Segundo Acto
LUNA CRECIENTE
Es la primera aparición de la Luna en el cielo. En esta fase lunar, la Tierra, la Luna y el Sol están casi alineados en el espacio. Es el primer atisbo de luz que aparece en la oscura cara de la Luna.
—¡Por supuesto que yo seré el Hokage Kiba! —exclamó un niño rubio con gafas para el agua amarradas alrededor de su cabeza.
—Deja de ser tan ruidoso —le pidió un chico que usaba una coleta de caballo alta y tenía un aspecto bastante desarreglado— ¿Por qué seguimos juntándonos con él? Es tan problemático.
—Nunca serás el Hokage si compites conmigo, ¿verdad Akamaru? —el perrito que llevaba el niño Inuzuka en la cabeza ladró con fuerza.
—Tengo hambre —les indicó un niño un tanto rellenito con espirales en sus mejillas— ¿Por qué no vamos a comer algo?
—¡Claro que no! ¡Vamos a jugar Ho-ka-ge! ¡El último en llegar a la cima de la montaña invita al resto a comer ramen y el ganador será Hokage por el día! —gritó el rubio sacándole la lengua, comenzando a correr.
—¡Nunca me ganarás, perdedor! —le contestó Kiba aceptando el desafío, corriendo atrás de él.
—Que molesto es todo esto… —se quejó el pelinegro, comenzando a correr también.
—¡E-espérame Shikamaru! —le pidió el niño Akimichi mientras los perseguía torpemente.
Los cuatro comenzaron a correr dejando atrás la Academia y a la chica que los miraba desde la entrada. Sonrió melancólicamente poniendo una mano sobre su pecho, intentando controlar el dolor que se formaba en ese lugar. Como le habría gustado poder seguirlos y preguntarles si podía jugar con ellos también, tal vez alentar a Naruto y acariciar el lomo del pequeño Akamaru. Sólo imaginarlo la hizo sentir como si ella también hubiese estado corriendo con ellos y aquello pareció animarla un poco.
Suspiró suavemente, dándose cuenta de la realidad. Estaba sentada en completa soledad, ignorada por sus pares mientras pasaban a su lado. Todos parecían tener a alguien especial, a algún amigo con quien compartir el finan del día… excepto ella. Ella tenía a Sasuke y como de costumbre estaba esperando que terminara de entrenar para que volvieran juntos a casa.
—Nos vamos —escuchó de pronto y vio como éste pasaba a su lado.
Se puso rápidamente de pie y comenzó a seguir al pelinegro unos cuantos pasos más atrás esperando no molestarlo con su presencia. Que estuviesen volviendo a la casa de los Uchiha tan temprano la sorprendió. Por lo general Sasuke se quedaba en la academia toda la tarde y a veces hasta parte de la noche. Lo único que se le ocurrió fue que debía tener un motivo importante para irse temprano.
Para ser sinceros, Sasuke la ponía un tanto nerviosa. Desde el primer día de clases en la Academia se había aislado de todos y se enfocaba sólo en entrenar y estudiar. Las únicas ocasiones en que era realmente amable o se enfocaba en los demás era durante las clases de colaboración shinobi. Aparte de eso, Sasuke Uchiha era un misterio para todos. Hinata creía firmemente que el pelinegro no estaba ahí para hacer amigos, sino, para ser el mejor de la clase. Así eran los Uchiha, un clan de elite y todos lo comentaban. Cada vez que Sasuke pasaba por los pasillos había alguien susurrando lo genial que eran los Uchiha y que él seguramente iba a ser un shinobi muy poderoso.
No obstante, después de su matrimonio con Itachi lo que había sido indiferencia de parte de Sasuke se convirtió en clara antipatía. Por algún motivo parecía molesto con ella todo el tiempo. Cuando lo saludaba, sólo le respondía con una mirada fría, cuando desayunaban juntos no le daba los buenos días y cuando caminaban hacia o desde la Academia, siempre apresuraba el paso para no avanzar uno al lado del otro.
Sasuke parecía estar enojado con ella, aunque nadie se molestó en explicarle el por qué. Tal vez si hubiese sabido que el hermano menor de Itachi la resentía porque pensaba que su "nii-san" se olvidaría de él ahora que estaba casado, le habría podido explicar que aquello era muy improbable, sino imposible, porque Itachi apenas le dirigía la palabra.
—¿Sabes si nii-san llegará temprano hoy? —le preguntó de pronto desde adelante.
