Buenas Noches Señor de Ojos Azules

Capítulo XVII

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- ¡La encontré! - se oyó el grito. - ¡Abuela la encontré! - Gritó con emoción, no estaba muy lejos de donde peleaba la desertora matriarca, y aquella aseveración resultó ser un poderoso incentivo para el joven quien era su contrincante.

- ¡Akane! - gritó con el presentimiento de que hablaba de ella, seguido a eso esquivó un golpe que iba a su cara e inmediatamente lanzó otro que le dio de lleno en el abdomen a la señora. Corrió como desesperado a donde oyó el grito antes de ser interceptado nuevamente por la mujer.

- ¡Eres un insolente! - Le dio una patada en la espalda mandándolo contra una formación de rocas, pero como si fuera un resorte, sin importarle el dolor, volvió a tomar camino hacia donde había escuchado la voz de Mousse, fue tan rápido e inesperado que la señora tuvo que ir tras él. Ranma a los pocos segundos tuvo una visión lejana de Mousse inclinado sobre el cuerpo de la jovencita.

- ¡Aka... - su gritó quedó a medias cuando fue golpeado con el bastón de Cologne y mandado al suelo metros más allá, un poco más cerca de la joven.

- Tu pelea es conmigo. - recalcó antes de atacarlo de nuevo.

- ¡No está Cologne! - Mousse gritó.

- ¡Busca entre sus cosas idiota! ¡Revísala bien! - respondió de inmediato evitando que el muchacho de trenza llegara hasta ella, no podía creer que un muchacho poco cualificado y no tan entrenado en comparación a ella le estuviera dando problemas, suponía que su amor por la chiquilla debía ser como una poderosa droga que lo empujaba a querer ganar a como diera lugar, además, ella misma, no se sentía al cien por ciento desde cierto tiempo al presente, se sentía cansada, más de lo que hubiera previsto, porque incluso en el momento del enfrentamiento con los Kuno tenía esa pesadez que no se había podido quitar.

- ¡NO LA TOQUES! - Pateó a la vieja tan fuerte que la mujer salió disparada, y consiguió avanzar otro tanto de metros donde tuvo una visión del cuerpo de su prometida, lleno de barro, golpeada, y aún con la tierra rodeándola, se notaba el prominente charco de sangre que la rodeaba. - ¡AKANE! - gritó con fuerza, antes de ser derribado con un golpe en la mandíbula.

- ¡No está, no lo tiene! - alertó Mousse a la anciana.

- ¡Entonces despiértala y haz que te lo diga! - Contestó harta de enviar indicaciones sin resultados.

- ¡Está muerta! ¡La chica está muerta! -

- ¡¡AKANEEE!! - gritó antes de que Cologne con furia lo enviara a volar con una bola de energía, ya dejando en segundo término hacerlo sufrir, solo queriendo quitarlo del camino.

- ¡Maldita sea! - Su desesperación llegó hasta límites insospechados al oír aquello y llegó de un saltó al cuerpo. - ¡Ey! - Luego de empujar a Mousse tomó a la chica de la ropa y la zarandeó. - ¡Despierta! ¡Maldita sea, despierta! - le dio una cachetada, pero nada pasó.

- ¡Señora! - mencionó en un intento de que se tranquilizara. La señora respiró hondo y le tomó los signos vitales...

- ¡Aléjese de ella! - Y entonces Ranma los impactó a ambos con una ráfaga enorme de energía, corrió hacia Akane sin importarle que sus piernas apenas respondían. - Akane - se dejó caer a su lado, herido después del último ataque que le había proporcionado la vieja y débil después de esa última expulsión de energía. - Por favor Akane, abre los ojos. - La tomó con sumo cuidado entre sus brazos. - A... Akane... - la llamó sintiendo una maraña enorme atorada en su garganta al notar que estaba laxa y que por más que acercaba su rostro al de ella no sentía su respiración. - ¿Me escuchas Akane? - Recargó su oreja contra el pecho de ella intentando sentir su corazón. - Oye... Akane... - sin más sus ojos comenzaron a lagrimear. - Vamos... - le tomó el rostro con una de sus manos quitando el barro que estaba a su alcance.

- Muchacho idiota. - Cologne comenzó a juntar una gran bola de energía, estaba dispuesta a eliminar a Ranma y si los cuerpos de ambos quedaban hechos cenizas mejor, ahora que su pergamino estaba completamente perdido ya nada le importaba.

Sin embargo, la energía se extinguió entre las manos de Cologne con un estruendo que extrañamente resonó sobre los otros disparos que sonaban de fondo... una bala había atravesado el pecho de la anciana, la combinación de la mala suerte en el lugar indicado... ella cayó sin más al suelo.

- ¿Porqué...? - Pensó sintiendo la tierra fría contra su cara . - Esto no puede ser posible... No... una bala... ¿terminando con la vida de la gran Cologne? - La señora apretó sus dedos contra el suelo, llenando sus uñas de lodo, intentando recuperar un poco de su energía. - ¡Yo tengo todas las técnicas de mi pergamino! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me pasa esto?! - Gritó solo en su mente, de su boca solo salían sonidos guturales que hacían escupir la sangre, prueba de que su interior estaba desecho. - ¡No lo entiendo! ¡No lo... - fue cuando lo vio. La mujer no supo si ahora lograba notarlo porque eran sus últimos momentos de vida o porque ahora que estaba cruzando la línea de la muerte era una clase de explicación divina a su situación, pero logró verlo, ese pequeño rastro de energía que hacía un camino hacia otro cuerpo no muy lejano, una fuga de su propio cuerpo que no notó porque era muy pequeña, pero ahora que tenía una herida mortal, ese pequeño escape de vitalidad lo era todo. - Pe... pero... ¿Por qué? ¿Fue porque me robó el pergamino? ¿Será acaso que no buscamos bien y lo tiene? Entonces... no está muerta... - Fue cuando apareció en su mente un flash de lucidez. - No... no puede ser... ¿Lo hice yo? Yo conecté a esa chiquilla a mi... en el barco... cuando intentaba sacarle las técnicas de Happosai... Fui yo...

Cologne dejó de sentir el paso del aire a sus pulmones, la vista se le volvió completamente obscura, la saliva de su boca desapareció y ni el sabor de la sangre pudo distinguir ya, sus últimos pensamientos de vida, desgraciadamente para ella, no fueron dedicados a quien más amaba en este mundo, fueron para la joven que más odiaba, Akane Tendo.

- Suelta a la chica. - una pistola se posicionó en la cabeza de Ranma, varios matones rodeándolos, pero él estaba más ocupado negando la situación. - ¿Qué no oíste niño? - el arma fue repegada a su cráneo.

- ¡Solo mátalo! - Se oyó la voz de Kanazawa desde un lugar retirado, seguramente, asegurando su vida. De pronto una "mancha borrosa" derribó al que sostenía el arma, luego otra igual derribó a otros dos detrás de él. Kanazawa se asustó e inmediatamente huyó, al contrario de Cologne, tan buena fue su suerte que, a pesar de su sobrepeso, de su poca habilidad física y de las balas que iban y venían logró llegar a su embarcación, solo, ya sin ningún hombre de respaldo, pero salvo.

- Hemos cumplido Happosai. - habló uno de los hombres de Kirin, el líder puso su mano sobre su allegado, negando con la cabeza, no era el momento.

- ¡Lo mismo digo! ¡Quiero lo que le prometiste a mi jefe Happosai! - dijo desesperado el hombre de Herb.

Mientras que Soun había quedado en shock y caído de rodillas al piso sostenido por Genma, sin valor para acercarse más a Akane, el maestro se acercó a la chica con cara de angustia y tomó con dificultad su mano izquierda, Ranma la tenía apretada sobre su pecho, aún le susurraba suplicas mientras la mecía con devoción.

- Vamos, no hay tiempo que perder.

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- Soun... por favor... - rogó Tofu tocando el hombro de su suegro. Hace una semana el reducido clan de Happosai había llegado con la joven que parecía estar muerta; la habían recluido en un hospital privado de Tokyo y prácticamente Soun estaba pagando para tener la exclusividad de todo el último piso, un ala médica equipada con la mejor tecnología que el dinero podía pagar. De todas maneras, el viejo maestro iba una vez al día a transferirle energía, cosa nada simple.

- Ya no puedo esperar más. - dijo con la mirada endurecida mientras observaba como Ranma estaba al lado de su hija que aún seguía inconsciente.

- Te lo estoy pidiendo como médico, estoy seguro de que la presencia de Ranma le hace bien, estarlo oyendo pudiera ser un factor para que ella despertara. - le repitió como otras tantas veces.

Akane seguía viva por alguna extraña y misteriosa razón, en el viaje de regreso a Tokyo, Happosai se la había pasado transfiriendo energía en Akane y de poco a poco sus pulsaciones habían empezado a aumentar hasta ser ligeramente notables, el viejo tenía sus teorías de porque su heredera siguiera viva, pero hasta el momento se las había reservado.

- Se supone que como médico no deberías creer en esas tonterías.

- Se supone que como médico no debería estar involucrado en un clan con técnicas tan raras que parecen brujería para cualquier simple mortal, pero aquí estoy. - respondió casi con gracia. - Al menos hasta que ella despierte; aguante al menos hasta que ella tenga fuerza para seguir viviendo, luego podrá hacer lo que deba. - Soun asistió tragando saliva y se retiró de la puerta por el largo pasillo.

Tofu siguió observando la escena. En esta última semana, Akane había sido intervenida en más de tres ocasiones; habían tenido que operar para romper y reacomodar la tibia derecha, pues había tenido un proceso de soldado erróneo; la clavícula de la chica prácticamente habían tenido que reconstruirla y ni hablar de la zona de las costillas, donde se tuvieron que poner placas para estabilizar la zona; había muchas áreas de su cuerpo con heridas, pero la más preocupante era la de su costado izquierdo que le había hecho perder mucha sangre, además, casi a diario le había estado haciendo estudios para descartar posibles problemas en la cabeza derivados de los dos golpes que tenía y que probablemente le habían atendido en china, pero con el viaje, estaban mal cuidadas.

Las bajas de aquel encuentro en la isla Kuno eran incalculables, la mayor parte de los guardias de la familia habían muerto incluido Sasuke, cuya vida había servido para salvar la de sus dos amos, el grupo de Kanazawa estaba considerablemente reducido hasta el punto de no poder funcionar, mientras que por su lado, los exiliados amazonas, luego de la muerte de Cologne, habían enviado una carta a Happosai con una renuncia explícita a la lucha, pues a Mousse no le interesaba esa batalla siempre y cuando pudiera estar con Shampoo tranquilamente, poniendo con ello fin al clan Amazona.

Por su lado un aliado de Kirin y otro de Herb seguían apareciendo en la casa Tendo por la información de recuperación de Akane, ya que ella no solo era la única en conocer el paradero de la Kai sui fu del clan de los Musk, sino también la única en conocer el paradero del pergamino de la Fortuna de los Siete Dioses.

- ¡¿Cómo es que puso esa clase de carga en las manos de mi hija de 17 años?! - reclamó Soun al enterarse que también le había dado el pergamino, un papiro que había hecho pasar por uno del legado Todo Vale en el último cumpleaños de la chica.

- ¡Ya te lo había dicho Soun! ¡Y no me estés gritando! - contestó. - Ella es en la única que confió para estas cosas.

Aquel recuerdo aún bailaba en la cabeza de Soun, mientras que él nunca había siquiera querido entrenarla, Happosai prácticamente se había valido de ella para que el clan sobreviviera. Suspiró, ya tenía todo planeado, solo era cosa de que ella despertara para poner en práctica la última parte de su plan.

Encerrado en su despacho personal, miró la pintura de su difunta esposa mientras se sentaba en el sofá frente a él.

- Creo que por fin lo he entendido Noriko. De mala manera, pero lo he entendido. - tuvo la tentación de servirse una copa, pero lo evitó, en esta ocasión no iba a refugiarse en la bebida para soltar la lengua. - Ella tiene carácter intenso, incluso es mal hablada si está enojada; es una chica confiable y tenaz que no se rinde ante las dificultades. Es muy valiente y sobre todo es fuerte no solo físicamente, sino mentalmente. - Imaginar todo lo que tuvo que haber vivido para permanecer viva... sacudió la cabeza, no quería saberlo. - Ahora la veo y no veo a una copia de ti, veo a mi hija.

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- Señor Kuno. - Entró al despacho su abogado en jefe.

- Habla rápido. - dijo sin más, últimamente no tenía demasiadas ganas de convivir con , además de la muerte de su padre, aunque no lo admitiera, le hacía mucha falta su sirviente Sasuke.

- Hace unos minutos hablé con mi contacto en el Ministerio de Seguridad, acaban de levantar una orden de aprensión contra usted. - dijo nerviosamente apresurado, estrujando su corbata.

- ¿De qué demonios hablas Sawara? - con tranquilidad preguntó mientras seguía viendo por la ventana.

- Y no solo contra usted, también contra la señorita Kodachi. - apuró para ver si su jefe reaccionaba, pero no consiguió nada.

- Pues haz algo, soborna a alguien de ser necesario, para eso te pago.

- ¡Señor! ¡Por favor! - rogó. - ¡No puedo hacer nada! ¡La demanda viene de Tendo! - Tatewaki por fin frunció el ceño, luego con confusión preguntó incrédulo.

- ¿Cómo que viene de Tendo?

- Es un caso muy bien armado, lo están involucrando en un supuesto secuestro de la señorita Tendo Akane. Solo pude conseguir tiempo para que la noticia no se difunda por ahora, pero mañana a primera hora estará en todos los medios de comunicación.

- ¡Eres un inútil Sawara! - gritó levantándose de su escritorio, no pensaba quedarse en Japón.

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- ¡Rodeen la casa! ¡No los dejen escapar! - gritó el nuevo jefe de la policía en esta redada para desarmar lo que posiblemente era una mafia con participación en múltiples secuestros a poderosos empresarios y altos funcionarios además de ser partícipes en negocios que incluían el lavado de dinero, prostitución y sicarios. Luego de haber movido algunas fichas, Soun había conseguido aliados en medios empresariales y políticos quienes se habían visto afectados en los últimos años. De hecho, con las pláticas correctas y las indicaciones de Genma, había resultado más fácil de lo que habían pensado, primero destituyendo a varios mandos corruptos para que no se interpusieran en el camino, lo siguiente había sido aún más fácil.

- ¡Jefe! ¡¿Qué hacemos?! - preguntó uno de los nuevos elementos que trabajaban para Kanazawa completamente en pánico, y el hombre conocía esa cara, era la cara de un futuro traidor. Sacó su pistola y le disparó en la cabeza.

- Vámonos Kasai. - Anunció antes de mover una de las trampillas en el suelo de su oficina seguido del único elemento confiable que le quedaba.

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- Vamos Shampoo, tienes que comer. - Mousse apuntó la cuchara a la boca de la chica que no hacía más que mirar el televisor desde su silla de ruedas. - Shampoo, querida. - pidió con paciencia, pero la mujer parecía estar en un trance infinito. - Si no comes, no vas a mejorar. - habló con una sonrisa afectada, porque sabía que, aunque ella comiera una tonelada de comida su situación no iba a mejorar, su lesión era permanente. Sin embargo, ese último comentario, hizo que la joven mirara a su reciente esposo, no bajo su consentimiento legal pero ahora lo era.

- Déjame... ¡En paz! - gritó tirándole el tazón al suelo. - ¡No quiero verte! ¡Déjame sola!

- Shampoo... - habló triste desde el suelo comenzando inmediatamente a recoger los vidrios.

- ¡Eres un remedo de hombre! ¡Te odio! ¡Te odio! - gritó sin control. Tal vez no odiaba tanto a Mousse, pero era su única manera de desquitar su frustración y lamentablemente para el joven de anteojos, iba a tener que aguantarlo cada uno de los días de su vida.

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- Ha sido un infierno... - declaró a la pregunta de su madre quien le dio unas palmaditas en la espalda tratando de reconfortarlo. Acababa de ducharse luego de un largo día acompañando a Akane en la clínica.

- Verás que pronto despertará. - Respondió sin observar a su hijo, en realidad, aún le costaba mucho despegar la vista de su marido. La noche estaba bien entrada y Genma ya estaba en el séptimo sueño descansando en la cama de su mujer, Nodoka poco esperó para ir a su lado y meterse entre las cobijas con él.

Cuando regresaron de su largo viaje, padre e hijo estaban preocupados por la reacción de Nodoka al enterarse de que estaba vivo, sin embargo, para su sorpresa, la señora solo se había lanzado sobre su esposo con lágrimas de felicidad.

- ¡Oh Genma! - lloró enterrando su cara en el hueco del cuello masculino, Saotome la tenía asegurada por la cintura y la diferencia de tamaño había hecho que Nodoka no tocara el suelo con sus pies. - ¡Tardaste tanto en regresar!

Ambos hombres se habían quedado atónitos ante tal afirmación. Luego, Nodoka simplemente había aseverado que nunca había creído realmente en la muerte de su marido, que estaba segura que si se había ido era por un bien mayor y que siempre había tenido la esperanza de verlo regresar.

Ranma miró a su madre comprendiendo todo el amor que devotamente sentía por su padre, a pesar de que Genma era descuidado, tenía ocurrencias que la metían en problemas y que nunca había sido bueno trabajando, su madre lo amaba tal cual era; ahora entendía porque nunca había querido vender la casa ni irse de la pequeña ciudad, también porque nunca se había quitado su anillo de casada o simplemente por qué nunca intentó rehacer su vida, ella simplemente había estado esperando por Genma.

Ranma cerró los ojos esperando un día ser tan feliz como lo eran sus padres.

- ¡Saotome! - El toquido que resonó esa mañana logró desperezar a Ranma enseguida, aunque en realidad solo había estado dormitando. - ¡Saotome! - La voz de Yamagishi se oía urgida.

- ¿Qué pasa? - saltó de su cama y abrió la puerta.

- Acaban de llegar con la señorita Akane. - Habló de tajo. Ranma en algunos segundos había atravesado la mitad de la casa y salido al recibidor.

Pudo observar cómo al menos 20 elementos de seguridad se quedaban fuera de la casa mientras ella era transportada por un equipo de 6 camilleros que iban dirigidos por Tofu, tras de ellos iba Soun así como su asistente.

- Shimakura. – Tendo llamó a su asistente, Tofu que iba delante volteó a verlo con desapruebo, pero no quitó su concentración de lo que hacía.

- Akane... - la llamó el joven tratando de acercarse, ella apenas levantó los parpados.

- Ranma... - susurró mientras comenzaban a subirla por las escaleras.

- ¿Cómo está? - preguntó al médico quedándose atrás para que los camilleros obtuvieran espacio para subir por las escaleras.

- Aún necesita recuperación, pero está estable. Esta mañana despertó y lo primero que hizo fue nombrarte. - Dijo bien claro para que oyera su suegro. - Debería haberse quedado más tiempo en el hospital, pero últimamente han estado husmeando muchos reporteros, probablemente por la ausencia del señor Soun en los negocios estos últimos tiempos y no quisimos que ella tenga que pasar ninguna incomodidad si llegan a descubrirla. - Ranma asistió antes de subir tras ella. - Piense bien lo que va a hacer Soun. - Se dirigió al hombre y subió también.

En todo lo que pasó del día Ranma no se separó de la chica, se había retirado un poco cuando sus hermanas entraron a verla, pero Akane no estaba del todo consciente y la visita no duró mucho. Happosai esa tarde también acudió a darle energía y por primera vez fue visible un ligero aumento en el color de piel de la muchacha, signo que estaba realmente mejorando. Nodoka también había pasado a verla y se quedó en la habitación por varias horas hasta que ella abrió los ojos de nuevo y le dedicó una sonrisa, luego había vuelto a dormir. Soun por su lado había desaparecido y según los empleados, habían escuchado mencionar que se había ido a la cede empresarial de Tokyo.

- Ranma... - oyó un susurro a lo lejos. - Ranma... - algo suave le rozó la cara. Poco a poco abrió los ojos, su rostro recargado contra el colchón al igual que sus piernas en una posición incómoda sobre el suelo se sentían adormilados, pero ni eso le detuvo de dar un brinco cuando vio los ojos de Akane mirándolo y rozando su mejilla con la punta de sus dedos.

- Akane. - De inmediato se levantó lo suficiente para acercarse, tomarle del rostro y juntar su frente con la de ella. - ¿Cómo te sientes? ¿Cómo estás?

- Supongo que bien. - habló con una sonrisa poniendo su mano sobre la de él. - ¿Tú cómo estás? - la cambió al rostro masculino y acarició su mejilla que tenía raspones por todos lados, también alcanzó a observar sus manos y brazos y estaban igual.

- Justo ahora... - sonrió. - excelente. Tan fácil que sería besarla. Como deseo besarla. - Trató de alejar estos últimos pensamientos cerrando fuertemente los ojos y separándose de ella, qué más quisiera él que haberla tomado en brazos y abrazarla hasta que el mundo dejara de existir, pero ella estaba herida y débil, era imposible hacerlo sin lastimarla. - ¿Necesitas algo? - preguntó ansioso por ayudarla.

- Agua. - Pidió con simpleza, tratando de ocultar su desilusión, más veces de las que podía contar había deseado que Ranma la besara y aún más veces había imaginado que cuando se reencontraran se dirían sus sentimientos mutuos, porque había sentimientos mutuos, ¿cierto?

La Akane ingenua de hace varios meses, nunca le había prestado atención a los muchachos, estaba más enfocada en hacer todo bien y perfecto para que su padre la volteara a ver, nunca pensó siquiera en su primer beso hasta que Kasai la había besado en aquel secuestro que solo fue el inicio de una larga cadena de acontecimientos, luego, el siguiente en besarla, había sido Ryoga con su estúpida obsesión por enamorarla, por lo que, había ocasiones en las que daría media vida por sentir los labios de Ranma borrando los malos recuerdos, pero el joven siempre parecía querer huir y a estas alturas ya necesitaba respuestas, no más dudas.

- Ranma... - lo llamó después de beber agua y el joven dejó el vaso en la mesa de noche. - Necesito... - tomó aire antes de decir porque ya no estaba para tener tacto ni paciencia. - Necesito que me digas la verdad. - Y a Ranma se le congeló el mundo.

El joven de ojos azules agachó la cabeza sin saber que hacer, él realmente quería decirle todo, pero era tan difícil que no sabía por dónde empezar, de hecho, había estado pensando en contárselo cuando estuviera sana, cuando pudiera observar una Akane fuerte no solo física sino mentalmente, cuando hubiera superado todo lo reciente y el golpe emocional fuese menos, así si ella decidía odiarlo él se retiraría al menos sabiendo que ella estaría bien por su cuenta.

- Ranma. - lo llamó desesperada mientras miles de ideas cruzaban su cabeza. - ¿Es tan malo que no puedes contarme? - presionó. - Necesito saberlo ahora, ya no puedo esperar más. - habló con angustia. Todas aquellas cosas que Ryoga y Ukyo habían dicho de él eran horribles y necesitaba el sustento de Ranma negándolo para estar tranquila. Ranma no podía ser un asesino, no podía ser un violador...

- ¿Y si lo dejamos para cuando estés mejor? - sugirió, pero Akane estaba desesperada.

- No. - declaró seriamente. ¿Acaso era eso? ¿Su pasado era tan terrible como se lo habían contado? - Quiero saberlo ahora.

- No creo que sea el mejor momento.

- ¡Ranma quiero saberlo ahora! - exigió, no podía más, ya no. Pero él estaba tullido del miedo y se quedó callado, la culpa se reflejaba en sus ojos y Akane comenzó a llorar interpretándolo de mala manera, aun se negaba a perder del todo la esperanza. - Ryoga me dijo...

Ranma la miró con los ojos abiertos a más no poder, El maldito le dijo, le dijo que yo la secuestré, por eso la urgencia de ella. Pensó con desdicha, porque sabía al ver sus lágrimas que esperaba que lo negara, pero no podía hacerlo, no podía mentirle.

- Ranma... dime... dime que no es cierto todo lo que me dijo... - suplicó llorando, sentándose en la cama y bajando incluso los pies al suelo, cansada de que a cada palabra de ella Ranma se alejara inconscientemente un poco más.

- Yo... - La puerta de la habitación se abrió y Soun entró quedándose parado cerca del marco.

- Adelante por favor. - habló Shimakura con la vista baja, incluso a él le parecía horrible lo que estaba a punto de pasar, le dio acceso a cuatro hombres de uniforme, policías que, aunque sabían su labor, se notaban confundidos por la forma tan extraña en que todo se desarrollaba.

- ¿Saotome Ranma? - Mencionó uno y él solo pudo asistir. - Queda usted arrestado, bajo los cargos de secuestro y abuso de confianza. - Se sacó las esposas del traje y se acercó a ponerlas, Ranma estaba tan sorprendido, pero aún más lo estaba avergonzado, ¿Porque tenían que hacerle esto frente a Akane? - Tiene derecho a guardar silencio o todo lo que diga podrá ser usado en su contra, tiene derecho a un abogado, si no puede pagarlo el estado le asignará uno de oficio.

- ¿Qué... qué está pasando...? - Ella intentó ponerse de pie y Soun corrió a su lado evitándolo sin decir ni una sola palabra. - Soun... - lo llamó esperando una explicación. - Ranma... - intentó ir tras él, pero su padre la sostenía. - Ranma, solo dime que no es cierto... - pidió mientras comenzaban a llevárselo. - ¡Ranma!

