Capítulo 12

"No. Al menos tienes que darnos un mes de aviso."

Demelza estaba atónita. Sentada en el café que estaba cerca del Estudio junto a Caroline, el dueño de su departamento les acababa de decir que tenían que vaciar el piso para fin de mes.

"Lo siento, chicas. Estoy planeando irme del país y estoy vendiendo algunas de mis propiedades. Recibí una buena oferta por su piso…"

"Sí, muy bien por usted." – Caroline dijo con tono irónico. – "Pero no nos puede desalojar en dos semanas. Tendremos que buscar un nuevo lugar y en ese tiempo es imposible…" – Y con 'tendremos' su amiga se refería a ella. Ella tendría que buscar un nuevo lugar adonde vivir. – "… Un mes. Es la ley."

Por todo lo dulce y delicada que su amiga podía parecer, cuando se enojaba se veía de verdad amenazante. Su arrendatario, un hombre entrado en años que siempre había sido muy considerado con ellas, parecía realmente acobardado.

"Ah, ehmm… ha-hablaré con el comprador. Se quiere mudar de inmediato…"

"Sí, hable con él. Dígale que si se muda tendrá que convivir con estas dos mujeres realmente enfadadas durante dos semanas y que de verdad, no querrá hacerlo."

"Lo siento, chicas. Sí, se lo diré. Haré todo lo posible. Pero en cuatro semanas, tienen que estar fuera del departamento. Sí o sí."

Judas.


Era extraño que tras pasar más de veinticuatro meses vagando por el mundo, sin responsabilidades y sin hacer nada, ahora se sintiera inquieto. Inútil. Tenía que encontrar empleo. Estar ocioso en Londres le estaba poniendo los pelos de punta. Esa semana tuvo más entrevistas. La más interesante con The Times, que buscaba fotógrafos free lance. Es decir, ellos proveían los pases de prensa pero pagaban por fotos, no un sueldo fijo. Pero era un diario prestigioso y le atraía la libertad que ofrecía el trabajo, y habían estado interesados en algunas de sus fotografías del extranjero también. Tenía que volver a armar su estudio, tener su propio equipo de impresión y un lugar para editar sus fotos y no podía hacerlo en el living de George. Necesitaba mudarse cuanto antes.

Esa semana habían visitado otros departamentos, que era lo que llenaba sus días. Tenía que hacer algo. Se había anotado a un gimnasio, y el miércoles había salido a cenar con Margareth. Eso era distracción y un buen ejercicio también. No es que sintiera algo por ella, pero su cama era más cómoda que el sillón de George. No hablaban mucho sobre nada importante, y ella parecía conformase con la mínima atención que él le brindaba. No se hablaban ni se enviaban mensajes durante el día, él solo le preguntaba si quería salir y ella decía que sí, y eso era todo. Simple y sin complicaciones. En cambio con Demelza, se pasaban el día chateando.

No que pasara algo con Demelza, pero tenían hablar acerca de los apartamentos que visitaban, y de las ideas que tenía para su nuevo departamento, cuando sea que fuera que hiciese una oferta por uno. Por el momento no tenía ni un penique para ofrecer ni por una puerta siquiera. Si ella no hubiera vendido el anillo de compromiso de Elizabeth, ya se le habría terminado el dinero. Además, Demelza seguía triste porque su amiga se iría a los Estados Unidos y él quería levantarle el ánimo. Pensó que lo había hecho el lunes cuando visitaron el piso que más le había gustado hasta el momento, pero cuando se volvieron a ver al día siguiente se la veía más desanimada que antes. Hasta le pareció ver lágrimas en sus ojos. Le había preguntado si estaba bien, pero ella había cuadrado los hombros y le había respondido que todo estaba en orden, que seguía triste por lo de su amiga. Ross le enviaba fotos de edificios de distintos lugares que había visitado, porque pensó que le gustarían y le contaba adonde había tomado cada fotografía. Eso pareció animarla un poco, pues ella le respondía con emojis y preguntas sobre esto y aquello. También le contó que estuvo mirando videos de como reparar muebles utilizando resina y que había ido al refugio a comenzar a trabajar en el escritorio de su padre. Eso había sido interesante.

El hombre que trabajaba allí, Zacky, no solo no tuvo problemas con que utilizara el salón, sino que se interesó mucho en su trabajo y hasta lo ayudó un poco. Él era albañil, aunque ahora el municipio le pagaba un sueldo por mantener ese lugar, pero aún continuaba haciendo changas aquí y allá. "¿Te importaría que algunos de los chicos vengan a ver como trabajas la próxima vez? Siempre estoy intentando que se interesen en diferentes profesiones. Estos chiquillos adolescentes que andan deambulando por las calles. Tenemos talleres, pero ahora no hay nada. Te podrían dar una mano también si les enseñas como."

"No soy un profesor." – había dicho él. Pero Zacky le aseguró que solo estarían allí para mirar, que le avisara cuando sería la próxima vez que fuera a trabajar en el escritorio.

"Ross, eso es maravilloso. ¡Que gran idea!" – Exclamó Demelza cuando le contó, eso pareció alegrarla más que cualquier otra cosa que le hubiera dicho en la semana. – "Zacky se preocupa tanto por esos jóvenes, siempre está tratando de incentivarlos con diferentes proyectos y clases. Darles herramientas para que puedan conseguir un empleo y mejorar su futuro."

"No estoy seguro si aprenderán algo de mí."

"Claro que lo harán. Avísame cuando vayas a mi también ¿Sí?"

"Seguro." Esa fue la única vez que la había visto sonreír en toda la semana. Ya había pensado esto antes, pero le gustaba pasar tiempo con Demelza. La consideraba una amiga de verdad. Había sido una suerte conocerla al regresar a Londres, hacía de sus días algo menos solitario. Y era muy bonita también. Y besaba muy bien…

Detente. Trabaja con tu prima y como bien dices, es tu amiga.

Y él no estaba buscando relaciones con amigas que podían volverse serias. No sería justo para ella. No. Dudaba que alguna vez pudiera hacerlo, enamorarse de nuevo, a eso se refería. Él le había dicho que algún día llegaría alguien de quien se enamoraría perdidamente y él de ella. Bueno, estaba claro que ese no sería él. Pero su amistad sí la podía ofrecer. Tal vez podría decirle de ir a almorzar el día siguiente o ir a cine o algo. Sí, podía hacer eso, tener una amiga. Y con eso su prima se tendría que conformar, ya que lo primero que preguntaba cada vez que hablaban era "¿Cómo está Demelza?" ¿Acaso ella no la veía todos los días en la oficina?

"Hoy salimos. Sin excusas. Ya estoy harto de verte aquí sin hacer nada y, peor aún, arruinas mi diversión. No voy a volver solo esta noche, te lo advierto desde ahora."

"¿Adonde vamos?"

"Luxx." Ross dio vuelta los ojos. Era uno de esos clubs exclusivos que a George tanto le gustaba ir. Del mismo tipo que le gustaba a Elizabeth. Ross sacudió ese pensamiento fuera de su mente de inmediato.

"Bien." – Dijo, porque su amigo lo miraba como diciendo 'ni se te ocurra quejarte'. Y en un punto tenía razón. No le costaba nada acompañarlo, era lo menos que podía hacer después de que él lo dejara invadir su living sin cobrarle nada. Aunque esa noche pagaría un precio caro.


Demelza ya estaba con su pijama puesto, por más que no eran ni las nueve de la noche siquiera. Estaba sentada en el sillón pequeño de la sala del departamento que pronto tendría que abandonar, Caroline y Dwight estaban abrazados en el sillón grande. Se suponía que estaban mirando una película, una comedia romántica de esas que a ella y a su amiga le gustaban tanto, pero que solo Caroline estaba disfrutando en ese momento. La mente de Demelza estaba en otro lado. Y no, no estaba pensando en Ross Poldark, a diferencia del fin de semana anterior. Ese beso parecía haber sido hace siglos. Y luego de pasar la semana visitando departamentos e intercambiando mensajes de texto, y principalmente luego de que hubiera conocido a Margareth, Demelza captó la indirecta de que ella solo era una amiga. Y eso porque él no tenía muchos amigos desde que había vuelto. Pero en fin, no era Ross quien ocupaba su mente.

