HOLAAAA! Bien, siendo que este fic es oscuro, no debería saludar con tanto énfasis, pero es que estoy extremadamente feliz porque luego de casi dos meses ¿me arreglaron la computadora! Este capítulo fue escrito totalmente en papel y pasado a la compu xP Es por esa razón que tardé tanto en publicarlo. Espero que les guste. Ah! Una aclaración: se que el comienzo puede ser algo pesado, pero es que quería darle más "historia" a la relación H-D. Saludos!

Draconiger

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Capitulo 2: Lunes 19 de octubre

Sí. Había pasado casi una semana desde aquella vez en que hice el amor con Draco en la fiesta de Mortífagos.

Bah... hice el amor digo yo ¿No es gracioso? ¿Acaso Draco Malfoy puede llegar a amar a alguien?

¿Acaso yo, Harry Potter, puedo ahora permitirme amar a alguien?

No lo se. Y no pienso estrujarme los sesos buscando una maldita respuesta.

Ayer. Si, ayer fue un domingo muy especial.

¿Saben qué se siente al asesinar a alguien?

¡Maldición! ¿Quién me ha lavado la cabeza de tal modo para que yo caiga en esto, en decir esas frases? Sí, estoy riéndome de mi mismo en este momento.

Pues se siente... se siente extrañamente gratificante.

Ayer, Domingo 18 de este bendito Octubre, consumé mi primer asesinato... como ya se debieron dar cuenta.

La luna estaba cubierta por una densa capa de nubes negras. Era perfecto, perfecto para nuestro ataque. Un grupo de "novatos" (es así como Lucius Malfoy nos llama) nos debíamos juntar en una oscura calle del antiguo Londres a demostrar nuestras habilidades como jóvenes Mortífagos.

Cuando puse mis pies en la adoquinada calle, ya habían dos muchachos en ella. En silencio, estreché las manos con el primero. Era mucho mas alto que yo. Hasta había sido mi contrincante unas veces.

-Potter.

-¿Cómo van las cosas, Flint?- pregunté alzando levemente mi cabeza.

-A la perfección. Zabini...- explicó señalando al muchacho que descansaba apoyado contre el frío poste, con los ojos clavados en la nada- ... ya averiguó que la reunión de los Rochester estaba en progreso al atardecer.

-Y Malfoy me avisó unas horas mas temprano cuando estuve con él- no entendí muy bien por qué Zabini intentó recalcar con tanto énfasis aquella parte- que iría hasta la casa de esos idiotas a pegar un maldito vistazo antes de unirse a nosotros.

Asentí con la cabeza y metí las manos en mi oscuro pantalón de jean negro. Era una noche fría. Muy fría...

Esperamos mas o menos unos diez minutos entre las sombras. Sin hablar, sin dirigirnos miradas. Lo bueno parecía ser que, a pesar de todo, ya me tenían como camarada, que yo no era el "Asqueroso San Potter" que fui para ellos una vez, sino uno más de la lóbrega pandilla.

-¿Cuánto se tardará?- inquirí entonces viendo el vaho blanco que salía de mi boca al hablar. Y al instante Zabini se volvió a mi con el ceño fruncido.

-Llegará en cualquier momento, Potter, deja de preguntar ¿entendido?

Sonreí. Blaise nunca me había tratado bien, pero ayer estaba realmente insoportable.

Intenté no sacar conclusiones por mi mismo acerca del por qué.

Unos pasos se oyeron entonces a nuestras espaldas, y los tres nos volvimos. Si, era quien ustedes creen. Draco Malfoy. Llevaba una túnica a modo de capa de un negro opaco que lo hacía confundirse con la oscuridad, salvo por su cabello, de un platinado brillante. Ambas manos estaban ancladas en sus bolsillos. Sacó una de ellas, la derecha, y se notó que en el movimiento había soltado la varita dentro de uno de éstos.

Saludó a Flint primero, haciéndole una simple seña con la cabeza, sin pronunciar palabra. En cambio de dignó un poco más con Zabini, con quien estrechó las manos.

Y entonces se volvió a mi...

-¿Cómo te encuentras, Potter?- inquirió apretando mi mano derecha en señal de saludo, que había alzado hacia él al instante. Dijo aquello con una peculiar sonrisa en el rostro, y no se apresuró en soltarme.

-Listo para la acción- respondí devolviéndole la misma señal. Él me guiñó un ojo acotando...

-Ya lo creo. Siempre estás listo para la acción ¿no es así?

Blaise Zabini lanzo un bufido a modo de directa protesta, lo cual me hizo sentir extrañamente orgulloso de mi mismo.

Pues de alguna u otra manera, yo sabía que Draco Malfoy era mío. Y, obviamente, yo suyo.

El rubio me soltó y se separó de mi, terminando por dirigirse a los tres.

