Capítulo 27

¿Cuál de los dos estaba más nervioso camino al Bautismo de Geoffrey Charles Poldark? Probablemente los dos. Era una suerte que Demelza hubiera aceptado acompañarlo, de esa forma él podía intentar tranquilizarla a ella, mientras ella trataba de calmarlo a él.

"¿De verdad piensas que estoy vestida de manera adecuada? Nunca fui a un bautismo para el que tuviera que arreglarme tanto." - preguntó otra vez. Había visto la invitación, esa tarjeta lo decía todo. Derrochaba elegancia y buen gusto. Además, había googleado el lugar. Era un hotel exclusivo en las afueras de la ciudad, más apropiado para casamientos, o fiestas privadas de gente famosa que para un niño. Había entrado en pánico al verlo, ¿Qué se pondría? La había llamado a Caroline, diciendo que era una emergencia de moda. Ross le dijo que no se hiciera problema, que cualquier cosa estaría bien. Pero él también se había puesto un traje super elegante, con corbata, saco y todo. Se había afeitado y sujetado el pelo bien tirante en la nuca. Ella le había sacado una foto sin que se diera cuenta y se la había enviado a su amiga. "Mira cómo va Ross."

"Demelza, ¿ocurre algo entre ustedes dos?" - su amiga le había preguntado sin rodeos. Después de todo, lo único que escuchaba era Ross esto, Ross aquello.

"Solo lo acompaño al Bautismo, estará toda su familia y aparentemente mitad de la alta sociedad de Londres."

"¿Lo acompañas porque eres un alma bondadosa o porque quieres ir a una fiesta o hay algún otro motivo oculto?"

"Porque soy su amiga, Caroline. ¿Crees que ese vestido está bien?"

"Estará perfecto. Pero no te olvides del fascinator."

"¿Es realmente necesario?"

"Muy necesario. Suerte que tenías uno que combina con ese vestido." - era el único que tenía. - "Te verás hermosa, envíame una foto cuando estés lista. Dile a Ross que te tome una de cuerpo entero."

"¡Judas! Bueno, ya me tengo que preparar. Hablamos luego. Envíale un beso a Dwight, adiós."

"Adios, cariño. ¡Suerte!"

"El vestido es hermoso, Demelza. Confía en mí. Aunque no sé eso que tienes en la cabeza..."

"¿Qué? ¿No se ve bien? ¿Está torcido?"

"No, solo que no se si es necesario."

"Lo es. Ya verás."

"¿Adónde crees que bautizarán al niño? ¿O ya lo habrán bautizado y esta es la fiesta?"

"Hay una capilla dentro del predio... ¿Qué? Lo vi en la página del hotel." - Ross la miró de reojo, volviendo su mirada un momento hacia sus piernas con medias de nylon, que de alguna forma las hacían aún más atractivas. Aun cuando el vestido llegaba casi a cubrirle las rodillas. - "Ojos en el camino." - dijo ella. Ross levantó la comisura de su boca.

"¿Y qué hay de mí? ¿Voy bien vestido?"

"Estás muy elegante, Ross, sí. ¿Quién más de tu familia estará allí?"

"Además de los que tú ya sabes, y George. Mi primo William supongo y su familia, mi tía Agatha..."

"¿La que vive en Cornwall?"

"Sí, Verity dijo que vino especialmente. Bah, la trajeron. Ya es muy anciana..."

"Se alegrará de verte."

"Dudo que me reconozca."

"Ross... ¿por una vez podrías dejar que alguien te quiera?" - dijo, volteando hacia la ventanilla. Él desvió su mirada hacia ella de vuelta, ¿qué había querido decir? - "Mira, creo que estamos cerca. Sí, esa parece ser la entrada."

Un par de vehículos que iban delante de ellos se desviaron y entraron a través de unos altos portones cubiertos por una enredadera. Ross dobló también y se detuvo detrás de ellos. Más adelante dos mujeres con camisa blanca, pantalones negro y chaleco haciendo juego registraban a los invitados.

"Ross Poldark y Demelza Carne." - respondió él cuando le preguntaron por sus nombres.

"Uhmmm... ¿Cómo dijo? ¿Demelza...?" - preguntó la joven mientras buscaba sus nombres en una tablet.

