaba prácticamente en ruinas. Se miraron extrañados y caminaron por el muelle con los otros pocos que iban en el ferri. Al final un hombre negro con rastas largas comenzó a llamar su atención.

- ¡Taxi! ¡Here! ¡Good Price for tourist!

- ¿Qué tanto nos dice Afro?

- Ay Milo ¿ni el inglés más básico captas? Para ser un fan de Rihanna no has aprendido nada de ella.

- Oye yo veo sus videos, y casi no pongo atención a la letras, mis ojos están en-

- Ya me imagino en qué.

El hombre del Taxi seguía llamando su atención. Afro de puertorriqueño no tenía nada, Mu tampoco tenía rasgos latinos, y Aioria y Milo un poco más bronceados tenían cara de turistas, seguro les cobraría el doble a donde fueran. A los demás del ferri los reconoció como pobladores de la isla así que no le interesaban. El negocio estaba algo flojo. Tenía que conseguirse a esos turistas. Seguro eran gringos.

- ¡Here! ¡Taxi! ¡Wherever you go my friends!

- ¿Que quiere?

- Nos ofrece servicio de taxi y… -Afro se dio cuenta que era el único en todo el muelle. –creo que… es la única opción.

Afro le hizo una señal y el hombre esperó a que se acercaran a su viejo auto. Ese día pondría buena comida en su mesa.

- Welcome to Barbados. I'm Winston, your best taxi driver.

- Nice to meet you Winston.

El hombre preguntó a dónde iban y Afro le pidió que los llevara a algún buen hostal, no muy caro no muy barato. Winston sonrió y subió las maletas al taxi. Condujo por la ciudad y los caballeros iban muy intrigados, todo era un desastre. ¿Qué Barbados no era un destino turístico?

Afrodita, quien iba en el asiento del copiloto, le preguntó en un buen inglés.

- ¿Qué ocurrió amigo? ¿Por qué la ciudad está tan devastada?

- El huracán bro. Arrasó con la isla y es hora que no puede recuperarse.

- Oh sí… -dijo el sueco recordando –recuerdo haber visto algo en las noticias.

- ¿De dónde eres bro?

- De Su… de Puerto Rico.

- ¿¡De verdad?! –Afro no parecía puertorriqueño.

- De verdad.

- Oh así que ¿Jablando espaniol, cabaiero? –Peguntó el taxista en un intento de español.

- Más inglés.

- Ah sí, algunos de ustedes se sienten yanquis jaja pero el huracán también arrasó parte de Puerto Rico ¿cómo es que no sabías sobre lo que le pasó a Barbados? –preguntó con cara de extrañeza.

- Sí, yo… es que no… no estaba en Puerto Rico cuando pasó…. A veces viajo, por trabajo.

- ¿Y en qué trabajas men?

- Soy-¡no diré stripper! Pensó muy molesto –soy agente de ventas.

"Agente de ventas, si sale al extranjero debe tener dinero" –pensó Winston.

- Dime Winston, qué hay de todo eso que se dice últimamente de Barbados. Creaturas raras y eso –dijo tratando de no darle importancia al asunto.

- Oh men –dijo riendo- eso es cosa seria. Jajaja… Pero son puros chismes –no le convenía asustar a los turistas. –Y dime amigo ¿Cuánto tiempo piensan pasar aquí?

- Hasta que la cartera aguante.

- Buena bro. Si necesitan taxi soy el mejor de toda la isla. Y el único del rumbo jajaja. Mira –Winston sin soltar el volante usó la otra mano para alcanzar la guantera y sacó una tarjeta –es mi cel bro. Llámenme y los llevaré dónde quieran. A buen precio, seguro.

Afro la tomó y le agradeció. Le parecía que los quería estafar pero siendo un gran detallista notó algo en el joven cuando había preguntado por la situación de la isla y parecía que sabía más de lo que decía. Y sin dudar con unos dólares podría sentirse más en confianza para hablar. Conservaría esa tarjeta.

Winston condujo hasta un hostal de calidad mediana y es que además, no había mucho más para ofrecer en la isla, los hoteles de grandes firmas habían sido devastados por el huracán y los inversionistas aun no movían ni medio dólar para arreglarlos, estaban abandonados y eran nido de "ratas". Así que el hostal "Caribbean Shack" era una de las pocas cosas que la isla podía ofrecer.

- Llegamos hermanos. Caribbean Shack, un buen hostal barato.

- Gracias.

Afro bajó primero junto a Winston y luego los demás. Comenzaron a descargar maletas y al finalizar Afro preguntó por el precio de la dejada, que ya se imaginaba que no sería justo pero de momento fingiría ser un turista tonto y pagaría.

- ¿Cuánto es?

- Por ser para ti, sólo 58 dólares.

"¡Esta dejada no llega ni a los 25!" Pensó el Sueco, pero con una sonrisa pagó sin rechistar.

"Turistas tontos" pensó el moreno.

- Si necesitan algo llamen a Winston. Bares, restaurantes, playas, chicas liiindas… ¡Todo lo puede conseguir Winston¡

- Lo tomaré mucho en cuenta Winston.

- ¡Llámame hermano, llámame! –decía muy animado rodeando su taxi para subir. Ya se había metido pero de nuevo sacó la cabeza para decirle otra vez con una enorme sonrisa. –¡Pero llama!

- Sí Wins.

El taxi se fue y los cuatro entraron al hostal a registrarse donde una morena muy sonriente les pidió sus datos y credenciales de identificación para el registro.

Les tocó un cuarto con dos literas y un baño completo aunque estrecho, eso era bueno, sobretodo en un hostal.

- Bueno ya estamos aquí ¿ahora qué?

- Ahora Aioria hay que acomodar nuestras cosas y salir a ver los alrededores –contestó Afro.

- Por cierto Afrodita, ¿Cuánto fue del taxi?

- $58.00 dólares.

- ¡¿$58.00?!

- Sí.

- ¡Nos robaron!... o ¿no? –realmente no sabía.

- De hecho sí Aioria, pero nos conviene.

- ¿Afrodita, nos conviene ser robados?

- No, nos conviene Winston, sabe más de lo que pretende y creo que nos podrá ayudar con nuestra investigación. Además necesitaremos un taxi.

- Con esos precios nos va a quebrar en dos días. –se quejó el escorpión.

- Tranquilo Milo sé lo que hago.

- Bueno… -dijo el escorpión -¡Pido la cama de arriba!

- ¡Yo también! –secundó Aioria trepando a la otra.

Milo saltó escalera arriba y cuando se tumbó sobre su cama, la placa de madera que sostenía el colchón se rompió y Milo fue a dar de forma poco decorosa a la cama de abajo.

Despues de la sorpresa inicial los otros tres en lugar de ayudarlo se echaron a reír.

- ¿¡Y estamos pagando por esto?!

Milo estaba enojado pero los otros tres se desbarataban en carcajadas.

- Mu vas a JAJAJA… vas a… JAJAJAJA –Afro casi no podía hablar por la risa -... vas a tener que… compartir cama con Milo JAJAJAJAJA

- Esta bien JAJAJAJAJA.

- ¡Dejen de reírse malos amigos!...-les exigió parándose con dificultad -¡Mejor vamos a pedir otro cuarto!

Luego de atacarse de risa a costa de Milo, fueron a pedir que les cambiaran el cuarto. Milo esta vez pidió la cama de abajo y al saltar sobre esta también se rompió dejándolo con el trasero en el piso y los brazos sobre el marco de la base.

Ya que no había turismo, podían darse el lujo de pedir otro cuarto. Sin embargo muchas puertas estaban clausuradas y la gerente les explicó que a causa del huracán esos cuartos estaban fuera de servicio. A pesar de lo vacío del hostal, contaba con pocas habitaciones en servicio. El tercer cuarto que les ofreció, sólo tenía dos camas individuales y Mu notó que tenían chinches. Volvieron a pedir otro cuarto que también se componía de dos literas, sólo que una ya estaba rota de arriba y de abajo y no tenía baño propio, había que salir al largo pasillo a usar el baño comunal y al ver el baño que parecía tener meses sin lavar, pidieron otro cuarto. Los mandaron al del segundo piso, segundo piso que sólo contaba con un cuarto, pero según la gerente era el más amplio, contaba con terraza y tenía una excelente ventilación. En efecto al llegar arriba descubrieron que el único cuarto, que ocupaba gran parte de la azotea, tenía espacio para cinco camas individuales, pero sólo tenía una, no tenía ventanas ni mosquitero, al parecer los había arrancado el huracán, y tampoco tenía cortinas, seguro tenía una "gran ventilación". Y la terraza no era otra cosa que lo que sobraba de techo, sin barandal, ni sillas ni lona para taparse del sol. Pero ¡tenía baño con regadera y yacusi!... aunque al aire libre…. Te podías tapar con las hojas de una palmera cercana al techo, ah sí, y el yacusi consistía en un tambo azul de plástico… Los chicos miraron perplejos la última opción que les ofreció la amable gerente, que no dejaba de sonreír como si su establecimiento tuviera todas las comodidades….

- To… Tomaremos la primera habitación señorita –dijo Mu de forma amable un inglés bastante comprensible, y la joven le sonrió.

- Con gusto caballeros.

Los jóvenes volvieron al primer cuarto y luego de quitar lo que quedaba de la cama superior y adecentar la cama de abajo que tendrían que compartir Milo y Mu, acomodaron sus pertenencias en su cuarto, se cambiaron y salieron en bermudas y camisetas a dar la vuelta.

Caminaban por la playa mientras Milo no dejaba de quejarse.

- ¿¡Cuánto se supone que estamos pagando por noche?!

- Cincuenta dólares… por cada uno…

- ¡Ni que fuera el four seasons! ¡Las cabañas de los de plata están mejor que esto!

- Milo –Afro se acercó para no gritar y le susurró –no venimos de vacaciones ya te lo había dicho.

- Pero ¡Es un robo! ¡¿Cómo es posible que yo, el Gran Mi-

Antes que siguiera con su gran auto presentación, Afrodita le tapó la boca igual que una vez Mascara Mortal hiciera con él.

- Te llamas Hansel –le siseó –y aquí –dijo susurrando –nadie debe enterarse de lo contrario. Milo de Escorpio se quedó en Grecia.

- Muy bien… Roberto pornostar.

Ese par estaba a punto de pelear cuando Mu intervino.

- ¿Oigan alguien quiere dar una nadadita?

- ¡Yo!

Milo se quitó la camiseta y salió corriendo tirándose con gran alegría al agua cristalina, seguido en segundos por Aioria. Pronto ambos jugaban como chiquillos.

- Ah… hay que tenerlos bien vigilados, no vayan a decir algo que nos delate.

- Estamos de acuerdo Afro, aun no logro que Aioria se grabe su nombre, y eso que es un nombre refrito en Grecia.

- Dile de Homero Simpson y no se le olvidará.

- ¿Homero quién?

- ¿Nunca has visto a los Simpson?

- No.

- Ay Mu te falta mundo. Perdón, quise decir Kouji… Será bueno que nos acostumbremos a llamarnos por nuestros nombres falsos aun estando sólo entre nosotros, no vayamos a cometer un error.

- Tienes razón A-Roberto.

- Así se hace. Bueno ¿quieres ir a nadar con Hansel y Homero?

- Claro.

Mientras nadaban informaron a sus compañeros del acuerdo al que habían llegado, debían llamarse como se suponía que se llamaban y actuar de acuerdo a su identidad falsa. Los otros asintieron y luego de jugar un rato en el agua, cuando se cansaron, salieron para conocer la zona.

Esa tarde la pasaron nadando, turisteando y visitando algunos bares cercanos… bueno los únicos dos que encontraron, los cuales por cierto parecían de muy mala muerte y los clientes… jurarían que todos estaban armados, pero tomando sus precauciones se hicieron los ingenuos. Despues de todo debían parecer un cuarteto de turistas tontos que sólo querían pasar unas vacaciones entre amigos. Por la noche, camino al hostal, a unas cuantas cuadras antes, se toparon con tres morenas de buena figura que se dedicaban a sacar dinero con el sudor de su… cuerpo.

- Oye moreno, ¿quieres probar el sabor de una caribeña?. –le dijo una al guapísimo escorpión que no le entendió.