- Lo siento Akane... - fue lo único que dijo, porque si tenía que pasar por la cárcel para redimir sus pecados contra ella, que así fuera. Desaparecieron tras la puerta, pero Akane ya ni siquiera se movió, era como si su alma se hubiese evaporado.

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- ¡Soun! - Happosai estrelló las manos contra el escritorio. - ¡Te exijo que retires los cargos en contra de Ranma! - Aquella mañana había sido un desastre, luego del arresto de Ranma, Nodoka y Genma se habían ido tras él y era más que obvio que no iban a volver. La mujer parecía desconsolada y pedía explicaciones que nadie le daba, por su lado, Saotome le había dado una severa mirada a Soun, estaba seguro que si intentaban hablar hubieran terminado matándose a golpes y por el bien de su esposa necesitaba mantener la cabeza fría.

Fuera de los más cercanos, nadie de la casa sabía a ciencia cierta porque la policía se había llevado a Ranma, incluidas Kasumi y Nabiki, y entre los empleados del servicio interno y externo era un hervidero de chismes.

- No. - Habló tajante, dedicándole una mirada furiosa en la que el viejo pudo apreciar un deje herido, Soun se sentía traicionado.

- Soun, por favor...

- ¡No! - se levantó exasperado de su silla. El asistente se levantó incómodo y salió del despacho. - Lo creí capaz de muchas cosas maestro, pero de esto, no puedo creer que me haya ocultado algo así. - lo señaló con el dedo tratando de moderar su tono de voz.

- Es mi deber velar por cada miembro de este clan, más aún de los que conforman mi legado.

- ¡Y porque no protegió a Akane!

- ¡Para cuando yo me enteré de todo Ranma ya estaba metido aquí, enamorado de tu hija y por si no lo has notado ella de él! Además, ¡¿No eras tú el que la tenía en una jaula de oro?! ¡Encerrada siempre en la torre "impenetrable" para protegerla! ¡ni siquiera querías que yo me acercara a enseñarle artes marciales!

- ¡No intente cambiar los papeles! ¡Akane es una señorita de casa y Ranma un secuestrador! ¡Él está donde merece estar!

- Soun. - La voz pasiva de Tofu sorprendió a los dos hombres, ninguno lo había oído entrar. - Reconsidera esta situación, Akane está terriblemente mal.

- ¿Acaso están escuchando las tonterías que están diciendo ambos? Están defendiendo a un delincuente.

- ¡Ese a quien llamas delincuente salvó a tu hija de la muerte varias veces, incluido el secuestro por el que lo estás condenando, y te recuerdo que esa primera captura fue el menor de los males por los que paso luego, gracias a que tu desmedida "protección" y a la falta de preparación de la chica! – Le echó en cara el maestro.

- ¡Está loco! - gritó dándole la espalda.

- Escuche, le guste o no Ranma la ha protegido y salvado de maneras que usted no imagina, ya se lo había dicho, Akane no va a resistir este golpe, y no piense que yo estoy defendiendo a Ranma, estoy viendo por los intereses de Akane. - Tofu mantuvo su postura.

- No. - contestó de inmediato. - Akane estará bien, ella es fuerte, su cuerpo va a sanar al igual que su corazón roto. - Con esa firme idea refutó a su yerno, Happosai bufó sin saber cómo hacerle entender.

- Voy a ser sincero. - el médico dio un suspiro, si era necesario para que Akane no se muriera de tristeza hablaría duramente y sin filtros. - Usted no sabe nada de Akane. - Tendo regresó la mirada sorprendida al doctor. - ¿cree que la conoce porque pasó algunas semanas con ella? Déjeme decirle que no, no tiene ni la mínima idea de quien es ella.

- Pero, ¿Qué... - Tofu no lo dejó hablar ante la mirada sorprendida de Happosai.

- Akane es sensible, la más frágil de sus hijas en ese sentido, mientras que Kasumi ignora los problemas, para Nabiki son un juego sin tomárselos en serio, tienen una forma particular de protegerse, pero Akane... siempre está dispuesta a abrir su corazón a quien le muestra confianza y lealtad, esto la va a destruir Soun, si usted no libera a Ranma y le permite al menos arreglar las cosas con su hija antes de hacerlo pagar, ella va a quedar destrozada. No sé qué pretendía al hacer que Akane presenciara tal escena, pero fue la peor manera de comunicarle la situación.

- Ella necesitaba ver con sus ojos que clase de persona es él. - rebatió en un tono indignado.

- Claro, ahora lo entiendo. - Asistió antes de agregar con ironía. - Por eso ella no cree en usted, porque casi no lo ha visto en todos estos años. - luego de lanzar esa analogía salió del despacho.

Soun se quedó viendo la nada con la expresión desencajada sin saber cómo contradecir eso, ni siquiera se dio cuenta cuando Happosai lo dejó solo.

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Tras algunas semanas Soun estaba logrando su objetivo, aunque los Kuno se habían librado de una sentencia judicial con el pago de una multa de millones de yenes, habían sido expuestos en todos los medios de comunicación, era el tema del momento y su imagen cada vez estaba más hundida, los tratos comerciales de sus empresas habían cesado casi totalmente y algunos decían que las acciones de las mismas estaban en venta en un precio por debajo del valor.

"LA FAMILIA KUNO, EL LINAJE DE LOS DELINCUENTES" era el encabezado de un periódico. "FAMOSA MODELO JAPONESA ES INVOLUCRADA EN ACTOS DELICTIVOS RELACIONADOS CON LA MAFIA" se leía en otro. " TATEWAKI KUNO, EL EMPRESARIO QUE ENLODÓ EL APELLIDO FAMILIAR" "KODACHI, LA CHICA QUE RESULTÓ TENER UN ALMA AUN MÁS NEGRA QUE SUS ROSAS" "ACCIONES DE LAS EMPRESAS KUNO CAEN EN UN 75 PORCIENTO TRAS ESCANDALO LEGAL"

"LOS HEREDEROS KUNO COMPARECEN ANTE LA JUSTICIA JAPONESA.

Los primeros días de abril, se dio a conocer ante los medios de comunicación que los dos herederos de una de las familias más poderosas y ricas de Japón, habían sido vinculados a procesos judiciales por delitos relacionados a la mafia, destacando la posible participación en el delito de privación de la libertad.

Tatewaki y Kodachi Kuno, recientemente también estuvieron en el ojo público luego de la muerte de su padre Kuno Yoshito, quien falleció, según el informe, a causa de un problema cardiaco, sin embargo, y tras las acusaciones recientes, los rumores afirman que la causa de muerte en el documento expedido por el forense fue herida de arma blanca.

De acuerdo con lo poco que se ha filtrado de la denuncia actual, los hermanos Kuno estarían involucrados en el secuestro de una joven, hija de un importante empresario, pero los detalles no han sido revelados y se especula que esto a su vez, podría estar relacionado con una ola de secuestros a altos funcionarios e importantes magnates de la industria por parte de una mafia de alto alcance dentro del país.

El comisionado encargado declaró lo siguiente: "Por acuerdos de confidencialidad para con el caso, no estoy en posibilidad de revelar detalles, pero sin duda estamos trabajando para que todo se resuelva de la mejor manera.

- ¿Qué hay de cierto en los rumores sobre que hay muchos elementos de la seguridad y funcionarios que se han visto ligados a fraudes y actos corruptos que ayudaban a este tipo de mafias?

- Ajjm... (Carraspeó aclarando su garganta, pero sin más respondió para dejar en claro el buen manejo de su departamento) - La investigación contra estos elementos aún no termina, pero quiero dejar en claro que todos los que se han visto involucrados han sido fichados y serán juzgados con todo el peso de la ley".

Recordemos que el comisionado Takahashi recibió el cargo luego de que el antiguo líder resultara nombrado en los rumores de lazos con la mafia y actos corruptos. Todas las acusaciones, se dice, han terminado con la remoción y proceso penal de más de 25 elementos públicos.

El reportaje terminaba con una fotografía del comisionado actual.

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- ¿Está seguro de que esto es necesario? - Preguntó Soun a su abogado en tono bajo, dentro de la sala privada del juzgado estaba, además de Tendo y su abogado, dos elementos jurídicos más de apoyo; en una esquina se encontraba Akane, sentada de manera encorvada en la silla de ruedas que la hacía ver más pequeña, a su lado, Yamagishi que no se le despegaba nunca.

- Tenemos todo el caso armado, pero el juez quiere oír de su propia boca el relato de los hechos.

- ¿Pudo hacer algo con lo que le pedí?

- Lo siento señor Tendo, no. Nos han concedido muchos privilegios y alegan que la presencia de Saotome Ranma es necesaria, sobre todo porque es el único miembro atrapado de la mafia que la secuestró.

- No puedo creer que no hayan atrapado a nadie más. - Apretó sus puños con furia.

- Prácticamente solo nos falta el líder y otro hombre, porque la mayoría de personas que Akane mencionó en su primera declaración están muertos. ¿Ya habló con su hija? - Preocupado el abogado miró su reloj, ya casi era hora de la audiencia y el juicio para condenar a Ranma recaía en Akane, porque fuera de eso, no había prueba alguna contra Saotome más que la palabra de Soun que estaba contra la palabra de Genma.

Tendo se movió hasta el lugar donde estaba su hija, el vestido en tonos grises remarcaba su extrema palidez y su figura que rayaba la desnutrición.

- Akane... - Habló con cuidado al acuclillarse frente a ella. La joven no lo miró hasta que su padre le puso las manos sobre los hombros, entonces de manera lenta clavó sus apagados irises sobre él. - En unos momentos vamos a pasar con la juez que lleva tu caso. Te va a pedir que cuentes tu versión de la historia. - Ella no contestó. - ¿Entiendes que es importante que menciones a Ranma? - No habló, últimamente no hablaba demasiado, tampoco se movía, comía y probablemente no dormía. Parecía ser solo la sombra de aquella chica con la que había convivido las últimas semanas, ansiosa por aprender y pelear.

Luego de unos segundos sin contestación Soun se irguió un poco y tomó con cuidado a su hija del rostro para que le observara. El mayordomo se contuvo de hacer cualquier clase de expresión, últimamente le parecía tan molesto que Soun se acercara a ella, lo que estaba tratando de hacer con Akane le parecía horrible, si ella estuviera en sus cinco sentidos jamás lo permitiría, en este tiempo le había tomado verdadero cariño a la joven.

- Akane, tienes que decir que estuvo ahí contigo, ¿Comprendes? - Nada. - Debes decir la verdad. - Remarcó. Soun no sabía a ciencia cierta aquello, pero tenía severas sospechas, la complicidad que había visto entre Akane y Ranma desde el momento cero de conocerse lo atribuía a que su hija y el hijo de Saotome se conocían de antes, él no creía en esas tonterías del destino ni el amor a primera vista y a estas alturas creía firmemente que Ranma había engatusado a su hija menor para que no lo delatara.

- Señor, es hora. - Dijo el abogado.

- Akane... - su oración quedó en el aire pues ella, de manera poco clara y muy lentamente, asistió con la cabeza. Respirando más tranquilo, la soltó y le hizo una seña a Yamagishi para que se encargara de ella hasta que la nombraran, primero iría a declarar él, luego algunos otros testigos y al final Akane, una concesión que le habían dado por ser menor de edad y el buen juego del equipo jurídico.

El tiempo en la habitación pasó rápido para Akane que no quería enfrentarse aquello, y cuando la llamaron Yamagishi fue quien empujó su silla hasta el estrado. La joven no levantó la mirada en ningún momento, sabía que si lo hacía se pondría a llorar, sentía la presencia de Ranma a pocos metros de sí, pero no quería mirarlo.

- Señorita Tendo, podría contarnos su versión de los hechos. - Preguntó amablemente la jueza que llevaba el caso.

- Me secuestraron. - Si no fuera por el micrófono en su boca nadie la hubiese escuchado.

- ¿Sabe quién la secuestró?

- Los hombres de Kanazawa. Estuve retenida contra mi voluntad. - Fue su escueta respuesta.

El abogado de Tendo tuvo que intervenir con preguntas directas, sin embargo, Akane había contado básicamente la misma historia que en su primera declaración solo que resumida. En su asiento Soun respiraba con profundidad, desesperado porque acusara a Ranma. Al licenciado, de pronto se le ocurrió una idea para hacerla declarar y pidió.

- Señorita Tendo, ¿señalar si ve alguna cara conocida que se relacione con su secuestro? - Lentamente Akane levantó la mirada clavándola instantáneamente en la pared contraria, viendo solo por el rabillo del ojo la figura del muchacho de trenza y su piel se estremeció ante esta escueta visión.

- No. - respondió.

- Señorita Tendo. - carraspeó el abogado. - Si nos pudiera hacer favor de dirigir su vista hacia su lado derecho de la sala. - Para "obligarla" se posicionó a su lado y señaló con su dedo a donde permanecía Ranma con su abogado. Akane miró lentamente.

Ranma desde el inicio de la audiencia había estado mirando el suelo, no tenía valor para levantar la cara a pesar de lo que dijeran sus padres o Happosai por justificarlo, cuando oyó que nombraban a Akane tuvo que apretar sus puños en la tela del pantalón de vestir para resistir la tentación de mirarla entrar, no se lo merecía, pero... cuando sintió su mirada sobre si, no pudo evitarlo más, peor aún, sus ojos se humedecieron al conectar con la mirada femenina y tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no llorar y rogar patéticamente por su perdón.

- Señorita Tendo, ¿reconoce el rostro de esa persona? - Señaló a Ranma. - ¿Vio ese rostro durante su secuestro? - Dijo con convicción sin saber que se estaba metiendo en un punto vacío y Akane contestó

- No. - Porque literalmente nunca había visto el rostro de Ranma durante el secuestro, el hombre de ojos azules siempre había tenido cubierta su cara. El hombre miró a Soun con desespero, como si le estuviera recriminando que su hija no hablara y Tendo solo pudo bufar consternado, luego le hizo una seña con la cabeza, dándole a entender que procediera con más rigor.

- Señorita Tendo, ese hombre de ahí, Saotome Ranma, ha sido acusado con pruebas sobre su secuestro, es su deber mirarlo con detenimiento y…

- ¡Objeción! - Se levantó el abogado de Ranma. - Está tratando de manipularla.

- Ha lugar. - dijo la jueza dándole la razón y el representante de los Tendo se aflojó ligeramente la corbata sin saber que más decir. - Si no tiene más preguntas relevantes tendré que cederle la palabra a la parte demandada. - Sin más remedio el abogado se retiró a su lugar.

Ranma rompió el contacto visual con Akane solo para tomar la manga de su abogado y susurrarle algo. El hombre se levantó y solamente dijo.

- No hay preguntas señoría. - Parecía disconforme al igual que Genma, pero Ranma de ninguna manera quería presionarla, no iba a hacerla pasar por eso.

- Si no hay más preguntas, puede retirarse señorita Tendo. - Le dedicó una amable sonrisa, pero la mirada de Akane estaba en Ranma y cuando Yamagishi la movió y sacó del lugar prefirió mirar su regazo.

Vente minutos después había acabado la audiencia. Soun entró furioso a la sala donde esperaba Akane e incluso golpeó la pared frustrado.

- ¡Señor! - entró uno de los ayudantes del abogado. Su llegada y grito habían interrumpido oportunamente el regaño que Tendo pretendía dirigirle a Akane. - Los medios de comunicación están aquí y están no solo por el frente del edificio, han entrado y ocupado los pasillos de salida.

- ¡Maldición! - vociferó Soun.

- No se preocupe Señor, contemplamos imprevistos así y tenemos un plan B. Saldremos por la parte trasera del juzgado. Vamos antes de que lleguen aquí. - Miyamoto habló con seguridad.

- No. - Tendo era inteligente y si quería proteger la integridad y anonimato de Akane tenía que haber un fuerte distractor con los reporteros para que no la siguieran. - Miyamoto tú vas conmigo, vamos a salir por la parte de enfrente y te apegarás a la versión que habíamos estado estudiando, "Soy testigo de otro empresario cuyo nombre no puedo revelar", así la atención recaerá en otros. Los demás se van con mi hija, bajo su responsabilidad queda el resguardo de su identidad. - Advirtió. - Yamagishi, cuídela bien. - Se arregló el saco y les hizo una seña con la cabeza, todos salieron juntos de la sala.

Entraron nuevamente donde se había celebrado la audiencia, Soun de ahí se iría por la puerta de en frente hacia el pasillo principal donde seguro estaban los medios, los demás tomarían una puerta alterna hacia la parte trasera del juzgado.

- No te preocupes mamá, estaré bien. - Akane no supo cómo fue que escuchó la suave voz de Ranma entre los ruidos de la estancia, pero fue tan atrayente que levantó la mirada buscándolo. Lo encontró acariciando los brazos de su madre quien trataba de calmar su llanto. A Akane se le congeló el corazón, Nodoka no debería estar pasando por esto, independientemente de Ranma, la señora no tenía la culpa de nada.

Por otro lado, ver a Ranma dolía demasiado, casi con la misma intensidad que lo amaba, tal vez había hecho mal en no delatarlo, pero no podía, era un instinto más allá de ella.

Nodoka se apartó de Ranma dando paso a Genma quien palmeo el hombro de su hijo, más allá todavía, esperaban dos policías para llevárselo, al menos le estaban dando tiempo con sus padres antes de volverlo a encerrar. ¡Dios! ¿Estará ya él en la cárcel? no quería ni pensarlo.

Yamagishi siguió empujando la silla de ruedas, sin proponérselo Akane fue volteando su cabeza para no perder de vista a Ranma, ya estaba cruzando el marco de la puerta de salida cuando...

- ¡Oh Ranma! - La joven se tiró a los brazos del chico. - No te preocupes por nada, conseguiremos sacarte de aquí. - Dijo llorando.

- Re... regresa... - musitó cuando salieron al pasillo

- ¿Dijo algo? - Yamagishi se detuvo confundido.

- Regresa, regresa por favor.

- ¿Qué? - confundido se paró delante de ella e intentó ponerse a su altura, pero Akane de pronto fue invadida por un atroz desespero y tomando las ruedas de la silla ella misma movió el aparato hacia atrás.

- ¡Señorita Akane! - Lo tomó por sorpresa, ella apenas comía, no pensó que tuviera fuerzas siquiera para mover su propio peso. - ¿Qué... qué hace? - fue tras ella.

Akane tuvo de nuevo la visión de Ranma.

- ¡Mentirosa! - gritó fuerte y claro. Todos los que estaban dentro de la sala la escucharon y se quedaron inmóviles viéndola con confusión. - ¡ERES UNA MENTIROSA! - Gritó más fuerte.

Soun se detuvo por completo y la persona que le iba a abrir la puerta delantera tuvo la decencia de esperar e incluso se interpuso bloqueando la salida.

- Akane... - susurró, por un instante había pensado que el insulto era para él, luego al darse cuenta que se dirigía a una mujer pensó en su madre, pero Akane no miraba a su madre, miraba hacia donde estaba él.

- ¡¿Cómo pudiste mentirme?! - Y sorprendió aún más a todos cuando se levantó de la silla y caminó, cojeando sobre el yeso de su pierna, dirigiéndose hasta donde estaba Ranma, hace semanas que Akane no se levantaba por su cuenta.

Soun regresó rápidamente sobre sus pasos.

- ¡Eres una mentirosa!

- ¿Qué está pasando? - preguntó confundido Ranma. - ¿Akane te conoce? - se dirigió a la chica que casi se había escondido tras él.

- No... no yo... yo no...

- ¡Me las vas a pagar Ukyo! - le gritó cada vez más cerca y Ranma por instinto quiso acercarse a ella, pero Kuonji lo retuvo del saco.

- Ukyo, ¿Qué rayos está pasando? - intentó alejarla viendo a Akane.

- No sé... debe ser una confusión. - Ranma la terminó por apartar y se dirigió hasta la chica Tendo, sin embargo, se detuvo al ver a su padre tras ella.

- ¡Akane! - Soun la tomó en vilo y la cargó a menos de dos metros de llegar a Ranma, ella peleó por quedarse, pero su padre no lo permitió y la alejó de ahí inmediatamente, sacándola finalmente de la sala.

- ¿Qué rayos pasa Ukyo? Quiero una explicación y la quiero ahora. - La tomó de los hombros y no fue de forma amable.

- Ya te dije que no sé, yo no conozco a esa chica. - dijo nerviosa y sin mirarlo. - Maldito seas Ryoga, ¡espero que estés ardiendo en el infierno! - pensó, sino fuera porque Nodoka había regresado a su ciudad natal a buscarla para que declarara como testigo y diera fe de la buena vida de Ranma, nunca se hubiera enterado que estaba en la cárcel. Lo único que le daba tranquilidad es que Akane no había abierto la boca para decir todas las barbaridades que ella le había contado sobre el muchacho.

- ¿Y de dónde te conoce ella a ti? - su ceño cada vez más fruncido.

- No sé... será casualidad... ya te dije que no sé quién es.

- ¡Ukyo no me mientas! - le levantó la voz, la conocía lo suficientemente bien para saber que estaba ocultando algo.

- ¡No miento! - se alejó de él.

- Es hora de irnos señor Saotome. - Lo sostuvo un policía y no le quedó más remedio que tranquilizarse, sin embargo, solo le hizo falta una mirada rápida a su padre para saber que a él también le parecía raro y que iba a investigar sobre el asunto.

.-.-.

- Akane no puedes hacer ese tipo de cosas, no solo es que tengas un hueso roto, tienes varias cirugías. Además, la herida de tu costado se podría abrir. - Hablaba Tofu luego de revisarla, cuando llegaron a la casa Yamagishi le había contado los pormenores de aquel encuentro.

- Está bien. - contestó. El médico respiró más tranquilo, no sabía lo que pasaba por la mente de Akane, pero al contrario de lo que hubiera pensado que resultaría un encuentro con Ranma, la joven se veía ya no triste, más bien parecía que su cabeza estaba maquinando a grandes velocidades, y verla mejor era lo importante, de verdad había llegado a pensar que Akane se dejaría morir.

- ¡Akane! - Entró gritando Soun a la habitación, estaba realmente furioso después de lo que había pasado. - ¡¿Por qué no declaraste como se te pidió?! - Entonces, ambos, Tofu y Soun, pudieron notar la mirada decidida de Akane.

- Soun no sabe en lo que se acaba de meter. - pensó con una ligera sonrisa, esa era la mayor muestra de que la vieja Akane estaba regresando. Sin más salió de la habitación.

- Quiero que retires la demanda contra Ranma. - Soltó de tajo y fríamente.

- No. - El rostro del hombre se tornó un poco rojo de coraje. Hasta hace unas horas ella parecía un fantasma en vida y ahora le pedía aquello. - Perdiste la cabeza, eso no va a pasar.

- ¡Quiero que lo liberes!

- ¡No! ¡¿Acaso no lo entiendes?! ¡Te secuestró! ¡Es un delincuente!

- ¿De dónde sacaste eso? - dijo intentando hacerse la desentendida.

- Yo lo escuché. Él mismo le confesó a Happosai y Genma lo que había hecho. Él fue quien te secuestró y no te hagas la desentendida porque lo noté Akane, la relación que tienes con ese muchacho no era de conocerlo de solo unos días, desde el principio ustedes... - ella lo interrumpió.

- ¿Y no se te ha ocurrido que tal vez estaba agradecida porque nos salvó la vida? No solo a mí, también a mis hermanas. - Dijo refiriéndose al ataque a la limosina.

- Sé lo que oí Akane, no estoy loco. Siento que te hayas enamorado de un delincuente, pero soy tu padre y harás lo que yo diga.

- No voy a declarar contra Ranma. - Soun la observó con detenimiento, nunca pensó que se vería a sí mismo en Akane, la misma terquedad y disposición a pelear que él.

- Bien. - Dijo calmado, no iba a ganarle una niña de 17 años, ni siquiera, aunque fuera su hija. - Entonces me voy a encargar de hacer miserable no solo la vida de Ranma, también la de su familia.

- No. - Sus ojos se abrieron con horror, sabía que Soun era duro, pero no un tirano. - No puedes hacer eso...

- Claro que puedo. - El señor Tendo era muy conciente de que sin la declaración de su hija era muy difícil condenar al chico, de hecho, según las predicciones del abogado, probablemente lo dejaran salir libre por falta de pruebas y testimonios; su cerebro trabajó rápidamente, si no podía evitar que Ranma Saotome saliera de la cárcel, evitaría que se acercara a Akane, sus planes cambiaron rápidamente con una nueva estrategia. - Hundiré a Ranma como un delincuente, a lo mejor no le den mucho tiempo en prisión, pero luego de eso, te juro que arruinaré su vida, estará tan desprestigiado que en cualquier ámbito en que decida moverse será un apestado por su pasado, has visto lo que estoy logrando con las empresas de los Kuno, unos magnates del país, imagina lo que haré con la vida de Ranma.

- Por favor...

- Luego también hundiré poco a poco a sus padres.

- ¡No puedes hacerlo! ¡Ellos no…

- ¡Si! ¡Ellos tienen la culpa por encubrir a un delincuente! - Estaba tan fúrico que terminó cerca de ella, señalándole el rostro para hacerle saber que no se tentaría el corazón.

