Saludos a ustedes, mis adorados lectores. Se que estoy en falta por haber tardado siglos en publicar este capítulo pero... bueno, la verdad es que me fui 15 dias de vacaciones, y allí escribí un poco, pero como no tenía mi computadora me era imposible inspirarme (si, me inspira sentarme frente a mi computadora, que extraño ¿no?), y luego volví y me puse a pasar en limpio lo escrito (que no era mucho) y a continuar con este capi. La verdad, me costó bastante más que todos los otros, pero en mi opinión valió la pena.

Y antes que nada, me gustaría responderles a ustedes. Bueno, solo los r/r del capi 4 jeje Se que no es común que lo haga pero lo voy a hacer en adelante ya que se 8creo en realidad) que ustedes lo esperan:

Haruko FLCL: Gracias! No sabes lo contenta que me pone que te guste. Me impresionó lo que dices de que te salteas los lemmon ¿cómo lo haces? A mi me es imposible! Jajaja

As Black: Que suerte que te encanto :D

Danybel: Gracias niña! Si, a mi también me tienta Nott (por qué crees que lo inventé así jajajaja) Y lo que hará Harry con Hermione... tú que crees? Kisses!

Cerdo Volador: Gracias! Mira, se que a muchos les duele el deber de Harry con respecto a Herm, pero es obvio jeje Voldemort es cruel no? No soy yo la cruel, es él! Bueno, con respecto a tus preguntas, pues las respuestas estarán a medida que pase el tiempo, así que sigue leyendo :D y grax otra vez!

Vampirahorchatera: Grax! Jajaja a ti te gusta Snape por lo que veo no? Pues aquí aparece "el profe" y próximamente tendrá más presencia en la historia (muy pronto). Espero que te guste este capi y que lo leas luego de que me haya tardado tanto tiempo en publicarlo xD

Paddly: Gracias gacias gracias! Nunca antes me habían hecho un r/r tan largo jejeje (bueno, una vez Danibel lo hizo, creo xD), pero me hiciste descubrir cosas de mi fic que ni yo sabía xD. Lees entre líneas y eso me gusta :D Disfruta este capi! Besos!

Y ahora si que los dejo de molestar.

He aquí el capi 5.

Disfrútenlo.

Draconiger

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Capítulo 5

Viernes 30 de Octubre

Si alguna vez dije que un Malfoy llevaba a otro Malfoy... pues me equivoqué.

La vida te da posibilidades, caminos fáciles y difíciles, formas absurdas de quitarte los problemas, lo que verdaderamente podría llegar a preocuparte, de la cabeza. La vida te lo ofrece. Te lo pone en tus narices. Si es bueno o malo, si debes tomarlo o no... tú eres el encargado de discernirlo.

La vida te da posibilidades... y muchas veces te es imposible negarte a aceptarlas.

El tema de asesinar a Hermione Granger fue un dilema desde un principio. Apenas Theodore Nott me advirtió que el deseo del Señor Oscuro era que yo la aniquilase con mis propias manos, todas las ideas que tenía en mente con aquello de delegar sutilmente la responsabilidad se desmoronó delante de mis narices. Igualmente, mis brazos no cayeron. Debía haber una forma.

Yo no tocaría a Hermione. Estaba decidido.

-Bien, Potter...- Nott llamó mi atención detrás del plato de comida acabado. Entre palabras, las horas habían corrido y ya entrada la noche, le ofrecí que se quedara a cenar. Giró la cabeza hacia la ventana haciendo hondear levemente sus rulos, y se volvió a mi- ... la lluvia no se detiene...

-Quédate a dormir- salió de mi garganta como si no lo hubiese pensado (y no lo había hecho), tan directamente que me sorprendí a mi mismo. Theodore alzó las cejas y clavó sus ojos cafés en los míos.

-¿No te molestaría?- preguntó.

-Para nada- respondí poniéndome de pie para juntar las cosas de la mesa- Será mucho mejor para nuestra misión- aclaré- No deberemos encontrarnos ni nada de eso.

-Tienes razón, Potter- una sonrisa se dibujó en sus labios.

Sus labios...

-Déjame ayudarte- se ofreció tomando de mis manos algunas cosas con las que yo estaba haciendo malabarismos para poder llevar todo junto a la cocina- Debemos empezar a trabajar juntos en todo- terció- Ahora somos equipo, Potter- aclaró dejando las cosas sobre la mesada al igual que yo. Y volvió a mirarme a los ojos- Somos... como hermanos.

Mi estómago dio un vuelco. Aquellas palabras...

Yo había sido hermano de Draco Malfoy...

Draco Malfoy...

Maldito idiota...

-Por supuesto- asentí con una sonrisa dibujándose en mis labios- ... como hermanos.

Acomodamos cada cosa en su lugar y enjuagamos los platos. Y entre eso no pude evitar lanzarle unas miradas a Nott, tratando de que él no lo notase.

Demonios. Algo comenzaba a latirme dentro por Theodore.

Malditos deseos.

Debía serenarme. Theodore no podía ser otra víctima de mi apetito de venganza.

Pero evitar caer ante aquel joven de rizados cabellos enarbolaba el título de "batalla perdida".

-¿Te preocupa quien se nos unirá en Falkirk, Potter?- me preguntó en cuanto llegamos, unos segundos mas tarde, a mi habitación.

-No mucho- respondí- Con tal de que sean buenos... eso es lo único que me basta- Theodore sonrió con una mezcla de picardía y orgullo en los ojos. Me volví entonces al placard para sacar unas colchas. Y habiéndolas bajado ya, caminé hacia la puerta...

-¿Qué harás con eso?- me detuvo Nott. Me volví.

-Iré a dormir al sillón del comedor- respondí con una cordial sonrisa en mis labios, una de esas que ahora raramente me suelen salir. Pero Theodore me miró con el ceño fruncido. Tiró la remera que se había terminado de quitar en la cama y llevó la mano al bolsillo del jean.

-Maldición, deja eso- bufó apuntando con la varita a las colchas, haciendo que estas vuelvan a su lugar- Ven y duerme aquí. Es tu cama ¿no? Además, necesitarás estar bien mañana.

