Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.

Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.

-"ABC..."-. Diálogo

-"ABC..."-. Pensamiento

ABC... Libro, carta o palabra/frase en otro idioma; depende del contexto

N/A: Sinceramente empecé a publicar esta historia sin muchas esperanzas de ser leída, así que estoy muy sorprendida y agradecida por todos los lectores que se han pasado un rato por la historia y se han tomado el tiempo de leerme. Agradezco especialmente a los lectores que siguen esta historia y espero que siga siendo una lectura agradable para ustedes: Fuyita, JessyRiddleFriki-Black, LittleStarMyu, Lucy Dei, Patronhus, Sylvie chevasson, Tadachi mukusoki, The Mad Doll, ayalove0, blaketiger, 2396, .3517 y ori-cullen-swan... a todos ustedes... muchas gracias!

A todos mis lectores, por favor, disfruten!


Oportunidad

Capítulo 3, Lecciones

El Mundo Mágico, de acuerdo con Sirius, no había cambiado mucho desde su tiempo en Hogwarts hasta el momento en que Harry había asistido al colegio. Lo tranquilizaba un poco… de alguna manera.

Harry no conocía el Mundo Mágico, no realmente.

Sólo había estado cinco años consciente de su existencia y, de ese tiempo, sólo unas cuantas visitas habían sido a algún sitio que no fuera Hogwarts. No era suficiente para conocer el Mundo Mágico, lo sabía. Desde el punto de vista que quisiera verlo, Harry estaba a punto de ser obligado a aprender y adaptarse a un nuevo estilo de vida que jamás había pensado en conocer.

No sabía si estaba preparado.

Y no sabía si acaso iba a poder entender tantas diferencias.

Porque, no era idiota, existía una gran diferencia entre las costumbres y tradiciones de los sangrepura y… y, bueno, las personas como él. Porque esas tradiciones seguían siendo parte importante de la vida cotidiana en el Mundo Mágico y, si planeaban vivir cerca de una familia como los Black, tendría que aprender a vivir con eso.

El nudo en la garganta o el dolor de cabeza que le causaba al siquiera pensarlo no era nada con la constante sensación de mareo que no había experimentado desde que tía Petunia le había enseñado a cocinar y las consecuencias de arruinar una comida.

Era un completo ignorante si pensaba en la sociedad mágica, lo sabía.

Él había sido educado con los Dursley, había aprendido por imitación en principio y, después, gracias a los libros de una biblioteca pública. Era básicamente un nacido de muggles y no se sorprendería si, en algún punto, lograba ser llamado sangre sucia.

Era deprimente en muchos sentidos pensar que muchos otros, como Ron o su padre, sabían comportarse en público si era realmente necesario y él… él, que había aprendido a volverse invisible cuando debía estar con los Dursley, no supiera hacerlo. Darse cuenta que no pertenecía a la misma cultura que sus padres habían pertenecido era…

Necesitaba saber todo… todo.

Estaba cansado de ser llevado por la corriente, de no preguntarse cómo es que jamás se había interesado en su mundo. Estaba cansado de pretender que no le importaba si con eso podía evitarse problemas –no lo sabía, no lo entendía–. Tendría que haberlo hecho mucho antes, ¿o no? Porque era su obligación, él había entrado a un nuevo mundo, era sólo lógico… ¿verdad?

Si lo que necesitaba para pasar relativamente desapercibido era aprender a ser más como un Draco Malfoy, entonces se esforzaría por hacerlo. Agradecía saber que, si dependiera de él, Sirius jamás habría permitido que Harry se estresara por aprender las viejas costumbres, pero ahora ninguno de los dos tenía opción. Estando en Hogwarts bajo el nombre Black, ambos debían adaptarse.

Todo el tiempo que había escuchado a su padrino hablar del tema le había servido para llegar a esa conclusión, por supuesto, Harry lo había usado para ignorar la discusión que, seguramente, seguiría una vez que estuvieran bajo techo y a solas.

Y había tenido razón.

Sirius y él habían cruzado la puerta al Caldero Chorreante y pagaron una habitación para ambos con el dinero que Harry siempre llevaba en el bolsillo –las emergencias para las que se había preparado con los Dursley jamás habían llegado, pero siempre había estado prevenido–. En cuando su padrino cerró la puerta de la habitación, la discusión comenzó.

Con firmeza, Sirius fue el primero en romper el silencio –"¿Qué estabas pensando?"-.

Claro, no había hecho una buena pregunta.

Harry se encogió de hombros –"Ya sabes, lo de siempre"-.

Si su padrino quería jugar a la familia convencional, entonces Harry jugaría a la familia convencional. Si su padrino quería ser, de pronto, un hombre responsable y preocupado por Harry, entonces Harry le dificultaría la tarea hasta que entendiera lo que había sucedido realmente, ¿quién era Sirius para intentar reprenderlo cuando no había hecho nada para merecerlo? Y quizá también era una pequeña venganza por su jodida actitud durante sus vacaciones de verano y su temporada en la escuela.

¿Quién podría saberlo?

-"No estoy de humor para jugar, Harry"-.