Caroline se rio, Dwight la siguió, seguramente porque sintió que debía reírse también. Cuando levantó la mirada de la pantalla de su teléfono notó que su amigo no estaba muy atento a la película tampoco, los párpados se le cerraban. Ella sonrió también al mirarlos. Hacían una pareja tan linda. Los dos rubios, ojos claros, atractivos y condenadamente buenas personas. Los iba a extrañar. Caroline era prácticamente una hermana, pero a Dwight también. Demelza le tenía mucho cariño, y él a ella. No se había enojado cuando ellas decidieron quedarse en Londres y él tuvo que volver a Cornwall, siempre apoyaba a su novia en su carrera. Lo que demostraba cuanto la quería, así que era lógico este siguiente paso y que quisieran estar solos antes de casarse, y esa aventura era la excusa perfecta y ella estaba feliz por ellos. Si no fuera por el hecho de que se quedaría sola y además tendría que buscar un nuevo lugar adonde vivir porque su estúpido arrendatario vendería el departamento. Lo que la hacía sentir contenta por sus amigos, pero miserable por su situación.

Bueno, eres una mujer adulta, Demelza. Una profesional, tendrás que buscar un lugar para ti. Probablemente compartir un piso con alguien que no conoces. En lo preferible una mujer mayor con quien quedarse adentro los fines de semana leyendo, con las rodillas tapadas y tomando té con galletas. Demelza volvió la vista a su teléfono, imaginándose con ruleros y una mascarilla verde sentada en un sofá junto a una anciana. Entró a Instagram, subió una de las fotos del skyline de Londres que Ross había sacado con su teléfono al principio de la semana. Le gustaría subir una de las de su viaje, pero no sería correcto. ¿Tendría Instagram? Lo buscó, pero no lo encontró. Debería tener para que la gente viera sus fotografías. Alguien le dio Me Gusta a la foto que acababa de subir. Era Malcolm, que dejó un comentario también "¡Que vista increíble! ¿De dónde la sacaste?" - Ella no pensaba contestarle. Malcolm le había dado Like a todas sus fotos. Un poco obvio ¿no es así? Solo esta siendo amable contigo, Demelza. - se dijo. En la oficina siempre era muy simpático, cada vez que salía le preguntaba a todo el mundo si querían algo de afuera. Era bueno en su trabajo también, se había adaptado rápido y Demelza sabía que le gustaba a alguna de las chicas de contabilidad a saber por las risillas que dejaba tras él al pasar por allí. No le respondió, pero le dio Me Gusta a su comentario y volvió al navegador a buscar departamentos o pisos compartidos en alquiler.

Caroline le dio un beso en la mejilla a su prometido que se había quedado dormido. Demelza se rio, Dwight también. Tal vez ya era hora de irse a dormir.

De verdad, estas viviendo tu vida a pleno.

Pero antes de que se levantara del sillón y diera las buenas noches a sus amigos, le entró un mensaje.

"Demelza, necesito pedirte un gran, gran favor."


"Uhmm… voy a salir."

Caroline levantó la cabeza del hombro de Dwight, él se desperezó estirando los brazos sobre su cabeza y con un gran bostezo.

"¿A esta hora? ¿Adónde vas?"

"A… Luxx." – Dijo mirando la pantalla de su teléfono y el nombre del club que Ross le acababa de enviar.

"¿Luxx?" – su amiga la miró como si acabara de decir que se mudaría a Chicago. Oh, esperen un momento…

"Sí. Uhmm… Ross está allí."

"¡¿Ross?!"

"Caroline, ¿Acaso vas a repetir cada palabra que digo?"

"¿Quién es Ross?" – Preguntó Dwight intentando llevar el hilo de la conversación entre las dos amigas.

"Es… mi cliente. El primo de Verity, que tiene vender su departamento y comprar uno nuevo."

"Ahhh… sí. Caroline me hablo de él. ¿Y… te invitó a Luxx?"

"Algo así."

Algo así. Su mensaje había sido: "Necesito pedirte una gran, gran favor. ¿Podrías venir? Salí con George a un club, y Francis y Elizabeth vendrán también."

Lo primero que había pensado decirle era que porque no la llamaba a Margareth, pero se contuvo. En cambio le preguntó que porqué no se iba de allí. Y él le respondió que más vale hiciera frente a todo eso de una buena vez, pero que no quería estar solo.

"¿Quieres que pretenda lo de la otra vez?"

Ni siquiera se animaba a escribir 'que pretenda ser tu novia'. Él le había respondido: "No si no quieres. Pero me vendría bien un poco de apoyo moral."

Demelza lo había pensado por un momento. Se podría ir a dormir, se podría acostar en su cama con un libro y auriculares para no escuchar los ruidos provenientes de la habitación contigua y eso sería todo. Pero Ross, su amigo necesitaba su ayuda. "Me demorare un rato en llegar ¿Adonde estás exactamente?"

Ahora ella y Caroline se vestían a toda prisa, y mientras lo hacían Demelza la ponía al tanto a su amiga de toda la situación.

"¡¿Lo besaste?!"

"Shhh… ¡Caroline! No fue un beso de verdad, solo… seguimos con el mismo acto que en el cumpleaños de Verity. Él no quiere que esa mujer crea que todavía siente algo por ella y que está solo."

"¿Y esta solo, entonces? ¿No paso nada más entre ustedes mientras van a mirar departamentos o salen por ahí?"

"No 'salimos por ahí'. Préstame tu base de maquillaje ¿quieres?" - Demelza ya se había cambiado y revolvió el neceser de su amiga buscando el maquillaje. – "Nuestra relación es estrictamente profesional."

"Eso no es profesional, ¡yo no ando besando a mis clientes por ahí!"

"Shhh… Mira, lo sé. Lo sé. Fue muy poco profesional de mi parte, pero él es…"

"¿Increíblemente guapo?"

"… mi amigo. Está solo y necesita a alguien. ¿Está bien?" - Caroline inclinó la cabeza al mirarla y puso los ojos en blanco. – "Me podrían despedir si fuera algo más, Caroline."

"Verity no te despedirá. Al contrario. Sería capaz de darte un aumento. ¿Cómo me veo?"

"Como una publicidad de aeropuerto, Caroline."

"¡Perfecto! Espero que eso sea bueno. Tú también te ves espectacular, esa bruja se va a caer sentada cuanto te vea…"

"¡Caroline!"

"Ya estamos listas, cariño."


¿Cuál sería la condena si de pronto decidiera asesinar a su amigo? Debía hacerlo rápido, así no había premeditación. Lo debería haber hecho en el auto, en el momento en que anunció así como si nada, que Francis y Elizabeth irían esa noche también.

"Vamos, Ross. ¿Hasta cuando vas a seguir con esta ridiculez? Están casados, tienen un hijo. Y son tus primos, ellos no te odian."

"¡¿Ellos odiarme a mí?! ¿Qué demonios les hice yo a ellos? ¿Acaso te olvidas lo que sucedió? ¿Te olvidas de que Elizabeth era mi maldita prometida?"

"Tú solo le pediste que se casara contigo porque sabías que la estabas perdiendo." Tuvo el coraje de decir. "¿Y que más da? Ya quedó todo atrás, Ross. Ellos siguieron adelante, tu también deberías hacerlo."

Mierda. No había nada que le molestara más que George siendo coherente.

"Además, ya estoy cansado de estar en el medio. Arreglen las cosas entre ustedes y ya déjenme en paz ¿quieren?"

