XIV
Chica sándwich
‐Fue agradable estudiar contigo Kouga.
Eri había dicho aquello en el tono más sedoso que encontró en lo que las yemas de sus dedos acariciaban el dorso de la mano que el joven tenía sobre la mesa de la biblioteca.
Matsuda retiró su mano intentando ser sutil, aquella caricia le había resultado incómoda, sin embargo, no quería ser grosero. Quizás de nueva cuenta, estaba imaginado cosas que carecían de fundamento. Además, tenía que mantener a esa chica contenta; si es que deseaba obtener información valiosa sobre Kagome. Nadie más que Eri podía decirle con exactitud cómo, cuándo y dónde InuYasha Taisho se le cruzó en el camino a Higurashi.
- Fue agradable estudiar juntos, eres bastante buena en matemáticas- le regresó el cumplido el muchacho.
- ¡Bah! No es para tanto ‐ intentó minimizar mientras su lenguaje corporal mostraba un orgullo mal disimulado‐ Aunque no es por presumir, pero siempre soy la primera de la clase en esa materia.
Kouga se cruzó de brazos, recordaba que le había dicho que era mala en matemáticas y por eso lo invitó a estudiar con ella. Había algo en toda esa situación que le hacía ruido, no obstante, decidió hacer caso omiso a su sexto sentido y mejor fue en busca de lo que anhelaba saber.
‐Así que- comenzó a hablar cómo quien no quiere la cosa- Me dijiste que Kagome está en el proyecto de química con...
Toda la luminosidad que Eri había destellado se esfumó en el instante mismo en que escuchó el nombre de su amiga.
- Bushida- respondió seca.
- ¡Ah! -exclamó- La verdad es que no tengo el gusto.
- Y, de todas maneras, conocerla tampoco es un gusto- el rostro de Eri mostró desdén- es una de esas... Como decirlo sin que suene feo... Una tomboy.
Kouga arqueó una ceja, si de verdad no quería ser grosera, no tuvo nada de éxito.
- Sólo espero que la buena imagen de Kagome no se vea dañada con ese emparejamiento.
El muchacho frunció aún más el ceño al escucharla.
- ¿Por qué dices eso? - interrogó con seriedad.
- Bushida tiene amigos de dudosa reputación- contestó preocupada en lo que se inclinaba ligeramente hacía él en una clara invitación a que hiciese lo mismo.
Matsuda ladeo su cuerpo para escucharla bien, cuidando de acercarse únicamente lo necesario.
- Uno de sus amigos, un tal Tsujitsni Miroku tiene fama de acosador de chicas. Algunas de sus compañeras se han quejado de que les hace insinuaciones indecorosas y pervertidas- Eri utilizaba un tono de voz bajo, imprimiéndole exagerado dramatismo a lo que contaba.
El muchacho torció su boca, definitivamente algo no cuadraba. Él conocía a Miroku desde secundaria, siempre había sido un tipo precoz pero jamás le faltó el respeto a ninguna mujer, aunque cabía la posibilidad que cambiará con el tiempo.
- Ya veo-pronunció reflexivo- ¿Y qué hay de Taisho?
Eri abrió los ojos desmesuradamente dejando atrás a Bushida y sus raros amigos para concentrarse en ese otro "asunto". ¿Cómo era posible? ¿Quién le había dicho lo de Taisho a Kouga? ¿Habría sido Kagome? No, eso era imposible. Ese era el secreto mejor guardado de la chica. Nada más tres personas conocían ese pasaje en la vida de Kagome; ella, que era su mejor amiga, Kikyo y la misma Kagome. Aunque, últimamente, si lo pensaba detenidamente, su mejor amiga estaba un tanto alejada de su persona. Quizás sin darse cuenta Kagome abrió sus sentimientos con Kouga. ¡Por Dios! ¡En qué momento se le estaba saliendo el control de sus manos! Tenía que pensar fríamente y llegar hasta el fondo del asunto. Así que inhalo profundamente, acomodó el moño de su uniforme y volvió a colocar su sonrisa mustia antes de emitir la pregunta.
‐ ¿Cómo sabes de Taisho? - intentó sonar tranquila.
Kouga agudizó su semblante serio. Entonces sí había algo entre ellos.
- La vi- dijo con toda la fuerza de voluntad que tenía para no gritarlo- vi a Kagome hablando con ese tipo.
