CAPITULO 4
Jueves 29 de Octubre
Lo se. Soy un Mortífago. Pero sigo siendo un ser humano.
Bajezas, caídas... soy Harry Potter, es lo que me identifica ¿no? Más hoy en día, luego de hundirme en este maldito juego.
Pero ahora me siento mejor. Cumplí con algo que me ataba a estar aniquilado en mi habitación, sin ganas de ver la luz.
Una dulce y exquisita venganza.
Primero fue odio. Odio inquebrantable. Odio insoluble.
Jamás fue tristeza. Era la ofensa lo que me hacía querer destruirlo todo. Demostrar que yo siempre sería el ganador.
Y lo peor... lo peor fue descubrir que no hay forma de escapar de una adicción. Que un Malfoy lleva a otro Malfoy...
Ayer, miércoles, se cumplía una maldita semana de aquel hecho que prefiero no recordar. De que aquel muchacho haya pronunciado aquellas palabras que me atormentarían cada minuto: "Le dije que pasaría una noche con él." ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo soportar sabiendo que en aquel momento en que tu mente recuerda unas hebras de rubio cabello las relaciona directamente a aquellas palabras, a aquella promesa que le hizo al ser que comenzaste a odiar más en el mundo, imaginándolos enredados, unidos... quizás nuevamente inseparables?
Ayer... una carta mandada por correo muggle se deslizó por debajo de mi puerta. Me levanté del sillón en el que estaba acostado y la alcé, mirando el remitente. Malfoy. El apellido hizo dar una vuelta a mi estómago. Pero no era de Draco. La letra no era la de Draco.
Claramente se veía la complicada "L" que encabezaba su nombre: Lucius.
La leí sin moverme de donde la había tomado. Mis ojos pasaron cada letra, mientras dentro mío latía la inconsecuente esperanza de que algo curara aquel daño que su propio hijo me había hecho...
¡Maldición! ¡No es verdad! ¿Cómo demonios quieren que les aclare sus incrédulas mentes? No estaba ni estoy enamorado de Draco Malfoy. Dejen de pensar algo tan absurdo. Y dejen de decir ahora que simplemente me lo estoy negando, porque no es así.
Arrojé el pergamino al suelo en cuanto acabé y me desplomé en la silla, clavando mi mirada en el ejemplar abierto del Profeta, pero sin verlo en realidad. Ya era tarde. Debía irme a dormir si no quería perder el juicio nuevamente...
Cargué un poco de licor de chocolate y menta en un vaso y lo llevé a la cama.
Entre tragos, caí dormido.
Desperté de un salto por la mañana. Mi cuerpo estaba bañado en transpiración y mi respiración era notoriamente entrecortada. Intenté respirar, quitándome las sábanas de encima, y la punzada en mi cabeza fue disipándose lentamente. No tardé en darme cuenta de que había estado soñando con Draco y el estúpido de Zabini.
Enervado pasé la mañana, y el mediodía, y a la siesta me tiré en la cama pero no pude dormir. Estaba sulfurado, no podía tranquilizarme, aunque quisiera. Necesitaba quitarme aquello de la cabeza. Necesitaba dejar mi maldita mente tranquila de una buena vez.
Un plan se entrecruzaba en mi mente. Era cruel, egoísta... tal y como Draco Malfoy había sido conmigo.
Cinco minutos antes de la hora acordada, estaba frente a la puerta que parecía estar salida de sus goznes, en un asquerosamente sucio pasillo de un barrio a las afueras de Londres. La golpeé, y una voz conocida me advirtió que pasara.
-Buenas tardes, Potter- dijo arrastrando las palabras mientras alzaba la vista hacia mi. Su rubio cabello largo hasta más debajo de los hombros estaba atado en una coleta baja. Dentro, el lugar contrarrestaba notablemente el aspecto exterior. El lujo inundaba cada sector de la habitación que simulaba ser su estudio.
-Buenas tardes, señor Malfoy- saludé acercándome al escritorio al que estaba sentado- ¿Cómo le fue en su viaje?
-Interesante, mi estimado Potter... interesante- abrió un cajón y sacó un ejemplar del Profeta- Siéntate y mira esto- hice lo que Lucius me pidió sin refutar. En la página principal del diario, salido hace unos días, alertaba: "Gran cantidad de Dementores atacan la zona del condado North Yorkshire"- ¿Quién crees que les dio la orden?
Alcé la vista hacia él. Sus ojos eran igual de grises que los de Draco.
-¿Nuestro Señor?- el hombre soltó una risita y se volvió a mi...