—N-no lo sé. No me ha dicho n-nada —respondió Hinata sintiéndose nerviosa de inmediato por la severa voz de Sasuke.
Y era cierto. Desde la vergonzosa noche en que él subió sobre ella desnudo y la tomó como esposa cortándose un dedo, apenas lo había visto. Itachi nunca estaba en su hogar y cuando aparecía, Fugaku Uchiha lo llevaba a un salón en donde nadie entraba, ni si quiera Sasuke.
El patriarca de los Uchiha solía conversar algunos minutos con su hijo mayor y luego éste salía luciendo más cansado que de costumbre y se encerraba en su habitación con una tristeza que era palpable, al menos para Hinata. El resto de su familia parecía ignorar su silencio, con excepción de Sasuke quien lo miraba como si quisiera alcanzarlo en aquella soledad sin poder lograrlo.
En alguna ocasión le había preguntado a Mikoto Uchiha si Itachi actuaba de esa forma todo el tiempo y ella le contestó con amabilidad que su hijo mayor era un chico especial y diferente al resto, y sin duda alguna, la persona más gentil que conocía. Hinata quiso creer en sus palabras pero aun no conocía ese lado de Itachi que su madre parecía ver tan bien.
Cuando el heredero de los Uchiha se encontraba en casa Hinata se paraba afuera de la habitación que compartían y miraba la puerta cerrada por minutos preguntándose a sí misma si debía intentar penetrar ese espacio entre ambos para empezar a conocerlo. No obstante, era más sencillo pretender que no le importaba su lejanía a tratar de traspasar su duro exterior.
Las cosas parecían bien tal como estaban y no tenía problemas en seguir aparentando que ambos eran felices juntos. Claramente, ella sabía la verdad y también Itachi; no había amor, atracción o felicidad en su relación. Estaban ahí para cumplir un rol y pretender que se llevaban bien era parte de ello.
Sin si quiera darse cuenta, había caído en un estado de pasividad y desapego que se le hizo bastante cómodo, sobre todo considerando que en la casa de los Hyuga el trato hacia ella era duro y bastante cruel. En el hogar de los Uchiha era invisible, pero al menos nadie la había tratado mal. Sin ese constante miedo en su interior de no ser lo que se esperaba de ella, tal vez podía comenzar a descubrir qué era lo que realmente quería para sí misma. Ese desahogo la hizo sentirse segura y a pesar de que sabía que Itachi no estaba encantado con tenerla ahí, se permitió a sí misma olvidarse de todo y comenzar a disfrutar un poco más su vida.
Sí, a veces se sentía sola y triste, pero algo en su interior le decía que de una forma u otra, quizás, podría hacer que su esposo se enamorara de ella y ambos tendrían un final feliz. Quizás era un pensamiento infantil, pero Hinata sólo tenía ocho años. Soñar con finales felices es parte de ser un niño.
Muchas tardes, Itachi y Sasuke se sentaban en el jardín y conversaban sobre sus días. Hinata nunca los interrumpía, sólo los observaba desde una distancia segura. En parte, porque esas eran las pocas ocasiones en que veía sonreír a Itachi y ese sombrío aire a su alrededor desaparecía.
Sasuke siempre lucía abatido cuando estaba alrededor de su hermano mayor y lo miraba con un cierto aire de culpa. Le causaba curiosidad verlo con aquellos gestos y más de una vez se preguntó por qué lucía como si hubiese roto un objeto importante para Itachi.
La respuesta llegó a ella un día en que cenaban sin su esposo y escuchó a Fugaku Uchiha alabar a su hijo mayor con una determinada frase que hizo que los hombros de Sasuke se tensaran y sus ojos se tornaran triste.
"Como se esperaba de mi hijo…"
No fue la única vez que escuchó esa frase dentro de ese hogar y curiosamente, Sasuke siempre reaccionaba de la misma forma cuando la oía en la boca de su padre. Fue durante ese tiempo en que logró comprender por qué siempre lucía tan culpable cerca de Itachi. La razón era bastante simple para ella quien tambien tenía un padre severo al que deseaba impresionar; Sasuke quería superar a su hermano, costara lo que costara. Hinata podía ver lo mucho que lo admiraba y lo amaba, pero al mismo tiempo, lo resentía por ser el favorito de Fugaku. La sombra que proyectaba Itachi sobre él era tan grande que opacaba cualquiera cosa que hiciera, por maravillosa o grandiosa que fuese.
