Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.
Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.
-"ABC..."-. Diálogo
-"ABC..."-. Pensamiento
ABC... Libro, carta o palabra/frase en otro idioma; depende del contexto
Reviews anónimos:
Nancy: Me da gusto que te gusten! En lo personal, creo que a veces pueden ser pesados, dependiendo la trama XD. Walburga es una slytherin, así que no se verá qué trama hasta que pase un tiempo, jajaja. Harry va a tener algunas dificultades adaptándose. Espero que este nuevo capítulo te guste!
Disfruten!
Oportunidad
Capítulo 7, Cumpleaños
Le tomó alrededor de diez o quince minutos tranquilizarse y recordarse que sus sensibilidades no tenían sentido, que comenzar un drama sobre algo puramente estético era sólo una pérdida de tiempo.
Le tomó un poco menos lograr fingir que todo estaba bien y que nada podía molestarle de su nueva apariencia –ni el cabello, ni su rostro, ni la piel–; había costumbres que eran difíciles de romper.
Walburga parecía conforme con su control –lo único que Harry se había permitido, había sido observar su reflejo y tocar su nuevo cabello trenzado, intentando no pensar en el peso a su espalda y el repentino calor que podía sentir– y complacida por haber aceptado fácilmente su nueva posición en la familia, una posición que no le había sido explicada todavía.
Ella no entendería, de cualquier forma, lo que realmente sucedía en su mente, lo que le preocupaba y la verdadera razón de su… no, no iba a entender, así que no era la culpable de su pequeño momento psicótico.
Afortunadamente, había dicho la mujer, no tenían necesidad de reunirse con Sirius y Orión hasta más tarde y, como ya habían arreglado lo más importante del día, tenían tiempo para un momento de complacencia. Harry no estaba muy seguro de eso, pero, como se sentía inusualmente nervioso de volver a ver a su padrino, no la contradijo.
¿Qué pensaría Sirius al verlo así?
Que ya no lucía como James Potter, definitivamente, como había dicho antes… que se veía como un extraño, como un Black cualquiera… que quizá Harry comenzaría a comportarse como su familia y… que ya no era Harry y…
-"A tu padre le encantará"- dijo Walburga mientras caminaban hacia la fuente.
Después de eso, Walburga no volvió a mencionar algo sobre su apariencia y el paseo por el Callejón Diagon fue mucho más ameno y, en contra de su voluntad, Harry pudo relajarse casi por completo.
Evadir sus propios problemas era algo en lo que Harry era extremadamente bueno.
Y distraerse con la novedad del Callejón era… perfecto.
Porque el Callejón Diagon era completamente diferente de lo que él podía haber conocido.
Más tiendas y muchos caminos, antes cerrados con propaganda y grandes cajas, estaban abiertos para explorar.
Walburga lo siguió mientras él exploraba algunas tiendas que le parecían más llamativas que el resto. Algunas eran simples lugares de comida, en otros vendían artículos novedosos sin sentido, cosas para niños –no estaba dispuesto a admitir cuánto tiempo había permanecido encantado con los simples juguetes mágicos–, otras tiendas vendían revistas e historietas.
En algún punto pasaron cerca de un centro de adivinación y un hombre, de mediana edad y una expresión que daba miedo, se ofreció a leerle su futuro –Harry lo rechazó de inmediato, sin esperar que la mujer lo hiciera por él, con una buena imitación de Draco Malfoy–.
A pesar del pequeño inconveniente, Harry estaba completamente encantado con su visita a un Callejón tan vivo y, al mismo tiempo, furioso con Voldemort, por haber causado que la prosperidad de un lugar así se esfumara.
En más de una ocasión, pensó en lo grandiosa que era la magia y todo lo que podía lograr simplemente con un movimiento de varita.
¿Cómo es que una sociedad aparentemente tan rica había terminado con menos de la mitad de todo lo que estaba viendo ahí? ¿Cómo es que su futuro había sido tan… deprimente?
¿A dónde había ido todo?
Visitaron Flourish & Blotts y otras librerías que, Harry sabía, no existían en su tiempo –de otra forma, Hermione los hubiera obligado a pasar días enteros en ellas–. Walburga le compró prácticamente cualquier libro que Harry mirara siquiera por un momento, excepto por aquellos que ya tenían en la biblioteca o aquellos que Harry realmente no quería considerar.
Era extraño que alguien dedicara su tiempo para complacer a Harry, no recordaba un momento en que hubiera considerado que algo así pudiera pasarle a él y no a, digamos, Dudley. No sabía qué decir o cómo responder, así que simplemente agradecía cada que la mujer compraba algo sólo para él.
Visitaron una botica y Walburga le compró un caldero para practicar sus pociones en Grimmauld Place antes de los exámenes –no era como si Harry pudiera informarle que ya había practicado lo suficiente para sus propios exámenes en el futuro–, después fueron a esa tienda de plumas de colección y le regaló una pluma personalizada –que se afilaba automáticamente– y algunos libros más sobre historia y otros temas que no alcanzó a ver.
En verdad intentó pedirle a la mujer que no necesitaba comprar más, pero ella lo ignoró por completo.
Fue… divertido.
Casi como aquella vez que había huido de Privet Drive y había paseado todos los días por el Callejón con la esperanza de memorizar cada rincón y tienda. En esos momentos en que no se había preocupado por Voldemort, una estúpida profecía y su delirio de grandeza.
Y la presencia de Walburga, contrario a lo que hubiera querido pensar, había resultado ser más tranquilizante de lo que habría llegado a considerar probable.
La mujer era indulgente y le permitía detenerse a ver cada pequeña cosa que pudiera interesarle, se divertía con algunas de sus reacciones y, sobre todo, tenía una paciencia que no había visto a ningún adulto tener con él. Era sospechoso, y no quería dejarse llevar por el momento, pero tanta atención era… agradable. A veces hacía preguntas incómodas sobre su vida con esos muggles, pero sabía que era de esperarse.
Walburga intentaba conocerlo, algo más de lo que había recibido de tía Petunia.
-"Gracias"- dijo –"Gracias por todo, tía Walburga"- dijo sinceramente, en algún punto de su pequeño descanso frente a uno de los tantos jardines que decoraban el Callejón.
No todos los días conocía a alguien dispuesto a soportarlo por tanto tiempo –incluso si Harry realmente no era quién decía ser, incluso si Walburga no sabía que Harry no era parte de los Black–.
-"Tonterías, Hadrian"- agitó la mano, restándole importancia –"Hacía tiempo que no pasaba el rato en compañía de alguien tan joven"-.
Harry frunció el ceño.
¿Se trataría de algo real?
Es decir, Sirius había mencionado que su madre no era la persona más agradable, y probablemente su padrino simplemente se había censurado al decir eso, pero no veía ninguna razón para no creerle. Walburga debía ser una compañía desagradable para sus propios hijos, de alguna forma.
Esa mujer no le parecía alguien que disfrutara de la compañía de otros, mucho menos de alguien joven, pero…
-"Me gustó… estar contigo"- admitió sin mirarla –"Eh… sí, yo… casi nunca salía de casa"- de Privet Drive, por lo menos –"Y me encanta este lugar"- lo cual era completamente cierto.
El Callejón simplemente no era lo que había conocido y no creía cansarse de ese lugar muy pronto.
¿Estaba mal por sentirse… tan cómodo ahí?
-"En ese caso, tal vez deberíamos visitar más seguido"- la mujer le sonreía, como había hecho durante casi todo el día –"Estoy segura que a mis hijos les encantará acompañarte"- eh, sí, de alguna manera lo dudaba un poco –"¿Te gustaría visitar un lugar más antes de encontrarnos con tu padre?"-.
Dios…
Le encantaba estar ahí y, admitía, la compañía de esa mujer era mucho más de lo que habría esperado de su propia tía, sólo… estaba cansado.
Pero suponía que no podía decirle que no, ¿verdad? Al parecer, esa mujer casi nunca disfrutaba de un momento en paz y Harry, que tenía problemas para ver a Walburga como su padrino la veía, no pudo decirle que no.
Es decir, Walburga Black –lo sabía– estaba manipulándolo, tampoco era tan idiota como para no darse cuenta. Lo sabía bien, pero no era tan importante como lo que…
Por un lado, sabía exactamente el tipo de sentimientos que su padrino tenía hacia Orión y Walburga –sabía que tenía razones que justificaban a la perfección su miedo y quizá odio–, por otro lado, Harry entendía que debía mantener una imagen si quería evitarse problemas con los Black…
Y, por otro lado, que nadie había contemplado, Harry… Harry se sentía bien ahí, más cómodo, como si pudiera llegar a… a pertenecer.
Una estupidez, por supuesto.
Aún así, ¿qué peligro había en dejarse llevar para explorar alguna otra parte del Callejón? No era como si le estuviera pidiendo torturar muggles, ¿o sí?
-"Claro, tía Walburga"-.
La mujer lo llevó a un edificio casi tan blanco como Gringotts, excepto que estaba completamente derecho y le recordaba a algo que habría visto en una de las revistas de tía Petunia. Las vitrinas tenían cortinas que cubrían la visibilidad desde afuera. Iban a entrar, por lo menos hasta que alcanzaron a ver a Orión Black arrastrando a Sirius desde el otro lado de la calle.
Walburga suspiró al ver a los dos hombres –"Lo siento, Hadrian"- dijo al notar su reacción y malinterpretar su alivio, de nuevo –"Quizá después de tus exámenes"- sugirió.
-"Me… parece buena idea, tía Walburga"- se apresuró a responder antes de que los dos hombres se acercaran.
-"¡Walburga, querida!"- Orión se acercó a ellos con una pequeña sonrisa –"¿Han comprado todo el Callejón o aún falta alguna tienda?"- sin duda, ese hombre parecía estar de mejor humor que esa mañana.
Quizá, se dijo Harry al observar a ambos hombres, Orión Black era un dementor que se había alimentado de su padrino, porque Sirius parecía medio muerto.
-"Orión…"- susurró la mujer.
-"¡Hadrian! Luces magnífico"-.
Harry sintió el rostro caliente cuando intentó bajar la mirada y la mujer no se lo permitió –"Muchas gracias, tío Orión"- en su opinión, entre menos menciones sobre su aspecto hicieran, mejor.
Afortunadamente, Walburga ignoró el pequeño momento –"Orión, no seas ridículo"- dijo la mujer, retomando una actitud aparentemente serena frente al hombre y evitándole a Harry la molestia de tener que decir algo más –"Todavía dejamos un par de tiendas para otro día"- y aceptó el brazo que el hombre le ofrecía.
Sirius se acercó a Harry y puso una mano en su hombro –"¿Estás bien?"- preguntó mientras comenzaban a caminar, siguiendo a los mayores hacia… donde fuera que se dirigieran.
Harry sonrió un poco, a pesar de saber la respuesta –"Estoy bien"- mintió –"¿Cómo estás?"-.
Era agradable saber que Sirius se preocupaba por él, era una novedad a la que no estaba acostumbrado.
Pero, si era sincero, sabía que era más importante saber cómo estaba su padrino. Francamente, no sabía qué esperar en cuanto a Sirius y la reacción que pudiera tener al interactuar con los que habían sido sus padres; no tenía idea de cómo reaccionaría si estuviera en las mismas condiciones. Sólo… sólo esperaba que estar en constante contacto con los Black no presentara ser un problema para su padrino.
