Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.

Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.

-"ABC..."-. Diálogo

-"ABC..."-. Pensamiento

N/A: Hola, a todos mis lectores. Estoy consciente que no he publicado demasiado en mi historia principal (ver Culpable), pero para ser sincera, creo que he dejado pasar mucho tiempo para poder comenzar a publicar otras historias que he tenido en archivo por mucho tiempo. El bloqueo de autor es real y espero que publicando otras historias pueda encontrar la inspiración y el ánimo de seguir escribiendo los pasajes más difíciles de mis otras historias. Espero que esta historia llame su atención y sea un poco diferente a otras que han leído sobre el mismo cliché.

Para los lectores que no sabían que existía hasta que vieron esta historia, muchas gracias por tomarse el tiempo de leer, espero que encuentren esta historia, y quizá otras, como algo placentero.

Disfruten.


Oportunidad

Capítulo 1, Muerte

Desde que tenía memoria, siempre había sido obligado a seguir las órdenes de alguien más. Se había convertido en un hábito tan arraigado, que sólo hasta su llegada a Hogwarts se había dado la libertad de entender que ciertos hábitos aprendidos a manos de sus tíos simplemente no eran… no eran él. No tenía respeto por las autoridades –no realmente– y tampoco pretendía fingir que lo tenía, ya no… sin embargo, había conocido a ciertas personas confiables, muy pocas –como Remus Lupin– que, a pesar de conocerse sólo por un año, se habían convertido en algo similar a un mentor o una guía.

Pero… bueno… Harry Potter se había prometido no seguir órdenes ciegamente y, de estar en su poder, defender lo poco que había conseguido. Sus amigos habían sido primero y, eventualmente, su padrino había entrado a esa lista.

Así que realmente no era una sorpresa cuando Harry ignoró la voz de Remus Lupin cuando el hombre gritó detrás de él para evitar que se lanzara hacia el Velo, intentando tomar el brazo de su padrino y así poder salvarlo. Por un momento sintió la gran mano del hombre sobre su antebrazo, pero años viviendo con los Dursley le permitieron escapar. Escuchó vagamente la aguda risa de Bellatrix Lestrange, claramente burlándose de su padrino y de él –quizá de su destino, algo que no descartaba y para lo que estaba resignado–. No quiso escuchar las voces, los gritos, de todos los otros miembros de la Orden del Fénix o del Ejército de Dumbledore, que pedían, suplicaban, se detuviera…

Ningún hechizo lo tocó.

En ese momento su cabeza estaba envuelta en algodón, dejándole escuchar sólo las voces del otro lado del Velo, lo llamaban, intentaban tranquilizarlo.

-"Uh… así que esto es morir…"- pensó mientras se aferraba a la figura de Sirius con ambos brazos y sentía que su padrino correspondía el abrazo con fiereza, respirando sobre su cabeza –"La muerte se siente tan… bien"-.

A su alrededor las voces comenzaban a escucharse con mayor claridad, aunque ninguna de ellas decía algo con sentido. No importaba, de momento a Harry no le interesaba saber nada sobre lo que podrían estar hablando. Cerró los ojos con fuerza, como si con ello pudiera evitar que su padrino se alejara de él una vez más, podía sentirlo, abrazándolo y oliendo su cabello; porque si Sirius estaba con él, entonces no había nada más importante –"Es un buen sueño… si sigo en el Ministerio… no creo que lo soportaría"-.

No lo soportaría. Porque desde que había conocido a su padrino, junto con las promesas que había hecho en cuanto fuera libre, sus bromas, las locuras y estupideces, los horribles consejos, los insultos hacia Snape y la forma en que lo confundía con su padre; Harry no podía imaginar una vida sin él, una vida envidiando a Ron, a Hermione o a Dudley.

Por supuesto, tenía a sus amigos, no podía negarlo, sin embargo, había pasado once años de su vida sin tenerlos y decepcionándose de las personas a su alrededor –ya fuera por ser ignorado, o ser perseguido–, su último verano había sido una prueba clara de que, a pesar de saber que eran sus amigos, no podía confiar en ellos plenamente –como siempre resultaba ser–. Había tenido al profesor Dumbledore en un rol parecido al de un mentor… o quizá hasta un abuelo, pero demonios… después de ese año –el más difícil hasta ahora– Harry no tenía idea de qué pensar sobre el hombre: por un lado, el anciano se había ganado su genuino desprecio en más de una ocasión al ignorarlo en los peores momentos y, por el otro, Dumbledore siempre parecía tener razones para actuar como actuaba.

No importaba, de cualquier manera, nada de eso era importante en el gran esquema de las cosas; Harry jamás volvería a confiar por completo en ellos. No valía la pena permanecer en un lugar donde él no parecía tener valor alguno y podía parecer una exageración –quizá lo era–, pero estaba cansado de estar bajo las expectativas sin pedir nada a cambio: porque él era Harry Potter y por tanto sería siempre un buen amigo, el alumno amable, el chico abnegado, lo que fuera que pensaran de él… y si para que entendieran eso él debía morir junto a su padrino… pues que así fuera.