Claro que no, él tampoco –"Ya veo"-.

Por favor, había estado años sin ningún tipo de supervisión correcta; los Dursley habían hecho de su vida un infierno, así que simplemente Harry había dejado de seguir sus estúpidas reglas, sus regaños o castigos habían dejado de tener impacto en él, salvo que fuera el dolor físico que causaban. ¿Sirius creía que su pequeña actitud de buen padre sería bienvenida ahora?

-"Harry"- el tono de advertencia que usó le recordó dolorosamente a la señora Weasley.

Suspiró –"¿Qué quieres que te diga, Sirius?"- se cruzó de brazos –"No creerías que olvidaría lo que tú y mi padre le hicieron a Snape, ¿verdad?"- arqueó una ceja retándolo, sonrió de lado cuando su padrino no respondió inmediatamente –"Claro que iba a hacer algo, era evidente"- rodó los ojos y se acostó en su cama.

-"¿Sabes lo peligroso que es?"- Sirius no parecía dispuesto a decir algo en contra de sus argumentos, es decir, sabía muy bien qué había hecho –"Meterse con el pasado… nadie debe ni puede cambiarlo, Harry, nadie"-.

Harry estaba harto de la conversación, pero buscó respirar profundamente –"Ya lo hicimos"- dijo firmemente –"¿Y por qué no?"- lo retó murmurando –"¿Sabías que cuando te conocí usamos un giratiempo para salvarte y salvar a Buckbeak?"- su padrino no respondió –"¿Sabías que cambiamos las cosas?"- negó con la cabeza –"¿Sabías que no me importa?"- señaló a la habitación, a nada en particular –"No sé si te enteres, pero el Sirius que conocí ni siquiera te reconoció, tampoco James o Remus… y yo… yo ni siquiera existo"- rió sin humor –"Nuestra simple presencia aquí cambió todo"-.

-"Harry…"-.

Se levantó de la cama y miró hacia su padrino –"No, Sirius"- no más de eso, acababa de recuperarlo, no quería discutir con él –"Eras un imbécil y mi padre también"- no tenía caso negarlo más –"Y sé que Snape no era ni es… ni fue mucho mejor, lo sé"- su padrino se sentó a su lado y pasó una mano por su hombro –"Pero ustedes no tenían derecho a eso, así que hice lo que cualquier persona con un mínimo de principios haría, ¿de acuerdo?"- el mayor asintió –"No me voy a disculpar y no me arrepiento"-.

El hombre suspiró –""Debes comprender, Harry, lo que puede significar cambiar algo tan insignificante… no es…"-.

De nuevo Harry negó –"Insignificante para ti"- corrigió gentilmente –"Esa fue una de las peores memorias de Snape, Siri"- lo miró confundido –"No fue insignificante para él… como para mí no fue insignificante lo que viví con Dudley"-.

El hombre entendió… aunque Harry sospechaba que no lo iba a aceptar fácilmente –"Sé que no pedirás disculpas por desobedecerme"- admitió Sirius con media sonrisa –"Igual a tu madre"- murmuró para sí.

Harry no respondió a eso.

No era inusual ser comparado con sus padres, lo inusual era que Sirius lo había comparado con su madre. Le hizo sonreír, a pesar de las circunstancias en las que estaban.

Ambos estaban cansados del viaje –había sido por aparición conjunta, pero ninguno de los dos parecía en las mejores condiciones de salud–. Permanecieron en silencio, abrazados, por un largo momento, disfrutando de la compañía que no habían podido mantener antes, de lo que habían perdido. Eventualmente, Harry sintió lágrimas en su rostro y, con sorpresa, se dio cuenta que, por fin, su cuerpo le decía que debía respirar y dejar las cosas atrás.

Era catártico, casi como había sido el encuentro con sus padres.

Permanecieron en el lugar, cambiando ocasionalmente de posición para evitar cansarse más de la cuenta, hasta que Sirius se levantó hacia un espejo –"¿Quién diría lo vanidoso que eres, Sirius?"- bueno, Harry no lo conocía lo suficiente y, cuando lo había conocido, el hombre no tenía buen aspecto, algo que había mantenido hasta su muerte, así que tal vez verse en el espejo con esa nueva apariencia era un cambio para él, uno bienvenido.

-"Luzco como un niño"- se quejó después de un rato de revisar su reflejo, luego volteó a ver a Harry, como analizándolo –"Y tu pareces… no pareces un Potter"- Harry no hizo ademán de mirarse al espejo.

-"No sabía que el Velo iba a hacer algo así"- respondió.

Sirius se encogió de hombros –"Supongo que es extraño, nadie que podamos conocer ha cruzado el Velo y regresado, ¿verdad?"- Harry sonrió.

Pero cambiar tu apariencia al morir… era extraño y sumamente conveniente para ambos, que habían caído en un tiempo en el que muchas personas podrían haber sospechado de su obvia apariencia. Sirius como un Black y Harry como un Potter –"¿Crees que signifique algo?"- preguntó.

