Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.
Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.
-"ABC..."-. Diálogo
-"ABC..."-. Pensamiento
ABC... Libro, carta o palabra/frase en otro idioma; depende del contexto
Respuesta a los reviews anónimos:
Nancy: Gracias por tu comentario! Espero que la espera para este capítulo también valiera la pena.
ADVERTENCIAS: Este capítulo contiene menciones negligencia infantil, problemas de abandono, descripción de eventos traumáticos, vagas menciones de tortura física, la memoria individual como una interpretación del hecho, entre otras.
Oportunidad
Capítulo 13, Disruptivo
Para ser honesto, Harry no había esperado que Sirius lo llevara a su nueva habitación –como había visto a Walburga hacerlo con Regulus–.
Él podía hacerlo por sí mismo y no tenía ningún problema.
Pero.
Pero no pudo evitar la punzada de decepción a la que ya estaba familiarizado cuando caminó patéticamente solo hasta una habitación que no tenía nada reconfortante, hogareño o tranquilizante después de un día como el que había tenido.
Casi deseaba estar en la Enfermería de Hogwarts, casi.
No era justo de su parte, se dijo, porque evidentemente algo estaba pasando con su padrino, algo que debía ser bastante importante –porque Sirius se preocupaba por él, ¿verdad? Siempre lo hacía–. Su padrino estaba ocupado con algo que necesitaba toda su atención, más importante que llevar a Harry de la mano a un lugar que, perfectamente, podía alcanzar sin ayuda.
Excepto que incluso el adolescente Sirius se había tomado el tiempo de llevar a Harry hasta la relativa seguridad del cuarto cuando había tenido un ataque, aun cuando esa versión de su padrino no lo tenía en alta estima.
No importaba.
Él era lo suficientemente grande como para no molestarse por una tontería así.
Era sólo que…
Sólo… sólo quería estar cerca de su padrino, asegurarse de tenerlo ahí… porque ahora mismo no tenía muchas fuerzas como para pretender que todo estaba bien.
Nada estaba bien.
La última vez que se había encontrado en una situación similar –justo después de la muerte de Cedric y su farsa de duelo contra Voldemort en un cementerio–, las circunstancias habían sido casi tan especiales como ahora.
Su padrino había estado ahí, con él, escuchándolo narrar todo lo que había sucedido –tal como había sucedido en esta ocasión, con Regulus siendo el narrador poco confiable–, demostrándole un apoyo con el que Harry, a la fecha, no había sabido qué hacer. Y después de hablar con Dumbledore, Sirius lo había seguido a la Enfermería, a él, mientras dormía gracias a una poción que lo había salvado del mundo a su alrededor.
Todo había estado mal, pero se había sentido bien, acompañado…
El problema había llegado cuando había despertado y había tenido que lidiar con el caos que Fudge había causado, Harry…
En ese momento, Sirius había hecho algo similar.
En medio de la conmoción de la noticia del regreso de Voldemort, Sirius se había ido.
Había intentado detenerlo, en aquella ocasión, porque no quería separarse de él tan pronto, porque se había sentido protegido por un adulto por primera vez en su vida, pero… pero ese tipo de pensamientos eran inmaduros, se dijo, Harry sabía cuidarse a sí mismo. Por supuesto, había entendido las razones para dejarlo ir –ahora sabía que había ido a buscar a antiguos miembros de la Orden, del Fénix o de la Paz no tenía idea–, pero eso no significaba que Harry no se hubiera sentido… solo, abandonado.
Claro, en ese momento había tenido a sus amigos y a la señora Weasley, su presencia y constante preocupación había sido agradable, pero no era lo mismo.
¿Era… normal?
¿O sólo se trataba de algo propio de Sirius?
Dios…
Extrañaba a sus amigos, quería tenerlos ahí… quizá recibir uno de los abrazos incómodos de Ron y uno de los abrazos asfixiantes de Hermione… pero no creía que mereciera ansiar su presencia cuando era obvio que él los había abandonado.
Ahora estaba solo.
No había Ron mirándolo fijamente, queriéndole transmitir lo que no podía decir con palabras sólo con la mirada. No había Hermione capturando a Skeeter en medio de un momento cargado de emoción, logrando mantener la cabeza fría. No había una señora Weasley intentando mantenerse fuerte mientras lo urgía a tomar una poción para dormir y olvidarse de sus problemas por un segundo.