No se atrevió a hablar. No estaba preparado para enfrentarse a la realidad y comprender que todo eso que sentía era parte de su imaginación… que Remus en realidad había logrado contenerlo, que el abrazo que sentía no era el de Sirius. Porque definitivamente no estaban muertos. No era posible estar muerto si Harry seguía percibiendo el aliento de Sirius en su cabeza, ¿o era Remus? No, era Sirius, todavía podía oler el whisky en él, whisky, loción y algo que no podía identificar. De estar muerto, quizá tampoco podría sentir la fuerza del abrazo que comenzaba a lastimarlo.

Obviamente no estaba muerto… o no entendía lo que era la muerte.

-"Tal vez… ¿Sirius sentirá lo mismo? O tal… tal vez sabe qué sucede"-.

Pero no tenía el valor de abrir los ojos.

-"H-Ha… Harry… ¿por… por qué…?"- apenas comprendió lo que dijo; su voz estaba tan quebrada que no entendía lo que decía. Tal vez Sirius estaría llorando, sino fuera porque estaba en shock por lo que acababa de suceder.

No entendía. No podía entenderlo. Su ahijado… su hijo, ¿por qué?

Harry se había arrojado, sin pensarlo… se había lanzado hacia él y ahora… ahora ambos estaban ahí, en una situación que no le habría deseado a nadie. Sabía perfectamente dónde estaban, la maldición de Bellatrix lo había mantenido aturdido, pero sabía exactamente qué había sucedido… y era por eso que no podía entender cómo es que Harry se había arrojado a él.

Lo amaba.

¿Quién podría no hacerlo?

Era un chico encantador y mucho más carismático que su padre. Era fuerte y era tan amable como lo había sido Lily, era… y él había estado tan arrepentido, tan arrepentido por no haberle dado todo lo que se merecía cuando había salido tras Peter. Había arruinado la vida de su ahijado y, aun así, ahí estaba. Había estado tan dispuesto a seguir en la fuga, con la esperanza de lograr vivir juntos y ser una familia en algún momento, como siempre debió haber sido; pero… no, a pesar de amarlo tanto… no era razón suficiente como para quererlo ahí, a su lado, en el Velo, no cuando Harry habría tenido mucho por vivir. Él no se merecía eso.

Y entonces, ¿por qué no podía soltarlo? ¿Por qué no estaba tan triste como debería?

-"Porque te… te quiero… idiota"-.

No era una explicación, tampoco era un argumento válido… ni siquiera era una excusa o justificación, pero Sirius no podía sentirse más conmovido y más querido que en ese momento.

Harry había saltado, sin pensarlo o dudarlo, hacia él… sólo porque lo quería. Y en su mente, su retorcida y enferma mente después de Azkaban, eso era más que suficiente para ser egoísta una vez más en su vida.

No lo soltó por completo, no podría hacerlo, aunque quisiera, pero sí lo separó un poco de su cuerpo para observarlo detenidamente, como nunca antes lo había hecho.

A primera vista, Sirius podía decir que Harry era, en efecto, una copia al carbón de su viejo amigo James, aunque con los ojos de Lily. Sin embargo, si lo veía más de cerca o se molestaba en mirarlo realmente, podía notar muchas cosas más: el cabello de Harry era mucho más oscuro que el que había tenido James –el de su ahijado era un negro parecido a la tinta– y definitivamente menos enredado que el de su amigo. Su piel era pálida –más similar al tono de Lily– y más suave al tacto, aunque portaba cicatrices casi imperceptibles a las que nunca les había prestado la suficiente atención –quería preguntar, pero no se atrevería–. Era de extremidades largas y no había rastro de grasa en todo su cuerpo –James siempre había sido atlético, pero no podía negar que jamás había logrado eliminar cierto peso que lo había acomplejado por un tiempo–.

En realidad, Harry no se parecía tanto a James como muchos pensarían… como él había pensado desde que lo había visto. Quizá había sido un error decir que Harry era la viva imagen de James Potter, o que debía vivir con eso, porque el chico era distinto a sus padres, era diferente, era único… sólo… había heredado ciertos aspectos.

Además, no podía dejar a un lado la forma en la que había crecido, pensó Sirius; él había sido criado por muggles, James no… y aunque Lily sí, no podía asegurar que Harry había tenido tanta suerte como su madre, que había crecido en un ambiente amable, sano –porque, ¿qué niño feliz aceptaría irse a vivir con un completo extraño que acababa de escapar de prisión sólo para alejarse de sus únicos parientes vivos? Sólo él, y Sirius sabía mucho mejor que preguntar sobre el tema directamente–.

No hizo mención sobre la respuesta de Harry, prefiriendo sonreírle un poco –"Nuestra vida fue una mierda, ¿no es así, Harry?"- el menor parpadeó un par de veces, como si frente a él estuviera otra persona.

No sabía qué tanto su padrino había podido deducir sobre su vida antes de Hogwarts, pero obviamente no había sido muy bueno ocultándolo si su padrino lo había descubierto. Pero, ¿qué más daba? Estaban muertos, ¿no?

No importaba, ya no.

¿Qué más daba recordar sus cicatrices? ¿Qué importaba si Sirius sabía?

Ahora podían reírse de su patética vida y de lo bueno que sería morir, ya no importaba si aceptaba que tal vez –sólo tal vez– él estaba tan cuerdo como Sirius Black, el prisionero de Azkaban, cuando se burlaba de su destino. Inconscientemente, Harry correspondió la sonrisa del hombre, una sonrisa sincera, algo que no acostumbraba a mostrar.

