Hola a todos! He vuelto con otra historia, todavía quedan algunas más y al parecer no muchos quisieron adivinar quién sería el protagonista de la siguiente historia, que mal. Pero bueno, vamos a por ello, por cierto… EL 21 de octubre los dos primeros capítulos en ESPAÑA! Espero verlos sin falta en internet. Pero bueno, agradecimientos a Thomas Astruc por tan genial serie y sin más que decir… COMENZAMOS!

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Capítulo 10

Kuei.

Marinette estaba exhausta, había tenido patrulla con Chat Noir, terminado un vestido para regalarle a Alya y había terminado la tarea hace poco. Ahora estaba en ese momento descansando viendo una película de terror.

-Marinette, la cena está casi lista.

-Ya voy. ¿Y papá?

-Está abajo terminando un importante pedido.

-Anda, el pastel de boda, es verdad. Entonces no cenará con nosotras hoy.

-No. Pero pasaremos un buen rato juntas. ¿Puedes ayudarme a poner la mesa?

-Claro mamá.- apagó el televisor y fue a poner los platos y cubiertos. Le gustaba mucho la comida de su madre, era una mezcla de la comida china y francesa. En poco clavó sus dientes en el delicioso pollo en salsa y Sabina sonreía satisfecha al ver a su hija comer ávidamente.

-¿Y que veías en la tele? ¿Algo interesante?

-La verdad no. Solo una película de fantasmas pero era aburrida y nada realista.

-Oh, ya veo.

-Mamá, ¿tú has tenido alguna experiencia paranormal?

-¿Una historia de fantasmas? Creo que te sorprenderías.

-¿En serio? ¿Me puedes contar?

-Bueno ¿y por qué tan interesada en el tema?

-Bueno... Alya me asustó con una historia y quisiera pagarle con la misma moneda.- dijo con una sonrisa un poco nerviosa, no iba a decirle que Chat Noir le había dado un buen susto y necesitaba ideas para regresarle la broma, la señora Sabine sonrió y suspiró.

-Muy bien. Esto que te voy a contar pasó cuando tenía tu edad.

-¡Vamos San! ¡No seas una tortuga!- gritó algo molesta una chica de cabello muy corto negro que vestía unos jeans, una blusa color durazno en rayas azules verticales y zapatillas deportivas blancas. Atrás de ella una exhausta Sabine de cabello largo recogido a dos coletas con ligas con adornos de dos flores rosas, vistiendo una vestimenta china de blusa de manga larga color lila y unos pantalones negros que mostraban sus gráciles tobillos y sus zapatillas negras.

-Corres muy rápido Mei y te he dicho miles de veces que me llamo Sabine, deja de recortar mi nombre, no me gusta.

-Pues tampoco me gusta tu nombre, es demasiado europeo y no te pega con esas ropas.

-Es el nombre que mis padres me pusieron por...

-Sí, sí lo sé. Para cuando al fin se mudaran a otro país.- contestó de mala gana. Sabine suspiró.

-Exacto, y el próximo mes ya nos iremos.- dijo con pesar. Sus padres eran dos cocineros que siempre habían soñado expandir su conocimiento en la cocina, su padre de joven se hizo amigo de un parisino de nombre Jean Paul. Jean Paul vivió en aquella provincia unos meses pero fueron suficientes para crear una gran amistad debido a un incidente en que su padre le salvó la vida, su amistad fue tan fuerte que dejó que compartieron el mismo sueño de poder estar juntos en Paris. Y meses atrás el amigo de su padre le había dado la noticia que su amigo le había conseguido visa y un lugar donde podrían vivir y abrir un local, sus padres locos de felicidad aceptaron. Por eso su nombre era diferente al de otros, gracias a ese sueño de ir a Francia.

-Eso lo sé. No paras de decirlo.- dijo con cierto fastidio y Sabine frunció el ceño.

-Claro que no. ¿Por qué estás molesta otra vez?- preguntó mientras caminaban hacia lo que reconoció como el bosque de bambúes. Desde hacía meses su amiga Mei se había mostrado tosca con ella, al principio pensó que estaba triste por su partida pero al pasar el tiempo Sabine ya no sabía qué decir. Mei a diferencia suya gustaba todo lo que no tuviese que ver con China, su sueño era irse y vivir como los europeos pero sus padres era del tipo tradicional y eso en sus palabras reducía mucho sus posibilidades de salir de allí. Hace días se habían peleado por el mismo tema no volviéndose a hablar desde entonces, y ahora Sabine estaba allí porque su amiga le dijo que quería arreglar las cosas, no quería irse y perder una amistad de tantos años. Al llegar a la entrada del bosque de bambúes sintió un escalofrío, el lugar tenia algunos árboles y helechos rodeados de varas de bambú, el sitio casi era un laberinto en el que algunos se perdían si no tenían cuidado, el lugar era muy engañoso.

-Hemos llegado.

-¿Qué hacemos aquí?- Mei se giró y de su pantalón sacó unas pinzas de color negro con grabados de flores blancas, Sabine abrió grande los ojos.- ¿Qué haces con esos? ¡Los estuve buscando por días!

-¿De veras?

-Entrégamelos ahora mismo, son un regalo de mi madre.

-Ya lo sé. Pero no te los voy a dar. Si los quieres me tendrás que atrapar primero.- dijo para salir corriendo dentro del bosque perdiéndose su silueta en la oscuridad de este.