-Ya es hora. Acabo de verlos t estaban cenando- explicó- así que para cuando lleguemos estarán hechos unos cerdos rellenos- soltó una risa corta, la cual yo imité; pero Blaise, queriendo, aparentemente, sobresalir para llamar la atención de Draco, dejó escapar de su garganta una sonora carcajada, a lo que éste respondió mirándolo con ira- ¡Cállate! ¿Acaso quieres que nos descubran, idiota?- no pude evitar que en mis labios se vislumbrase una omitida sonrisa- Como decía...- continuó Malfoy- ... solo hay mayores, algunos funcionarios buenos para nada, y luego el señor y la señora Rochester.

-Yo me encargo de ella- terció Flint.

-No te dará tiempo de violarla, tienes que encargarte de unos gorilas- le aclaró el rubio- No parecen tener cerebro, pero mas vale estar prevenidos y, si vamos al caso, eres el mas fuerte- Marcus asintió, hasta se podría decir, que complacido de las palabras que se le dedicaron- Somos cuatro Mortífagos, queridos amigos. Ellos... unos diez idiotas rellenos de comida quienes, por mis calculos, no tendrán siquiera la varita en el bolsillo- y finalmente comcluyó- Será como sacarle un dulce a un Gryffindor.

Lo miré con resentimiento repentino. Esta bien que éramos como hermanos, pero a pesar de todo yo, además de Mortífago, era de la casa del león.

-No es fácil sacarle un dulce a un Gryffindor, Malfoy- le recriminé mirándolo con el ceño fruncido.

-¿A no?- inquirió él acercándose a mi con las manos metidas en los bolsillos- Yo ya te saqué el tuyo, Potter.

Alzó las cejas y sonrió socarronamente. Sentí mis mejillas arder.

Bien, Draco parecía ser el líder de nuestra oscura pandilla, y lo mejor era que nadie parecía querer oponerse a ello. Y como han de estar pensando, el joven de ojos verdes, o sea yo, era su mano derecha. Así lo daba a entender mientras nos explicaba las técnicas de ataque que había planeado para que tomemos, camino a la casa en cuestión.

Caminábamos en silencio por las lóbregas callejas. Un frío recorría mis huesos y no podía evitar tantear constantemente la varita escondida en el bolsillo de mi chaqueta ¿Nervioso? Quizás un poco. Más que eso, era la espera lo que me mataba, la ansiedad de probar aquel juego nuevo que me ofrecían.

-Cambio de opinión- terció en eso Draco, que caminaba delante de mi, volviéndose- Iras por Krigan y Jefferson- y sonriendo agregó- Te darán más batalla.

-Sabes que me gusta pelear- dije sonriéndole.

-Sí. Solo que en esta batalla no quiero que seas el vencido.

Había entendido la indirecta y reí ante su astucia.

-¿Quién te crees?- musitó con los dientes apretados Blaise al instante en que Malfoy volvió a mirar al frente haciéndole una seña a Flint para hablar con él.

-Harry Potter- respondí con aires de extremada suficiencia- ¿por qué?- Zabini soltó un bufido.

-Maldito sodomita.

-Mira quien habla- me mofé. Ahora entendía el por de aquella asquerosa forma de actuar hacia mi del joven Slytherin.

-Draco es mío, Potter- advirtió sin mirarme- que no se te olvide.

-Creo que él sabe elegir por sí mismo- le aclaré- No necesita que le ayudes.

Un guerra comenzaba a surgir entre Blaise Zabini y yo. Pero, la verdad, a mi no me importaba. El obstáculo que aquel muchacho de cabello castaño claro y ojos de un azul profundo implicaba no era nada para mi.

Llegamos entonces a la casa. Un típica vivienda de familia. Desde la acera se veían las luces de adentro encendidas. Abrimos la cerca y atravesamos el patio frontal como si fuésemos los dueños del mundo. Entonces Draco me cogió de la muñeca para separarme un poco del grupo y antes de que pudiese hacer nada sentí sus labios succionar con rudeza los míos.

-Asesinar es como tener sexo, Potter- me susurró- Un divertido juego en el que la imaginación y la valentía son las principales armas.

-¿Crees que tengo miedo o algo así?- pregunté a la defensiva.

Él solo me sonrió y se volvió con los otros dos. Yo le seguí.

Flint llamó a la puerta...

-¿Sí...?- la mujer rubia que atendió fue agarrada de sopetón por Marcus sin permitirse siquiera respirar. El robusto muchacho la aferró cubriéndole la boca con una mano y le susurró al oído...

-Ahora acompáñenos a la sala donde están reunidos ¿si?- lo dijo de una forma que mostraba una ternura tan distorsionada que me dieron ganas de reir. Pero la mujer negó con la cabeza al instante, a lo que Flint pareció apretarla con más fuerza- Llévenos adonde están si no quiere que todo esto termine peor de lo que puede imaginarse- Malfoy simplemente sonreía ante esa tortura de la cual estaba siendo un agasajado espectador. Pero Blaise se adelantó...

-La agradecemos su asquerosa colaboración. Avada Kedavra- una luz verde pegó en el pecho de la mujer, que al instante se desplomó en los brazos de Marcus. Draco se volvió con el ceño fruncido...

-Eres siempre tan seco- le recriminó- Para la próxima... dígnate en usar un poco el cerebro. Con haberla torturado nos hubiese dicho donde estaban.

