Es ahora o nunca: Amigas, dense cuenta.
XVI – Rosas y espinas
Por quién sabe cuánta ocasión en ese día, el muchacho no pudo reprimir la risa. Emitió un ruidito y luego soltó la carcajada, seguida por un – Lo siento, ya – se disculpaba Zoycite – Es que me volví a imaginar la escena.
Su amigo arqueó la ceja. Definitivamente para Kunzite, ser el motivo de burla de Zoycite no era algo agradable pero al menos podía alegrarlo un poco. Eso era lo importante.
Y es que sabía que Zoycite, que normalmente era un tipo alegre, en últimos días no la estaba pasando muy bien. Él le había contado que su novia se iría a estudiar fuera de la ciudad por una buena temporada. Probablemente su amigo no quería preocuparla y no mostraba ante ella completamente lo que sentía: un gran agobio por alejarse de ella pero también estaba enojado.
Sí, Zoycite estaba molesto pero no con su chica y sus decisiones. Estaba enojado con el destino porque apenas estaba disfrutando de una importante relación, cuando ésta tenía que pausarse; incluso estaba molesto con Darien porque si con anticipación le hubiera hablado de ella y lo mucho que tenían en común, quizá hubiera aprovechado más el tiempo con su novia.
– ¿Te imaginas si nos hubiéramos conocido antes? – se cuestionaba – Ojalá Darien no hubiera sido tan cerrado…
Kunzite lo entendía de alguna manera. A él también le hubiera gustado conocer antes a Mina, en lugar de pasar tanto tiempo solo y lamentándose porque pensaba que así sería el resto de su vida.
Definitivamente él (Kunzite) no quería entrar en esos debates sobre Darien y prefería concentrarse en el presente. Quizá para él era más sencillo, porque Mina hacía que las cosas fueran más fáciles y agradables en la relación que estaban construyendo, pero su amigo se enfrentaba a un dilema y lo único que le quedaba por hacer era escucharlo e involuntariamente hacerlo reír.
– Listo – dijo Zoycite – Ya terminé de revisar las proyecciones que pidió el señor Kaiou para la presentación y… – al voltearlo a ver no pudo evitar volver a reír.
Kunzite sólo respiró profundamente. Sin duda, el ver de nuevo su rostro había provocado la risa de su amigo, pues no podía ignorar el rasguño que atravesaba su mejilla.
Le había contado que esa marca surgió apenas la noche anterior, cuando fue a conocer a los padres de Mina y cenó en casa de ella. Él estaba bastante nervioso por presentarse por primera vez con la familia de una chica, pero los señores Aino lo habían hecho sentir muy bienvenido.
Sin embargo, la pequeña rubia quería que él conviviera con todos los miembros de la familia, incluyendo a su gatito Artemis, su "bebé" (como ella lo llamaba). Kunzite no era afecto a las mascotas, de hecho su padre jamás le dejó tener ni una sola, así que no sabía qué esperar. El muchacho no las odiaba ni nada, sólo le era indiferente.
Claro, a Artemis no le era indiferente él y, para ser sólo un pequeño animalito, parecía celoso de que su humana favorita le prestara más atención a alguien más. En determinado momento de la velada, estaban conversando y tomando té en la sala. Mina se había sentado muy cerca de su novio y cuando él tomó valor para tomarle la mano frente a sus padres, de la nada su felino guardián (que descansaba posesivamente en el regazo de su ama) saltó y le dio tremendo rasguño en la mejilla.
Si Artemis fuera un humano, vaya que tendría un digno rival.
Se trató de una herida muy superficial, aunque todos se apenaron mucho, pero de alguna manera Kunzite lo entendió; si él pudiera descansar todas las noches en el regazo de Mina, definitivamente no dejaría que otro se le acercara.
Además, Artemis era una parte muy especial en la vida de su novia y, si esa pequeña bola de pelos blanca la hacía feliz, él estaba feliz con ello.
Desde luego la anécdota completa hizo reír a su amigo, quien por primera vez conocía la faceta de Kunzite como novio, en una dinámica familiar y hasta aguantando al "gato bebé". No era por burlarse de él, simplemente se decía complacido y maravillado de todo lo que estaba pasando con su amigo.
– Ya, es la última vez que me rio – dijo tranquilizándose.
Quisiera creerlo.
Al menos el rasguño estaba borrando los ataques de risa de Zoycite cuando le recordaba su reiterado llamado a ser prudentes y respetuosos con las amigas de Serena Tsukino, pues cuando Kunzite le contó que ya había hablado con Mina y habían decidido iniciar una relación, se le escaparon algunas palabras clave como: ducha, cama, en la mañana.
Zoycite no lo juzgó por temas de moralidad ni nada, sino que le recordaba que a sus amigos les pidió no hacer prematuramente algo que justamente él hizo. Pero a pesar de las risas, su gran amigo le decía lo contento que estaba porque al fin había encontrado a una buena chica como compañera.
– Vaya que la señorita Serena sabe elegir a sus amigas – comentaba de pronto el rubio rojizo.
Y sí, Kunzite pensaba en lo curioso que resultaba que tres de las amigas de esa chica emparejaran con el trío de amigos.
Y todo gracias a la señorita Serena y no a Darien – pensaba por momentos, reprimiéndose al instante; no debía juzgar a Darien por tener muy separada su vida laboral, de su novia e incluso de sus amigos.
Yo no lo haría – pues si bien era un hombre excesivamente serio y ordenado, no veía nada de malo compartir sus éxitos profesionales con Mina, mucho menos evitar que sus amigos, a quienes consideraba unos hermanos, la conocieran – Ni que estuviera ocultando algo, al contrario esto es algo bueno – se decía a sí mismo, pues lo que Mina le entregaba y le hacía sentir era increíble. Si bien su padre le había inculcado ser muy frío a la hora de hablar de sentimientos, era lo suficientemente maduro para reconocer que estaba enamorado y era algo bueno y que incluso alegraba a alguien que lo estimaba tanto como Zoycite.
Pero sí se preguntaba a veces, ¿qué hubiera pasado si Darien no se marchaba un poco antes que su novia? Quizá no hubieran convivido con la señorita Serena, quizá nunca se hubieran cruzado los caminos con sus amigas, quizá nunca hubiera conocido a su adorada pequeña Mina.
No le gustaba pensar en ello y mejor prefería concentrarse en el ahora y, por qué no, en el futuro, pues realmente le agradaba pensar en todo lo que quería hacer y compartir con Mina y sus amigos.
– Bueno, ya – dijo silenciando a su amigo – Dame esas proyecciones – pidió y Zoycite le entregó los papeles en los que estuvieron trabajando hasta tarde – Mañana mismo se los presentaré al señor Kaiou para que nos dé luz verde para la reunión.
– Pensé que se retrasaría, ya sabes la Junta Directiva está incompleta con el viaje de la señorita Kaiou.
– Pensaba lo mismo pero el señor Kaiou me comentó que su hija nos daba completo voto de confianza, así que no quiere retrasar más la presentación de nuestro proyecto y oficializar nuestras nuevas responsabilidades.
– Supe que ella fue quien te propuso para el cargo – le comentó Zoycite – Debes sentirte halagado que te propusiera por encima de algún conocido, ya sabes el típico "junior" sin experiencia – hizo una pausa casi conteniendo una risita y agregó – sin agraviar a Jed.
Él sólo asintió. Había escuchado que la señorita Kaiou era conocida por reconocer y valorar el esfuerzo de todos los empleados de su padre. Era una mujer muy bondadosa y sencilla, considerando que su familia era muy adinerada y que ella misma estaba construyendo su propia fortuna a través de sus talentos artísticos.
Además, ¿que no había sido gracias a ella que tenía ese empleo desde un principio?. O al menos es lo que él había entendido desde su llegada.