- Eres horrible... - murmuró asustada.

- Hagamos un trato, yo lo dejo en paz, con una condición.

- ¿Qué es lo que quieres? - habló sobándose con los dedos de su mano las sienes. Sintiendo que estaba derrotada y que accedería a cualquier cosa con tal de salvar a Ranma de la furia de Soun.

- Tú palabra. - Confundida levantó la mirada. - No volverás a verlo. Hablo en serio Akane, jamás volverás a verlo. - La chica lo miró con una mezcla de sentimientos, un poco de incredulidad, hartazgo de la actitud de su padre y tristeza al no tener más opción.

- Quiero hablar una última vez con él.

- No.

- Solo una vez más Soun. - pronunció y su tono era rendido. - Luego de eso no lo volveré a ver, pero necesito al menos verlo una vez más. - El hombre lo pensó durante algunos segundos y respondió.

- De acuerdo. - Salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. - Shimakura. - Lo llamó apenas llegó a la planta baja y el asistente apareció de inmediato.

- Llama al abogado y dile que organice lo más pronto posible una reunión con Ranma Saotome.

Aquella tarde Shimakura tuvo que mover todos los compromisos de Tendo para días posteriores, el abogado había podido agendar una visita en el Centro de Detención de Tokyo con Ranma.

Al llegar al lugar, Genma estaba en la puerta al igual que el abogado de Ranma, Tendo iba acompañado de su asistente y su abogado.

- Le informamos que yo deberé estar presente en toda la audiencia y... - comenzó en abogado de los Saotome.

- No. - habló Soun de inmediato. - Solo estaremos los Saotome y yo. - Dándole una mirada rápida a Genma entró al apartado donde estaba Ranma, inmediatamente Genma lo siguió, esperaba que Soun hubiese reflexionado y terminara con esta tontería.

Dentro, había tres mesas distribuidas por el lugar, cada una con dos sillas y en una de ellas esperaba Ranma, en la entrada interna, había dos policías vigilando al chico.

- Pueden retirarse. - Ordenó Soun.

- Por seguridad, no podemos...

- Mi abogado ya obtuvo el permiso. - mintió, pero para cuando lo descubrieran ya habrían acabado de hablar. - Ranma. - Lo llamó sentándose frente a él, Genma permaneció de pie tras su hijo. - Esto es muy simple, voy a retirar todos los cargos. - Ranma levantó la cabeza confundido.

- Gracias Soun. Sabía que terminarías por entender que...

- No hago esto por ti Genma, mucho menos por tu hijo. Lo hago para cerrar este ciclo. Akane necesita seguir adelante con su vida y aunque no lo creas, también he pensado en tu señora, Nodoka se veía muy afligida el otro día. - Mencionó, más que ser realmente considerado, estaba jugando sus cartas.

Genma asistió y guardó silencio, presintiendo el siguiente movimiento del hombre.

- Solo por curiosidad... - Tendo se reclinó en la silla. - ¿Qué le dijeron a la señora Saotome sobre esto?

- Ve al grano Soun. - Genma habló, pero Ranma intervino.

- No, está bien papá. Mi madre sabe la verdad. No podía seguir ocultándole nada.

- ¿Buscas amenazarnos o algo así? - Saotome padre empuño la mano y golpeó la mesa.

- No. Pero bueno... Iré al punto. Quitaré todos los cargos siempre y cuando Ranma prometa que se alejará de mi hija. Ninguna clase de acercamiento o contacto, nada, nunca.

- Tendo, los muchachos se...

- Ni siquiera lo digas Saotome. Akane tal vez se encuentre ensordecida y ciega por tu hijo, pero ella seguirá adelante con su vida, se recuperará, seguirá estudiando y seguramente entrará a una prestigiosa universidad, tendrá una prospera vida y al final será quien dirija la parte funcional de las empresas Tendo. En algún momento encontrará a un hombre digno de ella y formará su familia. No hay lugar para Ranma en esa vida.

- Pe... - Ranma no completó siquiera la palabra.

Ranma lo había pensado en un principio, quedarse con Akane era algo que no merecía, su plan era ayudarla a tener una mejor vida y luego retirarse, sin embargo, tras los sucesos en los que se vieron involucrados y el compromiso, inconsciente y feliz mente había aceptado que se quedarían juntos, incluso, había llegado a fantasear como sería una vida a su lado, casados, despertando a su lado a diario en la misma cama, no solo sosteniéndole la mano o sentado sobre el suelo como su guardián, sino como su marido, algunos niños y en general una historia feliz. Pero ahora era que la brutal realidad le aplastaba, alguien como él no podía quedarse junto a Akane.

- De... de... - tartamudeo signo de lo difícil que era responder.

- No tienes que hacerlo Ranma. - Su padre le puso la mano al hombro aconsejándole aún a sabiendas de que si no aceptaba Soun podía valerse de amenazas para alejarlo, ahora comprendía porque había hablado de su esposa. Ranma volteó a verlo, tenía los ojos enrojecidos y asistió, haciéndole comprender que entendía el apoyo, pero de todas maneras lo prometería.

- Solo... tengo una condición... - habló el joven.

- ¿No crees que estás fuera de lugar poniendo condiciones?

- Tal vez sí, pero, así como yo le daré mi palabra, también quiero la suya.

- ¿Qué quieres? ¿Qué prometa que los dejaré en paz? Eso está... - Lo interrumpió completando.

- Implícito en el trato, lo sé y no, no es eso. Quiero que me prometa, que me jure que la va a cuidar bien.

- Yo siempre he cuidado de ella. - apretó los labios sintiéndose ofendido.

- No solo de esa manera suya que tiene para comprar guardias y escoltas de seguridad. No. Quiero que ella esté bien, que sea feliz.

- Ella será feliz y estará salva, te lo garantizo. ¿Aceptas?

- Júremelo, júremelo por lo más sagrado que tenga. Que va a cuidar a Akane por sobre todo. - Suspirando Soun habló.

- Te juro por mis hijas...

- No... mejor por su difunta mujer. Es a la única que nunca le fallaría.

- Por mi difunta esposa. - Dijo un poco molesto. - Te juro que protegeré a Akane y me aseguraré de que sea feliz. ¿Me darás ahora tu palabra?

- Si, tiene mi palabra, no me acercaré a Akane nunca más. - Genma resopló, esto era una locura. No solo por los sentimientos de sus hijos que era lo más importante, si no que, esto terminaría por destruir el legado de Happosai, tanto por lo que habían luchado, estaría hecho añicos. Los mundos de los Saotome y los Tendo estarían paralelos de ahora en adelante. Estos últimos días Happosai había estado ausente no queriendo inmiscuirse en esta guerra que se había desatado, pero cuando regresara, se le vendría el mundo encima con aquella resolución.

- No solo es que no te acerques a ella, si ella te busca deberás dejarle en claro que debe alejarse, ¿Entendido? - Ranma asistió lentamente comprendiendo a qué se refería el señor.

- Entendido. - Bajó la mirada al suelo derrotado. Soun se dio por bien servido con ello y se levantó.

- Entonces me retiro. Le daré la orden a mi abogado para que anule todos los cargos, y pronto mi asistente se pondrá en contacto contigo. - Se levantó y caminó a la salida.

- Señor Tendo. - Se levantó rápido y habló antes de que se fuera. - Nunca quise hacerle daño a Akane... - se quedó en silencio y Soun solo esperó, sin voltear a verlo. - Y sé que también lo decepcioné a usted, y lo siento... - Luego de oír esa disculpa, Tendo se fue.

¿Realmente esto vale la pena? Pensó Ranma desolado. ¿ No volver a verla nunca?... Si. Se contestó casi en automático, porque Akane iba a estar bien. Durante los últimos meses había descubierto un poco más del señor Tendo, definitivamente no ganaría el premio al padre del año, pero le reconocía que la intención de proteger a sus hijas era lo que movía al hombre; lo último que pudo observar de su relación con Akane es que él tenía la ligera intención de acercarse a ella, pero la joven era la que lo evitaba y seguía llamándolo Soun, ahora, con la promesa que acababa de recibir del empresario, esperaba que arreglara las cosas con su hija.

Por otra parte, la relación con sus hermanas, estaba seguro que mejoraría mucho, durante el tiempo que se habían pasado en batalla y luego buscando a Akane, al parecer Nabiki y Kasumi habían tomado conciencia de su situación con su hermana menor y durante el lapso que Akane estuvo inconsciente se notaban afectadas y a falta de poder ir a verla hablaban todos los días para preguntar por ella.

Akane estaría segura y su familia estaría de ahora en adelante para ella. Esa sería su única alegría.

.-.-.-.-.

.-.-.

- Ranma. - Lo recibió su madre con un abrazo en el departamento donde ahora vivían. Lo habían soltado esa misma tarde. Su abogado estaba sorprendido, según sus comentarios ni siquiera quedarían archivos de Ranma en el sistema. - Me alegra tanto que estés en casa. - dijo llorando de felicidad.

- A mí también, mamá. - Sin más, el joven se dejó caer en sus rodillas, a los pies de Nodoka haciendo una pose de sumisión total. - Perdóname madre, no soy digno de mirarte a la cara. Hice cosas horribles y espero que un día me perdones. - suplicó.

Nodoka se hincó junto a él y con una sonrisa afectada en el rostro tomó la cara de su hijo entre sus manos.

- Mi querido Ranma, me pone muy triste todo lo que hiciste, siento que te fallé como madre y...

- No, no mamá, tú no hiciste nada, fui yo el que... - Ella lo silenció con su pulgar.

- Era mi deber. Este tiempo he reflexionado, no puedo culparte ni culparme, fue la vida quien lo quiso así. Y lamentablemente todas las acciones que cometemos sean buenas o malas, se pagan en esta vida o el más allá. Es una deuda que no podremos esquivar, pero yo no soy quién para cobrarte nada hijo mío. Solo me queda amarte. - Ambos pudieron sentir el peso de las manos de Genma acogiéndolos a los dos.

- En realidad yo creo que los tres ya hemos pagado lo suficiente... ¿No? - dijo ya con un tono bromista, aunque los tres de verdad lo esperaban así.

Esa noche, la familia Saotome cenaba tranquila, la mujer había hecho un gran banquete en honor a Ranma y si bien el chico por un lado no se sentía de ánimos, puso una sonrisa para su madre y convivió lo más alegre que podía.

- ¿Supiste que fue lo que pasó con Ukyo? - Ranma puso un poco más de arroz en su boca.

- Hay algo que debemos decirte hijo. - El joven suspiró esperaba cualquier cosa menos lo que Genma estaba a punto de soltar. - No pude averiguar qué pasó entre Akane y Ukyo, pero mis contactos en el pueblo me contaron que Ryoga llevó ahí a Akane e hizo que esas dos hablaran.

- Yo creo que trataba de apartarla de ti. - dijo Nodoka, Ranma frunció el entrecejo, Nodoka lucía pacífica para la frase que acababa de soltar e incluso apenada.

- Tal vez nunca lo sepamos Ranma. - dijo Genma mirando su comida.

- ¿A qué te refieres? - cada vez más confundido dejó sus palillos de lado esperando una respuesta, Genma hizo lo mismo.

- Al parecer trató de ayudarte no solo con su declaración, sino que antes de salir de la ciudad se puso a investigar por su cuenta en lugares y con personas no amigables. Tener buenas intenciones no siempre resulta como se planea, las personas que se mueven en ambientes bajos no toleran interrogatorios ni a las personas chismosas, no importa que no los involucre a ellos.

- Papá, ya dime que pasó.

- La mataron al salir del juzgado, luego de su última declaración.

Ranma perdió color. Ukyo era una empalagosa y a veces muy fastidiosa, incluso podía llegar a ser odiosa, era su mejor amiga de infancia y la conocía muy bien, pero no, eso no justificaba que la hubiesen matado.

- Pe... pero como...

- Al parecer, fue directamente a algunos bares de mala muerte y preguntó de primera mano por los mafiosos del lugar. - Ranma cerró los ojos y se llevó las manos a las sienes pensando en el estúpido acto de Ukyo. - Se le hizo fácil hacerle preguntas a todos.

- ¡¿Por qué demonios hizo eso?! - golpeó la mesa.

- Supongo que pensaba conseguir testigos a tu favor, pero nadie le hizo caso, al menos en apariencia. Me dijeron que la encontraron muerta cerca de la estación central de Tokyo, eso fue hace un par de horas.

- ¿Y qué va a pasar? - Consternado preguntó.

- Supe que habían mandado llamar a su padre, probablemente mañana en la mañana llegue a reconocer y recoger el cuerpo.

- Tranquilo hijo. - La mujer le acarició el brazo.

- Debería ir y...

- No. - El hombre negó. - Ella habló de ti Ranma, sus preguntas te expusieron de cierta manera, aún estoy tratando de investigar hasta donde llegaron los rumores sobre ti. En el mejor de los casos, seguramente la ignoraron pensando que era una loca que quería defender a un buen amigo, un don nadie chivo expiatorio, como pasa en muchos casos. Pero si no... imagina que los rumores llegaron de una u otra forma a Kanazawa... Hasta ahora Tendo se aseguró de mantener todo en el anonimato por el bien de Akane, y eso nos incluyó de forma directa a nosotros, nadie sabe de tu existencia, pero no sé si con sus preguntas Ukyo removió las aguas.

Ranma se levantó de la mesa con angustia, yendo de un lado a otro, hasta hace algunos momentos había querido estrangular a Ukyo por meterse con Akane, luego sintió ganas de llorar su muerte y ahora sentía impotencia.

- No quiero que su muerte quede en el aire... Sus asesinos no pueden salir indemnes...

- Escucha hijo... cuando sea momento vengaremos su muerte... por ahora no podemos hacer nada.

Ranma miró enfurecido a Genma, pero enseguida cambió su expresión al ver la cara desolada de su madre, seguro que pensaba que apenas se había librado de problemas para volverse a meter en más.

- Bueno... tal vez... sea mejor esperar... un poco... - dijo inseguro solo para calmar a la mujer.

Se iba a retirar cuando el teléfono de la casa sonó, Ranma ni siquiera había notado que tenían teléfono.

- Diga. - Se levantó Nodoka a contestar. - Si, aquí es. Si, yo misma puedo darle el mensaje. - Respondió, al parecer el interlocutor tenía prisa. - Mañana a las 11 de la mañana en la mansión Tendo.

Ranma miró como su madre sonreía, probablemente pensando que si le habían agendado una cita con Akane era algo bueno, se iba a llevar una gran desilusión.

.-.-.-.

Akane suspiró preguntándose porque todo era tan difícil y no precisamente por los problemas que tenía en su vida, de hecho, estaba tratando de olvidarse de ellos mientras bajaba la escalera principal, era consiente de que no debía hacer esfuerzos, pero necesitaba desesperadamente llegar a la oficina personal de su padre, sabía que allí había un teléfono desbloqueado para llamar a cualquier número, mientras que el resto de aparatos distribuidos por la casa tenían acceso limitado y por ahora no tenía celular, suponía que se habría perdido el día que Taro la secuestró. Quería, aunque sea escuchar la voz de su nana, hubiese querido llamar a Nodoka, pero no sabía en que concepto la tuviera la mujer luego de que su padre había mandado a encerrar a Ranma y le daba pavor escucharla decirle algo hiriente.

Llegó a la parte final de las escaleras y a lo lejos escuchó los pasos de alguien, quien quiera que fuera la acusaría, así que se escondió bajo la escalera rápidamente. A los pocos segundos vio como su cuñado salía de la sala de estar y sacándose las llaves del auto del bolsillo del pantalón, abandonaba la casa. Parecía furioso.

Akane prestó más atención y notó la voz de Kasumi no tan calmada como normalmente.

- No deberías estar aquí Nabiki. - Akane se acercó un poco más a la entrada de la sala, aun en el recibidor de la casa.

- ¿Yo? Me quedé dormida en el solario después de un chapuzón antes de dormir, no pude evitar oírlos, fue pura casualidad. No me vas a culpar por esa gran pelea, ¿No? - dijo casi en burla.

- ¿Tofu y Kasumi peleando? - pensó. - No lo creo...

- No estábamos peleando. - Kasumi se movió por el lugar y se metió a la biblioteca por la entrada aledaña, Nabiki la siguió inmediatamente.

Akane no era regularmente chismosa... pero... nada evitó que se moviera por el recibidor hacia la entrada principal de la biblioteca, la puerta contraria por donde sus hermanas habían entrado y aprovechó que estaba entreabierta.

- La verdad no me lo hubiera esperado de ti Kasumi, si alguien alguna vez me hubiese dicho que tu matrimonio terminaría en divorcio me hubiese reído en grande. - dijo dejándose caer en el mullido sillón en un tono casi despreocupado.

- No nos vamos a divorciar, no digas tal cosa... - apretó los labios molesta. - Son cosas sin importancia. - habló mientras se ponía a buscar un libro de las repisas empotradas.

- ¿Sin importancia? - La mediana rodó los ojos. - Pregúntale a Akane a ver si a ella le parece "cosa de nada" - dijo irónica.

- No tengo porque darte explicaciones. - volteo a verla dando cerrón al libro que había tomado.

- No claro, a mí no, pero seguro que papá querrá saber que está pasando.

- Él no se va a enterar de nada. - insistió a punto de perder la compostura.

- No, de nada... pero por si acaso, ve pensando en una buena excusa para cuando hagas que su hija, la más pequeña y preciado tesoro... - exageró levantándose y yendo hasta ella. - tenga que hacer esos procedimientos extraños.

- ¿ De qué rayos habla? - Fuera de la habitación la joven permaneció quieta ante la mención tan extraña.

- ¿No que solo nos habías oído por casualidad? - Kasumi se dio la vuelta dispuesta a irse, sin embargo, paró en seco, la miró de frente de nuevo y agregó. - Ni una palabra de esto a nadie Nabiki, no quiero que... - pensó detenidamente las palabras "suaves" que usaría. - Nadie transgiverse las cosas.

- ¡Ay no! - dijo tocándose el pecho casi ofendida. - ¿Quién podría pensar una idea errónea de que quieres que Akane tenga un bebé? - habló burlándose de la situación de Kasumi.

- ¡¿Qué?! - Con susto se echó atrás, ya no quería oír, o solo tal vez era su instinto de supervivencia, de todas formas, volvió a acercarse a la puerta tan pronto Kasumi gritó.

- ¡Ves a lo que me refiero! - Levantó la voz, Nabiki era la única que lograba sacar de sus casillas a Kasumi. - ¡Akane no va a tener un bebé!

- Pues por lo que entendí... - iba a seguir

- ¡Cállate ya Nabiki! ¡Cállate o te juro que le digo a papá tu sucio secreto! - vociferó ya exasperada. Por su lado Nabiki adquirió seriedad antes de decir.

- Prometiste no decir nada. Aún no puedo creer que la perfecta y bien educada Kasumi haya hurgado en mis cosas y menos que me esté chantajeando. - molesta se dejó caer en el sillón con las piernas y brazos cruzados.

- Lo hice porque parecías muy preocupada cada que sonaba tu celular, pensé que, si estaban tratando de estafarte o chantajearte, debía saberlo y comunicarlo a los elementos de seguridad, debía velar por tu seguridad mientras mi padre o Tofu estaban de viaje.

- Como sea... - Nabiki se quedó callada y la mayor suspirando se sentó a su lado. - Es chantaje...

- No te estoy chantajeando. Solo te estoy pidiendo que, así como yo guarde tu secreto, tú también guardes silencio hasta que pueda explicarle y convencer a Akane para que me haga este favor, es lo único que salvará mi matrimonio.

- ¡No entiendo nada! ¡No entiendo nada!

- ¿Y qué pasa si Akane te dice que no?

- Ella terminará aceptando, comprenderá mi situación. - Bajó la mirada y parecía abatida.

- ¿Y con Tofu? Él no quiere que lo hagas, menos aún que se lo pidas a Akane, y, por cierto, ¿por qué precisamente Akane? - la miró con curiosidad.

- Akane siempre ha sido una joven sana, tú sabes, a diferencia de nosotras... sobre sus cosas de mujer...

- Se dice menstruación. - La corrigió solo por molestar. - Y solo por aclarar yo también estoy sana.

- Si, pero Akane lo es más, ni siquiera es irregular con sus fechas y estoy muy segura que no tiene "historial" ...

- ¡Oye! - le golpeó el hombro captando que se refería a su vida sexual.

- Además... -Kasumi ni siquiera le prestó atención. - Ella es cercana a nosotros, mi propia hermana y el bebé seguiría llevando la sangre de la familia; cuando esté hecho, Tofu no podrá resistirse.

- ¿Comprendes que él está a punto de dejarte por esa idea loca? - preguntó obviando la situación por la gran pelea que habían tenido.

- No me va a dejar. - dijo enojada. - Ha estado muy enojado otras veces, pero solo necesito esperar un tiempo y se le bajará el enfado. Entonces, ¿tengo tu palabra? - preguntó seriamente.

- No tengo de otra a sabiendas que irías de chismosa. - Se levantó del sillón y esperó a que su hermana lo hiciera, le extendió la mano como si hicieran un negocio y burlonamente dijo cuando estrecharon sus extremidades. - Yo no digo nada de tu experimento con los óvulos que quieres que Akane te done y tú no dices nada sobre mi pequeño negocio con Tatewaki.

- ¿Señorita Akane? - Yamagishi apareció tras la chica. Las dos mujeres dentro de la biblioteca voltearon espantadas a la entrada y sus rostros reflejaron terror.

A Akane no le importó realmente ser descubierta, lo que quería eran explicaciones.

- ¿De qué demonios están hablando?

- Na... nada hermanita... - Kasumi soltó a Nabiki y tomó a la menor del brazo que tenía movilidad. - Vamos, te acompaño a tu habitación. - la muchacha se soltó inmediatamente.

- Quiero una explicación ahora.

- Mejor ya dile Kasumi, tampoco es para tanto. - habló a la ligera Nabiki, esperando que la atención se desviara a los asuntos de Kasumi y no a los suyos.

- ¡Cállate!

- ¡Quiero la verdad! - gritó Akane más fuerte. Tras unos segundos de indecisión, Kasumi decidió hablar. Tal vez era mejor así, mientras más rápido convenciera a Akane, más rápido se resolverían sus problemas.

- Sentémonos hermana. - La llamó dulcemente. Akane no quiso y tuvo que decirle ahí mismo, paradas en el recibidor de la casa frente a la entrometida Nabiki y el mayordomo ajeno a la familia. - Yo... creo que soy estéril. - Utilizó un término que su esposo hubiera desaprobado. - Si en verdad me quieres, tienes que ayudarme.

- ¿De qué estás hablando? - espantada preguntó.

- Necesito que me dones tus óvulos, luego estos serían implantados en mí y podría...

- ¡Para! ¡Para ya! - No la dejó terminar y se hizo atrás, casi se cae si no fuera porque el hombre la sostuvo.

- Algo me decía que no iba a querer. - Habló Nabiki como si en realidad se sintiera afectada por la situación.

- ¡No te metas! - la mayor la miró con furia antes de continuar. - Akane, no es la gran cosa. - añadió mirando a la menor con súplica.

- Estás loca, solo tengo 17, y estás hablando de que... - pareció pensarlo a profundidad... - ¿Tú tendrías a un hijo mío? ¿Un hijo mío y de Tofu? - hizo una cara de terror, asco, desapruebo y algunas otras emociones normales en una joven de 17 que se siente atacada.

- No, sería mío, porque yo lo concebiría. - Habló desde una postura no genética, tratando de sonar coherente.

- Yo sí creo que sería hijo suyo. - Dijo la otra a sus espaldas y Kasumi se hartó de ella.

- ¿Algo que quieras comentar Nabiki?

- No, nada. - sínicamente pasó a su lado intentando irse. - De hecho, es mejor que hablen a solas.

- Nabiki fue la responsable de tu segundo secuestro. - Soltó de tajo, furiosa de que Nabiki interviniera todo el tiempo como si la estuviera juzgando.

- ¿Qué? - Akane volteó a ver a Nabiki, la pregunta había sonado como un pequeño chillido y el hombre que la sostenía estaba seguro que lloraría en cualquier momento.

- No es así. - Por fin tuvo la decencia de hablar sin burla.

- Claro que sí, ¿sabes a donde te llevaba ese día? A una cita con Kuno Tatewaki, esa era su urgencia, pero las cosas no salieron bien y terminó llevándote el otro sujeto. Kuno le pagó mucho dinero para que lo hiciera y desde entonces "su ex" ha estado comunicándose con ella, primero para exigirle explicaciones, luego para pedirle otras oportunidades y de hecho... - habló altaneramente como pocas veces se le veía. - Ha vuelto a contactarla para pedirle que le ayude y que padre retire la demanda.

Nadie habló por un largo tiempo, el silencio se extendió mientras Akane miraba horrorizada a Nabiki y su hermana le regresaba una mirada que, si bien era afectada, también era orgullosa, como si preguntara ¿Y? ¿Qué harás ahora que lo sabes?

- Di que no es cierto... - se apartó de Yamagishi y cojeó hasta su hermana. - Nabiki... ¡Dime que no es cierto!

- No... no pensé que fuera a llegar tan lejos... - fue su escueta respuesta, habló como si no hubiese sido la gran cosa.

Akane se echó atrás y el mayordomo la tomó del brazo.

- Será mejor que descanse. - dijo viéndola en shock.

