Capítulo 22
"Mmm…" – Ross hizo un sonido desde el fondo de su garganta apreciando la comida que Demelza había preparado. No la había bajado del congelador. Ese día había salido temprano del trabajo por primera vez en la semana y había corrido a casa, pasando por el super primero, a preparar la cena. – "Eshto eshta riquíshimo." – Dijo con la boca llena, y antes de engullir otro bocado de sus papas fondant.
Ross había preparado la cena toda la semana, así que le pareció que era justo. Los dos estaban intentando actuar con normalidad, como si la noche del domingo no hubiera ocurrido. Claro que si lo intentaban, era porque no lo estaban consiguiendo. No se vieron mucho en esos últimos días, más que a la noche en el departamento. Lo que traía recuerdos que ambos trataban de ignorar, o al menos no hacer referencia. Pero aquella noche parecía estar flotando en el aire. Cada mirada, cada sonrisa era reminiscente de ella. Demelza no lo había vuelto a abrazar, o a tocar de ninguna manera, desde el lunes. Pero tampoco se había escondido y cuando comían conversaban animadamente de su día de trabajo. La nueva arquitecta que la ayudaría empezaba la semana siguiente, y ella estaba haciendo malabares entre atender a los clientes, diseñar y dibujar los planos. La noche anterior se había quedado hasta tarde en la nueva mesa de la sala dibujando. Se acordó de su padre, de seguro si se enteraba le diría que la estaban explotando.
Ross, por su parte, ya estaba envuelto en la rutina del trabajo también. Aunque él tenía algo más de tiempo libre. Ya se había hecho de un par de nuevos amigos entre los otros miembros de la prensa con quienes iba a un pub después de cubrir las noticias del día. También pasaba tiempo en lo de Zacky. Pronto el mueble grande para la sala estaría listo. Ross le mostró imágenes a Demelza de como progresaba. "Va a quedar fantástico." - había dicho ella. Y él se sintió halagado. Había olvidado que le gustaba el trabajo manual. O nunca se había dado cuenta que le gustaba. Ese era el trabajo de su padre, no el suyo. Él simplemente lo ayudaba y cuando Joshua murió, Ross lo dejó sin más. Lástima que hubiese vendido todas sus herramientas. "Iré a lo de Zacky este fin de semana sin falta."
"Lo chicos quieren que diseñes algo para que ellos puedan construir desde cero."
"¿De verdad? ¿Crees que ya están listos?"
"Yo les ayudaré."
"Algo sencillo. Mesitas, o tal vez un escritorio simple. Tengo algo, aunque tendría que hacer el despiece…"
"No es necesario. Lo que tengas, así ellos aprenden a hacer los planos también." – Demelza le sonrió contenta mientras bebía de su jugo. No era tan tarde.
"¿Quieres ver una película después de cenar?"
"Mmm… claro. Compré helado, lo podemos comer mientras miramos algo."
Ross iba a decir que hacía demasiado frío para comer helado, pero no dijo nada. Se sentaron juntos en el sofá, pues los dos tenían que comer del mismo pote. Demelza trajo una manta de su habitación y se envolvió con ella. Tenía frío y comía helado, Ross sonrió por dentro. Les tomó un rato elegir que mirar, porque no tenían los mismos gustos. Ella prefería las comedias románticas o los dramas históricos y él las películas de acción. Se decidieron por una de aliens. En realidad, ella exclamó: "¡Chris Pratt!" y como no era una romántica, Ross estuvo de acuerdo. Era una película mediocre pero entretenida. Demelza se reía más que asustarse, enterrada bajo la manta con sus brazos afuera para sostener el pote de helado de frutos rojos. Estaban sentados uno junto al otro, pero sus cuerpos no se tocaban, salvo cuando le pasaba el pote.
Era lo más cerca que habían estado desde el fin de semana. Y se sentían muy cómodos en realidad. Los dos. Era la primera vez que se sentaban juntos a ver algo en su super TV. Ross era quien generalmente miraba allí, deportes más que nada. Demelza tenía su propia tele en su habitación, aunque no había tenido mucho tiempo para mirar nada últimamente. Tenía una serie abandonada a la mitad que quería terminar de ver. Y esa clase de película no era su estilo, pero le gustaba el actor y la verdad que era bastante divertida.
¿Ves Demelza? Así es como se supone que debe ser. Solo mirando una peli con tu amigo, sin otras intenciones. Que se hubiera acercado a él mientras pasaban los minutos porque su cuerpo emitía un reconfortante calor, no significaba nada. Ni cuando ella quiso pasarle el pote de helado, y él en vez de agarrarlo abrió la boca para que ella le diera una cucharada. Ross miraba al frente como si nada. Así que ella tomó una buena cucharada del helado de frutos rojos y la llevó a sus labios. Él no comentó nada tampoco, solo saboreó la cucharada de helado y apoyó su brazo en el respaldo del sillón detrás de su cabeza sin tocarla. Todo perfectamente normal.