-"Sí"- admitió –"Fue horrible"- se abrazó a él y respiró profundamente. Pasó un momento que no supo cómo contar, ¿el tiempo existía cuando estabas muerto? Y cuando comenzó a sentirse desesperado, volvió a hablar –"¿Crees que ya estamos muertos?"- preguntó contra el pecho de su padrino –"Porque francamente no me siento como… muerto"-.

Odiaba decirlo de esa manera, pero no se sentía muerto.

No era como si supiera cómo era sentirse así, pero se imaginaba que tendría que ser similar a la manera en que se había sentido cuando el basilisco había logrado atravesar su brazo con un colmillo e inyectarle su veneno, y minutos después comenzaba a sentirse cansado y sin sensaciones en sus extremidades; o como cuando había visto morir a Cedric y el sufrimiento que había sentido estando a ciegas con los Dursley, mientras todos lo ignoraban. Quizá depresión, como la que lo había acompañado durante gran parte de su vida.

Creía que así debía ser la muerte, porque no había forma de que él pensara en la muerte como algo pacífico o bueno, teniendo en cuenta que su vida había sido determinada por la muerte violenta de sus padres y después por múltiples intentos de asesinato que había soportado.

Aunque ahora, como estaban… morir no sonaba como una mala opción.

-"No lo sé… no lo creo"- no creía que Harry supiera exactamente hacia dónde se había arrojado para alcanzarlo, así que se aclaró la garganta y tomó al menor por los hombros, logrando separarlo de su cuerpo.

Estaban suspendidos sin soporte, debajo de sus pies se encontraba… aire, en realidad… lucía como si estuvieran flotando en una especie de bruma blanca, donde podía escuchar claramente susurros de personas a su alrededor… algo que parecía casi una canción de cuna sin sentido.

-"¿Sabes dónde estamos, Harry?"- cuando el menor negó con la cabeza, tranquilamente, Sirius frunció el ceño y apretó el agarre en sus hombros –"¡Sino…!"- cerró los ojos, pero no consiguió mantenerse tranquilo –"¡Sino lo sabes…! ¡¿Por qué demonios…?!"- presionó los labios. No quería que Harry pensara que se había enfadado con él, porque… bueno, no enfado, quizá frustración.

No podía, por el amor a Merlín, no podía entender por qué Harry desperdiciaría una vida, su vida… sin siquiera saber qué era lo que había hecho al lanzarse al Velo. ¿Por él?

De pronto, la expresión que había conocido en su ahijado desde que se habían vuelto a ver, cambió drásticamente. Su mirada no se desvió, por el contrario, parecía haber adquirido cien años y lo miraba con apacible amabilidad, como muchas veces durante la guerra había visto en Dumbledore. Era la expresión de una persona que cargaba con más de lo que debía, alguien que evidentemente había madurado gracias a las tragedias que se habían convertido en su vida. Le dolía, pero suponía que debía ser mucho más doloroso para Harry.

-"¿De verdad importa?"- cuando no recibió una respuesta, continuó –"No soy un chico más… no soy como tú o mis padres, Sirius…"- sonrió sin humor –"Desde que conocí el Mundo Mágico… desde que supe mi papel aquí… ya había evaluado mis opciones, y no tengo muchas"- se encogió en su sitio, tanto como le fue capaz –"Desde que recuerdo tengo etiquetas, un día son un fenómeno, un animal… un show más, otro día soy la rareza del circo y por mucho tiempo vivir con los Dursley fue así"- luego murmuró –"No son las personas más pacientes cuando se trata de magia"-.

Sirius carraspeó, incapaz de aceptar todo lo que sus palabras implicaban –"H-Harry…"-.

-"Mi primo me golpeaba, también sus amigos y algunas veces mis tíos"- continuó sin escuchar a su padrino –"No comía por días, me encerraron muchas veces cuando no querían ver mi rostro"- y por muchas otras excusas –"Me ignoraban, aunque eso no era tan malo… y, cuando supe que quizá había más personas como yo, que no era realmente un fenómeno… creí ingenuamente que podría ser visto como… como yo, supongo"- de nuevo, rió –"Pensé que conseguiría amigos, que me verían por mi esfuerzo"- suspiró –"Descubrí que no. Que, aunque me lo negara, seguía siendo diferente, un fenómeno, mucho más dentro de este Mundo Mágico"- escupió las palabras –"Pensé que, si hacía lo que todos querían, quizá podría tener algo… y justo cuando por fin pude obtener algo de lo que siempre quise, que alguien en verdad me quería por mí… una mujer desquiciada lo lanza hacia un velo extraño del que probablemente no podría regresar"- lo miró fijamente, esta vez con furia en la mirada, pero más cercana a la resignación –"Dime, Sirius, ¿qué harías tú?"- sonrió levemente.

¿Qué haría él?

Bueno, esa pregunta tenía dos respuestas, para vergüenza suya: su mente le decía que, sin dudarlo, habría saltado por su ahijado, con la esperanza de poder salvarlo, porque lo único que podía importarle era Harry y nada más. La historia decía otra cosa muy distinta; porque habría dudado, quizá habría intentado perseguir a Bellatrix para vengar a su ahijado y luego… nada, porque habría perdido la oportunidad de seguirlo detrás del Velo.