- ¿Qué me dijo Afro?

- Te está ofreciendo sus servicios.

- ¿Qué servicios?

- Es prostituta –le susurró Afro.

Milo ya se dejaba ir como hilo de media cuando Afro lo detuvo, y les explicó a las tres guapas y atrevidas mujeres en un buen inglés…

- Gracias, pero mi amigo es Gay.

Milo no recordaba casi nada del inglés pero sí que escuchó la palabra Gay.

- ¡¿Qué?! –dijo exaltado el griego.

Las mujeres pusieron cara de desilusión, no sólo habían perdido unos dólares sino que ese moreno estaba tan rico que más que trabajar sería como pagarles por hacer algo que les gustaría mucho.

Entonces vieron a los otros tres, y ya les sonreían pero Mu, poco acostumbrado a estos encuentros, se asustó y les dijo.

- ¡We all are gays!

Afro y Aioria se paraban de pestañas, pero no objetaron nada para quitarse a las mujeres de encima.

Ya dentro de su cuarto…

- ¡¿Cómo se te ocurre Mu?! ¡Digo Koshi?

- Es Kouji, "homero".

- Como sea, está bien que Mi… Hansel es gay.

- ¡Oye!

- Pero yoooo ¡Soy un divorciado!

- Serás un muerto si Marin se entera –dijo Afrodita acomodando su cama para acostarse.

- No te metas con Marin piraña, además a ti también te llamó gay.

- A mí no me importa, es sólo una mentira, y ellas unas chicas a las que seguro no veremos de nuevo. –dijo el sueco acostándose con sólo un pantalón holgado y tapándose con la sabana.

Los dos griegos sí se preocupaban demasiado por su masculinidad, criados en una cultura tan patriarcal y machista, y sobretodo siendo ambos impulsivos y orgullosos a causa de su signo. Pero Afro y Mu no se hacían mala leche, eran más sensatos así que se lo tomaban con calma.

- Ya no se enojen amigos –les dijo Mu –mejor acuéstense ya que mañana nos tenemos que levantar temprano. Milo ya ven, nos tocó compartir la cama.

Milo se acercó en calzoncillos y ya se los quitaba cuando.

- ¡¿Qué, qué, qué, qué haces?!

- Duermo desnudo en verano Mu.

- Noooo nada de eso. Si vamos a compartir la cama, te quedas con tus calzoncillos.

- Pobre de ti Koshi.

- Kouji.

- Como sea. Cuidado con Hansel, no se vaya a sobrepasar, recuerda que es gay. –le advirtió Aioria.

- ¡Eres un-

- Ya Hansel –Mu jaló a Milo y lo metió a la cama, mientras Aioria reía y corría escaleras arriba cayéndole de golpe a su cama.

- Cuidado y te me vengas encima león. –advirtió muy serio el sueco quien ocupaba la peligrosa cama de abajo.

- jajaja Yo no estoy tan gordo como Hansel.

- ¡Yo no estoy gordo! –Mu lo volvió a meter a la cama porque ya se paraba para pelear.

- Ya Hansel, duérmete y hazte para allá que me quiero acostar. –el carnero se dirigió a la puerta.

- Me las vas a pagar gato sarnoso.

- Que mieeeedo.

- Ya cállense los dos –dijo Mu junto al apagador. –Buenas noches a todos. –y apagó la luz.

- Buenas noches Kouji. –le respondieron a coro y el carnero llegó a su cama para acostarse al lado de Milo.

Mientras tanto en la gerencia…

Un hombre corpulento de mala facha hablaba con la gerente.

- ¿Y bien Katy? ¿Qué tenemos?

- Cuatro turistas.

- ¿Tienen dinero?

- Pues traen efectivo... A pesar que les estoy cobrando de más, lo pagaron sin quejarse, son turistas, no saben nada.

- Mm… Investígalos, entra a la red de Charlie y saca información. Veremos si nos sirven de algo. ¿Tienes los datos de sus ID?

- ¡Claro primo, conozco mi negocio! Mañana sabremos qué tanto les podemos sacar. Quizá hasta salga para pedir un rescate.

Lamentablemente la situación en Barbados estaba tan mal que algunos sobrevivientes se habían visto obligados a dedicarse al crimen organizado para sobrevivir, aunque otros lo hacían por herencia.

- Bien mañana volveré por la noche.

El hombre salió y afuera había otros dos morenos fornidos y muy mal encarados, con tatuajes y cicatrices, que lo esperaban dentro del auto. Este arrancó y se fueron del lugar. Al parecer querían robar a los turistas, pero no se imaginaban con quién se metían.


A la mañana siguiente muy temprano tocaron a la puerta para ofrecer el desayuno, pero muy despacito, no es que fuera servicio de primera, sino que la gerente pensaba asegurarse algo más que cobrarles, un desayuno delicioso pero modesto que pensaba cobrar como desayuno continental. Además quería entrar para averiguar cosas.

La joven al no recibir respuesta entró escudada en su carrito de comida.

- Buenos días caballeros –dijo en voz muy bajita, sin intenciones reales de despertarlos –El desayuno está listo.

Al abrir la puerta se topó con que todos dormían aún. Suspiró tranquila. Milo estaba apenas tapado con las sabanas, parecía a simple vista desnudo, estaba muy abrazado a Mu y además le tenía una pierna encima. El de cabellos lilas dormía bocarriba muy modosito pero al parecer se dejaba abrazar.

- Así que… la información es cierta. –se dijo la joven en un susurro.

La noche anterior se había dormido tarde investigando en una red ilegal que se dedicaba a recabar datos y había descubierto muchas cosas sobre los turistas….

Hansel, el alemán, era gay y plomero, no había mucho que sacarle. El asiático, era un japonés, casado y con dos hijas, programador, pero en Japón había tantos programadores que era casi como ser estilista, y la vida en Japón era cara… y al parecer ella acababa de descubrir que aparte de esposa tenía que sacar dinero para su amante Hansel…. tampoco le serviría de mucho. Volteó a la otra litera y notó al rubio arriba. Un griego, divorciado y albañil, mal hombre de seguro y con un chiquillo que mantener. Caso perdido.

Luego miró en la cama de abajo y sonrió ampliamente.

Robeeeertooo… Stripper internacional, actor porno, con buen billete, seguro era él el que venía pagando los gastos de sus jodidos y pobretones amigos. Él sí era altamente secuestrable. Además los títulos de sus películas sugerían que podía con más de una a la vez. Tenía potencia.

¿Hace cuánto que ella no encontraba quien le diera cuerda? Todos la dejaban a medias.

"Cuando te secuestremos lindo, le pediré permiso a mi primo para agasajarme contigo un rato. ¿Cuánto estará dispuesta su productora a pagar por el rescate de su Stripper principal? Seguro que unos millones sí sacamos. ¡Al fin voy a poder remodelar este cuchitril!" –pensó emocionada.

Como ninguno se había despertado con su traicionera entrada, volvió a llamarlos esta vez en voz alta para entregar el desayuno.

- Buenos días caballeros, aquí está el desayuno.

Los chicos finalmente despertaron algo aturdidos.

- ¿Qué… quién? –dijo Aioria en griego frotando sus ojos.

- Buenos días, el desayuno –volvió a repetir.

- Señorita –Afro apenas si veía claro y en inglés le dijo -¿Puede saberse por qué entra sin tocar?

- Toqué caballero, y mucho, pero nadie abría, pensé que se habían marchado. Les traje el desayuno.

- Oh… gracias… –dijo Mu en un bostezo. –No sabía que incluía el desayuno.

- No lo incluye señor, pero aquí lo traigo –dijo la joven que siempre sonreía.

- Mi-Hansel, despierta. Trajeron el desayuno. –le dijo en inglés porque no sonaría normal hablarle en griego a un alemán. Aunque sabía que Milo no le iba a entender.

Milo balbuceó algo en griego pero como no se le entendía, la joven asumió que seguro lo que dijo había sido en alemán. Milo se giró y se abrazó a una almohada. Mientras Mu se sentaba en la cama.

Afro también se había sentado y se tallaba los ojos para ver mejor y cuando al fin los abrió se encontró con la morena de radiante sonrisa sentada a su lado y demasiado cerca.

- Señor Roberto, aquí está su desayuno.-le dijo muy coqueta e insinuante.

- G-gracias. –Afro se movió de un saltito a un lado, pero la chica saltó igual y se le sentó cerca de nuevo.

- ¿Necesita otra cosita? –dijo acercando mucho su rostro al sueco quien se hizo para atrás.

- N-no. Gracias.

- Bueno. Lo que se le ofrezca… pero lo que se le ofrezca. –la joven se levantó de la cama, muy sensual, de forma que su trasero luciera en todo su esplendor a ojos del sueco, y muy cadenciosamente caminó a la salida y se retiró.

- Le gustas piscis –dijo Aioria desde arriba.

- Así… parece… Bueno a desayunar.

- Hansel ya levántate –dijo Mu sacudiendo a Milo.

- No… -dijo con los ojos entreabiertos –Patriarca Shion, cinco minutos…

- ¡No soy Shion!

- Pues pareces Mu jajaja –Aioria bajaba de su cama y se sentaba junto a Afro para tomar un plato.-¿Seguro que no son parientes? Se rumora que es tu papá. –Mu lo vio con cara de pocos amigos y Aioria se rio y le dijo –Ya, no te enojes, sólo jugaba.

- Pues no con eso, el maestro Shion es el Patriarca y se merece todo nuestro respeto, además fue mi maestro. Luego saldrás conque Kiki es mi hijo. –dijo muy ofendido.

- Pues…

- ¡Aioria!

- Kouji por favor baja la voz –le dijo el sueco. –Y tu Homero ponte en paz.

- ¿Chicos seguros que es necesario llamarnos así cuando estamos a solas? Hablamos en griego nadie nos entiende.

- El punto de llamarnos así es lo que acaba de pasar Homero, a Kouji se le salió tu nombre. Si no nos acostumbramos bien, vamos a meter la pata en algún momento.

Mu bajó la mirada y pidió perdón –Afro tiene razón, lo siento se me salió, y es por eso que Afro-

- Kouji…

- Perdón, se me salió otra vez. Es que son años llamándonos así…. Pero como te decía, por eso Roberto, sugirió que aún a solas nos llamemos por estos nombres para acostumbrarnos.

- Bueno, está bien. Aunque Homero no es un nombre que me agrade… Y Hansel ¿no despierta?

- Échale agua -sugirió Afro.

- Hansel –lo volvió a llamar Mu pero como no le hacía caso se paró y le arrebató la almohada que apretaba con mucho cariño.

- ¡Hey! ¿qué… quién… dónde?

- ¡Ya despiértate!

- Yaaaww –luego de un gran bostezo, Milo respondió amodorrado– Muuu… ¿por qué me levantas así?

- ¡Kouji! –lo sermonearon los tres.

- ¿Y… ese quién es?

- Ay Hansel, de verdad que eres el que más me preocupa.

- Afro pero no- el sueco le lanzó una almohada a la cara que lo tiró sobre la cama cuando ya se incorporaba.

- Roberto, pendejo, aquí me llamo Roberto.

- Hey hoy todos amanecieron contra mí.

- Mejor levántate y desayuda –lo invitó Mu.

Milo al ver comida caliente y con buena pinta se sentó al lado de Mu de inmediato.

- ¿Comida a la habitación? –preguntó emocionado tomando el ultimo plato.

- Sí.

- ¡¿Gratis?!

- No –dijeron los tres.

- ¡Nos están robando!

- Ya cállate y come.

Luego del desayuno que costó $20.00 dólares para cada uno, se vistieron y salieron a inspeccionar el lugar, hoy comenzaban con su misión. Aunque debían pasar por turistas, ya iban en plan de averiguación.

Los pobladores de la isla no se mostraban muy amables, la tensión económica y la tensión por las desapariciones tenían a la gente muy desconfiada. Algo palpable en su actitud.

- Mm no veo cómo vamos a investigar –dijo Milo decepcionado viendo la actitud de la gente.

- Hay que saber cómo acercarse. Por ejemplo, ¿ves ese puestesucho de allá? –respondió el sueco.

- Sí.