-No iba a hacer falta- advertí pasando la antesala- Escucho voces.

-Bueno, por lo menos iba a ser un poco mas entretenido que la asquerosa lucecita verde- admitió Draco encogiéndose de hombros. A Blaise se le notaba la vena de la sien.

Llegamos a la puerta vidriada y a través de ella se vieron a unos hombres lanzando carcajadas, completamente ignorantes del reciente atentado...

-¿Listo, Potter?- me preguntó cogiéndome de la muñeca suavemente, quizás para atraer mi atención, o quizás para averiguar si no estaba nervioso ante mi primer misión.

-Más que listo, Draco- afirmé asintiendo levemente con la cabeza. Él me guiñó un ojo y se volvió a la puerta, ya con la varita en mano...

-¡Disculpen la intromisión!- vociferó abriendo las puertas de un golpe seco. Todos los presentes se voltearon hacia nosotros. Sonreí gustoso de sus caras de susto y tomé mi arma...

Más de diez hombres se pararon al mismo tiempo y sacaron las varitas de sus bolsillos al igual que nosotros.

Sí. Todo pasó muy rápido. Extremadamente rápido.

Solo me di tiempo a preocuparme de mis dos víctimas.

Una nube de flashes cruzaban el pequeño comedor.

Quería hacerlo bien. No solo un Avada Kedavra. Algo mucho mejor. Pero la cantidad de hombres parecía querer sobrepasarnos.

La lucha se estaba volviendo más entretenida de lo que cualquiera de nosotros esperábamos.

Y no solo se centró en el comedor. Y eso fue lo mejor. Parecían querer escapar a medida que nosotros avanzábamos con hechizos dolorosos, pero que no llegaban a ser imperdonables. Entonces toda la casa se hizo un hervidero de hormigas.

Y luego de jugar un poco con mis presas, di mi toque maestro, aquello que había planeado desde que nos habían encomendado la misión.

Alcé mi varita y pronuncié aquel hechizo que tanto deseaba volver realidad...

-Imperius!- el cuerpo de Jefferson pareció congelarse por unos segundos y entonces... entonces hubo como una conexión entre nuestras mentes. Podía sentirlo. Y dentro de ella di mi orden...

Al instante el hombre pálido y alto cogió a su compañero de defensa, que al haber lanzado yo mi hechizo intentó escapar, y le apuntó a la garganta con la varita.

-Asphixya!- salió de sus labios, tal como yo pensaba pronunciarlo, y Krigan se llevó al instante ambas manos al cuello. Comenzó a retorcerse, mientras su rostro se tornaba cada vez más azul. Y finalmente... se desplomó en el suelo.

Sonreí.

Lancé un Cruciatus luego a Jefferson y disfruté de esos por unos segundos, viendo que lo demás parecía calmarse mientras cuerpos se desplomaban en el suelo. Finalicé viendo ante mis ojos la luz verde que salí a de mi varita.

Se sentía estupendo.

Y entonces Draco me cogió del brazo...

-Reynolds corrió a las habitaciones, cachorro ¡muévete y destrúyelo!- me palmeó en la espalda soltando una carcajada al tiempo en que McKiernan caía de rodillas al suelo soltando un alarido de dolor.

Corrí con los oídos aturdidos y la sonrisa aún marada en los labios. Subí las escaleras a toda velocidad. Abrí una puerta, no había nadie. Abrí otra. Reynolds subía un pie a la ventana...

-No creí que fuera tan cobarde- me mofé acercándome lentamente, viendo como el hombre quedaba helado ante mi varita.

-Harry... P-Potter... ¿cómo... usted...?

-Sí, es una lástima ¿no?- dije dejadamente- Ahora bájese de allí si no quiere salir herido. Accio!- la varita del hombre voló a mis manos al instante en que el hombre obedecía mis órdenes.

-P-Potter... por favor... usted era un niño bueno...

-¡Exactamente, señor! ¡ERA un niño bueno e idiota que debía salvar a un montón de ineptos que, como usted, tenían más valor para aparecer dando decretos y rebajándome a mi en las tapas de los periódicos que para mover una maldita varita y hacer un mísero trabajo para ayudarme a vencer a mi actual señor, Lord Voldemort!- vociferé con las venas ardiéndome- Avada Kedavra!

Se desplomó a mis pies y escupí sobre de grasienta figura desparramada.

Di media vuelta para bajar con un odio repentino latiéndome en el pecho. Pero entonces me encontré frente a frente con alguien más. Alguien que me empujó hacia dentro de la habitación aferrando mi cuello entre sus manos hasta que mi espalda dio contra la pared.

Apretaba muy fuerte. Me faltaba el aire.

-Lo siento mucho, Draco...- actuó Blaise Zabini ajustando sus dedos contra mi piel- ... lo encontré en la habitación, muerto. Seguro algún otro estaba con Reynolds y lo estranguló para luego escaparse por la ventana.

-Suelta... me...- gemí tratando de separar sus manos con las mías.

-Te estás metiendo en un lío muy grande, Potter- susurró clavando sus ojos azules en los míos- Más te vale salir.

