Capítulo 45

"Buenas tardes, Demelza. ¿Cómo estás?"

"Hola." – respondió Demelza, entrando sonriente y cerrando la puerta tras ella.

"¿Cómo estuvo tu semana?"

"Bien. Algo atareada. El casamiento de mi padre es este fin de semana. Va a ser algo pequeño, pero aún así hay muchas cosas que hacer."

"¿Y ese es el motivo de tu sonrisa? ¿Te alegra que tu papá esté por empezar esta nueva etapa o hay otro motivo?" – preguntó la psicóloga. Demelza se había sentado frente a ella en su escritorio. Había varios lugares donde sentarse en el consultorio. Un sillón de dos cuerpos y uno pequeño, esos con un solo respaldo donde uno puede recostarse, como de psicólogo de película. Un par de sillas junto a la ventana, pero ella había elegido el asiento frente al escritorio porque así podía apoyar sus brazos. Además, el primer día había llevado un cuaderno para tomar notas, no sabía muy bien de qué. En caso de que le diera ejercicios, o por si le decía que tenía que trabajar en algo, no quería olvidarse con tantas cosas que tenía en la cabeza. El cuaderno aún estaba en su bolso, pero no lo había necesitado todavía. Las dos sesiones que había tenido hasta entonces solo habían consistido en hablar. Nada más.

"Sí me alegra. Anne es una buena mujer, y me tranquiliza saber que mi papá tendrá alguien que lo cuide. Que esté con él durante el día. Yo trato de estar lo más posible, pero con el trabajo… se complica. Pero, en realidad, venía sonriendo porque Ross me envió un mensaje." – dijo. Porque se suponía que debía decirle la verdad a su psicóloga, se suponía que ese era un espacio seguro y que podía contarle lo que ella quisiera. La mujer asintió, expectante. Era algo más grande que ella, pero aún joven, y transmitía una tranquilidad que la relajaba y rápidamente la hizo entrar en confianza. – "Solo me deseó suerte para la sesión de hoy y bromeó que hablara bien de él."

Por eso estaba sonriendo al entrar.

"¿Seguiste hablando con él esta semana?"

Demelza asintió, tamborileando los dedos sobre el escritorio. "Va a venir este fin de semana, papá lo invitó a la boda."

"¿Y cómo te sientes respecto a eso?"

"En realidad, fui yo quien le dije que podía venir. No creo que hubiera venido si yo no estaba se acuerdo."

La psicóloga anotó algo en su libreta.

"¿Quieres hablar de él hoy?"

Demelza se acomodó en el respaldo se la silla. Aunque no lo crean, no había hablado mucho de Ross en las primeras dos sesiones. Solo de manera general, por arriba. Primero había tenido que hablar sobre ella, sobre su infancia. Sobre su madre y la depresión de su papá, como ella había tenido que cuidar de sus hermanos. Como se había mudado a Londres con su mejor amiga. En la segunda sesión le había contado sobre la pérdida de su embarazo, lo que le había llevado toda la hora. Ross había aparecido muchas veces en esa conversación, claro. Pero no había estado centrada en él.

"Creo… creo que sí."

"Solo si te sientes lista."

"Me gustaría, sí. Es una de las razones por las que vine. Él."

"Espero que hayas venido por ti también."

"Oh, sí. Sólo, en este tiempo, luego de que nos separáramos, yo había querido venir pero nunca me animé. Y cuando me dijo que él estaba yendo a terapia, no sé, me pareció bien por él, pero yo me sentí como una cobarde."

"No eres cobarde, solo no estabas lista aún."

"Mmm… puede ser."

"¿El te alentó a venir?"

"No directamente. Pero me dijo que me sería de ayuda cuando le conté que iba a empezar."

Sí, había estado hablando con Ross en las semanas que pasaron desde el casamiento de Verity. El primer mensaje había sido para asegurarse de que había llegado bien al hospital donde estaban internados los Enys. Ella le había enviado un par de fotos de su ahijada. Cuando llegó a Cornwall le avisó que había llegado bien a casa, tal como él se lo había pedido. Él le contó que había vuelto en tren a Londres, en el mismo en el que iba George. Así que esa misma noche la llamó para contarle. Después de todo, ella quería saber también. Luego habían sido mensajes que Ross le enviaba. "Buenos días" "¿Cómo va el trabajo?" Los respondió educadamente pero sin mucho detalle durante algunos días, pero tampoco le dijo que dejara de enviarlos. Para el fin de esa primera semana, Demelza había sacado turno con la psicóloga, Caroline, Sarah y Dwight habían regresado y ella le envió la invitación a la boda de Tom Carne y Anne Chewidden por mail. Ross le había enviado un mensaje de inmediato avisándole que lo había recibido y que iría, por supuesto. "Que bien. Papá está entusiasmado con que vengas." – respondió ella.

