Hola a todos! No saben la cantidad de reviews que he visto y me alegro mucho que les estén gustando las historias de este año, sin embargo recuerden que la realidad puede ser más perturbadora que la ficción y el siguiente personaje dará cuenta de ello. Inspirado en una historia real. Los personajes son de Thomas Astruc y… COMENZAMOS!
…..
Capítulo 37.
Paquete.
Para Luka era normal entregar paquetes de entrega urgente, estos eran normalmente bien remunerados y él estaba gustoso de poder hacer ese tipo de entregas y tener un dinero extra para ciertas emergencias.
-Couffaine, ya te dije que eso puede hacerlo otro, ya es tu hora de salida.- le dijo su jefe, un hombre de mediana edad que se veía tan joven como sus trabajadores.
-Lo sé pero necesito el dinero extra. Quiero regalarle algo genial a mi hermana ya que se acerca nuestro cumpleaños.- su jefe le sonrió y palmó su espalda de forma paternal.
-Está bien. Ándate con cuidado. Y el paquete tiene que estar allí antes de las tres, ni un minuto más o no nos pagaran.- Luka sonrió y asintió.
-Lo tendrán con cinco minutos extras.
Su bicicleta corrió rápida por las calles, sorteando algunos autos y señalamientos, la caja que estaba detrás estaba bien sujeta y quería llevarla lo más pronto posible a la dirección marcada. Era un paquete frágil así que debía andarse con cuidado. Los vecindarios bellos o alegres que caracterizaban a Paris pronto quedaron atrás y llegó hasta la calle correcta, ya sólo le faltaba dar con el número. Caminó esta vez con el paquete que pesaba alrededor de diez kilos bajo su brazo, ¿qué era lo que tenía dentro? ¿Una bala de cañón? El número lo encontró gracias a que la casa lo tenía con gis en la fachada. Todas sus alarmas se dispararon de inmediato, aquello no era nada bueno.
-Esto tiene que ser una broma…- miró de nuevo la dirección y luego a la casa, el lugar definitivamente se veía en un pobre y decrepito estado. Las ventanas estaban cubierta por tablas, el suelo resquebrajado, y cuando avanzó un cuervo salió de unos viejos arbustos y lo asustó al punto de casi tirar el paquete. De repente se detuvo… algo se había movido dentro de la caja. No, no podía ser, tenían que ser imaginaciones suyas. Sacó su teléfono, tomó una foto a la fachada y luego llamó a su jefe.
-Estoy en la dirección pero el lugar parece abandonado.
-Lo he visto. Sabes el protocolo. Toca y si no hay nadie puedes irte y regresar con el paquete. Si ves algo sospechoso llama a la policía.
-Entendido.- Luka lamentó que al final todo pudiese ser una broma, el dinero pudo haberle servido mucho. Subió las deterioradas escaleras de entrada y toco a la puerta que parecía a punto de caer. No escuchó nada más hasta que la puerta rechinó y se abrió dejando ver parte del rostro de una mujer que le dio escalofríos.
-¿Tienes el paquete?
-Eh… sí, sí. Firme de recibido y será todo lo que…- de nuevo sintió algo golpear la caja, lo sintió ya que golpeó justo en su palma. La mujer pareció ver su desconcierto y estiró su mano.
-Deme ese papel para firmar.
Algo estaba mal. Terriblemente mal. Si hubiese un cachorro dentro la caja tendría agujeros o una instrucción especifica. Pero entonces ¿por qué había sentido aquello?
-Dame ya mi caja.- reclamó la mujer.- Me dijeron que tenía que estar a la hora o no pagaría. Dámela ya.
-Claro. Por supuesto.- estiró los brazos y la mujer prácticamente se lo arrancó de las manos. Ella lo miró de arriba abajo y luego sonrió amplio, mostrando unos dientes amarillentos y chuecos.- ¿Necesitas algo? Luces cansado… ¿no quieres un vaso de agua?
-No, no se preocupe. Y además va contra el protocolo.- respondió negándose en rotundo ya que no se imaginaba tampoco beber algo que esa señora le diera.
-Ahora váyase. Ya diré que llegó a tiempo.