Ya había pasado por demasiado, no quería que… que repitiera las experiencias que lo habían hecho sufrir tanto con su familia –sería casi como si él regresara con los Dursley o algo así–.
El problema era que sabía lo poco probable que sería poder evitar los problemas que llegarían.
-"Mejor… mejor de lo que esperaba"- admitió su padrino tras avanzar, entre la creciente multitud, hasta la calle principal del Callejón –"Mi… es decir, Orión… Orión es…"- se encogió de hombros y frunció el ceño –"No es lo que recordaba"-.
Sí, y ese era un problema, ¿o no?
Claramente, Harry y él habían esperado algo completamente diferente a lo que habían recibido con los dos Black y, aunque Harry trataba de actuar conforme a lo que su padrino sabía de sus padres, las cosas no habían sido tan… tan malas… excepto por esa ocasión en que Walburga y Orión habían decidido drogarlo, por supuesto.
Pero, siendo honesto, con lo poco que Sirius le había dado a entender sobre su familia, había esperado algo mucho peor.
-"Walburga fue muy amable conmigo"- ofreció –"¿Qué hicieron mientras no estábamos?"-.
Sirius sonrió, cansado, aceptando con facilidad el cambio de tema que Harry regalaba –"Tuvimos una reunión en Gringotts para hablar sobre algunos arreglos para una bóveda compartida"- apretó un poco su hombro –"Por supuesto, no salió como había pensado"-.
-"¿Por qué?"-.
Su padrino se encogió de hombros –"Hablaremos de eso en privado"- respondió –"También deberías saber que tengo un trabajo"-.
¿Oh?
-"Trabajo… ¿felicidades?"- no estaba muy seguro que fuera algo que mereciera felicitarse, pero Harry no creía que pudiera hacer algo mejor.
Bufó por lo bajo –"Tengo el honor de ser el asistente de lord Black"- admitió, sorprendido a pesar de las circunstancias, casi… complacido –"Y después de eso visitamos Twilfitt & Tatting, por algunas túnicas"- y señaló su ropa.
No lo había notado; su padrino lucía una túnica sencilla, negra, pero estaba hecha a la medida y lo hacía ver mucho mejor que la vieja ropa de su padre. Era obvio que Sirius estaba más cómodo también.
Después de eso, ni Harry ni Sirius se atrevieron a tocar algún tema delicado –quizá por miedo a ser escuchados, o quizá porque ninguno de los dos estaba preparado para hablar sobre su día–. Su padrino se dedicó a explicarle algunos de los lugares que Harry encontraba interesantes y a los que habría deseado entrar si no fuera con lady Black –porque los Black no podían ser vistos entrando a tiendas de segunda mano, aparentemente–.
Era, hasta cierto punto, divertido; tal como se imaginaba que una familia habría interactuado con él en un mundo ideal y, si eso no era triste, Harry no sabía qué podía serlo.
Sirius apenas hizo un comentario sobre su apariencia –Harry lucía muy bien y, francamente, el cabello largo era un gran acierto– y Harry se sintió agradecido de no tener que explicar las razones vagas que había recibido para ese cambio; aunque, notó, el hombre no estaba particularmente feliz por su apariencia, a pesar de lo que hubiera dicho.
Walburga llamó a Kreacher en algún momento y le ordenó regresar a la tienda donde habían confeccionado toda la ropa para Harry para llevarse el pedido y preparar la habitación que sería sólo para el menor.
-"¿Qué tan patético es que una mujer que sólo me conoce por un par de días esté dispuesta a darme lo que tía Petunia nunca quiso?"- no hizo ningún comentario sobre las buenas acciones de los Black, excepto agradecerles sinceramente todo lo que hacían por él y Sirius.
No tenía caso pensar en los Dursley ahora, ¿verdad?
-"¿Has visto?"- escuchó la voz de Orión Black cuando iban a llegar al final del Callejón –"Abraxas ha venido con su hijo para elegir un regalo por su vigésimo cumpleaños"- Walburga asintió, bajando la voz.
-"Había olvidado por completo la fecha, Orión"- admitió –"Deberíamos enviar algún regalo para el joven Malfoy"-.
¿Malfoy? Harry no quería tratar con ningún Malfoy, sólo quería regresar a Grimmauld Place y, con suerte, perder su tiempo estudiando o leyendo algo, quizá durmiendo si tenía suerte. Esperaba que Orión aceptara la sugerencia de la mujer y le enviaran algo interesante por correo.
-"O podríamos invitarlos a cenar"-.
O tal vez su suerte seguía siendo la de un Potter, porque algo así no debería haber sido sugerido.
Era obvio, por la expresión de lord Black, que esperaba una respuesta positiva de su mujer –"De acuerdo"- Harry no se sintió sorprendido y su padrino sólo intercambió una pequeña mirada con Harry –"¿Por qué no vas a ofrecerles una invitación?"- la mujer volteó a ver a Harry y a Sirius cuando Orión se fue en busca de los Malfoy –"Mi esposo quiere invitar a un amigo del colegio"- casi podía verla rodando los ojos –"Y le pareció adecuado usar la excusa del joven Lucius para convencerme…"-.
Sirius sonrió, como si ya supiera qué hacer –"Es comprensible, Walburga"- respondió –"Orión debe ser un hombre ocupado y no tiene mucho tiempo para disfrutarlo con sus amistades"-.
Esa era la excusa más patética que Harry había escuchado, pero no dijo nada.
Walburga, sin embargo, lo notó –"Así que Orión estuvo quejándose de nuevo"- resopló –"No es ningún problema recibir a Abraxas, el hombre es encantador…"- lanzó una mirada discreta hacia Harry –"Es sólo que no estoy segura que Hadrian vaya a disfrutar la cena, Adhara"-.
Oh…
Harry se armó de valor para responderle a la mujer –"Está bien"- dijo forzando una pequeña sonrisa, sentía un ligero calor en el pecho –"Lucius Malfoy va a casarse con mi prima Narcisa, ¿verdad?"- no esperó la respuesta –"Creo… deberíamos invitarlos para celebrar su cumpleaños"-.
No era como si Harry deseara siquiera estar en presencia de un hombre que, dentro de unos años, se encargaría de intentar matarlo y matar a Ginny, además de buscar lastimar a los Weasley. Tampoco estaba muy emocionado por fingir disposición sobre una cena que sería completamente formal e incómoda. A decir verdad, Harry sólo habría deseado llegar a distraerse leyendo o dormir… porque el día había sido… distinto, pero…
Bueno, Walburga Black había sido amable con él y sincera –hasta donde alcanzaban sus capacidades, al menos–. Escucharla preocupada por su bienestar y posible incomodidad era… algo que no había obtenido de nadie, ni siquiera de Sirius –tal vez porque el hombre tampoco había tenido muchas opciones para extender o negar invitaciones a Grimmauld Place–. Era agradable y no quería decepcionarla tan pronto.
Si su padrino le preguntaba, entonces diría que no necesitaban enfrentarse a los Black todavía.
Mientras pensaba en todo eso, Harry no notó la obvia expresión de orgullo de la mujer, ni la impresionada mueca que había hecho su padrino.
Orión regresó hasta ellos con una leve sonrisa en el rostro, único signo que lo delataba. Al parecer, Abraxas había aceptado la invitación sin mayor esfuerzo y, dentro de unas horas, los Malfoy visitarían Grimmauld Place para celebrar en privado el cumpleaños de su único heredero. Walburga le susurró a Harry y a Sirius que, en realidad, Abraxas y Orión deseaban conversar sobre quidditch y el último partido de la temporada y que la fiesta se celebraría una vez que Narcisa se graduara, para tener una reunión de las dos familias.
No ansiaba esa fecha.
Sirius no parecía feliz con todo, pero al escuchar que, probablemente, las conversaciones no se decantarían hacia la política o relaciones sociales, se relajó un poco. Harry no tenía idea de nada, así que sólo aceptó la información.
Ante los nuevos planes, los cuatro tuvieron que recortar su tiempo en el Callejón –tal vez, cuando viniera con Walburga de nuevo, podría pasar más tiempo ahí–, así que se aparecieron casi a la entrada del Caldero Chorreante.
Fue fácil notar la pequeña sonrisa en Orión Black cuando Harry tropezó con sus propios pies al tocar el suelo de piedra del sótano. Evitó decirle lo que pensaba sobre su sonrisa cuando Walburga le lanzó una mirada a su esposo para callar cualquier comentario –"Será mejor que te prepares para la cena, querido"- dijo con un tono falsamente amable –"Y Orión, por favor, muéstrale a Adhara su nueva habitación"- y tomó a Harry por el hombro.
-"Walburga, en verdad no es necesario que…"- Sirius interrumpió lo que iba a decir al ver que la mujer no iba a aceptar lo que dijera.
-"Hadrian es un joven brujo, Adhara, necesita privacidad y un espacio adecuado para su crecimiento"- bueno, esa era una razón válida, supuso –"Y tú eres un hombre adulto, estoy segura que deseas tu privacidad"-.
La mujer tenía razón; incluso si Harry no deseaba verse separado de su padrino por mucho tiempo, sabía que Sirius era un hombre privado y que, mientras más tiempo compartiera espacio con Harry, más difícil le sería separarse. Intentaría soportar dormir en otro sitio, lejos de Sirius, si al final no iba a ser nada malo. Después tendrían tiempo de conversar, estaba seguro, y de planear lo que necesitaban planear –seguramente bajo la excusa de hablar en privado con su padre o algo similar–.
-"Vamos, Adhara"- Orión llamó su atención –"Será mejor que nos apresuremos"- y Harry vio a su padrino salir apresurado con el mayor.
Walburga se quedó con Harry, observando la retirada de su esposo y la leve sonrisa en el menor. Esas dinámicas familiares eran poco vistas en Privet Drive, después de todo.
-"¿Cómo te sientes, Hadrian?"-.
¿Cómo se sentía?
-"Bien…"- cuando la expresión de la mujer no cambió, Harry suspiró –"Lo siento… estoy… algo cansado"- admitió –"No estoy acostumbrado a tener un día tan ocupado, tía"-.
-"Lo entiendo"- asintió con la cabeza –"Pero tu decisión de aceptar una reunión con desconocidos fue lo que se espera de tu posición, Hadrian, así que hiciste bien"-.
De nuevo, Harry se sintió incómodo –"G-gracias, tía"-.
Harry se dejó llevar por la mujer hasta la mesa y se sentó después de ella –"Antes de llevarte a tu nueva habitación, necesitas saber algunas reglas que tu padre ha descuidado"- dijo cambiando de tema.
Harry lo sabía, era obvio que no cumplía con los estándares de etiqueta que ese tipo de familias tenían.
Claro que tenía la pobre justificación de tener sólo tres años dentro de la familia Black, pero eso no ayudaba en nada cuando tenía en cuenta que Harry había sido educado en casa de los Dursley por diez años y luego cada verano por cuatro años. En realidad, Harry no tenía ningún tipo de educación que se asemejara a lo que Lady Black buscaba.
-"Sí, tía Walburga"- no había mucho más qué decir.