-No te preocupes, duerme tú aquí. Eres mi huésped, no quiero que duermas allá...

-No lo haré- afirmó sonriéndome- Podemos dormir los dos aquí, la cama es suficientemente grande- alzó las cejas y se encogió de hombros. Una serie de pensamientos armaron un torbellino en mi turbada cabeza al instante. Entonces él sonrió aún más y alegó- No tendrás miedo a que te haga algo ¿no, Potter?

En dos segundos mi mirada se filtró por cada milímetro de piel de aquel muchacho que se encontraba de pie junto a mi cama, sus jóvenes pectorales, la clavícula lista para morder, los abdominales suavemente marcados, las hendiduras a cada lado de su pelvis... no quise bajar más...

Mas miedo tengo de lo que yo podría llegar a hacerte...

-Para nada- reí quitándome la ropa. Y en menos de tres minutos ambos estábamos acostados en la cama. Theodore apagó la luz con la varita y su silueta quedó apenas marcada por la luz de luna que entraba por la ventana- Cúbrete. Le dije estirando las colchas con las que yo ya estaba cubierto sobre su pecho.

Sus ojos se clavaron en los míos mientras sus manos aferraban la tela...

-Gracias- susurró. Pero no dejó de mirarme. Su vista viajó desde mis ojos hasta mi boca y volvió a subir, mientras la lengua humedeció suavemente los carnosos labios. Sentí una languidez azotarme. Y unas ganas tremendas de acercarme y deborar aquellos jugosos belfos- Buenas noches, Potter- dijo entonces aún sin separar los ojos de mi.

-Buenas noches... Nott- balbuceé sintiendo mi cuerpo levemente adormecido. Pero entonces Theodore se volteó a darme la espalda. Y fue lo único que ayudó e que mis ideas de acometerlo comenzaran a disiparse lentamente.

Cerré los ojos e intenté no pensar en nada.

No lo hacía por Malfoy. Sino por Thodore Nott.

No sentí que había dormido lo suficiente cuando alguien me sacudió suavemente para que despertase. La noche no me había tratado muy bien: había soñado nuevamente con Malfoy. Pero ésta vez no estaba Zabini... Esta vez era Nott quien se encontraba a su lado. Y ambos me llamaban, mientras sus cuerpos semidesnudos esperaban por mi. Y yo debía elegir entre uno de ellos. Hubiese ido con Malfoy, pero mis pies no me respondían, y el suelo me arrastraba hacia Nott. Desperté incontables cantidades de veces por la noche con algo de dolor de cabeza, y el encontrar a la misma persona que había protagonizado mi sueño durmiendo a mi lado, en mi cama, hizo que se me revolvieran las entrañas. Si tan solo pudiera...

-Es hora, Potter- dijo la voz de Nott cuando mis ojos aun estaban cerrados. Los abrí y me senté en la cama- Oye, tengo un problema- dijo entonces.

-¿Qué ocurre?

-Mira, supuestamente iba a volver a casa anoche para juntar algunas prendas para cambiarme, pero...

-No te preocupes- afirmé poniéndome de pie- Yo te llevaré algunas mías.

-Gracias.

Partimos en menos de quince minutos y a la media hora de ello ya estábamos en camino dentro del tren.

Desayunamos allí en silencio. Aun aquella mirada que Nott me había dirigido a la noche se reflejaba en mis pupilas. La realidad era cruda. Seguramente Draco estaría con Zabini...

Yo ya había consumido mi venganza.

Pero quizás eso no bastaba.

¿Quién decía que Malfoy solo estaría con Blaise?

Maldición.

-Theodore- lo llamé. Él separó la mirada del cristal y sus ojos cafés se clavaron en los míos- ... tú... ¿me harías un favor?

-El que sea- respondió alzando las cejas. Volví la vista al vidrio y observe el nublado día por unos cortos segundos.

-¿Habría alguna forma...- me volví a él-... de que matases a Hermione por mi?

La mirada de Nott permaneció sobre la mía por un corto rato, observándome con una mueca de sorpresa. Entonces suspiró...

-Mira, Harry, no creo que nuestro Lord quiera...

-Theodore...- musité clavando mis esmeraldas en sus ojos- ... No puedo matar a Hermione. Lo estuve pensando y... es que simplemente no podría, a pesar de que ella fuese Auror... ella no eligió que yo fuese Mortífago, fue decisión mía y ella no debería pagar por eso.

-Te entiendo- aceptó él- Pero nuestro Señor...

-Haría lo que fuera- susurré. No parecía una súplica; sino mas bien una proposición. Nott detuvo sus ojos en los míos- Lo que quieras.

Y entonces, una sonrisa se escurrió por los labios de Theodore. Se puso de pie y desplomó su cuerpo a mi lado, sin separar su mirada de la mía.

-Es una oferta tentadora, Potter- masculló con aquella sonrisa aun adornándole los hermosos labios- Pero no- sentí mi cuerpo caer en un precipicio- No por mi, yo lo hubiese aceptado. Sino por ti... no quiero que tengas una mala reputación ante nuestro Lord, y menos por culpa mía. Lo siento.

-No importa- mascullé bajando la mirada.

-Vamos, estoy seguro de que podrás hacerlo- alentó palmeándome el hombro.

No le respondí.

El resto del viaje solo intercambiemos unas pocas palabras, a pesar de tener que cambiar de transporte. Y así llegamos a nuestro objetivo, Falkirk, sin ningún problema. Nuestras vestimentas de chicos normales no dieron sospecha a nadie, y por ser jóvenes, el Ministerio de la Magia no sospechaba aun de nosotros.

Apenas llegamos fuimos a un bar de comida rápida a llenar nuestros estómagos, y allí la tensión entre nosotros comenzó a cortarse. En fin, no es nada bueno mantener distancia de tu camarada de batalla. Y menos con Nott, quien parecía ser un ángel entre todos los Mortífagos.

Pues sí. A mi parecer, la única característica que parecía calificar a Theodore Nott como tal era el hecho de tener sangre fría a la hora de asesinar. Pues con lo demás, parecía ser un joven demasiado atento y despreocupado. No había jamás tensión en su rostro. Y siempre observaba el bien ajeno.