"Hola." – escribió él.

"Hola." – escribió ella. Y desde entonces no habían dejado de enviarse mensajes.

"¿Le cuentas lo que hablamos aquí? ¿Él te pregunta?"

"No. Él… Ross, creo que entiende como es esto. Hablamos de otras cosas. Principalmente de lo que estuvo haciendo en este tiempo, sobre mi Estudio. Acerca de Sarah. Sobre mis hermanos, su familia… sobre qué películas vimos en el último tiempo…"

De hecho, la noche anterior, Ross le había sugerido si quería ver una película con él. Ella en Cornwall, él desde Londres. Los teléfonos en altavoz. Demelza se había quedado dormida pasados quince minutos, era una semana ajetreada de verdad.

"Me dormí." – dijo, sola en su departamento.

"Me di cuenta." – dijo su voz proveniente del teléfono.

"Creo que mejor me voy a acostar. Mañana me tengo que levantar temprano, tengo turno con la terapeuta al mediodía y quiero llegar antes al Estudio." – Así es como supo a qué hora enviarle el mensaje deseándole suerte.

"Suenan como conversaciones que tendrías con un buen amigo."

"Lo es. Él… lo era. Verás, ese es el problema. Siempre – siempre fue tan fácil hablar con él, siempre nos llevamos bien. Y estos últimos días, él… es como si estos dos años no hubieran ocurrido. Solo, tengo que enviarle un mensaje y sé que podríamos quedarnos hablando por horas…"

"¿Y porqué sientes que eso es un problema?"

"Porque no puede ser tan fácil, ¿no es así? No después de lo que pasó."

"¿Quieres hablar de eso? ¿Quieres contarme lo que sucedió?"

Demelza tomó una gran bocanada de aire. "Yo… no sabría por donde comenzar."

"El principio siempre es un buen lugar."

"¿El principio del final?"

"Me dijiste que luego de lo que sucedió esa navidad, continuaron viviendo juntos."

"Sí. Nunca… ni siquiera lo pensé. El hecho de que vivíamos juntos y que éramos novios. Simplemente, así éramos nosotros."

"Háblame de como eran como pareja. ¿Cómo te sentías tú en esa relación?"

"Yo me sentía… feliz. A pesar de todo lo que habíamos pasado, fue como si eso nos hubiera unido de una manera especial. Porque solo él sabe lo que ocurrió… pero había más que eso. Nosotros siempre fuimos, no sé. Me cuesta describirlo." – Demelza sintió un calor en sus mejillas, la doctora aguardó a que ella siguiera hablando. – "Yo nunca había tenido una relación así antes. Mis novios anteriores, pues, no habían sido nada serio. Desde luego no conviví con ninguno de ellos. Y yo, hasta ese momento, tampoco me había hecho ilusiones acerca de tener una pareja, acerca de enamorarme o solo eran fantasías tontas, infantiles. Pero él, Ross, pues… si lo amaba. Mucho. Y sentía que él me amaba también. De verdad pensé que lo hacía."

"Tomate tu tiempo, Demelza."

El principio del final.

"Creo que todo comenzó en el funeral de su tía. Su tía Agatha, los dos la queríamos mucho. Veníamos a visitarla todos los meses. Ross estaba triste, y yo también. No lo vi entonces, pero después me di cuenta de que empezó allí. Francis, el primo de Ross y su esposa Elizabeth estaban allí también. Elizabeth, ella era la ex novia de Ross. Ella lo dejó, no, primero lo engañó con su primo, luego lo dejó y se casó con él. Creo que ya estaba embarazada… para ser honesta no lo recuerdo muy bien. El punto es que Ross siempre estuvo dolido por ello. Cuando lo conocí, él volvía de un viaje al que se había ido para intentar olvidarla. En ese momento no creí que lo hubiera hecho, pero después, cuando nosotros… pues no creí que él aún sintiera algo por ella. Pero evidentemente me equivoqué. Siempre hubo rumores de que el matrimonio de Francis y Elizabeth no iba bien, y esto se hizo obvio en ese funeral. Discutieron a los gritos frente a todo el mundo. En el momento, lo único que pensé es que eran unos desconsiderados por hacer un espectáculo en la despedida de la tía Agatha, más sabiendo que nunca iban a visitarla, pero no se acabó allí. Después vino el divorcio. Por mi amiga Verity, me enteré de que Elizabeth descubrió que Francis la engañaba y se fue de su casa con su hijo. Ella, ella lo llamó a Ross en medio de todo esto. Le pidió ayuda porque no tenía lugar donde quedarse. Ross me dijo recientemente, en estas semanas que estuvimos hablando, que él la ayudó a pagar el depósito para que pudiera alquilar un departamento. No me lo dijo en su momento. Luego, no sé, fue algo que ocurrió de a poco. Al principio iba a ver como estaban a la salida del trabajo, lo que me resultó extraño porque él siempre se apuraba por volver a casa."