"Carne." - repitió él, algo fastidiado.

"Lo siento. La señorita no está registrada. Este es un evento privado, solo se permite entrar con invitación o como plus one, y a usted lo tengo registrado como que viene solo."

"Ross..." - Demelza susurró a su lado cuando vio una vena aparecer en su frente.

"Señorita, busque de nuevo. Tenemos invitación, los dos."

"Sí, pero ella no está en la lista."

"¿Y que nos sugiere? ¿Irnos? Por favor, comuníquese con mi prima Verity Poldark, de seguro ha habido un error." - ordenó, con una voz que no daba lugar a protestas.

Se hizo una fila detrás de ellos mientras la joven intentaba comunicarse con Verity. Ross la notaba a Demelza incómoda a su lado. Esto era una pésima idea, ninguno de los dos debería haber ido.

"Preferiría dar marcha atrás e irnos. Podríamos ir a comer una hamburguesa, ¿Qué dices?"

"Ya estamos aquí, Ross. De seguro se trata de un error. Me invitaron a último momento, no deben tener la lista de invitados actualizada."

Después de unos minutos, la chica volvió hacia ellos luciendo apenada. "Disculpen por la demora, Señor Poldark. Señorita Carne. Pueden pasar."

"Gracias." - Ross aceleró sin siquiera mirar a la joven.

Le sudaban las manos. Intentó aparentar tranquilidad cuando dijeron que ella no estaba en la lista, pero en realidad se le había hecho un nudo en el estómago. La idea de la hamburguesa no le desagradaba en lo más mínimo. ¿Adónde se estaba metiendo? Mientras aparcaban, observó los autos estacionados y los que estaban llegando, todos de alta gama. El Mercedes de Ross parecía una antigüedad al lado de todos ellos, pero a él no pareció importarle. Cuando se bajaron del auto, vio algunas miradas dirigirse en su dirección, pero él solo se puso el saco y se acercó a ella. La tomó de la mano. Ah, sí. Debían aparentar.

"Lo siento, lo olvidé." - dijo, y la soltó.

"No, está bien." - Demelza le acomodó la corbata que estaba un poco torcida, y entrelazó sus dedos de nuevo. - "Creo que necesito el coraje."

"Sí. Yo también."

Caminaron de la mano hasta la entrada. Nomás entrar, alguien les ofreció una copa de champagne. Ross no quiso, pero ella estaba tan ansiosa que aceptó. Tal vez ayudara a calmar sus nervios. Solo bebió un pequeño sorbo, Judas. Sabía amargo. Ross sonrió a su lado cuando ella hizo una mueca. Dio un sorbito más, y comenzó a buscar adonde dejar la copa. No quería estar bebiendo tan temprano. Cuando la vio mirar alrededor, Ross tomó la copa de sus dedos y se bebió lo que quedaba de un sorbo. Apoyó la copa vacía sobre una mesa antigua que tenía un hermoso ramo de flores encima.

"Alguien ya se encargará." - supuso que tenía razón.

"¿Ross? ¡Ross!" - Antes de que se diera la vuelta para ver quién lo llamaba, su primo William ya estaba palmeando su espalda. - "Escuché que habías regresado, pero... ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo tu viaje? Quiero saber todos los detalles indecorosos." - dijo el hombre hablando muy fuerte y con una copa en su mano. Al parecer ella no era la única que había comenzado a beber desde temprano.

"Hola, Will. Estoy muy bien, gracias..."

"Ya veo..."- su mirada finalmente se había percatado de ella. - "¿Y a quien tenemos aquí?"

¿Diría que era su novia? Tal vez no era una mala idea por la forma en que su primo la miraba.

"Ella es Demelza. Demelza, él es mi primo, William Trenwith."

"Hola, mucho gusto." - farfulló ella estrechando su mano.

"El placer es todo mío. ¿Acaso ustedes...?"

"Vivimos juntos, sí." - Dijo Ross de inmedato. Esa no era una mentira del todo.

"Oh. ¿se conocieron mientras viajabas?"

"No, es una larga historia. Después te la contaré, tenemos que ir a saludar a Verity. Tengo ganas de ver a tu familia..."