Kunzite había llegado para ayudar a Setsuna (quien por cierto era una amiga muy personal de la señorita Kaiou). No era un puesto de trabajo muy glamoroso ser el asistente temporal de una asistente pero para él estaba perfecto, pues le faltaba muy poco para graduarse en la universidad y su padre ya estaba presionándolo sobre encontrar un empleo más formal.
Cuando llegó entendió perfectamente por qué lo necesitaban, Setsuna Meiou tenía un embarazo muy avanzado y ya no podía (ni debía) seguir trabajando al ritmo que demandaba alguien tan dedicado al trabajo como Darien Chiba.
Ese día, Michiru Kaiou lo recibió personalmente, agradeciéndole por incorporarse al equipo y, sobre todo, por ayudar a Setsuna en todo lo que necesitara. No muchos días después, la señorita Meiou ya no pudo asistir a la oficina porque estaba en el hospital dando a luz.
Es una locura. Apenas ayer vino a trabajar – pensó en ese momento, sorprendido de lo entregada que ella estaba a su trabajo y su jefe. Después de eso, él prácticamente cubrió todas las actividades que hacía Setsuna, excepto claro atinar a prepararle a su jefe un café perfecto para él.
Cuando Setsuna se reportó lista para reincorporarse a sus actividades, fue de nuevo la señorita Kaiou quien intervino para que Kunzite permaneciera en la empresa pues aunque su amiga ya estaba repuesta de su gestación, ahora necesitaba más tiempo para atender a su hija.
Él accedió, encantado de seguir en una compañía tan grande e importante como esa; incluso aprendió a acoplarse con Setsuna para que cada uno tuviera sus actividades bien delimitadas y se complementaran. Luego, el área de Darien comenzó a tomar fuerza y él empezó a encontrar su propio espacio en el equipo y aplicar realmente lo que había estudiado; incluso, cuando la situación requirió a un experto en números, Kunzite no dudó en recomendar a su inseparable amigo.
Fue tal vez en aquella época que, gracias a la llegada de un tipo tan sociable como Zoycite que la oficina dejó de ser un espacio tan rígido y comenzó a formarse un ambiente más personal que le permitió empezar a conocer mejor a Darien y considerarlo un amigo.
Formaron tan buen equipo que Darien comenzó a tener más responsabilidades que le obligaban a estar más tiempo encerrado en su oficina; siempre acompañado de su persona de toda confianza: Setsuna, quien cada vez se preocupaba más por no poder atender a su hija conforme iba creciendo. Ahí fue cuando se incorporó a Neflyte, quien haría para Darien todas aquellas actividades más personales que a él ya no le daba tiempo de atender y, si podía, también ayudaría a Setsuna a cuidar a su pequeña, quien estaba en la etapa de explorar todo con su dominada habilidad para caminar.
Todo resultó perfecto porque Neflyte era un tipo muy paciente con Hotaru y, en alguna charla personal entre amigos, confesó que le encantaban los niños, pues le ilusionaba mucho la idea de casarse y tener hijos cuando conociera a la mujer ideal.
El punto era que la incorporación de cada uno de ellos obedeció al aumento de responsabilidades del área y su buen trabajo, pero también al apoyo de la señorita Kaiou, que constantemente veía por el bien de su amiga y su pequeña.
Claro, mucho crédito también era para Darien que aceptaba que el equipo creciera con tal de seguir logrando un equilibrio en el trabajo, específicamente que Setsuna no se preocupara por su hija y que pudiera tenerla ahí sin que descuidara sus labores, sus responsabilidades, su compromiso con él.
– Bueno – interrumpió Zoycite sus pensamientos; miró su reloj y se estiró – Ya es tarde, vámonos.
– Sí, lamento que nos excediéramos con esto pero era necesario terminar. Disculpa si tenías un compromiso con tu chica.
– Descuida, ella tenía mucha tarea e iría a comer con sus amigas; así que decidimos vernos hasta mañana.
Kunzite solo asintió. Mina le había comentado de esa reunión, incluso le avisó cuando dejó a la señorita Serena en casa de sus padres y sugirió que podrían verse más tarde, cuando él terminara de trabajar, para cenar y quizás ella "podría quedarse en casa de una de sus amigas a pasar la noche".
La propuesta era increíblemente tentadora, pero él quería, por un lado, no abusar de la confianza que los señores Aino le habían manifestado cuando lo conocieron y, por otro lado, hacer sentir a Mina que no la quería sólo para eso. Si bien su relación había iniciado luego de una acalorada sesión en su departamento, su ahora novia le había contado sobre sus eventuales temores de que todo había sido sólo por pasar el rato, y es que, le confesó, había pasado por situaciones así con patanes idiotas.
Así que él quería demostrarle que sus intenciones eran serias, que llevaría las cosas con calma y que no era como cualquier otro tipo con el que ella se topó.
Claro, a él no le escandalizaba que Mina le hablara de otros, al contrario, le agradecía la honestidad y confianza; así como le reforzaba la idea de que tenía que comportarse como el caballero que ella anhelaba y merecía. También quería dejarle en claro que él era mucho mejor que todos esos idiotas que la ilusionaron, la usaron y lastimaron, tipos que, por cierto, si alguna vez se encontraba, seguro les partiría la cara.
– Bueno, vamos a descansar – dijo Zoycite poniéndose su saco – Por cierto, antes de que me reclames por hacer desorden, mañana traeré un pastel para despedir a Setsuna, recuerda que es su último día.
– Está bien – concedió pues realmente no tenía problema, al contrario. Si bien no era un tipo expresivo, estimaba a Setsuna Meiou y deseaba que ella sintiera ese aprecio antes de su partida.
Kunzite consideraba a Setsuna Meiou como una buena amiga y una mujer muy inteligente, dedicada y digna de admirarse; de hecho, en un principio él se sintió fugazmente interesado por ella, pero desistió antes de poder intentarlo pues Darien la acaparaba completamente y llegó a pensar que entre ellos había algo extraño.
Qué tontería – pensó pues con el tiempo se enteró que Darien tenía novia y, al conocerlo mejor, supo que era un hombre demasiado formal y ordenado como para tener un affair con su asistente ¿cierto?
El punto era que Kunzite no veía mal que su amigo organizara una pequeña despedida para la señorita Meiou, y más considerando que últimamente parecía afligida; él podía ser seco pero no indiferente y notaba que su compañera había cambiado luego de la partida de Darien.
Curioso.
Quizás ella resentía más que cualquiera en la oficina su partida, porque ellos fueron los primeros en hacer equipo y en realidad eran muy unidos, cercanos como Darien nunca fue con alguno de ellos.
Aunque pronto volverán a estar juntos.
– Bueno, vámonos a casa – interrumpió sus propias ideas. Él mismo era enemigo de meterse en la vida de otros y debía cuidar ese tipo de expresiones inadecuadas que si alguien las escuchaba, podría malinterpretar.
Salieron de ahí mientras su amigo le pedía que le contara de nuevo la anécdota del origen del rasguño en su rostro y le preguntaba sobre cómo sobrellevaría su relación con el "bebé" de su novia.
Kunzite soportaba el pequeño tono burlón de su amigo, pues de alguna manera le alegraba hablar de algo más que la monotonía del trabajo.
Algo que Darien no hacía… ¿por qué?– e inmediatamente se reprendió por volver a esas ideas – Basta Kunzi – y dibujó una media sonrisa al darse cuenta que se llamaba a sí mismo como lo hacía Mina.
– ¿Todo bien? – le preguntó Zoycite mientras bajaban por el elevador hacia el estacionamiento.
– Sí, sólo me acordé de algo.
– Seguramente relacionado con la señorita Mina… ¿Sabes? Siempre supe que detrás de esa cara sobria hay un tipo con mucho corazón, sólo hacia falta que alguien lo sacara a relucir – le dio una palmada en la espalda y él se sonrojó un poco y volteó hacia otro lado para disimular su reacción – No seas como Darien, no tiene nada de malo mostrar o hablar de cómo ellas nos hacen sentir. Vamos, no te avergüences Kunz.