Ambos niños entraron al distrito de los Uchiha, caminando bastante separados el uno del otro. A pesar de que llevaba haciendo el mismo recorrido por varias semanas ya, le seguía maravillando el orgullo que sentían las personas que vivían ahí de pertenecer al clan Uchiha. Todas las paredes estaban decoradas con grandes abanicos blancos y rojos, faroles de papel colgaban desde los techos con el emblema del clan y no había una sola persona que caminara por ahí (aparte de ella) sin el abanico bordado en su espalda. Era claro para ella que los Uchiha querían que todos en Konoha supieran lo orgullosos que se sentían de ser parte de ese clan.
El emblema del clan Hyuga consistía en el ying y el yang, rodeado por números que iban del uno al ocho, pero nadie en el clan lo utilizaba, más bien, a veces bordaban en su ropajes el símbolo de la flama del país del fuego, pues a su punto de vista, a pesar de que los Hyuga se sintieran orgullosos de su linaje, para ellos era más importante ser parte del todo que formaba Konoha. Eso los diferenciaba de los Uchiha o al menos eso creía ella.
De pronto se toparon en la calle con una mujer bastante robusta y de sonrisa amable que estaba poniendo galletas de arroz frescas en los mostradores exteriores de su pequeña panadería. Arriba, en un cartel con el emblema del clan, se podía leer: "UCHIHA SENBEI".
Sasuke se detuvo frente a ella con una gran sonrisa y ésta pareció alegrarse de verlo. Corrió hacia ella y le abrazó las piernas mientras la mujer le acariciaba el cabello. Hinata los observó a una distancia pertinente, sintiéndose como una intrusa en la escena.
—Sasuke-chan, ¿vienes de la Academia? —le preguntó la mujer.
—Así es Uruchi-san. Nii-san dijo que me ayudaría con el shurikenjutsu hoy.
—Ya veo, ya veo —dijo la mujer, encantada con la sonrisa de Sasuke— ¿Y como está Hinata-sama el día de hoy?
Le tomó un momento darse cuenta que le hablaba a ella. Subió el rostro y de inmediato se sonrojó, comenzando a jugar con sus dedos. Sintió que el resto de su cuerpo temblaba y su corazón se aceleraba. Nerviosa, intentó formular una respuesta a tan sencilla pregunta.
Sasuke la observó sobre su hombro y con cada segundo en silencio que pasaba, fruncía más las cejas. Con aquel gesto supo que no podía permanecer en silencio por más tiempo pues los estaba impacientando.
—M-muy bien, muchas gracias… —dijo en apenas un susurro— …por... por preguntar.
—Me alegro. Se le ve fuerte y animosa. Eso se espera de la futura matriarca de nuestro clan —dijo la mujer bajando el canasto con galletas de arroz— ¿Cómo está Itachi-san? Ya no lo veo tanto como solía hacerlo. Después del matrimonio parece más desaparecido que nunca. Ese sobrino mío es un ingrato… antes venía a pedirme dulces todo el tiempo junto a Shisui y ahora tengo suerte si los veo una vez al mes. Al menos tengo q mi Sasuke-chan quien siempre visita, aunque sea sólo para comer un par de galletas gratis —la mujer le pasó una galleta de arroz envuelta en papel y Sasuke le dio un mordisco completamente feliz. Caminó hacia Hinata y también le dio una.
—Nii-san está bien —respondió Sasuke por ella, adivinando que Hinata se demoraría más de la cuenta en responder—, ha estado un poco ocupado con sus misiones, eso es todo.
—Ya veo, ya veo… —dijo la mujer— Estudia mucho y esfuérzate Sasuke-chan. Haz que el clan se sienta orgulloso de tener a dos prodigios entre nosotros.
—¡Lo haré! ¡Hasta luego Uruchi-san! ¡Gracias por le senbei!
—M-muchas gracias, Uruchi-san… —dijo Hinata haciendo una reverencia.
Sasuke continuó caminando por las calles del clan y Hinata apenas alcanzó a seguirlo. El resto del camino fue en silencio, sin embargo, el chico parecía más feliz que antes después de encontrarse con su tía. Al menos no parecía querer asesinarla con su mirada y comía su senbei con bastante alegría. Luciendo así, no parecía el mismo chico con el que había estado viviendo ese mes.
Cuando llegaron a casa, ambos se sacaron las sandalias en la entrada y se dirigieron al corredor externo. Obviamente, el olor a comida recién hecha invitaba a Hinata a unirse al comedor. Un tanto avergonzaba comenzó a caminar hacia el lugar en que Mikoto Uchiha preparaba la cena.
