Capítulo 46

Ross se encontró otra vez un sábado a la madrugada a punto de iniciar un viaje en carretera hacia una boda. Oh, pero cuan distinto era esta vez a la última. Eso había sido cuatro semanas atrás, y cuatro semanas atrás él no había tenido ningún tipo de contacto con Demelza durante casi dos años. Cuatro semanas atrás no sabía que esperar, no estaba seguro si la iba a ver o si ella iba a aceptar a hablar con él siquiera. Ahora emprendía el viaje a Cornwall porque ella lo había invitado, y esa noche se quedaría a dormir en su casa y hablarían. Y no iba a mentir y decir que no estaba igual de nervioso que hace unas semanas atrás, pero era otra clase de nerviosismo. Era más ansiedad por verla y por lo que conversarían.

Chequeó su teléfono, era muy temprano para enviarle un mensaje todavía. Era extraño y a la vez no, que intercambiaran mensajes durante el día. Ella le había pedido tiempo, pero el tiempo que les tomó volver a tener esa familiaridad no fue nada, al menos por teléfono. Apenas comenzó a escribirle los mensajes iban y venían con frecuencia. Una foto de Sarah, la invitación al casamiento de Tom Carne, un saludo, y muchos silencios al principio, pero ahora se mensajeaban todos los días, y en la última semana también se llamaban. Bien, él la llamaba. Pero ella respondía y se quedaban charlando hasta tarde. Era como si hubiera estado vagando por el desierto sin agua y de repente encontrara un arroyo, no creía poder saciarse. Estaba exagerando seguramente, pero era algo así. La mayoría de las veces no hablaban de nada particularmente significativo, pero cada pedacito de información, cada detalle de la vida que ella había llevado lejos de él, era todo un descubrimiento para Ross. Lo sorprendió cuando le contó que iba a comenzar terapia, fue una de las primeras cosas de las que hablaron. Le había dicho "Te dije que tengo que trabajar en , y lo decía en serio, de verdad. Además, si tú puedes hacerlo..." Ross se había reído, y la hizo reír a su vez a ella del otro lado de la línea. Pero no iba demasiado confiado, claro que no. No iba con la intención de estrecharla en sus brazos, hacerla girar en el aire y besarla como en las películas, le encantaría hacerlo no entiendan mal, pero para eso faltaba tiempo aún. Tiempo y otras cosas. Esas semanas que había estado en contacto con ella había estado en contacto con su amiga Demelza, pero si existía la posibilidad de que volvieran a ser algo más, todavía no lo sabía a ciencia cierta.

Salió temprano, no solo porque este casamiento también era al mediodía, sino porque su auto no estaba en las mejores condiciones y debía conducir despacio. Finalmente se había rendido, su viejo Mercedes ya no daba para más, pero reacio a deshacerse de él lo llevaba a Cornwall para que el hermano de Demelza lo restaurara de a poco. Era una reliquia después de todo y se comportó bien en ese último viaje.

Llegó temprano a la dirección que decía la invitación. La iglesia y la taberna donde se haría la recepción estaban cerca una de la otra frente al mar. Ross reconoció a Drake subido a una escalera apoyada en la fachada del pub colgando unas guirnaldas.

"¡Ross!" - exclamó su excuñado desde lo alto a penas lo vio bajar del auto.

"¡Ten cuidado!" - le gritó Morwenna que sostenía la escalera.

Lo abrazó como si fuera su propio hermano, y no iba a negar que él le correspondió con fuerza el abrazo también. "Qué alegría verte, Ross. No le creímos a Demelza cuando dijo que vendrías."

Ross también saludó a Morwenna que ya estaba vestida con un delicado vestido blanco. "Pues aquí estoy, no me lo perdería."

"Vamos adentro que están John y Will, se alegrarán de verte."

"¡Aún hay que colgar las flores!"- dijo Morwenna.

"¿Y... adonde está Demelza?" - le preguntó él, mientras escuchaba como Drake llamaba a sus hermanos.

"Se fue a cambiar, y luego ella y Rosina iban a ir a ayudar a Anne."

"Oh, ya veo..." Y entonces los otros dos hermanos Carne salieron del establecimiento también y palmearon su espalda y estrecharon su mano y preguntaron "¿Así que has vuelto?"

Se quedó allí ayudando a colgar las guirnaldas. Adentro todo estaba adornado con pequeñas luces y delicadas flores. Todo idea de Demelza, no le cabía duda. Le envió un mensaje en ese rato, ella le contestó que estaba con la novia e iría directo a la Iglesia con ella, que se verían allí. Él le preguntó si tenían fotógrafo, que él había traído su cámara. - "No. Pero no es necesario, Ross. Pensábamos filmar y sacar fotos con los celulares." - "No te preocupes por eso, déjalo en mis manos." - "Pero no eres fotógrafo de bodas." - "Tal vez ahora sí." Ella le envió un emoji con un gracias.

Pronto Morwenna les avisó que era hora de ir a la Iglesia y se desapareció. Los Carne que quedaban se cambiaron rápido a sus camisas, sacos y corbatas y él hizo lo mismo. En la pequeña Iglesia del pueblo todavía no había nadie, así que aprovechó para verificar la luz y acomodar un par de flores que se habían torcido. Sacó fotos al altar y a los arreglos mientras no había nadie, luego decidió ir a esperar afuera y fotografiar a los invitados a medida que llegaban. Tom Carne no tardó mucho en llegar con sus otros tres hijos. "¡Muchacho!" - exclamó sonriente cuando lo vio de pie en la puerta de la Iglesia. Lo abrazó con fuerza también, y Ross no pudo evitar el nudo que apareció en su garganta. Su exsuegro se tuvo que tomar un momento también para sonarse la nariz con un pañuelo mientras él saludaba al resto de sus hijos.

"¿Me trajiste ese hermoso Mercedes?" - le preguntó Sam.

"Para que hagas lo que quieras con él."

"¡Sí! Aunque no creas que esto me hará olvidar todo lo que la hiciste sufrir a mi hermana." – Sam agregó amablemente.

"Te estamos vigilando, Poldark." – agregó otro de sus hermanos.

"Chicos, chicos, ya dejen a Ross tranquilo. Su hermana sabe lo que hace. Y por mi parte estoy muy contento de que estés aquí… Pero ya hablaremos después, tu y yo." – agregó solo para que él escuchara.

A medida que se acercaba la hora indicada, la gente comenzó a arribar. Tom Carne y sus hijos los recibían en la entrada de la Iglesia mientras él tomaba fotos.

"¡Ross!" – Ross escuchó que alguien exclamó su nombre. – "Mira quien es Sarah, tu padrino." Dwight y Caroline llegaron cargando a la niña. Había crecido muchísimo en un mes, pero a él todavía le parecía increíblemente pequeña. Demelza le había enviado fotos, y él había hablado con Dwight un par de veces en esas semanas, y el doctor le había contado de su hija.

"¿Cómo están?"

"Ansiosos por verte, principalmente esta pequeña."– respondió Caroline.

"Yo estaba ansioso por venir también."

"Me lo imagino. ¿Ya has visto a Demelza?"

"No, está con la novia. Supongo que en cualquier momento llegarán. ¿Cómo se ha comportado esta pequeña?"

