Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.

Advertencias: Rated M, Slash (slow burn), Darkish!Harry, Time Travel, Teorías sobre el viaje en el tiempo, PTSD, temas maduros en general.

-"ABC..."-. Diálogo

-"ABC..."-. Pensamiento

ABC... Libro, carta o palabra/frase en otro idioma; depende del contexto

N/A: Sé que ya todos se dieron cuenta del problema que presenta la plataforma de un tiempo para acá y que no se ve para cuándo puedan solucionarlo (o si estén trabajando en ello), pero de cualquier manera quería hacer una breve nota sobre esto; agradezco a todos los que me han agregado a sus favoritos (ya sea por mi historia o por mí) porque eso significa que mi historia está llegando a muchas personas y me siento afortunada por eso, pero es una verdadera pena que las notificaciones simplemente no llegan al correo y muchas veces eso es frustrante. En lo particular, espero con ansias el correo donde aparece el comentario de algún lector o lectora, pero gracias a esto no es posible... sólo quería decirles que tengan un poco de paciencia y si su ansiedad es tanta (como la mía), pueden encontrarme en otras plataformas (AO3 y Wattpad) bajo el nombre de Paracosmist8. No quiero separarme de esta plataforma porque aquí es donde empecé a escribir, pero debo decir que he estado decepcionada últimamente. Bien... eso era todo, nada novedoso y ninguna noticia realmente importante, XD, pueden continuar leyendo. Gracias!


Oportunidad

Capítulo 14, Gratitud

-"¿Vas a entrar o necesitas más tiempo?"- preguntó, apoyado en el marco de la puerta.

Miró a Regulus, sentado a un lado.

Estaba exhausto, pero, de cualquier forma, Harry se sentía indulgente.

Después de su encuentro con Voldemort, las noticias que había recibido ese día sobre sus excelentes decisiones y su resignada aceptación a los castigos que su padrino había decidido para él –por salvarle la vida a su familia, vaya malagradecido–, Harry ciertamente no tenía la fuerza necesaria para enfrentarse al adorable rostro patético de Regulus.

Por una vez, la cena había sido un evento tranquilo, sin discusiones innecesarias sobre temas irrelevantes. No había estado sorprendido de la pasividad de todos los miembros, porque había sido testigo del cansancio de Walburga, la contemplación de Sirius –el adolescente y el adulto– y la inquietud de Regulus.

Orión, a pesar de todo, parecía mantener la calma junto a Harry.

Una especie de… una suerte de control que funcionaba para todos en la familia…

Entendía que lord Black no era un título que debía tomarse a la ligera, por supuesto, pero… no había contemplado que su trabajo fuera más allá que asegurarse que sus hijos tuvieran un techo y educación –además de su trabajo en el Wizengamot–. Era, en realidad, algo más.

Ser la fortaleza de su familia, un pilar… algo que ni siquiera Walburga podía tomar en sus manos por completo, porque quizá no había sido educada para eso o porque quizá ella tenía otros roles que cumplir.

El trabajo de lord Black era más complejo de lo que le había dado crédito y, si ese Sirius tomaba el título, quizá sería… un trabajo noble.

Cuidar de su familia siempre lo sería, ¿o no?

¿No lo había hecho el señor Weasley? ¿No lo había hecho la señora Weasley cuando su esposo había sido herido en el Departamento de Misterios? ¿No lo habían hecho siempre?

Era el papel que un padre tenía que tomar, ¿o no? ¿O se trataba de algo más que no entendía sobre el Mundo Mágico? Es decir, Orión había sido, de hecho, bastante comprensivo y mesurado. El hombre había permanecido más ecuánime de lo que habría visto a cualquier otra persona –y no había perdido de vista que su padrino había intentado seguir su ejemplo con naturalidad–.

Y su fuerza y control habían sido bienvenidos por todos –"Por supuesto, supongo que no siempre es suficiente"- Harry reconocía la situación en la que Regulus estaba, y Sirius también.

A veces simplemente se necesitaba a la señora Weasley para hacer todo mejor.

