Caoítulo 37
"¡¿Muerto?!"
"¿Qué? No. Me lo encontré en el estacionamiento cuando venía para aquí." – Hugh dijo agitado, entrando en la fresca recepción del hotel barato.
Entonces, George apareció tras él, haciéndolo a un lado para entrar.
"¡Grandísimos bastardos!" – Exclamó.
George, tan pulcro y consciente de cómo se veía, con su cabello castaño claro siempre prolijamente peinado y su ropa de marca, se veía casi como un pordiosero. Bueno, tal vez no tanto, pero muy desaliñado para ser George. Traía la camisa atada a la cintura, la remera transpirada fuera de los pantalones y su cabello revuelto en todas direcciones y opaco y grasoso. Sus mejillas estaban coloradas y el polvo de la ruta y el humo de los caños de escape de los autos más su sudoración volvieron su piel pegadiza. Todos se lo quedaron mirando. Ross la vio sonreír a Caroline por el rabillo del ojo.
"¡Oh! ¿Creen que esto es gracioso? ¡¿Acaso fue una broma?! ¿Piensan que dejar tirado a alguien en el medio de la nada es divertido? ¡Pues no lo es!" – dijo a los gritos y con un dedo acusatorio apuntando directamente a Demelza que lo miraba con sus ojos verdes bien abiertos.
"No lo hicimos a propósito, George." – intervino él. – "Él tráfico empezó a moverse, y no nos podíamos quedar parados, no había banquina…"
"Oh, no me vengas con escusas. Tu novia no ha hecho más que amenazar con dejarme tirado durante todo el camino. Se aprovechó apenas vio la oportunidad."
"¡No soy su novia!" – exclamó Demelza. Cansada ya de todo, cansada de George. – "No debería haberte dejado subir en mi auto en primer lugar. Si de verdad te hubiera querido dejar tirado en la ruta, lo hubiera hecho entonces. Pero no. Y estoy tan harta de ti, George. Hace una hora que no hemos hecho más que preocuparnos por ti. Te estamos esperando ¿no es así? Ross y Hugh salieron a buscarte. Hugh hasta se metió en un río porque pensó que te podrías haber ahogado. Y tú llegas con acusaciones. ¡Pues vete al diablo, George!" – se puso de pie, iba a salir, pero no había terminado. De repente todo burbujeaba en su interior. Se volvió hacia él de nuevo. – "Ya no tengo porque soportarte. No tengo porque aguantar que me mires con desprecio, como si yo fuera menos que tú. Cómo lo has hecho siempre, como si no estuviera a la altura para estar con… con Ross. Bueno, pues tú no me conoces. Nunca te tomaste la molestia de intentar conocerme, y ya estoy harta de ti. Si crees que soy capaz de dejarte tirado en medio de la carretera sin teléfono, ni dinero ni nada, pues tal vez tengas razón. No te volverás a subir a mi auto, desde aquí arréglatelas como puedas. Me cansé de ser amable contigo…"
"¿Acaso estabas siendo amable?" – la interrumpió él, resoplando sarcástico.
Hugh, Caroline y Ross estaban en silencio. Era extraño que Demelza tuviera un arrebato así, al menos antes no los tenía. Pero a juzgar por la expresión en el rostro de Caroline, ella estaba sorprendida también. Hugh aún sostenía la zapatilla azul en su mano.
"Oh, vete a la mierda, George. Siempre has sido una basura de persona. Tuviste suerte de que Francis y Ross te aceptaran como su amigo. Eres tan egoísta. Y quizás porque ellos son los únicos que te toleran y tienes tanto miedo de quedarte solo, eres incapaz de sentir empatía por alguien más…"
"¿De que diablos estas hablando? Tú eres la que me dejaste tirado…"
"Sabes bien de lo que hablo."
Ross se enderezó en el sillón adonde estaba sentado. Susurró un "Demelza…" y se terminó de levantar cuando George dijo: "No tengo la más puta idea."
"Hablo de esa noche." – dijo. A Caroline se le cortó el aliento. Hugh giraba la cabeza de uno al otro como si estuviera viendo un partido de tenis. Y él se quedó congelado donde estaba. George no sabía todo lo que había sucedido esa noche. Demelza le había hecho jurar que nunca se lo diría a nadie y él cumplió con esa promesa también. No consideraba que buscar al tipo y darle una golpiza fuera romper con su palabra, lo había hecho solo.
George seguía sin comprender. La voz de Demelza salió como ahogada y pareció rasguñar el aire. Estaba luchando por contener las lágrimas. Pero se lo iba a decir, ya no le importaba.