"Es un ángel." – dijo Dwight, Caroline lo miró de reojo.

"Será mejor que saludemos al Señor Carne y entremos." Y así lo hicieron, no sin antes que Ross les tomara unas fotografías.

Tom Carne y sus hijos entraron también. Sam le dijo que la novia ya estaba por llegar, así que él también fue a ponerse en su lugar a un costado del altar para fotografiarla cuando entrara. La iglesia no estaba llena como en el casamiento de su prima, y eso que era una pequeña capilla, pero el grupo era bullicioso y todos ya miraban ansiosos hacia la puerta. Supuso que una boda de ese estilo no era algo común, entre dos personas de edad, pero conociendo la historia de Tom Carne le alegraba que tuviera esta nueva oportunidad. Más sabiendo que Demelza estaba contenta por su padre. Una señora mayor comenzó a tocar el piano al fondo de la iglesia, y las primeras notas los pusieron a todos atentos. Todos se acomodaron, buscando una buena vista de la novia cuando hiciera su ingreso. Tom Carne y sus cinco hijos varones se acomodaron cerca del altar y el sacerdote apareció con su larga túnica.

Ross tomó más fotos.

Pronto las notas se transformaron en la conocida marcha nupcial, y todos miraron hacia la puerta. Tom se asomó al pasillo, y él también con su cámara en alto. Primero apareció Morwenna, seguida de Rosina y la prometida de Will, las tres con un pequeño ramo de flores y muy sonrientes. Ross desvió su cámara a los Carne, pero solo encontró a Drake que miraba embobado a Morwenna. Se volvió cuando todos se pusieron de pie y entre la gente la vio aparecer a Demelza. Llevaba un vestido blanco y el ramito también, y además flores en su cabello recogido. Por un momento se olvidó de la cámara.

Se quedó embobado, de forma no muy distinta a Drake, observando como caminaba hacia él. Parecía un ángel, un ángel pelirrojo. Y ella lo vio también y le sonrió. Sacó una de sus manos del ramo para saludarlo, y luego levantó los hombros como si se diera cuenta donde estaba y que es lo que estaba haciendo. Y él continuó sacando fotos. Algunas a la novia que venía detrás de Demelza del brazo de Sam también.


Cuando llegó al altar tuvo que hacer un esfuerzo para dejar de mirarlo. Se volvió hacia su padre, y besó su mejilla. Sam estaba a su lado. Tom Carne, con una mano en cada uno de sus hijos, les dijo "Su madre vive en cada uno de ustedes, y siempre estará en mi corazón."

En realidad, Demelza estaba segura de que su madre querría que su papá fuera feliz y no que estuviera llorando por ella después de tantos años. Sabía que ella lo amaba, y por eso se sentía feliz por su padre también. Intercambiaron votos y anillos, con Ross sacando fotos como si fueran un par de modelos. Le hizo un lugar junto a ella en su asiento cuando el sacerdote dio su sermón, y ambos intercambiaron miradas. Sarah empezó a llorar en medio del discurso y Caroline tuvo que salir, pero eso le dio el pie al hombre de que se estaba extendiendo demasiado y a continuación los declaró marido y mujer. La ceremonia fue corta, sencilla, y adecuada. Junto a Rosina y Morwenna, les tiraron arroz cuando salieron de la iglesia.

Sintió su mano en su espalda antes de que le dijera "Hola."

"Hola." – dijo ella sonriente también, mientras la gente saludaba a la pareja y algunos ya comenzaban a dirigirse hacia la taberna. Él le dio un beso en la mejilla que hasta hace semanas solo hubiera ocurrido en sus sueños y apartó la mano. No sólo se veía hermosa, su perfume olía increíble también.

"Bonitas flores." – dijo, mirando su tocado.

"Espero que duren toda la tarde. ¿Viajaste bien? ¿No chocaste a nadie por el camino?"

"Noup." – respondió con una media sonrisa. – "Salí temprano, temía que el auto no llegara."

"¿En serio se lo dejarás a Sam, te vas a comprar otro?"

"No estoy seguro todavía. Alguien alguna vez me dijo que no se necesita un auto para moverse por Londres."

Esperaron a que la gente se dispersara para sacarle fotos a los novios en la entrada de la iglesia. Demelza lo presentó a Anne Chewidden como Ross, y la mujer abrió mucho los ojos, de seguro había oído hablar de él.

"No me imaginé que sería tan guapo." – La flamante Señora Carne le susurró al oído mientras posaban para una foto.

"Shhh…"

"Ross, ven también. también tienes que estar. ¡Ey, tú! Sácanos una foto." – dijo Tom Carne haciendo señas a un primo que estaba por allí.


"Todo está hermoso, Demelza. Y la comida, mmm… hace semanas que no comía tan bien. Dwight no es un muy buen cocinero, pobre. Me hubiera gustado poder ayudarte más…" – Caroline le decía. Estaban sentadas en una de las mesas del pub que habían vestido con manteles blancos y centros de mesas con flores y lucecitas, idea que había copiado del casamiento de Verity.

"No te preocupes, Caroline. solo cuida bien a mi ahijada."

"Mhmm, es todo lo que hago. Mas bien podría ser una vaca. Al menos las vacas pueden pastar en el campo. Y dormir."

"¿Aún se despierta varias veces en la noche?"

"Estuvo mejor esta semana."

"Pero supongo que Dwight te ayuda."

"El tema es, mi querida, que yo soy la vaca ¿recuerdas? Se está comportando como un primor, como de costumbre. Y estamos intentando que tome de la mamadera, pero tu ahijada se resiste."

En ese momento Sarah estaba siendo mimada por la novia y las otras madrinas. Rosina la tenía en brazos, rodeada por Morwenna y Celeste, que era la prometida de su hermano Will, y Anne. Las cuatro haciéndole caras y derretidas por la dulzura de la niña que no paraba de mover sus manitos y hacer morisquetas. Demelza desvió la vista de las mujeres hacia afuera, en la terraza su padre conversaba con algunos de sus hermanos, su primo que había venido de lejos para la boda, con Dwight y con Ross, que tenía una cerveza en la mano. Lo observó reírse de algo que dijo su hermano, hacía mucho que no lo veía reírse así. Bueno, hacía mucho que no lo veía y punto, pero ahora se veía mucho más relajado que cuando se vieron por última vez. Ella estaba más relajada también.

"Así que vino. Ross…"

"Sí."

"Mhmmm…"

"¡¿Qué?!"

"¿Cómo que qué? No es algo insignificante, Demelza. Apuesto a que no lo es para él." – dijo su amiga.

"No lo es para mi tampoco. Se va a quedar en mi departamento esta noche." – Caroline no necesitó decir nada, solo abrió mucho los ojos.

"No me habías contado eso."

"Lo arreglamos a último momento. Se va a quedar hasta mañana y, bueno…"

"¿Vas a dormir con él esta noche?"

"¡Nou! Tenemos que, tenemos que hablar. Yo… quiero hablar con él. Tranquilos. Cara a cara."

"Vas a dormir con él."

"¡No, ya basta!"

"Bromeó... Yo dormiría con él. Hace tanto que no tengo sexo, Demelza." – dijo suspirando.