Harry no sabía exactamente lo que significaba cuidar de un ahijado o de las obligaciones de un padrino –o padre, como fuera el caso–, pero creía que no era amable dejar a tu hijo solo, sin siquiera dedicarle un par de minutos para llevarlo a su habitación, justo después de un evento relativamente traumático como el que habían vivido.
Es decir, Harry podía ir por su cuenta a su habitación, pretender dormir y fingir que las pesadillas no llegaban a él, porque eso había hecho por años, pero… no era lo correcto, ¿o sí?
Con los Dursley, los inconvenientes de su vida eran tratados como eso, inconvenientes irrelevantes que sólo fastidiaban ligeramente la rutina de la familia. Después de un tiempo, Harry había decidido que, tal vez, estaba bien; una pesadilla no iba a matarte, una pequeña cortada no tenía por qué ser tan dolorosa y un estómago vacío podía ser ignorado por un tiempo –claro, convenientemente ignoraba la forma en que tía Petunia consolaba a Dudley cuando el idiota tiraba algo y lo rompía, cuando tenía una pesadilla con comida que lo comía o cuando una abeja lo había picado–.
Ahora no tenía por qué ser muy diferente.
Bien, había creído que lo sería, pero…
Claro que Harry jamás habría dejado a Sirius solo si hubiera…
-"Bien, eh… al menos sobrevivimos, ¿no?"- no era como si no estuviera feliz por esos pequeños detalles.
Y quizá se comportaba como una versión más decente de Dudley, pero necesitaba a Sirius, quería hablar con él.
Abrazarlo.
Pocas veces Harry tenía la fuerza suficiente como para admitir que quería iniciar el contacto físico, pero su padrino era la excepción.
Harry, sin embargo, sabía que la conversación que iban a tener no iba a ser agradable –para ninguno de los dos–, y dudaba seriamente que fuera a permitir saciar un deseo infantil tan irrelevante como un abrazo.
Tenían demasiadas cosas por hablar.
La Orden de la Paz, ¿qué tipo de estúpido nombre era ese? Era casi tan malo como los Mortífagos,¿era una burla?
Porque si… bien, Walburga había dicho que Dumbledore… no, no podía ser.
Dumbledore tenía a la Orden del Fénix, ¿o no?
Y estaba completamente seguro que, detrás de la máscara, había estado Voldemort.
Después de su desafortunada visita a Grimmauld Place, Harry no tendría otra opción más que reconocerlo, no podía ser alguien más.
Además, reconocía su estilo –agresivo, siempre a la ofensiva, letal, asquerosamente elegante–. Voldemort era el único psicópata que pensaría que, atacar a mitad del Callejón Diagon, era una buena idea para publicitar su pequeño grupo de sicofantes.
¿Verdad?
-"Eh… sí, bien, pero fue una buena idea"- porque, si todo el mundo pensaba como Walburga, entonces todos comenzarían a mirar a Dumbledore con la misma cautela que lo hacían con los mortífagos, y eso no era bueno.
¿Quién le decía que no venía sucediendo desde tiempo atrás? Harry apenas tenía un mínimo de comprensión de esa década, quizá Voldemort había sido sutil con su campaña –claro, y su nombre era Hadrian Black–, quizá ese ataque en el Callejón Diagon había sido la conclusión de un plan de años…
Si así era, nadie sabría en quién confiar.
No tenía manera de revisar las fechas, pero sabía que ese ataque debió haber sido uno de varios que Voldemort había hecho en su pasado.
Sin embargo, los libros no habían dicho nada sobre la confusión.
No habían mencionado en ningún momento ninguna Orden de la Paz. Sólo mortífagos, mortífagos atacando el Callejón Diagon y causando caos.
-"Ah, pero… ¿cuándo el Mundo Mágico ha reconocido cuando se equivoca?"- Harry tenía experiencia personal sobre cómo nadie en la comunidad había siquiera pensado en disculparse por pensar que Harry era un demente con delirios de grandeza, simplemente…
Es decir, había hecho una entrevista y, de pronto, Seamus había querido hablar con él.
Muy conveniente.
No le parecería descabellado que los autores y periodistas simplemente hubieran decidido no mencionar el lapsus mental al confundir mortífagos con seguidores de Dumbledore. Con el tiempo, por supuesto, la sociedad mágica sólo… sólo decidiría contar la historia de otra manera donde pudieran verse como absolutas víctimas, no como los ignorantes que eran.