La película se volvía más ridícula con cada minuto que pasaba. Demelza le había dado un par de cucharadas más en la boca, y se había acurrucado un poco más cerca de su cuerpo. Su brazo ya no estaba sobre el respaldo sino en su hombro. De repente le había dado calor. Se habían comido casi todo el helado. Al menos no lo había hecho ella sola, como la última vez. Ross abrió sus labios para pedir otro poco, y ella volvió a agarrar del helado que quedaba. Pero cuando él fue a probar, ella quitó la cuchara justo antes de que él la metiera a su boca y en vez de eso la llevó a la suya.
"¡Hey!"
Demelza lo miró divertida, y él pellizcó su hombro con la mano que tenía alrededor de ella. De repente la película perdió toda su atención. Demelza volvió a juntar helado del fondo del pote, y volvió a llevar la cuchara en su dirección, pero cuando Ross abrió la boca y se acercó, se la volvió a quitar otra vez.
Esta vez, él medio que la empujó con su cuerpo, mientras ella lamía la cuchara entre risas. A él le causaba gracia, pero no se reía. En vez, acercó su rostro al suyo en un intento de intimidarla. Ella le dio un pequeño codazo, pero no se echó atrás. Demelza miraba al frente, y Ross pegó su nariz a su mejilla, acariciando su piel. Demelza se reía. Su mano había encontrado el camino hacia su torso y tocaba ligeramente su abdomen a la vez que él arrastró su nariz hacia su cuello.
Amigos, de verdad.
Ella torció la cabeza para bloquearle el camino, le estaba empezando a dar cosquillas y estaba a punto de apoyar su palma entera para acariciar su barriga cuando sonó el teléfono. Una vez, y otra más. Ross se enderezó.
Demelza quitó su mano y buscó el teléfono entre la manta. Miró la pantalla. Ross aprovechó para quitarle el pote de helado de sus manos, casi no quedaba nada.
"Hola, Drake."
¿Quién diablos era Drake? Pensó Ross mientras raspaba el fondo del pote con la cuchara.
"¿Cómo está papá?"
Ah, era su hermano. Debería preguntarle por sus nombres, los había nombrado, pero no a todos.
"No, estaba despierta. Estaba mirando una película… sobre aliens o algo así. ¿Cómo va el colegio?... oh… ¿de verdad?"
Demelza se enderezó sobre el sofá y Ross quitó el brazo que tenía alrededor de ella.
"¡Felicitaciones! Drake, eso es genial, estoy tan orgullosa de ti. Y seguro que papá lo está también… mmm… ¿Qué cosa?" – la expresión de Demelza se volvió más seria. "Ohhh… ¿Cuándo?... ¿mañana? Drake, sabes que no vivo más con Caroline, ¿verdad? Me mudé… Sí, pero es un muy corto aviso. Deberías haberme dicho antes… no lo sé. Lo tengo que hablar con mi compañero de piso, nunca se lo he mencionado…"
Ross se quitó la cuchara de la boca al oír que hablaba de él y movió sus labios preguntando "¿Qué cosa?" sin hacer ruido.
"A ver, espera un momento, Drake. Solo espera." - Demelza apoyó el celular contra su pecho y le susurró a Ross: "Es solo mi hermano menor, Drake. Quiere venir de visita este fin de semana. Mi padre le dio permiso porque se sacó una buena nota en el colegio. Suele venir a verme cuando junta el dinero suficiente para el pasaje y papá le da permiso. Puede dormir en mi habitación, no va a molestar… pero no tienes que decir que sí. Es muy pronto, me tendría que haber avisado antes…"
"Seguro, no hay problema." – Dijo él levantando los hombros. No veía porque no. Excepto por el hecho de que le hubiera gustado pasar el fin de semana solo con ella, pero… no era que iba a suceder nada entre ellos de nuevo ¿verdad? En ese momento, solo estaban… bromeando. Él era perfectamente consciente de ello.
"¿Estás seguro de que quieres tener a un chico de dieciséis años molestando en tu casa?"
"No creo que sea tan malo." – Ella alzó las cejas como diciendo 'puede que sí lo sea'. – "Y solo será por un fin de semana. Dile a tu hermano que puede venir."
"¿Drake? Puedes venir… Sí, dijo que sí… sí, pues está aquí… Es su departamento. Ajá… sip. ¿Y a qué hora sale el tren? Me envías un mensaje con el horario así te espero en la estación ¿sí?... Está bien, un beso. Te quiero. Hasta mañana."
Demelza cortó, guardando el celular en su bolsillo debajo de la manta.
"Gracias." – Dijo.
"No tienes que agradecerme. Es tu casa, puedes invitar a quien quieras."
Demelza asintió, pero no sonrió. Para ella eso sonó como que cada uno podía invitar a quien quisiera, y le trajo a la mente lo sucedido la semana anterior con Margareth. Judas, todo era tan enredado. Seguro él no lo había dicho por eso y solo estaba intentando ser amable.
"Y tú también. Estás en todo tu derecho de traer a tu departamento a quien quieras." - Ross frunció el ceño. – "Ya es tarde, creo que me iré a dormir. ¿Terminamos de ver la película otro día?"
"Cla-claro." – Demelza se levantó del sillón, llevando su manta con ella. Vaciló un momento sobre si darle un beso de buenas noches o no. Lo habría hecho si no fuera por ese último comentario.