"Lamento causarte tantos problemas, George. No te preocupes, estaré fuera de tu camino lo antes posible."

"No quiero decir eso. Eres bienvenido y puedes quedarte en mi casa el tiempo que quieras. Pero ellos son mis amigos también."

Ok. Pero podría no haberlo engañado para encontrarse con ellos. No sería capaz de hacerlo. No… sólo. No quería que ella viera cuán patético era, cuanto le seguía doliendo su traición. Tal vez George estaba en lo cierto, tal vez enfrentarlos de una buena vez era la solución. Empezar de cero, como había dicho Demelza. Demelza… ¿sería muy estúpido de su parte querer seguir con ese show que habían montado para Elizabeth las dos veces anteriores? Probablemente. Pero aún así... Era una tontería. Seguramente ella no querría o no podría avisándole tan sobre la hora. Sin embargo, había dicho que sí. Era una gran amiga.

Ya se había bajado una botella de cerveza cuando escuchó la risa de Francis acercándose entre la gente. Venía bromeando con John, que era el novio de Ruth, la mejor amiga de Elizabeth. Ellas venían un poco más atrás.

"¡Ross! Hace cuanto que no te veo, ¿Cómo estuvo tu viaje?" – Exclamó John Treneglos al verlo. Los cuatro hombres estrecharon sus manos. Él no se apartó cuando su primo ofreció la suya.

"Francis." – fue todo lo que dijo.

"Estoy contento de que hayas venido, primo."

"Sí, bueno. No tuve opción, no sabía que ustedes vendrían." – lo dos lo miraron a George, que tenía varias botellas y tragos en sus manos listos para repartir.

"Lo que importa es que estamos todos aquí, y vamos a divertirnos como en los viejos tiempos."

Ross bufó internamente.

"Hola, Ross. ¿Cómo estás?" – una familiar voz dijo a su lado. Ross se volvió para verla a Elizabeth, de repente abrumado por su cercanía y la intensidad de sus ojos y sus labios llenos.

"Ho-hola." – su voz se escuchó temblorosa.

"El viaje te sentó bien, Ross. Me muero por escuchar todas las aventuras que debiste haber vivido." – añadió Ruth, que nunca fallaba en coquetear con él, por más que su novio estuviera ahí junto a ellos.

"No hay mucho que contar." Su mirada volvió a Elizabeth, no podía evitarlo. George estaba contando una anécdota y John se reía de forma exagerada y él no podía dejar de mirarla. Se veía exactamente igual, como si el tiempo no hubiera pasado para ella en absoluto. Su abundante cabello, siempre suave y brillante cayendo sobre sus hombros desnudos, casi de forma angelical… Pero ella no era un ángel, sino no lo hubiera lastimado de la forma en que lo hizo. Se veía ¿apenada? No sabría decirlo. Porque a pesar de que él conocía cada centímetro de su cuerpo, ella era una extraña. George había captado la atención de todos con su historia, pero Ross no lo escuchaba, toda su atención estaba puesta en ella.

"Me alegra verte, Ross." – susurró ella de modo que solo él la escuchó. ¿Qué se suponía que tenía que decir él? ¿Me alegra verte también? Eso no era del todo verdad.

"¿Cómo esta tu hijo?" – Preguntó en su lugar y vio nacer una dulce sonrisa en sus labios que le quito todo el aire de los pulmones.

"Él es… maravilloso. La alegría de mi vida. De nuestras vidas. De hecho…" - Elizabeth desvió su mirada hacia Francis, y fue como si rompiera la burbuja de intimidad que se había creado entre ellos en tan solo unos segundos. – "Amor…" Dijo en voz alta, y no se estaba refiriendo a él. Francis hablaba distraído acotando algo a la historia de George. Ross bebió un sorbo de su botella. Sí, él era su 'amor' ahora. Por más que no le estuviera prestando atención a su esposa. – "Te… queríamos invitar al bautismo de Geoffrey Charles."

Ah.

"Será a principios de diciembre. George será el padrino, y Ruth la madrina. Yo… quería que fueras el padrino, pero Francis y George son tan cercanos ahora…"

"¿Por qué demonios querría ser el padrino de tu hijo?" – Le salió de adentro. Elizabeth paró de hablar y abrió mucho los ojos… Dios, no otra vez.

"Porqué somos familia." - Dijo ella. Sí que tenía una idea de familia bien distorsionada. "Ross…"

"Nosotros nunca seremos familia, Elizabeth." - Dijo entre dientes, los demás aún estaban distraídos, ellos se habían separado un paso de grupo.

"¿Todavía me odias?" - Pareciera que estaba estrujando sus entrañas con sus propias manos.

"No siento nada por ti." – Mintió. A ella se le llenaron los ojos de lágrimas. ¡Como si fuera él quien la estuviera lastimando! Cuando todo lo que quería era abrazarla… pero por suerte alguien los interrumpió.

La vio con el rabillo del ojo, el reflejo de su pelo colorado. Demelza se adelantó de las personas con las que venía y se acercó a él, levantó los brazos para rodear su cintura y él la recibió entre los suyos. Ella dio un rápido beso en sus labios, pero Ross la acercó de nuevo y la besó con más fuerza, casi en las narices de Elizabeth. Cuando se despegaron Demelza se acercó a su oído. "Exageras." – susurró. No, realmente no. Pero antes de alejarse, ella plantó un tierno beso en su mejilla y él sonrió.

"¡Ah!" – Exclamó George – "Ross, no me habías dicho que…"

"Ella es Demelza. Demelza ellos son… bueno, ya conoces a George. Ruth, John, Francis y Elizabeth." – Dijo sin soltar su cintura y señalando a cada uno.

"Hola." – Dijo ella, apenas moviendo su mano en un saludo general. Veía los ojos de Caroline brillar sobre el hombro de ¿Ruth dijo que se llamaba? Tanto ella como la ex de Ross la miraron de arriba a abajo, George también. El primo le sonrió y extendió la mano hacia ella. "Francis, soy el primo de Ross." Dijo. Sintió los dedos de Ross apretar la piel de su cintura. Judas, de repente hacía mucho calor allí.

"¿Desde cuándo Demelza tiene novio?" - Dwight le susurró en el oído a Caroline.

"No tiene, pero ellos están... shhh, solo se amable con él. Te cuento luego."

"Uhmm… Ross. Ellos son mis amigos, Caroline Penvenen y Dwight Enys."

"Mucho gusto." Le siguieron las presentaciones formales. Él tuvo que presentar a su grupo y Demelza, su cuerpo aun pegado al suyo, pudo al fin presentarle a su mejor amiga de la que tanto le había hablado. Era muy bonita también. Ross imaginó que par serían saliendo de fiesta las dos, pero tal vez no. No creía que Demelza fuera de salir a muchas fiestas y quedarse hasta tarde, y su amiga no soltaba el brazo de su novio. Claro, se acababan de comprometer. "¡Uhm! Felicitaciones por su compromiso." - les dijo cuando se acordó. Los dos rubios sonrieron agradecidos. - "Tenemos que brindar ¿qué toman? ¿Spritz, cariño?"

"Mmm... ¿qué?" - presta atención, Demelza, te está hablando a ti. - "Oh, . Gracias, mi... vida." Judas. Tenía la sensación de que esa mujer le echaría mal de ojo.

"¿Quién está por ir al matadero?" - Preguntó Francis cuando escuchó hablar de compromiso, lo que pareció no caerle muy bien a Elizabeth que se había ido a parar junto a Ruth.

Definitivamente, sería una noche muy interesante.

