Capítulo 1
Una conocida música caribeña subiendo de volumen imperceptiblemente la despertó. A Demelza le costó apagar la alarma de su celular, y casi voltea un velador antiguo cuando volvió su mano bajo las sábanas. El golpe la hizo abrir un ojo, y por un instante no recordó adonde estaba. El empapelado beige e insulso de las paredes, la cama demasiado blanda, las sábanas gastadas, el sonido del tráfico y una ciudad amaneciendo del otro lado de la ventana, todo le resultaba extraño. Se giró en la cama, había una luz encendida.
A su lado la vio a su amiga destapada y sentada contra en el respaldo de la cama, sus manos acariciando su enorme panza.
"Caroline… ¿éstas bien?" – tenía la garganta seca.
"Sí, cariño. Tu ahijada me despertó hace un rato. Está ansiosa por el viaje." – le dijo con una voz dulce que no era nada habitual en ella. Tal vez la maternidad suavizara a la siempre beligerante Caroline. – "¿Me explicas por qué demonios Verity decidió casarse en la estúpida Escocia?"
Mmm… tal vez no.
Demelza se desperezó, estirando sus brazos por fuera de las mantas antes de responderle. "Porque su prometido es escocés."
"Y ella es de Londres. No, ella es de Cornwall. ¿Por qué tenemos que ser nosotros los que viajemos casi mil kilómetros para ir a su boda?"
"Nosotras somos las únicas que viajaremos mil kilómetros en carretera, los demás van en avión." – Dijo Demelza bostezando. Caroline suspiró y volvió a acariciar su panza.
"Siento que tengas que hacer esta travesía por mí." Judas. No había querido que sonara así.
Sí, ellas tenían que ir en auto porque con más de ocho meses de embarazo, Caroline no podía viajar en avión. Pero a Demelza eso no le importaba. Al contrario, habían decidido que disfrutarían de ese viaje. Probablemente sería el último que harían ellas dos solas. Al menos hasta que los futuros hijos de Caroline fueran adultos y su amiga, ya cansada de su marido, decidiera salir de vacaciones sola con su amiga anciana y solterona de nuevo.
"La vamos a pasar genial, Caroline. No importa que el viaje nos lleves diez veces más a que todos los demás. Tenemos nuestros bocadillos y nuestra lista de Spotify. Y mañana bailaremos todo el día y yo beberé todo lo que tú no puedes tomar…"
"Eso si me gustaría verlo." – su amiga rio, pues sabía que ella no bebía desde hacía un par de años. – "¿Qué hora es?"
"Las seis treinta." – Tenía el tiempo justo para darse un baño antes de bajar a desayunar al comedor del hotel. El desayuno comenzaba a servirse a las siete.
Según su itinerario debían salir de Londres a las ocho si querían llegar con tiempo para el drunch de la última noche de soltera de su amiga. Más allá de lo que acababa de decir, ella también maldecía internamente a Verity por realizar su boda tan lejos. Pero ¿Qué podía hacer? Al menos Caroline iba con ella. Podría haber puesto como excusa su avanzado embarazo, o le podría haber echado la culpa a Dwight y decir que su marido doctor recomendaba que se quedara en casa haciendo reposo. Pero su mejor amiga no había dudado en ir con ella. La única condición que había puesto Dwight era no viajar en avión. Además, las dos eran viejas amigas de Verity y, aunque no se veían tan seguido desde que ella se mudó de vuelta a Cornwall, aún se mantenían en contacto y ambas querían estar allí en el día más importante en la vida de su amiga… Pero ¿Por qué? ¡¿Por qué en la maldita Aberdeen?!
¿Y por qué están ellas en Londres, se preguntarán? La primera respuesta es, por supuesto, que Demelza debía descansar. No podía manejar de Sawle a Escocia de un tirón. Caroline no podía ayudarla a volante, suerte que entraba en el asiento del acompañante y se cansaba de solo estar sentada. Así que habían organizado el viaje de modo de pasar la noche en un hotel, y continuar al día siguiente. Pero ¿Por qué Londres? ¿No podrían haber parado en otra ciudad y no desviarse? Bueno, tenían que recoger a alguien en Londres.
No había sido el plan original. Si fuera así ahora estaría amaneciendo en Birmingham en lugar de en la capital del país. Pero a último momento Verity les había pedido un favor. El cantante de la banda que tocaría en la fiesta estaba en Londres y quien se suponía debía llevarlo le avisó que no podía a último momento. Demelza no había preguntado mucho más, pues no quería saber detalles de esa otra persona que debía llevarlo. A ellas solo les implicaría algunas horas más de viaje, y como iban a parar durante la noche no había mucha diferencia.