- Yo iré con ella. - Se ofreció Kasumi que en últimas fechas había estado muy servicial con su hermana, ahora sabían por qué. Akane no dijo nada, pero negó lentamente con la cabeza.

- No se preocupe señora, yo mismo me encargaré de ella. - sin darle tiempo a una respuesta, el mayordomo se la llevó, no sin antes dedicarle una larga y dura mirada a las otras dos hermanas.

.-.-.-.

- Señorita Akane. - Sintió que la agitaban y ella inmediatamente abrió los ojos, al final de cuentas, no estaba dormida, solo había estado intentándolo. - Tiene visita. - Yamagishi habló con entusiasmo.

- ¿Visita? - dijo con calma sentándose en la cama.

- Si, es el señor Saotome, está esperándola en el dojo. - El hombre pensó que eso la ayudaría, que la sacaría de ese shock emocional en el que había caído desde ayer pero no vio reacción en su rostro.

- ¿Puede decirle que en un momento bajo? - el hombre asistió y salió de la habitación para darle privacidad.

Akane se tomó su tiempo para estar lista, todo lo realizó con lentitud a sabiendas de que lo siguiente no sería un trago agradable. Se bañó y arregló de manera sencilla, eligió el primer conjunto de ropa que notó en su armario, coincidente o no, en tonos obscuros. Comenzó a bajar las escaleras y Yamagishi se apresuró a ayudarla, incluso la acompañó hasta el dojo.

- Gracias. - declaró soltándose de él, luego corrió las mamparas y entró en el lugar cerrando de nuevo tras de sí.

Cuando Ranma oyó las mamparas abrirse, se contuvo para no darse la vuelta rápidamente, no quería parecer desesperado por verla. Durante el juicio la había visto dúrate muy poco tiempo y tampoco la había visto detenidamente por el escándalo con Ukyo, pero incluso así, esas noches había estado soñando con la imagen de Akane vestida de gris con aspecto desolado y esperaba que ahora se encontrara mejor. No fue así.

El conjunto de blusa gris (de nuevo) y falda negra acinturada y más abajo de las rodillas solo remarcaban la delgadez de su figura, la palidez de su piel y las anchas ojeras que enmarcaban sus ojos sin brillo.

- Akane. - La nombró con tristeza. Despedirse de ella sería más difícil de lo que pensaba.

- Ranma. Quiero... pedirte una disculpa. - Agachó la cabeza. - Debí haber confiado más en ti. - Santo Dios, eso sacó de juego a Ranma que esperaba su desprecio, insultos y reclamos. A pesar de no haberlo acusado en el juicio, suponía que su padre le habría contado lo que escuchó.

- ¿De... de que hablas Akane? - Confundido dio un paso más en dirección a ella, quien no estaba muy lejos de la puerta y él había permanecido cerca de la pared contraria.

- Aunque también hay que reconocer que, en parte, fuiste tú quien se quedó callado y no me explicaste nada. Ryoga fue muy insistente y Ukyo muy convincente. Perdóname, si no hubiera dudado, tal vez te hubieran sacado antes de la cárcel.

- ¿Qué fue lo que te dijo Ryoga y Ukyo? - Estaba muy confundido por sus palabras, pero estaba más urgido por saber sobre esos dos, de Ryoga a estas alturas se esperaba cualquier cosa, de Ukyo no sabía que pensar.

- Me hablaron de tu trayectoria como secuestrador. - Ranma cerró los ojos sin saber cómo defenderse. - Me dijeron que eras un asesino y un violador. - Ranma entró en pánico.

- ¡Eso es una mentira! ¡Yo nunca he matado a nadie! ¡Tampoco he tomado a una mujer por la fuerza! ¡Te juro Akane que yo no hice eso! - Se acercó más a ella.

- Lo sé. - Akane tragó duro, no quería ponerse a llorar, debía aguantar si quería terminar esta conversación. - Lo supe cuando Ukyo te abrazó en el juzgado. Habló cosas horribles de ti y ahí estaba, abrazándote y apoyándote como buena novia. - Porque ese era otro tema que Akane necesitaba aclarar, ¿esa relación seguía vigente?

- Ella... ahora está muerta. - Aclaró y Akane quiso haber sido más amable, pero él siguió hablando. - Pero quiero aclarar que ella no era mi novia. Ella y yo tuvimos algo cuando éramos muy niños y no duró demasiado, nunca me interesó de esa manera. Era una buena amiga, nada más. No puedo creer que te haya dicho esas cosas sobre mí. - Consternado se sobó las sienes.

- No estoy mintiendo Ranma. - Habló ofuscada.

- No, no, no es eso. - aclaró. - Yo te creo Akane. Es solo que nunca me esperé esa traición de su parte.

- A veces... las traiciones vienen de quien menos esperas. - dijo pensando en los acontecimientos recientes, pero no se molestó en explicarle nada, era la última vez que lo vería y no pensaba desperdiciar el momento quejándose de su vida.

- Si estoy aquí es precisamente para pedirte perdón, Akane. - se terminó de acercar a ella con todas las agallas que le quedaban, y al igual que hubiera hecho con su madre, se tiró al suelo sobre sus rodillas.

- ¿Qué estás haciendo? - lo miró incrédula.

- Perdóname Akane. - Puso la cabeza sobre el suelo. - Perdóname por lo que te hice.

- Pero Ranma...

- Tú sabes que tenía a mi madre enferma, pensé que no tenía opción, pensé que era mi única salida.

- Ranma. - se dejó caer frente a él y apoyó sus manos en los hombros masculinos.

- Tú padre iba a ser el último, te lo juro, y cuando cambiaron el objetivo a ti, pensé en no hacerlo, por Dios que pensé en no hacerlo, pero mamá empeoró y tuve que...

- ¡Ranma! - Pidió para que se calmara, nunca lo había visto llorar. - Lo sé, lo entiendo. Yo te perdoné hace mucho, aquellos días cuando me hacías compañía y velabas por mí.

- Pero... pero Akane. - Levantó la cara confundido. - ¿No estas oyendo lo que te estoy diciendo o no me estás entendiendo? ¡Yo fui quien te secuestró! ¡No estoy hablando de ser solo el hombre que estaba metido en una banda delictiva cuyo trabajo era alimentarte! ¡YO FUI EL MALNACIDO QUE TE SACÓ DE TU PROPIA CAMA Y TE ENTREGÉ A LOS HOMBRES DE KANAZAWA! - La había tomado del rostro para enfatizar la información, esa información que tanto le había costado decirle.

Ranma por un momento pensó que ella simplemente no dimensionaba aquello, que como no habían habido pruebas, ella no estaba consciente de ese detalle, que de alguna forma ella creía que su trabajo era como el de Kasai o Yagi y que le atribuía todo lo demás a el resto de hombres de Kanazawa, porque realmente eso nunca se había mencionado en el juicio.

- Pero Ranma... - ella lo miró confundida. - Eso lo supe siempre. - Ranma quiso morir en ese mismo instante, con lentitud la soltó.

- ¿Có... cómo...

- Nadie tiene tus ojos azules. - completó.

El joven Saotome dejó caer sus brazos laxos a sus costados, tratando de recordar si cuando la sacó de su casa se habían visto a los ojos, y entonces un flechazo le atravesó el cerebro.

"- Vamos Ranma... tú puedes hacerlo. - Se auto animo mentalmente cuando ya colgaba de la cornisa de la ventana de esa tal Tendo Akane. - Será la última, será la última. Es por mamá, solo y únicamente por mamá. - Dio un vistazo dentro de la habitación y vio como la joven, acostada sobre su cama, dejaba caer un vaso que hasta el momento era sostenido en su mano. - Es ahora, ella se ha dormido, no sabrá que está pasando hasta que despierte. - En menos de un segundo abrió la ventana, entró al cuarto más rápido de lo que entraba la brisa de invierno y se posicionó sobre la chica. Su vista enfocada en el fino cuello donde instaló sus dedos y presionó hasta desmayarla.

Sin poder evitarlo, sus ojos vagaron por el rostro de la muchacha, el color almendra oliva despacio se perdió tras los parpados juveniles."

- ¿Lo... recuerdas? - Preguntó saliendo de sus memorias.

- Siempre he tenido problemas para conciliar el sueño. - intentó acercarse al verlo en tal estado.

- No estabas dormida. - Afirmó para sí. Ranma no sabía a ciencia cierta como era que había olvidado aquello, tal vez porque en su momento pensó que había sido un reflejo involuntario, o tal vez porque a modo de defensa el mismo había bloqueado el recuerdo.

- No.

- Siempre supiste quien era yo.

- Si. Todo el tiempo.

- ¿Y no me odias?

- No, al principio te tenía miedo, pero se disipó rápidamente, eras el único que me ayudaba y luego nos hicimos cercanos, no podía odiarte. Nunca podría odiarte. - remarcó tomándole el rostro. - No sabes lo mucho que significas para mí. - su voz afectada y enamorada.

- No Akane, tú no sabes lo que TÚ significas para mí. - pegaron sus frentes y se dieron cuenta que ambos lloraban.

Akane por un momento pensó en mandarlo todo al diablo, quedarse con Ranma y vivir felices. Ranma pensó en algo similar, sería muy fácil llevársela y huir juntos. Sus miradas no se desconectaban y como si fueran dos imanes destinados a encontrarse comenzaron a acercarse, estuvieron tan cerca que pudieron sentir un leve calor desprendiéndose de los labios contrarios.

- A... Akane... - Ranma fue el que se echó atrás, si la besaba ahora era probable que la tomara en brazos y la secuestrara nuevamente, y aunque no fuera en el mismo sentido ni planes que las otras veces que se la habían llevado, Akane valía mucho más que eso, en este caso, la chica que se robaría y convertiría en la mujer de un don nadie.

- Ranma... – Susurró sin abrir los ojos. Ranma la contempló, sus parpados cerrados, sus pestañas negras mojadas que no contenían las lágrimas que se escurrían en sus mejillas rojas, sus labios llamándolo en un suspiro doloroso.

- Espero que estés bien, Akane. - no podía ser tan egoísta como para atar a Akane a una vida de "gitanos" huyendo a donde sea que fueran porque Tendo nunca los dejaría en paz, ¿qué clase de vida sería esa? Ella tenía todo lo que pudiera desear, y como había dicho Soun, Akane iría a una buena universidad, se prepararía y viviría en ese mundo a los que solo pocos acceden, la crema y nata de la sociedad, ¿por qué ella querría cambiar un brillante futuro por estar con él? Todas las desgracias de la muchacha habían comenzado por él, así que, ¿con que cara podría pedirle algo como eso? - Tengo que... irme... - El corazón de Akane se contrajo dolorosamente. Ella abrió los ojos rápidamente.

- Podemos resolverlo, ¿No? Aún eres mi prometido, ¿cierto? - preguntó. Aun contra las amenazas de Soun, si él quisiera, ella lo seguiría hasta el mismísimo infierno.

- E... eso fue cosa de nuestros padres, cosa de Happosai. - Akane se colgó de su cuello y lo abrazó con fuerza-

- Ranma, yo te...

- No. - La interrumpió a sabiendas de lo que diría.

- ¡Pero yo... - comenzó a llorar.

- ¡No! - la separó. - ¡Yo solo te ayudé por compasión! ¡Fue todo! Creo que pudimos haber sido grandes amigos, pero fuera de eso... - se tragó las lágrimas que pujaban por salir. - No hay más.

- ¿Nu... nunca sentiste nada por mí? - la cuestión estaba cargada de miedo. Lo observó congelada.

- Lo... lo siento... - bajó la cara. - Me tengo que ir... - dijo levantándose, y pensando que era lo mejor para ella, salió del dojo.

Que idiota. Se dijo a sí misma sintiéndose ridícula, tantas fueron sus ganas de sentir que alguien la quisiera que se había inventado una historia en su cabeza.

Se levantó del suelo lentamente y salió también del dojo.

- Señorita Akane. - La llamó Yamagishi, había visto salir a Saotome en malas condiciones y apresurado había regresado a buscar a Akane, fue cuando la vio salir del lugar.

La muchacha Tendo caminó sin rumbo, el mayordomo hubiera deseado hacer algo por ella, pero cada que intentaba sostenerla o hablarle ella lo evitaba y liberaba, era como si el mínimo tacto o palabra la lastimara, respiraba profundamente y ni siquiera le importaba que la férula de su pie ahora estuviera sucia o que fuera a lastimarse por el esfuerzo que estaba haciendo.

Sus pasos vagaron durante un rato y cuando acordó, estaba cerca de la cochera, de pronto habló.

- Vamos a salir.

- Pe... pero señorita Akane...

- ¡Quiero salir! - le gritó al pobre hombre... -Pe... perdón... - intentó disculparse tras ver la cara del servidor.

- Iré por las llaves. - dijo sin más, entendiendo que la chica no tenía un buen momento y supuso que, si no la llevaba él, lo terminaría haciendo por su cuenta. Minutos después, cuando ya estaban dentro del auto, preguntó. - ¿A dónde vamos? - La respuesta no lo sorprendió en realidad.

El trayecto fue sumamente silencioso, por alguna razón el ruido de la ciudad lo oía lejano, como en un sueño, y definitivamente Akane hubiese querido cerrar los ojos y estar en su cama con la mano de Ranma sobre la suya, como esas noches cuando no podía dormir. Como cuando durmieron juntos en el dojo de Nerima.

Akane bajo sola del automóvil, no quiso la ayuda del mayordomo y con un suspiro el hombre la esperó de pie recargado en el auto, creyendo que ella necesitaría privacidad para desahogarse.

- ¡Ya voy! - se oyó la voz de la mujer mayor luego de los constantes toquidos. - A... Akane. - La nombró tan pronto la vio.

- ¡Nana! - se tiró a sus brazos llorando. No había podido evitarlo, a pesar de haber hecho un trato con su padre de no volver a verla, necesitaba de ella, de su amada nana, de su cariño en esto tan difícil, estaba dispuesta contarle todo de principio a fin, de Ranma, del secuestro, del legado, de las amazonas, de Ryoga, del juicio, y de las locuras que habían hecho o pretendían hacer sus hermanas. Pedirle ayuda con su corazón roto. - Nana... - sus lágrimas escurrieron de sus ojos ya no pudiendo retenerlas más. - Todo es horrible... todo está mal, ya no sé qué hacer, ya no puedo más.

- Cariño, pero ¿qué haces aquí? - La separó de si y Akane pensó que su nerviosismo se debía a las amenazas de Soun.

- ¿Puedo pasar? - Contestó con otra pregunta. La mujer se quedó casi estática y Akane se adentró en la casa tomando aquello como un sí.

Dentro, el lugar se notaba desordenado, desde el genkan con varios zapatos regados que en un principio pareció no notar hasta que vio como la mesilla baja del comedor estaba repleta de papeles y a su lado un viejo futón se extendía, que dedujo, había sido hasta hace algunos minutos el lecho de la señora por la bata olvidada a su lado, cosa rara para ser medio día; la encimera que separaba de la cocina estaba llena de botellas vacías, algunas de jugos, leche y latas que reconoció como cerveza.

- ¿Desde cuándo Makoto bebe? - pensó, fue cuando prestó más atención al entorno. Además, el ambiente se notaba, a su gusto, tétrico, ya que todas las cortinas estaban echadas y había poca luz dentro.

- Di... Disculpa el desorden, lo que pasa es que tengo invitados y ayer nos dormimos hasta muy tarde. - "explicó"

- Ah... siento si llegué en un mal momento. - dijo limpiándose la nariz con el dorso de la mano. - Es que necesito hablar contigo, no importa el desorden. - dijo comprensiva.

- No, no, ¿porque mejor no hablamos fuera?

Akane asistió un poco desconcertada, pero le daba igual hablar en la casa, en el jardín o incluso sobre el auto.

- Si, no hay problema. - Iba a darse la vuelta cuando una imagen sobre el comedor la detuvo, luego, por inercia, sin creer lo que veía, se acercó a comprobar que su vista nublada por las lágrimas no la engañaba. Y no, no estaba equivocada.

- ¿Qué hace una foto de Nodoka aquí? - La tomó entre sus manos y al hacerlo, vio que debajo había una fotografía de Ranma, la levantó con más curiosidad y había una de Genma, movió la vista y notó la imagen de Ukyo rayada en rojo, más allá estaba la foto de su mayordomo, e incluso una del abogado defensor de los Tendo y otra de los Saotome, sin contar que prácticamente había un álbum completo de su familia.

- ¿Qué... qué es esto? - agitada volteó a ver a Makoto.

- Puedo explicarlo Akane...

- Makoto, ¡¿Qué significa esto?! - agitó entre sus manos las fotografías que había tomado.

- No es lo que crees...

- ¡¿Quién está haciendo tanto maldito alboroto... - La voz de Kasai murió en su garganta al ver a la chica de pie junto a la mesa del comedor cuando salió del dormitorio. Luego, puso una sonrisa y dijo. - ¡Conque la princesa nos está visitando!

- No... esto tiene que ser una maldita broma... - dijo apenas en un susurro. - Una jodida y asquerosa broma... ¿Makoto? - la llamó desesperada.

- Yo... ¡Él me obligó! - lo señaló sin saber que más decir mientras Kasai soltaba una risotada. - Yo no quería mi niña. ¡Él me obligó! ¡Me amenazó! - se acercó y tomó las manos de Akane entre las suyas quien inmediatamente se apartó.

- No... no por favor... esto no está pasando. - negó la joven retrocediendo.

- ¡Para de una vez vieja! - La tomó de un hombro y la jaló hacia atrás adelantando el paso él, puso su gran mano sobre el cuello de Akane y la estrelló contra la pared.

- Me parece tan chistoso como al gran Soun Tendo se le escapó revisar el árbol genealógico de la nana de sus hijas. - Se rio con ganas. - Verdad, tía Makoto.

- ¡Déjala en paz! ¡Suéltala ya! - exigió la señora.

Akane siguió llorando, no por el dolor, sino por la enorme traición de su nana, precisamente de ella... ¿Cuantas veces no le había dicho que la quería como a una hija? En su mente una tira de imágenes pasó rápidamente, todas ellas con recuerdos desde niña hasta su último cumpleaños.

- ¿Porqué? - preguntó viendo a la mujer.

- Porque es una ambiciosa de mierda. - Contestó en tono jocoso el hombre. - No le bastaba con su buen salario y vivir en una mansión, quería un buen colchón para su retiro, ¿Verdad tía?

- ¡Kentaro guarda silencio! - Lo amonestó. - Lo que pasa Akane...

- ¡Con un demonio! ¡Dejen dormir! - El mismísimo Kanazawa apareció desde el dormitorio.

- ¡Mire lo que trajo el viento jefe! ¡Es la princesa! ¡Ella solita vino hasta nosotros!

- Vaya, vaya... - le hizo una seña a Kasai para que se alejara y se acercó lentamente a la chica, de paso, removió algunos papeles de la mesa y encontró lo que buscaba. Un arma. - Que buena y bonita coincidencia princesita. - Le puso el arma sobre el estómago.

- Por... por favor, déjela, no le haga daño. - Pidió Makoto acercándose paso a paso, al parecer si tenía sentimientos por Akane, de una forma retorcida, pero los tenía.

- Cállate vieja.

- No le haga nada... por…

- ¡Cállala Kasai o le meto un tiro entre las cejas! - El hombre se puso tras ella y le tapó la boca con fuerza reteniéndola.

- Mira lo bajo que caímos por tu culpa niña. - Le habló cerca de la cara. - Recluidos en una casucha de mala muerte mientras la policía nos busca, sin aliados, sin dinero, sin más que lo que tenemos puesto, y claro, esta arma, la cual en unos momentos te voy a vaciar encima. - Le puso la pistola en la frente. - Tu maldito padre nos tiene acorralados, pero antes de que me toquen un solo pelo, te voy a matar y dejaré tu cuerpo como un mensaje de "paz", así sabrán que no se pueden meter conmigo.

- ¿Por qué me hiciste esto Makoto? Confiaba ciegamente en ti. - Ella no miraba al matón que le acababa de jurar la muerte, miraba a su nana. - Hubiera metido las manos al fuego por ti, hubiera dado mi vida por la tuya. - Lloró más mirando directamente los ojos de la señora que comenzaron a lagrimear, no podía contestar, aún tenía la boca tapada.

- ¡Qué tierna! - Se burló Kasai mirando a la que sostenía. - Apuesto que para mi tía no fuiste tan importante, nos dio sin chistar todos los detalles de tus horarios de clase y tu escuela, los planos de la casa, el número de guardias y la localización de todas las cámaras de seguridad. Sombra no tuvo ningún problema en localizarte. Mejor dicho, Saotome no tuvo ningún problema. - Remarcó el apellido.

- Saotome, otro idiota que me la debe en grande. - Dijo Kanazawa. - Va a ser el siguiente en mi lista. - Quitó el seguro del arma y... Akane dobló la rodilla, el golpe en la gran panza del señor y el posterior golpe en la cabeza hizo que el hombre soltara la pistola y cayera al piso sin gracia. El último rastro de inocencia de Akane había muerto.

Kasai soltó a su tía y fue a golpear a Akane, no llevaba arma, y pensó que le sería fácil la batalla contra una adolescente incapacitada, la sorpresa se pintó en su rostro cuando ella le golpeó la mandíbula tan fuerte que probablemente la hubiera roto. Esta no era la niña débil que habían mantenido encerrada en un pequeño cuarto frio y obscuro, era una mujer curtida en poco tiempo, no solo físicamente, también su alma se había terminado de templar y no tuvo compasión cuando de nuevo se acercó a Kasai y le pateó las costillas, luego las piernas y la cabeza, estaba furiosa recordando la agonía que ese hombre le había hecho pasar, además de desquitar de alguna manera todo el dolor que sentía.

- ¡Maldita! - Se le entendió a la sofocada voz. Akane volteó notando que Kanazawa le apuntaba, pero a estas alturas, Si me dispara me haría un favor. Resonó una parte de su conciencia. Que lo haga, que dispare de una vez. Contuvo la respiración esperando el disparo.

El estridente sonido resonó en la pequeña casa.

- ¡Ahh! - gritó de dolor. Akane no sabía si era los hechos recientes, pero no intentó nada al ver caer a Makoto al suelo con la bala sobre el corazón, se había cruzado para salvarla. - A... Akane.

- No te muevas. - Ordenó Kanazawa viendo como la mayor le extendía la mano y Akane se quedaba estática, más que obedecer no sentía ganas de hacerlo. - Muere perra. - El nuevo estallido hizo a Akane cerrar los ojos, y no de susto o dolor, por el contrario, de nuevo la habían salvado.

- ¡Con una mierda! - se quejó el hombre cayendo al suelo con la bala atravesándole el muslo.

- ¿Se encuentra bien señorita Akane? – preguntó Yamagishi mientras pateaba la pistola de Kanazawa lejos de él había entrado alertado por el escandalo, luego veía con cara apenada a Makoto pensando que era otra víctima y al final revisando que efectivamente Kasai estuviera inconsciente.

- Llama al equipo de Soun. - se limpió los restos de lágrimas que no habían terminado de secarse. - Dile que encontramos a Kanazawa y a Kasai, ellos saben quiénes son. - Avanzó a paso lento esquivando a la mujer.

- Mi... mi... niña... - la llamó una vez más Makoto.

- Señorita... - Yamagishi la nombró al ver que no le hacía el mínimo caso y que estaba muriendo.

- Por cierto, también diles que Makoto era la pieza que les faltaba, ella fue quien le puso el primero de tantos precios a mi cabeza. - agregó sin expresión, volteando a verla por última vez. Yamagishi entendió lo que significaba e inmediatamente sacó su celular y se puso a hacer llamadas, a saber si era al equipo de Soun, a una ambulancia o al mismo emperador, a Akane no le importaba. - Adiós Makoto, que te vaya bien a donde sea que vayas. - Dijo fríamente. La ex nana balbuceo algunas silabas alargando aún más la mano, sus ojos lloraron mientras su piel se volvía cada vez más pálida.

- Pe... perd... perdo... - Pero Akane salió del lugar, ni siquiera por compasión se quedó a escuchar sus últimas palabras, mucho menos a acompañarla en sus últimos segundos de vida.

Se subió al auto y no supo cuánto tiempo pasó hasta que Yamagishi entró en el vehículo y arrancó.

- Los elementos de la agencia de seguridad se quedarán resguardando a esos delincuentes, pronto estarán en la cárcel y estoy seguro que se pudrirán en ella. - Habló, pero Akane no tuvo reacción. - La señora... - decidió omitir el nombre por respeto a Akane. - Ella murió antes de que llegaran los servicios de ayuda. - dijo con cuidado, pero tampoco hubo respuesta. El camino de regreso a la casa Tendo fue aún más silencioso que el de ida.

Cuando el auto estacionó frente a la casa, Yamagishi bajó inmediatamente y abrió la puerta de Akane esperando que le diera la mano y ayudarla a bajar, pero nada pasó.

- Señorita, hemos llegado, estamos en casa. - Nada. - Señorita Akane. - Esperó unos segundos, pero ella seguía observando el respaldo del asiento delantero. Suspiró y sin más remedio la cargó.

Iban subiendo ya las escaleras cuando ella habló por fin.

- Debo... debo ser una basura, ¿No? - Yamagishi le observó sin terminar de procesar aquellas palabras horribles. - Tan poco valgo como persona, que mi único valor es el del dinero o lo que pueden obtener de mí.

