Capítulo 9
Al terminar la semana, el antiguo departamento de Ross no sólo estaba arreglado, pintado, y fotografiado, también estaba publicado en varios sitios de venta de inmuebles y hasta ya tenían un par de visitas agendadas de gente interesada en verlo. Lo habían publicado a tres millones y medio de libras, que era el precio al que se cotizaban los departamentos en esa zona y un poco más de lo que Ross había pagado cuando lo compró. "Eres rico." – se le había escapado a Demelza un día mientras discutían el precio y cuanto quería gastar en el nuevo departamento. Y Ross le había contado la historia de la finca de su padre y como él la había vendido al morir. "Ese dinero se remonta a generaciones y generaciones de Poldarks y yo lo invertí en un piso en Londres." – le había dicho, no muy orgulloso.
¿Era extraño que supiera tantas cosas de un cliente? Quería decir, sobre sus relaciones, su familia, su profesión… Bueno, es que pasaban mucho tiempo juntos, de algo tenían que hablar. El fin de semana anterior, luego de que limpiaran el departamento de arriba a abajo, Ross insistió en acompañarla a llevar las bolsas de ropa que habían separado para donar, y como ella se quedaría a ayudar a preparar la comida y servir a los indigentes que hacían fila por un plato caliente, él se había quedado también. Además, allí era donde Demelza había enviado el escritorio. Tenían un gran salón que no se usaba durante el día y en donde podría trabajar. No había parecido entusiasmado con la idea al principio, pero cuando conoció a Zacky que era el encargado, lo convenció. Quedarse a ayudar a servir la cena fue muy considerado de su parte. Y al día siguiente se habían visto también, pues decidieron que pintarían las paredes que necesitaban un retoque ellos mismos, para no tener que esperar a los de mantenimiento. Y puede que tal vez haya dejado al descubierto su fanatismo por Robbie Williams, pues se había puesto a cantar sus canciones mientras pintaban. Ross la había mirado de reojo, y ella no pudo evitar sonreírle algo avergonzada. Su primera impresión del hombre no había cambiado demasiado. Era muy atento y era agradable pasar tiempo con él. Al menos para Demelza que siempre era algo torpe con desconocidos – especialmente con hombres – se sentía a gusto con él y que podía ser ella misma. Y también le parecía un hombre solitario, con heridas que aún no se habían terminado de sanar. Deberían haberse curado ya después de todo este tiempo, pero ¿quién era ella para decírselo? ¿Y que sabía ella de amor después de todo? Simplemente era su agente inmobiliaria.
¿Simplemente era su agente inmobiliaria?
Demelza miró el mensaje que llegó a su celular: "Recién salí de una entrevista de trabajo." – decía.
¿Era ese un mensaje normal que alguien enviaría a su agente inmobiliario? No, era el mensaje que alguien enviaría a un amigo.
Mhmmm… Demelza pensó. Tengo un nuevo amigo. Un solitario, sexy y atractivo nuevo amigo. Aunque de seguro esa extraña relación se terminaría cuando él se mudara a su nuevo departamento. No debería encariñarse mucho.
"¿Y cómo te fue?" – Le respondió.
Ross está grabando audio…
"¿Vas esta noche, Demelza?" – Demelza levantó la mirada de su teléfono para ver a Malcolm frente a su escritorio, que la miraba con una empalagosa sonrisa. – "No viniste la semana pasada."
"Ehrm… no. Es que estoy muy ocupada."
"Pero hoy tienes que venir. Iremos a tomar algo, es el cumpleaños de uno de los de contabilidad."
"¿Ah sí? ¿De quién?"
"No me acuerdo su nombre. Vamos, será divertido. Acaso ¿tienes otra cosa que hacer?"
Demelza puso los ojos en blanco dentro de su cabeza.
"Mmm… no lo sé. Caroline no va a estar. No sé si Verity…"
"Sí, Verity irá. Yo te puedo acompañar después a tu casa si quieres…"
"Gracias, no… no hace falta. Ya veré…"
Su teléfono volvió a sonar. Gracias Ross.