Por lo menos, conmigo era así.

-¿Sabes donde se reunirán, Nott?- pregunté una vez en el hotel, tirándome en la cama de dos plazas. Queríamos estar en uno bastante alejado de la ciudad, y a este que habíamos conseguido solo le quedaban habitaciones matrimoniales, cosa que no nos importó demasiado.

-Se ha averiguado- informó él sentándose frente a una pequeña mesita redonda que había en la habitación- ¿Has visto aquella casa que parece caerse a pedazos en la cima de la colina?- asentí con la cabeza- Allí.

-¿No te hace acordar a la Casa de los Gritos?

-Un poco- rió Nott asintiendo con la cabeza- Son buenos, nadie sospecharía de que estuvieran reunidos allí. Y seguro se aparecerán.

-Como lo haremos nosotros.

Theodore se volvió a mi. La voz aun me salía débil. El solo tener que aniquilar a Hermione. Y el hecho de que él se hubiera negado. Le había ofrecido todo. Hasta a mi mismo si él lo quería.

Aunque quizás yo necesitaba de aquella respuesta positiva no por simple solidaridad.

Mi cabeza comenzó a rodar.

Hubiera sido matar dos pájaros de un tiro.

Pero no. Theodore no podía ser una nueva presa. Nuestra relación parecía ser de buenos amigos.

-¿Por qué no te pegas un baño, Harry?- terció acercándose a mi- Luces tenso.

Asentí con la cabeza y me puse de pie. Entré al cuarto contiguo y me desnudé con lentitud. Por mi cabeza pasaban millones de cosas al mismo tiempo...

Hermione...

Theodore...

Draco...

Blaise...

Lucius...

Me metí bajo el chorro de agua y cerré los ojos. Maldición, estaba tan confundido.

¿Es que acaso un Mortífago puede estar confundido?

Habiendo pasado ya unos cuantos minutos, cerré el grifo y sacudí un poco mi cabello. Cogí la toalla y me sequé el cuerpo, y finalmente la até a mis caderas.

Dormir. Necesitaba unas horas de sueño, sino moriría.

-Oye, Potter...- me llamó Nott en cuanto salí. Me volví hacia él. Estaba acostado en la cama y simplemente llevaba unos boxers blancos puestos. Dormir... necesitaba dormir cuanto antes... -... he estado pensando aquello de Granger- se puso de pie entonces.

-¿Qué... que pensabas?- dije aun sin creer que podía haber una segunda oportunidad.

-Mira...- explicó acercándose a mi- ... si hacemos un buen plan podremos lograr que el asesinato de Granger por mi parte fuese un... accidente.

-¿Co... cómo haremos eso?- no quise que se produzca esa separación, pero me era inevitable.

-Quizás... si tu te batieses a duelo con ella, y llegaras a un punto en el que parezcas ser el vencido y no el vencedor... yo podría quitártela de encima.

-En ese caso- aclaré- yo sería tu cómplice en su muerte.

-Pero no la matarías tú- susurró Nott, cuyo cuerpo estaba a unos veinte centímetros del mío- Y eso es lo que quieres ¿no, Potter?

-Pues si- respondí dando media vuelta, para alejarme del muchacho.

-Granger morirá de todas formas, Harry- terció él siguiéndome- Yo solo intento hacerte las cosas más fáciles.

Lo miré a los ojos. Sí, él estaba tratando de facilitarme las cosas. Nada más.

-De acuerdo- respondí- Haremos eso- mi cuerpo se dirigió a la ventana y mis esmeraldas miraron a través del cristal.

Si tan solo no fueras tú, Nott... Si tan solo fueras él...

-Demonios!- salió de mi garganta sin que yo haya querido.

-¿Qué ocurre, Potter?- preguntó en un susurro Theodore. No me volteé, pero sentí sus pasos caminar hacia mi.

-Nada- respondí. Intentaba quitármelo de la cabeza, eso era todo. Quitármelo a aquel maldito rubio de ojos grises.

Sentí piel en contacto con la mía. Y un ardor en las mejillas al notar que Nott me había rodeado con sus brazos por la espalda, y apoyado su mentón sobre mi hombro.

-¿En quién piensas, Harry?- me susurró al oído. Una corriente eléctrica azotó repentinamente mi cuerpo.

-E... en...

-¿En Malfoy?

Me volteé hacia él al instante. Era imposible ¿Cómo podía...?

-Siento intimidarte- dijo negando con la cabeza- Pero es que... simplemente estoy preocupado por ti.

-¿Cómo... como crees...?- comencé, aunque las palabras de ahogaron en el camino.

-Los vi aquella vez, en la fiesta.- contó el muchacho de rizos. Nuestros cuerpos habían perdido contacto, pero estando frente a frente, aun entre nosotros había una muy corta distancia- Bueno, todo el mundo los vio- sonrió y se encogió inocentemente de hombros.

-Pero eso no da pie para pensar que yo me preocupase ahora por él- objeté- Draco me dijo que los Mortífagos...

-¿Draco?

Desvié la mirada y salí de allí, del contacto con aquel muchacho que de repente se inmiscuía en mi vida. Pasé los dedos por la hebras de mi cabello y lancé un bufido.

-Lo siento, Harry, no quise...

-No lo sientas, Nott- le recriminé para luego darle la espalda- Solo cierra la boca y déjame en paz.

-Blaise me contó- dijo secamente. Me volví.

-¿Blaise?- susurré incrédulo.

-Me contó acerca de lo que Draco Malfoy había hecho contigo- se explicó acercándose a mi- Me contó de lo de aquel día. Como lo prefirió a él antes de a ti- lo miraba a los ojos. Era como si sus palabras me tuviesen enredado, como si me estuviese tendiendo una trampa invisible, la cual yo sabía que existía pero me negaba reconocerla- Y dijo que a Draco no le importó que te marchases- desvié la mirada- Harry, eres un Mortífago- dijo Nott tomándome de los hombros- No debes estar atado a nadie- susurró mirándome a los ojos- No debes preocuparte por nadie... por nada...

