Quinto Acto
GIBOSA ILUMINANTE
La luna está entre los 135 y los 180 grados por delante del sol; los que no saben la confunden con la luna llena, sobre todo el último día. Es el momento de atar los cabos sueltos o de introducir los cambios que hagan falta.
Las cosas no habían sido normales en ese hogar después del incidente con la policía de Konoha. Hinata lo sabía y no había absolutamente nada que pudiese hacer. Si antes Itachi no comía muy seguido con ellos, ahora simplemente evitaba cualquier contacto con su familia, llegando extremadamente tarde a su hogar y saliendo antes de que cualquiera despertase.
Sasuke tampoco la estaba pasando bien. Al igual que ella, parecía quedar atrapado en medio de esos problemas y cuando veía a su hermano apenas lograba saludarlo. Éste le respondía con una mirada seria y seguía su camino, sin muchas palabras, sin cordialidades, completamente ajeno en su propio mundo en el cual se refugiaba cada vez más seguido.
Sucedía algo similar con Hinata. Las noches que compartían la misma cama apenas le hablaba o miraba en su dirección, siempre dándose vueltas sin poder dormir. Tal vez si no hubiese sido tan cobarde le habría preguntando si había algo que le estaba molestando y cómo lo podía solucionar, pero al menos en esa ocasión, Hinata tuvo certeza que el problema no era ella; era él.
Él y su padre, Fugaku Uchiha.
Una hermosa mañana de día sábado, Sasuke y la jovencita se encontraban en el pasillo exterior del jardín. No estaban realmente hablando, pero no había nada que hacer aparte de mirar como subía y bajaba el bambú que se llenaba de agua en la fuente. Fue entonces que sintieron los pasos de Itachi quien pasó a su lado sin si quiera mirarlos. Tanto Sasuke como Hinata sintieron algo extraño y se reflejó en sus rostros apenados, cuando de pronto notaron que Fugaku Uchiha también estaba en el pasillo doblando por la esquina.
Itachi y él cruzaron sus caminos sin mirarse, sin desearse los buenos días, sin si quiera notarse uno al otro. Era la confirmación para Hinata de que el altercado con la policía de Konoha había dejado graves secuelas en la relación de ambos y que había un tema que los separaba gravemente y que ninguno quería discutir.
El hombre se encontró con ellos entonces y los miró un tanto extrañado, seguramente preguntándose qué hacían ahí o más bien, recordando que también vivían en esa casa.
—Buenos días, Tou-san —dijo Sasuke.
—Buenos días Uchiha-sama —repitió Hinata.
—Ah. Buenos días —les respondió él, como si recién notara que ambos estaban ahí— Sasuke, ¿cómo va la Academia últimamente?
Ni si quiera miraba a Hinata. Su atención permanecía por completo en su hijo menor quien pareció sorprenderse de que su padre finalmente notara su existencia. Un suave sonrojo apareció en sus mejillas y se paró derecho para responderle.
—Las clases son realmente aburridas porque siempre soy el mejor en todo.
—¿Ah sí?
—Sí.
—Sígueme —le ordenó y comenzó a caminar por el pasillo hacia la puerta de entrada—. También puedes venir Hinata. Es hora de que aprendas tu lugar en el clan Uchiha y tal vez se lo recuerdes a mi hijo mayor.
Hinata se encogió de hombros y siguió a ambos Uchihas sin saber donde iban o qué estaban haciendo. No era apropiado cuestionar al hombre que mandaba en ese hogar. Si hubiese sido por ella se habría quedado con Mikoto Uchiha cocinando alguna cosa, pero no vio que la invitación de Fugaku hubiese sido opcional.
Mientras caminaban por la aldea, el hombre se dirigió a ambos.
—Los Uchiha ven a sus miembros como adultos cuando pueden realizar técnicas de fuego —dijo con solemnidad—. El emblema de los Uchiha es el abanico, que controla la fuerza de las llamas.
Sasuke parecía completamente enfocado en las palabras de su padre, mientras que Hinata prestaba atención como lo hacía en la Academia, pues estaba aprendiendo de su nueva familia. Algo de cariño comenzaba a crecer dentro de ella por Sasuke, Mikoto e incluso el atemorizante Fugaku. Era agradable que alguien aparte de Itachi intentase incluirla en la familia y que el jefe de la Policía de Konoha se hubiese molestado en enseñarle la hacía sentir felicidad.