El mayor negó con la cabeza de inmediato –"Lo dudo, Harry, la magia a veces es… complicada y no tiene una explicación"- se sentó a su lado de nuevo –"Pero lo agradezco porque tú realmente necesitabas deshacerte de esas horribles gafas"- Harry rió de buena gana y Sirius le sonrió ampliamente –"Le insistí a tu padre que se arreglara los ojos o que cambiara de gafas, al menos, pero jamás me escuchó"-.

-"No lo sabía"-.

Después de ese comentario, Sirius pasó un buen rato contándole algunas de las cosas más íntimas que sabía de sus padres. Por supuesto, se detuvo mucho más en su padre, pero saber sobre ambos fue bueno, habiéndolos conocido en el Velo. Escuchar las anécdotas del hombre era, en cierto modo, triste, porque ese tiempo había quedado en el olvido; sólo él y Sirius serían capaces de llorar las pérdidas y luego, cuando los dos murieran, nadie más podría recordar a James y Lily Potter, que habían muerto por una noble causa.

Pero pasaría, ¿o no?

Eventualmente llegaría 1981, el año en que la guerra había cobrado tintes más violentos, el año en que Dumbledore escucharía una profecía y Voldemort iría a su hogar –abierto para él gracias a un espía y traidor– y mataría a los Potter. El Mundo Mágico honraría al menor de esa familia y el ciclo se repetiría…

-"Siri"- dijo en voz baja –"Creo que el Velo nos envió a este tiempo por una razón"- Harry ignoró la reacción del mayor –"Creo… creo que podríamos hacer algo"- tomó la tela de su pantalón y comenzó a apretarla en su puño –"El Velo nos envió a este tiempo, así que estamos a salvo, podemos ser nosotros sin temor a ser reconocidos, construir una nueva vida"- eso era algo que lo emocionaba –"¿Y si pudiéramos cambiar las cosas?"- escuchó claramente cómo el corazón de su padrino se aceleraba –"¿Y si pudiéramos salvarlos? ¿A todos?"-.

Era algo que Sirius ansiaba, tanto como él, incluso más que él.

Poder salvar a sus amigos, a su familia, ¿quién no querría hacer eso?

Por supuesto, no volverían a tener la misma relación con ninguno, tal vez ni siquiera podrían mantener ninguna, pero los verían a salvo… felices… vivos.

Cuando sintió el aliento de su padrino en su cabello, calentándolo levemente, Harry supo que había logrado manipularlo sin siquiera pensarlo y sintió un escalofrío recorrerle.

-"Necesitamos mantener un bajo perfil, ¿de acuerdo?"- Harry asintió, eso era algo bueno para él, de todas formas odiaba la atención –"No quiero que te metas en problemas…"- escuchó una pequeña risa –"No en más problemas de los necesarios"- bueno, eso sonaba a algo normal, después de una pequeña pausa, Sirius agregó con mayor fuerza –"Y permanecerás alejado de los Merodeadores"-.

Harry frunció el ceño, confundido –"¿Por qué?"- Sirius arqueó una ceja.

-"No éramos adolescentes agradables, Harry"- sí, podía imaginarlo –"Especialmente yo"- agregó después.

Bueno, había visto eso hoy, pensó Harry, y no era tan malo como su padrino lo hacía ver. Claro, el adolescente no había sido especialmente amable y creía que tenía cierta fibra de crueldad, pero Harry sabía lidiar con eso –"Sirius, creo que puedo lidiar con cuatro adolescentes"- tres si separaba a Remus del grupo, y sólo dos si tomaba en cuenta que Colagusano era patético y sin habilidad alguna.

-"No lo sé, Harry"-.

El menor bufó –"No sé si lo sepas, pero he sobrevivido a peores"-.

Y aunque Sirius luciera genuinamente preocupado, Harry decidió que ignoraría esa pequeña parte de él que le decía insistir en saber de dónde provenía su preocupación. Sabía que, si insistía en el tema, probablemente su padrino encontraría nuevas maneras de convencerlo para no intervenir. ¿Qué sería tan malo que hacía que Sirius se preocupara de esa manera por él? Es decir, había enfrentado a Voldemort… muchas veces.

Como si estuviera leyendo su mente, Sirius permitió que Harry se separara de él para ver su rostro y analizarlo –"Debes tener cuidado una vez que estés en Hogwarts"-.

-"Er… si sucede algo, me ocuparé de ello"- le prometió sin entender –"Y te lo haré saber"- añadió de inmediato para intentar hacerlo sentir mejor o al menos calmarlo lo suficiente para que entendiera que en verdad quería salvar a todos.

Sirius le sonrió –"Es difícil negarte algo cuando pones esa cara"- murmuró –"Además… no es como si pidieras algo que no quiero hacer"-.

Harry no sabía qué decirle, ni siquiera tenían un plan o algo así como para empezar a salvar a todos y detener una guerra… sólo tenían información y Harry era un simple adolescente sin poder político ahora. Pero la idea de poder salvarlos, incluso si arriesgaba su vida, era emocionante.