-Quizás esto sea diferente, Theodore- dije con el pecho comprimido. Aun las palabras que había dicho estaban hiriéndome, y lo sabía.

-Deja de pensar en Malfoy- musitó pasando los dedos por mis cabellos- Demuéstrale que tú tampoco lo necesitas.

-¿Cómo...?

-Quiero ayudarte, Potter...- sus labios buscaron lentamente los míos y comenzó a besarme. Yo no sabía. No sabía por qué lo hacía. Por qué lo correspondía. Quizás era porque creía que Theodore Nott tuviese razón. Debía demostrarle a Malfoy que no lo necesitaba.

O quizás era porque había tenido ansias de él desde que lo había visto.

Lo aferré la nuca y acaricié con la punta de mis dedos su cabellos, sintiendo cómo sus labios dominaban los míos, como su lengua guerreaba de una manera indiscutiblemente sensual.

Sus manos se deslizaron por mi desnuda espalda, recorriéndola lentamente, y sus belfos viajaron hasta mi cuello, comenzando a atacarlo entre besos y suaves succiones.

-Theodore...- gemí hundiendo mis dedos entre la mata de rulos. Sus brazos se ciñeron aún más a mi cuerpo, presionándolo contra el de él, logrando que nuestras pelvis se rozasen ante cada movimiento.

Y entonces me llevó. Me guió como si yo fuese la serpiente y él el encantador, dominándome bajo sus brazos, sus caricias, sus labios...

-Acuéstate, Harry...- me susurró al oído, acariciando el lóbulo con la cálida lengua. Fue ahí cuando me percaté que me había llevado hasta los pies de la cama. Me senté sobre ella y mi cuerpo se desplomó hundiéndose en las suaves sábanas. Ambos nos miramos con una truhana sonrisa en los labios y la lujuria brillándonos en los ojos.

-Ayúdame a olvidarlo, Nott...- susurré en cuanto él se subía al lecho por el lado del espaldar, haciendo que nuestros cuerpos quedasen invertidos.

-Lo intentaré, Potter...- exhaló antes de volver a besar mis labios.

Nott escabulló su rostro una vez más en mi cuello. Bajó entonces un poco la cabeza y recorrió con la húmeda y caliente lengua mi pescuezo desde debajo de la oreja derecha hasta mi clavícula, la cual mordió juguetonamente. Un gemido fue ahogado en mi garganta y él pareció disfrutarlo, pues volvió a repetirlo desde la izquierda.

Y continuó bajando...

Codos y rodillas se clavaban en el colchón con el solo objetivo de mantener el equilibrio de Theodore. Recorrió mi pecho, humedeciéndolo, mientras sus dedos se hundían en mi abdomen y continuaban bajando hacia mi pubis.

-Ah...- había succionado con fuerza mi pezón en cuanto su mano se detuvo presionando mi erguido miembro.

Sus labios bajaron, atormentadores, mordiendo mi abdomen, haciendo que mi columna de curvara cada vez mas. Mis ojos veían su vientre contraído sobre ellos, tentadores abdominales que mi lengua deseaba saborear... pero entonces se toparon con algo aún más delicioso.

Nott quitó la toalla que a penas envolvía mis caderas...

Enganché mis pulgares en el elástico de sus boxers...

-Theodore...- gemí sintiendo sus labios sobre mi miembro. Las manos me temblaban, pero igual logré desvestir también el suyo y di un brusco lenguetazo para llamar su atención.

-P-Potter...- asintió él recorriendo la extensión de mi miembro al tiempo que sus caderas bajaban un poco mas para darme mayor facilidad.

Tomé el erguido trozo de carne y succioné la punta. Abajo, Nott ya había hecho eso, y ahora acompañaba sus bocanadas con unos enloquecedores movimientos de sus fuertes dedos.

-Si... AH!... si.. gue!- lo cogí de las nalgas y abrí la boca, haciendo que el miembro de mi camarada entrase todo lo posible. La sangre me latía en las mejillas. Ambos succionábamos a un mismo ritmo y eso lo volvía enteramente enloquecedor.

Enloquecedor...

Theodore se desplomó a mi lado mirando el techo, con la respiración agitada saliendo aun de su garganta...

-Suficiente, Potter...- jadeó. No entendí por qué lo había dicho, ya que a pesar de que las sutiles gotas de transpiración hacían brillar partes de su rostro, aún no había llegado al orgasmo. Entonces habló- Yo soy... quien debe hacerlo...- y sus dedos se enredaron en los míos, cogiéndome suavemente la mano- Debo... hacerte olvidar...

Sonreí. Si Lord Voldemort lo hubiese oído hubiera dicho que era una ofensa para los Mortífagos.

Mi mano libre viajó y se ubicó sobre la que estaba enredada a la mía y la tomó. Y lentamente, llevé la de Nott hasta mi palpitante miembro, haciendo que sus dedos lo rodeasen una vez más...

-Sigue...- le pedí. Y para suerte mía, él no se hizo rogar demasiado- Ah!...- hundí los dedos en las sábanas y eché mi cabeza hacia atrás.

Las acometidas de Theodore eran más apresuradas. La sangre me latía en las mejillas. Mis caderas se movían para seguirle el ritmo.

Entonces entreabrí los ojos y vi que la mano libre del muchacho rodeaba firmemente su miembro y hacía los mismos movimientos que sus labios hacían sobre el mío.

Nott se detuvo por una milésima de segundo en cuanto yo, volteándome levemente, tanteé con mis dedos sobre los suyos y los separé de allí.

-No lo... hagas...- jadeó.

-Q-Quiero... ha... hacerlo...

Separé los labios y comencé una vez más aquel ritual de placer desmesurado, imitando el ritmo de mi camarada, escuchando sus gemidos coreando los míos.

Lo miré por el rabillo. Él me observaba a mi. Sus mejillas hervían tanto como las mías. Con el rostro deformado por el placer, me dirigió una sonrisa.

-C-Cuando... lo... AH!... hacías c... con... Mal... nhh!... foy... prefe... rías ser el... Ah, Potter!... vic... victimario o... o la... víctima...