"¿Le preguntaste sobre esto en su momento?"

"Sí, bueno. No quería ser egoísta, sabía que ella no la estaba pasando bien. Francis estaba furioso con ella, no le quería pasar dinero y no iba a visitar a su hijo. Y cuando le pregunté, solo dijo que la estaba ayudando. Pero después, cada vez llegaba más tarde a casa. Ross era fotógrafo y ella era modelo, así se habían conocido. Me dijo que la estaba ayudando a buscar trabajo. Esto suponía que él le estaba haciendo un book, le sacaba fotografías. Y yo me contuve, no quería ser la novia celosa. Sabía que Ross sería incapaz de engañarme, ¿Por qué habría de hacerlo? me decía una y otra vez. Pero con el paso de las semanas, él pasaba más y más tiempo con ella, o con ellos. Y cuando estaba en casa, nosotros no… oh, disculpa."

"No tienes que disculparte. Si no te sientes cómoda, no hace falta que lo digas."

"No. Es que… me da algo de vergüenza. Nosotros dejamos de… de hacer el amor. O de besarnos o abrazarnos. Siempre fuimos… demostrativos. O yo siempre fui a así, y él era así conmigo. Pero entonces eso pareció terminar y empecé a ponerme celosa. Y cada vez que sacaba el tema discutíamos, entonces me callé. No sé por qué. Empecé a tenerle rencor, porque no entendía por qué él prefería pasar tiempo con ella, después de lo que le había hecho, de como lo había lastimado. Cuando él no estaba, en mi mente tejía historias, me los imaginaba juntos. Me di cuenta de que él nunca había dejado de amarla, y entonces ¿Qué era yo?" – se preguntó. Se tuvo que aclarar la voz para continuar.

"Respira, Demelza. ¿Quieres algo de tomar? ¿Agua, un té?"

"Agua estará bien. Gracias."

Demelza se frotó las manos mientras la psicóloga se levantaba a traerle el agua.

"Te sentiste traicionada por una persona en la que confiabas." – dijo mientras ella bebía un sorbo.

"Una persona a la que amaba, sí."

"Entiendo. A veces cuando nos sentimos así, tendemos a descreer de la situación. A culparnos a nosotros mismos. Decimos, 'no, debo ser yo' porque no queremos creer que una persona que queremos nos pueda lastimar."

"No creo que él quisiera lastimarme…"

"Seguramente no, pero lo hizo ¿no es así?"

Sí, lo hizo. Demelza asintió.

"¿Qué debería haber hecho? ¿Debería haberme puesto firme desde un principio…"

"Hiciste lo que te pareció lo mejor en ese momento, aunque viéndolo ahora no creas que fue así."

"Hubo más. Algo que me hizo comprender… Un día que él estaba en casa, estaba enviándose mensajes con alguien. Yo pasé por detrás y llegué a ver su teléfono, estaba mirando una foto de – de ellos. Él tenía al niño en brazos y Elizabeth estaba a junto a ellos tomando la selfie. Los tres se veían sonrientes, como una familia. Parecía que estaban en un parque. Yo… yo…" – Demelza bebió un poco más de agua. Veía esa imagen tan clara en su mente como si la tuviera frente a sus ojos en ese mismo instante. – "… entendí que quería algo que yo no había sido capaz de darle y él lo había encontrado en otro lado. Me enojé, no recuerdo haber estado tan enojada antes. No le dije nada sobre la foto, pero recuerdo que discutimos esa noche y yo me fui a dormir a mi antigua habitación. Al día siguiente era la fiesta de despedida de un compañero de trabajo. Le pedí que viniera conmigo, pero me dijo que no, que tenía que ir a ver a Elizabeth. Le grité, 'Bien, vete con ella. Ya no se para que te molestas en volver aquí' o algo así. Recuerdo que en ese momento me vino a la mente que ese departamento no era mío, era suyo. Era su casa, no la mía. De repente los vi a los tres viviendo allí, y pensé que era una tonta. Me sentí de más, cómo que era la segundona. En algún momento cuando estaba más calmada le dije 'No podemos seguir así'. Pero él se fue igual, y yo decidí salir también. Seguía enojada y… celosa, supongo. No podía dejar de imaginármelos juntos. Tenía este compañero en el trabajo, para él era la fiesta de despedida. Malcolm. Siempre, desde el día que empezó a trabajar en la oficina tuvo algo conmigo. Me hablaba de forma distinta que a las demás, a veces decía cosas algo desubicadas y yo trataba de mantenerme alejada de él hasta el punto de que sentía que estaba siendo grosera. Pero jamás le di importancia, solo sabía que yo le gustaba. Y… yo… ¡Judas! ¿Cómo pude ser tan estúpida?" – exclamó, tomándose la cabeza.