Con el correr de los minutos el grupo se fue dispersando en el club. Dwight se puso a conversar con Ross – ella miró a su amigo doctor fijamente cuando lo primero que le preguntó fue ¿a qué te dedicas? Como si fuera su padre y Ross su verdadero novio. Lo único que faltaba era que le preguntara cuáles eran sus intenciones. Mientras, ella charlaba con Caroline y la ponía al tanto de todo lo que sabía de Elizabeth. El otro grupo se había separado de ellos, lo que estaba bien por ella. Pero esa mujer no le sacaba la mirada de encima, Caroline la vigilaba de reojo. Así que de tanto en tanto, ella pasaba su mano por la espalda de Ross, y cada tanto él también se acercaba y le susurraba algo en el oído. "¿Estás bien?" o "Gracias por venir." ¿Para qué son los amigos?

"Ross." - Los dos se dieron vuelta para ver a Francis y Elizabeth y un vaso de whisky en su mano. Tenía la nariz colorada. - "Papá pregunta cuando irás a visitarlo."

"¿Vamos a bailar, cariño?" - Caroline le murmuró a Dwight, y los dos se escabulleron dejándolos a ellos cuatro solos.

"Acabo de llegar, Francis. No he tenido tiempo."

"Eso es extraño, porque llegaste hace semanas y George dice que no haces nada en todo el día."

"¿Cuándo George se entera de nada? He estado ocupado buscando un nuevo departamento y tratando de vender mis fotografías."

"Ya ha vendido algunas. Son increíbles." - Intervino Demelza intentando no parecer una completa extraña.

"Ah." - Francis volvió su mirada hacia ella, y a la mano que sujetaba la de Ross. "¿Demelza, no es así? Veo que estuviste ocupado de verdad... Estoy feliz por ti, primo. Los dos lo estamos." - dijo buscando a su esposa en el lado incorrecto. Elizabeth se acercó un paso y se paró a su lado, Francis pasó su brazo por su cintura. "Y te queríamos invitar..."

"Ya le dije." - acotó Elizabeth.

"¿Ah ? ¿Y bien? ¿Vendrás? Papá quiere que vengas, está viejo... muy viejo. No está bien de salud. Por eso hacemos toda esta... cosa del bautismo. Para darle el gusto. Adora a su nieto." Definitivamente estaba ebrio. Elizabeth sonrió incómoda cuando su marido se terminó el vaso de un trago y Demelza sintió algo de pena por ella por primera vez. Desde que había conocido a Ross, no había dejado de escuchar cosas malas sobre esa mujer, pero viéndola de cerca, pues no parecía la bruja que se imaginó que sería. Judas, tenía que dejar de llamarla así. - "Así que vendrás, ¿No es así, primo?... ¿Sabes? Mi primo Ross..." - continuó dirigiéndose a ella. - "... siempre fue el favorito de mi padre..."

"Francis."

"No, no. Es verdad... no hay porque mentir. No fue tu culpa. Yo siempre fui una pobre excusa de hijo. Pero Ross siempre fue bueno conmigo..."

"Creo que será mejor que ya no bebas más por esta noche, Francis."

"¿Lo ves? Siempre cuidó de mí. Siempre."

"¿Y cómo me lo pagaste?" - Ross siseó a su lado, las miradas de todos dirigiéndose automáticamente a Elizabeth. Ella tiró un poco de su mano. No se iban a poner a pelear ¿No es así?

"Mi querida esposa..."- continuó Francis acercándose a Elizabeth y corriendo delicadamente un mechón de pelo que había caído sobre sus ojos. - "... y yo pensamos que tal vez puedas llevar tu cámara. Si estás sin trabajo..."

"¡¿Qué?!" - Tanto ella como Ross exclamaron. "¡Ross en un fotógrafo profesional, no un fotógrafo de Bautismos!" Exclamó Demelza, y ahora todos los ojos se volvieron a ella.

"Solo tratamos de ayudar..." - se excusó Francis que evidentemente se podía emborrachar muy, muy rápido.

"Como… cómo estás buscando empleo, pensamos…" – se atrevió a aventurar Elizabeth.

"Pues de verdad se los agradezco. Ustedes dos son siempre tan considerados conmigo, tal vez deberían dejarme en paz de una buena vez." – Dijo Ross. Podía ver una vena latir en su frente, también Elizabeth. Y su tono de voz, ofendido, pero herido también. Francis de seguro no se enteraba de nada. Ross se dio media vuelta y comenzó a alejarse, arrastrándola a ella también con él que aún estaba prendida de su mano. Que incómodo había sido todo eso, ¿y que hacía ella metida en el medio?

Ross se detuvo en otro lugar del club donde no había tanta gente. Demelza lo soltó, o él a ella. Ya estaban fuera del alcance de la vista de Elizabeth que se había quedado congelada luego de las palabras hostiles de su ex. Ex que ahora se frotaba la frente con los dedos.

"¡Judas! ¡Qué horror!"

"Disculpa, siento que hayas tenido que presenciar todo eso."

"No tienes nada porque disculparte. ¿Estás bien, Ross?" - le preguntó sinceramente preocupada.

Él resopló inflando sus mejillas. ¿De verdad pensaba tan poco de él para llegar al punto de ofrecerle limosna?

"No lo sé."

"Ven, bebamos algo." - Demelza lo guio hasta la barra y le hizo señas al bartender. Mientras, Ross ocupaba una banqueta y ponía su chaqueta de jean en la silla continua para guardársela. Eso había sido estúpido. Él nunca podría dejarlo atrás, no podrían ser "familia" como ellos decían. ¡Al diablo! Ellos, George y sus amistades. No le importaban. Demelza volvió con una cerveza para él, y el segundo Spritz de la noche para ella. Volvió a apoyar su mano en el hombro de Ross, pero no como antes. Como una amiga, que era lo que en verdad era.

"Gracias."

"Así que… ¿esa era la famosa Elizabeth?" – Ross apenas movió la cabeza mientras bebía. – "Es… muy atractiva…" -Es una modelo, Demelza. Una voz dijo en su cabeza. Es una traicionera, eso es lo que es. – "Seguro… seguro que no tuvieron mala intención."

"¿De tratarme como a un pobre diablo?"

"Pero no lo eres."

"A veces me siento como uno… lo siento." – Ross sacudió la cabeza. – "Te hice venir hasta aquí un sábado por la noche para presenciar semejante escena. De seguro tenías mejores planes."

"En realidad no. Me estaba por ir a dormir cuando recibí tu mensaje. Además, necesitabas una amiga ¿no es así?" - Eso lo hizo sonreír.

"¿Cobras más comisión por hacerte amiga de tus clientes?"

"De hecho, no está permitido socializar con los clientes por temas no laborales. Así que te agradecería que no le contaras nada a tu prima sobre esto."

"¿Crees que Francis no le contará?" – Creo que Elizabeth será la que le cuente, pensó Demelza mientras bebía un traguito de su bebida por un sorbete. – "Además, mi prima está en plan de celestina ¿Sabías? Quiere que nosotros…"

"Sí. Lo supuse cuando dejó en mis manos a un miembro de su familia para hacer un trabajo en el que tengo cero experiencia."

"Lo estás haciendo muy bien."

Dejando a un lado el hecho de que ya te he besado tres veces. Bueno, dos. El tercero fue su iniciativa. Demelza bebió otro trago de su bebida y se mojó los labios, Ross la miraba.

"Gracias, Demelza. En serio. Eres… eres la única amiga que tengo, de verdad." - Pues… ¿entonces que era Margareth?

"Por nuestra amistad." - Dijo alzando su copa.

"Por el principio de una larga amistad." - Dijo él e hizo chin chin con la botella.

Un rato más tarde, Caroline y Dwight aparecieron entre la gente."¿Adónde te habías metido?" – Le preguntó su amiga tomándola de los hombros.

"Ah, lo siento. Fue mi culpa, necesitaba alejarme de… todo eso."

"Sabes que tu prima tiene reglas estrictas acerca de las relaciones personales con los clientes ¿verdad?" – Caroline se dirigió a Ross directamente.

"Estoy al tanto de eso, sip."