"Eso es porque tienes una hermosa hija. Y ya… ni ni yo vamos a tener sexo esta noche."

"Al menos Anne si lo tendrá."

"Ewww. Me voy a ver a mi ahijada."

Fue a ver a la pequeña Sarah. Pero solo estuvo un momento, porque se armó un pequeño revuelo. Anne salió a los gritos hacia la terraza sacudiendo los brazos en alto. Al principio no entendió bien lo que sucedía, así que la siguió afuera.

"¡Tom Carne, recién casados y ya piensas dejarme viuda!"

El grupo de hombres en la terraza del pub estaban fumando habanos. Su hermano Sam, Will, su tío, Ross… ¡Dwight! Y su padre.

"Annie, ¡estamos celebrando!"

"Celebrando un comino. Dame acá." – dijo la mujer y tomó el cigarro de la mano de su padre y lo arrojó al agua del mar que rompía en la pared de piedra más abajo. Ella se hubiera enojado también con su padre, después de todos los problemas de salud que había tenido ¡que ahora estuviera fumando! Pero no pudo contener una sonrisa al ver la reacción de su nueva esposa. Supo que por primera vez en mucho tiempo no tendría que preocuparse tanto por él, que alguien más lo cuidaría.

"Pero Annie, ¡era un regalo del primo Stephen!"

"Son cubanos, los mejores." – acotó el su tío Stephen, pero cerró la boca tras una mirada de la mujer.

"Tenemos mucho que celebrar. Nuestra boda, el compromiso de Will. ¡Él nacimiento de la pequeña Sarah Enys! Y el regreso de mi yerno favorito…" – continuó Tom.

"Tu no tienes yernos, papá." – acotó ella, y se volvió hacia Ross, Dwight y su hermano. – "¿De verdad?" – les preguntó cruzándose de brazos. Pues tal vez ya no debía retar a su padre, pero a los demás…

"Son muy buenos " – dijo su hermano.

"Hablando de regalos, aguarden un momento." – Ross, para escapar de la mirada acusatoria de Demelza, vio la oportunidad para entregar su regalo a la pareja. Corrió al auto, y volvió, todavía con el cigarro en una mano y un papel en el otro. Era un folleto. Demelza miró intrigada mientras él le daba el papel a Anne. – "Estas son nuestras líneas de muebles de dormitorio. No quería traerles algo que no sabía si les iba a gustar. Elijan el juego que quieran, lo tendrán esta semana."

Todos se lo quedaron mirando. Cama matrimonial, mesas de luz, un ropero, una cómoda, un mueble para la tv… todo junto valía una fortuna.

"Eso es… muy generoso." – balbuceó su padre.

"No es nada. Va junto con mis mejores deseos."

"¡Muchas gracias!" – dijo Anne, volviendo su mirada al elegante folleto. Tom abrazó a Ross, y luego se fue a parar junto a su mujer a elegir los muebles que más les gustaban.

Judas. Ella quería abrazarlo también, pero el cigarro la detuvo.

"No tenías que hacer eso." – le dijo delante de Dwight y su hermano. El tío Stephen se había ido junto a los novios a opinar sobre los muebles.

"Es una boda, tenía que traer un regalo."

"Sí, pero… para mi papá es suficiente que hayas venido. Sabes, cuando él y mamá se casaron, no tenían nada. Apenas un techo y un colchón donde dormir. Esto, significa mucho para él… gracias."

"Es cierto. Gracias, Ross." – dijo su hermano también.

"No es nada."

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"¿Qué?" – Ross le preguntó mientras bailaban.

"Nada." – no iba a decir lo que estaba pensando, que aún le parecía tan guapo y tan buena persona como cuando recién se conocieron. – "Hueles a cigarrillo." – dijo en su lugar.

"Eran unos muy buenos habanos, de verdad."

Demelza frunció la nariz y él tomó su mano y la hizo girar en la pista de baile. Ya era casi de noche, Tom Carne y su esposa estaban sentados en la mesa principal observando bailar a los más jóvenes. En la pequeña pista, o el espacio entre las mesas más bien, estaban todos sus hijos con sus parejas, sus amigos, Caroline y Dwight bailaban cerca de ellos. Caroline había puesto a la niña en sus brazos un rato atrás y Ross había conseguido el milagro que se durmiera y colocarla en su cochecito sin que se despertara, cosa que al parecer era casi imposible. A él no le había resultado nada difícil. Era como estar de vuelta con su propia familia. Todos siempre lo habían tratado como un hermano más, gastándole bromas y palmeando su espalda. Concluyó, de acuerdo a como lo habían recibido, que Demelza no les había contado lo que había sucedido. Le estrujo el pecho saber que ella de alguna manera había intentado protegerlo, no hacerlo quedar mal ante los ojos de su padre a quien él apreciaba tanto. Cuando llegó la hora de los brindis, el discurso estuvo a cargo del mismo novio que hizo ruido con un cubierto golpeando una copa para llamar la atención de todos.

"Ahora que la celebración está llegando a su fin…" – fue recibido con un 'Buuu…' y 'La noche recién empieza' – "Veo que algunos ya han tomado lo suficiente." – '¡Ehhh!' Tom Carne rio apuntando con un dedo a su primo, Anne sentada junto a él le dedicó una mirada seca. – "Hablando en serio, Anne y yo mismo les queremos agradecer por haber compartido este día tan importante con nosotros. Mi querida Anne… ella sabe lo que quiero decir, no soy muy bueno con las palabras…" – Todos hicieron silencio, expectantes. – "Lo que intento decir es… que mis hijos son lo más importante para mí. Y verlos reunidos a todos aquí hoy, celebrando la alegría de su padre, me pone muy orgulloso. Sé… que no he sido el mejor ejemplo, el mejor padre. Y muchas veces fueron ellos los que tuvieron que cuidar de mí, lo sé, lo sé."

"Oh papá…" – Ross escuchó murmurar a Demelza a su lado, tenía los ojos llenos de lágrimas, disimuladamente tomó su mano.

"Pero todos resultaron personas de bien, trabajadoras. Bueno, alguno más que otros… y les estoy muy agradecido. Y agradezco a sus parejas, cada vez que nos juntamos somos un montón, sí. Y les pido que los cuiden, así como Anne y yo nos cuidaremos el uno al otro. Gracias a todos, una vez más y especialmente a una persona que ya no está… pero sí está. En los ojos, en el cabello de mi hija, mi querida hija… eres la viva imagen de tu madre." – Ross apretó su mano y vio una lágrima caer por su mejilla. La limpió rápidamente con el dorso de la mano que sostenía la copa. – "Estoy seguro de que ella estaría muy orgullosa de ti, y de todos tus hermanos. Ella siempre será el amor de mi vida, quien me regaló mis más preciados tesoros. Y me gustaría que todos alzaran su copa por esa maravillosa mujer, Demelza."

"¡Por Demelza!" – dijeron todos.

"Y por esta maravillosa mujer, Anne."

"¡Por Anne!"