"Tómate tu tiempo, Demelza." – dijo la psicóloga.

"Quise… no sé en qué demonios estaba pensando, lo siento. Cuando salí de casa fui con la idea de, no sé, de tener algo con él. Pensaba que, si Ross estaba con otra mujer, pues yo también podría hacer lo mismo. Fue absurdo. Coqueteé con él, tomamos unos tragos. Él… no me gustaba, al contrario, me incomodaba, pero yo seguí hablando con él, riéndome de lo que fuera que decía y todo el tiempo estaba pensando en Ross. Cuando comenzó a acercarse, recuerdo que rozó mi brazo y después mi espalda. Se me puso la piel de gallina. Yo no quería eso, no quería estar con él, pero cuando quise alejarme él me sujetaba y yo… no podía moverme. Por un momento todo dio vueltas, había puesto algo en mi bebida. Nos habíamos separado del grupo así que nadie nos vio cuando me llevó a un lugar oscuro y vacío. De repente estaba sobre . Yo… yo…" – Demelza tembló, como si su cuerpo recordara esa sensación, ese momento cuando estaba completamente indefensa y a su merced.

"Tranquila, Demelza. Ahora estas aquí, y estás a salvo. Respira." - Demelza asintió, tomando una bocanada de aire, bebiendo de un sorbo el resto de agua que quedaba en su vaso. La mujer se puso de pie y lo volvió a llenar. También le acercó una cajita llena de pañuelos descartables. – "Si es muy difícil para ti, podemos volver a eso cuando estés preparada…"

"No. Quiero – quiero decirlo ahora. Yo intentaba escaparme de él, empujarlo, pero no tenía fuerzas. Cuando… cuando su boca no estaba en la mía traté de gritar, pero no me salía la voz. Perdí noción de cuánto tiempo pasó, mi cabeza, era como si estuviera en otro lugar…"

"Intentaste abstraerte de un momento doloroso. ¿Él…?"

Demelza movió la cabeza de un lado a otro. "No, no llegó a abusar de mí. Luego de un rato, se ve que el efecto de la pastilla se fue pasando y pude volver a hablar. Le pedí que se alejara, que me dejara ir, que yo no quería. En algún momento mientras él me besaba y me tocaba, George… él es un amigo de mi novi – de Ross, nos vio. Pensó que yo estaba engañándolo y tomó fotos, pero se fue. No se dio cuenta de que, de lo que estaba sucediendo. De a poco pude mover mis brazos y mis piernas. Pude empujarlo, alejarlo, pude hablar más fuerte. Y aún estábamos dentro de ese lugar, alguien pasó por allí y él se alejó un momento y pude escapar. Corrí. Me caí mientras corría hacia afuera. Me subí a un taxi que estaba estacionado en la puerta esperando a alguien y le rogué que me sacara de allí. Devolví por el camino, recuerdo al taxista insultando, pero me llevó de todos modos. Le había dado la dirección de mi amiga, yo tenía las llaves de su casa. No podía volver a mi departamento, no así. Además, Ross no iba a estar allí y yo no podía verlo, no después de lo que había sucedido…" – habló sin respirar. Cuando terminó su pecho subía y bajaba agitado. Desde que se lo había dicho a Caroline hacía dos años, no lo había vuelto a contar. Tomó un pañuelo de la caja y secó una lágrima que estaba colgando de sus pestañas.

"Lamento mucho que tuvieras que pasar por eso, Demelza. Lo que ese hombre hizo, más allá de que no haya llegado a la penetración, sí fue un abuso. En el momento en que te dio una pastilla sin que tú te dieras cuenta, en el momento en que te tocó cuando no podías hacer tu voluntad, él abuso de ti."