-"Perfecto"- la mujer puso una mano en su espalda –"Empezaremos por tu postura"- casi automáticamente, Harry corrigió su postura, como le había enseñado tía Petunia –"Muy bien, intenta relajar los hombros"- así lo hizo –"Ahora mantén la barbilla en paralelo con el suelo"- Harry alzó ligeramente el rostro –"Tus pies te ayudarán a recordar la posición"- por la siguiente hora, Harry permaneció en el sótano, acompañado de la mujer, escuchando las explicaciones sobre reglas de comportamiento –"Debes mantener el contacto visual, ningún Black puede ser tachado como débil sólo por eso"- dijo en algún momento –"Escucha bien la conversación, pero no emitas opinión si no es necesaria"-.
A veces se trataba de cosas sencillas como su postura, pero otras veces se trataba de cómo podía empezar a comer o cómo excusarse de la mesa si comenzaba a sentirse indispuesto. Además de todo, la mujer le hizo memorizar una bendición que, si bien no era difícil, le hacía pensar que realmente no sabía lo que estaba haciendo.
Para gran sorpresa de Harry, ni su forma de comer –claro, él no era Ron–, ni su forma de caminar fue cuestionada, cuando le preguntó sobre eso, la mujer bufó –"Es obvio que tienes la gracia de la familia Black"- y no comentó más.
-"Sólo serán tres invitados, así que no hay nada de qué preocuparse"- comentó mientras subían las escaleras para mostrarle a Harry su habitación –"Será una buena práctica para ti, me imagino que en casa de tu familia no tuvieron muchos invitados"-.
Harry iba a negar con la cabeza, pero algo le hizo abrir la boca –"No muchos… a mi abuelo Seginus le gustaba tener invitados"- frunció el ceño –"Aunque jamás bajé a esas cenas"-.
¿Qué diablos? Él no tenía ningún abuelo… Harry… de nuevo esa extraña sensación de una vida inventada. Tal parecía que debía investigar en cuanto tuviera oportunidad –algo que, aparentemente, no tendría sino hasta Hogwarts–.
-"Ya veo"- la mujer lo miró de reojo –"¿Y con los muggles?"-.
Harry se encogió de hombros, un gesto que a la mujer no le agradaba –"Sólo hacía la comida para sus visitas y me encerraban en mi habitación"- respondió con amargura poco disimulada.
-"Me imagino que no te gustan las reuniones muy grandes"-.
-"Eh… no es… no me siento cómodo en ellas"- dijo al final.
Ella asintió y siguieron avanzando –"Sólo serán los Malfoy"- repitió –"Te sentarás a mi lado y tu padre ocupara el siguiente asiento"- esos arreglos eran confusos –"A la derecha de Orión estarán lord y lady Malfoy, y su heredero estará a un lado"-.
Eso era un pequeño alivio, porque así no tendría que interactuar con Lucius Malfoy directamente. No planeaba siquiera abrir la boca para hablar, de todas formas, pero tenía la impresión que eso no sería una opción.
Harry aceptó el arreglo con facilidad.
Ese tipo de reuniones no eran algo que le interesara en lo absoluto, pero intentaría evitarse problemas que no le correspondían al aceptar las palabras de la mujer.
Mientras avanzaban, Walburga llamó a Kreacher para ordenarle preparar una cena especial para siete personas –"Que sea algo ligero"- añadió después de recordar el régimen que el sanador le había impuesto a Harry –"Y prepara el baño para nosotros, Kreacher"- el elfo hizo una reverencia y se fue.
Subieron hasta el cuarto piso de la casa, en el mismo nivel en el que se encontraba la antigua habitación de Sirius –y ahora la habitación de un Sirius que no era su padrino, qué raro era todo eso–.
Le gustaba ese piso porque, al subir las escaleras, le dio la impresión de estar desconectado del resto de la casa. Seguía siendo parte de la propiedad, pero al menos daba esa sensación de autonomía que le habría encantado tener en algún punto.
Por supuesto, jamás había usado ninguna de las habitaciones ahí, principalmente porque una de esas habitaciones había sido la de su padrino –privada–, otra había sido la habitación de su hermano y la tercera, de acuerdo con Remus, tenía un encantamiento que les impedía siquiera abrir la puerta.
Las escaleras daban a una pared sin salida, pero dando media vuelta, el pasillo del cuarto piso se abría para dejar ver una hermosa alfombra de un azul tan oscuro que le parecía estar viendo el cielo nocturno, con paredes de un sutil violeta oscuro que no se parecía al brillante violeta que había visto antes.
Sin pensarlo, Harry llevó una mano a la pared, para sentir si se trataría de algún tapiz o…
Walburga rió –"Te gusta, ¿verdad? Lo mencionaste antes"- Harry asintió y quitó la mano de la pared –"El nombre correcto es púrpura de Tiro, mi bisabuelo Phineas lo escogió especialmente para mi tía abuela Belvina, era su color favorito"-.
No sabía absolutamente nada sobre colores y esas cosas de decoración, pero Harry sabía que, si tenía un nombre específico, probablemente no era barato.
Aún así, dijo una parte muy pequeña de su mente, era un color bellísimo.
Walburga y él caminaron y pasaron dos puertas a la derecha del pasillo; a la izquierda de las escaleras, Harry observó otro pasillo a la izquierda tan iluminado como el resto del piso. Sabía que al fondo de ese pasillo estarían las escaleras para subir al ático y que, por obvias razones, la puerta justo al lado de las escaleras llevaría a un piso de la biblioteca –uno que había estado sellado en su tiempo–.
-"Puedes entrar"- le dijo la mujer –"Es la biblioteca y vas a tener acceso para estudiar sin interrupciones, pero hoy no"-.
Casi hasta el fondo del pasillo principal, a la izquierda, estaba una puerta de madera oscura, como el resto.
Con un gesto de la mujer, Harry se detuvo frente a la puerta y tomó la perilla.
Como el resto del edificio, esa habitación era un gran espacio; definitivamente era más grande que el resto de las habitaciones que había visitado en Grimmauld Place en su propio tiempo.
A su derecha estaban dos ventanas enormes, una dejaba pasar la luz del exterior hacia un escritorio de gran tamaño y la otra hacia un pequeño sofá o… algo para recostarse y descansar. A su izquierda estaba una cama tres veces más grande de la que había usado en Privet Drive. Todo el lugar estaba rodeado de estantes con espacio suficiente para docenas de libros u objetos de valor, además de un gran armario –que, obviamente, sería más grande por dentro–. A pesar de los muebles, Harry podía ver claramente las paredes.
Todo el lugar compartía las características que hacían a ese espacio parte de la casa; finas decoraciones en las paredes y las molduras en el techo, así como en el suelo de madera, cubierto por una alfombra simple.
Era obvio que nadie había reparado en gastos.
-"¿Te gusta?"- preguntó detrás de él.
Harry paseaba una mano por la madera de la puerta.
-"Es…"- quería decir lo bellísima que encontraba ha habitación, quería explicarle que toda su casa parecía una obra de arte y que le encantaba el diseño de todo el lugar, pero de su garganta no salió ningún sonido.
Harry no era ningún sentimental; apenas podía entender ciertas emociones o expresarse correctamente, pero en verdad tuvo que tomarse un momento para no dejar que sus lágrimas escaparan y delataran su reacción. ¿Qué tan patético era que unos perfectos desconocidos lo consideraran más familia que su propia sangre?
Tomó aire y lo intentó de nuevo, mirando fijamente a la mujer a los ojos –"Es muy bella"- sonrió un poco –"Es perfecta"- sintiéndose algo acalorado, Harry jugó con el borde de su camisa –"Muchas gracias"-.
-"Deberías acostumbrarte, Hadrian"- lo dudaba –"Esta es la vida de nuestra familia"- luego de eso le señaló una puerta más –"Quiero que tomes un baño, relájate"- Harry intentó avanzar a la puerta, pero voz de la mujer lo detuvo –"Hoy fue un día interesante, Hadrian, y no voy a ignorar lo que aprendí sobre ti, sin embargo, no es momento de tener esa conversación"-.
Y Harry haría todo lo posible por escapar de algo que realmente no quería hacer.
-"Sí, tía"-.
La mujer salió de la habitación y Harry empujó la puerta del baño.
Era tan espacioso como había esperado.
Y luminoso.
Todo era elegante, algo que a Harry jamás se le habría ocurrido poder usar.
Los pisos eran de algún tipo de piedra blanca y suave, pero las paredes eran grises. El marco de las ventanas era negro y sólo hacía que la luz entrara con más brillo.
Harry se quitó la ropa sin pensarlo mucho y la dejó en el suelo.
El baño que Kreacher había preparado humeaba desde una gran bañera negra que estaba sobre rocas, ¿por qué? Ni idea, pero le parecía que era algo que no entendería sobre el lujo de los Black o de todo el mundo. A la derecha, al fondo de la habitación, estaba una gran ducha con puertas de cristal y pisos de otro tipo de madera, con paredes blancas y un pequeño espacio para sentarse.
Era un lugar donde pasaría mucho tiempo, sin duda.
Harry se dirigió a la bañera y entró sin gran ceremonia, dejando que su nuevo cabello se mojara y el peinado se deshiciera. Dejó salir un quedo gemido de placer.
No era todos los días cuando alguien le permitía relajarse –es más, habían sido órdenes explícitas de hacerlo–, así que disfrutaría ese pequeño momento de paz antes de lo que tuviera que hacer con los Malfoy. Esperaba que Sirius tuviera la misma suerte que él y pudiera descansar un poco antes de la cena.
Y también era un gran cambio eso, precisamente eso; por una vez, Harry no tenía que estar en la cocina, preparando todo para una comida que ni siquiera probaría –"Tal vez pueda acostumbrarme"- pensó con gracia, sabiendo que no era muy factible.
Vivir con los Dursley le había garantizado estar siempre a la defensiva así que…
-"Pero los Black tienen a Kreacher, un elfo doméstico auténtico"- eso era cierto –"Kreacher hace todas las labores a la perfección, algo que yo no podría hacer"-.
No creía que Walburga tuviera en mente cocinar o limpiar como un castigo apropiado para alguien de su familia. Cuando Harry fuera castigado –cuando, porque sabía que no era una opción–, no sería algo tan sencillo como limpiar toda una habitación o la casa entera, o cocinar para la familia, lo sabía.
Cinco o seis o… algún tiempo después, Harry se dio cuenta que el agua debía tener algún tipo de aceite o poción relajante, porque su mente parecía en paz con lo que sucedía a su alrededor. Abrió los ojos con pereza y empezó a desenredar el cabello con los dedos, mojando el resto al sumergirse por completo en el agua.
¿De qué hablarían con los Malfoy?
Para Harry, la respuesta era obvia; era una oportunidad perfecta para obtener información sobre la guerra sin necesidad de parecer sospechoso. Los Malfoy –al menos Lucius– habían estado en el centro de la acción y tenerlo ahí era una ventaja. Harry debía aprovechar el momento para informarse de la situación y esperar no arruinar nada con alguna pregunta incómoda.
-"Sí, sólo escucharé"-.
Si lo hacía bien, Walburga confiaría en él mucho más y los Malfoy serían una fuente de información voluntaria. Tal vez lograría hacer que creyeran que él podía ser un candidato a servirle a Voldemort…
La simple idea era ridícula y Harry no pudo evitar sonreír a eso.
¿Él? ¿Sirviéndole a Voldemort?