Ross sostuvo la copa de Demelza mientras ella corría a abrazar a su padre y a su esposa. Sus hermanos la siguieron. Él corrió a buscar su cámara para tomar fotos, más de uno estaba llorando. A él se le había echo un nudo en la garganta también. Después de eso vino la torta, y llegó el final. Sam llevaría a los novios a un hotel sobre la costa que Will les había reservado como regalo de bodas. Pero la novia no podía irse sin antes arrojar el ramo. Literalmente alguien había gritado "¡El ramo!" cuando estaban por salir, en caso de que se hubiera olvidado. Las chicas se empezaron a amontonar en la pista, Demelza otra vez no quiso ir.

"¿Puedo ir yo en tu lugar?"

" ya estás casada, Caroline."

Ross agarró la cámara de nuevo. Anne amagó a la cuenta de tres, pero en vez de arrojarlo, se dio vuelta y caminó derechito hacia donde estaba Demelza.

"Esto es para ti, cariño. Gracias por aceptarme en tu familia, sino como una madre, como una amiga."

"Oh… Anne." – Tom Carne se secó las lágrimas desde la puerta al ver a su esposa y a su hija abrazadas. Demelza se quedó con el ramo al final. Nadie se quejó de que hizo trampa, al menos no en voz alta. Y él no podía evitar sonreír de oreja a oreja, algo divertido.

"Ya puedes guardar la cámara." – le dijo cuando los novios se habían ido y él seguía tomando fotografías, principalmente a ella. Poco a poco los invitados se fueron también. Ross se despidió de Dwight y de Caroline. Sarah no se había despertado. "No va a dormir nada esta noche." – comentó Caroline.

Los demás se quedaron a ayudar a ordenar. Había sobrado un montón de comida que Rosina dividía para que cada uno se llevara a su casa.

"Mañana almorzamos todo juntos así nos acabamos esto, ¿te parece?" – dijo Drake.

"Sí. Asegúrate de que él tío Stephen llegue a su hospedaje ¿si?"

"Creo que se podría dormir en la playa y no notaría la diferencia. Bueno, nos vamos entonces. Ross, mañana habrá partido, espero que te hayas mantenido en forma." – se despidió el joven estrechando su mano. En forma sí, pero hacía años que no jugaba. – "Avísale a Enys también."

"Le diré a Caroline. Cuenta con ellos, Caroline esta desesperada por salir se casa."

Ross se acercó a Demelza cuando Drake y Morwenna se fueron. Sólo Rosina quedaba esperando por Sam. "Uhmmm…" - ella lo miró de reojo mientras terminaba de acomodar unas cosas. "Esperaba pasar el día de mañana contigo."

"Y lo harás. Y con mis hermanos… lo siento, sabes como son."

"Está bien, solo que hace mucho que no juego, así que más vale que lo convenzas a Dwight también así no soy el único que pasa vergüenza."

Ella asintió dulcemente. "Ya nos vamos, Rosina. ¿Quieres que te lleve?"

"No, Sam ya esta volviendo."

"Cierto, tengo que dejarle el auto a Sam."

"Podemos pasar mañana antes del mediodía. ¿Vamos?"

"Despues de ti." – Literalmente. Demelza cargó los paquetes con comida que había sobrado y el ramo de la novia en su Minino. Ross sonrió al verlo.

"¿Ya arreglaste la puerta?"

"Por supuesto. Está como nuevo. Mmm… sígueme, no creo que haya nadie en el camino, pero por las dudas conduciré despacio." – Bromeó.

Había sido un típico día de verano, y como era de esperarse por la tarde el cielo se cubrió de nubes. Ross condujo por los caminos vacíos de Cornwall detrás del Mini. Después de todo el trajín del día, el corazón le comenzó a latir más rápido en su pecho. Iba a la casa de Demelza… era tan extraño. Las palmas comenzaron a sudarle, en ese trayecto de unos pocos minutos cayó en cuenta de que estaría solo con ella. Cuando llegaron a Perranporth comenzó a caer una ligera llovizna. Demelza condujo por las calles zigzagueantes mirando el espejo retrovisor, asegurándose de que él enorme Mercedes no se quedara en alguna curva. Su departamento estaba en la primera calle paralela al mar, y como no tenía espacio para estacionar vehículos frente a su casa se estacionó en la esquina.

Ross la vio bajar, aun con la coronita de flores en la cabeza y el vestido blanco a hacerle señas para que él estacionara su coche y no ocupara la mitad de la calle. Estaba lloviznando, pero por más que quisiera apurarse no era una tarea sencilla.

"Mr. Mercedes es muy grande para Cornwall, ya te lo dije." – le dijo cuando el al fin se bajó del auto cargando su bolso. La ayudó a bajar las cosas del mini y caminaron en silencio y bajo la llovizna hacia un lugar indeterminado. – "Es aquí."

Ross había seguido de largo. Había una pequeña puerta al lado de un negocio de tablas de surf que estaba cerrado. Demelza le hizo señas para que entrara. "¿Debería estar asustado?"

No, no debería. La puerta daba a un pasillo, que daba a una escalera. ¿Recuerdan cuando recién dijo que estaría solo con Demelza? Pues no, no era así exactamente. Ross escuchó ladrar al perro mientras subían.

"¡Ya estoy aquí, Garrick!" – Demelza exclamó tras él. – "No vayas a soltar el paquete con la comida. " – le dijo antes de abrir la puerta.

Ross no estaba seguro de que esperar detrás de esa puerta. Apenas la abrió, un monstruo peludo de cuatro patas se abalanzó sobre ellos. Instintivamente levantó el paquete que tenía en sus manos sobre su cabeza.

"Abajo, Garrick. Llevo puesto un vestido blanco y no quiero que lo ensucies." – dijo ella, encendiendo la luz y dejando las llaves colgadas junto a la puerta. Asombrosamente el monstruo peludo le hizo caso y no le saltó encima, pero no dejó de ladrarle, a él. – "Ya, Garrick, ya."

En prácticamente dos pasos, Demelza atravesó el living y apoyó lo que cargaba sobre la isla, que era lo que separaba la cocina del living. Él se había quedado junto a la puerta sin poder moverse, el monstruo quería comerlo. – "¿Dónde están tus modales? Él es Ross, nos viene a visitar. Ross, él es Garrick." – dijo, volviéndose hacia ellos y agachándose junto al perro para sacudir sus orejas. El perro dejó de ladrar, pero aún seguía mirándolo con desconfianza. – "Dame eso, lo voy a guardar. Pasa." Demelza le quitó el paquete de comida de las manos y volvió a la cocina. El perro no se movió un centímetro.

"¿Estás segura de que no me va a morder?" – preguntó todavía junto a la puerta.

"¿Quién, Garrick? Es un santo, jamás a mordido a nadie."

Pues que bien. Ross dio un paso dentro del departamento, el perro lo siguió olfateando su trasero.