- Si nos acercamos a comprar algo ¿crees que esa mujer se aleje?

- Pero no nos dirá mucho Afro.

- Que no me digas así.

- Ok, pero repito sólo accederá a vendernos algo.

- Incluso si no dijera nada, veremos su actitud, si hay miedo en su mirada, su forma de actuar nos dirá bastante.

Los cuatro se acercaron al lugar que vendía recuerdos, colgantes de conchas, camisetas, algunas artesanías y baratijas para turistas.

La mujer regordeta y de piel morena, con cara de pocos amigos vio a los turistas acercarse y a pesar de su desconfianza no le quedó más que sonreír. Tenía una nieta que mantener.

- Buenos días -Saludó Afro en inglés.

- Bienvenidos –a pesar de la bienvenida, el tono parecía decir "márchense".

Los jóvenes miraron con interés de turista lo que estaba sobre la mesa de afuera pero luego Afrodita preguntó.

- ¿Podemos pasar a ver?

- Sí, pase señor.

Mientras, Aioria y Milo se quedaban a ver las cosas de la mesa, los colguijes del techo y las camisetas colgadas en las dos puertas, entreteniendo a la anciana.

Dentro, el puesto estaba bastante sombrío, pero la brillante luz del sol que se colaba desde fuera les permitía ver lo suficiente.

Afro y Mu escudriñaban todo. Afro descubrió algo y le comentó a su compañero en griego y voz muy baja.

- Mira Ko, mira las ventanas.

Mu miró las ventanas interiores, estaban clavadas y no parecía por culpa del huracán. Esto parecía hecho con la intención de que no pudieran ser abiertas, o algo no pudiera entrar… y además ambos caballeros notaron que en cada ventana había colocadas mitades de cocos con unos guijarros con extraños símbolos pintados.

- Parece algún… amuleto.

- Sí ko. Perece que no quieren que algo entre por aquí. –Afro echó una mirada hacia atrás para cerciorarse que la anciana no lo viera y tomó un guijarro –Este símbolo… me parece conocido. Lo vi en algún libro de símbolos mágicos… si mal no recuerdo protege contra los espíritus malignos.

- Eso no está a la venta. –les dijo una vocecita en inglés.

Al voltear se encontraron con una pequeña de unos cinco años escondida tras el marco de una puerta que en lugar de puerta sólo contaba con una cortina vieja.

- Hola pequeña –Mu se hincó a su lado y la niña se escondió un poco más –no te asustes ¿cómo te llamas?

- Charlotte –respondió con timidez aferrada al marco.

Afrodita también se hincó a su lado y la saludó, la pequeña asintió y Afro aprovechó para preguntarle.

- ¿Qué hace una niña tan bonita como tú aquí adentro? El sol está en su apogeo y la mar hermosa ¿por qué no estás afuera jugando con tus amigos?

- No tengo amigos.

- ¿Por qué?

- Mamá grande no me deja salir.

- ¿Ah, no? ¿Por qué?

- Dice que me llevará el nyamnigh.

- ¿El ñami?...

- Nyamnigh –lo corrigió la niña.

- ¿Y él quién es? -le preguntó el lemuriano con una sonrisa.

- El que se come a los niños.

- ¿Se come a los niños?

- Sí… y también se comió a mi mamá.

- ¿Se comió a tu madre? –le preguntó el sueco con autentico interés.

- Sí.

- ¿Cómo?

- De noche vinieron los gatos grandes y mamá salió a espantarlos…

- ¿Los gatos grandes?

- Sí, los nyamnigh.

- ¿Son gatos? ¿Los has visto?

- Nunca los he visto pero… ¡Arañan las paredes como gatos grandes! –dijo gesticulando con sus manos y una carita de enojo –Mamá es muy valiente, y salió con un palo para espantarlos.

- ¿Y espantó a los gatos?

- No, los gatos se la llevaron.

- ¿Hace cuánto?

- Dos meses.

- Señores –la anciana a su espalda los sorprendió y los llamó con voz severa. –No molesten a la pequeña, ella es mi nieta y una niña, si quieren comprar algo trátenlo conmigo. Charlotte entra.

La niña salió corriendo pasillo adentro y ambos caballeros se pusieron de pie.

- No era nuestra intención molestar. Sólo platicábamos con la pequeña.

- Es una niña, no tiene mucha plática que hacer. Y díganme ya, ¿hay algo que les guste?

- Al parecer a nuestros amigos sí. –dijo Mu apuntando a Milo y Aioria que se probaban por encima unas camisetas.

- A mí me gustaría comprar un coco de estos, sería un bonito adorno para la mesa –dijo Afrodita tomando un coco de la ventana pero la vieja se lo arrebató de forma agresiva.

- ¡No lo toque! ¡Esto no está a la venta!

- Disculpe, no lo sabía.

La mujer corrió a colocar el coco en la ventana y tomó de la mesa cercana una ostra pulida que tenía incrustado un cofrecito dorado de plástico, del cual salían collares, perlitas, monedas y lingotes de oro, como si fuera un tesoro pirata.

- Si quiere algo para adornar su mesa llévese esto. –dijo poniéndole la ostra en las manos.

Afro sólo asintió y luego miró a Mu. Ambos intercambiaron miradas y volvieron su vista hacia la anciana que se dirigía a Milo y Aioria.

- ¿Quieren esas camisetas caballeros?

Milo y Aioria asintieron y Milo iba a pagar cuando Aioria preguntó en inglés.

- Señora… los rumores de la isla… las cosas de internet y eso, ¿son realidad?

Antes que la mujer contestara Afrodita interrumpió.

- Claro que no son verdad, son sólo tonterías para turistas.

- Mejor no hable de lo que no conozca. ¿Cree que sabe mucho? –le dijo molesta.

- No me dirá que son verdad señora.

- ¿Qué tal si le digo que sí?

- Perdóneme pero me temo que no podría creerlo… ¿Creaturas sobrenaturales que secuestran gente? Eso suena a una mala película de ciencia ficción.

- Ustedes los foráneos, creen mucho en su tecnología y poco saben del mundo en donde viven. La Tierra siempre ha tenido sus secretos y no importa si los humanos lo creen o no. Si siguen con esa actitud de sabelotodos no creo que salgan de aquí.

- Señora si está tratando de asustarnos, no lo va a lograr. –replicó Afro fingiendo escepticismo.

- Usted es un incrédulo ¿no?.

- Soy una persona objetiva, y no me asustan los cuentos de fantasmas.

- Si tan valiente se cree por qué no va al extremo norte de la isla, al Atracadero del Diablo y veremos qué opina después jovencito.

- Tal vez lo haga. –dijo como no dándole importancia –Pero por ahora díganos cuánto es.

- Son 25 dólares de cada camiseta, 35 de su ostra, y 14 de la botella de agua que tomó su amigo. Así que son 99 dólares.

Los chicos sonrieron, aunque por dentro querían gritar "¡Nos están robando!". Pero no dijeron nada y pagaron con aparente buena gana.

- ¿Me puede dar un recibo?

- Nadie aquí da recibos.

- ¿Una nota?

- Ni notas ni recibos ni ninguna otra clase de papel. Y no tengo cambio, si quieren llévense esto –les dio un paquete de chicles.

Los jóvenes lo tomaron y se retiraron.

Mientras caminaban por la playa…

- ¡Vaya misioncita! Estamos en una pocilga, no tengo cama propia, nos roban cada cinco minutos y además la gente no es amable.

- Hans ya te lo dijo Robert, es una misión, no vacaciones. Adema él y yo descubrimos algo interesante.

- ¿De verdad?

- Sí.

- Con razón hasta ahora en ningún lugar nos dan recibos –venía diciendo Afro ensimismado, preocupado por explicarle a Athena en qué se habían gastado las cosas –en el bar dijeron que se les habían acabado. Pero resulta que no nos lo dieron porque no querían. ¿Cómo le vamos a comprobar gastos a Athena si ni siquiera contamos con el estado de cuenta de las tarjetas?. Sólo le van a aparecer los grandes retiros que hicimos.

- El maestro Shion va a pensar que nos lo gastamos en tonterías. –secundó Aioria.

- Ya veremos qué decir. –les dijo Milo más relajado –Pero cuéntenos ¿qué descubrieron el hombresuelo y tú Kojito?

- ¡Mira tú-

- Tranquilo Ro, no le hagas caso. Mejor déjenme contarles –les decía Mu –lo que Roberto y yo descubrimos fue que las ventanas de esa casa estaban atrancadas y con amuletos mágicos de protección, como si no quisieran que algo pudiera entrar por ahí. Además había una niña. La pequeña nos dijo que su madre había sido devorada por el nyamnigh.

- ¿El qué? –peguntó Aioria.

- Nyamnigh –respondió Afrodita. –Al parecer así le dicen los nativos a lo que sea que este atacando el lugar, el apelativo parece proceder del bajan.

- ¿Bajan?

- Es un dialecto local.

- Ya veo, pero ¿No estaría jugando la niña?

- No Hans… la niña de verdad estaba asustada. –afirmó Mu bastante conocedor de los niños.

- Entonces eso explica el símbolo.

- ¿Cual símbolo Hans?

- Cuando yo descolgué la camiseta que compré de la puerta, descubrí que esta tenía la mitad de un símbolo pintado, lo llegué a ver en alguno de los libros que lee Camus, por eso sé que era sólo la mitad, seguro la otra mitad estaba en la otra puerta. Es un símbolo mágico contra el mal.

- Bien. Al parecer –dijo el sueco –sí hay algo a lo que los nativos temen. La anciana me retó a ir a lado norte de la isla, al atracadero del diablo, ese nombre ya dice bastante.

- ¿Vamos?

- Aún no. Será mejor investigar un poco más.

Caminaban por las calles y se dieron cuenta que casi no había restaurantes, ni bares, tiendas de suvenires, ni nada que pareciera turístico. Hasta ahora sólo habían visto la tienda de la anciana. En cuanto a bares sólo los dos de anoche y hasta ahora ningún otro por las cercanías. No había comercios. Y la gente del lugar no se veía amistosa. Así que decidieron patrullar las playas y los lugares naturales desiertos, si se trataba de un ser sobrenatural, seguro no atacaría de día en la ciudad, o lo que quedaba de ella. Si querían encontrarse con algo debían ir a zonas apartadas.

Ese día no corrieron con suerte. Por la tarde comieron en una casa donde una mujer salió a ofrecerles por unos dólares el comer en su casa parte de su comida. La pobre mujer se veía con mucha necesidad, parecía honesta pero desesperada, los chicos notaron que la cazuela de comida quedó totalmente vacía con sólo el plato que les sirvió a cada uno. Así que Aioria le dio a la mujer mucho más del dinero que les iba a cobrar, el cual la mujer recibió con mucha gratitud y lágrimas en los ojos.

La sociedad vivía entre el miedo y la pobreza.

Para el anochecer no hubo más opción para cenar que volver al hostal a comer algo, pues de noche, descubrieron que la isla se quedaba desierta, como si los pobladores temieran a la oscuridad, todos se encerraban a piedra y lodo en sus casas. Solo habían visto de camino los dos bares de la otra vez abiertos, y que seguro abrían por necesidad, porque los hombres nativos sí iban a beber algo, pero siendo honestos ninguno de los clientes que habían visto ahí parecían gente decente.

Al entrar al hostal la gerente los recibió con su habitual y enorme sonrisa.

- Buenas noches señorita Katy.

- Buenas noches caballeros ¿se divirtieron hoy?

- Sí…

- Traen bolsas, ¿compraron cosas? –dijo notando la única y patética bolsita que llevaban en las manos -Si quieren comprar cosas conozco dónde pueden.

- Sólo encontramos un puesto de una anciana.

- ¿Justo junto a la playa?

- Sí

- Amelie, es una anciana agria y no tiene cosas bonitas. Suban por la calle de al lado, siete cuadras arriba, y luego dos a la derecha y una a la izquierda, ahí hay más comercio. Antes el comercio estaba en la periferia cerca de la costa, pero muchos se cambiaron al centro de la ciudad. Yo puedo llevarlos.

- Gracias, quizá pidamos tu ayuda mañana, por ahora tenemos hambre, ¿tendrás algo de cenar?.