Aún no se acostumbraba del todo al porte de la casa de los Uchiha y las pocas personas que vivían ahí. En la mansión Hyuga, no sólo habitaban su padre, su hermana menor y ella, sino gran parte del clan. La casa de los Uchiha no era tan grande como la suya, pero era mucho más solitaria. Los largos pasillos exteriores pasaban desiertos la mayor parte del tiempo con Itachi haciendo misiones, Fugaku en la estación y Sasuke entrenando. En esas ocasiones, aprovechaba las tardes para sentarse a la orilla del riachuelo que fluía por el jardín y veía como avanzaba el agua escuchando el sonido de la fuente de bambú subir y caer, subir y caer, una y otra vez. Nadie la molestaba ahí, nadie esperaba nada extraordinario de ella… tendría toda esa primavera para prensar flores y aprender a cocinar junto a su nueva madre por afiliación.
Observó como Sasuke casi pasó de largo fuera de la puerta del comedor, demasiado ansioso por encontrar a Itachi en ese lugar. Sin embargo, Mikoto Uchiha se aclaró la garganta y lo miró frunciendo el ceño desde la habitación. Su mirada severa pronto se deshizo y se transformó en la más dulce de las sonrisas al ver a su hijo. Aquello hizo que Hinata quisiese sonreír, pero al mismo tiempo, se sintió una extraña en toda esta dinámica familiar de la cual aún no era parte.
Sasuke se encogió de hombros, suspiró y entró a la cocina completamente vencido por la mirada de su madre.
—¿Llegó nii-san? —preguntó mientras Mikoto terminaba de poner todo en la mesa.
—Las manos, lávatelas —le ordenó.
El chico se quejó un momento con una especie de gruñido; escuchar ese sonido seco proveniente de su garganta se le estaba haciendo muy regular a Hinata. Lo empleaba cada vez que algo lo molestaba y sonaba como "hmph". Al principio se sorprendió al notarlo, pues sonaba exactamente igual a Neji cuando algo le era indiferente, con el paso de los días se acostumbró a ello y entendió que a pesar de todo Sasuke no era tan perfecto como se veía en la Academia.
El pelinegro se dirigió al lavadero y abrió la llave mientras Hinata se detenía en el umbral de la puerta, preguntándose si debía entrar o no.
—B-buenas tardes, Mikoto-san —la saludó con timidez.
—Buenas tardes querida —le respondió con una sonrisa amable—. La comida estará lista dentro de poco.
—Muchas gracias —respondió comenzando a jugar con sus dedos, entrando lentamente— ¿Puedo a-ayudar en algo?
—Sí, ¿podrías ir a buscar a Itachi para cenar? Está en su habitación.
—Cla-claro. Iré por él —respondió Hinata enrojeciendo.
Sasuke la miró irritado y entonces supo que era mejor que saliera del lugar, rápido. Lo último que quería era enemistarse con él incluso más.
Suspiró mientras caminaba por el pasillo, sabiendo que las cosas no iban a mejorar si Mikoto seguía empujándola hacia Itachi. Lo hacía todo el tiempo. Cada vez que el joven estaba en ese lugar los obligaba a pasar tiempo juntos ya fuese en el jardín o en el comedor. Ninguno se hablaba, ni se miraba y para ser sinceros era bastante incómodo estar con alguien que obviamente no tenía interés en estar con ella y que le hablaba sólo por cortesía. Aquello la entristecía, la hacía sentir como una molestia.
¿Pero qué podía hacer realmente? ¿Pedir permiso para volver a su hogar? ¿Acaso eso era una opción? La verdad, Hinata no tenía idea de lo que estaba haciendo ahí. Entendía que su matrimonio había sido arreglado y que ninguno podía hacer algo al respecto, pero Itachi no le hacía el trabajo fácil diciéndole qué hacer y qué no hacer.
Lo único que sabía con certeza era qué no podía hacer: preguntar sobre sus misiones en ANBU.
Un día mientras tomaban el té, Hinata pensó que una buena forma de mostrarse amable era preguntándole sobre su trabajo en ANBU. Había escuchado de parte de Fugaku mientras comían que Itachi tenía una misión muy importante que desempeñar, que era la conexión del Clan con el resto de Konoha y que su puesto como líder ANBU era fundamental para ello.
