Capítulo 38
Demelza cortó la comunicación, tan atónita como Ross se veía. Le tomó unos segundos devolverle el teléfono, y él lo recibió con lentitud también. Los dos mirándose sin poder entender.
Fue Ross quien habló primero. "¿George y Verity?" – preguntó incrédulo. Le parecía que habían entrado en una dimensión desconocida.
"Es lo que ella dijo… ¿Qué te dijo a ti?" – le preguntó ella a su vez, porque no estaba segura de cuánto le había dicho Verity a su primo.
"Me preguntó que – qué hacía con George. Se sorprendió cuando lo mencioné y le dije que nos retrasamos porque lo estábamos esperando. Se puso nerviosa. Dijo que como se me ocurría llevarlo, que iba a intentar detener la boda. Yo le dije que George me dijo que estaba invitado y que ¿Por qué intentaría detener la boda? Y ella respondió que porque aún estaba enamorado de ella. Y luego preguntó por ti, quiso hablar contigo."
"¡Judas! Al parecer hay historia entre ellos."
Los dos se miraron. "¿Qué? ¡Nah! ¿Desde cuándo?"
"No lo sé, yo no tenía idea. Me dijo que volvieron a salir un tiempo luego del Bautismo de Geoffrey Charles, que no duró mucho, pero que George sigue enamorado de ella." – no podía creer lo que sus labios decían.
"¿Verity no estaba saliendo con Andrew en ese tiempo?" – Demelza abrió mucho los ojos, y no pudieron evitarlo, se echaron a reír.
"No no no, espera. ¿Verity? ¿Mi prima Verity? ¿Mi santa prima Verity engañó a su prometido con… con George?"
"No era su prometido entonces. Apenas empezaban a salir."
"Ya llevaban unos meses…"
"Y dijo 'volvieron'. Eso quiere decir que ya habían estado juntos antes."
"Oh, por Dios. ¡Imagen metal!" – Ross apretó los párpados, como si su prima y George se estuvieran besando enfrente suyo y él no quisiera verlos. Demelza sonrió al mirarlo, de repente toda su historia, toda la tristeza y los recuerdos habían quedado a un lado. En ese momento solo eran esos antiguos amigos, sorprendidos y riéndose con complicidad de problemas ajenos. No estaba del todo bien, claro. Pero no podía negar que era divertido. Era divertido porque ellos lo hacían así.
"¿Crees que aún sigue enamorado de ella?"
"George, ¿enamorado? ¿De qué estás hablando, Di?"
"¿Y entonces que hace aquí? Además de arruinar mi viaje, claro. ¿No te dijo nada? Intenta recordar, tú lo estabas llevando a la boda."
"Yo…" – Ross trató de hacer memoria. – "Me llamó preguntándome si iría a la boda. Le dije que sí, pero que iría con alguien." – Demelza desvió la mirada de su rostro por un instante, Ross se dio cuenta. – "Después eso se terminó, y mi terapeuta insistía con eso de perdonar y pensé, no sé, pensé que sería una buena oportunidad…"
"Y en el camino, ¿no te dijo nada?"
"Solo se quejó de que tuvo que madrugar, y me habló de trabajo, nada más."
"¿Todo bien por aquí?"
Demelza dio un salto. La voz de George la sorprendió, los sorprendió a ambos.
"Todo está bien, George." – respondió Ross.
"¿Demelza?"
"S-sí. Todo está bien."
"Bien, nosotros iremos a la habitación. Caroline se quiere recostar y yo me quiero dar un baño. Es la 102."
Demelza asintió sonriendo, y le hizo un gesto de OK con la mano. Ross no podía creer lo que estaba viendo.
"¿Y eso? ¿De pronto se preocupa por ti?" – Bromeó. Ella no le hizo caso.
"¿Y qué vamos a hacer ahora? Verity no quiere que vaya, me dijo que me deshiciera de él."
"No podemos matarlo, Demelza, si a eso te refieres."
"¡Judas!" - Esta vez sí se rio. – "Vas a tener que hablar con él."
"¿Yo? ¿Por qué yo? Tú decidiste esperarlo aquí."