"¿Acaso no se te cruzó por la cabeza mientras sacabas fotos, que yo podría necesitar ayuda?" – Fue lo último que le dijo. Porque por supuesto que George jamás lo había pensado. ¿Porqué lo haría? Él creyó que estaba haciendo lo correcto. Vio a la novia de su amigo con otro, obtuvo pruebas y se lo dijo a Ross. Se debió de sentir muy importante. Demelza chocó su hombro con fuerza cuando pasó rumbo a la puerta. Ross y Caroline cruzaron miradas, y él salió tras ella. A la mierda con George, a la mierda con eso de perdonar para perdonarse. El único perdón que necesitaba era el de ella.
Caroline volvió a acomodar la espalda en el sillón. La niña estaba inquieta, hacía horas que no paraba de moverse, le apretaba los órganos. Tenía ganas de ir al baño de nuevo. El solo pensar que tendría que volver a subirse a ese autito le ponía los pelos de punta. Había parecido tan buena idea, una aventura. Una última aventura con su amiga antes que las sogas de la maternidad la ataran. Demelza ponía los ojos en blanco cada vez que decía eso, Dwight se reía. Pero con la fecha de parto cada vez más cerca, más crecía su ansiedad. Y no la podía ocultar. No de las personas que más la conocían. Demelza le había seguido la corriente cuando le contó su idea del viaje de chicas. ¿Porque no le dijo de ir en su auto también? Sarah se seguía moviendo, y tras un pestañeo lo vio a George todavía allí parado en medio de la recepción, confundido y mirando hacia afuera. Hacia donde Ross se había ido tras Demelza.
"Sabes que es inevitable que ellos vuelvan a estar juntos, ¿verdad?"
George torció su rostro hacia ella, como si se hubiera olvidado que estaba allí.
"¿Porqué insistes en separarlos? ¿Acaso estás enamorado de Ross?"
"¡¿Qué?! ¡No! Por supuesto que no." - Caroline levantó los hombros. Era una idea que siempre le había dado vueltas en la cabeza. Tendría sentido. – "¿Acaso se han puesto todos de acuerdo en decir estupideces? ¿O Este los ha contagiado?" – preguntó, señalando a Hugh con la cabeza.
"Está bien, solo decía… por favor. A mí no me hables con ese tono."
"¿Por qué estás embarazada?"
"Porque puedo ser mucho más astuta que tú. De seguro querrás que alguien intervenga por ti para que Demelza no te deje aquí tirado. Dudo que Ross se ponga de tu lado, lo hartaste a él también. Pensé que habías dicho que querías cambiar, ser una mejor persona…"
"Disculpa, ¿pero debo recordarte que fue tu amiga quien me dejo?"
"En realidad, todos lo hicimos. Demelza fue la que estaba más preocupada por ti. Ella fue quien se detuvo aquí para esperarte, quien movió el auto lo más cerca de la carretera posible para que tú lo vieras." – George volvió a mirar hacia fuera. Aunque no los veía, Ross y Demelza no estaban al alcance de su mirada. – "Pero ella tiene razón, tú siempre la despreciaste. Me pregunto por qué. Mi teoría es que eres un hombre patético y solitario. Un matón que aparenta pertenecer a una cierta clase social y se avergüenza de sus orígenes. Y que Dios sabe cómo, buscó la amistad de dos jóvenes de buen apellido y la consiguió. Pero eso es todo, eso es todo lo que tienes. O tenías." – los ojos de George se movían en todas direcciones. Hugh estaba muy quieto, teniendo que presenciar otra vez una conversación incomoda entre los integrantes de ese particular grupo a los que se había unido. De repente el tren ya no le daba tanto miedo. Tembló. No, prefería esto al tren, definitivamente. – "Harías lo que fuera por retener esa amistad, ¿no es así? Incluso lo que hiciste esa noche…"
"¿Tú también? Es un disparate… ¡Yo sé lo que vi! Tu no estuviste allí, todo lo que hice fue ayudar a un amigo."
"Todo lo que hiciste fue destruirlos. George, ¿no te das cuenta?"
"Demonios, ¿darme cuenta de qué? Habla claro, mujer."