Ambos querían salvar a la familia que habrían tenido, con suerte, Harry y él podrían interactuar con ellos de alguna manera –aunque nunca de la forma que hubiesen querido–. Quería decirle a su padrino que quería algo más, que quería terminar con esa estúpida guerra y lograr algo, pero sabía que ahora mismo sus ilusiones no serían aceptadas. Si quería involucrarse en el conflicto, Harry tendría que intentarlo más adelante; afortunadamente para él, tenían tiempo.

-"Tenemos cuatro años"- asintió para sí –"Es suficiente como para… para destruir la amistad de Colagusano y los otros"- se dijo con una pequeña sonrisa –"Suficiente para evitar que… que el hermano de Sirius sea marcado, tal vez hasta evitar la muerte de mis padres…"- no quería pensarlo mucho, pero mientras más vueltas le daba al asunto, más creía que había sido su nacimiento el que había hecho que sus padres murieran, así que decidió dejarlo para después, cuando estuviera a solas.

-"De acuerdo, Harry"- aceptó su padrino, haciendo que el menor inclinara la cabeza, confundido por su último comentario y una decisión tan rápida –"Pero si vamos a… salvarlos"- la palabra se le antojaba amarga –"Tenemos mucho por hacer"-.

Sí… mucho.

No tenían dinero, ni ropa, ni ningún objeto personal. Tampoco tenían papeles, libros o un lugar donde vivir. El dinero que Harry había llevado consigo sólo les permitiría unos tres días en el Caldero Chorreante –y las comidas, qué suerte–. Necesitaban el apoyo de alguien y esperaba que ese alguien no fuera Dumbledore.

-"Lo sé"- dijo con seriedad, las cosas no serían fáciles para ninguno.

-"Tengo una idea… pero tendremos que dejarla para después"- lo miró un segundo antes de desviar la mirada –"Tendrás que seguir mis órdenes, Harry"-.

Eso no era… agradable –"Lo haré…"- aceptó –"A menos que sea una decisión estúpida"-.

No pretendía, bajo ninguna circunstancia, seguir en la ignorancia o, como parecía, seguir las órdenes de alguien sin cuestionarlas.

-"Harry…"- el mayor se llevó las manos al rostro –"Eres mi… eres mi hijo ahora, tendrás que…"-.

Vamos, no era tan complicado, Harry entendía de dónde venía la orden de Sirius, pero él no era un Weasley, tampoco era ninguno de sus antiguos compañeros, así que no. Él no era alguien que siguiera las órdenes de su padre, a pesar de lo que quisieran pensar. Lo intentaría, por supuesto, pero él no era así.

-"Siri"- lo interrumpió –"Te quiero… y mucho"- dijo con emoción –"Eres el único adulto en el que confiaría y sé que te preocupas por mí, de verdad"- lo sabía, lo apreciaba –"Pero en toda mi vida jamás he… nunca he necesitado de eso"- negó con la cabeza –"Cuando vivía con los Dursley era mejor mantenerme alejado de ellos, así que… bueno, resolví mis problemas por mi cuenta"- se frotó los brazos y le sonrió –"Aprecio tu preocupación, intentaré… intentaré de verdad, me esforzaré por no provocarte problemas, pero…"- escuchó el suspiro de su padrino –"Pero yo también voy a tener mis opiniones"-.

Después de lo que había pasado el último año, aislado y sin posibilidad de contactarse con alguien que no quisiera matarlo a primera vista, Harry no iba a permitir quedarse callado.

-"Está bien"-.

Iba a discutir, de hecho, estaba improvisando un discurso mental, cuando entendió las palabras del hombre –"Ah… ¿sí?"- estaba sorprendido.

-"Sí"- sonrió cansado –"Entiendo, Harry, en verdad lo entiendo"- le dolía un poco ver al hombre así, casi culpable de algo que él no entendía –"Sé que es mi culpa que las cosas hayan terminado así contigo"- de qué hablaba su padrino, no lo sabía –"Pero espero que algún día puedas… espero que puedas contar conmigo"-.

Harry asintió –"Podemos intentarlo"- porque era algo que siempre había querido –"Tenemos todo el tiempo del mundo"-.

Sirius rodó los ojos a su comentario, sacando una risa canina –"Vas a presentar tus TIMOS muy pronto, lo hablé con Dumbledore así que todo está agendado… estarás algo ocupado estudiando"- fue el turno de Harry para rodar los ojos, él acababa de pasar por eso, ¿realmente era necesario? Era una pena que sus calificaciones no hubieran viajado con él –"Y luego, supongo…"- suspiró como si le doliera físicamente decir lo que estaba a punto de decir –"Supongo que tendremos que contactar a la familia Black"-.

Oh.

Oh…

Así que a eso se refería con que tenía una idea –"Creo que será más pronto de lo que crees"- luego le mostró el dinero que tenía y le dijo que, a pesar de todo, tendrían sólo para tres días ahí, necesitaban darse prisa para evitar recurrir a otros medios para conseguir comida o refugio.

No se le había ocurrido en ningún momento, pero buscar la ayuda de los Black era un buen recurso para ambos. No sería sencillo pretender ser parte de los Black –mucho más si ellos no existían en ese tiempo–. Y Sirius ya había dicho que su nombre era… ¿Adhara? Algo así. Además, se había identificado como pariente del otro Sirius, no era posible no intentar contactar con la familia, incluso si sólo era para evitar que pensaran que buscaban usurpar el apellido.