Luka asintió y se dio la vuelta. La mujer cerró la puerta y este apenas iba a subir en la bicicleta pero se detuvo. Todo su ser le decía que si subía a esa bicicleta y se marchaba no se perdonaría nunca. Tenía que ver qué era lo que estaba dentro. Su madre le decía que su instinto era algo único y que no debía de dudar de él cuando este le dictase algo, así como los piratas cuando podían sentir la tormenta antes de que llegara. Se acercó a la puerta nuevamente pero estaba cerrada y entrar por las ventanas era algo ilógico, pero entonces vio una ventana del segundo con una abertura amplia. No tenía idea de cómo llegar hasta allí hasta que vio unos botes de basura tirados. Bien, al menos era algo. Los apiló uno sobre otro y logró escalar con eso hasta la ventana y dar un salto para llegar. Los botes cayeron de forma estrepitosa y al entrar a la casa pudo ver que la mujer se asomó mirando el desastre que había hecho. Esta gruñó pero pareció no advertir que Luka se había introducido en la casa, al menos no hasta que vio la bicicleta estacionada. Para entonces, Luka había llegado hasta el pasillo del segundo piso y comenzó a bajar con cuidado las viejas escaleras. Puso ver entre los barrotes de la barandilla lo que alguna vez debió haber sido el comedor de esa decrepita y derruida casa. No parecía nadie vivir allí, no había muebles en realidad. Vio en medio de una habitación, una mesa de patas astilladas y la caja estaba sobre ella pero lo que estaba a su lado lo dejó de tieso. Era un bebé… un pequeño bebé desnudo y con un respirador a un lado. Pero lo que vio cerca de la cabeza del recién nacido que estaba quieto y dormido fue un cuchillo oxidado clavado en la mesa. Sintió la sangre huir de su rostro, ahogando un grito que estuvo a punto de salir de la garganta. El pequeño bebé movió su pie como un reflejo involuntario y supo que fue eso lo que sintió en la caja. Bajó un escalón más, listo para tomar a ese niño y correr por sus vidas pero no llegó ni al último escalón cuando la mujer apareció en la esquina y lo tomó de la chaqueta jalando y tirándolo al suelo.
Luka se levantó y la mujer se le fue encima. Este la empujó y ella cayó cerca de la mesa donde se levantó y tomó el cuchillo herrumbroso en sus manos. Corrió hacia él en un grito desquiciado y Luka nada más pudo esquivar el ataque y comenzó a gritar, esperando que alguien que pasase de milagro por la calle lo escuchara.
-¡Ayuda! ¡Auxilio!- el filo pasó muy cerca de su garganta y eso le impidió seguir gritando ya que se le cerró por el miedo.
Esa mujer lo miraba entre sus cabellos con una completa locura. Y fue entonces que escucharon al bebé comenzar a llorar, despertando de su sueño inducido. Esa fue suficiente distracción para que Luka tomara un pedazo de madera del suelo y la estrellara contra la cabeza de esa demente. Esta cayó al suelo y el cuchillo fue a parar a unos metros lejos de ella.
Con el corazón latiendo desbocado, se acercó al niño. Seguro que apenas y tenía unos días de nacido, era pequeño y sin cabello, tan delicado que temió hacerle daño.
-Ya estamos bien, campeón. Tranquilo.- tomó su teléfono dispuesto a llamar a la policía, calmando un poco al niño sobre la mesa. Apenas y escuchó tono cuando el grito desaforado vino de su espalda. En un reflejo tiró su teléfono y tomó al niño saltando a un lado justo para ver el cuchillo clavarse donde antes estaban ambos. Luka retrocedió en el suelo con el niño en brazos y esa demente quitó el cuchillo de la mesa y se acercó a ellos, lista para saltar de nuevo sobre ellos.
Algo golpeó la mano de la mujer y un sonido peculiar y familiar apareció, un yoyo enrolló a esa mujer incapaz de escapar.
-¡Alto ahí! Luka, ¿te encuentras bien?- el joven sintió sus piernas temblar y asintió mientras Chat Noir le ayudó a levantarse.
-Estoy bien. Pero ¿cómo llegaron?
-Agradece el agudo oído de Chat Noir. Él fue quien te escuchó.
-¿Y ese niño?- preguntó el felino confundido.
-E-Es una larga historia.
La policía arribó y pusieron a la mujer en la patrulla. Una ambulancia llegó para llevarse al infante y Luka dio su declaración a la policía. El capitán Raincomprix chasqueó su lengua con disgusto al escuchar el relato.
-No me puedo creer que alguien haya hecho eso. Voy a mandar una alerta amber para buscar paquetes con la mismas especificaciones. Esto es enfermo…
-¿Necesita de nuestra ayuda?- preguntó Chat Noir.
-No. Esto es algo diferente a los akumas, así que déjenoslo a nosotros.- Luka notó como Ladybug miraba hacia la ambulancia donde se preparaban para llevarse al niño.
-¿Encontraran a sus padres?
-Primero lo primero, debemos ver si el niño fue robado o si lo abandonaron o vendieron.
-A veces me cuesta creer que haya gente tan mala.
-No te creas, Ladybug. En la segunda guerra mundial pasó algo parecido.- explicó el oficial con voz seria.- Enviaban paquetes similares, con carne o con infantes por el hambre, y muchas de las veces incluso mataban al mensajero.- Luka tragó duro, recordando la invitación y que si no fuese por el protocolo hubiese terminado mal.
-Luka, ¿quieres que te llevemos a casa?- preguntó la heroína con clara preocupación en su rostro al verlo tan pálido.
-No me gustaría dejar mi bicicleta pero… si me hicieran el favor.
-No te preocupes. Alguien más vendrá por ella.- dijo Chat Noir para calmarlo y Luka aceptó la ayuda de estos para regresar a casa. No sabría si tendría el dinero extra o si su jefe le daría unas semanas para superar eso. Era lo más probable. Pero la idea de buscar un nuevo empleo cruzó su cabeza por todo el día.
….
Y… espero que les haya gustado! El ser humano es el ser más perverso de todos, así pues tengan cuidado mis queridos lectores. Ya puestos, dejen review, nada de tomatazos, acepto bebidas de temporada, y si tiene calabaza mejor, y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