Caminaron hasta un muelle en donde el río Naka formaba una pequeña lagunilla. Entonces, el padre de Itachi se paró en éste.
—Presta mucha atención a este jutsu —le dijo terminando los sellos manuales mostrándoselos sólo una vez— Katon, Goukakyuu no jutsu.
Una enorme bola de fuego apareció frente a Hinata justo sobre el agua. El calor encendió sus mejillas de rojo, no por vergüenza, sino por la alta temperatura que podía sentir emanando de la las llamas. Era tan potente que incluso el espacio a su alrededor parecía vacilar cambiando el aire caliente lo que podían ver a su alrededor.
Sasuke observó ese jutsu maravillado y ambos terminaron con la boca abierta cuando el fuego desapareció.
—Este es un ninjutu básico del clan Uchiha —les dijo a ambos sobre su hombro—. Debes usar los sellos que te mostré antes. Llevas chakra desde tu boca hasta tu pecho y lo reúnes allí. Enseguida, lo expulsas todo por la boca —se dio vuelta mirando a su hijo con decisión—. Inténtalo.
—Sí —respondió Sasuke de inmediato.
No obstante, a pesar de su esfuerzo sólo logró hacer una pequeña bola de fuego.
Hinata suspiró asombrada de la diferencia de poder que había entre los adultos del clan y alguien que a sus ojos era tan talentoso como Sasuke.
Fugaku Uchiha suspiró mostrándose realmente decepcionado. Miró a su hijo un momento con dureza y éste bajó los hombros y el rostro.
—Como lo pensé. No eres como Itachi —dijo el hombre. Sasuke bajó el rostro aún más, de cierta forma acostumbrado a ese tipo de comentarios. Hinata mejor que nadie sabía lo que era ser comparada constantemente con un hermano; después de un tiempo, simplemente dejaba de doler—. Quizás aún es demasiado pronto para ti.
Desde ese día en adelante, Sasuke no paró de ir al muelle a entrenar. Solo. No importaba si llovía, si era sábado o domingo, si era de mañana o de noche. No paraba de ir al muelle en cada ocasión que tenía.
Debido a esto, los días de Hinata se volvieron increíblemente solitarios. Al menos cuando Sasuke estaba en casa Mikoto los obligaba a estar juntos, entrenar, conversar, comer… pero ahora era sólo ella en esa enorme casa en la cual la matriarca de los Uchiha se pasaba la mayoría del tiempo cocinando o limpiando.
De vez en cuando veía a Itachi de noche, pero con el transcurso de los días ya no lo esperaba despierta para saludarlo. Se había acostumbrado a su constante ausencia y distancia, a su silencio, a ese desesperante autismo que mantenía con todos alrededor de esa casa, incluyéndola.
Un día mientras le ayudaba a preparar la cena, Mikoto Uchiha la miró un tanto preocupada.
—¿Sucede algo, Hinata-san? —le preguntó con dulzura.
—Hmm… no es nada.
—Puedes decírmelo.
—¿No está demasiada silenciosa la c-casa últimamente? —bajó el rostro con tristeza—. Casi no veo a Itachi-san y Sasuke-kun apenas pasa por aquí.
—Mis hijos son muy obstinados cuando algo se les mete en la cabeza. Desde niño Itachi se empecinó en aprender absolutamente todo lo que se pudiera leer. Recorría la aldea buscando cosas antiguas, cosas nuevas, todo sobre lo cual pudiese informarse. Incluso visitaba las ruinas de antiguos edificios buscando inscripciones o secretos. Era un chico muy curioso y despierto. Ahora su nueva obsesión es ANBU… —Mikoto Uchiha dejó de sonreír por un momento, pero luego recordó que Hinata estaba ahí y la misma sonrisa suave apareció en ella. Hinata supo en ese momento que Itachi no era el único miembro de esa familia que podía ocultar a la perfección sus sentimientos—. Y Sasuke… está obsesionado con ganarse la aprobación de su padre y para ello desea poder superar a su hermano. Al menos lo mantiene ocupado entrenando.
—Los extraño… —murmuró Hinata con tristeza.