"No tenemos una relación, Caroline." - Su amiga frunció la nariz, un gesto que quería decir 'A mí no me engañas'.

"Pues todo esto es muy… adolescente de su parte." - De verdad lo era, en eso tenía razón.

"Demelza es muy amable…" comenzó a decir Ross, pero Caroline lo detuvo apuntándole con el dedo en el medio de la cara.

"Sí, lo es. Y no me gusta que se aprovechen de ella…"

"¡Caroline, ya basta! No tienes que cuidarme, puedo hacerlo yo sola. De hecho, tendré que hacerlo sola…" - Su amiga se volvió hacia ella, entendiendo perfectamente lo que quiso decir. Sí, ellas se cuidaban mutuamente, pero Caroline ya no estaría más para hacerlo.

"Demi…"

"Está bien, Caroline. Estoy bien, y voy a estar bien…" – Ross y Dwight intercambiaron miradas por sobre la cabeza de las chicas.

"Ya nos íbamos. Te estábamos buscando para eso." – Dijo Dwight. Caroline y Demelza se seguían mirando, manteniendo una conversación sin decir una palabra.

"Uhmm… creo que me quedaré un rato más. Puedo tomar un Uber." - Dijo Demelza después de un momento.

"Yo la puedo llevar. No se preocupen, me encargaré de que llegue a casa sana y salva."

"Más vale que así sea."- le advirtió su amiga.

Ross observó como las dos jóvenes se tomaron de las manos antes de separarse, aunque no se dijeron más nada aparte de un "Nos vemos en casa." Y Ross y Demelza se volvieron a quedar solos. Bueno, no solos, había música y cientos de personas alrededor de ellos, pero ustedes entienden.

"Tú también estás en medio de una separación." – Ross dijo, mientras ella bebía la última gota que quedaba de su Spritz.

"No. No 'también', porque no estás en medio de una separación. ya estas separado, divorciado, con la división de bienes hecha."

Fue tan directa que Ross no pudo evitar reírse.

"Tienes razón… Hey, te debo una. Bueno, unas cuantas. ¿Qué puedo hacer por ti?"

Demelza intentó reprimir una sonrisa. Justo en ese momento, una versión remixada de Rock DJ había empezado a sonar. Era Sábado Retro en Luxx.

"¿Quieres… bailar?"

Ross no había bailado en años, pero por más que no quisiera no podía negarse ¿verdad?

Demelza pareció animarse de inmediato apenas pisaron la pista de baile. Cantaba a coro la letra de la canción, los dos moviéndose al ritmo de la música que era un bum bum bum que retumbaba en sus oídos y en cada músculo de su cuerpo que parecía vibrar bajo las luces incandescentes. Ross tomó su mano y le hizo dar una vuelta, y ella se río. Cómo riéndose de verdad, realmente se estaba divirtiendo. Y por un momento él se olvidó de todo. De Elizabeth, de Francis, de todos los demás que estaban allí también. Ross se acercó un poco más, el alcohol, la música y el instinto masculino, todo pareció pulsar en su piel. Apoyó las palmas de sus manos en su cintura y las dejó allí, ella apoyó las de ella sobre las suyas. Un momento más bailando así. La canción y el ritmo lo guiaban.

¿Por qué no le gustaba bailar? No recordaba el motivo.

Demelza le sonreía tiernamente mientras se movía, tenían poco espacio para hacerlo, así que él los movió unos pasos más cerca del borde de la pista donde no estaba tan lleno. De repente ella lo soltó, se dio la vuelta y empezó a mover su trasero contra él. Y no era un baile inocente y divertido como hasta hace un minuto atrás, no. Se movía de una forma muy seductora. Y él no sabía qué hacer. Su cerebro quedó congelado y otras partes de su cuerpo comenzaron a despertarse en su lugar. Ella tomó sus manos y las puso sobre su cadera, sin dejar de contornearse frente a él.

"Demelza…"

Ella giró su cabeza. "Nos está mirando." – le dijo al oído y Ross apenas si alcanzó a levantar la vista para verla a Elizabeth sentada junto a Ruth observándolos, antes de que Demelza tomara su mejilla y bajara su rostro para capturar sus labios.

Habían parado de bailar. Ross la había dado vuelta y ahora la sostenía frente a frente mientras la besaba muy, muy apasionadamente. Ella rodeaba sus hombros, sus manos acariciando ligeramente las puntas de su cabello. No lo pensó entonces, pero más tarde se preguntaría quien fue el primero que abrió la boca para que sus lenguas se encontraran. Todo el asunto era muy francés, y ese no era su estilo. No en público al menos. Demelza creía que los actores que se besaban en las películas tenían una técnica para que el beso se viera real sin necesidad de intercambiar tanta saliva. Lo googlearía después. O no. Mejor, no. Sus ojos estaban tan apretados que se forzó a abrirlos, los de él estaban cerrados también, sus oscuras pestañas en primer plano. Los volvió a cerrar.

"¡Wow, wow!" - alguien se les acercó. Ellos se separaron, su labio inferior atrapado entre los suyos por un momento. "¡Eso es, Ross!"

Era George, que estaba bailado con una rubia despampanante.

"Creí que ella era tu agente inmobiliario." – Dijo sobre el ruido de la música. Ross volvió a rodearla con un brazo por mitad de la espalda. Supuso que ahora fingirían delante de todos sus amigos.

"¿Qué quieres, George?"

"Me iré a casa con… con…" – George miró a la rubia.

"Tiffany." – Dijo ella.

"Con Tiffany. Tal vez quieran acompañarnos y continuar la fiesta en el departamento… ¿Demelza?"

Demelza abrió mucho los ojos, ¿Acaso estaba insinuando… lo que creía que estaba insinuando?

"Ya piérdete, George." – Ross gruñó y comenzó a caminar fuera de la pista y hacia la salida, con ella bien sujeta a su lado.

Francis y John vaya a saber uno adonde estaban, pero pasaron junto a Elizabeth y su amiga y la primera se puso de pie cuando los vio acercarse.

"¿Ross? Ross, lo siento tanto, no quisimos ofenderte…"

"Ya nos vamos, Elizabeth. Envía mis saludos a mi tío."

"Pero, ¿vendrás? Como invitado." - Si necesitaba la aclaración…

"No lo creo, Elizabeth. ¿Vamos, cariño?"

¿Mmm? Oh. Era a ella. Sí.

"Sí. Se hizo tan tarde. Un gusto conocerte, Elizabeth." - Demelza la saludó con una inocencia que ni ella sabía que podía aparentar. Tal vez podría considerar un cambio de carrera al teatro. Le encantaba ir a ver obras al West End. Elizabeth la saludó con su perfecta mano de manicura. Su piel se sentía suave; pero no así su mirada que parecía indicar que estaba a punto de saltarle a la yugular. Apenas se dieron vuelta escucharon los murmullos del cotilleo que dejaban tras ellos. Pero a Ross no pareció importarle. Luego de que ella buscara su abrigo, su bufanda y su cartera, salieron a la noche de Londres.

Hacía un frío glacial, su chaqueta no era suficiente. Demelza cruzó los brazos sobre su pecho y se volvió para mirar a Ross que venía tras ella. Una pequeña sonrisa bailaba en sus labios, pero ya no la abrazaba. Podría hacerlo, eso ayudaría con el frío.

"Wow, Demelza. Eres… increíble. Y besas muy bien, además." – Dijo y se rio. Y ella no pudo evitar reírse como una chiquilla.

"No tanto." Ella no era buena besando. Al menos nadie nunca le había dicho antes que besaba particularmente bien. Menos por un beso de mentira, porque había sido de mentira, aunque a todo su cuerpo pareció recorrerlo una corriente eléctrica mientras sus labios estaban pegados.

"Sí, de verdad. Y eres una amiga sensacional, no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí. ¿Quieres que te lleve a tu casa o quieres ir a comer algo…?"