Sirius no respondió –"Atravesamos el Velo de la Muerte"- comenzó a decir, esperando que con eso pudiera evitar responderle a su ahijado –"Las voces que se escuchan son… supongo que son personas… las almas de los que quedaron atrás… quizá es la conexión a otro mundo"- aunque su mente decía algo distinto, ese sitio era algo más allá.

-"Oh"-.

Antes de poder pensar en una respuesta, sintió bajo sus pies una superficie plana. Era extraño pensar que, además de estar muerto, todavía podía estar de pie y aun así… no sentía todo el peso de su propio cuerpo. Flotaba, pero… no.

Sirius tomó su mano y lo dejó observar todo lo que estaba a su alrededor.

Tenía cierto aspecto familiar, algo que conocía, pero no podía identificar exactamente a qué le recordaba ese lugar.

-"Parece que estamos en King's Cross"- dijo su padrino, sacándolo de sus pensamientos.

Notó que, en efecto, parecía que estaban en la estación de tren, con una niebla que le dificultaba reconocer el sitio; sólo que mucho más blanco, limpio y vacío, sin todos esos niños y sus padres esperando por el Expreso de Hogwarts.

Harry tragó en seco. Ese lugar le traía tantos recuerdos, que no podía evitar sentirse… ¿mal? ¿Confundido? Era algo extraño que no sabía explicar, era tristeza, felicidad, dolor en el pecho; pensaba en que, si estaban en la estación, el tren hacia Hogwarts estaría ahí, esperándolo para llevarlo a su único hogar.

Sin pensarlo mucho, sonrió.

-"Qué adecuado"- murmuró, intentando pensar qué diría Dumbledore –"Entonces… supongo que tendríamos que esperar por el tren, ¿no?"-.

¿No era horrible? Pensó Sirius al ver a su ahijado sonreír con mayor libertad de la que jamás había visto en el menor, darse cuenta que Harry tomaba con alegría dejar de existir, tomar su final con más calma de la que él podía sentir en ese momento.

-"Sí"- respondió.

-"No"-.

No se trataba de la voz de ninguno de los dos. Alguien más estaba ahí, no muy lejos de ellos, respondiendo una pregunta que no necesitaba respuesta.

La bruma a su alrededor dificultaba mirar más allá, así que esperaron a que esa persona que había hablado se acercara a ellos o se presentara. Aunque ambos tuvieron que reprimir el instinto de sacar su varita, ninguno creyó que fuera necesario… dado que ya estaban muertos.

Hacia ellos, se escucharon unos pasos amortiguados, no era una sola persona, sino dos, las que caminaban.

Las dos figuras eran altas, aunque una más que la otra, iban tomados de la mano; un gesto que daba la impresión de ser mucho más íntimo de lo que Harry pudiera entender. De pronto, sentir la mano de Sirius tomando la suya, le parecía un gesto infantil o una broma, un gesto de confort en comparación de las dos figuras que se acercaban.

Cuando se acercaron lo suficiente, Harry tuvo que contener el aliento.

Ante ellos se encontraban James Potter y Lily Potter; con sonrisas radiantes, con cuerpos inmaculados, como si toda la vida hubiese sido de esa forma. Él, él tenía el cabello revuelto, más corto de lo que Harry había visto en las fotografías, como si acabara de baja de una escoba, limpio, vestido con ropa muggle que reflejaba su corta edad, la edad a la que había muerto. Harry sintió una punzada de celos al ver que él no era tan alto o tan bien parecido como su padre. Ella, su madre, tenía el cabello largo, tan largo como Harry lo recordaba, limpio y atado; utilizaba la misma ropa que recordaba de aquella noche… era como ver a una modelo, ni siquiera en las fotos que tenía la había visto tan linda.

Sin necesidad de voltear, sabía que su padrino estaba paralizado, no decía nada y su mano temblaba ligeramente; por el rabillo del ojo pudo notar que el hombre lloraba libremente.

El primero en moverse fue James Potter y, por un momento, Harry tuvo la esperanza de sentir el abrazo de su padre por primera vez, sin embargo, los largos brazos del hombre que había llegado a admirar hasta hacía poco tiempo, rodearon a Sirius, que soltó la mano de Harry, correspondiendo el abrazo inmediatamente; murmuraba contra su oído lo mucho que sentía haberlos llevado a su muerte y cosas que Harry no tuvo el valor de escuchar.

Sabía que no tenía derecho de sentirse celoso y rechazado por su propio padre muerto, que al final si padre había dado su vida para proteger a su madre y a él; y que Sirius necesitaba ese abrazo más que él… pero no podía evitar sentirse decepcionado. Porque siempre había esperado que, si algún día podía reencontrarse con sus padres, el hombre estaría orgulloso de él y lo abrazaría, y su madre estaría también con él.

No le parecía justo que Sirius recibiera toda la atención.

Una lágrima bajó por su mejilla.

-"Harry…"- su madre lo llamó.

Sabía que era ella porque reconocía su voz, la hermosa voz que había sido parte de sus peores recuerdos. Se giró un poco, sólo para ser atrapado en los brazos de una mujer mucho más fuerte de lo que dejaba ver.

Tal vez resentía el hecho de ver a James Potter prestándole atención a todo, menos a él, pero su madre le bastaba para hacerlo sentir querido.

Nunca hubiera pensado que ver a sus padres de nuevo le dejaría ese sabor amargo.

Su labio tembló –"Mamá…"- y lloró.