- Claro caballero, en seguida preparo una sopa de pescado. Se coce rápido. Yo las llevo a su habitación.

Los jóvenes asintieron y fueron a descansar mientas esperaban la sopa. Luego de un rato la joven apareció con su carrito y los cuatro platos y los dejó en la habitación de los jóvenes. Cuando terminaron fue a recoger y les pasó la cuenta. Treinta dólares por cada plato, sin incluir el agua de Jamaica.

Los jóvenes se acomodaron para dormir y mientras ellos ya descansaban, pasada la media noche el hombre mal encarado de la otra vez volvió y su prima comenzó a comentar con él la información obtenida.

- Bueno… Los otros tres son basura –le dijo el moreno a Katy–pero el actor porno tiene suficiente dinero para pagar por su rescate. Lo amenazaré con cortarle el pene si no paga, siendo su herramienta de trabajo no querrá perderlo. Además ¡¿A qué hombre le gustaría perder su pene?! Jajajajaja

- Oye no, yo quiero disfrutar de eso.

- ¿Eh? ¿Quieres violarlo o algo así? Jajajaja.

- Si se puede sí, ¿no le negarás eso a tu prima verdad? ¡Mira que yo te los conseguí!

- Ok si quieres te dejó disfrutar del puertorriqueño, pero primero hay que planear el secuestro. Oye ¿cómo se lleva con sus amigos?

- Por lo que he visto bien.

- ¿Crees que pagaría por sus vidas?

- ¿Los vas a secuestrar también?

- Sé que son unos muertos de hambre pero si los quiere mucho seguro pagará un buen rescate por ellos. Mira, los secuestramos a los cuatro, cuando él pague lo liberamos, pero nos quedamos con sus amigos, y lo obligamos a pagar una fuerte suma por cada uno. Generalmente uno no abandona a sus amigos, menos si tienes tanto dinero como él. El porno sí deja. ¡A mí me hubiera encantado ser un actor porno! –dijo con acritud, como había soñado con eso desde su infancia.

- Si no fuera por tu pene tan pequeño.

- ¡No es pequeño! Sólo… sólo que los productores porno piden cosas imposibles. –dijo cruzándose de brazos.

- Sí, lo que tú digas. Entonces ¿vas por los cuatro?

- Sí, pero dejemos que se confíen, gánate su confianza, vuélvete su guía de turistas.

- En eso estoy, ya les ofrecí llevarlos a una zona donde puedan comprar más cosas. Los llevaré a pasear por lugares decentes en estos días y cuando estén más confiados los llevaré a donde tú ya sabes.

- Ahí los estaré esperando con mis hombres.

- Bien ahora vete, no vayan a salir por algo y te vean aquí. Tú tienes una cara que asustaría al diablo, y no quiero que me vean teniendo trato contigo.

- Bah…

El hombre salió y se fue en su auto. Iba feliz, habían pescado un pez gordo.


A la mañana siguiente…

Mu soñaba con Jamir, con la belleza de los Himalayas, con la tranquilidad de aquellas tierras, soñaba con su juventud, cuando autoexiliado del Santuario se había dedicado a su joven alumno Kiki. Soñaba que corría entre los jaks y la nieve, jugando con Kiki. Este salió corriendo de nuevo y Mu ya se lanzaba tras él cuando un Jak con cara de espanto le habló.

- ¡Auudaaaa!

- ¡¿Eh?!

- ¡Jaenme e aiiiii!

Mu no cabía en su asombró, ¡un Jak le estaba hablando! no hablaba muy claro ¡pero hablaba!

- ¡E asfissioooo!

En ese momento Mu despertó.

- Pero que sueño más extraño…

- ¡Ato ulgoso espierta! –Mu escuchó una voz ahogada y al voltear con la luz del sol que se filtraba por su ventana vio a Aioria dormido en la cama de al lado, pero su cama se zarandeaba.

Mu se frotó los ojos, se iba despertando, pero entonces su cerebro hizo click ¡¿Qué hacia Aioria en la cama de abajo?!

- ¡Aioria, despierta! ¡Estás asfixiando a Afro!

- ¿Qué?... ¿Quién?...

- ¡Que te quites! -Dijo sacándolo de la cama de un tirón que lo lanzó sobre Milo, cayéndole una de las rodillas del león encima de… una zona delicada, cosa que despertó al escorpión de… golpe.

En ese momento Afro lanzó la cama que lo aplastaba contra la pared.

- ¡Aaaah! –el sueco agarró tanto aire como pudo.

Hacía sólo unos segundos, el sueco se iba despertando y se estiraba como gato, cuando Aioria loco para dormir dio un giro brusco sobre su cama y está tan vieja y maltratada como la otra, se terminó rompiendo y con todo y colchón fue a caer sobre Afrodita.

- ¿Afro estás bien? –preguntó Mu preocupado.

- Creo… -dijo inhalando fuerte -¡Muebles de porquería!

- Milo… -decía Aioria preocupado también, mientras veía a su amigo retorcerse hecho un ovillo. –No fue mi intención… Fue culpa de Mu…

En ese momento el celular que fungía de despertador comenzó a sonar y toda la escena se volvió un poema.

I heard there was a secret chore

That David played and it pleased the lord

But you don't really care for music do you

Aioria le había caído con todo el peso de su cuerpo y la fuerza del tirón de Mu, si Milo no fuera un caballero dorado, seguro que se despierta con un par de "huevos estrellados"…

Well it goes like this

The fourth the fifth

The minor fall the mayor lift

The baffled king composing Hallelujah

Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah

Milo veía todas las estrellas pero estaba seguro que ninguna era de su constelación. Aunque algo le decía que le habían pegado justo en "Antares"

- Me muero… -dijo en un hilo de voz.

- ¿Milo?... –Aioria estaba apenadísimo y por la cara de Milo pensó que quizá podía morir.

- ¿Y a este que le pasó? –preguntó Afrodita sobando su cara.

- No sé. ¿Aioria?

- Creo… que le pegué en sus estrellas vitales…

- ¿¡Sus estrellas vitales?! –preguntó Mu muy preocupado, pero cuando Aioria señalo a las… pelotas de Milo, Mu se relajó.

- Veo la luz –dijo Milo estirando su mano como queriendo tocarla.

- ¡No vayas hacia la luz! –le rogó Aioria muy preocupado.

- Par de dramáticos… son tal para cual –le dijo Afro a Mu- Hey, ya déjense de tonterías. Y tú gato torpe, casi me asfixias. Me desbarataba zarandeándote el colchón pero ni siquiera respondías, si fuera mal pensado, creería que me querías matar.

- Ganas no me faltan –masculló.

- ¿Qué? –preguntó el sueco sobando su cabeza.

- Nada.

- Milo, baja del firmamento y en cuanto dejes de ver estrellado te levantas, voy a ir a pedir el desayuno para los cuatro.

El sueco se levantó, se puso un pantalón y una camisa de manga larga holgada y fresca, calzó sus zapatos y se fue a la recepción.

- ¡Mu ten más cuidado, mira lo que me hiciste hacerle a Milo!

- ¡Tu cama le cayó encima a Afrodita y lo estabas ahogando! ¡Tenía que ayudarlo!

- Tampoco es que se hubiera perdido la gran cosa…

- Aioria guárdate tus comentarios, sobre todo frente a Afrodita, estamos en misión y no quiero peleas innecesarias. –advirtió Mu aprovechando que Afro no estaba.

- Hielo… -pidió Milo con una sombra morada en la frente.

- ¿Quieres que le llame a Camus? –preguntó Aioria dispuesto a ayudar con celular en mano.

- No… tonto… quiero un poco de hielo… para bajar la inflamación –le aclaró en un pujido.

- ¡Ya voy amigo! -Aioria se puso un pantalón y también salió corriendo descalzo hacia la recepción.

- Ay Athena… que lio con este par… -se dijo Mu viendo a Milo en su momento de angustia.- Ojala a mí nunca me toque ser Patriarca… Menos si la siguiente generación sale peor que esta…

Afro ya estaba diciéndole a Katy lo que querían cuando Aioria llegó corriendo a pedir hielo, la joven fue rápida en traer su pedido envuelto en una franela y este volvió corriendo a la habitación, dejando a Afrodita sólo con la chica.

- Katy, también le informo que se rompió la otra litera.

- ¿Quieren otro cuarto caballero?

- No, nos quedamos en el mismo, sólo le informo, y espero que no planee cobrarnos ese peligro de cama, porque me cayó encima a mí.

- ¡Dios mío! –la muchacha salió del mostrador y rodeó a Afro deleitándose con su bien formado trasero y luego el paquete del frente -¿Está herido? –sin dejarlo contestar le levantó la camisa para verificar… heridas. Que lavadero…

- NO –dijo Afro bajando su camisa.

- Necesita… una sobadita –la joven se le acercó tanto que lo asustó.

- N-no… estoy…. Bien…

- ¿Seguro? –dijo asediándolo y pegándose más y más –soy buena con los masajes, le puedo dar uno ahora mismo, en mi habitación…. Digo como se rompió su cama. Mi cama es más grande.

- No, yo estoy bien, sólo… -dijo retrocediendo cada vez más –sólo nos lleva el desayuno por-¡por favor! –el sueco se fue de vuelta a su habitación corriendo. No es que fuera un santo pero la chica era demasiado directa, y él prefería cortejar que ser asediado.

- ¡Jum!... No suelta prenda… Sí ya me lo decía Ronda, estos no te dan nada gratis. Pero ya verás si no accedes a darme lo que quiero cuando mi primo te secuestre.

Un rato despues Milo había vuelto al mundo de los vivos, y Katy entraba con el desayuno. Despues de desayunar, los chicos estaban listos para salir y Katy quien no tenía más clientes en su hostal cerró y los llevó a la zona comercial más… "turística" si se podía llamar así, los puestesuchos eran pocos y no ofrecían nada extravagante pero los cuatro caballeros fingieron interesarse por las cosas.

Y mientras ellos se entretenían mirando, las amigas de Katy se acercaban a saludarla y preguntar por esos guaperrimos turistas.

Luego de recorrer la supuesta zona comercial, que era una desgracia, los chicos se despidieron de Katy y continuaron recorriendo las calles de la devastada isla.

No había mucha gente a la vista y la mayoría de casas estaban destruidas y abandonadas. Caminaron hasta dar sin querer con la que una vez fuera la zona hotelera la cual tenía calles pavimentadas con concreto hidráulico, algunas lámparas adornadas aun en pie que alguna vez fueron un bonito alumbrado público. En fin esta zona era evidentemente más lujosa que el resto de lo que habían visto. A pesar del abandono en que se encontraba, parecía haber tenido un gran esplendor en sus mejores días.

Pero ahora los jardines de los hoteles eran sólo zonas llenas de maleza bastante descuidadas, y el lugar estaba en aparente soledad.

- Un buen lugar para que los bichos esos se escondan. –aseguró Milo.

- ¿Entramos a investigar? –sugirió Aioria.

- Sí. ¿Vienen chicos?

- Creo que kojito y yo iremos a revisar en los otros hoteles, si nos dividimos abarcamos más.

- De acuerdo.

Cada par tomó su camino y comenzaron a investigar.

- ¡Es como una exploración urbana! ¡No Homero?

- ¡Sí Hans, será divertido!

Los dos ingresaron en territorio del hotel y comenzaron a explorar.

Mientras Mu y Afro caminaban calle arriba.

- ¿Sabes? es agradable.

- ¿Qué Mu?

Aries no lo corrigió porque supuso que Afro lo había hecho consiente de que estaban muy solos ahí –Esto, convivir un poco más. En el santuario casi no hay tiempo, al menos no de convivir de esta manera. Y Piscis y Aries están de polo a polo… Siempre quise poder conocerte un poco más y saber más de tus razones… nunca me gustó juzgar sin conocer…

- Oh, ya veo… Tú tampoco me has caído mal jamás. Sólo que las circunstancias de la vida hicieron que termináramos en lados opuestos y nos tuviéramos que enfrentar en más de una ocasión…. Una disculpa por eso.