Demelza se envolvió con más fuerza la bufanda, allí en medio de la vereda frente a la entrada del club. Eran cerca de las tres de la mañana. Había algunas personas fumando, pero por la calle no pasaba ni un alma. Y la verdad que no tenía muchas ganas de volver a su casa todavía.

"¿Habrá algo abierto a esta hora?"


"¿Este es tu auto?" – Preguntó cuando vio el gran Mercedes negro.

"Sí. Salió del taller esta semana. Es un clásico."

"Es muy… elegante." - Ross le abrió la puerta y ella se apresuró a subirse. ¡Era enorme! Y estaba igual de frío adentro que afuera.

"Lo siento, no funciona la calefacción."

"¿Pero qué clase de auto de lujo es este?"

"Uno muy viejo. Era de mi padre, necesita muchos cuidados." – con cada palabra que decía su aliento salía de su boca como humo por el frío.

"¿Y va a arrancar?" – Bromeó casi temblando.

"Ten, ponte me chaqueta."

"No. ¿Y tú?" - Pero Ross ya se estaba quitando su chaqueta de jean forrada en corderito blanco y ayudándola a ponérsela sobre sus hombros. Él se quedó solo con su remera de algodón negra.

"Toma, ten mi bufanda." - Y así como él la ayudó a ella, ella envolvió su bufanda negra de lana alrededor de su cuello y así salieron en busca de una hamburguesería, que de seguro era lo único que estaba abierto a esa hora.

"Hamburguesa con queso para ."


"Un Big Mac grande y un Cuarto de Libra con queso, los dos sin salsa por favor." – Mientras él ordenaba, Demelza buscó una mesa. Había bastante gente para ser que era la mitad de la noche, y la mayoría iban vestidos con ropa de noche como ella, aunque eran algo más jóvenes. Grupos de adolescentes se reían aquí y allá, pero pudo encontrar una mesa libre cerca de la ventana en el primer piso. El cambio de temperatura la hizo tiritar cuando se quitó la gruesa chaqueta de Ross, pero estaba mucho más agradable que afuera. Levantó el brazo para indicarle donde estaba cuando lo vio asomarse por las escaleras cargando la bandeja con su comida. ¡Qué noche había sido! Le había dado hambre.

Apenas Ross apoyó la bandeja sobre la mesa, Demelza atacó su botín. Odiaba la comida de McDonald's como todo el mundo, y como todo el mundo secretamente la amaba.

"No le vayas a contar a Caroline que vinimos a comer aquí."

"¿Es vegetariana?" - Preguntó él, dando un mordisco a su hamburguesa también. Todavía tenía su bufanda enrollada alrededor del cuello, no se la había sacado al entrar.

"No, pero tiene opiniones muy fuertes acerca de las cadenas de comidas rápidas."

"¿Y tú?"

"Yo también." - Dijo mientras habría la hamburguesa y ponía un par de papas fritas adentro. – "Mmm… te olvidaste el kétchup para las papas, iré a buscar…"

"No había. ¿Está todo bien… con tu amiga? Me pareció que había algo de tensión entre ustedes."

Demelza suspiró y bebió un sorbo de gaseosa, en realidad era más hielo que gaseosa, antes de contestar. Judas, entre esto y los Spritz ya podía imaginar cómo se sentiría al día siguiente.

"Sí, todo está bien. Es solo que hemos estado juntas durante tanto tiempo, inseparables para todo. Es extraño pensar que ella se irá. Quiero decir, estoy super feliz por ella. Caroline y Dwight son la pareja perfecta ¿sabes? Y se van a volver viejitos juntos y eso. Y yo viviré en la casa de al lado. Y como Dwight va a morir primero, Caroline y yo pasaremos nuestros últimos años juntas. Dos ancianas mirando TV y criticando a todo el mundo."

"¿Qué?" – Preguntó con una risa desconcertado, intentando que no se le escapara la hamburguesa de dentro de su boca.

Demelza sacudió la cabeza y tragó. "Ese es nuestro plan."

"¿Y porque Dwight se va a morir primero?"

Buena pregunta. Cualquier otro le hubiera preguntado ¿Acaso estás chiflada? Pero Demelza no le habría contado eso a ningún otro. Ross... Ross le inspiraba confianza. Y después de todo lo que había hecho por él, más vale que la escuchara sin juzgarla.

"Por el estrés. Su trabajo es muy estresante. No pasará de los sesenta y cinco. Setenta, máximo." Ross volvió a sonreír, ya casi se había terminado la hamburguesa, pero no había tocado sus papas.

"¿Es profesor? Eso me dijo."

"Es doctor. Especialista en huesos. Ahora está dando clases, le gusta enseñar y la Universidad le permite hacer sus investigaciones. El Hospital de Chicago tiene un área especializada, por eso se va a ir allí. Es super inteligente y el hombre más noble que jamás conocerás. Deberías hacerte su amigo, tu amigo George…"

"¡Aj!, ni me lo digas."

"¿Cómo es que ustedes son amigos?"

"¡Hey!" -Exclamó cuando Demelza le robó una papa frita, ella ya se había terminado las suyas.

"Pensé que no las querías, no has comido ni una."

"Ya iba a llegar a ellas. Como en orden. Primero la hamburguesa, luego las papas y después la gaseosa." – Demelza alzó las cejas. – "No me mires como si estuviera loco después de lo que me acabas de contar…" Los dos soltaron una carcajada, tan fuerte que el grupito de la otra mesa se volvió para verlos.

"Es que pediste un combo grande para ti, y uno normal para ."

"Lo siento, pensé que no comías tanto."

"¿Por qué soy una chica? ¡Judas!"

"¿Así comiste el otro día en tu cita con el contador? No me extraña que no haya funcionado."

"Para que sepas, tengo un excelente comportamiento en citas y como como un pajarito. Pero si vengo a McDonald's, lo que no ocurre muy seguido, pues ¿qué más da? No me voy a pedir una ensalada aquí. Así que la próxima vez…"

"Te ordenaré el combo grande."

"Sip. Gracias. ¿Decías? ¿De George…?"

"Nos conocemos desde que íbamos al colegio, nos hicimos amigos entonces…" – comenzó, tomando tres papas y poniéndolas dentro de la cajita roja de Demelza. Ella miró su mano con atención y frunció los labios para contener su sonrisa. – "… aunque él siempre fue más cercano a Francis."

"Ahhh… y tu mejor amigo… era tu primo."

Ross asintió. Y los dos se quedaron un rato en silencio mientras se terminaban las bebidas. Judas, ya necesitaba ir al baño, alcohol y gaseosa era una terrible combinación.

Cuando volvió Ross ya había tirado el contenido de las bandejas a la basura y tenía los brazos extendidos sobre la mesa limpia. El cielo a su espalda a través de la ventana comenzaba a aclararse, las estrellas ya no se veían. Pero aún faltaba un buen rato para que amaneciera del todo. Extrañamente no tenía sueño todavía, cualquier otro día ya estaría cerca de levantarse, pero las emociones de la noche la habían mantenido despierta y en alerta.

"¿Quieres que ya te lleve a casa?" – Preguntó cuando se sentó de nuevo frente a él.

"Mmm… no tengo sueño todavía."

"Bien. George debe estar con su amiga todavía."

"Intenta vivir con una pareja que recién se acaba de comprometer."

" ganas. ¿Quieres un café?"

Oh no. Ya no podía meter más líquidos que le daban ganas de hacer pis o se haría encima.

"No todavía. Me vendría bien estirar las piernas."

"Podemos ir a caminar por la orilla del río."

Aunque se olvidaron del pequeño detalle que la noche estaba helada. Y al borde del Támesis corría una brisa que penetraba hasta los huesos. Ella estaba bastante abrigada con su chaqueta, y por suerte se había puesto pantalones largos, aunque sentía las mejillas congeladas. Pero Ross con su remera y haciéndose el valiente, terminó por enrollar su bufanda como un chal alrededor de sus brazos.