"¿Queda algo de helado?"
"Noup." -Ross se había puesto de pie, apagado la televisión e iba rumbo a la cocina a tirar el pote y lavar la cuchara. – "Lo siento." – Se burló. Porque no lo sentía, ella prácticamente se lo había terminado sola.
Demelza se rio y mientras iba rumbo a su habitación, Ross volvió a pasar un brazo alrededor de su hombro y besó su temple de costado. - "Hasta mañana, princesa. Que descanses."
Demelza bostezó mientras leía el cartel con los horarios de las llegadas en la estación de Paddington. No había dormido muy bien. En realidad, había tenido problemas para dormir durante toda la semana. Su mente vagando hacia la noche del domingo, recordando como sus manos la acariciaban, sus interminables besos, y él que estaba tan cerca, solo al otro lado de la pared. Y la noche anterior había sido particularmente extraña, mirando la película, el helado, sus mimos. Estaba segura de que si su hermano no los hubiera interrumpido no se habría podido contener. Pero tenía que hacerlo, eso había decidido. Tenía que elegir su amistad sobre cualquier otro sentimiento vacío. Vacío para él. Aunque no estaba muy segura de que Ross estuviera totalmente desprovisto de sentimientos. Parecía quererla, al menos como amiga. ¿Podría haber algo más allí? Ese no era momento para pensarlo. Ya suficiente tiempo le había dado vueltas en la cama la noche anterior. Su hermano llegaría en cualquier momento.
Ross escuchó la charla y risas antes de que entraran al departamento. Estaba en la cocina, preparando la cena. Se había ofrecido a llevarla en el auto hasta la estación, pero Demelza prefirió ir en subte. Sería más rápido y así podría charlar con su hermano y advertirle.
"¿Advertirle de que?"
"Acerca de tus extrañas costumbres." – Bromeó. Pero en realidad quería ver y abrazar a su hermano menor y preguntarle acerca de su padre y su familia.
"¡Wow! Hermana, que lugar increíble. Mucho mejor que el departamento que compartías con Caroline."
"Bueno, pero aquí solo alquilo una habitación."
"¡Trajiste tu sillón! Dormiré aquí." – Drake dijo, sentándose con los brazos abiertos sobre el sofá y tirando su mochila en el piso.
"No, dormirás en mi habitación. Y levanta eso, no lo dejes tirado ahí. Ah, Ross… este es mi hermano Drake. Drake, él es Ross Poldark, el dueño del departamento."
Ross colocó el repasador sobre su hombro y se acercó para estrechar la mano del joven. No había duda de que eran parientes, eran muy parecidos. En lo alto y delgado, y la forma de la boca, amplia y sonriente, solo que el chico tenía el cabello oscuro.
"Hola, mucho gusto, Drake."
"Buenas noches, señor Poldark."
"Por favor, llámame Ross o me harás sentir como un anciano."
"Lo que eres," - acotó Demelza. – "para la edad de Drake al menos. Pero llámalo Ross, Drake."
"¿Tu hermana siempre ha sido tan atrevida?"
"Sí, siempre. ¿Recuerdas aquella vez que te peleaste con la directora del jardín porque decías que no sabía hacer su trabajo?" – Drake recordó riendo.
"Shhh…"
"¿Cuándo era pequeña?"
"No, cuando trabajaba allí."
"Trabaja allí ayudando a cuidar a los niños más pequeños."
"¿Eras maestra?"
"No. Ese era el punto. Ella tendría como ¿dieciocho años? Y le daba consejos a la directora sobre cómo hacer su trabajo."
"Bueno, yo tenía experiencia habiéndolos criado a todos ustedes ¿no es así?" – Dijo ella un poco exasperada.
"Te despidieron." – Rio Drake.
"Lástima, porque me gustaba mucho ese trabajo."
"Drake, me alegro mucho de conocerte. Creo que la vamos a pasar muy bien. Y me puedes seguir contando cosas de tu hermana."
"Judas."
Ross había preparado tacos. Es decir, descongeló la preparación que ella había hecho el fin de semana y calentó las tortillas que habían comprado. Hizo guacamole también, así que algún mérito tenía. Y Drake quedó alucinado con una comida tan exótica como recibimiento y hecha en su honor. Demelza había aprendido muchos platos nuevos desde que estaba en Londres que nunca había preparado para sus hermanos. Los tres charlaron sin parar durante la cena. Drake les contó sobre cómo iba en el colegio y que había empezado a trabajar por las tardes y los fines de semana como pintor. Estaba aprendiendo, empezó en el colegio porque había que ayudar a pintar el gimnasio, pero luego una profesora lo había contratado para pintar su cochera.
"Pero sin descuidar la escuela, me imagino." – acotó Demelza.
"No, hermana. Papá y Sam siempre dicen lo mismo."
Ella le contó sobre la partida de Caroline, y su ascenso. Y Ross habló acerca de las personas famosas a las que había fotografiado. Mayormente políticos, que Drake no conocía. Pero aun así, Demelza podía ver la admiración en los ojos de su hermano por ese hombre que acababa de conocer. La que se agrandó cuando Ross dijo: "Antes de viajar solía fotografiar modelos."