-Las... las dos... ah!... las...

-Pero tu... Dios, Harry!... tu mejor... v... vez...

En mis entrecerrados ojos se marcó la viva imagen que había visto tiempo atrás, en mi casa, junto al sillón, frente al espejo...

-Victimario...- jadeé hundiendo los dedos en las caderas de mi afrodisíaco camarada.

Al instante Theodore Nott se enderezó y se lanzó sobre mi, esta vez quedando ambos a la misma dirección, y besó mis labios con ansias, hundiendo su lengua dentro de mi boca, haciéndola viajar internamente con apetito.

-Victimario...- repitió mirándome a los ojos. Se agachó y volvió a recorrer mi cuello con la ardiente lengua hasta llegar a mi oído, y entonces susurró- Lo serás hoy también entonces, Potter...

Sus manos aferraron mis hombros y se volteó hacia un costado haciendo que yo quedase sobre él. Volví a besarlo una vez más, pues sus labios eran el dulce para mi en el juego que habíamos comenzado. Siempre los había deseado. Y me enderecé.

Él me miró a los ojos y una sonrisa de lujuria cruzó su rostro. Clavó sus pies en mis hombros mientras su mano aferraba el húmedo miembro. Me mordí el labio inferior. Mi cabeza estaba por explotar. Necesitaba aquella presión. Aquella penetración.

Metí los dedos en la boca de Nott y entrecerré los ojos de placer cuando él los lamió lentamente, humedeciéndolos lo más posible, dejándolos empapados de brillante saliva.

-Ha-Harry...- gimió en cuando comencé a introducirlos en su estrecho orificio.

Me excité con solo pensar que sería mío en unos segundos...

-AH, POTTER!- tiró la cabeza hacia atrás y sus ojos se llenaron de cristalinas lágrimas, mientras que en sus labios una sonrisa de satisfacción se filtraba entre el profundo gemido.

Me mordí los labios ejerciendo aquella presión que me martirizaba, hundiendo los dedos en las piernas de Theodore. Era excitante. Estrecho. Enloquecedoramente húmedo...

-Ah!... Nott... maldición...

-Vamos... nhh!... P-Potter...

Tiró la cabeza hacia un costado, retorciéndose de placer. Mi lengua recorrió mis temblorosos labios al tiempo que mis caderas marcaban un ritmo cada vez más ligero y profundo.

-Demonios!.. Harry...

-Nhh!... Nott... me... ah!...

Di una potente arremetida, notando el corazón latirme en la garganta, sintiendo cada bombeo de hirviente sangre recorrerme. Estaba cerca. Solo un poco... más fuerte...

-DIOS, DETENTE!

-Lo... lo siento...

-No!- gritó Nott mordiéndose fuertemente los labios- No me... escuches...

-Si... sigo?

-Mas!... AH!... mas... fuerte!...

-No... mhh... ya no... maldición!.. ya...

-Potter... AH!... Potter... no... DEMONIOS, MALDITO HIJO DE PERRA!

Clavó los dedos de su mano libre en las sábanas y su cuerpo se estremeció bajo el mío. Y la contracción de músculos hizo que de mi garganta salga el mayor grito de placer.

Hundí mis manos en el colchón y moví mis caderas al tiempo que tenía el maldito orgasmo. Temblaba. Mi cuerpo estaba tenso y mi sangre parecía querer explotar dentro de mis venas.

Todo se detuvo.

Solo se oía la agitada respiración de ambos.

Me enderecé. Jadeante. Y las piernas de Nott se desengancharon de mi cuerpo y cayeron como dos pesos sobre las suaves sábanas. Me miró y sonrió. Sin responder a aquello, me desplomé a su lado y cerré los ojos, deseando que todo hubiese sido un mal sueño.

Solo un mal sueño...

Abrí los ojos haciendo una fuerte inspiración, como cuando te despiertas por un potente ruido o por una pesadilla, y los clavé en el techo tornado en amarillo naranja por los rayos de sol del atardecer que entraban por la abierta ventana. Me di cuenta de que había quedado dormido y un leve dolor de cabeza me avisó que habían transcurrido varias horas.

Entonces, mi vista viajó hacia un costado, deteniéndose en el muchacho de rizados cabellos que dormía desnudo junto a mi. Mis manos se aferraron a las sábanas que parcialmente nos cubrían mientras las esmeraldas comenzaban a brillar por la angustia. Y ahogándolo todo en una profunda inspiración, volví a clavar mis ojos en el cielorraso.

No lo había olvidado, a pesar de todo.

No lo había olvidado.

Una lágrima se escurrió por mi rabillo...

-¿Dónde estarás ahora, maldición?

Me puse de pie y miré por la ventana. El sol terminaba de ocultarse en el horizonte. Al este se veían una serie de nubes oscuras. Más allá, sobre la colina, nuestro objetivo marcaba en ella terroríficas sombras.

No faltaba mucho para el final.

Fui lentamente hasta mi mochila. Saqué de ella un paquete de aspirinas y cogí una. Fui hasta la mesita y serví un poco de agua de la jarra en un vaso de vidrio. Metí la aspirina en la boca y luego mis labios sintieron la humedad y frescura del líquido transparente.

Mi día estaba hecho trizas antes del propio final.

Theodore Nott. Otro más. Otra víctima. Pero con él no era como lo fue con Lucius. No. Con él sentía un maldito pesar en el pecho. Un pesar que me impedía mirarlo. Pero él no tenía la culpa.

No la tenía.

Fui al baño y me pegué otra ducha, tratando de sacarme aquello que parecía degradarme cada vez más, y que no era más que mi propia forma de ser.

Salí. En una esquina, un espejo hacía un plagio de cada escena que había ocurrido. Surcando hacia él con mi cuerpo desnudo el denso aire de la oscura habitación, miré mi reflejo y me estremecí. Había en mi rostro apenas iluminado por los últimos rastros de sol una mueca de tristeza y desesperación. Pero además de eso, había en él algo más. Una imagen diferente. Bajé la vista y vi la marca en mi brazo izquierdo. Si. Me sentía un asesino de ilusiones. Me sentía más Mortífago.