Jamás lo había hecho, nunca. Con los Dursley no había posibilidad para hacerlo y ser sostenido por alguien y cuando había llegado a Hogwarts, la vergüenza habría sido demasiada. Pero ahora estaba con su madre, que lo sostenía.

No sentía vergüenza.

Lloró todo lo que no pudo llorar cuando, alrededor de los tres años, había sido consciente de que sus padres estaban muertos –y lo que eso significaba, más o menos– y jamás los vería. Sollozó por todas las veces que había resultado lastimado, que alguien lo había herido, desde pequeño y hasta hacía un par de horas atrás; lloró por la pérdida de sus amigos, por el dolor de haber perdido a Cedric, por los castigos de sus tíos, de Snape y de Umbridge; lloró por las injusticias que había tenido que soportar desde que tenía memoria. Y, por último, lloró por el rechazo evidente que le había provocado su propio padre.

En algún momento, su madre lo había llevado a sentarse en unas sillas, alejados de los otros dos hombres, ruidosos y sonrientes. Ella lo había escuchado balbucear y pedir perdón, contarle lo mucho que había necesitado tenerla, tenerlos, implorando perdón de aquellas veces en que los había culpado por todo lo que sucedía en su vida; contándole sobre lo poco que había aprendido de ella y su padre y las fotografías que había guardado como un tesoro. Y Lily Potter era tan paciente.

Su madre le sonreía y jamás le quitó la mirada de encima. Sus ojos verdes eran tan bonitos, que Harry no comprendía cómo es que podían compararlo con ella.

Escuchó atentamente cuando su madre le dijo que debía dejarlo todo, debía desprenderse de rencores y tonterías que no le servirían de nada; y Harry lo hizo, porque su madre le había pedido eso y porque comprendía lo que pedía. También le advirtió que no debía avergonzarse por tener sentimientos y que, si deseaba llorar más, ella estaba ahí para él, siempre.

Suponía que la muerte debía hacer a casi todos más sabios, porque su madre hablaba como alguien mucho mayor que una mujer de veinte años.

Harry sonrió un poco, dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas y permitiéndose el alivio de ser reconfortado por las manos de esa mujer.

De vez en cuando, mientras conversaban, Harry miraba hacia la dirección en la que Sirius y su padre seguían conversando, cada vez más tranquilo, en paz; disfrutando de ver la reunión de dos mejores amigos –"¿Así será cuando Ron muera?"- no quería pensar en la muerte de su mejor amigo, pero ahora que sabía que morir no era tan malo, tal vez debía dejar los prejuicios atrás –"Te quiero, mamá"- porque no sabía qué más decirle para mostrarle lo mucho que en verdad la amaba, y esas palabras habían estado en su mente por… siempre.

-"Te adoro, mi bebé"-.

¿Tendría que sentirse… incómodo?

De alguna manera, Harry no podía convocar tal sensación por el momento.

Es decir, estaba con su madre, la había abrazado, le había dicho que la quería, y ella lo adoraba, además, el peso de todo el Mundo Mágico había abandonado sus hombros, ¿qué más podía pedir?

-"¿Estoy muerto?"- preguntó al fin, cuando logró calmarse mientras la escuchaba hablar.

-"… Eso depende, amor"- le sonrió –"¿Tú crees que estás muerto?"-.

Buena pregunta, en realidad no, no creía estar muerto.

Es que… bueno, no se sentía muerto.

Y es que jamás había sido adepto a ninguna religión, como para considerar un más allá, un Cielo y un Infierno. Él era más de la idea de otro tipo de muerte, donde aquel que moría simplemente… dejaba de existir. Todo lo que te hacía sentir vivo simplemente se iba. Claro, al entrar al Mundo Mágico, Harry no había sabido qué pensar sobre la muerte.

-"Eh… no, no creo"- respondió al fin.

-"Entonces no lo estás"- dijo con simpleza.

La mujer llevó su mano a la cabeza de Harry, en un gesto tan natural que el menor sólo pudo recibir acercándose un poco más. Era muy diferente de lo que podía haber sentido cuando la señora Weasley se preocupaba por él –aunque la mujer había sido una figura materna para él–, y muy diferente a cualquier otra persona; obviamente porque se trataba de su madre, y sólo suya.

-"¿Qué hacemos aquí?"- susurró.

Odiaba tener que romper el momento –"Bueno, creo que necesito a tu padre y a Sirius aquí, si quieres que explique eso"- Harry no sonrió mucho, pero asintió con la cabeza –"James, Sirius, será mejor que vengan aquí…"- no se movieron –"Ahora"- Lily no tuvo necesidad de levantar la voz para ser escuchada, los dos hombres se acercaron inmediatamente, sonriendo cómplices.

-"Hijo…"- Harry volteó a ver al hombre que lo llamaba.

El tiempo… el tiempo no tenía sentido ahí, Harry no sabía cuánto de ese tiempo sin sentido había estado charlando con su madre, pero había sido suficiente como para dejarle entender que tampoco tenía sentido resentir a su padre por la poca atención. No tenía caso.

-"Ah…"- soltó con una ceja arqueada –"Así que ya terminaste de hablar con mi padrino… padre"- el hombre se encogió ligeramente en su sitio, a su mejor imitación de Draco Malfoy –"Bien… se lo merecía"- de cierta forma, estaba acostumbrado a no darle importancia, pero si podía hacerlo sentir culpable, bien, lo haría.