—¿A quién extraña? —le preguntó Itachi desde la puerta de la cocina.
—Su familia —respondió Mikoto Uchiha guiñándole un ojo a Hinata.
—Puede ir a visitarlos cuando quiera —respondió Itachi sin moverse, con un tono neutral.
—Me refiero a ti. Tú eres su familia ahora, Itachi —respondió Mikoto con un tanto de suavidad pero firmeza en su voz.
Itachi se dio la media vuelta y salió de la habitación, con la misma máscara de hielo con que había entrado.
Hinata se preguntó qué habría estado buscando Itachi ahí. Había sido como si con sólo mirar a Mikoto Uchiha sus deseos de permanecer en ese lugar se hubiesen vuelto nulos.
Pasaron algunos minutos y Sasuke apareció por el pasillo. Mikoto Uchiha lo llamó y le puso algo de crema en su rostro. Lo tenía completamente chamuscado cerca de la boca. Se podía ver lo mucho que había estado entrenando sin detenerse esos días.
Hinata lo miró con una sonrisa esperando con todo su corazón que pudiese cumplir con lo que estaba buscando: mostrarle a su padre que era tan capaz como Itachi de aprender cosas nuevas.
No obstante, Mikoto Uchiha lo observó con una nostalgia tan palpable por un instante, que Hinata no pudo evitar preguntarse qué era lo que esa mujer estaba pensando para ver a su hijo con semejante tristeza, como si temiera nunca más volver a verlo.
La cena cinco días después de eso fue esplendorosa. Hinata sabía que algo importante había ocurrido y al parecer se trataba de Sasuke. Su padre lo felicito enfrente de ella y Mikoto debido a que había logrado finalmente el jutsu que les había enseñado. Sintió un tanto de envidia de Sasuke quien finalmente parecía ser reconocido por su padre, algo que ella nunca había tenido. No obstante, el puesto vacío a su lado le recordó una vez más que Itachi no estaba ahí para compartir los logros de su hermano. Aquello parecía entristecer a Sasuke quien miraba ese puesto con la misma nostalgia con que Mikoto Uchiha lo había mirado a él días antes.
El desayuno de la mañana siguiente fue silencioso mientras Mikoto Uchiha lavaba los platos, hasta que Sasuke preguntó lo que estaba en la cabeza de ambos.
—Kaa-san —dijo con lentitud—. ¿Qué es lo que pasa entre tou-san y nii-san? ¿Qué es lo que piensa él de nosotros?
—¿De la nada me haces una pregunta así? ¿De qué se trata esto? —le preguntó Mikoto cerrando la llave del agua.
—Ayer tou-san me dijo "como era de esperarse de mi hijo" cuando completé el jutsu de fuego que me enseñó. Antes, sólo solía decirle eso a nii-san, por lo que estuve realmente feliz de escucharlo —lo decía con tanta tristeza que hasta el pecho de Hinata se oprimió.
—¿Y entonces? ¿No es eso algo bueno? —le preguntó Mikoto.
—Últimamente, tou-san y nii-san no se están llevando nada bien —Mikoto pareció sorprendida cuando escuchó eso, como si Sasuke no debiese haber sabido nada al respecto de lo que ocurría en la familia, pero era inútil; hasta Hinata se daba cuenta de que entre Fugaku e Itachi las cosas estaban mal—. Y yo pensé… ¿Acaso soy sólo un remplazo para mi hermano?
Mikoto Uchiha suspiró. Por un momento permaneció callada buscando una respuesta que pudiese darle a su hijo.
—Tu hermano es tu hermano, y tú eres tú —a Hinata le pareció una de esas respuestas como "porque sí", en vez de algo que aplacara la ansiedad de Sasuke—. Su padre se preocupa de ambos.
—¡Entonces por qué todo es siempre sobre nii-san! —gritó Sasuke molesto.
—No, eso no es verdad —dijo Mikoto sonriendo—. Tu padre, como líder del clan Uchiha, siempre debe estar preocupado de proteger a todo el clan.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Itachi es el mayor de los dos, lo que significa que esa responsabilidad caerá sobre él algún día. Tu padre tiene que asegurarse de que esa labor quede en buenas manos y por eso seguramente percibes que pasa más tiempo enfocado en Itachi que en ti.
