Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.

Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.

-"ABC..."-. Diálogo

-"ABC..."-. Pensamiento


Oportunidad

Capítulo 2, Recuerdo

Nunca, en su corta vida, se habría imaginado que podría llegar a sentirse tan… feliz.

Y, cuando Harry abrió los ojos con lentitud, sintiendo el cuerpo agradablemente pesado, recordando la calidez de dos cuerpos abrazándolo, supo que algo no estaba bien. Por primera vez en quince años, había tenido una noche decente de sueño… de sueño…

No, no… eso no era… espera… eso no estaba bien.

No había tenido el sueño interrumpido por sus pesadillas, visiones de Voldemort o Dudley fastidiándolo como de costumbre. Las cosas no estaban bien, eso no era normal. ¿Descansar? No, eso no era algo que él pudiera experimentar.

Debajo de él, podía sentir el suelo húmedo y frío, pero de alguna manera, no le era tan incómodo o doloroso como sabía que debería haber sido.

Y recordó.

Recordó claramente los brazos de su madre, los ojos y su sonrisa, recordó la sensación de satisfacción al ver a su padre, la conversación entre sus padres y él… King's Cross.

Abrió los ojos con dificultad, como quien no ha despertado por días de un sueño muy pesado. Cuando logró aclarar la vista, volteó hacia todos lados, dándose cuenta que sus gafas habían resbalado de su nariz o algo así, pero seguía viendo perfectamente, como nunca antes, de hecho.

Sonrió un poco al recordar el rojo en el cabello de su madre y después a su padrino sonriendo…

¡Su padrino!

¡Sirius!

¡¿Dónde estaba?!

No, no podía no estar ahí –"Dios, por favor, por favor… ¡por favor!"- observó a su alrededor con el pánico creciente, poco a poco, pero cuando vio el cuerpo de su padrino a su derecha, con la respiración regular, durmiendo profundamente, vivo, Harry sonrió.

Se levantó con mucho cuidado, prestando especial atención a la forma en que se movía, deliberadamente lento para evitar lastimarse o marearse por los movimientos repentinos. A su alrededor podía ver… bueno, verde.

Suponía que sería muy difícil para cualquier otra persona poder ubicar el lugar en el que se encontraba, pero Harry no era cualquiera; él conocía perfectamente ese sitio. Estaban ahí, en medio de un bosque, con las raíces de los árboles saliendo del suelo, musgo por los troncos y el verde del suelo… no era cualquier bosque, era el Boque Prohibido y, a juzgar por la forma de los árboles y la luz que todavía podía entrar a través de las copas, no era otoño o invierno.

O quizá se equivocaba, el color y el tamaño de los árboles… no era el mismo, ¿tal vez estaban en otro bosque?

Negó con la cabeza, restándole importancia.

¿Qué importaba si estaba con su padrino? ¿Qué importaba si no estaba solo?

Se dedicó a mirar a Sirius.

Era un alivio poder asegurarse de verlo respirar. Lucía mucho más tranquilo de lo que jamás había visto y sabía, internamente, que esa expresión cambiaría una vez que despertara, no era idiota.

Su padrino había sufrido, mucho más que él. Sirius había sacrificado su paz y a sus amigos sólo por él. El hombre había perdido doce años de su vida encerrado, luego dos años escapando. El hombre seguía a su lado a pesar de todo y Harry se aseguraría de pagarle acorde a su sacrificio.

Notaba que, bajo la ropa vieja que usaba, su padrino estaba demasiado delgado como para ser considerado saludable o atractivo, tanto como Harry, suponía. Se aseguraría de cambiar eso en cuanto fuera posible.

También notó, con sólo mirar un poco a su padrino, que el hombre no lucía mucho mayor, tal como lo había conocido en su tercer año, ni siquiera lucía como unos meses atrás en Navidad. Aunque ahora sabía muy bien que el hombre había cumplido treinta y cinco años en noviembre, en ese momento no sería capaz de calcular treinta años en su rostro, quizá… si se esforzara por hacerlo.

-"¿Será por el Velo?"- se mordió el labio inferior –"¿Quizá así es como debería lucir?"- espera que lo que fuera que hubiese sucedido, no fuera a pasarle a él… porque su padrino ahora lucía como una versión mucho más joven de sí mismo, quizá veintinueve… treinta, quería pensar que lucía como un adulto, pero él tenía quince… casi dieciséis… no quería verse como un niño de diez años; francamente su yo de esa edad no había sido precisamente adorable y no era una etapa que deseara repetir…

De cualquier forma, Harry lo soportaría, se enteraría eventualmente, y por el momento no podía permitirse separarse de Sirius sólo por vanidad. Se juró mentalmente que jamás se separaría de su padrino cuando no tuviera la certeza de saber si estaba a salvo.

Se sentó en el suelo, y se mantuvo en la misma posición, mirando a su padrino, por lo que le parecieron pocos minutos.

No quería pensar mucho en eso, pero Harry sabía que debía vivir con la nueva decisión que había hecho, la primera importante en su vida. Era afortunado, lo sabía, por haber tenido la pequeña oportunidad de conocer a sus padres y regresar a la vida… por favor… regresar a la vida. Se preguntaba qué deberían hacer ahora, ¿sanar? ¿crearse una nueva vida? Esas cosas no serían fáciles, lo sabía, pero necesitaba que las cosas funcionasen para ambos.

Eventualmente, Sirius comenzó a removerse en el sitio.

Observó con gracia que su padrino tenía problemas para despertar, al igual que Harry en un principio, pero al final el hombre se levantó de pronto, exaltado, buscando orientación y –Harry quería pensarlo– en busca del menor.

-"Funcionó"- murmuró el mayor en cuanto vio a Harry frente a él. Harry sonrió un poco, incómodo por ser examinado tan minuciosamente, el hombre lo tomó del rostro y revisó cada detalle que pudo encontrar en él. Cuando determinó que su ahijado no tenía ninguna herida mortal o algo similar, sonrió –"Sí, funcionó"- el menor asintió.

Fue un momento de silencio en el que Harry se preguntó si debería estar sintiendo culpa.

Es decir, había abandonado a todos y a todo lo que conocía; Sirius no había tenido opción, pero él… él sí.