Caroline suspiró con fuerza. Exasperada y porque Sarah se movió de nuevo. Dudó si decirle, ella también le había prometido a Demelza que no diría nada. Fue un momento terrible para su amiga, que la había marcado para siempre y del que aún no se había recuperado del todo. Pero Demelza había decidido que no quería que nadie se enterara. Ella no había estado de acuerdo. Había insistido, debían ir a la policía, hacer la denuncia. Pero inmediatamente Demelza todo lo que quería era no pensar en ello, dejarlo atrás. No quería tener que contarlo de nuevo, revivirlo otra vez. Se había enojado con ella cuando se lo contó a Ross. Eso suena muy civilizado. Se lo había gritado, que ¡cómo podía ser tan estúpido! ¿Cómo pensó que ella podía engañarlo? ¿Por qué no la escuchó ni la dejó explicarse? Sus palabras mezcladas con lágrimas y acusaciones y todo menos halagos. Demelza se había enfurecido con ella. Por eso vaciló si contárselo a George, pero ella misma prácticamente se lo había dicho hacía un momento. Sólo que el narcisista de George no lo terminaba de comprender.
"George… lo que tú presenciaste no fue una infidelidad."
"Se lo que vi. Estaban besando, toqueteándose por todos lados…"
"¡No, George! Joder… Era él quien estaba… Demelza fue a esa fiesta, sí. Tomó un trago, sí. Y eso es todo lo que se acuerda. Él puso algo en su bebida… y luego la llevó detrás, a ese lugar donde tú los viste. Donde tú la podrías haber ayudado." – Caroline dijo lentamente.
El primero en reaccionar fue Hugh. Exclamó un "¡Por Dios!" bajo y horrorizado. No hizo falta que le dijera nada, con solo una mirada y el joven comprendió. Levantó las manos, agregó "No diré nada." Y un "Algunos hombres pueden ser unos imbéciles." – moviendo la cabeza, decepcionado de su propio sexo.
George levantó la cabeza de golpe hacia ese extraño, pensó que estaba hablando de él. Pero pronto se dio cuenta que no, que estaba hablando del tipo.
Caroline lo vio tragar saliva, tratando de procesar lo que acababa de decirle. Se aclaró la garganta. "¿Él… llegó a…?" – intentó preguntar, su voz baja.
"No. Después de un rato el efecto de lo que sea que le dio se fue pasando y pudo zafarse antes de que… algo peor sucediera. Pero tú ya habías tomado las fotos e ibas camino a tu amigo para acusarla y él eligió creerte a ti."
George llevó una mano a su frente, la arrastró hacia abajo por su cara. Finalmente había entendido, o eso creyó ver Caroline.
"Tal vez sea hora que dejes de comportarte como un cretino con ella."
Sus ojos estaban rojos. ¿Eran esas lágrimas? No, seguro era el cansancio y la sorpresa. George la miró mientras ella se acomodaba de nuevo en el sillón, luego giró sobre sus talones y salió por la puerta.
"Demelza…" – Ross la llamó. Demelza caminaba con paso apresurado hacia ningún lugar en particular, allí no sabía adónde ir. Había muchos más autos en el estacionamiento que cuando llegaron. Había gente, familias desperezándose después de estar detenidos en el tráfico durante tanto tiempo, niños corriendo entre los vehículos.
Quería estar sola. Se alejó por una calle lateral que se internaba en los campos. Su brazos cruzados sobre su pecho, aun sentía su corazón latir con fuerza. Le ardían los ojos, pero no caían lágrimas. Sabía del hombre que la seguía, pero no tenía ganas de hablar, de discutir de nuevo. Solo caminó. El cielo de un color naranja, las nubes como pinceladas en un canvas que parecían darle vida al atardecer. Había una cerca entre dos grandes árboles, ya se habían llevado a los animales. Apoyó sus codos sobre ella mirando la gran extensión de tierra verde. Ross la alcanzó, se acercó a ella lentamente.
"Demelza…" – Dijo de nuevo.
Ella cerró los ojos.
"Quiero estar sola por un momento, por favor."
Veía el contorno de su figura por el rabillo del ojo. Se quedó un momento allí, en silencio. Como decidiendo que hacer. Luego dijo suavemente: "Bien. Me quedaré por aquí cerca. Siempre estaré aquí para ti, Di."