"Ah, pues... Michelle y yo nos estamos separando." - dijo cuando ellos ya se habían alejado unos pasos. Ross con sus dedos apoyados ligeramente en su espalda.

"Es una pena, luego me cuentas..." - dijo Ross sin dejar de caminar en la otra dirección. - "William es de la rama trastornada de la familia." - le murmuró para que solo ella escuchara.

"¿Quieres decir que tú eres de la parte cuerda?"

"¡Ah! ¡Ross! ¡Demelza! Aquí están. Me alegra tanto que pudieran venir. Siento lo que sucedió en la entrada, no sé lo que sucedió. Envié la lista completa esta mañana..."

"No te preocupes, Verity. Todo está bien." - dijo ella para tranquilizar a su amiga que se veía realmente contrariada. Tenía ese tic nervioso que a veces tenía en la oficina cuando había mucho trabajo o tenían una entrega importante. - "Este lugar es impresionante."

"Totalmente fuera de lugar para un bautismo, lo sé. Pero papá estaba empecinado en hacer una fiesta y a Elizabeth le gustó mucho este lugar. ¿Ya han visto a Geoffrey Charles?"

No. Y preferiría no hacerlo. - pensó Ross.

"Aún no. Recién acabamos de llegar, solo nos cruzamos con William."

"Ah, sí. ¿Te contó como engañó a su esposa con su secretaria? Otro más que tiene la cabeza en cualquier lado menos en la empresa."

"Dijo que se estaba separando."

"Espero que ella se quede con todo... Oh, lo siento Demelza. Que mezquino de mí." - Demelza sonrió. Rara vez escuchaba a su amiga hablar mal de nadie, y esa semana ya la había estado criticando a Elizabeth. - "La tía Agatha está aquí también, llegó esta mañana."

"A ella sí me gustaría verla."

"Está en el salón blanco. Por ahí." - dijo señalando un amplio pasillo decorado con elegantes bouquets de flores. - "Tengo que seguir recibiendo gente, ni Francis ni Elizabeth han bajado todavía. Ross, sé que no querías estar aquí, pero gracias por venir. Significa mucho, para mí. Traten de disfrutar de la tarde ¿sí? Demelza, este lugar es asombroso, dale un vistazo. Recorran los jardines. La ceremonia será en... ay, Dios. ¿Adónde se han metido estos dos? Iré a buscarlos. Ustedes vayan, y no se hagan problema por nada." - Verity terminó de decir mientras se alejaba. Tenía la energía de un huracán.

Cuando se quedaron solos, Ross miró a su alrededor. A toda esa gente. Dudaba que hubieran ido a ver el bautismo de un niño. También había un fotógrafo dando vueltas, ¿eso era lo que querían que él hiciera?

"Tenías razón. Todas las mujeres traen sombrero."

"Caroline tenía razón. Ella me obligó a usarlo. Oh, quería que le enviara una foto..."

"¿Sí? Espera." - Ross le hizo señas al fotógrafo que se acercó con la cámara ya en alto. Ross apoyó una mano en su cintura, y juntos posaron para la foto. Se escucharon varios clicks y el flash la cegó por un segundo.

"Una con la señorita sola, por favor." - y antes que dijera algo Ross se alejó de ella. Otros clicks, otro flash. - "Muchas gracias."

"Ross, ven aquí. No me dejes sola con esta gente."

"Estoy aquí. ¿Qué gente?"

"Extraños. Judas. Odio esta clase de eventos."

"¿De sociedad?"

"De sociedad o no. No me siento cómoda entre la muchedumbre."

"Nunca me lo habías dicho. Ven, vamos a saludar a mi tía entonces. No creo que haya mucha gente allí." - dijo, tomándola de la mano de nuevo.


Efectivamente, sentada en la esquina de una imponente sala ornamentada y junto a la chimenea, estaba la tía Agatha, acompañada solo por su enfermera.

"¿Quién es ese?" - maulló apenas lo vio entrar. Una mano cerrada sobre la empuñadura de su bastón, firmemente apoyado en el suelo alfombrado. Le daba un aire real, o eso le pareció a Demelza, que quedó paralizada junto a la puerta.

"Tía, soy yo. Ross, tu sobrino favorito."

"Pufff, ya no tienes ese honor después de tantos años sin vernos. O sin venir a verme, debería decir."