Fueron las primeras en bajar a desayunar. Demelza tuvo que ayudar a su amiga con la bandeja del buffet, pues Caroline la mantenía en equilibrio sobre su barriga mientras tomaba algo de cada cosa. Pancakes, jalea de arce, tostadas, mermelada, manteca, carrot cake, croissants, un bagel con jamón y queso, una caja de cereales, yogurt, un bowl con varias frutas, un muffin de chocolate y un huevo hervido. Demelza casi derrama el té mientras se acercaba riéndose a la mesa.
"¡No te olvides del jugo de naranja!"
"Solo tengo dos manos…"
Antes de que comenzará a comer logró sacarle una foto con todo su botín.
"Se la voy a mostrar a Dwight."
"Tengo que comer por dos ¿sabes?"
Demelza miró la mesa, había suficiente para que comiera una familia entera.
"¿Acaso no te dijo que no debías tener cuidado con las harinas y el azúcar?" - Caroline levantó sus ojos celestes de la tostada con mermelada y manteca que estaba masticando hacia su amiga.
"Sí, lo hizo. Pero ¿Qué más puedo hacer? Lo único que puedo hacer bien es comer. Ni siquiera me puedo poner las medias sin ayuda." – Era verdad, cuando salió de bañarse se la había encontrado sentada frente a la puerta del baño con un par de medias en las manos y sus pies estirados esperando por ella.
"Creí que no te había dado bien el colesterol en los últimos análisis."
"Es cierto, pero…" – Caroline tragó lo que masticaba, tomó un sorbo de té y volvió a morder la tostada antes de seguir hablando. – "… me estuve cuidando las últimas semanas y Dwight me dio permiso para disfrutar de este fin de semana. Así que… todo está permitido."
Demelza alzó las cejas. Iba a tener que chequear eso con Dwight. Le enviaría un mensaje más tarde, ¿sería más tarde o más temprano en España, o era la misma hora? No estaba segura. Dwight tenía un congreso ese fin de semana. Por suerte era solo el sábado, y al día siguiente tomaría el primer vuelo a Escocia y llegaría a tiempo para la boda. Pero mientras tanto ella era la encargada de cuidar a Caroline y a su futura ahijada, así que disimuladamente se comió el muffin y el bagel con jamón y queso que supuso era lo peorcito de todo el banquete. Con eso al menos podría estar sin comer durante algunas horas.
Mientras esperaban el ascensor en el lobby del hotel para volver a la habitación a prepararse para partir y Demelza aún se chupaba la yema de los dedos que tenía cubiertos con el chocolate del muffin, un joven que estaba sentado en uno de los sillones se les acercó.
"Disculpa, ¿tú eres Demelza?"
Tanto Caroline como ella se giraron para mirarlo.
"Soy Hugh. Hugh Armitage, el cantante de la boda de la Señora Blamey…?"
"¿Quién? ¡Oh! Si, claro. Es Verity Poldark para nosotras todavía. Yo soy Demelza, ella es Caroline." - Hugh estrechó sus manos, agradeciendo su buena fortuna de que sus acompañantes fueran dos jóvenes tan bonitas. - "¡Ups! Lo siento... chocolate."
Demelza pasó la mano por la parte trasera de sus pantalones pijama antes de ofrecerla de nuevo. No pudo evitar sonrojarse un poco, siempre se sonrojaba. El joven le sonrió mirándola a los ojos mientras tomaba su mano.
"Uhmm... ¿acaso llegué temprano? No quería arriesgarme a que se fueran sin mí."
"No, no. Estábamos por subir a cambiarnos y bajar nuestras cosas. No tardaremos más de diez minu..."
"Quince." - la interrumpió Caroline.
"Quince minutos."
"Genial. Las espero aquí."
Cuando las puertas del ascensor se cerraron y Demelza presionó el botón del piso dos – Caroline no podía subir por escalera dos pisos – su amiga dijo divertida: "Es lindo."
Veinticinco minutos después, bajaron de nuevo al lobby a hacer el check-out.
"Permíteme." - el chico, Hugh, se puso de pie de un salto cuando la vio arrastrando dos pequeñas maletas y un bolso. Ella había insistido en que Caroline no hiciera ningún esfuerzo.
"Lo siento." - Le dijo en voz baja mientras Caroline entregaba las llaves a la recepcionista. - "Le toma un poco más tiempo de lo normal moverse."
Hugh volvió a sonreír.
"No hay problema. Sé cómo es. Mi hermana tuvo un pequeño diablillo el año pasado. ¿De cuánto está?"
"De ocho malditos meses. Aunque parece que hubiera estado embarazada toda mi vida." - respondió Caroline al acercarse.