"Tengo que atender esto." – Dijo. Pobre Malcolm, no tenía nada personal contra él. Sólo que no le gustaba que le insistieran.
"En realidad, tuve dos entrevistas. La primera era para un tabloide. No sé qué me imaginé. Pero definitivamente no voy a deambular por la ciudad esperando a cruzarme con algún famoso dando vueltas cerca del lugar donde vive. Es denigrante ¿no crees? ¿Estar esperando a que salgan a comprar algo al super de la esquina? Y ni siquiera me pagarían, tendría que sacar las fotos y luego mostrárselas a ver si están interesados. Si están comiendo algo, o si su perro está haciendo lo suyo bajo un árbol, o si van desaliñados, mejor. Eso fue lo que me dijeron ¿Puedes creerlo? Así que queda descartado, no seré un paparazzi. La otra entrevista fue algo más seria. Era para Reuters, para cubrir noticias o eventos políticos. Comunicados del gobierno, Downing Street, Westminster, manifestaciones y esas cosas. Definitivamente más interesante. Dijeron que me iban llamar para avisarme. Eso les dicen a todos ¿no es así?"
Pues Demelza sí que agradecía no tener más entrevistas de trabajo. Siempre se ponía tan ansiosa. Aunque con Verity no se había sentido así.
"¿Les enseñaste las fotografías de tus viajes?" – ella también le envió un audio.
"Sí. Les gustaron, pero dijeron que no estaban buscando fotógrafos en el extranjero, que necesitan cubrir noticias locales."
"Seguro que te contratarán, son muy buenas." – Ross había llevado su notebook un día mientras ordenaban sus cosas y le había mostrado las fotografías que había tomado en sus viajes. Además de las que encontraron en las carpetas en su oficina. Era muy talentoso de verdad.
"Gracias. Oye, Verity me dijo que irán al pub después de la oficina. Yo iré con mi amigo, ya me tiene cansado con que no salimos a ningún lado. ¿Nos vemos ahí?"
"Sí, claro. Nos vemos más tarde."
"😉"
Bueno, era aún su cliente, tenía que darle los gustos. - Que hipócrita de tu parte, Demelza.
"Te pusiste colorada, ¿con quién hablas?" – Le preguntó Caroline que salía de una reunión.
"Con Ross."
"Ah, Rossss…" – repitió su amiga arrastrando la s y aleteando sus pestañas. A Caroline no le había pasado desapercibido la cantidad de tiempo que pasaba con él. Cuando había vuelto el lunes y ella le dijo que había pasado todo el fin de semana con Ross Poldark, la había sentado en el sillón para que le contara todo. "Mmm… en mi opinión necesita a alguien que le haga olvidar a esa mujer." Bueno, esa no sería ella. Él era su cliente y tenían reglas estrictas respecto a eso. Caroline había vuelto los ojos y le había sacado la lengua. "Bla bla bla… él es solo un cliente…" – se había burlado, y así continuó toda la semana.
"Oye, me llamó el dueño del departamento. Quiere hablar con nosotras." – le dijo mientras se acomodaba en el escritorio junto a ella.
"¿Oh? ¿Qué quería?"
"No quiso decirme. Le dije que no estaría este fin de semana así que vendrá el lunes. El contrato se vence a fin de mes, así que supongo que es por eso." – Demelza frunció el ceño, era extraño. – "¿No querrá subir la renta?" – Les podría haber enviado un mail para avisarles, siempre lo hacía. Solo lo habían visto dos veces. – "No te preocupes Dem, lo arreglamos el lunes. Y si nos quiere echar, nos mudaremos. No hay problema."
Pues ella no quería mudarse, estaba muy cómoda en su pequeño departamento.
"¿Por qué tenemos que venir hasta aquí? Hay pubs del otro lado de la ciudad, ¿sabes?"
"Tú eres él que siempre de queja de que no salgo a ningún lado." - Ross dijo, mientras buscaba un lugar para estacionar su Mercedes que por fin había salido del taller esa mañana.
"Al menos espero que las amigas de tu prima sean atractivas." Mierda, tal vez no había sido una buena idea traer a George.