-Perspicaz, novato- congratuló- Tienes razón. Pero fuimos Narcissa y yo, además de unos cuantos nuestros más... Travers, Dolohov, Rodolphus Lestrange, tú sabes- asentí con la cabeza-… los que hicimos las conexiones con nuestros queridos amiguitos- dio unos golpes con los dedos sobre el periódico- ¿Y tú, Potter?
-¿Qué pasa conmigo?- pregunté a la defensiva.
-Bueno, Draco dejó de hablar de ti como lo hacía antes- se puso de pie y caminó hasta mi- ¿Acaso él sabe algo de lo que estuvimos hablando en mi biblioteca?
-No, señor- dije firmemente- Draco y yo nos peleamos ese mismo día. Pero por algo realmente absurdo. Además, soy fiel con cuanto Mortífago se me cruce, salvo que éste se busque mi rechazo. Creo que esa tendría que ser otra de nuestras leyes. Todos estamos unidos al final- suspiré, y volví la vista a él- Y por último, no podría abrir la boca... - y sin separar los ojos de los suyos, no porque quisiera, sino porque había como un imán en ellos, terminé- ... ya que usted es mi mentor.
Lucius sonrió y yo lo imité, alzando las cejas.
-Me gusta como piensas, Potter...
-Llámeme Harry...- lo corregí. El tono de voz de ambos había bajado notablemente- Si usted es mi maestro, tendría que haber más confianza entre nosotros ¿no es así?
-Exacto... Harry.
Nuestras miradas quedaron unidas. Me gustaba el juego que estaba comenzando a jugar. Un hálito de venganza me ardía dentro.
-Bien...- dijo entonces enderezándose, ya que su rostro se había acercado notablemente al mío- ... te escribí para que vinieras a verme porque te tengo una misión- rodeó el escritorio y volvió a sentarse en la silla, y se tomó el tiempo para guardar una serie de papeles que tenía obre éste, hasta que finalmente, volvió sus grises ojos a mi- Según lo que pudimos investigar, un grupo de Aurores se encuentran camino a Edimburgo con el objetivo de reunir reclutas. Algunas fuentes nos dijeron que su lugar de reunión será en Falkirk, y de allí partirán para la capital escocesa. Ahora bien, ya deberías sospechar qué es lo que el Señor Oscuro quiere.
-Que los siga y los elimine antes de que culminen su objetivo.
-Exactamente- afirmó Lucius revolviendo uno de sus cajones- Pero no irás solo- terció sacando unas hojas mientras volvía la mirada a mi- Theodore Nott ¿lo conoces?
-Solo de nombre, señor- respondí. Dentro mio sabía que su padre había caido en Azkaban por culpa nuestra una vez.
-Bien, él te acompañará- avisó- Ha estado hace unas horas y ya le he informado acerca de la misión. También le di la dirección de tu casa, espero que no te moleste.
-En absoluto.
-Me dijo que iría a verte cuánto antes, si es posible esta misma noche. Escúchame, Potter...- su cuerpo se acercó al escritorio tanto que la madera le presionó el pecho, y sus ojos me calaron hasta los huesos. Sus divinos ojos grises que me tenían embelesado desde que llegué- ... son más rápidos que nosotros si lo desean, deben salir cuanto antes.
-Si Nott se comunica conmigo hoy estaremos partiendo mañana por la mañana- afirmé sin dudar un segundo.
-Tienes tanta predisposición, novato...
-Solo cumplo con mi trabajo- susurré sintiéndome más poderoso que nunca- ¿Es todo, señor?- pregunté poniéndome de pie- Prometo hacer todo lo que pueda por cumplir con lo que me ordenó- pero al volverme a la puerta, ésta hizo un fuerte sonido en el que encastró en sus goznes. Lo sabía. Él la había cerrado. Sonreí para mis adentros.
-No te respondí la pregunta, Potter- terció. Me volví. Ya estaba pegado a mi espalda. Una sarcástica sonrisa se le marcó en los labios.
-¿No hemos terminado aún, señor?
-Claro que no, Harry- su aliento pegó en mis labios, pero no me besó. Solo mantuvo sus ojos clavados en los míos, mirando de a segundos mi boca, mientras cortos milímetros separaban nuestros rostros- ¿Qué te he dicho en mi casa, novato?
-Que no me escaparía de usted una vez más- susurré.
-¿Por qué lo tiene tan presente?- preguntó acariciando el cuello de mi camisa.