"Lo sé, lo sé. Sé que fue su culpa, pero aún así, nunca pude dejar de pensar, de creer que no hubiera sucedido si yo no lo hubiera buscado esa noche. Fue mi culpa también…"

"Muchas víctimas de abuso creen, están convencidas de que ellas tuvieron alguna culpa. Que se lo buscaron de alguna forma, pero no es así. Es algo que cuando alguien lo mira desde afuera es difícil de entender, que la víctima se pueda sentir culpable. Es algo en lo que hay que trabajar, porque no fue tu culpa, Demelza."

"Lo entiendo, pero a veces no puedo evitar sentirlo así. Y me da vergüenza, por eso no volví a casa, ¿Cómo podría decirle a Ross…?"

"¿Ese fue el motivo por el que se separaron?"

"Fue... en parte. Las fotos. George fue directo a enseñarle las fotos."

"Oh, cierto." – comentó la mujer repasando sus notas, como si se hubiera olvidado del detalle de George.

"Es un enredo." – dijo ella intentando sonreír.

"Es tu historia. Todos tenemos una, más o menos enredada."

"Es verdad." – dijo, acordándose de la historia oculta de Verity. – "La mía se vuelve aún más trágica. Eso… eso no fue lo peor que me pasó esa noche."

La psicóloga levantó una ceja, intrigada. Demelza volvió a tomar un poco de agua, preparándose para lo que vendría a continuación. Podría pensarlo así, como una historia, intentar separarse del papel protagónico, como si aquello le hubiera pasado a alguien más. Pero claro que no podía. Los labios comenzaron a temblarle incluso antes de hablar. La doctora continuó en silencio, si quisiera podría no contarle y ella entendería. Pero se suponía que para eso había ido ¿no es así? A intentar deshacerse de los fantasmas del pasado.

"Fui al departamento de mi amiga Caroline. Ella estaba en Cornwall con su marido, en esa época iban y venían a Londres. Yo le regaba las plantas y recogía la correspondencia mientras ellos no estaban. No recuerdo mucho de cómo llegué ni cuanto tiempo pasó, solo que cuando alguien golpeó a la puerta yo estaba hecha un ovillo sobre la cama. Era Ross. Él, él estaba hecho un furia. Había visto las fotos," – continuó, hablando despacio, como si todavía le costara creer lo que había sucedido esa noche. – "y creyó que… que yo lo había engañado, así sin más. Cuando entró, fue directo a la habitación, como si pensara que Malcolm podría estar allí. Como si yo fuera capaz de… de…" – tragó saliva. – "No reparó en mi hasta que se aseguró que no había nadie más en el departamento. Yo no podía hablar, era como si el efecto de la pastilla aún funcionara. Pero no era así, era, no sé. No le tenía miedo, estaba…"

"¿En shock?"

"Sí. Creo que sí. Y luego comenzó con que '¿Cómo había sido capaz de hacerle eso? Si yo sabía por lo que él había pasado, ¿Cómo había podido?...'"– podía sentir el mismo dolor en su pecho que aquel día. Ese Ross, el de esa noche, era distinto al Ross que ella conocía. – "Y yo no podía decir nada. Estaba muda, solo lloraba. En un momento él dijo, 'Se acabó' y yo asentí. Me salió de adentro. Le dije que sí, que se acabó que se fuera con ella. Porqué era una excusa ¿no es así? Él ya no me quería, quería estar con ella."

"¿Él, Ross, te dijo eso?"

Demelza pensó por un momento. "No hemos hablado de eso específicamente."

"¿Qué sucedió después?"

"Se fue. Me dejó sola... cuando yo más lo necesitaba. Sé que no le dije, no pude. Pero yo estaba destrozada y él no se dio cuenta. Pensó que estaba así porque en verdad había hecho algo. Llamé a mi amiga, o eso dice ella porque yo no me acuerdo. Cuando llegó al otro día yo seguía echa un ovillo sobre su cama. Sin moverme le conté todo lo que había ocurrido el día anterior. Recuerdo su cara, su expresión de horror. Trató de convencerme de qué tenía que hacer la denuncia contra Malcolm, pero no quise. Todo lo que quería era olvidar de que eso había ocurrido, de que me había ocurrido a mí. E internamente, sabía que no tenía sentido. Yo había ido a ese boliche por mi propia voluntad, me había ido sola con él. No pensé que me tomarían en serio."