Aunque, si era honesto, el poco tiempo que había interactuado con la Orden del Fénix –mucho mejor que Orden de la Paz, sinceramente–, Harry no había podido evitar comparar la forma en que funcionaban. No había podido evitar observar cómo es que Dumbledore y Voldemort no eran completamente diferentes –todavía no olvidaba cómo el director le había negado un mínimo de contacto visual, ignorado en su propia oficina, como si Harry no fuera más importante que ver una piedra–.
-"Todo esto es… es un desastre"- gimió por lo bajo.
Era un desastre porque, en un intento por evitar que los Black decidieran venderse a Marvolo, Harry había hecho algo muy… muy imprudente.
¿Privilegio de neutralidad? ¿De dónde demonios había sacado eso? ¿Por qué había dicho tal estupidez? Dios santo, ¿cómo es que Sirius le había permitido decir tanta mierda junta?
Es que… había sido lo primero que se le había ocurrido, ¿qué más podía decirle a los Black para convencerlos que sus ideas eran horribles? ¿Qué podía decir para hacerles entender que ofrendar a un miembro de su familia a Voldemort no era precisamente la mejor opción?
Claramente, no podría decirles que Dumbledore podría ofrecerles refugio y protección porque: primero, se suponía que Hadrian no conocía al hombre, segundo, no estaba realmente seguro que Dumbledore les ofrecería protección y, tercero, había dos niños en medio de una discusión que no debería haber existido frente a ellos.
Reconocía la confusión en Sirius y la curiosidad de Regulus, las reconocía porque eran las mismas expresiones que había visto en él mismo y en Ron… no era agradable recordar sus propios errores cuando podía ponerlos en perspectiva.
Un par de niños no tenía nada que hacer en problemas de adultos.
Se había dado cuenta al instante que, si decía algo mal, correría el riesgo de causar una pelea familiar –tenía experiencia en eso, obviamente, pero los Dursley eran otra cosa– o, peor aún, lograría hacer que los Black tomaran una estúpida decisión.
Había improvisado a ciegas.
Ahora mismo, él único que podría responder algunas de sus preguntas, había decidido huir y hablar con la que había sido su madre de, suponía, sus estúpidas terapias que sólo le quitarían tiempo valioso. Con su suerte, Sirius no lo entendería y Harry tendría que seguir pretendiendo jugar a la gran familia con todos ellos.
¿Qué iba a hacer ahora?
-"No lo sé"- escondió su cabeza en sus brazos.
Al menos, se dijo, parecía que todos los Black se habían tragado su estúpida excusa y eso le daba un poco de tiempo para pensar en algo mejor.
Nada estaba bien.
Nada estaba bien desde que habían decidido regresar, lo sabía.
Y algo particularmente malo debía suceder con él si se sentía reaccionar con toda la energía acumulada siendo liberada en un duelo contra el imbécil de Marvolo.
-"Idiota"-.
Harry no era nadie para hablar sobre lo que era normal y lo que no, pero sabía que no era normal sentir esa satisfacción física –esa que le era familiar después de un entrenamiento completo con su equipo de quidditch– después de haber estado en contacto con Voldemort.
No era normal.
Cuando Sirius no apareció en los siguientes diez minutos, la tensión en sus músculos le dijo que tenía que usar ese tiempo para intentar llegar a un punto de equilibrio –porque estar relajado después del ataque no debería ser posible–.
Pero.
Debía admitir que… que podía respirar mucho mejor.
No se había dado cuenta de qué tan difícil era vivir en una casa mágica, con tanta vida, encerrado y sólo con la posibilidad de descargar su frustración de vez en cuando con hechizos simples o exámenes aburridos. La saturación de energía en Grimmauld Place, en el Ministerio de Magia y luego en el Callejón Diagon… todo eso acumulado en él y ahora…
Ahora que su corazón no estaba acelerado, podía darse cuenta del cambio sutil.
-"Necesito una ducha"- y no sólo por el polvo que se había pegado a su piel.
Y quería comida, hacía tiempo que no se sentía tan hambriento.
Gracias al idiota de Voldemort, Harry ni siquiera había tenido tiempo de comer –"Al menos podría haber esperado unos cuantos minutos, qué poco educado"- desconsiderado, eso era.