Walburga no era una madre amorosa –lo sabía–; la mujer era firme creyente de la fuerza inherente en sus dos hijos y, aunque sabía que no estaba totalmente equivocada, seguían siendo niños y los niños necesitaban más atención que los adultos, ¿verdad? Incluso si no la necesitaban, ninguno de ellos tenía la experiencia que Harry habría deseado olvidar…

Y estaba bien, Harry podía ayudar un poco… podía hacerlo, al menos con Regulus.

Quería hacerlo.

Entendía la situación del menor más de lo que cualquiera ahí podría entender.

Comprendía la incertidumbre del momento, la tensión de pensar en las pesadillas, cerrar los ojos e imaginar lo que podría haber sido…

Aunque… Harry se preguntaba si realmente él podría ayudar, ¿no sería mejor que Regulus buscara a Sirius? Es decir, eran hermanos, era obvio que Sirius sería la mejor opción, que lo conocía y protegería de cualquier cosa que su mente pudiera conjurar. Probablemente ambos podrían ser un mejor apoyo entre ellos, más de lo que Harry podría llegar a ser.

El menor se levantó y lo miró fijamente –"Ah… ¿podría?"- desvió la mirada y un tono de suave rosado apareció lentamente en el puente de su nariz.

Harry intentó sonreírle un poco –"Por supuesto"- y se movió para dejarlo entrar y cerrar la puerta detrás de él.

Si Sirius hubiera estado en el lugar de Regulus, la respuesta habría sido exactamente la misma.

-"Gracias"-.

La repentina inseguridad en Regulus parecía ser, desafortunadamente, un efecto de estar en la presencia prolongada de Voldemort.

Harry tomó la mano de Regulus y lo llevó con él para sentarse en la cama –"¿Cuánto tiempo estuviste ahí?"-.

-"Un par de minutos"- cuando Harry no comentó nada, agregó –"Tal vez un poco más"- Harry se aclaró la garganta –"No es importante, ¿vas a decirle a mi madre?"-.

Se encogió de hombros –"Mientras no me des una razón para hacerlo, no"- no había razón para decirle a Walburga sobre cómo su hijo menor había desobedecido una regla del hogar visitando a Harry en su habitación, no cuando necesitaba un poco de apoyo adicional después de una experiencia traumática.

Regulus le sonrió un poco –"Sirius está en su habitación, no quería molestarlo"- luego dudó un poco –"Eh… tampoco quiero molestarte, primo Hadrian"-.

Sentía pena por él.

-"No me molestas, Regulus"- si soltaba su mano, creía que el niño eventualmente se sentiría rechazado –"Y tal vez tu hermano sólo necesita un poco de espacio"- ofreció sin mucho ánimo –"O está hablando con papá… con James…"- eso, de hecho, sería bastante lógico.

Porque Sirius también debía necesitar algún tipo de apoyo emocional, ¿quién mejor que su mejor amigo?

Regulus bufó –"Sirius siempre necesita espacio"- murmuró para sí mismo, con más amargura y fuerza de la que lo había escuchado usar cuando hablaba del mayor.

Eh…

Bien, sí.

La idea de tener hermanos siempre le había parecido completamente ajena a él, demasiado lejana como para considerarla una posibilidad –obviando el hecho de saber que sus padres habían muerto cuando él era sólo un bebé y no era posible–.

En principio, le había sido irrelevante.

Es decir, ¿por qué necesitaría hermanos?

Al conocer a los Weasley, la idea de los hermanos había sonado tan complicada y llena de drama que, a pesar su deseo por haber tenido una familia, Harry no se sintió particularmente mal de ser hijo único –huérfano, sí, pero hijo único a final de cuentas–. Excepto que, algunas veces, Harry sentía esa sombra de envidia que conocía muy bien, al ver cómo Ron y sus hermanos podían estar ahí, unidos… juntos.

Es decir, Fred y George le jugaban bromas y lo fastidiaban más veces de las que era necesario, y quizá Percy era un verdadero idiota, los mayores tenían vidas y no siempre podían estar ahí… y Ginny era… bien, era la menor de su familia. Pero, aunque veía los defectos tan claros como el agua, Harry podía ver la forma en que los gemelos cuidaban de Ron sin que se diera cuenta, cómo Percy había intentado darle consejos para ser exitoso, la forma en que Ron admiraba a Bill y a Charlie como a ningún otro, o simplemente la complicidad que existía entre Ginny y Ron que sólo podría darse con tiempo y esfuerzo.