La respuesta bien pudo ser su característico "no me llamo así" pero en su lugar se le salió decir – Yo no soy como Darien – porque sí, pese tener en común la sobriedad y su gran dedicación al trabajo, y lo unía una amistad, lealtad y admiración hacia él, Kunzite tenía claro que no quería ser como su jefe y tener con Mina las mismas actitudes que alcanzaba a ver de Darien con la señorita Serena… o con Setsuna Meiou.
o-o-o-o-o-o-o-o
No resultó una sorpresa que llegara tarde. No por su vieja costumbre de retrasarse en cada compromiso, sino porque se sintió indecisa por varias horas de ir a darle la cara a ese chico que en las últimas semanas se había portado con ella como nadie.
Debía reconocerlo, puso cientos de pretextos para, al menos hacer tiempo para decidir si era correcto o no ir a verlo, si estaba siendo injusta, si Seiya no merecía ese trato, si ella estaba dispuesta a no hacerle lo mismo que esa persona que lo dejó de pronto.
Todo eso la mantuvo prácticamente toda la noche sin dormir. Incluso ya por la mañana siguió dándole vueltas al asunto.
Su madre le había sugerido que, si iba a dejarle eventualmente a Luna o si iba a llevársela, la llevara con el veterinario para que la revisara bien. Aunque era un tema que Serena sabía que debía abordar sí o sí en su próxima llamada con Darien, esa improvisada visita al veterinario había sido otro pretexto para seguir pensando.
Sin embargo, para su buena o mala suerte, las atendieron muy rápido y le informaron que su gatita estaba en perfectas condiciones de salud para viajar – Pero tú pareces un poco pálida, deberías ir con un doctor – le había sugerido el médico de Luna.
Esa opción no la tomó como pretexto para seguir deliberando y, sin más, decidió ir al lugar que Mina le había indicado.
De alguna manera era lo correcto. Ella le había dicho a Rei que hablara con Jedite y sería muy hipócrita de su parte no hacer lo propio con Seiya; si bien las situaciones eran diametralmente diferentes, qué clase de persona sería si daba un consejo y ella no enfrentaba sus propios problemas.
Además, estaba un factor muy importante: Seiya. Ante todo no quería lastimarlo o que pensara que ella ya no quería verlo. Porque la realidad es que Serena sabía que se sentía muy bien a su lado y eso era muy confuso en sí mismo: ella se marcharía pronto, ella ya tenía a Darien, ella no debía querer estar con otro que no fuera su prometido y menos cuando él había dicho "eso" en su canción.
Era tan complicado de entenderlo como imposible dejar de frecuentarlo.
Cuando llegó al lugar, tal como su amiga prometió, habían la instrucción de que su nombre apareciera en la lista de acceso autorizado, incluso no hubo ninguna objeción de que se presentara con Luna en brazos.
Aquel sitio se trataba de un salón donde dispusieron una veintena de filas de asientos, donde ya se encontraban decenas de chicas, fans de los Three Lights, esperando a sus ídolos que, seguramente se sentarían detrás de la mesa que estaba puesta al fondo.
Era una suerte que Luna fuera tan tranquila y sociable, de otro modo quizá le estresaría ese ambiente cargado de energía. Y es que, sin duda, las admiradoras de Seiya y sus hermanos adoraban a la banda.
A Serena se le hizo un poco extraño verlas con camisetas y gorras con los nombres y/o rostros de ellos, especialmente de Seiya; que se les sumaba a los afiches y carteles que estaban en todo el lugar. Era como si la mirada de Seiya (esa misma que estuvo evitando por días) de pronto la tuviera encima desde tantos ángulos posibles.
De pronto una puerta al fondo se abrió y aparecieron los chicos seguidos por un hombre que tenía un micrófono y los presentó, también salió Mina que sostenía documentos.
La verdad es que Serena no vio mucho, porque casi todas las chicas se pusieron de pie, gritaban y aplaudían ante sus ídolos; pero no sólo eso, ella misma sintió algo raro cuando alcanzó a ver a Seiya, que aquella tarde iba con un saco rojo en el que se asomaba una rosa del mismo color en su bolsillo; además, su amigo ocultaba sus ojos tras sus lentes oscuros.
La sensación de verlo fue extraña, era algo en su estómago y como un mareo, pero no eran como esos que en las últimas semanas la tenían a cada momento en el baño. Era muy diferente, especial.
Después de ese primer momento de histeria entre las admiradoras, el presentador explicó la dinámica del evento: los chicos darían unas palabras, luego se abriría el micrófono para que las fans les hicieran preguntas y terminarían con una firma de autógrafos.
Serena estaba hasta el fondo del lugar, casi oculta entre tanta gente, carteles y manos levantadas con teléfonos móviles tomando videos y fotos. Dudaba mucho que Seiya o Mina se dieran cuenta de que estaba ahí.
Taiki fue el primer en hablar y agradeció a todas por estar ahí; Yaten le siguió e igualmente dio las gracias por el tiempo y su presencia; Seiya fue el último en hablar y, con un tono un poco más apagado de lo usual, se sumó al agradecimiento de sus hermanos mayores.
Al escucharlo, Serena volvió a sentir eso en el estómago. Era demasiado fuerte y extraño. Incluso llegó a pensar que no soportaría seguir ahí y dudó en mejor salir corriendo del lugar.
Sin embargo, la curiosidad la mantuvo en su asiento. La ronda de preguntas comenzó y con ella toda una batalla encarnizada por quién sería la siguiente en preguntar.
Los cuestionamientos eran bastante básicos, en opinión de Serena: música, películas, artistas, comida, pasatiempos, lugares favoritos y hasta fobias; algunas cosas un tanto superficiales que, si bien eran intervenciones muy alejadas de ese "juego" de preguntas que tenía con Seiya, la mantenían atenta a cada respuesta de su amigo.
La convivencia entre los Three Lights y sus admiradoras fluyó bastante bien, con la suficiente dosis de risas y gritos para que Seiya sonora más alegre y ella se sintiera más cómoda. Mina incluso lucía muy complacida del éxito del evento.
El presentador anunció que cedería la palabra a una última admiradora y, entre tanto alboroto, gritos y manos levantadas, escogió a una chica que estaba por la tercera fila. Posiblemente era una de las fans más jóvenes en el lugar y parecía no saber muy bien qué decir.
El hombre la animó diciéndole que era la última y pensara muy bien lo que quería decir. Entonces la chiquilla lanzó su pregunta: – Bueno, es para los tres. Sus canciones son muy bonitas ¿hay alguna persona especial que los haya inspirado para escribirlas?
La pregunta hizo que nadie reaccionara efusivamente y más bien todo quedó en silencio para no perder detalle de lo que dirían los chicos.
Sorpresivamenre Yaten fue el primero en responder, aunque su respuesta no fue tan sorpresiva al final – En realidad, no – y hubo algunos suspiros. Serena sabía lo que esa respuesta significaba que él no tenía a nadie especial, lo que alimentaba las fantasías de sus admiradoras quienes lo verían como un chico soltero y, por lo tanto, "disponible".
Taiki fue el siguiente en hablar: – Bueno, hay muchas cosas bellas para escribir y que son fuente de inspiración; pero si te refieres a un "alguien", por ahora no hay, pero me encantaría… ¿por qué no? – dijo con una sonrisa y hubo una nueva oleada de gritos y suspiros entre las asistentes al evento.
Serena recordó lo poco que había hablado con él de Setsuna Meiou y se sintió terriblemente mal porque no había hecho nada al respecto; estuvo tan metida en su propio torbellino de ideas que había olvidado pensar en cómo ayudar.
Sin embargo, de nuevo no tuvo tiempo de reflexionar más eso porque toda la atención y las miradas se fueron hacia Seiya. Incluso Mina y sus hermanos lo miraron.