-Porque son palabras difíciles de quitar de la cabeza- me tomó de los hombros y empujó mi cuerpo, haciéndome retroceder hasta apoyar mi retaguardia en su escritorio. Y aferrándome de las caderas me hizo subir, mientras sus labios se unían ansiosamente a los míos.
Lo correspondí. No podría negar que cuando los ves allí, incitándote, haciéndote saber que estará a tu disposición aunque fuera por unos pocos minutos, lo único que quieres es decirle "Sí" a todo lo que te proponga. Él es como Draco. Aunque quizás perfeccionado.
Él era de su familia. Su peor derrota.
-¿A que se... debe esto, señor?- pregunté separándome un poco de su boca.
-No te daría razones aunque me las suplicaras, Potter- susurró mirándome a los ojos.
-Maldición... no le gusta las súplicas- musité desviando la mirada con una truhana sonrisa en los labios, y la volví luego a él- Es que pensaba suplicarle... que lo haga...
Me silenció al instante volviendo a mis labios con imponencia. Dentro, mi alma gritaba festejando su victoria.
Sentí su lengua guerrear con la mía al tiempo que sus manos desataban la tela que cubría mi pecho. Y cuando hubo terminado su misión, cuando la camisa yacía caída en el suelo detrás del escritorio por causa suya, se separó de mis labios, mirándome a los ojos.
-Retráctate- me ordenó.
-¿De qué quiere... que me retracte?- susurré desatándole la cinta que ataba su cabello, el cual cayó, abriéndose en los hombros como hebras de oro puro.
-En la biblioteca me dijiste que no eras lo que yo pensaba- tanteó Lucius.
-Es que realmente no se qué piensa que soy- farfullé bajando lentamente el cierre de su chaqueta verde casi negra, enganchando mis dedos al cursor metálico con forma de una serpiente levemente enroscada, haciendo que el pálido pecho se vislumbrase ligeramente.
-¿Por qué te haces el desentendido?
-Quizás porque así luzco tan interesante para usted que mientras me habla no se percata de que lo estoy desnudando- separé las dos partes de tela antes unidas, y subiendo las manos por su pecho, mirando anonadado su recorrido, tanteando esa suave piel, desvestí también los hombros.
-Ahora entiendo por qué Draco estaba tan maravillado contigo- susurró Lucius acariciándome el rostro para hacer que eleve a él la mirada.
-Le he dicho que entre él y yo no hubo más que una simple amistad- objeté, deteniendo mis manos, que estaban terminando de deslizar la tela por los brazos del hombre- Y si hace esto para sacarme algún tipo de información, le aclaro que es totalmente en vano.
-¿Quién ha dicho...- preguntó haciendo mi trabajo por él mismo, dejando sus brazos desnudos- ... que quiero sacarte algo más que tu... virginidad?- solté un gemido al ser victima de los labios de Lucius Malfoy, que recorrieron mi cuello con ansias, mientras sus brazos presionaron contra mi espalda, ciñendo nuestros cuerpos.
-¿No le he dicho...- exhalé entre caricias y húmedas succiones- ... que no soy virgen?
-¿Algún muchacho te ha... mostrado esta nueva forma de... disfrutar...?
-No hablaba en... ese sentido, señor- mentí sonriendo levemente.
-Entonces ¿cuántas mujercitas habrán...- recorrió con la lengua la porción de cuello debajo de mi oreja izquierda, lo que me hizo temblar-... disfrutado de este cuerpo?
-No muchas...- mascullé enredando mis dedos en aquellas rubias melenas.
-Lo que se... perdieron ¿no lo crees... Harry?
Su piel suave me enloquecía. Acaricié su espalda, relativamente más ancha que la mía, y busqué nuevamente sus labios. Me atormentaba su forma de besar.
No se negó en absoluto al contacto de belfos, rozando su cálida lengua contra la mía, mientras nuestros cuerpos se frotaban con ansias. Sabía que con él sería, sin duda, la presa. Aquel lugar que tanto adoraba. Aquel terreno en el que eres el mayor deleitado.
-Mmm...- soltó entonces, separándose de mi; y sus dedos presionaron levemente mi miembro, que ya hacía un significativo bulto bajo los pantalones- Parece que nuestro amigo se siente lo suficientemente grande como para que lo tomemos en cuenta.
-Malfoy...