"Mantente alejado de ellas, ¿me oyes? Me están ayudando con lo del departamento y no quiero tener problemas."
"Relájate, Ross. Me conoces..."
"Precisamente por eso te lo digo."
Cuando llegaron al pub, Verity y sus empleados ya estaban allí. Su prima se alegró de ver a George, o eso aparentó, como siempre era tan educada no punta podía darse cuenta. Ross le preguntó por su novio, pero ese fin de semana estaba de viaje. Verity a su vez le preguntó cómo iba el tema de su departamento.
"Bien, bien. Creo que ya hay algunos interesados en el piso. A propósito, ¿A dónde está Demelza?" - Su prima aleteó sus pestañas.
"No sé, debe andar por aquí. Y... ¿qué opinas de ella?"
"¿De quién?" - preguntó George que volvía con unas cervezas.
"Demelza. Es la arquitecta de mi estudio que lo está ayudando a Ross con lo del departamento."
"Ahhh... ¿esa es con la que te pasas hablando todo el día?"
Ross dio un sorbo a su botella. George, definitivamente, no una buena idea.
"Es una excelente profesional. Ya estuvimos mirando unos departamentos por internet que quiero ver, tenemos citas la semana que viene. Y me ayudó un montón con mis cosas..." - dijo, intentando resaltar solo sus cualidades profesionales y no que era con la única persona con la que toleraba estar más de una hora seguida.
"Y te va a encantar cuando diseñe tu nuevo departamento. Es maravillosa en diseño de interiores... Oh, allí está. ¡Demelza!"
Demelza vio a Verity llamándola con la mano en alto en el otro rincón del pub. Enseguida lo vio a Ross junto a ella. Judas, podría intentar ser un poco menos guapo, de verdad.
"¡Hey! ¿Adónde te habías metido?"
"Estaba en el balcón con Kitty y Cecily." - Y ocultándome de Malcolm.
"Aquí Ross preguntaba por ti. Me estaba contando lo contento que está con tu trabajo." - Ross sonreía como un tonto a su prima. ¿Acaso pensaba que no sabía lo que estaba haciendo?
"No he hecho nada todavía. Hola..." - Era cierto. Su trabajo como arquitecta y diseñadora ni siquiera había comenzado. Antes de que pudiera reaccionar, Ross la saludó con un beso en el aire que rozó su mejilla. ¡Oh! Ya tenían esa confianza entonces. Está bien.
"Él es mi amigo George. George, ella es Demelza."
"Mucho gusto." - dijo ella. Su amigo la miró de arriba abajo sin disimular ni un poco.
"Ahora entiendo..." - le susurró a él, pero Demelza lo escuchó.
"¿Qué entiendes?"
"Oh, nada. Solo que veo porque de repente Ross tiene tanto interés en vender su departamento."
"Porque no puedo dormir en tu sillón para siempre, George." – dijo él algo fastidiado. George pareció entender su tono.
"¡Ah! Ver, ¿Cómo esta tu padre? Hace mucho que no lo veo..."
Mientras George hablaba con Verity, Ross se giró hacia Demelza que le volvió a sonreír.
"Entonces, ¿Cómo te fue hoy?" – Preguntó solo para él escuchara, no sea cosa que los otros se enteraran que ellos hablaban de otra cosa que no fuera su apartamento.
Ross le contó con más detalle acerca de sus entrevistas. Ella lo escuchó atenta, riéndose de la ridícula idea de que pudiera convertirse en un paparazzi, imaginándolo siguiendo a personajes famosos de la TV y a ellos odiándolo. "No es una profesión muy respetada." – Le había dicho. Y luego le había dado aliento cuando le contó sobre Reuters. Pero había algo más que Ross le quería contar. No se lo había dicho a George, ni tampoco a su prima. Y honestamente, no sabía que pensar de ello. Le había dado vueltas en su mente durante toda la tarde.
"Elizabeth me llamó hoy."