Se había lanzado, sin pensar, hacia su padrino.

Y Remus había intentado detenerlo.

Estaba seguro que sus amigos habrían intentado detenerlo, estaba seguro que cualquiera habría intentado hacerlo.

¿Había…? ¿Había rechazado a sus amigos? ¿Acababa de rechazar todo lo que conocía? Así le parecía.

Le parecía que había sido egoísta, que había elegido su propia vida en vez de elegir a sus amigos y familia. Nunca había considerado tener una opción distinta, ¿quién lo pensaría? Tener otra oportunidad para vivir…

Se sentía mal, por supuesto.

Había abandonado a sus dos mejores amigos y a una familia que lo había acogido como parte de ella. Había abandonado a Remus, el hombre que, al parecer, había sido como un tío para él.

Pero… no podía sentirse tan culpable como debería.

Porque, por una vez, había sido lo suficientemente egoísta como para dejar a un lado los principios que defendía –y de los que jamás había estado seguro–, sus amigos y a un Voldemort vivo. Además, al ver a su padrino frente a él, vivo, no en una silla o siendo torturado como en sus visiones falsas… bueno, Harry no podía esforzarse por hacer que le importara todo lo anterior, no en ese momento.

No podía, y no quería intentarlo.

Quizá, muy probablemente, en unos días, cuando todo ese viaje fuera mucho más real; quizá entonces Harry podría deprimirse y afligirse por todo lo que había abandonado, pero no ahora.

Y, al ver a Sirius, no podía permitirse comenzar con dudas. Dejaría el sentimiento de lástima para cuando estuviera solo y recordara todo lo que había dejado atrás para estar con su padrino.

Entonces, sonrió hacia el mayor un poco más. Decidió que dejaría a Sirius manejar esa situación por el momento y seguiría la corriente en esa nueva vida –"¿Dónde crees que estamos, Harry?"- parpadeó un par de veces más para salir de sus pensamientos.

-"En el Bosque Prohibido"- respondió como si no fuera la gran cosa, mirando hacia todos lados y buscando una señal que le indicara el camino correcto hacia los terrenos de Hogwarts.

Sirius debería reconocer el lugar, pensó Harry. Él había pasado mucho tiempo con Lunático y Cornamenta en el Bosque, ¿o no? Y después cuando había estado huyendo de los dementores; debería haberse adentrado tanto como Harry lo había hecho desde que había entrado a Hogwarts. Pero, bueno, suponía que ese no era el caso. El Bosque Prohibido era grande y podría volverse un lugar confuso, así que comprendía si su padrino no podía reconocerlo al primer vistazo.

-"¿En serio?"- le lanzó una mirada significativa, pero no añadió nada más –"Bueno… lo mejor será salir de aquí, pronto"- esa era una buena idea.

Harry tomó la mano que su padrino le extendía y no se atrevió a soltarlo.

Supuso que sería normal sentir vergüenza por caminar tomado de la mano de un adulto, pero francamente era todo lo contrario. Era… algo que había buscado por años, antes de comprender que los Dursley simplemente le tenían asco. Sentía que él podía darse el lujo de caminar con su padrino tomados de la mano si eso quería, no le importaba mucho que alguien lo viera.

Caminaron en silencio, Harry disfrutando el calor corporal que irradiaba su padrino y evitando soltar todas las preguntas que pasaban por su mente; Sirius sólo parecía en shock, así que esperaba que no tuviera un ataque de pánico pronto –no creía que fuera capaz de mantenerse en calma si el hombre no lo hacía–. Tal vez porque ninguno de los dos sabía exactamente qué decir después de la experiencia que habían tenido detrás del Velo ambos permanecieron en silencio.

Al final, consiguieron llegar a los límites del Bosque Prohibido –"Sirius…"- el hombre lo miró enseguida –"¿Tienes tu varita?"- era una tontería, lo sabía, pero después de todo lo que había sucedido, ninguno de los dos había sobrevivido por tanto tiempo al ser descuidados con la única arma que podía protegerlos.

El hombre revisó su bolsillo y sacó su varita, casi victorioso, mostrándosela a su ahijado –"Date"- frente a él, unos números aparecieron.

-"Tengo que recordar ese hechizo"- pensó Harry al ver lo que claramente era una hora y la fecha.

Se leían las once menos veinte minutos y era diez de junio de 1976…

1976…

Ese era el año en que… en que Voldemort realizó un ataque a… a… era un pueblo muggle, lo sabía, había estado en el libro sobre los magos oscuros más peligrosos del siglo XX. Dios, sabía que tendría que haber leído más sobre la guerra.

¿Acaso estaba soñando?

Harry intentó respirar profundamente un par de veces, pero cuando el aire comenzó a faltarle, supo que estaba fallando. Si estaban en 1976, eso significaba que sus padres estaban vivos, ¿verdad?

-"¿S-Si… Sirius?"- su voz tembló y no estuvo seguro de ser escuchado.

Volteó a ver al mayor en busca de respuestas, algo que normalmente no haría con los adultos, pero su padrino ni siquiera lo veía. Lucía mucho más pálido y la mano que sostenía su varita había perdido toda la fuerza, dejándola caer.

El mayor comenzó a murmurar algunas cosas que no alcanzó a entender, y Harry resistió el impulso de golpearlo para regresarlo a la realidad; en vez de eso, revisó su propia varita con movimientos temblorosos y suspiró cuando la sintió descansar en el bolsillo del pantalón que, en otro tiempo, había sido de Dudley.

Apretó el agarre que mantenía en la mano de Sirius y siguió intentando tranquilizarse él mismo, ¿acaso no había hecho toda su vida?

1976 era el año… en ese año sus padres todavía estarían en Hogwarts, ¿no?

Sus padres habían nacido en 1960, ¿verdad? Es decir que… que en 1976 tendrían dieciséis años y… para junio… en junio… Había hecho el cálculo antes, justo después de ver la memoria de Snape, así que estaba bastante seguro que era una fecha cercana a los TIMOS de 1976.

-"Siri… Sirius, necesitamos avanzar"- dijo sin mucha fuerza.