"Tú lo trajiste para empezar. No lo sé, tal vez solo quiera… ¿desearle felicidades? Eso no estaría tan mal. ¿Qué? Podría ser una posibilidad."
"Creo que deberíamos decírselo a Caroline, ella sabrá qué hacer."
"Sí, tal vez ahora que se está bañando… ¿Y qué es lo que lleva en esa gran maleta? ¿Y el regalo?" – se detuvieron cuando iban camino al hotel, y volvieron sobre sus pasos. Esquivando autos, caminando cerca. Sintió otra vez el roce de sus dedos por un instante, esta vez en su hombro. Como si no pudiera evitarlo, como si lo hiciera inconscientemente. ¿Y qué hay si ella lo tomaba por la cintura y se abrazaba a él por detrás? Le solía encantar hacer eso.
¿Qué rayos estás pensando?
Ross la vio sacudir la cabeza. Se veía tan bonita bajo la noche estrellada. Los dedos le hacían cosquillas y parecían tener vida propia, siempre atraídos hacia ella. Tenía que controlar esos impulsos, esas ganas de abrazarla, de besarla. Recordarse que ella no quería eso, que a pesar de esta pequeña tregua ellos aún estaban distanciados. Que aún había tanto que debían decirse. Pero Ross no podía evitar sentir ese rayo de esperanza, más cuando ella actuaba con tanta normalidad alrededor de él. Le había tomado todo el día, pero estaba bajando la guardia. Podía sentirlo.
"La maleta necesita una clave para abrirse." – anunció Demelza al abrir el baúl.
"Bien, veamos el regalo entonces."
"Ross, espera." – pero Ross ya estaba rasgando el papel plateado que George había llevado sobre sus piernas durante todo el camino. No estaba segura de que se le había cruzado por la cabeza, o si pensó que podía ser algo peligroso. Judas, Hugh le estaba pegando la paranoia, pero ni en mil años se le hubiera ocurrido pensar que eso era lo que había en la caja.
Ross miraba a los ojos a un oso de peluche blanco, con orejas en forma de corazones, y que sostenía un almohadoncito rojo que decía "I love you."
"Ohhh, es ¿tierno?" – Fue lo que atinó a decir.
"Está loco de remate. Absolutamente chiflado. Y si piensa que va a arruinar la boda de mi prima está muy equivocado." – a Ross el osito lo había sacado de las casillas. Era ridículo, una chiquilinada y no iba a permitir que George arruinara el día más importante en la vida de su prima. – "Lo dejamos. Nos vamos todos, ahora. Y a él lo dejamos aquí."
Se dio media vuelta, aún con el peluche en la mano, y se dirigió hacia el Budget Travel. Demelza dio un saltito y lo siguió.
"Judas, Ross. Espera. ¡Espera!" – lo terminó por tomar del brazo para que se detuviera. – "Espera. ¿Qué demonios te picó? Ya dijimos que primero lo hablaríamos con Caroline."
Ross la miró, y después bajó la mirada a la mano que todavía estaba apoyada en su brazo. Demelza la sacó rápidamente. "¿Qué ocurre?"
"¿Qué ocurre? Ha estado cargando esto todo el día. La guitarra de Hugh va en el techo, y él carga esto…" – exclamó estrangulando al oso con una mano. – "Está loco de remate, clínicamente hablando. No voy a dejar que le haga daño a Verity."
"No sabes cuáles son sus intenciones."
"¿Ahora lo defiendes?"
"¡No! Pero, creo que primero debemos hablar con él, dejar que se explique."
"Eres muy ingenua." – Dijo cortante. Y eso le dolió. No lo decía por eso, pero lo dijo como si fuera un defecto propio de ella.
"¿Por eso me meto en problemas?" – Demelza mantuvo su mirada un momento y luego movió su cabeza de un lado a otro, casi de forma imperceptible. Recién entonces Ross comprendió como había interpretado sus palabras.
"No. Hablo de George. Di…"
Demelza había vuelto al auto, habían dejado la puerta de atrás abierta. Dijo algo, pero no lo llegó a escuchar.
"¿Cómo?"