La verdad era…

Estar solo apestaba.

Mucho más cuando todo lo que podría desear había estado ahí, un ejemplo de lo inalcanzable, en su mejor amigo.

Habría querido tener hermanos o hermanas, tantos como fuera posible, o tal vez sólo uno o una. A sus padres, su padrino y a Remus como su tío… había querido toda la familia que habría tenido si Voldemort no hubiera decidido atacarlos.

Imbécil.

Ron no entendería qué tan afortunado era.

Y Harry no era nadie para resentirlo.

La relación entre Regulus y Sirius, pensó, tendría que ser tan o más complicada que la que tenían todos los Weasley juntos. Había tenido esa impresión desde que su padrino había decidido hablar lo menos posible sobre su hermano. Sí, Regulus idolatraba a su hermano mayor –Harry debía aceptarlo, su padrino había sido un adolescente sumamente talentoso, si acaso un fastidio, así que no podía criticar a Regulus por eso– y sí, Sirius adoraba a su hermanito –obviamente–, pero…

Bien, crecer venía con sus problemas.

Eran hermanos, pero tenían intereses, prioridades y necesidades tan diferentes…

Y la falta de buena comunicación no ayudaba.

-"Los que necesitan terapia son ellos"- se dijo amargamente –"No yo"- y sí, pensaba en el estúpido castigo que su padrino le había impuesto –"Por haber arriesgado tu vida, Harry, ¿no lo entiendes, Harry? El sanador va a ayudarte, Harry"- se mofó en su mente –"Sirius es un idiota"-.

-"¿Hadrian?"-.

-"¿Qué?"- se giró para verlo –"Oh… lo siento"- rió sin mucha fuerza –"Sólo estaba pensando en tu hermano"- la versión adulta, el que lo había obligado a ir a San Mungo, de nuevo.

-"No te agrada, ¿cierto?"- preguntó sin esperar una respuesta –"Sirius, quiero decir"-.

Eh…

No exactamente –"Es complicado, Regulus"- no tenía idea de cuán complicado era en realidad.

No era que Sirius le desagradara.

El adolescente era una versión… joven, inmadura, de su padrino; del hombre que se había ganado su cariño y respeto después de lo que habían vivido juntos, de la misma persona por la que había abandonado toda su vida y por quien estaba dispuesto a pasar su tiempo conviviendo con los Black.

Era sólo que… bien, Sirius, el hermano de ese Regulus, tenía una extraña forma de comportarse que lo hacía diferenciarse enormemente del hombre en el que podría haberse convertido y que Harry había llegado a conocer.

Sirius tenía problemas con él, no Harry con Sirius.

La animosidad que proyectaba era casi normal para Harry –Dudley jamás lo había querido cerca y el sentimiento había sido mutuo, no le sorprendía que ese Sirius fuera similar–, después de su primer encuentro. Sólo porque había detenido su pequeño espectáculo y su diversión, quizá porque había terminado por exponerlos frente a algunos de sus compañeros o porque había defendido a alguien que a ninguno le agradaba –incluyéndolo–, no lo sabía.

Harry no tenía tiempo para justificar las acciones de Sirius ante su hermano. Había lidiado por mucho tiempo con Dudley y tío Vernon, y luego con los cambios de humor de Ron, así que no tenía intención de ser comprensivo o amable si Sirius buscaba cualquier excusa para discutir con él o lo que fuera que buscara cuando Harry hablaba y el mayor desdeñaba todo lo que decía.

A decir verdad, Harry no podía evitar sentirse decepcionado por Sirius y la realidad que representaba saber que su padrino alguna vez había sido tan… así.

Decepcionaba ver que un ídolo para él era, en realidad, un ser humano más.

Le ofendía profundamente saber que, quizá, las acusaciones de Snape no habían sido del todo mentira –aunque, esperaba, siguieran siendo exageraciones– y empeoraba porque Sirius no hacía nada por arreglar esa imagen que le presentaba a Harry.

Pero, ¿qué le debía el adolescente a Harry? Apenas se conocían.

Nada, absolutamente nada.

Y era injusto de su parte –mucho más cuando era evidente que Harry tenía cierta ventaja sobre el mayor–.