A un lado de la bañera, notó tres botellas de diferentes tamaños, todas con diferentes contenidos. Al tocarlas, se dio cuenta que eran de cristal y, muy probablemente, los contenidos eran algo para su cabello y cuerpo –"Er… ¿Kreacher?"- llamó escondiendo casi todo su cuerpo en el agua, excepto por la cabeza.
Para su sorpresa, el elfo atendió a su llamado –"El joven Black llamó"- dijo –"¿Qué puede hacer Kreacher por el joven Black?"-.
Harry se mordió el labio –"Perdón por molestarte"- se disculpó sin mirarlo –"Sólo quería saber qué es esto"- señaló las botellas –"Y si puedo usarlo"-.
El elfo tomó una por una –"La ama ordenó todo esto para el joven Black"- bien, al menos no habría problema si lo usaba –"Esta es loción corporal"- era de color amarillo, muy pálido –"Es un relajante como el que Kreacher puso en la bañera"-.
-"Eso es excelente"- le sonrió –"Muchas gracias"-.
El elfo se jaló una oreja, pero no dijo nada –"El joven Black es demasiado amable con Kreacher"- oh, por favor, no otro Dobby; afortunadamente para Harry, el elfo no siguió con la misma línea, en vez de eso tomó la segunda botella que tenía el contenido lavanda –"Esta es para el cabello de los magos, lo lava muy bien y no deja que se enrede"- definitivamente lo usaría –"Y esta es una poción privada que no debe usar todavía, joven Black"- era casi roja.
-"De acuerdo, Kreacher"- agradeció –"Muchas gracias por venir"- el elfo hizo una reverencia y se fue.
Harry usó la poción lavanda en su cabello y dejó las otras dos en su sitio –no quería saber cuáles serían los efectos de una sobredosis de relajantes o los efectos de una poción desconocida–. Se tomó un tiempo para dejar su cabello completamente cubierto por la loción –que no se terminaba– y luego decidió dejar salir toda el agua de la bañera y dirigirse a la ducha.
En la ducha podría lavar por completo su cabello y su cuerpo, así que no se molestó en secarse.
El agua caía como si fuera lluvia y a Harry le encantó –le encantaba la magia–.
Por fortuna, el baño había logrado su cometido y Harry ya no sentía los estragos del día… al menos por unas horas.
Lavó su cabello y luego se tomó el tiempo de deshacerse de cualquier rastro de jabón de su cuerpo. Si pudiera, Harry se ducharía al menos dos veces al día, pero sabía qué tan exagerado podía ser pensarlo. Poder hacerlo ahora, sin embargo, era un gran lujo que no iba a desaprovechar.
Cuando terminó, Harry tomó una toalla y tardó un buen rato en eliminar el exceso de agua de su cabello, cubriéndose con una gran bata blanca que había colgado de la puerta del baño para salir.
-"Oh, Hadrian, por fin saliste"- Harry saltó en su lugar y de inmediato tomó los bordes de la bata para cubrirse, era una suerte que fuera tan larga.
-"Eh… sí… s-sí, tía Walburga"- la mujer estaba perfectamente arreglada, con una túnica verde y un peinado sencillo –"Te ves muy bien"- añadió como le habían enseñado después del Baile de Navidad en su cuarto año.
Dios… ¿por qué no podían dejarlo en paz un momento?
¿Era necesario que entrara a su nueva habitación antes de dejarlo vestirse? Estaba seguro que sólo tardaría un par de minutos para poder verla fuera de su habitación.
-"Necesitamos revisar qué usarás"- dijo la mujer a modo de explicación, sin prestarle mucha atención al estado de Harry –"Me parece que un par de pantalones oscuros"- dijo conjurándolos del armario –"Y… ¿qué piensas? ¿Corbata?"-.
No era fanático de usar la corbata de la escuela –"Eh… no creo, tía"- respondió sentándose al borde de la cama, sin tener idea de qué hacer.
Se sentía como un niño pequeño siendo vestido por su madre, como tía Petunia había hecho con Dudley tantas veces. Esperaba que la mujer no pretendiera hacer lo mismo con él, porque Harry pintaría un límite en ese momento.
-"Tienes razón"- Harry suspiró, aliviado –"Lo mejor será usar… este"- la mujer sacó una camisa blanca y un saco que parecía de terciopelo azul oscuro –"Intenta usar los derbie negros, Hadrian, es algo básico, pero es lo mejor por ahora"- negó con la cabeza, revisando el contenido que ella había elegido para su guardarropa.
¿Qué eran los derbie?
-"… ¿Tía?"-.
La mujer se giró con un par de zapatos que habían comprado en la tienda del Callejón, que esperaba fueran los derbie –"¿Sí, Hadrian?"-.
-"¿Qué voy a hacer con mi cabello?"- la mujer le sonrió de lado –"Es sólo que… nunca he…"-.
-"Descuida…"- le dio la ropa a Harry en las manos y lo empujó hacia el baño, de nuevo –"Vístete y en un momento veremos qué hacer con eso"-.
Harry lo hizo, no porque quisiera, sino porque realmente no estaba feliz con la mujer en la misma habitación mientras él estaba prácticamente desnudo. Se puso el pantalón fácilmente y se dio cuenta que no necesitaría ningún cinturón como habría sido el caso con su antigua ropa; luego se puso la camisa, de una tela suave. Era una combinación sencilla, se dijo, algo que sería fácil de recordar.
La camisa era incómodamente ajustada, pero Harry no hizo mención de eso cuando salió del baño completamente vestido, incluyendo los zapatos.
La mujer lo llevó a sentarse en ese sofá que había visto antes y Harry cuidó de mantener una postura aceptable –"Debes cuidar muy bien de tu cabello"- comenzó –"Cada noche lo peinarás para desenredarlo"- Harry asintió –"Y cada mañana repetirás el proceso"- usó su varita para secar su cabello casi de inmediato –"Presta atención, Hadrian, tendrás que hacerlo por tu cuenta después"-.
No fue precisamente difícil, sólo un poco… bueno, quizá había sido algo complicado.
El problema era que Harry no tenía la paciencia suficiente como para perder el tiempo arreglando algo que, francamente, a él no le interesaba.
Como fuera, Lady Black le explicó cómo debía hacer una trenza sencilla y Harry supuso que eso le serviría para… hacer plática con alguien, suponía, también le mostró cómo recoger su cabello para diferentes ocasiones. En algún momento Hermione le había pedido ayuda con su cabello, pero Harry jamás había logrado hacer gran cosa –en su defensa, el cabello de su amiga era una lucha perdida–, ahora no había Hermione que lo necesitara, así que no le veía la relevancia.
-"¿Así está mejor, tía Walburga?"- preguntó la sexta vez de repetir el peinado, comenzaba a fastidiarse y esperaba que no se mostrara en su rostro –"Si esto es lo que tengo que pagar a cambio de una segunda oportunidad para salvar a todos… no lo vale"- se dijo presionando dolorosamente los dientes.
-"Aceptable, Hadrian"- dijo la mujer con media sonrisa al tiempo que desataba y deshacía el esfuerzo de Harry y comenzaba a arreglarlo ella, demostrando qué tan aceptable había sido su trabajo –"Ahora"- detuvo sus movimientos –"Recuerda que no es correcto que alguien te vea si no estás presentable"-.
¿Otra tonta regla? Intentó no gemir de molestia, pero lo consiguió por poco –"¿Y por qué es eso, tía?"- preguntó de la manera más amable que encontró.
¿Es que acaso iba a perder su honor si todo el mundo lo veía con el cabello desordenado o usando ropa deportiva? Por favor, eso era ridículo. Casi tanto como cuando obligaban a las chicas a vestirse apropiadamente. Harry quería rodar los ojos –"Ya recuerdo por qué detesto a este tipo de personas"-.
-"Cuida ese tono, Hadrian"- demonios, lo había notado –"Es una costumbre de las familias, sólo aquellos muy cercanos a ti pueden verte en un estado menos que perfecto, ¿de acuerdo?"- y continuó peinándolo hasta arreglar cada hebra.
-"Sí, tía Walburga"- sin notarlo, Harry hizo un mohín al morderse la lengua para no responder como quería hacerlo y recordarle a la mujer qué tan estúpido era todo eso –"Lo siento mucho, tía"-.
Al parecer, Walburga no podía enojarse con Harry tan fácilmente, porque aceptó su falsa disculpa y le extendió el saco que había sacado antes. Harry se lo colocó y notó que, en vez de botones regulares, tenía un nudo extraño de otra tela, que lo hacía ver aún más costoso. Si algún día tenía que pagar por todo eso, Harry no estaba muy seguro de poder hacerlo.
A pesar de todo –de todo–, le gustó la imagen en cuanto se vio en el espejo del armario.
No era todos los días cuando Harry se veía y pensaba en lo bien que lucía –la última vez había sido en el Baile de Navidad, o eso creía, cuando se había probado la túnica de gala que la señora Weasley había elegido para él–. El tono azul del terciopelo contrastaba con el mate de la solapa y los puños del saco, y el negro del pantalón hacía que no fuera demasiado brillo. A decir verdad, la mujer sabía lo que hacía.
Se miró por un tiempo, intentando conectar a la persona del espejo con él.
Walburga se disculpó antes de salir de su habitación, se excusó diciéndole que debía regresar con su esposo antes de reunirse con sus invitados en uno de los salones de la planta principal –"Espera a tu padre y no salgas de tu habitación"-.
Harry estaba demasiado cansado como para cuestionar la estúpida idea de tener que esperar a alguien para escoltarlo, así que simplemente asintió con la cabeza –"Sí, tía Walburga"-.
Por fortuna para todos –porque el mal humor de Harry era conocido por una razón–, Sirius no se tomó mucho tiempo para llamar a su puerta. Harry se levantó de inmediato y la abrió, llevándose una grata sorpresa al verlo de pie.
Tenía el cabello arreglado sobre sus hombros de tal forma que parecía que sólo se había llevado un par de minutos, con las manos en los bolsillos, Harry recordó claramente las fotografías de la boda de sus padres. Llevaba una túnica grisácea que hacía juego con sus ojos y no parecía tener intenciones de abotonarla.
Su padrino lucía muy bien –"¿Listo para salir?"- preguntó el hombre cuando Harry no dijo nada al verlo.
-"S-Sí…"- su padrino le extendió un brazo y Harry rodó los ojos –"¿Es realmente necesario?"- cuando el hombre comenzó a reír, supo que no lo era, pero de igual manera tomó el brazo.
-"Lo siento, es protocolo"- dijo su padrino al cerrar su puerta –"No quieres que tía Walburga se enfade con nosotros, ¿verdad?"- su tono de falsa dulzura sólo hizo que Harry le hiciera un gesto con la mano, algo que a Ron le habría parecido muy gracioso –"Han estado tan felices juntos…"-.
-"Jódete"- murmuró –"Ni siquiera quería hacer nada de esto, idiota"- frunció el ceño y se obligó a no responder el abrazo de Sirius, aunque no estuviera molesto de verdad.
Su padrino era un hombre que disfrutaba fastidiar a otros, ahora veía que no sería fácil si su versión más joven era mucho peor –"Vamos, Harry"- la pequeña sonrisa que portaba hizo que Harry correspondiera el gesto –"¿Sabes? Walburga jamás había tratado con tanta paciencia a alguien"- le comentó –"De hecho, me siento un poco celoso"-.