Pero era buena idea, usar a los Black. Porque eran una familia con dinero, y ellos necesitaban el dinero. También tenían conexiones políticas, eso era importante; con suerte podrían moverse desde un pequeño espacio ahí y hacer algún cambio, tal vez esa sería la manera de salvar al hermano de Sirius.

-"¿Cuándo?"- preguntó Harry.

-"Mañana"- dijo sin convicción –"Tendremos que ir al Ministerio para confirmar tus exámenes en un par de semanas, no debería ser tan difícil para ti porque hace poco los hiciste"- sí, unos veinte años, se dijo con gracia –"Y después visitaremos a los Black"- hizo una mueca de asco.

Harry le puso una mano en el hombro –"Si te sirve de consuelo, técnicamente no son tus padres…"- no era un buen consuelo, pero Sirius asintió.

Después de la pequeña discusión familiar, Sirius se dedicó a explicarle algo interesante sobre su familia.

Había una pequeña rama de su familia que jamás había sido explorada ni explotada. Sirius sabía todo eso porque su padre le había obligado a aprender la genealogía de los Black. Le dijo que él había tenido un tátara, tátara, abuelo –demasiadas generaciones para Harry–, llamado Arcturus Black, ese hombre se había desprendido de la rama principal de la familia, aunque no de sus principios. Le parecía que Arcturus Black no había tenido mucho contacto con el Reino Unido, así que se había casado en algún otro país…

Había tenido dos hijos –Rigel y Carina–, los cuales –convenientemente– habían muerto hacía muchos años, sin que la familia principal tuviera siquiera idea de quiénes eran.

El contacto se perdió, aunque Sirius supo de ellos por el tapiz y cómo esa familia seguía creciendo, siguiendo las enseñanzas de la familia sangrepura que eran. Supo de ellos hasta 1976, cuando se había ido de casa. Antes de irse –no recordaba exactamente la fecha–, sin embargo, escuchó el rumor que una de las propiedades de los Black había sido atacada y todos los residentes habían sido encontrados muertos. En ese momento, Sirius se había alegrado porque otra parte de su familia no existiera más –Harry intentó no encogerse en su sitio al escuchar la naturalidad de tal pensamiento–.

Ahora, parecía que esa información les serviría.

Sin duda, viajar en el tiempo era extraño.

Harry entendió por qué le decía todo eso e intentó recordar los nombres de la familia. Sólo esperaba que todo eso no fuera a morderles después, cuando no pudieran mantener tal mentira en pie.

Sirius se rió de esa preocupación en particular y le prometió que no dejaría que todo eso pasara a mayores. Harry quiso sentirse mejor con sus palabras, pero no pudo evitar pensar en todas las otras ocasiones en que había intentado mentir y todo había salido mal. Ambos acordaron que debían dormir todo lo posible para el gran día que les esperaba, así que no discutió más.

Harry se adueñó de la cama más pequeña, para dejar que su padrino utilizara la otra. Ambos se fueron a acostar con la misma ropa y con las varitas a una distancia prudente.

Cerró los ojos y, dos horas después, pudo dormir.

Soñó con Ron y Hermione. También soñó con el Departamento de Misterios y la última aventura que había tenido con sus amigos… en él vio a Neville, Luna y Ginny, protegiéndose de los ataques. El sueño cambió para dar paso a la Orden del Fénix y los rostros de todos los que habían quedado atrás.

Despertó con lágrimas en los ojos, gracias a los gritos de su padrino.

Harry había aprendido tiempo atrás que, no importaba el sueño, nadie podía escuchar lo que sucedía. Los Dursley habían sido una buena práctica, pero Voldemort le había ayudado bastante a perfeccionarlo –excepto cuando se trataba de una de sus extrañas visiones–. Ver a su padrino sufrir lo que él sufría era… le dolía el pecho, principalmente porque sabía que el mayor estaba sufriendo por algo mucho peor.

El hombre se había movido tanto en la cama, que Harry había encontrado las sábanas y mantas en el suelo. El resto de la noche la pasó velando por Sirius, intentando ahuyentar los sueños y recuerdos, mientras intentaba mantener sus sollozos bajo control.

Cuando juzgó que sería prudente moverse y empezar el día, Harry se dirigió al baño para tomar una ducha. No le tomó mucho tiempo –el agua fría jamás le había encantado– y luego intento despertar a su padrino. El hombre abrió los ojos de inmediato, como si no hubiera estado completamente inconsciente antes, y puso su varita en el rostro de Harry; cuando se dio cuenta de lo que hizo, se disculpó con Harry tres o cuatro veces antes de aceptar la orden de irse a dar una ducha, afeitarse e intentar peinar su cabello para ir al Ministerio.

Sirius era un hombre apuesto, eso lo había visto en las fotografías y en el Bosque, pero la barba no era precisamente un punto a su favor. No hacía falta decirle a su padrino que lucía bien. Podía ser pulcro cuando se le necesitaba; cuando salió de la ducha, lucía limpio y joven. Obviamente todavía necesitaba comer mejor, pero eso podría arreglarse después.