-Draco será... quien decida...

Mi cuerpo fue aferrado de los brazos y arrojado con fuerza contra la cama. Y antes de poder recuperar el aire, los labios de Zabini se unieron a los míos de la manera más violenta con la que tuve la desgracia de toparme, y me besó con tanta fiereza que sentí un dolor en mi belfo inferior y el inesperado gusto de la sangre.

-Draco es un idiota...- lo insultó con los ojos fuera de sus orbitas, al tiempo en que sus manos desataban con rapidez mi pantalón.

-De... detente, Balise ¡Maldición!

-¿Ahora dirás que no te gusta joder?- preguntó ido, succionando mi cuello mientras presionaba con su mano derecha mi entrepierna. Sentí una carga eléctrica recorrerme y evité soltar un gemido.

Debía irme. Debía separarlo de mi aunque por un momento mi cuerpo pidiese que lo deleite.

-¡Suéltame!- bramé intentando quitármelo de encima. Pero el muchacho tenía su fuerza. Había crecido a través de los años...

-¡No!- gritó empujándome, haciendo que mi espalda vuelva a chocar con fuerza contra la cama- Draco sabrá lo que se siente...

-¿Lo que se siente, Blaise?

Se me cortó el aire. El muchacho de ojos grises nos miraba a ambos desde el marco de la puerta. Habían dos opciones: que haya llegado mi verdugo o mi salvador...

-Suelta a Potter inmediatamente- dijo con la mirada clavada en Zabini.

-Muérete.

-¡Ahora!- vociferó estirándolo del brazo. Y casi arrastrándolo, lo llevó a la puerta.

-Estás en mi mira, Potter- escupió Zabini- ¡Te buscaré!

Draco dio una última patada al muchacho para empujarlo fuera de la habitación y cerró la puerta para que no entrase. Un puntapié retumbó contra la madera y seguidamente una última exclamación de odio.

Me levanté de la cama y acomodé mi pantalón, sintiendo el gusto salado del líquido que seguía brotando de mi labio.

-Están todos muertos ya- avisó Draco sin mirarme, mientras pasaba sus finos dedos por el platinado cabello- Iremos abajo en cuanto este idiota se calme.

-¿Qué demonios pasa con Blaise?- pregunté. Sabía la respuesta, pero Draco podía soltar algo más.

-No te incumbe, Potter.

-¡Intentó estrangularme!- exclamé- ¿Y dices que no me incumbe?

-Tuvimos algo ¿ok?- afirmó entonces el rubio volteándose hacia mi- Unas cuantas noches juntos. Pero eso no es nada. Unas noches no son nada. No eres nadie para mi luego de unas noches.

Lo miré a los ojos con el pecho comprimido ¿Qué me ocurría? No podía permitirme querer a nadie. Pero, aunque no sintiese nada, las palabras de Malfoy eran una humillación al máximo.

Draco también detuvo su mirada en mis ojos luego de su expresión. Hubo como un momento de tensión, o de ignominia mutua. Por nosotros mismos. Por lo que éramos. Entonces lanzó un bufido dando media vuelta y se dirigió a la puerta sin hablarme. Caminé tras él también en silencio y ambos bajamos las escaleras para unirnos a los demás.

-¿Terminaste de dar su besito de felicitaciones a Potter por su trabajo?- preguntó Blaise mientras Draco pasaba frente a él. El rubio no respondió, ni se detuvo a mirarlo siquiera. Yo caminaba tras él, en silencio, quizás orgulloso de mi mismo una vez mas. Pues aunque para él "unas noches no sean nada", era mío, éramos camaradas, y él me eligió a mi y no a Zabini.

Salimos en silencio los cuatro, en una fila muy pareja. Flint parecía no entender nada. Blaise iba atrás de todo. Draco como siempre, a la cabeza. Yo... yo era como un ente que caminaba siguiendo los pasos del muchacho que iba delante de mi, pues mi cabeza estaba en la batalla, en lo hechizos... en mi primer asesinato.

Sí, fue una experiencia gratificante después de todo. Fue como desquitarse con los demás por lo dura que había sido la vida contigo.

Llegamos hasta donde nos habíamos reunido, lugar donde, por acuerdo, volveríamos a separarnos. Flint estrecho mi mano de una manera algo brusca, que no me molestó, pues era algo normal en él. El saludo de Malfoy fue mucho mas suave, y lo acompañó con una sonrisa de costado. Zabini se marchó sin decir nada a nadie.

Nos separamos entonces en diferentes direcciones, haciendo una típica desconcentración. Había caminado unos segundos cuando de repente sentí una palmada en la espalda.

-Buen trabajo, Potter- me felicitó Draco siguiendo mis pasos- ¿Un Imperius a Jefferson para que él mate a Krigan con un hechizo de estrangulamiento? Solo a ti se te ocurriría.

-Suerte de principiante- solté con afán. Y me juré... me juré por los mil centauros olvidar lo que había dicho Draco en la habitación de los Rochester. Era por mi propio bien. Por ser un Mortífago frío y rebelde como todos los demás.