El semblante de Sasuke se entristeció nuevamente y bajó el rostro para observar su comida.
—Pero, entre nosotros dos…—continuó Mikoto con una sonrisa realmente despampanante— cuando tu padre está conmigo sólo habla de ti. Es por ello que siempre actúa tan raro a tu alrededor y parece un poco enojado, seguramente lo avergüenza.
La molestia de Sasuke pareció esfumarse y una sonrisa apareció en su rostro. Se puso de pie y le tomó la muñeca a Hinata.
—Vamos a entrenar shurikenjutsu al bosque Hinata —le dijo sin soltarla, obligándola a pararse y seguirlo.
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El ruido del río Naka era suave y gentil. A veces al estar ahí podía escuchar la risa de Shisui haciendo eco en su mente, recordando las tardes de verano en que ambos habían entrenado en esas aguas. La niñez había sido difícil pero de alguna forma ambos habían sobrevivido jurando que nunca más verían una guerra tan cruda como esa y que harían todo lo posible para evitar que hubiese más derramamiento de sangre innecesario.
Esa promesa se rompería si las cosas seguían su curso como las aguas del río.
Negó con el rostro despejando esa idea de su cabeza. Shisui había dejado una misión para él. Debía proteger la paz de Konoha y también mantener el nombre de los Uchiha con honor. Era una labor difícil, sobre todo considerando que su padre ya no le hablaba y que él por su parte tampoco deseaba seguir manteniendo relaciones con las personas de ese clan, pero tenía que cumplirlo sin importar que sucediera. La paz de la aldea y que Sasuke no viera una guerra eran su prioridad.
Perdido en sus pensamientos enfocó los ojos en el templo del río Naka cuando de pronto, notó un hombre entrar en él. Era alto, corpulento y llevaba una máscara. Los ojos de Itachi de inmediato se volvieron rojos y las aspas giraron, como si sintiera con su mera presencia un peligro inminente.
Se puso de pie rápidamente, pues no era como si este sujeto hubiese entrado por la puerta principal. Se había deshecho contra la pared; su cuerpo había atravesado un objeto sólido. Aquello lo extrañó y decidió ver qué era lo que estaba pasando.
No obstante, tan pronto entró en el escondite, se dio cuenta que nadie estaba ahí. Era como si ese sujeto se hubiese deshecho en el aire.
—¿Hay alguien aquí? —preguntó en voz alta, pero no consiguió una respuesta.
Estaba seguro que no había imaginado nada. Había visto a alguien entrar en ese lugar y si así era, había un hombre muy peligroso rondando Konoha.
No podía permanecer quieto. Lo único de lo cual tenía certeza era que ese sujeto era un Uchiha, porque sólo los miembros del clan sabían el escondite secreto en donde se encontraba la roca que contenía la profecía del sabio de los seis caminos.
Continuó un momento a las afueras del templo con el sentimiento de que alguien lo observaba y por más que escrudiñó la zona con los ojos y sus sentidos, no logró dar con el paradero del misterioso hombre que había entrado en el templo.
Miró la posición del sol. Era hora de tener una conversación con el Hokage al respecto.
Saltó hacia la rama más próxima y comenzó su largo recorrido hacia los cuarteles de ANBU que quedaban en la cima de la montaña de los kages.
No obstante, no fue al Hokage a quien encontró en su camino antes de ingresar, sino a un hombre que no deseaba ver.
Sus ojos se cruzaron en silencio y a pesar del dolor que guardaba por la muerte de Shisui, no mostró gesto alguno que lo evidenciara. No podía odiar a Danzo porque en cierto sentido entendía lo que había intentado; esa era su forma de proteger la aldea, desde las sombras, sin importar a quien debía eliminar que considerara un peligro. Shisui creía en lo mismo.
—Danzo-sama —lo saludó con frialdad— ¿Necesita algo de mí? —tal vez también venía por sus ojos.
—Itachi. El tercer Hokage te dijo que compraras tiempo el otro día, pero… ambos sabemos que actuará si la aldea necesita ser protegida —tenía razón, a pesar de que estaba haciendo todo en su poder para evitar lo inevitable, las cosas se le estaban saliendo de las manos y la fecha que su padre había marcado para el golpe de estado se acercaba peligrosamente—. Esa es su forma de ser. Así actúa un verdadero Shinobi.