- Tranquilo, entiendo perfectamente lo que pasó en la guerra contra Hades. Todo fue una puesta en escena en la que todos estábamos de acuerdo. Sería un hipócrita si sólo le hablara a mi maestro y a Camus, y a los demás los hiciera a un lado por esa razón. Pero hay cosas que no comprendí en la batalla de las doce casas. Me gustaría que pudiéramos hablarlo un día.

- Creo que me… me gusta la idea–le dijo con una sonrisa pero se borró en breve para dar paso a una expresión de agobio –La verdad es que, me gustaría poder hablarlo con todos… pero no creo que estén interesados... –dijo suspirando con tristeza –Apenas si Angello, Saga y Camus conocen mis razones. Con Camus tuve tiempo de hablarlo hace poco, cuando volvimos a la vida. Es bueno tenerlo de vecino, sabe escuchar… Pero, sé que hay algunos que tienen sus recelos conmigo… Como Aioria, sé que se está portando a la altura porque no quiere interferir en la misión. Pero no soy precisamente de su agrado…

- No creo que Aioria te odie. –dijo tratando de darle ánimos. Aioria podía ser terco y arrebatado pero era noble.

- Je… para él… soy uno de los mayores traidores del santuario, y aunque está superando sus rencores con Saga, e incluso ha comprendido el infierno que Saga vivió… Creo que no me entiende a mí, y para serte honesto no guardo ninguna esperanza que algún día lo haga. Yo estuve del lado del asesino de su hermano y no fui fiel a Athena, al menos no en la forma en que se espera de uno de nosotros… No quiero excusarme, sólo digo, que tuve mis razones para actuar como lo hice**. –dijo el sueco con determinación.

Mu puso una mano es su hombro y ambos detuvieron su camino, mientras Mu le miraba de forma comprensiva –Me gustaría, conocer esas razones. Ojalá… ojalá algún día te sientas en confianza de platicar conmigo.

- Me gustaría –dijo sonriéndole con gentileza y melancolía, algo que el de Aries no había visto.

Mu lo recordaba con esa coqueta sonrisa altanera o cruel, que parecía decirle al mundo que nada le importaba, pero esta sonrisa y esta mirada triste, le comprobaban a Mu que el caballero de piscis sí tenía lo que muchos decían le hacía falta: un alma.

- Afro, el pasado quedó atrás, y ahora, todos tenemos una nueva oportunidad, todos. Si queremos que funcione, creo que debemos aprender a escuchar, a perdonar y olvidar. Yo estoy dispuesto a hacerlo. Puede que Saga haya matado a mi maestro Shion pero, ahora Shion está de vuelta, y además Saga no era él mismo cuando lo hizo. ¿Cuál sería el caso de seguir odiando?. No creo que debamos guardar rencores ahora que muchos errores del pasado se han corregido.

- Pero algunas heridas no se olvidan. Y Aioria parece tener una buena memoria, es Leo despues de todo. No sabré mucho de astrología pero… Me temo que podría guardar muchos rencores a causa de su infancia.

- Tú no mataste a Aioros. Además salvaste su vida cuando era un adolecente impulsivo, corrió al encuentro de Lithos desobedeciendo las órdenes del patriarca, pero en lugar de dejarlo a su suerte por imprudente, desobedeciste tus propias órdenes de crear una procesión fúnebre de rosas que hubiera podido matarlo y fuiste en su ayuda. Te enfrentaste a los gigantes dejando tu puesto para salvar a un imprudente y sanaste sus heridas. En batalla las reglas son muy claras… -dijo el carnero con seriedad -Cuando tenemos órdenes y el santuario está bajo ataque, podemos darnos el "lujo" de abandonar a su suerte a un compañero imprudente que comprometa la seguridad del recinto, pero a pesar de todo tomaste la decisión correcta. Además fuiste de los pocos que nunca le echó en cara ser el hermano de un "traidor".

- Pero estuve del lado del asesino. Y no creo que se acuerde de la batalla contra los gigantes, al menos no de lo que yo haya hecho. Además Mu, no lo salvé para que me lo agradeciera, sólo lo hice porque era lo correcto. Aioria era demasiado joven y aún inexperto en batalla… -dijo el sueco recordando con melancolía aquellos tiempos -¿cómo se suponía que lo dejara solo?

- Y por eso mismo Aioria debería repensar las cosas, su inexperiencia e impulsividad le hubieran costado la vida de no ser por ti. Más que como un compañero, actuaste como un hermano mayor y esa es la verdad. Como caballero no tenías obligación de ir por él. Escucha, lo conozco, puede que sea impulsivo y tenga sus rencores, y también es cierto que es el más peleonero de todos, primero pega y luego pregunta, hasta conmigo se llegó a pelar… pero –dijo sonriendo –tiene el corazón de un león, tiene nobleza. Estoy seguro que por muy terco que sea, si hablan podrán llegar a entenderse.

- Ah… me gustaría tener ese optimismo tuyo al respecto.

- Pues… si no confías en que escuchará, habla conmigo, yo prometo escuchar. Puede que hayamos peleado en el pasado pero fue porque como lo has dicho las circunstancias nos enfrentaron.

-Mu, yo de verdad… Espero, que podamos dejar eso atrás, y comenzar de nuevo. –dijo Afro.

Estaba muy cansado del pasado, y como buen piscis, aunque no lo admitiera debido a su personalidad, deseaba una familia, su maestro y los dorados habían sido su única familia y en el fondo, le dolía pensar en que lo rechazaban. Sabía que quizá Mu tenía razones para estar receloso de él también, pero la respuesta sincera del carnero lo animó.

- Yo estoy en la mejor disposición. Cuando te di la mano frente al muro de los lamentos lo hice de corazón. Puede que no hayamos tenido la oportunidad de ser muy cercanos los últimos años, pero, a mí también me gustaría que los dorados fuéramos como hermanos, como siempre quiso mi maestro. Cómo siempre quiso Aioros cuando éramos niños.

- A mí también… -dijo Afrodita casi en un hilo de voz y Mu sonrió, la astrología era una cosa pero la personalidad otra. Afrodita era un hombre orgulloso y enigmático así que seguro le costaba admitir que deseaba ser de nuevo parte de esa docena de hermanos, pero como cualquier piscis por naturaleza, anhelaba una familia.

- Cuando volvamos al santuario por favor, baja a Aries, te invitaré un buen té tibetano. Sé que te gustan los tés. Puede que no sea tan buen botánico como tú, pero me esforzaré por hacer el mejor.

- Eso me gustaría mucho… Gracias, de verdad.

- No hay de qué. ¿Sabes? –dijo mirando al cielo con una sonrisa -Creo que tú y yo podemos llevarnos muy bien.

- Eso creo también.

Ambos se regalaron una sonrisa cálida y voltearon al edificio que tenían al lado.

- ¿Entramos a este? –dijo Mu viendo ese hotel muy grande y abandonado.

- Sí, parece que podríamos encontrar algo.

Despues de una hora los jóvenes se reunieron de nuevo…

- ¿Encontraron algo? –les preguntaron Aioria y Milo.

- Nada. ¿Y ustedes? –preguntó Mu.

- Sólo dos pares de ladronzuelos que intentaron robarnos, pero ahora están inconscientes y listos para ser encarcelados. –respondió el León.

- Al parecer es un lugar peligroso, creo que hasta ahora la gente debe cuidarse más de ser timada, que de alguna creatura sobrenatural. –se quejó Milo.

- Deberíamos volver, el sol se pondrá dentro de poco.

- Afrodita tiene razón. Milo vamos por esos ladrones para dejarlos en la comisaria.

- No podemos llamar la atención Aioria. –el sueco lo detuvo.

- Pero Afrodita, intentaron robarnos a mano armada.

- ¿Con pistola?

- Sí.

- ¿Son fornidos?

- Bastante.

- Y ese es el problema. Somos turistas, no súper héroes, sé que me dirás que si los dejamos libres asaltarán a alguien más, pero si los llevas a la comisaria se preguntarán cómo unos turistas desarmados pudieron con cuatro ladrones armados y corpulentos. Porque me imagino que con lo impulsivos que son los dos los dejaron para el arrastre.

- ¡Pero se lo merecían Afro! Además nosotros también estamos corpulentos –dijo Milo.

- Pero Milo, Afro tiene razón. Llamaremos la atención. –dijo Mu.

- Además muchachos, me atrevería a decir que las autoridades de la isla son corruptas. ¿Qué no vieron a las jovencitas que nos ofrecieron sus servicios? Ninguna parecía mayor de edad, y no he visto pasar ni una sola patrulla desde que llegamos…. Les propongo algo. Déjenlos ahí, ya saben dónde encontrarlos, seguro con la paliza que les dieron no se levantan en dos semanas. Investiguemos la situación legal de la isla y despues podrán venir por ellos si quieren. Además recuerden que Shion nos ordenó no llamar la atención.

- Está bien –aceptó Milo de mala gana. –Pero creo que es un error dejarlos libres.

Los cuatro se retiraron y al llegar preguntaron a Katy sobre cómo reportar a unos ladrones, esta les preguntó si acaso alguien había intentado robarlos y al recibir respuesta afirmativa, les dijo que era mejor que se juntaran unos palos de la calle al salir ya que las autoridades de la isla poco o nada hacían en casos así. Y que si detenían a alguien, este salía más rápido de lo que había entrado. Además que podían meterse en serios problemas con los familiares del ladrón.

- Es peligroso para un turista denunciar a un ladrón. –les advirtió.

Los chicos se sintieron decepcionados, esta isla necesitaba más ayuda de la que habían supuesto.

- Es mejor salir a pasear con un nativo, como yo, como la gente me conoce se verán obligados a respetarlos. Es mejor que no anden solos. –les recalcó.

Los días siguientes recorrieron distintos lugares en la compañía de Katy, siempre algún lugar nuevo. También los llevó a sitios naturales, bellezas de la naturaleza perdidas en los manglares.

Los chicos estaban conociendo bien el lugar y habían notado cosas extrañas tanto en el comportamiento de la población, como en detalles en las casas. Le preguntaron a Katy por las leyendas pero ella para no espantarlos dijo que todo eran cuentos y montajes de los pobladores, que sólo pretendían atraer turismo a la isla que tanto hacía falta para su economía. Aunque los chicos no le creyeron ni media palabra fingieron que sí y se dejaron guiar por ella. La joven era diligente en llevarlos de aquí para allá hasta que Afro pidió querer conocer la parte norte de la isla a lo que a chica se negó rotundamente alegando que su hostal quedaba muy lejos y no podía dejarlo sólo por tanto tiempo ya que había muchos ladrones en la isla. Los chicos se mostraron comprensivos y decidieron que era hora de volver para comer al hostal.

Para ellos había sido obvio el nerviosismo de la mujer cuando Afro le había pedido tal cosa.

Se la pasaba todo el día con ellos, eso era abandonar el hostal por muchas horas ¿eso no le preocupaba?. Ella simplemente tenía miedo de ir a la parte norte.

Camino al hostal unas chicas amigas de Katy la saludaron al pasar y se quedaron platicando entre ellas viendo a Katy alejarse con los turistas.

- Pero que guapos turistas ¿de dónde los sacó?

- ¿Creen que alguno quiera un servicio? Porque hasta gratis lo hago. El moreno de cabellos largos esta para chuparse los dedos.

- No te hagas ilusiones Ronda, ese alemán es gay.

- ¡¿Qué?! ¡Pero qué desperdicio!

- Pues ni modo.

- ¿Cómo sabes?

- Katy me dijo, y eso no es todo, ese chico hibrido, el asiático de ojos verdes, es su amante.

- Ay noooo… a mí me había gustado bastante el asiático…

- ¿Segura Rachel? Porque a mí no me lo parece. No le veo actitudes románticas con el alemán.

- Sí, Katy me lo dijo, además los sorprendió en su cuarto en una situación que no deja opción a la duda.

Ya que Katy no se había explayado demasiado la cosa sonó peor de lo que era.

- Que lastima.

- Pero no sé, quizá tengas oportunidad Kasy, porque sé que es un japonés casado y tiene dos hijas, o sea que es Bi, quizá quiera algo contigo.

- Que bueno, yo espero que sí, es muy guapo. Y los japoneses se ponen muy loquillos cuando salen de Japón.

- ¿Y qué hay del Dios griego? El rubiecito.