Eri ahogo un grito. En su lugar, tomó su botella de agua y bebió apurada. Aquello en definitiva no se lo esperaba. ¿Era por eso que Kagome actuaba tan extraña últimamente? ¿Por qué se había reencontrado con su amor platónico de la primaria?
Tenía que hacer algo rápidamente para evitar cualquier enfrentamiento entre Matsuda y Taisho. Sabía que su amigo era el que las tenía las de perder.
- Te juro que eso fue hace mucho tiempo- dijo desesperada.
- ¿Eh? - Kouga parpadeó sorprendido.
‐ Es verdad que Kagome estuvo enamorada de él, pero eso fue en la primaria. Él jamás le correspondió.
Matsuda estaba al borde de un ataque cardíaco. Por lo que decía Eri, InuYasha y Kagome se conocían desde antes. Y su "chica" estuvo enamorada de ese imbécil. Ahora se reencontraban y existía una ínfima posibilidad de que renaciera aquel sentimiento en la joven Higurashi. Tal vez, Taisho no sería tan ciego esta vez y podría...
No. ¡Sobre su cadáver! Esa mujer era suya.
Eri veía acongojada a su acompañante lo último que quería era que él sufriera. Kouga, más que nadie se merecía ser feliz y sí su felicidad era estar con Kagome, ella haría lo que fuera necesario para que sucediera. Aunque eso le causará un profundo dolor en el alma.
- ¡Créeme Kouga! Eso quedó atrás para Gome.
Matsuda pasó la palma de su mano por su cara y apretó el puente de su delineada nariz. Algo en su interior le decía que Eri no era del todo honesta con él. Pero por el momento no podía hacer más que brindarle el beneficio de la duda. Sin embargo, decidió que de ahora en adelante dejaría todo en manos de su informante. Ya que, por la reacción de la chica, todo apuntaba a que Kagome no le contó de su encuentro con Taisho en los pasillos del colegio.
- Tranquila Eri- posó su mano sobre una de las de la muchacha- te creo, pero considero que debemos cuidar a Kagome. Taisho puede ser mucho más peligroso para ella que Bushida y su amigo pervertido.
La joven asintió. En eso estaba totalmente de acuerdo con Matsuda, conociendo los antecedentes de su familia, Kagome bien podría perder el rumbo por un hombre de mayor edad, tal y como sucedió con su hermana.
Un extraño silencio los envolvía mientras continuaban mirándose fijamente. Era como si de repente, algo en su interior hubiese hecho clic, conectándolos de alguna manera.
InuYasha no entendía como alguien como Higurashi podía sentir que no existía, cuando todo el colegio proclamaba a gritos su existencia. Kagome, por el contrario, no comprendía como es que siendo Taisho un chico tan poco común, pasará tan desapercibido.
El pitido de un automóvil los sacó de su ensimismamiento. El muchacho recobró la compostura y reanudó su andar; a su hermosa acompañante no le quedó más remedio que seguirle el paso.
- Así qué ¿tú también tienes hermanos? - preguntó InuYasha, pese a saber de antemano la respuesta, estaba decidido a no ser el único que hiciese confesiones incómodas.
- Sí, tengo una hermana mayor y un hermano menor- llevó dos de sus dedos a su mentón y dirigió su mirada al cielo- por lo que soy la hermana sándwich.
- ¿Hermana sándwich? -volvió a mirarla, esta vez con curiosidad, al escuchar el término.
- Significa que soy la hermana de en medio- sonrió- mis hermanos son las tapas del pan y yo soy el relleno.
Al entender la analogía InuYasha no pudo evitar soltar una carcajada divertida. Kagome percibió entonces, que cuando el muchacho reía, todo su rostro se iluminaba. Definitivamente la felicidad le sentaba bien.
- La hermana sándwich- repitió entre risas para sí mismo mientras movía de un lado a otro su cabeza.
Esa mujer no dejaba de sorprenderlo, no sólo era inteligente y hermosa, también era ocurrente.
‐ ¿Te llevas bien con ellos? ‐ preguntó Taisho cuando dejó de reír.
‐ Sí, somos unidos- contestó sonriendo al recordar tantos y buenos recuerdos.
‐ Entonces, ¿por qué te sientes invisible? ‐ cuestionó.