Sin embargo, tan pronto como le preguntó sobre el tema el rostro de su esposo había cambiado de inexpresivo a triste. Tuvo la certeza de que él se había dado cuenta de su cambio y que aquello lo había molestado, como si mostrarle algo más que indiferencia fuese algo que no deseaba, como si mostrarle emociones estuviese prohibido.
La miró con seriedad, bajó su taza de té y se retiró de la habitación sin responderle.
A veces Hinata pensaba que Itachi, tan adulto a simple vista, escondía más secretos de los que ella podía si quiera imaginarse. En ocasiones le costaba creer que su esposo sólo tuviese trece años, pues se comportaba con más madurez que muchos de los consejeros del clan Hyuga. A los ojos de la niña, Itachi era todo un hombre y aquello la hacía sentirse completamente lejos de él. Muchas noches rezaba pidiéndole a los dioses poder crecer rápido, y entonces, no estar a tanta distancia de la persona con quien compartiría el resto de su vida. Si ella también era una mujer, quizás él la comenzaría a amar y podrían ser felices.
Sin embargo, hasta ella sabía que eso era sólo un sueño y que seguramente pasarían el resto de sus vidas cubriendo la farsa, como él había llamado a su matrimonio la noche en que se casaron.
A tan sólo pasos de la puerta de su habitación escuchó la voz de Itachi. Era difícilmente más fuerte que un susurro y apenas podía percibir lo que estaba hablando. No obstante, lo que la sorprendió fue darse cuenta que no estaba hablando solo sino que había alguien en la habitación con él.
Se detuvo de golpe y dudó sobre entrar o no, poniendo su mano en la puerta corrediza pero bajándola de inmediato.
—¿Ya p..des ac…var el Ko…mat..ami?
—Ya casi… olo ne..sito un poco más d..empo. ¿..uedes comprárm…?
—..Anzo se es.. vol..iendo impacien…
—Esp..ra.
De pronto la puerta se abrió y se encontró con los ojos oscuros de Itachi observándola con seriedad desde arriba. Hinata tragó saliva y sintió que todo a su alrededor daba vueltas.
—¿Por qué está escuchando atrás de la puerta?
—Sólo… sólo venía a buscarlo para cenar —dijo ella sintiendo como sus mejillas enrojecían.
—¿Mi madre la mandó a escucharnos hablar? —la mirada de Itachi se volvió tan afilada que Hinata sintió que le faltaba el aire.
—N-no… sólo a avisarle que… —bajó el rostro— que la comida está lista.
—Que esposa tan considerada —se burló un joven de cabello negro y curvo en las puntas.
Su nombre era Shisui Uchiha, o al menos eso recordaba Hinata. Lo había visto en el matrimonio y la había felicitado con una gran sonrisa, aunque no supo si lo decía en serio o si se estaba burlando de ella. En ese momento, volvía a mantener esa expresión despreocupada y amable en su rostro, como si todo a su alrededor fuese un gran juego del cual él era protagonista.
—Recuerda lo que te dije Shisui —le indicó Itachi sin voltearse—. Y se respetuoso con Hinata-san, es mi esposa.
—Lo siento, lo siento, era sólo una broma —declaró levantando las manos y poniéndolas en su cuello— Sabes que las cosas se están yendo al carajo cuando ni si quiera te tomas bien una broma.
—Cuida tu lenguaje.
—Maldición Tachi, relájate un poco. Las cosas van a mejorar, ya lo verás.
—Eso espero. Por el bien de todos.
—Claro que lo harán —dijo con tanta despreocupación que hasta Hinata quiso creerle. Por un momento, vio la misma sonrisa de Naruto en él. Aquello la hizo pensar cuanto le habría gustado que él hubiese sido elegido para casarse con ella en vez de Itachi—. Por ahora, sé un buen marido y cómprale una muñeca nueva a tu esposa.
Y así sin más desapareció en una nube de humo sin si quiera formar sellos. Hinata dejó escapar un suspiro de asombro e Itachi uno de cansancio para voltearse a verla.
La pequeña no supo realmente si lo que iba a decirle era bueno o malo, pero su mirada neutra era tan estoica que no podría haberlo adivinado ni si quiera si lo hubiese intentado.
—Le pido disculpas por el comportamiento de mi primo —dijo finalmente acercándose al escritorio y abriendo un cajón—. Por lo general es muy respetuoso, pero hace bromas inadecuadas cuando se encuentra nervioso.