Mis ojos se cerraron mientras mi cabeza se tiraba levemente hacia atrás con una sonrisa en los labios. Lucius clavó su mirada en el trabajo de desatarme el cinto y la cremallera, presionando reiteradamente mi entrepierna, haciendo que de mi garganta saliesen constantes exhalaciones. Volviendo a mi cuello, presionando mis nalgas hizo que descienda del escritorio, con lo que terminó de desnudarme por completo, bajando mi pantalón y boxers al mismo tiempo. Quitó sus labios de contacto con mi cuerpo, y me miró de arriba abajo sin tocarme.
-¿Y bien?- pregunté acariciándole el rostro, bajando luego la mano hasta su nuca.
-Solo pensaba cuál de todas las cosas que tengo en mente voy a hacerte primero, novato- volvió a unir sus labios con los míos de una manera mucho más violenta que las anteriores, y sus dedos se clavaron en mis nalgas desnudas. Trepé a su cuerpo, rodeando con mis brazos su cuello, mientras él acometía una vez más el mío. Y así, teniéndome alzado, rodeó el escritorio hasta llegar al lugar en donde había estado cuando llegué y me sentó sobre éste. Perdiendo el equilibrio, tiré abajo una pila de papeles, pero él pareció estar más interesado en deslizarse por mi pecho, hasta que cayó sentado en su sillón forrado en cuero.
Soltó una exhalación y me observó a los ojos. Yo lo miraba desnudo, con una de las piernas flexionadas subidas sobre el escritorio, con el cabello revuelto caído sobre los ojos color esmeralda, jadeando de excitación.
-Lucius...- susurré tocando su muslo con el pie que tenía colgado.
-Potter...- dijo él acercando su sillón a mi. Mirándome a los ojos, acarició la pierna que tenía antes flexionada y que ahora se hallaba afirmada en el apoyabrazos, y mordiéndose el labio, preguntó- ¿Cómo lo quieres, novato?
-Exactamente como usted prefiera hacerlo...- susurré acariciándole el rostro, para atraerlo más hacia mi- ... Es mi mentor ¿no es así?
Me encogí para volver a besarlo de la manera más juguetona que me fue posible, mordiendo levemente su labio inferior. Pero él se separó de mis belfos al instante, clavando sus grises ojos en los míos, mirándome con la misma dosis de lujuria con la que yo lo estaba observando.
Sus labios se unieron a mi abdomen en cuanto me enderecé, y aun sentado, su cuerpo se acercó tanto al mío que tuve que abrir las piernas para dejarlo acomodarse entre ellas. Apoyé mis brazos un poco hacia atrás para mantener el equilibrio al mismo tiempo que observaba como la lengua de Lucius Malfoy recorría mis abdominales en un lento y enloquecedor descenso.
Presionaba mi espalda, la cual yo arqueaba cada vez más en busca de mayor contacto, clavando los dedos en mi zona lumbar a medida que bajaba. Sentí entonces su mentón rozar mi erguido miembro, pero al contrario, sus labios continuaron jugueteando con la piel que había alrededor de éste por varios minutos.
-Lucius...- pedí atormentado luego de un tiempo que me parecieron siglos, hundiendo mis dedos en la rubia cabellera.
-¿Apresurado... novato?- susurró besando mi pelvis.
-No...- gemí derritiéndome ante aquella mirada- ... no soportaría...- temblé al verlo abrir la boca -... un... segundo...- descubriendo la sonrosada lengua por entre una maliciosa sonrisa-... más ¡OH, DIOS!
Cerré los ojos y tiré mi cabeza hacia atrás, sintiendo aquel divino cosquilleo recorrer mi zona púbica, presa del húmedo roce de mi captor. Pero los abrí cuanto antes pude, para observarlo. Él me miraba a mi. Miraba mi rostro, mis ojos, calándome hasta los huesos. Me miraba mientras su lengua recorría toda la extensión de mi miembro, humedeciéndolo de transparente saliva, para hacer deslizar fácilmente los dedos por él, presionándolo, excitándolo... enloqueciéndome.
-¿Qué dices...- susurró-... novato?
-T-Tómelo... ah!... de... devórelo... por favor...
Jamás había pedido a nadie "por favor" mientras estaba teniendo sexo. Pero él lo hacía de una manera tan excelente, con aquella lentitud alarmante, que no te dejaba otra opción que suplicar que continúe, que no se detenga, que lo necesitas rápido o morirás en sus brazos. Él lo hacía de una manera única.
-AH!... sí...
Comenzó a succionar la punta. Solo la punta. Haciéndolo de forma que sentía su lengua presionando en cada libación.
-Mas!... ah... fuer... te... sii!... s-siga...
Entonces, a medida de que los malditos segundos pasaban, comenzó a introducirlo cada vez más, y lo retiraba de su boca haciendo atormentadoras succiones que me dejaban sin juicio.