"¡Qué no me llames así! Ya no soy 'Di' ¿Tu princesa? ¿Eso era lo que significaba? Pues ya no. Y sí, fui ingenua al aceptar que vinieran en mi auto. Los dos. Pero esa noche, no. Todo lo que hice fue salir con mis compañeros de trabajo, y fui sola porque mi novio no quiso ir, porque tenía otro compromiso con otra mujer. Y sí, dirás que necesitaba ayuda, que estaba pasando por un mal momento y estaba sola con su hijo y todas las excusas que pusiste, tu tomaste tu decisión y yo tomé la mía. Y los dos tenemos que vivir con las consecuencias. ¿Quieres dejar a George aquí? Está bien por mí. Tú podrías quedarte también."
Ross, algo aturdido por la golpiza que acababan de darle y que no vio venir, lo único que atinó a hacer fue a sujetarla de la muñeca cuando se alejó un paso. La soltó al primer "Déjame." Estaba furiosa.
"No sabía que me odiabas tanto…" – dijo en un susurro. Ella se detuvo. Demonios. Mierda. Estos cambios de humor la estaban mareando, casi que le causaban náuseas. Ross la desestabilizaba. Había sido así cuando lo conoció, cuando de golpe se vio atrapada por ese hombre. Atrapada no es la palabra correcta, ¿cómo se describe a una persona que se convierte en tu mundo entero? Pero no de una mala manera. Sus mundos colapsaron. Con violencia al principio y después sobrevino una calma que la hizo amarlo aún más. Le hizo tener la certeza que ese era su mundo, el de los dos, y que solo ellos lo habitaban. Pero no era así para él, en su mundo ya había alguien más.
"Lo siento, Demelza. Lo siento tanto. Te lastimé, sé que lo hice y nunca podré perdonarme..."
"No fue tu culpa, ya te lo dije." – lo interrumpió ella sin terminar de darse vuelta. Ross solo veía su espalda y apenas el perfil de su nariz.
Fue su silencio lo que hizo que se diera vuelta. Ross estaba apoyado contra su auto, el ridículo osito en su mano, los hombros caídos, la mirada en el piso.
"No te odio. Nunca lo hice. No creo ser capaz de poder hacerlo…" – dijo en voz baja, dando un paso hacia donde él estaba.
"Pero me alejaste de ti de todas formas…" – Sus voces quedaban perdidas en la joven noche. Adentro, el hotel estaba repleto. De eso vivía, de los atascamientos de tránsito y gente cansada de conducir. Pero ese pequeño lugar parecía alegrarlos. El comedor estaba repleto, Maggie podía verse sirviendo té y refrescos, su hija había venido a ayudarla y preparaba pasteles de carne en la cocina. Demelza se apoyó en el auto también, un poco separada de él. Intentando buscar lo que él miraba en el suelo.
"Necesitaba estar sola. Creí que debía superar esto por mi cuenta y tú no… no estabas. Hacía tiempo que no estabas."
"¿Y funcionó? ¿Lo superaste?"
Demelza llevó los hombros a sus orejas, formó una línea en sus labios. ¿Lo había superado? ¿Qué era lo que debía superar exactamente? ¿A Malcolm? ¿A Ross?
Él había vuelto su mirada hacia ella. Sus ojos brillaban, húmedos. Apesadumbrados, pero llenos de esa ternura que él tenía. Como solía mirarla antes, antes de que todo se arruinara. La tomó desprevenida. Era tan fuerte, esa conexión, que no podía soportarlo, le dolía. Le dolía porque nunca llegó a comprender porque él había elegido a otra persona sobre lo que ellos tenían. Demelza tenía una teoría, por supuesto. Pero no era menos dolorosa. Tuvo que desviar su mirada.
"Hago lo mejor que puedo."
"Podría haberlo matado." – dijo entre dientes. Cuando volvió a su departamento esa noche, tenía los puños ensangrentados. Le había roto la nariz. Lo había buscado, no había sido difícil, el estúpido compartía todo en sus redes sociales. Él debería habérselo imaginado. Lo había visto varias veces en las salidas con los compañeros de trabajo de Demelza. Lo había visto mirarla de esa forma. Demelza le había contado que a veces se comportaba extraño con ella. Tendría que haber ido esa noche. Y el tipo tendría que estar en la cárcel, pero Caroline le había dicho que Demelza no quería saber nada con ir a la policía. No había sucedido nada después de todo. Así que él hizo justicia por mano propia.