El mayor respiró como si le pareciera difícil hacerlo, pero al final dejó que Harry lo guiara hasta la entrada del colegio.

No tenían muchas opciones, eso quedaba claro. Lo único que llevaban consigo era la ropa que tenían puesta antes de cruzar el Velo y sus varitas –y, en el caso de Harry, su capa de invisibilidad–. A pesar de no confiar en el Dumbledore de su tiempo, no podía juzgar a un Dumbledore que todavía no había cometido ningún error con él… si es que existía. Quizá habían sido arrojados a un pasado en el que ni siquiera existía nada de lo que habían vivido… ¿podría siquiera ver a sus padres?

Pensar en la posibilidad, por mínima que pareciera, lo emocionó.

-"Quizá es por eso que Sirius está así"- claro, porque acababan de hablar con James y Lily Potter, detrás del Velo, seguramente lo recordaba.

No tenía mucho caso seguir analizando la situación; si Dumbledore existía, seguramente sabría que dos desconocidos estarían en los terrenos de su escuela y no tenía caso esconderse de uno de los magos más poderosos del siglo.

Eventualmente, Sirius pareció llegar a la misma conclusión que el menor, porque avanzó el resto del camino hasta la entrada del colegio por su cuenta. Harry notó, con cierta curiosidad, que no había estudiantes de su edad en los pasillos, algo que, después de pensar en la fecha, era de esperarse; era la época de los exámenes finales y los TIMOS, así que no era algo extraño. Tanto su padrino como él, recibieron algunas miradas curiosas al pasar. Era normal, suponía, porque no todos los días podían ver a un par de desconocidos caminar por la escuela como si fuera lo más natural del mundo.

Sirius se acercó a su oído cuando se plantaron frente a la gárgola que protegía la entrada al despacho del director –"Quiero que me dejes hablar a mí"- susurró –"Evita contacto visual con Dumbledore y no sueltes tu varita, ¿lo has entendido?"- Harry asintió, algo confundido por la actitud que había tomado el mayor.

¿Desde cuándo Sirius desconfiaba de Dumbledore?

Evitó mencionar que Sirius no podría evitar que abriera la boca si lo creía necesario, su padrino no tenía por qué saber eso.

Harry siempre había visto por sí mismo sin ayuda y hablar con Dumbledore –con excepción ese último año– se había convertido en una especie de tradición para terminar cada año escolar. Se encogió de hombros y decidió que intentaría comportarse por Sirius, sólo porque su padrino lo había pedido y francamente no tenía deseos de entablar una discusión que seguramente perdería.

Sirius colocó una mano en su hombro y habló mirando a la gárgola –"Espalda recta, pasos firmes"- Harry hizo lo que le indicó –"No sonrías y no tendremos problemas"- acto seguido, Sirius apuntó la varita a la gárgola –"Sirius Black, solicito una reunión con el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería"-.

Segundos después, la gárgola dejaba paso a las escaleras.

La postura y la actitud que conocía de su padrino, cambiaron.

Estaba impresionado, en verdad. El hombre no era una persona propia y dada a actuar con modales, pero Harry casi no lo conocía. Frente a él podía ver la herencia de la familia sangrepura de la que su padrino provenía: Sirius Black era un heredero, eso lo tenía claro.

Subieron las escaleras y tocaron la puerta del director, que se abrió de par en par para dejarlos pasar. En su escritorio, algo menos viejo de lo que Harry había visto, estaba Albus Dumbledore, sentado con algunos pergaminos en su escritorio y, a imagen de Harry, mucho más ocupado de lo que había visto al hombre en su tiempo. Parecía cansado y su túnica era gris, sin ningún tipo de color; su barba no era tan larga como Harry la recordaba.

Ese hombre lucía intimidante.

Ni Sirius ni Harry reverenciaron para saludar a Dumbledore, que no se había levantado de su asiento y los miraba fijamente. Harry tuvo que recordarse que no debía hacer contacto visual con el hombre –ahora, después de sus no clases con Snape, sabía por qué debería evitar al hombre–. Sirius, sin embargo, miraba a Dumbledore a los ojos, como si estuviera sentado ante un muggle cualquiera.

-"…"- el anciano abrió sus ojos por un segundo, antes de componer su expresión –"Esperaba encontrarme con… otro Sirius Black, espero lamenten mi mal comportamiento"- Harry vio que el hombre se levantaba por fin y le ofrecía a ambos un asiento a cada uno, Sirius acercó las sillas y dejó que Harry se sentara primero, antes de seguirlo.

-"Estoy… consciente de la presencia de mi familia en su colegio, Director"- miró a Harry –"Quizá debería presentarme correctamente, mi nombre es Sirius… Adhara Black, lamento venir sin previo aviso"- el anciano asintió después de mirar a Sirius a los ojos.

¿Adhara? Harry creía recordar esa estrella, ¿no era Can Mayor? Bien, definitivamente podía apreciar la ironía.

-"¿Estará usando legeremencia?"- Harry no podía creer el descaro del hombre, pero en cierta forma no le sorprendía tanto como debería haberlo hecho, después de todo, Dumbledore jamás había clamado ser un hombre honorable. De hecho, eran sus seguidores los que decían tales tonterías, incluso admitía frecuentemente que su opinión no era humilde.

-"Es un gusto"- toda esa reunión era incómoda –"Espero pueda entender la confusión que surgió"-.

-"Como dije, estoy consciente de mi familia y parentesco con… Sirius Black"- sonrió y Harry se esforzó por no responder el gesto, luego señaló con una mano a Harry –"Este es mi… hijo"- por supuesto, el menor notó el titubeo –"Hadrian Black"- así que él no obtendría un nombre original, eso era algo decepcionante.

Harry alzó el rostro –"Es un gusto, Director"- dijo formalmente al tiempo que se inclinaba ligeramente antes de regresar a su sitio.

Dumbledore, siendo el hombre que era, obviamente notó algo extraño en Harry, pero sabiamente no dijo nada. Harry se conocía bastante bien, no era idiota y no pretendía fingir serlo. Su cuerpo era un desastre y, después del Departamento de Misterios, no creía que su imagen fuera la mejor. Al menos, no lo había notado antes, Sirius había lanzado un hechizo para limpiar la ropa que usaban.