El rostro de Kagome se tornó sombrío de golpe, internamente se preguntaba si sería correcto contestar o debía mejor evadir la pregunta. Después de todo, no lo conocía lo suficiente como para contarle sus cosas. Y estaba también el asunto de que era hermano de Sesshumaru, ¿sí iba y le contaba? ¡Qué horror!
- O sea, no me siento lo que se dice invisible ‐ su mente se debatía entre mentir o decir la verdad.
- Dijiste que entendías como me sentía ‐ recriminó el muchacho.
‐ Y lo entiendo- se defendió- a mí también me comparan con Kikyo, todos esperan que sea...
‐ Comprendo ‐ InuYasha se atrevió a colocar esta vez su mano en el hombro de la chica, no lavaría esa mano en el resto del día- No te fuerces chica sándwich - le dedico una sonrisa de medio lado.
Había percibido la ansiedad de la muchacha, notó que también para ella era difícil aceptar ser la sombra de su hermana mayor; y que a diferencia de él, ella no era tan boca floja. Kagome respiró aliviada, no quería comenzar una triste y patética verborrea sobre sus traumas existenciales con un chico a quien había apenas conocido.
Comenzaron una conversación trivial que les duró la cuadra que les faltaba por llegar a la escalinata del templo. Se detuvieron al pie del primer escalón. InuYasha no se atrevió pedirle que la acompañaba hasta la puerta de su casa y por muy raro que le pareciera a Kagome aquello le decepcionó.
‐ Gracias por acompañarme a casa‐ le dijo con una sonrisa más radiante que el sol.
‐ ¡Keh! Me quedaba de paso‐ respondió desviando tanto el rostro como la mirada, no quería que le viera sonrojado‐ Nos vemos chica sándwich.
Kagome sonrió ante el apelativo
‐ ¡Hasta el lunes! ‐ se despidió y comenzó el ascenso hacia su casa.
‐ Hasta el lunes- musito InuYasha por debajo con el corazón acelerado.
Estaba que no se la creía, había sobrevivido a su primera conversación con la única e inigualable Kagome Higurashi.
Se encontraba sentada frente al closet que tenía dentro de su habitación. Había tomado la decisión de escombrarlo y deshacerse de aquello que no necesitaba siguiendo las sabias enseñanzas de la gurú Marie Kondo.
Tenía ya una enorme pila de ropa sobre la cama que terminaría en donación, pero, siguiendo las antiguas costumbres de quien ha escombrado alguna vez, estaba entretenida revisando viejas fotografías, antiguas cartas y leyendo su olvidado diario.
Contemplaba cada uno de los objetos con añoranza, para ella, aquel dicho de que "éramos felices y no lo sabíamos" le quedaba como anillo al dedo. No es que no fuera feliz ahora, pero cargaba un dejo de insatisfacción dentro del pecho. Al final sabía que todo no era más que la consecuencia de sus decisiones.
Estar lejos de su familia era una de las cosas que más podían pesarle sobre todas las demás. Extrañaba abrazar a su madre y a su abuelo, las confidencias con su hermana y mimar a su hermanito menor.
Tenía cuatro años lejos de su casa y no había día en que no se arrepintiera de haberse salido. La vida no era como ella la imaginó y enfrentarla lejos de los suyos era peor. Por eso se contentaba con mirar aquellas imágenes de los días en los que no existían preocupaciones realmente relevantes.
Sus ojos marrones acariciaban con la mirada la imagen de su yo adolescente, pensando cuán inocente era. Cuando esa foto fue tomada, tendría más o menos la misma edad que su hermana Kagome.
En realidad, no había cambiado en nada, seguía igual de hermosa, con ese aire elegante y sofisticado que le hacía resaltar del resto. Sus ojos castaños preservaban su sagacidad y denotaban su inteligencia. Al igual que su hermanita, Kikyo llamaba la atención donde quiera que pisara.
Su sonrisa se amplió y sus ojos se enternecieron al mirar otro de los retratos que guardaba como un tesoro. Era una foto de todos los miembros del consejo estudiantil, si bien no todos habían sido los grandes amigos, llegaron a construir relaciones cordiales y la mayor parte del tiempo la pasaban bien.