Demelza no se dio vuelta. Pero se percató de su sombra alejarse. Sabía que no estaba muy lejos, sabía que estaba allí. Sólo le estaba dando el espacio que ella había pedido, como lo había hecho todo ese tiempo. Necesitaba estar sola. Necesitaba ser ella quien superara esto. Respiro profundo. Ya casi no tenía esos episodios de pánico. Rara vez se despertaba ya porque había soñado con esas manos extrañas tocándola, con sus labios en los suyos. Con esa sensación de que quería gritar pero no podía, eso era lo peor. Otra respiración para calmar su pulso. Ya casi no pensaba en ello, casi no pensaba en la expresión en el rostro de Ross cuando la encontró esa noche para decirle que todo se había acabado, que no podía creer que ella fuera capaz de hacerle algo así cuando sabía por lo que él había pasado... No pienses en eso, se dijo allí en el campo. Otra respiración. Había decidido que no dejaría que ese momento la marcara, que podía ser como un mal sueño, una pesadilla, pero que despertaría y lo superaría. Y todavía estaba trabajando en ello. Cada día un poco mejor, cada día un poco más lejos. Pero pensar en ello, hablar de ello como lo había hecho hacía un momento, todavía la perturbaba. Dudaba que algún día dejara de hacerlo. Solo tenía que dejar de pensar y hablar de ello. Pero con Ross y George allí… ¿En qué rayos estaba pensando?
"¿Crees que Verity se enojara mucho conmigo si no voy a su boda?" – Preguntó en voz alta después de un rato pero sin darse vuelta. Escuchó sus pasos sobre el césped, se había alejado, pero aun estaba allí.
"Sí. Se enojara muchísimo." – respondió él.
La vio suspirar. La noche llegaba con más velocidad ahora, el cielo ya no era naranja. Había salido una estrella.
Ross se acercó a ella, apoyándose en la cerca también, mirándola y luego al campo. Continuó en silencio, como ella le había pedido. Después de unos minutos de estar allí sin decirse nada, Demelza se volvió hacia él. Él giro su rostro y le sonrió.
"¿Qué haces aquí?" – susurró ella.
Con la noche, se comenzaban a sentir otros sonidos provenientes del campo. Un búho graznó desde algún lugar sobre sus cabezas. Había comenzado a correr una brisa, tibia por ahora, pero que en unos minutos refrescaría el día agobiante.
"¿Adonde más podría estar?"
"Con ella."
"No, eso nunca." – Demelza hizo una mueca, y él sabía porqué. Entendía porque ella no le creía. – "Ella no es lo que quiero. ¿Cómo podía serlo desde que te conocí?... Lo siento, lo siento mucho. Nunca debí permitir que me alejara de ti… no, yo nunca debí alejarme de ti. Nunca debí dejarte sola. Dejar que fueras sola esa noche. Si yo hubiera estado allí…"
"No, Ross. Eso no fue tu culpa, solo mía."
"Pero si yo…"
"Detente. Estoy intentando no pensar en eso, ya pasó. Es parte del pasado. No te considero culpable de ello, si eso te ayuda." – le dijo. Porque ahora comenzaba a comprender algo de lo que él sentía, el motivo por el que había buscado ayuda.
"Pero sí me consideras culpable de otra cosa. Nunca te engañé. Nunca me acosté con ella, lo juro."
Ahí. Su corazón comenzó a latir con fuerza de nuevo. Si habían dormido juntos o no, ella nunca lo supo a ciencia cierta. Lo que sabía era que apenas ella lo buscó, él se puso a su merced. Llegando tarde a casa, pendiente de su teléfono todo el tiempo. Se alejó de ella. Como si lo que ella tuviera para darle, como si todo lo que habían compartido hasta entonces no hubiera sido nada en comparación a lo que ella le ofrecía.
"Aun así, me dejaste. Te habías alejado de mi mucho antes de esa noche. Y yo sé por qué…" – Demelza se detuvo. Miró sobre su hombro, había alguien más allí.
"¿Demelza?" – Ross se volvió al escuchar la voz de George. – "¿Podría hablar contigo un momento?"
"Piérdete, George." – dijo él apenas lo vio.
"No la voy a molestar. Un momento, Demelza. Por favor." - Ross se volvió hacia ella de nuevo, Demelza asintió.
"Me quedaré aquí cerca."
"Estaré bien, puedo con él. No te preocupes." – Ross se atrevió a apoyar su mano en cerca de su hombro por un instante. Ella no se inmutó.
Demelza, su corazón casi saliendo por su garganta, vio como Ross se alejaba y su amigo se acercaba. Judas. Tal vez no era mala idea lo de hablar, terminar de una vez con esa historia. ¿Le creía cuando dijo que no se había acostado con Elizabeth? Sí. Sabía que Ross era honesto. Nunca le había mentido.
"Demelza…" – Ah, sí. George. ¿Acaso querría seguir discutiendo con ella? Se concentró en él. – "Yo… uhm…"
Extraño que se quedara sin palabras.