-"Es por lo de esa noche, ¿verdad?"- Regulus se encogió ligeramente –"Sirius no es… normalmente no es así de agresivo"- lo miró de reojo –"Es sólo que…"- después de un segundo de silencio –"De hecho, no tengo idea de por qué actúa tan extraño"-.

Para ser honesto, Harry casi había olvidado el incidente que el adolescente había causado frente a su hermano y la forma en que lo había asustado. Ni la amenaza de Sirius, ni su presencia, entraban dentro de su lista de posibles peligros.

-"Conocí a tu hermano en Hogwarts"- ofreció –"Creo que no le agradé"- se encogió de hombros y le sonrió –"Sirius me recordó a… a alguien que conocía y no fue un encuentro muy agradable, pero no me desagrada"- cuando el menor no pareció convencido, añadió –"No miento, Regulus, tu hermano es algo más infantil de lo que acostumbro tratar y puede… puede ser algo impulsivo, pero nada fuera de lo común"-.

Regulus asintió lentamente y, como si estuviera asustado de ser rechazado, se acercó a Harry poco a poco –dolorosamente lento–. Harry se tensó al sentir la cabeza apoyada sobre su hombro, pero se obligó a relajarse de inmediato. Cuando Harry no se movió, Regulus logró tranquilizarse.

-"Eres… honesto"- apuntó mirando a la pared.

-"No debo decir mentiras"- fue lo primero que pensó –"No realmente, sólo no tengo ninguna razón para mentirte"- al menos no sobre esas tonterías, no era como si pudiera decir las verdades que importaban para él.

Todo lo demás, como su opinión y lo que observaba, era simplemente lo que era.

Estaba demasiado cansado con la vida como para ir censurándose o mintiendo sobre estupideces que no podrían afectarlo.

Harry, decidió, no era bueno para eso.

No era Remus, que sabía cómo hablar con niños como Regulus o él, tampoco sabía tranquilizar a otras personas con sólo usar su voz como Kingsley. Harry no era una persona agradable, no sabía solucionar la mayoría de sus propios problemas, así que no creía poder hacer algo por alguien más cuando sus problemas le parecían, francamente, muy poco relevantes como para comprenderlos.

Es decir, si Regulus tenía un problema con Sirius, que lo hablara con él, ¿o no? Si no le gustaba la forma en la que Harry era honesto, podía decirlo… claro que sabía que no era simplemente eso, pero…

En realidad, Harry no tenía idea de qué decir o qué hacer para lograr que Regulus pudiera… pudiera entender que, lo que había sucedido, no tenía por qué preocuparle, que los adultos se encargarían de todo y que Sirius también tenía problemas para asimilar lo que habían vivido –porque, en verdad, tendría que preocuparle, estaban en medio de una guerra, por el amor a Dios–.

Quería ayudar, pero él… bien, no era muy bueno haciendo sentir mejor a otros.

-"Puedo hacer llorar a Dudley si quiero, podría intentarlo con los Black, supongo"- no creía que esa fuera el tipo de ayuda que esperaban de él.

Eventualmente, Harry dejó salir un suspiro y decidió llevarse a Regulus con él, para acostarse.

Ninguno de los dos podía dormir, podía sentirlo, Regulus obviamente necesitaba la compañía y a Harry le vendría bien una buena distracción. La mejor opción para ambos sería dejarlo dormir ahí y ocupar su insomnio con algo más productivo que pensar en Voldemort, el ataque, su pasado –o futuro– o en cómo demonios iba a sobrevivir el resto de su verano.

Cuando Sirius le había hecho aceptar su castigo –engañado vilmente, con mentiras y manipulación emocional–, Harry había pensado sinceramente que sería algo más rápido; conocía toda clase de castigos, los que daban en las escuelas muggles, en Hogwarts y en Privet Drive. Había pensado que, quizá, su padrino decidiría prohibirle comer todo un día –porque el hombre no era cruel, no con él al menos–, lo usual, o lo obligaría a hacer algún tipo de tarea en Grimmauld Place –actuar como muggles debía sonar como un castigo apropiado para los Black, ¿o no? Y Sirius era un Black–, tal vez algo más severo si así lo creía conveniente…

No…

Bien, no había pensado que Sirius lo obligaría a asistir a terapia.

Y, de hecho, la terapia podía pasar a segundo plano en términos de su aparente tortura.