Itachi lo observó entendiendo al punto al que quería llegar. El enfrentamiento entre el clan Uchiha y Konoha era inevitable; tal como había dicho Shisui escalaría rápidamente a una guerra. Generaciones completas vivirían nuevamente los horrores que él tanto había querido evitar desde que era un niño. Sus ideales sobre paz se verían completamente sobrepasados por los actores de ambos lados, llegando inevitablemente a un estado de caos total en la Aldea.
—Ocurriendo una guerra o no, una vez que los Uchiha se rebelen e intenten su golpe de estado, necesariamente deberán ser anihilados, incluyendo a tu pequeño hermano, quien no sabe nada de lo que está ocurriendo —un nudo se formó en su garganta, pero se enfocó en mirar hacia la nada y vaciar su mente para que Danzo no adivinara el terror que sus palabras le causaban. Un Shinobi no mostraba sentimientos—. No obstante, si actuamos antes de que ocurra, aún puede ser salvado.
Itachi permaneció en silencio esperando escuchar lo que el hombre quería decirle. Algo tramaba y si estaba usando a Sasuke como un medio de intimidación, como una forma de que no pudiese negarse, debía ser grave.
—Si ocurre el golpe de estado, tu hermano menor también verá todo lo que ocurra. Será testigo de como todo su clan es destruido por los shinobis de la Hoja y sin duda querrá vengarse de la Villa cuando crezca. Es por eso que debe ser asesinado también —dijo Danzo yendo al grano del asunto.
—¿Está amenazándome? —amenazar a su hermano menor, era un reto directo a su persona. Él no permitiría que nadie tocase a Sasuke. Prefería morir y luchar en el coup d'etat antes. Su hermano era más importante que la Villa.
—No —respondió Danzo— Quiero que elijas. Puedes pararte en el lado de los Uchiha, participar del golpe de estado y ser destruido junto con tu clan o puedes permanecer del lado de Konoha, salvar a tu hermano antes de que suceda el golpe de estado y ayudar a destruir al clan Uchiha.
—¿Qué hay de mi esposa? —preguntó con frialdad.
—Su matrimonio la convirtió en una Uchiha y por lo tanto si ve a su amado esposo y a su nueva familia ser eliminada por la aldea, crecerá con el mismo rencor que tu hermano menor. Además, si Hiashi pudo sacrificar a su hermano por la paz de la aldea, no veo por qué no sacrificaría a su hija. No obstante, al igual que Uchiha Sasuke, es una niña que no sabe nada de lo que está ocurriendo. Podría ser enviada de vuelta con su padre y ser salvada.
¿Devolverla con los Hyūga? Sería completamente deshonrada si eso ocurriese. La vida como la conocía cambiaría para siempre sin que si quiera tuviese la edad para comprender lo que estaba sucediendo. Ella no tenía nada que ver con el asunto de los Uchiha, había sido obligada en un matrimonio por conveniencia política y su virtud seguía intacta.
—Para proteger la aldea debemos detener el golpe de estado antes de que todo caiga en caos —dijo Danzo lentamente—. El único que puede hacer esto es un doble agente que esté trabajando para los Uchiha y para Konoha… en otras palabras… tú Itachi.
Lo sabía. Había sentido que Danzo se lo pediría y aunque la mera idea le destrozaba el alma, era un shinobi y su primer labor era cumplir con las misiones que se le otorgaban, sobre todo si aquello significaba un medio para conservar la paz.
Era la única forma que quedaba de conservar su palabra con Shisui. Mantendría el honor del clan intacto, pues nadie conocería las verdaderas intenciones de los Uchiha y el motivo atrás de su exterminio. La historia escribiría que él había sido un asesino que enloqueció y decidió anihilar a su clan. Nadie tendría que saber que en realidad el clan Uchiha estaba planeando una revolución en contra de la aldea para exterminar al resto de los líderes de los clanes, al Hokage y a las autoridades para así quedar al mando de la aldea.
Él sería el único perjudicado, obligado a vivir o morir en deshonra para siempre, alejado del país al que amaba para huir como un fugitivo.