– Bueno… – comenzó a decir Seiya y todo el mundo se quedó quieto para escuchar – Hay muchas canciones en las que me gusta contar una historia; pero hay otras en las que he puesto un pedazo de mi corazón, son una parte importante de mí.
Con tanta atención entre la audiencia, de pronto no había carteles arriba, ni manos, ni teléfonos. Serena no supo si fue por eso que se hizo visible entre todas, porque pese a que Seiya ocultaba sus ojos detrás de esas gafas oscuras, sintió que la miraba directamente.
– Compuse mis primeras canciones para una persona muy especial – continuó y Serena sintió una punzada en el pecho ¿Se referiría a esa misma que lo dejó inesperadamente y lo lastimó?
¿Qué clase de persona sería? ¿Por qué se iría así? ¿Por qué sería tan cruel con él cuando le había hecho algo tan bello como una canción? O como Seiya acababa de decir, le había entregado una parte de su corazón.
Y entonces, pese a la pequeña multitud que se había reunido para irlos a ver, Serena sintió que de pronto no había nadie más que ellos dos y que Seiya le estaba hablando sólo a ella, con la misma sinceridad que cuando le cantó y le confesó que era una canción para ella.
Una parte de su corazón.
– No puedo entregar una canción a cualquiera, es algo muy especial, muy personal e íntimo; es como entregarle esa parte de mi corazón para siempre y también significa que esa persona vivirá en mí sin importar lo que pase o decida. Es un lazo para siempre.
– Seiya… – murmuró Serena muy por lo bajo.
Entonces él desvió un poco la cabeza para mirar a la chica que hizo la pregunta. En ese momento notó que Taiki y Yaten se dieron cuenta que ella estaba ahí e intercambiaron una mirada preocupada entre ellos.
– Así que, mi respuesta concreta es que sí, varias están pensadas en personas especiales – sonrió y de nuevo hubo esa reacción histérica entre las admiradoras.
Serena no puso mucha atención a lo que siguió, pues el anunciador pidió que formaran una fila para la firma de autógrafos. Todas se movieron de sus asientos, menos ella que no sabía qué hacer.
La firma de autógrafos inició y las admiradoras aprovechaban para tomarse una fotografía con alguno de los chicos, regalarles algo o simplemente abrazarlos, decirles lo mucho que los admiraban o agradecerles por hacer música.
Después de que pasaba su turno, las chicas se iban, así que el lugar empezó a vaciarse poco a poco. En determinado momento, Seiya, quien era el que más se tardaba en atender a sus fans, llamó a Mina y le dio una indicación, su amiga la miró, asintió y se fue de ahí, seguramente para cumplir la encomienda del artista.
Para cuando volvió a aparecer, quedaban muy pocas personas. Yaten fue el primero en terminar de atender a las seguidoras, parecía un chico de pocas palabras hasta con ellas; no era grosero pero simplemente no parecía interesado en interactuar mucho.
También fue el primero en ponerse de pie e ir hacia dónde Serena aún estaba sentada. Al igual que Seiya, sus hermanos traían gafas oscuras, así que no veía la mirada de Yaten, pero sí la imaginaba por el resto de su expresión. La rubia se preguntó si tendría problemas con él, porque incluso Mina notó que el muchacho iba con ella y fue tras él.
Sin embargo, hasta el paso decidido de Yaten cambió cuando notó que en su regazo estaba Luna – ¡Wow! – expresó y se hincó para estar fue más cerca de su mascota – Hola preciosa – le dijo a su gatita.
Luna se levantó y, nada penosa, luego de estirarse arqueando su columna, se acercó a él para que la cargara.
¿Luna?
– ¿Puedo? – le preguntó Yaten, aludiendo al hecho de tenerla en brazos, a lo que Serena accedió.
Yaten tomó a la gatita para comenzar a caminar por el lugar mientras acariciaba la cabeza y luego el mentón de Luna, provocando en ella un ronroneo instantáneo. Era curioso, Yaten parecía un chico muy frío con las personas pero ahora se mostraba muy sonriente y cariñoso.
– Vaya – interrumpió Mina – De haber sabido que eso evitaba su mal humor, le hubiera conseguido un gato hace tiempo. Bueno, Serena, qué bueno que pudiste venir.
– Gracias por la invitación – fue lo único que se le ocurrió responder.
– Seiya me pidió que reservara un espacio para hablar contigo después de la firma de autógrafos.
– ¿Qué? No, yo…
– Por favor Serena es importante que le digas que te vas a ir – de pronto alguien le hizo una seña y ella tuvo que atender.
En ese momento la rubia se puso de pie y vio que Seiya era el único que seguía con sus fans. Estaba con unas chicas muy jovencitas tomándose fotos y bromeando que se la mostraran en su teléfono para asegurarse de que salió bien.
– Es increíble ¿no? – comentó Taiki que ya había llegado hasta ella y también miraba a su hermano menor – Parece que Seiya nació para esto, les tiene increíble cariño y paciencia a sus admiradoras.
– Es un gran chico – dijo sin poder evitar sonreír – Bueno, los tres lo son.
Taiki miró a Yaten quien seguía paseando y acariciando a Luna – Sí, a veces a él le cuesta más trabajo demostrarlo. ¿Sabes? Los tres crecimos sin padres, creo que eso hizo que especialmente a Yaten le costara más trabajo confiar en las personas, pero desde siempre ha amado a los animales.
– A Luna, mi gatita, parece agradarle.
– Siempre quiso tener mascotas pero en el orfanato en el que crecimos era imposible y después no teníamos mucho dinero para eso. Kakyuu y yo siempre pensamos que Yaten sería veterinario.
– ¿Kakyuu?
– Nuestra hermana mayor. Ella… bueno, se marchó hace no mucho – aclaró y Serena se preguntó si sería ella a quien se refería Mina. No estaba segura, ella había interpretado otro tipo de vínculo con Seiya o quizá su amiga no estaba al tanto de los hechos completos. Estaba confundida.
Y aunque había muchas incógnitas, sabía que quizá Taiki no era el adecuado para responder sus dudas. Más bien, conversar con él era la oportunidad perfecta para reanudar su última charla.
– Taiki discúlpame – dijo de pronto y él la miró sin comprender – No he podido hablar con Setsuna sobre ti, la verdad es que he tenido la cabeza en otro lado.
– Entiendo – el chico no pudo ocultar una leve decepción en su tono.
Serena no sabía si estaba bien o no buscar que él se involucrara con Setsuna Meiou; ella también se iría pronto a Estados Unidos pero había dos caminos: ella se terminaba de convencer de que irse no era una buena idea o comenzaba a conocer a Taiki a la distancia y quizá con el tiempo se daba algo. Ami, por ejemplo, se mostraba segura de su eventual relación a distancia. ¿Podría ser una alternativa para la asistente de Darien?
La respuesta sólo ellos podrían definirla, pero el tiempo estaba corriendo y se acababa para al menos dar el primer paso. Así que se le ocurrió algo.
Sacó de su bolso papel y lápiz y escribió uno de esos números telefónicos que se sabía de memoria: el de la oficina de Darien. Seguro ahí Taiki podría hablar con ella de una forma más directa.
– Ten – le entregó el papel – Ahí podrás encontrarla, dile que yo me tomé el atrevimiento de darte el número.
Taiki le sonrió, parecía que sí estaba auténticamente interesado en conocerla mejor – ¿De verdad? – ella asintió – Oye ¿y crees que pueda invitarla a la fiesta de presentación del disco? Mina nos contó que llevaría a alguien y no sé, quizá pueda invitarla.
Había un pequeño problema. El evento era el día que salía su vuelo, así que técnicamente era imposible; sin embargo, sólo eran unas horas de diferencia, quizá podrían retrasar un poquito más el viaje, al menos un día más para que ellos fueran juntos.