No entendió si era otra broma o si era verdad, así que Harry pasó un brazo por la cintura de su padrino –"Sólo es la euforia de tener un juguete nuevo"- explicó, haciendo que el hombre arqueara una ceja y lo mirara con duda –"Es verdad, en una semana las cosas serán como las recuerdas, estoy seguro"-.
-"Espero que no"- suspiró –"Espero que todo siga igual"- bajaron al primer nivel y siguieron avanzando –"Tener a mi madre como tutor…"- un escalofrío recorrió su cuerpo –"Es mejor así"-.
Harry esperaba lo mismo.
Las cosas serían mucho más sencillas si Orión y Walburga decidían ser buenos anfitriones y mantener la actitud que habían tenido hasta ahora –iba a ignorar su desliz en la cena del día anterior porque era conveniente–. Harry no quería tener problemas con ninguno de los dos, así que esperaba se comportaran; porque él no tenía intenciones de cruzar ciertas líneas con sus principios.
Sirius le preguntó algunas cosas sobre su ropa y su cabello, si se sentía cómodo con todo eso y si necesitaba hablar. Por supuesto, Harry sólo mintió diciéndole que estaba muy bien y que todo era necesario para seguir con sus planes.
Lo último que deseaba era preocupar a Sirius innecesariamente con sus tonterías.
-"Además"- pensó al llegar hasta la puerta del salón donde habían sido recibidos la primera vez en ese lugar –"Sólo son estupideces sin sentido"-.
Llegaron hasta la puerta y, antes de pensar en tocar, se abrió para ellos.
Dentro estaba Orión y Walburga saludando a la distancia a tres rubios inconfundibles.
Incluso con el cabello corto, Harry podía distinguir los rasgos afilados y los ojos gris plomo de Lucius Malfoy. Su expresión, sin embargo, no era la misma que había visto tantas veces –desdén y fastidio– y sus brazos no parecían pegados a su cuerpo con pegamento industrial. Ese Lucius Malfoy era mucho más joven del que había conocido –según sus cuentas y el comentario de Orión, el hombre no podría tener más de veinte– y francamente era atractivo.
Se movía con facilidad y parecía encantar más que su padre, un hombre de gesto severo que arruinaba la imagen con media sonrisa que compartía con Orión; era una pena que fuera un hombre tan desagradable en su futuro. La mujer rubia, cabello corto y con un estilo más moderno que clásico, no sonreía, daba la impresión de estar aburrida con todo –de cualquier forma, Walburga ignoraba con facilidad esa actitud–.
-"Ah… ya vi de dónde sacó su encanto"- se dijo Harry antes de ser empujado por su padrino para avanzar y ser visto por todos los presentes.
-"Hadrian, Adhara"- exclamó Orión, interrumpiendo su conversación, el hombre sonreía con facilidad, notó Harry –"Vengan, por favor"-.
Harry siguió el ejemplo de su padrino y acató la orden.
Fue Walburga quien los presentó –"Lady Malfoy, lord Malfoy, joven Lucius, estos son Hadrian y Adhara Black, miembros jóvenes de nuestra familia"- Harry iba a hacer una pequeña reverencia, como la mujer le había enseñado, pero decidió asentir con la cabeza.
-"Es un placer conocerlos"- dijo su padrino extendiendo una mano para lord Malfoy, luego para Lucius y al final para lady Malfoy –"Y me parece que es necesario felicitar al heredero Malfoy, ¿cierto?"- la pequeña sonrisa ladina que portaba su padrino era suficiente para Harry, ese hombre era bueno para las reuniones sociales, incluso si los invitados no eran de su agrado.
-"Lord Black estaba hablándonos un poco sobre ustedes"- accedió la mujer, una vez que su hijo pudo aceptar las palabras de Sirius –"Qué grata sorpresa debe ser recibir nuevos miembros a la familia"- a pesar de su tono y sus palabras, Harry no creyó ni por un segundo que la mujer en verdad pensara así.
Afortunadamente para Harry, él no tenía necesidad de hablar hasta que alguien se dirigiera a él directamente, así que disfrutaría de esas tontas reglas de cortesía. A veces podían ser útiles, especialmente cuando no era un gran fanático de ser el centro de atención.
Los adultos conversaron por diez minutos hasta que Walburga ofreció llevar esa conversación al comedor y comenzar con una cena en honor a Lucius por su cumpleaños.
Fiel a la palabra de Walburga, lord y lady Malfoy –que se había presentado como Coralia– tomaron asiento a la derecha de Orión. Walburga tomó asiento cuando Orión la ayudó y todo parecía normal… hasta que Lucius Malfoy se acercó hasta Harry y movió la silla para él.
Su sonrisa era amable, era un extraño gesto en un rostro que, hasta hacía poco, lo había asociado con el hombre que lo había atacado en el Ministerio de Magia –"¿Por favor?"-.
Obviamente esa no era una pregunta, así que, aunque se sentía incómodo por las acciones que no deberían ser dirigidas a él, Harry sonrió –"Muchas gracias"- los hombros de Lucius dejaron de tensarse, como lo había estado desde que no siguió el protocolo, evidentemente.
Tal vez, al ser su cumpleaños, le pasarían por alto ese tipo de acciones –"Igual no es gran cosa"- y era verdad, ¿qué más daba si Malfoy quería parecer más amable?
Sirius se sentó a su lado sin ayuda, mirando fijamente al menor de los Malfoy hasta que éste regresó al lugar que se le había asignado en la reunión.
-"Muchas gracias por invitarnos"- dijo el rubio al sentarse –"Confieso que no esperé una invitación a cenar con los Black"-.
-"Pronto podrías parte de la familia, Lucius"- respondió Orión al tiempo que todos los platillos aparecían frente a todos –"Es lo menos que podemos hacer por ti"-.
Harry recordó de pronto la verdadera razón por la que los Malfoy habían sido invitados y no pudo evitar sonreír. Aparentemente su gesto fue bien recibido –a pesar de ser una burla al invitado de honor–, porque el rubio correspondió su sonrisa.
-"Muchas gracias, lord Black"-.
Cuando todos quedaron en silencio, Harry sintió pánico, ¿no era esa la señal para empezar con una plegaria sin ayuda? ¿Cuáles eran las palabras?
-"Por favor, ayúdame"- rezó con cierto humor a nadie en particular –"¿Heredero Malfoy?"- llamó como le había explicado Walburga –"¿Desea hacer la plegaria?"-.
De acuerdo con la mujer, era tarea del menor de todos los presentes agradecer en cada comida; pero cuando se trataba de una reunión social, el menor debía preguntar al invitado si deseaba hacer los honores. Ahora, normalmente la pregunta iría directamente a lord Malfoy, pero Walburga le había dicho que Lucius era quien cumplía un año más, así que esa reunión era, en teoría, para él.
Esperaba que el otro aceptara, pero le parecía poco probable.
-"Por favor"- dijo negando con la cabeza –"Sería un honor recibir tus palabras"- respondió el rubio.
-"Muy bien"- Harry sentía que su mano temblaba, pero hizo un esfuerzo por controlarse –"¿Qué sucedería si olvido algo?"- miró con aprehensión a Walburga y respiró profundamente, no tenía caso estresarse por algo así.
-"Tal vez Walburga use alguna maldición como castigo"- pensó sin humor.
Sin separar mucho los brazos de su cuerpo, alzó con cadencia la mano derecha con la palma arriba, hasta dejarla encima de su plato –sin tocar ningún utensilio– y luego colocó su mano izquierda encima de la otra, en la misma posición. A Harry le parecía una forma de orar similar a la que había visto en algunos muggles, pero obviamente no era lo mismo. Sus manos y brazos formaban una equis encima de los alimentos y la postura era algo más compleja que la plegaria de los muggles.
Walburga había corregido su postura al menos cuatro veces hasta que había entendido qué debía hacer.
-"Por el alimento ante nosotros…"- comenzó con lentitud, cuidando de pronunciar correctamente las palabras y no olvidar nada –"Doy gracias a la magia… honro el ciclo de la vida… consumo con respeto"- sin darse cuenta, cerró los ojos, dejándose llevar por una tranquilidad que no había sentido mientras había ensayado todo –"Honro la muerte… y honro las manos que, con dedicación, prepararon todo"- Harry se concentró en la sensación cálida que tenía en las manos y se preguntó si esa sería la magia respondiéndole, sin darse cuenta, todos los presentes se habían percatado de la presencia de algo más –"Al compartir mesa y alimentos…"- por fin, sentía que podía relajarse, porque había hecho un buen trabajo –"Te damos gracias…"-.
Bajó las manos con la misma lentitud de antes y abrió los ojos para ver la reacción del resto.
-"Cómo deseo que Regulus Black llegue pronto"- porque él era menor.
No creía que fuera capaz de dirigir ese tipo de pequeñas ceremonias todos los días, a cada comida, por muy –extrañamente– tranquilizador que fuera. Al abrir los ojos recordaba claramente dónde estaba y su cuerpo se tensaba de inmediato.
Desde su sitio, Harry notó que ninguno de los presentes había abierto los ojos aún, ¿debía decirles que había terminado? ¿O acaso había olvidado decir algo más? ¿Cómo podía llamar su atención sin parecer grosero?
La primera en abrir los ojos fue Walburga, dedicándole una mirada dura, sin poder identificar las emociones que pasaban por ella. La siguió Sirius, algo más tranquilo y mirando hacia el frente.
Poco a poco los presentes rompieron el extraño trance al que habían entrado y Harry se mordió la lengua para no preguntar qué demonios sucedía. Porque, claro, había sentido fácilmente la magia a su alrededor, pero eso era normal, ¿no? La magia no debía ser tan abrumadora como parecía que era y no creía que sus reacciones fueran para tanto.
-"Sin duda…"- ese fue Lucius Malfoy, dirigiéndose a Harry como si le faltara el aliento –"Eso fue…"- negó con la cabeza y recuperó un poco de su compostura, como su madre y su padre a un lado –"Muchas gracias, Hadrian"-.
Harry asintió –"Fue un placer para mí"-.
Cuando vio que los adultos no dejaban de mirarlo, tuvo el impulso de bajar la mirada, pero recordó las órdenes de Walburga, así que mantuvo la cabeza arriba hasta que alguien tuviera el maldito valor de decir algo más o comenzar a comer de una vez.
Sirius tocó discretamente su mano.
-"No habíamos sentido tal conexión desde…"- lord Malfoy llevó su mano a la mesa, tomando una cuchara, Coralia Malfoy miraba a Harry, examinándolo –"Tal vez desde Hogwarts, ¿no es así, Orión?"- Abraxas Malfoy tenía una voz grave que hacía que su comentario no sonara más extraño de lo que era.
Lord Black asintió –"Tienes razón"- era de ese tipo de chistes privados que sólo ellos entendían.
Por fortuna para Harry, todo el mundo siguió el ejemplo del rubio y comenzaron a comer la entrada.
Era deliciosa, pero Harry tuvo que esperar a que todo el mundo probara lo que tenía frente a ellos antes de empezar. Sabía que, si así lo querían los Black, nada le impediría a Kreacher drogarlo de nuevo para sacarle más respuestas, pero ver a todos comer antes le aliviaba un poco.
Buena suerte para él, supuso, que al probar los alimentos nada tuviera ningún tipo de poción o veneno. Mientras comía y lograba relajarse un poco, el silenció se vio roto por los comentarios casuales de los adultos y conversaciones con poco o nada de sentido para Harry.