Ross se acercó un poco más, se arrodilló junto a ella. Apoyó su mano sobre la de ella en el bastón, y tomó la otra. Parecía un súbdito arrodillado frente a su reina. ¿Sería muy irrespetuoso tomarles una foto? Se veían de verdad entrañables.

"Estaba viajando, tía. Siento no haber podido ir a visitarte."

"O llamar. ¿No tienes esos teléfonos portátiles de ahora, esos que llevan a todos lados?"

Ross sonrió. Jamás nadie podía salirse con la suya con esa mujer.

"Tienes razón. Te ruego que me disculpes." - Ross se volvió a poner de pie y besó cada una de sus arrugadas mejillas.

"Bah. ¿Y quién es esa que está ahí junto a la puerta? ¿Te has transformado en florero, niña?"

"Oh, no yo..." - Demelza dio un paso hacia dentro de la habitación, hacia el brazo extendido de Ross.

"Tía, ella es mi amiga, Demelza Carne. Di, mi tía Agatha."

"Hola, mucho gusto en conocerla, Señora."

"Acércate más, pimpollo. Sí, te pareces más a una flor que a un florero." - Demelza se puso colorada, pero se acercó más a la mujer y tomó su mano cuando ella soltó la de Ross. Él le dio un beso sobre los nudillos llenos de anillos. - "¿Cómo dijo que te llamabas?"

"Demelza. Demelza Carne. Soy amiga de su sobrino, y trabajo con Verity."

"Es arquitecta también."

"Ahhh... ya veo, ya veo." - dijo apretando su mano. - "Cómo ha cambiado el mundo. En mis tiempos no dejaban que las mujeres trabajaran. Para todo lo que servíamos era para casarnos con algún hombre corriente y engendrar hijos. Pero no yo, no señor. El matrimonio es una jaula que no nos deja volar, pimpollo."

"Tía..."

"Oh, shush. Tú no sabes de lo que hablo. Pero esta niña sí."

"Sí, sé de lo que habla, Señora. El reto de hoy en día es encontrar un hombre que no cierre la jaula, con el que podamos ser libres, pero también estar acompañadas." - La mujer la miró por un momento. Judas, tal vez la había ofendido.

"Tienes razón, tienes razón. Eres muy lista. Dime tía, pimpollo. Y dime una cosa, ese hombre ¿es mi sobrino?"

"¡Oh, Judas no! Quiero decir..."

"¡Hey!" - protestó Ross.

"Su sobrino es mi mejor amigo. Vivimos juntos."

"¿De verdad? ¿En pecado?"

"N-no."- Tal vez el concepto de amigos con beneficios era muy complicado para la tía Agatha. - "Alquilo una habitación en su departamento. Londres es muy caro para una chica sola. Los tiempos han cambiado, pero todavía pueden ser difíciles."

"Me pregunto que hubiera sido de mí, si hubiera podido tener una vida independiente."

"Siempre me pareció que eras lo bastante independiente, tía." - agregó Ross, que recordaba a su tía solterona siempre dando que hablar y opinando sobre todo. Jamás había pensado en ella como en una mujer joven, que se rehusó a seguir la corriente de lo que le imponía el destino.

"¡Ja! Chiquillo insolente. Siempre fue un descarado, por eso es mi favorito." - Los tres sonrieron. Ross acercó un par de sillas y allí se quedaron conversando con su tía durante largos minutos. Él le contó sobre algunos de los lugares que había visitado en su viaje, ella había viajado también en sus buenos tiempos. Pero más que nada eran Demelza y su tía las que conversaban, Agatha no soltó su mano en ningún momento.

"¡Ah! Verity me dijo que ya habían llegado." - dijo su tío Charles irrumpiendo en la habitación. - "Señorita Carne, me alegra que haya venido también. Ya es hora de ir a la capilla."

"¿Francis y Elizabeth ya bajaron?"

"Ya bajaron, ya se pelearon y se reconciliaron. Mas vale que nos apuremos antes de que vuelvan a discutir. Lydia, ¿puedes llevar a la tía Agatha?"

"Iré caminando." - dijo la anciana.

"Tardarás siglos. Lydia te llevara en la silla de ruedas."

"No, iré caminando. Nadie me verá usar esa maldita silla."