Había terminado por ser aquello que más odié en mi vida.

-Theodore- lo llamé volviéndome hacia él- Theodore, despierta- dije aun más fuerte caminando hacia la cama. El muchacho dio media vuelta y entreabrió los ojos- Debemos vestirnos.

Sin decir nada se sentó en la cama como si fuese una enorme marioneta y quedó por unos segundos, mientras yo comenzaba a vestirme, con la mirada clavada en la nada. Luego fue hacia un costado y se puso de pie, cogió una toalla y caminó hacia en baño, quedando allí encerrado por varios minutos.

-¿Cómo te sientes?- me volví a él. Estaba apoyado en el marco de la puerta del baño, cruzado de brazos, con los boxers que yo le había prestado para el viaje y unos jeans oscuros que yo solía usar. Me dio la impresión de que había quitado algo de mi ser de la misma forma en que usaba mis prendas.

-Algo nervioso- respondí fríamente. Sabía que él no tenía la culpa de nada, pero no podía evitar comportarme de aquella manera.

No hay peor pecado del que, a pesar de que en el momento fue delicioso, luego de cometerlo, te arrepientes.

-¿Por qué deberías estarlo?- inquirió caminando hacia mi- Acepté tu oferta ¿lo olvidaste?

-¿Oferta? ¿De qué hablas?

-De asesinar a Hermione si te revolcabas conmigo- admitió él encogiéndose de hombros. Una sonrisa nada tierna distorsionaba su rostro. Lo había dicho con desdén. No parecía él. No parecía Theodore Nott.

-Dijiste que ibas a asesinarla por tu propia cuenta, a cambio de nada- objeté sin subir la voz. No entendía. Estaba confundido- Lo que hicimos lo hiciste... por mi.

-¿Por ti?- preguntó Nott y una carcajada salió de su ahora áspera garganta- Por favor, Potter, pareces una de esas jovencitas que lloran por sus amores perdidos.

Lo miraba a los ojos con terror. La mandíbula se movía pero no podía hacer salir de mi garganta palabra alguna ¿Quién demonios era aquel muchacho? Di media vuelta y hundí los dedos en mis cabellos, sin entenderlo. Deseaba tomarlo de los hombros y sacudirlo, decirle a aquel demonio que lo poseía ahora que salga de su cuerpo y vuelva a ser el divino ser que era.

-¿Qué hay de Malfoy? ¿Qué sabes en verdad?

-Lo que te dije fue la verdad- explicó- Zabini me lo contó. Olvidé decirte que somos amigos inseparables- mi rostro se encrespó de ira y terror.

-¿Qué tú eres...?

-En serio- afirmó volviéndose a mi- lamento que el rubio prefiera revolcarse con otro antes que contigo. Aunque quizás sea porque Blaise está más... capacitado que tú. Lo digo por experiencia propia.

El cuerpo de Nott trastabilló con la cara dada vuelta. Se volvió a mi y me miró mientras se secaba el hilo de sangre que caía de su labio.

-Jamás lo hubiera creído, Theodore- dije con el puño aún apretado- Confié en ti.

-¡Confiaste en un Mortífago, Potter!- exclamó socarronamente con aquella asquerosa sonrisa todavía en su hermoso rostro- Eres un idiota.

-Pensé que podíamos ser buenos amigos.

-Pensé que podíamos ser buenos amigos- me imitó irónicamente- ¿Amigos? ¿Amigos como tú y ese Weasley? ¡Mira como terminaron! Él es auror y tú un maldito Mortífago- se acercó a mi y me tomó del rostro con una mano- Los amigos no existen, Potter. Entre mi maldad, que tuve que ocultar estando contigo, y lo cual admito que fue extremadamente entretenido, te doy un consejo: jamás confíes en un Mortífago. Jamás.

-Te odio, Nott.

-No me interesa, Potter- admitió sonriendo repugnantemente.

Ya no había. No había razón para mirar a ese asqueroso ser a los ojos. Y lo peor... lo peor era que de una forma u otra estábamos unidos. No por el trabajo. Sino por lo que habíamos tenido en aquel maldito hotel.

No le hablé. No le dirigí la palabra pues sentía que hacerlo era denigrar mi persona. No hay forma de expresar el odio que tenía dentro de mi. Era un ardor profundo y maldito, unas ganas de asesinarlo de la forma más cruel, destruirlo, destrozarlo y dejarlo hecho jirones, y beber su asquerosa sangre de murciélago, degustarla, bañarme en ella. Era odio. El odio mas profundo y mordaz que había sentido en mi vida. Un odio seco y frío, helado.

Pero él estaba a mi lado. Caminaba junto a mi en silencio, con una asquerosa sonrisa de superación en su rostro de muchacho, en dirección a la oscura colina.

Seguía allí.

En un oscuro callejón esperamos a las demás personas que debían unírsenos, habiendo entre nosotros nada más que un silencio desgarradoramente bueno. No pretendía nada más de aquel vil adolescente.

De repente, una voz áspera se escuchó a nuestras espaldas. Levanté la vista y el joven de rulos se volvió, y ambos miramos las dos siluetas que allí aparecieron.

-Nott...- saludó el alto hombre de una palidez sepulcral, cuyo negro cabello caía enmarcando su rígido rostro- ... y el pequeño Potter.

-Ya no soy pequeño, Snape- tercié sin tomar la mano que adelantaba hacia mi. El hombre a su lado, cuyos ojos azules coronados por las oscuras cejas se clavaron apenas llegó en mi ser, sonrió.

-Rabastan Lestrange- se presentó estirando su mano hacia mi, la cual tomé sin dudar un segundo, a pesar de que el apellido me haya dado un leve escozor en la nuca.

-Harry Potter.

-Como que alguien puede no conocerte, muchacho- rió el hombre- A ver. Muéstrame la marca.

-No es el lugar ni el momento adecuado, Rabastan- objetó otra voz que había surgido de la nada. Una voz de mujer. Una fría voz de mujer- Buenas noches, Harry.