Era mejor así, no estaba con ánimo de comenzar a discutir con nadie.
-"¿Saben dónde se llevará a cabo la fiesta de verano?"-.
Fiestas, qué interesante.
-"No seremos nosotros, eso es seguro"- respondió Walburga llevándose a la boca un pañuelo –"No tenemos tiempo para planear una fiesta con los últimos eventos que han ocurrido"- como si todos entendieran de qué hablaba, asintieron –"Quizá los Nott deseen hacer algo, después de todo Nicholas está de acuerdo en mantener las tradiciones vivas"-.
-"Tal vez"-.
-"¿La familia Black asistirá?"- Walburga negó con la cabeza, para gran alivio de Harry –"Estoy seguro que Lord Nott estaría encantado de recibir a los nuevos miembros"- aunque había dicho eso con una sonrisa, la forma en que lo hizo logró que su padrino hablara por primera vez dirigiéndose al rubio.
-"Lo lamento tanto, joven heredero"- su tono no era el mismo que Harry conocía, su voz amable perdió color y el título con el que habló era más formal –"Espero que no esté insinuando nada que tenga que ver con las festividades de Litha"-.
El joven Malfoy tragó en seco –"Por supuesto que no, señor"- incluso si su voz había salido modulada y amable, Harry se dio cuenta de un dejo de temor, quiso lanzar una media sonrisa, pero no creyó que fuera lo mejor, además, no entendía muy bien de qué iba la conversación hasta ese momento y no podría preguntar.
-"Poco probable, Lucius"- Harry tomó un pequeño trago de agua y volteó a ver a lord Black, que rescataba al pobre invitado de honor de su error –"Pero les aseguro que estaremos presentes para la Primera Cosecha"-.
Dios… ¿era realmente necesario? Ese tipo de fiestas no eran algo que Harry deseara seguir. Tal vez, si jugaba bien sus cartas, lograría hacer que la mujer decidiera no llevarlos. Como veía a su padrino, era probable que el hombre aceptara ayudarle a impedir otra fiesta.
-"Definitivamente debes llevar a Hadrian entonces, Walburga"- Coralia Malfoy parecía tan sincera, que Harry de inmediato comenzó a dudar sobre su extraña fiesta y las intenciones que tendrían con él. Primero algo que tenía que ver con unas festividades que no conocía y ahora una fiesta de… ¿qué? ¿La cosecha? ¿En qué año estaban?
¿Y qué pretendían con él?
Las dos mujeres sonrieron educadamente y, cuando pasó un tiempo prudente, Lord Black invitó a todos al salón, para una charla entre amigos. Harry rodó los ojos sin que nadie lo viera y deseó hacer un gesto a su espalda, pero se contuvo. Tendría que empezar una lista sobre todas las cosas que no sabía sobre ese Mundo Mágico, porque no podría seguir una conversación normal al ritmo que iba.
Al levantarse, Sirius le ofreció su brazo y no lo soltó, a pesar de haber llegado hasta el salón –unos cuantos pasos frente al comedor–. Eso estaba bien, porque el brazo de su padrino era caliente y él tenía frío.
Fueron a sentarse en un sofá de dos plazas, mientras los Malfoy tomaban asiento en otro, con Lucius más cerca de Harry que cualquiera de los otros. Quizá creían que, al ser el más joven, Harry se sentiría mejor junto a él, pero realmente no podían estar más equivocados –"¿Habías visitado esta propiedad de los Black, Hadrian?"- preguntó el rubio una vez que nadie dijo nada.
-"… No, jamás había visto esta propiedad, heredero Malfoy"-.
El joven, futuro esposo de Narcisa Malfoy y padre de Draco Malfoy, inclinó la cabeza hacia él –"Es una pena que te hayas perdido de tan encantadora vista por tanto tiempo, Narcisa me dice que las reuniones con su familia son dignas de recordar"- dijo girando ligeramente las piernas hacia donde estaba Harry –"Insisto en que me llames Lucius"- qué encantador –"Seremos familia dentro de poco, ¿o no?"-.
-"Eso es cierto"- admitió Harry, como si a él le importara lo más mínimo lo que eso significara para Malfoy –"Lucius será"-.
-"Confieso que fue una sorpresa conocer a dos miembros más de los Black"- esta vez, su comentario fue dirigido a Sirius –"En verdad lamento mis palabras, señor, no era mi intención insinuar nada…"-.
Su padrino asintió –"Acepto las disculpas"- no, obviamente no –"Las fiestas de Litha son algo que un adolescente de dieciséis años no necesita conocer aún, ¿está de acuerdo, joven Malfoy?"-.
El rubio asintió –"Por supuesto"-.
-"Adhara, por favor, dile a Abraxas cómo es que las Avispas no van a ganar esta temporada"- Orión era bastante bueno para interrumpir, se dijo Harry, lástima que fuera tan evidente con sus intenciones.
-"Quizá sólo lo hace cuando no hay peligro"- porque había sido muy diferente el día de ayer, ¿verdad?
-"Lo siento, Orión"- respondió Sirius con media sonrisa, incómodo –"Si tuviera que apostar, diría que las Avispas tienen grandes posibilidades de llevarse la Copa"- Harry cubrió su boca para no dejar escapar el bufido, pero su padrino lo vio –"¿Qué piensas tú, Hadrian?"-.
Harry negó con la cabeza –"Pienso que perderán contra las Flechas"- respondió sin dudar, no porque supiera gran cosa de la temporada de ese año, sino porque Ron había comentado muchas veces del tema cuando habían conocido a Ludo Bagman.
Orión le sonrió desde su sitio –"¿Lo ves? Hadrian está de acuerdo conmigo… a diferencia de ti, él parece saber de Quidditch"-.
-"Es ridículo, ¿has visto cómo juega el nuevo golpeador?"- Lucius negó con la cabeza y giró para buscar la mirada de Harry –"Es la promesa del equipo y ha tenido buenos momentos"-.
-"Oh, sí… Ludo Bagman"- Harry tenía aversión contra el imbécil desde lo que había hecho con Fred y George, además que el hombre siempre le había causado cierta incomodidad cada vez que le ofrecía ayuda con el Torneo.
-"¿Acaso no compartes la atracción del resto del público a Bagman, Hadrian?"- era obvio que Lucius pretendía sacar algún tipo de información de Harry.
El menor negó con la cabeza –"No soy un gran fanático del quidditch como mi padre, Lucius"- inclinó un poco la cabeza –"Y no me fascinan ciertos aspectos de algunos jugadores"-.
Al parecer su referencia fue clara y todo el mundo entendió, porque incluso las mujeres rieron un poco ante su comentario. Con esa respuesta, Harry sintió que podía relajarse un poco al lado de su padrino.
Siguieron hablando de las diferentes estrategias que creían se iban a usar y Sirius parecía disfrutar un poco de corregir a los dos hombres mayores con su conocimiento del futuro. A veces, Coralia Malfoy o Walburga debían intervenir para tranquilizar lo que parecía ser una conversación más acalorada entre dos aficionados, otras veces lo hacía Lucius o su padrino.
-"Yo jugué mientras asistía a Hogwarts"- le confió Lucius con media sonrisa que pretendía hacerlo cómplice de algo que había escuchado, al menos, siete veces de la boca de su hijo en el futuro; Harry creía que prefería a ese Lucius Malfoy que al hombre que había conocido en su segundo año, porque un joven Lucius significaba un joven inseguro y más genuino.
-"¿En serio?"- preguntó Harry, falsamente complacido –"¿Qué posición?"-.
La postura del rubio cambió un poco y Harry notó que inflaba el pecho de orgullo –"Cazador, aunque jugué un par de veces como golpeador"-.
A Harry no le sorprendía. El hombre no tenía la complexión de un buscador –ágil, tal vez más delgado–, ni la de un guardián –Oliver había tenido cierta fuerza en los brazos que no podía ver en Lucius–. En realidad, su hijo tampoco había tenido la complexión para ser un buscador, pero aun así lo había sido.
-"¿Eres bueno?"- preguntó con curiosidad.
Lucius desvió discretamente la mirada –"Me parece que lo soy"-.
-"Qué curioso"- en verdad era curioso, ¿sería que los Malfoy esperaban que la falsa modestia los convenciera de las buenas personas que eran?
Incluso si así era, Harry sabía muy bien cómo detectar esos gestos, habiéndolos visto tantas veces en Draco Malfoy.
-"¿Y tú, Hadrian?"- la pregunta hizo saltar a Harry en su sitio –"¿Juegas quidditch?"-.
Esa era una pregunta que debía tratar con cuidado; no porque dudara en sus propias habilidades, sino porque debía recordar que él no había conocido el Mundo Mágico hacía mucho. Además, ya había dicho que no era un fanático del deporte. Le sonrió lo mejor que pudo –"Tenía una escoba y me gustaba salir a volar… nunca jugué con otros"- sintió que su padrino tensaba el cuerpo.
-"Entrarás a Hogwarts, ¿cierto?"- Harry asintió –"Tal vez podrías intentar entrar al equipo de tu casa"- presionó.
La tentación era fuerte; el quidditch se había convertido en un escape del estrés en Hogwarts y, en su quinto año, había sido el único momento en que podía sentirse acompañado de personas que lo apoyaban. Cuando no había visto a Oliver durante su último año, francamente había sentido nostalgia, el juego lo había conocido con un equipo perfecto, y después había sido… más bien una lucha de egos contra Umbridge. El quidditch era una distracción y no sabía si tendría tiempo para eso una vez que entrara al colegio y comenzara a planear lo que quería hacer.
-"… Tal vez"- respondió al fin –"¿Alguna vez pensaste en dedicarte al deporte, Lucius?"- era una pregunta válida –"Sólo curiosidad"- añadió.
El rubio negó con la cabeza –"No, prefiero seguir los pasos de mis ancestros y dedicarme a la política"- como si Harry entendiera, asintió y dejó el tema por la paz, pero el rubio parecía dispuesto a hablar sobre él como si el mundo fuera a terminarse –"Por ahora sólo soy un asistente para mi padre y un aprendiz"-.
A pesar de todo, Harry creía que podía ver suavidad en la mirada del menor de los Malfoy al hablar de su padre, no parecía avergonzado de ser sólo un aprendiz, incluso si iba a heredar un título de él y no había ninguna competencia –"Me alegro por ti"- dijo con honestidad –"Lord Malfoy debe saber bastante, así que tú también lo harás"-.
Harry volteó a ver a los adultos, que se habían mantenido en una conversación casi silenciosa, no se dio cuenta de la pequeña sonrisa de satisfacción y el color en el rostro del rubio, pero sí notó a su padrino, que lanzaba miradas no discretas hacia Lucius Malfoy –"Quizá no puede olvidar de quién se trata"- sería normal, él tampoco podía hacerlo.
El silencio se vio roto por los comentarios casuales de los adultos y conversaciones con poco o nada de sentido para Harry –"Jenkins busca una reelección"- comentó Lord Malfoy.
-"No lo conseguirá"- fue la obvia respuesta de Sirius mientras bajaba los cubiertos –"Minchum tiene la popularidad en este momento, ¿no es así?"-.
Bueno, su pregunta era innecesaria, pensó Harry; después de todo, su padrino sabía perfectamente lo que sucedería con el ministro y todo el mundo. De cualquier forma, prefirió no hacer ningún comentario.