"Deberían haberlo hecho."

"Eso no dolía tanto como, como lo otro. De alguna forma, lo que sucedió con Ross ayudó, ayudó para opacar lo otro."

"Entiendo. ¿Esa fue la última vez que lo viste?"

"Técnicamente, no. Ese día, y él siguiente fueron, fueron difíciles. Aunque diría que fueron más difíciles para mi amiga Caroline que para . Yo no recuerdo mucho, solo que quería dormir, no comía, nada… nada tenía sentido y no tenía fuerzas. De a poco, las lágrimas fueron cediendo. Mi amiga insistía con la denuncia, pero tomé la decisión de que no la haría, no quería contarlo de nuevo. De hecho, esta es la primera vez que se lo digo a alguien desde aquel día…"

"Lo estas haciendo muy bien, Demelza."

"También decidí que me iría. Caroline debía volver a Cornwall y yo me iría con ella. Ya no podía quedarme allí. Así que una noche, cuando yo ya estaba más tranquila, ella fue al departamento a buscar mis cosas. No se exactamente lo que pasó, pero un rato después Ross estaba en la puerta de nuevo rogando que le abriera."

"¿Tu amiga le dijo?"

"Sí. Le dijo muchas cosas al parecer."

La psicóloga sonrió mientras anotaba algo. "Me cae muy bien tu amiga."

Demelza no pudo más que sonreír también.

"A también. Es como la hermana que nunca tuve. Ella, ella le dijo, sí. Y él golpeaba la puerta con fuerza. Pero yo ya no quería verlo. Fue… fue como si algo se hubiera roto dentro de mí. Estaba furiosa con él… a veces no le encuentro sentido. Pienso que, si le hubiera abierto esa noche, tal vez todo se hubiera arreglado en ese momento, pero…"

"No podías." – "No podía." – dijeron las dos al mismo tiempo.

"Luché para contener las lágrimas. Él seguía del otro lado diciendo 'Demelza, abre la puerta, por favor.' Pero no lo hice. Le pedí que se fuera, pero él siguió allí. Entreabrí la puerta con la traba puesta, solo para que me escuchara. Recuerdo que el pasillo del otro lado estaba oscuro, pero no quería verlo. Le pedí que nunca contara a nadie lo que había ocurrido. Sabía que, si él le decía a Verity, todos se entrarían eventualmente y se preocuparían y querrían hablar conmigo, y yo solo quería olvidar. Y también le pedí que me dejara tranquila, que, si alguna vez me quiso, por favor no intentara ponerse en contacto conmigo, porque yo ya no quería saber nada de él. Y él… él hizo lo que le pedí. Hasta la boda de su prima, claro."

"¿Y era verdad? ¿Qué tú no querías saber nada de él?"

Por eso le gustaba sentarse junto al escritorio. Demelza apoyó los codos en él y sostuvo su cabeza entre sus manos. Era difícil, esto de la terapia. La hacía darse cuenta, no sólo de las cosas terribles que le habían sucedido cuando las decía en voz alta, sino también tomar conciencia de sus propios errores. – "En ese momento, sí. Estaba tan enojada. Con él, sí. Pero conmigo también, con lo que había pasado. Creí que… que él aún estaba enamorado de ella. Que quería esa familia. Eso que no había podido tener conmigo. Pensé que era lo mejor."

"Lo mejor para él."

"Puede ser…"

"¿Y después? Dijiste que en ese momento te pareció lo mejor, ¿cambiaste de opinión después?"

"Después… después todo me pareció difícil. No es fácil de explicar. Yo… hice lo mejor que pude. Sonreí frente a mi familia para que ellos no sospecharan nada. No lo hacía bien, claro, y ellos asumieron que era porque había roto con Ross. Me centré en el trabajo. Abrimos nuestro propio Estudio de Arquitectura con Caroline. Me enfoqué en eso, mucho. Y que debería estar orgullosa, lo estoy, pero… siempre sentí que-que faltaba algo. Y eso me hacía enfadarme más, y no se lo puedo decir a nadie porque nadie me va a entender."

"¿Qué crees que era lo que te faltaba?" – Demelza levantó la vista hacia la mujer. – "Puedes decirlo aquí, Demelza. Sabes que no te juzgaré."

"Me faltaba… él. Es algo tan ridículo." – Demelza rio entre dientes de lo que ella misma estaba diciendo. – "Yo… había pensando que era otra clase de mujer…"

"¿Qué clase de mujer?"

"Fuerte. Independiente."

"¿Y crees que no lo eres?"