No le importaba tomar esa misión. Estaba dispuesto a soportar ese peso sobre sus hombros si aquello compraba la paz de la Villa, la vida de su hermano y…
No. Hinata ya estaba manchada sólo por ser su esposa. No podría salvarla a ella. Sasuke podría odiarlo el resto de su vida por lo que estaba a punto de hacer, pero Hinata, ella seria conocida como la mujer que había compartido la cama con un monstruo, un psicópata, fuese donde fuese las personas susurrarían a sus espaldas preguntándose como alguna vez pudo ser la amada de Itachi Uchiha, encasillándola quizás como su cómplice, como aquella que lo había llevado a la locura por un amor no destinado a ser. Estaba a punto de arruinarla para siempre y aquello no podía ser evitado.
—Itachi… será una misión difícil para ti. Pero a cambio de ello puedo dejar que tu hermano y la joven Hyūga vivan —dijo Danzo—. Estoy seguro que quieres proteger la villa. ¿Aceptas esta misión?
Itachi cerró los ojos con dolor y asintió, dándose la vuelta, caminando lejos de las instalaciones de ANBU; hablaría con el Hokage en otra ocasión.
Los días después de aquella conversación pasaron lentos. Cada momento de su vida, desde que despertaba hasta que iba dormir se resumía en esperar que llegara la orden para dar principio a la ejecución de su misión.
La angustia era casi insoportable y lo convirtió en un ser frío, ajeno y callado. Era como si tuviese una gran roca aplastándole el pecho, dificultándole respirar, haciendo que sus hombros dolieran y que su estómago se retorciera constantemente.
Dolía. Dolía como nada antes había dolido.
Intentaba mantenerse lejos de su hogar, evitar mirar a Sasuke, a su padre, a su madre, incluso dormir con Hinata se le hacía incómodo. Ya ni si quiera volvía a su hogar de noche prefiriendo dormir en los cuarteles de ANBU.
Estar ahí era demasiado doloroso.
Mikoto Uchiha insistía en que cenara con ellos, en que pasara más tiempo con Hinata, en que entrenara junto a Sasuke e hiciera las paces con su padre. No obstante, la ignoraba dándole las gracias y seguía su camino solitario, aquel que ya había decidido.
Una noche oscura en que la luna se alzaba en lo alto de Konoha fue citado al punto en donde los miembros de ROOT se reunían. Ahí esperó hasta que un hombre enmascarado apareció. A pesar de ser miembro de ANBU no sabían quienes formaban parte de ROOT y tampoco era un tema que estuviese interesado en descubrir. Sólo sabía que podría haber sido cualquiera enviado especialmente por Danzo para darle un mensaje.
El hombre se paró frente a él y lo observó atrás de la máscara con frialdad. Estoico, Itachi cayó con una rodilla al suelo mostrando sus respetos.
Ahí estaba. La orden había sido encomendada y no había más por hacer; sólo quedaban los detalles.
—Itachi —dijo el sujeto con severidad— ¿Estás preparado? —¿lo estaba? Podría haberse preparado para una misión así toda su vida y no estar preparado. Su silencio fue tomado como una negativa—. Si no estás preparado lo haremos nosotros mismos.
—No, por favor, espere —dijo subiendo el rostro.
—Una vez que las cosas se pongan en movimiento, será demasiado tarde para seguir esperando —era cierto, sabía que el golpe de estado sucedería cualquier día de esos—. Este es un asunto muy urgente.
—Lo sé —dijo sintiendo un nudo en la garganta—. Le pondré fin a este asunto con mis propias manos.
Vagó por Konoha el resto de la noche, pero sin importar donde iba sólo había un lugar al cual deseaba ir…
Su hogar.
Quizás sería la última vez que pasara la noche ahí, en su propia cama, protegido por las paredes que lo habían visto crecer, por los pasillos por los cuales había caminado descalzo desde que tenía uso de razón, en el jardín en el cual tantas noches se sentó mirando la luna de noche mientras escuchaba el ruido del agua caer de la fuente de bambú.
A pesar de todo, se sentía seguro ahí. Era su lugar. Cada rincón poseía una historia distinta que el tiempo se encargaría de borrar, pero que siempre viviría en su corazón… ahora todo parecía estar listo para desaparecer entre sus manos. Nunca volvería a ese lugar que tanta paz le había dado mientras crecía, en el cual había visto a su pequeño hermano crecer, en donde había sido sinceramente feliz.