-"No lo sé, Adhara"- Lord Black fruncía el ceño –"Harold tiene mano dura, pero eso no significa que tenga al público en sus manos…"-.
Fue Lucius quien decidió comentar, quizá porque quería demostrar a Harry que tenía nociones de política, o quizá porque deseaba demostrar a sus padres cuánto había aprendido –"Con las restricciones que quiere hacer está ganando el voto de los mestizos"- y claro que eso no le convenía a tu maestro, ¿verdad, Lucius?
-"Aún así…"- Lord Black no estaba convencido –"Eugenia ha tenido el apoyo de grupos considerablemente mayores y si sus propuestas convencen a la nueva generación…"-.
-"Minchum sigue siendo el mejor candidato"- Harry notó que hablar de política hacía que el ambiente se volviera un poco más tenso, casi como sucedía en Privet Drive –"Es decir, colocar más dementores en Azkaban fue una jugada bastante buena"-.
Harold Minchum… recordaba vagamente ese nombre…
En algún punto de Historia de la Magia se había mencionado –"Puede que tenga el voto popular de momento, pero está tratando con políticas sensibles, si no obtiene resultados para finales de año, quizá se convoque a nuevas elecciones"-.
-"Escuché que deseaba aumentar el presupuesto para el departamento de Crouch"- si no recordaba mal, ese era el Departamento de Seguridad Mágica, ¿verdad?
-"Es verdad…"- lord Black aceptó una copa de algún licor que había aparecido en la mesa de café, al igual que los Malfoy –"Si el presupuesto en el Cuerpo de Aurores aumenta, probablemente se busque reclutar a más egresados de Hogwarts"- no parecía agradarle esa situación.
-"… Es una profesión difícil"- comentó Walburga.
Lord Malfoy suspiró –"Entiendo la tensión debido a la situación del Mundo Mágico, pero Minchum sólo logrará polarizar el poder"- por un momento, Harry creyó que en verdad ninguno ahí sabía muy bien qué hacer –"Ha dejado pasar diferentes leyes que restringen el uso de la magia y nosotros no somos los únicos que podríamos ser afectados"-.
¿Restricciones? Harry no sabía nada de eso, iba a preguntar, pero fue Sirius quien tomó la palabra, inclinándose ligeramente hacia el frente –"Lo siento, ¿me he perdido de algo más? ¿Más restricciones?"- su pregunta habría sido tomada por cualquiera como la pregunta de alguien que sabía muy bien lo que sucedía, pero Harry debía recordar que su padrino sólo había sido un adolescente cuando todo eso se había dado, probablemente no tenía ningún interés en ello y, cuando salió de Hogwarts, evidentemente las prohibiciones ya habían estado vigentes.
-"Me temo que sí, Adhara"- Sirius aceptó la copa que le extendían –"Al principio, como sabes, no era nada que hiciera cuestionarlos, después de todo permitir el uso de las imperdonables por los aurores es… de esperarse"- Sirius asintió, sin ver a Harry –"Pero hace poco se rechazó por dos votos privatizar el colegio…"- suspiró –"Tal vez la siguiente sesión nos dé más imagen sobre el asunto, pero presiento que el partido de la luz está tomando ventaja sobre el resto… se ha hablado sobre eliminar la posibilidad de eliminar especialidades y maestrías"-.
-"No lo sabía…"- susurró su padrino.
-"No es tu culpa, Adhara, ¿cómo podrías saberlo?"- Walburga lo consolaba –"Lo han comentado desde hace un mes, pero esto no ha salido de los grupos políticos… la excusa de tantas restricciones es la falta de interés por las nuevas generaciones"- bufó.
Lucius añadió –"Y el peligro de las Artes Oscuras"- Harry debió haber mostrado su confusión, porque el mayor de los Malfoy respondió.
-"Lo sé, es ridículo, joven Hadrian"- bueno, en realidad no lo sabía –"¿Es en verdad peligroso enseñarle a un niño sobre sanación por sangre, pero puedes enseñarle cómo usar un hechizo para incendiar algo?"- era un buen punto –"Afortunadamente se registró un creciente interés en las Artes Oscuras con los TIMOS de esta generación, así que se mantendrá en espera mientras se evalúa aquello que pueda o no enseñarse en Hogwarts"-.
Harry interrumpió –"¿Cómo es que puede ser más seguro mantener a tantos estudiantes ignorantes del mundo fuera del colegio que explicarles exactamente cómo funciona la magia?"- era una pregunta que había mantenido en silencio por todo un año, desde Umbridge –"Es ridículo"- intentó no mostrar qué tanto le fastidiaba todo eso –"¿El ministerio pretende controlar así a los estudiantes? ¿Desatendiendo la educación? ¿Ignorando los peligros del exterior?"- sentía su magia bajo su piel, zumbando y reaccionando a su furia.
-"Es una verdadera pena"- accedió Lucius –"Pero se han hecho algunos esfuerzos y, por una vez, algunas familias neutrales están apoyando esta sanción indiscriminada de leyes sin sentido"-.
Harry no estaba muy seguro…
En su tiempo, Hogwarts ni siquiera había tenido en la plantilla de profesores a alguien que pudiera enseñar algo sobre tradiciones o magia oscura, nada que tuviera que ver con sanación o ramas más específicas de la magia. Más bien era una educación general, limitada. Diablos, Alquimia ni siquiera había sido enseñada porque no había suficientes estudiantes que pudieran tomarla.
-"¿No sería excelente que la magia se enseñara de otra manera?"- murmuró.
-"¿A qué te refieres, Hadrian?"- sabía que sus palabras no serían tomadas en serio, pero igual decidió hablar.
-"Bueno… la magia es magia, ¿cierto?"- intentar explicarse había sido la parte más difícil del Ejército de Dumbledore, pero parecía haber mejorado –"Si la magia es magia, entonces son sus aplicaciones las que varían"- tal vez otro ejemplo serviría –"En el Mundo Muggle, por ejemplo"- sonrió un poco cuando vio el evidente disgusto de todos los presentes –"En el Mundo Muggle se separan los conocimientos por aplicaciones… por ejemplo, Literatura e Historia"-.
Harry intentó explicarles a grandes rasgos cómo se separaban las disciplinas, o cómo creía él que se separaban, para darle una aplicación; les dio el ejemplo de las matemáticas y todos los métodos que las componían, sin importar su procedencia, o el ejemplo de la Medicina como carrera… y cómo se enseñaban los métodos con mejores resultados, pero no se dejaba de lado lo que se había aprendido antes.
Le pareció que toda esa conversación se había convertido en alguna clase extraña, pero no paró de hablar hasta que se dio cuenta que él era el único hablando y el resto sólo interrumpía ocasionalmente. Sus orejas se sintieron calientes y Harry no pudo evitar bajar la mirada, pese a lo que Walburga le había dicho sobre esa actitud; fue gracias a que su padrino hizo un par de bromas y otros comentarios que Harry pudo respirar e ignorar su pequeño monólogo.
-"Lo siento"- dijo al final –"No era mi intención hacer de esta reunión un monólogo tan aburrido…"- probablemente todos ahí sabían mucho más que él, así que en verdad se sentía como un idiota tratando de impresionar a esos desconocidos.
-"No, joven Hadrian"- Lord Malfoy tomó un trago de su copa –"Es una mirada interesante al problema que tenemos frente a nosotros"- luego miró a lord y lady Black –"¿Sería un gran atrevimiento de mi parte reunirnos de nuevo para hablar sobre esto?"-.
-"Por supuesto que no, mi buen amigo"- Orión le sonreía comprensivo y Walburga asentía firmemente –"Es obvio que nuestro Hadrian es una pequeña joya, ¿no es así, Adhara?"-.
Su padrino sonrió ampliamente –"Hadrian es mi orgullo"-.
-"No me sorprendería que fueras el Ravenclaw de los Black, Hadrian"- dijo Lucius.
¿Ravenclaw? ¿Él? Debían estar drogados, porque ni por poco les llegaba a los talones a Hermione o a Luna. Deseaba reír ante tal prospecto, pero Walburga interrumpió –"Si tomamos en cuenta que piensa presentar trece TIMOS dentro de dos semanas, supongo que no estaría en contra de tener un Ravenclaw en mi familia"-.
Harry abrió los ojos, ¿no eran ellos los que deseaban tener a toda su familia en Slytherin?
-"¿Trece?"- la sorpresa en los rubios fue graciosa y Harry sólo se cubrió la boca, a ojos externos, luciría como si estuviera intentando parecer modesto, para él era intentar no reír en su cara –"No me lo creo… eso es demasiado"-.
-"No es ninguna broma"- comentó Sirius, sonriendo de lado –"Hadrian llenó el formulario mientras yo no veía… y me sorprendió por su valentía"-.
-"¿Valentía o imprudencia?"-.
-"En efecto"- Harry sonrió.
Lord Black exageró llevándose una mano a la cabeza –"No otro Gryffindor, por favor"- su rostro estaba iluminado, probablemente feliz por el cambio de tema –"Con Sirius es suficiente"- aquí, el hombre se giró hacia su padrino y Harry –"Nuestro heredero es el primer Gryffindor de la familia Black"- sonreía.
-"Es una desgracia"- comentó Walburga, a su lado, Sirius dejó de reír –"Mi hijo es mucho más que un Gryffindor imprudente"- de reojo, notó que Lucius no opinaba sobre eso –"Pero supongo que Sirius está bien ahí… por supuesto, él es el mejor Gryffindor de su generación"-.
-"¿Eso es orgullo?"- realmente Harry no creía que quisiera saber, no porque no le importara, sino porque le parecía demasiado íntimo, así que no volteó a ver a su padrino, en vez de eso intentó retomar el tema –"No sabía que las casas de Hogwarts fueran tan importantes"-.
Lucius volteó a verlo –"Son una muestra del… carácter de las personas"- explicó –"Los Black son una familia primordialmente de la Casa de Slytherin"- la sonrisa del rubio era más tensa –"Con excepción de Sirius, por supuesto"-.
Al parecer, nadie estaba completamente cómodo para hablar del tema, excepto la madre de Lucius, que ya había tomado un par de copas más –"Bueno, no lo sé, cada familia tiene sus… problemas"- Coralia Malfoy se llevó la copa a los labios –"Todavía recuerdo que Andrómeda… sí, ¿no fue acaso ella quien decidió casarse con un sangresucia?"-.
Walburga miraba hacia la mujer con expresión neutra, controlada –"Andrómeda es una mujer independiente…"-.
-"Puede serlo"- el color en el rostro de la mujer le hizo pensar a Harry en Vernon Dursley, cuando tomaba demasiado después de un mal día –"Pero traer tal deshonra a la familia es…"- Walburga ya se había puesto de pie.
-"Estoy segura que Cygnus hará lo que crea conveniente, querida"- luego sonrió –"Aunque es un asunto de nuestra familia"-.
Coralia parecía encantada con la atención que recibía –"Lo entiendo, es sólo…"-.
-"Madre"- la urgencia en la voz de Lucius le sorprendió, pero Harry no le prestó atención.
-"La familia es lo más importante, lady Malfoy"- respondió Harry –"Me parece que es fundamental mantener la unidad de la familia, por encima de todo… si se necesita una pequeña indulgencia de vez en cuandopara mantener a la familia, ¿por qué no?"- arqueó una ceja.