"No lo hicimos a propósito." – intentó ayudarlo ella.
"Sí, no es eso. Caroline me contó… yo… no sabía…"
"Oh."
Oh.
"Tú … si hubieras pedido ayuda…"
"No podía."
"Ya veo. Yo… no fue lo que me imaginé."
"Por supuesto. Lo que te imaginaste fue que estaba poniendo los cuernos a tu amigo. George, ¿Qué es lo que quieres que te diga? ¿Quieres que te haga sentir bien contigo mismo? ¿Qué te diga que no fue tu culpa, que como lo podías haber sabido? ¿Eso es lo que quieres?" – soltó exasperada. Judas, Caroline. Pero no era su culpa, fue ella quien se lo había dicho.
"No. Solo quería decirte que… lo siento."
Oh…
Demelza abrió mucho los ojos, sorprendida. Ni en un millón de años hubiera esperado una disculpa. ¡De parte de George! Ahora era ella quien no sabía que decir.
"Eso." – dijo él, dio media vuelta y se fue antes de que ella pudiera reaccionar.
Ross vio pasar a George, caminando con prisa rumbo al hotel. Pero no se detuvo a hablar con él, Demelza venía unos metros más atrás, aún medio aturdida.
"¿Estás bien? ¿Qué quería?"
Demelza desacelero su marcha para que dejar que George se adelantara.
"Me pidió disculpas." – le dijo, como si fuera un secreto.
Ross comenzó caminar junto a ella, casi hombro con hombro.
"Después de lo que dijo, era lo menos que podía hacer."
"No, no por eso. Por… aquella noche."
Ross se detuvo, tampoco lo podía creer.
Cuando regresaron de vuelta al lobby, ya no estaban ellos solos. Maggie atendía a una familia recién llegada que quería una habitación para pasar la noche. Hugh estaba bebiendo un refresco de una máquina expendedora, Caroline estaba desparramada en el mismo sillón donde la habían dejado y George miraba su celular en silencio. Al detenerse en la puerta, Demelza sintió sus dedos recorrer unos centímetros de su columna, se detuvo en seco. Pero antes de que pudiera siquiera mirarlo, él ya la había sobrepasado y entrado en el lobby como si nada. Pero no se sentía como si nada. Se sentía familiar, y… excitante. No debería sentirse así. No después de tanto tiempo.
"Deberíamos quedarnos a pasar la noche aquí." – Dijo Caroline. – "George y Hugh necesitan un baño. Tú tienes que descansar y ya no vamos a llegar al drunch. El drunch ya comenzó. Podemos dormir un poco y salir mañana por la madrugada."
"Creo que tienes razón." – Ross estuvo de acuerdo.
Demelza miró a George y a Hugh que asintieron. "Lo que tú decidas." – Dijo el joven. Y a decir verdad la idea de dormir un poco y no volver a la carretera le apetecía a ella también.
"Esta bien. Saldremos mañana antes de que amanezca y no nos detendremos hasta llegar."
"¿Él también?" – Preguntó Hugh dando un cabezazo en dirección a George. George levantó la vista del teléfono, expectante.
"Sí, todos." – Dijo ella. George volvió a su teléfono.
"Intentaré comunicarme con Verity." – Dijo Ross y regresó hacia la puerta. Demelza se enderezó, alerta, pero Ross no volvió a tocarla cuando pasó junto a ella. Demelza notó que Caroline la observaba con atención, arqueando una ceja.
"Bien. Maggie, nos quedaremos."
"¡Oh! Menos mal que se decidieron, porque solo me queda una habitación."
Mientras ella completaba el formulario del check in, escuchó a Ross llamarla.
"Demelza, ¿puedes venir un momento?"
Se dio vuelta con el entrecejo fruncido.
"Estoy completando esto…"
"Ven." – le dijo con esa voz que no daba lugar a discusión. Demelza dejó la lapicera e hizo señas a Caroline para que continuara con el formulario. Hugh se apresuró a ayudarla a levantarse.
Demelza lo siguió afuera. Cuando se alejaron unos pasos, Ross le dio el teléfono.
"Verity quiere hablar contigo."
Oh, Judas. La asesinaría.
"Lo siento mucho, Ver. Llegaremos a tiempo para la ceremonia, lo prometo."
"Demelza… ¿George viene contigo? ¿Es verdad? ¡¿Por qué?! ¿A qué viene?"
Demelza lo miró a Ross. "¿Cómo que a que va? A la boda, tú lo invitaste."
"Yo no lo invité, Demelza."