-"Usted es demasiado joven para ser un padre, ¿no es así?"- demonios, Harry había olvidado por completo la apariencia de Sirius.

Y no sabía qué responder, así que Harry, sabiendo que se ganaría un buen regaño por desobedecer la primera orden que había recibido, abrió la boca para mentir con naturalidad –"Mi padre no sabía de mí sino hasta hace un par de años, señor"- dijo con una sonrisa amable, bajando la mirada –"Mi madre murió cuando era joven así que fui enviado a vivir en un orfanato… y después viví con una familia muggle"- hizo un casi imperceptible gesto de disgusto al recordar a los Dursley –"Mi padre me buscó cuando cumplí trece años"- no era propiamente una mentira –"Y se hizo cargo de mí"-.

Era una mentira sencilla, lo suficientemente vaga como para agregar más información si Sirius así lo deseaba, pero no lo suficiente como para que Dumbledore pudiera exigir información personal.

-"Ya veo"- dijo –"Deberán disculpar mis reservas, estamos en tiempos difíciles y recibir una visita de dos personas es… inesperado"- Harry podía escuchar las acusaciones del anciano sobre la familia Black –"¿Qué puedo hacer por ustedes?"-.

Ninguno contestó enseguida.

Harry porque no estaba seguro sobre lo que debería decir si abría la boca por segunda vez y Sirius porque intentaba ordenar sus ideas, evidentemente. Al final, el mayor fue quien habló –"Hadrian necesita terminar con su educación formalmente, hasta ahora le he enseñado en casa, pero… ya no es suficiente"- sonrió con confianza –"Quisiera discutir la posibilidad de hacer que mi hijo termine su educación mágica en Hogwarts"-.

Por Dios… Harry no sabía si quería estar en Hogwarts.

Intentó borrar el descontento que sentía de su expresión.

-"Una decisión prudente, señor Black"- Sirius asintió –"¿Está seguro que Hadrian cuenta con la preparación para ser incluido con estudiantes de su edad?"- lo observó con atención –"¿Podría decirme su edad, joven Hadrian?"-.

-"Quince, Director"- respondió de inmediato –"Casi dieciséis"-.

El anciano lo miró con cuidado y luego se dirigió a Sirius –"¿Requerirá ser evaluado para ser colocado en un grupo acorde a sus conocimientos?"-.

Harry respiró profundamente, al menos dos veces, y esperó que eso sirviera para no responder al hombre como se merecía. Claro que estaba acostumbrado a ser insultado de muchas maneras, incluyendo el menosprecio a su inteligencia y su valía como ser humano, pero Dumbledore podía llevar sus comentarios a otro nivel. No podía decirle nada directamente porque el hombre evidentemente no había sido grosero, no propiamente, lo había ignorado y había subestimado su inteligencia, pero no podía ser catalogado como una ofensa.

-"Estoy seguro que Hadrian puede presentar sus TIMOS en estas vacaciones y unirse al curso el siguiente año… como un alumno de sexto grado"- dijo ignorando el insulto a su ahijado –"De hecho, ¿por qué no discutimos los términos?"-.

Dumbledore intentó hacer contacto directo con Harry para ver su reacción o quizá para dejarlo opinar, sonreía benignamente y lucía como un abuelo amable y siempre preocupado, Harry no creía ni uno solo de sus gestos –"Joven Hadrian, ¿por qué no da un paseo por las instalaciones? Estoy seguro que un joven de su edad no estará interesado en la conversación aburrida de los adultos"- qué equivocado estaba –"Sería una buena idea conocer el castillo si planea estudiar con nosotros"-.

Hadrian miró a Sirius, quien asintió –"Es una buena idea, Director, con su permiso"- le sonrió un poco y salió de la habitación lo más rápido que pudo.

En verdad, no le importaba mucho tener que salir de esa oficina. Tampoco le importaba que Sirius tomara esas decisiones, de momento. Lo que comenzaba a fastidiarlo era que Dumbledore, dentro de toda su sabiduría, estaba intentando manipular la situación a su favor. Vamos, que Sirius y Harry no eran una amenaza, no eran más que dos desconocidos que parecían muertos de hambre o que habían vivido un infierno, ¿quién hubiera dicho que el anciano podía intentar controlar la situación tan patéticamente?

Admitía que, sólo por un instante, Harry había deseado atacarlo con su varita o con su puño –algo más gratificante–, pero se detuvo a tiempo. Aunque sabía que Sirius no lo culparía, después de todo, ese hombre no había sido exactamente confiable el último año en su tiempo, era una fortuna que su mente hubiera hecho la conexión con la realidad más rápido que sus instintos. Porque ese anciano, el hombre sentado frente a Sirius, no era el mismo Albus Dumbledore que él conocía y con el que tenía problemas.

Ese hombre lucía bien, saludable, si bien un tanto estresado debido a los recientes conflictos; pero en general, lucía como un director normal y no un general de guerra.

Todavía.

No habría querido dejar a Sirius a solas con el hombre.

Para ser sincero, todo lo que estaba viendo le parecía una ilusión o un sueño. Parecía que, si dejaba de ver a Sirius por un segundo, el hombre desaparecería y él, con un parpadeo, regresaría al Departamento de Misterios, frente al Velo, siendo detenido por Remus. Y eso no podía ser. Dejar a su padrino a solas con el director no le parecía una de las mejores ideas que hubiera tenido, pero no podía hacer mucho por prohibirle a un adulto hacer algo.

Suspiró y se abrazó con fuerza, sintiendo de pronto un frío que no era normal para la época.

Tenía planeado esperar pacientemente junto a la gárgola, evitando ser visto por los estudiantes que merodeaban –principalmente por aquellos que habrían sido sus padres y su padrino–, pero su curiosidad siempre había sido una característica difícil de controlar. Tenía curiosidad, ¿cómo no iba a tenerla? Quería saber qué tanto había cambiado Hogwarts desde esa época hasta sus días. Seguramente sería algo impactante, pero no tanto como haber muerto y visto a sus padres.