—N-no necesita pedirme perdón, Itachi-san —dijo Hinata bajando el rostro apenada—. Lamento que nuestro matrimonio lo haga tan infeliz.
—¿Por qué pensaría eso? —preguntó con curiosidad, suprimiendo una sonrisa.
—Bueno, su primo dijo que… que esperaba que todo mejorara —Hinata bajó la mirada y comenzó a jugar con los dedos. Cada vez que estaban a solas no sabía qué decir o qué hacer, la ponía tan nerviosa que se podría haber desmayado con facilidad—. Sé que.. que no soy una buena esposa pero yo…
—Lo que estábamos hablando no tiene relación con usted. Despreocúpese. Si algo me molesta, se lo haré saber.
—Es-está bien —tragó saliva evitando sus ojos, lista para irse de ahí lo más rápido posible.
—Me teme, ¿verdad?
Hinata tuvo que detenerse y asegurarse de que lo había escuchado bien. Cuando estuvo segura que le estaba hablando a ella frunció el ceño en pánico. No estaba preparada para esa pregunta. Subió los ojos nerviosa y lo observó un instante. Separó los labios pero no alcanzó a responderle antes de que él lo hiciera.
—No lo haga —le dijo con suavidad, mirando hacia un costado. Se veía un tanto incómodo—. Sé que me comporté de forma grosera esa noche, pero nunca más haré algo que le haga daño. Intentaré no hacerla llorar nuevamente. Se lo prometo.
Tragó saliva con ansiedad, sintiendo mariposas en el estómago. Era la primera vez que le hablaba de esa forma. Sonaba tan dócil y amable, mucho más cercano de lo que había sido todos esos días. Tal vez algo había ocurrido que lo tuviese de mejor humor, o quizás, ver a Shisui Uchiha lo había hecho sentir bien. Se preguntó si esa era la verdadera forma de ser de su esposo o si alguien lo estaba obligando a actuar así.
A pesar de sus dudas, no tuvo problemas en creerle y asintió lentamente, sonrojando. Nunca nadie se había comprometido a tratarla bien.
—Sé que no he pasado mucho tiempo con usted y lo lamento. Nuestra unión no se realizó precisamente por amor y sé que no soy el hombre con quien esperaba casarse. Están… están ocurriendo algunas cosas con el clan, problemas que espero solucionar pronto y.. y cuando ello ocurra… deseo que podamos conocernos un poco mejor. De verdad lo deseo así. Quizás podría comprar una casa para que vivamos solos…
Hinata lo miró sorprendida. Había estado segura todos esos días que Itachi detestaba la idea de que tuviesen que compartir tiempo juntos y que específicamente, la detestaba a ella.
Algo ocurría que no comprendía del todo. Itachi, quien siempre se veía tan serio, quien evitaba mirarla a los ojos desde que se vieron desnudos, quien apenas le dirigía la palabra, le sonrió. Un gesto tan sencillo como ese, tan irrelevante, hizo que su estómago se tensara y que las palabras desaparecieran de su mente. Lo miró tan sorprendida como asustada, sin entender por qué tenía ese súbito deseo de sonreír junto a él.
—Después de todo… pasaremos el resto de nuestras vidas juntos.
Esa noche, mientras dormían uno junto, fue la primera vez que sintió que la persona con quien compartía la cama no era un completo extraño.
Se permitió tener esperanza de que todo iba a mejorar. Ahí en medio de la oscuridad que emanaba esa familia, finalmente veía un rayo de luz. Se aferró a él como si su vida dependiese de ello. La noche ya no era tan oscura.
NOTA
Muchas gracias por leer ^^ Espero poder subir Team Seven pronto, aunque lo dudo. Igual me esforzaré.
Se que esta historia para muchos puede resultar bastante cruda en varios aspectos, sobre todo por lo que seguiré escribiendo, por lo tanto advierto discreción si van a seguirla, pues tal vez no es apropiada para niños.
Por otro lado, sólo quería comentar que últimamente estoy recibiendo "insultos" por apoyar pairings. Sólo para aclarar, yo soy Hinata shipper, eso significa, que apoyo cualquier pairing de Hinata. Sin embargo, mi OTP, sigue siendo el NaruHina. Dicho esto, por favor, déjenme escribir tranquila y no se tomen tan en serio esto de los pairings, al final, los "Crack pairing" son para divertirse, y yo me divierto muchísimo escribiendo historias sobre parejas que se que nunca van a ocurrir.
Un saludo ^^