"Garrick. Compórtate." – ordenó Demelza desde la cocina, y él perro al parecer decidió que no era una amenaza y lo dejó tranquilo. – "Es inofensivo, solo un buen guardián." – le dijo mientras acomodaba la comida en la heladera y buscaba un jarrón donde poner el ramo que Anne le había regalado. Ross apoyó su bolso en el piso, mirando alrededor. – "Creo que debería buscar en Internet como conservar un ramo de novia." – dijo, antes que el perro comenzara a ladrar de nuevo. Esta vez tenía algo entre sus dientes, una correa al parecer y movía la cola junto a otra puerta que estaba al lado de la cocina. Ya era de noche, más la llovizna, así que Ross no llegaba a ver lo que había del otro lado del gran ventanal que estaba sobre la mesada. – "Ya vamos, Garrick. Aguarda un momento. Espérame afuera." Era muy obediente, porque inmediatamente salió por la puertita de mascotas hacia lo que fuera que había del otro lado. – "Uhm… ponte cómodo." – le dijo a él, encendió una perilla que prendió la luz detrás de la ventana y corrió hacia lo que supuso era su habitación. Se veía algo nerviosa. Un minuto después volvió a salir vestida con unas calzas grises, un buzo holgado de algodón color negro, y las flores aun en su cabeza, haciendo equilibrio mientras se ponía una bota. – "El baño está ahí, no tardaremos."

"¿Adonde vas?" – preguntó sin comprender todavía lo que sucedía.

"Tengo que sacar a dar una vuelta a Garrick."

Ah.

"Pero… está lloviendo."

"Cuando la naturaleza llama… además, solo es una llovizna. Sólo será un momento y ya estaré contigo." – exclamó, se puso un piloto que estaba colgado en un perchero junto a la puerta y salió. Pero volvió a asomarse un segundo después. – "No contigo literalmente… Judas. Ya volvemos."

Ross le sonrió. "¿Acaso la calle no está para aquel lado?" – preguntó señalando la puerta por la que habían entrado.

"Sí, pero la playa está para este otro."

Garrick volvió a ladrar y Demelza desapareció tras la puerta. Ross se asomó a la ventana, la vio mientras bajaba por unas escaleras que había en ese patio trasero. También vio una mesa y sillas de jardín y varias plantas, y una guirnalda de banderillas colgada sobre el marco de la ventana. Le costaba ver más allá porque estaba oscuro, pero cuando sus ojos se acostumbraron lo vio. El mar. Tenía una terraza con vista al mar y bajada directa a la playa. Ross sonrió para sí mismo, sabía cuánto le gustaba ir a la playa. Luego miró hacia adentro del departamento, con el alboroto del perro no había visto en detalle. El lugar era algo pequeño y con paredes rústicas pintadas de blanco, pero estaba elegantemente amueblado. En medio de la sala había un sillón azul, la cocina estaba completamente equipada, la televisión colgada de una pared y los muebles estaban ordenados pero llenos de libros y portarretratos. Definitivamente era el departamento de Demelza, tenía su estilo, lo podía reconocer porque era el mismo estilo que su propio departamento en Chelsea tenía antes de que Caroline se llevara todas sus cosas.

Cuando Ross salió del baño, bañado y cambiado a algo más cómodo que un traje, ella ya estaba de vuelta. Estaba agachada junto al perro secándole las patas con una toalla. – "Quédate aquí, que te daré de comer." Le dijo, y se levantó suspirando.

"Ya está."

"Eso es… mucho trabajo."

"No le gusta quedarse solo mucho tiempo. Puede salir a la terraza cuando no estoy, pero no dejo que baje a la playa solo. Durante la semana viene conmigo al Estudio. ¿Ya has podido husmear a tu gusto?"

Ross sonrió, algo avergonzado y pasó una mano por sus cabellos húmedos. – "Es muy… tú."

"Es pequeño, ya lo sé. Pero tiene una vista estupenda. Ya lo verás mañana. Y es suficiente para mí."

"Y Garrick."

"Sí… Esto es… extraño ¿no es así?" – preguntó luego de un momento. Pues él parado en el medio de la sala con las manos en los bolsillos de su pantalón, sin saber muy bien qué hacer o qué decir, sí, era un poco extraño. Ella estaba detrás de la isla, apoyada en la mesada jugando con sus dedos.

"Algo. Pero no… no tanto como pensé que iba a ser. Fue bueno, hablar estás semanas."

"Sí, lo fue. Uhmm, mierda, lo siento. Siéntate, quieres… ¿Quieres comer algo? Yo comí muy poco durante la fiesta."

Ross se sentó en las banquetas de la isla, no había mesa. "¿Tu hiciste las pasties?"

"Sí."

"Me parecía. ¿Sobraron?" – Demelza asintió. Y fue a sacar un par de la heladera.

"Deja que te ayude."

"No te preocupes, solo las pondré a calentar en el microondas." – pero Ross ya estaba a su lado. Demelza le indicó donde estabas los platos y ella puso los cubiertos, vasos y servilletas en la isla. Aguardaron en un embarazoso silencio el uno al lado del otro al pitido del microondas. – "¿Quieres una cerveza?" – le preguntó para llenar el silencio.

"¿Tienes cervezas?"

"Uhmmm… las compré para ti."

El microondas sonó mientras él sonreía de costado. "No, está bien. Con agua será suficiente." – le dijo, pues quería estar bien consciente en ese momento y ya había bebido algo de champaña en el casamiento.

Cenaron conversando de la boda y de Anne. Demelza le había dado su comida a Garrick que también cenaba moviendo la cola.

"¿Desde cuándo lo tienes?" – le preguntó.

"¿A Garrick? Algo más de un año. Todavía es un cachorrito."

"No lo parece."

"Estaba abandonado y desnutrido, pero creció rápido cuando lo traje y empezó a comer bien. Por él me apena que el lugar sea tan chico. Al principio fue un desastre, mordía todo, tuve que comprar otro sillón. Pero ahora ya se acostumbró. Me hace compañía."

"Se ve que te quiere."

Los dos rieron cuando al mirarlo, el perro levantó su cabeza y las orejas como si supiera que estaban hablando de él. Luego siguió comiendo como si nada.

"¿Quieres ver las fotos de hoy?" – Ross preguntó cuando estaban terminando. Demelza trajo su notebook y la apoyó en la isla mientras Ross levantaba los platos. Se sentaron, uno junto al otro una vez más a ver las fotografías. Demelza aún tenía las flores en la cabeza, y su perfume dulce invadía el aire que respiraba cuando se acercaban. Con la cámara conectada, primero observaron las fotos de la iglesia vacía, las flores, las velas en el altar.

"No había visto eso." – comentaba Demelza. Luego estaban las fotos de su padre conversando con la gente que iba llegando. Demelza tenía la mejilla apoyada en una mano y observaba cada foto en detalle, contándole quien era quien si él no los conocía.

"Tu tío Stephen es todo un personaje."

"¿Cómo se le ocurre traerle habanos?" – comentó sacudiendo la cabeza de un lado a otro.

Después apareció una imagen ya dentro de la iglesia, con toda la gente sentada. Y luego, como una docena de fotos de ella mientras caminaba hacia el altar.

"Judas."

"Ups. Lo siento, me había olvidado." – dijo algo avergonzado, porque sabía que las vendrían a continuación serían de ella en su gran mayoría también. – "Es que… te veías muy bonita."

Demelza lo miró de reojo y continuó pasando las fotos. Afortunadamente había sacado algunas a los novios y a los invitados durante la fiesta. Por supuesto que las últimas eran de ella también, con Anne y el ramo que le había regalado.

"Están bastante bien de luz. Las voy a imprimir en la semana y les armaré un álbum."

"No es necesario que te tomes tantas molestias, ya les regalaste los muebles…"

"No es molestia."