"A nadie le importa, tía. Debes ir a la ceremonia o te quedas aquí sola." - dijo impaciente el tío Charles, a Demelza le sonó algo cruel. Después de todo, todo lo que la mujer quería era conservar algo de dignidad.

"Nosotros la ayudaremos, ¿verdad, Ross? Usted vaya tranquilo, nosotros la acompañaremos a la capilla."

"Pero llegarán tarde."

"Las ceremonias llevan su tiempo. Hasta que todos se ubiquen y el sacerdote diga unas palabras. Ve, Charles, nosotros nos encargamos de ella."

Con un gruñido, el tío Charles se fue. La tía Agatha levantó y sacudió la mano de Demelza como si estuviera cantando victoria.

"Me caes bien, pimpollo. No dejes que nunca nadie te enjaule."

Muy despacio, se hicieron camino hacia la capilla. Demelza y Ross, alternándose para llevar del brazo a la Tía Agatha, mientras que Lydia arrastraba una silla tras ellos – no la de ruedas – para cuando quería descansar. Tal como dijo Ross, llegaron a tiempo, aunque la capilla ya estaba repleta.

"Nuestro lugar está adelante, muchacho." - le susurró su tía dando unas palmaditas en su brazo. Demelza se escabulló por el pasillo lateral junto con la enfermera, mientras Ross entraba con su tía caminado por el pasillo principal como novia rumbo al altar. Demelza no pudo evitar sonreír ante la escena. Aunque su sonrisa se acabó cuando vio a los padres del homenajeado y la forma en que miraban en su dirección. La forma en que lo miraba ella. Se veía, pues, como una modelo. Toda de blanco y con una capelina que caía sobre su rostro de porcelana pero que no podía disimular la intensidad de su mirada hacia el hombre que caminaba rumbo al altar. Si Ross la miró o no, no pudo verlo. Parecía concentrado en sostener a su tía, que se movía con pasos lentos y ceremoniosos. No le extrañaría que lo estuviera haciendo a propósito, estirando el momento en que era el centro de atención.

Cuando al fin se sentaron en el primer banco, y después de que el tío Charles soltara un gran suspiro, la anciana miró en su dirección y le hizo señas para que fuera a sentarse junto a ella. Ella se acercó de inmediato, no fuera cosa que la mujer empezara a llamarla 'pimpollo' en frente de todos. Ross quedó del otro lado de la tía Agatha, así que no lo podía ver bien. Pero Elizabeth no volvió a mirarlo de nuevo, estaba concentrada en consolar a su hijo, que se había puesto a llorar. Al parecer no le hacía gracia eso de que lo mojaran.

Ross miró el regazo de la tía Agatha. Sobre una de sus piernas, sostenía su mano, y en la otra apretaba la mano de Demelza. Era más fácil mirar sus manos que mirar lo que ocurría frente a él. Que mirarlos a ellos, a su familia. A ella. Quería que no le afectara, pero no por eso podía controlar los latidos de su corazón acelerándose. Le gustaría estar sentado junto a Demelza, ser él quien sujetara su mano. Así que mantuvo su mirada en las manos de su tía. En un momento, cuando hubo un silencio, miró al banco del otro lado del pasillo. Verity, George y su tío miraban concentrados lo que sucedía adelante. Se preguntó si en algún momento ese había sido su destino, si habría podido ser él quien ese día estuviera bautizando a su hijo. Pero a decir verdad, nunca se había imaginado a Elizabeth embarazada de un hijo suyo. Nunca habían hablado de ello. Extraño, para ser la mujer con la que planeaba pasar el resto de sus días. ¿Quería ella niños? No lo sabía. Tal vez no la conocía tan bien como él pensaba. Evidentemente no. Ross levantó los ojos, sintió la mirada de alguien en él.

No era Elizabeth. Era el niño. Geoffrey Charles lo miraba desde los brazos de su madre. Y a pesar de todo lo que había sucedido, él no pudo evitar sonreírle. Era solo un pequeño niño inocente. El bebé se rio también, y Francis miró a su hijo y luego se dio vuelta para ver de qué se reía. Lo miró fijamente, de seguro no esperaba encontrarse con él.