Pensando en eso estaba cuando el rubio me cogió por sorpresa del brazo y me volteó hacia él, haciéndome detener los pasos.

-¿Qué harás ahora, hermanito?- susurró deslizando sus dedos por mi cuello, tanteando con el pulgar el lóbulo de mi oreja, mientras sus ojos grises penetraban a los míos.

-Ir a casa- respondí alzándole las cejas inocentemente- ¿por qué?

-Tomemos algo primero- me ofreció.

La noche estaba algo entrada, pero no lo suficiente como para rechazar aquella invitación. Además, no era cualquiera quien me lo pedía, sino Draco Malfoy. Mi Draco Malfoy.

Asentí con la cabeza mientras mi imaginación me hacía saber el objetivo del rubio.

Es verdad. Lo esperaba. Esperaba que Draco volviese a mi una vez más.

Lo deseaba.

Me besó en la oscuridad, recorriendo con la lengua la herida de mis labios, acariciando mi espalda, presionando mi zona lumbar para que nuestros abdómenes se apretasen con fuerza.

Deben entenderlo: no es difícil caer ante Draco Malfoy.

Me susurró que lo siguiera, y lo hice sin dudar un segundo. No habíamos caminado mucho cuando bajamos por unas escaleras hacia un subsuelo, doblamos a la izquierda y nos topamos con una puerta añeja de madera. Entramos al bar, que por las personas que tenían allí no parecía ser exactamente de magos, lo cual nos favorecía, ya que para la comunidad muggle éramos simples muchachos.

Draco pidió Vodka, lo que me pareció bastante elevado como para comenzar una ronda de tragos. Para no quedarme atrás, yo pedí un poco de Ron (ja, se lo que piensan. Pues hablo de la bebida, no de mi ex amigo). Y así pasamos los cientos de minutos, bebiendo copas mientras recordábamos nuestra reciente misión.

Ya con bastante alcohol encima y habiendo hecho una mezcla considerable, una especie de mareo comenzaba a retumbar en mi cabeza.

Estaba apoyado en mi brazo contra la barra, riéndome acerca de una anécdota que mi compañero me había relatado, cuando una idea se me pasó por la cabeza...

-¿Nos movemos un poco?- pregunté estirando mi mano hacia Draco, tal como lo había hecho él en la fiesta pasada.

-No, Potter- me respondió secamente haciendo un rápido movimiento en que bebió su tequila.

-Vamos- ordené tomándolo del brazo. Entendía su juego, aunque él creyese lo contrario.

-Te he dicho que no, Potter- retrucó alzando una ceja. Un sonrisa se le escurría por los labios- ¿en qué idioma quieres que...?

Lo arrinconé contra la barra y le susurré algo, no recuerdo qué. Entonces lo besé con fiereza. Pareció que lo sorprendí, pues no respondió al instante. Solo un segundo después sentí su lengua guerrear con la mía de una manera mucho mas violenta que las anteriores.

-No aquí, Potter- susurró apartando sus labios de mi.

-Me calientas, Malfoy- solo salió de mi garganta tomada. Él sonrió y dijo con altivez...

-Lo sé, Potter, se te nota en...

-Vamos a casa- musité en su oido, rozando mi cándido cuerpo suavemente contra el de él. Un exhalación salió de su garganta y un gemido de la mía en cuanto él me besó el cuello para llegar hasta mi oreja.

-¿Para qué?- susurró.

Viajé hasta su oído acariciando la piel con la lengua, sintiendo el sabor de mi nuevo amigo...

-Para lo que quieras- respondí.

Se mordió el labio inferior y me miró a los ojos.

-Solo indícame el camino y te seguiré, hermanito- farfulló soltando un ahogado gemido ante mi repentina caricia en su entrepierna.

Me sonreí a mi mismo. Draco me había pedido que en la próxima batalla sea el vencedor.

Una nueva batalla empezaba.

Y yo iba a cumplir su petición.

Salimos del bar y pedimos un taxi. En silencio nos miramos durante todo el trayecto, con ansias, sintiendo dentro el apetito mutuo.

Pagué yo sin rechistar.

¿Creen que un Mortífago se muere de hambre? Bien, no seré millonario como los Malfoy, pero tengo siempre mis monedas en el bolsillo.

Bajamos. Draco me volteó y arrinconó mi cuerpo contra la puerta de casa. Sentí su sabor en mis labios.

¡Demonios! Moría por tenerlo desnudo y devorármelo una vez más.

Nos separamos. Hurgué en mi bolsillo y saqué una llave. Intenté meterla en la cerradura con el cuerpo de Malfoy presionándome la retaguardia, sintiendo sus manos acariciar mi abdomen.

Para ser yo el que se había calentado, Draco andaba con las ganas demasiado elevadas.

-¿Quieres calmarte?- le dije volteando la mirada. En realidad no quería que lo hiciera.

-No- respondió él. Siempre me hizo la contra y no iba a cambiar porque hayamos tenido sexo una noche.

Di vuelta la llave y abrí la puerta. Lo cogí de la túnica y lo hice entrar con imponencia. La madera se cerró a nuestras espaldas.