Hablaron un poco más acerca de sus amigos, y de lo que había sucedido esa noche. De Elizabeth. Que ella le seguía pareciendo una extraña, distante, altiva, nada que ver con la mujer que era cuando estaban juntos. Ella preguntó "¿Cómo era?", por curiosidad. Y él pareció transportarse a otro tiempo años atrás, cuando creyó haber conquistado a la mujer más hermosa del mundo. Elegante, sensual, perfecta. Demelza deseó no haberle preguntado y se concentró en soplar su aliento que formaba nubes al entrar en contacto con el aire helado.

"¿Te gusta aquí? ¿Vivir en Londres?" – Preguntó él, dándose cuenta de que el tópico de Elizabeth la estaba aburriendo. Y en verdad él ya no quería hablar de Elizabeth tampoco, ya le había contado lo suficiente. Y luego de lo de esa noche…

"No está mal. Me encantan los edificios clásicos como te imaginarás, y los rascacielos también. Me gusta salir a caminar sin rumbo y descubrir nuevos rincones de la ciudad…"

"Como ahora."

"Este no es un rincón, estamos frente a Westminster." - Demelza señaló el bien iluminado Parlamento frente a ellos. "Pero siempre tendré un pedacito de mi corazón en Cornwall, supongo."

"¿Extrañas a tu familia?"

"A veces. Esta semana los extrañé un montón. Pero hablo mucho con mis hermanos, siempre estamos en contacto. Y con mi padre también."

"Te deben extrañar." - Demelza levantó los hombros. El cielo sobre ellos se estaba volviendo rojizo, como queriendo copiar el color de su cabello. Ross sacó su celular del bolsillo mientras ella estaba distraída y le tomó un par de fotos antes de que se diera cuenta.

"¿Qué haces?"

"Quédate ahí. Apóyate sobre el borde y mírame."

"Ross… ya no molestes. No soy modelo."

"No, pero yo soy fotógrafo y la vista es espectacular. Sopla como estabas haciendo recién."

Era una tontería. Y quizás fueron los Spritz, pero Demelza le hizo caso e hizo unas poses para él que no dejaba de sacar fotos con su IPhone.

La cámara la adoraba. La luz blanca de las lámparas sobre su piel pálida, el aire frío que parecía suspender el tiempo alrededor. El Parlamento de fondo y su chaqueta vieja. Y Demelza riéndose de ella misma y las poses que hacía. Era hermosa. Y besaba tan bien.

Te besó porque tiene lástima de ti, Ross. Y es una buena amiga. No pienses disparates, ella no es esa clase de chica...

"Me estoy congelando, será mejor que vayamos."

"A ver, muéstramelas." - Ross le dio su teléfono mientras volvían al auto. Ahora sí que necesitaba un café caliente. O una ducha fría, una de las dos.

"¡Chist!" – Demelza lo llamó desde atrás y cuando se dio vuelta le sacó una foto. Él se rio a pesar de que ya no sentía sus mejillas, y el flash volvió a brillar en el amanecer Londinense. – "Te pareces a Lenny Kravitz con esa bufanda."

"Sí no me la hubieras dado ya estaría congelado."

"Te la regalo."

"Nah, no hace falta." – Demelza se apresuró a llegar a su lado y cruzó su brazo por el hueco del suyo, acercándose a él de la misma forma que lo hacía con Caroline cuando caminaban juntas. Ross se sorprendió por la repentina confianza, pero no dijo nada, su cuerpo tan cerca lo protegía un poco del frío.

"Es tuya. La hice yo."

"¿Tú?"

"Clases de tejido."

"¿Con dos agujas? ¿Cómo una abuelita?"

Luego de tomar un café caliente en el mismo McDonald's volvieron al auto algo más reconfortados. Demelza miró con detalle las fotos. "Wow!" "Judas" "Tengo que ver esto con lentes." "Eres un artista. Son increíbles." "Yo estoy horrible, pero las fotos son grandiosas." – había dicho mientras daba sorbitos a su café. Pero ya era la hora de llevarla a casa.

"No estas horrible, pero te haré unos retoques en esa nariz colorada y te las enviaré." - Demelza había cruzado los ojos intentando mirarse la punta de la nariz. Era adorable. Ross no se acordaba haberse reído tanto en una misma noche en años. Casi que agradecía que Francis y Elizabeth hubieran ido y lo hubieran obligado a llamarla.

El departamento de Demelza estaba en Londres, pero no en el centro de la ciudad, así que cuando llegaron ya casi era de día.

"Uhmm…"

"Gracias por traerme. Y por hacerme compañía."

"Creí que me hacías compañía a ."

"¿Crees que tu amigo está con la rubia esa todavía?"

"Probablemente. Dormiré un rato en el auto, cuando me devuelvas la mi chaqueta, claro."

"Oh, sí. Toma." -Demelza se quitó su chaqueta con algo de trabajo. Tenía los brazos entumecidos y ya tenía sueño. – "Puedes subir si quieres."

¿Perdón?

"¡A dormir en el sillón! De seguro es más cómodo que este viejo auto."

"¡Hey! Un poco más de respeto. Este auto puede que tenga más años que tú, pero no deberías decirle viejo en su presencia."

"Perdón, no quise ofenderlo Señor Mercedes… pero, lo decía en serio. Caroline y Dwight dormirán hasta tarde y el sofá es grande."

"Sí no es inconveniente para ti, no me voy a negar." - Después de todo, estaba acostumbrado a dormir en un sofá. Y el sillón de la sala de Demelza era muchísimo más cómodo que el de George. Demelza le había prestado sábanas, mantas, una almohada, y hasta un pantalón que su hermano había olvidado la última vez que vino a visitarla. Ross durmió sin interrupciones hasta las once de la mañana.

"Lo siento, no quise despertarte." - Ross escuchó decir a una voz masculina cuando se movió un poco. Se sentó de golpe en el sillón. Era el novio de la amiga. - "¿Café?"

Ross bostezó y se rascó la cabeza antes de aceptar. Lo observó absorto por un momento mientras el hombre daba vueltas por la cocina poniendo agua en la cafetera, prendiendo la pava, buscando pan en el refrigerador. Cuando se puso de pie le indicó donde estaba el baño. La noche anterior, o debería decir, esa mañana cuando llegaron, no había visto mucho del departamento, solo la sala. Y después se había quedado dormido de inmediato en ese cómodo sofá. Pero ahora que Dwight había abierto las cortinas notaba los muebles modernos y con elegantes líneas, el espejo antiguo, la biblioteca llena de libros. El lugar no era muy grande, pero todo estaba perfectamente ordenado y tenía estilo. Definitivamente el departamento de dos jóvenes arquitectas. Dwight ya tenía las tazas preparadas sobre la isla, crema y mermelada aguardando por las tostadas.

"Oh... debería ayudar en algo."

"No te preocupes, eres un invitado. Toma asiento."

"¿Demelza ya se despertó?"

Dwight se dio vuelta para mirarlo mientras removía los panes sobre el tostador que tenía al fuego. "Supongo. Caroline está con ella. Prepárate para que te ardan las orejas."

Sí, supuso que estarían hablando de él.

"¿Crees que todo está bien entre ellas? Anoche se veían algo nerviosas, Demelza se sentía algo culpable."

"Estarán bien. Es imposible que esas dos se peleen. A veces creo que Caroline quiere más a Demelza de lo que me quiere a mí."

Y tenía razón, de acuerdo a lo que Demelza le había contado.

Mientras, en el otro cuarto, Demelza se despertó cuando sintió que alguien abrió las mantas y trepó a la cama detrás de ella. Caroline se acercó y la abrazó por atrás.