Mis dedos se enredaban en las rubias hebras y temblaban, al igual que mi cuerpo entero. Lancé la cabeza hacia atrás, apretando con fuerza los ojos, mientras que de mi garganta salía un gemido profundo. No aguantaría mucho tiempo más.
Fue entonces cuando perdí contacto con él. Bajé la vista e intenté, aferrándome aún a la plateada melena, acercarlo nuevamente a mi miembro, pero él se puso de pie y se acercó a mis labios. Sentí su lengua guerrear con la mía unos segundos, hasta que algo más que exhalaciones salió de su garganta...
-Eres interesante, novato...- susurró antes de atacar mi cuello, mientras su torso me empujaba hacia atrás hasta dejarme acostado en el escritorio-... físicamente... eres un niño...- supuse que se había desatado el pantalón y desnudado su sector púbico, que ahora frotaba contra el mío, cuando me estaba masturbando. Solté un gemido- ... pero por dentro... hay un hombre... un Mortífago...
La suave piel rozaba contra la mía. Era cautivante. Acaricié los cabellos. Hebras tan rubias como las de su hijo. Era su progenitor. Era su padre. Era la forma mas dulce que completar una pura venganza.
-Aaaghhh!
-Sshhhtt...- me silenció mirándome a los ojos abiertos y cubiertos en lágrimas- C-cálmate... ah!... novato...
Había tocado fondo en la primera penetración. Lo sabía.
Con los ojos llenos de finas lágrimas, cerré la boca y lo sentí. Cada gemido. Cada movimiento. La presión de su abdomen contra mi miembro, al cual tenía aferrado entre mis dedos. Sus labios. Sus jadeos. Los destellos del rubio cabello. El rubio cabello...
Sentí un vacío en el pecho.
Pero el placer dominaba cada vez más cada músculo de mi cuerpo, cada neurona de mi cerebro, cada suspiro, cada exhalación.
-AH!... P-Potter... ya...
-No se... mhh!... de... AH!... tenga...
-Ya... solo... n-si!... ya... un poco...
-Mas!... fuer... te!... AHH!... ya... no!... nhhh... puedo...
Apreté los ojos y ahogue un gemido profundo. Mi cabeza se lanzó hacia atrás y mis músculos se contorsionaron como si tuviese epilepsia. Mis dientes apretados trataban de mantenerme conciente ante la falta de aire tan anhelada. Una corriente eléctrica recorría mis venas plagándome de lo prohibido.
Dulce venganza...
Y mientras aquello ocurría, los gemidos de Lucius Malfoy crecieron a tal punto que arrojó una maldición al aire que apenas llegó a mis oídos a pesar de que la había gritado, haciéndome saber que mis contracciones musculares lo habían hecho llegar al punto máximo de placer...
Nada...
Jadeos...
Un aire pesado rodeando mi cuerpo...
Oí el sonido que hizo al caer desplomado en el sillón de su escritorio. Me enderecé y lo miré. Lo había hecho. Había tenido relaciones con Lucius Malfoy. Aquello que me había prohibido aquel miércoles estaba ahora en la basura como cualquier trozo de añejo pergamino.
-Bien, Potter...- dijo poniéndose de pié mientras subía su pantalón y cerraba la cremallera- ... será mejor que te vistas.
-Si, señor- respondí inmutable, bajándome del escritorio. Recogí mi camisa, que estaba en el piso a un lado de éste y me la puse. Caminé entonces hasta el pantalón y los boxers, que estaban del otro lado.
Un silencio descansó en la habitación mientras ambos nos arreglamos hasta quedar como si nada hubiese ocurrido.
-Me retiro, señor Malfoy- avisé entonces dirigiéndome a la puerta mientras me ponía la campera de jean.
-Potter...- me detuvo él antes de que cogiese el picaporte. Me volví- Te falta llevar esto.
-¿Qué es?- pregunté caminando hacia los papeles que retenía en su mano estirada hacia mi.
-Fotos de quienes debes buscar y aniquilar- explicó mientras yo los cogía. Repasé las imágenes. No había caras conocidas.
Salvo una.
-¿Hermione Granger?- pregunté alzando la mirada hacia él.
-¿Algún problema con ella, Potter?- sus ojos grises perforaban mis atormentadas entrañas.
-En absoluto, señor- mentí- En absoluto.
Salí.