Entró en silencio escuchando a los grillos nocturnos, se sacó los zapatos en la entrada y siguió caminando por el largo corredor que daba al patio. Se quedó parado en medio de todo dándole un vistazo nostálgico y se sentó sobre la madera para mirar la luna quizás por última vez ahí.
Estaba casi llena.
El ruido del bambú llenándose de agua y cayendo lo relajó y por un minuto olvidó su misión y se encargo de vivir lo que sería su último día como Itachi Uchiha. Después de eso, sólo sería un traidor de la Hoja, un asesino despiadado, una aberración. Nadie recordaría las cosas buenas que había hecho hasta entonces, sólo asociarían su nombre con la sangre derramada por su clan. No sería un hijo de una madre amorosa, sino el hijo que asesinó a su madre. No sería el hermano protector, sería aquel que dejara solo a Sasuke. No sería un hijo obediente y gentil, sería aquel que levantó su espada contra su propio padre.
Era su destino. Quizás había nacido para bajar el telón él mismo sobre el clan.
¿Qué dirías de esto Shisui?
—Itachi-san.
El susurro de Hinata lo sorprendió. ¿Cómo se le había acercado tanto sin que se diera cuenta? Se volteó sobre el hombro y la miró sorprendido, para luego relajarse y mostrarse tan inflexible como siempre.
La jovencita lucía un atuendo oscuro distinto al que usaba para dormir; pantalones de tela y camiseta negras cubrían su cuerpo lo cual lo hacía confundirla en la oscuridad. Lo único que resaltaba era su pálido rostro y sus ojos nacarados como la Luna casi llena.
—Hinata-san, debería estar durmiendo —dijo con un tono un tanto paternal, regalándole un esbozo de sonrisa—. Pasa media noche.
—Estaba esperándolo, en caso d-de que volviera —respondió ella jugando con sus dedos— Escuché ruido y… y usé el byakugan y yo… quise venir a buscarlo porque, ahm… no lo había visto últimamente y bueno… yo… yo… yo lo…
—No lo vuelva a hacer —la interrumpió, presintiendo que la joven estaba lista para decir que lo extrañaba. No estaba preparado para escucharla decir eso—. Dormir es parte de crecer.
—Entendido —dijo ella con tristeza.
—Pero ya que está despierta… —el nudo volvió a él al verla y recordar todo lo que estaba a punto de hacer. Ella también estaba involucrada ahora— Siéntese.
—Sí.
Pensó en qué le diría. Quería pedirle disculpas por resultar ser el peor esposo de toda la historia. En un cierto punto durante su vida juntos, deseó que el tiempo lo ayudara a aprender lo necesario para hacer a esa niña feliz, pero se daba cuenta mejor que nadie que sólo había traído tristeza y miseria a su vida. Y ahora, traería muerte.
¿Había forma de que lo perdonara por lo que le haría?
Fue entonces que sintió algo en su mano.
Era cálido, suave, confortante. Bajó la mirada y notó que esa sensación que sentía era la pequeña mano de Hinata que se aferraba a la suya. La miró y ella lo miró a él y de la nada le sonrió.
—Me alegra mucho que hoy volviera a casa —susurró la niña acurrucándose a su lado.
Aquello terminó quebrándolo completamente. De todas las personas en su vida, de la que menos esperaba bondad era de esa pequeña niña que había sido obligada a casarse con él a pesar de que ni si quiera se conocían. Ahora ahí estaba sujetando su mano, como si ella fuese la adulta y él el niño perdido. De una forma muy extraña e inhabitual, dejó que la jovencita se recogiera a su lado y ambos miraron la luna que los cubría con complicidad.
Aquella noche pudo conciliar el sueño. Aquella noche no durmió en el extremo opuesto sino que se aferró a ella como si su vida dependiese de eso, dejando que ella acariciara su larga cabellera negra con manos temblorosas. Aquella noche lloró en silencio sobre su almohada mientras ella lo consolaba sin darse cuenta de su nostalgia.
Aquella noche, por primera vez, fueron realmente marido y mujer, confortándose y ocultándose en la oscuridad.