Aunque, decir que debía comer era más fácil que hacerlo. Sirius parecía que no tenía idea de qué hacer; claro que el hombre había pasado un año y algunos meses viviendo en la calle, pero siempre había dependido de la magia o de su forma animal para buscar alimento o refugio. Ahora que Harry estaba con él, quizá el mayor no lo veía tan sencillo. Harry, sin embargo, sabía qué hacer.

No era nuevo para él tener que conseguir alimento de maneras que un niño no debería siquiera pensar. Al vivir con los Dursley, Harry había sido enviado a la calle varias veces –ahora que lo pensaba, quizá había sido con la esperanza de no verlo regresar o verlo morir–, así que había aprendido varias cosas de las que no estaba orgulloso, como robar.

Tenía dinero, pero no le parecía que debía gastarlo todo de una vez, no si todavía no tenían ninguna garantía de apoyo por la familia Black. Harry decidió guardar su dinero y hablar con Tom.

Tom, el dueño del Caldero Chorreante, había accedido a dejarlos comer ahí siempre y cuando lavaran todos los platos del turno. Harry se ofreció a hacerlo a cambio de la comida sin problema, porque no le parecía un mal trato –Sirius no había parecido cómodo con la solución, y había insistido en hacerlo él mismo, pero cuando casi había roto un plato, Harry se había encargado–. No entendía por qué parecía molestarle, pero no iba a pensarlo mucho.

Era fácil conseguir comida, porque las personas tendían a sentir lástima si un joven o un niño se ofrecía para un trabajo sólo por algo que comer.

Después de un buen desayuno, Harry y Sirius salieron del Caldero Chorreante hacia el Ministerio de Magia, un lugar que Harry no estaba muy seguro de querer visitar.

El Ministerio de Magia era, como lo había visto en su primera visita, un lugar impresionante y, si no fuera por las malas experiencias, un lugar que habría querido ver más a fondo. Como fuera, dejó a Sirius moverse por el lugar –porque el hombre había sido un Auror, incluso si había sido por un corto periodo de tiempo– hasta llegar a la oficina correspondiente. Sirius le había explicado que debían ver el registro de magos y brujas y, si era necesario, registrarse como ciudadanos algo que, había dicho, no era muy difícil, a diferencia del Mundo Muggle y sus sistemas de regulación de la población.

Notó que Sirius parecía complacido al ver que, en los registros, ellos dos aparecían con los nombres que Sirius había usado para presentarse ante Dumbledore; Sirius Adhara Black y Hadrian Ankaa Black.

A Harry le dio pavor al ver que Sirius estaba registrado como su padre, no porque no fuera agradable pensar en él de esa manera, sino porque no debería ser posible. Cuando intentó decírselo al mayor, Sirius simplemente respondió que era magia y se encogió de hombros.

Esas no eran las respuestas satisfactorias que habría esperado de un adulto, pero ni siquiera podía decir que le sorprendía.

Se tragó el temor y siguió revisando el registro.

Ambos estaban registrados como magos de doble nacionalidad; Sirius como un hombre de ascendencia inglesa y francesa, Harry como un chico de ascendencia inglesa e italiana –esperaba que no le pidieran hablar italiano, porque él no tenía idea de ese idioma, ni ningún otro–. Además, estaban sus nuevas fechas de nacimiento y, para sorpresa de Harry, la descripción de sus varitas.

Todo eso tendrían que verlo después en Gringotts, estaba seguro.

Después de la sorpresa y las respuestas decepcionantes sobre lo imposible –Harry se juró investigar por su cuenta–, Sirius lo dirigió a otra parte del Ministerio para confirmar la examinación de Harry en sus TIMOS. La mujer que los atendió estuvo demasiado preocupada en intentar impresionar a Sirius que no tuvo problema en dar el suficiente espacio para que Harry presentara sus exámenes dentro de dos semanas y que obtuviera sus resultados al mismo tiempo que todos los alumnos de Hogwarts –al hacer el registro, Harry colocó asignaturas que no había cruzado, Aritmancia y Runas Antiguas, además de las que ya conocía–.

Mientras esperaban la carta de aprobación, Harry tuvo el cuidado de no mirar directamente a su padrino mientras tenía varias atenciones con la mujer.

Al recibir la carta, Harry la guardó, al tiempo que intentaba ignorar las burlas de su padrino por su reacción.

No tenía la culpa, se dijo, Harry era una persona discreta, con nula experiencia en… nada de lo que Sirius había llamado una respuesta normal entre dos adultos saludables, un acto natural, atenciones especiales para una bella mujer y algo que Harry no debería aprender pronto.

-"¿Podrías callarte?"- la simple pregunta sólo hizo que su padrino comenzara a hacer más comentarios innecesarios, hasta que el rostro de Harry se cubrió de rojo.

Cuando ya no pudo soportar a su padrino y su repentino buen humor, Harry lo llevó a un escritorio del Ministerio, donde podían escribir cartas y enviarlas; una especie de servicio postal gratuito para los magos y brujas en situaciones desafortunadas, lo cual era ya una suerte, y le dijo que debía escribir a los Black.