-"Kreacher"- llamó quedamente.
El elfo no apareció de inmediato, sino dos o tres minutos después –"El joven Black llamó a Kreacher, Kreacher siente mucho haber tardado tanto"- las manos del elfo se dirigieron a su ropa, como para calmar sus nervios.
-"Uh, como Dobby"- eso era incómodo, cuando conocía a una versión bastante horrenda de él –"No hay problema, debes estar ocupado"- intentó sonreírle –"Puedo esperar"- no quería hacerlo, pero era probable que Kreacher estuviera lidiando con algo más y realmente no quería problemas.
-"¡Oh, no! ¡No!"- Keacher se inclinó hacia él –"Kreacher puede hacer lo que le pida el joven Black, el joven Black es muy amable"-.
-"Eh… gracias"- Kreacher no tenía ni idea de quién era él –"Tengo dos favores que pedirte, Kreacher"- cambiar el tema era lo mejor, decidió –"¿Podrías prepararme un baño y…?"- se mordió el labio.
El elfo saltó un poco –"Kreacher puede hacerlo enseguida, joven Black"- parecía feliz.
-"Y me preguntaba si podría tener algo de comer"- cuando el elfo frunció el ceño, añadió –"Algo ligero, tengo hambre y… y no he comido mucho desde esta mañana"- rió un poco.
Al final, el elfo accedió a subir una bandeja de comida y preparar su baño.
Harry se desvistió rápidamente y frunció el ceño cuando notó el estado de su ropa.
Ya tendría tiempo de arreglarla, suponía.
No era divertido, no le gustaba ver eso. No era solamente el polvo, el sudor y las cenizas arruinándola, eran los pequeños cortes y desperfectos en un pantalón, una camisa y un saco que eran costosos y Walburga se había tomado la molestia de comprar específicamente para él.
Al entrar al baño, notó que la bañera estaba llena y humeaba para él.
Ni siquiera esperó.
En cuanto logró sentarse, Harry gimió y dejó caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y disfrutando la sensación del agua caliente contra su cuerpo, relajando poco a poco sus músculos.
Quizá había sido mejor que una práctica con Oliver.
-"Voy a pretender que no pensé eso"- se dijo sin abrir los ojos –"Voy a pretender no haber pensado eso"-.
Harry se tomó su tiempo para quitarse todo rastro del ataque de su piel y cabello. En el momento en el que decidió salir, un juego de ropa apareció junto a la puerta –"Gracias, Kreacher"-.
La ropa que Kreacher había decidido preparar para él era ropa cómoda, mucho menos formal de lo que normalmente tenía permitido usar en compañía. Una camisa holgada y ligera, junto con un pantalón vestir gris y un cárdigan negro, suave al tacto y que Harry sólo había podido usarlo una vez –y eso, sólo porque había estado con Sirius y nadie más en su habitación–.
Recibió una vista agradable cuando salió del baño y encontró una bandeja plateada con una variedad de frutas y algunos sándwiches en perfecto estado, acompañados de una tetera.
Iba a tomar un pedazo de melón y llevárselo a la boca, cuando la puerta de su habitación se abrió sin previo aviso.
-"Bien… supongo que no voy a poder comer"- miró la bandeja con decepción –"Hola, Sirius"- dijo en cuanto el hombre cerró la puerta.
-"Tenemos que hablar, me parece"- su padrino, admitía, era un hombre que lograba crear tensión en el ambiente sin tener que esforzarse demasiado.
-"Ah, sí, estoy bien, gracias por preguntar, no, Voldemort no me mató…"- rodó los ojos –"Sí, me parece que tenemos que hablar"- coincidió y se sentó en la cama.
-"Lo que sucedió en el Callejón, Walburga dice que fue peor de lo que Regulus nos cuenta"- arqueó una ceja y se sentó a su lado, pero dejando un espacio prudente entre ellos –"Quiero escuchar tu versión, Harry"- no era una sugerencia, notó.
Harry dejó salir una sonrisa rígida –"Por supuesto"- respiró profundamente –"Es tal como dije, llegamos al Callejón Diagon mediante aparición conjunta, Walburga decidió llevarnos a un restaurante para celebrar el final de mis exámenes"- se encogió de hombros –"Estuvimos ahí cerca de veinte o veinticinco minutos cuando noté que algo estaba mal"-.