Se sintió sorprendido cuando despertó mucho más tarde de lo que lo hacía normalmente al escuchar que ella se removía a su lado, con los pajarillos matutinos cantando en las ramas de los árboles del jardín.
—Buenos días, Itachi-san —susurró ella mirándolo desde el otro lado de la cabecera.
—Buenos días —respondió él, un tanto sorprendido por lo cerca que habían dormido el uno del otro, por la forma en que sus cabezas compartían una almohada.
Las mejillas de Hinata se sonrojaron.
—Debo ir a la a-academia con Sasuke-kun… —dijo desviando la mirada.
—Lo sé —Itachi sabía que esa cercanía era extraña para ambos, pero no se movió—. Yo tengo que prepararme para una misión.
—¿Nos veremos esta noche? —preguntó ella sonriendo levemente.
Esa noche. Todo sucedería esa noche. No podía creer que lo había olvidado.
—De hecho, hay algo que quiero pedirle —se sentó sobre el futón.
—¿Sí? —Hinata lo imitó.
—Después de clases hoy, diríjase a casa de sus padres.
—¿Por qué? —preguntó ella un tanto sorprendida por su petición.
—Mi madre me comentó hace unos días que extrañaba a su familia —mintió rápidamente, una habilidad innata en él.
—Oh… ¿Lo hizo? —sus mejillas se sonrojaron aún más— No es necesario que yo…
—Prométamelo —aquel nudo en su garganta volvió y la observó fijamente—. No volverá a esta casa hoy. Yo iré por usted durante la tarde. Prométamelo.
—Lo prometo.
Itachi asintió y se puso de pie, listo para salir de ahí. No quería encontrarse con nadie.
Había dormido con su ropa puesta, por lo que sólo se limitó a caminar con sigilo hacia la entrada. Pasó por los largos corredores sin observarlos, sin despedirse. Ya lo había hecho la noche anterior. Ahora sólo le quedaba salir de ahí.
Se sentó en la entrada colocándose las sandalias cuando de pronto una voz lo interrumpió desde atrás.
— —dijo Sasuke con un tanto de vergüenza—. Hoy después de clases, ¿me enseñarías Shurikenjutsu? Si deseas, Hinata puede venir también.
—Estaré ocupado —respondió con seriedad, evitando mirarlo—. Puedes pedirle a papá que te enseñe.
—Pero —alegó frunciendo el ceño— tú eres mucho mejor cuando se trata de shurikenjutsu, incluso yo sé eso —Sasuke permaneció silencioso un momento—. Siempre me tratas como si fuese sólo un estorbo.
Itachi notó esa tristeza, pero no había nada que pudiese hacer. No se atrevía a mirar a Sasuke al rostro por miedo a revelar lo que estaba sintiendo. No obstante, en su propio aislamiento, movió su mano indicándole que se acercara.
Era increíble que después de tanta veces aun diera los cinco pasos que los separaban y se dejara caer en el viejo truco del golpecito en la frente.
—Lo siento Sasuke, será para la próxima vez —dijo lentamente—. No tengo tiempo para jugar contigo.
—Siempre dices "Lo siento, Sasuke" y me golpeas en la frente con los dedos y luego dices "Será para la próxima vez" pero eso nunca ocurre.
Se puso de pie lentamente, le dio la espalda a su hermano y caminó hacía la entrada de su hogar. Movió la puerta corrediza de papel con cuidado hacia un costado y salió de ahí por última vez como Itachi Uchiha, un hijo gentil, que amaba a su familia.
Desde el primer pasó decidió que todo eso quedaba atrás ahora. Era Itachi Uchiha, de la Hoja, un shinobi listo para cumplir su misión.
NOTA
Sólo pido perdón porque mucho de esto ustedes ya lo conocen, lo han visto y es mega ultra repetido… pero es parte del fic. Es necesario para mi establecer todo lo que pasó en ese periodo de tiempo. Siento mucho si alguien se aburrió leyendo sabiendo qué iba a pasar.
Este fic tomará un giro totalmente original desde el capitulo 7 en adelante. Hasta entonces, les pido paciencia. Un beso gigante ^^ y gracias por leer.
Originalmente este cap era mucho mas largo, pero decidí poner los hechos que suceden en la noche de ese día en un nuevo capitulo.
Saludos!