Pero Sirius lo entendió: él había estado ocupando todo ese tiempo –mucho o poco, no importaba– con su mejor amigo, mientras que Harry, su hijo, habría deseado tenerlo a su lado como no lo había tenido en los últimos catorce años –"Lo siento, Harry"- se disculpó.

El menor suavizó su sonrisa –"Ya no importa"- dijo al mirar a su padre, buscando con la vista todas esas cosas que compartían; como la manera en que James revolvía su cabello con nerviosismo o la forma en que estaba evitando su mirada, culpable.

-"Lo siento mucho, Harry"- dijo al fin –"Sirius y yo… necesitábamos hablar"- le ofreció los brazos abiertos, esperando que Harry fuera hacia él.

Lo que no sabía era que su hijo realmente no tenía intenciones de acercarse voluntariamente, no después de haber sido brutalmente ignorado. Había aprendido tiempo atrás, que no era recomendable iniciar ningún tipo de contacto con nadie, no valía la pena el esfuerzo o el afecto si después tendría consecuencias dolorosas. Sabía que su padre era diferente, pero… uno no simplemente ignoraba a la experiencia.

El hombre cortó con el dramatismo acercándose a Harry y abrazándolo con fuerza, tal como lo había hecho su madre. Se disculpó por tanto tiempo, que el menor comenzó a pensar de nuevo en todo el tiempo que habían pasado ahí.

-"James"- pronunció finalmente su madre, sonriendo al ver que el hombre tenía el rostro empapado, Harry dejó que el hombre lo soltara un poco –"Creo que tenemos que explicar algo"- le lanzó una mirada significativa –"Y Harry quiere saber qué están haciendo aquí"-.

De hecho, Harry quería saber cuándo podrían irse a donde sea que se fueran las personas muertas, pero no iba a discutir con su madre.

El hombre frunció el ceño –"Claro"- se aclaró la garganta –"Pues… ambos cayeron en el Velo, ¿no es así?"- Sirius y Harry asintieron –"Podríamos decir que este lugar es…"- se mordió el labio –"La antesala para la Muerte"- señaló las vías –"Y ese sería… el transporte"-.

Harry se encogió de hombros –"De acuerdo"- en realidad, ya había pensado en eso –"Entonces vámonos ya"- intentó levantarse, pero la mano firme de su padre lo tomó de la suya. La mano, notó, era más grande que la suya, pero igual de gentil que la mano de su madre, como si temiera que al tocarlo lo ensuciaría o rompería. Quizá su padre no era tan malo como le había parecido en un principio.

-"No me dejaste terminar, Harry"- le sonrió y lo obligó a sentarse de nuevo –"Aquí, aunque no lo creas, las personas tienen una opción"- cuando vio que el menor no entendía, se apresuró a continuar antes de hacerlo enfadar más –"Digamos que este lugar es… una sala de espera… y si continúas más allá… entonces… mueres"-.

Lily rodó los ojos –"Lo que James quiere decir, es que ustedes están aquí antes del tiempo que les correspondía"- Lily hizo que Sirius se sentara a su lado –"Y que ustedes todavía tienen opción de vivir"- sonrió cuando vio que Sirius lanzaba una sonrisa a su hijo, pero borró el gesto cuando Harry bajó el rostro para evitar su mirada –"¿Qué sucede, hijo?"-.

-"¿Y ustedes?"- preguntó, sabiendo la respuesta de antemano.

Tardó un poco, pero al final, fue Lily la que respondió –"Hace casi dieciséis años"- comenzó sosteniéndolo por los hombros –"James y yo decidimos que no podíamos arriesgarte"- Sirius y Harry esperaron –"Una profecía fue pronunciada… algo que podía ponerte en riesgo… o podía poner en riesgo a otra familia"-.

-"No lo entiendo"- admitió Harry.

-"Fue después de saber que estábamos esperándote"- dijo James, sonriendo –"Por supuesto que estábamos en guerra, pero buscábamos escapar tan pronto como fuera posible"- Sirius asintió, de repente, demasiado concentrado –"En febrero, la profecía fue pronunciada"-.

-"Fue una mujer, tu profesora de Adivinación"- Harry tomó un gran aliento para evitar decir lo que pensaba de la mujer –"Albus escuchó la profecía… y sabía que no tendríamos opción de sobrevivir si escapábamos por nuestra cuenta"-.

-"Tonterías"- dejó escapar Sirius.

Pero James lo ignoró –"Los Longbottom y nosotros decidimos que debíamos escondernos, ocultarnos para evitar el destino"- Harry sabía perfectamente qué había sucedido después, ¿por qué insistían en tratarlo así?

-"Era demasiado el riesgo, Harry"- dijo su madre –"Y tu vida no era algo con lo que pudiéramos jugar"-.

Claro que no, preferían enviarlo con los Dursley que dejarlo morir con ellos, como debió haber sucedido –"¿Qué decía la profecía?"- preguntó con poca voz.

No era como si importara, ya estaba muerto, lo que fuera que Trelawney hubiese dicho, no se había cumplido.

-"Harry, entiéndelo, no es…"-.

El menor alzó la mirada, reprochándoles con los ojos lo que jamás habría podido decir en voz alta, no frente a ellos –"Mi vida… toda mi vida, arruinada… por una estúpida profecía"- apretó los nudillos –"¿Qué decía?"- preguntó de nuevo.