Sirius acercó una mano a su rostro, pero no lo tocó –"Ella dijo que te levantaste de pronto, que había algo raro"-.
-"El ruido de la calle y el olor a humo…"- quería suponer que su padrino entendería a qué se refería, principalmente porque el hombre había estado ahí antes –"Personas corriendo"-.
No quería hablar del ataque con Sirius, se dio cuenta.
Es… no quería.
No porque no pudiera recordarlo o no fuera capaz de hacerlo, era sólo que…
Bien, no era como si tuviera muchas opciones, ¿verdad?
Sirius lo escuchó, sin pretender interrumpir algo que le parecía cada vez más irreal cada que lo pensaba. Las sombras y el humo, los gritos y las risas… todo se desvanecía poco a poco, pero regresaba con la misma fuerza con la que lo había vivido…
¿Era igual a lo que había sucedido en el cementerio? No, no exactamente. Harry tenía experiencia al enfrentarse a Voldemort, lo admitía con cierta duda, pero sabía que así era… su problema era que, cada vez que se habían encontrado, Voldemort había estado prácticamente a solas, con evidentes ventajas sobre Harry, pero solo… jamás lo había visto rodeado de sus mortífagos excepto por aquella vez en el cementerio.
Era diferente, se dijo, porque en el cementerio, Voldemort había querido salvar su orgullo teniendo un duelo con él –"Con un adolescente de catorce años, qué valiente y noble de su parte"- no había permitido que ninguno de sus mortífagos intercediera, incluso sabiendo que tal vez alguno de ellos podría tener más suerte en atacarlo.
En el Departamento de Misterios no había sido muy diferente, pero ahí no había visto a ningún Voldemort dirigiendo a sus seguidores, sólo un montón de mortífagos contra seis adolescentes con una educación mediocre en defensa…
Su padrino no habló, no interrumpió y tampoco cambió su postura durante todo su relato. No hizo ninguna expresión que pudiera decirle a Harry lo que pasara por su mente y eso le preocupó.
No le agradaba esa actitud, era como si Harry… como si Sirius no estuviera prestándole atención, concentrado en algo más, como si Harry no fuera importante. O como si Harry hubiera hecho algo malo, muy malo… ¿Sirius estaría enfadado? No sabía por qué, pero podría estarlo, ¿verdad? Walburga había estado molesta con él, el Sirius joven también… no quería que su padrino se enfadara con él.
Sirius nunca había estado realmente molesto con Harry, sólo frustrado quizá, algo decepcionado por no poder ser más como lo que esperaba del hijo de James Potter. Admitía que… que no había hecho gran cosa por intentar agradarle a Sirius, y ya había cometido muchos errores.
¿Qué pasaría si Sirius decidía que Harry comenzaba a ser demasiado problema?
¿Y si decidía que Harry no valía la pena?
Se mordió el labio y evitó la mirada de su padrino.
Cerró los ojos y, un segundo después, pudo sentir los brazos de su padrino rodearlo con tal fuerza, que no pudo más que dejar escapar un jadeo.
Podía sentir el aliento caliente en su cabeza, el latido acelerado del corazón de Sirius y la forma en que respiraba con ligeros temblores. Sus manos permanecían aferrándose a él y Harry sólo atinó a regresar el abrazo.
Le gustaban los abrazos, mucho.
-"Hoy es siete de julio…"- dijo Sirius después de unos minutos en silencio, pero no agregó nada más.
-"Está bien"- nada estaba bien, pero todo estaría bien si Sirius decidía que abrazarlo era el mejor camino a tomar –"Todo va a estar bien"- si intentaba convencerse o convencer a Sirius, no lo supo.
Debía ser un día importante, si Sirius lo recordaba, quizá recordaba el ataque… pero no lo había recordado antes. Y no podía culparlo, no realmente.
-"Es siete de julio, Harry"- susurró contra su cabello –"Es el día que abandoné Grimmauld Place"-.
Eso…
No lo había esperado.
-"Oh…"-.
Hacía una eternidad, Harry y Sirius habían hablado vagamente sobre cómo es que Sirius había escapado de Grimmauld Place. En ese momento, Harry lo había escuchado como una historia más, donde su padre había sido un héroe –no cualquier persona daba hospedaje a otros, excepto James Potter y Ron Weasley–. La amargura en el tono de su padrino, aquella vez, había sido más que suficiente como para evitar preguntar todo lo que habría deseado, así que jamás había obtenido la historia completa.