La realidad es que conservaba esa fotografía por algo o más bien alguien en especial. Muy a su pesar, dentro de su alma no superaba aquel episodio de su vida. Le era demasiado absurdo aferrarse a lo que no iba más o más bien, nunca fue; pero como dice aquella canción "no hay peor desgracia que extrañar lo que nunca pasó " y justo eso le sucedía a Kikyo.
La verdad es que lo que le tenía roto el corazón es haber pensado que sucedía algo entre ellos y claramente no era así. Aunado a que él le hizo creer todo lo contrario, jugó con sus sentimientos y nunca fue para pedir una disculpa; al contrario, se indignó cuando alguien más se fijó en ella y le retiró el habla.
Pero lo peor de todo es que su hermanita se enamoró también de él, en retrospectiva no sabía que decisión hubiera tomado si él realmente le hubiese correspondido. No habría querido lastimar a Kagome, pero tampoco se sentía capaz de haber renunciado a él.
Suspiró, al final del día, la vida sabe porque desvía o junta los caminos de las personas. Con sus delgados dedos acarició su imagen y se preguntó si seguiría siendo tan atractivo como en ese entonces. En su interior deseaba volver a estar debajo del árbol sagrado, contemplado aquel dorado de sus ojos.
¡Hola! ¿Cómo han estado? Aquí reportándome, sigo viva pero muy ocupada. Espero poder ponerme al corriente con este fic y el de Letras Libres ahora que salga de vacaciones por las fiestas de invierno. Mientras tanto les dejo este capítulo, que espero les guste y que les haga sentir que valió la pena la espera.
No me cansó de agradecer todas las bonitas muestras de cariño para esta historia, mil gracias a quienes se han unido a seguir la historia y a las personas que me dejan sus reviews. Los cuales procedo a contestar.
Xio Xio Huayta: Me hace muy feliz que te gustará el capítulo. Espero que este también te haya gustado mucho. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Susanisa: Otro poco más de interacción y creo que a partir de ahora tendrán uno que otro encuentro por ahí . ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Annie Perez: Es parte del misterio de este fic la historia entre Sesshumaru y Kikyo, creo que este capítulo dejo ver algo por ahí. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Manu: Espero que te encuentres muy bien, No he tenido oportunidad de revisar el fic de MirokuxJakotsu que me recomendaste, aunque no soy fan del yaoi me da curiosidad la ship, porque no es muy común. No te puedo prometer que haya un próximo lemon entre Sango e InuYasha, tal vez en algún momento pueda surgir con los promt del escrito activo semanal. Ya tengo anotados tus fics y me pondré a leerlos mi primer día de vacaciones que es el 19 de diciembre y cuenta con mis reviews. ¡Cuídate mucho!
Rosa Taisho: ¡Hermosa! Es un gusto y un honor que una gran fan de InuYasha siga una de mis historias. No te preocupes por el cierre de FF. Estoy aprendiendo a usar whatpadd y tal vez mude para allá mis historias; también estoy pensando abrir un Facebook solo para los fics o ver que hago, pero no se deshacen de mi tan fácilmente jajajaja. Y supuesto que seguiré en contacto con todos ustedes. En cuanto al fic, hay chicos que se ponen tan nerviosos que hacen lo contrario a lo planeado y es el caso de Inu, pero en este capítulo compuso un poco la situación. ¡Cuídate mucho! Muchas gracias por leer
Eliane 77: ¡Hola! Hice una pequeña investigación para ese párrafo en particular, quise poner una referencia a tu país a modo de agradecimiento por leerme. Espero hayas disfrutado este capítulo, donde por cierto volvieron a hablar jeje. ¡Cuidate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Sarai: Espero hayas disfrutado este capítulo, nuestros protagonistas ya tendrán más interacción a partir de ahora y también vamos a meterle algo de acción a Sango y Miroku, pero no diré más. De echo escribo porque me desestresa mucho, lo que no tengo tiempo es de releer, editar y posteriormente publicar, soy medio perfeccionista con eso jajaja y me tardo. Pero espero poder en vacaciones por lo menos darles algunos capítulos más. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Ahora si me despido, espero estar por aquí más seguido en la segunda mitad del mes porque, como buena navilover, también estoy escribiendo una historia navideña jeje. Les envío un abrazo súper fuerte y muchas buenas vibras para todo lo que hagan. ¡Besos!