"¿Porqué siempre eres tan bueno?" – se le escapó. Ross giró su cuerpo hacia ella, todavía los dos sentados en las banquetas de la isla.

"No creo ser muy bueno…"

"Siempre lo has sido conmigo. Bueno, casi siempre…"

"Demelza, yo…"

Era el momento, ¿no es así? Para lo que en verdad había ido.

"Tienes razón en lo que dijiste antes, que es extraño. Lo es, que a pesar de todo lo que pasó podamos seguir siendo así… buenos amigos."

"Hace unas semanas atrás … no querías siquiera verme." – dijo él, desviando la mirada de sus ojos. – "¿Lo somos de nuevo? ¿Amigos?"

"Creo que podríamos serlo. Ross..." - Demelza acomodó su cuerpo, girándolo hacia él y apoyó las manos sobre la superficie de la isla. - "Hasta hace unas semanas atrás todo lo que quería era dejar el pasado atrás, pero volver a verte, revolvió todo. Lo malo, sí, pero lo bueno también. Y… ha sido muy confuso para mí."

"Entiendo."

"¿Ha sido así para ti?"

"¿Ahora? No. Yo estaba confundido antes. Ahora tengo muy en claro lo que quiero, lo que siento. Verte no ha hecho más que reafirmarlo. Demelza…" – susurró su nombre. Ella bajó la mirada a sus manos que lentamente se acercaron a las suyas y las cubrieron.

"Necesito que me digas porqué. Que fue lo que pasó… al final. Necesito que me hables de ella y porque te alejaste de mi…" – Ross miraba sus manos entrelazadas también. Asintió, sabía que tendrían que hablar de eso, pero no por eso era menos doloroso. Y era así para los dos.

"Fui… un idiota. Esa es la única conclusión que vamos a sacar de esto." – comenzó. – "Le he dado tantas vueltas en mi cabeza durante este tiempo, y ese es el único resultado al que llego. Estaba… como poseído. Ella- ella me buscó, estaba desesperada. Había dejado a Francis, se había ido con el niño, no tenía donde quedarse, no tenía trabajo, y me pidió ayuda."

"Entiendo que necesitara ayuda, pero ¿por qué te la pidió a ti? ¿Por qué no a Verity o a George?"

"… no sé porque."

"Sí lo sabes." – Demelza intentó soltar sus manos, pero él las sujeto más fuerte.

"Espera…"

"Dime."

"No quiero lastimarte…"

"La verdad no puede lastimarme más de lo que ya he sufrido. Yo también fui culpable al no decir nada. Al callarme, pensando que era mejor no saber, no creerlo. Porque ¿Cómo podía creer que fuera cierto? Después de todo, de cómo éramos. De qué creía que tu me amabas…"

" te amaba…"

"Pero también la amabas a ella. A pesar de todo lo que te había hecho. Ella aún estaba allí, en tu corazón."

"Pensé que era así… Al principio solo quería ayudarla, de verdad. No me pregunté porque recurría a mi, sólo… creo que a una parte de mi le complacía lo que estaba pasando. No soy tan bueno como tú dices, me – su sufrimiento me hizo sentir… bien, y que hubiera tenido que recurrir a mí, pensé… No sé, que era una clase de justicia. Que se diera cuenta del error que había cometido. Y luego, mierda…"

"Solo dímelo, necesito escucharlo de tus labios. No es que quiera torturarme, yo… lo sé. Sólo lo sé. Porque te conozco, te conocía."

"Pero yo estaba equivocado, lo que creí en ese momento, en esas semanas, no era lo que sentía en realidad. Te amaba a ti, Demelza. Nunca te engañé…"

"Me lo dijiste y te creo. Que no dormiste con ella, pero eso no quita que no me hayas engañado de otra forma." - Se odiaba a sí mismo, se odiaba como lo había hecho después de darse cuenta y de enterarse de todo. Cuando se dio cuenta de que fue un estúpido, que por perseguir un sentimiento joven y vacío había perdido lo más preciado de su vida. – "No podemos seguir adelante si no hablas. mismo lo dijiste, querías que te grite que me enojara. Pero ahora no quieres decirme…"

Con algo de esfuerzo, Demelza se soltó de sus manos esta vez. Se quiso poner de pie, pero él la detuvo. Sujetó sus hombros, la foto de ella con el ramo se apagó en la pantalla de la notebook.

"No, espera, Demelza, espera. Si quiero decirte, quiero decirte todo pero no pensé que sería tan difícil." – Ella se volvió a sentar en el borde de la banqueta. Ross quiso tomar sus manos de vuelta, pero ella no lo dejó, así que cruzó sus brazos sobre su pecho. – "Después de unos días ella… ella volvió a ser la misma chica de la que yo me había enamorado años antes. Me dijo que se había equivocado al casarse con Francis, que… que nunca fue feliz con él. Y él estaba siendo un cretino, o eso decía. Me llamaba llorando que por favor fuera a verla, que estaba sola y no tenía a nadie, y cuando llegaba después de un momento de hablar, de consolarla, sonreía como cuando estábamos juntos, de esa forma que solo yo podía hacerla sonreír. O eso creía." – Ross se quedó en silencio un momento esperando que Demelza le dijera algo. Tenía la espalda recta, parecida a como cuando Garrick se había levantado en atención. No podía leer lo que ocultaban sus ojos, estaba inmóvil, solo su pecho subía y bajaba despacio, pero no dijo nada. – "Creí, en ese momento pensé que tal vez, lo que había dado por terminado quizás no lo estaba. Pero no estaba seguro... Nunca quise lastimarte, lo juro. Jamás se me cruzó por la cabeza engañarte, no lo hubiera hecho."

Solo entonces ella hizo un movimiento, sacudió la cabeza incrédula.

"Pero me hubieras dejado porque la seguías amando. , ella y su hijo, eran la familia perfecta. No te hubiera tomado mucho tiempo."

"No, Demelza, no. Eso no hubiera ocurrido…"

"Vi una foto. Los tres sonrientes en un parque. Me hiciste sentir tan estúpida, como si estuviera de más…"

Sí que era un capullo. O lo había sido. Recordaba esa foto. Recordaba las veces que habían salido con Geoffrey Charles por ahí.

"No quería eso… no pienses eso, porque eso si que no es cierto. Que yo quería esa familia, un hijo. ¿Un niño que no es mío? Por favor, Demelza. La única familia que he deseado en mi vida es la que nosotros íbamos a formar. La familia que éramos nosotros dos… Sé que no es fácil de entender, ni yo mismo lo entiendo. Ella… ella me enredó y yo…"

" te dejaste enredar. No puedes librarte de tu responsabilidad."

"No lo hago. Por supuesto que no. ¿Por qué crees que me he sentido tan culpable durante todo este tiempo? ¿Crees que no me di cuenta cuánto te lastimé? ¿Cuánto te hice sufrir?"

"Y entonces… ¿Por qué lo hiciste?"

"Porque cuando me di cuenta ya era tarde. Fue… fue como si una bomba me explotara en las manos. Ese día, esa tarde que discutimos y te fuiste a la fiesta y yo a ver a Elizabeth… ese fue el día que – que nos besamos. Podría decir que ella me besó, pero yo no lo eludí. Se sintió, me sentí…"

"¿Qué aún la querías?" – Ella completó por él.