-"Cambié la historia"- sabía que podría ser una opción, que era definitivamente imposible no hacerlo, porque tenía planes.
Pero jamás había pensado en algo así.
El odio de Sirius a su familia era genuino, no… no lo entendía.
-"¿Qué…? ¿Qué sucedió?"-.
Se aclaró la garganta y esperó.
Su padrino no cambió el tono de voz, plano y completamente desapegado –"Porque el 7 de julio de 1976 un grupo atacó en medio del Callejón Diagon"- rió sin humor –"Estábamos ahí, atacaron y… y mi madre enloqueció"- algo caliente chocó contra su cabello, pero no le prestó atención –"No escuchaba razones, ella… ella estaba histérica, estuvimos ahí por horas… horas y toda una eternidad"-.
¿Qué podía decirle a Sirius para ayudarlo?
-"Siri…"-.
-"Llegamos a casa por la noche… después de ser liberados"- algo ahí no le quería contar, pero Harry decidió que no iba a presionar, no como parecían hacerlo con él –"Ella decidió que debíamos buscar refugio, no confiar en nadie… quería pedir la ayuda de alguien, no lo sé…"- el abrazo comenzó a perder fuerza, aunque Sirius no soltó a Harry por completo –"Comenzó a negarme contacto con todos y, mientras… mientras estábamos ahí, noté que había lastimado a Regulus del brazo, por salvarlo… no lo sé… y me negué, dijo que los mortífagos... bien, no dijo eso, pero dijo que eran la mejor opción, que los sangrepura habían cedido demasiado"- negó con la cabeza.
Era… no era diferente a lo que había discutido con ellos, ¿verdad?
No era para nada diferente.
La diferencia era que Walburga no había tenido que intentar proteger a sus dos hijos sola, que Harry había intentado ayudar. Eso, y que el ataque no había durado hasta el anochecer.
Eso era bueno, ¿no?
-"Es bueno"- dijo una parte de él –"¿Lo es?"- se preguntó.
-"Ella… gritamos, saqué la varita en algún punto, Regulus intentó mediar, pero no… mi madre no estaba muy feliz conmigo y la maldición cruciatus… es terrible, Harry"-.
Conocía íntimamente sus efectos, por supuesto, pero no entendía qué…
-"Oh, Sirius"- apretó su agarre en el mayor –"Walburga no lo hizo ahora"- apuntó –"Ella llevó a Regulus a su habitación, y Sirius se quedó con Orión… tú estás aquí, conmigo, todo está… de acuerdo, nada está bien"- dijo tragando con dificultad –"Las cosas no están bien, pero pueden llegar a estarlo, ¿sí?"-.
No sabía si Sirius deseaba que esa pequeña parte de la historia cambiara o si deseaba que no cambiara porque, para él, no había sido una pequeña parte de la historia. Su padrino era así de peculiar y muchas veces podía verlo debatirse internamente por lo que quería aceptar y lo que no.
-"Son tan diferentes, Harry… tan diferentes a lo que recordaba"- suspiró –"Siento que tengas que pasar por todo esto"-.
De hecho, Harry lamentaba muchas cosas, mucho en realidad, pero si sus acciones habían logrado evitarle a otro Sirius el dolor y la desesperación de huir, entonces no podía arrepentirse.
No lamentaba haber… no lamentaba tener que pasar por un estúpido ataque de Voldemort –de nuevo–, no lamentaba viajar en el tiempo en compañía de su padrino que se había convertido en más que un simple guardián en muy poco tiempo, no lamentaba tener que vivir en la jaula de oro que era Grimmauld Place y tener la incómoda atención de Walburga en él… no lamentaba sentirse bien al enfrentarse a Voldemort y su estúpida magia…
No lo lamentaba, porque gracias a eso, su Sirius estaba ahí, con él, rescatando lo poco o mucho que podía obtener de los que habrían sido sus padres, con una relación completamente diferente, más formal, madura… más natural y agradable.