Demelza puso los ojos en blanco.
"¿Todavía tienes esas fotos?"
"¡Drake!"
"Bueno, los dejo para que puedan charlar. Drake, si quieres ver algo el control remoto está entre los almohadones del sillón. Buenas noches."
"Gracias, Ross. Buenas noches a usted también." – Demelza sonrió mientras levantaba la mesa. Ross le guiñó un ojo al pasar.
"¿Estás saliendo con él, Demelza?" – su hermano preguntó apenas se quedaron solos.
"¿Qué? ¡No! Shhh... Ross es solo mi amigo. Un muy buen amigo." – que besaba como los dioses y al que había tenido en su boca dos veces… sacudió la cabeza. – "Y fue muy amable al alquilarme un cuarto de su nuevo departamento. Si no, sabe tu adonde estaría viviendo ahora."
"Pues este lugar es genial. Mucho mejor que el anterior. ¿Cómo está Caroline?"
Demelza se quedó un rato hablando con su hermano. Sobre Caroline, su familia, ese nuevo emprendimiento que tenía y por el que estaba muy entusiasmado. Incluso le contó acerca de una chica de su escuela que le gustaba y con la que había salido un par de veces. Demelza captó de inmediato que todo eso de la pintura era para impresionar a la chica también.
"Eres muy joven, Drake. Tienes que enfocarte en tus estudios. Ya tendrás tiempo para trabajar y otras cosas."
"Pero es bueno tener algo de dinero propio. Aunque papá me hace ahorrar cada penique. Es algo que puedo hacer, y en Cornwall hay bastante trabajo de ese tipo."
"Lo sé. ¿Papá no volvió a encontrar trabajo?"
"Noup. Pero porque no quiere. No debes enviarle dinero tan seguido ¿sabes? Luke y William aportan a la casa. Y Sam y yo tenemos nuestro propio dinero. Él podría trabajar si quisiera, pero si tú le sigues enviando dinero…"
"Ya veo. ¿Eso te enviaron a decirme?"
"Nadie me envió, pero es la verdad. Deberías ahorrar para tu propio departamento o para un viaje, hermana."
Demelza sonrió. ¿Desde cuándo su hermano pequeño era tan adulto?
"Quizás tengas razón."
"Así que, ¿no estas saliendo con nadie? Papá siempre dice que en cualquier momento irás a presentarle a tu novio."
"Pues deberá esperar sentado. No… no estoy saliendo con nadie. Bueno, al menos no con nadie interesante." - No, el contador no contaba, y Ross. Pues en realidad nunca habían salido.
"Deberías intentar con tu compañero de departamento, me cae bien." - Demelza dio una palmada en su hombro.
Luego de llevarle sábanas, mantas y una almohada y decirle buenas noches, Demelza dejo a Drake mirando la tele acostado en el sillón. Caminó en puntas de pie por el pasillo, la puerta de la habitación de Ross estaba un poco entreabierta.
"¿Demelza?" – Susurró cuando paso por delante de ella. Ella la abrió un poco más y asomó su cabeza. Estaba a oscuras, apenas si entraba un poco de resplandor por la ventana, y casi no veía nada. Ross ya estaba acostado, tapado con las sábanas, pero se movió cuando ella entró y así lo pudo ubicar. – "¿Tu hermano estará cómodo en el sillón?"– le preguntó.
"Sí. Ya está acostumbrado, no es la primera vez que duerme ahí."
"Parece un buen chico."
"Lo es. Gracias por la cena, y por ser amable con él."
"Ni lo menciones."
"Qué descanses, Ross."
"¿Dem?" – Ross la volvió a llamar antes de que cerrara la puerta. Por un momento iba a decir, le iba a preguntar si no quería quedarse a dormir allí con él. Pura cordialidad, solo para que su hermano pudiera usar su cama y estuviera más cómodo.
"¿Sí?"
"… Que duermas bien."
¿A quién quería engañar? Quería que durmiera con él para estar con ella de nuevo. Eres un verdadero capullo, Ross Poldark.
Demelza se despertó y escuchó voces provenientes del living. Eso se estaba convirtiendo en una costumbre. Pero al menos está vez no era tan tarde. Escuchó risas, y ella sonrió también. Se dio vuelta en la cama y quedó mirando al techo intentando escuchar lo que los dos hombres decían. Judas. Su hermanito era un hombre ya. Con un trabajo y una noviecita, y lleno de proyectos. Solo le faltaba medio año más y se graduaría. Hubo un tiempo en el que pensó que nunca lo haría. Siempre causando problemas. Pero con él ya todos sus hermanos habrían terminado el colegio, y Demelza se sentía feliz por ello. Esperaba que su madre estuviera orgullosa de todos ellos, donde fuera que estuviera. Y quizás su hermano tenía razón, tal vez ya no era necesario estar tan pendiente de ellos y debía enfocarse más en ella. Disfrutar, divertirse, como Caroline siempre le decía.
Cuando Demelza salió a la sala estaban hablando de fútbol. Resulta que había un partido importante ese fin de semana, Chelsea vs. Manchester United, y su hermano lo quería ver estando en Chelsea.