Hugh aparentaba ser un buen chico y parecía poco probable que las asesinara camino a Escocia. De verdad, lo habían discutido. ¿Qué tal si ese extraño con el que pasarían más de diez horas en la carretera era un psicópata? A primera vista no lo parecía. O al menos era un psicópata muy educado por la forma en que las ayudó - es decir, la ayudó a Demelza mientras Caroline intentaba subir al auto - a acomodar sus maletas en el pequeño baúl de su mini-cooper.
"Mmmhhh..." - Los dos analizaron con las manos en la cintura como harían para guardar las dos valijas, el bolso de Caroline, y ahora además su bolso y su guitarra, todo sin arrugar las dos fundas negras que hasta entonces habían viajado extendidas en el asiento trasero y contenían sus vestidos. - "Puedo llevar la guitarra adelante conmigo..."
"Sí, y no pasará nada si doblamos los vestidos por la mitad y los ponemos sobre las maletas."
"¡Acomódalos bien! No quiero parecer una pelota arrugada..." - gritó Caroline ya sentada adelante y mirándolos por el espejo retrovisor.
"Así que, ¿tocas en una banda?" - Caroline preguntó mientras ella maniobraba por las callecitas de Londres para salir de la ciudad.
"Sí. Cantante y primer guitarrista. Iba a viajar con la banda, pero me surgió un compromiso para ayer por la noche en la ciudad. A veces toco solo." - dijo Hugh desde el asiento trasero. - "Y ¿se preguntarán porque no tomé el tren?"
"Sip." - Contestaron las dos al unísono.
"Odio los trenes. Prefiero no viajar a tomar un tren."
"¿Por algo en particular?" - Demelza lo miró a través del espejo mientras esperaban en un semáforo, de paso se acomodó las gafas, las tenía que usar para conducir.
"¿Vieron el sonido que hacen? Chu cun chu cun – chu cun chu cun..." - Demelza vio por el rabillo del ojo como Caroline sonreía cuando Hugh comenzó a imitar el sonido de un tren - "No lo soporto. Está tan desacompasado que me marea."
"¿Qué hay de los trenes de alta velocidad? Esos no hacen tanto ruido."
"Esos son peores. Tienen un chillido... como si alguien estuviera gritando desafinado."
Caroline y Demelza se miraron y no pudieron evitarlo, se echaron a reír.
"Perdón, no nos reímos de ti."
"Lo sé, lo sé. Es una estupidez, pero no puedo evitarlo. Me descompone."
"No es una estupidez, la gente tiene fobias extrañas, es común." - comentó Demelza volviéndose a concentrar en el camino y recordando otras fobias que había conocido. - "Pero tienes que admitir que es gracioso."
"Es gracioso, siempre y cuando no me tenga que subir a uno. Y... ¿qué hay de ustedes? ¿Por qué no tomaron el tren?"
"Porque yo hubiera tenido que cargar con maletas, vestidos, y una mujer embarazada que tarda diez minutos en caminar dos metros..."
"¡Hey!"
"Es verdad."
"Puedo... ¿rodar?"
Hugh volvió a sonreír en el asiento trasero. El auto era pequeño, pero podía estirar las piernas hacia un costado y tenía toda la parte de atrás para él solo y su guitarra. Y la compañía no estaba nada mal. Además de ser bonitas, las dos jóvenes eran muy simpáticas. Mucho mejor que viajar con el primo de la novia, como le habían ofrecido inicialmente.
"¿A qué se dedican?"
"Somos arquitectas." - Respondieron otra vez las dos a coro.
"Ah, como la Señora Blamey..."
"No le digas 'Señora Blamey'. No es Señora y no es Blamey todavía. Es Verity, solíamos trabajar juntas."
"En realidad, era nuestra jefa." - añadió Caroline.
"Hace mucho tiempo, cuando vivíamos en Londres. Pero seguimos siendo amigas a pesar de la distancia."
"No hace tanto desde que tu dejaste de trabajar con ella, solo un par de años." – la corrigió Caroline.
A Demelza le parecía que habían pasado siglos. No es que no hubiera vuelto a ver a Verity. Su familia tenía una gran casa en Cornwall y se veían cada vez que ella y Andrew iban a pasar algún fin de semana allí. Y ella había ido a Londres también. La última vez a probarse el vestido de dama de honor que ahora estaba doblado en el baúl. Pero no podía negar que ver a su amiga siempre le traía ciertos recuerdos que ella prefería olvidar. La sola mención de su nombre era motivo para que ella tomara sus cosas y se fuera, dejando a su amiga en mitad de oración. Verity había aprendido a no mencionarlo, aunque Demelza sabía que era confuso para su amiga, que no lo entendía. Por qué de un día para el otro se había ido dejando todo atrás y sin querer saber de nadie. Solo ella y Caroline sabían la historia completa.