-Mi dulce hogar- le informé sin dejarle tiempo siquiera a echar una mirada. Le quité la túnica entre caricias. Estaba mas que dicho que esa noche lo tendría nuevamente para mí. Y eso me ponía más lujurioso que nunca. Además del alcohol, claro está.

Me abalancé a su cuello oyendo como de su garganta salían débiles gemidos.

-Cálmate, Potter...- me susurró.

-No quiero- retruqué desatándole con devoción los botones de la camisa.

-Eres un maldito terco- bufó a pesar de que en sus labios se marcaba una sonrisa de satisfacción.

-Lo soy...- admití terminando de desnudar su pecho- ¿Y qué?

Uní mis labios a los de él. Sus besos eran adictivos. Nuestras lenguas se batieron en una lucha bastante violenta. Mis manos, entre tanteos, le desataron la cremallera del pantalón y lo aflojó hasta que terminó por caer al suelo.

Y entonces lo empujé hasta mi ancho sillón de felpa. Draco se desplomó en él soltando una carcajada y me miró a los ojos entre las hebras de platinado cabello.

-Ahora ya se que debo hacer para volverte loco en unos segundos, Potter- bisbiseó mientras yo me desataba el pantalón. Levanté la vista a mirarlo a pesar de que mis manos continuaban con el ritual de dejar mis piernas desnudas- Un poco de ron y unos tequilas y no te ataja nadie- sonreí ante su idea mientras mis pies terminaban de separarse de la tela oscura.

Me abalancé sobre él, sentándome sobre sus muslos. Draco abrió los brazos ubicándolos holgazanamente sobre el respaldo, haciendo que su camisa se abriese demostrando el pálido pecho.

-¿Por qué dices eso, Draco?- inquirí mientras le humedecía en besos el cuello, sintiendo el coro de jadeos en mis oídos, al tiempo que con mis manos acariciaba sus pectorales- ¿No crees... que esto... es un logro personal?

Intentó escurrir las manos por debajo de mi jersey negro, subiendo desde mi abdomen, desnudando a medias mi torso, pero le corté la inspiración quitándomelo yo en un santiamén por mi propia cuenta. Sonrió. Y su labio inferior fue aprisionado por los mios en una muestra de jugueteo.

Me encantaba ser el domador tanto como ser la presa.

Me deslicé como una serpiente, hasta caer de rodillas en el suelo. Tanteé con mi mano el bulto que se formaba debajo de sus boxers sin separar mis ojos de los suyos. Se mordió el labio sin despegar sus ojos grises de mi rostro...

Le bajé sin preámbulos los boxers dejando su erguido miembro frente a mi. Tenía tantas ansias de devorármelo que no dudé ni un segundo. Lo cogí, y comencé a mover mi mano al tiempo que la respiración de Malfoy se volvía mas corta y enloquecedora. Humedecí mis labios en la punta, succionando levemente...

-Demonios, Potter...- exhaló mi camarada. Recorrí la extensión con la lengua mientras mi cabeza daba vueltas. Me enloquecía oírlo gemir mi apellido. Bueno, mi apellido, mi nombre, algún estúpido apodo... en fin, me encanta escucharlo gemir.

Sus dedos se enredaron en mi cabello, y al coro de sus jadeos, intensifiqué mis bocanadas, tanteando con mi propia mano mi sector pubico.

-Ah!... Potter... sigue...

¿Cómo no seguir? Deseaba que le encantase, era lo único que quería. Pero por mi cabeza pasó en ese momento que, además de eso, estaba mi propio placer. Debía corregir eso... un mortífago debía ser satisfecho...

Me puse de pie, subí a medias sobre él, arrodillándome en el sillón con una pierna entre las suyas y la otra a un costado de su izquierda, y lo cogí de la nuca. Soltó un jadeo en cuanto lo acerqué hacia mi rostro y se unió a mis labios sin oponer resistencia. Le acaricié el pecho bajando lentamente, sintiendo su lengua guerrear con la mía y sus manos despojándome de mis boxers.

Recorrió mis nalgas mientras yo acometía su cuello, sonrosado por mis succiones y la sangre que se le acumulaba allí gracias a las caricias con las que mi mano izquierda asaltaban suavemente su miembro.

-¿Harás... lo que te pida?- le susurré al oído, presionando con mas fuerza su sector pubico.

-Lo que... mhh... quieras... Potter...- gimió apretando sus dedos en mis muslos.

Jugueteé con la lengua unos segundos el lóbulo de la oreja, y finalmente, dejando soltar mi cálida respiración contra su cuello, le susurré...

-Arrodíllate en el sillón... frente al espejo...

Él me miró a los ojos unos segundos y luego al cristal que se encontraba a un costado del sillón, a un metro de éste, contra la pared (Suelo mirarme allí antes de salir de casa. Perdí hace tiempo algo de mi desfachatez.).

-Qué será lo que planeas...- susurró sonriéndome. Se enderezó, por lo que tuve que bajar de mi posición y ponerme de pié; se ubicó con la porción superior a las rodillas contra el apoyabrazos y yo caminé hasta ubicarme frente a él.