"¿Qué hiciste? ¿Hiciste algo?" – Demelza no lo sabía. Para ese entonces ya no se hablaban y él no se lo había dicho a nadie. – "¿Ross?"
"Lo que hice fue poco comparado con lo que se merecía."
"¡Judas! ¡Podrías haberte metido en problemas!"
"¿Crees que me hubiera importado después de lo que hizo?" – Demelza lo observó por un instante más y volvió a apoyar su espalda en Minino.
"Caroline me insistió en hacer la denuncia. Sé que debí hacerlo, pero… no sé. Todo lo que quería era olvidar. Olvidar esa noche." – Demelza dijo después de un rato.
"Lo entiendo. Di – Demelza… no sabes cuanto desearía volver el tiempo atrás, haber estado contigo. Si hubiera estado allí…"
"No hagas eso, Ross. No desees lo imposible, no tiene sentido. Todo lo que podemos hacer es tratar de hacer lo mejor con lo que tenemos. Estoy cansada de recordar esa noche. Este día ha sido agotador, hablemos de otra cosa…"
"¿De George?" – preguntó él con una pequeña sonrisa.
"De ti. De tu trabajo. Dejaste la fotografía, ¿por qué?"
Ross volvió su rostro hacia ella. Para él también, estos cambios de ambiente parecían como una montaña rusa. Hacía un momento ella estaba furiosa, ahora le preguntaba por su trabajo. Como si fuera algo normal, dos amigos que se reencuentran después de mucho tiempo y tienen que ponerse al día.
Le contó, le dijo que no había dejado la fotografía solo que ahora no vivía de ella. Que llegó un momento que tenían tantos pedidos que necesitaba tiempo, y al dedicar más tiempo los muebles se volvieron más elaborados y se vendían a más precio. Le dijo que formó una sociedad con Zacky y emplearon a un par de chicos, y otros ayudaban también. Que continuaban con las clases en el taller, pero habían alquilado otro lugar porque necesitaban más espacio para el depósito. Empezaron a tener clientes, mueblerías a quienes vendían y otros estudios de decoración además del Estudio de Verity, que requerían muebles a medida.
"Tomé un curso también, de diseño. Solo unos meses. Tus diseños aún continúan siendo los más vendidos."
"Wow, Ross. Eso es… increíble. ¿Y te gusta? Siempre dijiste que ese no era tu oficio sino el de tu padre."
"Pues, resulta que tenías razón. Sí, me gusta. Lo disfruto. Mi terapeuta dice que es porque es una manera de conectarme con Joshua. No lo sé… Dice muchas cosas."
Demelza movió los pies, algo incómoda, pero apoyó su cuerpo sobre el costado del auto, girándose un poco más hacia él.
"¿Y qué dice sobre mí?" – se atrevió a preguntar. Vio algo que interpretó como tristeza en su mirada, que volvió a sus pies cuando respondió:
"Dice que debo cerrar ciclos. Que gran parte de mi problema es que me aferro a las cosas, y no las dejo ir."
Ella pestañeo, asimilando sus palabras. Le sonaba a otra historia, a ese Ross que conoció al principio, pero poco a poco se dio cuenta que no sólo hablaba de ello. También hablaba de ella, de su relación. No sabía por qué la sorprendía y, a decir verdad, se sentía algo culpable porque en ese tiempo solo se había enfocado en ella. No había pensado en cómo se sentiría él. Quiero decir, era lógico después de lo que le había pasado, pero aun así. Él la había dejado, pero ella lo había dejado también.
"Tal vez tenga razón… si a lo que te aferras te hace daño o no es lo que tú quieres…"
"Tú nunca me hiciste daño."
"¿Nunca? Sufrimos, no puedes negarlo." – Dijo. Su cara redonda al igual que sus ojos. Aún se veía como un dibujo animado.
"Los dos sufrimos juntos sí, pero eso no fue tu culpa." – respondió él con firmeza, porque por supuesto comprendió a que se refería. Fue Demelza quien apartó la mirada entonces. – "Y luchamos para salir adelante a pesar de ese dolor, ¿no es así?"