Respiró profundamente al mirar la gárgola de nuevo. No debía engañarse, sabía que Sirius podía defenderse perfectamente y sabría qué hacer para mantener a Dumbledore a raya –o eso esperaba–. Era sólo… no quería ver que todo en realidad había sido un sueño y que ahora estaba en San Mungo, siendo tratado por un golpe en la cabeza o algo así.

Sus piernas lo llevaron sin pensarlo mucho.

Sólo caminaría hasta el lago –se dijo–; se sentaría alejado de las personas que pudieran pasearse por ahí y no se movería del lugar hasta que Sirius fuera a buscarlo. Eso era importante. Necesitaba hablar con Sirius sobre lo que planeaban hacer ahora que habían viajado, aparentemente, en el tiempo.

Mientras avanzaba por los pasillos, Harry observó con atención a los estudiantes que paseaban o conversaban con sus amigos, interesado en cómo esas personas serían los adultos que él, de alguna manera, había conocido. Pero no vio ningún rostro familiar, algo que no le sorprendía. Todos lucían tan… vivos.

Era extraño, no podía creerlo.

Lo gracioso de todo, era que ninguno de los rostros que lo miraban con curiosidad parecía verlo con desprecio –como había ocurrido en su tiempo–, en cambio, todos los que llevaban sus ojos hacia él, parecían más que curiosos, incluso parecían querer acercársele. De alguna forma, se sentía más vulnerable con esas miradas.

Por fortuna, parecía que nadie lo notaba.

Llegó hasta el Lago Negro sin problema y se colocó a la sombra del que sería, en algún punto, su árbol favorito.

Era un árbol grande, incluso veinte años antes de que él existiera, así que proveía de suficiente sombra para muchos estudiantes y el tronco permitía que cada persona tuviera un espacio privado. Le parecía un buen lugar, dado el clima tan agradable que podía sentir; era una pena que Harry no pudiera concentrarse en ninguna de esas cosas. Porque en vez de pensar en lo refrescante que era sentarse a la sombra del árbol, sentía que su respiración elaborada pronto se saldría de control; sabía muy bien que estaba al borde de una crisis nerviosa o un ataque de histeria. Su padrino estaba en el castillo, la lógica le decía que estaba bien, pero, ¿y si no? Dios…

Estaban en… en… no lo sabía, pero ese no era su mundo. Habían viajado en el tiempo… ¡Viajado en el tiempo! El simple hecho de considerarlo era un dolor de cabeza, pero ahora sabían que estaban en junio de 1976, justo cuando sus padres todavía estaban en el colegio… ¡Y Sirius pretendía hacer que entrara! Albus Dumbledore no era de gran ayuda, había abandonado a sus amigos en favor de estar con su padrino, no tenía nada suyo ahí –no dinero, no ropa, no nada… excepto por su varita y su capa de invisibilidad–, y tenía… bueno, no tenía idea de qué hacer.

Claro, podría fingir que todo estaba bien, pero eso jamás le había resultado.

Mientras consideraba todo eso y seguía intentando respirar profundamente, escuchó algunas voces por encima del resto, gritando tonterías…

Su corazón se detuvo, estaba seguro.

Volteó a ver con toda la sutileza de la que fue capaz, apenas controlando su instinto y girarse de inmediato hacia las voces.

No sabía si eso que sentía en el estómago era emoción o la increíble urgencia de vomitar.

Era simplemente su suerte. Vaya suerte que, tras haber decidido no acercarse a las personas que conocía, esas mismas personas se acercaran hasta donde él estaba… y tenía la ligera sospecha de saber de qué día se trataba.

Cerró los ojos con fuerza –"Tiene que ser un sueño"- pensó, pero su mente le dijo que no lo era.

Su mente le dijo que había viajado desde Hogwarts hasta el Ministerio de Magia gracias a una falsa visión sobre Sirius siendo torturado en el Departamento de Misterios, que había sido engañado por Voldemort y que la Orden del Fénix había llegado a rescatarlo de un grupo considerable de mortífagos, a él y a sus amigos. Mientras luchaban, Sirius y él se enfrentaron a otros mortífagos, entonces Bellatrix Lestrange lanzó algún hechizo a su padrino y… y Harry había saltado para tomarlo de la mano.

Había sido real.

Y ahora…

Pensó seriamente en ignorar todo lo que sucedería o reír como el resto de los que se iban a reunir. No sería difícil…

Mientras escuchaba cómo se acercaban, Harry estuvo seguro que la memoria en el pensadero no había sido tan vívida. Estaba a punto de revivir una de las peores memorias de Snape, un hombre que lo odiaba, y estaba a punto de ver, de nuevo, cómo su padre lo decepcionaría, al igual que su padrino y Remus.

Abrió los ojos de pronto y miró hacia los nuevos protagonistas, analizando la situación que se iba a presentar.

Conocía muy bien la escena; estaba seguro que podría repetir palabra por palabra lo que dirían, porque esa memoria había sido un golpe para el recuerdo de sus padres.

¿Qué pasaría si… si simplemente cambiaba las cosas?

Cambiar el pasado es algo que no debería hacer, Hermione se lo había dicho muchas veces mientras habían estado usando el giratiempo para salvar a Sirius. Eran temas desconocidos y complicados y podría causar un gran problema… algo que Harry ni siquiera podría concebir. Pero, ¿acaso no estaban haciendo justamente eso por el simple hecho de estar ahí?

Efecto mariposa, o algo así.

Al ver la futura escena, Harry consideró que, mientras detestaba a Snape –un adulto que no había madurado lo suficiente como para separar a James Potter de su hijo–, no podía dejar que sucediera lo que estaba a punto de presenciar. Sinceramente, Harry todavía se sentía mal por haber violado la privacidad de su profesor de esa forma –incluso cuando el hombre lo había hecho en repetidas ocasiones con sus propios recuerdos–, principalmente porque las memorias que había visto no habían sido útiles y sólo humillantes.

Ayudar a Snape en ese momento sería, por mucho, involucrarse con el pasado irremediablemente.

Lo sabía, podía sentirlo.

Por otro lado, James Potter había sido un bravucón, y Harry no soportaba a ese tipo de personas, ni ahora, ni nunca. Podría llegar a ser su padre, pero eso ni significaba que pasaría por alto esas acciones.