"Buen día, Demelza." – la saludó su Drake al verla. Ella se acercó y lo rodeó por los hombros, estaba muy contenta de tenerlo allí.
"Buen día, Drake. ¿Cómo dormiste?" – dijo después de plantar un beso sobre su cabeza.
Ross la miraba sonriente. Ella se acercó y colocó una mano sobre su hombro, besándolo rápidamente sobre sus rulos también. Su hermano sonrió.
"Ese sofá es más cómodo que mi propia cama."
"Te traeré el té, siéntate a desayunar." - Ross se levantó mientras ella se sentaba. En la mesa quedaba la mitad de un pastel de manzana, igual al que ella había comprado la otra noche y se había comido sola en su habitación.
"Ross salió a comprar el pastel esta mañana."
"Mmm…"
"Aquí tienes, princesa." – Ross dijo al apoyar la taza frente a ella. Como si fuera algo completamente normal que la llamara así frente a otras personas. Demelza se sintió ruborizarse y lo vio a su hermano reírse detrás de su taza con café con leche. Bueno, eso se ganaba por haberle dado un beso. Ella había empezado… - "¿Qué planes tienen para hoy?"
Los planes consistieron en que ella y su hermano fueron a hacer las compras. Cuando regresaron, Ross había sacado una caja llena de polvo que todavía no había desempacado al living y le pidió a Drake que lo ayudara.
"¿Qué es?" – Ella miró con curiosidad también.
"Es mi Play Station. Hace años que no la uso, no se su funcionará todavía."
"¡Wow!"
Demelza puso los ojos en blanco.
Ross y Drake jugaron el resto de la mañana mientras ella preparaba pasties para el almuerzo. Los escuchaba reír y gritar desde la cocina. No sabía que la sorprendía más, que su hermano fuera tan adulto o que Ross pareciera un adolescente. Almorzaron en la terraza, Ross y Drake sacaron la mesa afuera con algo de trabajo. Ross se decidió a comprar una mesa de exterior para dejar allí de forma definitiva. Aunque esa no era la mejor época, no aguantaron mucho con el frío que hacía.
Los dos alabaron su clásico plato de Cornwall. Drake diciendo cuanto las echaba de menos y Ross chupándose los dedos. No había sobrado ni una. Ahora tendría que preparar otra cosa para la cena. Comieron lo que quedaba de la tarta como postre, los hombres al menos. Luego Drake quería ir al centro a comprar algo de ropa, lo que llamó la atención de Demelza.
"Tal vez deberías comprarle algo a tu amiga también. ¿Cómo dijiste que se llamaba?"
"Morwenna. Pero no se me ocurre que. ¿Me ayudas?"
Demelza sonrió satisfecha. Al final habían elegido una bonita pulsera de plata. Pero nada de corazones, había dicho su hermano, solo un dije con la letra M. Cuando volvieron con varias bolsas, Ross se estaba preparando para irse.
"¿Vas a lo de Zacky? Yo quería ir también." – Dijo Demelza. Hacía varios fines de semana que no iba y se sentía algo culpable.
"Y vamos."
"Pero Drake…"
"Drake puede venir también."
Además, Drake era hábil con las manos. Y enseguida se entusiasmó trabajando a la par de Ross, Zacky y los demás chicos, que eran más o menos de su edad.
"Mira, Drake." – le había dicho Ross. – "Este mueble lo diseñó tu hermana para nuestra sala. ¿Crees que podrías comenzar a pintarlo?"
"Por supuesto, Ross. Quedará muy elegante."
"Hace juego con el escritorio que estoy reparando."
En realidad, ya lo había terminado. Demelza lo contemplaba con admiración. Había reemplazado la madera que estaba en mal estado, había copiado las molduras y estaba pintado y barnizado. Y la resina trasparente le había dado un toque moderno y distinguido. Se vería estupendo en la sala.
"¡Ross! Quedó increíble."
"¿Te gusta?"
"Sí. Eres todo un artesano. De verdad, hay cosas increíbles aquí, pero el escritorio quedó como nuevo. De seguro a tu padre le gustaría ver que le diste una nueva vida."
Ross sonrió con timidez ante su halago. De repente todo lo que quería era abrazarla y besar sus labios. Y ella se debió dar cuenta porque le sonrió con dulzura, pero su mirada estaba cargada de algo mucho más intenso. ¿Amigos habían dicho? Ross sabía que era lo más razonable, pero ¿qué si él quería más que eso?
¿Quería más que eso? Quería hacerle el amor de nuevo, de eso no había duda. Pero ¿estaba dispuesto a más?
Después de la clase en el taller, que Ross se empeñaba en no llamar clase, se quedaron a ayudarlo a Zacky con la cena. Había más gente que la última vez que había ido, y Demelza se maldijo por haber estado ausente tantos días.
"No te preocupes, Demelza. Siempre hay alguien para echarme una mano. Y tú estás ocupada con tu nuevo empleo y tu nuevo departamento. Ya suficientes haces, y además lo trajiste a Ross que ha sido de gran ayuda."
"¿Siempre vienen tantos chicos?"