Y él, claro.
Pero Demelza se había prometido y había prometido a Verity que no habría reproches ni resentimientos en el día de su boda. Y no debería haberlos. Dos años era tiempo suficiente para que el pasado fuera el pasado. Sólo un recuerdo.
"¿En qué zona vivías?" – Hugh le preguntó directamente a Demelza.
"En Chelsea."
"Buena zona."
"Era un piso compartido… miren, ahí está la salida. Tenemos que tomar la M25. Caroline, presta atención."
Por suerte la bifurcación frente a ellos sirvió para cambiar de tema y pronto los antiguos edificios al costado de la carretera se fueron haciendo cada vez esporádicos, hasta que al tomar la M40 a sus lados solo hubo campos verdes. Desde allí tendrían un buen tramo hasta las afueras de Birmingham y Demelza se relajó un poco. Había estado tensa desde que salió de la ciudad con miedo a tomar mal la bifurcación, pero Caroline le había indicado correctamente el camino.
Casi una hora después todos se habían relajado y estaban disfrutando el viaje. Caroline ya había abierto su primer paquete de galletas. Hugh iba tocando su guitarra, inundando el auto con suaves melodías mientras jugaban a Yellow Car, un juego que Hugh les contó jugaba con sus sobrinos cuando salían a pasear. La carretera no iba muy cargada tampoco, salvo por un gran camión que iba delante de ellos, pero que seguramente se desviaría en la próxima intersección, así que Demelza no se preocupó en sobrepasarlo y se mantuvo en su carril a una prudente distancia.
Un momento después se percató por el espejo retrovisor del auto negro que iba detrás de su mini. Se mantuvo allí durante un par de minutos, pero cuando volvió a ver por el espejo vio que le hacía luces. Ella no iba a adelantarse al camión, así que tendría que esperar. La salida a la A355 estaba ahí adelante, el camión doblaría en dirección a Amersham, estaba segura. Pero el idiota de atrás seguía insistiendo.
Se pegó a ellos.
"¿Qué le ocurre?" – Hugh se dio vuelta para mirar al auto negro y tapó momentáneamente su campo visual, pero Demelza pronto lo vio aparecer en su espejo delantero. Cuando asomó la trompa algo se estremeció en su interior. Ella conocía ese auto.
Entonces, el Mercedes aceleró por su derecha con intención de sobrepasarla a ella y al camión, pero la carretera era de doble mano.
Todo sucedió en un instante. Demelza sujetó el volante con fuerza cuando sintió el ¡BOOM!
Suerte que iba lejos del enorme vehículo de adelante. Su auto se sacudió un poco cuando el Merecedes negro los invistió del lado derecho, pero ella recuperó el control inmediatamente.
"¡Judas! ¡Estúpido!" – Exclamó al mismo tiempo que vio pasar una camioneta en dirección opuesta. Por eso el Mercedes había tenido que desacelerar en su maniobra, chocándolos a ellos en el proceso. – "Dios, Caroline. ¿Estás bien?"
Caroline se sujetó la panza. El golpe no había sido muy fuerte, o eso le pareció a ella en ese momento, pero no sabía si le había sucedido algo a su amiga. Con los pelos de punta, Demelza puso la luz de giro y se dirigió hacia la banquina.
"Caroline, háblame. ¿Qué es lo que sientes? ¿Estás bien?" – en su voz había pánico.
En la distancia el camión había doblado por donde ella pensaba que lo haría.
Caroline respiró profundamente una y otra vez. Tomando aire por la nariz y exhalando por la boca. Asintió cuando su amiga le preguntó cómo estaba por tercera vez.
"Estoy bien. Creo que fue solo el susto."
Demelza recién entonces pareció respirar.
"Yo estoy bien, también." – Dijo Hugh desde el asiento trasero.
Cuando se dio vuelta para mirarlo, vio que el Mercedes se había detenido atrás de ellos. Caroline miró por el espejo retrovisor también.
"¿Ese no es…?"
Sí, era.
Había comenzado a temblar. Por el shock, se dijo. Un segundo después alguien golpeó su ventanilla, ella tenía su mirada fija en la panza de su amiga. El conductor del otro auto volvió a golpear el vidrio.
Demelza tomó aire y bajó la ventanilla. Sólo cuando estaba completamente baja miró al hombre parado junto a la carretera. Y él la miró a ella por primera vez en casi dos años.
"¡Maldita sea! ¿Acaso eres estúpido? ¿Cuál es tu problema? ¿No podías esperar que el maldito camión doblara? ¡Nos podrías haber matado!"
Era Ross.