"Evidentemente no. Si después de todo este tiempo, aún sigo pensando en él."

"Eso no te hace menos fuerte o menos independiente, al contrario. seguiste con tu vida, seguiste trabajando y cuidando de tu familia y de tus amigos. No te quedaste paralizada. Demelza, lo que tu viviste, podría haber petrificado al más fuerte, pero no a ti. Tú luchaste por seguir adelante a pesar de todo. Cada persona es distinta, cada uno intenta sobreponerse de la manera que puede. necesitabas alejarte de tu vida en Londres, de él también en ese momento. Porque como dijiste, sentiste que en ese momento él no estuvo para ti, que no te iba a poder dar lo que necesitabas, como te lo había dado antes. Eso te sucedió a ti, Demelza. Y dependía de ti superarlo, solo entonces podrías confiar de nuevo. En él, o en otra persona. Querer estar con alguien no es un signo de debilidad, al contrario. Significa que estás lista para comenzar de nuevo."

"Pero…"

"¿Sí?"

"Perdón, no sé que iba a decir."

"Nada que perdonar, solo muchas cosas en las que pensar y que debemos trabajar. Pero debes estar muy orgullosa de ti, Demelza. Todo lo que me contaste hoy, sé que no debe haber sido fácil hacerlo. Te quiero hacer una pregunta, antes de que se nos acabe el tiempo. Mirando hacia atrás, a esos días, si pudieras viajar en el tiempo y darte un consejo, solo uno ¿Qué te dirías?"

"¿Que no vaya a esa fiesta? Aunque, no. Las cosas estaban ya mal." - Demelza pensó por un momento. - "Creo, creo que me diría que hablara con Ross de forma más clara. Que le dijera lo que me hizo sentir esas semanas. Tal vez si yo hubiera sido más sincera, sino me hubiera callado por no parecer celosa o desagradecida, las cosas hubieran sido distintas."

"Hablar. Algo tan sencillo y que a veces es tan difícil. Y a veces por miedo a perder algo o por vergüenza o porque estamos paralizados o por lo que sea no podemos hacerlo. Pero nunca es tarde para empezar. Otra cosa de la que tomé nota, dijiste que 'ellos se veían como una familia. Algo que yo no fui capaz de darle.' Hablamos la semana pasada de esto, de que ustedes estaban muy al principio de su relación cuando quedaste embarazada, así que asumí que no lo habían planeado."

"No, no lo habíamos planeado."

"Y cuando estaban juntos, ¿hablaban de eso?"

Demelza sacudió la cabeza. "No, supongo que era muy doloroso para los dos."

"Entiendo. Después también dijiste que separarse era lo mejor. ¿Por qué creías eso? ¿Tiene que ver con este tema, el de formar una familia?"

"Bueno..." - Maldición, sí que era buena. - "Sí. Yo no creo poder tener hijos."

"¿No crees, por una condición médica? ¿Te dijeron eso después de que perdieras a Julia?"

"No. Dijeron que, que lo mejor sería aguardar unos meses y después se podría... controlar. Pero si ya me ocurrió... Tengo miedo de que pueda pasar otra vez. Y Ross, él quiere niños, estoy segura de eso."

"¿Tú quieres niños? Quiero decir, más allá de este temor del que ya hablaremos, ¿a ti te gustaría tener hijos en un futuro?"

"Tengo seis hermanos... me encantan los bebés. Sí, por supuesto que me gustaría, pero... ¿Y si no puedo tenerlos, si ocurre otra vez?"

"Definitivamente vamos a seguir hablando de esto, Demelza. Pero te diré lo siguiente, a veces tenemos estos miedos, temores, premoniciones o como quieras llamarlo, a algo que no ha sucedido aún y que no sabemos con certeza si va a ocurrir. Llenamos nuestra cabeza con 'y si pasa esto' o 'y si vuelve a suceder lo mismo', pero no lo sabemos en realidad. Nos pasa a todos, y a veces esos 'tal vez' nos atan, y no nos dejan avanzar. La solución en este caso es bastante sencilla y eres una mujer inteligente y lo sabes. Ve otra vez al médico, vuelve a hacerte los estudios y sácate la duda de si hay un problema o no. Lo que pase más adelante, tú no lo puedes controlar, pero si puedes quitarte el miedo ahora. Seguiremos con este tema, ya casi se termina la hora. Ha sido difícil, ¿a qué no?"

Demelza sonrió levemente, tenía muchas cosas en las que pensar. En definitiva no había ninguna solución mágica, tal como Ross le había dicho, pero se sentía más aliviada luego de haber contado todo eso.