"Creo que hoy batimos el récord. Pero sí. Es el trabajo, ¿sabes? No hay nada como el trabajo honesto para ganarse la vida, eso quiero que aprendan."
Demelza estaba muy orgullosa de Ross. Era increíble lo que había logrado con esos jóvenes en unas pocas semanas. Todos le tenían respeto, aunque lo llamaban por su nombre de pila. Y él era serio, pero claro en sus explicaciones y ayudaba a cada uno en los diferentes proyectos, y los trataba como adultos, no como niños desamparados. Demelza pensó en otros muebles que podía diseñar para que ellos construyeran, tal vez algo más complejo ahora que tenían más práctica. Había escuchado que iban a comprar más madera con las ganancias de los muebles que ya habían vendido, después le preguntaría a Ross que le parecía mejor.
Luego de ayudar con la cena, ellos mismos salieron en búsqueda de la suya. Ross los llevó a un pub, un lugar típico inglés. Drake quiso tomar una cerveza, y ella puso el grito en el cielo. "Papá me deja tomar una los fines de semana." – "Pues Papá no está aquí ahora. ¡Y no debería dejarte!" – Todo esto bajo la atenta y entretenida mirada de Ross.
"Entonces deberíamos hacer algo más después cenar. ¡Vamos! Yo no vengo a Londres tan seguido. ¿Qué hacen para divertirse? ¿Ross?"
Demelza lo miró desde atrás de su vaso de jugo, como advirtiéndole que tuviera mucho cuidado en lo que iba a decir.
"Uhmmm… estuvimos muy ocupados últimamente…"
Sí, teniendo sexo. – pensó Demelza.
"¿Qué tal si vamos al cine? Quería ver la nueva película de Batman." - Al menos ciertas cosas no cambiaban en su hermano.
"Mmm… No lo sé. ¿No es muy tarde?"
"La noche es joven. Tu hermano está aquí, Demelza. Vamos…"
"Dem, Robert Pattinson está en la película."
"Muy bien, vamos. ¿Qué estamos esperando?"
"Era fanática de Twilight." – Drake le susurró a Ross cuando se dirigían hacia la puerta.
Y sí, Robert Pattinson se dejaba ver, pero la película era muy larga. Más de una vez se encontró cerrando los ojos en la sala del cine, pero algo la despertaba. Su hermano tomando del balde de popcorn que tenía en su regazo, o los dedos de Ross que rozaban su brazo disimuladamente. Ella lo miró de reojo. Su corazón comenzó a latir más rápido en su pecho al ver como fruncía los labios para evitar reírse. Judas. Sus cabellos detrás la nuca se levantaron. Intentó distraerse comiendo popcorn y lo sintió apretar su mano. La había dejado sobre la suya, y ella no la había quitado. Cuando lo miró de nuevo, Ross abrió la boca indicando que él también quería pochoclos, como había hecho el otro día con el helado. Se sorprendió, porque no dudó en ningún momento. Simplemente miró a su hermano de reojo para asegurarse de que estaba concentrado en la película, sacó la mano de debajo de la suya, tomó unos en sus dedos y los acercó a sus labios. El ruido que hacían en su boca resonaba en sus oídos. Y como con el helado, ella continuó alimentándolo durante el resto de la película. Con una confianza que excedía a la de cualquier par de amigos. Cuando el popcorn se terminó y todavía faltaba un rato para que la película acabara, Ross volvió a tomar su mano, entrelazando sus dedos. ¿Por qué lo hacía? Y ¿Por qué ella no se apartaba? Porque se sentía bien. Y no era solo la tensión sexual que existía entre ellos desde que habían dormido juntos, era algo más. Algo más íntimo, si es que hay algo más íntimo que estar adentro de otra persona.
Se soltaron al terminar la película, su hermano no había visto nada sentado al otro lado de ella. Demelza lo abrazó mientras salían del cine y caminaban por la fría noche hacia el Mercedes, pero ella no podía quitarle la mirada de encima a Ross que conversaba con Drake sobre la película.
"¿Y a ti que te pareció, hermana?"
"Uhmmm… Estuvo… interesante…" – creyó verlo sonreír.
"Tengo una sorpresa." – Ross anunció mientras Demelza y Drake desayunaban. Ella creyó que dormía, y no lo había querido despertar un domingo por la mañana. Pero Ross salió vestido y despejado de su habitación, como si hubiera estado despierto durante horas. – "Llamé a uno de mis compañeros, el que cubre eventos deportivos. Él tiene un contacto… en fin, conseguí tres tickets para el partido de esta tarde."
"¡¿Qué?!"
Su hermano literalmente saltó de la silla de la alegría y fue a abrazarlo.
"¡Wow! ¿De verdad? ¿Chelsea vs. Manchester?"
"Sip. Y son buenos asientos también." – Ella miraba toda la situación muy divertida. Drake parecía dar saltitos como el niño que aún era, y Ross se quedó de pie allí, como esperando un abrazo de su parte también. Pero Demelza solo le sonrió burlonamente desde su lugar. Sabía lo que hacía, querer congraciarse con su hermano. ¿Qué creía que iba a ganar? ¿Creía que ella se desmayaría a sus pies? Pues… algo de razón tenía, pero él no tenía por qué saberlo. Era tan lindo, tierno y generoso que le dolía.