- Pues es un divorciado, seguro violento y mal marido, porque una no dejaría a un hombre así por nada. Y mantiene a un chiquillo producto de su matrimonio. –dijo Rachel con desdén.

- Bueno no lo quiero para casarme, con una noche me basta, o dos.

- ¿Y qué hay del de cabellos celestes?

- ¡Ese es el mejor! Es un actor porno y stripper internacional con mucho billete.

- ¡¿Noooo?! –dijeron muy emocionadas.

- Sí, es de Puerto Rico, latino, sangre caliente, como la caribeña. Ha de ser un Dios en la cama. Y debe estar muy bien "armado"

- Pero… ¿segura que es latino? ¿No está muy palidito?

- Ricky Martin también es güerito de ojos verdes y es de Puerto Rico. Seguro que es hijo de gringos y nació y se crio en Puerto Rico, recuerden que hay mucho estadounidense viviendo ahí.

- Pero… ni Ricky Martin está tan pálido. Y… Tampoco me da la facha de gringo. Su piel es muy blanca y sus ojos demasiado azules, más parece europeo, casi nórdico.

- Pues sí… parece nórdico, pero entonces no sería actor porno, los nórdicos son muy fríos, y para ser stripper tienes que tener la sangre muy caliente. Seguro que sí es latino. Además según Katy tiene mucha potencia sexual, dice que puede con más de una a la vez.

- Ay se me hace agua la boca.

- Sí con esa cara y ese cuerpo ¡Y ese trasero de oro! ¿No les dan ganas de apretarlo? Que preciosa curvatura de nal-

- ¿De qué hablan niñas? –dijo la abuela de Rachel saliendo a la puerta.

- De nada abuela, de nada.

- Voy a salir a la tienda. ¡Cuidado y regrese y las encuentre fumando yerba!

- ¡Abuela ya me canse de decirte que nosotras no fumamos!

- Lo sé pero ese tal "camarón" no deja de venir a ofrecer sus porquerías, no quiero saber que las aceptaron.

- Vaya tranquila Louis no lo aceptaremos.

La mujer se fue y ellas siguieron hablando.

- ¿Oigan cuanto creen que cobre por sus servicios?

- Ni te hagas ilusiones Lora, esos cobran la luna y las estrellas por 15 minutos.

- Bueno un baile privado, si nos cooperamos entre todas.

- Ni con nuestras ganancias de un mes.

- Tampoco es que nos tenga que cobrar, es hombre, no se resiste al sexo gratis.

- Tú sí que no sabes nada Lora. ¡Es un actor porno, de eso vive! ¡Su pene es su herramienta de trabajo! Conocen muy bien su negocio, esos prostitutos no te dan nada gratis.

- Ronda tiene razón Lora, ellos son muy estrictos con eso, si fuera un hombre común no dudaría en tener un acostón, pero este chico es famoso, está cotizado, no puede tener una relación gratuita. Sería como si Shontelle cantara gratis. Además como artista, se tiene que dar su paquete, ya no puede andar teniendo sexo así sin cobrar.

- Que suerte la mía… urgida y pobre, jodida yo….

Mientras estos rumores se comenzaban a extender entre las mujeres de la isla, los cuatro hombres ajenos a lo que se les venía comían en el hostal.

A la mañana siguiente salieron, pero esta vez no aceptaron la compañía de Katy, dijeron querer recorrer el lugar solos, y para no verse sospechosa, no les insistió.

Y fue ahí que los chicos comenzaron a notar más anomalías en la gente, para ser específicos, en la población femenina.

A Milo no se le daba eso de fingir ser gay, su instinto escorpino lo hacía apuntar su brújula sobre todo pecho o trasero generoso y redondo, y sobre largas y torneadas piernas. Sus compañeros ya lo habían regañado pero no hacía caso.

Sin embargo para su más absoluto desconcierto, cada que trataba de coquetear, vamos, ya de sonreír a una chica, esta o volteaba la cara o le sonreía con amabilidad pero sin interés alguno. La mayoría ni lo volteaba a ver.

¡Él no estaba acostumbrado a eso! Los Dioses lo habían dotado de una fabulosa belleza masculina y gran atractivo y siempre que salía a las calles del mundo, las mujeres lo miraban con ilusión o deseo.

No entendía qué pasaba. ¡¿Por qué las mujeres simplemente lo ignoraban como si fuera invisible?!

Por otro lado Afrodita muchísimo menos cusco, más decente, y buen pisciano, romántico, no estaba acostumbrado al asedio femenino de esa forma tan… vulgar. Pese a su belleza, las mujeres siempre lo miraban como preguntándose si era una aparición celestial, un ángel, algunas hasta lloraban con fervor religioso, una que otra loca había intentado echárselo pero, ¡pero no todas a la vez!. Pero aquí… Lo veían con lujuria vulgar y descarada, con deseo morboso, con libido ofensivo, lo hacían sentir un pedazo de carne, y las miradas iban de su cabeza a sus pies para terminar siempre en la bragueta de su pantalón.

Le sonreían sugerentes, le hacían señas que rayaban en lo obsceno invitándolo a…, otras lo veían pasar y con manos propias recorrían sensualmente sus cuerpos como invitándolo a hacer lo mismo con sus manos.

Las mujeres le gritaban cosas… cosas insultantes para un hombre decente y de su clase y elegancia.

- Papito, ¿Cuánto cobras? Te regalo mi casa.

- Déjamelo a pagos, te juro que sí te los pago.

- ¿A quién quieres que mate para pagarte? ¡Una noche papá, una noche!

- ¡Un privado! ¿Cuánto por un privado!

- ¡Ese trasero vale oro, aquí tengo dos cadenas!

- ¿¡Cuánto por diez minutos?!

¡¿Cómo que cuánto cobraba?! ¡¿Acaso pensaban que era un prostituto?!. Afro comenzaba a sentirse demasiado incómodo y ofendido, las mujeres lo habían acosado antes, sí, incluso había tenido que escapar de yanderekos, pero jamás lo habían tratado de forma tan vulgar, nunca lo habían tratado como a un vil pedazo de carne ¡Cómo era posible que lo trataran como a un cualquiera!

¿Acaso él estaba dando pie a eso…? ¿Qué… ya había perdido su elegancia? ¿Tan corriente se veía? Ante estas dudas Afro comenzó a sentirse inseguro y vulnerable. Es que no encontraba razón para que de repente todas las mujeres le hicieran ese tipo de propuestas tan vulgares y directas. "Como te ven te tratan" ¿Acaso su personalidad se percibía tan… vulgar?

Al medio día, sentados frente a la playa bajo la sombra de unas palmeras…

- Las mujeres de esta isla están locas. –soltó el pisciano muy muy ofendido.

- Lo mismo opino –dijo Milo más ofendido aún.

- Ya tranquilos chicos, no puede ser tan grave. –dijo Mu mientras repartía los sándwiches y refrescos que habían comprado.

- ¿¡Qué no es grave?!... ¿No viste lo que me pasó en la tiendita de los refrescos? ¡Una abuelita me enseñó sus tres anillos de oro y me dijo que si me iba con ella me los regalaba!

- ¿Y dónde traes los anillos?

- ¡Hansel! ¡Claro que no acepté!

- No puedo creerlo, hasta las abuelitas te acosan. ¡Y a mí, ni una mirada me regalan! Este… ¡Este mundo está al revés! ¡Sí hay algo sobrenatural en la isla!

- Por cierto –les dijo Mu –la mujer de los sándwiches me dijo que había un anciano a tres cuadras de su casa que sabía mucho sobre los nyamnigh y que no se negaba a contar sus historias a los turistas por unos cuantos dólares.

- Eso me suena a estafa.

- Bueno Hans, no perdemos nada con ir.

- Sí, no perdemos nada… sólo unos dólares.

- No están saliendo de tu bolsillo, no te quejes tanto bicho.

- Claro pez y qué le vamos a decir a At… ya sabes a quién.

- Pues la verdad.

- ¿Y crees que nos crea?

- Bueno si convencemos al papá de Koshi, seguro sí. –dijo Aioria entre risas.

- Ya dejen de jugar con eso, es mi maestro, no mi papá.

- Es casi lo mismo, te crio, como tú estás criando a Kiki. Padre no sólo es el que engendra… –dijo Afro suspirando y recordando a su propio maestro… Vaya que lo extrañaba.

- ¿Y cómo le sacaste la información Mu-digo Koshi? –quiso saber Aioria.

- Le dije que teníamos un canal en internet y nos dedicábamos a contar historias sobrenaturales.

- Muy inteligente. –le dijo el sueco.

- Y bueno -preguntó Aioria –¿iremos con el anciano?

- Apenas terminemos de comer –respondió Mu.

Los cuatro siguieron comiendo a la orilla del mar y cuando terminaron recogieron sus residuos y los tiraron en el primer basurero que encontraron. No querían ensuciar tan bello lugar. Pero luego pasó un perro y tiró todo el bote…

Los jóvenes enfilaron a la ciudad de nuevo, tendrían que caminar varias cuadras para llegar a la calle del comercio, y de ahí otras tres cuadras hacia arriba. Tenían una excelente condición física pero el calor no ayudaba.

- Ah… que calor –decía Aioria abanicándose con la mano. -¡Ey Koshi! ¿cómo aguantas esa ropa?

- Se pronuncia Kou… ya olvídalo. Y esta ropa es muy fresca. –dijo el lemuriano quien vestía un conjunto chino de seda blanca y muy ligera, cuyo cuello alto no traía abrochado, de hecho tenía varios botones desabrochados permitiéndole recibir el aire fresco en su bien formado pecho.

La seda china de su ropa era tan ligera que sus atributos masculinos sólo se mantenían en modesta cobertura gracias que su camisa cheongsam le llegaba a medio muslo, y así entre pantalón y camisa hacían una opacidad adecuada de su zona privada, porque a contra sol sus bien trabajadas piernas se traslucían en el pantalón, así como su torso y brazos de gladiador.

Las mujeres podían darse un buen taco de ojo con eso.

Aioria por su parte llevaba una camiseta amarilla de cuello sport con una estrella grabada al frente y un pantalón azul de tela ligera y unas buenas sandalias.

Afrodita ese día sólo traía un pantalón holgado blanco de tela ligera con bolsas a los lados, unos zapatos para playa y una camiseta gris Oxford. Y ya se había arrepentido de llevarla ya que esa ropa oscura le estaba pasando factura.

Milo, quien quería sacarse la espina desde hacía días, sólo llevaba unas bermudas rojas que marcaban bien su trasero y…paquete frontal, y una camiseta sin mangas color negro. La camiseta era de tela spandex, marcaba muy bien sus maravillosos pectorales y dejaba lucir sus fuertes brazos. El también traía unas sandalias para playa. Se podía decir que se había vestido de forma atrevida para provocar a las mujeres, sus mejores atributos físicos quedaban a la vista. ¡Las mujeres no podrían quedar indiferentes a esto! ¡No le importaba morir de calor en esa camisa negra con tal de comprobar su masculinidad!

Subieron por la playa y caminaron por el pueblo hasta llegar a la calle del "comercio" que era donde más gente se podía ver de día.

Mientras caminaban, las féminas seguían con sus comportamientos extraños.

Y mientras que a Milo lo ignoraban olímpicamente causando una gran depresión en el griego que jamás se había sentido tan rechazado por el género femenino, el trato en la calle hacia Afrodita ya era de acoso, el sueco sentía que en cualquier momento iban a violarlo, hasta checaba su ropa ¿acaso esa camiseta que llevaba era considerada atrevida? ¿Era él el que las estaba provocando? ¿Sus pantalones estaban demasiado ajustados?. Se estaba poniendo paranoico.

- Kouji… dime la verdad… ¿Esta ropa es sugerente?

- No ¿por?

- No sé, siento que me miran raro…. –dijo mirando de soslayo a las mujeres comprobando esas miradas sucias.

- Roberto… son ideas tuyas. ¿Qué puede tener de sugerente tu conjunto? Es un pantalón holgado y una camiseta común de algodón oscura. El negro es lo menos sugerente que hay. Creo que el rojo sería más llamativo –dijo apuntando a las bermudas de Milo.