Su padre suspiró –"El único con el poder para derrotar al Señor Oscuro se acerca…"- Harry tragó saliva –"Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes…"-.

-"¿Y la otra familia?"- preguntó de pronto, ¿quién podría haber obtenido esa miserable vida?

-"Los Longbottom"- Lily parecía querer confortarlo, pero no sabía cómo, no la culpaba, Harry nunca había sido especialmente una persona fácil –"Alice y Frank se ocultaron, como nosotros, pero al final… de nada sirvió"-.

-"La profecía no termina ahí"- interrumpió James, Sirius se levantó y se arrodilló frente a Harry, colocando una mano en su rodilla, como disculpándose por saber todo y jamás haberle dicho nada, pero Harry no estaba de humor para eso –"Seguía… Y el Señor Oscuro lo señalará como su igual"- Harry se llevó una mano a la cicatriz –"Pero él tendrá un poder que el Señor Oscuro no conoce…"- eso era hilarante, el menor reiría histéricamente si no se sintiera demasiado abrumado –"Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida"-.

-"¿Nadie planeaba decirme esto?"- preguntó a nadie en particular, sintiéndose decepcionado por todo, pero resignado porque al final, él estaba muerto.

-"Ya no importa, amor"- su madre lo obligó a mirarla –"Esa profecía ya no importa, porque ustedes están aquí"-.

¿Qué más daba lo que había sucedido? Al final, Harry no podía hacer más que resignarse, prepararse para pasar el resto de su eternidad con su familia, olvidarse de todo lo que había arruinado su vida.

-"Entonces… después de ocultarse… ¿qué hicieron?"-.

Fue momento de ver a su madre sonreír abiertamente, como orgullosa –"Fue mi idea, un par de rituales… y tu vida asegurada"- no dijo más, pero Harry no estaba de humor para insistir –"La maldición asesina no tiene un contrahechizo, pero sí podía ser evitada… si estabas dispuesto a pagar lo necesario"-.

-"Es Alquimia"- interrumpió Sirius, abriendo los ojos de par en par –"Utilizaste los principios alquímicos de un ritual"- su madre asintió.

-"Para obtener algo, es necesario sacrificar algo de valor equivalente"- su madre en verdad parecía orgullosa de su hazaña.

-"Sacrificaste tu vida por la mía"- concluyó Harry, sin saber cómo sentirse.

¿Debía sentirse aliviado? No lo creía, su madre se había sacrificado por él; por otro lado, su madre se había sacrificado por él, se sentía… bendecido, quizá… humilde.

-"No sólo ella"- su padre le sonreía todavía –"Tu vida, Harry, no era equivalente para nosotros de uno solo… tu vida siempre ha tenido mayor valor"- se encogió de hombros –"Mucho mayor que nosotros, más que cualquier otra persona en el mundo"- sintió lágrimas escapar de sus ojos –"Así que aceptamos el sacrificio sin problema"-.

-"Esperábamos que no fuera necesario… queríamos verte crecer… estar contigo"- Harry asintió.

-"Gracias"- dijo en un susurro.

¿Qué más podía hacer un hijo cuando escuchaba tal cosa? ¿Qué podía hacer Harry para mostrarles que no pensaba que su sacrificio fuera inútil, que él lo apreciaba?

Su madre susurró muchas cosas en su oído, y Harry escuchó atentamente, pedía que se liberara de la culpa, que todo estaba bien, que estaban orgullosos de él, le pedía que no dejara que el pasado construyera lo que él era, le recordaba lo que habían hablado… y poco a poco Harry logró tranquilizarse.

Sirvió mucho que ahora estuviera su padre y su padrino para calmarlo.

-"¿Puedo quedarme con ustedes?"- preguntó después de un momento de paz.

-"Puedes, pero, ¿eso es lo que quieres?"- la forma de responder le sorprendió; el hombre que era su padre parecía mucho más serio en ese momento y verdaderamente le estaba dando las opciones que tenía –"¿Quieres morir?"-.

Harry suspiró y miró a su padrino por un momento.

Entendía que si él y Sirius estaban en las mimas condiciones en ese lugar, entonces ambos tenían esa opción… pero también notaba que su padrino estaba perfectamente bien junto a su mejor amigo, como si esa parte de sí mismo que le había estado faltando, de pronto estuviera presente. Podía notar cambios en su expresión, mejorías sin duda, que le decían lo mucho que Sirius deseaba estar ahí.

Pero él no estaba seguro.

Es decir, sabía que quería a sus padres y a su padrino, sabía lo que había hecho y por qué estaba ahí, sin embargo, él no había pensado jamás en tener una segunda oportunidad. Si Sirius decidía seguir con sus padres, entonces Harry lo seguiría sin preguntas; porque no estaba dispuesto a regresar a un mundo donde una persona que lo quería genuinamente no estuviera con él.

-"No… n–no lo sé"- respiró profundamente, intentando no dejar escapar la frustración del momento, como lo haría un niño pequeño. Le preguntaban sobre sus deseos, él no lo sabía, no tenía idea de lo que quería… sólo para él… es decir, decidir con base en la decisión de otros era fácil, pero ahora, sin saber qué quería su padrino…

Odiaba no saber qué quería y odiaba necesitar urgentemente que alguien se hiciera cargo de él por una vez, lo detestaba porque él jamás había necesitado de nadie.