-"Oh, querido"- su risa hizo que Harry se deshiciera de su sonrisa.
De acuerdo, él no era un Black.
No era ni siquiera el hijo de Sirius y Walburga Black no era su tía o su madre o alguien que estuviera relacionado con él. Era una mujer que, por lo que entendía, había abusado de su hijo mayor por más tiempo del que Harry había soportado de los Dursley; no era imbécil como para no tenerlo en cuenta. Pero… pero… ¿es que acaso no había cierta etiqueta?
Es decir, si tenía algo que decirle a Walburga, podía hacerlo. Pero no creía que fuera correcto hablar de una persona que ni siquiera había sido criada por ella, ¿verdad? Era… oh… ¿se trataría de la misma Andrómeda de la que Sirius había hablado? ¿Su prima favorita? Claro… debía tratarse de la misma mujer; se había casado, ¿cierto? Se había casado con un nacido de muggles…
Oh… se trataba de la madre de Tonks.
¿Qué demonios le importaba a los Malfoy lo que hiciera ella o no?
Por favor, no era como si ellos tuvieran un historial muy limpio en otros asuntos.
Harry volteó a ver a Walburga, pero la mujer estaba mirando sin mucha preocupación hacia… ¿estaba mirándolo a él? Dios… esperaba que no hubiera dicho alguna estupidez, no quería tener problemas.
-"Hadrian, por supuesto, tiene razón"- luego miró a Coralia –"Aunque, querida, quizá deberías tener un poco de cuidado con tus… aseveraciones"-.
A pesar de la clara advertencia, la mujer decidió continuar como si no hubiera escuchado a Walburga, como si estuviera por encima de todos ellos –"Sólo digo, a veces las familias se comportan como… crups, si sabes a lo que me refiero"- y, si la mirada que le lanzó a Harry significaba algo, no lo supo.
-"¡Coralia!"- llamó lord Malfoy.
-"Madre"- por un segundo, Harry pudo ver claramente al Lucius Malfoy que había conocido antes, ese hombre que había arriesgado su reputación por su estúpido líder, peligroso; y esa imagen se fue tan pronto como llegó –"Tal vez… sea tiempo de retirarnos"- miró a Harry con una sonrisa muy extraña.
-"Se está disculpando"- y eso era sorprendente.
Harry, lo admitía, estaba acostumbrado a recibir insultos peores que ese.
Tía Marge había sido mucho más directa cuando había dicho algo similar sobre su madre y él. Ser comparado con una cría de algún animal no resultaba tan malo cuando tenía la experiencia de otro tipo de insultos más ingeniosos –y si, de pronto, extrañó sus discusiones con Draco Malfoy, Harry jamás lo admitió–.
-"Lady Black…"-.
Walburga miró por un momento a la otra mujer y Harry podía escuchar el ambiente que había logrado –"¿Por qué no le muestras el camino a la chimenea, Orión?"- el hombre se acercó un poco hacia los Malfoy –"Está bien, Lucius"- les sonrió –"¿Por qué no la llevas a casa, Abraxas? Estoy segura que ha tomado demasiado por hoy"- luego, después de unos segundos, añadió –"Deja que Lucius se quede con nosotros mientras tanto"-.
Fue Sirius quien tomó el trabajo de Orión, llevando a los dos Malfoy a la chimenea mientras Lucius permanecía, por primera vez en toda la noche, incómodo a un lado de lord y lady Black… y Harry, que estaba tan incómodo como él.
-"Lo siento mucho, lord Black"- dijo al final, retomando los lugares que habían dejado antes de… lo que fuera que hubiera pasado –"Les aseguro que nuestra intención jamás fue…"-.
-"Lo sabemos"- respondió el hombre –"Tu madre… probablemente tomó demasiado"- repitió la excusa que Walburga les había dado.
Conocía eso, su tía Petunia lo había escuchado en algún programa o de alguna de sus visitas, era algo que no entendía, pero básicamente describía lo que había sucedido: faux pas. Porque ciertamente no había sido educado recibir un insulto en su propio hogar, no se imaginaba lo que significaría si Walburga decidía hacerlo público, suponía que esas personas tenían que cuidar mucho su imagen pública –"Casi como yo tendría que haberlo hecho"- pensó con gracia.
Era gracioso darse cuenta de esas cosas tan tarde en la vida; aunque ahora que estaba pretendiendo ser Hadrian Black, probablemente tendría que aprender a respetar ese tipo de situaciones por lo que eran: una posibilidad.
Después de un momento en silencio, Harry decidió arriesgarse un poco –"¿Conociste a mi prima Andrómeda, Lucius?"- preguntó intentando pretender inocencia, aunque realmente tenía curiosidad.
Hasta ahora, sólo había conocido a dos miembros de la familia Black que habían decidido desafiar abiertamente las tradiciones que conocían: Sirius y, aparentemente, Andrómeda. Quisiera pensar que Tonks entraba en ese espectro, pero… no lo sabía, ni siquiera le parecía que hubiera sido educada de la misma forma en que Walburga parecía querer educarlo a él. Quería saber más y, si tenía la opción de obtener la opinión de alguien externo… bueno, la obtendría.
-"Eh… sí, la conocí"- ofreció mientras miraba a los mayores para asegurarse que seguir hablando con el menor era lo correcto, cuando no vio ninguna expresión negativa en los mayores y sólo curiosidad, continuó –"Ella es una… bruja excepcional"- Lucius se acercó ligeramente a Harry, un poco más tranquilo –"La conocí brevemente cuando entré a Hogwarts"- sonrió un poco –"Ella fue la prefecta encargada de los niños de primer año"-.
No dijo más, pero su silencio le decía todo lo que debía saber; Lucius Malfoy sentía genuino respeto por Andrómeda Black… Andrómeda Tonks. Que el rubio no hubiera mostrado desagrado podría significar dos cosas: Lucius intentaba mostrarse afable ante la idea de la nueva familia a la que pronto pertenecería por matrimonio, o su desagrado por los nacidos de muggles no era tan extremo como Harry lo había visto antes.
No pudo averiguar mucho más porque, en ese momento, Sirius regresó y no creía que fuera pertinente continuar con un cuestionamiento que el hombre detendría si creía que estaba siendo imprudente.
Su padrino podía matar el ambiente muy fácil.
Los dos hombres parecían tensos, pero ninguno dijo nada más sobre el tema. Orión les extendió un vaso con alguna bebida y todos regresaron a sus asientos. El alivio de no tener a Lady Malfoy ahí era palpable, incluso para alguien como Harry.
-"Joven Hadrian"- Harry abrió los ojos y volteó a ver al hombre que, por primera vez esa noche, le dirigía la palabra directamente –"Quiero ofrecer una disculpa en nombre de mi esposa"- su rostro era serio –"Les aseguro que esto no quedará…"-.
Harry interrumpió, primero porque estaba demasiado cansado para lidiar con eso, y segundo, porque la incomodidad de todo el mundo era innecesaria –"Lord Malfoy, estoy seguro que todo ha sido un malentendido"- a la mierda eso, sabía perfectamente lo que su esposa había querido decir sobre él –"¿Cierto, tía Walburga?"- sonrió un poco hacia ella y la mujer correspondió el gesto.
-"Por supuesto, Hadrian"-.
No pasó más de una hora para que Harry deseara irse a dormir, principalmente porque tener compañía de personas non gratas no era más divertido que estar en clase de Historia de la Magia. Afortunadamente para él, fue Walburga la que decidió excusarlo y pedirle –ordenarle– a su padrino llevarlo a su habitación.
-"Ha sido todo un placer conocerte, Hadrian"- había dicho Lucius, tomando su mano y besando el dorso como si se tratara de algo normal –"Espero verte de nuevo"- y, si Harry no hubiera estado tan cansado, probablemente se habría sorprendido del genuino deseo del rubio.
Como fuera, Hadrian sonrió como pudo y se despidió de los dos Malfoy tal como Walburga le había enseñado, para luego tomar el brazo de su padrino y retirarse tan rápido como podía mover sus piernas. Sirius soportó su peso hasta llevarlo a su nueva habitación, abriendo la puerta y sentándolo al borde de su cama –demasiado suave, demasiado grande–.
-"Lo hiciste muy bien, Harry"- susurró su padrino mientras deshacía su peinado y Harry se esforzaba por quitarse de encima el saco que Walburga le había dado –"¿Todo está bien?"- preguntó después de unos segundos, cuando Harry no respondió de inmediato.
Con los ojos cerrados, consideró la pregunta de su padrino.
¿Todo estaba bien?
Para ser honesto, no.
No estaba bien desde que habían puesto un pie en esa casa, no había estado bien cuando había sido drogado con Veritaserum para responder preguntas sobre cosas que no sabía, tampoco había estado bien cuando había sido obligado a ser examinado por un sanador; Harry no estaba bien porque, de alguna manera, una parte integral de su identidad comenzaba a disolverse más rápido de lo que habría imaginado posible. Tonterías como el cabello o la ropa –que, en otro momento, no importarían–, la forma de actuar o responder… la compañía…
Harry no estaba bien.
-"Claro que sí, Siri"-.
El hombre arqueó una ceja, pero no dijo nada –"Tal vez mañana deberíamos hablar de algunas cosas que descubrimos sobre… sobre los Dursley"-.
Walburga también quería hablar de eso, ¿por qué tendría que sorprenderse?
Por supuesto, Harry no iba a hacérselos tan fácil como suponían.
No era nada importante, los Dursley ni siquiera existían como familia todavía, así que sería improbable que pudieran hacer algo. Su vida con ellos le había dejado secuelas, gran cosa, ¿qué podían hacer? Sólo solucionar los problemas y, por eso, estaba agradecido.
-"Sí, ¿por qué no?"- aunque se aseguraría de usar su tiempo en la biblioteca que tenían ahí para estudiar para sus exámenes antes de intentar responder cualquier cosa que quisieran saber que no supieran ya gracias al sanador que lo había atendido tan amablemente.
El hombre se despidió con cierta resistencia, como si deseara quedarse con él a dormir o asegurarse que no tendría una pesadilla como la que ya había presenciado. Harry lo entendía, pero creía que todo estaría mucho mejor si ambos tenían su propio espacio –y no porque Harry lo deseara, preferiría tenerlo cerca para asegurarse que no desaparecería de repente–, principalmente porque Sirius no debería preocuparse por sus problemas cuando él tenía muchos más.
Era mejor así.
Y si se lo repetía lo suficiente, tal vez podría convencerse.
Harry se deshizo de la ropa que había estado usando y revisó un par de veces en los cajones para encontrar algo que usar para dormir. No había tenido que buscar demasiado para encontrar un pijama que parecía costar más que la túnica que había usado para la fiesta de Navidad de cuarto año. Era negra y era suave, era… Harry no podría dormir así.
Excepto que era suave y se deslizaba por su piel con la misma facilidad que el agua de la ducha. Harry, que no estaba acostumbrado a los lujos de una vida como la que Walburga intentaba darle, creía que era demasiado y… y era incómodo pensar que eso sería algo normal mientras estuvieran ahí.
Eventualmente, Harry logró cerrar los ojos y dejar que el sueño lo dominara lo suficiente para perder la consciencia.
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Hasta el siguiente capítulo!