"¿Lo hicimos?" – esta vez, Ross no comprendió. Demelza sacudió la cabeza. – "Ella tiene razón. Tu terapeuta. Y, tú también. Acerca de que tenemos que hablar… cerrar etapas para poder seguir adelante."
Él estaba parcialmente de acuerdo con eso.
"Pensé que tú habías seguido adelante."
"No del todo."
"¿Y que hay si no tiene razón? ¿Si no hay que cerrar esta etapa? Y si hablamos, y decidimos no hacerlo, ¿no es esa una posibilidad también?" – dijo, con un dejo de desesperación. La misma desesperación que ella sentía en su pecho. – "No creo que todo se vaya a arreglar con una conversación."
"Podemos tener muchas conversaciones."
"Ross, no…" – Demelza suspiró, un sonido que salió desde su pecho. "¿Qué – que dices? ¿Por qué querrías eso, si tú la amabas a ella?"
"No. Demelza, eso no es cierto."
"Lo es. Sé, se lo que sentías por mí. Se que tu cariño era sincero."
"Mi amor." – aclaró él.
"Pero entonces, tú aún la querías a ella."
"No. Escucha, sé que se veía así. Fui tan estúpido. Ese último tiempo, ella me pidió ayuda y yo…"
"Corriste como un perrito faldero tras ella. Después de lo que te había hecho."
"Ella estaba sola con su hijo, Francis estaba siendo un capullo…"
"Sí, escuché eso antes. No son más que excusas. Tu querías estar con ella, con su hijo, querías esa familia…"
"No. No trato de excusarme, sé que estuve mal. Y que me debería haber dado cuenta antes. Que ella no era lo que yo quería. Lo supe en el momento en que te perdí, en el que me di cuenta de que debido a mis acciones, tú sufrías. Y me debí haber dado cuenta antes, que ella no significaba nada para mí. No entonces, mucho menos ahora. Yo fui el capullo. Y quizás tú crees que no fui el culpable de lo que sucedió esa noche, pero soy culpable de algo peor. ¿Perdonar para perdonarse? No creo que funcione conmigo. Porque no merezco tu perdón."
Ross se sobresaltó cuando Demelza apoyó su mejilla en su hombro. Se había quedado en silencio, y él había vuelto su mirada al piso. Levantó la cabeza y abrió algo sus brazos, y ella aprovechó para enganchar su codo en el suyo. Sintió su corazón acelerarse, Demelza lo había evitado durante todo el día y ahora era ella quien lo sostenía.
"Nunca quise que sufrieras así. No fue mi intención." – susurró después de un largo silencio.
"Lo sé. Por supuesto que lo sé."
"Quiero que seas feliz, Ross. Que tengas una vida plena, sin ataduras ni remordimientos."
"Yo quiero lo mismo para ti."
El tiempo pareció detenerse. Los segundos danzando a su alrededor, los minutos podrían haber sido años. No había nada más que ellos en ese momento y los dos lo sentían así. Como si el tiempo fuera un papel y se hubiera doblado, y ese punto coincidiera con un punto años atrás en la parte de la hoja de enfrente. Judas. Lo había escuchado en un documental de astrofísica. Miraba muchos documentales últimamente, se preguntó que miraría él.
Ross no quería moverse, no quería emitir otra palabra en caso de que ella se alejara. Muy lentamente, había apoyado el costado de su rostro en su coronilla. Ella aún sujetaba su brazo. Sabía que ese momento se terminaría, todavía tenían que lidiar con todo el asunto de George, pero intentaría que durara lo máximo posible. Porque en el fondo temía que no se volviera a repetir, más allá de todo lo que pudieran hablar. Aun cuando se dijeran todo lo que se tenían que decir, no había garantías de que ella le diera una nueva oportunidad. Excepto, por supuesto, que ella estaba allí.
NA: ¡Gracias por leer! Como saben, me gusta que los personajes tengan un paralelo con su historia original, aunque en esta historia me permití desviarme un poco con los personajes secundarios. ¡George y Verity! Admito que no lo vi venir jejeje