Al terminar la ceremonia, George al fin dio con Ross. Por supuesto que él pensaba que sabía, creyó que Elizabeth y Francis se lo habían dicho. "Sabes que no hablo con ellos." - le dijo por enésima vez. Pero para George el hecho de que estuviera allí era suficiente para reafirmar su creencia de que ya había dejado todo atrás.

"¿Como vas con tu compañera de piso? ¿Ya te cansaste de ella o siguen acostándose?"

"¡George!"

"¿Qué?" - los dos miraron hacia atrás. Demelza venía caminando lentamente con la tía Agatha del brazo. - "Pensé que tal vez era algo pasajero."

"Sólo, ve con tu ahijado. Yo iré a ayudar a mi tía."


Demelza observaba de reojo a Ross unos metros adelante hablando con su amigo mientras ella ayudaba a su tía a volver dentro de la casa. Lo prefería así, había algo en ese George que no le terminaba de cerrar, no le caía bien. Así que mejor que hablaran ellos, no le molestaba que se hubiese quedado sola con la mujer, al contrario. Le parecía una anciana muy sabia y astuta. Le resultaba entretenida. Lydia, su enfermera, iba junto a ellas otra vez con la silla. Todos los invitados habían salido ya de la capilla y las habían dejado atrás. Mejor.

"¿Llegaste a ver al bebé, pimpollo?"

"Oh, sí. Es muy... simpático." - dijo. ¿Qué más se podía decir de un pequeño?

"Es un malcriado. Francis lo puso en mi regazo y se puso a llorar y se escabulló al piso. Como si nunca hubiera visto una vieja, no le enseñan modales." - Demelza y Lydia se miraron y no pudieron evitar reírse. - "Pero Charles siempre malcrío a sus hijos. Verity salió bien, pero Francis... Joshua no era mucho mejor, pero después de todo lo que le sucedió al pobre. ¿Sabes de quien te hablo?"

"Sí, del padre de Ross."

"¿Y sabes lo que le pasó?"

"Sí. Ross, él me lo contó."

"Ya veo. A ver, acerca esa silla, mujer."

"Puedo ir a buscar la silla de ruedas si quiere, Señora Poldark." - dijo la enfermera.

"Tonterías, solo necesito un pequeño descanso. Sí, claro que te contó. Se nota que eres especial para mi sobrino, pimpollo."

"Oh, no..."

"Pero no dejes que él sea el centro de tu vida, siempre continúa con tus cosas. Así como eres ahora."

"Nosotros solo somos ami..."

"Me arrepiento de muy pocas cosas en la vida, ufff... pero ese niño regordete me hizo acordar. Tal vez la maternidad era una jaula a la hubiera estado dispuesta a entrar. Entonces tendría a alguien que se ocupe de mí y no tendría que estar pendiente de que los ingratos de mis sobrinos se acuerden de llamarme. Sí, una pequeña niña hubiera estado bien. ¿Tú quieres tener niños, pimpollo?"

"Yo... no lo sé, nunca lo he pensado..."

"Creo que hubiera sido una buena madre. Firme, pero amorosa. Pero para eso en mi época necesitabas un marido. No es como ahora que el país está lleno de madres solteras y nadie se voltea a mirarlas torcido. En mis días te podían crucificar por ramera..."

Pero Demelza no la estaba escuchando, se había quedado pensando en otra cosa. Una idea daba vueltas en su cabeza, pero no podía terminar de captarla.

"¿Cómo están mis damas?" - Ross interrumpió su momentánea distracción. En la distancia, vio como George se alejaba con Verity rumbo a la mansión.

"Arreglándonos solas, como siempre en la vida."

"Yo te acompañaré ahora, tía." - le dijo sonriéndole, y mirando a Demelza también.

"¿Estás bien?" - le susurró.

Ella asintió. "¿Y tú?" - él asintió también.

Cuando llegaron a la casa, todos estaban reunidos en el salón más grande. Había mesas redondas, dispuestas con elegantes vajillas y los mozos ya habían empezado a servir la comida. Ellos se sentaron en una mesa que decía 'Familia Poldark', aunque ni ella ni Lydia pertenecían a la familia. Supuso que estaban ocupando los lugares de la familia del primo William. En la mesa principal, Francis, Elizabeth, Verity y George se sacaban fotos con el niño, que pasaba de brazo en brazo y al parecer no le gustaba mucho tanto ajetreo. Elizabeth no lo perdía de vista, pero Demelza notó también que a veces su mirada se desviaba en dirección a su mesa. Ross, por su parte, permaneció concentrado en su lugar. Conversando con ella y la tía Agatha, e intentando ignorar a su primo William quien, al parecer, también hacía años que no veía a su tía.