Walburga, en su infinita sabiduría, había decidido que Harry necesitaba aprender Oclumencia de inmediato. Oh, claro, Harry sabía que debería haber aprendido hacía unos meses, pero las circunstancias de la vida nunca lo habían llevado por el camino fácil –por circunstancias hablaba de Snape, definitivamente hablaba del bastardo que había decidido que era divertido verlo ser perseguido por unos estúpidos perros o verlo caer del árbol–.

La mujer había escuchado el ataque de Voldemort, lo había visto reaccionar con un escudo sencillo que no estaba hecho para soportar un ataque mental –que se lo dijera a Snape, a Harry le había funcionado varias veces ya– y, de acuerdo con Sirius, la mujer consideraba que podía mejorar su respuesta.

-"Los Black tienen… tenemos una reputación de oclumentes, Harry, Walburga no va a estar contenta a menos que puedas aprender lo básico"- algo que no había hecho, se olvidó de decir, pero todo había estado en el tono.

Era fácil para él decirlo, por supuesto, porque Sirius no había tenido que pasar horas encerrado con Snape viendo sus recuerdos más íntimos.

Al menos, se consoló, Sirius había conseguido que la mujer lo dejara encargarse de las primeras lecciones de Oclumencia porque, aparentemente, se necesitaba cierta confianza entre estudiante y maestro –"¿Quién lo hubiera imaginado?"- ni siquiera estaba sorprendido y no había tenido fuerza suficiente como para comenzar una pelea sobre la injusticia de tener que lidiar con Snape cuando su padrino podría haber hecho todo el trabajo antes.

Pero no iba a olvidarlo.

Para nada.

Mucho menos una vez que Walburga decidiera, eventualmente, tomar la titularidad de esas lecciones también y probablemente le sugiriera –obligara– a aprender Legeremencia.

Es decir, no estaba… no creía que fuera una mala idea, sólo era que… no creía que fuera una buena idea.

Ya había demostrado que él no sería el mejor para proteger su mente de ataques externos y, si no era bueno para protegerse, ¿cómo podría llegar a atacar a otros como lo hacía Voldemort? Independientemente de su opinión sobre la violación de privacidad o la conveniencia de tener acceso a los sueños y pensamientos más profundos de un enemigo… Harry… no creía tener mucho éxito en sus nuevas lecciones.

Y la terapia, la idea de hablar con alguien voluntariamente de lo que pretendería ocultar con magia, conscientemente, le parecía absurda.

No quería hacerlo.

-"Diste tu palabra, ¿no?"- bufó por lo bajo, para que Regulus no lo notara.

Como si la palabra de alguien, o la suya, tuviera valor alguno como moneda de cambio.

-"¿P-Primo…? ¿Primo Hadrian?"-.

No era como si Sirius hubiera sido fiel a su palabra toda su maldita vida, ¿verdad? Su padrino había tenido dificultades para cumplir con su palabra estando encerrado en Azkaban –"Y podría no haberlo estado… si hubiera elegido no perseguir al traidor"- si hubiera elegido a Harry como su prioridad.

¿Cuánto podía valer la palabra de alguien?

¿Cuánto valía la suya?

-"Más que la de Sirius…"- suspiró.

Quería ver un lado positivo a todo eso y era que, a pesar de la terapia, aprender Oclumencia sería definitivamente una ventaja si acaso se encontraba de nuevo con Voldemort y el hombre decidía querer leer su mente para aprender nuevos secretos –"Secretos que ahora son más vitales que antes, mucho más… no son sólo recuerdos de mi infancia, sino información… algo que Voldemort jamás debe conocer si quiero salvar a todos"-.

Iba a ser un dolor de cabeza, podía sentirlo.

-"¿Ha… Hadrian?"-.

Pero, de cualquier forma, ¿terapia? ¿Él?

¿Una terapia que había negado en principio y que no necesitaba?

No estaba feliz con eso y, admitía, su padrino podía ser realmente creativo cuando se trataba de castigos no corporales.

-"Hadrian"- llamó Regulus a un costado suyo, mirándolo fijamente y con el cuerpo completamente tenso.

Ah.

-"¿Qué sucede, Regulus?"- amable, debía ser amable, los niños necesitaban amabilidad y paciencia, eso necesitaban.