-"Está bien no saber las cosas, cariño"-.

¿Estaba bien?

Decidió que, si debía tomar una de las dos opciones, lo haría por él y con toda la información que pudiera obtener de sus padres –"Estamos en un vestíbulo a la Muerte"- sus padres asintieron –"Así que… no estamos muertos… todavía"- volvieron a asentir –"Si tomo el tren… entonces viviré con ustedes y podré estar feliz así"-.

-"Si tomas el tren, viajarás más allá… no hay garantía de vivir con nosotros, pero estaremos ahí para ti"- Harry se removió incómodo –"Pero si no tomas el tren… nosotros seguiremos velando por ti, y lo sabrás"- eso era, de cierto modo, tranquilizador; sus padres estarían siempre presentes, de alguna forma.

-"Si no tomo el tren, ¿cómo regresaré a mi mundo? Mi cuerpo y el de Sirius se desvanecieron cuando pasamos por el Velo"-.

-"Oh… er…"- su madre hizo un gesto de incomodidad gracioso –"Eso es algo que no te había comentado, Harry"- volteó a ver a su padre y ambos sonrieron un poco –"Si regresas, el Velo… la Muerte decidirá tu destino"- escuchó a su padrino tomar aire –"Puede enviarte a un futuro, puede enviarte a un pasado… o a un presente distinto al tuyo"- vaya, quién pensaría que Harry podría recibir las respuestas a teorías físicas en ese lugar –"Al final todo se decidirá…"-.

-"Eso quiere decir… que jamás volveré a ver a mis amigos o a Remus"- vio que su padre asentía incómodo, Sirius permanecía serio y callado, y se lo agradecía, entendía que él también estaba preocupado por el último de los Merodeadores.

-"Eventualmente sanarían"- dijo su madre –"Tus amigos son fieles a ti, vivirán porque sabrán que tú no querrías verlos sufrir"- eso era más fácil decirlo que demostrarlo –"Remus es un hombre fuerte, superaría todos estos obstáculos y hará lo que crea correcto"-.

-"Él siempre ha sido mucho más fuerte que todos los Merodeadores juntos"- admitió Sirius.

Harry asintió y miró a su padrino –"Sirius"- el hombre tomó su mano, era como si supiera qué iba a decir y sólo intentara darle ánimo –"¿Qué es lo que tú quieres hacer?"-.

El hombre pensó por un momento, seriamente, sobre lo que quería hacer.

Por un lado, tenía la bendita muerte y el reencuentro con su mejor amigo muerto, la solución más rápida y fácil a sus problemas; por el otro lado, estaba Harry, la única persona por la que valdría la pena volver a intentarlo, quería protegerlo, cuidar de él, y ser el padre del chico, como debió haber sucedido desde el principio. No había mucho que pensar, él se había disculpado con James –la culpa de su muerte era Peter y nadie más– y lo había visto mucho más contento que nunca antes.

Establecido eso, abrió la boca para responderle –"Harry"- se aclaró la garganta innecesariamente, sonriéndole con la mejor de sus habilidades –"Esta es tu decisión"- luego se apresuró a agregar al ver la expresión del menor –"Quiero que entiendas que, sea lo que sea que elijas, yo te acompañaré y lo aceptaré"- tomó la mejilla de su ahijado –"Me sentiré honrado y feliz de ser tu padrino en la otra vida o en una nueva aventura"-.

Harry jamás habría imaginado que su padrino podría haber sido poeta –uno que necesitaba un poco de práctica–, eso era demasiado cursi, pero era precisamente lo que había necesitado para tranquilizarse.

Respiró profundamente –"No quiero tomar el tren"- adoraba saber que tenía una familia, que sus padres estaban ahí, le había encantado hablar con su madre y se aseguraría de seguir todos sus consejos, pero él no creía estar listo para morir; sabía que lo había estado cuando logró tomar la mano de Sirius y pasar por el Velo, pero ahora tendría una oportunidad distinta, con su padrino, y tal vez era lo mejor –"¿Me acompañarías?"- le preguntó.

El hombre sonrió –"Por supuesto"-.

Harry nunca le explicaría a Sirius lo mucho que esas palabras habían significado para él justo en ese momento, pero quizá su expresión le diría mucho más; Sirius amplió su sonrisa y Harry se sonrojó al verlo así. Sus padres lo miraron y él los observó, sabiendo que quizá sería la única vez que podrían estar juntos de esa forma, por mucho tiempo.

Sus padres no eran mucho mayores que él; en realidad, ambos parecían tener veinte años o algo similar, quizá suspendidos en esa edad o porque así los había visto la última vez, pero eso no le importaba mucho. Era fascinante verlos.

Su madre y su padre lucían felices.

-"Tomaste una buena decisión, Harry"- le dijo James, tomando la mano de Lily entre una de las suyas y abrazando a Harry con la otra. Sirius los miró, hasta que Harry rodó los ojos y se extendió hasta tomarlo para un abrazo entre los cuatro.

Cuando se separaron, Lily lo miró fijamente –"Perfecto"- no supo si se refería al momento o si hablaba de él, pero Harry no se arriesgó a preguntar.

-"¿Qué pasará ahora?"-.

-"Pues ahora… esperamos"- lo último que Harry pudo ver fue a sus padres, sonriéndole.


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Hasta el siguiente capítulo!