Eso lo mantuvo en relativo silencio –todavía podía escuchar ciertos murmullos del hombre–, mientras comenzó a escribir con elegante caligrafía y movimientos rápidos.

Lord Orión Black y Lady Walburga Black,

De la Noble y Ancestral Casa de los Black;

Escribo a la cabeza de la familia Black humildemente, para pedir ayuda y asilo en épocas de desastre que ha llevado a mi familia directa a un estado deplorable en el que es imposible siquiera pensar en mencionar mi alianza a mi familia, temiendo las represalias a ensuciar el honor y la valía de los Black.

Mi nombre es Sirius Adhara Black III, tataranieto de Arcturus Black I y Athina Onassis-Black, bisnieto de Rigel Black y Nataliya Lavrova-Black, nieto de Seginus Black y Charlotte Mercier-Black, hijo de Unuk Black y Ophelia Fantin-Black. Y mis ruegos no son para mi salvación o que pueda suceder conmigo; sino para mi hijo: Hadrian Ankaa Black.

Me gustaría explicar en persona la particular situación que ha envuelto a una rama menor de los Black, pues las tragedias pesan más en el corazón de Ankaa que en el mío. Hace tres años vino a mí la noticia de la existencia de un hijo que cargaba mi sangre; criado por repugnantes muggles debido a la muerte prematura de su madre, Lilian Scordia. Me di a la tarea de educarlo en la mejor de mis capacidades; sin embargo, un ataque a nuestra residencia terminó con nuestras posesiones y la familia que vivía con nosotros.

Sé que la repentina aparición de dos miembros más en la familia Black será dudosa y causará, en el mejor de los casos, una visita a su copia del tapiz familiar, pero confío en lo que mi bisabuelo mencionaba sobre la lealtad dentro de la familia.

Nos encontramos en un momento precario, algo que me duele aceptar. Pero necesito un espacio seguro para mi hijo.

Hemos asegurado un lugar en el Colegio Hogwarts, que todavía tiene renombre dentro de nuestra rama y estoy seguro que mi hijo tendrá el nivel necesario para continuar con sus coetáneos el siguiente año. Educación académica no le ha faltado, pero existe un dilema en cuanto a su educación tradicional, habiendo sido despegado de la familia Black por trece años.

No es algo que pueda lograr por mi cuenta, ahora que mis padres y abuelos han muerto.

Estamos hospedados en el Caldero Chorreante, gracias a los ahorros de mi hijo.

Agradezco que hayan tomado el tiempo para leer esta carta.

Sinceramente,

Sirius Adhara Black III

Toujours Pur

Harry leyó varias veces la carta, al tiempo que Sirius cerraba el tintero, sorprendido por la rapidez en la que el mayor la había escrito y la forma en que lo había hecho. Es decir, sabía que su padrino era un hombre brillante y que había tenido una educación que le permitía hacer eso, pero casi nunca había visto que utilizara esas habilidades antes. Su padrino era, para molestia del mayor, un slytherin de corazón, aunque no quisiera admitirlo. Esa era una mentira elaborada que ni a él se le hubiera ocurrido.

Enviaron la carta con una lechuza negra, bonita y pequeña, que estaba disponible y parecía amigable. Y esperaron hasta verla irse y desaparecer.

Lógicamente, la respuesta no debería tardar demasiado en llegar, puesto que estaban en Londres y realmente la distancia a Grimmauld Place no era mucha. A pesar de saberlo, Sirius le advirtió que sus padres –que no eran sus padres– se tomarían su tiempo para decidir qué hacer, o darse cuenta que eran unos impostores y buscarlos. De cualquier modo, supuso, tendrían que esperar otro día para saber la respuesta y, cuando eso llegara, Sirius y Harry tendrían que tener un plan de respaldo por si no funcionaba ese.

Y trabajar por comida en el Caldero Chorreante sólo podría llevarlos hasta cierto límite.

Regresaron al Caldero Chorreante, a la habitación que habían reservado y permanecieron ahí.

Sirius le explicó los nombres de todos los que todavía recordaba de su árbol familiar, señalando claramente a las personas que había citado en su carta. Empezando por Arcturus Black.

Fue una tarde aburrida en la que Harry tuvo que soportar una clase de una familia a la que en verdad no pertenecía. Lo único interesante fue saber que todas las familias sangrepura estaban relacionadas entre sí –algo que Sirius ya le había explicado antes– y que Harry era prácticamente su sobrino… o su hijo, dependiendo qué tapiz consultaran.

Al llegar la noche, escucharon un ruido en la ventana, bastante familiar para ambos. Era el golpe ligero de una lechuza contra el cristal de la única ventana de su habitación. Harry fue el que la abrió apresurado, mientras dejaba que su padrino tomara la carta entre sus manos y la leía.

La lechuza, grisácea y más grande que la anterior, esperaba paciente la respuesta.