-"¿Por qué…?"- su rostro tomó un tono interesante de rosa –"¿Por qué estoy en tu cama?"-.

Los sangrepura eran extraños –"Para dormir"- respondió confundido –"No podías dormir, ¿o no?"- el niño no contestó –"Puedes dormir aquí, por hoy, sé que fue un día ocupado"- y eso era un eufemismo.

Regulus abrió la boca un poco y luego la cerró.

Ansiaba que Hogwarts pudiera llegar ya, si con eso podía escapar de las ideas de su padrino.

-"Al menos podría escapar de Walburga"- su obsesión con su educación no era precisamente lo que lo mantenía en guardia.

No era que la mujer fuera totalmente desagradable, ya había constatado que era, en realidad, fácil de usar y manipular para evitarse conflictos. Sin embargo, después de ver a su padrino recordar lo que habría podido pasar gracias al ataque del Callejón –"Estúpido Voldemort"- después de ver a su padrino sufrir por el simple recuerdo de ese día, Harry no tenía deseos de tratar con la mujer de inmediato.

No entendía cómo alguien podría llegar a maldecir a sus hijos sólo con la excusa de protegerlos, así que no iba a buscar una razón, pero le parecía completamente irracional, aún más de lo que estaba acostumbrado a ver en el Mundo Mágico. Era una reacción fuera de todo marco de lógica, no había nada que pudiera… a menos… o tal vez Walburga… tal vez Walburga tenía problemas.

La famosa locura de la familia Black, esa de la que tanto Sirius se quejaba…

¿Era, en efecto, un rasgo hereditario? ¿Era algo que podría tener la mujer?

No buscaba excusas, pero si la mujer estaba genuinamente desequilibrada, al grado de poder ser capaz de maldecir a sus propios hijos, algo como un ataque –o la vulnerabilidad de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado– era algo que Harry podría entender como un catalizador, ¿o no?

-"¿Hadrian?"- Harry arqueó una ceja –"¿Cómo fue que hiciste eso? Ya sabes, los escudos"-.

-"Con práctica"- dijo honestamente –"Hay personas a las que no les agrado"-.

-"Tus habilidades parecían más… más que eso, primo"- apuntó sin mucho ánimo –"Esos fueron escudos de nivel 15, no cualquiera puede usarlos así"-.

La experiencia de tener que sobrevivir a varios ataques no era suficiente, estaba de acuerdo. Era más bien la idea de ser vulnerable; lo había sido durante su primer año en Hogwarts, con Quirrell jugando a ser el transporte de Voldemort, lo había sido el siguiente año con la presencia de un basilisco y la posesión de Ginny a manos de un recuerdo, pero también lo había sido frente a Lockhart, el desquiciado que creía que borrar los recuerdos de dos niños de doce años era una respuesta coherente a sus problemas.

Por Merlín, había sido vulnerable durante todo su tercer año por Remus –y no necesariamente por el convicto que había escapado de Azkaban– y no podía olvidar haber estado en presencia de Barty Crouch por todo un año, cuando el hombre pudo haberlo matado en cualquier momento.

Brindar su confianza podría haber sido su muerte, así que lo disculparan cuando ese último verano ni siquiera se había sorprendido tanto como habría podido al ver a dos dementores. Que lo perdonaran por tomar su tiempo para aprender por su cuenta algunos escudos y barreras para protegerse.

-"He conocido personas que han querido lastimarme, más allá de la muerte, más allá de un simple hechizo… sólo porque existo"- comenzó –"Aprendí que las personas no son buenas por naturaleza y que el mundo no es un lugar amigable o justo… y por eso debía aprender a defenderme"-.

-"Lo entiendo"- no era la respuesta que había esperado –"Pero protegiste… a todos"-

-"Hay personas buenas"- dijo –"Son personas que hacen un esfuerzo consciente por serlo, por ayudar, por estar ahí, por sobrevivir en un mundo como en el que vivimos"- recordó a Luna, con la sonrisa ausente, extrañas palabras de aliento y la frescura de la autenticidad –"A veces llegan de maneras inesperadas"- pensó en Ron, con su inseguridad y buena cabeza para los juegos de estrategia, su pasión por vivir y un abrazo sólo para él –"Otras veces entran a tu vida naturalmente, sin problemas o esfuerzo"- imaginó a Hermione ahí, frunciendo el ceño y olvidando que no todo es cuadrado y sacado de un libro, ella resignada a aceptar la espontaneidad de su amistad, dándole consejos pragmáticos –"Te brindan un consejo, lo quieras o no…"- le sonrió –"Esas personas… esas personas valen la pena"-.