"¿Qué?" – Demelza abrió grande los ojos. Ross se había acercado y lo había susurrado en su oído como si fuera un secreto. Su aliento le había hecho cosquillas en la piel de su cuello. Y entonces se dio cuenta de donde estaban. Rodeados por todos sus compañeros de trabajo. Notó que Malcolm la miraba no muy disimuladamente, y aunque los demás parecían no prestarles atención sabía que el lunes sería la comidilla de la oficina. – "¿Quieres ir a arriba? Hay menos ruido." - Y la verdad no estaba muy segura de que fuera una mejor idea, pues sintió su mano en la mitad de la espalda mientras ella se abría paso para subir las escaleras de nuevo. Kitty y Cecily ya no estaban allí, así que Demelza los guio hasta una de las mesas altas que estaban junto a las ventanas que daban a la calle. – "¿Qué te dijo?"
"No contesté." - ¡Bah! Vaya chisme. – "¿Por qué querría hablar conmigo?"
"¿Me preguntas a mí? No tengo idea. Tal vez… el otro día querían hablar contigo ¿no es así?"
Ross asintió. Pues él no tenía la más mínima intención de hacer las paces si eso era lo que pretendía. ¿Ser primos? ¿Volver a verse en reuniones familiares y actuar como si nada hubiera ocurrido entre ellos? Eso jamás ocurriría.
"Tú… todavía la amas ¿no es así?" - La escuchó preguntar a Demelza. El codo apoyado en la mesita y su barbilla apoyada en su mano, mirándolo fijamente. ¿Todavía la amaba? – "A veces no puedes controlar tus sentimientos."
Ross alzó una ceja, vio su mirada captar el movimiento y un ligero rubor colorear sus mejillas.
"Pareces que sabes mucho de esas cosas para ser que nunca estuviste enamorada."
"Tengo un máster en películas románticas, solo me falta la práctica." – Dijo seria y sin moverse, lo que le causó mucha gracia. – "¿Qué es lo que crees que quiere decirte?"
¿Qué todavía me ama? ¿Qué cometió un error al casarse con Francis? Precisamente por eso eres patético, Ross. Dio un trago a su cerveza y levantó los hombros.
"¿Qué le quieres decir tú cuando hables con ella?"
"Preferiría no hacerlo. Ya dije todo lo que tenía que decir, yo no he cambiado."
"Tal vez ese es el problema."
Tenía razón. Ese era su problema. Todos habían seguido adelante con su vida menos él. A sus casi treinta años, él no tenía nada. No había conseguido nada. Y no quería que Elizabeth viera cual fútil había sido su vida sin ella.
"¿Viste algún otro departamento interesante?" – Ross cambió de tema. El aire entre ellos parecía denso, y cargado. Extraño. Porque ¿qué debía pensar esa chica de él? Apenas si la conocía y él le contaba todas estas cosas que no hablaba con nadie. No que tuvieran con quien hablar, George de seguro no lo entendería. Verity era la hermana de Francis, se horrorizaría si le dijera que aún tenía sentimientos por su cuñada. Era mejor que creyera que aún los odiaba, lo que era cierto también.
"Uhmm… sí. ¿Seguro que quieres algo clásico? Será un gran cambio de ese departamento moderno a algo más tradicional…" – Dijo, mientras buscaba su teléfono con algo de torpeza.
"Me gustaría poder abrir las ventanas."
"Ja, sí." – Sonrió, pensando que eso fue una de las primeras cosas que pensó al entrar al departamento en Southwark. – "Publicaron un par en Chelsea, tal vez quieras que vayamos a verlos. Y están más baratos que tu departamento, así que te quedaría una diferencia y no tendrás que rebajarte a ser un paparazzi durante un tiempo…" – Dijo, enseñándole las fotos en su celular. Pero Ross no las estaba mirando.
Por la ventana de la planta alta del pub la vio. Venía con su amiga Ruth, sus miradas se encontraron a través del vidrio.
"Mierda."
"¿Qué?" – Demelza lo vio palidecer de nuevo, como aquella noche en que se conocieron. Su mandíbula se endureció, sus hombros se pusieron rectos.
"Está aquí."
"¿Quién?" – Pero Demelza ya se imaginaba de quien hablaba. Prácticamente era de lo único de lo que hablaba.
"Elizabeth."