"Hay un nombre durmiendo en nuestro sofá, Demelza." - susurró cerca de su oído.

"Es Ross." - Demelza abrió los ojos y se giró un poco, apoyando su espalda contra el cochón. Caroline seguía abrazándola por la cintura, su cabeza apoyada en la almohada, observándola. - "Le dije que se podía quedar aquí por esta noche, su amigo tenía compañía en su casa."

"Ahhh... y, entonces, ¿Cómo están las cosas entre ustedes?"

Demelza sonrió bostezando. "Igual que ayer. O, bueno, decidimos ser amigos." - Lo sellamos con un beso y todo.

"¿Te besas con todos tus amigos?"

"No nos estábamos besando, solo estábamos, ya sabes, simulando frente a sus primos."

"¿Y volvieron a 'simular' después de que nos fuimos?"

"Caroline..."

"Sabes que me preocupo por ti." - Demelza se dio vuelta del todo, las dos quedando frente a frente y con sus manos entrelazadas sobre el colchón.

"Lo sé."

"Y de repente aparece este hombre y lo traes aquí... nunca habías hecho eso. Y no me cuentas casi nada, y yo me estoy por ir. Y estoy un poco asustada..." - Los ojos de su amiga se llenaron de lágrimas.

"Oh, amiga..." Demelza la abrazó, y Caroline se puso a llorar.

"No puedo creer que ya no vayamos a vivir más juntas..." - dijo entre sollozos.

"Yo tampoco, pero te tienes que ir con Dwight. Vas a comenzar una nueva vida con él y vas a ser tan feliz, Caroline. Lo sé, sé que son el uno para el otro. Y no te debes preocupar por , me puedo cuidar sola. Solo, solo que te voy a extrañar mucho."

"Y yo a ti."

"Hablaremos todos los días."

"Sí, empezando ahora. Dime absolutamente todo lo que ocurre con Ross Poldark." - dijo mientras se secaba las lágrimas.

Ninutos más tarde, cuando salieron a la sala, se encontraron con el extraño panorama de Dwight y Ross desayunando en la isla de la cocina. Tenían una pequeña mesa, pero por lo general siempre utilizaban la isla porque era más alta y con más espacio. Y los cuatro desayunaron con comodidad y conversando como si Ross fuera uno más de ellos.


"Deberías pedirle el número de Margareth."

"No, ¿para qué?" - Demelza le murmuró a su amiga. Estaban en la oficina, era mitad de semana y ya le había contado la historia de Ross varias veces. Más toda la información que la misma Caroline le había sacado a Ross, que terminó pasando todo el domingo con ellos.

"¿Cómo para qué? Así la conozco antes de irme. Podemos ir a una de sus clases. ¡Ella te invitó!"

"Shhh... Sí, ¿pero para que quisiera ir yo?"

"Para conocer al enemigo."

"No creo que Margareth sea el enemigo. Parecía muy simpática, la verdad. Además, ¿quién dijo algo de enemigos? Ross es mi amigo, no me interesa con quien... se acueste o no."

"Continúa repitiéndote eso, quizás te lo creas." - Caroline dijo eso como cantando una melodía.

Bueno, sí, se habían besado varias veces. Pero no había significado nada. Las rodillas le habían temblado un poco, pero eso era completamente normal en un beso. Como lo era repetirlo una y otra vez en su cabeza, algo totalmente inconsciente. A veces se quedaba tildada recordando el beso en la pista de baile, pero reaccionaba pronto y se sacudía la imagen de la cabeza. Ya pasaría. No, no se sentía atraída por él de esa forma. Era guapo, sí. Imposiblemente sexy, y encantador con ella. Pero era su amigo y nada más. Y, además, esas cosas no le sucedían ella. Besos apasionados y bailes sensuales y hombres que la desearan de esa manera. Ni siquiera estaba segura de querer ese tipo de cosas.

"¿A qué hora iba a venir Ross, Demelza?" - preguntó Verity asomándose por la puerta de su oficina. Ah, sí. Eso había sido toda una historia también, pues había llegado a oídos de Verity que ella estaba "saliendo" con su primo. No pareció muy disgustada, a decir verdad, pero su jefa la había puesto en un aprieto de todas formas.

"Ya debe estar por llegar. ¿Quieres que le pregunte?"

"No. Tengo unos momentos más. ¿No le dijiste nada?"

"Nop. Tú serás quien le diga."

"¡Perfecto!"

Unos minutos después, la puerta del ascensor se abrió para revelar a un sonriente Ross que fue directo a su escritorio.

"Mira lo que tengo aquí." - dijo y balanceó frente a sus ojos una cinta con una tarjeta. Ella la observó sin entender lo que veía. - "Es un pase de prensa de Reuters."

"¡Oh, Ross!" - Demelza dio un aplauso en el aire, se puso de pie y rodeó el escritorio para abrazarlo. Lo que hizo por un instante antes de darse cuenta lo totalmente desubicado que era andar abrazando a su cliente en la oficina. Por suerte la única que los vio fue Caroline, que parecía divertida. - "¿Te contrataron?"

"Sí. No es mucho, pero es mejor que nada."

"¡Felicitaciones! Sabía que lo conseguirías. Luego me cuentas todo ¿Sí? Ahora ve a ver a tu prima que te está esperando. Tiene noticias."

"¿Noticias?" - Demelza le hizo señas de que pasara a la oficina de Verity con una gran sonrisa en su rostro, y se volvió a sentar en su lugar junto a su amiga.

"¿Solo amigos dices?" - le preguntó Caroline, a quien evidentemente le causaba mucha gracia todo lo que hacía su amiga.

Luego de saludar a su prima, Verity le dijo que tomara asiento. Siempre tenía esa electricidad nerviosa, pero ese día parecía más ansiosa que nunca. Apoyándose en la orilla del escritorio, fue directo al grano.

"¿Qué sucede con Demelza?"

Así que ya le habían contado.

"No sé. ¿Por qué lo preguntas?"

"Elizabeth me preguntó si sabía quién era la chica pelirroja con la que estabas el otro día."

"No a qué se refiere." - su prima torció la cabeza.

"Ross..."

"¿Le preguntaste a Demelza?"

"Sí. Me dijo que te preguntara a ti."

"Pues... más vale que no sepas demasiado. Lo único que te diré es que Demelza no hizo nada malo, siempre ha sido completamente profesional. No quiero que se meta en problemas por mi culpa."

"No te preocupes, primo. Conozco su manera de trabajar y con esto de que Caroline se va no puedo permitirme perderla. Estamos tapados de trabajo."

"Eso es bueno. ¿Para eso querías verme?"

"No. Te quería ver para decirte que recibimos una oferta por tu departamento."

"¿En serio?" - ¿Cómo es que Demelza no le había avisado?

". El banco ya nos dio su aprobación, Demelza está preparando el contrato con el sector de legales y solo queda firmar para hacer la transferencia." - Pues sí que era un día de buenas noticias.

"Eso es... ¡grandioso!"

Luego de los correspondientes abrazos y agradecimientos a su prima por haberlo ayudado – o sea haberle encargado a Demelza que lo ayude – Verity le preguntó si ya había decidido qué departamento le gustaba para él.

"Hay un par. Me gusta mucho el primero que visitamos, pero Demelza dice que no debo quedarme con el primero. Hay una buena diferencia de precio con mi departamento, pero preferiría quedarme con algún ahorro."

"Es algo muy sensato."

"Hoy conseguí un empleo en Reuters, pero es free lance, así que me va a venir bien. También pensaba que podía alquilar una habitación. Ese podría ser otro ingreso fijo que no me vendría nada mal..."

"¿Sabías que Demelza está buscando un lugar donde vivir?"

"¿Qué?"

¿Cómo es que es la primera vez que escuchaba esto?

"Sí. Se tiene que mudar. Tal vez podrías rentarle a ella la habitación de tu nuevo departamento."