-¡Mei!- gritó molesta y siguió a la chica. Sabine buscó a Mei intentando escuchar el sonido de sus pisadas en el bosque, giró, derecha, izquierda, izquierda, derecho, pero se dio cuenta tarde que ya no escuchaba las pisadas de Mei y Sabine estaba en medio del bosque.

-¿Mei? ¡Mei sal ya!- no hubo respuesta y aquello comenzó a atemorizarla.- ¿Mei?- retrocedió intentando encontrar el camino de regreso pero al hacerlo sintió algo frio rozar su cabeza y al alzar la mirada ahoga un grito al ver a una mujer colgada de largos cabellos negros que la veía fijamente. Se quedó viendo a la mujer incapaz de gritar o de siquiera hacer algún sonido. Vio como la cabeza de la mujer se movió y le sonrió mostrando unos dientes negros como perlas oscuras. La mujer se zafó de la cuerda con una lentitud casi dolorosa y después cayó al suelo de pie sin apartar la vista de Sabine.

-¿Tú eres quien me dijeron me reemplazaría?- su voz era grave y ahogada, como si todavía tuviese la cuerda alrededor de su cuello, Sabine retrocedió pero tropezó cayendo sobre su trasero.

-¿R-Reemplazarte?- la mujer dio un paso al frente y Sabine se levantó. De repente las historias que le contaban sus abuelos y tíos, historias sobre los Kueis aparecieron a su mente, espectros que buscaban a personas de mente y alma débil para que ocuparan su lugar y la única forma de vencerles era no demostrar miedo, tomó aire y frunció el ceño con los puños a los costados.- Yo no vengo a reemplazarte. ¿Quién te dijo eso?- la mujer de repente parecía desconcertada por la actitud de la chica.

-Una joven, lo gritó al bosque y yo acepté su palabra, dijo que esta noche iba a traer a quien ocupase mi lugar.- Sabine sintió un pinchazo en su pecho, había rumores y leyendas de un kuei en el bosque de bambúes pero que su amiga la hubiese prácticamente ofrecido a ese ser le dolía de sobremanera.

-Pues yo no lo haré. Y si intentas algo te las veras conmigo.- dio un paso al frente amenazante y la kuei retrocedió, al ver que Sabine no le tenía miedo gritó furiosa.

-¡Me han engañado! ¡Maldita sea! ¡Mil veces maldita!- miro a Sabine con gran odio.- ¡Largo de aquí mortal! Tú no puedes ofrecerme mi libertad. ¡FUERA!- no tuvo que decirlo dos veces, se dio la vuelta y corrió, concentrándose en la idea de salir de allí y no del temor que la kuei podía generar en ella. En poco estaba afuera del lugar y sintió que podía volver a respirar. Iba a caminar de regreso cuando su pie pisa algo, aun en la oscuridad y con la poca visibilidad que le daba la luna reconoció que eran sus pinzas, rotas y astilladas, ella no las había roto al pisarlas, era seguro que Mei las hubiese roto antes de hacer la carrera y se entristeció de solo pensarlo, Sabine supo que su amistad estaba por completo rota y le dieron ganas de llorar ante lo que había pasado dentro del bosque. Y en ese momento un grito desgarrador rompe la tranquilidad de la noche…

-¿Y luego qué paso?- preguntó Marinette muy interesada.

-Salí de allí corriendo sin mirar atrás.

-Wow mamá, eres muy valiente.

-El valor no se trata de tener no tener miedo, sino de hacer frente a las cosas. Y ya es tarde, mañana tienes escuela, a dormir.

-Buenas noches mamá. Dale a papá por mí el beso de buenas noches.

-Lo hare. Ahora a descansar.- Marinette subió a su habitación, Sabine se quedó un momento esperando a su esposo que sorpresivamente llegó y la abrazó para besarla.

-¿No deberías ir a la cama?

-Te estaba esperando.

-¿Que tienes mi bella flor de loto?- Sabine suspiró.

-Le conté a Marinette la historia del kuei.

-¿Se la contaste toda?

-No. Omití el final. No quería que tuviese pesadillas esta noche.

-Bueno, vamos a dormir. Debes estar exhausta.

-Como tú cariño. Adelántate que voy a dejar mi taza.- su esposo se adelantó no sin antes darle un dulce beso. Sabine vio el fondo de su taza vacía, recordando cuando la gente se juntó al otro día para buscar a Mei, un hombre encontró un zapato en el camino y cerca un rastro de sangre que siguieron todos hasta el mismo lugar donde Sabine había enfrentado a la kuei anoche, y allí, en la rama más gruesa del árbol, estaba el cuerpo de Mei colgando con una expresión de total terror que heló la sangre a los presentes. Mei, envidiosa por verla cumplir su sueño, buscaba que Sabine se quedase para siempre en ese lugar, pero al final fue Mei quien conllevó a su peor pesadilla, ya que ese grito que Sabine escuchó antes de huir era de Mei rogando por su vida, y se preguntaba a veces si ella seguiría allí, ya que el objetivo de los kuei era buscar quien los reemplazara en aquella pena, siendo Mei… quien ahora estaba esperando a alguien más a que la reemplace.

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Y… espero les haya gustado, gracias a todos por sus reviews, no saben lo feliz que me hacen. Y bueno a todos estamos a días de ver los primeros capítulos! X3 Nada de tomatazos! Dejen review! Y nos leemos en la siguiente… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HAASTA LA SIGUIENTE!