- No diga eso. - Respondió al ponerla en su cama. - Nunca vuelva a decir eso. - le rebatió molesto poniendo sus manos en las mejillas de la chica.

- ¿Porque nadie me quiere Yamagishi? - su cara parecía inmutable y el mayordomo se preguntó si se debía a que ella ya había agotado su reserva de lágrimas.

- Señorita, yo...

- ¡Akane! - Entró Soun y el hombre se apartó. Akane necesitaba a su padre, tal vez, solo tal vez, al verla así, reaccionara de una buena vez y la tratara con amor.

- Si ella fuese mi hija... - negó con la cabeza antes de salir.

- ¿Estás bien? ¿Te lastimaron? - preguntó arrodillado frente a ella. Había tratado de localizar a Tofu para que estuviera ahí y atendiera cualquier mínima herida que ella pudiera tener, pero su celular estaba apagado. - Akane, contesta. - pidió palmeando ligeramente sus mejillas, seguido a eso, revisó su cuerpo con la mirada y no había indicios de nada. - Al parecer solo estás asustada, ¿Cierto? - movió su rostro con sus manos hasta enfocarlo en el de él.

- No... asustada no estoy...

- ¿Qué? - Preguntó confundido.

- Siento muchas cosas, pero no es susto...

- ¿De qué hablas Akane? - Le soltó el rostro despacio sin entender a lo que se refería.

- Quería morir Soun. Ahí mismo. Quería que la bala atravesara mi cuerpo y morir de una buena vez.

- ¡¿Qué son esas tonterías niña?! - Le dio la espalda echando sus manos al aire, luego respiró profundo y se dijo que estaría en una clase de ataque de ansiedad o algo parecido.

- Hoy te lo diré.

- ¿De qué hablas? - la miró de nuevo, sin saber a que se refería.

- Te diré todo lo que pienso y siento, y tendrás que escucharme, porque será la única y última vez que te lo diga. - Su expresión no denotaba nada, absolutamente nada. Su mirada seguía a Soun a donde quiera que él se moviera.

- Creo que deberías descansar, tómate un tiempo para tranquilizarte y luego podremos hablar. - Caminó hacia la puerta, no tenía intenciones de oírla, no quería hacerlo, no era bueno para procesar ni sus sentimientos, menos los ajenos y mucho menos los de Akane.

- Creo que odio a mamá. - Habló como si el hombre le hubiese dicho que continuara hablando. Tendo se congeló dónde estaba y regresó su vista a ella. - Su muerte fue hace tanto tiempo que hay lapsos en los que no puedo ni recordarla. Hay veces que la echo mucho de menos porque me siento terriblemente sola, pero otras, como ahora... creo que la odio.

- ¡¿Qué estupidez estás diciendo?! - reclamó

- La odio por habernos dejado, la odio por haber confiado en ti nuestro cuidado y sobre todo la odio por haberse muerto sin mí. - Soun se petrificó al oír aquello y sus piernas comenzaron a perder fuerza, tuvo que sentarse en la silla acolchada adjunta a la cama. - Siempre he pensado que debí haber muerto yo. No sabes cuantas veces lo he deseado, cuantas veces le rogué a Dios para que mi ceguera fuera algo mortal y me llevara con ella.

- Akane... no... - intentó decir, pero no pudo completar nada. Entonces ella siguió hablando comprendiendo que su padre le daba la razón.

- Conforme fui creciendo, me di cuenta que mi deseo era egoísta, ya no podía hacer nada al respecto, entonces, mi deseo cambió. Ojalá hubiese muerto yo en su lugar, así todos serían más felices.

- De... detente...

- Si yo hubiese muerto en su lugar, Kasumi y Nabiki tendrían a su madre, no les hubiera hecho falta su amor y tu tendrías a tu esposa y no te hubieras convertido en esto que eres ahora.

- Es... suficiente. - pidió con voz baja, de alguna forma las palabras de Akane parecían un hechizo que le impedía moverse físicamente.

- No, claro que no. - Le aclaró aun mirándolo fijamente. - Todos estos años, ha sido un mal padre Soun y a pesar de todo me esforcé lo más que pude para que un día voltearas a verme, para que un día dejaras de odiarme.

- Yo no te odio. - logró decir nítidamente.

- Claro que lo haces y también me culpas por haberte quitado a tu esposa. Y me detestas aún más porque me parezco terriblemente a ella y te la recuerdo cada que me vez, por eso incluso te cuesta mirarme, oírme, convivir conmigo.

- No... no es... - Soun reconocía que en esto último si tenía razón, hasta hace algunos meses mirarla le dolía, pero luego de tanto...

- No es una pregunta. - Le aclaró. - Como sea que sean las cosas ahora, no puedo hacer nada. - Permaneció callada unos segundos y Soun pensó que había terminado, se equivocó.

- El día en que regresé a casa, después del primer secuestro, pensé que finalmente habías vuelto a quererme, aunque fuera tan solo un poco. Fue muy cruel de tu parte mostrarme atención si no era así, luego me abandonaste en esta enorme casa en medio de extraños y en verdad sentí que me estabas castigando.

- No, claro que no. Tú sabes que no estábamos seguros de que no hubiera un soplón dentro de la casa y... - intentó explicarse, pero ella lo interrumpió.

- Y tenías razón. Pero tú tampoco te quedaste, tampoco mis hermanas y en ese momento si estaba asustada, mucho, tenía terror, todas las noches soñaba con todo lo que pasé ahí. Tal vez nunca escuchaste mi declaración completa porque siempre me hiciste hacerla con el abogado, pero te la voy a resumir. - Soun perdió color, no quería oírla, no tenía valor para escuchar esos horrores.

- No es nece...

- Estuve amarrada por días, no les importaba si comía, mucho menos si hacía mis necesidades sobre mí misma, me golpearon varias veces, casi fui violada en más de una ocasión. - Soun, el hombre de más de 1.75 metros, corpulento, magnate empresario y despiadado negociante... comenzaron a caerle las lágrimas de los ojos, no solo por las duras palabras de su hija, sino por la forma en que las decía, como si nada le importara, con una mirada vacía, sin sentimientos. - Estuve en mi más grande miedo todo el tiempo, la oscuridad, y, ¿Sabes cuál fue la única razón por la que no me pasó la gran cosa? Fue por Ranma. Todo el tiempo desde que llegué estuvo cuidando de mí. - declaró.

- Él te secuestró. - Quiso gritar, pero su voz no salió de esa manera, solo algo parecido a un murmullo.

- Siempre fui muy consiente que él había sido quien me sacó de casa, pero él fue quien me alimentó noche tras noche, salvaguardó mi dignidad, mi integridad como mujer y persona. RANMA ME SALVÓ. ¿Acaso creíste esa estupidez de que por instinto salí nadando del barco? Por supuesto que no, yo no sé nadar. Nunca aprendí a hacerlo. Ranma hundió el barco y me sacó de ahí, corrió varios kilómetros cargando conmigo y me dio instrucciones de que hacer para que te contactaran, sino hubiese sido así, probablemente, como él mismo me advirtió, no hubiera regresado a casa.

- Yo hubiera hecho que regresaras a casa.

- No eres omnipotente Soun, hubiera caído en manos de Kuno y no tengo la menor duda de que me hubiera convertido en su esclava. Nunca hubieras vuelto a verme. Lo mismo cuando me secuestró Taro, aunque él ya no quería precisamente dañarme, solo por su orgullo, nunca me hubiera entregado de no ser porque Ranma nos encontró y lo hubiese matado de no ser por Happosai, no por ti. Luego, de las amazonas, no, tu poder y dinero nunca hubieran podido salvarme, y de Ryoga tampoco. - Mudo se quedó el hombre. - No te lo recrimino Soun. - Le aclaró al ver su cara desencajada.

- Si yo hubiera podido... - comenzó lentamente. - Hubiera movido el mar y el cielo por encontrarte.

- ¿Para qué? Tienes que comenzar a aceptar que si no me quieres como hija no puedes tenerme como pieza coleccionable. Ya me cansé que solo por soberbia pretendas tenerme encerrada, como un alfil que usas en tus jugadas. Solo quieres tenerme de adorno en las exhibiciones de galas y eventos benéficos, como una buena muchacha de familia que es digna de orgullo, pero ya no quiero ser eso. Ya me cansé.

- Akane, no eres una pieza...

- Claro que lo soy. De todas maneras, ahora mismo, después de tanto, sigo pensando que hubiera sido mejor morir.

- Para de decir eso.

- Ojalá me hubiera matado Kanazawa.

- Para...

- Ojalá me hubiera ahogado. Ojalá me hubiera matado Taro.

- Akane...

-Ojalá me hubieran matado las amazonas, ojalá me hubiera matado Ryoga.

- ¡Ya basta! ¡¿Qué rayos se te ha metido en la cabeza?! - Se levantó y la tomó por los hombros sacudiéndola. - ¡Tú no eres así! - le gritó desesperado.

- ¿Y cómo lo sabes? Tu no me conoces. No sabes quién soy. De hecho, creo que nadie de esta familia sabe quién soy.

- Hija... - la llamó mientras se sentaba frente a ella en la cama. - Yo, tus hermanas...

- ¿Mis hermanas? - preguntó. - ¿Nabiki que me vendió a Kuno... o Kasumi que quiere usarme como experimento?

- ¿Qué? - No entendió hasta que ella le explicó e incluso deseo no haberse enterado de tales cosas.

- ¿No te lo dijeron? Nabiki prácticamente me vendió a Kuno y Kasumi quiere hacer algunos experimentos conmigo para tener un bebé. La verdad a veces me pregunto que hice mal, antes de que se fueran de casa parecían quererme.

- Voy a hablar con ellas, haré que...

- No, ya no tiene caso. Ni ellas van a cambiar, y creo que... no sé... ya no me importa. ¿Te dijeron que vino a verme Ranma? Pensaba cumplir con mi palabra de no volverlo a ver, luego se me olvidó, me disculpo por eso... pero, al final, resultó que Ranma tampoco siente nada por mi... ni siquiera él... - fue el único momento que ella bajó la mirada. Tras unos segundos volvió a mirarlo. - Quisiera que hubiera sido diferente, todo, pero esto es lo que hay, ni yo soy la hija que quieres, ni tampoco tu fuiste un buen padre Soun. - Aguardó unos segundos y agregó. - Es todo, ya no tengo nada más que decir. Puedes irte.

En automático Soun se levantó, quería decirle a Akane tantas cosas, pero no tenía valor. Salió del cuarto y se recargó contra la puerta. Lloró en silencio durante un tiempo sin saber que hacer, ¿Qué hice? se preguntó frustrado, ¿Cómo dejé que esto pasara? Akane está destrozada... Se sobó la cabeza. No sé qué hacer. ¡no sé qué demonios hacer! Asustado miró al techo, ella ni siquiera tenía ganas de seguir viviendo.

- Señor Tendo, ¿Se encuentra bien? - Preguntó su asistente. Soun solo pudo limpiarse la cara y asistir. - Dice el abogado que tenemos que ir de inmediato para cerrar los trámites contra Kanazawa y el otro tipo, además de rendir declaración sobre la señora Makoto.

- Vamos. - dijo sin más. Necesitaba tiempo para pensar en que hacer y descargar un poco su frustración en algo, regresando del juzgado, se dedicaría completamente a Akane, esta vez sin huir de su compromiso como padre.

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La noche cayó en la ciudad sin tregua, Soun salió de cierta manera más tranquilo del juzgado porque los maleantes pasarían solo por un juicio exprés, luego irían directamente a prisión. Sobre Kasai, se enteró que Akane, aquella niña lastimada, le había dado tremenda paliza dejándolo imposibilitado para hablar por la quijada rota, sobre Kanazawa, era un poco más tétrico, alguien, en las pocas horas que había estado detenido, le había cortado la lengua y sus declaraciones habían sido escuetas. Soun no podía asegurar nada, pero tenía el presentimiento de que Genma había movido sus bajas influencias para amenazar al hombre y proteger a su hijo. Sinceramente él también hubiese hecho lo mismo en su lugar.

Su prioridad ahora mismo, eran sus hijas, debía ocuparse de ello. Al llegar a la mansión lo recibió el mayordomo y anunció que la cena estaría servida en cinco minutos, Soun pensó que sería el momento perfecto para hablar con las tres chicas. Sin embargo, antes de aquel pequeñísimo lapso de tiempo, el guardia de seguridad en jefe entró corriendo al despacho.

- ¡Señor Tendo! ¡La señorita Akane no está!

A partir de ahí todo se volvió brumoso, nada había claro, solo que de alguna extraña y misteriosa manera Akane había desaparecido de nuevo. La gente de Tendo se movilizó por toda la casa, peinaron cada lugar y revisaron cada cámara, no había indicios de ella. Buscaron también en los alrededores de la propiedad y fue el mismo resultado. Fue una larga noche.

El reloj marcaba las 05:27 de la mañana cuando los insistentes golpes en la puerta de los Saotome despertaron a sus ocupantes.

- ¿Soun? ¿Qué haces aquí? - preguntó Genma desconcertado, tallándose los ojos para enfocar la visión.

- Saotome... - No sabía cómo preguntar aquello.

- Señor Tendo... - apareció tras Genma Ranma. - ¿Está todo bien? ¿Akane está bien? - se adelantó a su padre esperando la respuesta.

- Akane... Akane desapareció. - Un largo silencio se extendió por todo el lugar, durante minutos enteros nadie habló, luego, de un momento a otro, la cara de Ranma se descompuso en pura furia. - ¡Usted me lo prometió! - le atestó un golpe en la mandíbula. - ¡Me juró por su mujer que la iba a cuidar! - le dejó otro puñetazo sobre la mejilla derecha! - ¡Qué carajos pasó! - lo tumbó al suelo y lo siguió golpeando. - ¡Ahh!

Genma no se movió y aunque su esposa le rogó que hiciera algo solo negó con la cabeza acunándola sobre su pecho para que no viera la escena. Los pocos guardias que acompañaba a Soun intentaron meterse, pero Shimakura, su propio asistente, los detuvo, si su señor quisiera defenderse, estaría haciéndolo, él no quería ser defendido.

- ¡Maldito desgraciado! - Le gritó agitándolo de la gabardina que portaba. - ¡¿Cómo dejó que algo le pasara?! ¡Juró que la protegería! ¡¿Para eso la alejó de mí?! ¡¿Para eso me la quitó?! - otro golpe.

- Ranma, ya... - Genma se apiadó de su viejo compañero y tomó a su hijo por los brazos para alejarlo.

- ¡Suéltame! ¡Él lo juró! ¡Él lo juró! - lo señaló embravecido y, aun así, sus ojos estaban rojos y húmedos, de coraje, de impotencia, de rencor, de amor... Se dejó caer al suelo de rodillas, golpeando el piso, abriendo la carne de sus puños sin poder contener su frustración. - ¡ME LO JURÓ! ¡ME JURÓ QUE AKANE IBA A ESTAR BIEN! ¡MALDITA SEA! ¡¡MALDITA SEA!! - Su grito resonó a lo largo y ancho del bloque de departamentos...

Los días comenzaron a pasar de prisa, Tofu había sido localizado días después, resultaba que sin más había regresado a Londres debido a la constante insistencia de su esposa por tener hijos... y no es que el médico no quisiera tenerlos, pero creía que era cosa de tiempo, no problemas físicos, además, había descubierto el cambio radical de su esposa después de casarse, la creía una mujer amable y empática, cuando en las últimas semanas había demostrado ser lo contrario; todo aquello había terminado en una separación a la que no le veía pronto arreglo. Tras la desaparición de Akane se mantuvo en contacto con Soun por cualquier cosa, además de moverse por sus medios para encontrarla e incluso viajó a Japón un par de veces.

Happosai apareció a las pocas semanas, después de no haber querido declarar en contra de Ranma pero tampoco ponerse a su favor para no "declararse" contra Soun, había estado según sus palabras, haciendo una investigación. Si casi pierde la cabeza al enterarse de los acuerdos para que los herederos no se volvieran a ver, definitivamente casi se muere al saber que Akane estaba desaparecida de nuevo, que no solo no habían pistas de su paradero, sino que tampoco había posible culpable.

Sin embargo, en una de tantas revisiones a las cosas de la heredera Tendo, encontraron una nota dirigida a él.

"Maestro Happosai:

La tetera que me dio a guardar la dejé en la cocina del Dojo Tendo, entre tantos trastos seguro nadie la encontraría. El pergamino que me dio de cumpleaños, Tofu me llegó a comentar que también lo necesitaba, ese, la última vez que lo usé, lo dejé en la biblioteca de la mansión Tendo, entre los libros de acondicionamiento físico. Espero que, con esto, pueda cumplir su parte del trato con los líderes de los otros clanes."

Así de simple, sin nada más, ni pistas, ni comentarios, ni siquiera estaba firmada por Akane, solo sabían que era de ella al comparar la letra con la de sus cuadernos escolares. Sin embargo, si Akane se había molestado en escribir una nota para Happosai, se deducía que ella sabía que no estaría al regreso de este, por lo que las posibilidades de un secuestro por alguien ajeno se reducían, y otras tantas más les pasaban por la cabeza.

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Ranma suspiró con cansancio mientras caminaba a su casa, dudas que iban y venían taladraban su cabeza. Hace unos momentos se había despedido de Yamagishi, el ahora, ex mayordomo de los Tendo. Después de la desaparición de Akane el hombre había ayudado en todo lo que pudo, a pesar de los roces entre ambos, Ranma reconocía que el señor le había tomado mucho cariño a Akane, por lo que ahora, cumpliéndose 6 meses de la desaparición, Yamagishi había decidido renunciar a pesar de los excelentes beneficios y sueldo que le daban en ese trabajo, sin la presencia de ella, veía innecesaria su estadía ahí.

El joven Saotome se paró en una tienda de conveniencia y compró algunas cosas que necesitaban para la cena y mientras tomaba rumbo nuevamente volvía a rememorar todo lo que Yamagishi le había contado, por lo que también deducía que si se estaba yendo era porque no le simpatizaban las otras dos muchachas Tendo, y sinceramente a él tampoco.

- Han cambiado mucho... sobre todo la señora Kasumi, desde que el doctor está separado de ella, parece haber reflexionado sobre su actitud, en cuanto a la señorita Nabiki, el señor Soun la ha puesto a trabajar con él, prácticamente ha relegado a Shimakura a segundo término, y de hecho se rumora, que le ha advertido que no heredará nada. - Le había contado Yamagishi. - Cuando encuentren a la señorita Akane, avíseme por favor. - Pidió despidiéndose con una mirada triste. Ambos sabían que no era seguro encontrarla.

Ranma sabía perfectamente que no había garantía alguna de hallarla, la teoría más esperanzadora es que ella hubiese huido, pero no había pruebas de ello, nada, absolutamente nada; por otro lado, y la teoría que nadie quería aceptar mínimamente, era que la muchacha hubiera decidido acabar con su vida en algún lugar recóndito, pero tampoco había pruebas para ello.

- ¿Dónde estás Akane? ¿Dónde estás? - preguntó al aire antes de entrar en su casa. Estaba muy arrepentido de haberse alejado, estaba arrepentido de no habérsela llevado consigo, solo quería tenerla de regreso sana y salva. Se tomó su tiempo antes de entrar, no quería notarse tan decaído frente a su madre para quien también había sido un duro golpe, así que intentaría poner buena cara y hablar con optimismo, justo mañana saldrían a una expedición al norte de Japón a buscar un rastro.

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Nodoka limpió y acomodó con esmero la última fotografía que sacó de la caja de cartón antes de acomodarla en el librero, apenas era que tenía tiempo para hacerlo y era ya lo último por desempacar de esa mudanza, esperando que fuese la última luego de haber estado en tres departamentos diferentes. Hace ya casi dos semanas que habían llegado a esta casa de los suburbios y las cosas últimamente marchaban relativamente bien.

La amistad de Genma y Soun con el tiempo se había restablecido, sobre todo porque los Saotome habían sido un fuerte apoyo para los Tendo desde que Akane había desaparecido, incluso, y para alegría de Happosai, Ranma y Soun trabajaban juntos en la búsqueda y parecía que aquella guerra que había habido entre ellos en el pasado había sido olvidada con tal de recuperar a la chica, lastimosamente, ni con todas las habilidades de su hijo ni todo el dinero del empresario había sido suficiente para encontrarla.

Nodoka miró el reloj y se dio cuenta que ya era casi hora de irse a visitar a Kasumi, otro evento que en otros tiempos hubiera resultado impensable, sobre todo después de que Ranma le relatara las circunstancias y el desapego con el que había tratado a Akane antes de su desaparición, sin embargo, la cercanía con las familias las había hecho formar cierto tipo de amistad y se frecuentaban para hablar de todo y nada, aunque con regularidad las charlas siempre derivaban en la menor Tendo.

Se encargó de cerrar la vianda con galletas que llevaría esa tarde a la mansión Tendo y tomo su sombrilla para cubrirse del sol, salió de la casa y se tomó el tiempo para cerrar bien la puerta, luego se apresuró, debía alcanzar el autobús de las 3 si quería llegar a tiempo. Llevaba una cuadra andando cuando el sonido de un silbato llamó su atención e hizo que regresara su vista a la casa. Fuera había un repartidor de correos que sin notarla se acercó a la puerta y al no recibir respuesta, dejó algo en el buzón y se retiró.

La mujer tuvo la intención de seguir su camino, lo que sea que fuese podía esperar para cuando regresara, pero... un cosquilleo en la boca del estómago le hizo dar completamente la vuelta, hacer el camino hasta su casa y revisar el buzón.

Casi molesta por hacerle caso a un instinto tan tonto, abrió la tapa del buzón y sacó lo que había dentro, un sobre color blanco membretado a su nombre y la dirección del primer departamento donde vivieron luego de salir de la casa de los Tendo hace ya más de un año y medio. No tenía remitente.

Con curiosidad y con el cosquilleo haciéndose más fuerte a cada momento, dejó todas las cosas que ocupaban sus manos sobre el suelo y abrió la carta con impaciencia.

" Querida Nodoka. El corazón de la mujer se agitó en su pecho con vigor.

La verdad no sé si esta carta va a llegar a sus manos, siento que es una posibilidad que estoy dejando a la suerte, ya que este tiempo, me la he pasado tratando de evadir la posibilidad de que usted no quiera saber nada de mi luego de todo lo que Soun le hizo pasar a su familia. Nodoka se dejó caer al suelo y comenzó a llorar reconociendo de quien era.

Quisiera haberla visto por última vez, pero, no estaba pensando con mucha claridad, yo solo quería desaparecer y no pensé en nadie, en ese momento creía que a nadie le importaría, aun a veces lo sigo pensando, pero aún si usted no quisiera saber nada de mí, y en vista de que tampoco recibiré una contestación, me gustaría expresarle algunas cosas. La señora Saotome se tapó la boca ante lo que leía, si tan solo la joven supiera todo por lo que habían pasado este tiempo para encontrarla, lo mucho que ella la quería y extrañaba.

Nodoka, en poco tiempo se convirtió en mi mejor amiga, mi única confidente, la persona que más se acercó a darme un cariño de madre, no solo suplió el "afecto" que Makoto me daba cuando era mi nana, sino que de verdad me hizo sentir como una hija amada en ese corto tiempo y eso siempre se lo voy a agradecer. Cuando declararon el compromiso con Ranma en verdad me planté que usted se convirtiera en mi madre política y eso me hacía muy feliz. Me hubiera gustado poder pasar más tiempo con usted y hacer todas esas travesuras que ya teníamos planeadas a las espaldas de Ranma.

Si un día la vida me permite volver a verla, espero no me guarde rencor por nada, porque yo la quiero mucho.

Con cariño, Akane.

Abrazó el papel a su pecho, era una mezcla de sentimientos que no podía terminar de reacomodar. Sentía tristeza al saber lo que ella pensaba de su desaparición de la vida de las personas que la rodeaban, de la soledad que se percibía, imaginarla escribiendo esas líneas hacía que le doliera el corazón. También se sentía feliz porque Akane hubiera pensado en ella sobre otras tantas personas, incluso sobre su propia familia y sobre todo sentía esperanza, porque aquella carta significaba que estaba viva, ¿Cierto? Apresuradamente revisó la fecha al inicio de la hoja, era de hace más de cinco meses.

Desesperada se levantó del suelo olvidando las galletas y el parasol, ahora más que nunca debía ir a la casa Tendo.

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Ranma se aflojó la corbata, había sido un día muy cansado, hoy había sido su primera presentación como participante del próximo torneo de artes marciales, el señor Tendo había insistido en que se presentara vestido formalmente aunque el resto de competidores iban de trajes deportivos, sin embargo, Tendo lo había nombrado ante los medios públicos como su sucesor y no se podía permitir que se viera como otro del montón.

Las asperezas entre Tendo y Ranma habían sido dejadas en el olvido, al menos la mayoría del tiempo, en algunas pocas ocasiones en las que ambos estaban de mal humor, parecían volver a odiarse como en el pasado, sin embargo, la búsqueda de Akane los había unido y de hecho, aunque presentarlo como el patrocinado de Tendo era con buena fe, también era un acto público en el que tenían puestas sus esperanzas para que llegara hasta donde sea que estuviera la joven heredera, que al ver sus diferencias resueltas, regresara.