-Me llaman por el apellido, señora Lestrange- rebatí mirándola a sus azules y helados ojos. Aun la odiaba.

-Pues tú llámame Bella a mi- sus dedos recorrieron mi rostro, y sus zafiros lo inspeccionaron hábilmente- Has crecido, muchacho...

-Y no para el regodeo de su vista- aclaré sosteniéndole de la muñeca. Ella se zafó y terminó por dirigirme una malévola e fatal mirada- Bien, solo falta uno- dije a los demás, demostrando que la mujer y sus palabras ni me importaron.

-Somos solo nosotros, Potter- terció Snape mirando al aire como si fuese una apestosa y molesta mosca- No se a quien más esperas.

-Él me dijo que vendría alguien más- objeté señalando a Theodore con un movimiento de cabeza.

-Y avisé que solo si era necesario- acotó Nott saliendo de la oscuridad para que los rayos de luna iluminasen sus rizos.

-Entonces somos todos- exhaló Bellatrix tomándose con ansias de las manos- ¿Qué demonios hacemos aquí? Hay personas por matar y sangre caliente por derramar.

-No te apresures...- la detuvo su cuñado cogiéndola suavemente del brazo- ... tenemos un plan y los muchachos deben saberlo.

No tardaron mucho en explicarnos qué debíamos a hacer, planes no tan claros, que no parecían más que tácticas de ataque para un partido de Quidditch. Siempre estaba la posibilidad de que las cosas salieran de otra manera, yéndose de nuestras manos o no, haciéndose mas complicadas o terriblemente más sencillas.

Y entonces nuestros cuerpos se esfumaron como fantasmas entre la pesada niebla, haciendo su no tan estelar llegada a la mansión que se caía a pedazos en la cima de la colina.

Cinco personas se hablaban en un oscuro corredor. Cinco Mortífagos avanzábamos hacia ellas.

No se oyeron gritos ni gemidos. Uno a uno los matamos sin que nuestros rostros se estremeciesen, adorando el poder supremo que nos daba ser lo que éramos.

Con un asentimiento de cabeza dimos por terminada nuestra estancia en el oscuro corredor en el que las endemoniadas ratas pasaban corriendo por nuestros pies. Como habíamos sospechado, la reunión aun no había comenzado, lo que no era demasiado bueno por un lado, e indefectiblemente propicio por el otro. Si estaban todos juntos, claro, es obvio que los mataríamos más fácil, pero si su cantidad era irreversiblemente superior a la nuestra, estaríamos en desventaja inmediata, en la que un simple hechizo nos hubiese destrozado. Estando separados, teníamos más lugares por recorrer en busca de víctimas, más tiempo por perder, y nos podían descubrir secretamente y destruirnos por las espalda; pero si individualmente, manteniendo el secreto de nuestra presencia, las aniquilábamos, no había forma de que las próximas se enterasen.

Pero estando en el hall de entrada, en cuanto decidimos separarnos para investigar la mansión, unas voces entraron en nuestros oídos.

-¿Oyeron eso?- preguntó Nott con un bisbiseo.

-La sala- susurró Bellatrix- Parece que ya están allí.

Caminamos en silencio solo para corroborar que estábamos en lo cierto. Y sí. Detrás de la puerta de roble salida de sus goznes se oían las voces de unas veinte personas.

Pude sentir la vos fina de Hermione retumbar en mis oídos.

-Un paso atrás, amigos- pidió la mujer de largos cabellos oscuros parándose frente a la puerta. Y comenzando a ondear la varita lentamente, terminó por agitarla con violencia en el aire- REDUCTO!

La puerta estalló en astillas y casi veinte aurores saltaron de sus lugares.

Fue como que la vida hubiese corrido frente a mis ojos de una manera acelerada y enloquecedora. Es lo que sientes en un ataque. Todo ocurre tan rápido que no tienes tiempo para pensar, y al contrario intentas hacerlo, pues crees que es la única manera de disfrutarlo. Persigues a cada ser que se te cruza y usas tu imaginación de la manera más repugnante, dándole a ellas lo que deseas dar al ser que mas odias en el mundo.

Cada enemigo es víctima. Cada victima un juguete.

Es divertido.

Muy divertido.

-Impedimenta!- gritó Nott a un robusto hombre que iba hacia él y al instante de su garganta salió- Avada Kedavra!

Bellatrix Lestrange parecía domadora de leones, haciendo que los gritos de Flamen latigum que salían de su garganta entre carcajadas abriesen ardientes cortes en el cuerpo de sus víctimas antes de ser torturadas aún más con una serie de terroríficos hechizos.

Snape parecía adorar los cruciatus. Pero la cantidad de personas le impedían realizarlo con todo el gusto que éste le podía proporcionar. Y a pesar de ello, lo hacía, torturando a uno y asesinando al otro al mismo tiempo.

Rabastan Lestrange maniobraba, junto a sus ataques de varita, un viejo y filoso sable que había sacado de un antiguo adorno de la pared con una agilidad atemorizarte. Brazos, manos que aun sostenían varitas y hasta cabezas caían al suelo en un acto de catastrófico crimen, y la sangre impregnaba cada parte de su pálida vestimenta.

Nadie quería reducir su serie de maldiciones a un simple Avada Kedavra, eso se notaba en cada uno de nuestros movimientos, pero cada vez más contrincantes aparecían y nos era imposible pronunciar un conjuro más efectivo.

Nuestros cuerpos se separaron en diferentes direcciones, siguiendo aquellos que debíamos aniquilar por propia decisión de Lord Voldemort. Y ni aún así, teniéndolos dispersados, parecían vencibles.

Salí por la entrada a la mansión que no tenía puertas a un patio ensombrecido por las tinieblas. Los pies se me hundieron en un barro viscoso y resbaladizo y unas suaves gotas de fina llovizna pegaron mi rostro.

Ya habían varias personas allí. Snape luchaba con tres hombres lanzando las carcajadas que jamás le había oído profesar. Y dos más iban a su acecho.