– Sí, veremos qué se puede hacer – agregó.
Entonces Mina volvió con ellos y le dijo que Seiya ya la esperaba. Eso sí, sólo tenían unos minutos porque los chicos tenían otro compromiso.
Llevó a Serena por una de las puertas y esta vez los Kou no renegaron de que su hermano menor hablara en privado con ella; y es que Taiki observaba con una sonrisa el papel que le había entregado y sacaba su teléfono, quizá pensando si era momento de marcar; mientras Yaten seguía caminando por todo el lugar con una ronroneadora Luna.
– Listo Seiya – dijo Mina cuando abrió la puerta y él estaba ahí de pie esperándolas – No lo olvides, solo tienen 10 minutos.
– Gracias Mina – su amiga cerró la puerta – Hola Bombón.
Serena sintió de nuevo esa sensación en su estómago, pero sabía que no podía seguir eludiendo esa conversación.
o-o-o-o-o-o-o-o
Al final, no estaba seguro de que fuera un buen momento para hacerlo. Su plan de ir muy temprano al Templo Hikawa se vino abajo cuando la resaca y la desvelada lo dejaron dormido en el incómodo sillón de su amigo hasta ya pasado el mediodía.
Para completar el desastroso cuadro, su resaca y cansancio estaban acompañados de la facha que traía. Neflyte le había prestado algo de ropa limpia para que estuviera más presentable. La intención había sido muy buena, pero su amigo era más alto y fornido que él, por lo que su ropa le quedaba muy grande y le hacía parecer recién salido del manicomio.
Bueno, loco ya se sentía. Había pasado los peores días de su vida luego de que Rei lo echara del templo y perdiera todo. Ni siquiera había resentido abandonar el lujo de la vida con sus padres, pero pensar en lo que estaba perdiendo al irse del Templo Hikawa lo estaba acabando.
Aquella tarde bajó del autobús en ese mismo lugar donde vio por primera vez a Rei y quedó impactado por su belleza. El recuerdo de ese día en el que la conoció lo hizo sentirse más débil y tonto.
Caminó por el jardín que durante sus semanas ahí se dedicó a cuidar con mucho entusiasmo. Era curioso cómo todo eso ya le parecía lejano.
Buscaba al abuelo de Rei para hablar con él y darle una explicación por su reprentina partida. Cuando la chica lo echó de ahí no pudo hablar con el anciano y ahora necesitaba darle la cara y corresponder a la estima y confianza que había entre ellos.
Claro, si es que no me detesta ahora – pensó, pues había una posibilidad de que Rei le contara todo y ahora él también estuviera en su contra – Me lo merecería por idiota.
Sin embargo, estaba cruzando junto al templo cuando se encontró de frente a la razón de sus desvelos y el consumo de alcohol de los últimos días. Rei iba saliendo de su meditación vespertina y casi chocan al encontrarse.
Él no supo bien qué decir, pero ella fue la primera en hablar, aunque no del modo más amable – ¿Qué haces aquí?
– Rei, escucha, yo…
– Te hice una pregunta – dijo con una frialdad que le hirió en el pecho.
Había aprendido a conocer a Rei y sabía que tenía que ser el sensato en una situación así de tensa. Tragó saliva y respondió a su pregunta – Vine por mis cosas y a agradecer a tu abuelo por todo.
– Pasa, pero luego te vas – dijo sin más y se dio la media vuelta para irse en dirección contraria a la casa.
Jedite la observó por un momento, aguantando las ganas de ir tras ella y suplicarle que lo escuchara, pero se contuvo. Y no es que no estuviera dispuesto a rogar por ella, pero ella estaba muy enojada (y con razón), por lo que cualquier paso en falso avivaría el fuego.
Se dirigió a la que fue su habitación, tomó lo poco que había llevado consigo cuando se mudó ahí y buscó lo que había ahorrado trabajando en el lugar. No era mucho porque en realidad la paga no era muy buena, pero era algo para arreglárselas unos días y pensar qué debía hacer.
Nef le había comentado que, dado que el negocio de su novia estaba creciendo mucho y que él (Neflyte) no era muy hábil para la cocina, la ayuda de Jedite podría ser útil. Y así, le había dicho su amigo, tendría trabajo y haría tiempo para que Rei se tranquilizara un poco.
La propuesta no era mala, pese a que la habían hablado cuando ambos estaban ya divagando por el alcohol. Pero el rubio insistía en no buscarle problemas a su amigo con su novia o a ella con Rei; y lo que más le impedía tomar la oportunidad, era el hecho de no resistir saber a Rei tan cerca y al mismo tiempo tan inalcanzable.
Aunque era difícil de aceptar, pero quizá debía resignarse a volver a estar bajo el yugo de sus padres y hacerse a la idea de que sin su vida en el Templo Hikawa con Rei, ya lo demás le daba lo mismo.
Después de tomar sus cosas y acomodar el espacio que ocupó, se dirigió a buscar al abuelo de Rei. Lo encontró tomando plácidamente su siesta de la tarde. Era algo común, él lo sabía y se reprendió por llegar tan tarde a hablar con él.
Estaba debatiendo internamente si debía irse o no, cuando escuchó ruidos en la cocina y Rei maldiciendo por algo. No pudo resistir y fue inmediatamente a ver.
Encontró a la chica limpiando agua derramada. Aparentemente iba a prepararse un té y por un descuido (quizá por lo caliente de la olla) se le cayó.
– Permíteme – dijo agachándose a limpiar. Rei inmediatamente se alejó y le dio la espalda. Jedite no estaba muy seguro pero le pareció que ella estaba limpiándose la cara.
¿Estaba llorando?
– Te dije que te fueras – soltó ella aún dándole la espalda.
– Lo lamento, ya iba a hacerlo – comentó mientras terminaba de limpiar, se levantaba y lavaba las manos – Escuché ruido y pensé que tenías problemas.
– No era necesario que vinieras… – Jedite la escuchaba diferente y empezó a preocuparse – Ya vete – agregó ella pero ya no con su tono enojado, era una petición con cierto dolor.
Aunque se sintió miserable por ponerla así con su presencia, eso le dio una esperanza; si ella estaba dolida, significaba que no le era indiferente lo que pasó.
– Rei… – se acercó y ella dio unos pasos para alejarse.
– Por favor… – dijo la chica con voz quebrándose.
Él pensó en volverse a acercar pero desistió, no quería empeorar las cosas; sin embargo seguía indeciso sobre dejar algunas cosas claras.
– Está bien, me voy – comenzó a alejarse y cuando estaba en el marco de la puerta, no pudo resistirse más – Sólo quiero que sepas que fui honesto con dos cosas: siempre odié que mis padres me impusieran hasta a la mujer con la que debía casarme y… – tomó aire para decirle – en que esos besos fueron sinceros.
Hubo un silencio y justo cuando iba a cruzar el umbral, ella dijo: – Espera.
o-o-o-o-o-o-o-o
No era muy asidua a estar todo el tiempo en el teléfono. A diferencia, por ejemplo, de Mina que todo el tiempo escribía y contaba cosas, Rei prefería sólo revisar de vez en cuando y comentar sólo cosas muy relevantes.
Así que hasta esa mañana vio el mensaje que recibió la tarde anterior. Era la primera vez que Serena le escribía y era un mensaje demasiado contundente.
Por alguna razón, Serena se había dado cuenta que Jedite era importante y de alguna manera las chicas sabían y comentaron lo que pasó. Sin embargo, Serena había sido la única con el valor de decirle algo.
Típico de la antigua Serena.
Pero lo más importante es que no dejaba de pensar en sus palabras. Desde que tenía memoria, su padre se había encargado de arrebatarle tantas cosas, especialmente el más puro amor que Rei había sentido en su vida: el de su madre.
En determinado momento, Takashi Hino había demostrado cuan egoísta era y eso destrozó a su madre, quien prácticamente murió de tristeza al darse cuenta que había renunciado a su vida y todo lo que ella era por un hombre que no pensaba en otra cosa que no fuera él mismo.