"Tengo que contarle a papá y a los demás. ¿Crees que nos podrán ver por la tele?"
"No lo sé, quizás."
"No tenías que hacer eso, Ross." – Le dijo cuando él también se sentó a desayunar. Demelza le sirvió un poco de té de la tetera. – "Pero gracias."
"No hay de que. Será divertido, hace años que no voy a ver un partido."
"… trabaja en un periódico y conoce a gente importante…" – decía Drake al teléfono. Demelza levantó las cejas.
"Tienes un admirador."
"¿Solo uno?"
"¿Acaso buscas ser admirado?" – Ross sonrió mientras bebía de su taza. – "No te pusiste en un gran gasto, ¿verdad? Puedo pagar por mi entrada y la de Drake…"
"Ahora me ofendes. Es un regalo."
Ella le volvió a sonreír, con dulzura esta vez. Rayos.
"Pues gracias de nuevo."
"¿A qué hora es?" – Preguntó Drake apartando el teléfono de su oreja.
"A las dos."
"Es a las dos… no debe ser muy lejos porque ya estamos en Chelsea… el nuevo departamento de Demelza es genial, mucho más grande que el anterior y más elegante…"
"¡Hey! Envíale un beso a papa de mi parte."
"Demelza te envía saludos… sí. Lo haré papá… se llama Ross… no, creo que no. Bien, te envío un mensaje cuando estemos allá para decirte en qué sector estamos. Sí, adiós, papá. Papá dice que yo debo pagar por el almuerzo, como agradecimiento."
"No tienes que hacerlo…"
"Pero si quieres…"
Había sido un fin de semana particular. Hasta diría que fue divertido. El hermano de Demelza le cayó muy bien. Era simpático y fácil de llevar. Muy resuelto para ser tan joven, muy parecido a su hermana. Le dio ternura verla interactuar con él todo el fin de semana. Claramente el vínculo era muy fuerte entre ellos. Demelza ya le había contado que ella se había encargado de cuidarlos al morir su madre, y que su hermano pequeño era muy apegado a ella. Y era verdad. La alegría de que hubiera venido a visitarla se le notaba en la cara y en la forma cariñosa en que lo trataba, y él que era un intruso entre ellos también se la pasó muy bien. Principalmente porque con lo contenta que estaba, Demelza le había permitido tomarse ciertas libertades por las que de seguro habría protestado en otras circunstancias. Como tomarla de la mano en la oscuridad de la sala de cine, o darle los buenos días con un beso, o dejarle apoyar su mano en su hombro mientras caminaban rumbo al estadio de Stamford Bridge. Ella no decía nada, solo le dirigía unas intensas miradas de vez en cuando. Y su hermano, con el entusiasmo que tenía, no parecía notarlo. Demelza le dijo que su hermano lo idolatraba, así que supuso que no se enojaría si era algo cariñoso con su hermana. No que ella lo dejara. Apenas un dedo se desviaba fuera de las áreas neutras de la amistad, y ella se alejaba. Pero lo dejó rodear sus hombros cuando el tren se alejó por las vías y ellos quedaron en la plataforma de la Estación de Paddington.
No lloró como cuando se fue Caroline. Pero si lo siguió a Drake cuando subió al tren y se ubicó en su asiento y ella se paró al lado de su ventanilla. Deseándole buen viaje y enviando saludos a su familia. Era entrañable que quisiera tanto a su familia. Le daba un poco de envidia, querer así y ser querida también. Le hacía preguntarse si alguna vez lo habían querido de esa forma. Seguramente no por Elizabeth, ni por su primo. ¿Su tío? Su tía, quizás, pero él era tan desagradecido. Verity lo quería. Sus padres, probablemente. Si, su padre lo quiso, y una madre siempre ama a sus hijos ¿no es así?
Demelza se escabulló de su abrazo rumbo a la salida. Habían dejado el auto unas calles afuera de la estación para evitar el estacionamiento y caminaban uno al lado del otro entre la gente que llegaba con sus equipajes a tomar los trenes nocturnos o que volvían a la ciudad.
"¿Tienes hambre?" - le preguntó cuando pasaron frente a un puesto de comida. Él sacudió la cabeza. Habían comido de más ese día. Drake había pagado las hamburguesas con papas fritas y gaseosas en un food truck fuera del estadio, y Demelza invitó adentro. Luego habían ido a dar vueltas por la ciudad, y habían tomado un café con cheesecake mientras esperaban el tren. - "Sí. Yo estoy repleta también."
"Me gustó conocer a tu hermano, es un buen chico. Se nota que te quiere mucho."
Demelza corrió un mechón de pelo que había caído sobre sus ojos detrás de su oreja. Sonrió cuando le dijo: "Sí, es un gran chico. Yo lo quiero mucho también, a todos."
"¿Hace mucho que no vas a verlos?"
"Ahora hace... casi cuatro meses, creo. Estamos en contacto todo el tiempo, pero, no sé. Antes iba más seguido, ahora ya sé que se las pueden arreglar sin mí."
"Te deben extrañar de todas formas."
"Son todos varones, seguro yo los extraño más que ellos a mí."