"Sé que lo fue, pero lo hiciste muy bien. También quiero llamar la atención al hecho de que esperaste a la tercera sesión para hablar de este hecho tan traumático. Lo fue, no debes restarle importancia. Pero el que esperaras, habla de que hay cosas más importantes para ti y que hiciste un buen trabajo en curar esas heridas, aunque otras se hayan abierto en el proceso. Y que estés aquí me dice que estás lista para sanar esas también. Así que debes sentirte muy orgullosa por eso también. ¿Dijiste que Ross iba a venir al casamiento de tu padre?"

"Sí. Es la primera vez que lo voy a ver desde el viaje a Escocia." - del que le había comentado muy por arriba en la primera sesión, cuando hablaron del motivo por el que había decidido comenzar terapia. - "Pero nos hemos estado hablando..."

"Recuerdo tu sonrisa cuando entraste. Haces bien en hablar con él. Si todavía le quieres y crees que pueda haber algo entre ustedes, o simplemente para quitarte las dudas y decidir que hacer. Depende de ti, Demelza. Tú decides. Y lo veo en tu carita, debes tomarte el tiempo que sea necesario. Si pasaron dos años y él aún te quiere, no tendrá problema en esperar un tiempo más si es lo que tú necesitas."

"Lo sé."

"Bien. Terminaremos con esto, dime un recuerdo feliz. Lo primero que se te venga a la mente."

La tomó por sorpresa luego de una hora tan intensa. Lo primero que se le vino a la mente fue el juego de té que Ross le regaló cuando se mudó a su apartamento. Que tontería, sintió que se le ponían coloradas las mejillas. Probablemente debería decir alguna otra cosa, su madre, un abrazo de su mamá.

"Está bien, Demelza, no hace falta que me lo digas. Solo quería que te fueras con una sonrisa tal y como llegaste. Espero que todo salga bien en la boda de tu papá, que tengas una buena semana."

"Y tú también. Gracias, de verdad."


Demelza: Hola

Ross: Hola

Demelza: ¿Cómo estuvo tu día?

Ross: Un poco aburrido, a decir verdad. Estaba empacando varios pares de medias en mi bolso.

Demelza: ¿Tan pronto? Recién es miércoles.

Ross: Estoy ansioso . Y tú, ¿Cómo te fue hoy?

Demelza: De seguro te ardieron las orejas.

Ross: ¿Hablaste de mi?

Demelza: Tal vez un poco. Fue algo… difícil.

Ross: Te llamo

El celular le sonó en la mano.

"Hola." – "Hola." – se dijeron de nuevo.

"El tema es que no hay soluciones mágicas ¿no es así?"

"Noup. Cada vez que voy salgo con más preguntas que cuando entré."

"Exacto. Te hace pensar cosas que no te habías planteado antes. Me hace cuestionar mis propias decisiones y a la vez aceptarlas. Hoy… le conté lo de esa noche…" – dijo, sentándose despacio en el sillón para no molestar a Garrick estaba durmiendo allí.

"Ouch. Esa consulta fue la más difícil para . Me hizo dar cuenta de muchas cosas. Bah, cosas que yo ya sabía. Fue como mirarme al espejo y lo que vi no me agradó, para nada."

"A mi tampoco me agradó mucho lo que vi de mi. Ross…"

"Lo sé, Di."

"Siento no haberte dejado entrar esa noche, luego de que Caroline te dijera. Lo siento mucho, de verdad." – Se hizo un silencio del otro lado de la línea. – "Y me gustaría hablar contigo de esa noche. Contarte, pero que me cuentes también."

"Lo haré." – lo escuchó decir acongojado. – "Lo haremos. ¡pero no en la boda de tu padre!" agregó con algo más de ligereza. Ella rio, y el momento pasó. – "Estaba pensando, bueno, que me gustaría quedarme el fin de semana en Cornwall. Así tenemos más tiempo para charlar. Pensaba reservar una habitación cerca de tu casa, pero no exactamente adonde vives."

En ese momento Garrick se despertó alerta, miró para todos lados y cuando la vio sentada en la otra punta del sillón se levantó y moviendo la cola se fue a sentar junto a ella, acomodando su cabeza sobre sus piernas.

"Mmm… no hay ningún hotel por aquí cerca, solo un Bed & Breakfast. Supongo que podrías quedarte aquí. En mi sillón, no creo que a Garrick le importe, por las noches duerme conmigo."

"¿Quién es Garrick?"