Rei jamás pudo perdonar a su padre por ello, ni volvió a sentir un calor tan reconfortante como el cariño de su madre, hasta que conoció a Jedite. Y ahora, la sola idea de su padre, de nuevo le estaba arrebatando ese sentimiento.
No era justo.
Y para agregar a todo ese huracán de ideas, él se hizo presente en el templo y ella sólo quería que se marchara, porque no soportaba tenerlo tan cerca sin querer estar de nuevo entre sus brazos o sus labios para que él la reconfortara con esa calidez que irradiaba.
Necesitaba despejarse y fue a la cocina para prepararse ese té que tanto ayudaba a calmar los nervios; sin embargo, recordó que a Jedite le quedaba perfecto y eso hizo que tomara la olla sin cuidado, se quemara y derramara el agua.
Entonces él entró y ella ya no podía retener las lágrimas. Obviamente no iba a permitir que él la viera llorar de nuevo, y menos si era por él. Así que se empeñó en ni siquiera mirarlo.
Pero no podía más e incluso le pidió con un hilo de voz que se fuera. Y poco antes de que él se saliera de la habitación, le dijo aquellas palabras.
No fue sólo lo que dijo, sino cómo lo dijo. Rei era muy perceptiva y realmente sintió las palabras; además lo veía realmente afectado por la situación: su ropa gigante que lo hacía ver tan desaliñado, su cabello alborotado y hasta esos pequeños vellos en su cara que denotaban que no se había afeitado desde que se fue. Él no estaba bien.
Entonces no pudo resistir pedirle que esperara un momento, porque necesitaba saber, estar segura.
– Dime algo – por fin se dio la media vuelta ya sin temor de que viera sus ojos llorosos, él también la miró – Qué sentiste cuando supiste que yo era tu prometida.
– Me enojé – respondió sin dudar – Estaba furioso de que mis papás habían elegido para mí a una chica tan hermosa – dibujó una sonrisa amarga – Y fue peor cuando me di cuenta de la maravillosa mujer que eres.
– Odio complacerlos – continuó – pero al diablo, ellos ni siquiera saben que huí de casa para vivir aquí. Así que ya no me importa lo que ellos ni nadie piense: yo estoy enamorado de ti.
Ella sintió un vuelco en el corazón pero no pudo responder porque no quería corresponder. No tenía claro cómo era la relación de Jedite con sus papás, pero ella guardaba demasiado rencor a su padre como para darle gusto con algo tan importante.
No hubo más palabras y ante un silencio largo e incómodo. Él pareció entender que no había nada más que decir, por lo que se volvió hacia la puerta y salió de la habitación.
No dejes que tu papá también te quite esto – recordó el mensaje de Serena – Después puede ser muy tarde.
Se mordió el labio. Odiaba esa situación, pero su amiga tenía razón de alguna manera, su padre le había quitado de todo y no podía permitir que le quitara un sentimiento como el que estaba sintiendo por Jedite.
Él parecía honesto y realmente se veía afectado por todo lo que estaba pasando, ¿iba a dejarlo ir sólo porque era más fuerte el rencor a su padre?
– Maldición. Al diablo con Takashi – dijo entre dientes y salió de la habitación. Cuando alcanzó a Jedite, él apenas iba llegando a los jardines. Tiró de su brazo para volverlo hacia ella y sin mediar palabras, lo besó.
Aunque confundido, Jedite no tardó en corresponder ese contacto y ella por fin encontró algo de la tranquilidad que había perdido cuando lo vio abrazando a esa mujer, a la asistente de Darien, lo que desencadenó toda su confesión.
Rei se sentía agradecida con Serena. Si ella no le hubiera sacudido la cabeza con ese simple mensaje, quizá no estaría besando ahora a ese chico que, reconocía, la había conquistado como ningún otro.
Espero corresponder el favor.
Hubo un momento para hacer una pausa para recuperar el aliento y hasta ese momento se dio cuenta que el rubio la retenía entre sus brazos – Entonces, ¿puedo volver al templo? – le sonrió.
– Tranquilo Jedito, significa que te voy a dar la oportunidad de que me expliques todas esas tonterías de que eres amigo de Darien y que te mandaron seguir a mi amiga – dijo tratando de recuperar su tono autoritario. Además de aclarar cosas con Jedite, eso le permitiría saber más sobre lo que Darien tramaba con tener a su amiga tan vigilada.
– Claro que sí – dijo soltándola y saludando como si recibiera una orden militar. Era increíble cómo su expresión había cambiado tan rápido – ¿Y lo demás?… Ya sabes, que soy tu prometido.
– ¿De qué hablas? Yo no tengo prometido. Si te interesa el puesto, debes ganártelo – se dio la media vuelta de regreso a la casa – Anda, que tengo muchas preguntas que hacerte.
Jedite sonrió aliviado y la siguió. Pero ninguno de los dos se dio cuenta que por una de las ventanas se asomaba el abuelo de Rei, quien al verlos entrar de nuevo a la casa, volvió a su lugar, fingiendo que dormía.
No era la primera vez que fingía no ver lo que ese par se traía entre manos, incluso desde antes que ellos mismos se dieran cuenta de su química. Se acomodó en su asiento y cerró los ojos para seguir con su actuación. Les daría un poco de espacio para hablar y luego fingiría estar sorprendido de que Jedite regresara.
Siempre lo supo todo. Sus corazonadas nunca fallaban y desde el principio notó cómo se miraban uno al otro e intuyó ese "algo". Eso le complacía porque quería que su nieta no fuera una chica solitaria que rehuyera del amor por la mala experiencia que había vivido su madre con su padre. Las cosas no habían funcionado para ella con Nicolas, y eso estaba bien, su nieta no podía quedarse con el primer hombre que conociera; ella necesitaba experimentar y comparar.
El anciano era consciente de que al inicio Jedite y Rei se esforzaron por ignorarse, pero para él era innegable que se complementaban bien. Luego, cuando se dio cuenta que ya se estaban involucrando, vino esa discusión. Pese a ello, no perdió la fe y ahora ahí estaban ese par de cabezas duras besándose, pese a que ambos renegaban del otro por estar comprometidos contra su voluntad.
Sí, el anciano también sabía eso.
o-o-o-o-o-o-o-o
Se sentía de nuevo como un adolescente. Nunca había dedicado mucho tiempo a las chicas pero las veces que alguna le interesó, se ponía muy nervioso.
Y si bien ya no era un muchachito y ahora era una estrella musical en ascenso que muchas chicas gritaban que lo amaban, en realidad seguía sintiéndose muy vulnerable ante una mujer que le atrajera y más con una como Setsuna Meiou, que no tenía nada que ver con sus histéricas seguidoras y más bien parecía muy madura y centrada en otras cosas; vaya, tenía una hija.
Se apartó un poco de Mina y Yaten, quienes parecían discutir amistosamente por la gata que su hermano cargaba. Así que con ellos en lo suyo y ya sin fans, se alejó lo más que pudo y sacó su teléfono, marcó el número escrito en el papel con todo y extensión y, notando cómo le sudaban las manos, escuchó el tono de marcar.
No esperó mucho cuando del otro lado de la línea le respondió aquella voz tersa que esperaba escuchar y que anunció grácilmente el nombre de una empresa e indicando que estaba llamando a la oficina de Darien Chiba, corrigiendo inmediatamente el nombre por Kunzite Kanda.
Al fondo se escuchaba un poco de alboroto y dudó si había hecho lo correcto al marcar, pero ya estaba ahí – Sí, hola – comenzó nervioso – ¿Setsuna Meiou?
– Sí, soy yo.
– Ah, hola – saludó de nuevo tratando de buscar palabras – Soy Taiki Kou, nos conocimos hace unos días, en la casa de la señorita Serena Tsukino.