De inmediato, supo que había tomado una decisión.

Sabía que Snape estaría cerca de los arbustos, releyendo su examen y básicamente escondiéndose del resto de los estudiantes, intentando recordar cada una de sus respuestas o algo similar. El hombre había sido un adolescente solitario, o eso creía.

-"Guarda eso, ¿quieres?"- escuchó la voz de su padrino a lo lejos, de un Sirius que no tenía ese jadeo cada vez que hacía una pregunta.

No escuchó lo que seguiría de la conversación, pero Harry estaba preparado para lo que seguía y lo que haría. Sólo esperaba que su verdadero padrino no decidiera salir antes de terminar con lo que tenía en mente.

Respiró dos veces, profundamente.

Notó que Sirius, el joven, apuntaba hacia donde seguramente ya había visto a Snape.

Harry sintió una profunda simpatía por el chico que se convertiría en el peor profesor –después de Umbridge–. Porque en esa ocasión, Snape no había hecho nada, nada.

Harry se levantó en silencio de su sitio, viendo a Snape alejarse hacía el castillo y escuchar a su padre gritarle –"¿Todo bien, Quejicus?"- observó el siguiente movimiento como una muy mala película, ya había visto lo que seguiría, pero no sabía en qué momento intervenir. Sin pretenderlo, ya se había mezclado con los estudiantes que comenzaban a darse cuenta del espectáculo; podía recordar que eso mismo había sucedido muchas otras veces con Dudley –quien no tenía magia ni mucho ingenio–, no quería pensar de qué era capaz su padre si nadie lo frenaba.

Cuando reaccionó, supo que era tarde; James Potter ya había desarmado a Snape y lo tenía amarrado en el suelo con ataduras invisibles. Harry no esperó, pero sí pudo notar que Remus despegaba la vista de su estúpido libro al verlo moverse.

Harry alzó la varita hacia James Potter –"Tú no eres mi padre"- se dijo con una calma que le sorprendía tener –"Mi padre, James Potter, jamás haría eso"- porque no lo haría, se dio cuenta.

Su padre, el hombre que había admirado desde que supiera que era un mago, había muerto con honor. Había defendido a su madre y a su hijo de Voldemort; a pesar de haber cometido el error de permanecer en la guerra, Harry podía respetar el sacrificio.

-"Expelliarmus"- dijo claro y fuerte, asegurándose de ser escuchado. La varita de James Potter voló de inmediato hasta su mano libre y luego apuntó a Sirius Black –"Y tú… tú no eres mi padrino"- pensó, repitiendo el proceso.

Harry miró a los adolescentes y lo único que pudo ver fue a dos bravucones, con un gran parecido a su familia. Eran dos personas abusando de su fuerza, supuso.

Sin notarlo, su rostro tomó un gesto de desagrado al verlos; desde su lugar, Harry ya no podía apreciar la elegancia de Sirius o las similitudes que había compartido con James, sólo veía a un par de cobardes que habían atacado a alguien por la espalda.

-"¡¿Quién…?!"- la boca de James siguió moviéndose, pero de ella no salió un solo sonido.

-"Accio"- y la varita de Snape llegó a sus manos desde donde había quedado tirada, luego apuntó al chico en el suelo y canceló el hechizo, arrodillándose frente a él –"¿Estás bien?"- preguntó.

-"¡No…! ¡No necesito tu ayuda!"- casi gritó y Harry frunció el ceño.

Claro que esperaba esa reacción, pero no apreciaba los gritos.

A pesar de todo, sonrió un poco, a lo lejos podía ver que una chica se acercaba a ellos. Tenía el cabello rojo, oscuro, y le llegaba a los hombros, se veía molesta. Al saber lo que esperaba, cerró los ojos por un momento y escuchó el grito de la que, en otra vida, habría sido su madre.

-"DÉJENLO EN PAZ"- tenía un par de pulmones que, irónicamente, él había heredado.

James intentó hablar, pero –de nuevo–, de su boca no salió sonido. Harry sonrió mentalmente, retando al más alto con la mirada, pero luego se le ocurrió algo más –"Ustedes dos"- apuntó a James y a Sirius –"Son unos cobardes"- suavizó el tono de voz, como había visto a Voldemort hacerlo –"¿Esto es lo que hacen para divertirse?"-.

Canceló el hechizo de silencio que había lanzado.

Fue Sirius –no era su Sirius– quien respondió con media sonrisa, burlona, como si supiera exactamente lo que iba a suceder –"Pero, Sirius, yo soy el que viene del futuro"- pensó con gracia antes de arquear una ceja.

-"Se lo buscó"-.

Por supuesto, porque esa era la respuesta más lógica a todo, parecía como si hubiera tenido una regresión –"¿Qué hizo?"- preguntó, pero no esperó la respuesta –"¿Qué pareces un perro al que le han enseñado a caminar sobre sus patas traseras?"- detrás de él escuchó una risa ahogada, desde donde Snape observaba la interacción –"Porque desde donde yo lo veo… eso no es algo malo"- le dijo suavemente, amable –"Es decir la verdad"-.

Quiso sonreír con suficiencia al ver el color pintar el rostro del chico, pero evitó que cualquier expresión se colara a su rostro –"Es suficiente"- escuchó decir a alguien desde el árbol.

Harry arqueó una ceja, pero no respondió.

Al parecer, a Remus Lupin le había crecido un par –"Qué lealtad"- bufó por lo bajo y notó que el chico tenía su varita escondida, dispuesto a usarla.

-"Sí, supongo que sí"- sonrió un poco –"Porque ahora el que es atacado es, convenientemente, tu amigo, ¿o no?"- respondió con una sonrisa –"Es un clásico"-.

No tenía nada contra Remus, pero Harry creía firmemente que, al ignorar los abusos de personas como James o Sirius, Remus simplemente no era mejor que ellos. Sus palabras fueron confirmadas cuando logró notar algo de color en el rostro del que habría sido su profesor favorito.

-"¡¿Quién te crees que eres?!"-.