- ¿Todo bien Ranma? - Preguntó Tofu sentándose a su lado en el comedor.

- Dentro de lo que cabe... No sabía que estabas aquí.

- Vine a ver a Kasumi, hemos estado hablando, creo que es tiempo de que las cosas entre nosotros den un paso hacia el frente. - dijo sonriendo, luego de más de dos años en los que no se habían divorciado, pero si separado, al parecer, el amor había vuelto a encontrar camino entre ellos, ahora con más madurez.

- Me alegra escuchar eso. - Pronto la mesa se llenó, además de las familias Saotome, Tendo, Ono y Happosai, estaban presentes algunos miembros del clan Musabetsu y socios de Tendo que estarían trabajando en el patrocinio de Ranma, todos celebrando en esta comida el inicio de Saotome como peleador profesional.

Sin embargo, aún con el festejo, se podía sentir un aura de tristeza en el lugar, todos extrañaban a Akane y esperaban encontrarla pronto o al menos alguna pista que sirviese para encontrarla o para tener la certeza de que seguía viva a estas alturas. La carta que había recibido hace meses Nodoka, por más que habían buscado, no tenía rastro, algo incomprensible a lo que nadie le daba explicación, y después de ello, nada relevante había pasado.

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- Hola, buen día. Mi nombre es Tanaka Mika, soy corresponsal deportiva. Quisiera solicitar una entrevista con el señor Saotome Ranma. - Pidió la mujer en la recepción del dojo TDSports Tokyo.

- Lo siento señorita. Si necesita una entrevista, tiene que solicitarla directamente con el representante del señor Saotome.

- Eso había escuchado... pero es un sistema muy hermético, pensé que aquí tal vez pudieran ayudarme. - Puso su mano sobre el panel de recepción y dejó un sobre, la recepcionista sabía muy bien que era, no era la primera vez que intentaban sobornarla, así que molesta, sopló el sobre que solo se movió unos centímetros, lo cual significaba que tenía una cantidad considerable de billetes y contestó.

- Que pena con usted, pero, no, no puedo ayudarla. - Dijo en una sonrisa que denotaba burla. La mujer, ofendida y con mala cara, recogió su sobre y se retiró.

- Buenos días señorita Sasaki - Entró coincidentemente minutos después Genma, tras él iba Shimakura, su nuevo asistente.

- Buen día señor Saotome. - La mujer se puso de pie para recibirlo. Era la primera visita oficial que hacía el señor como el nuevo encargado de Dojos.

- ¿Todo bien por aquí? ¿Alguna novedad? -Preguntó con tranquilidad.

- No señor, ninguna. Las entrevistas para el suplente de la clase de niños ya están listas para comenzar, todo dispuesto como usted lo ordenó. - habló con una sonrisa extendiéndole una carpeta con todos los currículos de los aspirantes. - La maestra titular tiene un recomendado para que la supla mientras está en su permiso de maternidad. Me tomé la libertad de marcarlo con un adhesivo.

- Ya veremos, si es lo suficientemente bueno, puedo considerarlo. Estaré en la oficina hasta la hora acordada. Shimakura, por favor organice los últimos detalles de las pruebas.

- Si señor. - Genma se retiró.

- ¿Y qué tal tu nuevo jefe Katashi? - dijo coqueta la chica y el asistente sonrió, era mutuo el sentimiento.

- No me quejo Kaho, no me quejo. Desde que la señorita Tendo suplió mi lugar con el señor Tendo, había estado muy aburrido con funciones menores. Ahora que el Señor Saotome fue nombrado oficialmente como gerente general, he vuelto a tener una vida laboral activa. ¿Tú que tal bonita?

- Bien, muy bien. Aunque estos días, como ya se acerca el torneo de artes marciales, han venido muchos reporteros a tratar de conseguir algo de atención del señor Saotome Ranma.

- Bueno, es bastante normal, si gana este año será el peleador más joven en mantener la corona por dos años consecutivos. - Tomó un caramelo de la canasta de cortesía y se lo echó a la boca. - La marca TDSports en general ha elevado sus niveles de popularidad gracias a él.

- Si, hemos aumentado considerablemente la cantidad de estudiantes. ¿Y el joven Saotome ya está en Tokyo?

- Yo creo que no ha de estar ni en el país. Tampoco el señor Tendo porque la señorita Nabiki se presentó sola a la reunión de accionistas del pasado lunes.

- ¿Aún la están buscando, cierto? - preguntó con pena. - ¿A la hija menor?

- Si, y no creo que nunca dejen de buscarla. No tienes idea de cuanto se han esforzado en estos tres años.

- ¿Y es cierto que el joven Saotome está prometido con ella?

- Que curiosa resultaste ser, Kaho. - la chica se sonrojó, luego continuaron hablando de otros temas.

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- No me gusta. - Remarcó silaba a silaba el joven. - Sería una pena que le pasara algo... - dijo con burla al sentarse en la silla y recargar los pies en la modesta mesa de madera.

- No te atrevas. Tú le tocas un pelo y...

- ¿Qué, qué me vas a hacer? - dijo casi bostezando. - ¿Ya está lista la cena? Estoy muriendo de hambre. - La joven paró la selección que hacía para el lavado de ropa y lo miró molesta.

- No, como verás he estado ocupada, ni siquiera he empezado a prepararla, si tanta hambre tienes, ve a otro lado a conseguir comida. - Resopló cargando todas las prendas blancas y metiéndose en el pequeño espacio de lavandería.

- No pienso salir de aquí. Qué tal si ese papanatas regresa. - Dijo refiriéndose al hombre que "no le gustaba" - Pide comida a domicilio. - dijo yendo hasta el refrigerador donde habían pegados algunos imanes de restaurantes con ese tipo de servicio, luego tomó sin permiso el básico teléfono celular de ella y marcó el número que le pareció mejor. - Ten, quiero una orden de las grandes. - Pidió poniéndole el teléfono en la oreja sin autorización.

- ¡No puedo estar gastando de esta manera! ¡El dinero no crece en los árboles Taro! - iba a seguir reclamándole, pero la operadora contestó y le atendió con amabilidad, entonces le dio pena cancelar la llamada y terminó pidiendo esa comida hindú que Taro siempre quería. - Como te detesto. - le arrojó el teléfono con fuerza al salir del espacio donde comenzaba a funcionar la lavadora.

- Si aceptaras el dinero que te doy no estarías con estos problemas.

- No quiero tu dinero, sabrá Dios de donde lo sacas. - dicho esto subió al tapanco donde estaba la única cama del pequeño departamento que no medía más de 4 x 6 metros.

La puerta sonó y por un momento pensaron que sería la comida, pero era demasiado pronto y para cuando ella acordó, Taro ya había abierto la puerta.

- Perdón que haya regresado. No... - el muchacho calló en seco y su sonrisa se borró al ver la figura de Taro en la puerta.

- Largo de aquí. - Casi ladró, pues para su suerte el visitante hablaba japonés.

- Yo... ¿Qui... quién eres tú?

- Alguien que te dará una paliza si no te alejas de ella.

- Eres un idiota. - dijo ella apartándolo de la puerta. - Discúlpalo, mi... primo es algo intenso. - se disculpó apenada.

- No te preocupes, solo regresé para comentarte que la casera me dijo que le van a hacer unos arreglos a las tuberías, así que no habrá disponible agua entre las 10 y 12 del mediodía mañana. - habló volviendo a sonreír.

- ¡Oh pues muchas gracias por avisarme! - dijo con buena cara, Shinnosuke siempre se preocupaba por ella, en especial ahora, cuando ya habían salido un par de veces.

- Si, gracias. - dijo el chico tras ella. - Un dato completamente inútil ya que ella a esa hora está trabajando, pero gracias. - completó de forma grosera y el invitado se sonrojó con vergüenza.

- Cállate ya. - dijo entre dientes ella.

- ¿Y ya le contaste de tu prometido, Noriko? - dijo Taro con saña.

- ¿Prometido? - Shinnosuke perdió color

- No le hagas caso. - empujó a Taro hacia dentro. - Solo está bromeando.

- Ah... claro... - dijo riendo con incomodidad. - Bien, te veo mañana, estaba pensando en que vayamos a comer juntos, ¿Te parece?

- En realidad ella ya está ocupada. - Y con eso último Taro le cerró la puerta en la cara.

- Maldita sea Taro, ¿Qué rayos pasa contigo? No puedes seguir haciendo esto. Estoy tratando de hacer mi vida y seguir adelante.

- Eso no es seguir adelante, si quisieras hacerlo, primero regresarías a Japón a arreglar tus asuntos pendientes. - dijo como si nada.

- Yo ya no tengo nada que hacer en Japón, mi vida allá acabó.

- Solo estás esquivando tus problemas Akane. - Sin más saltó a la cama y se echó a esperar que llegara la comida. Akane solo rodó los ojos desaprobando su comentario y siguió pendiente del lavado de ropa.

Taro había encontrado a Akane al año de su desaparición, realmente había sido pura suerte, la chica había cubierto extremadamente bien su rastro y de no ser porque lo habían contratado para seguirle el rastro a través del mundo a un político japonés de quien necesitaban información, no hubiera estado comiendo en un puesto callejero de Burdeos y no la hubiera visto pasar cruzando la calle. Tanta había sido su impresión, que mandó al diablo su misión de varios millones de yenes por seguirle el rastro a ella.

Había descubierto algunas cosas y otras tantas se las había contado la propia Akane de poco a poco con el pasar del tiempo. Resultaba que la chica, al estar en un difuso poso de obscuridad al borde de las ideas suicidas, había encontrado un objeto que no pensó tener y asumía que el responsable había sido Ranma: la última credencial de identificación de su madre, sin embargo, al revisarla con detenimiento, los kanji no eran lo que habían pensado, los caracteres plasmaban "Tenjo" en lugar de "Tendo".

El asalariado de las mafias, había hecho su propia investigación luego en Japón, más específicamente en los registros de la familia Tendo y resultaba que la difunta esposa de Soun se había cambiado el apellido meses antes de morir, esto hacía concordancia con algunas historias sobre intentos de guerra de los clanes, por lo que deducía, Soun había querido proteger a su familia y posiblemente el cambio de apellido de su mujer precedía a algunos otros movimientos con sus hijas, sin embargo, al morir la señora, todo había quedado en el aire.

Al parecerse tanto Akane a su madre y correr con un poco de suerte, había logrado movilizarse con una identidad y edad falsa, Tenjo Noriko, de la que Tendo ni mucho menos otra persona recordaba o tenía conocimiento, todos perdían sencillamente el tiempo buscando a Tendo Akane.

Tenjo había llegado trasbordando en barcos, a veces como polizón, otras trabajando como tripulación a pesar de estar recuperándose de las heridas que portaba, hasta las costas de Francia donde había decidido quedarse, luego de hacer algunos ahorros le fue factible quedarse en un país donde al menos conocía el idioma que había aprendido en los caros colegios donde siempre había estudiado.

Taro se reacomodó en la cama de panza y miró a la chica que seguía limpiando, por más que lo intentaba, no imaginaba a una señorita como ella comiendo sobras de restaurantes, juntando propinas de limpia autos o durmiendo una que otra noche a la intemperie. Había estado así durante unos meses hasta que conoció a Ozawa Shinnosuke, un muchacho cuya familia paterna era japonesa, hablaba muy bien el idioma y la había ayudado a entrar a trabajar en el zoológico donde él laboraba en el área veterinaria y su abuelo contrataba personal de limpieza, ciertamente era un empleo no formal donde reclutaban a muchos extranjeros a salarios bajos, después también la había ayudado a que le arrendaran a bajo costo uno de los departamentos que usaban los empleados del edificio donde vivía. Luego de unos meses aquello le sirvió para hacer historial, dar por "perdida" y sacar una nueva identificación "actual", que no levantaba sospechas pues tenía su fotografía y una edad más cercana a la real, con permiso de estadía y trabajo. Todo eso había pasado antes de encontrarla.

El muchacho había sido testigo de cómo en el próximo año, Akane conseguía un nuevo empleo en el área de intendencia de un colegio privado donde asistían niños de pre escolar y primaria; y un año después, había logrado hacer y pagar con esfuerzo un pequeño curso para ser promovida a asistente de clase, no era una profesión, pero era mejor pagada que el oficio de limpieza, además, convivir con los niños, era lo que en cierta manera había comenzado a curar su corazón.

Taro la siguió mirando con interés, por más vueltas que le daba al asunto le parecía inconcebible que una chica como Akane hubiera logrado todo aquello sola, cuando la encontró y después de las explicaciones, ella le había pedido que guardara su secreto, no quería que nadie viniera a buscarla y tampoco quería saber de nadie. Lo único que sabía Taro hubiera hecho ella por pronunciarse viva, era la carta a Nodoka que él mismo se había encargado de llevar.

- ¡Hey! - Detuvo al primer cartero que pasó por la zona cerca del departamento donde sabía estaban alojados los Saotome. El hombre del servicio lo miró con confusión. - Se le ha caído algo. - le dijo mientras señalaba el suelo antes de seguir su camino.

- ¡Cielos! - exclamó el de uniforme al ver un sobre tirado en el pavimento. Inmediatamente se agachó a recogerlo, un descuido así podría costarle no solo su trabajo, sino también una gran multa. - ¡Muchas gracias! - se inclinó varias veces en agradecimiento antes de continuar con su trabajo.

Taro se había enterado que la carta había llegado después de varios meses a su destino, pues, los Saotome habían cambiado varias veces de residencia antes de establecerse. Por su parte, Akane, no había querido saber nada de su carta luego de que abandonara sus manos y no solo de la carta, no quería saber nada de nada de su "vida pasada" como ella la llamaba, aun la deprimía todo aquello.

La puerta volvió a sonar y Akane caminó casi con disgusto fue a abrir luego de tomar su bolso para pagar.

- Invito yo. - Taro se situó frente a ella y la hizo a un lado.

- Ya te he dicho que no quiero tu dinero. - Se empeñó, igualmente el joven no la dejó ni abrir la puerta.

Sentados en la pequeña mesa comieron en silencio, luego de unos minutos la puerta volvió a sonar e inmediatamente Taro se levantó, si era ese tal Shinnosuke de nuevo lo golpearía.

- Buenas noches. - La voz masculina pareció tener eco en el pequeño departamento, Akane se puso de inmediato de pie, aun no tenía contacto visual del hombre y ya había corrido a esconderse detrás del único sofá.

- Adelante. - Respondió sin remedio Taro y Akane pensó que la había traicionado.

- ¡Maldito desgraciado! ¡Me lo prometiste Taro! ¡Me juraste que no le dirías a nadie! - le gritó llorando de rabia. Ciertamente, el joven sintió una punzada ante las duras palabras, pero comprendía su enojo.

- Él no me lo dijo, linda Akane. - Habló el maestro Happosai quitándose la boina de la cabeza mientras la observaba con detenimiento, de no verla tan ofuscada, habría corrido a abrazarla, y no de manera libidinosa como tanto le gustaba comportarse, sino con un sincero cariño y la tranquilidad de saberla por fin salva ante sus ojos. - Tuve que investigarlo luego de notarlo muy sospechoso. Si te hace sentir mejor, creo que te tiene más lealtad a ti que a mí.

- ¿Qué hace aquí maestro? - preguntó con un tono más sereno, pero su postura era rígida, desconfiada.

- Quería verte Akane. - se acercó a ella con los ojos enrojecidos y Akane se compadeció del señor, Happosai le tomó de las manos con cariño y habló con emoción. - Estás tan diferente, tan linda, eres toda una mujer mi querida Akane. Y estás bien. - la muchacha asistió con el gesto más relajado. - Dios mío... te hemos extrañado tanto. - ella volvió a quedarse callada.

- Deja de hostigarla viejo. - Taro le golpeó el hombro.

Algunos minutos después Happosai se encontraba sentado en una silla, en la otra Taro y Akane sobre el sofá, como si le diera miedo acercarse demasiado al hombre, quien la veía con cierta tristeza.

- ¿No confías en mí Akane? - ella negó con la cabeza y el señor sintió un golpe en el corazón. Taro se ahorró el comentario de decir que con él había pasado exactamente lo mismo.

- La verdad no creo que solo quiera visitarme. - Habló Akane. - Y le voy a hablar con la verdad antes de que lo pregunte. No pienso regresar y si intenta obligarme soy capaz de desaparecer otra vez.

- Yo no quiero obligarte. Quiero que por tu propia voluntad regreses. Todos te extrañan, han estado como... - Akane se levantó y casi corrió a encerrarse al baño.

- Ella detesta que le hablen de eso. - Taro prefirió seguir comiendo, no se iba a inmiscuir en ese problema.

- Akane, abre la puerta. - pidió el maestro dando toquidos en la madera.

- ¿Para qué? ¿Para qué me diga lo mucho que han "sufrido" todos desde que me fui? ¡Se que eso no es cierto! Y aunque así fuera, ¿porque tengo que aguantarlos? ¡Me ha costado mucho avanzar, salir de... - de pronto dejó de hablar, luego agregó con tristeza. - No voy a regresar.

- Si no la deja de presionar, dejará de comunicarse, se lo digo por experiencia. - advirtió Taro y continuó en lo suyo.

El viernes de esa semana, Noriko despedía a los niños con los que trabajaba, su grupo asignado eran los del segundo año de jardín de niños y disfrutaba mucho estar con ellos, además, constante y tristemente se identificaba con varios de ellos, niños con padres que daban todo menos dedicación y tiempo, y de alguna manera, ayudarlos era remendar heridas de su propia alma.

- Señorita Noriko. - habló una de las niñas que se despedían. - Mañana será mi fiesta de cumpleaños, ¿en verdad no puede venir? - preguntó por séptima vez en el día. Akane sonrió con ternura y se acuclilló mientras le acariciaba la cabeza, ciertamente nadie de sociedad invitaría a una asistente a una fiesta de cumpleaños.

- No puedo Anne, pero te traje pequeño obsequio. - La niña abrió los ojos emocionada, era un pequeño llavero en forma de osito; cualquier presente de ella, era muy apreciado por los niños que la querían tanto.

- ¡Gracias! - se lanzó a abrazarla fuertemente, la joven correspondió sintiéndose feliz con esa muestra de cariño, los niños franceses eran muy efusivos.

- ¡Anne, es hora de irnos! - le gritó la niñera que la esperaba cerca del auto que las transportaba. Sin más la niña se despidió y se fue corriendo.

Noriko terminó de recoger sus pertenencias, le deseó buen fin de semana a la maestra con la que trabajaba y a otros compañeros de trabajo y lentamente caminó tomando rumbo al parque. En el camino sus pasos fueron lentos observando las copas de los árboles.

En estos años Akane se había esforzado en ser alguien nueva, alguien que no tuviera tantos enemigos, que pudiera crear lazos sanos con las personas de su alrededor y sentirse bien nuevamente. La chica después de un tiempo tuvo que aceptar que el abismo de depresión en el que estaba la iba a seguir absorbiendo si no pedía ayuda, y por ello, aunque con mucho recato, había comenzado a ir a terapia.

- Buen día Noriko. - La saludó la mujer al verla entrar a su consultorio. - Te vi caminando por el parque. - comentó con una sonrisa señalando su ventana que daba hacia las arboledas.

- Si, quise pasar, la vegetación me ayuda a relajarme. - Se sentó y tras un largo silencio al notar que ella no volvía a hablar, la psicóloga preguntó.

- ¿Algo en especial te preocupa hoy?

- Hace unos días... apareció un viejo conocido, me incomoda su presencia porque me insiste que regrese a Japón, además, tengo este constante sentimiento de miedo, siento que en cualquier momento le dirá a alguien y todos aparecerán aquí.

- ¿Le tienes miedo a que aparezcan o le tienes miedo a lo que representa que lo hagan?

- A lo que representan. - respondió de inmediato.

La doctora Ori recordaba la primera vez que vio a Akane al ser contratada como elemento de limpieza en la escuela en la que trabajaba, llevaba ropas anchas que se notaba no eran ni cercanamente nuevas, luego cuando la dotaron de uniforme, aún la talla más chica le seguía quedando algo floja, parecía una pequeña adolescente jugando a ser adulta. Esta chica extranjera fue quien hizo el aseo de su pequeño consultorio escolar esa mañana y los días siguientes de esa semana. Identificada como Noriko, la muchacha no hablaba más de lo necesario y hasta llegó a pensar que no era de su agrado, hasta que algunos meses después, al término de la jornada escolar, la chica literalmente le había pedido ayuda. En el comienzo las sesiones eran al terminar las clases de los niños una vez a la semana, luego, cuando puso su propio consultorio, la chica iba dos veces al mes.

Al principio de las sesiones la muchacha no revelaba mucho de su vida, y Ori nunca la presionó, su paciencia dio frutos un día frio de invierno, cuando Noriko le contó prácticamente toda su vida. Mentiría si dijera que no le parecía muy fantasiosa aquella historia, es decir, hija de un empresario rico de Japón, huérfana de madre, relegada con los mejores lujos, ser víctima de varios secuestros, artes marciales, un legado de algo que le parecía casi mágico, estar al borde de la muerte y su épica huida del país bajo una identidad falsa, sin contar las penurias que había pasado antes de llegar hasta ese empleo. Simplemente la había escuchado con calma. No obstante, la curiosidad le había ganado y había terminado buscando en internet y muchos datos que la chica describía coincidían con un empresario japonés muy reconocido. Ahí había comenzado a creer.

Ori miró a Noriko con detenimiento, no sabía realmente cuál era su nombre real, nunca se lo había dicho probablemente por miedo a ser delatada, sobre todo después de confesarle que efectivamente había escapado de su casa siendo menor de edad; aun así, la psicóloga la conocía lo suficiente para saber que cuando se apretaba las manos era que ocultaba algo, y tras unos segundos la joven admitió.

- Tal vez... si me dan un poco de miedo ellos en sí... no verlos de cierta manera ha dormido su recuerdo y todo lo que pasó, pero sí los veo, ¿Qué tal y si no lo soporto? incluso con este conocido que llegó, lo veo y me da un sentimiento de pánico.

- Te recuerdo que tuviste ese mismo sentimiento con "T" dijiste que él te secuestró y ahora es cercano a ti, considera eso. También debes de recordar que tú también representas algo en ellos, ¿qué piensas que ellos creen? - ella se quedó callada. - Por ejemplo, de tu padre.

- Que soy un juguete.

- De tus hermanas.

- Algo parecido.

- De tu ex prometido.

- Que me tiene lástima.

- De tu maestro.

- No sé... - confundida se frotó las piernas. - Hace unos días, antes de que me encontrara... - Entonces Ori supo quién era ese conocido que había aparecido. - Hubiera pensado que me veía como una pieza de su legado, pero después de verlo, él se veía sinceramente feliz de verme...

- ¿Has hablado con él del tema?

- No quiero hacerlo, no quiero saber nada.

- ¿Porqué? - La chica suspiró, ya se lo había dicho antes, pero sabía que tenía que repetirlo en voz alta.

- No quiero que me mientan, estoy segura de que no soy valiosa y de que solo me quieren para obtener algo de mí.

- ¿Qué no eres valiosa? - Hizo una pausa antes de cuestionar. - ¿Para ellos o para ti?

- Para ellos. - respondió rápido. La mujer la miró esperando a que agregara algo más, pero se quedó callada, ambas sabían que no era sincera, así que tuvo que explicar.

- Estos últimos tres años has estado sola, pásate por muchas situaciones donde tuviste que probarte a ti misma, tocaste fondo y aun con una depresión a cuestas nunca dejaste de luchar. Mejor que nadie sabes el esfuerzo y las lágrimas que te ha costado llegar hasta este momento. - Ori le habló con amabilidad, como si creyera fervientemente en cada una de esas afirmaciones y Noriko comenzó a llorar silenciosamente. - ¿Eres valiosa para ti? - preguntó por fin directamente.

- No... no sé... - contestó con una pequeña vocecita. La psicóloga lo comprendía, la habían hecho pasar por tanto que ella misma dudaba de su propio valor como persona, desde casi el inicio había descubierto que lo primordial para Noriko no era superar los traumas, sino encontrar en si misma el amor propio para afrontar con ganas la vida fuera cual fuera su destino, habían pasado por un largo camino de casi dos años para que ella misma pudiera identificarlo.

- Es bueno que lo reconozcas en voz alta, la inseguridad sobre cualquier persona que esté a tu alrededor está basada en tus propios sentimientos.

- ¿Pero si me obligan a regresar? ¿Y si me vuelven a encerrar? ¿Si vuelvo a estar sola?

- Nadie te puede obligar a hacer algo que no quieras Noriko, de hecho, estás en un país lejano donde ya eres mayor de edad e incluso en tu país de origen ya lo serías ¿No? En Japón es a los 20, ¿Cierto? - Akane asistió. - Por eso te escondías antes, pero ahora que eres adulta, puedes tomar tus propias decisiones y hacerles frente. Tienes un empleo y esta lista para ir por el siguiente paso, recuerdo que me dijiste que querías comenzar a estudiar seriamente para ser maestra. - Akane asistió. - Tienes una casa que manejas con responsabilidad tu sola y te haces cargo de tu vida sin pedirle nada a nadie e incluso has comenzado a tomar responsabilidad afectiva al darle una oportunidad a ese chico Shinnosuke. ¿Acaso no consideras eso propio de una persona fuerte y autosuficiente?