Estaba lloviznando. El sol prácticamente había desaparecido. Metí las hojas bajo mi campera para que no se mojasen y caminé. No podía sacar a Hermione de mi mente. Era seguro. Debía hacerlo. Pero si a Hermione no le gustaba el deber de auror ¿qué demonios le hizo cambiar tan rotundamente a querer serlo?
Pero pensé entonces que todavía me quedaban igualmente esperanzas. Quizás podría despojarme de la responsabilidad. Quizás Nott podría destruirla en mi lugar. Pues no había forma de que le advirtiese yo a ella. Éramos enemigos ahora.
Con el rostro empapado me detuve frente a un lugar que había conocido hace poco tiempo. Unas escaleras que bajaban hasta un subsuelo. La llovizna se estaba transformando en una lluvia bastante pesada. Miré en dirección a donde debía seguir y lance un suspiro.
La sonrisa de un muchacho de rubios cabellos se plantó en mi mente viéndolo en el mismo lugar en donde yo estaba parado. Imaginándolo. Recordando el pasado.
A veces soy masoquista en ese sentido.
Bajé las escaleras y entré. El ambiente era el mismo que la vez anterior que había ido, y era sorprendente que una cantidad de gente estuviese allí reunida a esas horas. Caminé hasta la barra sintiéndome completamente empapado y levemente tiritante por el frío dentro del pub. Me senté entre un tipo enorme y otro de mi contextura que tenía una campera cuya capucha le cubría el rostro parcialmente gacho.
-Whisky...- pedí pasándole el dinero mientras tiraba las fotos boca abajo en la barra y me apoyaba sobre éstas. El tipo se volteó un en menos de dos segundos puso mi pedido frente a mi.
-¿Le sirvo algo más, señor?- preguntó al muchacho de al lado. Mi mirada observaba el rostro de Hermione traspasando el papel.
-No, me iré dentro de unos segundos.
Se me heló la sangre.
Aquella voz. Aquel gesto que hizo con la mano ¿Cómo no pude...?
-¿Qué haces aquí, Potter?- preguntó sin mirarme mientras descubría su rubia cabellera.
-Acaban de darme una misión y volvía a casa- respondí también sin dirigirle la mirada.
-¿Y entraste aquí?- inquirió volviéndose a mi- Habiendo tantas otras fondas en el camino a tu casa.
-No conozco otra- dije aun sin clavar mis ojos en él.
-O quizás ésta te trae buenos recuerdos...- canturreó.
-Solo estuve una vez y, actualmente, cualquier cosa que haya pasado contigo no es un buen recuerdo.
-Porque me extrañas.
-No. Porque me das asco.
-Sigue mintiéndote, Potter. Solo tú eres dueño de tu propia mentira mientras la verdad se retuerce en mis narices- bebí lo que había pedido de un solo trago y me puse de pie para marcharme, pero me detuvo cogiéndome del hombro, haciendo que me siente de nuevo- ¿Te vas tan rápido?
-Digamos que no eres la mejor compañía- respondí. Todavía no le había dirigido la mirada.
-Cuéntame acerca de tu misión- dijo entonces- ¿Has estado con mi padre?- por primera vez me volví a él.
-¿Qué te hace pensar que estuve con él?
-Que extrañabas las caricias de un Malfoy- las tripas se retorcieron dentro de mi estómago. Pero él se rió negando con la cabeza- ¿Ves que eres idiota? ¿No hay pregunta más obvia? Mi padre me cuenta acerca de todos los movimientos de los Mortífagos, estoy informado Potter, cosa que tú no. Me contó que hablaría contigo. Es más, supe antes que tú acerca de lo que nuestro Lord te había encomendado. Hasta me dijo que no te iban a dejar ir solo.
-Iré con Nott- dije al instante, en una manera de autodefensa inconsciente.
-Ibas a ir conmigo, Potter- otra vez el aire dejó de salir de mi garganta- Pero me negué.
-Sospeché que ibas a hacerlo si el caso se te presentaba.
-No, no iba a hacerlo- terció- No si tú no eras un maldito terco egoísta.
-¿Qué yo soy un terco egoísta?- pregunté saltando del taburete- Mírate al espejo, Malfoy.
-¿En el de tu casa?- preguntó con avidez- ¿Desnudo y contigo detrás de mi?
-No tienes más que "sexo" recorriendo tus escasas neuronas, Draco.
-Te equivocas- contraatacó acercándose a mi, clavándome aquella penetrante mirada- Solo tengo a "Potter" recorriéndolas.
Sus labios se pegaron a los míos antes de que pudiese percatarme. La mano con la cual sostenía las imágenes me tembló cuando sentí su lengua rozar con la mía.