- A lo mejor este tipo de ropa es mal vista en Barbados…

- Roberto, Hansel va más atrevido que tú.

Por su parte Milo se acercó a Aioria con un semblante depresivo.

- Homero, dime la verdad…. ¿ya me veo viejo?... ¿Los años se me vinieron encima?

- ¿Cómo crees Hansel? Estás en la flor de la juventud.

- No sé, es que… las mujeres ya no me miran… ¿será que las batallas me deformaron el rostro? –se dijo con cara de angustia -… o… ¿¡Perdí masa muscular?! ¡¿Me ves enclenque?!

- Hansel… estás paranoico, estás igual que siempre.

- No, yo siento que algo anda muy mal conmigo, creo que perdí la gallardía. –se dijo a punto del llanto cuando, un joven mozo de unos 18 años le sonrió coqueto y sugerente y lo barrió de arriba abajo al pasar.

- ¡¿Ves?! Ese joven te considera guapo –dijo el león queriéndole levantar el ánimo a su amigo pero logró lo contrario.

- Creo que ha llegado mi hora… Díganle a Athena que siempre le fui fiel…. ¿Dónde venden sogas por aquí?

- ¡No seas exagerado Mi-Hansel!

- ¿Ustedes que se traen? -preguntó Mu al oír el escándalo de Aioria.

- Hansel que anda de paranoico.

- Este igual. –Cuando Mu quiso apuntar a Afro notó que no estaba a su lado, había entrado a una tienda y estaba comprando algo. Luego Afro salió y sacó algo de la bolsa y se lo puso cerrándolo con los brazos como queriendo cubrir su cuerpo.

Era una chaqueta blanca con azul, de esas que se usaban para cuando comenzaba a hacer frio… ¡Pero si hacía un calor de los mil diablos!

- ¡¿Y este?! –dijo Aioria escandalizado.

- Creo que se siente casi desnudo. –le dijo Mu con preocupación.

- ¿Bueno qué le pasa a este par?

- No lo sé, andan muy raros. Hansel se ve muy depresivo. Y Roberto siente que todas las mujeres le lanzan miradas obscenas.

Unas chicas pasaron y le lanzaron unas miradas muy bragueteras a Afro mientras se reían con picardía, y este horrorizado corrió a esconderse tras Mu.

- ¡¿Ves que no estoy loco?!

- Bueno creo que Af-Roberto tiene motivos Homero… ¿Pero y Hansel?

- Bueno, un chico le coqueteó hace un rato…

- ¿De verdad?

- Sí Koshi.

- Kouj… ya, dime como quieras. Pero sí, sí que las cosas están muy raras por aquí.

Siguieron caminado hasta salir de las calles más concurridas, si se podía llamar así, y llegaron donde el anciano Joseph.

Al llegar, lo encontraron afuera de su casita en un pequeño porche, sentado en su mecedora, y este les recibió con amabilidad. Contrario a los demás habitantes no parecía ser un tipo ladino, le dieron dos dólares solamente y se mostró agradecido, les ofreció asiento en los escalones ya que no tenía mucho para ofrecer y comenzó a contar las historias que sabía.

- Es verdad, hay algo en la isla…. Pero la gente no quiere hablar con forasteros, porque a muchos no les conviene, tienen mucha cola que les pisen... Pero yo los vi, los he visto llevarse a mucha gente. Pero, a todos los que se llevó se lo merecían… se los aseguro. Los noticieros hablan de gente inocente, como mujeres y niños, pero ninguno era inocente…

- ¿Qué quiere decir buen hombre? –preguntó Mu en su ingles estándar.

- Que los que han desaparecido tenían su alma manchada.

- ¿El alma manchada? –preguntó el león.

- Sí… Por ejemplo, uno de los niños desaparecidos, Edmon, era un chico de doce años, pero tenía mala entraña, mató a una mujer para robarle su cartera y violó a una pequeña de siete años. Sandré, la hija de Amelie, una vieja tendera que se dedica a vender baratijas para turistas, vendía drogas y estaba enviciada, sus parejas siempre eran hombres drogadictos y violentos que eran un peligro para su niña pequeña, además, era una mala madre, cuando estaba perdida en sus drogas solía maltratar a la niña. Yo no creo que estos seres a los que se les ha dado el nombre de nyamnigh, sean demonios, yo pienso que son espíritus justicieros. Los pobladores ponen muchos amuletos autóctonos que creen que les protegerán de esos espíritus pero hasta ahora no veo que hayan logrado proteger a ningún malvado. Todos los hombres, mujeres y niños que estas cosas se han llevado tenían deudas con la sociedad… La sociedad de la Isla siempre fue corrupta, pero con los estragos que causó el huracán Irma las cosas se pusieron mucho peor. Aquí el que no estafa, roba con violencia. Y ustedes como turistas deberían cuidarse… ¿En dónde se hospedan?

- En el hostal Caribbean shack.

- ¿Con Katy? Jajajaja… vaya muchachos, no tienen mucha suerte... Fueron a caer a un nido de ratas. Salgan pronto de ahí, si les es posible dejen hoy mismo esta isla. Conozco un lanchero honesto que los puede llevar a Puerto Rico esta misma noche.

- ¿A qué se refiere señor? ¿Qué peligro podríamos correr con esa chica? –preguntó el sueco.

- Jum… joven, Katy es prima de Dawson, un criminal, se dedica a robar o secuestrar turistas, Katy les saca información y luego si lo creen lucrativo, se llevan a las personas para pedir por un rescate. Supongo que ha sido muy amable con ustedes.

- Sí.

- ¿Les sirve de guía de turistas?

- Sí.

- ¿Tienen dinero? Quiero decir suficiente. ¿Alguno de ustedes es rico?

- Pues… -los chicos se miraron –no hemos comentado nada de eso con ella.

- No necesitan comentarle nada, ellos tienen acceso a una red ilegal y recolectan información con sólo los nombres completos de sus víctimas, pueden averiguar nacionalidad trabajo y hasta cuentas bancarias. Al registrarse en su hostal, ustedes deben entregar sus credenciales y ella las escanea e investiga. Por eso les pregunto ¿alguno de ustedes es rico?

- Roberto -dijo Aioria- es actor po-

Afro le tapó la boca y continuó por él –Por temporadas, soy actor por temporadas pero… ganó bien.

- Entonces lo más seguro es que estés en la mira muchacho, y tus amigos también. Los ayudo a salir de la isla si quieres.

- No podemos irnos, por ahora.

- ¿Por qué?

- Tenemos un... asunto personal.

- Pues entonces cuídense muchachos. Vayan con mucho cuidado.

Los jóvenes se miraron entre sí.

- Señor ¿sabe usted qué significa la palabra nyamnigh?

- Procede de nuestro dialecto baján, significa "los que devoran por la noche". Porque estas creaturas sólo atacan de noche jamás se muestran a la luz del día. Se sabe que se llevan a estos infelices a la isla de los condenados.

- ¿La isla de los condenados?

- Es una isla que está cerca de Barabados, al extremo norte.

Norte… el atracadero del Diablo.

- Creo que ya tenemos que irnos… le agradecemos mucho su información.

Afro se acercó al anciano y le dejó dos mil dólares estadounidenses en la mano.

- No es necesario muchacho.

- Usted los necesita, y además es la única persona que ha sido honesta con nosotros, no se preocupe, el dinero no es un problema para nosotros. Guárdelo bien –dijo cerrando su mano sobre la del anciano para que aceptara el dinero.

- Se lo agradezco mucho joven. –dijo el anciano muy agradecido, de verdad que sí necesitaba el dinero -Y cuídense por favor.

- Usted también, muchas gracias.

Los chicos dejaron la casa y debido a la paranoia de Hansel y Roberto, decidieron salir hacia la playa y rodear por toda la costa para despues subir por la calle del hostal, y así no toparse con los habitantes en lo posible.

- Tenemos que caminar de más por culpa de este par. –se quejaba Aioria quien venía adelante con Mu mientras Afro y Milo iban algunos metros atrás platicando entre ellos.

- Vamos Aio, no es nada para gente con nuestra condición física, además, si es lo mejor para nuestros compañeros no nos hacemos nada con caminar un poco más. Recuerda el compañerismo.

- Pues, puedo ser compañero de Milo. Pero sacrificarme por esa piraña…

- Aioria… no me digas que aún tienes recelos con él, creo que demostró su lealtad en la última guerra santa. Adema de salvarnos a todos en Asgard.

- Pues sólo esa vez y seguro lo hizo porque no tuvo opción.

- ¿Te consta?

- Es obvio.

- Aioria estás siendo injusto, también tuviste tus rencillas con Milo y fueron muchas, demasiadas, sobre todo cuando eran adolescentes y aun así lo consideras tu camarada, tu hermano ¿por qué con Afro es diferente?

- No hay comparación entre ellos Mu.

- Cierto, Afro nunca te echó en cara ser el hermano de un traidor, y Milo sí. Milo fue uno de los que más desconfiaba de ti por tu parentesco con Aioros y jamás dudó en escupírtelo a la cara… y ahora son los grandes amigos. Te lo juro, no te entiendo Aioria ¿qué está tan mal con Afrodita?

Aioria se incomodó bástate con el comentario.

- Milo… Milo sólo era un adolecente tonto e inmaduro, como cualquier adolecente, pero cambió, ha madurado y es un tipo confiable, en cambio Afrodita es y siempre ha sido un traicionero, no puedo ser amigo de alguien así.

- ¿Lo odias?

- Yo… -el león no supo responder ante la directa de Mu –pues… no me cae bien.

- ¿No te cae bien, o no quieres que te caiga bien?

- No me cae bien –dijo según él muy seguro.

- Ni siquiera lo has tratado en los últimos años ¿cómo definir que no se caerán bien?. De niños todos nos llevábamos muy bien.

- Es de los malos.

- Aioria, estás siendo infantil. ¿Quién en las doce casas puede decir que no metió la pata? Ya sabes lo que dicen en occidente "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra"

- Entonces déjame buscar una bien grande jajaja.

- No te burles Aioria. Tú tampoco fuiste un santo.

- ¿Qué quieres decir?

- Intentaste matar a Seiya y… no quiero recordártelo por molestar, pero Casios pagó por los platos rotos.

- ¡No era yo Mu! Estaba siendo manipulado.

- ¿Y la primera vez que intentaste atacar a Athena también?

- Ese fue un error, yo no sabía la verdad, ¡tenía mis motivos para actuar como lo hice!

- Exacto. Todos tenemos motivos para hacer o actuar de ciertas formas. ¿Acaso conoces los motivos de Afrodita? ¿No sería mejor escuchar antes de juzgar?

- No creo que ese pendenciero tenga algo que decir en su favor.

- Te salvó la vida.

- ¿Cuándo?

- En tu adolescencia, en la batalla contra los gigantes, donde te recuerdo que tu imprudencia pudo salirle bastante cara al santuario, y pudo costarte la vida.

Aioria frunció el ceño al recordar y sí, Mu tenía razón.

- Quizá lo hizo por obligación.

- No tenía obligación de salvarte, su obligación era crear una procesión fúnebre de rosas desde el Kronos Lavyrinthos hasta el Santuario y aun así desobedeció la orden del Patriarca para ir en tu ayuda. Pudo haber cumplido con las órdenes que tenía y dejarte morir en toda tu imprudencia, ya en la batalla o por el veneno de sus rosas, sin embargo desobedeció una orden del patriarca y salvó tu orgulloso trasero. Sabes lo que representa desobedecer una orden del santo pontífice.

- Ja, dices que "desobedeció al patriarca" como si se hubiese tratado de Shion. Saga y él eran amigos, ¿qué tenía que temer ese cobarde asesino?

- Aioria, Afrodita no es un cobarde asesino. Lo dices como si tú nunca hubieras matado a nadie.

- ¡No era yo cuando lo hice!

- Y lo mismo le pasó a Saga, no era dueño de sí mismo. Ni siquiera sabemos bien qué relación llevaban Mascara Mortal y Afrodita con ese usurpador que atormentaba a Saga. No puedes asegurar que eran amigos.

- Entonces quizá me salvó sólo porque se lo ordenó ese ente loco que manipulaba a Saga, no le convenía perder aquella batalla y yo la estaba perdiendo.