"Tal vez vayamos a visitarte, tía." - dijo Ross. La mujer girándose inmediatamente hacia ella.

"¿Tú también, pimpollo?"

"¿Adónde?"

"Me abandonaron en un asilo. Pero al menos allí cuidan bien de mí, aunque está lejos. Es en Cornwall."

"Demelza es de Cornwall también. Podríamos ir cuando vayas a visitar a tu familia, ¿no es así Di?" - pues le parecía muy injusto de su parte que la comprometiera de esa manera, pero cuando fuera a visitar a su padre y hermanos, pues no le costaría nada ir a verla a ella también.

"Sí. Puedo pasar a visitarla la próxima vez que vaya." - La tía Agatha aplaudió la noticia.

"Podemos salir a pasear. Allí no me da pena andar con la silla, siempre y cuando me lleven al mar."

A su alrededor, la gente había formado una fila para sacarse fotos con el pequeño Geoffrey Charles.

"¿Crees que debemos ir?" - Ross le preguntó.

"Si tú quieres..."

"Tal vez podríamos saludar, cumplir e irnos." - Demelza miró a la tía Agatha.

"Yo estaré bien. Recuerda que he vivido ochenta y seis años sin ti, muchacha."

"Es usted definitivamente la mujer más fuerte que jamás conocí."

"¿Quieres decir vieja?"

"No. Fuerte." - dijo ella poniéndose de pie y besando su mejilla. - "¿Me puedo sacar una foto con usted? Así la reconoceré cuando vaya a verla."

"¡Ja! Por supuesto, pimpollo." - Ross sacó su teléfono para fotografiarlas, y luego Lydia les sacó una a los tres. Ross le mostró la imagen a su tía, que sonrió alegre. - "No pensé que me iba a divertir tanto en esta fiesta. Pensé que serían todos unos esnobs."

"Yo pensé lo mismo, tía." - dijo Demelza. Agatha le guiñó un ojo a Ross mientras Demelza se despedía de ella y de Lydia.

"Eres un tonto si la dejas ir." - le susurró cuando él fue a saludarla.

Pronto estuvieron en la fila para la foto con el bebé.

"Podríamos simplemente irnos."

"Sólo será un momento, Ross. Y después ya no tendrás que verlos." - Él gruñó. Demelza volvió a tomar su mano cuando quedaron a la vista de sus primos.

"¡Ah, Ross! ¡Viniste! Un caballero, como siempre." - Ross sintió a Demelza apretar sus dedos.

"Francis. Elizabeth. Mis felicitaciones a ambos." - dijo, con una voz contenida.

"Gracias." - respondió la mujer. El pequeño, ya no un bebé pero tampoco un niño, miró a Ross con curiosidad. - "Te ves muy bien, Demelza. Me gusta tu vestido."

"Oh, gracias. Tú te vez muy elegante también." - dijo ella sobre las risas del niño que seguía mirando a Ross.

"¿Nos ubicamos para la foto?"

Oh, sí. Claro. Estaban retrasando a la fila. El fotógrafo les señaló donde ubicarse, pero Geoffrey Charles seguía estirándose hacia Ross. No lo había visto reír con los demás invitados. Como estaba retorciéndose en los brazos de su madre, Elizabeth dijo algo y le pasó el niño a su ex. Ella y Francis los observaban. Ross no supo qué hacer con el niño al principio. Ahora que lo tenía cerca, él parecía causarle gracia por algún motivo. Elizabeth le acomodó la ropa, mientras el niño tocaba las mejillas de Ross con sus pequeñas manitos. Ella quedó al otro lado de Francis, tal vez debería hacer un paso al costado y dejarlos a ellos solos. Pero Ross la buscó con la mirada, parecía gritar, no te vayas a ir. Y fue entonces cuando algo hizo click. Click. Y no solo eran los flashes de la cámara.