Creía que Regulus y Sirius, al menos, valían la pena.

No había conocido a Regulus en el futuro –pasado–, no sabía más del adolescente a su lado que lo que Sirius le había dicho. Pero había convivido con él un tiempo considerable, lo suficiente como para saber que, si había aceptado ser un mortífago, probablemente lo habría hecho bajo pretensiones distintas a las de otros, quizá porque le habían vendido un futuro ideal, algo.

Y Sirius… sabía que llegaría a ser un buen hombre, que era una buena persona.

-"Pensé que moriríamos"- la franqueza en Regulus y su entereza lucían extraños en su rostro, pero Harry creía que el menor era bastante maduro para su edad –"Estaba seguro que nos matarían, como a esa…"- cerró los ojos –"Y tú nos protegiste, te pusiste en peligro por nosotros"-.

Eh… bien, sí.

Era cierto, eso… eso había hecho.

-"¿Sí?"-.

Regulus le sonrió con la misma sonrisa que Sirius, su Sirius, usaba cuando Harry hacía o decía algo estúpido –"Protegiste a mi familia, Hadrian…"- dijo seriamente –"A lo más sagrado que tengo"- y, para su sorpresa, el menor decidió acercarse –"En lo que a mí respecta, hace tiempo que te convertiste en parte de mi familia, pero con esto…"- lo miró.

Inclinó la cabeza hacia la derecha –"¿Lo hice?"-.

Siempre había deseado tener una familia.

Había deseado tener hermanos o hermanas, muchos o pocos, no importaba. Un padre, una madre, ahora a su padrino y a Remus como un tío… había querido toda una familia, como la que Voldemort le había quitado antes de poder disfrutarla o recordarla apropiadamente.

-"Soy el segundo hijo de lord Black, Hadrian"- el menor rió –"Sirius es el heredero perfecto, ¿sabes? Puede ser rebelde y un dolor de cabeza para todos, pero tiene buenos instintos y cuida de mí como mi padre cuida de toda la familia… es un prodigio de la magia, no necesita estudiar o esforzarse, todo se le da fácilmente"- suspiró –"A su sombra, yo soy sólo la segunda opción, el respaldo en caso de una tragedia o una emergencia, no soy importante"-.

-"Pero lo eres"-.

Hablar con ese Regulus le hacía recordar cuánto de su actuación mientras hablaban sobre temas intrascendentes era realmente Regulus. El niño, a pesar de su entusiasmo por experimentos mágicos o los logros de su hermano, era consciente de su alrededor, no era ciego a los defectos de su familia y, sólo por eso, Harry podía respetarlo.

Regulus no dijo nada y sólo negó –"Mi hermano, mi madre y mi padre son las personas más importantes de mi vida, Hadrian, es todo lo que tengo"- abrió los ojos, tanto, que Harry sintió que podrían salirse de la cuenca si no tenía cuidado –"Y tú nos cuidaste, nos protegiste a costa de tu vida…"-.

Familia.

-"Perdí una familia antes"- dijo en voz baja, sin escucharse realmente –"No quiero perder otra"-.

¿Cuándo los Black se habían convertido en familia? ¿Ese era él? ¿O se trataba de Hadrian? ¿O era su simple deseo de pertenecer?

Harry cerró los ojos y sintió que la conversación había terminado.

Era… agradable.

Era agradable saber que tenía un primo, aunque no fuera realmente su primo, que no detestaba su existencia. Y creía que, si Regulus quería ser su familia, la noción de ser un Black realmente no tenía que ser mala.

Dejó que Regulus encontrara un lugar cómodo en la gran cama –demasiado acostumbrado a su propio espacio, suponía– y, cuando el menor decidió abrazarlo por la cintura, Harry permaneció en su sitio.

El calor incómodo de otra persona a su lado podía llegar a ser insoportable, pero lo ignoró.

-"Gracias"- susurró el menor de la nada.


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Hasta el siguiente capítulo!