-Idiota- lo insulté separándome de él con fuerza. Mi mirada se clavó en la suya. No podía evitar lanzar chispas por los ojos. El corazón aún me latía tanto que parecía querer salir de mi pecho.
-Solo pensé que un poco de contacto físico te iba a hacer volver a la realidad, Potter.
-Estoy en mi realidad.
-Pero no estas conforme con ella.
-Eso a ti no te importa, Draco- refuté mirándolo a los ojos- A nadie le importa.
En menos de treinta segundos estaba parado bajo la torrencial lluvia que azotaba los negros adoquines.
Caminé bajo ella, con la mirada clavada en el suelo. Los labios me ardían. Como cuando esperas inconscientemente un beso por tanto tiempo y te dan el privilegio de hacerlo realidad.
Pero yo me zafé. Me zafé en menos de un segundo y lo insulté.
-Lo que hice estuvo bien...- me susurré a mi mismo justo antes de meter la llave en la cerradura de mi casa.
Entré y tiré los papeles sobre la mesa. Me miré al espejo. Sí, aquel enorme espejo en el que vi el rostro de Draco una vez...
-Idiota- bufé con la mirada clavada en él- Eres un estúpido, Malfoy.
Me volteé lanzando un suspiro. No quería. No. No derramaría esa lágrima que estaba pujando por caer de mis ojos.
Idiota...
La puerta sonó. Caminé hacia ella suponiendo quién estaría del otro lado. Y la abrí.
Un muchacho trigueño dio un corto paso hacia adentro evitando continuar ser atacado por la lluvia. El cabello relativamente largo y bastante ondulado chorreaban más gotas en los abrigados y húmedos hombros.
-Dios! Es irritante el clima aquí- bufó mirando hacia sus espaldas. Estaba tan empapado como yo, de pies a cabeza. Se volvió a mi y me miró a los ojos. Pude ver entonces que los de él eran cafés y sus labios carnosos y perfectos, como si estuviesen dibujados- Theodore Nott- se presentó entonces estirando su mano hacia mi.
-Supongo que sabrás que soy Harry Potter- sonreí estrechándola, mientras los sentimientos que quise soltar unos segundos antes de que él llegase debían ahogarse por si mismos dentro de mi.
-Un placer- dijo el joven- ¿Puedo pasar?
-Si, claro- dejé que Theodore entrase y cerré la puerta a sus espaldas- Déjame buscar unas toallas. Fui hasta el cuarto de baño y volví con dos- ¿Te quedas por un rato? Porque quizás te convendría cambiarte.
-Cambiarnos, querrás decir- terció el muchacho sonriéndome mientras tomaba el paño. Lo primero que hizo fue secar sus cabellos. Y una vez hecho esto, pude darme cuenta de que no era largo como yo lo había pensado, sino que su cabeza estaba colmada de rulos castaños.
-Recién acabo de venir del despacho de Lucius Malfoy y me agarró la tormenta por el camino- expliqué quitándome la campera- ¿No quieres que te preste algo de ropa y te cambias?
El muchacho miro hacia la ventana y se volvió a mi...
-Parece que la lluvia no parará por un buen tiempo...- canturreó- Te lo agradecería, Potter.
-Ven a mi habitación, te busco algo- avisé caminando hacia allí. Theodore me siguió- También yo tengo que hacer un cambio de prendas- dije buscando en el placard. Pronto encontré una remera mangas largas y un pantalón para él. Le di también un suéter, porque la temperatura estaba bajando notablemente. Y, por supuesto, unos boxers. Tiré todo eso en mi cama, y rápidamente saqué algo de ropa para mi- Bien...- le dije entonces- ... no se si prefieres ir al cuarto de baño a cambiarte o voy yo..
-No te preocupes, Potter- terció él dejando su pecho al descubierto. Tenía unos pantalones hardcore tan caídos en las caderas que se le veía la ropa interior.
-Bien- asentí desviando la mirada. Una sensación extraña me tembló dentro. Me quité la camisa y el pantalón estando de espaldas a él. Pero tuve que volverme a la cama para buscar mi ropa interior. Y no pude evitar que mi mirada se desviase, clavándose en el cuerpo desnudo de mi compañero de viaje que, también de espaldas a mi (y no creería yo que estaba de esa forma por una decisión conciente, pues parecía no importarle si yo lo veía sin ropas o no), terminaba de despojarse de sus boxers.
Me volteé al instante, sintiendo mis mejillas acaloradas, y me desnudé yo también, para ponerme entonces urgentemente mi ropa interior y unos pantalones.