– Ah, sí. Buen día joven Kou, ¿en qué puedo servirle? ¿U ocurre algo con la señorita Tsukino?
– Puedes llamarme Taiki, por favor. Y más bien es una llamada informal, personal – hizo una pausa – Discúlpame pero la señorita Serena me dio tu número y… – respiró profundamente, tomando valor – Perdona el atrevimiento, pero quisiera saber si querías salir a tomar un café.
Ella se quedó callada y temió que había arruinado las cosas.
– Ammm – respondió dubitativa.
Pero antes de que pudiera alguno de los dos decir algo más, Taiki escuchó que alguien se acercó a Setsuna y demandaba su atención – Mami, mami – escuchó la voz de lo que se imaginó era la hija de la que Serena le había hablado – Kuzite y Zoyt dicen que si quiero más pastel, me debes dar permiso.
– Un segundo cariño, estoy al teléfono – la escuchó y se sintió satisfecho de que pareciera una madre amorosa.
– ¿Es el señor?
– No mi amor. Es un amigo, se llama Taiki Kou.
– ¡¿Taki Koooo?! – preguntó y, por su pronunciación, se imaginó que era una niña pequeña – A ver.
Parecía que no pudo negarse porque escuchó que pasó la bocina – ¿Hola? – preguntó la niña.
– Hola – respondió apenas y escuchó que la pequeña le dijo a su mamá por lo bajo:
– Sí, creo sí es él.
Él sonrió, le parecía encantador lo que estaba pasando – ¿Te gusta Three Lights? – le preguntó.
– Sí, no sabía que mi mamá era tu amiga.
– Nos estamos conociendo, estaba por invitarla a tomar un café – nuevamente escuchó que le decía algo a su mamá por lo bajo:
– ¿Puedo ir también a tomar café? – y Taiki volvió a sonreír. No escuchó si Setsuna dijo algo pero él se adelantó.
– Yo estaría encantado – después de un largo "Sí" como respuesta, escuchó que la niña se iba de ahí contenta.
– Una disculpa, ella es…
– Una niña encantadora – completó ante una pausa – Podemos salir los tres, si estás de acuerdo.
– Está bien – cedió ella luego de otra pausa. Él propuso un lugar y una hora para el día siguiente, pensando en que muy temprano podría salir con ellas antes de iniciar con la estresante agenda del grupo.
Cuando ella accedió, se emocionó como un adolescente. Setsuna Meiou le había atraído desde la primera y única vez que la vio y era casi un milagro que una mujer así aceptara salir con él tan pronto.
Era una buena señal, supuso.
o-o-o-o-o-o-o-o
Su corazón latía con mucha fuerza. Ella por fin estaba ahí y podrían hablar aunque sea unos minutos. Debía reconocer que estaba un poco inquieto de que luego de su última charla, ella se marchara sin decir algo y que después no respondiera sus llamadas y sus mensajes; pero cuando la vio entre sus admiradoras recuperó algo de esperanza.
Si estaba ahí es que quería seguir viéndolo. Era probable que sus palabras sí fueran demasiado y ella necesitó tiempo para digerirlo. No esperaba que le correspondiera sino que simplemente ella asimilara sus palabras y su canción.
Seiya reconocía que durante un tiempo dudó sobre lo pertinente de sus sentimientos y hablarlos con Bombón, pero aquella charla con la chica del templo le abrió los ojos sobre lo que realmente deseaba. Sólo quería verla feliz y desde aquel colapso que ella tuvo, se dio cuenta que no estaba siéndolo completamente.
Que su novio no la está haciendo feliz.
Lo importante ahora era que podían conversar un poco y necesitaba hacerlo con cuidado para no agobiarla con sus sentimientos ya declarados.
– Gracias por venir – fue lo primero que dijo.
– Fue un evento emocionante. Se nota que sus fans los adoran – respondió tratando de dibujar una sonrisa. Seiya necesitaba aligerar un poco más la situación para que ella estuviera más relajada.
– Aunque no te acercaste por un autógrafo o hiciste una pregunta… – le sonrió – Ya sé, no lo hiciste porque es mi turno de preguntar algo.
Entonces la chica soltó una risa auténtica. A pesar de todo, seguía siendo un juego divertido el preguntarse cosas para seguirse conociendo mejor. Seiya estaba complacido de que la conversación estuviera fluyendo bien, pero sabía que el tiempo apremiaba y necesitaba escalar la charla entre ellos.
– Bueno, de verdad me alegró mucho el verte… Pensé que ya no querías hablar conmigo; te he llamado pero no había tenido suerte.
– Lo siento Seiya. Es que yo… yo… – parecía nerviosa – Compré un nuevo teléfono con lo que Mina me pagó por el arte del disco – buscó en su bolso y sacó un aparato muy diferente al viejo equipo que le había visto – Me cambiaron el número y quedé un poco incomunicada. Perdóname – agregó con una genuina vergüenza.
– No tienes que disculparte; de hecho me da mucho gusto que te des ese regalo.
– Es gracias a ti. Y mira – desde su nuevo aparato tecleó algo y de pronto el teléfono de Seiya comenzó a sonar. Le pareció normal que ella ya se aprendiera su número pues mientras trabajó en el arte para el disco, estaban en contacto muy constante – ¿Ya viste? Es un nuevo número.
– Excelente. Podremos hablar como siempre – decidió soltarlo no como pregunta, sino como una afirmación, un deseo.
– Sí – dijo la rubia al fin y hubo un pequeño silencio entre ellos – Seiya ¿qué…?
– Shh, espera – interrumpió él acercándose unos pasos a ella – Es mi turno de preguntarte algo.
Sabía que tenía poco tiempo para actuar, pero estaba decidido, sería firme. Estaba enamorado de Serena y necesitaba que ella no tuviera duda de ello, pero sabía que ella estaba comprometida y lo que menos quería era agobiarla. Además, mientras Bombón estuviera en una relación formalmente, él debía ser respetuoso y no entrometerse de más u obligarla a algo que ella no quería.
Dio unos pasos más y la tuvo aún más cerca – Está bien.
El respiró profundamente, sabía que de nuevo tenía que escalar la conversación. Se quitó las gafas para verla directo a los ojos y cuestionó – ¿Por qué no usas tu anillo de compromiso y no quieres hablar de eso con tus padres?
o-o-o-o-o-o-o-o
No supo cómo terminó tan cerca de él, pero de nuevo podía hasta oler ese misma loción que percibió la tarde que bailaron juntos. Sí, así de cerca lo sentía.
Su objetivo había sido ir a hablar con él e informarle que sería la última vez que se verían, que quizá no debían seguir hablando y que lamentaba mucho tener que alejarse así. Pero no pudo, algo en ella le impedía decirle adiós a Seiya.
A pesar de todo y de su última charla, era increíblemente sencillo volver a conectar con él e imposible plantear que debían alejarse.
Y luego estaba la pregunta que lanzaba. No la vio venir y tampoco sabía cómo responder porque la realidad era que no tenía clara la razón.
Como muchas chicas, siempre le había hecho ilusión recibir su anillo de compromiso en medio de toda una ocasión especial; sin embargo, Darien le había entregado la joya de una manera muy rápida y escueta. Ella entendía la premura de la situación, pero le daba un poco de pena contarle a todos de su compromiso y confesar que no había sido todo un evento.
Había guardado el anillo junto con su ilusión de que fuera una sorpresa especial el comprometerse con su novio.
Y aunque en general no tenía muchas ganas de hablar del tema ya fuera con sus amigos e inclusos con padres, sentía que a Seiya sí podía contarle las cosas. Y es que era tan fácil ser abierta con él.
– Bueno – comenzó a decirle – Darien se tenía que ir de viaje y me lo entregó así, sin mucho protocolo – sonrió amargamente – De hecho, estábamos a punto de irnos a descansar cuando lo hizo.