"Oh…" ¿Qué rayos hacía aquí? ¿Había venido a hablar con él? – "¿Cómo sabía que estabas aquí?"
Tal vez era una coincidencia. Tal vez ella no había ido a hablar con él. Y ¿Cómo demonios sabía que estaba allí?
"¿Verity?"
"No lo creo." – No cuando su jefa estaba intentando emparejarlos. ¿Para qué invitaría también a su ex?
"George."
"¿Tu amigo?"
"Es su amigo también. Todos nos conocemos desde hace años."
"Oh, está aquí…" – Demelza dijo mirando sobre su hombro, la vio asomarse en la escalera. Judas, sí que era bonita. – "¿Qué quieres hacer?"
Le dio la sensación de que Ross temblaba. Instintivamente, apoyó una mano sobre su hombro y se colocó frente a él, a tan solo unos centímetros.
"¿Quieres que haga lo del otro día?" – Preguntó, mientras con el rabillo del ojo la veía a la mujer buscándolo entre la gente. Porque lo estaba buscando a él ¿verdad? No había duda de eso.
Ross asintió. Demelza se había parado frente a él, más cerca de lo que había estado nunca. De repente rodeó sus hombros con sus brazos y se acercó un poco más. Sus pechos rozaban el suyo sobre su remera de algodón, su perfume ahogaba todo alrededor. – "Sólo sígueme la corriente." – Le dijo al oído y cuando bajó sus labios rozó la piel de su cuello deliberadamente. ¿Qué mierda...? Pero Ross hizo lo que ella dijo y le siguió el juego. Colocó sus manos en su cintura, era tan pequeña. Apretó sus dedos, casi que podía rodearla entera solo con sus dedos. Cerró los ojos cuando sintió su boca al costado de su mandíbula dando un tímido beso y su aliento tibió le hizo olvidar por un momento de que Elizabeth estaba ahí, y la atrajo más hacia él. Sus cuerpos pegados, su mejilla rozó contra la de ella mientras Demelza seguía dando pequeños besos en su cuello y en su mandíbula camino a sus labios. Se despegaron un poco cuando llegó al borde de su boca. Ross apartó un mechón de pelo y lo colocó detrás de su oreja. Estaba vez fue ella la que tembló. La vio desviar su mirada sobre su hombro por un instante, la mujer todavía estaba allí. Mirándolos. Ella fue quien acercó los labios a los suyos, apenas posándolos en los de él. Pero luego de un instante en que todo el tiempo pareció flotar sobre ellos, Ross se inclinó hacia ella también.
Sus brazos la abrazaron con más fuerza, ella acarició la firme piel de sus bíceps y sintió su respiración pegada a su mejilla. Ross despegó ligeramente sus labios y capturó los suyos. Demelza sintió el sabor a cerveza en su boca y algo más que quería probar. Un gusto intrigante que quería descubrir y que su lengua buscó explorar, solo para encontrarse con la suya en el momento en que separó los labios. Y entonces el beso casto y puro show por un momento se transformó a algo húmedo y distinto. Su corazón comenzó a latir rápido en su pecho y perdió la noción del tiempo y del lugar adonde estaba. Sentía una mano en su espalda, la otra apenas sosteniendo el costado de su cabeza sobre su cabello, el calor que emanaba de su cuerpo pegado al de ella y el roce de sus labios en los suyos, moviéndose dulcemente mientras su lengua la acariciaba… Judas. Inconscientemente, Demelza gimió y se separaron. Ambos respirando con dificultad y menos mal que él la estaba sosteniendo porque sus piernas se sentían como gelatina.
"¿Sigue ahí?" – Susurró él.
¡¿Qué?! Ahhh…
"N-no. Creo que ya se fue."
Ross dio un paso más atrás, soltando su mejilla y tomándola por los hombros. Miró hacia atrás, en dirección a las escaleras, hacia donde hasta hacía un momento había estado Elizabeth, luego se volvió hacia ella de nuevo.
"Demelza… eso fue increíble. ¡Gracias, mil gracias! Eres una gran amiga."
Ah, sí.
Sí. Una gran amiga, eso era ella.