-Oye, Potter- me llamó, a lo que yo me volteé hacia él. Estaba aún de espaldas a mi prendiéndose los jeans, los cuales a mi parecer le marcaban notablemente la retaguardia- Lucius me dijo que no debíamos perder mucho tiempo para partir.
-Si, lo se- advertí terminando de subir el cierre de la campera, mientras mis ojos observaban su torso desnudo, aquellas hendiduras a cada lado de su pelvis marcando el camino a lo insospechable- Mira, no se que planes tienes, pero creo que lo mejor sería salir mañana apenas amanezca.
-Si, me parece bien- asintió Nott completando su vestimenta.
-¿Quieres tomar algo?- ofrecí caminando hasta la puerta.
-Café, si tienes, Potter- pidió él siguiéndome.
Unos segundos después estábamos los dos a la mesa tomando un café, algo de jamón y tostadas.
-Nott ¿cómo haremos el viaje?
-Mira, yo estaba pensando cuando venía hacia aquí, pero hice un trayecto por si salíamos más tarde, así que ahora digamos que no servirán de nada- se explicó- Pero creería que podríamos hacer un solo viaje. Si salimos a las cinco aproximadamente, llegaríamos a Falkirk para el mediodía o un poco más tarde.
-No hay que olvidar que somos gente no deseada por el mundo mágico- advertí- Así que en el caso de algún desperfecto creo que deberíamos tener dos puntos donde detenernos por cualquier emergencia. He pensado en Mansfield.
-Y más al norte en Caslisle o Consett, depende que ruta tomemos.
-Excelente- asentí. Cogí entonces una tostada y me la llevé a la boca.
-Ah! ¿Estos son ellos?- preguntó Nott. Lo miré y me percaté de que tenía en su mano el bock de fotografías.
-Así es- admití luego de tragar lo que estaba masticando- ¿Conoces a alguien?
-Algunos- terció él pasando las imágenes- La mayoría iba a Hogwarts en cursos mayores que nosotros.
-No hay muchos Gryffindors.
-Solo una, por lo que veo- dijo Theodore observando la imagen- Granger. Ella era tu amiga ¿no es así?- asentí con la cabeza. Todavía me daba nauseas pensar que pronto sería su fin. Pero Nott soltó una risita- Nuestro señor no te ha tenido compasión- lo miré- Mira, detrás de cada imagen tiene escrito alguno de nuestros nombres. Lucius me explicó eso. Dice que hay algunos que no importa quien destruya. Pero hay otros, los que están escritos, que sin refutar deben hacerlo. Severus Snape quizás se ocupe de unos cuantos, pero...
-¿Snape? ¿Qué tiene que ver él?
-Se nos unirá en Falkirk antes del ataque- explicó como si nada- Mi padre parece que también va. No se sabe si él o Jugson. Quizás vengan los dos. Y se estaba pensando en otro que se nos una por si estamos de bajas defensas.
-¿Por qué Lucius no me dijo eso?
-Se le habrá olvidado- admitió él encogiéndose de hombros- O quizás no quería que lo sepamos. A mi me lo contó mi padre.
Sí. Se siente horrible saber que todos tienen a sus "papitos" para que les adviertan de las cosas que sucederán.
-¿Quién será la persona que vendrá luego? ¿El sustituto?
-No lo se- Nott se recostó hacia atrás en la silla- Parkinson estaba queriendo el puesto, pero... tu sabes, es mujer. En fin...- dejó la taza sobre la mesa- ... como te decía, Lord Voldemort estableció nuestros nombres detrás de algunas fotos. Y se que no te gustará, pero...- lanzó la imagen de Hermione boca abajo hacia mi. Las letras escritas en la parte superior deletreaban mi nombre- ... nuestro Señor quiere que seas el que se encargue de ella.
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Solo quiero decir que la obsesión (o suprema atracción física) de Harry por Nott se debe a una circunstancia psicológica: acababa de encontrarse con Draco pero algo dentro suyo lo dejó escapar (en este caso el orgullo); y la mente busca al instante un refugio (o diría el corazón?). Nott (según lo defino) es atractivo, sin duda, pero si Harry tuviese una relación más estable con Draco no lo miraría como si él lo atrayese en ningún sentido (quizás podría si advertir su buen aspecto físico pero no una atracción en la dosis que tuvo). Si no se percataron de esto mientras leían... pues perdón por hacerlos perder tiempo y confundirlos aun más con mis explicaciones jeje
LOS QUIERO!
PD: Dejen r/r please!