"No. Todo lo contrario. Lo único que sentí fue vergüenza de mismo. ¿Qué estaba haciendo? Volví a casa y George me llamó, me dijo que quería mostrarme algo. Cuando vi las fotos… me volví loco. De celos, no podía pensar… apenas si podía respirar. Luego entendí que no era solo que estaba enojado contigo, estaba enojado conmigo, por lo que yo había hecho. Pero en el momento… y no estabas en casa."

"¿No se te ocurrió pensar que yo no sería capaz de…?" – pero se detuvo. Ella había querido, ella estaba enojada también y hubiera sido capaz si… si…

"Estaba ciego. Y las fotos… Dios, Demelza…" – Ross se frotó los ojos. Cuando quitó sus manos estaban rojos. – "Siento todo lo que te dije esa noche. Lo siento tanto, de verdad. Lamento no haberme dado cuenta de…"

Por instinto, ella tomó su mano, pero él no levantó la vista.

"Yo siento no habértelo dicho allí, en ese momento. Pero no podía…"

"Lo sé. Pero yo debería haber sospechado, solo, estaba tan enojado. No lo podía procesar…"

"Ni yo tampoco. Y… ¿volviste con Elizabeth después de eso?"

Ross tragó saliva antes de seguir hablando, y se volvió a secar los ojos con la mano que tenía libre. Con la otra apretaba los dedos de Demelza.

"Fui. No si ella cambió de la noche a la mañana, o fui yo. Si siempre había estado diciendo esas cosas. Planes, ideas para el futuro. Nuestro futuro. Viajes, fiestas, irnos a vivir juntos… estaba ahí hablando como si nada y yo frente a ella muriéndome por dentro. Ni si quiera lo notó. Ni siquiera pensó en ti. Y todo ese tiempo, lo único que veía era a ti con ese tipo. Estaba tan enojado. Contigo, conmigo, y con ella. ¿De qué rayos hablaba? Lo daba por hecho, y me di cuenta ahí, como un estúpido, de lo que había hecho. El tiempo que había pasado con ella, cuanto me había alejado de ti. Lo que tú debiste pensar… Fui un estúpido. Debí haberme dado cuenta antes. Ella, su fantasma, estaba exorcizado desde hacía tiempo, pero yo lo mantuve vivo hasta ese momento. Me fui y nunca más volví. Luego… luego vino Caroline y ella terminó de matarme."

"No digas eso…"

"Deberías haber estado ahí. Demelza… ¿Crees… Crees que podrás perdonarme? Me equivoqué. Lo que nosotros teníamos era tan real, estábamos tan dedicados el uno al otro y yo lo eché a perder por perseguir algo que no era más que humo y espejos…"

"Eso es lo que más me dolió. Porque tú… lo eras todo para mí. Y no estoy muy segura de cómo pasó. Si era porque éramos amigos, porque vivíamos juntos y por lo que nos pasó… pero yo me había entregado a ti por completo y tú, de un día para el otro simplemente decidiste que no era suficiente para ti."

"Eras suficiente, más que suficiente. Lo eras todo para también."

Demelza movió la cabeza de un lado a otro. Aún sujetaba su mano con las suya, y él puso su otra mano encima.

"Estoy de acuerdo contigo." – dijo después de un momento. – "Sí, fuiste un idiota… y te comportaste como un – como un extraño. No como el Ross que yo amaba. El Ross bueno y generoso… pero creo, creo que yo fui algo tonta también. Al no enfrentarte, pero también al dar por sentado algunas cosas. Al no cuidarte… al alejarte de mí sin antes hablar. Creo que eso tampoco fue justo para ti. Pero estaba tan confundida, Ross…"

"Estabas en todo tu derecho. Lo que te pasó fue…"

"Eso que pasó ya quedó atrás. Fue difícil... hubo noches en las que me despertaba en medio de un grito… o pensamientos, recuerdos aparecían de la nada. Pero ya no."

"Oh, cariño…" – murmuró él y aprovechó que sujetaba sus manos para tirar de ella. Se puso de pie, y la mejilla de Demelza fue a parar sobre su pecho. Soltó sus manos para rodearla con sus brazos y luego de un momento ella rodeó su cintura también. – "Debería haber estado allí. Debería haber estado contigo." – dijo sobre sus cabellos.

Se quedaron así un momento. Ella sentada en la banqueta y él de pie junto a ella, abrazados. Con una de sus manos acariciaba su cabeza. Y poco a poco, ella lo abrazó un poco más fuerte hasta quedar pegada a su pecho. Unidos, como si fueran uno. Como nunca hubieran tenido que dejar de serlo.

Demelza levantó la cabeza cuando Garrick ladró y miró en su dirección, luego al reloj que estaba colgado en la pared.

"Ya es muy tarde." – dijo, y se enderezó. Sus dedos rozaron sin querer su estómago y una corriente eléctrica pareció recorrerlos a ambos. Ella lo miró como asustada por un segundo, o eso creyó ver Ross. Quitó su mano rápidamente, pero él llegó a agarrarla en aire. Presionó ligeramente sus dedos, y los llevó a su boca para besar el dorso se su mano. Luego la soltó. – "Creo que será mejor que te traiga las cosas para dormir." – dijo. El lugar donde se habían posado sus labios aún le cosquilleaba.

"Será lo mejor, sí. Deja, deja que te ayude a quitarte esto." – dijo él mirando el arreglo de flores que todavía tenía sujetas en su cabeza.

"Oh, me había olvidado de ellas."

Demelza se quedó muy quieta mientras él buscaba entre los mechones colorados los clips que sujetaban la vincha de flores. Ross se movía a su alrededor, y ella veía su abdomen adonde recién lo había tocado y su pecho y sus dedos en su cabeza volvieron a ocasionar otra corriente que la hizo tiritar. – "Ouch." – se quejó para justificar el movimiento, aunque no le había hecho doler.

"Ya casi está…"

"No me di cuenta de que aun las tenía en la cabeza, debo haber parecido una ridícula."

"Te quedan muy bonitas. Estabas… hermosa hoy con ese vestido blanco." – comentó.

"Fue idea de Anne. Que todas vistiéramos de blanco."

"Ahí está." – dijo soltando el último clip. – "Primero Verity, ahora la esposa de tu padre. ¿Recuerdas el vestido que usaste en la boda de Caroline? Te quedaba muy bien también."

Demelza recordó lo que había hecho en ese vestido después del casamiento de Caroline, y no pudo evitarlo, se le colorearon las mejillas. Y como si pudiera leer sus pensamientos, a su lado Ross intentaba sin éxito contener una sonrisa también.

"También te extraño por las noches…" – susurró.

"No." Ella se puso de pie y quitó las flores de sus manos. "Nada de eso." – dijo con firmeza y desconectó la cámara y cerró la notebook. Moviéndose de prisa, fue a su habitación. Ross la siguió unos pasos detrás, pero no entró, al contrario de Garrick. Espió a través del marco cuando ella encendió la luz, vio al perro subirse a la cama como si fuera su dueño.

Era verdad. Que la extrañaba de esa forma también. Y en ese sentido también había sido distinto a su otra separación.