Ese pasado, con el olor a incienso en ciertas habitaciones y el sabor de la ostentación, la decadencia de una vida como la de los Black… comenzaba a sentirse cada vez más normal. Y eso era todo lo que habría deseado, con Sirius ahí… con él…
Tenía una familia, había protegido a una familia –a los que podrían convertirse en una–, había evitado algo importante… las cosas podían llegar a estar bien.
Vaya…
-"Sirius Black"- dijo tan firmemente como podía, dadas las circunstancias –"Me arrepiento de mucho en mi vida"- declaró con una fuerza que no tenía y se separó un poco para ver al hombre a los ojos –"Pero algo… algo me dio una bendición, Sirius, me dio una… una segunda oportunidad, contigo… y no me arrepiento de elegirte a ti"-.
No era ni la mitad de lo que habría deseado decirle, pero su garganta se cerró y, de pronto, sintió que, si abría la boca, sólo comenzaría a sollozar.
La pequeña sonrisa en Sirius valió la pena –"Eres increíble, Harry"- y besó su cabeza –"Nunca cambies, nunca"-.
Harry no pudo contener las lágrimas y el sollozo que escapó de sus labios.
Él no era especial, no era increíble, no era particularmente inteligente o sensible. Tenía un pésimo carácter, cuando se enojaba, Harry tenía una lengua afilada y sabía cómo hacer daño sin siquiera alzar una mano. Era impulsivo, necio y, muchas veces, completamente cerrado a cualquier decisión fuera de lo que ya había establecido. No era flexible en sus convicciones, incluso si nadie sabía cuáles eran… Harry no perdonaba fácilmente y tampoco olvidaba de la noche a la mañana.
Tenía problemas para dejar de pensar en un problema si no lo resolvía en el momento y, muchas veces, se sentía frustrado por lo que era su vida.
Él no era increíble… pero Sirius estaba ahí, y le pedía que nunca cambiara…
No sabía si eso era posible o no, pero para él era más que suficiente saber que su padrino lo aceptaba, que estaba ahí, que Harry le parecía increíble… no James, no Lily… sólo él.
Sólo Harry.
Harry permaneció prácticamente acostado sobre Sirius por un tiempo considerable, hasta que ambos lograron tranquilizarse.
-"Sirius, ¿qué es la Orden de la Paz?"-.
Porque todavía tenía preguntas y, si no preguntaba ahora, no creía poder hacerlo después sin la constante presencia de Walburga.
Su padrino murmuró algo –"Es… ese era el nombre que Dumbledore usó para la Orden, antes"-.
-"Qué poco estilo"- decepcionante –"¿Así se llamaba cuando te uniste?"-.
Algo más avergonzado de lo que iba a admitir, Sirius respondió –"No, no exactamente"-.
-"Oh… y… ¿usaban máscaras?"- tenía que saberlo, porque eso no era precisamente una imagen agradable.
-"Creo, sí… sólo por un tiempo, me parece…"- ahora la confusión era más que evidente y Harry no se molestó mucho en mirarlo para saberlo, sólo se levantó ligeramente para verlo un segundo.
Bien, ya le había contado casi todo, no tenía por qué temer a su reacción –"Estoy seguro que los que atacaron eran mortífagos, lo sé… reconocí a…"- a pesar de toda la confianza que le tenía, Harry se detuvo por un segundo –"A un par"- una idea comenzaba a formarse y, si Harry le decía a Sirius sobre el verdadero nombre de Voldemort, quizá iría con Dumbledore o tal vez lo detendría de hacer lo que podría –"Voldemort estaba ahí"-.
-"¿Estaba ahí?"- Harry se encogió en su lugar y evitó mirar a su padrino –"Muy lejos"-.
-"Era… ¿fue el hombre con el que tuve el duelo?"- diablos, no había querido que sonara así.
-"Oh"-.
-"Nos dejó ir"-.
Ni siquiera había sido tan grave, no era como si fuera la primera vez que le pasaba, ¿o no? Y ni siquiera había resultado herido, es decir, Voldemort tiraba a matar, casi siempre.
-"¿Harry?"-.
-"Eh, ¿sí?"-.
-"Estás castigado"-.
-"Sí, bien…"- no era justo, pero no creía que sus quejas fueran a ser apreciadas justo en ese momento –"Oye, Sirius…"- el hombre no dijo nada –"¿Acabo de…? ¿Acabo de cambiar la historia?"-.
-"Sí"-.
-"Mierda"-.
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Hasta el siguiente capítulo!