Draco me observó durante mi corto recorrido con una sonrisa de audacia en sus labios. Lo miré a los ojos y acaricié las hebras de cabellos de oro que le caían sobre el rostro. Sus ojos grises entrecubiertos por los párpados me observaban con languidez y deseo al mismo tiempo. No pude soportar un segundo más. Me acerqué, lo abracé por sobre los hombros y presionándole la cabeza, introduje la lengua en su boca sintiendo el sabor embriagante de mi nuevo hermano. Él se aferró a mi con la misma fuerza, y presionó mi cuerpo con el de él de tal modo que ningún haz de luz hubiese pasado entre nosotros. Acarició mi espalda de arriba abajo, haciendo que una corriente eléctrica recorriese mi cuerpo y erizase los cabellos de la nuca. Bajé las manos y enganché los dedos en sus boxers y terminé de quitárselos. No iba a hacer lo mismo con la camisa que caía seductoramente de uno de sus hombros. Siempre me excitó dejar algo de ropa puesta.

-¿Por qué haces... lo que te ordeno?- pregunté separándome apenas para respirar.

-No... no lo se, Potter- respondió hundiendo su rostro en mi cuello- Quizás porque tengo... las burdas esperanzas... de que sea bueno...

-Lo será...- susurré encogiéndome hasta quedar de rodillas. Apresé las caderas con las manos y comencé a lamer el miembro erguido de Draco sin cogerlo, succionándolo, apretando sus nalgas con desenfreno.

-AH!... maldición... P-Potter!...

Me volteé un poco y lo vi haciendo exactamente lo que yo quería: tenía los ojos clavados en el espejo, en su figura, en las muecas de excitación de su rostro...

-¿Te... gusta...?- susurré. De su garganta salió un distorsionado "Sí". Bajé entonces una de mis manos y tanteé mi miembro. Estaba tan endurecido como el de Malfoy. Comencé a acariciarlo, subiendo y bajando por su extensión. Mi otra mano apretó la base del de Draco, y comencé a presionar con fuerza siguiendo mis dedos ceñidos alrededor de éste cada succión que daba imitando penetraciones. Los gemidos del ex Slytherin me decían que no aguantaría demasiado. Y yo estaba en la misma situación, enloqueciendo ante mi misma masturbación. Pero no terminaría allí...

Me separé, cosa que Darco pareció no estar de acuerdo, pues en cuanto intenté ponerme de pie clavó sus manos en mis hombros e hizo que cayera arrodillado de nuevo. Pero no era lo que yo quería. Me alejé de su alcance y me paré. Malfoy bajó la pierna izquierda al suelo. Me puse muy cerca de él, presionando su costado por el solo hecho de que nuestras pieles tuvieran contacto...

-Potter, no... te detengas...- me susurró rozando sus labios con los mios.

-Cálmate...- avisé llevando mi mano a su miembro- ... no me...- mis dedos comenzaron a moverse-... detendré.

Subí y me arrodillé detrás de él en el sillón, lo rodeé con el brazo derecho de la cintura haciendo que mi miembro le pegase en la retaguardia y en un movimiento seco recorrí la extensión del suyo presionando con fuerza...

-POTTER!...- gimió Draco echando su cabeza hacia atrás, encorvando su espalda. Y allí lo solté y lo empujé hacia delante. Soltó una maldición sintiendo el desequilibrio hasta que sus manos se apoyaron el suelo. El estar arrodillado aún en el sillón y con los brazos sosteniéndolo para no desplomarse en el suelo, con las manos clavadas en la alfombra, hacían que su orificio estuviese listo para ser saboreado. Alzó la vista y me miró en el espejo...- Harry...- gimió. Era la primera vez que me llamaba por mi nombre sin que se lo pidiera. Desde el espejo me vio meter los dedos en mi boca y humedecerlos completamente- ... eres... Ah!...- los había introducido en su orificio-…. Extremada... mente… mhh… imaginativo…

-Que te diviertas- deseé acogiéndolo de las caderas.

-Potter, no... AH, CIELOS!...- cerré los ojos unos segundos para mantener la cordura durante la penetración y comencé a moverme dentro del rubio- P-Potter!... es... espera...

-No t-te... ah!... preocupes... pronto... agh... pasará...

-Maldito... idio...

-No llores...- me mofé moviendo las caderas con frenesí. Ambos nos hablábamos mirándonos en el espejo. Estaba viendo como penetraba a Draco Malfoy; como lo excitaba; como lagrimeaba ante mi... me sentía el rey del mundo. Comencé a presionar con mas fuerza su miembro, haciendo un aro con el dedo índice y pulgar alrededor de éste, y seguí con las arremetidas acompañando con el mismo ritmo el movimiento de mi mano.

-H-Ha... rry...- gimió con los ojos grises brillantes clavados en el cristal, en mi rostro. Una lágrima se confundió entre los litros de transpiración- Ah!... no... te...