Primo Sirius Adhara Black,

Atendiendo a tu misiva, mi esposa y yo hemos revisado cuidadosamente el tapiz familiar. Una medida de seguridad contra impostores, espero no lo tomen a mal. A pesar de verlo casi a diario, siempre encontramos nuevas sorpresas entre nuestra familia. Además del tapiz, nos tomamos el tiempo de revisar la historia familiar de las mujeres que se unieron a la familia Black, así como las familias a las que pertenecieron.

Nos complace ver una rama tan pura y poderosa, primo. Y nos complace ver que, aunque no se trata de la rama primaria de nuestra familia, han sabido honrar nuestras tradiciones.

Es un placer dar la bienvenida formal –si acaso por este medio– a dos miembros de la familia Black; y también es una gran desgracia hacerlo bajo unas circunstancias tan dolorosas como las que pasaron.

Mi esposa y yo insistimos en que visiten el número 12 de Grimmauld Place, donde se encuentra la tercera residencia de la familia Black en Londres, Inglaterra.

Los aguardaremos mañana, 12 de junio, por la mañana, un día libre. Podremos conversar a profundidad el problema en concreto.

En cuanto a la situación de Ankaa, es un verdadero placer saber que nuestros hijos tendrán a un Black más para compartir nuestras tradiciones y enseñanzas.

Sinceramente,

Lord Orión Black

De la Noble y Ancestral Casa de los Black

Toujours Pur

-"Funcionó"-.

Eso había sido… Dios…

Ninguno podía creerlo.

La sorpresa positiva de Harry desapareció al ver la reacción de su padrino, que intentaba respirar profundamente para calmarse, al final, Harry tuvo que hablar para sacarlo de su estado –"¿Siri?"- el hombre volteó a verlo –"¿Estás bien? Si quieres, podríamos quedarnos en el Caldero Chorreante"- le ofreció –"Estoy seguro que…"-.

Sirius negó con la cabeza y ambos comenzaron a prepararse para dormir, si es que podían –"No, Harry"- comenzó a explicar –"En realidad no fue un ofrecimiento"- ah, eso se escuchaba mal –"Fue una orden dada por la cabeza de los Black, no podemos rechazarlos"-.

Era más que obvio que el hombre no tenía deseos de ver a los que habían sido su madre y padre y Harry recordó cómo es que Sirius los prefería muertos –siempre haciendo comentarios sobre cómo todo era mejor sin ellos existiendo–, no por primera vez se preguntó exactamente qué habría sucedido como para que Sirius les guardara tanto rencor, y supuso que debió haber sido algo extremadamente traumático.

Sí, Sirius los prefería muertos, pero no había opción para él; no si quería darle a Harry una oportunidad de lo que alguna vez le había prometido; un lugar para vivir juntos y seguridad. Si debía usar a sus padres –o a sus no padres del pasado, no entendía por completo–, entonces lo haría sin dudar.

El problema era que tendría que lidiar con esos dos regularmente y en verdad odiaba actuar como todo un sangrepura.

Miró a su ahijado –su hijo, sustituía fácilmente en su mente–, que jugaba pensativo con el sobre lacrado típico de los Black, como si se tratara de un niño con un juguete brillante. Pero él no era un niño, no creía que hubiera sido uno en algún momento, y sabía que lo que lo mantenía en silencio era algún pensamiento que no alcanzaría a comprender.

El menor notó su mirada –"¿Algún consejo para sobrevivir?"- la pregunta intentaba ser graciosa, lo sabía, pero Sirius la había tomado en serio.

Tomó el mentón del menor –"Como eres menor de edad, deberás evitar hablar a menos que cualquiera de ellos te haga una pregunta directa"-.

Harry asintió, podía con eso –"Con los Dursley tenía que hacer lo mismo"- admitió.

Sirius le sonrió forzadamente –"Hablaremos de eso después"- advirtió –"No intentes hacer contacto visual, y deberías aceptar cualquier tipo de contacto físico si lo inician"- ambos sintieron un escalofrío ante esas palabras –"No debes mirar alrededor, parecerá como si no te importara lo que digan, a menos que te den permiso de hacerlo"- cosa que no pasaría –"No te sientes ni te muevas a menos que alguno de ellos lo permita, siempre llámalos Lord y Lady Black… a menos que te digan otra cosa"- pensó un poco antes de continuar –"No menciones a mi yo del pasado, y tampoco hables de Dumbledore o Voldemort"-.

Tampoco debería reaccionar a los insultos que fueran dirigidos a él o a su familia, o divagar en sus respuestas, pero supuso que Harry realmente no haría caso a esas indicaciones. A decir verdad, Sirius esperaba que su ahijado pudiera dejar salir un poco de ese temperamento y arruinar la posibilidad de establecerse con los Black… porque él en verdad no quería estar ahí.

Pero sabía que eso no sucedería.

Por veinte minutos más, Sirius le explicó qué debía hacer y qué no, a pesar de las obvias molestias que eso ocasionaba a ambos.

-"Todavía prefiero a los Black que tener a los Dursley como familia"- pensó Harry una vez que terminó todo y se alistaron para dormir, lo cual era completamente lamentable.


¿Reviews? ¿Qué les pareció? Comentarios y críticas son muy bienvenidos.

Hasta el siguiente capítulo!