Bienvenidos esta noche a una historia más acerca de nuestros protagonistas, donde experimentaran situaciones poco vistas y extrañas. Esta noche quizás no sea una historia tan escalofriante pero sí que los dejará con un deje de zozobra. Y bueno, sin más qué decir…. COMENZAMOS!
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Capítulo 29.
Vasija.
La mansión Tsurugi era un lugar enorme y eso era obvio para Kagami, sin embrago el silencio era algo que predominaba en ese lugar. Su madre le decía que el silencio era uno de los placeres de la vida menos aprovechado. Kagami opinaba diferente, ya que el silencio del que hablaba a su madre era un silencio absoluto que la ponía nerviosa. Incluso podía escuchar claramente la suave respiración de su madre en la mesa cuando se dignaba a cenar con ella. Era muy incómodo.
-Ya he terminado de cenar.
-No has comido demasiado hoy.- Kagami evitó torcer la boca.
-No tengo mucho apetito.- no iba a decirle que estuvo con Marinette después de esgrima comiendo uno de esos deliciosos entremeses que Adrien tanto le contaba. Debía aprender a cocinar si quería que Adrien se fijase más en ella.
-Muy bien. Puedes retirarte.
Kagami hizo una reverencia y se marchó a su habitación, después de asearse se dejó caer en la cama poniéndose unos audífonos para escuchar una selección de música que Marinette le había enviado esa tarde, escuchar una canción o dos le vendrían bien antes de dormir, sin embargo, en medio de la noche algo la despertó. Era un sonido siseante y constante.
-Maldición…
Molesta consigo misma pensó que había dejado encendido su celular y el sonido venia de los auriculares por la lista de reproducción que seguía sonando. Pero al revisarlo, su celular estaba apagado. Un trueno a la lejanía la asusto y se sintió tonta. Iba a volver a la cama pero el sonido seguía allí, en el aire.
Salió de su cuarto con boken en mano. No tenía idea de donde provenía ese sonido pero quería estar segura que no era un intruso. Caminó por el oscuro pasillo incapaz de encender una luz por temor a que quienes estuviesen haciendo ruido huyeran. La poca luz de afuera le ayudaba, y como un ninja se escabulló entre las sombras para no ser detectada. El sonido se estaba haciendo más fuerte, se estaba acercando. Apretó el boken entre sus manos, sentía su corazón latir fuerte por la adrenalina. Pero entonces unos tenues pasos se hicieron presentes y Kagami los conocía a la perfección. Se asomó por una esquina y vio a su madre vistiendo su pijama pantalón blanco. La mujer se detuvo frente a una grande y vieja vasija negra con pictogramas de dragones, era muy antigua y valiosa, o sea, estaba prohibido tocarla.
Kagami notó como la vasija no tenía la tapa de siempre, pero lo que más le sorprendió era ver que de su interior salían esos sonidos, eran voces, voces furiosas y lamentaciones. Parecían discutir, o amenazar, no estaba segura, podía claramente escuchar algunas palabras en su idioma natal, pero nada concreto. Y su madre tras arrugar la nariz y decir algo en voz baja, colocó la tapa y el silencio dominó el lugar de nuevo. Tomoe Tsurugi lanzó un bufido.
-Voy a sancionar a quien haya dejado esto así.- musitó molesta antes de marcharse, pero se detuvo un momento y su cabeza se movió en dirección a Kagami.
Kagami contuvo la respiración, ni siquiera se atrevió a mover un musculo y tras unos segundos que le parecieron eternos, su madre se fue a su habitación. Suspiró a lo bajo de alivio. Se aseguró que su madre se había alejado lo suficiente, abrió con cuidado la tapa. Nada. No salía sonido alguno de esta. La tapó y regresó a su cuarto. ¿Que había sido eso? ¿Lo había soñado acaso? Tantas cosas se amontonaron en su cabeza que apenas y la dejaron dormir pero si algo la caracterizaba era por si tenacidad ante las cosas, y estaba decidida a averiguar todo sobre esa vasija.
Al otro día en el desayuno, Kagami tuvo suerte de que su madre estuviese en la mesa, pero no parecía de buen humor.
-¿Sucede algo madre?
-Una mala noche, solamente. Nada especial.- Kagami tomó el comentario como la oportunidad perfecta.
-Ayer escuche unos ruidos en la noche.
-¿Qué tipo de ruidos?- preguntó su madre sin inmutarse ni expresar algún supuesto interés.
-Sonaba como susurros.
-Mmm, tal vez una corriente de viento.- soltó como si nada.
-¿No lo escuchaste anoche?
-No. Nuestras habitaciones quedan lejos, y estuve en mi habitación toda la noche.- Kagami frunció, eso era mentira, la había visto en la noche caminar hacia la vasija.
-Sabes, no había notado la vieja vasija del pasillo, ¿qué historia tiene?
-¿Por qué tan interesada? Es una vieja reliquia familiar.
-Quisiera qué tan vieja era. Nada más.- Tomo Tsurugi frunció el ceño, sorbió a su té y para su sorpresa respondió.- Esa vasija fue usada hace quinientos años como un ataúd.
-¿Cómo?
-Es la leyenda que tiene. Hace mucho tiempo, un noble que era muy injusto y cruel con su gente, al final fue asesinado por estos hartos de sus injusticias. Así que metieron en esa vasija el cuerpo del hombre junto a su mujer y su hijo en esta. Los enterraron vivos con el cadáver por sus crímenes. Al final, tus tatarabuelos recuperaron la vasija y la decoraron. Ha estado desde entonces en nuestra familia.
-Ya veo.- contestó Kagami con total naturalidad, pero había perdido el color, comió como una autómata y se despidió de su madre recordando vagamente las palabras apenas escuchadas en la vasija y que ahora tenían sentido.
Dareka… koko ni imasu… akushu ga suru… dareka… tasukete
(Alguien… estamos aquí… huele mal…. Alguien… salvenos)
Días después, la vasija fue trasladada a la bodega familiar de los Tsurugi, las razones, Kagami notó como su madre ya no pasaba por ese pasillo sin fruncir el ceño ante los leves susurros aún con la tapa puesta.
…
Y… espero que les haya gustado! Tenemos más historias que dar pero todo a su tiempo, pero en la próxima quizás tengamos una bonita historia de amor. Así que dejen review, nada de tomatazos, y verán como terminaremos con un gran susto. Y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