"No creo que eso sea cierto. Tú padre se debe preocupar mucho por ti. Su única hija, sola en la ciudad."
Ella rio. "Él sabe que me puedo cuidar sola. Cuidaba de mí y de ellos cuando estaba en Cornwall. Pero tal vez sí, tal vez debería ir a visitarlos."
"Yo te puedo llevar si quieres. Podemos ir un fin de semana."
"Ross..." - Demelza se detuvo. Caminaban por una vereda de edificios victorianos de tres pisos y todos iguales que ahora eran hoteles. Aún faltaban unos metros para llegar al coche.
"¿Sí?"
La vio dudar por un momento, como si no estuviera muy segura de lo que iba a decir.
"Quería agradecerte de nuevo por este fin de semana. Por las entradas, y por como lo trataste a Drake. No tenías por qué hacerlo."
"¿Por qué no habría de hacerlo? Es tu hermano, y tú eres mi..." - Ross se acercó un paso y la tomó suavemente del brazo, pero en un movimiento deliberado ella se soltó.
"Amiga. Soy tu amiga, Ross. Y, en realidad de eso te quería hablar también. Mira sé que no eres él único que lo hace, que yo también soy parte de este juego..."
"¿Juego?"
"Sabes a que me refiero. Los roces, los abrazos, las sonrisas. ¡Judas! Incluso ahora me estás mirando de esa forma."
"¡Sólo te estoy mirando! No sé a qué te refieres." - dijo él, no muy sincero.
"Por supuesto que sí. Pero dijimos, dijimos que seríamos amigos y no lo estamos haciendo muy bien."
"Me gustas."
"Lo sé." - Demelza tomó una bocanada de aire. - "Y tú me gustas también... Judas. El punto es que tenemos que ver más allá de eso. Tenemos que ser inteligentes y pensar en nuestra amistad, en que vivimos juntos y cuando esto se nos pase, aun tendremos que convivir todos los días. Y tú saldrás con otras chicas y yo tendré otras citas o saldré con alguien y se volverá incómodo entre nosotros."
¿Ella saldrá con alguien? Por supuesto que saldrá con alguien, Ross. Ella quiere salir con alguien, ella quiere enamorarse. Y tú no quieres, no puedes entregarte a ella por completo. ¿Qué parte es la que no entiendes? - Una voz en su cabeza lo regañó.
"Pero ¿Por qué debería ser incómodo? Si los dos lo queremos, si somos adultos..."
"Bueno, yo no lo quiero. No así. Yo no... no hago ese tipo de cosas." - dijo.
Volvieron al departamento en silencio. En un incómodo silencio, precisamente lo que estaban intentando de evitar. Ella tenía razón ¿no es así? ¿Por qué arruinar su amistad solo por sexo? Por un sexo increíble... Dios. Se había tenido que obligar a sí mismo a no pensar en ella desnuda montándolo. Se había sentido tan bien. Ella era tan dulce, tan sexy. Inesperadamente atrevida y sensual. Una Demelza desconocida de la que solo había tenido un vistazo y se moría por conocer más a fondo. Pero ella quería algo a cambio por esa intimidad, por ese secreto. Y la verdad, aunque había pasado años pensando que jamás podría hacerlo, estaba seriamente considerando que podría entregárselo todo. Si es que aún tenía algo para entregar.
Habían pasado un par de horas desde que habían regresado. Como no podía dormir, estaba leyendo un libro de un fotógrafo que admiraba y que relataba sus peripecias de un viaje al Líbano, pero en realidad no había podido avanzar ni una hoja. Escuchó los golpecitos en la puerta de su habitación, y la voz de Demelza apagada desde el otro lado: "¿Ross? ¿Estás durmiendo?"
"No. Pasa, está abierto. ¿Sucede algo?" - Vio bajar el picaporte de la puerta, y luego la cabeza de Demelza se asomó en su habitación. No recordaba que alguna vez hubiera entrado allí, al menos no desde que se mudó. Miró alrededor, estudiando el lugar. La ventana con el vidrio bajo pero abierta, el desorden de su ropa y algunas cajas que no había desempacado aún. La luz del velador y a él sentado contra las almohadas con el libro en sus manos. Cuando se encontró con su mirada dio un paso adentro. Tenía el pelo suelto, y solo llevaba puesta una remera grande que le llegaba casi a las rodillas y sus pantuflas. Ross no pudo evitar bajar la mirada hacia sus piernas desnudas y se sintió moverse. - "¿Sucede algo, Demelza?" - Por un instante se preocupó. ¿Necesitaba algo? Pero luego Demelza se mordió el labio inferior, y su polla volvió a moverse.
"No. Todo está bien. Es solo que... No podía dormir. Estaba pensando en lo que hablamos antes y..."
Ross dejó el libro a un lado y se enderezó sobre la cama.
"¿Y?"
"Y... aun sigo pensando lo mismo. Pero..."
Pero, ¡había un pero! Mister Ross saltó de la alegría.
"... pero tal vez puede haber una excepción."
"Me encantan las excepciones."
Demelza cerró la puerta tras ella. Ross ya la esperaba con los brazos abiertos.