- Eso creo. - dijo en un suspiro más tranquila.

- Cualquier decisión que tomes a partir de ahora será la correcta si estás dispuesta a afrontar el efecto de esta.

- ¿Y si no estoy lista para afrontarlo?

- Es diferente no estar lista y no querer hacerlo. - señaló. - ¿Estás segura que no estás lista?

- No quiero volver a sufrir.

- A veces sufrir es un factor que nos permite crecer y tú eres especialista en eso. - dijo con una sonrisa.

Akane miró sus pies sin decir nada más, aún quedaba un rato de sesión, pero no dijo nada más. Ori no la presionó, al contrario, le ofreció un té y se movió detrás de su escritorio para trabajar en su computadora, sabía que ella necesitaba ese tiempo para pelear consigo misma.

La chica se recostó en el sofá mirando el techo, de pronto comenzó, más que nada, a pensar en voz alta.

- "T" dice que debo afrontar mi pasado. No quiero hacerlo, pero a la vez también siento como si llevara amarrada una soga a la cintura que no me permite avanzar de verdad. Pienso seguido en todos los que dejé en Japón, pero no tengo valor para saber que pasó. Si yo decidiera regresar a afrontar mi pasado, ¿Qué pasaría si no me gusta lo que encuentro?

- Siempre puedes volver a empezar, ya lo hiciste una vez, ¿No? - Otro largo silencio pasó antes de oírla de nuevo.

- Ori. - La mujer levantó la vista y la encontró de pie frente al escritorio. - Gracias por todo.

- En realidad el mérito es tuyo Noriko.

- ¿Puedo darte un abrazo? - La mujer accedió, por alguna razón que no sabía explicar, esto le parecía una despedida.

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.-.-.

Akane cerró los ojos con una larga inspiración, estos últimos días había tenido que controlarse para no morir de ansiedad. Luego de su última conversación con Ori, había repasado sus opciones y tras los ruegos de Happosai, había decidido regresar a Japón a enfrentar lo que sea que pasara para seguir correctamente su camino.

Había tenido que renunciar al empleo que tanto amaba, ¡a sus niños!; dejar todas las pertenencias que con duras penas había conseguido durante los últimos tres años, a los amigos y compañeros de trabajo que con dificultad había hecho, y también a Shinnosuke, a quien no hace mucho le había dado una oportunidad amorosa.

- ¿Regresarás? - había preguntado Shinnosuke al despedirla en el aeropuerto ante la mirada hastiada no solo de Taro, también de Happosai.

- No lo sé... tengo muchos asuntos pendientes en Japón. - el muchacho le tomó la mano con una sonrisa afectada pero esperanzadora.

- Tal vez... pueda irte a visitar alguna vez. Mi familia...

- Mejor no, la alta alcurnia de Japón no se mezcla con simplones. - dijo grosero.

- ¡Cállate Taro! - objetó de inmediato, además de las palabras ásperas, nunca le había contado nada de su vida pasada a Shinno. - Yo... - intentó excusarse, no es que no quisiera verlo, pero, era complicado, sobre todo tener que explicar que ni siquiera se llamaba Noriko. - Tal vez algún día. - terminó diciendo, pero el joven la miró con tristeza sabiendo la respuesta.

- Que te vaya bien Noriko. - La tomó del rostro y le dio un suave beso en los labios, se dio la vuelta y se fue. Akane se quedó viéndolo con tristeza, las veces que Shinnosuke la había besado siembre había sido amable y cariñoso, nunca habían avanzado a nada más; por más que lo había intentado, nunca había sentido ni la milésima parte de lo que sentía con solo ver a Ranma a la distancia.

- Idiota. - masculló Taro y Akane rodó los ojos. - Cuando Saotome se entere que le fuiste infiel va a querer matar al tipo.

- Es cierto. - dijo Happosai con resentimiento.

- Ranma y yo no somos nada, tontos. - Akane resopló, tomó su maleta de mano y continuó andando, su corazón había comenzado a bombear sangre con fuerza ante su sola mención.

- ¿Cómo permitiste que eso pasara? - Le reclamó Happosai a su discípulo.

- Tampoco soy su niñera, viejo.

Akane tomó de nuevo aire, había puesto varias condiciones para regresar, entre ellas no quedarse en la casa de Soun, que no la presionaran para hablar, que no iba a volver a practicar artes marciales y que de hecho no quería que le hablaran ni del clan o del legado y que nadie podía ordenarle que hacer. La llegada a Japón bajo esas circunstancias fue extraña, pero hasta ahora todo iba bien.

- Akane. - Habló Taro cuando salieron del aeropuerto de Narita, un auto color azul obscuro de renta se estacionó y el conductor comenzó a subir las maletas al auto. - Me tengo que ir.

- ¿Me vas a dejar? - Preguntó con miedo en la voz, Taro, con sus idas y vueltas, sus palabras directas y su carácter del demonio, se había vuelto muy cercano a ella y en cierta medida le asustaba que se alejara.

- No seas exagerada. Estoy aburrido de estarte vigilando.

- Lo hiciste porque quisiste. - contestó como lo hacía cada que peleaban. - Pero te agradezco por haberlo hecho. - Dijo abrazándolo. El chico puso una cara algo extraña pero no la apartó hasta que ella misma se separó.

- Lo haces bien por tu cuenta Akane. - Le puso con brusquedad la mano sobre la cabeza. Durante estos dos últimos años, aunque había estado cerca velando por ella, Taro había descubierto que era capaz de lograr todo lo que se propusiera por si sola, no lo había necesitado realmente y aunque no lo admitiera, la admiraba por ello.

- Te quiero Taro. - Le dijo a punto de llorar.

- Tan dramática como siempre. - quitó su mano con una leve caricia. Se dio la vuelta dispuesto a irse mientras se acomodaba la única mochila que portaba al hombro.

- ¿Te vas? - Habló Happosai cuando terminaron de subir las maletas y vio al joven de espaldas.

- Que pregunta tan ridícula.

- Taro, ¿cuándo irás a aceptar que tu deber es estar cerca de los miembros del clan? Si tu quisieras, también tendrías un puesto en el legado. - El joven solo volteó la cara con una sonrisa burlona en ella.

- Cuando Akane asuma el co-liderato tal vez lo piense. - Akane negó con una sonrisa nostálgica al entender lo que significaba ese comentario.

- Entonces tengo más esperanzas que antes. - Haciendo un movimiento de mano el maestro se despidió al verlo irse.

Akane suspiró mientras subía al automóvil limpiándose las lágrimas.

- ¿Alguna vez te has preguntado porque no moriste? - Dijo de la nada el maestro después de que el vehículo arrancó.

- Si... en su momento pensé que había sido lo suficientemente fuerte para resistir, luego que había sido suerte, ahora pienso que hubo algo muy extraño. - Habló mirando sus manos sobre su regazo, Happosai no tenía por qué saber qué hace algún tiempo maldecía esa suerte por mantenerla viva.

- Cuando te rescatamos en la isla de los Kuno te daban por muerta pero la verdad es que, si te mantuviste con vida, fue porque estabas robándole la energía vital a alguien más.

- ¿Qué? - lo miró confundida, aquello no tenía sentido.

- Dime Akane, mientras estuviste con las amazonas ¿Cologne te hizo algo? ¿Alguna técnica extraña?

- No... - dejó en el aire. - Bueno... cuando viajábamos de las islas hacia China... yo... la oí mencionar algo sobre robar mis técnicas, y durante largos ratos estuvo consultando su pergamino mientras me pasaba las manos o tocaba mi cuerpo de diferentes maneras... - A la muchacha le producía una sensación rara hablar de ello, estaba tan golpeada y cansada en ese momento, intentando no desmayarse y actuando como inconsciente para protegerse, que le parecía como si hubiese sido un sueño.

- La vieja Cologne no era nada tonta.

- ¿Lo logró? ¿ella sacó algo de mí? - Preguntó preocupada y Happosai le dio alegría saber que aún le importaba el resguardo del legado.

- No, aunque no estaba errada en sus deducciones al creer que podía copiar las técnicas que tú tenías, no lo hizo de la forma correcta, en realidad, hizo lo contrario, creó una especie de lazo contigo, eso hizo una fuga de su energía que corría directamente hacía tí, por eso tu cuerpo pudo aguantar tanto, y por eso mismo ella murió tan rápido. Tanto que quería matarte y acabó haciendo lo contrario. - Akane se mantuvo en silencio, saber aquello de alguna manera no la hacía sentir mejor, tener algo que ver con Cologne le revolvía el estómago.

- Creo que nunca te lo dije, pero fuiste muy valiente.

- ¿Eh? - Se sorprendió ante la inesperada declaración.

- En realidad pienso firmemente que eres la más valiente del clan, del legado incluso.

- Si es un intento para que decida regresar al clan o a las artes marciales, yo...

- No. Es decir, aún tengo esperanza de que lo reconsideres, pero no lo digo por eso. Este clan se salvó gracias a tí.

- No creo que... - dijo dudosa.

- No solo resguardaste debidamente los objetos que permitieron hacer la tregua con el clan Musk y el de los Siete, le quitaste el pergamino a Cologne.

- Ah... eso... - ni siquiera había recordado aquello. - Hubiera querido dárselo, pero pensé que iba a morir y no tenía la certeza de que ustedes lo encontraran, así que lo destruí.

- Akane, ¿Tú llegaste a leer ese pergamino?

- La verdad... sí. Tenía curiosidad, pero no entendí casi nada y si me va a preguntar si recuerdo algo, la verdad es que no, fue hace mucho tiempo. - Habló abriendo la ventana para sentir el aire que ya tenía toques helados.

- Sabes, los pergaminos funcionan de maneras misteriosas. - Con una sonrisa rebuscó entre su ropa y sacó un pequeño pedazo de papel. - Este se quedó pegado en tu mano. Costó mucho quitarle la suciedad y manchas de lodo. - Lo puso sobre sus manos. - Quiero que lo conserves. - Sorprendida, ella comprendió que era lo único que había ahora del pergamino de Cologne.

- ¿Porqué? - curiosa observó el pedazo que no era superior a los cinco centímetros, además, apenas, en una esquina, se alcanzaban a apreciar dos o tres kanji, nada más, ¿de qué servía eso?

- ¿Me lo prometes? ¿Me prometes que lo conservarás y llevarás cerca de ti?

- Supongo. - dijo suspirando. - ¿Pero por qué?

- Digamos que el futuro puede traernos grandes sorpresas. - Akane arrugó el ceño, eso le seguía sonando a ser parte del legado y no quería hablar de ello. Mejor prefirió mantenerse en silencio mientras guardaba el papel. - Una cosa más que seguro te interesará saber... es que... al parecer... - Trató de decir con cuidado. - Ryoga también tenía la técnica de fuerza activa en él.

- Debe de estar bromeando... - dijo con repulsión. Sin embargo, al pensarlo, reconoció que Ryoga tenía mucha fuerza, y al estar ella enferma y él más entrenado... por eso nunca pudo ganarle. - Pero ¿cómo?

- Ranma y él entrenaban juntos cuando niños. Desde pequeño Ranma siempre fue muy diestro y astuto. De hecho, recuerdo haber visto a un niño escondido entre los árboles el día que Genma activó la técnica en Ranma, es la técnica más fácil en teoría y el propio Ranma debió haberla replicado a modo de juego o al menos esas son nuestras conclusiones.

Mientras Akane terminaba de procesar aquello, el auto entró en una zona concurrida, a lo lejos, oyó que Happosai le daba instrucciones al chofer, pero no prestó atención a nada pensando en su último secuestrador.

- Desgraciado... - masculló entre dientes, tratando de olvidar todo por lo que le había hecho pasar.

- Aquí está bien. - Pidió el maestro y el auto se estacionó.

- Permítanme. - El conductor bajó del carro y sacó de sus pensamientos a Akane cuando le abrió la puerta para que bajara.

- ¿Dónde estamos? - Preguntó cuando Happosai ya estaba a su lado.

- En el Nippon Budokan. - Se notaba que estaban en un estacionamiento y al llegar a la puerta y dar el viejo maestro su nombre, le dieron inmediatamente dos gafetes que los identificaban como "invitados".

- ¿Qué estamos haciendo aquí? - Preguntó volteando a todos lados al escuchar fuertes vítores dentro del estadio, no había mucha gente en los pasillos, al parecer todos concentrados en el evento del lugar. Tomaron un ascensor a la planta más alta y entraron en lo que parecía un apartado privado, había gente dentro, pero nadie les prestó atención, todos gritando con lo que veían del evento que se desarrollaba.

Akane vio a las personas con más detenimiento, aunque estaban de espaldas sabía exactamente quienes eran; estaban la mayoría de los miembros del clan, también distinguió a algunos socios de Soun y el asistente de su padre, más adelante estaban sus hermanas y Tofu, y al lado de ellos, Nodoka.

- Ma... maestro... - susurró.

- Siéntate linda, disfruta la pelea. - El hombre fue y se sentó hasta delante a un lado de Nodoka y en seguida entro en el ambiente del evento.

Fue entonces cuando Akane se dio cuenta de que se trataba todo, las grandes pantallas en lo alto, magnificaban la pelea de la plataforma central. Ranma estaba peleando, más específicamente, estaba disputando el primer lugar del Torneo de Artes Marciales más importante de Japón.

Se sentó junto a la puerta, nadie se dio cuenta que estaba allí y eso le dio tiempo para tratar de serenarse, aunque en algunos segundos, su mirada ya estaba atrapada en la pantalla. Una bola de sentimientos se apoderó de ella al verlo pelear de esa manera, aunque su corazón ciertamente seguía roto, también era llenado por la inspiración, el orgullo, la admiración, el amor, ¡Maldición, como lo amo! pensó llevándose la mano al pecho. Ni siquiera con los años he dejado de amarlo.

- ¡Saotome! ¡Saotome! - Se oyó la voz del narrador del evento con euforia al verlo hacer una serie de golpes que finalizó con un puñetazo en la mandíbula de su adversario que el auditorio entero festejó. - ¡Nakayama está en el suelo! - gritó más fuerte. - ¡Nakayama no se levanta! ¡¿Será posible? - El corazón de Akane se aceleró . - ¡El réferi lo está revisando! ¡El réferi hace la seña de knock out! ¡Es knock out señoras y señores! ¡POR SEGUNDO AÑO CONSECUTIVO! ¡EL PELEADOR MÁS JOVEN DE LA HISTORIA EN GANAR UN CAMPEANATO Y DE MANERA INVICTA! ¡SAOTOME HA GANADO! ¡¡¡SAOTOME ES CAMPEÓN!!! - Todos saltaron de sus asientos brincando con felicidad, gritos de algarabía llenaban no solo el apartado sino todo el estadio que estaba a reventar.

La efusividad llenaba y contagiaba a todos, varios se abrazaban celebrando y hasta arrojaron al aire cosas como comidas y bebidas, sobre todo cuando subió a la plataforma el delegado de ese año y luego de unas inspiradoras palabras entregó el gran trofeo de primer lugar a Ranma.

- Gracias a todos. - dijo Ranma cuando le cedieron el micrófono, se notaba conmovido, pero fácilmente se distinguía el deje de tristeza en su mirada. - Agradezco muchísimo a todos mis seguidores que me motivan a seguir esforzándome. También le agradezco a mis tres patrocinadores oficiales TDSports, Pocari Sweat y Onitsuka Tiger. De corazón gracias a mis amigos y familia, especialmente a mi madre, sin ustedes no sería posible. - dijo apuntando con el dedo el apartado donde ellos estaban y dentro de él, los gritos no se hicieron esperar. - Y gracias al señor Soun Tendo por seguir confiando en mí, al maestro Happosai por sus enseñanzas y a mi padre Genma Saotome quien me inculcó el amor al arte. - Los gritos y aplausos sonaron fuertemente hasta que volvió a tomar la palabra. - Gracias a todos, pero especialmente, esta copa nuevamente la dedico a la persona más importante de mi vida... ¡Akane, esto es para ti! - gritó subiendo la copa. Las imágenes no mentían, sus ojos estaban húmedos mientras festejaba y el corazón de Akane latía de tal manera que parecía salirse de su cuerpo.

- ¡Tengo que ir a verlo! - gritó Nodoka al fondo. Rápidamente se dio la vuelta y corrió a la entrada. Fue cuando la vio. - Santo cielo... - Akane se puso lentamente de pie con la respiración agitada y sin saber que más hacer, se inclinó un poco a modo de saludo, sin hablar. Le temblaban las manos, estaba muy asustada, y si la mujer la odi... Los cálidos brazos cortaron sus pensamientos.

- ¡Estás aquí! ¡Estás aquí! - La muchacha se contagió de ese llanto de alegría y le regresó el abrazo con fuerza. - ¡Santo cielo linda! ¡Regresaste! - Se separó de ella y miró su rostro con cariño. - Estás tan hermosa, eres una mujer divina mi cielo.

- Nodoka... - dijo sonriendo ante tal despliegue de amor.

- Te hemos extrañado tanto, ¡Por Dios Akane! ¡¿Por qué nos abandonaste así?! - la regañó al tiempo que volvía a abrazarla. La bulla general aún se oía de fondo mientras seguían llorando.

- ¿A... Akane? - se oyó la pregunta del médico al reconocer a la chica cuando ella se apartaba de Nodoka, fue entonces cuando el palco se quedó mudo. Tofu se movió rápido y en segundos la tenía abrazada, acariciándole la cabeza. - Regresaste Akane, regresaste. - Akane lo abrazó de regreso tras el pánico inicial y lo sintió humedecerle el hombro, también estaba llorando.

Tanto Tofu como Akane sintieron un ligero tirón en la ropa y se dieron cuenta que Kasumi estaba al lado.

- ¿Puedo? - preguntó viéndola con súplica en los ojos. Akane asistió lentamente. Sentir el sincero abrazo de su hermana mayor, le causó una tranquilidad que no sabía que necesitaba. Quería dejar de desconfiar, creer que de ahora en adelante las cosas entre ellas estarían bien, sobre todo cuando alguien se abrazó a ellas, metiéndose en medio, hace muchos años que de su propia iniciativa Nabiki no las abrazaba.

- Papá se pondrá tan contento. - comentó Kasumi que no la había soltado del brazo cuando caminaban por los ahora concurridos pasillos del estadio. Akane se detuvo en seco, un repentino pánico le había subido por la columna vertebral.

- Yo te di mi palabra Akane. - habló Happosai refiriéndose a la aceptación de sus términos para regresar a Japón, ella asistió convenciéndose de que nada malo pasaría y continuó avanzando cuando Nodoka la tomó de la mano y la instó a seguir.

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Dentro de los apartados para peleadores, Genma y Soun así como el staff del torneo y otros peleadores, tiraron sobre Ranma una hielera entera de bebida isotónica nada más verlo aparecer como festejo de su victoria. El bullicio en la habitación era tan escandaloso cuando lo alzaron en hombros que nadie notó que la puerta se abría y entraba el grupo que había estado arriba observando el encuentro y se unían a celebrar.

Shimakura se acercó a Genma y le dijo unas cuantas cosas en voz baja, Genma asistió y salió rápidamente de la sala.

- Estoy tan orgullosa de ti. - dijo Nodoka tomando las manos de su hijo, le hubiera gustado abrazarlo, pero estaba empapado y él no lo permitió. Ranma apretó sus manos con cariño recibiendo un beso en la mejilla cuando vio como Genma se iba y aunque le pareció curioso, no dijo nada pues suponía no sería de importancia.

- Gracias madre. - Sonrió sincero, la sensación de ganar seguía siendo tan intensa como la primera vez que ganó el torneo, como si fuese la primera vez que cumplía el sueño que había tenido durante toda su vida.

- ¡Estoy tan, tan, tan feliz Ranma! - exclamó agitándose y agitando la unión de sus manos con ímpetu. Y no era que fuese extraño que su madre estuviera feliz por su victoria, pero esto iba más allá de eso, algo había ahí que no encajaba.

Después de que Nodoka lo soltase, pasaron todos a felicitarlo y seguía notando algo extraño, era como si se trajeran algo entre manos.

- Felicidades cuñadito. - dijo Nabiki en cuanto fue su turno.

- ¿Cuánto quieres? - preguntó deteniendo el agarre del apretón de manos.

- Jajaja - rio con ganas. - no sé por qué la gente no puede fingir mejor. - se separó de él. - No, esta vez no puedo venderte la información, pero no te preocupes, muy pronto lo sabrás.

- No me digas que organizaron una celebración en grande, les pedí explícitamente a papá y a Soun que si debíamos festejar fuese algo sencillo.

- Estás un poco amargado Ranma, relájate, puede que el regalo por tu campeonato sea mejor de lo que esperas.

- ¿Regalo? - curioso preguntó.

- ¡Ranma! ¡Mi discípulo más destacado! - gritó el maestro Happosai cuando se tiró sobre su cabeza para felicitarlo, interrumpiendo cualquier duda del joven.

- ¿Maestro? Pero... pensé que no había venido, que no estaba en el país. - sonrió con gusto.

- No podía perderme esta victoria. Además, terminé mis asuntos justo a tiempo. - dijo y Ranma vio de nuevo esa sonrisa que ocultaba algo que todos estaban poniendo. Estaba comenzando a ponerse nervioso.

- Pero... - sus protestas fueron interrumpidas al escuchar la fuerte voz de su padre.

- Si me permiten su atención por favor. Como ya sabrán, tenemos preparada una cena en honor a mi hijo en la residencia Tendo. Si gustan, por favor hay que empezar a movilizarnos. - apuró a todos los que seguían ahí.

Soun miró a su amigo extrañado de tan repentino apuro, pero palmeando el hombro de Ranma caminó hacia la salida.

- Vamos entonces.

- Yo llevaré a Ranma, quiero intercambiar unas palabras con él. - dijo el maestro. Ranma se quedó aún más extrañado, pero no dijo nada. Solo esperaba que fuese rápido, si no llegaban a tiempo, la cena posterior se extendería y no tenía ganas de desvelarse, pues mañana tenían programado un viaje a Tailandia, habían recibido un aviso sobre la investigación de Akane.

- Y bien. - dijo en cuanto se quedaron solos.

- Siéntate. - le indicó, se dio la vuelta y salió del lugar.

Ranma resopló observando alrededor. Las bancas de metal parecían aún más largas al estar vacías, la mayoría de los casilleros estaban abiertos sin ninguna pertenencia y cualquier sonido parecía amplificarse al ser el único ocupante.

Los segundos comenzaron a pasar lentos y sin más se recostó sobre la banca, estaba cansado, no solo porque acababa de tener una larga jornada de peleas para obtener su bicampeonato, sino porque emocionalmente no sabía cuanto más iba a aguantar sin saber de Akane. Desde su desaparición, día tras día, había sido un suplicio constante, pensando en lo que pudo haber hecho para mantenerla cerca y segura. Muchas ocasiones imaginaba un panorama donde simplemente la hubiera robado el mismo y se hubieran ido lejos; después de saber los pormenores que la rodeaban por cuenta de Yamagishi, como la traición de su ex nana y las intenciones de sus hermanas, así como una descripción detallada de cómo había quedado de destruida por las acciones de Soun y su propio rechazo, él mismo había caído en una espiral de culpa y depresión.

La ausencia de Akane había unido indiscutiblemente a las familias con la finalidad de encontrarla o al menos tener una sola pista de su paradero, pero hasta el momento, los investigadores de Soun no daban muchas esperanzas, y hubieran seguido sin saber nada, de no ser por la única carta que le escribió a Nodoka. Al menos ahora sabían que había estado viva durante más de un año, fuera de eso, no tenían idea de cómo o donde estuviera ahora, "Si es que sigue viva", había dicho uno de los investigadores, Soun se había encolerizado tanto, que lo había despedido de inmediato. Sin embargo, todos sabían que era una posibilidad, aunque no la quisieran escuchar.

Día tras día, mes tras mes y año tras año, Ranma había dedicado todo su tiempo en buscarla, " Dicen que vieron a una chica con esas características trabajando en un restaurante de Hokkaido", Había dicho alguien e inmediatamente habían viajado a esa ciudad. " Vieron a una mujer parecida a ella, dicen que hace poco "se casó" con el jefe de las cuadrillas de seguridad de la ciudad", les había llegado un reporte desde Kumamoto. "Pues se parece mucho, no estoy seguro ya que al hacer la autopsia estaba muy golpeado el cuerpo", fueron las palabras de un forense en Korea. " Si, estoy segura. Ella iba con un grupo de jovencitas que trabajan para... hombres" Había sido la última pista dada por una mujer de la vida nocturna desde Tailandia.

Ranma sacudió la cabeza, no quería creer aquello, solo quería que apareciera, que estuviera sana y salva, decirle que sus últimas palabras hacia ella habían sido estupideces para alejarla de él, decirle la verdad sobre sus sentimientos y presentarse abiertamente como su pretendiente, sin importar que Soun y Genma se hubieran reconciliado y lo nombraran constantemente como su prometido, él quería que ella misma lo aceptara.

- Akane... - suspiró en voz alta. Comenzó a cerrar los ojos con sueño cuando de pronto una ráfaga de electricidad le recorrió el cuerpo, se sentó de inmediato con la respiración agitada poniendo en alerta sus sentidos, luego de algunos segundos escuchó la voz de Happosai en el pasillo.

- Tienes que entrar. está esperándote.