Harry miró a James fijamente a los ojos –"¿Yo?"- se señaló –"Yo soy nadie"- por supuesto, no iba a decir exactamente quién era él, luego miró a Lily Evans, que se había unido al público –"¡Oh!"- soltó con gran naturalidad, casi como habría hecho con Dudley –"Ya veo, quieres impresionar a las chicas"- mantuvo su sonrisa –"Te voy a dar un consejo: no va a funcionar"-.

Dijeron algo más, pero sin sus varitas, esos dos adolescentes no eran gran peligro para él. Era una suerte que ni Sirius ni James supieran de su pasado porque, con lenguas tan afiladas, podrían haberle hecho bastante daño.

-"Esto es… decepcionante"- pensó al ver al resto del público –"Retírense"- ordenó sin alzar su varita.

Cuando todos se fueron, aparentemente asustados, Harry sonrió al ver sólo a los interesados.

-"Al parecer, Quejicus se conseguido una novia"- dijo Sirius sonriendo, pretendiendo confianza, mirándolo desde arriba y aprovechando que era mucho más alto que Harry.

Harry arqueó una ceja, lanzándole una mirada de aburrimiento –"¿Eso es lo mejor que puedes decir?"- rodó los ojos.

Podría haber respondido con algo gracioso, como cada que discutía con Dudley, pero realmente no valía la pena porque, aunque no lo deseara, Harry estaba emocionalmente comprometido con todos los presentes y, de recibir un comentario que diera en el clavo, Harry sabía cómo respondería.

Y no sería una respuesta agradable para nadie.

De cualquier manera, notó con satisfacción que Sirius recuperaba el tono rojizo en el rostro. A su lado, Colagusano reía por lo bajo.

-"¡Dame mi varita!"- dijo extendiendo una mano y sonriendo forzadamente –"Y veamos si eres tan hombre"- Harry bufó para sí.

¿Quién sería tan idiota como para regresarle su varita a alguien que, evidentemente, quería atacarte? No, gracias.

Por favor, no era Voldemort, que le había regresado su varita para tener un duelo honorable en el cementerio aquella noche. El único seguro que tenía para esa conversación era que, en su mano, estaban tres armas que podrían haberle causado mucho daño.

Dios, era difícil pararse frente a esos tres y pretender sólo ver a los bravucones.

Porque Harry veía a James Potter, Sirius Black y Remus Lupin, pero también veía a su padre, su padrino y el hombre que había sido un gran apoyo para él. Veía, además, a Snape, el profesor de pociones, y a Severus Snape, el adolescente que había sido humillado en aquella memoria. Era tan confuso…

Harry no era idiota como muchos pensarían, tampoco era tan ingenuo como creería Dumbledore o inocente como, al parecer, su padrino lo dibujaba. Sabía que, frente a él, estaban dos personas que, en su tiempo, habrían sido muy importantes para él. Si ese James fuera su padre, entonces habría perdonado todo lo que estaba haciendo, porque Harry estaba así de desesperado por ser aceptado por una familia. Si ese Sirius fuera el suyo, tal vez habría hecho lo mismo… incluso con Remus. Sin embargo, al verlos, Harry tenía que comprender la situación, a pesar de no estar de acuerdo con ella.

Ese ya no era su pasado, esas personas no se convertirían en su familia. Había perdido eso.

Porque esos adolescentes eran eso, simples adolescentes que no habían pasado por lo que él… o al menos, no de la misma manera. Probablemente tendrían problemas en casa o algún tipo de educación similar a la de Dudley. Y, de cualquier manera, Harry tendría que darles el beneficio de la duda.

Sin notarlo, el gesto de Harry se suavizó un poco, entendiendo la situación en la que estaba y queriendo solucionarla –"¿Por qué haría eso?"- le mostró las tres varitas en su mano –"Yo ya he ganado"- sin mucho esfuerzo, quiso añadir.

James saltó en su sitio –"¡Nos atacaste por la espalda!"-.

Harry intentó no rodar los ojos –"No es más de lo que ustedes hicieron"- le respondió –"¿Por qué no se disculpan, toman su varita y se van?"- les ofreció con la mayor amabilidad que pudo mostrarles.

-"¿Tienes alguna especie de retraso mental?"- se burló James con facilidad que le recordó a aquellas veces que Harry lo había hecho con Dudley.

-"No lo creo"- respondió sonriéndole –"Tal vez si pudieras explicarme por qué ustedes pueden atacar a alguien por la espalda…"- dejó el comentario al aire, pero fue, para sorpresa de Harry, alguien más quien decidió responder.

-"Porque son unos cobardes"-.

Harry quiso encogerse por el golpe al orgullo que seguramente dos gryffindor tendrían que aceptar, porque llamarlos cobardes era uno de los peores insultos que podían recibir –lo había demostrado con Seamus al inicio del curso–, mucho más si provenía de alguien de su propia casa –"Eso debe doler"- se dijo con simpatía que realmente no sentía.

Lily Evans se había acercado a Snape, que estaba mucho más tranquilo ahora –"¿Qué les hizo?"-.

-"Bueno…"- dijo James como reflexionando la pregunta, y no pudo evitar repetirse que, si era hereditario, él había heredado esa forma de lidiar con las discusiones –"Es simplemente que existe, no si me explico"-.

-"Te crees muy gracioso"- dijo con frialdad, Harry recordaba ese diálogo y sabía lo que venía, su madre era increíble –"Pero no eres más que un sinvergüenza arrogante y bravucón, Potter"-.

James intentaba sonreír –"Vamos…"- se acercó un poco –"Te juro que lo dejaré en paz si sales conmigo"-.

-"No saldría contigo ni aunque tuviera que elegir entre ti y el calamar gigante"- respondió Lily fríamente.

-"¡Mala suerte, Cornamenta!"- gritó Sirius, aun mirando a Harry fijamente, como evaluando la amenaza o, simplemente, intentando intimidarlo.

James iba a responder algo, pero Harry ganó –"Espera"- dijo Harry seriamente, deteniendo a Lily un poco –"Eso es injusto"- la chica lo miró con el ceño fruncido –"¿Qué te ha hecho un calamar gigante?"- y soltó una sonrisa a pesar de las circunstancias –"Y, ¿Cornamenta?"- le preguntó con una ceja arqueada –"Para mí luces más como Bambi"-.