- ¿Te consta que esa fue la razón?

- Es de suponer –sentenció.

- Aioria si vivimos de suposiciones entonces cometeremos error tras error. Por qué mejor no hablas con él y aclaras tus dudas y suposiciones.

- Mira Mu, estamos en misión, me estoy portando bien con él porque es un compañero y no nos conviene tener problemas entre nosotros o arruinaremos esto. Lo soporto, pero no estoy obligado a quererlo.

- ¿Y quién te pide que lo quieras? Sólo te pido que lo escuches.

- No tengo nada que escucharle.

- Aioria… no sabía que fueras tan necio.

- ¡Necio? Mu, ese loco junto a su hermano del alma el psicópata del cuarto templo, te atacaron a traición en tu templo en la guerra contra Hades.

- Me atacaron de frente, no a traición, y tú sabes muy bien el motivo de eso, toda la batalla contra Hades no fue más que una puesta en escena ideada por Shion para engañar a Hades, todos actuamos nuestro papel, así que no me traigas ese pretexto a colación porque tendrías que condenar de igual manera al maestro Shion, a Camus, a Shura y a Saga y de paso tragarte la mentira que todos jugamos.

- Pero Shion, Saga, Camus y Shura sí hicieron todo eso por Athena.

- Mascara Mortal y Afrodita también.

- Yo lo dudo…

- Ay Aioria, eres terco como mula…

- ¡¿No me dirás que confías en él?!

- Pues sí –dijo deteniéndose y confrontando a Aioria.

- ¡Ya ni siquiera lo conoces!

- ¡Pues quiero hacerlo, al menos le daré esa oportunidad! De niños éramos todos más unidos ¿qué pasó con eso?

- ¡Saga pasó!

- ¡Sabes que no era Saga!

- ¿Chicos qué pasa? ¿Por qué pelean? –dijeron Afro y Milo acercándose, ajenos al tema del que hablaban sus compañeros.

- ¡Por… -Aioria iba a echarle en cara al sueco que era por su culpa, pero la misión estaba primero –Por nada!

El León se adelantó furioso y los otros tres se le quedaron viendo.

- ¿Qué pasó Mu?

- Nada… ya… saben cómo es de enojón e impulsivo, tuvimos un desacuerdo, como tantos otros que hemos tenido, eso es todo.

- Ese gatito –dijo Milo riendo –conque le rasques el lomo se tranquiliza. Voy a hablar con él.

Milo se fue corriendo tras Aioria que ya iba muy adelante para platicar con él y tranquilizarlo, desde que habían madurado él y Aioria habían sido buenos amigos, seguro que lo ponía en paz en dos minutos.

- ¿Por qué peleaban Mu? –pregunto Afro quedándose mucho más atrás con Mu.

- Nada importante Afro.

- ¿Seguro?

- Sí. Vamos, berrinches de felino.

Los jóvenes caminaron por la playa y Milo logró relajar al león impertinente y en su camino por la playa se toparon con unas vistas maravillosas, se subieron a unas rocas y Milo decidió usar el celular para tomar unas fotos.

Milo bajó y sin avisar les tomó una foto de frente a los tres que estaban distraídos viendo hacia el mar donde Afro había divisado un par de delfines y le comunicaba a sus compañeros apuntando hacia el lugar, el único en notarlo fue Aioria quien volteó sin querer a la cámara y aunque Milo lo había tranquilizado, en la foto, su mirada evidenciaba que el león seguía molesto y que no estaba muy de acuerdo con la compañía del de al lado.

- ¡Hey, volteen digan wisky! –dijo Milo llamando la atención de sus otros dos compañeros y tomando otra foto.

Despues subió con ellos y comenzó a hacer algunas selfies.

Luego de tomarse unas fotos para el recuerdo, siguieron por la playa y al fin llegaron a donde estaba la calle que daba al hostal. Subieron por ella y fueron a su habitación esta vez cuidándose muy bien de no usar sus nombres y de asegurarse que la gerente no los estuviera espiando.

- Vaya esto está peor de lo que imaginamos… -dijo Aioria sentándose en la cama de Mu. Ya que aunque desde que se rompiera su litera se había visto obligado a compartir cama con Afrodita, en lo posible trataba de mantenerse lejos de ese pez traicionero –Esta isla más que azorada por creaturas sobrenaturales parece estar controlada por el crimen organizado. Sin embargo eso es algo de lo que las autoridades deben hacerse cargo, no nosotros. No me mal entiendan no tengo problema en hacer justicia dónde y cuándo se necesite, pero me extraña que hayan pedido la ayuda del santuario cuando… es evidente que todo esto es responsabilidad de las autoridades corruptas…. ¿Chicos, que opinan de lo que dijo el viejo Joseph?

- Yo le creo –dijo Afrodita.

- Pero Robeto, ¿no crees que son sólo historias para turistas?

- Hans si algo aprendí en estas… vidas, es a ver dentro del alma de la gente. Los ojos son las ventanas del alma… El hombre no mentía, y parecía tener resentimientos contra la sociedad de su isla, parecía dolido por tanta corrupción. Pero lo que más llamó mi atención fue que él llamó espíritus justicieros a estos entes que se llevan a la gente.

- ¿Creíste en su historia de que sólo se llevan a la gente mala? –Inquirió el león –No es lo que le dijeron al santuario.

- Homero si lo que las autoridades de Barbados querían era ayuda urgente no iban a decir que la isla era un nido de ratas amparadas por su incompetencia que pudo haber provocado los eventos que están ocurriendo. Shi… el papa de Kouji debe sospechar algo, de lo contrario hubiéramos seguido el protocolo normal y nos hubiéramos presentado con alguna de las agencias secretas del gobierno encargadas de la seguridad de la isla, pero el Patr… el papá de Kouji ni siquiera les avisó de nuestra llegada. Quiere decir que no confía en ellos.

- Cierto, me lo advirtió la maña que partimos, me pidió que fuéramos precavidos porque algo no le terminaba de convencer. –les dijo el Carnero.

Hablaban en griego para asegurarse de que la espía que tenían por gerente no los pudiera entender.

- Además tenemos el problema con esta chica. Al parecer somos pescado fresco para ella. Si investigó nuestras identidades falsas ya debe saber que "el prostituto" gana bastante dinero.

- Hansel… yo-no-soy-¡TÚ!

- Respecto a eso creo que deberíamos investigarla, cuando crea que estamos dormidos veremos que trama. –les propuso Mu antes que Afro y Milo comenzaran de nuevo.

Al anochecer…

La joven había ido a pegar el oído a la puerta de los jóvenes y al escuchar ronquidos salió rápido a su escritorio en la gerencia y tomó el teléfono. Sin embargo no se percató que Mu y Afro estaban escondidos en uno de los cuartos que estaban fuera de servicio y la siguieron.

La descubrieron haciendo una llamada y escucharon toda la conversación.

- Sí Dawson, ya los tengo en la bolsa confían plenamente en mí. Mañana los invitaré a visitar el faro abandonado, son bastante curiosos y tontos, seguro les va a emocionar bastante la idea… bien… ¿a las tres? ¿Por qué no más temprano?... Ah sí sí, no secuestras antes de desayunar… bien… ya veré que me invento, no esperes que sea muy puntual, a veces se detienen a ver cosas, pero espero que tú sí estés puntual ahí… bien… ¡Recuerda lo que me prometiste!... sí…. Está bien… Bien nos vemos ahí mañana. Adiós…

La joven colgó el teléfono y suspiró.

- Ah… mañana es el gran día… ¡Qué agasajada me voy a dar!. Bueno a dormir ¡mañana tengo que amanecer con muchas fuerzas!... ¿Debería hablarle a mi amigo Carlo? –se dijo pensando en voz alta –es de esas preferencias, quizá quiera deleitarse con Hansel, está muy guapo ese alemán gay. Sí creo que mañana lo llamaré desde mi celular para invitarlo a la "fiesta".

La joven cerró su local atrancando muy bien las puertas, apagó todas las luces y se fue a su habitación que estaba justo detrás de la recepción.

Mientras en el pasillo oscuro Mu y Afrodita habían escuchado todo y volvieron con cautela a su habitación.

- Bueno si alguna duda tenías Homero, te aseguro que el viejo Joseph no es ningún mentiroso.

- ¿Por qué lo dices Mu? –Milo y Aioria sólo habían servido de carnada y fingieron roncar estruendosamente cuando vía cosmos Afro y Mu en su escondite les avisaron de la llegada de Katy.

- Porque escuchamos a la muchacha hablar con un tal Dawson. Aunque creo que Afro entendió más cosas mejor que yo. El acento de Barbados me dificulta entender ciertas palabras y la chica habla muy rápido.

- Y bien pez –preguntó Milo -¿Qué escucharon?

- Al parecer, mañana nos toca secuestro. Y a ti violación.

- ¡Al fin algo bueno!

- Pero de un hombre.

- ¡¿QUÉ?!

- Baja la voz, vas a llamar la atención. La chica hablaba con un tal Dawson y dijo que mañana nos llevará a ver un faro abandonado pero ya nos van a estar esperando.

- ¡JA! No son rivales para nosotros. Los derribaremos en un dos por tres.

- Lo sé, ni siquiera me preocupa…. Bueno tú me preocupas algo Hansel –dijo el sueco entre risas ladinas.

- Eres un hijo de la mala hierba.

- Y tú un bicho rastrero que se arrastra por esa hierba, estamos parejos. No es el secuestro lo que me preocupa. Si el viejo Joseph tuvo toda la razón con esta mujer quiere decir que tuvo razón en lo demás. Puede ser que los llamados nyamnigh sean seres de naturaleza vengadora. No sé a cuanta gente inocente han secuestrado y violado por culpa de esta joven Katy que parece tan amable. Me extraña que estos seres no hayan venido por ella-

¡AAAAAHHH!

Unos cristales rompiéndose y un grito de terror que provenía de dentro del hostal alertó a los cuatro caballeros que se pusieron en pie y tras intercambiar miradas corrieron fuera a investigar qué pasaba. Mientras corrían por los pasillos oscuros escuchaban gritos de mujer que parecían perderse cada vez más a la distancia.

Al llegar a recepción buscaron los apagadores que controlaban las luces de los pasillos y recepción para encenderla y en apariencia todo estaba normal, las puertas atrancadas. Llamaron a la mujer pero está no respondió entonces entraron por la fuerza a la habitación que estaba cerrada por dentro y se encontraron con la ventana hecha pedazos y el cuarto vacío.

La chica no estaba por ningún lado. Milo la buscó en su baño pero tampoco había nadie.

- No hay nadie.

Afro y Aioria se asomaban por la ventana, pero ya no alcanzaron a ver nada, sólo oscuridad y silencio. La ventana de la chica daba a un pequeño solar encajonado por la barda de tres casas, no creían que la chica hubiera podido saltar por ahí, las bardas eran suficientemente altas.

- Alguien o algo se la llevó –sentenció Aioria.- Y… Lo que haya sido tiene una gran fuerza y puede saltar más de tres metros con facilidad. –dijo calculando el alto de la bardas y el peso de la mujer.

- Aioria mira –dijo Afro llamando su atención –la cortina… está desgarrada, sé que la mayor parte de las cosas de aquí están en mal estado pero, mira bien la tela, esto parece recién hecho.

- Esto…-dijo Aioria examinando la cortina –parece obra de una garra… una muy grande…

- Pues… por lo pronto –dijo Milo tomando la cortina también -creo que mañana no nos secuestran.

Mu salió por la ventana y revisó en el pequeño solar, no había rastros de nada fisico, pero sí de una presencia maligna.

- ¿Chicos, sienten los remanentes de esta energía? Algo que no es humano estuvo aquí.

Los chicos salieron por la ventana y revisaron el pequeño lugar. No había duda, lo que habían venido a buscar había llegado hasta ellos.

- Bueno… -dijo Afrodita –ya va siendo hora, de llamar a Winston.

*…*…*…*…*


**Si quieren conocer las razones de Afro, las pueden ver en el fanfic Hand Of Sorrow, ese es de drama.

Agradezco a las personas que votan y comentan, eso es un signo de educación cultura y gratitud que los autores apreciamos mucho.