El corazón de Saotome palpitó tan fuerte que los latidos los sentía en cada extremidad de su cuerpo y un hormigueo generalizado invadió cada centímetro de su piel. No podía moverse, tenía miedo de estar imaginando cosas. Como resorte quedó de pie.

Poco a poco la puerta de entrada se abrió y reveló a la persona que tanto anhelaba.

- A... Akane... - musitó sin creer aquello.

Ahí estaba ella, de pie junto a la puerta, solo observándolo igual que él a ella. ¿Acaso ella sentía aunque sea una pequeña parte de lo que él sentía al verla? Se preguntó sin poder moverse. Estaba tan hermosa, ya no se veía como una niña débil como la última vez que hablaron, tampoco se veía como la Akane ingenua que conoció un día de invierno y definitivamente no era la adolescente confiada.

Los rasgos de su cara se habían perfilado, su cabello estaba bajo los hombros en un corte grafilado, su estructura ahora era más larga y definida.

- Te... te vi ganar... - dijo sin saber que más decir. Nunca, ni siquiera en su imaginación había recreado un encuentro y no tenía idea de que sería correcto decir. - Mu... muchas felicidades, Ranma.

- Akane... - repitió caminando de paso en paso hacia ella. - Akane. - De pronto, había corrido y rodeado de la cintura para aplastarla contra su cuerpo.

La joven, después de unos segundos de sorpresa, se colgó a su cuello, Ranma la levantó un poco más y ella enroscó sus piernas al torso masculino.

- Por Dios... En verdad eres tú, En verdad regresaste. - ella no encontraba su voz y solo pudo asistir, sintiendo como el restregaba su cara contra su cuello, mojándolo en el proceso. Pensó que sentiría un poco de pánico al verlo como le pasaba con todos los demás, pero no, su sola presencia y tacto solo la hacían vibrar de amor. ¿Este es un recibimiento de amigos?, se cuestionó pensando en sus últimas palabras cuando la rechazó. - Santo cielo, no tienes ni una remota idea de lo mucho que te extrañé. - La apretó aún más, como si quisiera fundirla en su cuerpo y ella pareció estar de acuerdo con eso porque soltó un suspiro contra su cuello, aferrándose a él, sin importarle que estuviera mojado y sudado. - Cada momento del día me preguntaba dónde estabas, con quien estabas y si estabas bien. - Un estremecimiento recorrió el cuerpo de la joven cuando él con osadía comenzó a besarle el cuello en un intento de transmitirle sus sentimientos por ella.

- Ra... Ranma... - tartamudeo, eso definitivamente no era de amigos.

- Demonios Akane, pensé que estarías mejor si nos separábamos y que podría vivir con ello, pero me equivoqué, este tiempo que no estuviste me dejó en claro que no soy capaz, no puedo estar lejos de ti... - Akane comenzó a llorar, si eso no era una declaración de amor, no sabía que otra cosa podía ser. Con devoción plantó un beso en la base de su cuello que era donde tenía acceso y eso desarmó al muchacho, sus piernas flaquearon y ambos cayeron lentamente al suelo. - Akane... - suspiró

- Pensé que no sentías lo mismo que yo... - dijo en un susurro, metiendo sus manos entre las hebras de cabello de él.

- ¡Pero si yo te amo tonta! - rebatió logrando que ella soltara un llorido ante tal confesión. - Te he amado casi desde que te conocí. Más bien tú no... - ella lo interrumpió.

- Yo te amo. - Él separó su cabeza para mirarla a los ojos.

- Yo te necesito para vivir Akane. Y sé que es hasta enfermo pedir que me des una oportunidad después de todo lo que te hice pasar, pero...

- Yo te lo dije, en esa ocasión, te perdoné. - Le recalcó tomándole el rostro con las manos. - Y he estado esperando que sintieras algo por mí, pero siempre parecías huir.

- Entonces prométeme que no te vas a volver a ir, que te quedarás a mi lado. - Ella cerró los ojos y recargó su frente en la de él.

- No... no puedo prometer eso... - dijo con pena, porque, aunque lo amara mucho, no iba a tirar por la borda todo lo que había logrado, no iba a volver a convertirse en una pieza en la vida de alguien, quería vivir por sí misma, amarse a sí misma. - No sé qué haré de ahora en adelante, no sé si quiera si estaré... - intentó explicar con un tono angustiado, dejando caer su cara en el hombro para no verlo a los ojos, no iba a poder soportar que él le pidiera quedarse ni tampoco ver la rendición en los ojos de él para dejarla ir.

- Akane, Akane. - La interrumpió entre cada palabra hasta que ella lo miró de nuevo, pues Ranma volvió a tomar su rostro entre sus palmas. - Entonces prométeme que me dejarás seguirte a donde vayas. - La joven guardó silencio ante lo que eso significaba.

- Eso me haría muy feliz. - Y Ranma estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de verla feliz. Una sonrisa ancha y genuina abarcó su rostro antes de, por fin, besar sus labios con vehemencia.

Las chispas que Akane sintió ante el devastador contacto, fueron mejor de lo que alguna vez pensó, después de tantos problemas y mal entendidos, luego de recorrer un largo camino que sabía aun no terminaba para sentirse bien, estar con Ranma no sería el motivo, pero si el apoyo que necesitaba en su vida. De ahora en adelante no importaba que tan obscuro se pusiera todo, mientras el señor de ojos azules la acompañara, todo estaría bien.

FIN…

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ACLARACIONES.

- Tibia es un hueso que pertenece a la parte inferior de la pierna.

- El nombre de Yoshito, me lo inventé porque no encontré el verdadero nombre del director Kuno xD, solo para información general, lo escogí por la ironía que representa su significado, "Hombre de bien".

- El Centro de Detención de Tokyo si existe pueden googlearlo si gustan.

- La donación de óvulos es cuando una mujer le dona a otra precisamente eso, óvulos. No es un proceso rápido ni tan sencillo, la donante tiene que pasar por un montón de pruebas para saber si es apta y otros tantos procedimientos para prepararse. Además, la donante puede presentar molestias durante todo el proceso. Aquí quiero aclarar que no estoy poniendo mi punto de vista sobre este proceso, simplemente Akane estaría asustada de los planes de Kasumi, así como de la ligereza con la que pretende que lo haga.

- Kasai es un apellido. Siempre di por hecho que se sobre entendía ya que entre todos los de la mafia se llamaban por sus apellidos, y por si está confuso, aunque nunca mencioné el apellido de Makoto, se sobre entiende que tenían apellidos diferentes, y esto puede deberse a varias situaciones familiares, por ejemplo, que Makoto tuviese una hermana que al casarse cambiara al apellido de su esposo, en este caso "Kasai", por tanto, los hijos tendrían el mismo apellido heredado.

- Burdeos, es una ciudad al sur este de Francia.

- El apellido Tendo se escribe así: 天道, este: 天候, es Tenjo.

- Pues como Shinnosuke no tiene un apellido como tal y me daba un poco de aversión ponerle de apellido Ryugenzawa, le asigné el de Ozawa, que es un poco similar... o al menos rima xD.

- Ori, en el anime, es una princesa que viene de otra galaxia, la princesa que refiere al tanabata.

- El aeropuerto de Narita es uno de los más importantes en el país en la zona de Tokyo.

- El Nippon Budokan es el estadio más importante de la capital japonesa y es administrado por la sociedad de Budo, la federación de artes marciales en Japón.

- Pocari Sweat es una bebida isotónica japonesa y Onitsuka Tiger una marca japonesa de zapatos deportivos, si existen, así que por favor no me demanden por usar sus nombres para esta historia sin fines lucrativos. Y si quisiesen patrocinarme, mejor.

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N/A

Esto está extremadamente largo, pero ya no podía cortar nada, soy demasiado obsesiva para estar conforme con un corte donde no quiero hacerlo. Así que bueno, para los amantes de los capítulos largos, ahí lo tienen, eso sí, si regreso próximamente, los oneshots serán lo único que obtengan de mí.

Siento la larga espera que los hice pasar, la verdad hasta yo misma me reclamo por haber alargado esto casi un año, no puedo creerlo, que vergüenza... pero al menos lo terminé.

Sobre los finales de cada uno de los personajes, traté de darle un buen merecido a cada uno de ellos, aunque la verdad el único que me hubiera gustado agregarle algunas cosas fue al final de Ryoga, pero en general, la idea se mantuvo, todos pagando sus malas acciones.

Disfruté mucho esta historia, como en otra ocasión comenté (o eso creo), sabía que los alternativos no les gustan a todos y tenía algo de miedo que no tuviera nada de aceptación, pero al final de cuentas, creo que fue un gusto personal hacerla y sobre todo que ustedes me acompañaran hasta el final fue increíble, aunque para ser sincera no creo que en mucho tiempo vuelva a incursionar en este tipo de fic.

Sobre la historia, espero haber plasmado todas las emociones que sentía cada personaje, también espero que aunque muy larga, con muchas vueltas en la trama y muchos detalles escondidos, la hayan disfrutado y reconocido algunas pistas que fueron soltadas a lo largo del fic.

Gracias a todos por acompañarme a lo largo de esta historia y espero que la hayan disfrutado tanto como yo disfruté haciéndola, sobre todo agradezco a:

- roxbonita,x27. Este si es el último xD.

- Akanita87. Perdón por la tardanza, de todas maneras, este capítulo quedo tan largo que tendrás lectura para varios días. xD.

- Psicggg. Gracias por tus bonitas palabras, lograr todos esos sentimientos en ustedes como lectores es lo que me impulsa a seguir esforzándome. ¡Muchas gracias!

- Juany Nodoka. No, definitivamente Akane no podía morir y la obsesión de Ryoga lo llevó a la muerte sin lo que más deseaba, el amor de Akane.

- Benani0125. Me alegra mucho poder haber hecho que exhalaras con Akane xD. ¡Muchas gracias por tu apoyo!

- Chechy14. Qué bueno que el capítulo te haya gustado y espero que este también. El señor de ojos azules siempre al pendiente de ella.

- Grace. Último capítulo y con epílogo incluido, no murieron todos, pero al menos todos recibieron un merecido. u/

- Sandy. Muchas gracias, tarde pero segura, final entregado. o!

- Lelek An3li. Si, pobre Akane, pero aprendió una valiosa lección, espero que hayas disfrutado este último capítulo como el anterior. :D.

- Adriana Flores. Gracias a ti por seguir al pendiente de esta historia, saludos igualmente desde el mismo México.

- Vero,Guti. Sip, aquí la última parte y un pequeño epílogo para endulzarnos la vida, ¡gracias a ti por el apoyo!

- D-Infinity. Si, tienes razón, tal vez debí de haber hecho que sufriera más el puerquito, lo bueno es que Akane nunca fue capaz de darle la espalda a Ranma. Último capítulo, gracias por acompañarme .

- Rowenstar,art. Si, la verdad yo también disfruto mucho sacar el carácter fuerte de Akane con palabras xD. Final listo y entregado, espero que te haya gustado 3

- AbiTaisho. Qué bueno que te haya gustado.

- gatopicaro831. Saludos a ti también y gracias por seguir aquí.

- Akai27. Espero que si te haya consolado el capítulo y el epílogo de paso, diste en el clavo con la distancia que tomó Akane, siempre me sorprende lo acertadas que son algunas teorías. Gracias por tus bonitas palabras hacia esta autora, me alegran el corazón, y gracias por todo el apoyo. Saludos.

- Kris de Andromeda. Espero que con este capítulo también estés al borde del sillón. u/

- Arianne Luna. Final check. u

- Sury. Espero que esta entrega también te guste y gracias a ti por el apoyo s!

- Bealtr. Aunque los finales tristes tienen su encanto, la verdad no me veo capaz de separar a Ranma y Akane jeje. #RanmayAkane4ever.

- Bayby Face. I hope you enjoyed this story. Thanks for the support /

Gracias en verdad por todos sus ánimos y sus palabras bonitas, y sobre todo gracias por seguir al pendiente de esta historia. ¡Los quiero un montón!

Sin más por el momento, de este lado del ciber mundo, AkaneMiiya.

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- EPILOGO -

Ranma corrió como loco a través de todo el aeropuerto con su única maleta a costa, su vuelo se había retrasado dos horas y ahora, sin importar exponerse, tendría que saltar de techo en techo para llegar a tiempo a su destino, ni siquiera tendría tiempo de dejar su equipaje o asearse un poco.

Tras dejar su vida en el recorrido de 20 minutos corriendo a máxima velocidad, derrapó sus pies contra el pavimento de entrada del recinto, subió las escaleras de piedra y no le importó que el guardia le gritara una sarta de cosas, aún ahora, después de 3 años seguía batallando para entender el idioma.

- La prochaine diplômée est, mademoiselle Akane Tendo. - Recitó el maestro de ceremonias. Justo, pudo asomar la cabeza a la sala del auditorio donde se llevaba a cabo la graduación de la especialidad en educación. Los aplausos se dejaron oír mientras vio como su mujer subía al foro ataviada en una elegante toga color azul marino y recibía su diploma.

Ranma se tocó el pecho con alivio al llegar a tiempo para ver eso, luego soltó su maleta y comenzó a aplaudir con fuerza, no supo si lo hizo con exageración, pero de la nada los ojos de Akane lo encontraron y le sonrió también con alivio de saberlo ahí.

La ceremonia terminó sin contratiempos, el joven de ojos azules se levantó del asiento al igual que su suegro y juntos caminaron fuera del recinto para esperar con calma a que Akane terminara de felicitar y despedirse de sus compañeros.

- Así que llegó ayer. - Ranma se sentó en una banca de madera al igual que Soun.

- Si, cancelé algunos pendientes y otros los pasé a manos de Nabiki, también aproveché en delegarle algunos asuntos a tu padre y tomé tiempo para conseguir un regalo para Akane. - Ranma asistió, era increíble como había cambiado el señor Tendo, mira que tomarse varios días para dedicarlos exclusivamente a su hija hubiera sido impensable en otros tiempos, sin embargo, a pulso había trabajado duro por ganarse nuevamente el cariño de Akane. - Supongo que tú no corriste con suerte. - dijo en una clara burla palmeando su espalda.

- ¡Ni me lo recuerde! - Se tocó la cabeza frustrado. - Se supone que la entrega del dojo sería el martes y terminaron haciéndola el jueves por la mañana. Le hubiera dejado ese pendiente a Shimakura pero quería revisar yo mismo que todo estuviera en orden.

- Se nota que estás muy emocionado, y me alegra mucho que estés poniendo tanto empeño en complacer a mi hija.

- ¡Señor Soun! ¡Pero que gusto verlo! - Un hombre en traje reconoció al empresario y Soun no tuvo más remedio que levantarse y saludar. Era el rector, y desde que Akane había comenzado a estudiar ahí las donaciones por parte del empresario a la universidad de su hija no había cesado, cosa que ponían al francés de buen humor.

Mientras los dos hombres charlaban, Ranma se permitió relajarse pensando en el trayecto que los había llevado a esa situación. Luego de la confesión en los vestidores, Akane había permanecido en Japón por menos de dos meses, por más que lo intentaba, no terminaba de sentir que encajaba y había tomado la decisión de regresar a Francia, Ranma inmediatamente había decidido irse con ella.

Akane recuperó su empleo y Ranma había decidido seguir en el medio marcial, constantemente había tenido que viajar a Japón, pero a partir de ahí habían comenzado a vivir juntos con todo lo que eso implicaba, y tres meses después se habían casado en una pequeña ceremonia a la que habían asistido solo la familia y el clan completo, a pesar de la negación de la muchacha por saber algo de todo aquello, ella misma fue quien propuso invitarlos.

Ranma aun sonreía como bobo solo de pensar en llegar al departamento con su mujer, sus momentos a solas lo seguía calificando de increíbles y casi se le hizo agua la boca de imaginar como celebrarían esa noche su graduación, sin embargo, recordó de tajo que seguro Soun se estaría quedando desde su llegada en el departamento y suspiró con un poco de desgana, el pequeño sitio, no era apto para hacer mucho escándalo estando su suegro en la habitación de al lado.

- ¿Y si vamos hoy en la tarde a ver algunas casas? Podría gustarte alguna. – Le propuso cuando veía el sol asomarse en la ventana y le acariciaba la espalda a su flamante esposa, era la primera noche que pasaban en el pequeño departamento luego de una corta luna de miel.

- No quiero una casa. – declaró bostezando acomodándose en el pecho de su marido, intentando conciliar el sueño, en menos de dos horas iba a tener que irse a trabajar y acababa de comenzar la universidad en el turno vespertino, iba a tener una jornada larga.

- Sé que no te gustan los lugares grandes, pero podemos buscar un lugar más adecuado para los dos, apenas cabemos aquí. – Y es que desde que llegaron a Francia habían ido a vivir al antiguo y diminuto departamento de Akane.

- A ti lo que te molesta es que viva en el mismo edificio Shinnosuke. – Inevitablemente, el hombre torció el gesto, luego, repentinamente, aun molesto, se situó sobre el cuerpo femenino.

- No puedo creer que me hayas sido infiel. – Le reclamó por milésima vez las mismas palabras que le había dicho Taro en la boda.

- ¡Ranma! – Lo regañó no solo por el comentario, también por el movimiento brusco, además sabía de sobra sus intenciones. – No te fui infiel, no estábamos juntos.

- ¿Por qué tenías que salir con ese don nadie? – melodramático dijo besando con entusiasmo la piel de la joven. Ella lejos de enojarse se rio, los besos aferrados le causaban cosquillas.

- Ranma, ya…. – soltó otra risita. – Déjame dormir.

- De acuerdo. – Se detuvo por un instante. – Me detengo si buscamos un nuevo lugar. – De todas maneras, siguió repartiendo besos y caricias entre palabras. – Sé que este lugar es especial para ti, pero es hora de seguir avanzando, incluso Ori te lo dijo, ¿no? – Ella asistió cerrando los ojos, ya no por el sueño, sino por las sensaciones.

- De… de acuerdo… Ranma… - dijo en un suspiro.

No había sido fácil encontrar un nuevo lugar que le gustara, vieron cientos de lugares y habían terminado por elegir un departamento sencillo en un punto intermedio entre el trabajo y la universidad de Akane.

Lentamente habían encontrado equilibrio en sus vidas, tanto con sus responsabilidades como con sus familias, y un día, de la nada, Akane había retomado sus entrenamientos, y meses después había dejado de rehuir a las actividades del clan, más importante aún, actualmente y con regularidad la había visto bailando entre sus dedos el pedazo de pergamino que Happosai le había regresado, probablemente pensando en el legado.

- Estoy lista. – Apareció tras su esposo abrazándolo por la espalda.

- Mon amour. - Pronunció esas palabras que eran de las pocas con las que no tenía problemas del francés. La tomó de los brazos y la jaló hacia delante, como si fuese una pequeña infanta pasándola por sobre su hombro hasta dejarla sentada en sus piernas, la chica gritó deteniendo su toga y el vestido bajo ella para no dar un espectáculo.-

- ¡Ranma! - amonestó feliz.

- Muchas felicidades Akane. - dijo abrazándola.

- Gracias. - Se separaron y se dieron un beso lento, debían aprovechar que estando en ese país, las muestras de afecto públicas no eran raras. - Pensé que no llegarías, ¿qué te retuvo tanto tiempo en Japón?

- Una sorpresa para una mocosa caprichosa. - Ella lo golpeó en el hombro con advertencia. - Te va a encantar.

- En verdad estás muy contento con nuestro regreso, ¿cierto?

- No pensé que saliera de tu propia cabecita regresar. - Le besó la sien. - Tenía que dejarlo todo listo.

- ¿Entonces si conseguiste un departamento? - Ranma sonrió como si hubiese hecho una travesura. - ¿Qué hiciste Ranma? No me digas que decidiste comprar una de esas casas armatostes que tanto ha insistido Soun que compraras.

- No, algo mejor.

- ¿Y no me lo dirás? - Con coquetería le pasó el dedo por la línea de botones de la camisa china que portaba. Ranma rio, ¿nunca iba a poder negarle ningún capricho?

- Le compré el dojo Tendo de Nerima a tu padre y está listo para recibirnos. - Mentalmente, Ranma repasó todas las necesidades que había tenido que reparar, no era como si solo fuesen a quedarse algunos días como la última vez que habían estado ahí juntos, sino que ese sería su hogar, o al menos eso quería Ranma, había pensado que sería buena idea, que a Akane le iba a encantar, pero ella seguía callada. - ¿Te molestó? - preguntó preocupado. - Pensé que sería un lindo detalle. Pero si no te sientes cómoda pode...

- Me encanta. - Lo abrazó con anhelo. El duelo que Akane había revivido hacia su madre era un tema contra el que también había luchado, pero ahora estaba en paz.

- Akane. - La llamó su padre. Y ella sonrojada se bajó de las piernas de su esposo.

- ¡Soun! - Dijo alegre cuando fue abrazada.

- No puedo creer que te hayas olvidado de mi presencia. - Se rio de ella. - Felicidades hija. Estoy muy orgulloso de ti.

- Gracias. - Dijo feliz. - Gracias por estar aquí.

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Al día siguiente por la mañana Ranma y Akane acompañaron a Tendo al aeropuerto con la promesa de alcanzarlo dentro de una semana en Japón, el hombre agradeció las atenciones y le dio un último abrazo a Akane.

- Y prepárate cuando llegues, hay una gran fiesta de bienvenida y graduación esperándote. Nabiki no escatimó en gastos y Nodoka ha tirado la casa por la ventana, incluso Kasumi se ha inmiscuido a pesar de ya estar en lo último del embarazo.

- Pero no es necesario. - Soun le tomó las manos.

- Necesario o no se hará, todos te han extrañado mucho. - A diferencia de Ranma, Akane había tenido hasta el momento que cumplir con su trabajo y con sus estudios que había terminado en tiempo récord, por lo que hace más de ocho meses que no visitaba a su familia. - Yo te he extrañado mucho. - dijo tomándole las manos, Soun se había esforzado tanto por volver a ganársela que durante los últimos años la había estado visitando al menos una vez al mes, incluso cuando ella le tenía recelo y desconfianza y lo evitaba lo más que podía.

- Y yo a ti... papá. - Ambos hombres la miraron con verdadera sorpresa, era la primera vez que Akane lo volvía a llamar así después de más de seis años. Conmovido Tendo volvió a abrazarla y Ranma pudo observar sus ojos humedecidos.

- Te quiero mucho hija.

- Y yo a ti. - dijo regresando el gesto.

- Pasajeros con destino a Tokyo, Japón, favor de pasar a abordar. - Sonó por el altavoz y Soun tuvo que soltarla.

- Anda, te veremos en una semana. - Akane se alejó con una sonrisa en el rostro, Soun asistió feliz, agitó la mano y se fue con rumbo a las salas de abordaje.

- ¿Feliz? - le preguntó Ranma cuando llegaron a su departamento esa noche, luego de estar resolviendo durante el día pendientes de ambos para dejar todo en orden antes de irse del país, Akane con su empleo y los últimos papeleos de su escuela, Ranma con los lazos del medio marcial que había creado luego de participar en varios torneos por Europa, igualmente que en Asia, seguía invicto.

- Mucho. - Ella recargó su barbilla en el pecho masculino y lo abrazó por la cintura. - He estado pensando que, si ya vamos a vivir en el dojo, tal vez pueda abrirlo e impartir clases de artes marciales a niños.

- Eso sería bueno. - Contestó abrazándola de los hombros.

- Y también estaba pensando en hablar con el maestro... ya sabes... para acordar algunos puntos del... legado...

- Vas a volver al viejo loco de felicidad. - Igualmente emocionado por la declaración que implícitamente aceptaba su regreso como heredera de Happosai, la cargó en brazos y dio varias vueltas con ella.

- ¿Crees que esté lista para recibir las próximas técnicas?

- Más que lista, me belle Akane. - La depositó en la cama, ambos quedaron recostados de lado, mirándose a los ojos.

- ¿Y tú Ranma? ¿Eres feliz? A veces me parece que estos años has ido de tras de mí y yo no te he considerado lo suficiente.

- Pues, si, eres una mocosa caprichosa. - La tomó de la cintura y con "brusquedad" la pegó a su cuerpo, sonriendo por el puchero en la cara de Akane. - Pero a mí... me encanta consentirte. - Le susurró al oído, notando como la piel de la mujer se erizaba. - Además. - le acarició el rostro con devoción. - Haces más por mí de lo que crees.

- ¿Cómo qué? - conmovida preguntó en tono bajo contra sus labios.

- No nos vamos a poner cursis ahora. - Le restó importancia, a veces sentía que, si hablaba de sus sentimientos en voz alta, podría ponerse hasta a llorar de lo feliz que era al tenerla a su lado. Akane soltó una risita, solo tenía que esperar algún momento cuando su esposo estuviera con la guardia baja y se lo diría todo, siempre era así.

- Bien... - Sin más se alejó algunos centímetros de él con la finalidad de meterse bajo las cobijas. - Buenas noches señor de ojos azules. - Le dijo con amor como cada vez que se sentía cuidada, procurada, protegida y amada, abrazándose a él cuando también se metió bajo las mantas.

- Hoy no Akane, no quiero que desees buenas noches. - ¡Por Dios que Akane reconocía esa mirada libidinosa! - hoy quiero que le des una buena noche al completamente tuyo señor de ojos azules.

FIN

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¿Diciembre sin Fin?