Obviamente ninguno de los sangrepura entendería, Sirius y James se miraron confundidos, pero pudo escuchar a los dos chicos junto a él reír. Snape se había recuperado y ahora estaba de pie, Lily estaba a su lado. Bien, al parecer había evitado el peor recuerdo de Snape, ¿verdad?

-"Tú…"- James se acercó peligrosamente hasta él, harto de todo lo que había hecho y, Harry adivinó, dispuesto a cobrársela de la manera muggle.

Harry esquivó con facilidad el primer golpe, también el segundo y el tercero. Decepcionado de las pocas habilidades que tenía James para ese tipo de peleas, pero no dispuesto a reaccionar a eso, sabía que ganaría, pero ese no era el caso. Escuchó a Sirius hablar con Snape –"Tienes suerte que Evans y ese niño estuvieran aquí, Quejicus"-.

Harry rodó los ojos, al mismo tiempo tomó uno de los puños de James y dejó que se cayera con su propia fuerza –"Patético"- dijo fuerte, interrumpiendo lo que seguramente sería un gran insulto a Lily Evans.

Quería decir algo más, probablemente algo para terminar con esa excusa de pelea, pero a lo lejos, desde el castillo, Harry pudo ver cómo su Sirius y el director del colegio avanzaban rápidamente hacia ellos. Sonrió un poco hacia sí mismo –"Justo a tiempo, Siri"- ocuparía eso a su favor y todo terminaría con la menor cantidad de personas heridas.

-"Tú sólo tienes suerte"- escupió James hacia el suelo, muy cerca de los zapatos sucios de Harry, frunciendo el ceño –"Espera a que mi padre se entere de esto"- eso era tan… Draco Malfoy… Dios…

Por el amor a todo lo sagrado, ¡su padre era Draco Malfoy!

Eso era terrible.

-"¿Qué se entere de qué, precisamente, señor Potter?"- algunos le llamarían justicia divina, Harry le llamaría suerte.

Harry se adelantó a los hechos –"Bueno"- alzó las tres varitas –"Aparentemente detuve un acto de dos bravucones y él"- apuntó a Snape –"Claro, podría mencionar que estos dos cobardes lo atacaron por la espalda sin ninguna provocación de por medio salvo, y voy a citar, profesor: es simplemente que existe, no si me explico"-.

Por un segundo, Harry sintió la mirada de Sirius en él, su padrino lo miraba con la misma fijeza que su contraparte más joven, y Harry le sostuvo la mirada. No iba a retractarse, no había hecho nada malo. Incluso si el mundo terminaba explotando gracias a su intervención en un pasado que no le correspondía, Harry realmente estaba demasiado cansado como para importarle. Y tampoco iba a aceptar un regaño por algo bueno, por haber evitado algo que, en primer lugar, jamás debió haber sucedido.

-"¿Señor Potter?"-.

James no respondió, tal vez demasiado ocupado intentando pensar en una excusa, así que Harry aprovechó la oportunidad –"Un prefecto vio todo"- dijo apuntando a Remus –"Puede preguntarle a él, profesor"- luego se encogió en su sitio –"Aunque ni siquiera quiso intervenir mientras sus amigos lo atacaban"- dejó salir una sonrisa.

Harry guardó su varita y luego regresó las otras a sus propietarios. Ninguno de los tres dijo algo al recibirla.

Sirius, su Sirius, suspiró, los adolescentes comenzaron a discutir sin orden intentando hacerse escuchar por encima de todos, pero Lily, siendo la prefecta, fue la que ganó, dándole la razón a Harry. Dumbledore asintió pensativo, examinando, sin lugar a duda, la memoria los chicos; al final, no tuvo más remedio que aceptar que sus alumnos habían obrado mal –"Están dando una mala imagen de Hogwarts a su nuevo compañero, muchachos"-.

Su padrino se acercó y le puso una mano en el hombro, mirando a los adolescentes discutir, hasta que por fin Dumbledore decidió ordenarles ir a su oficina y esperarlo para hablar del asunto, con Lily detrás de ellos. James, Sirius y Remus al final –Colagusano se había escabullido, notó–.

Cuando pasaban a su lado, James y Sirius se detuvieron por segundos –"Te espero en septiembre, niño bonito"- le dijo James mirándolo seriamente.

Sirius fue más discreto –"Podrías arrepentirte de esto"- y se fue.

Remus no dijo nada, Harry suponía que el chico debía haber entendido lo que no había hecho.

Snape se quedó atrás y Harry se alejó aún más de su padrino para acercársele –"¿Estás bien?"- sabía cuánto podía doler un impedimenta.

-"Sí"- Snape frunció el ceño, incómodo –"Así que… te veré en septiembre"- Harry asintió –"¿Cuál es tu nombre?"-.

-"…"- Harry tragó saliva –"Hadrian, ¿cómo te llamas?"-.

-"… Severus"-.

-"Es un gusto, Severus"- le extendió la mano y el otro la tomó.

-"Lo es, Hadrian"- y después de eso se fue.

Observó cómo todos se retiraban, y observó también cómo cambiaba la historia sólo porque no había soportado repetir una humillación más. No se arrepentía, para nada.

-"Joven Black"- así que él no era llamado señor Black, había que hablar de favoritismo –"Entenderá que en esta institución no consideramos la violencia como una solución a los conflictos que enfrentamos"-.

-"Por supuesto, Director"- Harry hizo una reverencia pequeña –"Tal vez debería advertirle a sus estudiantes, si quiere evitar que intenten resolver sus conflictos a punta de varita"-.

Sí, había sellado muchas cosas con sólo unas cuantas palabras –"Por supuesto, joven Black"-.

Sirius lo tomó por los hombros –"Nos veremos después, profesor Dumbledore, nosotros deberíamos retirarnos antes de causar más problemas"- el anciano asintió.

-"Nos veremos en septiembre"- se despidió Dumbledore con una sonrisa en el rostro, dejándolos solos para avanzar hasta la salida del castillo. Harry no se atrevió a abrir la boca para enfrentar a su padrino, ni siquiera después de la orden de no soltarlo y aparecer frente al Caldero Chorreante.


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Hasta el siguiente capítulo!