-Locomotor Mortis!- vociferé apuntando a un muchacho que corría hacia mi antiguo profesor, haciendo que sus piernas se juntasen y endureciesen y su cuerpo se desplomase así en el pegajoso lodo- Que te sea leve... Incendio!- su torso se sacudió y llevó la cabeza hacia atrás, mientras enteramente se prendía en un fuego impermeable.

-¡Harry!- alcé la mirada hacia la otra persona que iba hacia Snape y que se había vuelto a mi. Ella me miraba con la varita señalando mi pecho y con los ojos empañados en lágrimas- ¿Cómo pudiste...?

-No hay de que hablar, Hermione- objeté apuntándola con fiereza. No dejaría que Nott lo hiciese. No necesitaba nada de él. Ella, finalmente había terminado por ser mi víctima.

-Pero ¿por qué?- gimió. La mano que sostenía su arma temblaba. Unas voces se oyeron a mis espaldas. Me volteé un segundo. Todos los que habían quedado en la casa iban saliendo, lanzando hechizos, luchando... muriendo.

-Es demasiado tarde para explicártelo- exclamé bajo la lluvia que se había lanzado con fuerza. Inflé los pulmones para gritarlo por fin...

-¡No lo harás!- vociferó ella mirándome como petrificada, con las lágrimas confundiéndose entre las gotas cristalinas que caían sobre ellas- No puedes hacerlo...- imploró- ... vivimos muchas cosas juntos, pasamos nuestros siete años en Hogwarts, siempre fuimos mejores amigos... por favor, Harry...- su rostro se distorsionaba entre súplicas y un vivo llanto.

-No me pidas por favor... no servirá de nada...

-Harry...

-Lo siento, no es nada personal...

-Harry... por favor...

-Avada Kedabra!

El fino y desgarrador grito me caló los huesos y cerré los ojos al sentirlo. La luz verde se apago y entonces la vi tirada en el asqueroso fango. No había sido las peores de las muertes. Simplemente murió sin saberlo. Sin más dolor que el golpe de la maldición.

Debía meterme aquello en la cabeza.

-Expelliarmus!- mi cuerpo voló por los aires y cayó un poco más allá, rebotando y girando sobre las secas piedras del borde superior de la colina. Alcé la vista y un hombre de cabellos oscuros volvió a apuntarme con la varita, caminando hacia mi con decisión. Antes de que pudiese alcanzar mi varita, que yacía en el suelo un poco más allá, las palabras de éste asomaron mi derrota- Maldito Mortífago!- una patada en mis costillas me hizo doblar en dos. El hombre no me trataba como Harry Potter. Ni me había mencionado. Simplemente era uno más.

Estiré el brazo para tomar mi varita y él me dejo arrastrarme hasta ella, y en cuanto la tomé vociferó...

-Eximen!- rodé por la piedra sintiendo mis labios ensangrentados y mi cuerpo magullado. Clavé las manos en el suelo para ponerme de pié, resbalándome entre el diluvio que caía del cielo, y en cuanto lo miré, otro golpe me hizo perder el equilibrio y caer.

Si. Había caído. Mis manos resbalaban sosteniendo mi cuerpo entero que colgaba desde el precipicio. El hombre me miró y sonrió. Yo solo trataba de trepar, sostenerme, aferrarme a la vida.

-¿Crees que por ser nuestro Harry te perdonaríamos?- su rostro surcado de arrugas era tan cruel como su mirada. Sus pies se acercaban a mis manos. A mis dedos. Lo miraba con furia. Uno de ellos se levantó y pisó mi mano izquierda haciéndome lanzar un grito- Nadie quería atacarte porque todos tienen la asquerosa esperanza de que volverás con nosotros. Pero yo no lo creo. Ya eres de la calaña de este mundo- otra vez estrujó mis dedos- No hay forma de corregirte- su varita se alzó en los aires y apuntó mi empapado rostro, y una luz verde me iluminó.

Respiraba... Aún respiraba... Y estaba colgado del precipicio. Abrí los ojos y vi el cuerpo del hombre desplomado en el suelo, y en su lugar, a un muchacho de mi edad.

-Dame la mano, Potter- dijo pasándome la de él.

-Moriré antes de hacerlo, Malfoy.

Sonrió. Pero no se enderezó. Seguía allí, agachado, estirando su brazo derecho hacia mi.

-Todos están muertos, Potter- avisó- Y todos los Mortífagos estamos vivos. No querrás arruinar aquello ¿no?

-Llama a quien sea para que me tome entonces, Malfoy.

-Dame la mano, Potter.

-No lo haré.

-Dame la mano.

-¿Para que luego alardees de ello?

-¿Por qué no mejor piensas que quiero salvarte?

Aquellas palabras que había susurrado me petrificaron. La helada lluvia caía en mi rostro y no sentí las manos que aferraban salvándome. Miraba a Draco Malfoy a los ojos.

Como me hubiese gustado ver su alma en aquel momento...

Alcé la mano y una me aferró con fuerza y tiró. Lo había hecho. Había aceptado a aquel que fue mi verdugo como mi salvador.

De rodillas en el empapado suelo sequé mi rostro y miré mis adoloridos y temblorosos dedos. Draco dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a la casa.

-Espera- le dije poniéndome de pie. Su cuerpo se volvió bajo la lluvia y clavó sus grises ojos en mis esmeraldas. Una socarrona sonrisa se vislumbró en sus labios.

-¿Quieres darme las gracias?- preguntó alzando las cejas.

-No- le respondí caminando hacia él. Belatrix estaba detrás de Malfoy, Snape a su lado, Nott un poco mas allá, junto a Rabastan. No me importaba. No me importaban- Quiero otra cosa- lo tomé del rostro, de aquel rostro que deseaba tocar antes de cualquier otro y uní mis labios a aquellos prohibidos que tanto adoraba. Lo acepté. Acepté por fin que lo adoraba. Que aquel maldito rubio era mi vida.

Entonces él se escapó de mi y rió secándose la boca, alzando sus ojos hacia los míos.

-No sabía que me deseabas, Potter- terció mirándome con aquella sonrisa irónica y tenaz- Siento desilusionarte pero... me gustan las mujeres.

Mis labios temblaron.

La ira incendió mi alma.

La calcinó.