–¿O sea que te propuso matrimonio en pijama?
– ¡Seiya! – respondió con una risa nerviosa, sin saber si era de pena o porque realmente sonaba absurdo lo que sucedió.
– Sólo trato de entender – se defendió con una sonrisa traviesa – No imaginó la escena: un hombre enfundado en una aburrida pijama de franela pidiéndole a su novia que se casen.
– ¡Seiya! – volvió a reír y era curioso y algo divertido porque justo así eran las pijamas de Darien, muy fieles a su sobriedad.
– Perdón, perdón… Es solo que – cambió su tono a uno más serio – si yo le preguntara a la mujer que amo si quiere compartir el resto de su vida conmigo, sería tan especial que ella no lo olvidaría nunca y no pararía de contárselo a todo el mundo.
Serena se perdió un momento en lo que decía, en sus ojos y sus labios soltando cada palabra. No sabía qué le pasaba pero se quedó ahí sólo viéndolo y pensando en lo afortunada que sería la chica a la que se lo preguntara.
Sí, a quien le hiciera la "gran pregunta", pregunta que por cierto a ti no te hicieron – intervino una parte de ella misma en su cabeza.
Era cierto. Darien no sólo no había hecho del momento algo memorable, sino que no le pidió, propuso o preguntó por algo, simplemente le dio el anillo asumiendo los hechos porque ese era su destino.
No lo había pensado hasta ahora que Seiya preguntaba por ello.
– Bueno – trató de retomar el punto – No tuvo tiempo de hablar con mis papás y no sé cómo lo tomarían ellos.
– Tus padres son muy amables y creo que saben que si algo te hace feliz, para ellos está bien. Creo que debes contarles, es algo importante para ti ¿no?
Ella no supo qué responder. ¿Por qué Seiya estaba siendo tan mordaz ese día? ¿Por qué estaba sacudiendo tantas cosas al interior de ella y al mismo tiempo la dejaba congelada por fuera? ¿Por qué tenía que estar tan cerca que podía oler su atractiva loción? ¿Por qué ese día tenía lucir tan apuesto como para dejarla muda?
¡Serena Tsukino!
De pronto Mina tocó la puerta – Ya es hora Seiya.
– Sí, ya voy.
Aunque lamentó que esos 10 minutos se le escurrieran entre las manos tan rápido. El aviso de su amiga hizo que Serena tratara de concentrarse en lo que estaba haciendo ahí o al menos saber más sobre esa misteriosa persona que tuvo la osadía de dejar y lastimar a Seiya; o saber quién era Kakyuu y por qué su amigo no la había mencionado antes.
– Seiya, ¿quién…
– No, espera.
– Es mi turno de preguntar – renegó ella.
– Mejor continuamos en la fiesta de presentación del disco. Ahí estarás ¿verdad?
Serena se quedó de nuevo congelada.
Sí, no, sí, no, sí, no, sí, no…
Pensó en Taiki y su expresión emocionada al pensar que podría ir con Setsuna, en la asistente de Darien dándose la oportunidad de conocer a un chico tan agradable como el mayor de los Kou, en Mina emocionada porque iría a una fiesta con su novio, en ella misma viendo cómo la gente conocía su trabajo, en la gran noche que sería para Seiya y su carrera.
– Sí – respondió casi en automático.
– Perfecto Bombón – sonrió. Entonces sacó la rosa roja que se asomaba del bolsillo de su saco, se la entregó y le dijo – Ahí te veré.
Mina volvió a llamar a la puerta – ¡Kou!
– Un momento – y luego agregó por lo bajo sonriendo – Me voy o tu amiga me matará.
Iba hacia la puerta y ella le dijo – Espera, ¿qué debo vestir para la fiesta? – preguntó honestamente, pues no salía mucho y no sabía cómo vestir o comportarse en una fiesta de ese tipo.
Darien la había acostumbrado así y a la única reunión a la que la había llevado, él la ayudó a buscar y elegir el atuendo más adecuado.
– Estoy seguro de que con lo que elijas te verás hermosa.
Ella sintió cómo los colores se le subían a la cara, afortunadamente él salió de ahí y sólo escuchó que Mina le decía que ahora tendrían que ir con más prisa a su siguiente compromiso.
– Adiós Serena, el staff está cuidando a Luna – le gritó su amiga muy apresurada.
– ¡Gracias! – respondió ella en automático, miró la rosa que Seiya le había entregado y esperó unos minutos a que sus mejillas dejaran de arder tras el comentario del chico.
De pronto su teléfono móvil sonó y vio que Rei por fin respondía su mensaje con unas simples palabras: Tienes razón, gracias.
La chica deseó que para esa hora ya hubiera hablado con Jedite. Rei era muy hosca pero era una gran chica y también merecía ser feliz con un buen muchacho.
Sonrió y en ese momento llegó otro nuevo mensaje de ese número que en últimas semanas había memorizado. Seiya solamente le escribió: Muchas gracias por venir y alegrarme el día.
Y luego adjuntó la foto de ambos que tomó el día que la llevó a su casa y cenaron con sus padres. Atesoraría esa imagen siempre.
Es un lazo para siempre – retumbaron las palabras de él en su cabeza.
– Seiya… – dijo sin poder evitar sonreír.
o-o-o-o-o-o-o-o
Tras mandar el mensaje, guardó su teléfono. Mina lo llevaba por el pasillo murmurando lo tarde que era y que ella tenía la culpa por permitirle hablar con Serena unos minutos.
La verdad es que Seiya no le prestaba mucha atención, no porque no le importara; sino porque estaba pensando en lo que había sucedido.
El hecho de que ella fuera a verlo después de escuchar su declaración en una canción, que accediera a hablar con él y le diera más información sobre su relación con su novio. Todo eso lo llevaba a una sola cuestión: Estaba más convencido que nunca de luchar por el amor de Bombón y de reafirmarle sus sentimientos, sin temor a enfrentar cara a cara al tal Darien.
Continuará…
¡Waaaaa! Así las cosas mi gente. Otra vez no sé por dónde empezar. Quizá revelando que el 90% de este capítulo era parte del anterior ¡sí! ¿Se imaginan que loquísimo hubiera quedado el asunto?
Bueno. Empecemos hablando de lo más ligero dentro del montón de cosas que pasaron. Rei tomó a bien el consejo de su amiga y aplicando un "f*ck I'm in love" cedió a dejar de lado su orgullo y, sobre todo, su rencor y abrirse. Ya he mencionado que me gusta mucho la pareja y seguiremos leyendo sobre ellos. De hecho, sobre el resto, ya prácticamente en una dinámica de pareja para esos cuatro pares.
Mención especial también para la participación gatuna en este capítulo, ya tenía ganas de poner esos guiños en el fic y también sabremos un poquito más de eso más adelante.
Ahora. Hace no mucho comenté que el fic estaba entrando en una nueva etapa y Sexuna y Serena son muestra de ello; ya andan reflexivas. Particularmente nuestra protagonista hasta haciendo cosas inconsistentes ¿vieron?
Yo sé que llevan muchos capítulos queriendo saber qué onda con Sets y sólo diré que ya no puedo mantenerla alejada de la trama, así que nos iremos adentrando más en sus ondas. Porras a "Taki" para que le vaya muy bien en su cita.
Y bueno, Seiya. Ay Seiya, Seiya, Seiya. Sé que se me ha señalado mucho lo cruel que he sido con él pero el muchacho es un vivaracho y lejos de caer, está más fuerte que nunca y le va a entrar al ruedo. Como recordamos, su versión del anime (que querramos o no es la inspiración para este fic) es muy campechana y así mucho que le inhibía el hecho de que su Bombón tuviera novio, pues no. Así que veremos qué pasa.
Muchas gracias a todos los que siguen esta historia y me han tenido paciencia. También a mis queridas Unión Fanfickera que no dejan de motivarme para seguir escribiendo.