Demelza se quedó helada, allí, mirándolo a Ross con un niño en brazos. La idea que rondó por su cabeza antes, esa que no se pudo llegar a formar, ahora parecía gritarle.

Tenía un atraso.

Mientras tomaban las fotos, su mente pareció actuar en automático. Hizo las cuentas, buscó para atrás las fechas. Dos semanas. Su período debería haber comenzado hacía dos semanas. No, era imposible. Se habían cuidado...

El fotógrafo terminó con su trabajo y Ross le devolvió el niño a su madre. Ella no les prestó atención, así como tampoco notó la expresión de Francis al ver a su hijo en brazos de su primo. Cuando se despedían, recordó que aquella primera noche, cuando Ross la despertó... no estaba segura. ¿Estaba usando un condón? ¿Ya lo tenía puesto?

"¿Ya se van?"

"Sí, tío. Ahora ya no tienes que reprocharme."

"Ah, muchacho. Solo quiero que vuelvas a ser parte de esta familia. Y sabes que tienes tu lugar en la empresa cuando te aburras de tu camarita."

"Tío, no estoy preparado para trabajar en la empresa."

"Tienes cerebro, que es mucho más de lo que puedo decir de algunos. Trata de convencerlo, querida."

No se acordaba de lo que había contestado. Cuando se dio cuenta, estaba sentada en el Mercedes, Ross a su lado atravesando los portones.

"Estás callada. ¿Estuvo tan mal?" - Demelza se sobresaltó, como si le hubiera hablado un fantasma. - "Hey, perdón. No quise asustarte. ¿Estabas dormida?"

"N-no. Lo siento, ¿Qué dijiste?" - Ross la miró de reojo.

"¿Que qué te pareció? Además de pretencioso, claro."

"Oh... estuvo... bien, supongo. Tu tía es... todo un personaje."

"Lo es. ¿Te hechizó o algo? Cuando éramos niños solíamos decir que tenía poderes de bruja... ¿Estás bien, Demelza?"

"Sí. Sí. Y no, tu tía no me embrujó."

En unos minutos estuvieron en la ciudad de nuevo.

"No, sabes que, detén el auto. Me falta el aire."

Aún faltaba para llegar. Ross se detuvo junto a la acera, afuera lloviznaba, pero Demelza igualmente abrió la puerta y se bajó del auto. Se tomó de las rodillas. Alarmado, Ross bajó también, dio la vuelta y estuvo a su lado al instante.

"¿Estás descompuesta de nuevo?" - le preguntó, trazando círculos en su espalda con sus dedos.

Judas. Ni siquiera se había acordado de que el día anterior había estado descompuesta. Había tenido... nauseas. Tuvo una arcada, pero no estaba descompuesta en realidad.

"No. Solo, solo necesito un poco de aire."

"Ok, solo respira. Mírame." - Demelza se enderezó. - "Aspira por la nariz y suelta por la boca. Como yo lo hago. Aspira, suelta."

¡Judas!

Más allá de la ironía, Demelza le hizo caso. En unos minutos su pulso volvió a la normalidad y ya no se sintió ahogada. Ross la sujetaba por los brazos y estaba frente a ella, pero dejando un espacio entre ellos para que ella pudiera respirar. Estaba todo mojado. Ella estaba mojada también. No llovía fuerte, pero estuvieron afuera por unos cuantos minutos.

"Creo que ya estoy bien."

"¿Segura? Aun te ves un poco pálida. Podríamos ir a una guardia."

"No, eso no será necesario. Pero creo que debemos pasar por una farmacia."

"Seguro, lo que necesites. Será mejor que entremos antes que pesquemos un resfriado."

Demelza se subió de inmediato y lo observó a Ross trotar por delante del auto. No, no podía ser posible. La gente no se queda embarazada tan rápido. ¿No es así? Pero ella siempre era puntual. Buscó su teléfono, revisó su agenda, pero solo le confirmó lo que ella ya sabía. Ross cerró la puerta y se puso de nuevo el cinturón.

"Vamos a una farmacia, hay una a unas cuadras de casa. ¿Crees que será un virus estomacal o algo así?" - Ella comenzó a temblar. - "¿Demelza? ¿Qué sucede?"

"Ross... tengo un atraso."