Demelza regresó enseguida con un juego de sábanas, una manta y una almohada en sus manos. Quitó los almohadones pequeños que había sobre el sillón y comenzó a preparar su cama. Él se apuró a ayudarla. – "El sillón es nuevo, pero no es muy duro. Creo que podrás dormir cómodo." – dijo. No como su antiguo sillón rosado que cuando ella se fue ya estaba blando de todo el uso que le habían dado. Judas. Se suponía que debía pensar en cosas serias, no en Ross desnudo sobre ella en el sillón, y sin embargo en los últimos minutos era en todo lo que pensaba. "¿Qué?"

Ross la miraba con una gran sonrisa.

"Nada. Solo, me alegra estar aquí. Durmiendo en tu sillón. Hace algunas semanas no me hubiera atrevido a siquiera soñarlo."

La tomó desprevenida. Fue como si un suspiro naciera en el fondo de su ser. Esa noche dormirían bajo el mismo techo separados por una pared. Como cuando todo empezó. – "A mi… también me alegra que hayas venido. Es doloroso, pero es lo correcto… creo."

"Sip. Todavía… todavía no me dijiste si me perdonas."

"Eso es porque aún no lo he decidido. Me has dado mucho en que pensar, así que deberíamos dormir ya."

"¿Soñarás conmigo entonces?"

"Judas." – Ross comenzó a reír. – "Hasta mañana, Ross."

"Solo para que sepas…" – dijo cuando ella se dio la vuelta para irse a su habitación. – "… yo no he dormido con nadie en todo este tiempo. Ni con Elizabeth, ni con nadie más. Digo, por si vas a pensar, tal vez quieras tenerlo en cuenta."

Demelza abrió grande los ojos. ¿Pero que cuernos? - "¡Hasta mañana!" - medio grito y cerró la puerta tras ella. Diablos.

"Que descanses, Demelza."


El sofá si era un poco incómodo. A Ross le costó dormirse, se movió de un lado a otro mirando hacia arriba, después de costado. Pero no fue solo el sillón el culpable. La imagen mental que no se podía sacar de la cabeza también era muy responsable. Ese recuerdo del casamiento de Caroline. Otro día de verano, o noche en realidad, y el momento en que Demelza y él regresaban caminando tomados de la mano a su habitación. Como se habían escabullido entre los árboles en la soledad de la noche. Sus risas y él intentando hacerla callar, sus labios, la suavidad de su piel y sus gemidos en la oscuridad. Sí, le costó conciliar el sueño.

"No… ven aquí. No hagas eso."

¿Qué no haga qué? Estaba soñando con ella. Que la besaba. La tenía entre sus brazos y ella lo besaba también, abriendo su boca para que sus lenguas se encontrarán…

"¡Garrick!"

Se despertó de golpe porque alguien lo besaba. Y no era Demelza. Ewww…

"Lo siento, lo siento. No quería despertarte. Garrick, eso no se hace a un invitado…"

Ross se sentó sobre el sillón medio dormido aún. Se pasó la mano por el rostro húmedo. El monstruo peludo ese había lamido toda su cara.

"Arggg..." - gruñó. - "¿Qué hora es?"

"Uhmmm... casi las siete." - Demelza dijo, intentando contener la risa. Garrick había apoyado dos patas en las rodillas de Ross y lo observaba con curiosidad. - "Vuelve a dormir. Nosotros volveremos enseguida. Vamos, Garrick. Ya deja a Ross tranquilo."

El perro le ladró y se fue con Demelza. Ese monstruo...

"¿Adónde van?"

"Paseo matutino."

Ross terminó de despertarse y observó a Demelza. Tenía el cabello mojado y recogido, no la había escuchado bañarse. Iba de joggins y zapatillas. - "Espera." - dijo - "Voy con ustedes."

El paisaje al salir por la puerta trasera lo dejó maravillado. No es que no estuviera acostumbrado a las playas de Cornwall, solo que no se la esperaba tan cerca, como si pudiera zambullirse de cabeza al mar desde allí mismo. La pequeña terraza de Demelza flotaba unos metros por encima de la arena dorada y el sol ya calentaba la costa. Cerró los ojos por un instante cuando el aire salado de mar golpeó su rostro y alborotó sus cabellos a medio crecer.

"Te dije que tenía una buena vista." - la escuchó decir.

"Wow, Demelza. Es... impresionante de verdad."

Garrick saltaba entusiasmado para que abriera la pequeña puerta de reja que daba a la escalera para bajar a la playa.

"Por aquí cortamos camino."

Ross la siguió por una estrecha escalera de piedra empinada. Salieron a un sendero, y al cruzarlo ya estaban en la playa. Había algo de viento que se estaba llevando las últimas nubes que cubrieron el cielo durante la noche. No había nadie, el perro salió disparado corriendo delante de ellos como si fuera el dueño del lugar.

"¿Siempre sales tan temprano?" - Caminaban lado a lado, un poco separados. Ella con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

"Depende de Garrick. Hoy se despertó más temprano que de costumbre, creo que está algo sobresaltado. No está acostumbrado a extraños en la casa... ¿dormiste bien?"

"Sí... algo."

Ella lo miró entrecerrando los ojos.

"Algo." - dijo. Continuaron caminando unos metros más. La arena húmeda estaba firme, lo veían a Garrick correr y saltar de aquí para allá olfateando algún rastro. Ross se acercó un poco más a ella, le dio un ligero empujón con su hombro.

"¿Estuviste pensando lo que hablamos anoche?" - le preguntó.

Demelza disminuyó el paso hasta detenerse por completo.

"Sí, estuve pensando. Lo que me dijiste sobre ella, me dolió, pero me dolió más entonces. Ahora... para ser honesta no quiero pensar más en ella, ya quedó atrás."

"Sí, ya quedó atrás. Ella ya no está. Demelza..." - Ross se paró frente a ella, arrastró sus manos desde sus hombros hasta que cayeron en sus manos y ella entrelazó sus dedos con los suyos. Despacio, levantó su mirada hacia sus ojos. Él se acercó un paso más, ella no se movió. Tocó su frente con la suya, y sus narices se rozaron. La acarició así por un instante...

Un instante hasta que ese maldito perro le saltó encima, empujándolo con sus dos patas.

"¡Garrick!"

Tenía algo en el hocico. Una pequeña pelota de varios colores.

"Alguien debe haberla perdido." - comentó él.

"No. Es de él. Tiene varias enterradas por toda la playa. ¿no es así?" - el perro seguía moviendo la cola frente a ellos. - "Quiere que la tires."

"¿Qué?"

"La pelota. Ross, ¿nunca tuviste un perro? Arroja la pelota lo más lejos que puedas, quiere jugar."

No, nunca había tenido una mascota.

Ross le quitó la pelota de la boca. Amagó una vez, el perro parecía la criatura más feliz y más tonta del planeta. La arrojó lo más lejos que pudo, y Garrick salió corriendo tras ella. Demelza reía a su lado.

"Le gustas."- le dijo.

"¿Y a ti? ¿Crees que podría gustarte de nuevo?" - preguntó él.

Ella no dejó de sonreír, torció la cabeza. - "Creo que podría recordar cómo hacerlo."

Ross tomó su mano y continuaron caminando sobre la arena.