Yo simplemente lo miraba. No podía permitirme hablar, pues estaba embelesado en lo que estaba ocurriendo, en los movimientos, en los jadeos, en la excitación de mi cuerpo, en su rostro, en sus ojos... en Draco Malfoy.

-Agh!... yo solo... mhh... fal... ta... muy... AH!... poco...

-Más... ah!... hazlo... más... Oh, Dios!... ya no... P-Potter...

-Solo... nhh!... un... poco... AHHH!

Mordí mis labios y cerré los ojos. Una nube azul cubrió mis párpados y una corriente eléctrica azotó mi cuerpo. Perdí la cordura bajo aquel cosquilleo insoportablemente perturbador. Apreté las mandíbulas sintiendo que mi vena yugular estaba a punto de explotar. Y un grito de locura ajeno me enloquecía a mi mismo.

Me separé de él y mi cuerpo se desplomó en el sillón. Draco clavó su mano izquierda en el apoyabrazos. Lo ayudé a subir, y él quedó de espaldas a mi. En su tórax se notaba el inspirar y exhalar de su profunda respiración. Alzó la vista y me miró a través del espejo. Una sonrisa se marcó en mis labios.

Se volteó y me miró a los ojos. Entonces su cuerpo comenzó a treparse lentamente encima del mío, hasta dejarme acostado y con él sobre mi.

-A veces eres encantadoramente malicioso...- me susurró acariciando con el dedo índice mi labio inferior- Y me encanta eso de ti, Potter.

-No le veo lo malicioso a lo que hice- le respondí- Solo te devolví la paga que me diste aquella noche de la fiesta en tu casa.

Él sonrió.

-Eres sagaz también, e intrigante- admitió sin separar sus ojos grises de los míos- ¿Sabes que eso me hace querer saber más acerca de Harry Potter?

-¿Quieres ser como los demás...- inquirí sintiendo su respiración sobre mis labios-... que dicen saber todo de mi?

Negó con la cabeza levemente, y pasó sus finos dedos por mi rostro...

-Ellos no saben nada de Harry Potter- susurró- Yo te conozco más que todos ellos. Pero se que tienes muchos secretos escondidos... y no pararé hasta conocerlos todos- su rostro se acercó tanto al mío que nuestros belfos se rozaron- Hasta conocerte por completo.

Sus labios acometieron a los míos, y lo correspondí sin dudarlo, pues parecía de repente que algo más que un simple objetivo de placer físico se ceñía entre nosotros.

Yo siempre quise más que eso de Draco.

-¿Así que unas noches no son nada?- inquirí al separar nuestros belfos lentamente. No supe si era bueno preguntarlo. Solo quería saberlo.

Malfoy me miró a los ojos, y una sonrisa leve se le escapó por la comisura de los labios.

-Depende con quien las pases, Harry- susurró quitándome un mechón de cabello del rostro.

-Ya me llamas Harry...- musité descubriendo mis pensamientos.

-¿No te parece demasiado romanticismo, Potter?- objetó marcando notadamente la pronunciación en mi apellido.

-¿Qué pensarías si ahora te digo que creo que eres un asco?

-Que estas mintiendo- admitió con una sonrisa en los labios antes de besarme una vez más.

Unos minutos estuve allí, disfrutando del sabor ajeno, de aquel muchacho que lograba enloquecerme cada vez más, siendo presa bajo su suave piel, acariciando cada centímetro de su pálida espalda.

-¿Quieres quedarte a dormir?- pregunté enderezándome en cuanto se separó de mi.

-Falta menos de dos horas para que amanezca, Potter.

-Nadie apura a un Mortífago- susurré cogiéndolo de la muñeca mientras me ponía de pie.

-Debo volver a casa.

-¿Te preocupan tus padres?

-Claro que no, Potter.

-Dile que estuviste conmigo- lo besé- Lo entenderán.

-Maldito- me insultó con una sonrisa en los labios mientras me acorralaba contra la pared.

Tardamos varios minutos hasta llegar a mi habitación sin separar nuestros labios, enloqueciéndonos entre caricias. Entramos, trepamos a la cama aun sin que nuestros belfos se dieran tregua, y Draco me hizo acostar, subiendo su cuerpo sobre el mío...

-Solo una vez más, Potter...- pidió acribillando de succiones mi cuello- ... luego dormiremos.

-¿Desde cuando...- objeté acariciándole la espalda, apretando su cuerpo contra el mío- ...debes pedírmelo?

No lo hicimos una vez más. Sino tres. Tres seguidas. No nos dábamos descanso. La habitación era un mar de jadeos, balbuceos y gemidos sin reprimir. El sol entró por la ventana y acarició nuestros brillantes cuerpos, que no se detuvieron hasta caer exhaustos en las arrugadas sábanas.

-Quiero...- pidió Malfoy acariciando mis cabellos- ... quiero que vayas este miércoles a casa, a almorzar.

-¿Con tu familia?- pregunté levantando la cabeza de su pecho para volverme a él- ¿Quieres formalizar?- me mofé.

-No seas idiota, Potter- bufó él, y con una truhana sonrisa en los labios, aclaró- Mis padres se van por la tarde. Estaremos solos dos días. Completamente... solos.